Post on 27-Oct-2018
transcript
ACTAS
V Congreso Interocenico de Estudios Latinoamericanos
II Congreso Internacional de Filosofa y Educacin en Nuestra Amrica
Amrica Latina: movimientos intelectuales, manifiestos y proclamas
Instituto de Filosofa Argentina y Americana Facultad de Filosofa y Letras Universidad Nacional de Cuyo
Mendoza, Argentina
2016
Editores
Clara Alicia Jalif de Bertranou
Adriana Mara Arpini
Dante Ramaglia
Mara Marcela Aranda
Marisa Muoz
Amrica Latina : movimientos intelectuales, manifiestos y proclamas / Clara Alicia Jalif de Bertranou ... [et al.] ; compilado por Clara Alicia Jalif de Bertranou ... [et al.]. - 1a edicin especial - Mendoza : Instituto de Filosofa Argentina y Americana, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Nacional de Cuyo , 2016. Libro digital, PDF
Archivo Digital: descarga y online Edicin para la Facultad de Filosofa y Letras Universidad Nacional de Cuyo ISBN 978-987-27766-9-5
1. Ciencias Sociales y Humanidades. I. Jalif de Bertranou, Clara Alicia II. Jalif de Bertranou, Clara Alicia, comp. CDD 306
Para la realizacin de este encuentro cientfico y la publicacin de las actas del mismo se cont con financiamiento del FONCYT, perteneciente a la Agencia Nacional de Promocin Cientfica y Tecnolgica, adems del aval acadmico y fondos proporcionados por la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo.
Editado en: www.qellqasqa.com.ar
ndice
Presentacin 15
Panel: Cultura nacional, revolucin y vanguardias en las primeras dcadas del siglo XX
El criollismo conversador del Borges vanguardista Gloria Videla de Rivero 17
Filosofa y vanguardia en la Argentina de los aos 20Marisa A. Muoz 26
Integralismo y catolicismo sobre fondo vanguardista. Un ejercicio comparativo entre Argentina y BrasilMarcela Croce 42
Mesas
Mesa 1. Debates contemporneos sobre democracias
Reflexiones polticas latinoamericanas para repensar la democracia en el siglo XXIAmelia Gallastegui 61
Democracia y diferenciaJulin R. Videla 75
Mesa 2. Estado-nacin y movimientos sociales
Estado-nacin y conflictividad social a la luz de dos perspectivas filosficas contemporneasDelia Albarracn 84
El Lencinismo en sus orgenes: el Manifiesto al pueblo de la provincia de Mendoza, programa de gobierno del Gaucho LencinasNatalia Luis 94
La construccin del otro en la lucha poltica: el conflicto armado entre el Estado peruano y el PCP -Sendero Luminoso. Un anlisis retrospectivo a travs de fuentes recientesM. Lourdes Murri / Andrs Rocha 104
Hugo Chvez y los movimientos populares en VenezuelaAmabilia Ruiti 115
Mesa 3. Migraciones y globalizacin
A situao dos imigrantes latino-americanos no Brasil e os impactos da globalizao as relaes de trabalhoLetcia Colen de Oliveira 126
Nuevos escenarios migratorios: reflexiones en torno a la movilidad de estudiantes de Educacin SuperiorLoreana Espasa / Mara Soledad Bonaccorso 132
Pensando la integracin de los inmigrantes en espacios de movilidad creciente a partir de la educacin. Caso de estudio: bolivianos en Hilario AscasubiRosa Angela Fittipaldi / Silvia Mira 145
Las migraciones internacionales desde una perspectiva decolonialDiana Gonzlez Tern 160
La permanencia de inmigrantes latinoamericanos en Barcelona. Factores que inciden en la permanencia de bolivianos y colombianos en un contexto de crisis econmicaPaulina Jara Osorio / Camilo Corts Mora 171
La exposicin del cuerpo como transgresin al espacio fronterizo de la ciudad hteronormativa en La vida real y Noms no me quiten lo poquito que traigoValeska Soledad Prez Huircapn 183
Interseccionalidad de gnero y raza en las migracionesNorma Lidia Rodrguez 192
Mesa 4. Ideas e itinerarios intelectuales: enfoques historiogrficos
Nosotros, construccin de realidades en circulacinMara Lorena Burlot 202
Historia de la/s Ciencia/s de la Educacin: recorridos posiblesAlejandra Elizabeth Camacho / Florencia Wortman 212
La Revolucin haitiana desde el Romanticismo francs: Toussaint Louverture de Alphonse de LamartineMara Amelia Grau Bez 223
Americanismo, redes intelectuais transocenicas e identidade nacional: a antropologia cultural para alm de uma narrativa estadunidenseWalter Francisco Figueiredo Lowande 230
Amxica: historia y ucrona; una experiencia estticaMarco Mallamaci 240
Ethos y explicacin en la argumentacin de Horacio GonzlezPablo Maximiliano Pellejero 249
Modernidad cultural y polticas del lenguaje en la historia del pensamiento latinoamericanoDante Ramaglia 261
Psicoanlisis y cultura de izquierda en nuestros aos 60/70. Tramas, actores e institucionesMariana Rodrguez / Nicols Lallana 275
Mesa 5. Pensamiento crtico latinoamericano
La materialidad de la demanda de la potentia y su impacto en la poltica. Repensando la centralidad del sujetoEduardo Andreani 285
Hecho en el exilio. Etapas en el proceso de ampliacin metodolgica propuesta por Arturo Andrs RoigAdriana Mara Arpini 298
La construccin espiritual del individuo como proceso educativo en la propuesta socio-poltica de sociedad de masas de Jorge MillasCarolina Arredondo Ramrez 312
Repensar las identificaciones populares. Ernesto Laclau y su aporte al pensamiento poltico latinoamericanoLuis Fernando Butierrez 322
El Manifiesto roigiano y la relacin funcin utpica-ficcin distpicaCristian Castillo 330
douard Glissant: aproximaciones al pensamiento antillano contemporneoIrene Nahir Chada Haura 339
Teoras del desarrollo. Modernizacin y dependenciaLeonora Silvia Hernndez 349
Poder y orden social en la obra inicial de Luis VilloroFacundo Lafalla 360
Dignidad y praxis poltica. La recuperacin de sujetos colectivos en Nuestra AmricaAlberto Neri Garca 370
El multiculturalismo bajo sospecha. Crtica a un agente dobleSofa Reding Blase 380
Aim Csaire: poesa y ngritude frente al colonialismoNicols Ignacio Viapiana 389
Mesa 6. Estudios culturales y teora poscolonial
Pedro Lemebel: masculinidades y divergencia en el discurso revolucionarioMario Federico David Cabrera / Reina Jimena Sosa 398
Minera transnacional y modelo extractivo-exportador en la retrica del discurso publicitario de Xstrata Copper en la provincia de San Juan, ArgentinaMario Federico David Cabrera 408
Consideraciones acerca de la crtica descolonial al mito de la modernidadCarlos Alberto Merlo 419
Hacia una concepcin ampliada del tiempoFernando Lautaro Ramrez 429
Odio, violencia y desolacin. La deconstruccin del colonialismo en una narrativa indigenista-feministaCecilia Silva Ibez / Reina Jimena Sosa 438
Mesa 7. Pueblos indgenas y afroamericanos: memoria, resistencia y participacin
Relatos de desaparicin de los negros cuyanos. Revisin crtica de la historiografa de los esclavos negros y de los afrodescendientes en MendozaOrlando Gabriel Morales 448
Escuela y pueblos originarios: impacto y abordaje de la problemtica actualde los pueblos originarios en un colegio secundario sanjuaninoFlorencia Wortman 458
Mesa 8. Expresiones y movimientos estticos en Amrica Latina
Lesiones del mundo altiplnico en la imagen flmica: Ukamau, de Jorge SanjinsCarlos Aguirre Aguirre 469
Mesa 9. Infancia y Filosofa en Amrica Latina
Pensar juntos. Filosofa con ni@s (y padres, madres,)Silvina Anfuso / Julieta Tristn / Mara Alejandra Olaiz 481
La Filosofa para Nios como programa de desarrollo de habilidades del pensamiento cientficoCarolina Arredondo Ramrez / Loreto Mora Muoz 489
Epistemologa de la enseanza del ajedrezAndrs Carlos Gabriel Prez 499
Mesa 10. Humanidades, Ciencias Sociales, educacin y poltica
El docente como sujeto y el puntaje. Tensiones e imaginarios en relacin a la construccin simblica del desarrollo profesional docenteMercedes Cecilia Barischetti 506
Lecturas y escrituras en el campo de las Humanidades y Ciencias Sociales: la pragmtica de los modos de subjetivacin / objetivacin en colectivos estudiantilesSilvina Baudino / Eleonora Friedrich 516
Os impactos do neoliberalismo na poltica de educao brasileiraLarisse Colen de Oliveira 525
24 de marzo. Las polticas pblicas de memoria y los nuevos sentidos de la transmisinYemina Ruth Chiafala 531
Educacin Sexual Integral. Notas en torno a la implementacin en escuelas secundarias de La PampaMariana de Dios Herrero 541
Poltica previsional argentina en la posconvertibilidad. Principales rupturas y continuidadesValeria Di Costa 551
La praxis testimonial de las sujetividades emergentes-colectivas. Una lectura desde Nuestra AmricaNatanael Garca Ayala 562 Recorridos de la educacin de adultos en la primera etapa desarrollista en Mendoza (1958-1962)Claudia Lucena 570
Una lectura sobre la novela Juan Prez de Alejandro KornElizabeth Luquez Snchez 580
Psicologa en Amrica Latina: su aporte a la realidad social en la segunda mitad del siglo XXSantiago Martin / Alex Brizuela 588
La educacin de los jvenes para la construccin de ciudadanaSusana Montaldo / Ana Mara Zabala 597
La Educacin Superior como DerechoClaudia Paparini / Fernanda Ozollo 608
El desafo de pensar el sentido tico-poltico de los escenarios educativos donde se instituye la formacin docenteHilda Beatriz Pellizzi 620
Tejiendo caminos: una propuesta desde las voces y prcticas de maestros en los lmites, las fisuras y los bordes de la escuela y el sistema educativo colombiano. Una alternativa -otra-Henry Rojas lvarez / Hamilton Arias Jimnez / Juan Camilo Surez FrancoSebastin Castaeda Botero / Michelle Snchez Ospina 630
Problematizando el sentido comn. Sistematizacin de una experiencia de educacin popular en la formacin docenteSilvina Romero 641
Motivacin y esperanza en los procesos de aprendizaje en los adultos inmersos en procesos de reintegracin a la sociedadMichelle Snchez Ospina 651
Historia y Geografa Latinoamericana en la formacin docente universitaria para profesores de Educacin Primaria. Aspectos cruciales del abordajeSilvia Sosa / Ana Scoones / Juan Suriani / Fernando Hernndez / Andrea Cantarelli 660
Educacin y pobreza. El caso de la Provincia de San Juan (Argentina)Jos Ernesto Torres 670
Pedagoga universitaria: problematizaciones filosficas en torno a su sentido educativoDulce Mara Vlez Esquivel 682
Mesa 11. Otros modos de construccin del conocimiento: nuevas tecnologas de la informacin y la comunicacin
El taller online de tesis doctoral en Educacin, un nuevo escenario de escrituraHilda Difabio de Anglat 688
Cibercultura e educao no Brasil: em que passo estamos?Carla Maria Nogueira de Carvalho / Lcio De Franciscis Dos Reis Piedade Filho 699
Simposios
Simposio 1. Desde dnde pensar las democracias del NOA? Hacia la construccin de un conocimiento y pensamiento situados sobre las democracias nuestronorteas a la luz de nuevos sujetos e intervenciones polticas emergentesCoordinadores: Celia Romina Brculo / Jos Jatuff / Sergio Astorga
Universidad Nacional de La Rioja (UNLaR): crisis institucional, continuidades y rupturas. Una aproximacin a los discursos universitarios en torno a la toma de la universidad y la transicin hacia la democratizacin universitariaCelia Romina Brculo 709
Pensarse a s mismo como punto de partida para la construccin de proyectos vocacionalesIda Luca Morchio 722
Simposio 2. Afrolatinidades e disporas do AtlnticoCoordinadores: Cristiane Mare da Silva / Alcione Correa Alves / Antonio Marcos Moreira
As armas de Jorge msica e performance como elementos de afirmao identitria de comunidades religiosas afro-brasileirasLisandra Barbosa Macedo Pinheiro / Hilton Fernando Da Silva Pinheiro 733
A noo de poemas negros no discurso Conscincia e identidade da Amrica, de Alejo CarpentierGeyza Conceio Da Costa Pereira / Alcione Corra Alves 744
Nelson Mandela e a reinveno da poltica na frica do SulCristiane Mare Da Silva 750
Tesauro afro-brasileiro: uso estratgico para organizao e recuperao de informaoGraziela Dos Santos Lima / Marcia Siveira Kroeff / Divino Igncio Ribeiro Junior 758
fricas no Brasil: festividades na Irmandade de Nossa Senhora do Rosrio e So Benedito dos Homens Pretos em Florianpolis (SC), sculo XIXMa. Karla Leandro Rascke 767
Mulheres quilombolas, mulheres da comunidade do Morro do Boi, Balnerio Cambori, Santa CatarinaCamila Evaristo da Silva 778
Simposio 3. Justicia, democracia y resistencia ante la lgica globalCoordinadoras: Mara Lourdes Gonzlez Luis / ngela Sierra Gonzlez
La educacin en las fronteras: la globalizacin de los nadiesAndrs Gonzlez Novoa 788
Sinfona en Re Mayor: Re-pensarnos, Re-inventarnos. Ensayo desde el desconciertoMara Lourdes Gonzlez Luis 798
Presuncin de humanidad y comunalidad: refundacin del vnculo educacin y polticaNatalia Pais lvarez 809
El conflicto intercultural, derrota o posibilidad?Pedro Perera Mndez 823
Polticas del reconocimiento: el compromiso con la justiciangela Sierra Gonzlez 833
Simposio 4. Democracia, ciudadana e integracinCoordinadores: Antonio Scocozza / Mara del Pilar Quintero / Graziano Palamara
Participacin ciudadana regional y democracia post-liberal: nuevas alternativas desde la nocin poltica de esfera globalKarina Crdenas Moraga 846
Simposio 5. Genealogas crticas contemporneas; lecturas latinoamericanasCoordinadores: Alejandro De Oto / Leticia Katzer / Guillermo Ricca
Una revisin de los lineamientos epistemolgicos en el proceso de aprendizaje-enseanza de la historia y las ciencias sociales. Nuevas alternativas metodolgicas desde los estudios descolonialesJavier Galarce Muoz 857
Modos de autorizacin intelectual en la obra tarda de Manuel UgarteMarcos Olalla 877
Colonizacin y descolonizacin, prdida y recuperacin de la voz por parte del indioNstor L. Osorio 885
Modernizaciones en conflicto. Sobre la genealoga de la lengua nacional en Juan L. OrtizAgustn Lucas Prestifilippo 895
Simposio 6. La problematizacin de la vida en el pensamiento contemporneo: entre lo singular y lo comnCoordinadoras: Mara del Carmen Schilardi / Silvana Vignale / Luciana lvarez
La reconstruccin de dos conceptos en la obra de Roberto Esposito: comunidad, personaNorma Fscolo 901
Hacia la comprensin biopoltica de la Ley de Educacin Sexual Integral n 26.150Nadya Marino 912
F. Nietzsche: la corporeidad y el pensar vivencialSara Leticia Molina 917
Simposio 7. Mujeres y feminismos en Nuestra AmricaCoordinadoras: Nora Llaver / Rosana Rodrguez
El Alegato de Florencia Fossatti: claves para una historia de las ideas pedaggicas desde una epistemologa feministaMariana Alvarado 927
Revisando las propias (des)colonizaciones. Abriendo los ojos a la colonialidad del gnero descripta por Mara LugonesMara del Carmen Antequera 942
Yo viva en un cuento de hadas... ahora me veo en sus manos: paradojas y repercusiones inicuas de los controles de migracin y casamientoMarianna Bacci Tamburlini 952
Los modelos de gnero desde una perspectiva intercultural: un proyecto de investigacin entre Italia, Espaa y ArgentinaChiara Santoro 963 Hacia una autonoma encarnada: aportes desde los feminismos descolonialesPatricia Gonzlez Prado 973
Una experiencia en un grupo de Mujeres con (viviendo) violencia del amorSara Judit Gutirrez 983
Hacia nuevas configuraciones pedaggicas feministas situadas. Aportes para la construccin de un marco terico propio para pensar la subordinacin / resistencias de las mujeresNora Llaver 993
Cuerpos regulados: saber mdico dominante y experiencias corporales de mujeresRosana Rodrguez / Sofa Da Costa Marques 1006
Simposio 8. Propuestas historiogrficas para la filosofa argentina recienteCoordinadores: Celina Ana Lrtora Mendoza / Ral Domnguez
Aspectos de la recepcin y asimilacin de la filosofa ambiental en nuestro pasAlicia Irene Bugallo / Oriana Cosso 1017
Carlos Astrada en la Universidad Nacional del Sur: anlisis de los temas y ejes de los programas de las asignaturas que dict entre 1959 y 1961Ral Domnguez 1027
Hacia una reconstruccin oral del pensamiento de Juan Jos Hernndez ArreguiMartn Sebastin Fuentes 1043
Identidad nacional y representacin de la realidad en E. MalleaRal R. Iriarte 1053
Luca Piossek Prebisch: una filsofa en Yerba BuenaClara Alicia Jalif de Bertranou 1060
Diego F. Pr: historiografa revisitadaCelina Ana Lrtora Mendoza 1071
Amelia Podetti, un encuentroDiego Rosake 1081
La influencia cultural de Ismael Quiles a travs de la oralidadDulce Mara Santiago 1085
La fusin horizntica gadameriana como categora de interpretacin de la historia acadmica de la filosofa argentina en la segunda mitad del siglo XXMara Victoria Santorsola 1095
Justicia cognitiva: aportes de Boaventura de Sousa Santos a la tarea del historiador de la filosofa. Problemas comunes al mbito de la historia de la filosofa griega y de la historia de la filosofa latinoamericanaJuan Luis Speroni 1105
Simposio 9. Latinoamrica violenta: el terror en los discursos socioculturalesCoordinadores: Claudio Maiz / Miriam Di Gernimo / Luis Humberto Hernndez Riveros
Por qu la concertina es una solucin para la inseguridad?Eric Clment 1115
Una lectura de la violencia en Colombia desde algunas novelasAmor Hernndez Pealoza 1123
Por qu seguimos en guerra en Colombia?Luis Humberto Hernndez Riveros 1132
La dimensin visual de la guerra en Los derrotados de Pablo MontoyaOrfa Kelita Vanegas Vsquez 1139
Simposio 10. Cultura, Educao e Sociedade: o papel do Brasil na Amrica LatinaCoordinadores: lvaro Araujo Antunes / Edna Mara Ferreira da Silva Lcio De Franciscis dos Reis Piedade Filho
Letramentos necessrios ao professor contemporneo na sociedade do conhecimentoWagner De Arajo Baldz 1146
Universidade comunitria na construo da paz nos pases da Amrica Latina e CaribeJoana Beatriz Barros Pereira 1155
Formao do Docente para a Educao Bsica: uma anlise preliminar sobre inclusoAna Miriam Carneiro Rodriguez 1163
Innovao na educaoAdmilson de Castro Arantes 1172
Modernidade lquida: as mudanas que a sociedade atravessaSilvana Aparecida Domingues Arantes 1179
A fluidez da linguagem versus a solidez da gramtica: usos e abusos dos recursos da oralidade na produo de textos escritos em lngua portuguesaMarlia Ferreira Pinto Silva 1187
A Educao a Distncia na Universida de Aberta do BrasilCarla Maria Nogueira de Carvalho 1196
Quadrinhos e Cincias Humanas no Brasil: um dilogo possvel?Lcio De Franciscis Dos Reis Piedade Filho 1206
A Histria da Educao no Brasil: perspectivas, rupturase continuidades ao longo dos sculos XIX e XXEdna Mara Ferreira da Silva 1216
Simposio 11. Miradas crticas: educacin y comunicacinen contexto latinoamericanoCoordinadoras: Gabriela Castiglia / Bettina Martino
El debate contrahegemnico en el periodismo feminista: audiencias de aire / audiencias virtuales por el derecho a la comunicacinValeria F. Hasan / Ana Soledad Gil 1225
Simposio 12. Pensamiento crtico y alternativoCoordinadores: Adriana Rodrguez / Hugo Biagini
Pensamiento crtico y alternativo en la prensa grfica: el caso del Cuba Libre y La Repblica de CubaClaudio Gallegos 1235
Simposio 13. Miradas crticas sobre prcticas acadmicas y cientficas en el SurCoordinadoras: Mariana Alvarado / Natalia Fischetti
Experiencias iniciales en investigacin educativa. Los lmites de lo posibleMercedes Barischetti / Mara de Beln Pulvirenti 1247
Modelo multidimensional de la perspectiva temporal futura en relacin con el aprendizaje autorregulado. Ciclos de estudios de diseo en estudiantes de la Universidad Nacional de CuyoMariela Gonzlez 1257
El Proyecto de Articulacin Interctedras Poltica y Conocimiento en Amrica Latina. Notas sobre un ensayo de prctica pedaggica alternativa en el mbito de la Educacin SuperiorEsteban Vergalito / Andrs Lpez 1270
Simposio 14. Estado, movimientos feministas / de mujeres y polticas pblicas: tensiones y paradojasCoordinadoras: Claudia Anzorena / Sabrina Yaez / Mariana Garca Ortiz
Relacin entre Estado y sociedad civil en Chile: algunas reflexiones en torno a su acercamiento en las polticas de gneroCarlos Andrade Guzmn / Carola Crdenas Ojeda 1282
Reflexiones para la formacin no sexista de las/os profesionales de la salud desde una perspectiva feminista. Aportes de la educacin popularMara del Carmen Antequera 1293
Tensiones y paradojas en la implementacin de polticas pblicas desde una perspectiva de gneroClaudia Anzorena / Sabrina Yaez / Mariana Garca Ortiz / Paulina Ser 1303
Mujeres negras / afrocolombianas reconstruyendo la vidaJessica Corpas Figueroa 1313
La inquietud del siglo: mujeres en movimientoAmanda Gmez 1324
Libros s e igualdad de gnero tambinJohana Elizabeth Molina 1332
Simposio 15. Intersecciones crticas en la cultura filosfica y literaria en las dcadas del cincuenta y sesenta en la Argentina, Amrica Latina y el CaribeCoordinadores: Mario Maure / Marisa Muoz / Fabiana Varela
El pulso de nuestros aos 60, itinerario intelectual de Oscar MasottaMara Eugenia Aguirre 1342
Lecturas de Merleau Ponty en los cincuenta en ArgentinaJernimo Ario Leyden 1351
Cuestiones existencialistas desde las obras de Cortzar, Pla y Di BenedettoJorge Bracamonte 1359
Ensayo y filosofaSamuel Manuel Cabanchik 1370 Recordando a Norberto Bobbio: valores y legadoGraciela Caram de Bataller 1378
Sujeto humano / sujeto animal en la produccin de Di Benedetto en los aos 50Sofa Criach 1390
El ensayo crtico de David Vias, o una historia heterodoxa de la literatura argentinaMarcela Croce 1400
Carlos Astrada: la temporalidad como categora preliminar a algunas claves filosficas de la dcada del cincuentaLuciana Hug Sonego 1408
Tilo Wenner y el Movimiento del Espritu Experimental: vanguardismo y desaparicinCristian Marcelo Mangiante 1415
Un corazn intrpido. Jorge Enrique Ramponi y su manifiesto potico en la dcada del 50Marta Marn 1425
Las contradicciones de la modernidad en un texto de Antonio Di BenedettoMario Maure 1434
El sujeto y sus necesidades. Lecturas en torno del hambre como categora filosfico-materialistaVanesa Rodrguez 1441
Interseccin crtica entre cultura filosfica y campo teatral: la figura del escritor comprometido en el teatro argentino de la dcada de 1960Susana Tarantuviez 1451
Itinerarios de la violencia en los relatos de Antonio Di Benedetto en la dcada de 1950Fabiana Ins Varela 1459
La existencia como espacio de bifurcacin y confluenciaFlorencia Zalazar 1468
Simposio 16. La filosofa, la educacin y la experiencia de s. PerspectivasCoordinadores: Marcelo Lobosco / Cristina Rochetti
La educacin como medio del desarrollo de la razn compleja: algunas consideraciones en torno a la educacin y la razn crticaMara Cecilia Acosta 1476
Contame! Qu es la filosofa? Experiencias de la enseanza de la filosofa mediante cuentos en el Nivel Medio de la ciudad de Ro GallegosCristian Castillo 1484
La libertad entre formaciones discursivas y prcticas de subjetivacinPatricia Chantefort 1492
Dilemas y perspectivas en la enseanza de la Filosofa en la escuela secundariaMelina Raquel Faras / Cristina Rochetti 1501
La situacin de la enseanza de la Filosofa en la escuela secundaria: algunos aportes tericosMelina Raquel Faras 1509
Filosofa y filosofar con los no-expertosAnala Virginia Ponce 1517
Boceto de una modulacin epistemolgica y biopoltica sobre la disciplina y la escuela obligatoria en Mendoza en la actualidadLeonardo Visaguirre 1526
Simposio 17. Educacin en perspectiva histrico-poltica, filosfica y jurdica: discusiones tericas y abordajes historiogrficos.Coordinadores: Mariana Alvarado / Marcos Olalla / Paula Ripamonti
Discusiones sobre el sistema productivo y sistema de instruccin pblica en la Asociacin Nacional de Educacin (Argentina: 1886-1900)Alejandro Herrero 1536
Los usos del derecho en el discurso pedaggico de Carlos N. Vergara en El Instructor Popular (1883-1884)Marcos Olalla 1545
Los Anales de la Educacin Comn en el perodo de 1850 a 1880Mara del Rosario Vitale 1552
Presentacin
La presente compilacin rene las ponencias presentadas al V CONGRESO IN-
TEROCENICO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS y II CONGRESO INTERNA-
CIONAL DE FILOSOFA Y EDUCACIN EN NUESTRA AMRICA: Amrica Latina:
movimientos intelectuales, manifiestos y proclamas, realizados los das 12, 13 y 14 de noviem-
bre de 2014, en la Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza,
Argentina. Tal como fuera enunciado en la convocatoria al encuentro, mediante la realizacin
del mismo se propuso generar un dilogo interdisciplinario entre especialistas pertenecientes
a las Ciencias Humanas y Sociales dedicados a estudiar temas relevantes para la regin de
Amrica Latina y el Caribe.
El eje central planteado en esta convocatoria se ha referido a la consideracin de los
movimientos intelectuales, proclamas y manifiestos que se han presentado a lo largo de la
historia de Amrica Latina y el Caribe. La significacin que alcanzaron diversas expresiones
culturales en el plano de la escritura, el pensamiento y la creacin artstica constituyen un
objeto de reflexin que remite a la constitucin y modos de asociacin mediante los cuales
se nuclearon redes de intelectuales. Interesa destacar, a travs de la emergencia de estos
movimientos, las ideas e imaginarios innovadores que reflejaron en sus obras, publicaciones
peridicas y otras formas discursivas, que pueden asociarse con determinados momentos
histricos de las sociedades latinoamericanas en los cuales intervinieron activamente las van-
guardias culturales y polticas.
Asimismo, en el marco de esta nueva edicin de los congresos mencionados se desarro-
llaron distintos ejes temticos referidos a aspectos de inters en los estudios latinoamericanos,
que fueron abordados desde distintos campos disciplinares, o bien desde una convergencia
interdisciplinaria, teniendo en cuenta su incidencia y proyecciones en los procesos actuales
que se vienen desarrollando en nuestra regin.
Estos diversos temas se ven relejados en los artculos incluidos en las mesas y simpo-
sios que sesionaron durante este encuentro. Cabe aclarar que en la edicin de estas actas no
consta la totalidad de las ponencias presentadas, sino nicamente los trabajos remitidos por
los autores para su publicacin, los cuales fueron sometidos a una seleccin y evaluacin para
su posterior inclusin en esta compilacin.
Desde la Comisin Organizadora queremos manifestar nuestro reconocimiento a los
participantes de esta reunin cientfica que nos convoc a intercambiar puntos de vista y los
resultados de nuestras investigaciones, lo cual se refleja parcialmente en las presentes actas,
as como dejamos constancia de nuestro agradecimiento a todas las personas e instituciones
que hicieron posible el desarrollo de esta nueva edicin de ambos congresos.
15
El criollismo conversador del Borges vanguardista
Gloria Videla de Rivero*
Resumen
Focalizamos la interrelacin entre vanguardismo y criollismo en las primeras dcadas
del siglo XX, centrndonos en la lectura del ensayo de Jorge Luis Borges: El tamao de mi
esperanza (1926), aparecido en plena etapa ultrasta-martinfierrista del autor.
Borges proclama all su deseo de dar voz al mundo americano y particularmente al
criollo, pero al mismo tiempo- desea que su obra y la de otros escritores locales sea
conversadora del mundo y del yo, de Dios y de la muerte, es decir, no cerrada sobre lo
regional sino desde sus races- abierta al cosmopolitismo, al universalismo, a lo subjetivo, a
lo trascendente, a la indagacin de la total condicin humana.
Analizamos algunos antecedentes de esta postura, as como algunas derivaciones
culturales posteriores, relacionndolas con el concepto y las caractersticas de la vanguardia
literaria en Hispanoamrica, en las dcadas del 20 y del 30 del siglo pasado.
La direccin criollista de la vanguardia americana, que tuvo a Borges como uno de sus
principales representantes -en sus tres libros poticos de la dcada del 20 y en algunos
ensayos de este perodo- se propuso estar arraigada en su realidad geogrfica, histrica y
cultural para irla develando y revelando por el arte y la palabra literaria. Fue este un proyecto
a largo plazo. Pero al mismo tiempo no la quiso cerrada en lo local e inmediato, sino abierta al
mundo. Ese fue el tamao de su esperanza.
*****
Focalizaremos la interrelacin entre vanguardismo y criollismo en las primeras
dcadas del siglo XX, centrndonos en la lectura del ensayo de Jorge Luis Borges: El tamao
de mi esperanza (1926), aparecido en plena etapa ultrasta-martinfierrista del autor. Este
* Universidad Nacional de Cuyo / Academia Argentina de Letras.
17
artculo encabeza el libro del mismo ttulo El tamao de mi esperanza1, que rene varios
ensayos, gran parte de ellos relacionados con lo criollo, por ejemplo: La pampa y el suburbio
son dioses, El Fausto criollo, Carriego y el sentido del arrabal, Invectiva contra el
arrabalero, entre otros que enfocan temticas ms amplias.
Recordemos brevemente que en Borges convergen linajes muy diferentes (l habla de
la discordia de sus dos linajes). Por su padre especialmente por su abuela paterna, Fanny
Haslam- pesa fuertemente la cultura y la lengua inglesa, en la cual aprendi a leer Jorge Luis.
Tambin por su padre y sobre todo por su madre-, el escritor tiene ancestros criollos
vinculados con la gestacin de la patria, que lo marcaron fuertemente. Adems influyen en l
su infancia en Palermo (por entonces un suburbio), alguna temprana vivencia de la pampa,
lecturas criollas (como la de Juan Moreira y la gauchesca: Hilario Ascasubi, Estanislao del
Campo, Jos Hernndez) que lo nutrieron en su infancia y juventud, mezcladas con las
lecturas de origen europeo y universal, habituales en una familia argentina culta. Tienen
tambin fuerte influencia en su formacin el viaje de la familia en 1914 a Ginebra donde
curs su bachillerato-, su posterior estada, desde 19182 a 1921, en Sevilla, en Madrid y en
Palma de Mallorca, ciudades donde se uni al movimiento ultrasta, liderado por Rafael
Cansinos Assns y por quien sera el cuado de Borges, Guillermo de Torre, quien se casara
con su hermana Norah.
En 1921 regresa a Buenos Aires y como es bien sabido- funda el ultrasmo argentino.
El ultrasmo fue la sntesis espaola de las vanguardias hoy llamadas histricas, que en las
primeras dcadas del siglo XX, en Europa, haban tenido diversos nombres y caractersticas:
cubismo, dadasmo, expresionismo, futurismo, imaginismo, surrealismo A pesar de sus
diferentes nombres y matices, todas tenan en comn el deseo de revolucin y ruptura, sobre
todo dentro del proceso artstico y literario, pero, obviamente, se insertaban en una evolucin
cultural que como bien lo seal Ortega y Gasset3-, responda a un proceso revolucionario
amplio del cual an hoy vivimos notables consecuencias. Para dar un solo ejemplo, recordar
que la llamada decapitacin de las maysculas en la expresin escrita, responda no solo a
1 El tamao de mi esperanza. Buenos Aires: Proa, 1926. 2 Borges nos dice de s mismo: El diez y ocho fui a Espaa. All colabor en los comienzos del ultrasmo. (En: Algunas pginas de la Exposicin de la actual poesa argentina, por Pedro Juan Vignale y Csar Tiempo, en: Martn Fierro, n 39, Buenos Aires, 28 marzo de 1927). Alicia Jurado dice, en cambio, que la llegada a Espaa fue en 1919. (Cf. Genio y figura de Jorge Luis Borges. Buenos Aires: EUDEBA, 3 ed., 1980, 14). 3 Cf. Jos Ortega y Gasset, La deshumanizacin del arte (1925), en Obras completas, T. III (1927-1928). Madrid: Revista de Occidente, 1946, 351 y ss. Cf. tambin El tema de nuestro tiempo. Ibid, 141 y ss.
18
una intencin literaria o lingstica sino tambin al deseo de acabar con las jerarquas y hasta
con el predominio de la autoridad y de las normas, proceso que hoy se ha intensificado. La
desestructuracin de las formas mimticas, el fragmentarismo y la recomposicin de las
partes del cuadro o del poema, propias del cubismo pictrico y literario eran un sntoma de la
tendencia a desestructurar arquetipos de conducta y de costumbres. El as llamado por Ortega
y Gasset sentido festival y deportivo del arte fue llevando posteriormente en el arte, dcada
a dcada, a un desdoblamiento juguetn, pardico y burln, a un minimalismo, a un
derrocamiento de lo solemne. Paralelamente, tambin en las costumbres y estructuras sociales
se produjo un proceso que condujo a cierta anomia y ligereza, proceso que an no termina
pero que muchos definen como un fin de poca. El cosmopolitismo tendencia cultural
vigente en las tempranas dcadas del siglo XX- y que se fundi con las vanguardias,
constituyendo una de sus principales vertientes, devino con el tiempo en la globalizacin
cultural y econmica. En esta visin a vuelo de pjaro de algunas de las proyecciones de
aquellas vanguardias histricas no puedo dejar de mencionar el surrealismo, cuya influjo
literario cubri gran parte del siglo XX y cuya raz psicolgica: las teoras freudianas,
intervinieron en la autopercepcin de varias generaciones.
Volviendo a aquel ultrasmo espaol de la segunda y tercera dcada del siglo XX, la
as llamada imagen creada fue el fruto ms deseado de la nueva lrica. De all el nombre
de creacionismo que le dio Vicente Huidobro a su credo potico, una de las corrientes
vanguardistas que ms influy en el ultrasmo espaol. Se persegua la imagen absoluta, no
mimtica, con sustantividad propia, que ya no tiene por funcin comparar, transponer,
adornar, sino sustantivar, producir un objeto autnomo, no referencial. Idea que tambin
estar en la base de gran parte de las artes plsticas del siglo XX, en sus tendencias abstractas,
apartadas del realismo. La imagen no buscaba por lo general el adorno o enaltecimiento del
objeto sino que, con frecuencia, era juguetona y procuraba disminuirlo: el rbol era la escoba
para barrer el cielo, el sol era el baln para jugar al futbol.
Esa atmsfera artstica fue respirada por el talentoso joven Borges en Espaa y trada a
la Argentina en 1921, donde fund el ultrasmo, con muchas dudas sobre su validez (segn se
desprende de su correspondencia). No obstante sus dudas, fund este movimiento literario
(del cual se arrepinti ms tarde) y lo proyect en sus libros de la dcada del veinte, aunque
imprimindole un fuerte sesgo personal y argentinista.
19
Sera un error decir que el ultrasmo argentino fue una sucursal del espaol, como lo
afirm Enrique nderson Imbert al referirse, en general, a los vanguardismos
hispanoamericanos. Destaquemos en primer lugar que el movimiento espaol, en ese vaivn
cultural de Europa con Amrica y de Amrica con Europa, haba tenido fuerte influjo
americano: los chilenos Vicente Huidobro y Joaqun Edwards, los argentinos Jorge Luis y
Norah Borges, el pintor uruguayo Rafael Barradas, entre otros, haban participado
activamente en publicaciones y actos. El chileno Huidobro introdujo en el ultrasmo la
corriente creacionista; su compatriota Edwards, la dadasta; Borges, la expresionista (que
haba absorbido durante su estancia en Suiza), influencia que conservar a lo largo de toda su
evolucin, an con posterioridad a su arrepentimiento del vanguardismo. Por otra parte,
nuestro ultrasmo tuvo rasgos distintivos propios: uno de ellos la fuerte impronta neocriollista
que le dio Borges.
El reencuentro con Buenos Aires, con sus suburbios, con la pampa, con algunos de sus
tipos humanos, lo impresion fuertemente. Segn Guillermo de Torre el cambio temtico se
debi al choque psquico recibido por el reencuentro [] con su ciudad nativa4. El poeta se
vuelve a Buenos Aires, no al cosmopolita y dinmico sino a la dulce calle de arrabal /
estremecida de rboles y ocasos (Las calles), desde donde la pampa se presiente. Los tres
libros poticos de la dcada: Fervor de Buenos Aires (1923)5, Luna de enfrente (1925)6 y
Cuaderno San Martn (1929)7, cultivan todava la metfora ultrasta en un mundo literario
propio y amplio, aunque pronto su autor se definir contra la secta, contra la equivocacin
ultrasta, e incluso, contra algunos ejercicios de excesivo y apcrifo color local8. Estos
libros buscan expresar el alma de Buenos Aires y desde ella el alma argentina. A partir del
suburbio, del compadrito, del malevo y de algunos otros smbolos, Borges crea una mitologa
portea que a su vez- sustenta sus teorizaciones sobre el tiempo, sobre la realidad o
irrealidad del universo y otras constantes de su mundo literario, ya perfectamente
configuradas en sus libros de iniciacin. La enumeracin de algunos ttulos de los poemas que
incluyen estos libros evidencia la presencia del neocriollismo borgeano: Las calles, La
Recoleta, La Plaza San Martn, en Fervor de Buenos Aires; Calle con almacn rosado,
4 Guillermo de Torre, Para la prehistoria ultrasta de Borges. En: Cuadernos Hispanoamericanos. T. LVII, Madrid: n 169, enero-marzo 1964, 6. 5 Buenos Aires: Edicin del autor, imprenta Serantes, 1923. 6 Buenos Aires: Proa, 1925. 7 Buenos Aires: Proa, 1929. 8 Prlogo a Antologa personal, Buenos Aires: Sur, 1961.
20
ltimo sol en Villa Ortuzar, en Luna de enfrente; Fundacin mtica de Buenos Aires, en
Cuaderno San Martn, por citar solo algunos. Es difcil descubrir en las versiones actuales de
esos libros la impronta ultrasta presente en las primeras ediciones. Una comparacin de esos
poemas en sus sucesivas reediciones demostrar que Borges las fue depurando de esa
tendencia por medio de las posteriores variantes o correcciones que fue introduciendo.
Tambin el color local ha sido atenuado. Deca por ejemplo en la primera versin de
Fundacin mtica de Buenos Aires: Y fue por este ro con traza de quillango / que doce
naos vinieron a fundarme la patria?. Versos que posteriormente se transforman en: Y fue
por este ro de sueera y de barro / que las proas vinieron a fundarme la patria?9
La tendencia criollista de sus primeros libros poticos se manifiesta tambin en los
ensayos publicados en la dcada del 20, sobre todo en El tamao de mi esperanza de 1926. En
el ensayo que encabeza el libro nos dice: A los criollos les quiero hablar. A los hombres que
en esta tierra se sienten vivir y morir, no a los que creen que el sol y la luna estn en
Europa10. Ms adelante exhorta a pensar y escribir las realidades nacionales:
Nuestra realid vital es grandiosa y nuestra realid pensada es mendiga. Aqu no se ha engendrado ninguna idea que se parezca a mi Buenos Aires, a este Buenos Aires innumerable que es cario de rboles en Belgrano y dulzura larga en Almagro y desganada sorna orillera en Palermo y mucho cielo en Villa Ortuzar y procerid taciturna en las cinco Esquinas y querencia de ponientes en Villa Urquiza y redondel de pampa en Saavedra. Sin embargo, Amrica es un poema ante nuestros ojos, su ancha geografa deslumbra la imaginacin y con el tiempo no han de faltarle versos, escribi Emerson en el cuarenta y cuatro en sentencia [] que hoy en Buenos Aires del veinticinco vuelve a profetizar11.
Finalmente define el criollismo que l desea, no un criollismo nostlgico sino uno que
sea conversador del mundo y del yo, de Dios y de la muerte (ibid., p. 9). Se trata, pues, de
un criollismo universalista, que no excluye lo metafsico.
El mismo Borges ironizar aos ms tarde sobre estos dos intentos suyos de los aos
20: ser moderno y ser argentino: Yo me impuse esa obligacin del todo superflua. Ser
moderno es ser contemporneo, ser actual; todos fatalmente lo somos no hay obra que no
9 Tomo la primera versin de estos versos de la Exposicin de la actual poesa argentina, realizada por Pedro Juan Vignale y Csar Tiempo, Buenos Aires: Editorial Minerva, 1927, 96. La segunda versin procede de las Obras completas de Jorge Luis Borges. Buenos Aires: Emec, 1974, 81. 10 El tamao de mi esperanza. Ed. cit., 5. 11 Ibid., 8-9.
21
sea de su tiempo12. Razonamiento anlogo aplicar a su intencin criollista: Olvidadizo de
que ya lo era, quise tambin ser argentino. Incurr en la adquisicin de uno o dos diccionarios
de argentinismos, que me suministraron palabras que hoy puedo apenas descifrar: madrejn,
espadaa, estaca pampa13. Borges se avergonzar de su criollismo voluntario e incluso
prohibir la inclusin de este libro en sus Obras completas. Cuando lectores, estudiantes y
colegas le preguntaban por El tamao de mi esperanza afirmaba que ese libro no exista. Pero
s, exista, aunque en contadas bibliotecas y circulaba tambin en forma de fotocopias o en
recopilaciones impresas de documentos de la poca. Afortunadamente, su viuda, Mara
Kodama, decidi hacer una reedicin pstuma de esa obra que tiene un encanto especial y que
nos permite un estudio ms completo de la obra de Borges, no solo en su vertiente criollista,
sino tambin en otras reas temticas. Nos dice Kodama en un prlogo: Habiendo dado
Borges su acuerdo para que parte de este libro se tradujeran al francs en la coleccin de La
Pliade, pens que de algn modo la prohibicin ya no era tan importante para l y que sus
lectores en lengua espaola, y sobre todo sus estudiosos, merecan saber y juzgar por s
mismos qu pasaba con esta obra14. El libro se reedit en 1993 y lleva ya varias
reimpresiones.
La alianza entre vanguardismo y criollismo puede rastrearse en varios pases
hispanoamericanos. El criollismo voluntario y tambin el posterior argentinismo involuntario
de Borges no se explica solo por razones biogrficas o emocionales sino que se inserta en un
proceso cultural de americanizacin literaria. Estudiosos de la cultura latinoamericana, como
Diego Pr, ex profesor de esta Casa, afirman que ya el espaol que hizo la conquista y
colonizacin americana, cambi su axiologa y su cosmovisin con respecto al espaol de
Espaa. La corriente ensaystica que reflexiona sobre el ser y sobre la identidad cultural
hispanoamericana, representada por ilustres pensadores aunque con amplios matices al
considerar el modo de relacin entre Amrica y Europa- sostiene la otredad de Amrica15. El
criollismo de la dcada del 20 del siglo XX con ms precisin denominado neocriollismo
para diferenciarlo de sus manifestaciones previas- tiene sus antecedentes en las tendencias del 12 Prlogo a Luna de enfrente, fechado el 25 de agosto de 1969, en: Obras completas. Buenos Aires: Emec, 1974, 55; dcima impresin en Offset 1979. 13 Ibid., 55. 14 Mara Kodama: Inscripcin. En: Jorge Luis Borges. El tamao de mi esperanza. 2 ed. Buenos Aires: Seix Barral, Biblioteca Breve, 1993, 8. 15 Jos Mart, Andrs Bello, Eugenio Mara Hostos, Jos Enrique Rod, Pedro Henrquez Urea, Antonio Caso, Jos Vasconcelos, Alfonso Reyes, Rmulo Betancourt, Bernardo Canal Feijo, Arturo Uslar-Pietri, Leopoldo Zea, entre otros pensadores americanos.
22
siglo XIX posteriores a las independencias polticas hispanoamericanas y se relaciona con la
direccin del romanticismo que revaloriza el color local como elemento esttico. Siguiendo
este proceso, los hombres que escribieron en la poca del Centenario buscaron configurar, por
medio de la palabra escrita, un territorio literario que captara la vida y los modos de ser del
entorno. Este nacionalismo literario, o novomundismo o americanismo literario fue
conformado en la Argentina por escritores como Ricardo Rojas, Manuel Glvez, Hugo Wast,
Ricardo Giraldes, Benito Lynch, entre otros. Citar a Giraldes, quien vivi muchos aos en
Pars y recorri el mundo occidental y oriental. Sin embargo su cosmopolitismo y necesidad
de despliegue se complementa e interacta con una necesidad de repliegue y con un profundo
arraigo en su tierra: la pampa, la Argentina. Nos dice en el prlogo del Libro bravo (1936):
Conoc las razas, las naciones, los pueblos, y as, de lejos pens siempre en mi raza, mi
nacin, mi pueblo. Y en una carta a un amigo confiesa: Mir, che, ha sido en Pars donde
comprend, una noche en que me vi solito mi alma, que uno debe ser un rbol de la tierra en
que naci: espinillo arisco o tala pobre16.
Inserto pues en un novomundismo ms amplio, el neocriollismo de la dcada del
20 intenta incorporar a la literatura y a la cultura en general las peculiaridades nacionales,
incluso las urbanas. Borges representa este deseo de dar voz a lo urbano americano. As, en
otro ensayo llamado Invectiva contra el arrabalero, perteneciente tambin al mismo libro
que comentamos, dice:
Qu lindo ser habitantes de una ciudad que haya sido comentada por un gran verso! Buenos Aires es un espectculo (al menos para m), con su centro hecho de indecisin, lleno de casas de altos que hunden y agobian a los patiecitos vecinos, con su cario de rboles, con sus tapias, con su Casa Rosada que es resplandeciente desde lejos como un farol, con sus noches de sola y toda luna sobre mi Villa Alvear, con sus afueras de Saavedra y de Villa Urquiza que inauguran la pampa. Pero Buenos Aires [] permanecer desierto y sin voz, mientras algn smbolo no lo pueble. La provincia s est poblada: all estn Santos Vega y el gaucho Cruz y Martn Fierro, posibilidades de dioses. La ciudad sigue a la espera de una poetizacin17.
Aos ms tarde, en El otro, el mismo, de 1964, reemplazar esta versin idlica de la
ciudad por otra ms personal y doliente en dos poemas titulados: Buenos Aires. Dice en el
primero: Antes yo te buscaba en tus confines / que lindan con la tarde y la llanura / y en la
16 Carta a un amigo, citada por Ivonne Bordelois, Genio y figura de Ricardo Giraldes. Buenos Aires: Eudeba, 1963, 38. 17 En El tamao de mi esperanza (1 ed), 126.
23
verja que guarda una frescura / antigua de cedrones y jazmines []. Ahora ests en m. Eres
mi vaga / suerte, esas cosas que la muerte apaga (OC, p. 946). Y dice en el segundo soneto:
Y la ciudad ahora es como un plano / de mis humillaciones y fracasos / [] / No nos une el
amor sino el espanto; / ser por eso que la quiero tanto. La ciudad se identifica con recuerdos
autobiogrficos y con el presentimiento de la muerte, hay en la relacin hombre-ciudad amor
dolido, pero amor al fin.
El neocriollismo vinculado con las vanguardias se da en varios pases
latinoamericanos, pero es en la Argentina y en el Uruguay donde se manifiesta con mayor
intensidad. Es un fenmeno curioso de torsin nacional de un movimiento literario
internacional que en sus postulados tericos es enemigo de toda circunstanciacin. La fusin
de las vanguardias con fenmenos propios de Hispanoamrica no se da exclusivamente con el
criollismo, sino tambin con el indigenismo en la costa del Pacfico, especialmente en el Per;
o con el negrismo en los pases caribeos.
La superacin del criollismo voluntario de Borges debe asociarse con una evolucin
grupal o, ms an, generacional- que se observa a fines de la dcada del 20. Podemos
sintetizar el viraje que se propuso por esta poca su generacin con una cita de Eduardo
Mallea: Debamos decir no a un arte genrico, de entonacin llamada telrica, robusto pero
primitivo. Nuestro mundo meridional no tiene nada de primitivo. Constituimos un mundo
delicado y matizado en su propia voluntad de seleccin 18.
Mallea refutaba sobre todo al Conde de Keiserling, ensayista que postulaba que
Suramrica transitaba an el tercer da de la creacin, con expresiones artsticas an apegadas
a la tierra y no al espritu que en s lleva19. No obstante este viraje sealado por Mallea, la
tendencia a tomar conciencia de que no somos Europa sino una realidad cultural distinta tuvo
sus expresiones ensaysticas en autores de distinto signo ideolgico. Mencionar como
ejemplo y brevemente a Bernardo Canal Feijo, pensador argentino20 quien sostiene que al
americano en general y el argentino en particular ha pecado por su actitud de inhibicin
reverencial, que lo ha trabado en el proceso de verdadera autonoma, en el proceso del s t
mismo que implica necesariamente el concete a ti mismo y el asmete a ti mismo. El
18 Eduardo Mallea, El podero de la novela. Buenos .Aires: Aguilar, 1965, 34. 19 Conde de Keyserling, Meditaciones suramericanas. Santiago de Chile: Zig-Zag, s/a, 17. 20 Vase nuestro: Los problemas de la cultura argentina segn Bernardo Canal Feijo. En: Revista de Literaturas Modernas, n 16, Mendoza: UNCuyo, FFL, 1983, 161-167.
24
asumirse implica que los rasgos de su ser histrico caigan en la zona de la conciencia
nacional21.
El ultrasmo y el criollismo de los jvenes del grupo martinfierrista pasaron, aunque
no sin dejar frutos. La direccin criollista de la vanguardia americana, que tuvo a Borges
como uno de sus principales representantes -en sus tres libros poticos de la dcada del 20 y
en algunos ensayos de este perodo- se propuso estar arraigada en su realidad geogrfica,
histrica y cultural para irla develando y revelando por el arte y la palabra literaria. Fue este
un proyecto a largo plazo. Por eso Borges habla de esperanza. Pero al mismo tiempo no
quiso que su propuesta estuviera cerrada en lo local e inmediato, sino abierta al yo y al
mundo. Ese fue el tamao de su esperanza. Esperanza que l mismo cumpli al elaborar ese
extraordinario cosmos literario que solo pudo emanar de un argentino arraigado y universal,
porteo y cosmopolita, criollo y conversador del mundo y del yo.
21 Bernardo Canal Feijo, Confines de Occidente. Buenos Aires: Raigal, 1954, 33.
25
Filosofa y vanguardia en la Argentina de los aos 20
Marisa A. Muoz*
En 1910, fecha del Centenario de la Revolucin en la Argentina, se produce una
especie de condensacin de discursos en torno a lo nacional, ligados a un balance de lo que
fuera el proyecto de nacin enunciado por la generacin del 80. Leopoldo Lugones, Ricardo
Rojas, Jos Ingenieros, son algunos de los referentes intelectuales de esta poca a travs de
los cuales se expresa el debate sobre lo argentino, en el marco de un pas que se constituy
con una fuerte impronta inmigratoria1. Si en un primer momento el inmigrante signific la
esperanza regeneradora de la poblacin nativa, posteriormente se convertir, para la
oligarqua de finales y principios de siglo, en la amenaza de los valores tradicionales de la
nacin. La ideologa criollista impregna por esta poca los discursos y asume caracteres
particulares segn sean enunciados por las clases populares, los grupos dirigentes o los
extranjeros. La literatura se constituye en marco para la objetivacin de estos discursos:
libros, folletines, cancioneros, prensa peridica, etc., con diferentes modos de legitimacin de
los mismos
La identidad nacional -cuestin de fondo que se juega en el Centenario-, capitalizada
su enunciacin por una cultura oficial, desplaza los discursos criollistas provenientes de las
clases populares y pone en circulacin imgenes de una tradicin construida ideolgicamente
como mito2. El gaucho, las llanuras, la pampa, se convierten en postales narradas y
construidas imaginariamente, y sirven para legitimar una idea de nacin y de lo nacional que
* Universidad Nacional de Cuyo / CONICET. marisa.alejandra.m@gmail.com 1 Cfr. Dante Ramaglia, El proyecto de modernizacin y la construccin de la identidad. Estructura categorial del discurso en las corrientes de pensamiento argentino (1880-1910). Tesis doctoral. Mendoza, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, 2001. 2 Adolfo Prieto expone en su libro tres modos que adopta el discurso criollista segn sea enunciado por las clases dirigentes, las clases populares y los extranjeros. En el primer caso se trata de una utilizacin ideolgica que encuentra en su uso formas de legitimacin del poder; para los sectores populares que haban sido desplazados de su lugar de origen e instalados en las ciudades, el criollismo fue un modo de ofrecer resistencia contra las nuevas imposiciones, y la expresin de cierta nostalgia por el pasado; por ltimo, para los extranjeros el criollismo significaba una especie de pasaporte a la ciudadana dentro de la cual era posible incorporarse como un sujeto de derecho. En El discurso criollista en la formacin de la Argentina moderna. Buenos Aires, Editorial Sudamericana (Historia y Cultura), 1988.
26
oblitera la visibilidad de grupos emergentes y los conflictos inherentes a una sociedad que se
ha organizado sobre un proyecto modernizador, atravesado por asimetras sociales3.
El debate en torno a una lengua nacional, iniciado por los romnticos, alcanz un giro
decisivo a fines del siglo XIX y principios del XX. Se trataba, ahora, dentro del clima
bablico que invada a Buenos Aires, de retornar al castellano como una forma de resistencia
frente a la amenaza que suponan las hablas del inmigrante. Esta nueva Babel amenazante se
aleja del sentido esperanzador que en su momento enunciara Alberdi en las Bases: No
temis, pues, la confusin de razas y lenguas. De la Babel, del caos, saldr algn da brillante
y ntida la nacionalidad sudamericana4.
La nueva lectura vena a cuestionar, asimismo, todas las degradaciones a las que,
segn los grupos conservadores, se haba sometido la lengua espaola en nuestro pas:
lunfardo y cocoliche son algunas de las expresiones populares que atentan para esos grupos
contra la posibilidad de encontrar un lenguaje argentino. En este sentido, el retorno al
castellano planteado en esta poca es tambin una forma de legitimacin que los Estados
ponen en juego como agentes configuradores de la identidad nacional y cultural5. Igualmente,
el debate en torno a la obligatoriedad del idioma nacional en las escuelas propuesta en 1894,
revela el grado de preocupacin y de dedicacin que la problemtica de la lengua ocupaba en
la agenda poltica y cultural de la poca6.
3 Para profundizar en torno a esta ideologa nativista construida sobre imgenes que por la poca haban dejado de tener sustentacin histrica, cfr. Gastn Gori, La pampa sin gaucho. Influencia del inmigrante en la transformacin de los usos y costumbres en el campo argentino en el siglo XIX. Buenos Aires, Editorial Raigal, 1952; Noel H. Sbarra, Historia del alambrado en Argentina. Buenos Aires, Raigal, 1955; Arturo Roig, La entrada del siglo. La Argentina en los aos 1880-1914, en: Arturo Roig (comp.), Argentina del 80 al 80. Balance social y cultural de un siglo. Mxico, UNAM, 1993, 9-20; Adolfo Prieto, edicin citada. 4 Juan Bautista Alberdi, Bases. Puntos de partida para la organizacin nacional. Buenos Aires, Coleccin Claridad, 1946, 61. 5 La polmica entre el historiador argentino Ernesto Quesada y el lingista francs Lucien Abeille, que ejerciera como profesor en Buenos Aires, es una muestra legtima no solo de las ideologas jugadas en torno a una lengua nacional, sino tambin de las tensiones y contradicciones por las que estn atravesados nuestros intelectuales inmersos en la cuestin social y erigidos como portavoces de lo nacional. Cfr. A. Rubione, En torno al criollismo. Textos y polmicas. Buenos Aires, CEAL, 1983, en donde expone la polmica entre L. Abeille -Idioma nacional de los argentinos (1900)- y E. Quesada, El criollismo en la literatura argentina (1902); Fernando Devoto, Construir a los argentinos en el trnsito entre dos siglos, en Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna. Buenos Aires, Siglo XXI, 2002, 23-36; Adolfo Prieto, Funciones del criollismo, Ibidem, 141-193. Cfr. La reedicin reciente, impulsada por la Biblioteca Nacional, del libro de Lucien Abeille, con un estudio preliminar de Gerardo Oviedo, Buenos Aires, Colihue, Coleccin Los raros, 2005. 6 Cfr. extractos del debate en: Natalio Botana y Ezequiel Gallo, De la Repblica posible a la Repblica verdadera (1880-1910). Buenos Aires, Biblioteca del Pensamiento Argentino III, Ariel Historia, 1997, 365-379.
27
La dcada del 20 no se presenta como un quiebre absoluto con la tradicin. La
Revolucin Mexicana en 1910, la finalizacin de la Primera Guerra Mundial y la Revolucin
Rusa son datos histricos relevantes para marcar un clima que va impregnndose de cierto
optimismo. La reforma del 18, la visita de personajes distinguidos y el buen clima cultural
que se vive durante la presidencia de Alvear (1922-1928) contribuyen a crear un ambiente
propicio para que los legados fundacionales vuelvan a formularse en nuevos contextos.
De este modo, la problemtica de los nuevos lenguajes no se dar escindida del
planteo de un lenguaje nacional, y al mismo tiempo, en el interior de estas propuestas,
circular la idea de lo criollo y del criollo, o lo que Adolfo Prieto ha denominado
imaginera criollista, en la que paisajes y personajes se vuelven mticos, aunque
paradojalmente se pueda convivir sin conflicto en un clima cosmopolita y europeizante.
Ahora bien, uno de los ncleos fundamentales a partir del cual se ponen en juego los
tpicos vanguardistas es el lenguaje y se puede decir que los sujetos de vanguardia se
proponen como tarea, precisamente, la de horadar viejos lenguajes7. De todos modos, no es
solo patrimonio de las vanguardias esta bsqueda de nuevos lenguajes. Un nuevo lenguaje
nacional o un idioma de los argentinos o un lenguaje neocriollo, expresiones de dicha
bsqueda que circularon en la dcada del 20 en la Argentina estn emparentadas, algunas de
estas, con ciertas inflexiones de nuestro pasado intelectual. Sarmiento, Alberdi, Echeverra,
Gutirrez, y otros nombres de la generacin del 37 tambin se haban planteado, una vez
alcanzada la emancipacin poltica en nuestro territorio, trabajar en funcin de una
emancipacin mental, dentro de la cual el lenguaje se converta en uno de los espacios de
apropiacin simblica de estos nuevos sujetos que aparecan en combinacin con la
construccin de la nacin.
Esta cuestin de la lengua y del lenguaje, asimismo, se ubica en contextos histricos
ms amplios y ha dado lugar a numerosas lecturas, pues la afirmacin de un nuevo lenguaje
7 Usaremos el trmino lenguaje o lenguajes en sentido amplio. De todos modos tenemos presente la distincin que se instaura con Saussure entre lengua y habla. Lenguaje tal como lo usaremos estar referido al habla o a las hablas. Cfr. Curso de Lingstica general. Barcelona, Planeta-Agostini, Obras Maestras del Pensamiento Contemporneo, 1985; Oswald Ducrot y Tzvetan Todorov, Diccionario enciclopdico de las ciencias del lenguaje. Mxico, Siglo XXI, 1974, 136-149. Respecto del trmino vanguardia hemos optado por la definicin propuesta por Eduardo Subirats: [] las vanguardias son, fundamentalmente, un fenmeno cultural de signo negativo, crtico y combativo, cuya primaria razn estriba en la oposicin y resistencia contra la opacidad, la reificacin o alienacin de las formas culturales objetivas, en El final de las vanguardias. Barcelona, Anthropos, 1989, 86. En cuanto a los usos del trmino vanguardia, cfr. Carlos Altamirano (director), Trminos crticos de sociologa de la cultura. Buenos Aires, Paids, 2002, 231-235.
28
tambin fue formulada en contraposicin a la lengua legada por los conquistadores, proyecto
que se expres mediante distintas voces a nivel continental: Simn Rodrguez en Venezuela;
Manuel Gonzlez Prada en el Per; Domingo F. Sarmiento y Juan Bautista Alberdi, en la
Argentina, son algunos ejemplos de quienes jugaron un papel fundamental en las propuestas
de renovacin del idioma. De todos modos, en cada uno de los pases esta propuesta fue
cobrando modulaciones particulares.
El caso del movimiento Martn Fierro en la Argentina es un ejemplo de esto que
venimos diciendo8. Lo que se expresa en el interior de este grupo vanguardista en torno al
lenguaje es lo que se enuncia tambin en muchos otros grupos del vanguardismo
hispanoamericano. Sucede que el criollismo est identificado en muchos casos con mestizaje
cultural y supone enunciaciones de carcter localista sin prescindir de lo cosmopolita. La
articulacin entre lo local o nacional y lo cosmopolita en torno a la bsqueda de un nuevo
lenguaje es parte de las tensiones irresueltas en los grupos vanguardistas. Pero no solo habra
que sealar esta tensin, sino tambin la percepcin de los propios jvenes escritores respecto
de ser los portadores de una nueva sensibilidad evidenciada en el campo artstico y, al
mismo tiempo, excediendo ese mismo campo.
En este sentido puede leerse la encuesta que la Revista Martn Fierro lanza en 1925 a
los artistas, escritores e intelectuales preguntando acerca de la existencia de una sensibilidad
y mentalidad argentina y las caractersticas que se le pudieran atribuir. A ella responden
Leopoldo Lugones, Oliverio Girondo, Ricardo Rojas, Samuel Glusberg, Roberto Mariani y
otros. El objetivo de estas interpelaciones se puede leer como modos de afirmacin de estas
jvenes generaciones que se piensan como los nuevos sujetos portavoces en el campo de la
cultura; pero tambin habra que leer entre medio de los enunciados dscolos expresados
insistentemente, los modos de legitimacin que eligen en la interlocucin que realizan a
8 Se lo ha llamado movimiento en funcin de los alcances que tuvieron las tesis de renovacin en el mbito esttico, principalmente en la poesa, que impulsaron sus integrantes: Oliverio Girondo, Jorge Luis Borges, Eduardo Gonzlez Lanuza, Leopoldo Marechal, Macedonio Fernndez y otros. La Revista Martn Fierro, que da nombre al movimiento, fue en parte respuesta al modernismo literario, con influencia del ultrasmo trado por Borges de Europa y del creacionismo, que tuvo al chileno Vicente Huidobro como uno de sus mentores. Cfr. El movimiento Martn Fierro, en Historia de la literatura argentina. Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, Coleccin Captulos n 39 (el fascculo fue preparado por Carlos Mastronardi); El peridico Martn Fierro. Seleccin y prlogo de Adolfo Prieto. Buenos Aires, Editorial Galerna, 1968; El peridico Martn Fierro, Buenos Aires, 1949 (Memoria escrita por Oliverio Girondo y leda en un acto organizado por la Comisin Directiva de la Sociedad Argentina de Escritores). Existe una abundante bibliografa sobre el tema, solo indicamos algunos trabajos orientativos.
29
intelectuales como Rojas o Lugones, quienes estn enmarcados dentro de un nacionalismo
cultural y en directa tensin hacia la construccin de una tradicin nacional.
Asimismo, la encuesta mencionada puede vincularse con la llevada a cabo dos aos
antes por la Revista Nosotros, en la que las preguntas son formuladas a los representantes de
la nueva generacin literaria; por eso, en general, los que responden son autores menores de
30 aos, entre los que se encuentran muchos de los que integraran el staff de Martn Fierro y
tambin los que se identificaron con el grupo de Boedo9. La visita de Ortega en 1916
contribuy a que se advirtiera sobre la importancia del rol de las nuevas generaciones en la
construccin de un pensamiento propio, y al mismo tiempo universal, en la Argentina10.
Si bien no se abordarn en este estudio las polmicas que se abren entre los grupos
vanguardistas de Florida y Boedo, se puede decir que sus encuadres topogrficos pueden
servir para perfilar el lugar que ocupa el lenguaje en cada uno de ellos. La afirmacin, sin
embargo, podra estar viciada de reduccionismo a ciertas imgenes estereotipadas que han
circulado sobre los mismos. Estos grupos pueden caracterizarse por el perfil no homogneo en
que estaban integradas sus ideas, cuestin que se revelara si se procediera a desarrollar una
caracterizacin, que estara llena de matices, e incluso sin lmites puros en cuanto al
encuadramiento de sus integrantes: parte de los escritores del grupo de Florida publicaban en
revistas del grupo de Boedo y viceversa. No es aceptable la mirada que Borges realizar aos
ms tarde, en la que reduce las diferencias a meras jugarretas ingeniosas de muchachos. Sin
dudas, el lenguaje ocup para ambos grupos un lugar fundamental.
Para los boedistas el lenguaje era el instrumento necesario no slo para la expresin
artstica, puesto que esas expresiones artsticas nacidas en los espacios de objetivacin surgen
en los marcos de contextos constituidos socialmente. En este sentido, se juega una especie de
realismo crtico todava no despegado de una tradicin anterior ms o menos inmediata. Se
cuela, y esto ser motivo de discusiones con el grupo de Florida, el mandato social del artista.
Tpicos como realismo de izquierda o realismo crtico, y compromiso en el arte se
oponen terminantemente a los juegos retricos y disparatados de los martinfierristas, que
parecieran ubicarse en la propuesta del arte por el arte o arte puro.
9 Cfr. Revista Nosotros (1907-1943), volumen 43, n 167, abril de 1923.
10 Cfr. El deber de la nueva generacin argentina y Meditacin del pueblo joven, en Meditacin del pueblo joven. Biblioteca de la Revista de Occidente. Buenos Aires, Emec Editores, 1958, 11-20 y 53-82.
30
Ahora bien, qu tipo de apuesta se juega en la renovacin de los lenguajes propuesta
por estos grupos vanguardistas y qu grado de filiacin tiene este proyecto con la tradicin
nacional? Mientras que para Boedo el lenguaje ocupa un lugar instrumental y es central en la
medida que responda a las demandas que la cuestin social impone, el grupo de Florida
opta por la experimentacin extrema del lenguaje, desde el disparate lgico o revolucionario a
la metfora ultrasta, oponindose a todo realismo, ya sea de tipo social o artstico, y
podramos agregar filosfico, pues es Macedonio Fernndez uno de los crticos ms
profundos del arte como mera copia de la realidad. Ahora bien, ninguno de los grupos se
desentiende de lo nacional y de representar la voz nacional, aun cuando en los modos de
expresin opten por canales diferentes.
Las apuestas al lenguaje en la Revista Martn Fierro son desiguales, suponen distintas
formulaciones, aunque todas puedan situarse en el mbito de lo experimental. Nos
encontramos con planteos que nacen de una concepcin purista del arte y con expresiones de
lo que bien podramos llamar arte impuro. La lgica que parece atravesar a todas estas
propuestas de vanguardia se vincula, ciertamente, a la articulacin entre cultura y poder,
desembocando inevitablemente en la produccin de polticas del lenguaje que exceden el
mbito artstico.
Las vanguardias, como fenmenos culturales, expresan en sus discursos ciertas formas
de ruptura con la institucin artstica y, en distintos grados, son respuestas al lugar que ocupan
los bienes simblicos dentro de una cultura. Son, por esto mismo, expresin y sntoma de la
crisis de la modernidad, como tambin de los modos emergentes de subjetividad, y estn
indisolublemente ligadas a lo social y a la historia.
El proceso de urbanizacin moderno y la dinmica del capitalismo dan lugar a la
constitucin y articulacin de la ciudad y el mercado, haciendo visible la emergencia de
nuevos sujetos. Beatriz Sarlo analiza, precisamente, las condiciones necesarias para la
aparicin de estos movimientos: [...] la vanguardia es posible cuando tanto el campo
intelectual como el mercado de bienes simblicos han alcanzado una fase de desarrollo
relativamente generalizada y predominante11.
11 Beatriz Sarlo, Una modernidad perifrica. Buenos Aires 1920 y 1930. Buenos Aires, Nueva Visin, 1988. La autora plantea, asimismo, ampliar el foco de estudio a la dcada del '30, rescatando proyectos editoriales vanguardistas, como es el caso de las Revistas Sur y Contra. De Macedonio Fernndez le interesa rescatar su narrativa antirreferencial replegada en la ciudad y el descentramiento del ser argentino, donde tambin ubica a Giraldes y a Borges en el criollismo gaucho y el urbano.
31
Esto no significa, sin embargo, que el proceso no se haya iniciado con anterioridad.
Segn Julio Ramos, a principios de siglo y en respuesta crtica a la racionalizacin que iba
gestndose en Amrica Latina, tambin ir emergiendo un sujeto "que erige su voz por el
reverso, su voz cargada de valor espiritual precisamente en un mundo desencantado y
mercantilizado"12. No se podra hablar, entonces, de una ruptura total entre el modernismo y
el vanguardismo, pues ambos movimientos poseen signos crticos, aun cuando sus
presupuestos sean distintos. Por su parte, Graciela Montaldo se refiere al modernismo como
una sensibilidad amenazada, y al fin de siglo como una pluralidad de voces que interpelan
sobre la tradicin y al mismo tiempo anticipan lo nuevo13.
El papel de las revistas argentinas como empresas culturales e intelectuales ha sido
sealado en distintos estudios. Se han profundizado aspectos de las publicaciones peridicas
analizando el contexto de produccin de las mismas, los itinerarios de recepcin, los cdigos
internos que las rigen, etc. Se ha visto a las revistas como lugar de cruce de trayectorias
sociales e intelectuales, como portavoces de los ideales y de las ilusiones de una generacin;
en suma, se est entendiendo a las publicaciones peridicas como una articulacin entre la
historia cultural y la historia poltica14.
Pensar en trminos de experiencia la vinculacin de Macedonio Fernndez con las
vanguardias significa imprimir cierto carcter vital a su paso por revistas, a las relaciones
mantenidas con esa generacin de jvenes, a los proyectos literarios, humorsticos y
metafsicos nacidos en esa fructfera dcada del 20. Macedonio Fernndez es miembro
fundador de la Revista Proa y la Revista Oral, y colaborador de la Revista Martn Fierro. La
primera y la ltima estn fuertemente influidas por las ideas ultrastas, cuyos preceptos
Borges haba enunciado: reduccin de la lrica a la metfora, eliminacin de frases, nexos y
adjetivos intiles, distanciamiento del confesionalismo y de la oscuridad rebuscada, y
utilizacin de imgenes que den lugar a la sugerencia. Macedonio es tomado como un
12 Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en la Amrica Latina. Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1989. 13 Graciela Montaldo, La sensibilidad amenazada. Rosario, Beatriz Viterbo, 1994. 14 Cfr. H. Lafleur; S. Provenzano, y F. Alonso, Las revistas literarias argentinas 1893-1967. Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, 1962; Marta Scrimaglio, Literatura argentina de vanguardia (1920-1930). Rosario, Editorial Biblioteca, 1974; Noem Girbal Blacha y Diana Quatrocci-Woison (editoras), Cuando opinar es actuar. Revistas argentinas del siglo XX. Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1999; Fernanda Beigel, "Las revistas culturales como documento de la historia latinoamericana", en Utopa y Praxis Latinoamericana. Revista Internacional de Filosofa Iberoamericana y Teora Social, Ao 8, N 20, Facultad de Ciencias Econmicas y Sociales, Universidad del Zulia, Maracaibo-Venezuela, enero-marzo de 2003.
32
precursor del ultrasmo por Evar Mndez, y es tambin considerado como el filsofo entre
los jvenes martinfierristas.
Las colaboraciones de Macedonio que aparecen en estas publicaciones son una mezcla
de tpicos metafsicos y humorsticos15. En Proa, sin embargo, habra un intento de
desarrollar un proyecto esttico, mientras que en Martn Fierro este proyecto est atravesado
ms por un deseo de experimentacin, centrado en la actitud del artista y del escritor. Dos
libros aparecen en esta dcada, No toda es vigilia la de los ojos abiertos (1928), el primero
que publica, a instancias de Ral Scalabrini Ortiz, Leopoldo Marechal y Francisco Luis
Bernrdez, y Papeles de Recienvenido (1929), versin que se ampliar en 1944. Hacia finales
del 20, ya desaparecidas las revistas mencionadas, colaborar en la Gaceta del Sur, de
Rosario, en Pulso y Cartula, de Buenos Aires, y en el nico nmero que sacara la revista
Libra16.
En esta poca, la gran apuesta de Macedonio ya est en germen. Nos referimos a la
escritura de Museo de la novela de la Eterna, novela terico-experimental que habr de
publicarse pstumamente en el ao 1967 y de la cual habr una breve anticipacin en la
Revista Libra (1929). La gnesis de Museo es apasionante. El proyecto de esta novela
atraviesa toda la vida del autor, y desde fines de la dcada del 20 comienza a ser anunciada
su aparicin. Fue el proyecto ms osado que empezara a gestarse en los aos 20, si bien su
publicacin se har muchos aos ms tarde. Con esto se quiere decir que la experiencia
vanguardista del autor excede la dcada del 20, aunque sera un exceso afiliarlo sin ms al
vanguardismo sin establecer ciertas mediaciones. Lo que s se puede decir, sin ningn temor,
es que Macedonio le saca provecho a las vanguardias.
Julio Prieto ha sealado el carcter ex-cntrico de Macedonio Fernndez y Felisberto
Hernndez dentro de las vanguardias de su poca. Sus escrituras, nos dice,
15Las colaboraciones en la revista Proa (primera y segunda poca) son: Confesiones de un recin llegado al mundo literario; Desperezo en blanco; El recienvenido; La Metafsica, crtica del conocimiento. La Mstica, Crtica del Ser; El captulo siguiente de la autobiografa de Recienvenido; Evar Mndez; Carta a Ricardo Giraldes y El captulo siguiente y Sobreviene dicho captulo. Los textos aparecidos en Martn Fierro, siguiendo el espritu de la revista, adoptarn una tnica humorstica: A propsito de los derrumbes; Un artculo que no colabora; Artculo diferente, su poema Suave encantamiento con una introduccin de Evar Mndez, Carta argentino uruguaya; Brindis a Ricardo Giraldes y unas palabras para Ramn Gmez de la Serna. 16 La recepcin de sus libros no coincidi con las expectativas que Macedonio tena y esta situacin provocar un paulatino aislamiento de los crculos que frecuentaba.
33
[...] representan a la vez una encarnacin discursiva en cierto modo ms fiel al espritu de vanguardia, en la radicalidad de su crtica de la tradicin literaria, que la de sus contemporneos rioplatenses, y relativamente infiel a las manifestaciones y manifiestos locales que detentan, como grupo, la bandera del vanguardismo y la llevan en una direccin moderada17.
Asimismo, esta infidelidad al arte burgus que menciona Prieto tiene como efecto que
ninguno de los dos se haya insertado en los cnones literarios modernos. Macedonio
Fernndez estuvo alguna vez en sintona con las modas literarias o filosficas imperantes? Su
poema Suave encantamiento, publicado en 1904 por Ghiraldo en el primer Martn Fierro,
fue rescatado en 1925 por Evar Mndez y calificado de anticipacin del ultrasmo. Cuando el
kantismo se est organizando en las universidades, Macedonio plantea codear fuera a Kant,
casi simultneamente a la creacin del Instituto kantiano en 1929 en Buenos Aires. Cuando
Lugones escribe sus Odas seculares (1910), en sintona con el proceso de modernizacin del
pas, Macedonio ya haba hablado de desherencia. Y as podramos seguir con las
enumeraciones, solo en funcin de remarcar que se est en presencia de un pensador con un
ejercicio crtico profundo a lo largo de toda su vida, ajeno a las academias y reticente a los
circuitos del mercado.
Macedonio ingresa en las revistas Martn Fierro y Proa desde el humorismo, que -
lejos de ser una eventual parodia o irona- es un serio intento por dislocar una sintaxis
gramatical y producir un corte en la lgica habitual del habla cotidiana. Humor puro, lo
llamar unos aos ms tarde, y junto con la novelstica y la poesa constituirn su apuesta al
arte no referencial. Asimismo, distintos tipos de risas, fundamentalmente dos: la risa que nace
desde un esquema realista y se refiere a los hechos, y la que nace de una emocin aborigen,
y que se relaciona con la posibilidad de rerse de s mismo, risa con alcances ontolgicos, en
la medida que descentra al sujeto de su propio yo sin daarlo. Esta es la risa que perseguir
Macedonio en su teora humorstica o -como l la llama- humorstica conceptual, cuya
capacidad es la creacin de la nada intelectual, llamada tambin Ilgica del Arte.
La irona -que caracteriza la impronta de sus escritos de fines del siglo XIX- no sera
para el Macedonio que est pensando el humor en trminos de una teora, propiamente parte
de la comicidad, en cuanto no est caracterizada por tener alegra, aun cuando posea otras
notas afines. Para el autor es fundamental en el marco de su concepcin en torno al
17Julio Prieto, Desencuadernados: vanguardias excntricas en el Ro de la Plata. Macedonio Fernndez y Felisberto Hernndez. Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2002, 25.
34
humorismo, tanto en el gnero realista como conceptual, la alusin a la felicidad o a la
condicin hednica. Este requisito propuesto lo ubica en posiciones discordantes a la de
Bergson, Freud, Bain y otros autores que estudiaron el fenmeno de la risa. El motivo
fundamental que lo aleja de esas posiciones est en que rechaza toda risa que en su
consecucin produzca la degradacin de la otra persona, o presente muestras de
superioridad sobre el prjimo. Si en todo caso participamos de la risa en cuanto espectadores,
esta tiene un carcter secundario en relacin al alcance de la risa de s mismo, pero aun esa
risa secundaria debe estar caracterizada por ser inofensiva, no debe producir dao alguno.
La risa, entonces, en cuanto involucra a un sujeto, y a este en relacin con otros -es
decir, en el marco de relaciones intersujetivas y por lo tanto inmersas en situaciones
comunicativas- no puede quedar fuera del mbito de lo social, de la discursividad social y
cultural, como tampoco puede quedar ajena a los conflictos que acontecen en las sociedades a
las que pertenecen los sujetos. En este sentido, la risa, el humor, la comicidad y todas las
formas de humorismo se topan inevitablemente con el mbito de las creencias y no pueden
desentenderse de la cotidianidad. Creencia y cotidianidad, tal como lo seala Ana Mara
Zubieta, son campos de emergencia para su expresin18. El humorismo, en este sentido, no
estar ajeno en los programas vanguardistas, ligado al espritu creador del artista. Puede,
asimismo, adquirir diversos sentidos: convertirse en irnica crtica de la vida moderna, o en
una protesta contra el orden social, o tambin puede moverse dentro de los lmites de la lgica
del lenguaje. En todos los casos implica cierta idea de destruccin o un nuevo modo de
creacin negativa.
Dentro de las distintas formas del humorismo se encuentra el disparate o dislate, que
-segn el diccionario de Corominas- tiene relacin con la "accin de disparar o arrojar algo";
tambin puede tener el sentido de "desbandada", es decir, disparar y echar a correr. "Disparar"
tambin significa "hacer y decir disparates", "poner en movimiento un arma de lanzamiento",
"decir cosas detonantes, hacer actos violentos o desatentados", etc.19.
18 Ana Mara Zubieta, Humor, nacin y diferencias. Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1995. 19 J. Corominas y J. A. Pascual, Diccionario etimolgico castellano e hispnico. Madrid, Gredos, 1984, 504-505.
35
Antonio Vallejo, uno de los poetas colaboradores de Martn Fierro20, har referencia
al disparate lrico como la literaria objetivacin del exceso vital; su prctica contempla
dos condiciones: el entusiasmo y la seriedad.
Comprendemos la necesidad de hacer alguna cosa con este exceso de energa que nos empuja al borde de todos los excesos. Y esa cosquilla que nos re en las rtulas al entrar en un sitio de baile, esas ganas alegres de romper la mandbula al primer botarate que pasa a nuestro lado, tienen su equivalencia intelectual: un afn dionisaco de sincopar la lgica, de sustituir los puentes por el salto, soterrar veinte metros el sistema decimal y destruir la plaga de los considerandos que nos revisan el boleto a cada esquina21.
Asimismo, la seriedad, esa otra condicin que menciona Vallejo, requiere talento a
quien la practique. El disparate puro est supuesto en este texto, si bien no es desarrollado,
pero -como podemos ver- su prctica excede un mero juego de humor. Para Jos Carlos
Maritegui El disparate puro, certifica la defuncin del absoluto burgus, y es una de las
tres categoras de la poesa contempornea. El filsofo peruano toma la poesa de Martn
Adn como muestra de una tradicin invisible afincada en el trabajo de crear un orden
nuevo; El disparate puro tiene una funcin revolucionaria porque cierra y extrema un
proceso de disolucin. No es un orden...; pero s es el desorden, proclamado como nica
posibilidad artstica22.
Habra entonces diversos modos de realizar disparates, pero al mismo tiempo habra
un modo radical de su ejercicio: el disparate puro, que vendra a ser un modo de estar creando
arte. Desde este aspecto podra plantearse: qu sentidos adquieren los disparates
macedonianos? Qu teora de la humorstica es puesta en juego por el autor en estas
colaboraciones en Martn Fierro?
En primera instancia cabe decir que en estos trabajos hay un manejo del lenguaje
lgico, hay una especie de juego intelectual que quiebra la sintaxis de las frases e inaugura
una nueva sintaxis relacionada al concepto de disolucin con que Maritegui defina a la
20 Segn la descripcin de Enrique Amorm, Vallejo era un muchacho lcido, formado en los medios obreros, de donde viene con su tricota y su boina proletaria. Escritores comprometidos con el pueblo como Roberto Arlt y Roberto Mariani frecuentan las oficinas de Martn Fierro, citado por Carlos Mastronardi en la Coleccin Captulo. Historia de la literatura argentina, El movimiento Martn Fierro, n 39, 927. 21 Antonio Vallejo, Introduccin al disparate, en Martn Fierro (Segunda poca), ao III, n 36, 12 de diciembre de 1926. 22 Jos Carlos Maritegui, Defensa del disparate puro, en Amauta, Lima, 1928, n 13, 11. Esta defensa debe entenderse en el marco de un arte ligado a la realidad, a la vida y a la existencia, es decir, fuera de una pureza liberada de motivos. Cfr. Arturo Roig. Arte impuro y lenguaje, en Revista Huellas, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Artes y Diseo, n 3, 2003.
36
gestacin de un orden nuevo. Sin embargo, la destruccin en Macedonio est encaminada a
romper con todo orden referencial, evidenciando la condicin trgica de la realidad y
eligiendo el absurdo, el disparate, el humor conceptual, como la posibilidad de un instante
de liberacin de lo que el autor considera una dogmtica abrumadora de la ley universal de la
racionalidad. De lo que se trata en Maritegui al ponderar el disparate puro es de sealar la
emergencia de nuevos modos de sujetividad dentro de un horizonte que articula vanguardia y
revolucin; mientras que la tarea de Macedonio se mueve en la dislocacin de los modos de
construccin de la subjetividad, la indispensable, como dira Arturo Roig, para enfrentar la
moral de las instituciones, la eticidad 23. Plantea Macedonio, entonces, formas de crtica
relacionadas con una subjetividad emergente pero dentro de cierto esquema individualista.
Horacio Gonzlez ha sabido leer con aguda inteligencia ciertos alcances del
humorismo macedoniano tomando la figura del Bobo de Buenos Aires, creada por
Macedonio y tomando algunos puntos de la patafsica y del marxismo:
Tal existencialismo patafsico y crtica a la alienacin del mundo cotidiano, como la de un marxista a contrapelo o un marxista lrico que en vez de denunciar la cosificacin, extrema la presencia de las cosas para homenajear la felicidad del valor de uso- implica alertar a los hombres a que la crtica de mundo no tiene fin y es sinnimo de risa [] La patafsica macedoniana puso a luz el ridculo para arrojar una mirada tierna sobre el mundo; su crtica a los objetos de la cultura tcnica supuso un llamado a la reconciliacin con el valor de uso, mientras maquinitas de afeitar, paraguas y zapallos se ponan a hablar o a pensar como almas emancipadas. Era una forma de advertir que ante tales fetichismos, los hombres deberan saber encontrar en la filosofa de la ciudad y de la naturaleza, una cota de disconformidad y beatitud. El nirvana de los objetos era un acto risueo y revolucionario24.
El humorismo, claro est, no es ajeno a las vanguardias y forma parte de esos diversos
modos de experimentacin artstica que se puso en juego en aquellos aos. Pero el humor, la
comicidad, la irona, la paradoja, no nacen con las vanguardias, son mucho ms antiguos.
Asimismo, el humorismo tiene como funcin operar desestabilizando tanto los esquemas de la
realidad cotidiana como los discursos que operan desde las academias. En este sentido, no es
extraa su utilizacin en Eduardo Wilde, quien tambin ironiz y puso en juego el humor
frente a los pensamientos y costumbres de su poca. Con esto queremos decir que el
23 Arturo Roig se refiere con la nocin de sujetividad a todo lo que hace al sujeto y es palabra que deriva de esta. La sujetividad supone a la subjetividad necesariamente, pero no toda subjetividad es plenamente sujetividad. Cfr. Teora y crtica del pensamiento latinoamericano. Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1981; tica del poder y moralidad de la protesta. Mendoza, EDIUNC, 2002. 24 Cfr. Horacio Gonzlez, Para un nirvana de los objetos. Macedonio Fernndez, entre la patafsica y el marxismo, en revista Artefacto, n 3, Buenos Aires, 1999, 113-116.
37
humorismo macedoniano no nace solo con las vanguardias, y su apropiacin forma parte de
intereses tericos que seguirn vigentes an despus de la dcada del 20.
La bsqueda de un arte puro (no la pureza del arte) lo lleva a postular dos momentos