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EL ESPACIO Y EL TIEMPO IEl espacio y el tiempopurpechas
Carlos Garca Mora
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E l e s p a c i o y e l t i e m p op u r p e c h a s
Fascculos
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Carlos Garca MoraInst i tuto Nacional de Antropologa e Histor ia
Di r ecc i n de E t noh i s t o r i a
TS IMARHUEstudio de etnlogos
Interseccin cardinal en un poblado de
la Sierra de Michoacn
El espacio y el tiempo
purpechas
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Garca Mora, Carlos:El espacio y el tiempo purpechas. In-
terseccin cardinal en un poblado de la
Siuerra de Michoacn, ed. electrnica,
Mxico, Tsimarhu Estudio de Etnlo-gos, 2014, fascculo de 24 pp. con gs.(Fascculos).
Portada:Plano del poblado de San Antonio Charapan, Mich., con el Oriente arriba
y sus barrios coloreados de distinto color.
El contenido de este fascculo forma parte del libroEl baluarte purpecha
(captulo 22), en el cual pueden consultarse las chas completas delas referencias bibliogrcas aqu citadas:
http://carlosgarciamoraetnologo.blogspot.mx/2012/05/baluarte-piurepecha.html
Escrito con resultados de investigacin llevada a cabo en laDireccin de Etnohistoria del
Instituto Nacional de Antropologa e Historia
Esta obra est sujeta a la licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada4.0 Internacional de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/.
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PresentacinS
Este fascculo de etnologa histrica proporciona algunos indicios
acerca del manejo del espacio y el tiempo en San Antonio Charapan,
un poblado de la Sierra de Michoacn. Aunque para ello se recurre a
la etnografa contempornea, el propsito del texto es atisbar lo que
pudo ser la organizacin espacial y temporal de lo que fue la repblica
purpecha antes de su desaparicin en la primera mitad del siglo XIX.
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EL PUEBLO PURPECHA ha ocupado un territorio, aqu denominadopas purpecha o Purecherio, que comprende varias regiones geo-
grcas en donde se fundaron sus asentamientos. Tanto en su conjunto,
como en cada regin, poblado, milpa y monte, y aun en cada prediofamiliar, el espacio fue concebido y organizado de un modo particular,como lo hace cualquier pueblo en el mundo. A su vez, dichos mbitosespeccos se entrelazaron con otra dimensin: el tiempo, concebi-do por el pensamiento purpecha como ciclo repetitivo pero endeble,expuesto a fracturas naturales, humanas y sociales, las cuales seenfrentaban con las siembras para el renacimiento del maz, con el re-levo de autoridades para mantener el gobierno comunitario, con la
Fig. 1. Plano charapanense sem-brado de maz, visto desde laorilla norte del poblado co-rrespondiente al barrio SanMiguel al fnal de la calle
5 de Mayo.
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celebracin de estas religiosas para garantizar la proteccin divinay con otras actividades anuales. Como era natural, ambas facetas laespacial y la temporal estuvieron engarzadas, en tanto la rep-blica purpecha tena una posicin en la sierra, viva en un espacio
histricamente ordenado y en un tiempo cuyo transcurso contena elpasado con sus cisuras en ocasiones graves, el presente tangible ylas regeneraciones que permitan prevenir el futuro.
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Respectoal espacio, la propia lengua purpecha tiene como uno de susrasgos la ubicacin de cada cosa.1Por lo dems, en la sierra, el todo sedistribua en tres mbitos:
Arriba, Awnta el Cielo, la Gloria, la bveda celeste. Abajo, Parhkwajpeni o Parhjpeni el entorno, el mundo.2 Debajo, Kumjchukwarhu regin de las sombras donde nopegan los rayos celestes.
En cada uno de ellos estaban presentes los cuatro puntos cardi-nales: oriente y poniente, norte y sur, adems del centro o lugar desdedonde se observa.3
Por cierto, en la mentalidad colectiva, el sur tuvo presencia ale-grica desde la antigedad, ya que en aquel rumbo se localizabala antiqusima procedencia de una parte del conglomerado tarasco;
amn de las relaciones de ndole diversa como la de los arrieroscon tierra caliente. En consecuencia, la tierra fra donde estaba la sierrase diferenciaba de la tierra caliente en las regiones bajas de Michoacny Colima, a las cuales se viajaba con frecuencia. Por ello, en las cele -braciones charapanenses se hacan las alusiones sureas con frutos detierra abajo. Por ejemplo, en la Semana Santa se adornaba el templocon or de coco; y en la parafernalia de las festividades dedicadas a sanAntonio de Padua y a la virgen de La Asuncin, se reparta pltano ma-cho junto con roscas de pan en ofrendas e intercambios rituales. 4
En el mbito del abajo o Parhjpeni se encontraba el llamado de forma genricaix, el aqu o la tierra donde se nace y se entierra
el ombligo, considerada nuestra madre a quien, por ser sagrada, debecuidarse. Asimismo, inclua el dominio territorial propio del poblado yla supercie ocupada por ste llamadajeykwaroo lugar donde habitaun poblado y donde los hombres estn sujetos a una organizacin. 5
El derredor geogrco, sus puntos y accidentes tenan nombresy sexo en el pas purpecha; por ejemplo, todos los cerros lo po -sean y eran vistos como una presencia en cierto sentido eterna dealgo que siempre ha estado all y, por consiguiente, se les daba una
Fig. 2. (PGINADEENFRENTE).Vista area del actual pobladode Charapan tomada desde una
altura de casi 4 170 m. Mues-tra el casco urbano asentadoaproximadamente a 2 685 mde altura sobre el nivel del mar,
y a 19 38 59 de latitud nor-te y 102 15 05 de la latitudoeste del meridiano de Green-wich. La fotografa, tomadaalrededor del ao 2006, fueobtenida en el portal electrni-
co de Google Earth.
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GoogleEarth20062006EuroaTechnologies/Imagen@
DigitalGlobe2006(http://www.apple.com/downloads/macosx/home_
learning/googleearth.html)
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importancia especial.6En la sierra se le asignaba sexo femenino al cerrode Patmpani o Kuts Juta, nombre derivado de kutsdama, hem-bra, mujer, seora yjutacerro, monte.
La lgica y el signicado de los topnimos purpechas es difcil
de establecer y descifrar. Tal ocurre con el nombre del desaparecidocasero San Miguel Apenkeni, atorarse una prenda de vestir conotra sobre la que est puesta. Si fue como en la regin lacustre dePskwarhu, algunos topnimos acaso se entienden en funcin de otros,porque cada uno alude a una fraccin de un relato legendario en unasucesin de acontecimientos, al ir indicando lo ocurrido en cada sitio.7Si tal fuera el caso, Apenkeni adquirira su sentido en el contexto delresto de topnimos de la zona o de la regin.
Los asentamientos en la antigedad tarasca siguieron variospatrones urbanos. Uno consisti, a decir de una tradicin oral, en unordenamiento en forma de caracol, con cuatro entradas arregladas paraser cerradas con piedra en caso de ataque. Al centro tuvo plazaspara hacer mercado y celebrar reuniones, a cuyo derredor se levantabansuykatay las casas de los principales. Al menos as se lo imagina-ban en el siglo xx.8
En la poca de la repblica purpecha, el poblado de Charpa-ni integrado por cuatro barrios bsicos fue concebido rodeado desu campo agrcola, a su vez protegido por el bosque. Como en la an-tigedad, lo ms signicativo fue el carcter sagrado de la supercieocupada por el irtapoblado o casco urbano pues era tierra de sanAntonio de Padua bajo su vigilancia y cuidado, quien la preservaba
con ayuda de los santos patronos de cada uno de sus barrios. Otro rasgodestacado fue la oposicin espacial complementaria entre el monte sal-vaje y el poblado cristiano.Fig. 2
La traza dada por los habitantes al poblado original en el sigloXVIfue ampliada y, a veces, quiz modicada por las congregacionessucesivas de pobladores de varios caseros, quienes se vieron obliga-dos a mudarse para fundar otros barrios en Charpani o para incluirseen alguno. Si el trazado fue reticular, como lo sera en los siglos XIXyXX, cambi desde entonces el tipo de asentamientos antiguos. Para in-fortunio del autor y los lectores, se ignora el original acordado por losmandones con los franciscanos y funcionarios y si ste fue modicado
o slo extendido cuando en ese sitio se congregaron familias de otroscaseros a nes de ese siglo. De hecho, est por vericarse si la fun-dacin primitiva se llev a cabo donde se encuentra ahora, o bien, ellugar actual es el de una refundacin posterior.
Tres de los barrios fueron cruzados por una barranquilla for-mada por el correr de las aguas en tiempo de lluvias. sta bajaba de loalto de la loma encima de la cual Charpani estaba asentado desde laorilla poniente donde era posible contemplar la mejor panormica del
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poblado hacia el barrio de abajo en el oriente, razn por la cual se lellamaba Erxamani, donde se divisa todo o se ve a lo lejos. En el sigloXX, dicha barranquilla desapareci al ser rellenada alrededor de 1960,para convertirla en una calle empedrada.9
Otras dos calles de menor extensin atravesaban el poblado enel mismo sentido: la Real hoy llamada Nacional y otra mscorta trazada desde la plazuela del Yurhxiu justo desde la espaldadel templo parroquial hasta la capilla de Santiago, a veces deno-minada tambin Erxamani por servir de mirador al inicio donde puedeverse toda sta va desde lo alto. Todo el conjunto cont con salidas encada punto cardinal hacia los pueblos circunvecinos.
Como tal, el poblado inclua sitios o predios domsticos, rboles,rocas, pozos, manantos, plazas y edicios con valor social, econmico,poltico, religioso y mgico. Caminar a travs de Charpani signi-c para todo purpecha transitar por lugares donde se procuraba elagua y se sala a las labores en la milpa, los pastizales y el bosque;otros, donde se saludaba a parientes y compadres; otros, propios delos santos y las advocaciones marianas, donde se persignaban comomuestra de respeto; otros, donde se tomaban precauciones debido a susaparecidos, como ciertas calles del barrio San Miguel en el transcursode la noche; otros, eran los histricos; otros, donde se mercaba, inter-cambiaba o transportaba mercanca; otros, en n, donde tenan lugaractividades administrativas y polticas. El deambular por ese espa-cio poblado implicaba, a ms del simple traslado de un lado a otro, elingreso o el paso por mbitos de distintas jerarquas y caractersticas
preadas de signicados diversos: religiosos, mundanos y mgicos. Enconjunto, ya qued dicho, era un espacio sagrado; por lo tanto, se vivaall conducindose en consecuencia.
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Todava en el siglo XXI,los pueblos purpechas de la cuenca del lago dePtzcuaro y algunos de la sierra estaban divididos en los barrios de lapoca de sus repblicas purpechas, cada uno con la capilla donderendan culto a su respectivo santo patrono. Estos poblados tenan dosdivisiones territoriales bsicas, en las cuales se agrupaban dichos ba-
rrios: una, la del arriba y otra, la del abajo; stas, a veces, incluandos secciones ms: la salida y el rincn. Justo sobre esas separacio-nes descansaba su organizacin poltica y religiosa.10
Algo parecido ocurra en la sierra, como fue el caso de Chern,cuyos barrios se distribuan en ktsekwa,abajo al oriente, yparhkuti-ni, al otro lado al poniente, as como enjarhkutini, la orilla al norte,y karhkwa, arriba al sur.11As, la distribucin urbana se adecua la topografa de cada lugar y a su orientacin. De tal guisa, la traza
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urbana charapanense dividi a la gente de arriba y de abajo se -gn la posicin o altura de su barrio y la organiz a semejanza de laantedicha:
Abajo estaba una de sus cuatro fracciones:Ktsekwao ksekisi para abajo donde qued asentado
Santiago anpuechi, es decir, el barrio de Santiago al oriente.Arriba estaban las otras tres:Karhkwao karakisipara arriba donde se ubic San
Bartolom anpuechial poniente. Jantkutini el del rincn donde se localiz San Miguel
anpuechial norte. Arkutini el del llano o San Andrsanpuechial sur.
Por lo tanto, al menos desde el siglo XIX, los barrios SanBartolom, San Miguel y San Andrs eran llamados los de arriba porestar en las partes altas; y Santiago, el de abajo por estar en la par-te baja. Uno ms, el pequeo San Esteban, estaba incluido desdetiempo atrs en el de San Andrs, como otros cuya memoria se fue per-diendo y que fueron incluidos en los citados cuatro barrios bsicospreponderantes. Cabe agregar que la topografa era slo un factor con-siderado en esas denominaciones populares del arriba y el abajo. Comoen otras partes de Mxico, ir arriba era trasladarse al Centro paraasistir a misa o arreglar algn asunto administrativo, por ejemplo; luegode lo cual se regresaba abajo en sentido contrario; es decir, el arriba y
el abajo tambin era una manera de indicar qu tanto uno se acercaba ose alejaba del Centro.Fig. 3Cada barrio estaba marcado por una cruz cuya ubicacin ya se
perdi en la actualidad, o seran cuatro cruces, una en cada esquinadelimitadora? El barrio comprenda varias cuadras, en su origen di-vididas en cuatro partes asignadas cada una a un grupo domstico.ste separaba un espacio para su ekwrhuy otro para construir all sutroje y cocina.
Todos los barrios se dispusieron gurando una gran cruz acos-tada, con su cabeza en Santiago haciajurhata wrakwarhu, por dondesale el Sol. As ordenados, articulaban un quincunce cuyo centro ori-
ginal fue una capilla mariana o Yurhxiu mirando al poniente, mientraslas capillas de los barrios miraban a los cuatro puntos cardinales: la delbarrio Santiago hacia el norte; la de San Bartolom al oriente, la de SanMiguel al sur y la de San Andrs al norte. Por cierto, la tradicin oralarma que la capilla de Santiago mira hacia Tisu Wanteni, dondeestaba ubicado el casero remontado de quienes bajaron para fundarlo;sucedera lo mismo con las de los otros barrios: miraran hacia susrumbos de procedencia?Fig. 4
Fig. 3.(PGINADEENFRENTE).Charapan en la segunda mitaddel siglo XX. En el extremo su-
perior jurhatawrakwarhu,por donde sale el Sol, y de-bajo sus cuatro barrios bsicos.
Al centro, el templo parroquialmarcado con una cruz gran-de mirando al poniente. A
su espalda, la capilla o Yurh-xiu del hospital purpecha,con su fachada hacia la mis-ma direccin. Las otras cruces
y su orientacin sealan laubicacin aproximada de lascapillas desaparecidas en la
primera mitad del siglo XX.Asimismo, se observa el lla-mado Centro formado por la
plaza decimonnica dondese levant un quiosco cer-ca del templo parroquial, alcual le disput la primaca
urbana. Con echas se ubica elmtico manadero Kmtirhuy la ex barranquil la hoy ca-lle Erxamani, la cual cruzatres de los cuatro barrios delado a lado del poblado. Ob-srvese cmo Santiago ocupala parte luminosa, por estaral oriente, y San Bartolom laoscura, por estar en el rumbo
donde se oculta el Sol.
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Por todo lo dicho, la vida material y emotiva del poblado trans-curri bajo un entorno natural y urbano ordenado y adaptado acordecon pautas religiosas espaolas y con concepciones purpechas
Annimo(enVarios1988b:103,1col.),testimoniosoralesyobservacindecam
po
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campesinas. Ello permiti man-tener a este centro poblado comoespacio sagrado.
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En la poca de la repblicapurpecha y en uno de los pun-tos ms altos de la loma donde seasent San Antonio Charpani,se levant una capilla mariana de-dicada a la virgen de la InmaculadaConcepcin de Mara hoy casia espaldas del templo principal,su placita con una cruz de piedray el edicio hoy suplantado poruna escuela sede de una cofradaa cargo de la anexa e important-sima institucin comunitaria delHospital de los Naturales, con todarazn considerado por algunoscomo el corazn de los pobla-dos purpechas. Junto a una esquina de ese hospital aoraba una granroca, a la que se le atribua cierto simbolismo muy antiguo. 12Por ello,este sitio fue el centro emblemtico del poblado sealado simblica-
mente por la cruz atrial de la capilla, dada su disposicin entre el ejelongitudinal y transversal de su pequeo atrio.La capilla, levantada mirando al poniente, era llamada Yurhxu
o Yurhxiu, entendido como lugar donde curan, a causa de su hospitalanexo; aunque etimolgicamente esta denominacin ms bien hace alu-sin a la menarquia, dado que era la sede de una cofrada de doncellasencargadas del culto mariano. Por su orientacin, al caer el Sol, su luzpenetraba en la capilla y durante cierta poca del ao iluminaba direc-tamente el altar donde se renda culto a la imagen mariana, bajo la cualse cobijaba la institucin hospitalaria. A semejanza del mbito familiarde las cocinas con la misma orientacin.
La cruz atrial de la capilla dej de sealar el centro del pobladoal ser relegada por la atrial de un templo que, al parecer, se levanttiempo despus del Yurhxiu y que devino en el principal de Charpani.De esa manera se movi ligeramente el centro original. Adems, di-cho templo se levant mirando tambin al poniente, pero obstruyndoleparcialmente la vista al primero; eso hace suponer que se levant pararelevarlo en su preeminencia religiosa y urbana, tal vez como resultadode la pugna entre el clero regular y el secular, o bien, como reejo de la
Fig. 4. Quincunce charapanensevisto desde el aire con sus cua-tro barrios fundadores, cadauno ocupa una de las secciones
correspondientes a los puntoscardinales: ktsekwa(arriba)al oriente, karhkwa (abajo)al poniente, jantkutini (elrincn) al norte y arkutini(el llano) al sur; en conjuntoasentados fgurando en lamentalidad comunitariauna larga cruz con la cabeza
en Santiago anpuechi.
Testimoniosoralesyobservacindela
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expropiacin clerical del control del culto en manos del pueblo, lo cualfue mermando la institucin del hospital. A nes del porriato, al pa-recer el templo fue ampliado o sustituido por uno ms ancho que tap
an ms la vista del edicio del hospital de los naturales, as queste qued a espaldas de la nueva construccin y sin vista del horizonte.Al atrio del templo se traslad entonces el punto de interseccin
de los puntos cardinales cuyo eje iba del oriente al poniente; por lo tan-to, el Sol sala detrs del muro del altar del templo, para ponerse frentea ste en la tarde. Por consiguiente, los ltimos rayos de luz tambin ilu-minaron su fachada, y durante unos das del ao atravesaban la entradade la iglesia e iluminaban el altar principal.Fig. 5
Para mayor relevancia, en dicho atrio estaba el cementeriodonde descansaban los muertos del pueblo, coincidiendo la inter-seccin de puntos cardinales con los espacios areo y subterrneo.Los seores principales eran enterrados en el interior del templo. Estosupuso un cambio importante en las antiguas costumbres funerariastarascas, lo cual supuso un ajuste purpecha respecto de los sitios deentierro y de su posicin en la anterior concepcin del espacio.
Como a un lado de dicho atrio estuvieron las casas reales, steera un inmejorable lugar ceremonial donde conuan los puntos cardi-nales de la supercie del poblado, el inframundo donde descansaban losmuertos, el sitio donde acudan las nimas, la interaccin del cabildo
Fig. 5. Centro poltico y reli-gioso primitivo de Charpani,ocupado por el Yurhxiu o ca-
pilla mariana y su hospital de
los naturales (anexo), el tem-plo principal (y su respectivocementerio) que desplaz lige-ramente el centro original, ylas casas reales sede del gobier-no de la repblica purpecha.Obsrvese la conuencia de
puntos cardinales con el espa-cio areo y subterrneo, entrelos cuales se abra el lugar
para algunas ceremonias reli-giosas a cielo abierto frente alYurhxiu en un principio y conposterioridad frente al templo.
Testimoniosoralesyobservacindelautor
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purpecha con el templo cristiano y el lugar donde se efectuaban lasceremonias religiosas de los cargueros, algo comn a otros pobladosmesoamericanos como en el rea otom de la Huasteca evangeli-zados por los frailes espaoles.13
En efecto, a un costado del cementerio estaban las casas realessede del cabildo. Como el templo tena anexo al convento franciscanoy luego curato, el espacio entre las casas reales y el Yurhxiu, primero, yel templo, despus, fue de intercambio poltico y religioso; esto a con-secuencia de ser un lugar abierto al trnsito entre la iglesia parroquialy la sede del viejo cabildo, donde cada ao se bailaba la danza deviejos y se relevaba a sus funcionarios. Teniendo el templo a las es-paldas, una persona observaba a la izquierda las citadas casas reales yel waxmukwao juzgado de la repblica de los naturales, donde loswaxmutiichanombraban a quienes integraban la ronda nocturna paravigilar al poblado.Fig. 5
A nes del siglo XIX,en el mencionado atrio parroquial y al ter-minar la esta de san Antonio de Padua, el cura cargaba la imagen deste para dar la seal de la cruz a cada barrio, conforme cada uno termi-naba de ofrendar y cuyos danzantes respectivos se encontraban situadosen puntos especcos del atrio asignados por la tradicin. Luego, yase entraba al san Antonio al pueblo y la gente se iba con pan y fruta.Ntese cmo se diferenciaba entre el espacio del atrio parroquial y elpueblo propiamente dicho; con razn, puesto que ste lo componanlos asentamientos de los grupos domsticos de cada barrio y, por lo tan-to, el templo, el convento o curato y el atrio constitua un espacio con su
propia naturaleza.14
En ese mismo siglo y en altas horas de la noche, elatrio sola ser escenario donde las sikwmeecha, a veces desnudas,llevaban a cabo algn rito.
Otros sitios completaban el ordenamiento espacial: las capillasde barrio y sus respectivos atrios ceremoniales con sus cruces de piedra;y los lugares histricos, legendarios o mgicos, como el mtico manan-to Kmtirhu, en una orilla a las afueras del barrio San Andrs, dondese levantaba una tantskwao cruz del sur. En ese lugar, dice la leyenda,Marrhapx hall el agua que permiti fundar Charpani.15
Un lugar ms de importancia particular fue el Ach o Ach,donde estaba la capilla de San Andrs, desde la cual salan en la noche
los achs o achechaen forma de calaveras brincadoras encargadasde guardar el orden nocturno.16En aquel lugar, acudan las hechice-ras para hacerle ceremonias al Padre Jess, como se llamaba acierta imagen de Jess Nazareno conservado en el altar. Cada primerviernes del mes llegaban en procesin a esta capilla todos los cristosde Charpani.
De cierta relevancia fue la piedra del Carnaval en la arribamencionada esquina del hospital de los naturales:
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Cuentan que aqu en Charapan, en la esquina del hospital, haba unade tales piedras [muy altas, que marcaban un lugar consagrado obendito,] y que all antiguamente en la esta de Carnaval los j-venes hacan una ceremonia pagana, que era como un dejo de lo que
antiguamente practicaban.17
En otros puntos espantaban, dentro y fuera del poblado. Elpurpecha mismo dispona de trminos para nombrar un lugar de es-panto: ix chrpexini, aqu espantan.18
Pero el espacio tena otras distribuciones de distinta naturale-za. Una de ellas, de gran importancia, separaba sitios especcos parahombres, mujeres o nios. El espacio preferente de las mujeres ritualinclusive era la cocina, entre tanto los preferentes del hombre eran lamilpa y el troje. En n, el espacio purpecha tena muchas vertientesordenadas y articuladas.
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Desde nales del siglo XVIII, la concepcin religiosa del ordenamientoespacial fue transgurada en laica de manera paulatina, pero nunca deltodo. Con las reformas liberales del siguiente siglo se rompi el ordenurbano prevaleciente, al abrirse muy cerca del templo parroquial un es-pacio para disputarle su predominio, en una hondonada a varios metrosde altura ms abajo: el centro cvico con su ayuntamiento y su plaza,a un costado de la cual se hizo pasar la principal va de entrada, paso
y salida, ms que nada comercial y de transporte. El lugar termin porimponerse como sitio dedicado a la administracin poltica y a la venta.Su predominio se acrecent cuando aument su circulacin peatonalen 1954, al construirse una escalinata para subir al atrio parroquial.19Aunque disminuy la separacin fsica entre ambos, acrecent la im-portancia de la plaza cvica, paso ms adecuado para la mayor parte delas actividades pblicas y el transporte de pasajeros y mercancas. Enel siglo siguiente, se unieron todava ms los espacios religioso y civil,mediante una larga y ancha pendiente escalonada.
Aun la divisin en barrios estuvo en riesgo, al imponerse enel siglo XIXuna divisin poltica liberal del casco urbano, partido
en cuarteles, en consonancia con una divisin simtrica haciendo casoomiso de los barrios, a n de mermar an ms la organizacin religiosadel asentamiento. Sin embargo, la constitucin tradicional en barriospersisti y logr perdurar, mientras la liberal se redujo a su mnimaexpresin en la segunda mitad del siglo XXhasta desaparecer.
A nes del porriato, el ya citado desplazamiento de la viejaplacita del Yurhxiu culmin al levantarse un nuevo templo parroquialde altura y volumen abrumadores, arrinconndolo a sus espaldas. Desde
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el punto de vista arquitectnico, esto dej ver la pugna ya mencionadaentre clero secular y organizacin purpecha.
En efecto, dada la lgica espacial y el sistema simblico de lacual sta era parte, las huellas en apariencia ilegibles del plano del
poblado de Charpani, en perpetua modicacin, hacen referenciaal pasado charapanense. El paisaje urbano de Charapan conserv vesti-gios de fenmenos an perceptibles en el siglo XX:
El equilibrio original del siglo XVI entre los barrios integra-dores de Charpani, su capilla mariana y el hospital de losnaturales (amn de la sede del cabildo purpecha).
El desplazamiento del clero regular por el secular, que tom eldominio del obispado michoacano.
La tensin entre los barrios de arriba y el de abajo a lo largode su historia.
La tensin entre la parroquia y el ayuntamiento (siglos XIXyXX).
La pugna del clero catlico por la administracin del culto enmanos de la repblica purpecha (siglo XIX).
Una grave alteracin parcial o total del modo como fue dispues-to originalmente el espacio e incluso la desaparicin de algunos sitios,hubiera afectado tanto la vida material como la espiritual del poblado.Cuando el volcn Parcutini surgi con violencia de las entraas de lasierra, algunos habitantes de San Juan Parangaricutiro se negaban a salir
de allpropiciarendoos ceremoniales cidel hospital de los naturales,el cual qued, a pesar del peligro, pues en aquel lugar tenan cada unosus casas, sus santos y sus muertos.20Parangaricutiro, como Charpani,era ms que un casco urbano: era un tejido social comunitario conun espacio ordenado en consecuencia.
S
Cabe agregar algo de particular importancia respecto del casco urba-no de San Antonio Charpani. ste fue un escenario teatral de un relatoreligioso anual en varios actos articulados, protagonizados por sus pro-
pios habitantes y por las imgenes de sus santos patronos.21En tiemposde la era purpecha, sobre todo en la poca de la repblica de los natu-rales, en el casero se movan las guras escultricas y humanas paradesempear los papeles requeridos en conmemoraciones sucesivas.Todo el casco urbano charapanense era un teatro donde en diferen-tes sitios ceremoniales iban saliendo las esculturas que representabansantos, cristos y vrgenes, las cuales salan del templo, las capillas y lascasas de sus cargueros conforme les tocaba su turno: el Nazareno en
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Semana Santa, el Nio Jess en NavidadOtros papeles eran desempeados en vivopor las autoridades, los viejos, los princi-pales y el comn purpecha, transmitiendo
a lo largo del ao los mensajes que, en eseescenario, deban conocer todas las familiasy sus integrantes.22
Eso era el poblado de Charpani: lapalestra de una historia sagrada esceni-cada en varios episodios. Quienes en stanacan, la revivan ao con ao recorrien-do diferentes sitios para recordar normas yvalores de la corporacin purpecha, y ga-rantizar la repeticin del ciclo y, con ello,propiciar la supervivencia de todos. De estamanera, el espacio se entreteja con el tiempo.
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Sin duda, uno de los cambios ms importantes en la mentalidad serra-na fue el n de la antigua regulacin tarasca del tiempo y la adopcinde otra radicalmente distinta en la era purpecha, compatible con lospatrones hispano cristianos. Tal ocurri con el calendario y la divisindel da en ciertas unidades de tiempo como, por ejemplo, con la serieanual de estas religiosas.Tbl. 24
Este ciclo se desenvolvi en el espacio organizado religiosa-mente, pues as como los barrios se acomodaron en forma de cruz, sedaba la coincidencia de la sucesin de las estas principales recorriendoen cruz el poblado de oriente a poniente y de norte a sur. Es difcil sabersi esto fue premeditado, pero como la disposicin de los barrios tuvo al-guna correspondencia en la distribucin de los danzantes moros de cadabarrio en el atrio y en su coreografa misma, lo mismo pudo suceder enla sucesin de estas en el tiempo.Fig. 6
Esa nueva ordenacin mostr la gran profundidad alcanza-da por el apurepechamiento de los tarascos de habla purpecha y demspueblos sujetados y congregados en la sierra de Michoacn, donde el
engarce del espacio y el tiempo en los poblados y su entorno res-pectivo proporcionaron uno de los ms importantes elementos parala cohesin ideolgica de la corporacin purpecha. Con todo, eltiempo pueblerino sigui en buena medida atento, como en la antige-dad, a los procesos naturales repetitivos, en particular a las estacionesclimticas y a los ciclos del Sol y la Luna; a los cuales se encadena-ba el del cultivo del maz, eje primordial de la vida y el pensamientode los grupos domsticos establecidos como base social de la corpo-
Fig. 6. La vista area delasentamiento y sus barrios res-
pectivos permite mostrar esteesquema que conjuga tiempo
y espacio: sucesin espacial ytemporal de las festas religio-sas de los barr ios de Charapan,empezando en el centro del
poblado con la del santo patrndel conjunto. Una vez pasadala patronal, van teniendo lugarlas festividades de los barriosde oriente a poniente y de nor-te a sur trazando una cruz. Ensu origen, la festa mariana enel circuito debi tener el pesocentral. Obsrvese el quincunceque, vistos desde el aire formanlos barrios tomando como cen-tro el Yurh-xiu y ocupandocada uno un punto cardinal.
Tradicinoral
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2 4 . C I C L O A N U A L D E F I E S T A S R E L I G I O S A S E N S A N A N T O N I O C H A R P A N I ( 1 8 0 6 ) *
Da Mes CelebracionesCON
vspera
Con
misa
Con
procesin
Con
sirnkwaAcotaciones
13 junio SANANTONIODEPADUA F. t. de Charpani24 San Juan Bautista F. b. San Andrs
Mov. CORPUSCHRISTI
Octava de Corpus
2 julio Visitacin de Mara Celebracin misa del hospital y b. San Andrs
22 Sta. Mara Magdalena F. b. San Miguel
25 SANTIAGOapstol F. t. b. Santiago
26 Santa Ana Cantos en la capilla
2 agosto Seora de Las Nieves F. mayordomos hospital y b. S. Andrs
10 San Lorenzo F. t. b. S. Lorenzo (incluso en b. S. Bartolom)
15 ASUNCINDEMARA F. ms. del hospital, 3 bs. y b. S. Andrs
16 San Roque F. b. S. Roque (incluso en b. S. Andrs)
24 SANBARTOLOMapstol F. t. b. S. Bartolom
8 sept. Natividad de Mara F. b. S. Bartolom y ms. hospital
10 San Nicols Tolentino F. b. S. Andrs
29 SANMIGUELarcngel F. t. b. S. Miguel
30 San Jernimo F. b. S. Bartolom
4 oct. San Francisco F. rs. de los 3 barrios y r. b. Santiago
24San MiguelApenkeni
(San Rafael arcngel)B. Santiago
1 nov. Todos los santos
2 Finados
13 San Diego
21 Presentacin de Mara F. ms. del hospital
26 Desposorios de Mara F. ms. del hospital
30 SANANDRSapstol F. t. b. S. Andrs
8 dic. Concepcin de Mara F. ms. hospital
9 Cuentas del hospital Entrada al hospital de nuevos prioste y ms.
18 Expectacin de Mara F. ms. del hospital
25 NATIVIDADDEJESS
26 San EstebanF. t. b. S. Esteban
(incluso en S. Andrs)
20 enero San Sebastin mrtir
feb. Purificacin de Mara F. ms. hospital
25 marzo Anunciacin de Mara F. rs. de bs.
Mov. Carnestolendas
Cuaresma
Jueves 1 F. b. S. Lorenzo (incluso en S. Bar tolom)
Jueves 2
San Nicols de Flue F. b. S. Andrs
Jueves 3 F. b. S. Miguel
Jueves 4 F. b. S. Bartolom
Domingo de Ramos
Lunes santo
nimas Ms. del hospital
Martes santo
Jess crucificado Cofrades de Jess Nazareno
Mircoles santo Herreros del hospital
JUEVESSANTO Capilla S. Roque
VIERNESDEDOLORES Muchachas de doctrina En el templo, b. S. Andrs y capilla S. Roque
Sbado de gloria
(virgen de La Concepcin) Semaneros del hospital
Domingo de resurreccin
Pentecosts Bendicin de la pila bautismal
Ascensin del Seor
8 mayo Aparicin S. Miguel arcngel F. b. SantiagoAMSR(1806-19:ff.2r.-15v.)
* Incluye slo las registradas por el obispado y el curato. Los purpechas incluan otras celebraciones, ceremonias y costumbres no registradas en la f uente aqu utilizada (escrita por el cura),
por tratarse de costumbres sociales, familiares y reservadas.
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b(s.)= barrio(s)
F.= fiesta
F. t.= fiesta titular
F. t. b.= fiesta titular de barrio
m(s).= mayordomo(s)
Mov.= movible
r(s).= regidor(es)
s.= sirnkwua
t= titular.
CatalinaRODRGUEZLAZCANO
(basadoenAMSR1806-19:ff.2r.-15v.yGARCAMORA1975:33y62-3)
Fig. 7. Ciclos agrcola y religioso en San Antonio Charpani a principios del siglo XX. Obsrvese que el primero duraba, en sentido estricto, msde 12 meses. Eso era posible porque se practicaba el sistema de cultivo de ao y vez, es decir, cada milpa se sembraba un ao y otro se dejabadescansar. Por esa circunstancia, cuando una milpa se pona en descanso, entraba con anticipacin en el ciclo maicero: se le haca el primero y
el segundo barbecho (o pase del arado), mientras se levantaba la cosecha de la cultivada en el ciclo anterior.
racin purpecha. De tal manera que sera mucho decir que el tiempopurpecha dej atrs el tarasco antiguo, ms bien la planta del mazadapt la disposicin cristiana del tiempo a su propio ciclo rector.
De esos factores dependan las fases y el itinerario del trabajo,las relaciones sociales, el comercio, el orden poltico, el culto religio-so, la jornada diaria, los diferentes periodos y momentos anuales y lasetapas de la vida individual y familiar.23Todas estas actividades esta-
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ban articuladas complementndose sin estorbarse para, por ejemplo, encierto tiempo agrcola iniciar el dedicado a pensar en casarse, celebrarestas importantes, renovar al cabildo o sustituir cargueros.
El ritmo de la vida cotidiana fue lento, marcado por el inicio y
el n de las labores agrcolas, las campanadas y los ocios del temploque recordaban los ritos para renovar y reproducir todo, los largos ydilatados viajes, y el momento de iniciar y terminar diligencias legalesy jornadas agrarias.24Este equilibrio inclua obligaciones como levan-tarse a trabajar, cantar ante la cruz del barrio antes de salir al campo oal bosque, rezar o santiguarse en la casa a determinada hora, acudir aescuchar misa, asistir a reuniones, hacer un trato, cerrar la vivienda,apagar el fogn y guardarse al anochecer.
El reiterado cultivo del maz, las rutinas diarias y los hbitoscotidianos, junto con los rituales, permitan a los miembros de la rep-blica purpecha integrarse en procesos repetidos una y otra vez. Comocampesinos, los purpechas enfrentaban un cambio incesante del me-dio natural y de las circunstancias histricas, de la sociedad y de laeconoma. Por esta razn, ellos vivan con un equilibrio siempre frgil.Su tiempo era el de una constante renovacin, la cual rega su procesoanual de trabajo y de vida proporcionando un medio de defensa asus grupos domsticos y a su repblica, amn de proveerles el sentidode existir cumpliendo con labores y obligaciones que les permitan re-producirse. Como an este medio defensivo estuvo sujeto a cambios,debieron tener clara conciencia de las transformaciones en el tiempoy sus repercusiones; por eso el esfuerzo de mantener funcionando el
engranaje, para mantener la serie de actividades propias del ao pue-blerino, porque de ello dependa en mucho su presencia en la sierra deMichoacn.25
Queda asentado que, en el siglo XVI, el nacimiento del pueblopurpecha estuvo acompaado de uno de los ms importantes y pro-fundos cambios culturales: la reorganizacin del espacio y del tiempo.Por lo dems, merece reiterarse la sugerencia deslizada en el texto: elespacio y el tiempo del maz siguieron funcionando siempre.Fig. 7
En verdad, el antiguo cultivo maicero experiment cambiostecnolgicos espectaculares, pero antes y despus, la reiteracin en mo-mentos especcos de cada una de sus etapas sigui siendo el eje del
tiempo. La agricultura del maz se apurepech sin duda y la tarasca fuedesplazada por el arado hispnico. A pesar de eso, su ciclo persisti yesa omnipresencia fue una de las persistencias ms importantes queeslabonaron la era tarasca con la purpecha. El tiempo del maz, paradecirlo de modo expresivo, envolvi el tiempo sagrado de santos, cris-tos y vrgenes cristianos en el Purecherio.
S
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N ot a s
1Alejandra Capistrn (2005: com. oral).2Consltese el vocabloparhakwaen el glosario.3Felipe Chvez Cervantes, oriundo de la sierra (1997: com. oral, Ptzcuaro).4Velsquez Gallardo (1978: 49 y 64).5Cf. Chvez Cervantes (1997).6Ismael Garca Marcelino, oriundo de Ihuatzio (2003: com. oral, Ptzcuaro).7Fernando Nava y Dora Ascencio (1997: com. oral, Mxico).8Tradicin oral, en Murgua ngeles (1969: 3 col.). Esto no ha sido verificado por la arqueologa.9Toms Salvador (2000: com. oral, Mxico).10Seplveda y Herrera (1979: 189).11Miano Barruso (1981: 22).12Vase cap. 22.13Galinier (1990: 125).14Entrev. a Lorenzo Murgua, Uruapan, 9 de junio de 1974 (enACRL-CGM1973-4, lbta. 4: ff. 37 r. y
v. y 38 r. y v. La cita textual viene en la f. 38 v.). Acerca de la distribucin de las partidas de moros en el atrio
parroquial, vase el cap. 34.15Vase captulo 32.16Respecto de losachecha, consltese cap. 25.17Murgua ngeles (1969 e: 4 col.).18Velsquez Gallardo (1978: 64, 2 col.).19Galvn (1954).20Palacios (1950: 192).21Consltese cap. 33.22Acerca del teatro charapanense vase el captulo 33.23Cf. Kamen (1986: 180-3).24Por ejemplo, conslteseAHMM(1790-1: f. 16 r.).25Consltese Berger (1990: 28, 1 col.).
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El fascculo
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se termin de editar y formar el
martes 23 de diciembre de 2014, en
el estudio del autor, sito en las inme-
diaciones del pueblo de Tlalpan en la
cuenca de Mxico.
S
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