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LA NOCHE DEL
-¿No se dan cuenta de que no sirve de nada mirar desde el suelo? Laes hacer una retlcula con los dedos. ¿No leyeron que el efecto retícula aunie
la visión? Es igual que tener un microscopio.El del microscopio me pareció poco confiable así que el efecto retículá
lo llegué a probar. Con cierto desaliento me puse de pie. Eché una mi¡ada ar
al¡ededor. Púberes, jorobados, parturientas, hipotensos, poligriyos yseñalaban simult¡ínea y fragorosamente el cenit, el horizonte, la fuente de
Mora, los aviones que despegaban del Aeroparque, ciertas estrellasunas cañitas voladoras, laYíaLáctea o el fantasma inesperado del viejo Vde la Carrera. BizcoS, enrollados, con retlcula, moviendo las orejas,
un pie, basculando la pelvis, valiéndose de telescopios, microscopios,copios o caleidoscopios, a través de anillitos, de cánulas, de ojos de agujacaños maestros, todos miraban el cielo. Cada uno, enffe la avalanchaestrellas -frías y hermosas desde el despertar del mundo, frlas ycuando el último brillito de nuestro planeta se apagara- cada uno buscabaesas estrellas una única luz indefinible. Ni siquiera nos dimos cuenta de queiiestábamos descubriendo Ia muerte. Pero era eso: se nos habla perdido -otraiivez- una última oportunidad. Un día, como un melón, como una serpientd,i
como una bufanda de luz, como todo lo redondo o coludo o resplandeciente que' '
es posible urdir por el mero deseo de ser feliz, el cometa de cola áurea girarlatotravez por el que había sido nuestro cielo. Pero nosotros, los que esa noche,i
nos afanábamos y aguardábamos bajo las estrellas impasibles, nosotros los de i
esta costanera ya no agitaríamos la suave bruma nocturna para perseguirlo.
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lVotasfrontera en la
rratiYa argentina
MARÍA ROSA LOJO
Como bien lo señalara Hebe Clementi,r la frontera ha jugado un papel deter-
minante en la conformación del imaginario colectivo nacional y de sus figuras
representativas. Profundamente ligada a la idea de o'barbarie", esa línea móvil,fin de un mundo y comienzo de otro, opera aún hoy como una zona inquietante,
nudo de fascinación y repulsión, puerta hacia lo desconocido del espacio exte-
rior, y hacia lo ignoto y lo oculto de uno mismo. En el siglo XIX, el Facundo
de Sarmiento nos presenta un mundo invadido por el vacío, que desde un regis-
tro sociopolltico aparece como el resto degradado de un orden anterior, territo-rio dedispersión, carencia y pérdida, pero que, desde el espectro antropológicoy estético se revela como matriz posible de la poesla y como forja de cierta ima-
gen modélica de lo argentino. En el primer registro mencionado, la "extensión"
es el "mal metafisico" que aqueja al pals, territorio carcomido y devorado por
el desierto, donde la ausencia de vida humana es lo que define los llmites inter-
nos: "la soledad, el despoblado sin una habitación humana, son, por lo jeneral,
los lÍmites incuestionables entre unas i otuas provincias".2 Por otro lado, la fron-
tera exterior delinea la presencia arrtenazarfie y fantasmal del Otro, del indio
@ Visiones (1984, poesla), Marginales (1986, cuentos),
Canción perdida en Buenos Aires al Oeste (1987, novela), Forma oculta del mundo (1991'
poesla), La pasión de los nómades (1994, Primer Premio Municipal de Novela de Buenos AiresiEduardo Mallea"). En ensayo, el lib¡o La "barbarie" en la natativa argentina (si4lo XIX)(1994), además de numerosos trabajos en publicaciones especializadas. Tiene en prensa el libro
Ernesto Sábato: en busca del original perdido. GanÓ la Beca de Creación Artlstica de la
Fundación Antorchas (1991) y la Beca del Fondo Nacional de las A¡tes (1992). Es Doctora en
Letras por la Universidad de Buenos Aires, y se desempeña como miembro de la Carrera de
Investigador del CONICET con sede en el Instituto de Literatura Algentina "fucardo Rojas" de
la Universidad de Buenos Aires.
1. Hebe Clementi, Lafrontera en América. I. Una clave interpretativa de la historia americana,
Buenos Aires, Leviatán, 1987. Cf. sobre el concepto de "literatura de frontera", y de "fronterainterior", el trabajo de Lila Bujaldón de Esteves, "La frontera interior como tema central de laIiteratura argentina", Boletín de Literatura Comparada [Universidad Nacional de Cuyo], XVI'XVII (1991-1993), pp. s5-66.
2. Domingo F. Sarmiento, Faczndo.Prólogo y notas de Alberto Palcos, Buenos Aires, Ediciones
Culturales Argentinas, 1961, p. 26. Todas las citas son de esta ediciótr.
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126 LA FRONTERA EN LA NARRATIVA ARGENTINA
enemigo: "Al sud i al norte acéchanla los salvajes, que aguardan las noches de
luna para caer, cual enjambres de hienas, sobre los ganados que pacen en los
campos, i sobre las indefensas poblaciones" (p. 26). El espacio se describe
mediante prefijos invariablemente negativos, que marcan, inquietantes, la
apertura hacia lo caótico de un espacio salido de madre, reacio a toda medida
y razón: lo in-menso, lo in-finito, lo in-audito, lo des-poblado, lo in-cierto, lo
in-seguro, lo in-defenso, lo in-culto, lo i-limitado, dibujan un mapa alavezaterrádor y grandioso, un reino -volvamos a los prefijos- ingobernable e
incontenible.Las vastas campañas argentinas son vistas como un ámbito devastado por
la "legislación de la montonera", barrido por las "patas de los caballos", donde
las formas anteriores de asociación se han transformado en agrupaciones
semejantes a las de la familia feudal o las tribus nómadas del Oriente, donde.,toda clase de gobierno se hace imposible, lá municipalidad no existe, la policía
no puede ejercerse, i la justicia civil no tiene medios de alcanzar a los delin-
cuentes" (p. 36). La dicotomía ciudad/campaña no es, empero, tajante, como
no 1o es nada en el pensamiento sarmientino, que ha sido simplificado tantas
veces por los slogans de la lucha política.3 Bernardo Canal Feijóo nos dirá, mu-
chos años más tarde,a que en las campañas, tendenciosamente identificadas con
el desierto y la "barbarie", se hallaba en realidad la mayor parte de la población
nacional y la fuente de los recursos biísicos para las ciudades. Pero ya Sarmien-
to muesf,.a la posibilidad de sutiles cruces. Hay -observa- ciudades "bárbaras"
por su dogmatismo y su estrechez intelectual, como Córdoba, donde lo cerrado
y circunscripto y el orden rígido, lejos de constituir una característica positiva,
la asemejan al, "estanque encantado" de aguas inmóviles que la adorna. O
ciudades "barbarizadas" como la veleidosa Buenos Aires, donde la tiranía de
las modas intelectuales provoca un efecto tan arrasador como las hordas de la
montonera, creando un suelo estéril en el que "nada se sustituye, nada se
establece,,(p. l0l). Es ése el clima propicio -afirma- para la aparición de dicta-
dores como Rosas, que restringen esa apertura intelectual inconstante y desme-
surada encerrando y circunscribiendo a la sociqdad en una reproducción a gran
escala de la "estancia de ganados".
Vemos por otra parte, que el modelo antropológico argentino, el genuino
representante de "la manera de ser de un pueblo" -asimilada a la figura del gau-
cho- es una criatura de la naturaleza, un ser desatado y desaforado, definido,
si ello es posible, por la calencia de todo límite. Sombra que conoce los arcanos
de la historia, casi numen, encarnación de las fuerzas cósmicas situada más allá
del bien y del mal que se da a sí misma su propia ley, Facundo es el arquetipo
3. Ma¡istella Svampa, Civilización o barbarie. De Sdrmiento al revisionismo peronista,Buenos
Aires, El cielo por asalto, 1994.
4. Bemardo canal Feiióo, Teorías de Ia ciudad argen irrd, Buenos Aires, sudamericana, 1951.
MARÍA ROSA LOJO 127
de la peculiaridad ameriaana y de la humanidad originaria anterior a lacivilización. Su ámbito operativo es ese "vacío" que desde el registro sociopo-
lítico se evaluaba como negatividad y-tenor pero que, en un sentido estético,
es el marco ideal para el surgimiento de la poesía: "Existe, pues, un fondo de
poesía que nace de los accidentes naturales del paÍs i de las costumbres excep-
cionales que enjendra. La poesía, para despertarse (porque la poesía es como
el sentimiento relijioso, una facultad del espíritu humano), necesita el
espectáculo de lo bello, del poder terrible, de la inmensidad, de la estensión, de
lo vago, de lo incomprensible; porque sólo donde acaba lo palpable i vulgar,
empiezan las mentiras de la imajinación, el mundo ideal" (p. 43)."La soledad,
el peligro, el salvaje, la muerte!!!", temibles desde el punto de vista político,
estimulan la imaginación del habitante de las pampas con "temores e
incertidumbres fantásticas,... sueños que le preocupan despierto" (p. 43).
En Amalia, de José Mármol -otro texto fundador de la narrativa argentina
decimonónica- la naturaleza no se identifica con el caos, sino con el cosmos de
una sociedad jerarquicamente estratificada. En Buenos Aires, el centro urbano
dominado por Rosas, Ias jerarqulas se han invertido y corrompido y las
tensiones crecientes amefiazan con diluir toda distinción -todo límite interno
entre clases sociales y categorías culturales- bajo la isocromía igualadora de la
sangre. Fuera de la ciudad, en la periferia, hay dos ámbitos: la naturaleza
cultivada, doméstica, afín ala morada humana cuyo paradigma estético ideal
es la quinta de Amalia, y la intemperie exterior donde habita el gaucho. Aqui
. se marca otra frontera peligrosa: desde el territorio despoblado de las pampas,
el gaucho, que pertenece a este ámbito y no debe salir de é1, se perfila como "latempestad" que está rodeando siempre las orillas de las ciudades y que en
cualquier momento puede asimilarse a las huestes del poder dictatorial, quebrar
los límites, unir lo "naturalmente" separado, invadir y contaminar. Por otra
parte, el río, imagen recurrente en la novel4 es una frontera en movimiento que
señala el camino hacia mundos de libertad más allá de la ciudad enferma: la
ruta de Montevideo, donde se refugian los proscriptos, el sueño lejano de
Europa, y el mar del Sur, horizonte de una puÍeza desconocida que canalizaúmuchas veces la imaginación colectiva en la literatura argentina.
En "El Matadero", de Echeverría, se contraponen dos mundos unidos por
la audacia de un transgresor: eljoven unitario, representante de la civilidad a
la europea, que se intema en la zona del Matadero de Ia Convalecencia donde
seres humanos y animales ejercen unos sobre otros una violencia obscena e
indiferenciada. Este "simulacro" (slc en el original) de la Argentina rosista, es
un "mundo al revés", mundo carnavalesco y grotesco, marcado por la defor-midad, la caricatura, la parodia, que invierte las categorias dominantes-en el
orden civilizado, aunque sin el valor positivo, liberador y fecundante adjudica-
128 LA FRONTERA EN LA NARRATIVA ARGENTINA
ble a lo carnavalesco medieval.s El torbellino de la "mezcla" rompe límites en
todos los órdenes, mixtura lo humano y lo animal, lo "culto" y lo popular
obsceno, la,,civilización" y la "barbarie", el grandilocuente lenguaje de la
tragedia que utiliza el unitario, y el brutal coloquialismo de los asistentes al
tvtatadero, a un tiempo espectadores y actores, victimarios y víctimas en un
juego que pone de relieve las partes bajas del cuerpo, lo genital y lo excremen-
ii.iá, y t *rfiere rasgos del toro enfurecido a la figura atildada y urbana del
joven que elige morir de cólera antes de ser vejado'
La violencia en sus diversas manifestaciones define invariablemente el
cruce de las fronteras y la ruptura de los límites en estas obras fundacionales de
la generación de los proscriptos. En todos los casos, del lado opuesto de la
"nfunoru llnea divisoria, más allá de los límites familiares de la ciudad, está el
otio o lo Otro: presencia amenazante que es más y es menos que meramente
humana, sombra que se agranda y se expande en la medida en que, en ese espe-
jo oscuro, se ha proyectado también la imagen negada de la propia verdad, de
io real inexcusable. Muy distinto es el itinerario que se dibuja en Una e¡ccursión
a los indios ranqueles,6 de Lucio Victorio Mansilla. Uno de sus mayores logros
es el de haber traspuesto, en una medida insólita para su contexto epocal, otra
frontera dificilmente transitable: la de los prejuicios, los tópoi, las convenciones
retóricas que presentan al aborigen como una criatura colindante con la bestia-
lidad, marcad-a por todos los disvalores, según apuntara Hugo Biagini.T Tanto
indios Como gauchos son vistos, ante todo, como Seres humanos, más acá del
anatema pofitto, del denuesto o de la idealización simplista. El otro, el salvaje,
el que vive del otro lado, en las profundidades secretas de la Tierra Adenüo, es,
"n iu ru.uu mirada de Mansilla, el prójimo: un sujeto de cultura, capaz de ritos
y cortesías, c'on un sistema de numeración, un protocolo diplomático, una
i"rgru, una vida familiar, y una organización social superior en algunos aspec-
tos a la cultura blanca, capaz en cambio, de la violencia más inaudita bajo la
proclama civilizatoria. El viaje a la Tierra Adentro, o al llamado Dqsierto, que
al principio Se muestra como una "excursión" a lo extremo y lO exótico, termina
revelándose como retorno al cuerpo, al juego y a la infancia, experiencia de
recuperación del placer y reconocimiento de lo cercano y de lo propio en los
antiguos terrores del espacio ignoto, de lo desconocido y 1o lejano'
ia kansposición de la frontera que permite ver al prójimo y al semejante en
las figwas di los caciques indígenas y de los gauchos hánsfugas que, como lo
hará luego el Martín Fierro de Herniindez, se han refugiado en las tolderías,
5. Cf. especialmente Mijall Bajtln, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento'
Barcelon4 Seix Barral, 1974.
6. Utilizamos la edición de Guillermo Ar4 Buenos Aires, Kapelusz, 1966' Todas las citas son de
esta edición.
7. Hugo E. Biagini, cómo fue la generación del 80, Buenos Aires, Plus ultr4 1980, p. 52.
MARÍA R9SA LOJ9 r29
conduce también a una revisión de la retórica falsamente descriptiva que hasta
entonces han practicado los poetas de la pampa. Ante todo, señala Mansilla que
en realidad no hay "pampa" sino "pampas" diversas, que los árboles folkló-
ricos como el ombú o el cardo, no responden a la flora de la pampa central, que
el gaucho no es la figura caricatirresca de ciertos poemas, y que la tierra se co-
noce no a través de lecturas distantes sino en la experiencia concreta del camino
interior: "más de seis mil leguas he galopado en año y medio para conocerlo y
entenderlo,, (p. 69). Una nueva topología de la barbarie, contrapuesta a la
vulgarización de las dicotomías sarmientinas, coloca al espacio abierto bajo el
cielo del lado de la libertad, la pureza y la valorización estética, mientras que
la ciudad se asocia con el egolsmo, la suciedad y el desgaste inútil de la vida.
Esta imagen tendrá buena trayectoria en la narrativa argentina posterior, que
suele ver a la campaña bajo un prisma de purificación, renovación y renaci-
miento, oponiéndola a la ciudad corrupta.
Hacia el final del siglo XD( la problemática de la frontera se complica y se
ensancha. Por una parte, la Campaña del Desierto llevada a cabo por Roca ha
dado el golpe de gyacia ala cuestión aborigen. En el último gran mito finise-
cular, el de Juan Moreira, los indígenas vuelven a ser el otro, el enemigo, el
salvaje inferior. Si Moreira, perseguido, opta por refugiarse como su antecesor
Martín Fierro, en las tolderías indígenas, tampoco vacila en hacer trampas en
el juego engañando sin remordimientos a sus anfitriones: el narrador, además,
invoca como gloria y mérito que distingue a su héroe del mero delincuente, su
lucha bajo la bandera pakia contra los aborígenes. Por otro lado, este bandido
romántico, heredero pulido y estilizado de Facundo, funciona como frontera o
limite enhe tiempos y mundos, entre dos siglos y dos etapas de la vida nacional,
entre "dos culhrras y dos justicias", como señala Ludmer:8 la oral, laley tírcita
del honor y la venganza, y la justicia escrita moderna.
¿Qué ocurre después? La Argentina del Centenario, por boca de Lugones,
llevará a cabo la inscripción del gaucho en el mapa fundador de la nacionalidad
argentina y en el gaucho exaltará sobre todo el elemento hispánico, rechazando
o minimizando la sangre aborigen transmitida por vía materna. Si antes, desde
la óptica sarmientina, el gaucho habla sido considerado como factor disolvente
de la civilización, ahora se lo elogia como paladín civilizador, único capaz de
contener "la barbarie indígena": "El malón era, en efecto, un contacto casi
permanente de los indios con los cristianos fronterizos que, pertenecientes a la
razablaÍca, llevaban la doble ventaja de su carácter progresivo y su mayor
capacidad de adaptación".e La presencia del gaucho en el canon de los próceres
-semianunciada en Facundo y en Moreira, ambos descritos como figuras
8. Josefina Ludmer, "Los escándalos de Juan Moreira'', en Las culturas de fin de siglo en América
Latina,Buenos Aires, Beatriz Viterbo, 1994, p. 104.
9. Leopoldo Lugones, El payador, Buenos Aires, Huemul, 1972, p.54'
I30 LA FRONTERA EN LA NARRATIVA ARGENTINA
heroicas malogradas fuera de un adecuado contexto- corre paralela con su
desaparición efectiva de las pampas que se modifican sustancialmente. Exter-minado o sometido el indígena, se borra la línea de la frontera interna con losbelicosos malones, el campo sin límites se cuadricula en el alambrado prolijode las estancias. Ya no existe el gaucho como guerrero de la montonera osoldado de los fortines, ni tampoco como mano de obra privilegiada en elfaenado de la carne. Apunta Hebe Clementiro que, una vez que la lucha con elindio concluyó, el gaucho, desplazado por los trabajadores inmigrantes o losgrandes terratenientes, desapareció como protagonista de la expansión. Su des-
tino histórico -dice-quedó "a medio terminar", en Ia medida que los mismosterritorios de la frontera argentina fueron sólo semiincorporados a la nación.
Dos cuestiones quedan señaladas aquí: una, la emergencia de un nuevo ele-msnto, el inmigrante, que modificará radicalmente la población y las costum-bres argentinas, hasta el punto de ser evaluado como unaamefiaza sobre la que
se dibujan los rasgos del nuevo "bárbaro". Otra, la percepción del país sureñocomo una zona incompleta, horizonte indeterminado hacia una plenitud futura,forma del sueño que ronda la poética de Ricardo Molinari, los Poemqs
australes de Leopoldo Marechal, la búsqueda de Martín del Castillo en Sobrehéroes y lumbas, la curiosidad y la desdicha del viajero ert La rosa en el viento,de Sara Gallardo.
Las fronteras culturales e idiomáticas que marcan la conflictiva asimilacióndel inmigrante a la vida argentina, generan una literatura muchas veces xenó-foba, de la que es ejemplo paradigmático En la sqngre, de Eugenio Cambace-res.rr Esta novela describe la exitosa e infame hayectoria de un trepador, hijode un tachero italiano que ha hecho fortuna y que Ie ha legado, junto con algúndinero, una serie de vicios y lacras que contaminarán peligrosamente la nuevasociedad argentina, inerme ante el avance de estos otros "bárbaros" sin escrú-pulos que ni siquiera están dotados, como el antiguo marginal gauchesco, de
coraje o grandiosa fortaleza. Si este retrato distorsionado por el temor corres-ponde al inmigrante urbano de las clases más humildes, no faltarán testimoniosnarrativos de 1o que ha ocurrido en el campo. Una novela de Eduardo AcevedoDlaz (h.)'2 ilustra muy bien el conflicto planteado hacia el fin de siglo pasado
entre los gauchos de la guardia vieja, los laboriosos "gringos", y los "naciones"de fortuna que se apoderan aviesamente de las leguas conquistadas al Desierto.Dice con amargr¡ra el personaje Don Martín al joven Mauro, que ha vuelto de
su cautiverio entre los indígenas: "-Te has portao como un gaucho de LaReyuna, pero no esperés que los del gobierno y los beneficiaos por tus servicios
10. Hebe Clementi, "National Identity and the Frontier", en Where Cultures Meet. Frontiers inLatin American History, Wilmington, DE, Jaguar Books in Latin America, 1994.
ll. Eugenio Cambaceres, En la sangre, Buenos Aires, Eudeba, 1967.
12. Cancha /arga, Buenos Aires, Meridión, 1958.
MAÚA ROSA LOJO
te lo agradezcan. (...) Trabajaste pa 'los nacion-es'. El gobierno ya les habrá
pegao el grito: 'Aura pueden venir tranquilos. Los criollos han limpiao el cam-
po de indios pa que ustedes ganen Ia plata con comodidad, que es lo único que
les interesa. No les vamos a preguntar de donde vienen. Dentren no más, los
criollos se ir¡in a la cocina pa dejarles sitio en la sala' " (pp.254-55). Y dentro
de la misma clase social, veremos cómo Mauro, ya maduro, seguirá trabajando
el campo a ia usanza antigua sin aceptar las técnicas que su yerno tolerado a
regañadientes, el "gringo" Gino Petrella, aplica a las labores agrícolas.
Mas allá de estos problemas reales, propios de una sociedad en proceso de
cambio, la frontera -en particular la frontera Sur- constituirá un horizonte ima-ginario de dilatada fecundidad en la literatura de nuestro siglo. La vanguardiade los años veinte -la brillante generación de Borges, Marechal, Girondo,Molinari, Bernárdez, en la que también participa, aunque es cronológicamentemayor, Ricardo Güiraldes- retomará desde una nueva óptica la cuestión de los
mitos fundadores de la nacionalidad. Se ha utilizado con acierto la expresión
"criollismo urbano de vanguardid't3 para caracterizar esta sensibilidad distintaque, aunque muy lejos en forma y pretensiones estéticas de la literatura popular
criollista y folletinesca, practica un original reciclaje de lo criollo, rescata para
el mito los tipos del suburbio, y cede a la fascinación de otra frontera: la de los
arrabales, la de las "orillas" donde una ciudad ya indecisa se hace campo y se
yuelve hacia el pasado. La poética neocriollista del grupo, representada sobre
todo por Borges, encuentra un espejo paródico efrcaz pero solidario en el AdánBuenosayres de Leopoldo Marechal. Toda la estética del movimiento se discute
con humor en esta novela tardía que es, acaso, el mejor testimonio de los años
de formación y consolidación del martinfierrismo.En su última parte, Adán incluye un "Infierno" vernáculo situado bajo un
ombú, cuyo demiurgo es Schultze, o sea, Xul Solar, el pintor de la vanguardiae inventor del híbrido idioma "neocriollo", otra utopía exacerbada de identidade innovación. Los poetas martinfierristas -también Marechal (Adán) mismo-son juzgados aquí por sus delitos poéticos de arrogancia y extravagancia,
aunque el juicio, a cargo de Musas esperpénticas, se vuelve otra forma delelogio. Indi¡ectamente laudatoria, alavez que exacta, es Ia caracterización que
se hace de la poesíajuvenil de Borges, y aun de sus resonancias posteriores en
la obra de madurez, señalando sus obsesiones y sus hallazgos: "Lo malo está
en que don Luis [dice la falsa Musa] ha querido llevar a la literatura sus
fervores misticosuburbanos, hasta el punto de inventar una falsa Mitología en
l3.AsllohaceBeatrizSarlo.Ver"sobrelavanguardia,Borgesyel criollismo", enLacríticaliterarid contemporánea, Buenos Aires, Centro Editor de América Lati¡a I 98 l, y "Vanguardiay criollismo: Ia aventura de Martín Fierro", en Ensayos argentinos. De Sarmiento a lavanguardia, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983, pp. 127-71. Ver también suUna modernidad periférica : Buenos Aires I 920 y I 9 j0, Buenos Aires, Nueva Visión, 1988.
l3l
132 LA FRONTERA EN LA NARRATIVA ARGENTINA
la que los malevos porteños adquieren, no sólo proporciones heroicas, sino
hasta vagos contornos metaflsicos". ¡4
La reipuesta de Adán defiende la gesta borgeana y la aventura conjunta de
MartÍn Fierro:
-¿No se ha dicho que sobre nuestra literatura viene gravitando un oneroso
espíritu de imitación extranjera?
¡Si ha dlctro, no lo niegue! Y cuando un hombre como Pereda sale a reivindicar
el derecho que lo criollo tiene de ascender al plano universal del arte, se lo
ridiculiza y zahierg hasta el punto de hacerle sufrir las incomodidades de un
infiemo (p.577).
Por lo demiís, en el libro tercero de la novela se.ha descrito el periplo de los
poetas hacia los pagos suburbanos de saavédra, a donde se traslada ahora la
vieja problemática de la frontera, enunciada en un estilo que parodia con habi-
U¿á¿ Lf Facundo sarmientino, aplicando sus tópicos y sus figuras fantasmáticas
al paisaje de las orillas:
En la ciudad de la Trinidad y puerto de santa María de Buenos Aires existe una
región fronteriza donde la urbe y el desierto se juntan en un abrazo combativo
1...¡ nt turlsta que volviendo sus espaldas a la ciudad aventura los ojos en aquel
paisaje, no tarda en sentir un vago sobrecogimiento de pavor; allí, sobre un
ierreno desga.rado y caótico, se alzan las últimas estribaciones de Buenos Aires,
rancheríos de tierra sin cocer y antros de lata en cuyo interior pululan tribus de
frontera que oscilan entre la ciudad y el campo; allí, prometida del horizonte,
,soru yui, rostro la pampa inmensa que luego desplegará sus anchuras hacia
el Oeste bajo un cielo empeñado en demostrar su propia infinitud (...) al caer la
noche, cuándo Saavedrano es más que una vasta desolación, el paraje desnuda
sus perfrles bravíos; y el turista que se aventura en su ámbito puede hallarse, de
súbiio, frente a la misma cara del misterio. Entonces, a flor de tierr4 se oye la
palpitación de una vida oscura (p. I 57).
En la noche de saavedra, entre croar de ranas y pobres linyeras que parecen
brujos, empiezan a desfilar curiosos personajes surgidos del sueño de estos
héroes cómicos, que recapitulan en un friso con mucho de caricaturesco y
también de surrealista, la historia de la nación y sus proyecciones hacia el
futuro. El "Espíritu de la Tierra" en forma de gliptodonte, invocado por el
"petizo Bernini" (alter ego de Raúl Scalabrini Ortiz) les muestra la Pampa como
el fondo de un antiguo mar, tierra ÍIrrasada por los vientos cuyos "contingentes
humanos... se formarían también con elementos de destrucción, acarreados
desde los ocho rumbos del globo hasta nuestras llanuras por el temible y nunca
dormido viento de la Historia" (pp. 179-80). Aparece luego, en citación clara
14. Adán Buenosayres, Buenos Aires, Sudamericana, 1970, pp' 576'77 '
133MARíA ROSA LOJO
de Mansilla, la imagen de un cacique indlgena,. raíz que ha quedado en el
gaucho antes de extinguirse, y comienza la discusión sobre este otro hijo de la
iontera, representado por Santos Vega en su lucha confa Juan Sin Ropa, visto
como etDi;blo, el progreso, y también como el inmigrante en quien se concen-
kan todas las ambiciones, los exilios y lus etp".anzas. Su última metamorfosis
es la absurda figura del Neocriollo, collage cibemético de disparatadas formas
y colores que resume, en una rlltima pirueta, la voluntad de juego e invención
que distinguió a la Musa heterodoxa de los años veinte'' A partlr de esta década de creativa efervescencia podrlamos distinguir
diversas direcciones en el trabajo literario sobre la frontera. Por un lado, se
sigue ahondando en la imagen del Sur, y en el paradigma pampeano que triunfa
en-el imaginario colectivo, arrogándose una representatividad nacional. Narra-
ciones clalves de este siglo: Don segundo sombra, de Güiraldes, Los caranchos
de la Florida o El Ingl* de los Güesos, de Lynch, y muchos textos de Borges
y Bioy casares, se conciben en este ámbito, desde este espectro. El cuento "El
So.',, d" Borges, eS tal vez una de las encarnaciones máS intensas e impecables
de esta simb¿lica llanura que parece definir cierta esencia de lo argentino' No
en vano dice Borges en "El muerto": "lo mismo que los hombres de otras na-
ciones veneran y presienten el mar, así nosotros, (también el hombre que
entreteje estos símbolos) ansiamos la llanura que resuena bajo los cascos"'r5 En
el Sur, ya insinuado en la ciudad que "empieza del otro lado de Rivadavia" y
da entrada a,.otro mundo más antiguo y más firme", está el origen y la clave
profunda del destino que todo hombre debe encontrar para asumir su verdadero
rostro. El cruce del límite es asl, podrla decirse, un tránsito iniciático que
transporta al viajero hacia el encuentro crucial con esa "perfecta forma que
,upobio, desde el principio" y que es la imagen desconocida de sl mismo.
Este Sur podrá qüedarse en lo inmediato -la pampa bonaerense- o
extenderse hacia la Patagonia (el Sur helado y puro de Martín del Castillo), o
aún hacia el confln extiemo del país y del continente, como en la novela
Fuegia,de Eduardo Belgrano Rawson.r6 En todos los casos, la problemática de
civiiización y barbarie atraviesa los textos, mostrando tensiones irreductibles
(Borges), marcando el círculo infernal de la violencia simétrica de las guerras
.iuitlr ("o*o en la alucinada novela El eiército de ceniza, de FeinmannrT),
soñando esperanzas renovadoras (sábato), denunciando el exterminio de una
forma originaria de cultura humana que la impiedad de una civilización
sedicente ña negado con atroces consecuencias (Belgrano Rawson).
15. Jorge Luis Borges, "Et muerto", Et Aleph, en obras complefas, Buenos Aires, Emecé, 1974,
p.546.
16. Eduardo Belgrano Rawson, Fuegia,Buenos Aires, Sudamericana' 1991'
17.JoséPabloFeinmann,Elejércitodeceniza,BuenosAires,Legasa,l9ST'
t34 LA FRONTERA EN LA NARRATIVA ARGENTINA
Entre todas estas narraciones corrió la Historia; profundos procesos
sociopolíticos, argentinos y planetarios, fueron transformando la visión de los
intelectuales. A la generación que eligió al Sur como símbolo preferencial,
nombre de una famosa revista literaria y sobre todo de un movimiento concep-
tual y estético, le tocó revisar, otravez, la cuestión nunca resuelta de nuestra
identidad argentina y latinoamericana. A los escritores de este grupo y de este
período los acucia sobre todo otra frontera: la que nos separa de Europa.
Ezequiel Martinez Estradars piensa en una Argentina-Trapalanda, ámbito de
ficciones y defraudaciones donde la codicia del conquistador no encuentra
ciudades áureas sino sólo tierra desnuda que tardará en dar plenamente sus
frutos; y éstos serán, por lo demás, sólo materiales. El odio y el resentimiento
ante el fracaso determinarán que no exista fundación verdadera, apenas un
mestizaje forzado por las circunstancias y contaminado por la violencia que
producirá un tipo étnico bastardo. Bajo la niascara culta de las ciudades, y sobre
todo de una gran capital hipertrofiada, nos amenaza una "barbarie" real yprofunda que vuelve cíclica y fatalmente. Héctor AlvarezMurenare plantea, por
su parte, la cuestión americana bajo el signo de un "pecado original" que se
define por la distancia: el mal es la distancia, la separación, la expulsión histó-
rica de un segundo paraíso, el de la cultura europea. No es sólo una frontera
sino mas bien una fractura lo que nos separa de Europa: las formas de compren-
sión y de creación acuñadas durante siglos se deshacen y pierden vigencia ante
la'oNada", ante el "mundo en bruto" que se resiste a los ojos extranjeros; ojos
que de entrada se han negado a aceptar, como lo reconocerá Murena años más
tarde, los númenes de las culturas vencidas. Un cosmos cerrado y completo
queda más allá, irrecuperable, y otro cosmos negado -rl mundo precolombino-
se destruye en el más acá sin que hayamos alcanzado a entenderlo, y a crear, a
partir de sus escombros, un orden nuevo.
Hay, empero, otras voces atentas a la vitalidad sepultada de lo aborigen.
Bernardo Canal Feijóo, primero, que en textos como Teoríqs de. la ciudadargentina, o Proposiciones en torno al problema de una cultura nacionalargentinazo plantea otra visión de la conquista y del mestizaje, y sobre todo,
Rodolfo Kusch,2r cuyas tesis del estar y de la fagocitación que él deriva de un
pensamiento indígena vivo, son revindicadas hoy día por los latinoamerica-
18. Ezequiel Martínez Estrada, RadiograJía de Ia Pampa, Buenos Aires, Losada, 1957 (1a ed.,
1933).
19. Marla Rosa Lojo, "Murena: una imagen mítica de América", Argentina en su literaturagnstituto de Investigaciones Lingüfsticas y Literarias Hispanoamericanas, Facultad de Filosoflay Letras, Universidad Nacional de Tucumán), n" 4 (1989), pp.167-87.
20. Cf. Bernardo Canal Feijóo, op. cit.,y Proposiciones en torno al problema de una culfitra
nacional argenti¡za, Buenos Aires, Institución Cultural Española, 1944.
2 l. Rodolfo K¡sch, La seducción de la barbarie, Buenos Aires, Raigal, 1953; América proiunda,
Buenos Aires, Hachette, 1962.
MARÍA ROSA LOJO
nistas como propuestas originales de resistencia ala globalización indiscrimi-nada. A todo esto, los años del primer peronismo ya han puesto en primer plano
de la escena pública otra frontera: la frontera interior, la de los confines de laTierra Adentro, de donde llegaron masas de migrantes internos, campesinos
criollos de las provincias, cuya piel oscura denunciaba al antepasado aborigen,y que los centros metropolitanos supieron designar, rarayez con simpatla ygeneralmente con temor o desprecio, como "los cabecitas". La literatura cultade entonces, que es, desde luego, antiperonista, los verá a menudo como fuerzas
regresivas, descendientes de los "bárbaros" de la montonera -es ejemplar en
este sentido, el cuento "Sábado de Gloria", de Martínez Estrada, y tambiénotros de Julio Cortázar, de Borges y Bioy Casares, bajo el seudónimo de Bustos
Domecq.22
Pero los años sesenta cambiarán el signo de valor de la mirada. Elsurgimiento, a nivel mundial, de lo que se ha llamado "postmodernidad" en elpensamiento y en el arte, dirige la atención hacia los otros, los periféricos, los
diferentes, los relegados, las culturas que no se subsumen en el paradigmaetnocéntrico. Y esto coincide, en Argentina, con una toma de conciencia de las
raíces latinoamericanas que se refleja en la literatura del momento: DiBenedetto, Rozenmacher,Tizón, Moyano, Sábato, Juan José Hernández, son
algunos ejemplos de este giro que pone a los autores de las provincias y a latemática del interior, en el foco de las preferencias del público y también de las
casas editoriales metropolit anas.23
En los últimos treinta años, la reelaboración de la Historia, o de otrasversiones de la Historia, constituye una de las principales corrientes de la narra-tiva argentina. Y la frontera vuelve a estar presente de maneras múltiples: comoel lÍmite entre planos temporales que se aproximan y se contrastan, como con-tacto y colisión de culturas, como revisión -lírica o paródica- de los antiguostópicos, como superlativa permeabilidad que conoce su apogeo en esta etapapostrnoderna, signada por la penetración de los mass media, Ios cruces y super-posiciones de mensajes, la coexistencia de visiones y de lenguas, la fragmenta-ción y la mezcla. Asistimos, entre otras cosas, a una significativa reaparicióndel indio. Daimón y Los perros del paraíso de Abel Posse, Señales del cielo de
María Angélica Scotti, Esta maldita lujuria, de Antonio Elio Brailovslq,za enfre
otros libros, vuelven sobre los tiempos de la conquistapara discutir y cambiar
22. Rodolfo Borello, El peronismo (1943-1955) en la narrativa argentina, Ottaw4 OttawaHispanic Studies, 8, Dovehouse Editions, 1991, pp. I70-78.
23. Cf. al respecto la documentada tesis de Victoria Cohen Imach, "De Utopías y desencantos.
Campo intelectual y periferia en la Argentina de los sesenta", Tucumán, Facultad de Filosofia yLetras, Universidad Nacional de Tucumán, 1994.
24. AbelPosse, Los perros del paraíso, Barcelon4 Argos Vergar4 1983; Dainón, Buenos Aires,Emecé, 1989; María Angélica Scotti, Señales del cielo,Buenos Aires, Atlántid4 1994; AntonioElio Brailovs§, Esta maldita lujuria,Buenos Aires, Planeta, 1992.
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t36 LA FRONTERA EN LA NARRATIVA ARGENTINA
los términos de la dicotomía civilización/barbarie. Otros textos apuntan a los
indígenas argentinos de diferentes etnias: los colastiné en El entenado,zs de
Saer, los guaraníes, en el caso de Karaí, el héroe, de Adolfo Colombres, de
Borrasca en las clepsidras deLaura del Castillo, o de Intangible, deLauraNicasto; los matacos, en Eisejuaz, de Sara Gallardo; los ranqueles de la pampa
cental en el regisfo paródico de César Aira o Estler Cross, o en La pasión de
los nómades de la que firma; los indios de Tiena del Fuego en la ya citada
Fuegio, de Belgrano Rawson. Aparecen los grandes temas de la aculturación,
la diferencia, la distinta concepción de la realidad y la temporalidad que ins-
iaura fronteras sigilo§as e invisibles entre mundos que conviven sin entenderse
y sin integrarse verdaderamente.
Se cruza de oüo modo la frontera hacia el mundo indlgena: hacia la interio-
ridad, hacia el silencio lleno de imágenes y preséncias vivas de los que tienen
sólo un lenguaje inútil para la esfera de la eficacia blanca. Y también se traspo-
ne otro límite: el que ha separado a las mujeres de la historia oficial, de la histo-
ria pública. Lorenza Ruyrrfé, de Mabel Pagano, La amante del Restaurador,
de María Esther de Miguel, Las fiibulas del viento, de Paulina Movsichoff6
diseñan un espacio para la presencia femenina que no se inscribió en el mapa
de las hazañas bélicas.Finalmente, novelas como las de Rodolfo Rabanal o Pablo Urbanyi2T
colocan nuesfo territorio -marginal en el contexto del planeta- frente a la gran
Babel postmoderna donde todos los lenguajes pierden sentido, frente a las
diversas formas de disolución y relatividad que el fin de siglo nos propone,
cuestionando,\navezmiis, la gran utopla civilizatoria que nos ha lanzado a los
perifericos, los eternos merodeantes de las fronteras, hacia la búsqueda de ese
mundo ideal por el que se sacrifica la vida real, y que siempre está, por lo que
parece, en otra parte.
25. Juan José Saer, El entenado, Buenos Aires, Folios, 1983; Adolfo Colombres, Karaí, el héroe.
Mitopopeya de un zqfio quefue en busca de la Tierra Sin Mal Buehos Aires, Ediciones del Sol,
1988; Laura del Castillo, Borrasca en las clepsidras, Buenos Aires, Suae Editio Gentis, 1980;
Laura Nicastro, Intangible, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1990; Sa¡a Gallardo,
Eisejuaz,Buenos Aires, Sudamerican4 l97l; César Aira La liebre, Buenos Aires, Emecé' 1991;
Esther Cross, La inundación, Buenos Aires, Emecé, 1993; Marla Rosa Loio, La pasión de los
nómades, Buenos Aires, Emecé, Attántida" 1994.
26. Mabel Pagano, Lorenza Reynafé o Quiroga, la barranca de la tragedia, Buenos Aires, Ada
Korn, 1992; Paulina Movsichotr, Lasflibulas del úento, Buenos Aires, Tones Agüero, 1987;
Marla Esther de Miguel, La amante del Restaurador, Buenos Aires, Planeta, 1993.
27. Rodolfo Rabanal, tln día perfecto. Buenos Aires, Pomaire, 1978; Pablo Urbanyi, .Si/ver,
Buenos Aires, Atlántida, 1994.
Virgilio Piñera,la generosa proYocación
ADRI-ANA KANZEPOLSKY
En "Cuba y la literatura", un artlculo que publica en el número 2 de la
revista Ciclón,Virgilio Piñera insiste en señalar que la relación ente su pals yla literatura no existe o que, en todo caso, se trata de una relación meramente
convencional. "Literatura cubana" es en su opinión una categoría utilizada
-inventada tal vez- por los profesores de literatura, por aquellos "archiveros de
la historia" a los que aludíaLezama en la "Oda a Julirán del Casal". Contra el
profesor, una persona que en Cuba intentara ser escritor, podrla decir: "Unhombre como yo, que sufre la peor de todas las muertes: la muerte civil no
puede Compartir su punto de vista. Niego que haya tal literatura cubana ya que
día a dia sufro esa terrible muerte civil del escritor que no tiene una verdadera
literatura que lo respalde".tSi, según el autor, la proliferación de diarios, folletos, libros y, por supuesto,
revistas, es uno de los efectos esperados de una revolución, medio año después
del triunfo de la cubana, lo único que se tiene entre manos son promesas.
Vigitia de Mario Parajón, donde colaborarfan, entre otros, Borges, Lezarnay
Vitier, es sólo un proyecto; otra "revista fantasma" es Meridiano de La Haba-
nd, anu¡¡ciada desde el'58, pero desconocida en las librerlas. Peor aún es el
caso de Pedernal, "revista cheque"; su existencia Se reduce a un depó§ito
bancario de $400.000.2 Más allá de esta descripción entre trágica y grotesca de
la situación que, en la mirada de Piñer4 atravesaban las publicaciones literarias
Roia¡io. Ach¡almente es docente y cursa el doctorado de literafura latinoamericana en la Univer-
sidad de Sáo Paulo. Ha publicado artículos sobre literatura latinoamericana contemporánea.
l. virgilio Piñera, .'cuba y la literatura
" ciclón, n" 2 (marzo de 1955), p. 51. Agradezco a la Dra.
Teresá Cristófani Ba¡reto el haberme facilitado la mayor parte de los artlculos que analizo en este
trabajo.
2. Según señalaLuisaCampuzano, al contra¡io de lo que afirmabaPiflera, durante los primeros
años áe la revolución se produce en Cuba una multitud de revistas y magazines literarios' Además
de la revista Cas¿ de las Américas, que aparsce en julio de 1960, entre 1959 y 1962 se publican:
Lunes de Revolución, Nueva reyista cubana, cine cubano, cuba socialista, Pueblo y cultura,
Acns del Folktore, Revista nacional de teatro, Artes plásticas, La gaceta de Cuba y Unión. Ltisacampuzano, ,.La revista casa de las Américas", en América, nos. 9/10, Cahiers du CRICCAL,
Toulouse, Presses de La Sorbonne Nouvelle (1992), p.63.
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