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La búsqueda de unos comprometedores documentos secretos suscritosdurante laPrimeraGuerraMundialyperdidosenelnaufragiodelLusitania,dalugaraunaluchasincuartelentrelosserviciossecretosbritánicosyunabandainternacionalquequiereutilizarlosdocumentoscomoinstrumentodela propaganda bolchevique. Pero en la vorágine de la guerra de espíasaparecendosjóvenes,TommyyTuppence,dispuestosajugarselavidaparadesvelarlaidentidaddellíderdelabanda,elmisteriosoMr.Brown.
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AgathaChristie
ElmisteriososeñorBrown
ePUBv1.0Ormi18.10.11
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Títulooriginal:TheSecretAdversaryTraducción:C.PerairedelMolinoAgathaChristie,1922Edición1975-EditorialMolino-256páginasISBN:9788427201538
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Atodosaquellosquellevanunavidamonótona,conlaesperanzadequepuedandisfrutardelasdeliciasypeligrosdelaaventura.
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Prólogo
Eranlasdosdelatardedel7demayode1915.ElLusitaniahabíasidoalcanzadopordostorpedosyseempezabaahundirrápidamente,mientraslosbotessalvavidaseranarriadosatodaprisa.Lasmujeresyniñosseencontrabanalineadosaguardandosuturno.Algunasseguíanabrazadascondesesperaciónasusespososypadres;otrasestrechabanasushijoscontrasuspechos.Unamuchachaestabasolayalgoapartadadelresto.Eramuyjoven,notendríamásdedieciochoaños.Noparecíaasustada.Susojos,demiradafirmeygrave,mirabanelvacío.
—Ustedperdone.Lavozdeunhombredetrásdeellalahizosobresaltaryvolverse.Eraunpasajero
al que recordaba haber visto en primera clase. Tenía algo misterioso que habíadespertadosuimaginación.Nohablabaconnadiey,sialguienledirigíalapalabra,seapresurabaacortarloenseco.Además,teníaelhábitodemirarnerviosoporencimadelhombroconunaexpresiónderecelo.
Advirtióqueahoraelhombreestabamuyexcitado.Su frenteestabaperladadesudor.Evidentemente,parecíadominadoporelmiedo. ¡Sinembargo,no ledaba laimpresióndeserunhombrequetuvieramiedodeenfrentarsealamuerte!
—¿Sí?Lajovenleinterrogóconlamirada.Él la observaba como si se debatiera en una indecisión desesperada. ¡Debo
hacerlo!,pensó.Sí,eselúnicomedio.Luegodijoenvozaltayconuntonobrusco:—¿Esustednorteamericana?—Sí.—¿Patriota?Lajovenenrojeció.—¡Notienederechoahacermesemejantepregunta!¡Claroquelosoy!—No se ofenda. No lo haría si supiera lo que está en juego. Pero tengo que
confiarenalguienytienequeserunamujer.—¿Porqué?—Poresode«lasmujeresylosniñosprimero»—Miróenderredorybajólavoz
—.Llevounosdocumentosdevitalimportancia.Puedenhacerquetodocambieparalos aliados en la guerra. ¿Comprende? ¡Hay que salvarlos! Usted tiene másprobabilidadesdeconseguirloqueyo.¿Seatreveráallevarlosconsigo?
Lamuchachaalargólamano.—Espere.Primerodeboadvertirladequepuedequecorraalgúnriesgosimehan
seguido.No locreo,peronunca se sabe.De ser así, correríamuchopeligro. ¿Creequetieneelvalorsuficienteparaseguiradelante?
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Lajovensonrió.—Seguiré adelante. ¡Yme sientomuyorgullosade ser la escogida! ¿Quédebo
hacerdespués?—¡Presteatenciónalosperiódicos!Pondréunanuncioenlacolumnapersonalde
TheTimesqueempezaráconlaspalabras:«Compañerodeviaje».Sielanuncionoaparece en tres días... bueno, es que habrémuerto. Entonces lleve el paquete a laembajadanorteamericanayentréguelopersonalmentealembajador.¿Estáclaro?
—Clarísimo.—Entonces,prepárese.Ahoradebodespedirme—Leestrechólamano—.Adiós.
Buenasuerte—dijoentonomásalto.Ellacerrósumanosobreelenvoltorioimpermeablequeéllehabíapuestoenla
palma.El Lusitania se escoró decididamente a estribor. Obedeciendo a una orden, la
muchachaseadelantóparaocuparsupuestoenunodelosbotes.
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CapítuloI
Jóvenesaventureros,sociedadlimitada
—¡Tommy,viejoamigo!—¡Tuppence,viejotrasto!Los dos jóvenes se saludaron afectuosamente y por un instante bloquearon la
salidadelmetrodeDoverStreet.Eladjetivo«viejo»eraengañoso,puestoqueentrelosdosnosumaríannicuarentaycincoaños.
—Hacesiglosquenoteveo—continuóel joven—.¿Adondevas?Vena tomaralgoconmigo.Acabaránporenfadarseconnosotrossiseguimosimpidiendolasalida.Vamos.
LamuchachaasintióyecharonaandarporDoverStreetendirecciónaPiccadilly.—Veamos—dijoTommy—,¿adondepodemosir?Laligerainquietudensutono,nopasódesapercibidaalfinooídodelaseñorita
PrudenceCowley,conocidaentresusamigosíntimos,poralgunaocultarazón,conelsobrenombredeTuppence.
—Tommy,¡estássinblanca!—exclamóellaenelacto.—Nadadeeso—declaróelmuchachoentonounpococonvincente—.Nadoen
laabundancia.—Nunca supiste mentir —afirmó Tuppence con severidad—. Aunque en una
ocasiónhicistecreeralahermanaGreenbankqueelmédicotehabíarecetadocervezacomoreconstituyenteyquesehabíaolvidadodeanotarloenlaficha.¿Lorecuerdas?
Tommyseechóareír.—¡Claroquesí!Sepusohechaunafieracuandolodescubrió.¡Tampocoeratan
mala la hermana Greenbank! Supongo que el viejo hospital habrá sidodesmilitarizado,comotodolodemás,¿verdad?
Tuppencesuspiró.—Sí.¿Tútambién?—Hacedosmeses.—¿Ylagratificación?—insinuóTuppence.—Lagasté.—¡Oh,Tommy!—Nolamalgastéenfrancachelas.¡Notuveesasuerte!Elcostedelavida...sin
ningúntipodelujoses...teloaseguro,siesquenolosabes...—Miqueridomuchacho—leinterrumpiólajoven—,nohaynadaqueyonosepa
sobreelcostedelavida.YaestamosenLyons,cadaunopagarásuparte.Tuppencesubiólasescaleras.
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El lugar estaba lleno, y mientras recorrían el salón buscando una mesa,escuchabanfragmentosdeconversaciones.
«Sabes, se sentó y lloró cuando le dije que no podía quedarse con elapartamento.» «¡Era una verdadera ganga, querida! Idéntica a la queMabel LewistrajodeParís.»
—Seoyencosasmuycuriosas—murmuróTommy—.EnlacallepaséjuntoadostiposquehablabandeunatalJaneFinn.¿Hasoídoalgunavezunnombresemejante?
En aquelmomento se levantaron dos señoras yTuppence se apresuró a ocuparunodelosasientosvacíos.
Tommypidiótéybollos.Tuppencetécontostadas.—No se olvide de servir el té en teteras separadas —agregó la joven con
severidad.Tommy llevaba su cabellerapelirroja cuidadosamentepeinadahacia atrásy sus
facciones,sinseragraciadas,resultabanagradableseindicabanque,sinduda,erauncaballeroyundeportista.Vestíauntrajemarróndebuencorteperocasiraídoporeluso.
Formabanunaparejamoderna.Tuppencenoeramuybonita,perohabíacarácteryencantoensusrasgosdeduende.Subarbillaeraenérgicaysusgrandesojosgrises,muy separados, miraban dulcemente bajo sus cejas rectas y oscuras. Llevaba unpequeñosombreritoverdesobreelpelonegrorizadoylafaldamuycortaybastanteraída,dejabaaldescubiertosusdelicados tobillos.Suaspecto reflejabaundecididointentodeserelegante.
Alfinllegóelté.Tuppence,saliódesuensimismamientoylosirvió.—Ahora —dijo Tommy, en cuanto engulló un trozo de bollo enorme—,
pongámonosaldía.Recuerdaquenotehabíavistodesdeaquellosdíasenelhospital,en1916.
—Muy bien —Tuppence se sirvió abundante mantequilla en una tostada—.BiografíadelaseñoritaPrudenceCowley,quintahijadelarcedianoCowleydeLittleMissendall, Suffolk.La señoritaCowley dejó las delicias (y labores) de su casa alprincipiodelaguerraysevinoaLondres,dondeentróatrabajarenunhospitalparaoficiales.Primermes:lavócadadíaseiscientoscuarentayochoplatos.Segundomes:fue ascendida a secar dichos platos. Tercermes: ascendida a pelar patatas. Cuartomes: ascendida a cortar pan y untarlo de mantequilla. Quinto mes: ascendida alprimerpisoparamanejar laescobayelestropajo.Sextomes:ascendidaa servir lamesa.Séptimomes:suaspectoymanerasamableshacenquelaasciendanaserviralashermanas.Octavomes:ligerodescensoensucarrera.¡LahermanaBondsecomeelhuevodelahermanaWesthaven!¡Granrevuelo!¡Laculpaesdeladoncelladelasala!¡Faltadeatenciónenasuntosdetalimportancia:debesercastigada!¡Vueltaalestropajoyalaescoba!¡Cómocaenlospoderosos!Novenomes:ascendidaabarrer
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las salas, donde encuentra a un amigo de su infancia en la persona del tenienteThomas Beresford (saluda, Tommy), a quien no había visto por espacio de cincolargos años. ¡El encuentro fue conmovedor!Décimomes: fue reprendida por ir alcine en compañía de uno de los pacientes: el antes mencionado teniente ThomasBeresford.Undécimomes:vuelveasusdeberesdedoncellaconéxitoabsoluto.Yalfinalizar el año, deja el hospital rodeada de un halo de gloria.Después de esto, latalentosaseñoritaCowley,seconviertesucesivamenteenchóferdeunacamionetaderepartos,decamiónydeungeneral.Esteúltimofueelempleomásagradable.¡Eraungeneralbastantejoven!
—¿Quiéneraesetipo?EsunascovercómoesosindividuosvandelMinisteriodelaGuerraalSavoyydelSavoyalMinisteriodelaGuerra.
—He olvidado su nombre—confesó Tuppence—. En resumen, aquello fue lacúspidedemicarrera.Luegoingreséenunaoficinadelgobierno.Noteimaginaslobienquenoslopasábamostomandoelté.Teníaintencióndeconvertirmeencarteroyconductoradeautobúspararedondearmicarrera,perollegóelarmisticio.Meaferréal empleo con uñas y dientes durante muchos meses, pero al fin me despidieron.Desdeentoncesheestadobuscandounempleo.Ahoratetocaati.
—Enlamíanohaytantosascensos—dijoTommyconpesar—ymuchamenosvariedad.Comoyasabes,fuiaFrancia.DeallímeenviaronaMesopotamia,dondemehirieronporsegundavezeingreséenotrohospital.LuegopermanecíenEgiptohastaelarmisticioyahíestuvesinhacernada,hastaquealfinmelicenciaron,comote dije. ¡Ahora llevo diez largos y horrorosos meses buscando trabajo! No hayempleos y, si los hubiese, no serían para mí. ¿Para qué sirvo? ¿Qué sé yo denegocios?Nada.
Tuppenceasintióconexpresiónlúgubre.—¿Quétallascolonias?—Nomegustanlascoloniasyestoycompletamentesegurodequeellostampoco
mequerrían.—¿Parientesricos?Tommymeneólacabeza.—¡Oh,Tommy!¿Nisiquieraunatíaabuela?—Tengountíoancianoqueestáforrado,peronomesirve.—¿Porquéno?—Quisoadoptarmeenciertaocasiónyyomenegué.—Creorecordarquemehablastedeello—dijoTuppencedespacio—.Tenegaste
portumadre.Tommyenrojeció.—Sí, hubiera sido una crueldad.Como ya sabes solome tenía amí.Mi tío la
odiabaysoloqueríaapartarmedesulado.
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—Tumadremurió,¿verdad?—dijoTuppence.Tommyasintió.LosenormesojosdeTuppencesenublaron.—Eresunbuenchico,Tommy.Siemprelofuiste.—¡Tonterías!Bueno,éstaesmisituación:casidesesperada.—¡Igualquelamía!Heresistidocuantomehasidoposible.Loheintentadotodo.
Hecontestadoanuncios. ¡Heahorrado,economizadoypasadoestrecheces!Perohasidoinútil.¡Tendréqueregresaracasa!
—¿Quieresvolver?—¡Claroqueno!¿Dequésirvesersentimental?Mipadreesunencanto,lequiero
mucho, pero no tienes idea de lomuchoque le preocupo.Tiene un punto de vistamuy victoriano en cuanto al largo de las faldas y considera que fumar es unainmoralidad.¡Paraélsoycomounapiedraenelzapato!Suspiróaliviadocuandolaguerramealejódecasa.Compréndelo,encasasomossiete.¡Eshorrible!¡Nopuedesmásqueatenderalastareasdelacasaylasreunionesdemamá!Yosiemprehesidolanotadiscordante.Noquiero regresar.Pero... ¡oh,Tommy!¿Quéotra cosapuedohacer?
Tommymeneó la cabeza con tristeza.Huboun silencioy finalmenteTuppenceexclamó:
—¡Dinero!¡Dinero!¡Dinero!¡Piensoenélpor lamañana,por la tardeypor lanoche!¡Soyunainteresada,peroahímetienes!
—Amímeocurrelomismo—convinoTommyconpesar.—He pensado en todos los medios imaginables de conseguirlo —continuó
Tuppence—.¡Solohaytres!Heredándolo,casándoseoganándolo.Elprimeroquedaeliminado.Notengoningúnparienteviejoyrico.¡Todoslosquetengoseencuentranrecluidosenasilos!Siempreayudoalasancianasacruzarlacalleyallevarpaquetesalosviejecitosporsiresultaraseralgúnmillonarioexcéntrico.Peroningunomehapreguntadosiquieracómomellamoymuchosnimedanlasgracias.
Hubounapausa.—Desdeluego—prosiguióTuppence—,elmatrimonioeslamejoroportunidad.
Cuandoeramuy joven,decidícasarmesolopordinero. ¡Cualquierchicasensata loharía!Yasabesquenosoysentimental—Sedetuvo—.Vamos,nopuedesdecirquelosea—agregódesafianteymirándolofijamente.
—Claro que no—se apresuró a decir Tommy—. Nadie pensará jamás que elsentimentalismotengaalgoquevercontigo.
—Eso no es muy galante. Pero me atrevo a asegurar que lo dices con buenaintención.Bueno.¡Aquímetienes!Estoydispuestaydeseosadecasarme,peronuncaconozcohombresricos.Todosmisamigosandantanapuradoscomoyo.
—¿Quémedicesdelgeneral?
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—Creo que en tiempos de paz lleva una tienda de bicicletas —le explicóTuppence—.No,nomesirve.Encambiotúsípodríascasarteconunachicarica.
—Mepasaloqueati.Noconozconinguna.—Esonoimporta.Siemprequedalaoportunidaddeconocerla.Encambioyo,si
veo salir delRitz a un caballero envuelto en un abrigo de pieles, no puedo correrhastaélydecirle:«Escuche,ustedesricoymegustaríaconocerlo».
—¿Sugieresqueesoesloqueyoharíaanteunamujerentalescondiciones?—Noseastonto.Tropiezasconella,lerecogeselpañuelooalgoporelestilo.Si
creequedeseasconocerla,sesentiráhalagadayteayudará.—Sobrestimasmisencantosmasculinos.—Encambio—continuóTuppence—,mimillonarioecharíaacorrercomosile
persiguieseeldiablo.No,elmatrimonioestállenodedificultades.Porlotanto,soloquedaganardinero.
—Yalohemosintentadoyfracasamos—lerecordóTommy.—Sí,hemosprobadotodoslosmedioscorrientes,peroimaginaqueprobamoslos
otros,Tommy,¡convirtiéndonosenaventureros!—Bueno—replicóelmuchachoalegremente—.¿Cómoempezamos?—Ahíestáladificultad.Sipudiéramosdarnosaconocer,lagentenoscontrataría
paraquecometiéramosdelitosensuprovecho.—Delicioso.¡Sobretodoviniendodelahijadeunclérigo!—La culpamoral sería de ellos, no nuestra. Tienes que admitir que existe una
grandiferenciaentrerobaruncollardediamantesparaunomismo,oquetecontratenpararobarlo.
—¡Noexistiríalamenordiferenciasitepescaran!—Talvezno.Peronomecogerían.Soymuylista.—Lamodestiahasidosiempretupuntodébil.—Notehagaselgracioso.Escucha,Tommy,¿quieresquelohagamos?¿Quieres
queformemosunasociedad?—¿Queformemossociedadpararobarcollaresdebrillantes?—Eso era solo un ejemplo. Podemos tener un... ¿cómo lo llaman...? ¿Libro de
cuentas?—Nosé.Nuncallevéninguno.—Yo, sí. Pero siempreme confundía y colocaba las entradas en el debe y las
salidas en el haber. Por eso me despidieron. Oh, ya sé, será una sociedad deaventureros.Meparece una frase romántica.Tiene cierto sabor isabelino.Mehacepensarengalerasydoblones.¡Unasociedaddeaventureros!
—¿Que opere con el nombre de JóvenesAventureros, SociedadLimitada? ¿Esesatuidea,Tuppence?
—Sí,ríete,perocreoquepodríadarresultado.
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—¿Cómopiensasponerteencontactocontusposiblesclientes?—Conunanuncio—replicóTuppenceenelacto—.¿Tienesunlápizyunpedazo
depapel?Loshombressiemprelleváis.Igualquenosotrashorquillasypolvos.TommylealargóunalibretitaverdebastanteusadayTuppenceempezóaescribir
afanosamente.—¿Comenzamoscon:«Jovenoficial,dosvecesheridoenlaguerra...»?—Desdeluegoqueno.—De acuerdo, muchacho. Pero te aseguro que esa clase de cosas ablandan el
corazón de la solterona y tal vez quiera adoptarte, con lo que no necesitarásconvertirteenaventurero.
—Noquieroquemeadoptenadie.—Olvidé que tienes prejuicios. ¡Solo lo he dicho por hacerte rabiar! Los
periódicos están llenosde esas cosas.Ahora escucha:«Sealquilandos aventurerosjóvenesdispuestosahacer loqueseaya iracualquierparte,porunbuenprecio».¿Qué te parece? Debemos dejar esto bien sentado desde el principio. Luegopodríamosagregar:«Norechazamosningunaofertarazonable»,comoapartamentosymuebles.
—Creo que quedaría mejor si dijéramos que aceptaríamos cualquier ofertairrazonable.
—¡Tommy!¡Eresungenio!Esoesmuchomáschic.«Ningunaofertairrazonableserárechazada,siestábienpagada».¿Quétal?
—Yonovolveríaamencionarelpago.Senotademasiadoqueestamosansiososyesoseríaperjudicial.
—¡Esimposiblequesenoteloansiosaqueestoy!Peroquizátengasrazón.Ahoravoya leértelo todo.«Sealquilandosaventureros jóvenesdispuestosahacer loquesea y a ir a cualquier parte por un buen precio. Ninguna oferta irrazonable serárechazada.»¿Quéopinaríastúsiloleyeras?
—Lotomaríaporunabroma,ocreeríaquelohaescritounlunático.—No es ni lamitad de absurdo que el que leí estamañana que empezaba con
«Petunia»y lofirmaba«ElMejorMuchacho»—Arrancólapáginayse la tendióaTommy—.Ahítienes,creoquelomejorserápublicarloenTheTimes.Larespuesta,alistadecorreos,yasabes.Supongoqueporlomenoscostaráunoscincochelines.Aquítienesmiparte:mediacorona.
Tommycontemplabaelpapelpensativoysurostrosepusocomolagrana.—¿Debemosintentarlo?¿Túcrees,Tuppence?¿Soloporsiresultadivertido?—Tommy,¡eresunencanto!¡Yalosabía!Bebamosporeléxito.—Sirvióenlas
dostazaselpocotéfríoquequedaba.—¡Pornuestraaventuraencomanditayporqueprospere!—¡PorlosJóvenesAventureros,SociedadLimitada!—respondióTommy.
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Dejaronlastazasyserieronuntantoinquietos.Tuppencesepusoenpie.—Tengoqueregresaramisuntuosasuitedelhostal.—TalvezseahoradequeregresealRitz—dijoTommyasuvezconunasonrisa
—.¿Cuándovolveremosavernos?¿Ydónde?—Mañana,alasdoce,enlaestacióndelmetrodePiccadilly.¿Tevabien?—Soydueñodemitiempo—replicóBeresfordconempaque.—Hastamañana,entonces.—Adiós,encanto.Los dos jóvenes tomaron direcciones opuestas. El hostal de Tuppence estaba
situado en una zona llamada compasivamente Southern Belgravia. Por razones deeconomíanotomóelautobús.
Cuando se encontraba enmediodeSaint James'sPark, se sobresaltó al oír unavozmasculinaasusespaldas.
—Perdón.¿Podríahablarunmomentoconusted?
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CapítuloII
LaofertadelseñorWhittington
Tuppencesevolvióairada,perolaspalabrasqueestabaapuntodepronunciarselequedaronenlapuntadelalengua,yaqueelaspectoymodalesdeaquelhombrenocorrespondían al tipo que esperaba encontrar. Como si le hubiese leído elpensamiento,élseapresuróadecir:
—Leaseguroquenotengointencióndemolestarla.Tuppence lecreyó.Apesardeldesagradoy ladesconfianza instintiva, sesintió
inclinada a excusarle del motivo que le había atribuido en principio. Lo miró dearribaabajo.Eraunhombrecorpulento,bienafeitadoyconunaconsiderablepapada.Losojos,pequeñosyastutos,rehuíanmirardirectamente.
—Bien,¿quédesea?Elhombresonrió.—Por casualidad escuché parte de su conversación con el joven caballero en
Lyons.—Bueno,¿yqué?—Nada,exceptoquecreopoderserleútil.OtradeduccióncruzólamentedeTuppence.—¿Mehaseguidohastaaquí?—Metoméesalibertad.—¿Enquéformacreequepodríasermedeutilidad?Elhombresacóunatarjetayselaofrecióconcortesía.La joven la estudió cuidadosamente. En ella se leía su nombre, «Edward
Whittington»ydespués:«EsthoniaGlasswareCo.»ysudirecciónenlaciudad.—Siquierepasarpormidespachomañanaporlamañanaalasonce,leexpondré
losdetallesdemiproposición—dijoWhittington.—¿Alasonce?—dijoTuppence,vacilando.—Alasonce.Tuppencesedecidió.—Muybien.Allíestaré.—Gracias.Buenasnoches.Se quitó el sombrero con ademán cortés y se alejó. La joven lo siguió con la
miradaduranteunosmomentos.Luegosacudióloshombrosconunmovimientomuyparticular,comoeldelosperroscuandosalendelagua.
Empieza la aventura, comentó para sus adentros. Quisiera saber qué pretende.Hayalgoenusted,señorWhittington,quenomegustanada.Pero,porotrolado,no
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soyunamiedosay,comoyahedichoantesysindudarepetiré,lapequeñaTuppencesabecuidardesímisma,¡graciasaDios!
Con un breve asentimiento de cabeza echó a andar con decisión. Sin embargo,como resultado de posteriores reflexiones, se desvió de su ruta para entrar en unaoficinadecorreos,dondeestuvomeditandoalgunosmomentosconunformulariodetelegramaenlamano.Alpensarenelgastoinnecesariodecincochelinessedecidióaarriesgarseamalgastarnuevepeniques.
Desdeñólaplumadespuntadaylatintanegrayespesaqueponíaasudisposiciónelgobiernobenefactor,sacóel lápizdeTommy,queaúnconservabaensupoder,yescribióatodaprisa:
Nopongaselanuncio.Mañanateloexplicaré.Lo dirigió aTommy, a su club, al cual tendría que renunciar a final demes, a
menosquelafortunalepermitierapagarlacuota.—Quizálellegueatiempo—murmuró—.Detodasformasvalelapenaprobarlo.Despuésdeentregarloalempleado,emprendióatodaprisaelcaminodesucasa,
deteniéndoseenunapanaderíaparacomprarunosbollos.Mástarde,ensudiminutahabitación,enelúltimopisodelacasa,secomiólos
bollos mientras meditaba sobre el futuro. ¿Qué sería aquella empresa EsthoniaGlassware Co. y para qué diablos necesitarían de sus servicios? Una agradableexcitación la hizo estremecer. Por lo menos, el regreso a la vicaría rural quedabapostergadodemomento.Elmañanaleofrecíanuevasposibilidades.
Aquella noche Tuppence tardó mucho en dormirse y, cuando al fin lo huboconseguido,soñóqueWhittingtonlemandabalavarunenormemontóndevajilladelacompañíaEsthoniaGlasswareCo.queseparecíaextraordinariamentealosplatosdelhospital.
FaltabanaúncincominutosparalasoncecuandoTuppencellegóanteeledificiodonde se encontraban las oficinas de la compañía. Pero llegar antes de la horaseñaladapodríademostrardemasiadaansiedad;porellodecidiópasearhastaelfinaldelacalleyluegoregresar.Alasonceenpuntoentrabaeneledificio.LaEsthoniaGlasswareCo.seencontrabaenelúltimopiso.Habíaascensor,peroprefiriósubirapie.
Algoexhausta,sedetuvoantelapuerta.Elrótuloenelcristalesmeriladorezaba:ESTHONIAGLASSWARECO.
Tuppencellamóy,enrespuestaaunavozquedesdeelinteriorlainvitóapasar,abriólapuertayentróenunaoficinareducidaybastantesucia.
Un empleado de mediana edad abandonó su taburete delante de un escritoriojuntoalaventanayseacercó.
—TengounacitaconelseñorWhittington—dijoTuppence.—Poraquí,porfavor.
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Sedirigióaunapuertaen laquese leíaPRIVADO, llamó,abrió lapuertay sehizoaunladoparacederleelpaso.
Whittington estaba sentado detrás de un gran escritorio cubierto de papeles.Tuppenceconfirmósuprimerjuicio.Habíaalgoraroensupersona.Lacombinacióndesuaspectoprósperoysumiradahuidizanoresultabaatractiva.
—¿Demodoquehavenido?—exclamóalverla—.Bien.Siéntese,porfavor.Tuppence se sentó en la silla que le ofrecían. Aquella mañana parecía más
menuda y tímida que de costumbre. Se sentó modestamente y permaneció con lamiradabajamientrasWhittingtonrevolvíaentresuspapeles.Alfinlosdejóaunladoyseinclinósobreelescritorio.
—Ahora, mi querida señorita, hablemos de negocios —Su rostro alargado seensanchóconuna sonrisa—.¿Quiereusted trabajar?Bien,yo tengoun trabajoqueofrecerle.¿Quélepareceríancienlibrasytodoslosgastospagados?
Whittington se echó hacia atrás introduciendo sus pulgares en las sisas delchaleco.
Tuppencelemiró,atenta.—¿Cuáleslanaturalezadeltrabajo?—Nominal,puramentenominal.Unviajedeplacer,esoestodo.—¿Adonde?Whittingtonvolvióasonreír.—AParís.—¡Oh!—exclamóTuppence,pensativa,altiempoquesedecíaparasusadentros:
Si papá le escuchara le daría un síncope. Pero, de todas maneras, no puedoimaginarmealseñorWhittingtonenelpapeldealegreseductor.
—Sí—continuóWhittington—. ¿Qué podría habermás agradable?Retrasar elreloj unos pocos años... muy pocos, estoy seguro, y volver a uno de esosencantadorespensionnatsdejeunesfillesquetantoabundanenParís.
Tuppenceleinterrumpió:—Unpensionnat?—Exacto.EldemadameColombier,enlaavenidadeNeuilly.Tuppenceloconocíabiendenombre.Eradelomásselecto.Variasamigassuyas
norteamericanashabíanestadoallí.Sesintiómásintrigadaquenunca.—¿QuierequevayaalpensionadodemadameColombier?¿Porcuántotiempo?—Esodepende.Posiblementeunostresmeses.—¿Esoestodo?¿Noexistencondiciones?—No.Desdeluego,iráustedcomosifueramipupilaynopodrácomunicarsecon
sus amistades. Tengo que exigirle el secreto más absoluto desde el principio. Apropósito,esustedinglesa,¿verdad?
—Sí.
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—Noobstantehablaconunligeroacentonorteamericano.—Micompañeraenelhospitaleradeesanacionalidad;creoquesemepegóun
poco.Peropuedohablarconunacentoinglésperfectocuandoquiera.—Alcontrario.Leserámássencillohacersepasarpornorteamericana.Resultará
másdifícilcomprobarlosdetallesdesuvidapasadaenInglaterra.Sí,creoqueserámuchomejor.Entonces...
—¡Unmomento,señorWhittington!¡Escomosiusteddieraporsentadoquevoyaaceptar!
Whittingtonpareciósorprendido.—¡No pensará usted negarse! Puedo asegurarle que el pensionado demadame
Colombieresunodeloscolegiosdemásseriedadycategoría.Ylascondicionessonmuygenerosas.
—Exacto.Precisamenteporeso.Sondemasiadogenerosas.Noséquéserviciodemipartejustificaelpagodetodoesedinero.
—¿No?Bien, se lodiré.Podría encontrar cualquierotrapormenos.Peroestoydispuesto a pagar por una joven con la suficiente inteligencia y presencia pararepresentar bien su papel y que, almismo tiempo, tenga la discreción de no hacerdemasiadaspreguntas.
Tuppencesonrió.ComprendióqueWhittingtonhabíaacertado.—Hay otra cosa. Hasta ahora no ha mencionado usted al señor Beresford.
¿Cuándointervieneél?—¿ElseñorBeresford?—Misocio—repusoTuppencecondignidad—.Ayernosvioustedjuntos.—¡Ah,sí!Perometemoquenoprecisarédesusservicios.—¡Entonces,asuntoliquidado!—Tuppencesepusoenpie—.Losdosoninguno.
Losiento,peroesasí.Buenosdías,señorWhittington.—Espereunmomento.Veamoscómoarreglarlo.Vuelvaasentarse,señorita...—
Hizounapausa,mirándolainterrogativamente—.¿Cuálessunombre?ATuppencelediounvuelcoelcorazónalrecordarasupadre,elarcediano,yse
apresuróapronunciarelprimernombrequelevinoalamemoria.—JaneFinn—dijosinvacilar;ysequedóboquiabiertaalverelefectoproducido
poraquellasdossencillaspalabras.Lacordialidaddesapareciódel rostrodeWhittington;ahoraestabarojode iray
lasvenasselemarcabanenlafrente.Seinclinóhaciaellasiseandosalvajemente:—Demodoqueeseeseljuegoquesetrae,¿verdad,jovencita?Tuppence,aunquecogidaporsorpresa,conservólacalma.Noteníalamenoridea
del significado de todo aquello, pero poseía una mentalidad rápida y sintió lanecesidadimperiosade«mantenersealerta»,comoelladecía.
—Haestadojugandotodoeltiempoconmigo—continuóWhittington—,comoel
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gato y el ratón, ¿verdad? Sabía desde el principio lo que quería de usted, perocontinuó la comedia. Es eso, ¿verdad? —Se iba calmando. Su rostro perdíapaulatinamenteelcolorrojoylamirabaconfijeza—.¿Quiénsehaidodelalengua?¿Rita?
Tuppencemeneó lacabeza. Ignorabacuánto tiempopodría seguirengañándolo,perocomprendiólaimportanciadenomezclarenaquelloaunaRitadesconocida.
—No.Ritanosabenadademí.Élsiguiótaladrándolaconlamirada.—¿Quésabeusted?—Muy poco —repuso Tuppence, complacida al ver que la inquietud de
Whittingtonseacentuabaenvezdedisminuir.Elhaberalardeadodegrandesconocimientoshubieradespertadosospechas.—De todas formas—gruñóWhittington—, sabe lo suficienteparavenir aquíy
lanzaresenombre.—Podríaserelmío.—¿Lepareceprobablequeexistandosjóvenesconunnombrecomoese?—O podría haberlo oído por casualidad —continuó Tuppence, satisfecha del
éxitodesusinceridad.Whittingtondejócaersupuñoconfuerzasobreelescritorio.—¡Bastadetonterías!¿Quésabeusted?¿Cuántoquiere?LaúltimapreguntahizovolarlaimaginacióndeTuppence,sobretododespuésde
unparcodesayunoy losbollosde lanocheanterior.Supapel,ahora,eraeldeunaaventurera y no quería renunciar a sus posibilidades. Se sentómás erguida con lasonrisayelairedequiendominalasituación.
—Miquerido señorWhittington,pongamos las cartas sobre lamesay le ruegoqueno se enfurezca.Ayermeoyódecir quemeproponía vivir demi inteligencia.¡Meparecequeahorahedemostradoquetengolasuficientecomoparavivirdeella!Admitoqueheoídoesenombre,perotalvezmiconocimientotermineahí.
—Sí,peroesposiblequenoseaasí.—Insisteenjuzgarmedeformaerrónea—dijoTuppenceconunsuspiro.—Comoya ledijeantes—replicóWhittington, furioso—,déjesede tonteríasy
vamosalgrano.Conmigonopuedehacerselainocente.Sabeustedmuchomásdeloquequiereadmitir.
Tuppence calló un momento para admirar su propio ingenio y luego dijosuavemente:
—Noquisieracontradecirlo,señorWhittington.—Demodoquellegamosalapreguntaacostumbrada.¿Cuánto?Tuppence se encontró ante un dilema. Hasta el momento había engañado a
Whittington con éxito, pero, si ahora mencionaba una cifra imposible, podría
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despertarsussospechas.Unaideacruzóraudaporsucerebro.—¿Quéleparecesimedieraalgoahoraydiscutimoselasuntomástarde?Whittingtonledirigióunamiradaterrible.—Chantaje,¿verdad?Tuppencesonriócondulzura.—¡Oh,no!Llamémoslounpagoadelantadopormisservicios.Whittingtonlanzóungruñido.—Comprenda —prosiguió Tuppence en el mismo tono—. ¡Me gusta tanto el
dinero!—Esustedelcolmo—protestóWhittington,conadmiración—.Mehaengañado.
Creíaqueeraunamansajovenzuelaconlainteligenciajustaparallevaracabomispropósitos.
—Lavidaestállenadesorpresas—sentencióTuppence.—De todasmaneras, alguien ha debido de hablar.Usted dice que no fueRita.
¿Fue...?¡Oh,adelante!Entróelempleadoydejóunpapelsobreelescritorio.—Esunmensajetelefónicoparausted,señor.Whittingtoncogióelpapelyfruncióelentrecejo.—Estábien,Brown.Puederetirarse.ElempleadosaliómientrasWhittingtonmirabaaTuppence.—Vengamañana a lamisma hora.Ahora estoy ocupado.Aquí tiene cincuenta
libras.RápidamentecontóvariosbilletesyselostendióaTuppence.Despuésselevantó,
impacienteporverlamarchar.Lajovencontólosbilletessininmutarse,losmetióenelbolsoyselevantó.—Buenos días, señor Whittington —le dijo cortésmente—. Mejor dicho, au
revoir.—Exacto.Au revoir!—Whittington volvió a su tono jovial, cosa que inquietó
ligeramenteaTuppence—.Aurevoir,miencantadoraylistajovencita.Tuppence bajó las escaleras como si flotara en una nube. La dominaba el
entusiasmo.Unrelojcercanoseñalabalasdocemenoscinco.¡LedaremosunasorpresaaTommy!,pensómientrasparabauntaxi.Elcoche ladejóen labocadelmetro,dondeTommy laesperaba.Con losojos
desorbitadosporelasombro,laayudóadescender.Ellalesonriócariñosamenteyledijoconvozligeramenteafectada:
—Pagatú,¿quieres?¡Elbilletemáspequeñoquetengoesdecincolibras!
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CapítuloIII
Unpasoatrás
Elmomentonofuetantriunfalcomoseesperaba.Paraempezar,losrecursosdelosbolsillos de Tommy eran algo limitados. Al fin consiguieron reunir el importe. Eltaxista, conun surtidodemonedasen lamano, fue invitadoamarcharse, cosaquehizodespuésdepreguntar,indignado,quécreíaqueleestabadandoelcaballero.
—Mepareceque le hasdadodemasiado,Tommy—opinóTuppence, con falsainocencia—.Creoquequieredevolvertealgo.
Fue posiblemente aquel comentario lo que indujo al conductor a emprender denuevolamarcha.
—Bueno—dijo Tommy cuando al fin pudo expresar sus sentimientos—, ¿porquédiabloshastenidoquetomaruntaxi?
—Temíallegartardeyhacerteesperar—replicóTuppenceamablemente.—¡Temías...llegar...tarde!¡Oh,Dios,eresuncasoperdido!—Es cierto—continuó Tuppence, con los ojosmuy abiertos—. El billetemás
pequeñoquetengoesdecincolibras.—Hasrepresentadomuybienlacomedia,pequeña,perodetodasmaneraseltipo
noselahacreídoniporunmomento.—No —repuso Tuppence pensativa—, no se la ha creído. Eso es lo curioso
cuandodiceslaverdad.Nadietecree.Lohedescubiertoestamañana.Ahoravamosacomer.¿QuétepareceelSavoy?
Tommysonrió.—¿PorquénoelRitz?—Pensándolomejor,prefiero iraPiccadilly.Estámáscerca.Notendremosque
tomarotrotaxi.Vamos.—¿Esesteunnuevotipodehumor?¿Oesquehasperdidoeljuicio?—Tu segunda suposición es la acertada. He conseguido dinero y ha sido una
impresión demasiado fuerte para mí. Para este desequilibrio mental los médicosrecomiendancantidades ilimitadasdehorsd'oeuvre, langouste a l'américaine,polloNewbergypecheMelba.¡Vamos!
—Tuppence,muchacha,¿quétehadado?—¡Oh,algoincreíble!—Tuppenceabriósubolso—.¡Miraesto,yesto,yesto!—¡Querida,noagiteslaslibrasdeesamanera!—Nosonlibras,sinocincovecesmejorqueeso,yesteesdiezvecesmejor.Tommylanzóungemido.—¡Debodehaberestadobebiendosindarmecuenta!¿Estoysoñando,oesverdad
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queveounamultituddebilletesdecincolibrasagitadasdeunmodopeligroso?—Esbiencierto.Ahora,¿quieresquevayamosacomer?—Irédondequieras.Pero¿quéhashecho?¿Asaltarunbanco?—Todoasudebidotiempo.QuélugartanodiosoesPiccadillyCircus.Ahíviene
unautobúsenormedispuestoaatropellarnos.¡Seríaterriblequeaplastaralosbilletes!—¿Vamosalgrill?—preguntóelmuchachocuandollegaronsanosysalvosala
otraacera.—Elotroesmáscaro—protestóTuppence.—Esonoesmásqueunaperversaextravagancia.Vamosabajo.—¿Estássegurodequemedarántodoloquedeseo?—¿Esemenútannocivoqueacabasdemencionar?Claroquesí,oalmenostodo
loquepuedascomer.Entraronysesentaronaunamesa.—Ahora cuéntame—dijo Tommy incapaz de dominar su curiosidad por más
tiempo,mientraseranrodeadosporlosmuchoshorsd'oeuvresoñadosporTuppence.LaseñoritaCowleyselocontótodo.—¡Ylocuriosodelcaso—concluyó—,esqueenrealidadmeinventéelnombre
deJaneFinn!Noquisedareldemipobrepadre,portemoraquesevieraenvueltoenalgovergonzoso.
—Talveztúlocreasasí—dijoTommy,lentamente—.Peronoloinventastetú.—¿Qué?—No. Yo te lo dije. ¿No lo recuerdas? Ayer te conté que había oído a dos
personasquehablabandeunatalJaneFinn.Poresotevinotanprontoalamemoria.—Demodoquefuistetú.Ahoralorecuerdo.¡Quéextraordinario!—Tuppencese
dedicóacomerhastaquedeprontoexclamó—:¡Tommy!—¿Sí?—¿Quéaspectoteníanaquellosdoshombres?Tommyfruncióelentrecejoensuesfuerzoporrecordar.—Unoeragrueso,bienafeitadoycreoquemoreno.—Eseesél.¡EsWhittington!¿Cómoeraelotro?—Noconsigoacordarme.Apenasmefijéenél.Enrealidadsolofueesenombre
loquemellamólaatención.—¡Ydespuésdicenquenoexistenlascoincidencias!—Tuppenceatacóelpeche
Melbaalegremente.PeroTommysehabíapuestoserio.—Escucha,Tuppence,¿aquénosllevarátodoesto?—Aconseguirmásdinero.—Losé.Solotienesesaideaenlacabeza.Loquequierodecires:¿cuálseráel
próximopaso?¿Cómovasacontinuareljuego?
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—¡Oh!—Tuppencedejólacucharilla—.Tienesrazón,Tommy.Esunproblema.—No podrás mantener el engaño. Tarde o temprano cometerás un error. En
cualquiercaso,noestoysegurodequenoseapunible:chantaje,yasabes.—Tonterías.Elchantajeconsisteenafirmarquedirásloqueseasinotedanun
dinero.Puesbien,yonopodríadecirnada,porqueenrealidadnosénada.—¡Hum!—replicó Tommy poco convencido—. Bien, de todas maneras, ¿qué
vamos a hacer? Esta mañana Whittington tenía prisa por librarse de ti, pero lapróxima vez querrá saber algomás antes de separarse de su dinero. Querrá sabercuantoantesdedóndeobtuvistelainformaciónymuchascosasmásalasquetúnopuedescontestar.¿Quépiensashacer?
Tuppencefruncióelentrecejo.—Debemospensar.Pidecaféturco,Tommy.Estimulaelcerebro.¡Oh,Diosmío,
cuántohecomido!—¡Eresunatragona!Tambiényohecomidolomío,peromeenorgullezcodeque
mieleccióndelmenúhasidomuchomásjuiciosaquelatuya.Doscafés—ledijoalcamarero—,unoturcoyotrofrancés.
TuppencebebióelcaféconairepensativoyreprendióaTommycuandoeste lehabló.
—Cállate.Estoypensando.Tommyguardósilencio.—¡Ya está! —dijo Tuppence al fin—. Tengo un plan. Está claro que lo que
tenemosquehaceresaveriguaralgomásdetodoesto.Tommyaplaudió.—No te burles. Solo lograremos descubrirlo a través deWhittington.Debemos
averiguardóndevive,quéhace,enunapalabra,espiarle.Yonopuedohacerloporqueme conoce, pero a ti solo te vio un momento en Lyons y es probable que no tereconozca.Alfinyalcabo,losjóvenessoiscasitodosiguales.
—Rechazoestecomentario.Estoysegurodequemisfaccionesagraciadasymiaspectodistinguidomeharíansobresalirinclusoenmediodeunamultitud.
—Mi plan es este —continuó Tuppence con calma—. Mañana iré sola. Leengañaré como hice hoy. No importa que no consigamás dinero. Estas cincuentalibrasnosduraránvariosdías.
—¡Oinclusomás!—Túesperarásfueray,cuandoyosalga,notehablaréporsinosvigilan,perome
situaréenalgúnlugarcercanoy,cuandoélsalgadeledificio,dejarécaermipañuelooalgoporelestilo,yallávas.
—¿Adondevoy?—¡Detrásdeél,tonto!¿Quéteparecelaidea?—Delestilodeloqueseleeenlasnovelas.Sinembargo,creoqueenlavidareal
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debeunosentirsealgoestúpidosipermanecedurantehorasenlacallesinnadaquehacer.Lagentesepreguntaráquéestoyhaciendo.
—Enlaciudadno.Todoelmundotieneprisa.Lomásprobableesquenisiquierareparenenti.
—Eslasegundavezquehacesesaclasedecomentarios.Noimporta,teperdono.Detodasformasserádivertido.¿Quévasahacerestatarde?
—Habíapensadoensombreros,enmediasdeseda.Opuedeque...—Frena—le aconsejó Tommy—. ¡Las cincuenta libras tienen un límite! Pero
podemosiracenaryluegoadisfrutardealgúnespectáculo.—Noestámal.El día transcurrió agradablemente y la noche todavía más. Ahora dos de los
billetesdecincolibrashabíandesaparecido.Seencontraronalamañanasiguientetalcomohabíanconvenidoysedirigieron
alcentro.TommypermanecióenlaaceradeenfrentemientrasTuppenceentrabaeneledificio.
El muchacho paseó hasta el extremo de la manzana y luego regresó. CuandopasabapordelantedeledificiovioqueTuppencecruzabalacalzadaalacarrera.
—¡Tommy!—Sí,¿quéocurre?—Laoficinaestácerrada.Noheconseguidoquemeabrieranadie.—¡Quéextraño!—¿Sí,verdad?Subeconmigoeintentémoslodenuevo.Tommylasiguióy,cuandollegaronaltercerpiso,unjovenempleadosaliódeun
despacho.VacilóuninstanteyalfinsedirigióaTuppence.—¿BuscanEsthoniaGlasswareCo.?—Sí.—Estácerradadesdeayertarde.Dicenquehaquebrado.Noesquemelohayan
dichoamí,perodetodasformaseldespachoestáporalquilar.—Gra... gracias —tartamudeó Tuppence—. Supongo que no sabrá usted la
direccióndelseñorWhittington.—Metemoqueno.Semarcharonuntantodeimproviso.—Muchísimasgracias—dijoTommy—.Vamos,Tuppence.Volvieronasaliralacalleysemiraronelunoalotro,desconcertados.—Estohaterminado—afirmóTommy.—Yyosinsospecharnada—gimióTuppence.—Anímate,notieneremedio.—¿Queno?—Lajovenalzólabarbilladesafiante—.¿Túcreesqueestoeselfin?
Siasíes,teequivocas.¡Essoloelprincipio!—¿Elprincipiodequé?
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—¡De nuestra aventura! Tommy, ¿no comprendes que si se ha asustado lobastantecomoparasalircorriendo,esodemuestraquedebehabermuchomásdeloqueimaginamosenelasuntodeesatalJaneFinn?Bien,tenemosquellegarhastaelfondo.¡Losperseguiremos!¡Seremossabuesosincansables!
—Sí,peronohaquedadonadieconocidoaquienseguirlelapista.—No,poresotendremosqueempezardenuevo.Dameunpedazodepapel.Ytu
lápiz.Gracias.Aguardaunmomentoynointerrumpas.¡Yaestá!Tuppenceledevolvióellápizyrepasósatisfechaloquehabíaescrito.—¿Quéesesto?—Unanuncio.—¿Nopensarásponerlodespuésdetodo?—No.Esteesdistinto.LetendióelpapelyTommyleyóenvozalta:«SedeseacualquierinformaciónsobreJaneFinn.EscribiraY.A.»
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CapítuloIV
¿QuiénesJaneFinn?
El día siguiente transcurrió con lentitud. Era preciso restringir los gastos.Cuidadosamenteadministradas,lascuarentalibraspodíandurarmucho.Porsuerteeltiempoerabuenoy«pasearesbarato»,sentenciabaTuppence.Pasaronlatardeenuncine.
Eldíade ladesilusiónhabíasidoelmiércoles.El juevessepublicóelanuncio.EradesuponerqueelviernesllegaríanlascartasalashabitacionesdeTommy.
Élhabíaprometidonoabrirninguna,siesquellegaban,yllevarlasalaNationalGallery,dondesucolegaleesperaríaalasdiez.
Tuppence fue laprimera enacudir a la cita.Se sentó enunode los sillonesdeterciopelorojoycontemplóabstraídaloscuadrosdeTurner,hastaquevioaparecerasuamigo.
—¿Bien?—¿Bien?—repitióBeresfordentonoprovocador—.¿Cuálestucuadrofavorito?—Noseasmalo.¿Hayalgunarespuesta?Tommymeneólacabezaconunaexageradaexpresióndemelancolía.—No quisiera decepcionarte, compañera, diciéndotelo de golpe. Mala suerte.
Hemos malgastado el dinero —Suspiró—. Bueno, aquí tienes. El anuncio se hapublicadoy¡solohemosrecibidodosrespuestas!
—¡Tommy,eresundemonio!—casigritóTuppence—.Dámelas.¿Cómopuedessertanruin?
—¡El léxico, Tuppence, vigila tu léxico! Son muy exigentes en la NationalGallery.Ya sabes, es una institución del gobierno.Y recuerda que, como ya te heindicadomuchasveces,comohijadeunarcediano...
—¡Deberíaestarenunpedestal!—terminóTuppence.—No es precisamente lo que iba a decir. Pero si estás segura de que has
disfrutadoplenamentedelaalegríadespuésdeldesaliento,quecontantagenerosidadteheproporcionadogratis,pasemosadespacharnuestracorrespondencia.
Tuppence learrebató losdospreciosos sobres sinceremoniasy losestudióconsumaatención.
—Esteesdepapeldehilo;dalasensaciónderiqueza.Lodejaremosparaelfinalyabriremoselotroprimero.
—Tienesrazón.¡Alauna,alasdosyalastres!Tuppenceabrióelsobreyextrajosucontenido:
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Muyseñormío,Conreferenciaasuanuncioaparecidoenelperiódicodeesta mañana, quizá pueda serle de utilidad. Si tiene labondaddeveniravisitarmeleesperoenladirecciónquefiguramásarriba,mañana,alasonce.Suyoafectísimo,
A.CARTER
—CarshaltonGardens,númeroveintisiete—dijoTuppenceleyendoladirección—.Eso está en la carretera deGloucester.Tenemos tiempode sobra para ir allí sitomamoselmetro.
—Loinmediatoesunplandecampaña—afirmóTommy—.Ahorametocaamíasumirlaofensiva.EncuantoestédelantedelseñorCarter,élyyonosdaremoslosbuenosdíascomoescostumbre.Entonceséldirá:«Porfavor,siéntese,señor».Alocualyoresponderérápidaysignificativamente:«SeñorWhittington».ElseñorCartersepondrácomolagranayexclamará:«¿Cuánto?».Meembolsarélascincuentalibrasderigor,mereunirécontigoenlacalleynosdirigiremosaladirecciónsiguientepararepetirlaoperación.
—Noseasabsurdo,Tommy.Ahoraabrelaotracarta.¡Oh,estaesdelRitz!—¡Pedirécienlibrasenvezdecincuenta!—Yolaleeré.
Muyseñormío,Referenteasuanuncio,celebraríaverlehoya lahoradecomer.Suyoafectísimo,
JULIUSP.HERSHEIMMER
—¡Aja! —exclamó Tommy—. ¿Huelo a boche, o se tratará de un millonarionorteamericanodedesgraciadoabolengo?Detodasformas,acudiremosalacita.Unahoraexcelentequeamenudoconduceaunacomidagratisparados.
Tuppenceasintió.—AhoraaporCarter.Tendremosquedarnosprisa.CarshaltonTerraceresultóserunaimpecablemuestradeloqueTuppencellamaba
«casas de aspecto señorial».Tocaron el timbre del número 27 y una doncellamuypulcra les abrió la puerta. Su aspecto era tan respetable que a Tuppence le dio unvuelco el corazón. Cuando Tommy preguntó por el señor Carter, les llevó a undespacho de la planta baja donde los dejó. Apenas habría transcurrido un minutocuandoseabriólapuertaparadarpasoaunhombrealtoderostroafiladoyaspecto
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fatigado.—¿ElseñorY.A.?—dijoconunasonrisamuyatractiva—.Porfavor,siéntense.Obedecieron. Él ocupó una silla frente a Tuppence y le sonrió para animarla.
Habíaalgoenaquellasonrisaquehizoquelajovenperdierasushabitualesreflejos.Comoalparecernoestabadispuestoa iniciar laconversación,Tuppencesevio
obligadaacomenzar.—Querríamossaber...esdecir,¿tendríaustedlabondaddedecirnosloquesabe
deJaneFinn?—¿JaneFinn? ¡Ah!—Carterpareció reflexionar—.Bueno, lacuestiónes,¿qué
sabenustedesdeella?Tuppenceseirguió.—Noveoqueesotenganadaqueverconeltema.—¿No?Pueslotiene,¿sabe?—Volvióasonreírconsuairecansadoycontinuó
pensativamente—:Demodoquevolvemosalomismo.¿QuésabendeJaneFinn?Al ver que Tuppence permanecía callada, se inclinó hacia adelante y su voz
adquirióuntonopersuasivo.—Vamos. Tienen que saber algo para poner ese anuncio. Supongamos queme
dicen...HabíaciertomagnetismoenlapersonalidaddelseñorCarter,yTuppenceselibró
deélconunesfuerzomientrasdecía:—Nopodemoshacerlo,¿verdad,Tommy?Pero,antesusorpresa,sucompañeronolasecundó.TeníalosojosfijosenCarter
ysutono,cuandohabló,denotabaunadeferenciadesacostumbrada.—Meparecequelopocoquesabemosnovaaservirledenada,señor.Peroselo
diremosconmuchogusto.—¡Tommy!—exclamóTuppence,sorprendida.CartermiróaTommy.Susojosformularonunapregunta.Tommyasintió.—Sí, señor, le he reconocido enseguida. Le vi en Francia cuando servía en
Inteligencia.Encuantolevientrarenlahabitaciónsupeque...Carterlevantóunamano.—Nadadenombres,porfavor.AquímeconocenporelseñorCarter.Apropósito,
eslacasademiprima.Ellamelaprestaalgunasvecescuandosetratadetrabajarenalgún caso de forma extraoficial.Bien, ahora—miró a los jóvenes—, ¿quién va acontarmelahistoria?
—Adelante,Tuppence—leanimóTommy—.Cuéntalatú.—Bien,señorita.Laescucho.Obediente, la joven refirió toda la historia desde elmomento en que se fundó
JóvenesAventureros,SociedadLimitada.
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Carterlaescuchabaensilencioconsuairecansado.Devezencuando,sepasabalamanoporlacaracomosiquisieraocultarunasonrisa.Cuandoellaacabó,asintiócongravedad.
—Noesgrancosa,peroresultasugerente...muysugerente.Perdonenloquevoya decirles, pero son ustedes una parejamuy curiosa.No sé, es posible que tenganéxitodondeotroshanfracasado.Yocreoenlasuerte,siemprehecreído,¿saben?
Hizounapausaycontinuó:—Bien, ¿qué les parece? Ustedes van en busca de aventuras. ¿Les gustaría
trabajarparamí?Demodoextraoficial,claro.Todoslosgastospagadosyunmodestosalarioanual.
Tuppencelemirabaconloslabiosentreabiertosylosojosdesorbitados.—¿Quétendremosquehacer?Carterlededicóunasonrisa.—Puescontinuarloqueestánhaciendoahora.BuscaraJaneFinn.—Sí,pero¿quiénesJaneFinn?Carterasintiócongestograve.—Sí,creoquetienenderechoasaberlo.Seechóhaciaatrásenlasilla,cruzólaspiernas,juntólasyemasdelosdedosy
comenzóentonomonótono:—Ladiplomaciasecreta,quedichoseadepasocasisiempreesunamalapolítica,
nolesconcierneaustedes.Serásuficientedecirlesque,enlosprimerosdíasde1915,seredactóundocumento.Eraelresumendeunacuerdosecretoountratado,comoquieranllamarlo.
»Estaba listo para ser firmado por diversos representantes y se guardaba enEstadosUnidos, que entonces era unpaís neutral. Fue enviado a Inglaterra conunmensajeroespecialescogidoparaesefin:unjovenllamadoDanvers.Seesperabaquetodoaquelasuntosemantuvieraensecretoyquenadatrascendería.Conesaclasedeesperanzamuyamenudosesufreunadecepción.¡Siemprehayalguienquehabla!
»DanversembarcóparaInglaterraenelLusitania.Llevabalospreciosospapelesen un envoltorio impermeable. Durante aquel viaje, el Lusitania, como saben, fuetorpedeadoyhundido.
»Danversestabaenlalistadelosdesaparecidos.Alfinsucadáveraparecióenlaplaya y fue identificado sin ningún género de dudas. ¡Pero el paquete habíadesaparecido!
»Lapreguntaera:¿selohabíanquitado,oélmismoloentregóaalguienparaquelocustodiara?Habíaalgunosindiciosquesustentabanestaúltimateoría.Despuésdequelostorpedosalcanzaranelbarco,ydurantelosmomentosenquefueronarriadoslos botes salvavidas al mar, Danvers fue visto hablando con una jovencitanorteamericana.Amímeparecemuyprobablequeleconfiaraelsobrecreyendoque
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ella,porsermujer,teníamuchasmásprobabilidadesdellevarloatierra.»Perodeserasí,¿dóndeestáesamuchachayquéhahechodelsobre?Segúnlas
últimasnoticiasdeEstadosUnidospareceserqueDanversfueseguidomuydecerca.¿Es que acaso esa joven estaba asociada a sus enemigos? ¿O tal vez también fueseguida,engañada,oquizáobligadaaentregarelpreciadodocumento?
»Nosdispusimosabuscarla,cosaqueresultóenextremodifícil.SunombreeraJane Finn y aparecía en la lista de supervivientes, pero es como si se hubieradesvanecidoenelaire.Susantecedentesnoshanayudadomuypoco.Erahuérfanayhabía sidomaestra de párvulos en una escuela delOeste deEstadosUnidos. Se lehabía expedidounvisadoparaParís, donde iba a trabajar en unhospital. Se habíaofrecidovoluntariay,despuésdecumplir los trámitesderigor, fueaceptada.Comoaparecía en la lista de supervivientes del Lusitania, en el hospital se extrañaronmuchodequenosepresentara,nisupierandeella.
»Pues bien, se hizo todo lo posible por encontrarla, pero todo fue en vano.Leseguimos lapistaa travésde Irlanda,pero laperdimosenelmomentoenquepisóInglaterra.
»Nadiehautilizadoeldocumento,comohubieranpodidohacercontodafacilidady, por tanto, llegamos a la conclusión de queDanvers, después de todo, lo habríadestruido.Laguerraentróenotrafase,elaspectodiplomáticocambióyeltratadonovolvió amencionarse nunca.Los rumores de su existencia fuerondesmentidos.LadesaparicióndeJaneFinncayóenelolvidoyelasuntoquedóarchivado.
CarterhizounapausayTuppenceintervino,impaciente:—¿Porquéhavueltoasurgirahora?Laguerrahaterminado.EnelrostrodeCarteraparecióunaexpresióndealerta.—Porquepareceserqueeldocumentonofuedestruidoypodríareaparecerenla
actualidadconunanuevayfatalimportancia.TuppencelemiróasombradayCarterasintió.—Sí,cincoañosatrásesetratadoeraunarmaennuestrasmanos;hoysehavuelto
contranosotros.Fueunaequivocaciónenorme.Sisehicierapúblico,podríasignificarun desastre y posiblemente otra guerra. Y esta vez no contra Alemania. Es unaposibilidad extrema y yo no creo en ella, pero ese documento implica, sin dudaalguna, a un buen número de nuestros hombres de Estado que no pueden serdesacreditados en estos momentos. Como propaganda para los laboristas seríairresistible y, en mi opinión, un gobierno laborista en este momento sería unadesgracia para el comercio británico, pero eso es una minucia comparado con elverdaderopeligro.
Sedetuvoyluegoagregóconcalma:—Quizá hayan oído decir, o hayan leído, que la influencia bolchevique es la
causadelaagitaciónlaboralqueseviveactualmente.
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Tuppenceasintió.—Es verdad. El oro bolchevique está entrando en el país con el propósito
determinado de provocar una revolución. Hay un individuo, cuyo nombredesconocemos, que trabaja en la oscuridad para sus propios fines. Los rusos estánalentando la inquietud laboral, pero este hombre está detrás de los bolcheviques.¿Quiénes?Loignoramos.
»Siempresehabladeélporeldiscretoapodode"SeñorBrown".Perounacosaessegura,queeselarchicriminaldenuestraera.Controlaunaorganizaciónmuyeficaz.Lamayorpartedelapropagandapacifistaquesehizodurantelaguerrafuecreadaypatrocinadaporél.Susespíasestánentodaspartes.
—¿Esalemán?—preguntóBeresford.—Alcontrario.Tengomotivosparacreerqueesinglés.Protegíaalosalemanes
como hubiera podido proteger a los del Transvaal. Ignoramos lo que busca, peroprobablementeseráelsupremopoderparaél,comonuncasehadadoenlahistoria.Notenemoslamenorpistadesuverdaderapersonalidad.Sabemosconseguridadqueni sus seguidores le conocen. Siempre que hemos tropezado con sus huellasdescubrimos que ha representado un papel secundario. Otro cualquiera asume elprincipal,peroluegoaveriguamosquehahabidoalguienirrelevante,uncriadoounempleado que ha permanecido en segundo término sin llamar la atención y que elescurridizoseñorBrownsenoshaescapadounavezmás.
—¡Oh!—exclamóTuppence—.Mepregunto...—¿Sí?—RecuerdolaoficinadelseñorWhittington.ElempleadosellamabaBrown.No
creeráustedque...Carterasintiópensativo.—Es muy posible. Es curioso, pero ese nombre se menciona con mucha
frecuencia.¿Podríausteddescribirlo?—Laverdad es que apenasme fijé en él. Era un tipo bastante corriente, como
cualquierotro.Cartersuspiróconairecansado.—¡EsaeslainevitabledescripcióndelseñorBrown!Laidiosincrasiadeungenio.
Entró para entregar un mensaje telefónico a Whittington, ¿verdad? ¿Se fijó en sihabíaunteléfonoenlaoficinaexterior?
Tuppencemeditóunosinstantes.—No,creoqueno.—Exacto. Ese «mensaje» era elmedio que el señor Brown tenía para dar una
orden a su subordinado. Desde luego escucharía toda la conversación. ¿DespuésWhittingtonleentregóeldineroyledijoquevolviesealdíasiguiente?
Tuppenceasintió.
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—Sí,sindudaeslamanodelseñorBrown—Carterhizounapausa—.Bien,esoes todo. ¿Comprenden contra lo que van a luchar? Posiblemente contra el mejorcerebro criminal de esta época y no me hace ninguna gracia. Son ustedes muyjóvenes.Noquisieraquelesocurriesenadamalo.
—Nonosocurriránada—leaseguróTuppence.—Yocuidarédeella,señor—prometióTommy.—Y yo de ti —replicó Tuppence, resentida por el aire de superioridad de su
amigo.—Bien,entoncesquecadaunocuidedelotro—dijoCarter,sonriendo—.Ahora
volvamos al asunto. Hay algo misterioso en ese convenio que todavía no hemosdesentrañado.Hemossidoamenazadosconélentérminosclaroseinequívocos.Loselementosrevolucionariosdeclaranqueestáensusmanosyquepuedenairearloencualquier momento. Por otro lado, se equivocan con respecto a muchas de suscláusulas.Elgobiernoconsideraquehasidounabaladronadaporsupartey,acertadao erróneamente, ha mantenido la política de negarlo todo. No estoy seguro. Hahabidofiltraciones, indiscreciones,alusionesqueparecenindicarquelaamenazaesverdadera.Nosda la impresiónde quehan conseguido el documento, peroquenopueden leerlopor estar cifrado, pero en cambio el borradorno lo estaba... no seríaposibleenestaclasedecosas,demodoquenocuenta.Perohayalgo.ClaroqueJaneFinn puede estarmuerta, pero yo no lo creo. Lo curioso del caso es que intentanobtenernoticiasdelamuchachaatravésdenosotros.
—¿Qué?—Sí.Hansurgidounpardecosillas.Ysuhistoria, jovencita,confirmamiidea.
Saben que andamos buscando a Jane Finn. Pues bien, ellos nos proporcionan unaJane Finn de su propiedad, pongamos por ejemplo en un pensionnat de París —TuppencedejóescaparungemidoyCartersonrió—.Nadiesabecómoes,demodoquenoesdifícil.Lecuentanunahistoriaysuverdaderamisiónesconseguirtodalainformaciónposibledenosotros.¿Comprendelaidea?
—¿Entonces usted cree que... —Tuppence hizo una pausa para exponerlocorrectamente—...quequeríanqueyoviajaraaParíscomosifueraJaneFinn?
LasonrisadeCarterfuetodavíamáscansina.—Creoenlascoincidencias.
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CapítuloV
ElseñorJuliusP.Hersheimmer
—Bien—dijoTuppencerecobrándose—,escomosiestuviésemospredestinados.Carterasintió.—Séloquequieredecir.Yotambiénsoysupersticioso.Creoenlasuerteytodo
eso.Eldestinoparecehaberlaescogidoparamezclarlaenesto.Tommysepermitióunarisita.—¡Cielos, nome extraña queWhittington levantara el vuelo cuandoTuppence
pronunció ese nombre! Yo hubiera hecho lo mismo. Pero escuche, lo estamosentreteniendomucho.¿Tienequehacernosalgunaadvertenciaantesdemarcharnos?
—Creo que no. Mis expertos, que trabajan con sistemas clásicos, fracasaron.Ustedes aportarán a esta empresa su imaginación y unamentalidad abierta. No sedesanimen si eso tampoco les conduce al éxito. Tengan en cuenta que es muyprobablequeloshayamosasustado.
Tuppencefruncióelentrecejo,desconcertada.—CuandoustedsostuvosuentrevistaconWhittington,teníantiempopordelante.
Lasinformacionesquetenemosapuntanaqueelgrancoupseríaaprincipiosdeaño.Peroelgobiernoestáestudiandounaseriedeleyesqueacabarádefinitivamenteconlaamenazadeunahuelgageneral.Notardaránenenterarse,siesquenolosabenya,y es posible quedecidan adelantar la intentona.Espero que así sea.Cuantomenostiempo tengan para madurar sus planes, mejor. Solo tengo que advertirles que nodisponendemuchotiempoyquenodebendesanimarsesifracasan.Detodasformas,nolespropongonadafácil.Esoestodo.
Tuppencesepusoenpie.—Creoqueesmomentodehablardecosasprácticas.Exactamente,¿hastadónde
podemoscontarconusted,señorCarter?—Dispondrándefondosdentrodeunlímiterazonable,deinformacióndetallada
sobre cualquier punto, perono contarán conningún reconocimientooficial.Quierodecir que, si tienen complicaciones con la policía, me será imposible ayudarlesoficialmente.Ustedestrabajanporsucuentayriesgo.
—Locomprendomuybien—dijoTuppence—.Leharéunalistadelascosasquedeseosabercuandohayatenidotiempodepensar.Ahora,encuantoaldinero...
—Sí,señoritaTuppence.¿Deseadecirmecuántoquiere?—Noeseso.Demomentotenemosbastante,perocuandonecesitemosmás...—Lesestaráesperando.—Sí,peronoquieroserdescortésconelgobierno,siustedtienealgoquevercon
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él,peroyasabeeltiempoquesenecesitaparaconseguiralgodeél.Sitenemosquellenarunimpresoazul,enviarloyluego,alcabodetresmeses,nosenvíanunoverdeyasísucesivamente...bueno,noibaasernosdegranayuda.
Carterseriódebuenagana.—Nosepreocupe,señoritaTuppence.Ustedenvíaunapeticiónpersonalaquíy
recibirá el dinero en efectivo a vuelta de correo. En cuanto al salario, ¿pongamostrescientasalaño?Ydesdeluego,otrotantoparaelseñorBeresford.
Tuppencesonrióencantada.—Estupendo.Esustedmuyamable.¡Meencantaeldinero!Lellevarélacuenta
detallada de todos nuestros gastos: el debe, el haber, el balance en el lado quecorresponde y una línea roja a los lados con los totales. Sé hacerlo cuandome lopropongo.
—Estoysegurodeello.Bien,adiósybuenasuerte.Lesestrechólamanoy,alospocosminutos,salíandelacasaconlacabezahecha
untorbellino.—¡Tommy!Dimeenseguidaquiénesel«señorCarter».Elmuchachomurmuróunnombreasuoído.—¡Oh!—exclamóTuppence,impresionada.—Teaseguroqueesestupendo.—¡Oh!—volvió a exclamar la joven antesde agregar en tono reflexivo—:Me
gusta, ¿a ti no? Parece muy cansado y al mismo tiempo da la impresión de queinteriormente es como el acero, afilado y centelleante. ¡Oh!—Pegó un brinco—.¡Pellízcame,Tommy,pellízcame!¡Nopuedocreerqueseaverdad!
Beresfordlacomplació.—¡Ay!¡Yabasta!Sí,noestamossoñando.¡Tenemosunempleo!—¡Menudoempleo!Laaventurahacomenzadodeverdad.—Esmásrespetabledeloquehabíaimaginado—dijoTuppence,pensativa.—¡Porsuerteyonotengotuaficiónalocriminal!¿Quéhoraes?Vamosacomer,
¿eh?Ambospensaronalavezenlomismo.Tommyfueelprimeroenexpresarlo.—¡JuliusP.Hersheimmer!—NolehemosdichonadaalseñorCarter.—Bueno, no haymucho que contar, por lomenos hasta que le hayamos visto.
Vamos,tomemosuntaxi.—Ahora,¿quiéneselextravagante?—Recuerdaquetenemostodoslosgastospagados.Sube.—De todas maneras causaremos mejor impresión llegando en taxi —dijo
Tuppence,arrellanándoseenelasiento—.¡Estoyseguradequeloschantajistasnuncaviajanenautobús!
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—Nosotroshemosdejadodeserlo—lerecordóTommy.—Noestoysegura—dijoTuppenceentonosombrío.Preguntaron por el señor Hersheimmer en recepción y fueron acompañados
enseguida a su suite. «¡Adelante!», exclamó una voz impaciente en respuesta a lallamadadelbotones,quesehizoaunladoparadejarlespasar.
JuliusP.Hersheimmereramuchísimomás jovende loqueTommyoTuppencehabíanimaginado.Lamuchachalecalculóunostreintaycincoaños.Erademedianaestatura y con espaldas cuadradas que hacían juego con su mandíbula. Su rostro,belicoso,resultabaagradable.Todoelmundolohubieratomadopornorteamericano,aunquehablabaconunligeroacento.
—Veo que recibieron mi nota. Siéntense y díganme todo lo que sepan de miprima.
—¿Suprima?—Sí.JaneFinn.—¿Essuprima?—Mipadreysumadreeranhermanos—explicóHersheimmer.—¡Oh!—exclamóTuppence—.¿Entoncesustedsabedóndeestá?—¡No!—Hersheimmergolpeó lamesaconelpuño—.¡Quémeaspensi losé!
¿Yustedes?—Nosotrospusimoselanuncioparaobtenerinformación,noparadarla—replicó
Tuppence,conseveridad.—Yalosé.¿Acasocreequenoséleer?Peroimaginéquetalvezconocieransu
paraderoactualytansololesinteresabansusantecedentes.—Bueno,nonosimportaríaoírsuhistoria—dijoTuppence.PeroHersheimmersemostróreceloso.—Oigan—exclamó—, esto no es Sicilia.Nada de exigir rescates ni amenazar
concortarlelasorejassimeniegoapagar.EstassonlasislasBritánicas,demodoquedéjese de negocios sucios o llamaré a ese enorme policía que veo allá abajo enPiccadilly.
—Nohemossecuestradoasuprima.Alcontrario,queremosencontrarla.Noshancontratadoparabuscarla.
Hersheimmerserecostóensubutaca.—Pónganmealcorriente.TommylehizounresumenbastantelimitadodeladesaparicióndeJaneFinnyde
la posibilidad de que estuviera envuelta inocentemente en alguna «maniobrapolítica». Dijo que él y Tuppence eran «investigadores privados» encargados debuscarla y agregó que por lo tanto le agradecerían cualquier detalle que pudieradarles.
Elcaballeromoviólacabezacongestodeaprobación.
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—Estábien.Veoquemeheprecipitado.¡PeroLondresmesacademiscasillas!SoloconozcoelviejoNuevaYork.Haganlaspreguntasquegustenylascontestaré.
Demomento, los JóvenesAventureros se quedaron cortados, peroTuppence serehizoylanzólaprimerapreguntaqueseleocurrióyquehabíaleídoenlasnovelaspolicíacas.
—¿Cuándovioporúltimavezaladi...asuprima,quierodecir?—Nuncalahevisto.—¿Qué?—exclamóTommy,asombrado.—No, señor. Como ya dije antes, mi padre y su madre eran hermanos, como
puedenserloustedes—Tommyno lecorrigió—,perono siempre se llevaronbien.CuandomitíadecidiócasarseconAmosFinn,queeraunpobremaestrodeescueladel Oeste, mi padre se puso furioso y dijo que si hacía fortuna, a lo que ya ibaencaminado, ella nunca vería un centavo.Bueno, el caso es que tía Jane se fue alOesteynuncavolvimosasaberdeella.
»Elviejohizofortuna.Semetióenelnegociodelpetróleo,luegoconelaceroenferrocarriles,ypuedoasegurarlesquetuvoenviloaWallStreet—Hizounapausa—.Luego murió y yo heredé su fortuna. Bueno, ¿querrán creerlo? ¡Mi concienciaempezóadarmela lata!Nocesabaderemordermediciéndome:¿QuéserádetutíaJaneallíenelOeste?,ymepreocupé.¿Saben?YosiemprecreíqueAmosFinnnoharía nada bueno en esta vida. Al fin contraté a un hombre para que les buscara.Resultado:ellahamuerto,AmosFinntambién,perodejaronunahija:Jane,queibaen el Lusitania camino de Francia cuando fue torpedeado. Se salvó, pero desdeentoncesnosehasabidonadadeella.Penséquelomejoreraveniraquíyacelerarlascosas.LoprimeroquehicefuetelefonearaScotlandYardyalAlmirantazgo.LosdelAlmirantazgo casi me mandaron a paseo, pero en Scotland Yard estuvieron muyamables: dijeron que harían averiguaciones. Incluso esta mañana han enviado unhombrearecogersufotografía.MañanasalgoparaParís.QuieroverloquehacelaPrefecture.Me figuroque si voydeun lado aotro,metiéndolesprisa, tendránquetrabajar.
LavitalidaddeHersheimmereratremendayseinclinaronanteella.—Perodíganme,¿labuscanustedesporhaberhechoalgomalo?Pordesacatoala
autoridad, o algo así tan británico. Quizá una joven norteamericana de espírituorgullosoencontrarasusleyesymétodosbastantefastidiososentiempodeguerra.Sisetratadeesto,yenestepaísexisteelsoborno,comprarésulibertad.
Tuppencelotranquilizó.—Bien. Entonces podemos trabajar juntos. ¿Qué les parece si comiéramos?
¿Quierenquenossirvanaquí,obajamosalrestaurante?TuppenceexpresósuspreferenciasporestoúltimoyJuliusseavinoasusdeseos.LasostrasacababandedarpasoaunlenguadoColbertcuandolepresentaronuna
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tarjetaaHersheimmer.—Otravez.AhorasetratadelinspectorJappdelDepartamentodeInvestigación
Criminal. Éste es nuevo. ¿Qué espera que le cuente que no le haya dicho ya alprimero?Esperoquenohayanperdidolafotografía.LatiendadeaquelfotógrafodelOestesequemóhastaloscimientoscontodoslosnegativosyestaeslaúnicacopiaqueexiste.Laconseguíporeldirectordelcolegio.
UntemorindescriptibleseapoderódeTuppence.—¿No...nosabeustedelnombredelpolicíaquevinoestamañana?—Sí,creoquesí.Nosé.Espereunsegundo.Estabaescritoensutarjeta.¡Oh,ya
losé!InspectorBrown.Erauntipomuycorriente.
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CapítuloVI
Unplandecampaña
Serámejorcorrerunvelosobrelosacontecimientosdelamediahorasiguiente.BastadecirqueenScotlandYardnoconocíananingúninspectorBrown.LafotografíadeJaneFinn,que tanvaliosa lehubiera sidoa lapolicíaparadar con suparadero, sehabíaperdidosinesperanzadeserrecobrada.ElseñorBrownhabíatriunfadounavezmás.
ElefectoinmediatodeestecontratiempotuvocomoresultadounrapprochemententreJuliusHersheimmery losJóvenesAventureros.Todas lasbarrerassevinieronabajoenelactoyTommyyTuppencetuvieronlasensacióndequeconocíanaljovennorteamericanodetodalavida.
Abandonaronsuposturadeinvestigadoresprivadosylecontarontodalahistoriadesdequefundaronlasociedaddeaventureros,antelocualélsedivirtióhorrores.
Alconcluirlanarración,sevolvióhaciaTuppence.—Siempre había creído que las muchachas inglesas eran un poco tímidas y
anticuadas.Esosí,dulces,perotemerosasdedarunpasosinunadamadecompañía.¡Mefiguroqueestoyalgopasadodemoda!
El resultado final de estas confidencias fue que Tommy y Tuppence fijaron suresidencia en el Ritz, según Tuppence, para poder estar en contacto con el únicoparientedeJaneFinn.
—¡Deestamanera—agregódirigiéndose aTommy—,nadiepodráquejarsedelosgastos!
Ynadielohizo,quefuelobueno.—Ahora—dijolajovenalamañanasiguientedehaberseinstalado—,¡atrabajar!Beresford dejó elDailyMail que estaba leyendo para aplaudir con innecesario
vigor,loquelevalióserreprendidoamablementeporsucolega.—Noseastonto,Tommy,tenemosquehaceralgoparajustificarnuestrosueldo.Elmuchachosuspiró.—Sí,me temo que ni siquiera nuestro querido gobierno nos tendría en el Ritz
holgazaneandoaperpetuidad.—Porconsiguiente,comoyatedijeantes,tenemosquehaceralgo.—Bien —replicó Tommy, volviendo a coger el periódico—, hazlo. Yo no te
detendré.—¿Sabes?—continuóTuppencesinhacerlecaso—,heestadopensando.Seviointerrumpidapornuevosyentusiastasaplausos.—Esmuypropiodetiquedarteahísentadohaciendoeloso,Tommy.Noteharía
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ningúndañounpocodeejerciciomental.—¡Elsindicato,Tuppence,elsindicato!Nomepermitetrabajarantesdelasonce.—Tommy,¿quieresque tedigaalgo?Esabsolutamentenecesarioque tracemos
unplandecampañasindilación.—¡Oigámoslo!¡Oigámoslo!—Bien,manosalaobra.Tommyalfinsepusoserio.—Entihaylasencillezdeunagraninteligencia,Tuppence.Sueltaloquesea.Te
escucho.—Paraempezar,¿enquépodemosbasarnos?—Absolutamenteennada—dijoTommyconalegría.—¡Te equivocas!—Tuppence le señaló a modo de acusación con el índice—.
Tenemosdospistasdistintas.—¿Cuálesson?—Primerapista:conocemosaunodelabanda.—¿Whittington?—Sí.Loreconoceríaencualquierparte.—¡Hum!—replicóTommy,pensativo—.Amíesonomepareceunapista.No
sabes dónde buscarlo y existe una posibilidad contramil de que lo encuentres porcasualidad.
—No estoy tan segura de eso—replicó Tuppence—. Me he fijado en que, amenudo,unavezempiezanadarsecoincidencias,siguensucediéndosedelmodomásextraordinario.Yodiríaqueesalgunaleynaturalquetodavíanohemosdescubierto.No obstante, como bien dices, no podemos confiar en ello. Pero en Londres hayciertos lugares por donde, tardeo temprano, pasa la gente.Por ejemplo,PiccadillyCircus.Unademisideasconsisteenpasarmeallíeldíavendiendobanderitas.
—¿Cuándo comerás? —preguntó Tommy con el sentido práctico que lecaracterizaba.
—¡Quémasculinoeseso!¿Quéimportalacomida?—Esolodicesahoraporqueacabasdetomarteunopíparodesayuno.Nadietiene
mejorapetitoque tú,Tuppencey,a lahoradel té, tehabríascomido lasbanderitascon alfiler y todo. Pero, con franqueza, no me convence tu idea. Es posible queWhittingtonnisiquieraestéenLondres.
—Escierto.Detodasformas,creoquelapistanúmerodosesmásprometedora.—Oigámosla.—Noesgrancosa.Solounnombredepila:Rita.Whittingtonlamencionóaquel
día.—¿Es que te propones publicar un tercer anuncio? «Se busca sospechosa que
atiendeporelnombredeRita.»
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—No. Lo que me propongo es razonar de una manera lógica. Ese hombre,Danvers,fueseguido,¿noescierto?Esmuchomásprobablequelohicieraunamujerqueunhombre.
—Noveoelporqué.—Estoy completamente segura de que sería una mujer y además atractiva—
replicóTuppencesinalterarse.—En estos puntos técnicos tengo que inclinarme ante tu sagacidad—murmuró
Beresford.—Ahorabien,esevidentequeesamujer,seaquienfuere,sesalvó.—¿Porquélodices?—Denoserasí,¿cómosabríanqueJaneFinnteníalospapeles?—Correcto.¡Continúa,Sherlock!—Existe la posibilidad, admito que solo es una posibilidad, de que esa mujer
fuese«Rita».—¿Ydeserasí?—Deserasí, tendríamosquebuscarentre lossupervivientesdelLusitaniahasta
darconella.—Entonces, lo primero que hay que hacer es conseguir una lista de los
supervivientes.—Yalatengo.Escribíunalargalistadecosasquedeseabasaberyselaenviéa
Carter.Estamañanahe recibido su contestacióny, entreotras cosas,me incluye larelaciónoficialdelaspersonasquesesalvarondelacatástrofedelLusitania.¿QuéteparecetupequeñaTuppence?
—Diezendiligenciayceroenmodestia.Peroelcasoes,¿hayalgunaRitaenlalista?
—Esoesloquenosé—confesóTuppence.—¿Nolosabes?—No, mira. —Los dos se inclinaron sobre la lista—. ¿Ves? Hay muy pocos
nombresdepila.Casitodassonseñorasoseñoritatal.Tommyasintió.—Esocomplicaelasunto.Tuppenceseatusóelcabelloconsuticcaracterístico.—Bien, tendremos que poner manos a la obra y averiguarlo. Eso es todo.
EmpezaremosporeláreadeLondres.AnotalasdireccionesdelasmujeresquevivenenLondresoenlosalrededores,mientrasyovoyaponermeelsombrero.
Cincominutosmás tarde, la joven pareja se encontraba en Piccadilly y, pocossegundos después, un taxi los llevaba aTheLaurels, en el número 7 deGledowerRoad,residenciadelaseñoradeEdgardKeith,cuyonombrefigurabaenprimerlugarenunalistadesietenombresqueTommyguardabaensubolsillo.
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The Laurels era una mansión ruinosa separada de la carretera por unos pocosarbustosraquíticosquepretendíandarlaimpresióndejardín.Tommypagóaltaxistay acompañó a Tuppence hasta la puerta. Cuando ella iba a llamar al timbre, lacontuvo.
—¿Quévasadecir?—¿Quequévoyadecir?Puesdiré...Oh,Diosmío,nolosé.Esmuypeliagudo.—Me lo imaginaba —exclamó el muchacho, satisfecho—. ¡Eso es muy
femenino! ¡No prevéis nada! Ahora apártate y contempla cómo resuelven loshombresunasituaciónasícontodafacilidad.
LlamóaltimbreyTuppencesesituóaunaprudentedistancia.Lesabriólapuertaunacriadadeaspectodesaliñado,carasuciayunpardeojosquehacíanjuegoconelconjunto.
Tommyhabíasacadounalibretayunlápiz.—Buenosdías—dijoentonovivazyalegre—.SomosdelaOficinadelDistrito
deHampstead.Elnuevoregistrodevotantes.¿ViveaquílaseñoradeEdgarKeith?—Sí.—¿Cuálessunombredepila?—preguntóTommy,blandiendoellápiz.—¿Delaseñora?EleanorJane.—E-le-a-nor—silabeó Tommy—. ¿Tiene algún hijo o hija mayor de veintiún
años?—No.—Gracias—Tommycerrósublocdenotascongestorápido—.Buenosdías.Lasirvientasepermitiólaprimeraobservación.—Creíquetalvezveníaporelgas—observóantesdecerrarlapuerta.Tommysereunióconsucómplice.—¿Loves,Tuppence?Estoescosadeniñosparaladespiertamentemasculina.—Nomeimportaadmitirporunavezquetehasdesenvueltoalasmilmaravillas.
Amínuncasemehubieraocurrido.—Buentruco,¿verdad?Ypodemosrepetirloadlibitum.Lahoradecomersorprendióalosdosjóvenesdevorandorápidamenteunbistec
conpatatasfritasenunaoscuraposada.HabíandadoconunatalGladysMaryyconuna Marjorie, se habían llevado la sorpresa de un cambio de domicilio y habíantenido que soportar un largo discurso sobre el sufragio universal de labios de unanorteamericanamuyanimada,cuyonombredepilaresultóserSadie.
—¡Ah!—exclamó Tommy después de tomar un buen trago de cerveza—.Mesientomejor.¿Cuáleslapróximadirección?
ElblocdenotasestabaabiertosobrelamesayTuppencelocogió.—LaseñoraVandemeyer,queviveenSouthAudleyMansions,apartamento20.
LaseñoritaWheelerenel43deClapingtonRoad,Battersea.Segúncreorecordares
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camarera,demodoqueprobablementenoestaráallíy,detodasformas,nocreoquesealaquebuscamos.
—EntoncesnuestrapróximaescalaeslaseñoradeMayfair.—Tommy,empiezoadesanimarme.—Animo, pequeña. Ya sabíamos que era una posibilidad muy remota. En
cualquiercaso,acabamosdeempezar.SifracasamosenLondresnosquedaunagiraporInglaterra,IrlandayEscocia.
—Cierto—repusoTuppence,animada—.¡Ycontodoslosgastospagados!Pero,oh,Tommy,megustaríaquetodofueramásdeprisa.Hastaahora,lasaventurassehanidosucediendo,peroestamañanahasidomuyaburrida.
—Debescontenertusansiasdesensaciones,Tuppence.RecuerdaquesielseñorBrown es tal como nos lo han pintado, es un milagro que no esté aquí ya parahacernospasaramejorvida.Vaya,mehasalidounabuenafrase,contonoliterarioytodo.
—Laverdadesque eresmuchomáspretenciosoqueyoy conmenosmotivos.¡PerodesdeluegoesextrañoqueelseñorBrownnohayadescargadoaúnsucólerasobre nosotros (ya ves, yo también sé hacer frases) y podamos continuar nuestrocamino.
—Talvezconsiderequenovalelapenapreocuparsepornosotros.Tuppencerecibiólafrasecondisgusto.—Quéagradableeres,Tommy.Comosinosotrosnotuviéramosimportancia.—Losiento,Tuppence.Loquehequeridodeciresquenosotrostrabajamosenla
oscuridadyqueélnosospechadenuestrosmaliciososplanes.¡Ja,ja!—¡Ja, ja!—repitió Tuppence como un eco en tono de aprobaciónmientras se
poníaenpie.South Audley Mansions eran un imponente edificio de apartamentos situado
cercadeParkLane.Elnúmero20estabaenlasegundaplanta.Tommyyahabíaadquiridociertaprácticaylesoltódecorridolaspreguntasala
ancianamujermásparecidaaunamade llavesqueaunasirvienta,que leabrió lapuerta.
—¿Nombredepila?—Margaret.Tommylodeletreó,perolamujerlecorrigió.—No,g-u-e.—Oh,Marguerite;ya,comoenfrancés.—Hizounapausaydespuéssearriesgóa
comentar—:NosotroslateníamosinscritacomoRitaVandemeyer,perosupongoquesetratadeunerror.
—Asílallamanlosamigos,perosunombreesMarguerite.—Gracias.Esoestodo.Buenosdías.
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Tommy,incapazdecontenersuexcitación,corrióhacialasescaleras.Tuppenceleesperabaenelrellano.
—¿Hasoído?—Sí.¡Oh,Tommy!—Losé.Yosientolomismo.—Estanbonitoimaginarciertascosasyqueluegoocurranrealmente—exclamó
Tuppence,entusiasmada.Cogidosdelamano,bajaronalvestíbulo.Fueentoncescuandooyeronvocesyel
rumordepasosenlasescaleras.Depronto,antelasorpresadeTommy,Tuppencelearrastróalladodelascensordondelassombraseranmásoscuras.
—¿Quédian...?—¡Silencio!Dos hombres bajaron las escaleras y salieron a la calle. Tuppence se asió con
fuerzaalbrazodeTommy.—Deprisa,síguelos.Yonomeatrevo.Mereconocerían.Noséquiénseráelotro,peroelmásgruesoesWhittington.
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CapítuloVII
LacasadelSoho
Whittington y su acompañante caminaban a buen paso. Tommy emprendió lapersecución en el acto y llegó a tiempode verlos doblar la esquina. Sus vigorosaszancadas le permitieron alcanzarlos y, cuando llegó a la esquina, había acortadoconsiderablemente la distancia. Las callejuelas deMayfair estaban casi desiertas yconsideróprudentecontentarseconvigilarlosdelejos.
Ésteeraundeportenuevoparaél.Aunquenodesconocíasutécnica,graciasalalecturadenovelaspolicíacas,nuncahabíaintentado«seguir»anadieyllevarloalapráctica le pareció un procedimiento sembrado de dificultades. Supongamos, porejemplo,quedeprontotomaranuntaxi.Enlasnovelas,unoselimitaallamaraotro,prometiendounapropinaaltaxistaytodosolucionado.Peroenrealidad,Tommysetemíaquelacosanoeratansencilla,conloque,llegadoelcaso,tendríaquecorrer.¿Yquésensacióndaríaenaquelmomento jovencorriendoa ladesesperadapor lascallesdeLondres?Enunavíaprincipalpodríadar la impresióndequecorríaparacogerelautobús,peroenaquellasaristocráticasysolitariascalles,eradeesperarqueledetuvieracualquierpolicíaparapedirleexplicaciones.
Cuandohabíallegadoaaquelpuntodesusmeditacionesvioapareceruntaxilibreycontuvosualiento.¿Lotomaríanaquellosdosindividuos?
Exhalóunsuspirodealivioalverquelodejabanpasar.ElcaminoquellevabanibazigzagueandoendirecciónaOxfordStreet.Cuandoalfinllegaron,fueronhaciaelesteyTommyaceleróligeramenteelpaso.Pocoapocosefueaproximandoaellos.Enaquella acera tan concurridano erade esperarque llamara la atencióny estabaansioso de alcanzar a oír algo de lo que hablaban. En esto fracasó rotundamente:conversaban envoz tanbajaque el ruidodel tránsito ahogaba la conversaciónquetantoleinteresaba.
AntesdellegaralaestacióndemetrodeBondStreet,losdostiposatravesaronlacalzadayentraronenLyons,seguidos,sinadvertirlo,porTommy.Subieronalprimerpisoyseinstalaronenunamesajuntoalaventana.Eratardeyellocalempezabaavaciarse. Tommy ocupó la mesa más próxima a ellos, pero se sentó detrás deWhittingtonportemoraquelereconociera.
Porotrolado,asípodíacontemplarcontranquilidadalotrohombreyestudiarloconatención.Erarubio,conunrostropálidoymuydesagradable.Tommyconsideróqueeraopolacoo ruso.Tendríaunoscincuentaaños,encogíaalgo loshombrosalhablarysuspequeñosyastutosojossemovíansincesar.
Puestoqueyahabíacomidoagusto,Tommysecontentóconpedirunastostadas
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conquesofundidoyunatazadecafé.Whittingtonpidióunacomidasustanciosaparaélysuacompañante;luego,encuantosemarchólacamarera,acercólasillaunpocomás a la mesa y comenzó a hablar en voz baja. Tommy solo conseguía entenderalgunapalabrasuelta;pensóquesetratabadeinstruccionesqueelsupuestopolacooloquefueradiscutíadevezencuando.Whittingtonsedirigíaaél,llamándoleBoris.
Tommy llegó a oír la palabra «Irlanda» varias veces y también «propaganda».Pero no mencionaron a Jane Finn. De pronto, en un momento en que la estanciaquedóensilencio,captóunafraseentera.HablabaWhittington.
—Ah,peronoconocesaFlossie.Esmaravillosa.Hastaunarzobispojuraríaqueerasupropiamadre.Siempretienelafraseoportunayesoesloprincipal.
Tommy no alcanzó a oír la respuesta de Boris, pero le sonó a algo así como:«Desde luego... Solo en caso de necesidad...». Luego volvió a perder el hilo. Depronto las frases volvieron a hacerse perceptibles, y sea porque hubieran alzado lavoz,oporqueeloídodeTommyseibaagudizando.Dospalabrastuvieronunefectoestimulanteenél.LaspronuncióBorisyfueron:«SeñorBrown».
Whittingtonparecióponeralgúnreparo,peroelotroseechóareír.—¿Por qué no, amigomío? Es un nombre respetable ymuy corriente. ¿No lo
escogióporestarazón?Ah,cómomegustaríaconocerle.—¡Quién sabe, a lo mejor ya lo conoces! —dijo Whittington con su timbre
metálicopeculiar.—¡Bah! Eso es un cuento de niños, una fábula inventada para engañar a la
policía.¿Sabesloqueyodigoaveces?Queesunmitoinventadoporlosdelcírculointeriorparaasustarnos.Bienpudieraser.
—Otalvezno.—Me pregunto si será o no cierto que está entre nosotros como uno más,
desconocidoportodos,exceptoporunoscuantosescogidos.Siesasí,guardabiensusecreto.Laideaesbuena,vayasi loes.Nosotrosnuncalosabremos.Nosmiramosunos a otros: uno de nosotros es el señor Brown, pero ¿quién? Él ordena, perotambiénobedece.Estáentrenosotrosynadiesabequiénes.
Haciendounesfuerzo,elrusoseliberódesuselucubracionesparamirarelreloj.—Sí—dijoWhittington—,serámejorquenosmarchemos.Llamó a la camarera para pedir la cuenta. Tommy hizo lo propio y, pocos
segundosdespués,seguíaalosdoshombres.Enelexterior,Whittingtondetuvountaxiyleordenóalconductorquelosllevara
alaestacióndeWaterloo.Allíabundabanlostaxisy,antesquearrancaraeldeWhittington,otrosedetenía
juntoalaaceraobedeciendoaunademánperentoriodeTommy.—Sigaaesetaxiynolopierdadevista.Eltaxistanodemostróelmenorinterés.Selimitóalanzarungruñidoalbajarla
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bandera.Elviajenotuvocontratiempo.EltaxideTommysedetuvojustodespuésdeldeWhittington.Unavezenlaestación,eljovensecolocódetrásdeWhittingtonenlataquilla y le oyó pedir un billete paraBournemouth.Tommyhizo lo propio.Boriscomentó:
—Tienestiempodesobra.Faltamediahora.LaspalabrasdeBorisprovocaronunaluddeideasenlamentedeTommy.Porlo
quehabíaalcanzadoaoír,WhittingtonibaarealizarelviajesoloyelotrosequedabaenLondres.Teníaqueescogeracuálde losdosseguir.Noeraposibleseguira losdos,amenosque...Miróelrelojyluegoaltablerodelassalidasdelostrenes.EltrendeBournemouth salía a las tres ymedia y eran solo las tres y diez.WhittingtonyBorispaseabanjuntoalquioscodeperiódicos.
Tommycorrióhaciaunacabinatelefónica.NoseatrevióaperdertiempotratandodecomunicarseconTuppence.LomásprobableeraquesiguieraenlasproximidadesdeSouthAudleyMansions,perolequedabaotroaliado.TelefoneóalRitzypreguntóporJuliusHersheimmer.¡Oh,siporlomenoseljovennorteamericanoestuvieraensuhabitación! Se oyó un zumbido y al fin un «Diga» de acento inconfundible llegóhastasuoído.
—¿EsustedHersheimmer?LehablaBeresford.EstoyenlaestacióndeWaterloo.He seguido hasta aquí a Whittington y a otro hombre. No tengo tiempo paraexplicaciones.Whittingtonvaa tomarel trende las tres treintaparaBournemouth.¿Puedeustedllegarantesdeesahora?
Larespuestaletranquilizó.—Desdeluego.Medaréprisa.Oyóquesecortabalacomunicaciónyexhalóunsuspirodealivio.Juliusconocía
elvalordelavelocidadyllegaríaatiempo.WhittingtonyBorispermanecíandondelosdejó.SiBorissequedabahastaque
su amigo subiera al tren, todo iría bien. Tommymetió unamano en el bolsillo.Apesarde tenercarteblanchepara losgastos,aúnnosehabíaacostumbradoa llevarencimamuchodinero,ylaadquisicióndelbilletedeprimeraclaseparaBournemouthle había dejado solo unos pocos chelines. Era de esperar que Julius llegara bienprovisto.Entretantolosminutosibantranscurriendo:las15.15,las15.20,las15.25,las15.27.¿Ysi Juliusno llegabaa tiempo?Las15.29.Lapuertaseabrió.Tommysintióqueleinvadíaelpesimismo.Luegounamanoseposóensuhombro.
—Aquí estoy, muchacho. ¡El tráfico aquí está más allá de todo calificativo!Indíquemeenseguidaquiénessonesosindividuos.
—EseesWhittington.Eldeallí,elqueentraahoravestidodeoscuro.Elotroqueestáhablandoconélesunextranjero.
—Aporellos.¿Acuáldelosdoshedeseguir?Tommyhabíaprevistoestapregunta.
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—¿Llevadineroencima?JuliusmoviólacabezayTommysesintiódesfallecer.—No creo que lleve encima en estos momentos más que trescientos o
cuatrocientosdólares—dijoelnorteamericano.Tommyrespiróaliviado.—¡Oh,cielos,estosmillonarios!¡Nohablamoselmismolenguaje!Subaaltren.
Aquíestásubillete,Whittingtonessuhombre.—¡A por Whittington! —dijo Julius en tono sombrío. El tren comenzaba a
ponerseenmovimientoysubiódeunsalto—.Hastalavista,Tommy.Eltrensealejódelaestación.Tommy respiró profundamente. Boris se dirigía por el andén hacia él. Lo dejó
pasary luego reemprendió lapersecución.EnWaterloo,Boris tomóelmetrohastaPiccadilly Circus. Luego fue andando por Shaftesbury Avenue hasta entrar en ellaberintodecallejuelasdelSoho.Tommylosiguióaunadistanciaprudencial.
Al fin llegaron a una plaza ruinosa. Las casas tenían un aire siniestro, con lasfachadasmugrientas.BorismiróasualrededoryTommyserefugióenunportal.Ellugarestabacasidesierto.Erauncallejónsinsalidaporelquenocirculabaningúnvehículo.ElmodoenqueelotrohabíamiradoasualrededorestimulólaimaginacióndeTommy.Desde su escondrijo le vio subir el tramode escalones de una casa depésimoaspectoyllamaralapuertaconlosnudillosconunritmopeculiar.Lapuertaseabrióenelactoy, trasdecirunaodospalabrasalguardián,entróen lacasa.Seoyóunportazo.
FueenesemomentocuandoTommyperdiólacabeza.Loquedebíahaberhecho,loquehabríahechocualquierhombresensato,erapermanecerpacientementedondeestabayesperaraqueaquel tiposaliera.Pero loquehizoibaencontradelsentidocomún,quepor logeneral,erasuprincipalcaracterística.Algohabíaparalizadosucerebro y, sin detenerse a reflexionar ni un momento, él también subió aquellosescalonesyreprodujocontodalaexactitudposiblelaparticularllamada.
Lapuertaseabrióconlamismaprontitud,yunhombreconrostrodevillanoyelpelocortadoalcepilloaparecióenelumbral.
—¿Quédesea?—gruñó.Enaquelmomentosepercatódelagrantonteríaqueacababadecometer,perono
vacilóypronunciólasprimeraspalabrasqueseleocurrieron.—¿ElseñorBrown?Antesusorpresaelhombresehizoaunlado.—Arriba—dijo,señalandoporencimadelhombroconelpulgar—.Lasegunda
puertaalaizquierda.Tommysubió.
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CapítuloVIII
LasaventurasdeTommy
A pesar de la sorpresa que le causaron las palabras de aquel hombre, Tommy novaciló.Silaaudacialehabíallevadohastaallí,eradeesperarquelellevaraaúnmásadelante. Con toda tranquilidad entró en la casa y se dirigió a la desvencijadaescalera. La casa estabamás ruinosa de lo que puede expresarse con palabras. Elpapeldelasparedes,cuyodibujoyanosedistinguíaacausadelamugre,colgabaportodasparteshechotiras.Encadarincónhabíaunamasagrisdetelarañas.
Tommyfuesubiendolentamentey,cuandollegóalrellano,oyóqueelhombredeabajodesaparecía en el cuarto posterior.Era evidente que aúnnohabía despertadosospechas.Alparecer,preguntarporelseñorBrowneraunprocedimientocorrienteynatural.
Unavezarriba,Tommymeditócuáldebíasersuactuacióninmediata.Anteél,seextendía un estrechopasillo conpuertas a ambos lados.De lamáspróxima, la dellado izquierdo, salía unmurmullo de voces. Era allí donde el hombre de abajo lehabíadichoqueentrara.Peroloquellamabasuatencióneraunrincónquehabíaaladerecha, semiocultoporuna raídacortinade terciopelo.Estaba justoenfrentede lapuertadelaizquierday,debidoasusituaciónsingular,desdeélsedominabalapartesuperiordelaescalera.
Como escondite para uno o dos hombres, era ideal, ya quemedía unos treintacentímetrosdeprofundidadpornoventadeancho.Asimplevistaleatrajo.Lopensócuidadosamente como era su costumbre; supuso que la mera mención de «SeñorBrown»era la contraseñautilizadapor labanda.Aél lehabíapermitidoentrar sindespertar sospechas, pero ahora debía decidir rápidamente cuál sería su próximopaso.
¿Y si entrase con osadía en la habitación de la izquierda? ¿Sería suficientegarantíaelhabersidoadmitidoenlacasa?Quizáseprecisaraotracontraseña,oporlomenosalgunapruebade identidad.Sindudaelporteronoconocería a todos losmiembros de la banda, pero allá arriba tal vez fuese distinto. En conjunto, habíatenidomuchasuertehastaelmomento,peroeraarriesgadoconfiarenellademasiado.Entrarenaquellahabitaciónsuponíaunriesgocolosal.Noibaapoderrepresentarlafarsa indefinidamente: tarde o temprano le descubrirían, lo que significabadesperdiciarunaocasiónúnica.
Oyólarepeticióndeloqueélsuponíalacontraseñaenlapuertadeabajoy,sinvacilar,sedeslizórápidamentedetrásdelacortinaquecubríaelnichoyseocultó;losagujerosydescosidosde la tela lepermitíanverlo todoa laperfección.Aguardaría
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allínuevosacontecimientosy,cuandoleconviniera,podríatomarparteenlareunión,imitandoelcomportamientodelreciénllegado.
Este subió la escalera con paso furtivo. Le era desconocido. Sin duda alguna,pertenecíaalaescoriadelasociedad.Lascejaspobladasymuyjuntas,lamandíbulacriminal y la bestialidad que respiraba toda su persona eran nuevas para Tommy,aunqueerauntipoqueScotlandYardhubierareconocidoaprimeravista.
ElhombrepasóanteelescondrijodeTommyrespirandocondificultad,sedetuvoante lapuertade enf