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LA PROCESION DE LA BANDERA
Las actividades del Día Central del 28 de Agosto se inicia con un
furtivo
"Homenaje a la Mujer Tacneña"; donde se da a conocer con toda
justicia su labor tesonera y sacrificada de mantener inalterable la
lealtad a la Patria, y el legado a las nuevas generaciones y como
principal protagonista, la Mujer de Tacna, lleva a cabo la "Procesión
de la Bandera".
La tradición recuerda la Primera Procesión, que se realizó el 28 de
Julio de 1901, aquella vez Tacna escribió una hermosa pagina de Fe
en el Perú,
cuando todo el pueblo Tacneño acompañó reverente y silencioso al
Pabellón Bicolor, con éste acto se inicia una hermosa Tradición
Cívica, en la cual Las Mujeres, “solo ellas” realizan este maravilloso
evento ;resaltando el portar la Bicolor nuevamente y su izamiento en
el asta gigante del Paseo Cívico. Acto donde se respira Patriotismo
puro.
Tacna siempre fue primera en poner la voz de alerta ante intentos e
intereses ajenos a nuestra soberanía. Reitero, de vida o catástrofe,
que debemos estar prevenidos y preparados. Tacna, sigue dolida, la
gran afrenta es herida fresca.
Ayer, hoy y siempre; Tacna tiene como característica, de ser
integralmente dentro de sus limites geográficos y poblacionales, de
apariencia apacible, tranquila, triste, nostálgica, tiene eco y carisma
que la hace de resaltable fama, así como pruebas fehacientes que la
acreditan como tierra gallarda, altanera y heroica; todo esto, desde
los mas remotos tiempos; es baluarte rebelde, base literaria,
genéticamente en su aire tradicional, en su hospitalidad, como de
cuna de valor esculturales y literarios en su mas alta expresión.
El encanto de esta generosa tierra, que deja una Huella indeleble en
todos los que la visitan; que evoca al pasado con reverencia, labra
con afán su presente y enfrenta al porvenir con esperanza.
En el 78 Aniversario de la Reincorporación a la Heredad Nacional, el
permanente Espíritu patriótico se torna como el Sol en todo su
esplendor destacan por su fervor:
El Dr. Guillermo Auza Arce en su obra "Relatos", de un periodo
trágico en la vida del pueblo Tacneño, recoge como su nombre le
indica, hechos que sucedieron en el periodo del frustrado plebiscito
en los años 1923 a 1926; se adjunta alguno de ellos, contados al
desnudo de la barbarie chilena, campanazos catedralicios que siguen
resonando con mas fuerza a través del tiempo.
ETIQUETAS: 28 AGOSTO, BANDERA, HEROICA, PROCESIÓN, TACNA
La Mujer Tacneña
El rol Histórico de la Mujer Tacneña, Doblemente Peruana, nativa de
tierra libertaria, amante de su terruño; sobre el particular pongo a
consideración expresiones de reconocidos historiadores, periodistas,
pensadores, etc.
Escogidos por su profundidad y sobre todo ceñido a la verdad, que
aveces se reproducen en diarios, revistas. etc.
El General Edgardo Mercado Jarrín, en certero artículo subraya al
personaje de La Mujer Tacneña como "El Personaje del Siglo", tomo
la libertad de denominarla merecidamente como "El Personaje de los
Siglos”.
Imagínense, con un lapso de cincuenta años, desde que Dios
amanece Hasta que anochece y hasta reencontrarse con el
amanecer, poniendo fechas: Desde el 26 de mayo de 1880 a partir de
las 2 de la tarde con trágica e infierno de continuidad hasta el 28 de
agosto de 1929 una hora después de la Batalla Del Alto de la Alianza,
hasta la entrega de Tacna; cotidianamente Ella, casi en soledad,
como rutina establecida por el enemigo invasor sufrió acoso,
persecución, maltratos, agravios, violaciones, crímenes, ... etc.
Inimaginables, solo de una mentalidad torcida que dio paso al odio y
al rencor, que no se desterrará jamás; todo tratando de quebrar el
amor patrio, el que fue creciendo incólumemente; este con nombre
“Terrorismo”, lo hizo a vista y paciencia, con apoyo de potencias
extranjeras y con altanería, hipocresía y cinismo, que hizo causa
para elevar con grandiosidad el heroísmo de la mujer Tacneña ya
que el poblador oriundo del sacrosanto terruño, ante el mundo; esa
sí que el cantor del cautiverio – Federico Barreto alejado de su
tierra, en su poema" Desde el Destierro" canto así:
"Fija esta en Ti la humanidad entera, "Sufre pero no lances ni un
lamento "Muere, pero no cambies de Bandera."
Mensaje de furia y fuego, que incendio conciencia y espíritu en los
pobladores de campo y la ciudad.
Asimismo, José Jiménez Borja, señala en el prologo de la obra
"Lámpara
Votiva" de Enrique López Albujar en homenaje a su terruño, así:
"Eleva su Llama de pasión, inquieta y torturada, a la historia mas
reciente de Tacna, al Medio siglo de su desgarramiento del Perú, de
su enajenación trágica, impuesta por el infortunio. Y esa llama se
vuelve raudal de bronce para ir plasmando aquí y allá formas
vibrantes y eternas que llevaran a las generaciones futuras el
mensaje del cautiverio"
Don Enrique López Albujar Tacneño por adopción canta así en un
fragmento de Su poema "Tacna es una emoción"
"Por sus mujeres que sufrieron encadenadas al terror, tender sus
brazos siempre al norte, Tacna es una emoción."
Sin lugar a dudas, que la época del Cautiverio, cinco lustros, fue su
mas dura y Trágica prueba, resurgiendo indomable, con la
excelencia de sus cualidades y virtudes, irrumpiendo el camino a la
gloria; y, el que suscribe estas humildes líneas, ante tanta grandeza,
le brinda este "Eterno Homenaje", casi total exclusivo para "Ellas",
pues valen un Perú. Dignos ejemplos de la Mujer Tacneña, larga es
la lista de las dignas damas, que en apretadas microbiografías solo
muestro a dos de ellas, relatando un fragmento de lo que les
aconteció:
Sra. Olga Grohmann de Basadre.-
En Tacna el 28 de julio amaneció embanderada la población, ante el
asombro de las autoridades de la ocupación; una bandera de grandes
dimensiones se había izado en la fachada de la residencia de la
Familia Basadre Grohmann, Ubicada en la Plaza de Armas.
De pronto dos policías a caballo, uno de ellos oficial, se presentaron
a la puerta De la casa de la Familia Basadre – Grohmann.
Por orden del intendente, Señor Palacios, haga el favor de bajar
inmediatamente esa bandera; le dijo el oficial a la Sra. Basadre.
Donde la Sra. Olga contesto en tono enérgico. – “Uds. que tienen la
fuerza, si quieren pueden escalar mi casa y arrancarla"
Los policías chilenos, ante esta muestra de energía y altivez, trataron
de retirarse. En ese instante se produjo algo extraño, que
presenciaron muchas personas, el caballo del oficial se encabrito y
dando grandes saltos, hizo volar al jinete por tierra y fue seriamente
lesionado.
Sra. Elvira Carbajal Salgado de Muñoz:
Conocedores los Chilenos de su excelente labor de educadora y sus
actividades contra los Chilenos, el intendente Chileno Máximo Lira
estando ejerciendo un segundo mandato, la mando llamar por escrito
a su dependencia, ella se presentó sin ningún temor a la reunión, el
intendente le dijo que conocía bien su capacidad de Maestra y la
halago; creyendo que podía convencerla, le propuso una situación
ventajosa económicamente, familiar, etc. , siempre y cuando
revalidara su Titulo de Educadora en la Universidad de la Serena de
Chile. La reacción de Elvira fue inmediata.
“¡Eso nunca!. ¡¡¡Viva Tacna!!!. ¡¡¡Viva el Perú!!!.” Se paró, dio una
vuelta hacia la puerta y se retiró.
El intendente Lira, quedo mudo y quieto ante el asombro de sus
Ayudantes y otros testigos, consecuentemente se le hostigó,
persiguió, a tal punto que buscó refugio Temporal en Locumba
(Tacna Libre).
ETIQUETAS: CAUTIVERIO, MUJER, TACNA, TACNEÑA
50 Años de Cautiverio
Entre los años 1879 y 1929, que es el lapso que se desarrollo el
conflicto, ocurrió un episodio, específicamente a partir del 26 de
mayo de 1880 hasta el 29 de agosto de 1929, por sus motivaciones
iniciales y por las actitudes posteriormente adoptadas por Chile, que
se denomino significativamente y por todo el tiempo" La
Chilenización de Tacna y Arica.
Es en Tacna y Arica, cautivas por el invasor durante esos 50 años,
que destaca la vivencia del habitante común y corriente, situación
que califico el Diario La Unión del Valparaíso como "En un estado de
guerra sin fusiles", y que confronto con ejemplos de heroísmo y amor
a la "Patria Invisible", los pobladores del Sur Peruano, destaco con
luz propia a "La Mujer Tacneña"; siendo inquietud y anhelo, de que
su actitud de Epopeya entre las innumerables dificultades y
sufrimientos sean de conocimiento nacional, sobre todo de la
Juventud Peruana.
Es así que me impuse buscar, recopilar, recortar, copiar, leer, hacer
nuevas investigaciones; y hacer un "Texto", presentable y leíble,
llenando espacios que considero importantes; creo que se esta
abriendo paso, pero falta mucho; eso si pretendiendo dar leal
resultado, una estructura ordenada, que guíe al que se atreva a
tomarlo como lectura, que su contenido no es nada nuevo, ni asomo
de creación, pues todo esta dicho y escrito, pero con sentimiento
profundo, con la intención de recordar creando o reafirmando
conciencia de la labor y sacrificio de la mujer tacneña y su
responsabilidad en el futuro a través de las generaciones de ser fiel a
los símbolos nacionales; que como Himno a Tacna, con música del
Himno Patrio reemplazando al Himno Nacional de José De la Torre
Ugarte, con creación del Poeta Modesto Molina que señala la
Sagrada consigna.
"Mantengamos el fuego sagrado del amor a la Patria
inmortal, que Dios salva y eleva a los pueblos que
confían en su libertad"
Para mantener la flama del amor Patrio en la época del Cautiverio,
que cantaban los hijos del pueblo, ya que era prohibida cualquier
manifestación Patriótica de los cautivos.
ETIQUETAS: CAUTIVERIO, HEROICA, MUJER TACNEÑA, TACNA
TACNA
FREDY GAMBETTA
Tacna, la ciudad donde he nacido, no fue fundada por los españoles.
Se fue haciendo como la querían sus hijos.
Aquí, entre los cerros Arunta y el Intiorko y a la sombra de sus
volcanes, Tacora y Chupiquiña, se dio el Primer Grito de Libertad, en
1811. Por ello se le concedió el título de Heroica Ciudad.
Tacna, tierra madre del Vigil, el santo de la idea, “columna de
mármol a orillas de un río cenagoso”, lo llamó González Prada, y de
Basadre, el Historiador de la República. Cuna de Barreto, el Cantor
del Cautiverio, de Jaimes Freyre y de Molina. Inspiradora de la
Bohemia Tacneña y de su máximo vocero, la revista LETRAS,
injustamente olvidada.
Ciudad castigada por terremotos devastadores, como los de 1833 y
1868; por la fiebre amarilla, en 1869, y por la guerra, empieza su
cautiverio el 26 de Mayo de 1880. Pocas ciudades pueden exhibir
más grande martirologio.
Tacna, mi ciudad, resistió con estoicismo su calvario. Vio como se
cerraban sus escuelas, sus iglesias y sus diarios. Tres bastiones en
los que la peruanidad bullía. Entonces, la resistencia se trasladó al
interior de los hogares. Cada hogar se convirtió en un altar
clandestino para recordar al Perú ausente, para alimentar la
esperanza de volver al regazo de la madre patria peruana.
Nada pudo lograr la chilenización de Tacna. Ni los halagos, ni los
premios, ni las nuevas construcciones, las enseñanzas de los
maestros, que llegaron del sur, o las crónicas que notables
periodistas escribían. Tampoco pudieron convencerla las amenazas,
las persecuciones a sus hijos, las cruces negras pintadas a la sombra
de la noche, la muerte de los inocentes.
Tacna, democrática ciudad que se ganó el derecho de ser otra vez
peruana. Ciudad hecha de granado, de vilca, de canción, que se
despierta y dormita arrullada por el rumor del Caplina, su generoso
río niño y subterráneo; ciudad de callejones y de flores que la
adornan todo el año, perfumando el desierto.
En resumen, ciudad hecha al pedido de sus hijos, eterno ejemplo de
lealtad.
FREDY GAMBETTA.- Poeta, escritor y periodista tacneño. Le
llaman el CRONISTA DE TACNA. Le han otorgado el PREMIO
MUNICIPAL FOMENTO A LA CULTURA y la MEDALLA DE LA
CULTURA.Autor de poemarios, libros de crónicas, un ensayo
biográfico, relatos históricos y una novela histórica.Ha publicado en
el Perú y en el extranjero. Sus poemas y crónicas han sido traducidos
al inglés, portugués e italiano.
ETIQUETAS: ARUNTA, BASADRE, CAUTIVERIO, CHUPIQUIÑA, GAMBETTA,INTIORKO, TACNA, TACORA
TEXTO 1
“ De la plaza recuerdo dos palmeras solitarias, una delante de la
Catedral y la otra en la glorieta, con la estatua de Colón; y recuerdo
también las acacias y el jacarandá del jardín cerrado por una reja de
fierro, la bellísima pila y las torres de la Catedral inconclusa como
mástiles rotos sobre un barco varado que hubiese sobrevivido en
parte a una tempestad silenciosa.”
JORGE BASADRE “Infancia en Tacna”
TEXTO 2
“ Como oficialmente las escuelas peruanas habían sido clausuradas,
asistí a un plantel de primeras letras y de educación primaria que
regentaba la señora Carlota Pinto de Gamillo, en su casa particular,
en la misma plaza donde vivíamos. La enseñanza que doña Carlota,
antigua maestra peruana, impartía a un grupo muy pequeño de
niños, presentaba, para nosotros, las apariencias de la
clandestinidad.”
JORGE BASADRE “Infancia en Tacna”
TEXTO 3
“ Sospecho que mis verdaderas maestras fueron mi madre y mi
hermana Luisa y también mi nodriza Genoveva Salinas. El cariño
ciego y absoluto de ésta, independiente de que yo fuese buen mozo o
feo, popular o aislado, famoso o desconocido, venció al tiempo, a la
ausencia, a las mudanzas de la fortuna. Tampoco he olvidado a la
morena Natividad, una vieja doméstica, incorporada, de hecho, como
Genoveva, a la familia.”
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”
TEXTO 4
“ El primer toque de pito del tren de Arica, a las 8 y 15 de la
mañana, servía para regular muchos relojes de la ciudad. Era un
tren viejísimo regido por una compañía inglesa en espléndido
aislamiento y cuyo paso, quienes habían ido a otros lugares,
consideraban un milagro: una locomotora pequeña y frágil, un carro
para las mercaderías y un pequeño coche para pasajeros. Parecía
caerse el tren con el peso que llevaba, más nunca dejaba de llegar a
su destino. Y al atardecer, el que de Arica venía, anunciaba puntual y
triunfalmente su llegada a las 6 y 15 de la tarde, a las 6 y 30 ya
estaba en la estación y mucha gente iba a esperarlo por no tener
otra cosa que hacer”.
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”
TEXTO 5
“ Los meses de noviembre y diciembre eran los de las peras en sus
diferentes variedades, entre las que tanto abundaban las “peras
perillas”. El 8 de diciembre estaba señalado como día tradicional
para empezar a recoger las brevas. Para la época del Carnaval
venían las uvas de Locumba y comenzaban a madurar los blancos y
amarillos duraznos y la suntuosa familia de los abridores y
aurimelos, seguidos después por los damascos y albaricoques. Desde
junio se hacía chancaca y la rubia melcocha en las chacras que
cultivaban la caña de azúcar. En julio y agosto aparecían las frutillas
y los zapallos. Correspondía a setiembre y octubre el breve
esplendor de las naranjas oriundas del valle de Azapa en Arica”.
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”
TEXTO 6
“ El símbolo del magro caudal de agua que ha permitido, gracias a la
centenaria sabiduría de los campesinos regnícolas, el milagro de las
anuales siembras y cosechas, ha sido y sigue siendo el río Caplina.
Entra en la ciudad este río con todos los honores, como si fuera un
huésped ilustre, al centro de la larga, anchurosa y bellísima alameda,
orgullo legítimo de aquélla….El río Caplina, entonces abierto y
accesible en la alameda, era fácil de atravesar, comedido paraje para
que los niños jugásemos con él en cualquier momento, cual si fuera
otro niño como nosotros.”
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”
TEXTO 7
“ En mi infancia y posteriormente escuché de unos pocos viejos la
evocación de aquellos tiempos que, ante los más, estaban
olvidados….. No faltaban, por cierto, los recuerdos del patriarca,
parlamentario, polemista, ideólogo Vigil; del coronel Camilo Carrillo,
más tarde fusilado con Salaverry, que tanto hizo por la ciudad
destruida después del horrible terremoto de 1833; del cura Sors,
antiguo guerrillero carlista que trabajó mucho por la educación y
trazó los planos del hospital y del cementerio; o de los Presidentes
que se interesaron por el progreso y bienestar de Tacna: Castilla,
Echenique, Balta, Manuel Pardo.”
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”
TEXTO 8
“ Económicamente la población se desarrolló en forma
extraordinaria a comienzos y a mediados del siglo XIX. De Potosí
bajaban a Tacna, a lomo de mula, pesos fuertes; y, en sentido
inverso, subían víveres, armamento, vestuario, diversas mercaderías
y muchísimas otras cosas por la ruta de Tacna, a Palca, a Tacora y en
seguida a Santiago y Nasacara, si se iba a La Paz y, en caso de ir a
Oruro, a Cosapilla y Pichigas. Destacaron, ya en las primeras
décadas del siglo, arrieros honrados y activos como Eustaquio Palza
y Francisco Gil, de Pachía, los Madueño de Lluta y otros.”
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”
TEXTO 9
“ Las obras públicas llevadas a cabo durante la época republicana,
antes de 1879, fueron: la casa de gobierno; la plaza del mercado; la
cárcel pública; la Plaza de Armas con su fuente de bronce, gemela de
las que adornan la Plaza de la Concordia en Paris, el Paseo de
Palermo en Buenos Aires y una Plaza en Nueva Orleáns; el Pasaje
Vigil; la aleada con estatuas de mármol, arcos y columnas de piedra
labrada y una pintoresca glorieta, que luego desaparecieron; la
avenida Dos de Mayo circundada de árboles y de pilastras de fierro
de las que pendías cadenas; ….”
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna2
TEXTO 10
“ … la Catedral, ambicioso edificio contratado con la casa Eiffel de
París, que quedó inconcluso; el hospital de San Ramón, llamado así
en recuerdo de Ramón Castilla; el Matadero; el Lazareto, el
Cementerio; dos iglesias; un hipódromo; dos teatros; dos
establecimientos de baños públicos; los servicios de agua potable y
de alumbrado público y privado a gas.
La guerra surgida entre el Perú, Chile y Bolivia, en 1879 cambió
radicalmente la vida de Tacna….Al estallar la guerra con Chile la
ciudad tenía casi doce mil habitantes”
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”
TEXTO 11
“ En el Morro de Arica murieron, muy jóvenes, dos primos hermanos
de mi padre, hijos de Federico Basadre Izarnótegui: el teniente
Federico Basadre Castañón y su hermano Armando, que tenía el
grado de subteniente.
Federico perteneció al batallón mandado por Justo Arias y Araguez y
murió en el fuerte del Este; y Armando al batallón que dirigió
Marcelino Varela. Años atrás, en la Cámara de Diputados, Modesto
Basadre habíase opuesto al tratado de alianza con Bolivia, previendo
sus graves consecuencias. En 1883 se opuso al tratado de Ancón,
siempre como diputado por Tacna.”
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”
TEXTO 12
“ Juntos, los patrimonios de mis padres debieron ser, al comienzo,
para la época y el lugar, considerables. Recuerdo todavía los
muebles del salón de fina madera amarilla clara mandados hacer en
Europa; los obscuros muebles de cuero del comedor con las iniciales
familiares; los cuadros y objetos de arte; la amplia casa con fachada
de piedra en la Plaza de Armas donde nacimos los siete hermanos,
en la esquina frente al edificio de la autoridad política; las otras
casas de las que eran dueños por herencia mi madre y mi padre; la
empresa del alumbrado a gas de la que era propietario mi padre y
cuya gerencia ejercía; la mina de Choquelimpie, en la región de
Arica.”
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”
TEXTO 13
“ Sin embargo, a pesar de todo, para nosotros, pobres, humildes,
nuestra ciudad chiquita y desventurada y la tierra ávida que la
circunda nos hacen agolpar una extraña sensación en las gargantas,
nos hacen latir el pulso más a prisa, nos enriquecen con algo que no
pude expresarse en palabras, nos infunden alegrías que podrían
parecer primitivas y penas que desbordan el corazón. Son el terruño
extraño y familiar, y que no se puede describir ni olvidar.”
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”
TEXTO 14
“ Un importante elemento de mi formación intelectual proviene de
los días de mi infancia en Tacna. Es el sentimiento de la “Patria
invisible”, el concepto del Perú como un símbolo. El Perú fue para
mí, como para muchos, de niños, lo soñado, lo esperado, lo profundo;
el nexo que unía la lealtad a los antepasados, al terruño y al hogar,
con el conocimiento vago de una historia reiteradamente luminosa, a
pesar de numerosas caídas, y la fe en un futuro de liberación.”
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”
TEXTO 15
“ No hay que confundir, por eso, a la multigeneracional estructura
de la “patria invisible” a la que el sacrificio de los buenos otorgó, a
pesar de todo, vigencia, con el país circundante que puede ser y es,
demasiadas veces, injusto, mezquino, impuro y cruel ……… Por esto,
en realidad, ¿ no hubo, dentro de múltiples variantes, una honda
similitud entre la porfiada esperanza que del Perú se forjaron
aquellos infortunados hombres, mujeres y niños, modestos y
anónimos, en Tacna y Arica entre 1881 y 1929 y la imagen que, si
escrutamos en la historia del Perú ya sedimentada, tuvieron los
caídos en las jornadas de 1879 a 1883, los próceres, los maestros,
los precursores, los tribunos, los héroes que emergieron sobre el
fango; así como las muchedumbres en las grandes agitaciones
sociales y también en las grandes jornadas cívicas….?”
JORGE BASADRE “ Infancia en Tacna”
ODA AL PISC O
Para Antonio Biondi, César Chiarella y Dante Cuneo
En el pisco
titilan fragancias de uvas secretas.
Parras transparentes, mañanas asoleadas.
Inesperadas tardes, noches de misterio.
Variopintos piskos de la costa.
Hijos nacidos del vientre de la arena.
En el pisco navegan caricias
de viejos ceramistas dormidos,
abrigados por los siglos.
Luces transparencia de alma buena.
Sumo del esfuerzo, esencia del hombre
y de la tierra.
Compañero en la soledad
de los salones.
En la abrigada casa del obrero.
En el azul gabinete del poeta
que destila palabras.
Luminoso, triunfante.
Peruanísimo pisco
que pinta de rojo y blanco
el alma.
FREDY GAMBETTA
JOSÉ JIMÉNEZ BORJA, BREVE ENSAYO BIOGRÁFICO
José Jiménez Borja nació en la Heroica Ciudad de San Pedro de
Tacna, el 22 de Diciembre de 1901, cuando amanecía el siglo XX y se
endurecía el que sería un largo proceso de chilenización de la ciudad
del Caplina, como consecuencia del cautiverio iniciado el 26 de Mayo
de 1880, después de la batalla del Campo de la Alianza. Ese
lamentable hecho dejó una impronta en la vida futura de los
tacneños que nacían en aquellas adversas circunstancias y que
crecieron observando que una bandera extraña, a la de la patria de
sus padres, flameaba bajo el cielo de la ciudad natal mientras en el
hogar soñaban, aquellos niños tristes, con las dulces historias de la
patria invisible.
José Jiménez Borja nació en una casona, de estilo republicano, de dos
plantas, que lucía techo de mojinete, clásico de Tacna, con mampara
y balcones a la calle, signada con el número 304, ubicada en la
segunda cuadra de la entonces calle Carrera, llamada actualmente
Arias y Aragüez, en el centro de la ciudad. Su padre fue José Jiménez
Ara, matemático, hijo de José Jiménez y Cevallos, español, natural de
Villajoyosa, pueblo vecino a Benidor, descendiente directo de los
caciques Ara, dos de los cuales, José Rosa y Toribio, acompañaron al
Prócer Francisco Antonio de Zela en una de las gestas más heroicas
que escribiera el pueblo tacneño, la noche del 20 de Junio de 1811,
rebelándose contra el poder español y lanzando el Primer Grito de
Libertad en la costa peruana.
La madre, Jesús Francisca de Borja Iturri, nació en la Argentina. Era
un hogar cristiano en el que se unían la prosapia indígena y la
sangre española en un mestizaje esencial. Los hijos del matrimonio
Jiménez Borja, como todos los infantes peruanos, sufrieron los
rigores del cautiverio en el Liceo de Tacna, centro educativo chileno
en el que se educaban. Al estar los niños obligados a cantar un
himno ajeno y a rendir honores a una bandera extranjera, los padres
decidieron enviar a los niños a La Paz.
En La Paz José y Arturo, el hermano menor, nacido en 1908, fueron
matriculados en el Colegio San Calixto, regentado por sacerdotes de
la Compañía de Jesús. En ese colegio se habían educado la madre y
los tíos. Aquel hecho fue motivo para que fueran recibidos con afecto
y consideración además de que todos conocían que eran niños que
procedían de una ciudad peruana cautiva.
Posteriormente, cumplidos los 19 años, José Jiménez Borja viaja a
Lima para culminar sus estudios secundarios en el Colegio Santo
Tomás de Aquino, gracias a una beca que le otorgara el Padre
Inocencio Hernández, del Convento de Santo Domingo, quien
advirtió en él su dedicación por el estudio y tuvo en consideración el
aval de los jesuitas bolivianos. El joven Jiménez Borja no se contenta
con recibir la beca, como un favor, sino que imparte sus
conocimientos enseñando la asignatura de Castellano a los niños de
la sección Primaria del colegio en el que se educa.
En el año 1919 ingresa a la Pontificia Universidad Católica y en 1920
a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos donde se graduó de Bachiller en 1926 y obtuvo el título de
Doctor en Literatura, en 1927, con la tesis ELOGIO A DON LUIS DE
GÓNGORA, que se publicara, al año siguiente, en el número 121-122
de la revista MERCURIO PERUANO.
Jiménez Borja a lo largo de su existencia fue, esencialmente, un
poeta. Su espíritu de poeta se refleja, se muestra, se trasunta en sus
libros, en los discursos de homenaje que pronunciara como
Académico de la Lengua, en los prólogos que escribiera, en sus
crónicas periodísticas y, naturalmente, en la corta producción
poética que publicara, en las revistas Mercurio Peruano, La Sierra y
Siempre en los años 1926, 1927 y 1930, respectivamente.
El espíritu poético de José Jiménez Borja lo resalta Luis Alberto
Sánchez en las palabras finales del Prólogo que aparece en la
edición fascimilar de EL ALMA DE TACNA, publicada en 1989 por la
Corporación Financiera de Desarrollo S.A. Sánchez anota que aceptó
escribir el prólogo “…evocando los lejanos días de 1926 y nuestra
fraterna amistad desde antes de entonces y hasta mucho después
con Jorge Basadre, el historiador, y con José Jiménez Borja, el
poeta”.
Alberto Tauro del Pino, al referirse al estilo elegante de Jiménez
Borja, escribe que “Su dominio de las formas fue suscitado quizá por
su juvenil incidencia en el cultivo de la poesía y por su efusión
sentimental ante las tradiciones y los afectos de su pueblo nativo”.
Una vez más se confirma la tesis de que los poetas, o quienes fueron
tocados por el fuego sagrado de la poesía, mantienen a lo largo de su
producción la musicalidad y la elegancia que solamente ostentan los
elegidos por tan alta diosa. No se equivocó Palma al afirmar que el
escribir versos es el mejor solfeo para alcanzar una buena prosa.
El año 1934, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, José
Jiménez Borja obtiene el título de Abogado, desarrollando la tesis
“Los extranjeros en el Perú”.
Su carrera docente, iniciada en el colegio jesuita “La Inmaculada” y
en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, la continua,
entre 1929 y 1932 dictando Castellano e Historia de la Literatura
Antigua en el Instituto Pedagógico Nacional de Varones. Entre 1932
a 1935 enseña en la Universidad Católica. A partir de 1935, al
crearse la Sección de Pedagogía, en la Facultad de Letras, se
matriculó en cursos de esa especialidad, enseñó paralelamente
Preceptiva y Metodología Castellana, hasta el año de 1945, y obtuvo
el grado de Doctor. En el interín, en 1935, viajó a Colombia como
representante del Perú a la Exposición del Libro. En 1938 viaja a
Bolivia, con una delegación de estudiantes a visitar centros
educativos y, en el mismo año, a los Estados Unidos para dictar un
curso de Castellano en el Mills Collage.
Durante veintiséis años el Doctor Jiménez Borja dictó, entre 1946 a
1972, la cátedra de Metodología de la Enseñanza del Castellano y la
Literatura, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que
heredara del padre agustino Emilio Huidobro. Como escribiera Luis
Alberto Sánchez, Jiménez Borja “era dueño de esa cátedra”.
Su carrera burocrática, paralela a su eminente labor docente, la
inicia en el año 1938 en el que es nombrado Inspector de Enseñanza
Particular, en el Ministerio de Educación, cargo que deja en 1940
para pasar a ocupar una Asesoría Técnica, que culmina en1943.
Entretanto, en 1941, el gobierno del Presidente Manuel Prado
Ugarteche le encarga colaborar, con el Ministro de Educación, Pedro
M. Oliveira, en la elaboración de la Ley Orgánica de Educación
Pública.
Entre los años 1943 a 1944 asume la Dirección de Educación
Artística y Extensión Cultural y entre 1944 y 1946 la Dirección de
Educación Normal. A partir de 1946, y hasta 1948, ejerció el
Decanato de la Facultad de Letras en la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos.
La brillante carrera del Doctor José Jiménez Borja alcanza su cima,
cuando el Presidente Fernando Belaúnde Terry lo designa Ministro
de Educación Pública, cargo que ejerce hasta el 1 de Octubre de
1968 siendo, en la práctica, el último Ministro de Educación Pública
del primer gobierno del Presidente Belaúnde, puesto que en los días
postreros, de aquel gobierno constitucional, fue designado Ministro
de Educación el Doctor Augusto Tamayo Vargas quien no llegó a
ejercer el mencionado despacho. El 3 de Octubre ocurriría el golpe
de estado liderado por el General Juan Velasco Alvarado.
Un justo juicio sobre el Ministro de Educación, Jiménez Borja, lo
hemos encontrado en las páginas del Suplemento Dominical del
diario LA INDUSTRIA, de Trujillo, publicado el 21 de Julio de 1968
con motivo de una visita de trabajo a esa ciudad. El periodista
escribe que “pocas veces en la historia del Perú, como ahora, se ha
podido tener frente al Ministerio de Educación a un hombre
estrechamente ligado a esta actividad a tal punto que cuando fue
llamado para ocupar la cartera, los niños de escuela y jóvenes de
colegio y universidades de todo el país, ya lo conocían a través de
sus numerosos textos de Castellano y Literatura”.
Con relación a su obra dispersa, a lo que hemos leído en revistas y
diarios, sus libros éditos se reducen a una media docena de títulos.
El Doctor Jiménez Borja no era prolijo con sus escritos. A propósito,
en un artículo publicado en el diario EXPRESO, el 11 de Octubre de
1964, el escritor Carlos Eduardo Zavaleta, escribe sobre los “Libros
inminentes de José Jiménez Borja” como una manera de instar, de
alentar al maestro para que recogiera o ampliara y publicara sus
textos sobre José de la Riva Agüero, Enrique López Albújar, Luis
Alberto Sánchez y Raúl Porras Barrenechea, que los había leído en
reuniones académicas, y sus valiosos artículos que tenían como tema
la gramática, publicados, a través de varias entregas, en el diario EL
COMERCIO.
Uno de los primeros referentes de la producción escrita de José
Jiménez Borja, es EL ALMA DE TACNA, delicioso libro que leemos y
releemos los tacneños, escrito en 1926, al alimón con Jorge Basadre
Grohmann, gran pilar de la tacneñidad. Al respecto, de ese libro,
Basadre escribe, en LA VIDA Y LA HISTORIA,”… con José Jiménez
Borja escribimos el librito de propaganda titulado EL ALMA DE
TACNA para resaltar, sobre los aspectos jurídicos del litigio, su
hondo sentido humano. Fue publicado bajo el seudónimo “UNOS
TACNEÑOS”. Aunque escrito con juveniles defectos, abre una era
dentro de la literatura tacneñista”.
Luis Alberto Sánchez dijo una vez en Tacna, en la Casa de Zela, en
Febrero de 1990, que EL ALMA DE TACNA era para él un libro
provocador. “Provocador en el mejor sentido. No de provocar
conflictos sino de provocar ternuras, que es también una manera de
provocar”.
El joven Jiménez Borja, luchando por la peruanidad de su tierra
cautiva, escribe en el semanario JUSTICIA!, en 1926. Sus artículos
se publican en los números 1, 3, 6, 8, 10 y 11. Es oportuno destacar
que, los entrañables amigos, Basadre y Jiménez Borja, no solamente
firmaron su obra cimera, de aquellos sus años aurorales, con el
seudónimo UNOS TACNEÑOS, sino que también usaron el
seudónimo CHOLO TACNEÑO para firmar sus artículos.
Citaremos textualmente un párrafo de una crónica literaria escrita
por CHOLO TACNEÑO – Basadre y Jiménez Borja – que apareció en
el Número 3, del semanario JUSTICIA!, el 7 de Abril de 1926. Este
párrafo es testimonio de los motivos que impulsaban a sus jóvenes
autores:
“Nuestro amor a Tacna no es un amor impuro como el chileno que es
un amor estratégico. Ha crecido espontáneo y libre como la retama y
la ariruma de nuestros senderos; es fragante como la flor del junco
que crece en nuestros jardines; es fuerte como los pinos que se
elevan ansiosos ante nuestro claro cielo; es fecundo en sacrificios
como lo es en frutos la tierra de nuestros pagos; es inalterable como
la vilca, el molle, el álamo, el eucalipto, como todos los árboles que
decoran durante el invierno y durante el verano la maravilla de
nuestro paisaje; viene del pasado así como de lo profundo de los
Andes viene el agua de nuestro río y, como ella, bulle siempre
palpitante y fresco.
Nuestro amor a Tacna es como Tacna misma y vivirá lo que viva la
ciudad y su valle”.
Pero tal vez una de las más grandes ofrendas que legaron a la
posteridad, aquellos prohombres tacneños, es la oración que
escribieran a la memoria de los caídos en la batalla del Campo de la
Alianza y que hoy puede leerse en una cruz de granito que se ha
erigido en el osario ubicado en las arenas donde tuvo lugar aquella
bélica conflagración. Su vocación de docente y de hombre de letras,
amante de la literatura y de la historia literaria, lo lleva a que en
1931 publique un breve opúsculo titulado PROGRAMA DE LA
LITERATURA CASTELLANA, a guisa de ayuda bibliográfica para su
tarea de maestro. Ese mismo año aparece, en la Editorial Minerva, el
trabajo titulado EL IDEALISMO EN LA LINGÜÍSTICA Y SU
DERIVACIÓN METODOLÓGICA.
En el año 1934 edita su libro ORTOGRAFÍA PRÁCTICA PRECEDIDA
DE UN ENSAYO DE METODOLOGÍA ORTOGRÁFICA. Haciendo
referencia a esta obra importante en la producción de Jiménez Borja,
el estudioso y crítico literario, Doctor César Ángeles Caballero anota
que “…la habilidad pedagógica y el dominio lingüístico de Jiménez
Borja le ha permitido transformar la teorética y problemática del
proceso ortográfico con una lucidez expositiva que facilita vitalmente
la comprensión y el buen uso de la mecánica ortográfica”. Por su
parte el Académico Luis Jaime Cisneros precisa que Jiménez Borja
“renovó los estudios gramaticales y dinamizó la inquietud por el
lenguaje en la universidad y en la escuela a través de la docencia,
sus artículos y sus libros”.
La pasión por el lenguaje y la gramática motivan en el gran tacneño
la fundación de un Seminario del Lenguaje Peruano, en la
Universidad de San Marcos. En ese Seminario invitaba a participar a
los alumnos de distintas regiones del país logrando reunir un rico
acervo que entregaba a los especialistas sin reservas, sin egoísmo,
con esa generosidad propia de su grandeza de humanista
quintaesenciado.
Tres años más tarde, en 1937, en los Talleres Gráficos de la Editorial
Lumen S.A, en Lima, publica el libro HISTORIA LITERARIA.
AUTORES SELECTOS DE LA LITERATURA UNIVERSAL y un año
después escribe MIRAJE AL PERÚ, del que da noticia Carlos Alberto
González Marín en su obra ANTOLOGÍA HISTÓRICA DE TACNA. En
MIRAJE AL PERÚ, que no sabemos si es que vio la luz, el autor reúne
sus impresiones de los viajes que realizara al norte, centro y sur del
país. Este trabajo lo dedicó al político colombiano, líder del Partido
Liberal de su país, Jorge Eliecer Gaitán, asesinado por un sicario, en
las calles de Bogotá en 1948.
Los alumnos de educación secundaria, entre 1939 y 1949, fueron
beneficiados con los excelentes textos de Jiménez Borja que tenían
como título Castellano; Lengua y Literatura; Historia de la Literatura
e Historia Literaria, todos ellos a base del Programa Oficial de
enseñanza y publicados en la Librería e Imprenta D. Miranda, en
Lima.
Uno de los libros más difundidos, del egregio intelectual tacneño, es
sin duda CIEN AÑOS DE LITERATURA Y OTROS ESTUDIOS
CRÍTICOS, publicado en el Número 3, de la colección del Club del
Libro Peruano, en 1940, con una portada de su hermano Arturo. Este
trabajo tiene como punto de partida el año 1839 con el estudio de las
colaboraciones de Felipe Pardo y Aliaga y Manuel Ascencio Segura.
José Jiménez Borja ganó el PREMIO NACIONAL DE ENSAYO, en
1953, por su trabajo JOSÉ MARÍA EGUREN, POETA GEOGRÁFICO,
publicado un año antes, en el Número 47, de la revista LETRAS. En
1966, formando parte de la Biblioteca Hombres del Perú, de la
Editorial Universitaria, en Lima, se publica su biografía de JOSÉ DE
LA RIVA AGÜERO y un año más tarde, en la Editorial San Marcos
aparece el texto FINES DE LA ENSEÑANZA DEL CASTELLANO Y
LA LITERATURA EN EL PERÚ.
Jiménez Borja fue incorporado a la Academia Peruana de la Lengua,
correspondiente de la Real Academia Española, en 1941. Su discurso
de incorporación fue un homenaje al IV Centenario de San Juan de la
Cruz. Este discurso se imprimió en la imprenta limeña de R. Varese
en 1943. En la Academia fue, a partir de 1979, Secretario Perpetuo y
su Presidente hasta 1982, año en el que falleció.
Existe en los archivos y revistas de la Academia Peruana de la
Lengua una valiosa colección de discursos pronunciados por Jiménez
Borja en distintas fechas y por diversos motivos como ser homenajes
a centenarios de ilustres figuras de la literatura peruana y universal,
estudios, aportes diversos y discursos de respuesta a los académicos
que se incorporaban a la docta corporación encargada de fijar, pulir
y dar esplendor a la bella lengua de Cervantes.
Quedan, para regocijo de quienes tienen acceso a ellos, sus trabajos
sobre Luis de Góngora, Lope de Vega, Miguel de Cervantes, Santa
Teresa de Jesús, Pedro de Peralta Barnuevo Rocha y Benavides,
Andrés Bello, Felipe Pardo y Aliaga, José Santos Chocano, Enrique
López Albújar, Luis Benjamín Cisneros, Luis Fabio Xamar, Mario
Florián y José María Eguren, entre otras figuras de la literatura
peruana y extranjera. Se trata de una obra escrita sin prisa, pero sin
pausa, con una prosa elegante y exacta que alcanzaba cumbres
excelsas.
Grata tarea sería reunir esos valiosos trabajos en un libro que
formaría parte de las Obras Completas del ilustre tacneño. Tacna, su
ciudad natal, tiene una gran deuda con José Jiménez Borja no
solamente por la obra que creara sino también por un invalorable
aporte del que más adelante, en este breve trabajo, dejaremos
testimonio. Publicar su obra, a través de un Consejo Editorial, sería
una manera de resarcirnos de tan flagrante indolencia.
La prosa de Jiménez Borja, como lo anota César Ángeles Caballero,
es “ diáfana, elegante y singular y su contenido temático se
caracteriza por la solidez de los argumentos manejados y la
profundidad de la investigación”. Es, como ya lo afirmamos, una
prosa de poeta, con giros y vuelo metafórico. A propósito, como
ejemplo, es propicio citar textualmente un párrafo del discurso que,
por la Academia Peruana de la Lengua, pronunciara el 14 de
Diciembre de 1967, en la Casa de la Cultura del Perú, con ocasión de
conmemorarse el primer aniversario del deceso de Víctor Andrés
Belaúnde. En ese homenaje, el eminente tacneño dijo unas palabras
que, quienes lo conocimos, sabemos que a él se le pueden dedicar.
“Su charla, aun la más sencilla, se elevaba como de un surtidor,
salpicada de centellas mentales. Sí, su charla era una
predistigitación de luceros. Su traza y su rostro de hidalgo en que
imperaban los ojos como visionarios de lejanas auroras, perdían la
quietud apenas iniciaba la conversación para agitarse
incesantemente en el proceso interior de entelequias, categorías,
paradojas, ejemplares anécdotas o risueños sofismas”.
Otros ejemplos los encontramos en el discurso que pronunció, en
nombre de la Academia Peruana de la Lengua, en las exequias de su
amigo de juventud y paisano, Jorge Basadre, el 30 de Junio de 1980.
En un párrafo, dijo que Basadre era “… una espiritualidad de nítida
transparencia que cruzó sombrías encrucijadas con la pulcritud de
su paisano Vigil”. Ese breve y sentidísimo discurso fúnebre, ante los
restos mortales del hermano, su par en el trabajo intelectual, lo
terminó diciendo “… puedo testimoniar que hoy, desde su lejana y
gloriosa provincia, llega una brisa para besar su frente”.
El último discurso que leyera Jiménez Borja, en su condición de
Director de la Academia Peruana de la Lengua, tuvo lugar el 23 de
Abril de 1981, con motivo del Día del Idioma y la incorporación de
Luis Alberto Sánchez a quien, por mezquinas envidias, en este país
“dulce y cruel”, donde los reconocimientos se otorgan tarde o no se
dan jamás, se le había negado por tantos años a pesar de sus
innegables merecimientos.
En un párrafo de aquel postrer discurso el maestro tacneño, al
recibir al maestro limeño, expresa “ …tarde o temprano, Sánchez ya
está plenamente entre nosotros y quisiera saludar su presencia no
sólo con el afecto de nuestra generación sino con la luz de la crítica
que se vuelve escasa para una personalidad tan caudalosa y potente,
tan azogada y múltiple. Porque al querer encerrarlo en un enfoque
global me da la sensación de fascinantes y esquivos espejos, dentro
de los cuales vibra toda la sensibilidad de nuestro tiempo”.
En ese discurso Jiménez Borja se adorna con metáforas para
homenajear al novicio académico. Haciendo alusión a la odisea que
fue la vida de Sánchez, a causa de sus ideas políticas, le dice “que
decoró a su patria en el destierro”. Finaliza aquella pieza antológica
afirmando que en las páginas escritas por Luis Alberto Sánchez “se
queman las letras”.
Los prólogos, cuando el prologuista es elegante en la prosa y
profundo en el análisis, dan más valor a la obra que presentan y la
adornan con palabras e ideas en el pórtico logrando, muchas veces,
que una obra se reedite a causa de un nuevo prólogo. José Jiménez
Borja fue un excelente prologuista. Cuando se trató de prologar
obras, que tenían relación con su amada tierra tacneña, no
solamente fue rico en el análisis y elegante en el estilo sino que se
mostraba agradecido por la deferencia que tenían con su tierra
natal. Tal cosa sucede, por ejemplo, con el prólogo al libro de
poemas LÁMPARA VOTIVA, cuyo autor es Enrique López Albújar, en
el que escribe, dirigiéndose al poeta: “Que antes de releer sus
propias finas y vigorosas canciones, reciba un recado de
agradecimiento de Tacna: un lampo de las nieves eternas que
coronan el paisaje, una corona de juncos y de nardos de nuestros
jardines que ciña su frente de Patriarca de las Letras Nacionales.
Pero también un tributo de ideas. Y por eso algunas valoraciones
sobre su obra ya cargada de gloria y en particular sobre su libro
príncipe: Cuentos Andinos que fundó una escuela y tiene
permanente trascendencia literaria”.
El gobierno del Perú premió a José Jiménez Borja otorgándole, el 18
de Julio de 1967, la Orden del Sol del Perú, en el Grado de Gran
Cruz. Justo reconocimiento a una vida ejemplar dedicada al trabajo
intelectual expresado en la investigación, en la creación literaria y
en la docencia.
Después de fallecer el maestro tacneño, su hermano Arturo cumplió
con su voluntad de entregar a Tacna el fajín que usara como
Ministro de Estado, sus condecoraciones, títulos académicos, libros y
textos de su autoría y un valioso material iconográfico que espera
ser publicado en un anexo o en un álbum junto a la edición de sus
obras completas. Tuvimos el honor de ser consultados, por su
hermano Arturo, sobre cual debería ser la institución que serviría de
repositorio de tan valioso legado. Fue elegido el Archivo
Departamental de Tacna y allí también, al asumir la dirección de ese
repositorio, tuvimos el honor de mostrar tan valioso material en una
vitrina especial.
Es oportuno, antes que pasemos al testimonio personal, citar como
veían a José Jiménez Borja dos de sus pares. Luis Alberto Sánchez
escribe que “Era un hombre de una suavidad exquisita y de una
cultura, sobre todo en materia de literatura hispánica, realmente
profunda y realmente contagiosa. Fue un profesor a quien sus
alumnos no solamente respetaron, sino que quisieron porque era
sencillo, modesto”. “… uno de los más grandes espíritus culturales y
literarios de nuestro tiempo peruano”. Luis Jaime Cisneros,
Presidente de la Academia Peruana de la Lengua, en una conferencia
dictada en un homenaje organizado por el CENTRO BASADRE, al
conmemorarse el 90 aniversario del nacimiento de Jiménez Borja dijo
que “Todo en don José era armónico, con esa voz pausada y todo en
su lenguaje y en su actitud ratificaba el pudor y la cortesía. Adjetivos
sobrios para el elogio y siempre tolerancia para el error venial de las
gentes. No hay estridencias en la biografía de este hombre singular;
la discreción fue su más clara divisa, y si algunos pudimos creer en
algún momento que Jiménez Borja era un hombre del pasado,
siempre supo aprovechar la ocasión debida para silenciosamente
mostrarnos cómo habíamos caído imprudentemente en precipitado
juicio”.
Como lo testimonió su hermano Arturo, José Jiménez Borja “fue un
enamorado de Tacna a quien le dedicó la parte más sensible de su
corazón. Una de las primeras muestras de ese cariño a la tierra
natal, antes que sus crónicas publicadas JUSTICIA!, la hizo pública
en el número 83-84, de la revista MERCURIO PERUANO, en 1925.
Se trata de su prosa poética titulada EL VIEJO ÓRGANO ( Narración
del Cautiverio ). En esa bella prosa, casi nunca recordada, de
tantísimo valor para la historia de la resistencia tacneña, en aquella
larga noche, el autor recuerda, sin nombrarla, a la hoy desaparecida
Iglesia de San Ramón. “El atrio era inmenso, abierto en semicírculo
con la curva amplia, firme, de un ideal acogimiento y finamente
empedrado”. Escribe el joven Jiménez Borja que “La iglesia venía a
ser el hogar amable en que ardían unidas una llama de fe y otra de
ideal libertario. El sentimiento de amor a la Bandera, ese
sentimiento purificado en el dolor y tan distinto al que en los
periódicos y en los discursos populacheros hacen a veces tremolar
colorinescamente los profesionales del patriotismo”. En otro párrafo
afirma “Los que no alcanzamos a ir a las escuelas ni a leer los
periódicos fuimos por lo menos a la iglesia.. Y el recuerdo se
policroma con la evocación sucesiva. Pasan por él los juegos alegres
del atrio alegre y luminoso” “¡También una vez de la iglesia salió la
procesión de la Bandera!”
En el artículo EVOLUCIÓN CULTURAL DE TACNA, publicado en EL
COMERCIO, el 28 de Agosto de 1950, Jiménez Borja llama la
atención sobre la vocación por la Historia que muestran los
tacneños. Citamos algunos párrafos. “Don Modesto Basadre abre el
ciclo de los historiadores tacneños. El arte de escuchar el vocerío del
pasado para reducirlo a coherentes palabras parece ser la tarea
preferida para los hijos de aquel valle rumoroso de gestas. Cátedra
de dignidad ciudadana, la Historia prolonga en ellos el apostolado de
Vigil. Emoción de Madre Tierra sobre el vaho de la sangre o sobre el
trabajo creador, sienten la Historia como un torrente musical” “Si de
Arequipa se ha dicho que es tierra de juristas, de Tacna se puede
decir que es tierra de historiadores”.
Voy a escribir ahora en primera persona, me excuso. Conocí al
Doctor José Jiménez Borja en los primeros años de la década de los
setenta, del pasado siglo. Desde el primer momento surgió entre
nosotros, como dicen hoy los jóvenes, una química especial la misma
que, por gracia de los dioses, me uniera con otro gran tacneño,
tantas veces citado, el Doctor Jorge Basadre.
Mi amigo era de mediana estatura, andar pausado, robusta
contextura, de tez cobriza, labios gruesos, ojos inquisidores detrás
de anteojos de gruesas lunas. Sus modales eran finos, su hablar
modulado, como que se solazaba con el idioma en una forma que no
he vuelto a ver en ninguna otra persona. Recuerdo que alababa la
forma de hablar de los tacneños y decía que Tacna era uno de los
poquísimos lugares donde se pronuncia con fidelidad la letra elle. Al
conversar hacía silencios para contestar o emitir algún juicio. No se
apresuraba jamás.
En sus visitas a su Tacna natal, a la que puede decirse, como Alberti
dijo al regresar a España, que salió con la mano empuñada para
regresar con la palma abierta, lo acompañábamos con Gróver Pango
y Luis Cavagnaro a recorrer la campiña, las calles, los angostos
jirones y las amplias alamedas de la ciudad a la que consagró su
afecto. En esos inolvidables paseos más de una vez se nos unía su
entrañable amigo, camarada de lucha en el cautiverio, Guillermo
Auza Arce quien, para los mayores, organizaba almuerzos bajo el
cielo limpio, puro y libre de Pocollay.
De él conservo fotografías y varias afectuosísimas cartas. Tanto que
en una de ellas, que valoro como prenda que me honra, me pide que
le responda sin el trato de usted, ni el de doctor, que lo agobiaban.
Hombre grande, hermano mayor, como Basadre, como los
verdaderamente grandes, sencillo hasta la humildad con esa
modestia propia de los auténticos tacneños, enemigos de la
vocinglería, del grito destemplado, del ruido que opaca al sonido. Así
también lo adivino a Ignacio de Castro o a Francisco de Paula
González Vigil.
Escribí líneas arriba que Tacna tiene una deuda muy grande con su
hijo ilustre, Jiménez Borja. Esa deuda es el reconocer, y enseñarlo en
las escuelas, de una vez por todas, que él fue quien ideó el emblema
de la Heroica Ciudad. La noticia la conocí de sus labios. La historia,
que la he escrito varias veces, es la siguiente. Alrededor de 1945 el
Doctor Raúl Porras Barrenechea invitó al Doctor Jiménez Borja para
que como socio del Club Nacional, y tacneño, le indicara cual era el
escudo de Tacna para lucirlo en una ceremonia a los Departamentos
del Perú. Al no existir ningún emblema de Tacna fue preciso crearlo.
Las ideas de Jiménez Borja fueron expuestas y plasmadas por el
artista Doctor Enrique Gamarra Hernández, conocedor de la
heráldica. El emblema de Tacna, en su forma original, puede
apreciarse en un vitral que adorna un friso de la iglesia Catedral.
El Doctor Jiménez Borja viajó a Tacna para entregar el emblema. El
acto tuvo lugar en una sesión solemne, en el antiguo local del
Concejo Provincial, ubicado en la calle Inclán. El acto lo presidió el
Alcalde Filidor Cavagnaro Herrera, el 11 de enero de 1946. En
aquella histórica sesión, de la que debe ubicarse en los libros de
archivo el acta respectiva, estuvieron presentes el distinguido
historiador y abogado tacneño, Guillermo Auza Arce, que ocupaba el
cargo de Prefecto del Departamento; el primer Obispo de la Diócesis
de Tacna y Moquegua, Monseñor Carlos Alberto Arce Masías y el
Doctor Miguel Angel Cornejo, Presidente de la Corte Superior de
Justicia de Tacna y Moquegua, además de una gran cantidad de
vecinos que, con su presencia, avalaron y aplaudieron el hecho de
ser testigos del nacimiento del nuevo símbolo local.
Pese a ello algunos pretendieron negarle a Jiménez Borja y a
Gamarra Hernández la paternidad del emblema de Tacna al que nos
negamos dar el nombre de escudo puesto que es eminentemente
republicano en consideración a que nuestra ciudad, por lo menos
hasta ahora, no se conoce que haya sido fundada por españoles,
hecho que a honra tenemos los tacneños que nos jactamos de
nuestro espíritu liberal. Años más tarde, en 1967, el Alcalde Rómulo
Boluarte Ponce de León creyó oportuno añadir al emblema de la
ciudad un par de aguiluchos que, según decían algunos, eran
oriundos de la zona. De tal manera que un emblema republicano,
simple, como el espíritu de la buena gente tacneña, cuyos únicos
adornos son la corona de laurel y una cinta bicolor, resultaba
burdamente adulterado para dar la ilusión de que Tacna era una
ciudad de prosapia española. Nada más falso.
Fue preciso que nos organizáramos para protestar. Con mi dilecto
amigo Luis Cavagnaro Orellana, jóvenes “veinteañeros” entonces,
buscamos el asesoramiento del Profesor Hermilio Hinojosa Rubio,
tacneñista de grandes virtudes, experto en heráldica. Con él
redactamos un memorial que lo hicimos firmar por tacneños de cepa
que habían participado en las campañas plebiscitarias de los años
1925-1926. El documento lo dirigimos al Alcalde, el 28 de Febrero de
1967. En los párrafos más destacados anotamos lo que sigue :
“Como es de conocimiento público esta ciudad no fue fundada por
conquistadores españoles como lo fueron ciudades como Lima,
Trujillo, Arequipa, Piura y Huánuco (de esta ciudad era oriundo el
Alcalde Boluarte). En consecuencia no puede hablarse de un Escudo
de Armas, gracia que fue concedida por la Corona de España a estas
ciudades, dentro de la costumbre imperante en aquella época
colonial.
El llamado Escudo de Tacna fue creado por un grupo de
intelectuales y artistas y aprobado por una Junta de Notables
reunido en el antiguo Palacio Municipal.
Los elementos constitutivos de este Escudo representan el título de
Heroica Ciudad, el nombre de su Patrono religioso, la figura del león
rampante, que rompe cadenas, como símbolo de nobleza y bravura;
la flor del granado como símbolo de fecundidad del suelo tacneño y
de la belleza singular de su campiña; y la corona cívica de laurel
entrelazada con la cinta bicolor peruana, como máximo galardón de
la República.
Conviene subrayar que esta última alegoría, que sustituyó a los
yelmos, águilas y coronas de los escudos de los pueblos
conquistados, no puede faltar en el emblema de un pueblo libérrimo
como Tacna.
De acuerdo con los preceptos de la heráldica, ciencia del blasón, no
es imprescindible adoptar para un emblema o escudo
representaciones de elementos telúricos típicos del lugar, sino más
bien, símbolos que ostenten las virtudes y méritos del pueblo.
En este cuarto de siglo de existencia de este emblema, muchas
generaciones tacneñas han grabado en su conciencia estos símbolos
haciéndolos parte integrante de su espíritu cívico y de la tradición
histórica de este gran pueblo; y la tradición de una comunidad es
algo sagrado, inmutable e intangible. En este sentido, el propósito de
parangonar a Tacna con ciudades que tienen escudo de armas, no
puede tener mayor valor que el deber de mantener incólume la
personalidad de este pueblo que exhibe como blasones, de elevado
prestigio, un origen humilde y democrático, así como su gran
espíritu libertario y su inclaudicable amor a la patria”.
Esta campaña fue nuestra mejor ofrenda a Tacna y a José Jiménez
Borja y Enrique Gamarra Hernández. Por el comité de defensa del
emblema de Tacna firmábamos Luis Cavagnaro, Hermilio Hinojosa
Rubio y yo. Nos acompañaron, entre otros, los siguientes ilustres
tacneños: Juan Auza Arce, Dora Arce Liendo, Agustina Berríos
Liendo, Guillermo Sañudo, Rosa Alina González Tapia, María Cadima
Tapia, Víctor Liendo Figueroa, Blanca Carbajal Pons, Gladys
Céspedes Quelopana, Daysi Flores Quelopana y Lastenia Rejas de
Castañón.
Gracias a esa campaña, que emprendimos con ímpetu juvenil, los
agregados al emblema de la ciudad nunca fueron aprobados. Hoy, al
evocar aquellos episodios a la distancia, con la serenidad que
brindan los años, nos llenamos de júbilo porque fuimos oportunos y
supimos, como dice la sentencia popular, dar al César lo que es del
César.
Aunque no tiene nada que ver me permito dejar constancia que los
tacneños no debemos permitir jamás que se pretenda crear una
“bandera de Tacna”. A Tacna le costó mucho regresar al Perú
después de casi medio siglo de cautiverio en el que no pudo ver
flamear al viento la enseña roja y blanca. Por lo tanto aboguemos,
con la firmeza de tacneños, o tacneñistas, porque la Heroica Ciudad
no tenga jamás otra bandera que no sea la de la patria amada. Lo
digo sin el mínimo atisbo de chauvinismo del que siempre, por
formación, he sido y soy ajeno.
Vuelvo a José Jiménez Borja con la tranquilidad que me brinda el
haber honrado su memoria, en el primer centenario de su
nacimiento, recordándolo en la mayoría de las facetas por las que
discurrió su inquieto y fino espíritu, haciendo un supremo esfuerzo
de síntesis, sin la erudición ni la elegancia, propios de su recia
personalidad, mas sí con el sincero afecto y el eterno agradecimiento
de sus paisanos de esta dulce Tacna que parece una reina de
leyendas viviendo entre vilcas y granados.
BIBLIOGRAFÍA
Basadre, Jorge. La vida y la historia. Ensayos sobre personas,
lugares y problemas. Presentación de Alonso Polar Campos. Edición
del FONDO DEL LIBRO DEL BANCO CONTINENTAL DEL PERÚ.
Editorial AUSONÍA-TALLLERES GRÁFICOS S.A. LIMA, 1975. 612
páginas más Indice Onomástico.
Centro Basadre. Homenaje a José Jiménez Borja. – Compilador:
Gróver Pango Vildoso. Lima, 1992. 26 páginas.
Gambetta, Fredy. Crónica de Tacna. Tomo II. Ediciones Cal & Canto.
Primera edición. Tacna, 1995. EPF Impresores. 177 páginas, con
fotografías.
González, Carlos Alberto. Antología Histórica de Tacna. (1732-
1916)Lima,1952. 226 páginas, con ilustraciones.
Jiménez Borja, José. Obra selecta. Compilación y prólogo de Alberto
Tauro. Academia Peruana de la Lengua. Lima, 1986. 663 páginas.
Talleres Gráficos P.L. Villanueva S.A.
López Albújar, Enrique. Lámpara Votiva. Poemas. Banco Industrial
del Perú. Fondo del Libro. Tercera edición. Lima, 1988. Impresión
AUSONÍA S.A. 188 páginas.
Tauro del Pino, Alberto. Enciclopedia ilustrada del Perú. Tomo 9.
Tercera Edición. Lima,2001. Peisa.
Unos Tacneños. El alma de Tacna. (Ensayo de interpretación
histórica). Tacna, 1926. Edición Fascimilar. Presentación de Héctor
Tapia Cano. Colofón de Arturo Jiménez Borja. Ediciones COFIDE.
Lima, 1989. 152 páginas. Servicios Artes Gráficas E.KUG.EIRL
JUSTICIA!. Organo de la delegación Jurídica del Perú en el plebiscito
de Tacna y Arica. Edición fascimilar. FUNDACIÓN DEL BANCO
CONTINENTAL PARA EL FOMENTO DE EDUCACIÓN Y LA
CULTURA. EDICIONES EDUBANCO. Lima, 1979. 159 páginas.
Industrial Gráfica S.A.