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Gramática modista versus gramática sanctiana: dos concepciones de
análisis lingüístico
contrapuestashttp://dx.doi.org/10.5209/CFCL.57806
ARTÍCULOS
Victoria Manzano Ventura2
Recibido: 13 de junio de 2017 / Aceptado: 4 de octubre de
2017
Resumen. La teoría gramatical modista siempre se ha considerado un
precedente claro de la teoría gramatical sanctiana. Es evidente que
ambas teorías comparten un mismo objetivo de universalidad
lingüística. Sin embargo, ese mismo objetivo teórico se intenta
alcanzar en ambas doctrinas mediante patrones metodológicos muy
diferentes. Y es que la gramática bajomedieval modista y la de
Francisco Sánchez de las Brozas (Franciscus Sanctius Brocensis)
están separadas, como analizamos en nuestro estudio, por una
contrapuesta concepción de análisis lingüístico respecto al
discurso figurado que de- termina la exclusión por sistema del
mismo en el modismo frente a su estudio racional y sistemático en
la gramática de Sanctius. Y tal contrapuesta concepción de análisis
lingüístico no se ha destacado ni enfatizado lo suficiente a pesar
de que es clave tanto para interpretar correctamente estos dos
decisivos y trascendentales sistemas gramaticales como para
precisar las aportaciones esenciales de cada uno a la lingüística
de Occidente. Palabras clave: Gramática modista; gramática
sanctiana; discrepancia en el análisis lingüístico; dis- curso
figurado.
[en] Modistic grammar versus Sanctian grammar: two conflicting
conceptions of linguistic analysis
Abstract. The grammatical theory of the modistae has always been
considered to be a clear precedent of the grammatical theory of
Sanctius. It is evident that both theories share the same objective
of lin- guistic universality. However, both doctrines seek to
achieve that single theoretical objective through very different
methodological patterns. In fact, the grammar of the modistae, from
the late Middle Ages, and that of Franciscus Sanctius Brocensis
(Francisco Sánchez de las Brozas) are separated, as we analyse in
our study, by a conflicting conception of linguistic analysis with
respect to the figurative discourse, which determines the
systematic exclusion of the same in Modistic grammar compared to
its rational and systematic study in Sanctian grammar. And this
conflicting conception of linguistic analysis has not been
highlighted nor emphasised sufficiently, despite being key to
properly interpreting these two decisive and transcendental
grammatical systems, each providing essential contributions to
Western linguistics. Keywords: Grammar of the modistae; grammar of
Sanctius; discrepancy in linguistic analysis; figu- rative
discourse.
1 Este trabajo se enmarca en el Grupo de Investigación LAPAR (HUM
002) dirigido por el admirado Prof. D. Eustaquio Sánchez Salor y
financiado por los fondos FEDER a través del IV Plan Regional de
I+D+I del Gobierno de Extremadura.
2 Universidad de Extremadura (España) victoriamv@unex.es.
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Sumario: 1. Introducción. 2. La teoría modista: una gramática
profunda de enunciados correctos y estándares. 3. El discurso
figurado en la gramática premodista: los antecedentes del posterior
enfoque modista. 4. La gramática sanctiana: el estudio racional y
sistemático del discurso figurado. 5. Conclu- sión. 6. Referencias
bibliográficas.
Cómo citar: Manzano Ventura, V., «Gramática modista versus
gramática sanctiana: dos concepciones de análisis lingüístico
contrapuestas», Cuad. Filol. Clás. Estud. Lat. 37.2 (2017),
283-301.
1. Introducción
La gramática modista y la sanctiana son, sin duda, las dos teorías
lingüísticas –y el término se les puede aplicar con total
propiedad− más relevantes y conocidas del período medieval y
renacentista de manera respectiva.
Afortunadamente, desde hace aproximadamente unos cincuenta años,
gracias a la posición central del generativismo y al avance
espectacular y decisivo de la his- toriografía lingüística, ambas
teorías gramaticales han sido estudiadas, analizadas y
revalorizadas en gran medida3.
De este modo, desde que en 1966 Noam Chomsky publicara su célebre y
co- nocida Lingüística cartesiana, la vinculación conceptual y
teórica entre la gramá- tica generativa y la Gramática general y
razonada del siglo XVII quedó fijada4. Apenas tres años más tarde,
Robin Lakoff, con mejor y más amplia perspectiva, estableció una
prefiguración de las tesis generativistas en la Minerua sanctiana,
fuente indiscutible, a su vez, de la gramática de Port-Royal5. Y, a
partir de ahí, han sido muchos los estudios que han sugerido y
determinado una vinculación y una conexión entre la gramática
modista, la gramática sanctiana y ciertos planteamien- tos
generativistas6.
3 Para una aproximación general a los rasgos definitorios de la
teoría modista destacan junto a obras ya clásicas como las de
Bursill-Hall (1971), Pinborg (1967), Rosier (1983a) o Covington
(1984), otras más modernas como las de Kelly (2002) o Beuerle
(2007). Asimismo, para una exposición completa de la doctrina
sanctiana en sus diferentes aspectos teóricos y metodológicos,
afortunadamente, pueden consultarse en la actualidad múltiples
estudios y trabajos, entre otros, Clerico (1977, 125-143), Breva
Claramonte (1983), Codoñer Merino (1988, 177-182), Stéfanini
(1994a, 97-107), Sánchez Salor (2000, 13- 42; 2002, 442-450,
493-518, 565-587; 2003, 61-80), Mañas Núñez (2010, 209-235).
4 Chomsky (1966, 31-51). Sin embargo, en esta obra Noam Chomsky
atribuye todo el mérito del inicio de la tradición logicista en la
lingüística de Occidente a la gramática de Port-Royal, relegando el
fundamental papel desempeñado al respecto por la Minerua de
Sanctius a una brevísima nota, (Chomsky 1996, 97 n.67): «Apart from
its Cartesian origins, the Port-Royal theory of language, with its
distinction between deep and surface structure, can be traced to
scholastic and renaissance grammar; in particular, to the theory of
ellipsis and ‘ideal types’ that reached its fullest development in
Sanctius’ Minerua (1587)». Y más desconcertante resulta aún la
valoración por parte del lingüista estadounidense en su obra
Language and mind (1968) donde asimila la teoría de la elipsis de
Sánchez a un mero procedimiento para la interpretación de textos,
sin considerar ni valorar la importancia decisiva que el análisis
en dos niveles de descripción gramatical juega en la Minerua
sanctiana y también en la evolución posterior de la teoría
gramatical europea, uid. Chomsky (1968, 16).
5 Lakoff (1969, 356). Cf. Lakoff (1973). 6 La vinculación en
diferentes aspectos y planteamientos entre la gramática modista, la
Minerua de Sanctius y
ciertas tesis chomskianas figura en múltiple estudios, obras y
trabajos del campo de la historiografía lingüística publicados en
los últimos cuarenta años.
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Evidentemente, nunca se podrá alabar ni aplaudir lo suficiente este
renovado inte- rés por el conocimiento de la tradición lingüística
occidental a lo largo de la historia –desde su mismo origen hasta
nuestros días–, pues ha permitido rescatar del olvido y valorar en
su justa medida muchas escuelas, corrientes y autores que
permanecían sepultados por el paso del tiempo y minusvalorados por
el desconocimiento de sus –a veces, muy meritorias− concepciones
lingüísticas.
Sin embargo, siempre que se establece y determina una vinculación o
conexión entre escuelas y corrientes lingüísticas separadas por
distancias abusivas en el tiem- po, hay que hacerlo con suma
precisión, rigor y también precaución, pues, de lo con- trario, por
el afán de similitud, se corre el riesgo de caer en una falsa y
simplista uni- formización doctrinal, perdiendo incluso, a veces,
de vista la esencia misma de las dos teorías lingüísticas
comparadas. Pues bien, este modo de proceder se aprecia con no poca
frecuencia en obras, estudios y manuales –siempre hablando en un
sentido general– en los que se alude a la gramática modista como un
antecedente claro de la teoría gramatical sanctiana sin mayor
especificación ni aclaración doctrinal, es decir, como si ambas
corrientes lingüísticas compartieran idénticos patrones
doctrinales, lo cual está muy lejos de la realidad. Y es que,
aunque los modistae a finales del período bajomedieval y el
Brocense en la segunda mitad del XVI persigan un mismo objetivo de
universalidad y cientificidad lingüística, lo hacen desde
posiciones metodológicas no ya diferentes, sino opuestas completa y
diametralmente. Y este es un aspecto de gran importancia al que ni
se le presta ni se la ha prestado la atención suficiente a pe- sar
de que es fundamental para interpretar correctamente la
originalidad y el alcance lingüístico de ambas teorías
gramaticales.
Veamos brevemente, por tanto, lo marcado y significativo de estas
irreconciliables diferencias, examinando, en primer lugar, los
grandes temas y principios teóricos y metodológicos del modismo
que, aun hoy en día, por su complejidad e indefinición, se prestan
a equívoco y confusión7.
2. La teoría modista: una gramática profunda de enunciados
correctos y estándares
Es hacia el último tercio del siglo XIII en el entorno averroísta
de la Universidad de París donde se componen los primeros tratados
de modis significandi, y ello marcaría el surgimiento definitivo de
la teoría modista8. O dicho en términos más significa- tivos,
surgía, por vez primera en la historia de la lingüística, una
teoría general del lenguaje de base universal y científica en lo
que puede ser considerado una auténtica revolución teórica y
metodológica. Y es que los modistae, para la configuración de su
gramática universal, dejan atrás una metodología de análisis con
más de mil cuatro-
7 La gramática modista, por su elevada complejidad teórica, falta
de claridad en determinados aspectos básicos y medulares, y
ausencia de definiciones de los constituyentes esenciales del
sistema (primum-secundum, dependens-terminans, etc.), no resulta de
fácil interpretación ni análisis para los especialistas y
estudiosos modernos. Y ello ha determinado interpretaciones
confusas y divergentes sobre la presencia, operatividad y alcance
de ciertas nociones lingüísticas clave en la teoría sintáctica
modista: elipsis, estructura profunda/ estructura superficial,
concordancia/régimen, etc.
8 El De modis significandi de Martín de Dacia es considerado el
primer tratado propiamente modista conservado. Su fecha de
composición suele fijarse, a partir de diferentes datos tanto
internos como externos, en torno a 1270.
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cientos años de vigencia, es decir, rompen con la gramática
esencialmente práctica y normativa que había imperado hasta
entonces para desarrollar una nueva y revo- lucionaria teoría de
análisis lingüístico de carácter general y alcance
universalista9.
En tan innovadora teoría la pieza básica y medular es el conocido
concepto de mo- dus significandi que permite designar una misma
entidad con un significado básico (significatio) de maneras
diferentes en virtud de un significado adicional (consignifi-
catio), por ejemplo, como un suceso estático, una acción en proceso
o una cualidad (‘estudio’, ‘estudiar’, ‘estudioso’…)10. Dicha
característica propiedad designativa (consignificatio) se explica y
se justifica a partir de la analogía simétrica y sin prece- dentes
que los modistae establecen entre los planos de la realidad, del
entendimiento y del lenguaje, premisa indispensable para establecer
la conclusión universalista de su teoría: si la estructura de la
realidad es la misma para todos, entonces la gramática también ha
de serlo11. La gramática se convierte así para los modistae en el
estudio de los diferentes modi significandi característicos de cada
parte de la oración.
Y sobre este nuevo marco conceptual de base ontológica y cognitiva
los modistae configuraron su elaborada teoría sintáctica. Al
respecto, la crítica, en general, sos- tiene que la sintaxis es el
fin último de la teoría modista y también su apartado más
relevante. Tal afirmación, sin embargo, ha de asumirse con muchas
precauciones. Lo único cierto es que el apartado dedicado a la
teoría sintáctica se ha perdido en la mayoría de tratados y
manuales. De hecho, solo en dos de las obras editadas, la de Martín
de Dacia (ca. 1270)12 y Tomás de Erfurt (ca. 1300)13, es posible
encontrar completa la sección de sintaxis (diasynthetica). Las
Quaestiones super Priscianum Minorem de Rodolfo Brito (ca. 1300)14
pueden añadirse a este reducido listado, aun- que solo sensu lato,
pues la obra de Brito no constituye una gramática al uso, sino una
recapitulación y discusión teórica sobre diferentes planteamientos
problemáti- cos de carácter sintáctico. Conservamos, asimismo,
algunas secciones de sintaxis de la Summa modorum significandi de
Siger de Courtrai (ca. 1320)15, pero en lo sustan- cial su
tratamiento de la sintaxis también se ha perdido.
Sea como fuere, y a pesar de estas limitaciones, los textos
conservados –por su profundización teórica– ofrecen un excelente
testimonio sobre el modelo sintáctico modista. Dicho modelo está
conformado, tanto en los primeros años de desarrollo del modismo
como en la última etapa de mayor madurez teórica, por tres etapas
sucesivas o passiones grammaticales según la nueva y precisa
terminología modista
9 El paso de ars a scientia supone un salto cualitativo de
fundamental importancia en la teoría gramatical de la Edad Media,
cf. Rosier (1983, 23ss.)
10 El término modus significandi fue adoptado, según Thurot (1964,
50), de Boecio. Aunque el concepto se registra en la Baja Edad
Media con anterioridad a la configuración del género de modis
significandi en autores como Abelardo, Bernard de Chartres o Pedro
Helías, lo cierto es que solo en los tratados modistas aparece como
concepto clave y vertebrador de la teoría gramatical. Sobre la
problemática conceptual que este término medular plantea en los
tractatus y comentarios de modis significandi, cf. Roos (1961, 8),
Pinborg – Roos (1969, 62-86).
11 La relación simétrica entre realidad, entendimiento y lenguaje
es el fundamento sobre el que los modistae levantan su teoría de la
gramática, una gramática que, al tener una base ontológica y
cognitiva igual para todos, aspira a ser universal, cf.
Bursill-Hall (1971, 13, 35 y 332-336; 1976, 165), Kelly (1977,
123), Rosier (1981, 61), Stéfanini (1994b, 63).
12 Vid. Roos (1961, 85-118). 13 Vid. Bursill-Hall (1972, 272-321).
14 Vid. Enders – Pinborg (1980, 89-436). 15 Vid. Pinborg (1977,
1-33).
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derivada de la física de Aristóteles16: constructio o unión de dos
palabras, congruitas o formación correcta de la construcciones, y
perfectio o completud de un enuncia- do17. Estas tres passiones se
superponen entre sí en un orden ascendente. O dicho de otro modo,
cada nivel presupone al que le precede (manifiestum est quod
constructio prior est congruitate et congruitas perfectione)18.
Todo ello en busca de la finalidad última de la oratio perfecta y,
por ende, de la gramática según la consideración mo- dista:
comunicar un pensamiento completo en la mente del oyente, es decir,
lograr la función comunicativa19.
Pero este cuadro general teórico y metodológico del modismo
encierra en su mis- ma formulación el gran problema y también la
gran contradicción y paradoja de la teoría sintáctica modista que
la crítica, centrada de manera prioritaria en subrayar las
similitudes y paralelismos –que, evidentemente los hay– entre la
gramática mo- dista, la sanctiana y la lingüística moderna, no
enfatiza o pasa por alto a pesar de su fundamental importancia. Y
es que, desde el momento en que en la sistematización teórica
modista se establece como principio básico y medular que el nivel
de la per- fectio presupone al de la congruitas20, solo es posible
alcanzar esa anhelada función comunicativa de un modo muy limitado,
el que atañe única y exclusivamente a los enunciados correctos,
canónicos y estándares, nada más. El resto de enunciados de una
lengua que, a pesar de su impropiedad –o fingida impropiedad
gramatical– y ca- rácter figurado, tienen pleno éxito y sentido en
la realidad comunicativa se rechazan y se excluyen por sistema de
la teoría sintáctica modista21.
Sin embargo, la fácil y simplista solución adoptada por el modismo
de apartar de la gramática, sin más, los enunciados figurados al no
poder explicarlos, eviden- temente, planteaba múltiples
dificultades y problemáticas de aplicación. Es preciso, por tanto,
rastrear y revisar las alusiones a esta cuestión presentes desde el
comienzo hasta el final del género en los tratados De modis
significandi conservados. De este modo, será posible determinar con
precisión cuál es la relevancia y el tratamiento teórico que la
exclusión de las construcciones figuradas alcanza en el sistema
gra- matical modista.
Por lo que a la primera generación de gramáticos modistas se
refiere (1270-1285) y, más concretamente, al tratado de Martín de
Dacia –aunque muy completo y exhaus- tivo, único texto sintáctico
conservado de este primer período–, sorprende y decepcio-
16 Cf. Beuerle (2010, 276): Tatsächlich verweist der Begriff passio
auf die der mittelalterlichen und modistischen Konzeption der
Syntax zugrunde liegende Vorstellung, dass die Formierung von
Wörtern zur Rede der Bewe- gung von Dingen im Raum entspricht. Die
einzelnen partes orationis sind damit Dinge, die eine Bewegung,
erleiden bzw. erfahren (pati), indem sie durch bestimmte
Abhängigkeiten, die sich wiederum aus ihren verschie- denen
Bezeichnungsweisen ergeben, zueinander hingezogen oder voneinander
getrennt warden.
17 Vid. Roos (1961, 85-115) y Bursill-Hall (1972, 272-320). 18 Vid.
Roos (1961, 87). 19 Roos (1961, 113), Bursill-Hall (1972, 316). 20
Roos (1961, 115), Bursill-Hall (1972, 318). 21 Como se sabe, toda
construcción figurada (figurativa constructio) se caracteriza por
la presencia de una
impropiedad en la ordenación habitual de los elementos de una
construcción; pero se trata de una impropiedad que, a diferencia
del uitium, siempre se produce y se justifica por una razón (ratio
excusans). De este modo, el discurso figurado no rompe ni la
claridad ni el sentido de la comunicación. Por ejemplo, en la
construcción figurada populus currunt la impropiedad toma la forma
de falta de correspondencia entre el número singular del sujeto
(populus) y el plural del verbo (currunt), pero se justifica por la
característica de nombre colectivo del sustantivo populus que, a
pesar de estar en singular, hace referencia a un grupo de personas.
Por ello, aunque en este tipo de construcciones la corrección
gramatical está rota, el sentido se mantiene y la comunicación se
logra de manera exitosa.
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na al mismo tiempo no encontrar ningún tipo de argumentación
teórica justificativa para una cuestión tan esencial como la no
aceptación del discurso figurado.
De este modo, en el tratamiento por parte del filósofo de Dacia de
las construc- tiones intransitivae a parte post se buscará en vano
una explicación sobre la elip- sis del suppositum implícito en las
construcciones con verbo vocativo: (ego) vocor Iohannes (Roos 1961,
105). Y más significativo resulta aún el vacío explicativo en el
apartado que Martín dedica al análisis de la perfectio gramatical
donde critica expresamente a quienes defienden y sostienen que en
las construcciones figuradas el nivel de la perfectio no presupone
al de la congruitas: perfectio non praesupponat congruitatem (Roos
1961, 112). La crítica va dirigida, por tanto –con todo lo que ello
conlleva–, contra quienes rechazan y no admiten el principio básico
y medular de corrección lingüística modista por lo que a las tres
passiones grammaticales se re- fiere. Sin embargo, y contrariamente
a lo que cabía esperar, Martín se limita a negar la opinión en
cuestión y nada más (Roos 1961, 112-113). No hay ninguna razón ex-
plicativa ni tampoco ningún argumento probatorio. El vacío extraña
en gran medida desde una perspectiva actual: la toma de postura más
relevante y controvertida de la gramática modista no se apoya con
ningún tipo de argumentación teórica.
En la segunda generación de gramáticos modistas (1285-1310) la
complejidad y precisión de la doctrina alcanzan su culmen. En
sintaxis el marco teórico de Martín se mantiene en términos
generales, pero se revisa y perfecciona en algunas cuestio- nes
para lograr un sistema lo más coherente posible.
En esta dinámica de mayor exhaustividad y rigor doctrinal se
insertan algunas precisiones que atañen al análisis del discurso
figurado en el modismo. Pero se trata, en cualquier caso, de
precisiones sumamente parcelarias que no abordan la proble- mática
en su conjunto ni de una manera sistemática. Estas innovaciones en
la teoría son introducidas por quienes son considerados, sin duda,
los filósofos más repre- sentativos e influyentes de esta última
etapa de desarrollo modista: Rodolfo Brito y Tomás de Erfurt.
En efecto, Rodolfo Brito en su obra principal, Quaestiones super
Priscianum Minorem22, establece en el nivel de la congruitas
gramatical una importantísima dis- tinción –no presente en la
teoría de Martín– entre congruitas secundum sensum y congruitas
secundum intellectum. Especial relevancia e interés merece esta
última consideración, pues para el gramático bretón la congruitas
secundum intellectum posibilita la gramaticalidad de enunciados con
el sujeto elíptico23. Y en esta misma línea de innovación teórica,
y dada la superposición ascendente –ya señalada– de las tres
passiones sermonis, Rodolfo introduce idéntica consideración
también en su análisis de la perfectio al distinguir entre
perfectio secundum sensum y perfectio se- cundum intellectum. Con
la perfectio secundum intellectum Rodolfo hace referencia a los
enunciados completos en virtud del entendimiento24.
Apenas unos años más tarde, Tomás de Erfurt asume plenamente la
novedosa distinción establecida por el gramático bretón25 y la
incorpora –otorgándole plena
22 En su obra culmen Rodolfo Brito aborda diferentes aspectos
controvertidos y discusiones en torno a la teoría sintáctica
modista. Sigue para su composición en gran parte la estructura del
Priscianus Minor, si bien se añaden una serie de quaestiones
introductorias dedicadas a los problemas universales de la
gramática, cf. Enders − Pin- borg (1980, 89-96).
23 Enders − Pinborg (1980, 341). Cf., asimismo, Enders − Pinborg
(1980, 180-181). 24 Enders − Pinborg (1980, 180). 25 Bursill-Hall
(1972, 312, 314 , 318). Cf. Covington (1984, 70).
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validez teórica– al manual modista de referencia y de mayor
influencia y difusión, su Grammatica Speculativa fechada en torno
al 130026.
Por supuesto, la distinción ad sensum / ad intellectum, presente ya
en las Quaes- tiones de Rodolfo Brito y heredada por Tomás de
Erfurt, supone una reflexión lin- güística sugerente y también
interesante respecto a la primera generación de gramá- ticos
modistas. Pero tal consideración no significa, como a menudo se ha
pretendido, que en la gramática modista se opere ya con un doble
nivel del lenguaje. Y ello se demuestra con total evidencia a
partir de dos razones: primera, y en un nivel general de
formulación teórica, porque la distinción entre gramática
superficial y real no tie- ne cabida –de ningún modo– en la
elaborada sistematización modista que solo opera, por definición,
con una gramática de enunciados correctos y estándares; y segunda,
y en un plano concreto de aplicación, porque en la gramática de
modis significandi la referencia a enunciados implícitos se limita
única y exclusivamente a la elipsis del sujeto pronominal sin
profundizar ni ir más allá en el análisis27.
Lo cierto es que las construcciones con el sujeto elidido –lego–
constituían una problemática de alcance y un desafío para el
modismo. Y es que, debido a su frecuen- cia de uso, este tipo de
construcciones no podían quedar excluidas sin más –como el resto de
enunciados anómalos– de la gramática. Pero, al mismo tiempo, ello
im- plicaba dar entrada en el exhaustivo y canónico sistema de
modis significandi a una serie de enunciados no completos y, por
tanto –según la consideración modista–, no correctos desde un punto
de vista lingüístico. La contradicción resultaba evidente; la
aporía, insalvable.
Y es la necesidad de ofrecer algún tipo de explicación a una
incoherencia tan flagrante en el sistema lo que, a nuestro juicio,
dicta y determina la innovación que Rodolfo Brito y Tomás de Erfurt
proponen en los niveles de perfectio y congruitas. No olvidemos que
en la segunda etapa de desarrollo modista (ca. 1300-1310) la teoría
alcanza su máximo apogeo precisamente en función del esfuerzo
realizado por los autores de este segundo período para perfeccionar
el sistema heredado en sus puntos más polémicos.
El problema es que la respuesta aportada por Brito y Tomás de
Erfurt –aunque interesante desde un punto de vista lingüístico–,
por su imprecisión y carácter reduc- cionista, al aplicarse solo a
los enunciados con sujetos sobreentendidos, está muy lejos de
solucionar la problemática del discurso figurado en el modismo. Muy
al contrario, la distinción ad sensum / ad intellectum plantea, de
manera inevitable, nuevos interrogantes sin respuestas a nivel de
concepción teórica general y pone aún más en evidencia las
contradicciones e inconsecuencias de un sistema que es preso del
principio que lo sustenta: la exclusión del discurso
figurado.
En efecto, la distinción ad intellectum que tanto Brito como Tomás
de Erfurt proponen parece plantear la existencia de una estructura
aún más profunda en el sis- tema; pero esa estructura aún más
profunda ni se explica ni se define ni se delimita y, además, se
aplica, de forma unilateral, solo y exclusivamente a los enunciados
con
26 La Grammatica Speculativa de Tomás de Erfurt reemplazó
rápidamente, a inicios del XIV, a la de Martín de Dacia como manual
de referencia y, además, tuvo una presencia muy significativa en la
escuela de Centroeuropa en este período, cf. Pinborg (1967,
131).
27 Vid. Bursill-Hall (1972, 312): […] contingit in uerbis primae et
secundae personae, in quibus intelligitur sup- positum, y
Bursill-Hall (1972, 318). Asimismo, cf. Enders − Pinborg (1980,
198, 215-218).
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el sujeto elidido28. Todo lo cual añade aún mayor confusión y
equívoco a la teoría lingüística modista en relación al discurso
figurado.
Con todo –y es fundamental subrayar esta idea–, incluso en la
explicación de los enunciados con el sujeto sobreentendido, los
modistae se aferran y no renuncian a los principios básicos y
definitorios de su teoría. Y dicha teoría implica, como se ha
señalado, el rechazo per se de un doble nivel de descripción
lingüística y también, por ende, de la figura de construcción. Así,
para los modistae entre dos enunciados como lego y ego lego hay una
equivalencia total y absoluta, es decir, no hay en- tre ellos la
más mínima diferencia de significado y el pronombre personal ego no
adquiere, por tanto, valor de oposición alguna. La única diferencia
estriba en que en ego lego la construcción es ad sensum –los dos
constituyentes están expresos–, mientras que en lego la
construcción es ad intellectum– uno de los constituyentes es
percibido por el intelecto–; pero el valor semántico es, según la
consideración mo- dista, idéntico en ambos casos29:
GRAMÁTICA MODISTA ego lego = lego
Identidad semántica plena (ego → no valor de oposición)
En definitiva, la revisión, a través de los distintos tratados y
manuales de modis significandi conservados, de una cuestión tan
esencial en el modismo como la ex- clusión del discurso figurado
pone sorprendentemente de manifiesto la ausencia de cualquier tipo
de reflexión teórica al respecto. Es como si los modistae dieran
por asumida, sin más, dicha exclusión en su sistema y no sintieran,
por tanto, la necesi- dad de explicarla y justificarla con razones
y argumentos probatorios. Sin embargo, resulta sumamente intrigante
desde nuestra perspectiva que en un sistema tan elabo- rado y
preciso como el modista el porqué de la no aceptación del discurso
figurado –principio lingüístico de fundamental alcance– no tenga
respuesta.
Con todo, y a nuestro juicio, tan sorprendente vacío teórico tiene
una explicación, solo que esa explicación no se halla en una
perspectiva lingüística sincrónica, sino diacrónica. Y es que no es
la etapa modista en sí, sino en la inmediatamente anterior donde
hay que situar –según nuestra opinión– el tratamiento, el debate y
la subsi- guiente solución que en el último cuarto del siglo
adoptarán los modistae respecto a la problemática del discurso
figurado y para la que ellos ya no ofrecerán explicación teórica
alguna por considerarla conocida y asumida a partir de la
generación de gra- máticos previa.
En efecto, la radical y relevante toma de postura del modismo en
este sentido no es ni tan casual ni tan sorprendente como en
principio pudiera parecer, pues, en rea-
28 Cf. Bursill-Hall (1971, 332): «It is reasonable to say that the
Modistae, by the very nature of their theoretical criteria, were
concerned with deep structure almost to the total exclusion of
surface grammar». Sin embargo, el papel de la «gramática
superficial» en el modismo, por la complejidad y falta de precisión
del elaborado sistema gramatical modista, no siempre ha sido bien
interpretado por estudiosos y especialistas.
29 Rodolfo Brito es el gramático modista que desarrolla con mayor
detenimiento y exhaustividad teórica la explicación de los
enunciados con el sujeto sobreentendido, uid. Enders − Pinborg
(1980, 215-218). Cf. Rosier (1983b, 34).
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lidad, responde a la evolución de las ideas lingüísticas en la
primera mitad del siglo XIII, etapa gramatical, en general, poco
conocida, estudiada y valorada, que recibe la vaga denominación de
período premodista y que abarca, aproximadamente, del 1200 al
126030. Ensombrecidas y eclipsadas en gran medida por los logros y
hallazgos del modismo, las obras premodistas contienen, no obstante
–a pesar de que, a menudo, no se les presta la atención que
merecen– muchas de las claves interpretativas de la posterior
sistematización modista. Entre ellas, a nuestro juicio, la que
atañe a la no aceptabilidad de los enunciados figurados. Es
obligado, por tanto, revisar y analizar brevemente cómo se afronta
y dirime en la primera mitad del siglo la compleja pro- blemática
sobre la legitimidad o no del discurso figurado, pues en dicha
controversia se hallan las coordenadas lingüísticas que explican y
justifican el rompedor posicio- namiento del modismo en este
sentido.
3. El discurso figurado en la gramática premodista: los
antecedentes del posterior enfoque modista
Lo cierto es que mucho antes de la primera mitad del siglo XIII, ya
desde el inicio mismo de la reflexión sintáctica latina, es decir,
en las propias Institutiones de Pris- ciano (s. VI d.C), es posible
hallar apuntes más que interesantes sobre la contraposi- ción entre
gramaticalidad e inteligibilidad de un enunciado:
Ommis enim constructio, quam Graeci συντξιν uocant, ad intellectum
uocis est reddenda. Itaque per diuersas figuras uariare solent
auctores in constructione ac- cidentia […], quae, quamuis quantum
ad ipsas dictiones incongrue disposita esse uideantur, tamen
ratione sensus rectissime ordinata esse iudicantur (Hertz 1961,
201).
Así pues, toda construcción, denominada por los griegos ‘sintaxis’,
debe atender siempre a la significación de las formas. Ahora bien,
los autores, mediante figuras diversas, suelen variar los
accidentes en la construcción […] de manera que, aunque la relación
parezca incorrecta en cuanto a las formas concretas, sin embargo,
racionalmente, se mostrará correcta (Harto Trujillo 2015,
214).
Pero las significativas palabras del de Cesarea no recibieron
atención ni conside- ración y permanecieron durante muchos siglos
en el olvido. Y es que no es hasta me- diados del siglo XII cuando
el comentarista de Prisciano más conocido e influyente del período
bajomedieval, Pedro Helías, da un paso absolutamente decisivo en
este sentido al distinguir, por vez primera, en la gramática de
Occidente entre ‘congruen- cia morfosintáctica’ (congrua uoce) y
‘congruencia semántica’ (congrua sensu):
Constructio est congrua dictionum ordinatio. ‘Congrua’
intelligendum est tam uoce quam sensu. Tunc est ordinatio dictionum
congrua uoce quando uoces se- cundum sua accidentia congrue sibi
coniunguntur […] Congrua uero sensu est
30 De hecho, contrasta la ausencia, en general, de monografías
dedicadas al análisis del llamado «premodismo» con la multitud de
libros y estudios que centran su atención e interés, de manera
específica, en la teoría modista.
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ordinatio dictionum quando ex dictionibus predicto modo ordinatis
habet auditor quid rationabiliter intelligat siue uerum sit siue
falsum (Reilly 1993, 832)31.
La oración es una ordenación congruente de palabras. ‘Congruente’
debe enten- derse tanto en la forma como en el sentido. De este
modo, hay una ordenación congruente de palabras en cuanto a la
forma cuando las palabras se unen de mane- ra coherente según sus
accidentes […] A su vez, hay una ordenación congruente de palabras
en cuanto al sentido cuando, a partir de las palabras ordenadas
según lo dicho, el oyente es capaz de comprender racionalmente si
lo expresado es ver- dadero o falso32.
Sin embargo, la fundamental distinción de Helías tampoco alcanzó
importancia significativa en el desarrollo gramatical y sintáctico
de la Europa medieval de media- dos y finales del XII33, pues es
solo en la primera mitad del XIII cuando la discusión y el debate
sobre la aceptación o no de las construcciones figuradas pasa a
primer plano de la gramática y alcanza un fundamental e inusitado
protagonismo y alcance. Las razones de esta novedosa relevancia
están más que claras.
Son los gramáticos y teóricos de principios y de mediados del siglo
XIII los que –aunque sin la explicación doctrinal y filosófica del
modismo posterior– defi- nitivamente cambian el rumbo hacia una
reorientación científica y universal de la gramática. Y en ese
proceso de elevación de la gramática a la categoría de ciencia
resultaba imprescindible –por razones obvias– operar con el mayor
número posible de unidades sistematizables y organizadas. Pero las
construcciones figuradas, por definición, quedaban al margen de
cualquier intento de sistematización y uniformi- zación
lingüísticas.
Para solventar la dificultad, los eruditos y tratadistas de la
primera mitad del XIII desarrollan su teoría del doble intellectus.
La meritoria teoría consiste –en términos generales y sin entrar en
particularismos– en la distinción de un intellectus primus cuyo
significado lo configuran las formas lingüísticas del discurso
(modo significan- di) frente a un intellectus sedundus cuyo
significado viene dado no por sí mismo, sino solo en función de la
intención de significar particular del emisor (intentio pro-
ferentis)34. El éxito del discurso figurado hallaba de este modo
justificación, pero,
31 La exigencia de inteligibilidad lleva a considerar a Pedro
Helías enunciados gramaticalmente incorrectos (non congrua uoce),
pero comprensibles para el oyente (congrua sensu). Turba ruunt es
el ejemplo propuesto por el gramático de Poitiers quien aplica ya
la denominación de figura para este tipo de enunciados, (Reilly
1993, 833). En el mismo sentido, pero a la inversa, Helías también
reflexiona sobre las oraciones gramaticalmente correctas (congrua
uoce), pero ininteligibles (non congrua sensu) mediante el ejemplo
Socrates habet ypoteticos sotulares cum cathegoricis corrigiis,
(Reilly 1993, 833). En suma, lo que el gramático de Poitiers
plantea, por vez primera a mediados del siglo XII, es una
problemática tan actual como la de la gramaticalidad frente a la
interpretabilidad de un enunciado, debate lingüístico que, más de
ochocientos años después, Noam Chomsky ha vuelto a abordar en su
célebre y revolucionario Syntactic Structures (1957).
32 Aportamos nuestra propia traducción del texto de Pedro Helías.
33 A pesar del trascendental avance de la teoría sintáctica
occidental en la segunda mitad del XII que halla su mejor
reflejo en la aparición de los primeros tratados dedicados en su
totalidad al análisis sintáctico, no se encuentra en estos primeros
manuales independientes de sintaxis desarrollo doctrinal ni teórico
relativo a la problemática del discurso figurado.
34 En el comentario al Priscianus Minor titulado Sermocinalis
Scientia atribuido a un desconocido «Magister Jordanus» y fechado
en torno a 1240 figura una de las primeras referencias conservadas
a la teoría del doble intellectus, uid. Sirridge (1980, 66). Apenas
unos años más tarde, los dos autores más destacados e influyentes
de mediados del XIII, Robert Kilwardby y Roger Bacon, recogen
también dicha teoría y operan con ella a lo
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al mismo tiempo, dicha explicación rebasaba los límites del
discurso gramatical y lingüístico en sentido estricto. Y es en esta
contradicción donde radica el antecedente y el marco teórico de la
toma de postura modista respecto a los enunciados figurados, pues,
a mediados del XIII y a partir de las posibilidades que ofrecía la
teoría del do- ble intellectus, dos son los enfoques claramente
enfrentados de estudio y análisis de las construcciones figuradas.
Sus principales representantes son también, sin lugar a dudas, las
dos figuras más relevantes del denominado premodismo: el
franciscano inglés Roger Bacon y el dominico –también inglés–
Robert Kilwardby.
Bacon representa la corriente minoritaria en el París de mediados
de siglo, la que defiende situar en el centro mismo de la reflexión
gramatical el discurso figurado. De hecho, al estudio y análisis de
construcciones figuradas y anómalas –con toda la carga de intención
que ello conlleva– dedica el teólogo y filósofo inglés la práctica
totalidad de su relevante Summa Grammatica fechada en torno al
124535. Y es que para el teólogo franciscano el discurso figurado,
al implicar un emisor, un oyente y una particular y específica
situación comunicativa, resulta más perfecto, más rico y más
completo que el propiamente gramatical. Y no por propugnar la
necesidad de estudiar ambos tipos de discursos, tanto el común como
el figurado, renuncia Bacon a la pretensión de universalidad del
lenguaje que cifra en una genuina labor filológica de cotejo y
análisis de similitudes esenciales entre lenguas distintas36.
Sin embargo, en la Facultad de Artes de la Universidad parisina era
otra la co- rriente de pensamiento lingüístico que por entonces
triunfaba y se imponía. Su ideó- logo no era otro que Robert
Kilwardby, posiblemente, el pensador y erudito más influyente no ya
del siglo XIII, sino de la Baja Edad Media en general.
La fundamentación científica y universal de la gramática, apoyada
en la física aristotélica, articula siempre la exposición doctrinal
del dominico inglés. La pre- sentación más completa a este respecto
figura en su obra De Ortu Scientiarum (ca. 1250)37. Y también se
recogen diferentes apuntes y explicaciones de esta equipara- ción
en el Comentario al Priscianus Minor, la principal obra gramatical
del filósofo inglés de gran influencia posterior y texto de
referencia clave para la siguiente gene- ración de gramáticos
modistas38.
En la exposición de sus ideas gramaticales Robert Kilwardby dedica
amplio espa- cio y considerable atención al análisis de las figuras
de construcción; pero el enfoque y la orientación que el filósofo
inglés propugna al respecto es justamente el contra- rio al de
Bacon. En efecto, en su afán de conferir a la gramática el estatus
de una ciencia de carácter universal –directriz esencial de toda su
obra– Kilwardby choca irremediablemente con una amplia serie de
enunciados que no se ajustan a las reglas generales de la
gramática. Se trata de enunciados anómalos que abarcan desde
los
largo de su análisis gramatical y lingüístico, uid. Kilwardby (SPM,
Cambridge 191, ff. 185v-186r) y Kilwardby (SPM, Oxford 119, f.
84v); Steele (1940, 17-27). Cf. Kneepkens (1983, 128).
35 Steele (1940, 1-190). En la primera parte de su Summa Grammatica
Bacon expone los principios que rigen las construcciones figuradas,
(Steele 1940, 1-73); en la segunda el franciscano inglés analiza
distintas construcciones anómalas, (Steele 1940, 74-129); y en la
tercera discute ejemplos –varios tratados ya previamente– que
presentan alguna dificultad sintáctica especial, (Steele 1940,
129-190).
36 Cf. Nolan − Hirsch (1902, 27): grammatica una et eadem est
secundum substantiam in omnibus linguis, licet accidentaliter
uarietur.
37 Cf. Alessio (2011, 107-135). 38 La falta, no obstante, de una
edición definitiva del Comentario al Priscianus Minor de R.
Kilwardby dificulta en
gran medida el análisis exhaustivo y preciso del mismo.
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casos de la licencia poética y crítica literaria hasta aquellos que
pueden explicarse mediante el recurso a ciertas reglas particulares
de la gramática39.
Para lograr justificar el funcionamiento de todos estos enunciados
impropios, el filósofo recurre en todos los casos sin excepción a
la teoría del doble intellectus40 y, más en concreto, a la
intención particular del emisor (intentio proferentis)41.
Kilwardby conseguía, de este modo, mantener dentro de la gramática
–de manera razonada– todos los enunciados que se desviaban de la
norma. Pero, al mismo tiem- po, aunque no los excluía, sí los
apartaba de la gramática general y canónica, la que realmente
–según el dominico inglés– debía ser objeto de análisis y
consideración por su condición de ciencia y alcance universalista.
Y, además, la gramaticalidad que el filósofo inglés confería a los
enunciados anómalos resultaba extremadamen- te limitada, pues
dependía tan solo de una intención particular e idiosincrática del
emisor42.
Por lo tanto, Robert Kilwardby, con su marcada distinción entre el
discurso co- mún y el discurso figurado, y la preeminencia absoluta
del primero sobre el segun- do, establecía ya las bases teóricas
que iban a marcar la evolución del pensamiento lingüístico en las
décadas siguientes. Y es que de aquí a la definitiva exclusión de
la gramática del discurso figurado no había apenas espacio.
Solo faltaba dar un último paso que los modistae dieron con suma
facilidad en función de uno de los postulados clave de su teoría,
el que establecía el modus sig- nificandi como principio único de
corrección de todo enunciado. En efecto, según la consideración
modista, la corrección del enunciado depende única y exclusivamente
de las propiedades intrínsecas de sus constituyentes y no de su uso
o de factores extrínsecos, semánticos o subjetivos: ni el emisor ni
su intención significativa con- ciernen ni interesan, por tanto, lo
más mínimo al gramático modista.
En suma, los filósofos modistas, con la base doctrinal y teórica
del dominico R.
39 De este modo, para R. Kilwardby dos oraciones como Ego et tu
disputamus y Urbem quam statuo uestra est responden a un único e
idéntico patrón de funcionamiento. Y es que, según la perspectiva
teórica del filósofo inglés, todo enunciado figurado constituye una
impropiedad producida por una razón (ratio) que tiene, a su vez, un
doble aspecto: la razón por la que la impropiedad se debe cometer
(ratio qua debet fieri), relacionada con lo que se quiere expresar;
y la razón por la que la impropiedad se puede cometer (ratio qua
potest fieri), vinculada a las reglas fundamentales de la sintaxis
y a las partes del discurso involucradas, uid Kilwardby (SPM,
Oxford 119, f. 81r) y (SPM, Cambridge 191, f. 181v): Habito quod
sit figura, iam patet ex dictis quaestio secunda, scilicet quid
sit; est enim improprietas ratione excusata quia quae non excusatur
uitium est. Kilwardby (SPM, Oxford 119, f. 81r) y (SPM, Cambridge
191, f. 181v): Est autem figura constructionis improprietas
proueniens in ordinatione constructibilium rationabiliter dicta.
Cf. Sirridge (1990, 322-323), Rosier (1998, 198-199).
40 Kilwardby (SPM, Oxford 119, f. 84v) y (SPM, Cambridge 191, f.
185v): Primus intellectus est qui prius cadit in apprehensionem,
scilicet qui consistit ex modis significandi dictionum. Secundus
est qui secundo comprehenditur, scilicet qui consistit ex
significatis dictionum. Cf. Kneepkens (1983, 125-126) y Sirridge
(1990, 325).
41 El empeño de R. Kilwardby por explicar y analizar las
impropiedades poéticas y literarias como las de carácter gramatical
(silepsis, euocatio, etc.) tiene una justificación en el papel que
el dominico inglés otorga en su modelo de análisis a la ratio qua
debet fieri. Por eso, desarrolla el modelo explicativo de la ratio
excusans en el que concede un papel esencial a la ratio qua debet
fieri asociada per se a la intentio proferentis; y, por eso, lo
aplica a todos los tipos de enunciados anómalos sin excepción,
también a aquellos –como los casos de silepsis o euocatio– en los
que la alusión a la intención particular del emisor no es en
absoluto necesaria para su explicación.
42 El dominico inglés aclara con precisión el tipo de
gramaticalidad que corresponde al discurso figurado (oratio
figurativa). Kilwardby (SPM, Oxford 119, f. 84v) y (SPM, Cambridge
191, f. 186r): Si quantum ad intellectum significatum, absolute
loquendo, talis est oratio incongrua, quamuis rationem habeat et
ita secundum quid sit congrua, scilicet secundum intellectum
proferentis. Cf. Rosier – Libéra (1986, 71-74), Sirridge (1990,
325-326).
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Kilwardby, rechazan por principio y por sistema la distinción de un
doble nivel del lenguaje y el empleo de la figura de construcción,
pues operan –al margen del uso y de la semántica– solo en un nivel
intrínseco de corrección y gramaticalidad lingüís- ticas. Y el
resultado último de este posicionamiento tan radical será la
reducción de la gramática por parte de los modistae a un conjunto
de enunciados canónicos aleja- dos por completo de la realidad y
riqueza de la comunicación humana que implica siempre y, de manera
inevitable, un emisor, un receptor y una singular situación
comunicativa:
Expuestos, por tanto, en sus líneas generales los principios
básicos del modismo,
revisemos ahora las marcadas diferencias con la gramática sanctiana
que se revelan con total y absoluta evidencia.
4. La gramática sanctiana: el estudio racional y sistemático del
discurso figurado
En 1587, tras la publicación de la pequeña Minerua, de las
Institutiones y de los Pa- radoxa, Francisco Sánchez de las Brozas
publica la Minerua seu de causis linguae latinae, su obra
gramatical cumbre y de importancia capital y decisiva en la teoría
lingüística de corte racional y teórico posterior43.
Y es que desde el inicio mismo de su Minerua el Brocense deja clara
–al margen de los propósitos prácticos y didácticos– la perspectiva
teórica, general y filosófica que guía, de principio a fin, su
obra:
Quae causa fuit ut has nostras uigilias «Mineruam seu de causis
linguae latinae» inscriberemus? Quia cuiuslibet quaestionis causas
et uera principia eruere cona- mur […] (Sánchez Salor – Chaparro
Gómez 1995, 42).
¿Por qué llamé Minerva o Causas de la lengua latina a este producto
de mis insom-
43 Cf. Breva Claramonte (1980, 351-371), Sánchez Salor (2002,
197-217; 2012, 405-503).
GRAMÁTICA
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nios? Porque pretendo descubrir la causa y el verdadero principio
de cada cuestión […] (Sánchez Salor – Chaparro Gómez 1995,
43).
La finalidad última es, por tanto, investigar las causas y
fundamentos generales de la lengua latina, yendo más allá de la
pura linealidad y concreción material del texto. Se trata, en suma,
de elaborar una gramática de carácter universal. Y es que, en el
siglo XVI el Brocense –como los modistae tres siglos antes–
persigue también un mismo objetivo de universalidad lingüística;
pero, a diferencia de los filósofos cultivadores del género de
modis significandi, el gramático de las Brozas no excluye las
anomalías de uso de su gramática, sino que, muy al contrario –y
aquí radica la diferencia esencial–, las convierte en objeto de
estudio y análisis sistemático de su obra gramatical.
Y en este sentido, el Brocense otorga a la sintaxis la posición
medular de su trata- do44. De hecho, de los cuatro libros que
conforman la Minerua tres están dedicados al análisis
sintáctico.
Libro I: Revisión crítica de las partes orationis. Libro II:
Constructio del nombre Libro III: Constructio del verbo. Libro IV:
Sintaxis figurada
Pero lo que el gramático de las Brozas estudia y analiza en esos
tres libros son construcciones del uso de la lengua latina, es
decir –y en marcada contraposición con la teoría sintáctica
modista–, construcciones anómalas e imperfectas. A partir de ahí,
el modo de proceder del Brocense a lo largo de toda su obra
consiste en explicar y analizar dichas anomalías de uso (usus)
desde una perspectiva racional y teórica (ra- tio) en función del
principio metodológico básico y medular que vertebra su teoría: la
distinción de dos niveles de descripción lingüística45.
Y es que en la teoría gramatical sanctiana, como se sabe, juega un
papel meto- dológico esencial la distinción entre un nivel de
estructura profunda y racional de reglas abstractas y teóricas, y
un nivel de estructura superficial o de realización sin- táctica
que los modistae, en cambio, como se ha señalado a lo largo de este
estudio, rechazan por principio y por sistema.
Asimismo, la figura de construcción que los modistae sitúan fuera
de los límites de la gramática adquiere, por el contrario,
importancia capital y decisiva en la me- todología sanctiana como
un mecanismo propiamente metalingüístico que permite explicar los
desajustes que se producen entre el nivel de ratio y el de
usus.
De las cuatro figuras que el Brocense acepta, siguiendo, en líneas
generales, el sistema cuatripartito introducido por Linacro46
–elipsis, pleonasmo, silepsis e hipér- baton47– la preeminencia de
la elipsis resulta evidente. De hecho, la elipsis constitu-
44 Desde el inicio mismo de su Minerua el Brocense identifica
syntaxis y oratio que para el humanista extremeño constituyen la
finalidad del análisis gramatical, Sánchez Salor − Chaparro Gómez
(1995, 46): Sed oratio siue syntaxis est finis grammaticae.
45 Cf. Codoñer Merino (1988, 177-182), Mañas Núñez (1994, 75-85),
Sánchez Salor (1996, 39-48; 1998, 748-749; 2002, 493-519).
46 Vid. Harto Trujillo (1998, 468). 47 Sánchez Salor − Chaparro
Gómez (1995, 438).
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ye la base y el eje medular de la doctrina gramatical sanctiana,
pues, en función de la teoría de la elipsis, el humanista extremeño
explica, de manera sistemática, múltiples anomalías de uso respecto
a la ratio gramatical48. Entre las más importantes cabe señalar la
elipsis de un acusativo de la misma raíz que el verbo en los
considerados por la tradición como uerba neutra49; la omisión de un
nominatiuus cognatus en los comúnmente denominados verba
impersonalia50; la supresión de un sustantivo siempre que un
genitivo o un adjetivo aparecen solos51; o el sobreentendimiento de
los pronombres personales ego, tu, nos y uos en las primeras y
segundas personas de los verbos52.
Y este último ejemplo resulta especialmente significativo como
reflejo de la con- trapuesta perspectiva metodológica del Brocense
y los modistae frente al análisis sintáctico. Y es que, mientras
que para los cultivadores del género de modis sig- nificandi la
equivalencia entre dos enunciados como ego lego y lego es –según se
ha visto– total y absoluta, para el Brocense, en cambio, en función
de su diferente patrón metodológico, la supresión o elipsis de
cualquier palabra a nivel formal im- plica siempre y necesariamente
un cambio a nivel semántico. De este modo, para el gramático de las
Brozas, dado que el verbo ya indica por sí mismo la categoría de
persona, la presencia del pronombre en nominativo (ego) expresa
siempre un valor semántico adicional de oposición, énfasis,
etc53:
En suma, en la Minerua del Brocense también se opera con reglas
generales y
reglas universales de funcionamiento gramatical, pero aplicadas –en
radical oposi- ción a lo que sucede en la sistematización modista–
a las anomalías de uso a fin de analizarlas y explicarlas de manera
racional y teórica.
5. Conclusión
A partir del análisis comparativo de la gramática modista y de la
gramática sanctiana
48 Cf. Dillinger (1974, 184-207), Clerico (1983, 43-56), Hernández
Terrés (1984, 13-67), Colombat (1993, 218- 229), Sánchez Salor
(2002, 569-579).
49 Sánchez Salor − Chaparro Gómez (1995, 240, 444). 50 Sánchez
Salor − Chaparro Gómez (1995, 226-232, 442-444). 51 Sánchez Salor −
Chaparro Gómez (1995, 72, 128, 130, 132, 134, 136, 164, 190, 446,
448, 456). 52 Sánchez Salor − Chaparro Gómez (1995, 450). 53
Sánchez Salor − Chaparro Gómez (1995, 450).
GRAMÁTICA SANCTIANA
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desarrollado a lo largo de esta investigación se comprueba con
claridad –a pesar de la confusión general que existe en torno a
esta cuestión– que los dos principios metodo- lógicos clave sobre
los que se asienta la doctrina sanctiana, es decir, la distinción
de dos niveles de descripción gramatical y el recurso a la figura
de construcción como un mecanismo de explicación lingüística, son
rechazados por principio y por sistema en el modelo teórico
modista.
Y es que el modismo –con la referencia doctrinal, como se ha
comprobado, del premodista y dominico inglés Robert Kilwardby
–asienta la finalidad científica y universal de su teoría en una
lengua general, abstracta y canónica, alejada de su uso y también,
en consecuencia, de la riqueza comunicativa propia, característica
y con- sustancial a toda lengua.
La Minerua del Brocense no supone, por tanto, contrariamente a lo
que con fre- cuencia se afirma, un retorno a posicionamientos
modistas, pues el gramático ex- tremeño fundamenta por vez primera
la intención universalista en el lenguaje en la práctica y en
situación, es decir, en la propia realidad comunicativa y no fuera
de ella como lo habían hecho los estudiosos del modus significandi.
Al proceder de este modo, el gramático de las Brozas dio un paso
absolutamente decisivo en el estudio de los universales
lingüísticos de cuya importancia da muestra su notabilísima in-
fluencia y trascendencia posterior.
Misma finalidad de universalidad lingüística
GRAMÁTICA MODISTA GRAMÁTICA SANCTIANA
Exclusión de las anomalías de uso Trata de explicar las rationes y
las causas de las anomalías de uso
Rechazo por sistema de un doble nivel de descripción
gramatical
Dos niveles de descripción lingüística: papel metodológico
esencial
La figura se sitúa fuera de los límites de la gramática
Figura de construcción (elipsis): base y eje de la doctrina
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