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LIBROS Y NOMBRES
DE CASTILLA-LA MANCHA
SEPTUAGESIMOCTAVA ENTREGA
78 Año III/ 10 de agosto de 2012
Catálogo de publicaciones de la
Asociación Cultural Montes de
Toledo 1977-2011
Coordinación: Milagros López
Fernández
Edita: Asociación Cultural Montes de
Toledo 122 pags.; Toledo 2012;
La hacendosa Asociación Cultural “Montes
de Toledo” lleva trabajando de manera
constante y con sumo empeño por la
comarca toledana que la nombra más de
treinta y cinco años, durante los cuales ha
recogido papeles, documentos, facsímiles,
programas de fiestas populares, entradas a
los más diversos espectáculos celebrados en
cualquiera de los pueblos monteños,
estampas, folletos, bandos, actas y
documentos y legajos oficiales, muchos de
los cuales son conocidos como Llegas. Y
esta labor recopiladora ha tenido la virtud
de convertirse en salvadora de todos y cada
uno de esos documentos, y más ahora al
encontrarse escaneada la mayor parte de los
mismos, por lo que, digamos, han sido
rescatados dos veces. Y al mismo tiempo
esta Asociación Cultural, que se ha de
contar entre las pioneras de toda España y
entre las más perseverantes en su empeño
comarcalista, ha generado otros muchos
escritos, a partir de esos documentos
encontrados y conservados y, también,
mediante el proceso de investigación en los
archivos municipales, sobre todo, y de
creación literaria. Y el producto de toda esta
labor investigadora y creativa –libros,
folletos, revistas, facsímiles, recopilaciones
de estudios históricos sobre la comarca,
etc.- ha sido recopilada en un denso
catálogo de 120 páginas. Y observando el
mismo índice se llega a la conclusión de
que ningún tema concerniente a los pueblos
monteños, ya pertenecientes a la provincia
de Toledo, ya a la de Ciudad Real, ha
resultado ajeno al interés investigador y
divulgativo de la Asociación.
Así, en los cerca de treinta facsímiles
publicados y detallados en el índice, se
encuentran documentos referentes a las
tensas relaciones de la comarca con Toledo,
fechados entre la segunda mitad y el último
tercio del siglo XVIII; otros aluden a
páginas históricas de la comarca, como la
reseña que hace el ayuntamiento de Orgaz
sobre las víctimas ocasionadas por la
facción del bandolero conocido como
Palillos el 25 de abril de 1839, y
documentos sobre la Guerra de la
Independencia, y sobre la Santa Hermandad
Vieja de Talavera, tan relacionada con la
idéntica institución monteña, y otros
“documentos medievales de los Montes”;
algunos hacen referencia a aspectos
religiosos: Vida milagrosa de Santa
Quiteria…, y a supersticiones, “Un amuleto
arriero”; otros aluden a plantas medicinales
usadas en los montes en el siglo XVIII.
Algunos de estos facsímiles se encuentran
en una obra de carácter general y hacen
referencias a diversos pueblos de la
comarca, por lo que han sido recogidos, y
dados a la imprenta precedidos de una
introducción. Es el caso de “Los Montes de
Toledo en el Madoz” y “Los Montes de
Toledo en las Estampas de Félix Urabayen.
En fin, se encuentran también facsímiles
referentes al historiador, repoblador y
arzobispo Jiménez de Rada, a la presencia
de la comarca en la cartografía histórica,
etc. En dos capítulos consecutivos se da
cuenta de las publicaciones de la
Asociación referentes al Turismo Rural y al
Senderismo, en los que se reseñan
numerosa rutas por los Montes, y de la que
traspasa las lindes monteñas para adentrarse
en tierras de Extremadura hasta llegar a
Guadalupe. Varias de estas publicaciones se
ciñen a lugares o monumentos particulares
de los montes: el castillo de Montalbán y
los demás castillos de la comarca, la ruta de
los visigodos, la de los templarios, la de los
guerrilleros. En fin, se recoge también el
título de la guía de la comarca, en la que se
da cuenta también del Museo de
Costumbres y Artes Populares asentado en
Guadamur. El siguiente apartado, el cuarto,
recoge toda la información publicada sobre
la Asociación y la Comarca monteña, y en
el quinto se recogen los respectivos índices
temáticos de la Revista de Estudios
Monteños y el de El Monteño, una hoja
desplegable y de carácter noticiero.
En el apartado Monografías se recoge una
amalgama de libros, crónicas, artículos y
ensayos de carácter monográfico que
aluden a los más diversos aspectos de los
Montes. Así, dedicados al lenguaje tres:
Vocabulario de los Montes de Toledo,
Breve diccionario del habla… y los
primeros lenguajes escritos en la comarca;
la literatura también está presente en
diversas formas: en poesía, leyenda, como
la del Castañar y narrativa, en la que se da
cuenta la ruta del pastor Madaleno que
hicieron ocho esforzados adelantados desde
Ajofrín a San Pablo el 14 de agosto de
1996, y también “Montes de Toledo: Tierra
de refugio”, en que se alude a la
particularidad hospitalaria de los Montes
para bandoleros, maquis y golfines y demás
gentes transgresoras, precisamente, por su
carácter bravío y montaraz. La heráldica se
encuentra representada en varias
publicaciones, y la astronomía, y un
compendio de recetas monteñas, y el modo
de criar abejas en los Montes, y la música y
los músicos monteños, etc. Dos trabajos
merecen ser destacados sobre los demás,
ambos de carácter compendioso: Escritores
monteños y el índice temático de los
números 0 al 30 del Boletín de los Montes
de Toledo. Y otro trabajo que merece ser
destacado es “Comarca de los montes de
Toledo: Cronología histórica”, en el que se
da cuenta de los hechos y fechas más
relevantes en la comarca desde los
horizontes del Paleolítico hasta nuestros
días.
Y como si la Asociación no quisiera dar por
cerrado el campo de su interés por la
región, en los apartados siguientes se alude
a varias publicaciones: tarjetas de
felicitación con motivos monteños, guías y
mapas, de carácter comarcal, algunos y
otros referidos a aspectos particulares,
como “el camino del pastor Madaleno” y
“Moraleda. El último bandolero de los
Montes de Toledo”. Destaca también en
este apartado la “Agenda turística de los
Montes de Toledo”. En cuanto a libros, es
decir, en esos casos en que la Asociación se
ha convertido patrocinadora, se recogen
dos: el libro editado en Homenaje a
Fernando Jiménez de Gregorio, 1988, y
Etnobotánica en los Montes de Toledo,
2002. Todo este material, puesto a
disposición de los socios y de cuantos
deseen acercarse a la sede de la Asociación,
pone de manifiesto el inmenso interés de la
Asociación por preservar todo lo referente a
la comarca monteña, por estudiar su
patrimonio documental y artístico y por
proteger y dar a conocer las riquezas
gastronómicas y paisajísticas y folclóricas y
etnográficas y tradicionales, culturales en
definitiva, de toda la comarca de los Montes
de Toledo.
Juan José Fernández Delgado
Sin respiro. Cuidadoras
familiares: calidad de vida,
repercusión de los cuidados y
apoyos recibidos
Mª Victoria Delicado Useros
(coord.), Antonio Alcarria
Rozalén; Antonia Alfaro Espín;
Ana Barnés Martínez; Eduardo
Candel Parra; Francisco García
Alcaraz y Carmen Ortega
Martínez
Ed. Talasa; Madrid 272 pp. 26 €
El Grupo de Investigación Cualitativa,
Enfermería y Sociedad (GICES) de la
Facultad de Enfermería de Albacete,
coordinado por la profesora de la
UCLM Victoria Delicado Useros, ha
publicado el libro "Sin respiro", una
obra que recoge los trabajos de
investigación que ha llevado a cabo este
equipo de la Universidad de Castilla-La
Mancha (UCLM) durante la última
década, centrado en los cuidadores no
profesionales de personas dependientes.
“Sin respiro. Cuidadoras familiares:
calidad de vida, repercusión de los
cuidados y apoyos recibidos”, es el
título de esta publicación en la que,
junto a la coordinadora del grupo,
participan los miembros del GICES y
profesores de la UCLM, Antonio
Alfaro, Eduardo Candel, Francisco
García y Carmen Ortega, y los
enfermeros del SESCAM, Antonio
Alcarria y Ana Barnés.
Según estudios ya publicados, la mayor
parte de las mujeres y hombres que
cuidan y atienden a las personas
dependientes, son familiares de las
mismas o cuidadores no especializados.
Partiendo de esta realidad, la UCLM a
través del GICES ha desarrollado
durante diez años una novedosa línea de
investigación para mejorar la calidad de
vida de estos cuidadores principales
sometidos a problemas de salud
derivados de la labor que efectúan.
Los trabajos que se presentan en este
libro, editado por Talasa, se han llevado
a cabo bajo la óptica de tres de sus
protagonistas más destacados: las
cuidadoras familiares, las cuidadoras
inmigrantes y los sanitarios que les son
más próximos representados en los
profesionales de la enfermería.
Metodológicamente, los abordajes son
tanto cualitativos como cuantitativos,
mediante grupos de discusión, estudios
descriptivos y a través de una
aproximación experimental con
intervenciones psicoeducativas para
cuidadoras.
Además de contextualizar los resultados
de estos estudios, el libro invita a
realizar una revisión actualizada sobre
el fenómeno del cuidado familiar y sus
implicaciones, especialmente desde la
perspectiva del género, ya que se habla
de un rol que, todavía hoy, es
desempeñado mayoritariamente por
mujeres. Para completar esta particular
iniciativa, se incluyen un anexo y un
CD con las diferentes sesiones de
trabajo que componen la intervención
psicoeducativa con cuidadoras
desarrollada por el propio grupo
GICES.
Gabinete de Comunicación UCLM.
Albacete
Andrés SALINAS MECO
Palabras utilizadas en corrillos,
solanas y tertulias de Tórtola de
Henares
Ayuntamiento de Tórtola de Henares
(Guadalajara), Concejalía de Cultura,
2008, sin paginar.
Comentamos este librito, de no
demasiadas páginas, por el interés que
tiene en la actualidad, precisamente
ahora que la globalización somete a
todos los países a un rapidísimo proceso
de aculturación que contribuye a que,
tanto la palabra hablada como la escrita,
se pierdan (aunque surjan otras distintas
basadas en ellas) -buena prueba de son
las formas de comunicación surgidas
con las nuevas tecnologías:
ordenadores, teléfonos móviles,
etcétera- y que, a pesar de todos los
avances en lo que a comunicación se
refieren, han logrado que el hombre se
encuentre cada vez más solo.
Por ello es bueno que ayuntamientos,
asociaciones y personas concretas, con
su nombre y apellidos, en este caso
Andrés Salinas como recopilador y el
Ayuntamiento de Tórtola de Henares y
la Asociación Cultural “Torela”
(nombre de Tórtola en el siglo XII),
como editor y colaborador,
respectivamente, se den la mano para
conservar todo aquello que el tiempo va
dejando de lado, va olvidando paulatina
e imperceptiblemente, hasta que de
buenas a primeras, sin que apenas nos
demos cuenta, hayan desaparecido
definitivamente.
Buena parte de estas manifestaciones
culturales, quizás la más importante, la
constituyen los leguajes, las formas de
hablar de cada país, las hablas o fablas
de cada comunidad, provincia, zona,
pueblo, barrio, calle…
Por eso, este librito, que no es más que
una especie de vocabulario ordenado de
la „A a la Z‟, es importante desde el
punto de vista del filológico, porque
recoge palabras que, en muchos casos
ya casi no se usan, han desaparecido o,
incluso, han perdido su significado
primigenio. El por entonces alcalde de
la localidad señala oportunamente que
“Todavía hoy, estas palabras se oyen
por las plazas, esquinas y solanas de
nuestro pueblo”, lo cual ya es un mérito
que suceda en un pueblo como Tórtola
de Henares, tan bien comunicado,
porque a mejor comunicación mayor y
más rápida aculturación, ya que, por lo
general, los pueblos más aislados
geográficamente y, por tanto, peor
comunicados, han mantenido mejor su
forma de hablar.
Soledad Herrero, entonces consejera de
Cultura de Castilla-La Mancha,
indicaba que “Recuperar palabras
antiguas, voces que usaron nuestros
abuelos, quizá nuestros padres, pero que
a nuestros hijos ya empiezan a sonarles
como antiguas, arcaicas, es una labor
muy necesaria, y muy positiva…”.
Este es un libro que se ha ido
construyendo gracias al interés de su
autor que, lentamente, poco a poco, ha
ido recogiendo todas aquellas palabras
que escuchaba a sus padres y abuelos a
lo largo de sus conversaciones
cotidianas, precisamente esas a las que
menos interés se les suele prestar, pero
que definen a un pueblo.
También es posible que muchas de las
palabras recogidas en este “palabrario”
no se utilicen exclusivamente en
Tórtola, y que algunas hayan llegado
del exterior por vías pecuarias o
caminos comerciales, otras quizás
falten; pero ello no empece la tarea
porque en muchos casos los vocablos
cambian su significado y se adaptan (o
son adaptadas) a las necesidades del
lugar que habitan.
Este libro merece la pena por lo que
significa, por el empeño en conservar
un puñado largo de palabras que de otra
forma se hubieran olvidado y que, de
esta forma, se han recogido como piezas
de museo que pueden ser analizadas por
los especialistas, pero que en la mayoría
de los casos aún pueden usarse con total
tranquilidad, porque quien las emplee
(en Tórtola) será entendido y
contestado.
Dice Andrés Salinas: “Siempre he
creído en el poder y en el encanto de las
palabras, porque, éstas, no viven fuera
de nosotros, sino que nosotros somos su
mundo y ellas el nuestro”. Y añade: “En
los tiempos que mi domicilio y mi vida
se desarrollaban en Madrid, observaba
como algunas palabras utilizadas con
naturalidad en mi entorno familiar,
sorprendían a la mayoría de amigos,
compañeros y vecinos. Comentándolo
con mis amigos de Tórtola, estaban de
acuerdo y pensaban que había que hacer
algo al respecto… y de este modo
empecé, con tranquilidad y paciencia, a
recopilar estas palabras, escuchando
conversaciones con gente mayor -y no
tan mayor- (e) incluso interrumpirles
para saber qué significado o qué sentido
le daban a una expresión de esas
palabras tortoleñas”.
Viene al caso señalar aquí y ahora que,
todavía no hace tanto, los habitantes de
cada uno de los pueblos de Guadalajara,
e incluso de cada barrio de la capital,
por poner el caso más cercano,
mantenían viva su forma de hablar. Una
forma clara y concisa que, sin llegar a
constituir una jerga, todos entendían. En
algunos casos, esas formas de hablar (y
de escribir) llegaron a conservarse a
través de raras ediciones, como aquellas
Costumbres y Rebuznos alcarreños en
renglones cortos y largos (escritos) por
el “Celipe” y el “Polito” (Madrid,
1907), que en 1993 dimos a conocer en
edición facsimilar Francisco Viana y
yo; libro, por cierto, al que Pepe
Aguado hizo una Réplica y comentarios
a…, diez años más tarde.
Y junto a estos Rebuznos Alcarreños
también han surgido algunos trabajos
acerca del habla particular de diversos
pueblos de nuestra provincia que en
muchos casos hemos visto publicados
en la revista Cuadernos de Etnología de
Guadalajara, por ejemplo, los llevados
a cabo por Antonio Berlanga
Santamaría, “El habla de Corduente y
sus gentes” (2008); Mariano Marco
Yagüe, “Vocabulario de palabras
típicas” (2009); Doroteo Sánchez
Mínguez, “Palabrario, decires, dichos,
dicharachos, refranes y adivinanzas de
Peñalver” (2005); Tomás Sanz
Casarrubios, “Diccionario del Alto
Jarama”, además de otros dedicados al
conocimiento de ciertas jergas, como
“La Mingaña de Milmarcos:
Vocabulario y Textos” (1991), en la que
Blanca Gotor publicó dos cuentos: El
San Doque con Morrascosas (El Gato
con Botas) y La Cachorra del Casimiro
(La Caperucita Roja). De “la migaña”
de Maranchón -otra jerga similar a la
anterior, con la que no se debe
confundir, que en lugar de ser utilizada
por los esquiladores lo era por los
muleteros- hay noticia en el boletín de
la Asociación Cultural de su mismo
nombre (El Boletín de la Migaña).
La verdad es que desde hace muchos
años se vienen recogiendo estas
palabras, a veces en breves notas, como
aquel trabajo que José de la Fuente
Caminals, “Algunas palabras de Renera
(Guadalajara)”, publicara en la Revista
de Dialectología y Tradiciones
Populares (1951), que no abarca más de
cinco páginas y todavía no ha llegado el
momento de cesar en la recogida de
palabras aún vivas, en trance de
desaparecer o recientemente
desaparecidas, aunque todavía latentes
en el sentir popular, como lo
demuestran dos nuevos trabajos a la
espera de publicación acerca de las
palabras empleadas por los habitantes
de Arbeteta y de Bustares.
José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS
VARIOS AUTORES:
PROSAS DE ALCANDORA
EDICIONES QUE VAYAN ELLOS,
ALBACETE, 2012
El modo en que nació y fue
conformándose el grupo Alcandora no
es el menos atractivo de los relatos que
componen esta antología de quince
autores. Dieciséis si contamos al
prologuista, Domingo Henares.
Examinándolos uno por uno, vemos que
solo una pulsión tan minoritaria como la
escritura pudo reunir a un grupo tan
heterogéneo. Ha pasado más de un
cuarto de siglo desde que Manuel Terrín
y Paco Bonal coincidieron en una
librería (1986). Recuerdan hasta el
diccionario de escritores españoles
contemporáneos que acababa de
adquirir el segundo y que estaba
hojeando en el momento de la epifanía.
A la tertulia que fundaron fueron
acudiendo casi en tropel muchos y
variopintos autores, que andaban tan
huérfanos como ellos de asociarse con
gente afín. Es estremecedor ver cómo
bastantes de aquellos tertulianos,
algunos de los más tenaces, no están ya
presentes. Echo de menos, entre otros, a
Andrés Duro del Hoyo, Antonio Matea
y Paco González Bermúdez. Pero aquí
sigue el resto, inasible al desaliento,
manteniendo bien alta la bandera de la
literatura, constituidos en asociación,
reuniéndose en los altos de la confitería
La Suiza y con sede en el Ateneo.
Compartieron una antología de poemas
y ahora ésta otra de narraciones, en la
que hay desde cuentos a ensayos,
pasando por microrrelatos. Además, la
mayor permisividad de la prosa, nos
granjea sorpresas como la participación
de Teodora Lozano, incansable
espectadora cultural. Citarlos a todos
sería prolijo, y solo a unos pocos,
injusto, pero ahí están, formando un
corro apretado, tan ilusionados como el
primer día y mirando a la posteridad a
través de la cámara, desde la
contraportada del libro.
Arturo Tendero
Manuel Cortijo Rodríguez
Memoria de lo usado
Diputación de Albacete, 2012
El escritor de La Roda (Albacete)
Manuel Cortijo Rodríguez ha publicado
el poemario „Memoria de lo usado‟, al
escenario de cuyas páginas lleva su vida
y hace que los actores sean los propios
lectores
Cuando los poemarios son
confesionales, y suelen serlo casi
siempre, buen número de ellos no dejan
de guardar un tiempo autobiográfico
revestido con metáforas embellecidas a
través de veladuras más o menos líricas,
donde podemos interpretar la vida del
poeta, o parte de su propio sentimiento
como algo que fuera imaginado y
querido, pensado en beneficio de la
sociedad, el paisaje y el humanitarismo,
todo ello como estética y concordia
mutua. Y este poemario, „Memoria de
lo usado‟(), que nos acaba de llegar
desde la mano de del autor, Manuel
Cortijo Rodríguez, no supone excepción
ninguna en su concepto. Es más,
podemos pensar que el edificio de sus
versos se construyó principalmente con
materiales de idéntica factoría.
Manuel Cortijo Rodríguez, La Roda
(Albacete), 1950, es uno de esos poetas
que han surgido a la publicación de
libro con una edad madura, pues es éste
su primer poemario. Pero ello no
significa que a su vez, Manuel Cortijo,
deje de ser un poeta muy conocido en
todos o casi todos los cenáculos del
verso madrileños, revistas del género
españolas y como miembro de muy
diversos jurados, porque su presencia,
publicación y arraigo, ha sido y es una
constante en la poesía de la capital de
España. No en vano reside en Getafe
desde 1977.
„Memoria de lo usado‟, se divide en tres
secciones temporales (Antes, Ahora y
Después), más una portada que está
llevando al lector por una senda
interpretativa donde se refleja la
existencia por los mismos Momentos
que le sirven de pórtico.
Inversamente a los seis personajes de
teatro que buscan autor en la escena
para ser interpretados, aquí el autor, el
poeta, lleva su vida al escenario de las
páginas. Los actores son los propios
lectores, porque el poeta así los ha
considerado y conseguido.
Porque por aquí está pasando la vida (y
de qué modo) en los Momentos de su
inicio, no deja de recordarme el
celebérrimo poema de César Vallejo,
cuando éste nos habla de los golpes que
aquélla nos suele dar: “Hay momentos
en curso que no tienen / ni un destello
que darnos de sus luces”, nos dice
Cortijo en sus dos primeros versos. Y
más adelante: “Momentos que si llegan
a escribirse / serán en clave velada,
reservada al silencio”.
El poeta no quiere silenciarlos; no
quiere silenciarlos, y hace bien. Este
silencio sería el sacrificio de un
acertado libro; de un poemario que ve la
luz sin hojarasca alguna en la lengua
castellana. Poseía desnuda la suya;
directa, en versos que son concebidos a
través de imágenes e interpretativas
metáforas. Sin falsos adjetivos, sus
alejandrinos, octosílabos y eneasílabos
integran la copa de un gran árbol sobre
el tronco de los Momentos iniciales.
Aquí se crecen los adverbios en sus tres
divisiones. Se apoya para ello en la
relación amistosa de sus colegas más
cercanos y amigos.
Así, en el poema dedicado a Eladio
Cabañero, busca “la verdad y la voz
para decirlo”, le exige “el oído a luz de
la palabra”; o cuando en el Ahora,
acogiéndose a sus propio latidos vitales
dice que “Lo mismo me sucede cuando
escribo / un verso que no sé....si acabaré
salvando”, y más adelante, analizando
el Después, en el penúltimo poema se
apoya en la conformidad del ser
humano que se sabe con el privilegio de
las letras, confirma la tremenda verdad
de que “la vida escrita / es todo lo que
queda”, más aún, en el último
apostillará que: “haber llegado aquí con
lo vivido, / no es poco este traer /.../
Ahora es tiempo de un tiempo por venir,
/ por escribir la vida en descendente, / la
carne del poema con palabras”.
Nicolás del Hierro, en El diadigital.es
24-VI-2012
RECUPERACIONES
Cuarta entrega de la sección
Cien libros para conocer Cuenca
Guadalajara y Cuenca.
José María Quadrado y Vicente de
la Fuente. Barcelona, 1886; Establecimiento
Tipográfico Editorial de Daniel Cortezo
y Cª. Edición facsímil: Barcelona, 1978;
Ediciones El Albir, 432 páginas.
Castilla la Nueva es un título de la serie
"España. Sus monumentos y artes. Su
naturaleza e historia", editado en
Barcelona en los años 1885 y 1886 por
la editorial de Daniel Cortezo.
Son sus autores José María Quadrado
y Vicente de la Fuente, que fundieron
en tres tomos, de los que el segundo
trata de las provincias de Guadalajara
y Cuenca (el primero, dedicado a la
provincia de Madrid, en 398 págs con 6
láminas, 2 en color y un
plano desplegable de la capital; y el
tercero, de 508 páginas, con otras dos
en color, sobre Ciudad Real y Toledo),
una obra anterior, realizada por varios
autores bajo el título Recuerdos y
bellezas de España, en doce volúmenes,
de los que los números 6 y 7, editados
respectivamente en 1848 y 1853
corresponden a Castilla la Nueva y
considerada como una obra cumbre del
romanticismo español.
El autor, de origen balear (Ciudadela,
Menorca, 1819; Palma de Mallorca,
1896) fue un auténtico polígrafo de las
letras: archivero, investigador,
periodista, historiador, escritor en un
terreno entonces sin calificar pero hoy
bien conocido, el del turismo divulgador
de las bellezas del país, a cuyo
conocimiento y estudio dedicó
prácticamente toda su vida haciéndola
coexistir con otro largo número de
ocupaciones profesionales.
El trabajo que nos ocupa parte del texto
original ya citado, obra de Quadrado en
1853, actualizado en 1885 por Vicente
de la Fuente. Pero a pesar de las
adiciones de éste, permanece en todo el
volumen el acendrado espíritu del
primer autor, adornado de una serie de
elementos que lo hacen meritorio de
todo tipo de reconocimientos. Culto a la
vez que curioso, se acerca al paisaje y a
los pueblos con el ánimo impregnado de
la sabiduría aprendida a través del
conocimiento pero con los ojos abiertos
a cualquier tipo de impresión captada
sobre el terreno; conoce y maneja bien
las fuentes históricas y las incorpora al
relato con normalidad, sin pedantería.
El volumen que nos ocupa es la segunda
parte del libro dedicado a las provincias
de Guadalajara y Cuenca; el texto
correspondiente a éste empieza por una
somera descripción general de la
provincia para entrar luego en el
segmento correspondiente a la capital,
con una feliz afirmación inicial: “A la
fundación de Cuenca, quien quiera la
fundase, presidió sin duda un feliz
pensamiento; nunca obtuvo ciudad
alguna situación más original y
pintoresca”, seguida de un sobrio
resumen histórico continuado del
capítulo dedicado a la catedral, en el
que es necesario valorar tanto la justeza
de los comentarios como la propiedad
de los juicios emitidos sobre el
contenido de nuestro primer
monumento. Los párrafos dedicados a la
situación presente de la ciudad nos
permiten alcanzar un preciso
conocimiento de cual era el estado de la
capital conquense en aquellos años
convulsos, “en que se ha ido reponiendo
a duras penas de aquel quebranto”, el
producido por el asalto de las tropas
carlistas todavía no mucho antes.
La visita a los lugares más destacados
de la provincia, desde Cañete a Huete,
desde Uclés a Alarcón y Minglanilla,
completan el contenido de este libro que
camina despacioso, con buen criterio y
excelentes ilustraciones por el áspero
territorio provincial. Y que es, además
de útil, bello. Quizá el primer libro
sobre Cuenca al que puede atribuirse
este calificativo, porque hasta ese
momento, ciertamente, no puede decirse
que los volúmenes referidos a la
provincia conquense hubieran destacado
por su mérito tipográfico. Este de
Quadrado y de la Fuente sí lo tiene. Sin
ser una guía en el sentido estricto que
hoy aplicamos a este término, sin ser ni
de lejos un libro para llevar en el
bolsillo cuando se viaja sí ofrece unas
valiosísimas ilustraciones que llevan las
firmas de Pascó, Oms y Delgado en los
dibujos a pluma, con heliografía de
Thomás y grabados de Gómez Polo.
José Luis Muñoz
Será genealogía
Elena Román
La isla de Siltolá, Sevilla, 2012; 56
pags.; 10 €; n
Cordobesa de nacimiento (1970) pero
residente en Toledo, Elena Román tiene
publicados, además de este libro:
“Destrucción de algunos tópicos sobre
lo incierto” (2011), “Esta dichosa
ansiedad doméstica” (2011), “Diario de
un ascensor en un bloque de dos plantas
con azotea” (2010), “Veintiún bisontes”
(2008), “A propósito de los cuerpos”
(2008), “Lo circense” (2008) y “Ocho
paradas en la arena” (2009), además del
libro electrónico “Zaquizamí” (2011).
Ha ganado numerosos premios
literarios. Colabora en revistas literarias
y ha sido recogida en varias antologías,
la última de ellas la de Descrito
ediciones (Toledo, 2012), que ya
comentamos en estas páginas (Vid.
Libros de CLM nº 69).
Poesía de la cotidianeidad, traspasada
por la hondura y por la audacia poética:
“Se nos va quedando la ropa
grande,
los huesos grandes,
el alma grande”
La rebeldía vital se une a la rebeldía de
las metáforas, que nos llevan a un
registro muy personal, desacostumbrado
y muy autónomo.
“Todas las mañanas,
cuando me levanto,
Piso mis sueños”.
El libro presenta una seria de estampas
familiares, alejadas de cualquier tópico
imaginable, en una línea de reflexión
autocrítica, nada complaciente, y
cargada de chispa poética.
El giro de los poemas de este libro,
breves por lo general es el paso de la
descripción de una situación familiar,
más o menos previsible a un salto
ideológico y poético imprevisto que
confiere la especificidad al poema, y
configura el lenguaje propio de la
autora.
Dice Elena en su blog
(http://elblogtardiodeelenaroman.blogsp
ot.com.es), en una entrada del pasado
mes de julio:
“A propósito de lenguajes:
me resulta más fácil escribir en
prosa
Pero la poesía me es más
necesaria”.
Estamos ante una voz nueva; fresca y
potente que dirá mucho en el panorama
de la joven poesía española.
Alfonso González-Calero
Florentius
Fernando Lallana
Ed. Celya; Toledo, 2012
Florentius llega a Hojablanca
Buenas tardes. Estamos aquí para hablar
de un libro, «Florentius», un libro cuya
calidad salta a la vista tan solo echando
un vistazo a alguna de sus 281 páginas y
deleitarnos con sus bellísimas
descripciones, sus cuidados personajes,
y su lenguaje directo y efectivo que
adentra fácilmente al lector en la
historia de un viaje.
Porque eso es «Florentius»: Un largo
viaje, un enorme viaje, una mudanza
descomunal que atraviesa Europa desde
Bruselas a Toledo y que se adentra en
ese otro viaje en el que todos vamos
embarcados, como los argonautas, -
generacíón tras generación-, en ese
devenir histórico en el que, querámoslo
o no, vamos todos enganchados en éste,
aquel o ese otro siglo en el que la divina
providencia, si son creyentes, o en el
que el destino quizá escrito en las
estrellas -para los más escépticos-, quiso
envolvernos un día.
Y en ese viaje también cabalga
Fernando Lallana, el autor, aquí le
tienen, tan serio él, quizá a lomos de un
caballo o recostado en una carreta
soportando el frío intenso de unos
parajes por donde discurre una suntuosa
caravana que acompaña a los príncipes
Juana de Castilla y Felipe de Austria
hacia nuestra ciudad, hasta Toledo, final
del camino, donde los príncipes deben
jurar como herederos de los reinos
españoles.
En el mes de marzo, me acerqué a
«Florentius» tímidamente en forma de
reseña de prensa que plasmé en el diario
para el que trabajo, el diario ABCde
Toledo. Y lo titulé: «Florentius, el viaje
de Lallana. Arranca el siglo XVI y
soplan vientos de Reforma. Una
caravana de 500 personas está en
marcha».
No soy crítico literario, solo una
periodista que últimamente sale
demasiado tarde de la redacción, y me
encantaría ser una experta para hablar
de «Florentius». Pero algún resorte
correcto -quiero creer- debí tocar en mi
texto para le gustara a Fernando
Lallana, y nada más y nada menos que
al editor del espléndido libro, aquí a mi
lado, no tan serio, Gonper, que solo
lleva un año en Toledo y ya es conocido
por toda la ciudad y parte de la
provincia.
La sensación que tuve al leer este libro
en movimiento que es «Florentius» fue
la misma, casi la misma, que
experimenté al leer «El Hereje», de
Miguel Delibes. Sí, no exagero. Ese
relato inmerso en la España luterana que
vivía bajo la amenaza de la Inquisición
tiene bastantes puntos en común, a mi
juicio, con el libro de Lallana, sobre
todo en el lenguaje empleado, rico,
culto, magníficamente descriptivo, que
podría ser, y lo es, propio de la mejor
literatura clásica.
Pero, -y aquí está la diferencia para mí-,
«Florentius» es más divertido, es un
auténtico libro de aventuras al que se
une un ingrediente esencial, el
cinematográfico. Porque de película es
esa fastuosa comitiva de más de
quinientos integrantes, una auténtica
ciudad ambulante habitada por todo tipo
de personajes, civiles, eclesiásticos,
soldados, nobles, bellas mujeres,
rameras, cortesanas, clérigos. Y hasta
Juana la Loca y Felipe el Hermoso
aparecen para los amantes de la Historia
novelada. ¿Se puede pedir más?
«Mas de 300 carruajes cargados con
fardos de equipajes cubiertos por telas
amarradas con zunchos, circundaban las
plazas aledañas. Desde la tarde anterior,
vajillas, camas, colchones, mesas,
lámparas, todo tipo de muebles, útiles
de cocina, enseres diversos,
instrumentos musicales y tapices fueron
transportados en arcones de madera e
incorporados a los carruajes...», escribe
Lallana con un perfecto control del
lenguaje, las imágenes, la historia y su
propia imaginación.
Pero nada es gratis y durante siete años
el autor, amante de la Historia de los
siglos XV y XVI, ha tenido que
documentarse, leer muchas crónicas,
tomar notas, viajar mucho, mucho, hasta
alcanzar los mares del Norte de Europa,
donde seguro que anda parte del alma
de este escritor novel que es Fernando
Lallana, a quien la inspiración ha
pillado trabajando, como anhelaba el
genial Picasso.
Lallana ha plasmado en el libro su gran
admiración por los humanistas de la
época, sobre todo de Erasmo de
Rotterdam y Tomás Moro, con quienes
yo creo que comparte una base ética
esencial en defensa de la verdad, la
justicia y la libertad de todos los seres
humanos.
Pero ¿quién es Florentius?, me
preguntaba yo en aquella reseña de
ABC. En primer lugar, un holandés
impregnado del pensamiento humanista
de Erasmo de Rotterdam y que pone al
descubierto la corrupción y el abuso que
caracterizan el poder civil y eclesiástico
de principios del siglo XVI, tanto en la
corte flamenca como en la española,
donde también, como en El Hereje,
reinaba sin corona la Santa Inquisición.
Y además, Florentius, -una especie de
asesor de un importante y malvado
prelado-, es un hombre guapo, bien
parecido, de impresionante porte,
educado, ilustrado y de fuerte y
enigmática personalidad. Así lo ha
creado Fernando Lallana, quizá
inconscientemente para hacerlo aún más
atractivo al celuloide. «El recién llegado
llamaba la atención por su larga
cabellera, cuadrada mandíbula, rasgados
ojos de color miel, nariz apuntada y
rasurado rostro. Su figura era tan
proporcionada como esbelta, alta en
más de dos varas. Su caminar,
pausado....».
En el capítulo donde Lallana se adentra
en el personaje de Florentius
descubrimos por qué el autor saca en la
portada del libro un retrato de Sandro
Botticelli titulado «retrato de un joven»,
éste que ven aquí, precioso cuadro. Lo
cuento, con permiso del autor, con
palabras del propio Florentius: «Al cabo
de unos meses me trasladé a Bolonia y
después a Florencia, donde gané unos
dineros posando, vestido a la moda de la
ciudad, en los talleres del maestro
Botticelli. El maestro me pintó con un
bonete encarnado y una chaqueta de
rico paño verde, forrada de piel de
cabra, que se ajustaba a la garganta con
un cordón».
Silencio, se rueda, ¡acción! Seguro que
sería un éxito de taquilla trasladar
Florentius al cine.
Quedaría coja esta intervención si no
me refiriera a otro entrañable personaje,
alter-ego del holandés e imprescindible
para montar la trama «florentiusiana».
Se trata de Benjamín Téllez, el
segoviano, «empotrado» en la caravana
junto un grupo de frailes españoles, y
residente en Toledo. Por fin Toledo. Un
chico joven, gordinflón, tozudo,
ingenuo, de gran corazón y dura mollera
cuya familia vive en esta misma ciudad,
en el Adarve de Ciruelo, a un paso de la
parroquia de Santo Tomé, cerca de aquí.
Y es este escenario centroeuropeo se
unen ambos personajes aparentemente
tan diferentes, pero a la vez tan cercanos
en bondad y espíritu. Su relación es un
bellísimo canto a la amistad que
Fernando Lallana entona entrelazado
entre una trama argumental que termina
en Toledo, cuando lo que ya no es ni
una sombra de Florentius va subiendo al
patíbulo de Zocodover en un carruaje
arrastrado por viejas mulas. «Declarado
culpable de sus cargos, -dice el libro-,
había sido condenado a morir junto a
dieciocho hombres y cuatro mujeres,
acusados de brujería».
¿Por qué, no tienen curiosidad? Lean el
libro. No tiene desperdicio.
Palabras de la periodista María José
Muñoz en la presentación del libro en
la librería Hojablanca; Toledo, julio
2012
La moza del cántaro: Dos
comedias
Lope de Vega y Cándido María
Trigueros
Editorial Universidad de Extremadura
Cáceres: 2012
Colección: Textos UEX
284 Pags.; 12 €
Edición, introducción y anotación de
Gregorio Torres Nebrera
Se reúnen en este volumen de la
colección "Textos UEx" dos versiones
de la comedia La moza de cántaro, la
original de Lope y la refundida por C.
M. Trigueros. La moza de cántaro es
una entretenida comedia de enredo en la
que el Fénix perfila la actitud de una
decidida mujer que tiene a gala
defender, primero, su libertad y
autonomía, negándose a aceptar
cualquier matrimonio que le venga
propuesto o impuesto, al margen de sus
sentimientos y de su capacidad de
elección, y segundo, la honra propia y
de los suyos, llegando incluso al
homicidio por lavar la ofensa inferida a
su anciano padre, y arrostra la aventura
personal que de este hecho se deriva.
Lope la escribió hacia 1625 o 1626, y a
finales del siglo siguiente, un destacado
escritor ilustrado, el toledano Cándido
María Trigueros, la utilizó, con otras,
para apostar por la valía del teatro de su
ilustre antecesor, haciendo que su
refundición fuera una de las comedias
lopeveguesas más escenificadas en los
teatros madrileños de la primera mitad
del siglo XIX. En esta ocasión se
recupera el texto de la refundición que
no se había reeditado desde la primera
impresión londinense de 1817. La moza
de cántaro fue el segundo montaje, en
2010, de la Joven Compañía Nacional
de Teatro Clásico, dirigida por Eduardo
Vasco.
Cándido María Trigueros: Nacido en
Orgaz, Toledo, en 1736 y muerto en
1798, fue un polifacético escritor, que
destacó tanto en la creación literaria
como en la erudición o en los trabajos
científicos y botánicos. Dejó escrita una
parodia de las expectativas de los
nuevos escritores.
De la página web de Marcial Pons
En la muerte de don Fernando
Jiménez de Gregorio
Más que centenario, creíamos que
Fernando Jiménez de Gregorio era parte
de la historia de nuestra provincia, casi
inmortal al estar en el podio de los
ilustres. Decenas de publicaciones,
miles de artículos, calles dedicadas,
esculturas erigidas en vías públicas,
premios que pregonan su nombre.
Licenciado en Filosofía y Letras y en
Derecho, ha sido miembro de número,
correspondiente honorario de la Real
Academia de Bellas Artes y Ciencias
Históricas de Toledo y correspondiente
de otras reales academias, miembro
fundador del Instituto de Estudios
Toledanos y de otros institutos de
investigación etc. Y, sobre todo,
identificado con su origen jareño y
toledano, hijo adoptivo de Talavera de
la Reina y diploma de Honor por la
Junta de Comunidades de Castilla-La
Mancha.
Profesor de Instituto en Plasencia,
Valdepeñas y en “El Greco” de Toledo,
catedrático en el Instituto Isabel la
Católica de Madrid, profesor de la
Universidad de Murcia y, sobre todo,
maestro de generaciones de
historiadores, para los que siempre tenía
unas palabras, un momento. Consulta
obligada para cuantos hemos trabajado
en la historia de cualquier localidad de
nuestra provincia, Jiménez de Gregorio
es algo más que cronista oficial de la
provincia. Nos ha enseñado a conocer
los paisajes, a transitar por la historia, a
descubrir los topónimos y la
arqueología del territorio provincial, a
valorar las tradiciones y la cultura
local. Investigó y diseñó numerosos
escudos y banderas de nuestros pueblos,
fue animador de certámenes literarios,
conferenciante y pregonero en muchas
localidades, donde siempre daba una
visión personal y profesional del pasado
lejano o cercano de la población en
cuestión. Pero, lo que más resaltan los
que conocieron a Fernando Jiménez de
Gregorio es que fue un hombre bueno,
querido por paisanos, discípulos y todos
cuantos se acercaban a su casa madreña
o belviseña.
Jiménez de Gregorio aportó a la
historiografía el interés por globalizar el
territorio, quizá guiado por la
importante escuela francesa de
entonces. Influido por su origen jareño,
sus investigaciones y análisis
comarcanos marcaron un hito en los
estudios locales. Romeu de Armas,
Presidente que fue de la Academia de la
Historia y profesor del Instituto de
Talavera de la Reina en la época
republicana, le animó a ampliar su
campo de estudio. Le contestó Jiménez
de Gregorio que era “una mezcla de
universitario y de campesino labriego”.
Humildad y laboriosidad que, fiel a su
origen, no ha abandonado nunca a
nuestro historiador y que logra el
reconocimiento a su enorme trabajo,
premiado ya en vida con esa longevidad
que hoy celebramos con este póstumo
recuerdo.
Francisco García Martín; en
La Tribuna de Toledo, 2-VIII-2012