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Iana Verónica Paroli Krasteff
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III
No deseaba esperartey ya vez,
en este banco mustio como mi alma
aguardo la embestida brutal
de tu recuerdo.Yo sentía
temblores de pechocomo retumbar
en el marde cañones.
Y era la guerra muda
de tu deseoque clamaba
¡No me olvides!¡No!
En la sacudida de otros huesos
se despertó tu fantasmay se agolparon lastimeras
las últimas nochescomo un coro de idénticos gestos
que te van gravandocon huella mansa
en el agua de la ilusión.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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IV
Me alejocomo si dejarala isla blanca
en la que sentado,una tarde de brisa oceánica,
en una mesa dispuestasdos pequeñas tazas,
me esperases,mirando el barco,
casi azul,casi blanco,
desdibujadopor el horizonte,que me aparta.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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V
Me socorres con tu mirada más azul
con tu mano más blandacon tus árboles más frondosos
a la orillade tu camino más paciente.
Eres fuentey bebo.
Sumerjo mis piesy mi cuerpo.
Se avienen las estrellasy una infinita noche
se reflejaen tus huesos transparentes.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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VII
Anduve errantey me tomaste de las manos
para girar y giraren ese juego
de rondas y rondasy más.
Soy una muñequitaopaca,
el cabello de estopa,que espera muda
las manosque jueguen con ella.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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X
No se a quien amas,o que apasiona tu frente
cuando la aprietascon tus manos duras y blancas.
No se que te sostienesi te alejas cargandola cabeza de Goliat.
No comprendo el insomnio que te anda
la noche y el díadeshaciendo la vida
en jirones grisesque desato.
Una vez subiste a verme,
estaba atado a la cama de mi dolor,me diste tu vino y tu carne...
Y en el desorden de la tristezahallaste la semilla de mis ojos
y me los devolvistesin sombras,
en el cuerpo de un hijo
Iana Verónica Paroli Krasteff
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Yo te veo hacer,te veo recorrer caminos amarillos,
cruzar umbrales de aparecidos,anotar con piedra blanca
los días de claridad.
Miro tu boca encarnada,mordida por tus dientes blancoscomo la prisión de la distancia
desde donde te observoy no te alcanzo.
XII
Me ha tragado un otoño calientede ojos ámbar y café.
Perdí la noción del amorrevolviendo hojas de palabras marchitas,
asistiendo a un crepúsculo muertoaños atrás,
a orillas de un mar transparentey una mano tibia
que miraba ciega por mi cuerpo,metida en el bolsillo de su saco.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XIII
¡Esto será haberte amado mucho,traerte a rastras a un presente
que te abofetea y te mira con mala cara?Me deleito castigándotecomo si sacara con esolos clavos que hundíasgeneroso en mi carne .
Cuanto compartir dolor,cuanto desafiar la gravedad
del alma,cuanto tentar el desconcierto
de estar ausentes yseguir buscando en el costado
la llaga del otro.Esto será haberte querido,
hablar de vos como si hubieras muerto,
mirarte en los sueños atravesar insolente
la selva verde del olvido.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XVI
Te miro cruzando los días con esa ropa
de piedras,los pies enlazados
las manos abiertas.No se como haces,
tal vez como le hago, arrepintiéndote un poco
otro rato rezando.
Y te acuestas a mi lado.
A la mañana atas tus alasy sales encadenado
buscar alguna montaña mirar más alto,
mas lejos, mas largo,
estiras los ojosque son dos barcos
sobre la ciudad fiera, ancla de cansancio.
Y te duermes a mi lado.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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No se como le haces,tal vez como le hago,
creer mientras duermes,las alas has desplegado
sin romperte en las piedrassin mudo llorar quedo,
sin pisar.Volando.
XX
Te toco allá donde estésy allí donde quiero.
Me miras y puedo brillarme hablas
y vuelves mi pisoparedes
y palabras caminos.Se tu nombre pero no te nombro,
No conozco la piel en que he grabadoa fuerza de pensarte,
la ruta oscura de un signo,un tiempo más atrás o más adelante,
un punto que no se encuentra en este destino.Ablandas las paredes de mi historia
cruzando montañas y prados,tristezas y mitos
y reclinas la cabeza en mi regazocontándome las nanas
como un hijo.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXXI
Estas tan lejoscomo cualquier amor
que no conozco,en esta perdida ciudad
o más allá.Los pies metidosen el agua salada
de deseorevolviendo la arena pálida
que imaginoen el rescate
de los malos momentos.
He aprendido a tirarde la cuerda de la imaginación
hasta tensar el alma como a un violín.
Y ejecuta proverbialmentesu locura de medio lunes
medio martesy domingos desasidos.
¡Y así se sobrevive,
amen de la magianada sirve!
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXXIV
Estabas por ahí tu pelo negro
y las dos brasasde tus ojos
encendiendo el viento.Apenas si sabias
que tenías el poder,volverme de bruja en hada.
Me temías,como se temen las emboscadas,
y aferrabas tu corazón que se te moría en las manos
Me recosté en tu playaa soñarte
y te abriste a envolver mi dolorsin asombro,
sabiendo hacer fugar los solesen la piel caliente.
Pero el destino se reía.Y haciendo y deshaciéndose
el otoñote fuiste pateando el amor marchito,bajando los ojos
por no quemar las plazas,donde te esperaba.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXXV
Desearía serLa niña de tus nueve años
al fin encontradaen una tarde abrumada
de dulzura y flores claras
en el suelo pisoteadas.
O la muchachitade tus fallidos intentos,
en siete desabridos años,recibiendo tú beso,
impostergable y húmedo, con la boca azorada,
en la confusión de las urgencias.
Y no soyacaso,
nada másque una flor pálidaque echaste a vivir
con el calor inmediatode tu piel candente,
con el verano tumultuosode tu corazón ávido.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXXVIII
En tu cama,soy un fugitivo
con los pies de plomo.Recostado a tu lado,
al calor de tu piel,me sumerjo
en mis océanos,mirándote,
a través de mi ventanade agua celeste.
Me sonríesdesde la orilla blanca,
me llamas.Y en el gestode tu mano
y tu cabeza inclinadas estas despidiéndome.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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I
Me he acostumbrado a una guerraen la que el único muerto
es el que mira.No sabes pero sientes caer
el murmullo del aleteola mirada de la página vacía,
sabe a ciruelas secas enterradas descubiertas como un tesoro por un niño
cien años después,cien.
Miro hacia cosas que no tienen ojospor no estar desnudocomo estoy siempre
frente a lenguas mudasy manos ásperas,
por no arrastrar las rodillasen universos esquivos,
por plantar una bandera azulen la cordillera del espanto.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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Asumo unas alas raquíticas y empecinadas,despojos de alguna reina desahuciadaque quiso en su locura volverse mártir
más en la belleza estaba condenada.
Las alas,el bestial ramaje de todas las coordenadas,
es carcomido por la hormiga acorazadaque cruza silenciosa devorando
la savia de mis hojas.
Aquellos parecen puentes.Aquello parece vida.
Aquellas parecen gentes.
Duermo.
XI
El campo verde…una extensión de mí.
Heroína olvidadade batallas que no importan.
Me pierdo en el montede mis ojos…
Gritos de árboles grisestoman el cielo
que sigue caminando hacia la noche,
como yoviajo hacia la mía.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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VIII
Todas las bicicletas se parecen a ella…
Por una avenida se alejanun niño y mis sueños…
Es tarde para que las huestes se apresten.
la luna silba su rayoa mi sombra,
sus labios blancosbesan la costra de sangre
en mi costado.El escudo no chorrea su pintura púrpura
porque las huestes no se aprestan.Es tarde.
no he podido escalar estas piedras
¿Mis compañeros?¿O estaba solo?
La torre de cartóndemasiado alta,
se dobla sobre mis suspirosy regresa a su cielo.
Ya no soy un soldado, lloro como un niño,
arrojo el escudo y araño mis llagas.Llamo suplicante
al batallón.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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Estoy solo o es tardey las huestes no van a aprestarse,
todas las bicicletasson mi josefina,en tanto un niño
se pierde en el bosque,en el que siempre me pierdo
buscando una torre.
IX
Vidrios.descalzo,
abriendo la herida.todo fragmentado.
La ventana de la vieja casa,
el tiempo, apolillando
en los rincones.He limpiado,
intentado recuperarun paisaje blanco
y caí enredado.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XIV
Acaso saciar tanta hambresea un niño vaciando el maren su baldecito de juguete.
El misterio de tus manos chiquitas
sosteniendo otras aun más pequeñasno ha sido resuelto
por la divinidad,y yo te miro inerte
cruzar la calle, incondicional inocencia
entre los autos que te silbanolfateando tú sangre.
Transparente crisálida prometes venganza,
dolor y muerte.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XVII
Lo que vienela euforia,
el éxito,la tristeza.
Andar cabizbajopor una derrota
alimentada en selvasraquíticas
de vacíos cuartos azules enredados.
Amurallar el vacío con ojos perdidos o entregados
y poner la silla en medio.Y esperar.
XIX
No me preguntes, no eres tú o yo,
es esta vocación de muertede comedia del sinsentido
Dios me pariórosa mariposa y sin espinas
dotada de garras me hizo con un solo día.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXII
Él,en su confusión de amarillos,
me inunda,abatido,
de su savia,y me corroen ya
las promesasde las yemas
que sobrevivirán al hastío.
XXIII
Tu amistad enlodada,los dedos retorcidos
de mi niñezen las puertas de los grandes,
los pisos sucios,la rabia y el cigarro,
las horas que no puedo retener.Eso mata.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXIV
Veo tus ojos desorbitados,reclamas en tu ceguerade apestado mendigo,
“Una limosna,Una moneda”.Y más hambre
máste dan.
¡Dios se ha arrancadoSus clavos!
Yo veo mi farol que quiere parecersea las lejanas estrellas.
Tal vezhay que andar engrillados,
escupiendo sangre,blasfemando con culpa,
apenas respirando.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXV
Claudicar una nocherota por la mitad....
No sean verdeslas palabras,las palabras
no seanlo verde.
Si se espantael mundo de papel
con su máscara multicolor pálida...
Escucho el crujido de los sueños…
Y en esta catástrofealguien estrena
su abrigo de escombros.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXVII
Conozco tus pies cansadostu rostro de lágrima
tu espalda de miseria¡Estragos!
Las palabras podridas,los mirares amargos
¡¡¡Ya no aguanto!!!Es el grito que mira¡¡¡Ya no aguanto!!!
Es el grito que calla.
Caminas solo.
Cuando la tarde setiende amarilla
tus ojos caen negrosreprimiendo la rabia
contraída en el hambrey rojos los puños…Te tragas el crimenmirando en silencio
a tu homicida.
Solo.Solo el silencio
recoge ese reprochede cielos
Sé está muda tu boca.
Séestán ciegos y armados.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXVIII
Otra vez desterradosin memoria
ni almani carne.
Entregado a los perros, los oídos olvidados
en la oscuridadde los ladridos.
El descansoes un páramo insondable
del que no puedo huir.
Me detengosu furor esta en vela.
Ya siento sus colmillossu baba pustulenta.
¿Por qué estoy de rodillas?Con el capital de mis zapatos
haría una feria.¡Son verdes, amarillos,
negros, rojos y café!¡Pasen a verlos,
pueden ser salvados!¡No precisan plegarias!,
¡Pasen!,¡Ni llantos,
ni arrastrar de rodillas¡Compren!,
¡Ni balbucir a la nada!
Iana Verónica Paroli Krasteff
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Estoy perdido.
Yo no se ¿Dónde esta dios?
O si los árboles de donde.Y el mar.Y el río.
Y la matemática terriblede los astros milenarios.
Y la bondad.Y la crueldad.
Y la carne de mi costadoarrancada por los perros.
No preguntes.
Soy fugitivo
¿Si el amor?¡El amor bendito!
Reniegode estos ídolos secos.
Creo en zapatos.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXXII
Sacudiéndome los piojos.Solo.
Quieto,escucho los murmullos
trafalgar el mundo,La madurez de mi palabra
es un yermo sonoroen la solidez
de infinidad de escudos...Recuesto mis huesos
duros,sobre las más aun
duras piedras.
Yo, cúmulo de hielo
estremecido,derramándome en mi aliento,
las venas,las entrañas mojadas
en mi misteriosoy una puerta sellada
para mi mismo.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXXIII
Veo pasar fugazmente mi vida
ante mí,azorado.
La quietud de mi cuerpodesentraña mi nombre
primigenio.Tengo miedo
y mi grito se hermanaa los gritos pequeños.
Llaman mi nombre
no es.
Golpean mis huesosse deshacen
llenando la harinadel tiempoque cargan los vientos
de los astrosen sus orbitas ingenuas.
La saliva y la sangredesandan mis pasos…
Repetirme en el útero…Rebotarme en el verbo…
Afuera la noche es aún
más grande.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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I
El mundo se cierra divinocon la vergüenza de quien
da un pésame por un muerto que no ha conocido.
Me duelo de miy me miro,
traspasado en las estacas,amputado y desabrido
caminando entre las mieles y las pompas.Con el gesto de un sátiro
tomo el puñal y escondo la sangrejusticiero ciego
Iana Verónica Paroli Krasteff
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II
Los pasos de los niños picoteos amarillos
deshojados en zaguanestristes
con medias cortas y ojos grandes.Se abren el camino difícil
con la suavidad de un titán.Un gigante acaudalado de pureza
corazones de mariposasque deambulan por paraísos
que los viejos no ven.Atrás se encuentran las razones
de mi desdichaen el camino de los zapatos blancos
y las puertas pesadasatravesadas por pequeños gritos.
Hubo una vezdos pequeñas titánicas
jugaban a la casa en tanto el ogro rondaba la cabaña.
Estaban poseídas por un espíritu de ilusión
que les hacía ver lo que no se veía y andaban cojas por caminostortuosos cubiertos de barro
y piedrasque a ellas se les hacían valles de paraíso.
Tomaron el agua de la desdicha libando néctar.
Y una tarde tenebrosadeshojaron margaritas.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XV
Soledadpura soledad.
Soledad pequeñaquieta, esperando,
mezclada a abalorios…verme doblar la esquina, saltarme a la garganta
y hacerme llorar…..que no imagina en mi rostro impasible
el gemido enmarañado, multicolor, colgante
de nostalgias transparentessueños de lentejuelas
que traen galerías de imposiblesobjetos-persona perdidos en el tiempo.
Ya no piso la calle,ya no respiro,el emperador
ha muerto.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XVIII
El silencio abre un tajouna fuente estólida
que grita perdón con música de Sara.Lagrimas arrabaleras
desagotando inhabitables celdasde cariño.
Toco tu rostro y temo el paraíso,
veo tus ojosy lloro tu muerte.
Abriría el corazón,pero no puedo dejarlo en la mesa,
en ese mantel tan manchado por las cosas,las de todos los días,
porque me sueñan a mí pesary no soporto el peso.
sobre mi regazo. Solo tú hado.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXI
El árbol desnudo,Hermano Francisco,
ondea en la tardesus venas rosadas.
No teme al hambre,no teme al fríosi me quiebro
como una de sus ramas.
¡Hubiera querido arrojarlas águilas y los tigres
de mi pecho!
Yo soñaba,sueño,
con el cielo que lagrimeaentre el carmín de sus mejillas, con la aurora
que opacael fulgor de su verde.
¡Cuánto deseaba arrojarde mi pecho
los tigres, las águilas!
Iana Verónica Paroli Krasteff
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Dónde Hermano,tus pies desnudos,
caminanla soleada noche
de tu aliento de pájaro,el batir de espuma
de tu silencio sobre sordos rostros.
¡Yo tengo un corazón duro!No uno manso,
que de sise conduele
como un condenado.
¡Hubiera querido arrojar los tigres, las águilas de mi pecho,
ser la mariposa,la frágil,
la hermosa,la maravilla de los ojos,
la dulce atravesada!
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXVI
Un mundo calidoscópicomariposas de alas de nácar
bijou,se arriman a mi rostrocomo a media noche
los labios al vaso trémulo,con desesperación,
ensayando un equilibrio,tentando otro mundo
en la oscuridad de la cocina,convertida en antesala de todas las pesadillas.
Casi soy la “luna lunera cascabelera…”hamacándose en la ventana,niña despabilada que sueña
en mi cama,los ojos atentos al salto
arrancado por breteles desfalleciendoen hombros tristemente.
La boca abierta muerde la frutay la ciencia y el recelo
saben a chocolate.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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Las cintas del caminoprenden la mirada,
los árboles apurados,el cabello verde del campo y el rizado azul y blanco.
Salto,la cocina,
las dos trabas blancas,dos zapatos con pulsera
de mis cinco años.
Ando errante por el mundoque me anda desatando
la pulsera,descalzando la tarde de árboles húmedos,
los labios a la orilla del vaso,en la cocina-sueño-luna-camino-zapatovive una mariposa de alas multicolores
y ojos de niña asombrados.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXIX
Una gotaCaeCaeCaeCaeCaeCae
Orada la piedra.¡Espera
la lluvia, el torrente,cansada!Primavera llega
y la gota sigue su laboren la pobre,
paciente piedra.Un sapo se planta en ella,
bebe del turbulentorío jactancioso.
Pies desconocidos la arañan.ella mira desorientada los días,
gente extraña.
Ya siente su cuerpo amortiguadopor la inalterable punzadaya está insensible la llaga
por la calada.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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En su letargo,de golpe,
es arrastradaentre el lodo
y el aguay las burbujas
y las ramasy otras piedras hermanas.
Viaja en el torbellinoextrañando
¡que martirio!el sapo,la gente,la gota,
la calma.
Sin aliento, al final,
una blanca playa radiante,piensa “es el paraíso”…
y en la mano que la toma,para arrojarla en las olas,
siente su cuerpo por primera vez blando.Y levanta los oscuros ojoshacia esos otros de carne,
“Es el que es” oray su cuerpo mineral
redondobrillante
traza una línea azul.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXX
Tengo miedo del viaje.El mar encrespadola lluvia arreciando,
la noche negra, mi abrigo
transido y pegado a mi cuerpo.
Un barco pequeño me esperay a los que vienen conmigo.
Inexplicablemente no sienten,ni mi temorni mi frío,
sonríen y cantan,en tanto se aproxima
la barquichuela vacilantesostenida en gigantescas olas.
Diviso la oscuridad de un cuerpo,enorme en su movimiento húmedo,
¡Mi terror es incalculable!Se aprestan
indiferentes al apocalipsis.
Intento descifrar otro destinoY solo, ante mí
el bote indefenso,en rugiente y morboso precipicio,
esperarme a que subajunto al festejo.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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XXXIX
Guerrero en silenciode pie en la cima
contemplando el fuego.Arden sus pies,
su mirada es un pájaro agoreromuere el mundo en su alma
su corazón palpita fuera de su cuerpo.
Amanece,la guerra es un trapo frio
cubriendo el suelo.Miríadas de sueños
planean rapaces,su lanza los envuelve y destroza
sin dolor, sin desprecio.
Amanece, guerrero,amanece,
en pie, en la cima.Tus rodillas no se doblan.
Tu corazón, fuera de tu cuerpo.Tu alma olvidada.Tu piel es el aire,
El cosmos,El fuego.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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El pájaro de tus ojosinvade la tierra
arrasada por ese fuegoy la sal de sus alaslevantando mareas
se desprende hacia dentro.
No lloreslas lágrimas son el fruto
de un entierroy lo que ha muerto
debe entregarse.
Iana Verónica Paroli Krasteff
57
VI
Luna sola.Abel dormido,
sobre negro lienzosu piel blanca.
Sola entre lejanas estrellas.
Abel al finalsu profundo, luminoso,
extenuado cuerpo. En la noche del cuadro,
tu dolorimprimado en tu silencio.
Abel. Luna.Las lágrimas
desbordan de tu marco,misterioso espacio
derramándose.
En la música mudamis palabras errantes
alcanzan tu piel de óleo,la monstruosidad de tu injusticia.
tus costillas de sacrificado.
Iana Verónica Paroli Krasteff
58
Tendidosin sangre,sin aliento,te levantas,
Lázaro que acatas mi tristeza,en tu tierra de cuadro,
sin peso ni vocesque se encienden y se acallan
en menos de una tarde.
La luna Abel, mi enamorado,
te mira, te toca,
te muerde,y yo
te miro,de pie.
Iana Verónica Paroli Krasteff
59
XXXVI
LOS PERROS
Los ladridos se apagancuando pasa un cortejo de vivientes.Están pasmados por la proximidad.
Ya no se hablan las flores como antesy los ojos hace rato han dejado las lagrimas
dormir en tibios cofres de nácar.Las ánimas estallan alrededor
rogando clemenciapero el cortejo ya no cree en ánimas.
Arrastran con placerunas blandas cadenas de almíbar rosada.
A raptos una impaciencia¿de dónde? ¿de qué?las roen de soslayo.
Previendo la emboscada de la ilusiónlos vivientes saben acomodar la comezón, solo los perros que los ven estupefactos
comienzan a rascarse y comentar entre ellossobre esta gente irrisoria.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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También esperaba en silencioun meteoro golpear la tierra,
la hiciera reorbitarhacia una frondosa algarabía,
un naufragio de la isla de los sueños desierta,
hacerlos ahogar de una vezno estirasen manos de pesadilla.
Un silencio grande como una casadesalojada de rabia y de codicia,
estaba susurrando polvo en los oídosque había dejado adrede
encima de un piano poseído.Así son los sonidos
vagaron por los rincones de hojas y tejas demolidas
hasta llegar a los oídoscomodamente abandonados
a propósitoen el piano cómplice
y rompieron con un estruendode martillos insensatos
la música.
Iana Verónica Paroli Krasteff
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III
Decía una palabraY las estaciones se sucedían
Pertenecían las suaves descalzasA las aterciopeladas orillas
Recorrer dormido Una sucesión de estrellas
También perdidasTraspasar, sumergirse,
Caer subiendoVolar arrastrándose
Subir cayendoVolando arrastrarse.