Post on 31-Jul-2015
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A veces quisiera mentirle al mundo, decirles a los colombianos que la guerra ha terminado,
a los cubanos que no hay dictadura, a los venezolanos que su libertad no está en riesgo, a
los argentinos que la inflación del peso es pasajera, a los chilenos que perder 120 millas de
mar no es tan grave, a los ecuatorianos que si el gobierno no les paga su salario esperen un
poquito, a los brasileños que no hubo despilfarro de dinero para el Mundial, a los peruanos
que Fujimori es pasado, a los uruguayos que cambiar alimentos por petróleo no es negociar
con una dictadura, a los paraguayos que la democracia se ha consolidado como es debido.
A Panamá que su Canal está al servicio del pueblo, a los costarricenses que sí hay libertad
de prensa, a los nicaragüenses que se vayan acostumbrando a la represión policial, a los
guatemaltecos que hay más dinero para la educación, a los Hondureños que hubo eleccio-
nes limpias, a los Mexicanos que habrá consulta ciudadana antes de aprobar las reformas, a
los estadounidenses que ante todo la defensa personal, a los canadienses que la abolición
de puestos en la oficina de correos no significa privatización.
Luego cambiar de continentes, y decirles a los sirios que tengan esperanza y coraje, a los
malienses que una revolución militar o civil es inimaginable, a los egipcios que Morsi no
gobierna desde la cárcel, a los nigerianos que la estabilidad fiscal llegará en 2043, a los
congoleses que den la bienvenida a los 60.000 refugiados centroafricanos, a los libios que
la libertad no depende del color de piel, a los etíopes que ahora tendrán derecho a medi-
camentos y alimentación, a los iraníes que pedir la igualdad de género no es un crimen, a
los pakistaníes que la violencia conyugal se puede justificar, a los griegos que esperen el
famoso paquete de ayudas económicas de la UE, a los italianos que la iglesia ya se separó
del gobierno, a los españoles que en 10 años todo volverá a la normalidad, a los franceses
que la extrema derecha no es más fuerte en los sondeos, a los rusos que hijo de putin, a los
chinos que sigan callados, a los indios que no sabemos lo de la ablación del clítoris, a los
japoneses que las mutaciones genéticas no irán más lejos que en las mariposas, a los aus-
tralianos que el derecho legal de amamantar a un niño en público no necesita ser reivindi-
cado.
Digo a veces porque las otras veces me pregunto a dónde nos lleva esta crisis humanitaria.
Digo quisiera porque no sé mentir. Digo mentir porque por lo menos durante este instante,
que duraría mi mentira, arrancaría una sonrisa en medio de tantas lágrimas. Digo al
mundo porque me pienso entre América del Sur y Europa pero me construyo en este caótico
mundo-mundial. Todos los días perdemos un poco más, el mundo está vestido de rojo.
Necesitamos cicatrizar un poco, cambiar penas por paz, deshacer los nudos. ¿Cómo?, he
creado 200 lágrimas en porcelana blanca, cada una contenida en una caja de 1cm2, ninguna
es idéntica a otra, todas están destinadas a ser la lágrima de alguien. He enviado 100 lágri-
mas a Colombia, por correo atravesando el Atlántico. Si usted está en ese país y quiere
participar entonces hagamos un trueque: yo le doy una lágrima, usted me da un pedacito
de su memoria; yo le doy una lágrima, usted abre la caja, pone la lágrima en su mano y
mete un objeto en la caja que me será reenviada a Francia. La única condición es encontrar
un objeto que quepa en 1cm2 y escribir en el soporte que usted elija (papel, cartón, servilleta,
otro objeto, digital, etc.) qué representa ese objeto para usted. Una vez el truque hecho, esa
lágrima será la suya.
Aproveche este trueque para compartir sus ideas, sus puntos de vista sobre la situaciones
citadas anteriormente, proponga cambios, ideas, perdone, dígale al mundo por qué esa
lágrima es la suya, por qué no está conforme, hable de sus sueños, anhelos, tristezas, due-
los, decepciones. Sea libre, diga lo que quiera, el mundo necesita de usted.