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¡Mucho gusto: soy don Rey!
“El hombre que se dedicó a cuidar una montaña”
Reseña biográfica de Reynaldo Díaz Rueda.
Por: Daniel Mauricio Díaz Rueda1
Juan Sebastián Díaz Rueda
Guillermo Andrés Díaz Rueda
(damdiazru@unal.edu.co) Universidad Nacional de Colombia – Sede Medellín1
Enero de 2016.
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“Don Rey”, como cariñosamente se refieren a Reynaldo Díaz Rueda, es un personaje
creativo y entusiasta, colombiano de corazón y santandereano de pura cepa. Fue concebido,
parido y criado en Zapatoca, la “ciudad levítica” de Colombia según Miguel Antonio Caro
o del “clima de seda” como la bautizara el entonces presidente Eduardo Santos cuando la
visitó, lugar donde se da la “muerte del padre sol (zapa) en lo alto del río (toca)”, según la
traducción guane. Allí vive actualmente.
Nació ojiverde el sábado 1º de enero de 1955 a las
8:00 a.m. y fue recibido por doña Beatriz, la partera
del pueblo, en una casa esquinera del parque
principal. Ese mismo año partieron a la eternidad
del recuerdo personajes como el padre de la
relatividad Albert Einstein y el escritor, también
alemán, Thomas Mann, quien escribiera la novela
“La Montaña Mágica”; que diera el nombre a su
actual entretención, la reserva natural “La Montaña
Mágica”, además de ser una revelación de lo que su
nombre (Reynaldo), de origen germánico, significa:
“El que tiene el don divino”.
Hijo menor de don Carlos Díaz Gómez, betuliano y
panadero notable de la región, de militancia
conservadora y genio noble, quien muriera cuando
Reynaldo apenas pasaba los diez años de edad, a causa
de un aneurisma; y de doña Rosa Rueda Gómez,
galanera, liberal de convicción y genio templado. Por
el lado de don Carlos es nieto de don Carmelo Díaz y
doña Cornelia Gómez, matrona y tendera cascarrabias
de Betulia, y sobrino de Silvestre. Por el lado de doña
Rosa es nieto de don Ismael Rueda y doña Vitelvina
Gómez, y sobrino de Carmen y Zoila.
Hermano de María del Carmen,
Francisco Antonio, Carlos José, María
Trinidad “Trina”, Roque y Ana Ritha;
ellos betulianos. Hubieran sido ocho
si doña Rosa no hubiera perdido su
primer embarazo. Sus padrinos de
bautizo fueron don Justo Díaz y doña
Elena Orejarena.
“Rey” cuando era bebé.
Doña Rosa y don Carlos.
“Rey” en brazos de sus hermanas Trina y Ana Ritha (Izq.) y de la tía
Carmen (Der.).
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“Lalito” con sus hermanas Trina y Ana Ritha
en el Hospital de Zapatoca.
“Lalo” en el Foto estudio “Ruiz” (nótese el sello en la parte
inferior izquierda de la foto).
Conocido como “Lalo” o
“Lalito”, apodo típico de los
Reynaldos, su niñez transcurrió
en el pueblo, donde cursó su
primaria en la Escuela Pública
de Niños. Entre otras cosas fue
monaguillo (algo pillo) del
padre Isaías Ardila Díaz y labró
amistades que continuaron
creciendo como la que hizo con
Abelardo Lozano.
Disfrutaban con el “Dióscolo”, una tenebrosa imagen a escala real que representaba al
padrastro de Santa Bárbara presto a degollarla, y que ponían detrás de las puertas o en
lugares estratégicos para asustar a los feligreses incautos.
En una ocasión, con Bernardo Rueda, uno de
los cinco acólitos del padre Isaías, intentaron
jugarle una broma a Abelardo Lozano, el jefe
de monaguillos y preferido del padre. Un día
el padre los citó para limpiar los cuadros con
fotografías de sacerdotes que colgaban en la
sacristía, y en un momento que el padre se
levantó de su asiento, le dijeron a Abelardo
que el padre le había dado la orden de mover
su asiento hacia un rincón del salón, orden
que Abelardo cumplió inocentemente; cuando
el padre
volvió a
sentarse, y
al no
encontrar la
silla en su
puesto, dio
senda
voltereta, haciendo “plop” como Condorito. Luego que
Abelardo delatara a los gestores de la pesada broma
recibieron su dosis de férula en la mano, adminículo que
hoy día reposa en el museo de Guane, fundado por el
mismísimo padre Isaías.
“Lalito” en el jardín. “Lalo” alimentando las gallinas.
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Visita de su hermano Carlos, cuando cursaba estudios sacerdotales en el
Colegio Mayor de San Gil.
“Lalo” con sus hermanas Ana Ritha, Carmen y Trina.
“Lalito”.
También fue Scout; primero como lobato en la Apostólica con el padre Benjamín Pelayo
siendo jefe de tropa, donde incluso hizo sus primeros pinitos en el teatro en donde no le fue
muy bien, como la vez cuando fueron a Cabrera y que olvidó todo el libreto al ver el
público y tuvo que ser ayudado por el consueta de la obra. Luego fue subjefe de tropa en el
Salesiano, en donde revivieron una
que antes existía allí junto con su
entrañable amigo Pablo Rueda, el jefe
de tropa. Como Scout lideró múltiples
excursiones y aventuras como el
intercambio que hicieron al seminario
de Medellín, a donde se fueron en tren
desde Barrancabermeja, y una
excursión a Cali en donde se les
extravió la plata y tuvieron que
regresar dándose mañas.
De niño tuvo el lujo de ser el único en usar triciclo y de estar
en la casa que tuvo el primer televisor en Zapatoca, llevado
por su hermano Carlos desde San Andrés Islas, y de
organizar a la gente que iba a ver el nuevo y revolucionario
aparato que presentaba imágenes móviles en blanco y negro
como la transmisión en vivo de la venida del Papa Pablo VI
a Colombia y de la llegada del hombre a la luna.
En la casa funcionaba la panadería, en la que a escondidas de vez en cuando cogía una
puntilla y le hacía huecos a los costales de azúcar para ponerle la boca al chorrito que salía.
Se salvó de tener que ir a comprar huevos por las casas del pueblo con una canasta para la
panadería, especialmente en diciembre cuando la venta de bizcochuelo incrementada. Sólo
tuvo que acompañar un par de veces a su hermano Roque en esta labor.
De las anécdotas de niño recuerda gratamente un
día cuando se robó 5 centavos de la panadería
para ir donde su padrino Justo, quien le profesaba
un gran cariño, para que le vendiera galletas en
forma de carritos; don Justo, extrañado por la gran
cantidad de dinero que en ese entonces
representaba, se los vendió. De regreso en la casa
los encaletó en el altar que tenía doña Rosa en su
pieza y a diario sacaba unos cuantos que se comía
después de jugar un rato con ellos en el tocadiscos
que su hermano Carlos también había comprado.
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Recuerda las ocasiones en que la señora Fidelina lo contrataba para que le podara el
frondoso uvo que tenía en el solar, que si no era por la mano de “Lalo”, no lo dejaba podar.
En un principio le pagaba con frutas, y luego con suculentos desayunos, que poco le
agradaban por la falta de higiene de la señora, que siempre se le sentaba al lado. Optó por
decirle a su madre que le sugiriera a la señora Fidelina un pago en efectivo y no en especie.
Tenía una vecinita coqueta, Clara Serrano, con la que jugaban inocentemente al papá y a la
mamá. Ella, en su anhelo de ser “mujer”, buscaba los brasieres de su mamá y se simulaba
los senos con naranjas partidas a la mitad. Doña Rosa se enojaba cuando ella pregonaba que
era la “novia” de Lalo.
En las navidades le colaboraba a su hermano Carlos en la armada del pesebre, que año tras
año era cada vez más grande y que llegó a ocupar una sala entera. Entre sus labores de
“pesebrista” estaba salir corriendo junto con su amigo Luis Carlos Serrano, cada vez que
don Carlos le gritaba desde la puerta: “Lalito”, señal de que habían llegado visitantes a
admirar el pesebre, para que se metieran debajo del mismo y maniobraran las maquinarias
que generaban
movimiento y con un
cigarrillo simularan
el humo de los
hornos y chimeneas,
pasando
desapercibidos hasta
que a alguno se le
escapaba la tos. De
allí surgió su gusto
por los pesebres.
De paseo con unas amiguitas, Clara Serrano a la izquierda (Izq.) y con sus hermanas Trina y Ana Ritha en la construcción del
puente de El Punteadero en Galán, Santander (Der.).
“Lalo” de paseo en El Poleo (Izq.) y en la quebrada El Medio en La Fuente con sus hermanas
Trina y Ana Ritha (Der.).
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“Lalo” era el orgulloso edecán de los faroles de seda que sus hermanos Carlos y Francisco
le fabricaban para el concurso de faroles en la novena de aguinaldos en diciembre y que con
frecuencia ganaba; siempre acompañado en las procesiones por un trabajador de la
panadería para que otros niños no se lo dañaran tirándole cascaritas con una cauchera.
Recuerda con nostalgia la curiosa ambulancia de juguete que le regalaron y que, casi nueva,
sus hermanos le pidieran prestada para ambientar una obra de teatro en la que una pulga
resultaba herida y debía ser transportada en dicha ambulancia y de la que nunca se supo su
paradero. Esto para un entremés que ofrecían en las variedades musicales que programaban
con el “Club de la Alegría”.
Quedó flechado por la linda niña, de atractivas piernas y carita de muñeca, que llevaba las
argollas en el matrimonio de su hermano Francisco con Isolina Rueda, a la cual visitaba
cada que tenía vacaciones y podía ir a Barrancabermeja, con el pretexto de ayudar a su
hermano Francisco en la panadería que había montado allí, pero que cerró por causa del
ladronicio y el calor.
Sus estudios secundarios iniciaron en el preseminario “La Apostólica”. Allí entre clases y
juegos, en una ocasión mientras jugaban al sube y baja o “machín-machón”, sus amigos le
jugaron una broma dejándolo caer bruscamente y se fracturó una mano, que le recompuso
la sobandera, doña Margarita Duarte. Fue algo díscolo y obtuvo regulares calificaciones,
perdiendo el tercer año (octavo bachillerato), donde vio truncados sus deseos de convertirse
en sacerdote, la ilusión de muchos niños zapatocas, cuando el rector del seminario mayor
de San Gil le dijo: “Hijo, Dios todavía no te llama”, lo que lo ahogó en una honda pena,
porque así se esfumaba la última posibilidad de tener un hijo sacerdote en la familia.
En la Apostólica fue semi-interno, es decir que desayunada y almorzaba en el colegio, y
cenaba y dormía en la casa. Aunque solía escaparse con sus amigos en las mañanas porque
el desayuno de doña Rosa era más rico, por lo que ella lo regañaba al recordarle que en el
colegio estaban pagando la pensión.
“Lalo” en su primera comunión.
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Era costumbre armar paseo a la finca de la Apostólica (ahora Zapalonga) con los amigos
del colegio. Una vez fueron a preparar un sancocho de gallina y como no tenían gallina se
les ocurrió ir a “pescar” una del corral de la finca a escondidas. Con un anzuelo pendiendo
de una pita y un grano de maíz lograron su cometido. En otra ocasión, con Raúl Pinilla,
Guillermo Rincón, Mario Gómez y Abelardo Lozano quisieron hacer un sancocho; Raúl
metió las vísceras (mollejas, hígado, tripas) sin haberlas lavado, lo que creo una nata verde,
“extraña” y desagradable sobre la sopa. Ni cortos ni perezosos y para no perder el viaje,
sacaron la extraña nata y se comieron el sancocho.
También eran frecuentes las comelonas de mazorca asada, seleccionadas entre los extensos
maizales que cultivaban en la Apostólica para los comensales entre internos y locales. El
programa de hacer solteras con harina, huevo y agua o el de preparar colaciones a base de
azúcar refinada también lo hicieron en repetidas ocasiones. Una vez, emulando la receta de
doña Rosa, Mario Gómez llevó una gran cantidad de azúcar para preparar colaciones;
después de mucha candela nunca lograron llegar al “punto” para batirlas y les tocó extender
la masa en una piedra, que terminó de banquete para abejas, avispas y demás avichuchos.
Aprendió a nadar en la piscina de la Apostólica y a bailar
en las famosas casetas de las fiestas, primero en “La
sopa” y después en “La Chaparrita”, la emblemática
caseta de don Alirio Prada (q.e.p.d.), cuyo nombre real
era Antonio María Rodríguez, quien transformaba su
carpintería, ubicada en lo que hoy en día es el Banco
Pichincha, en una verdadera pista de baile a punta de
clásicos parranderos de la época como “La manzana
sabrosona” y “La saporrita”, canción que diera el nombre
a la caseta.
Entró a repetir tercer año en el colegio Salesiano Santo Tomás con algo de dificultad, luego
de que el prefecto Bustos viera su libreta de calificaciones, que según él, parecía un “cafetal
maduro” por los puntos rojos que tenía de las materias perdidas, razón lógica por la cual no
le podía dar el visto bueno. Sin embargo, gracias al padre Fernando Ortega, amigo personal
de Don Carlos, y valiéndose de la prestancia que tenía su papá en el pueblo, pudo entrar y
culminar sus estudios secundarios, gracias a su carisma y al aprecio que logró tomar de sus
profesores; aunque con notorias dificultades, sobre todo en los grados de número impar,
siendo quinto bachillerato, el penúltimo, el que más trabajo le costara por las materias
nuevas como trigonometría.
Hizo parte activa del primer paro estudiantil que hubo en Zapatoca en el que junto con
algunos compañeros como Raúl Pinilla, Sergio Jasbón, Juan Manuel Pineda y Guillermo
Rincón, exigieron la expulsión del coordinador de disciplina del colegio Salesiano, el
sacerdote Pablo Ramírez Schauss, quien maltrataba física y verbalmente de manera
indiscriminada a los estudiantes.
Mecateando saltinas. De Izq. a Der.:
Maruja Prada, Rosa Pinilla y “Rey”.
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Su compañero de pilatunas en el colegio fue Sergio Jasbón, con el que una vez se robaron
un bloque de potasio del labotario de química, para que sin Rey saberlo, Sergio lo lanzara a
un sanitario, y dado que este elemento al reaccionar con el agua genera una explosión, esto
causó una tal que lo destruyó, generando un estruendo que hizo salir despavorido al rector,
Juan Bautista Becerra “Benitin” a revisar lo que había pasado. En otra ocasión, el mismo
Sergio le comentó la idea de vertir un colorante rojo que usaban en la empresa vinícola de
su familia en Bucaramanga en los tanques de almacenamiento del acueducto de Zapatoca,
para que en todos los grifos del pueblo saliera el agua roja. Por fortuna esta ocurrencia
nunca se llevó a cabo. También recuerda la vez que con su otro entrañable compinche,
Pablo Rueda, fueron al puente de la Quinta en la quebrada Uchuvala, para sacar “chocas”,
unos pececitos de colores para el acuario. Cuando tiraron el costal para atraparlos, este se
enredó y terminaron cayendo a la quebrada, con tan mala suerte que terminaron nadando en
las aguas negras de todo el pueblo que se resumen en esta quebrada. Por fortuna llevaban
fósforos para hacer una fogata y lograron secar la ropa.
En los años que cursó en el Salesiano aprendió de manualidades y curiosidades con don
Jesús María “Chucho” Otero (q.e.p.d), el encargado de reparaciones y variedades del
colegio; y las bases de la fotografía, con una cámara “Pentax” con rollo de 35 mm, a su
hermano Francisco, que laboraba como registrador del pueblo y debía tomar las fotografías
para las cédulas. Cuando su hermano no podía cubrir algún evento al que era contratado
para tomar fotos, él iba en su reemplazo, aunque algunas veces pasando penas como la vez
que en un matrimonio con una cámara que tenía el visor separado del lente, no retiró la tapa
de este y todas las fotos salieron negras, contando con la suerte que el padre que ofició la
misa (Eduardo Rodríguez) se prestó para simular nuevamente la ceremonia y esta vez si
tomar las fotos.
En 1973, el padre Eduardo Ardila, creador de
la Apostólica, llevó un curso de cunicultura
orientado por el SENA, al cual asistió con su
compinche Rodolfo Rueda con quien ideó
una empresa para criar conejos y vender su
carne. Compraron dos conejas al padre
Eduardo que tenía su criadero en el barrio
San Vicentico. Al principio tuvieron
problemas por la inexperiencia en el tema
como cuando en la primera camada de una
coneja, por no separar a las crías, el macho
se comió un par de estas, conducta normal en
estos animales. Las conejeras las tenían en la
casa de su hermano Francisco y en la de doña Lola, la mamá de Rodolfo. Fue tal la
producción y el nulo mercado de la carne de conejo en el pueblo que les tocó comerse todos
los conejos y acabar con la empresa.
De paseo con los amigos del combo de su hermana Trina
(“Rey” en el centro superior).
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En 1974, el año que salían bachilleres del Salesiano, organizaron un baile en una casa
abandonada del pueblo, la que dotaron con mesas y muebles de las casas de unos y otros.
Por contacto de “Casiani”, un estudiante interno de Puerto Wilches, trajeron a la extinta
banda Playa Blanca de este mismo pueblo, una banda de porros y fandangos con un
redoblante que se lucía cuando interpretaban el éxito del momento, “La yuca”. Cuentan que
era tan tremenda esta banda que tocaba hacer un primer contrato para traerlos y después
otro contrato para que se callaran. Para financiar el baile se les ocurrió rifar un pollo asado.
Para prepararlo primero tenían que matarlo, a lo que Raúl Pinilla dijo que sabía cómo
hacerlo porque había visto que en su casa los ponían con un palo contra el suelo y lo
jalaban. Así lo hizo y en efecto el pescuezo del pollo se estiró y murió. Por su parte, Rey
comentó que alguna vez había oído que para que quedara con buen sabor, el pollo debía
cogerse de las patas y darle vueltas para que la sangre se fuera hacia la cabeza. Así fue que
cogió el pollo y mientras le daba vueltas con todo el ímpetu, al pollo se le desprendió la
cabeza y despidió un tremendo chiflón de sangre que manchó el piso y el techo creando una
escena dantesca. Sorprendidos por lo ocurrido se apresuraron a lavar la escena sangrienta
antes que doña Rosa llegara de su cita en la adoración de la iglesia.
En 1975, egresado de bachiller y pensando en que hacer,
se presentó en dos ocasiones para la carrera de medicina
veterinaria en la Universidad Nacional de Colombia –
Sede Bogotá, pero no pasó. Por esta razón optó por
cumplir con sus deberes patriotas prestando servicio
militar en el entonces reabierto batallón Miguel Antonio
Caro (MAC), que funcionaba en la Escuela de Infantería,
ubicada en la Calle 100 con Carrera 7ª en Bogotá, con la
falsa premisa que al cumplir el servicio podía entrar a la
universidad que quisiera.
En una reunión con compañeros del colegio Salesiano. De Izq. a Der (adelante): Luis Carlos Serrano (q.e.p.d), “Zafra”, un
pagüeño, Jairo Acevedo (q.e.p.d), Sergio Jasbón (q.e.p.d.), “Casiani”(q.e.p.d), “Rey”, y los tres últimos unos profesores.
“Díaz” uniformado con el “pelo de burro”.
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Perteneció a la compañía A del segundo pelotón y obtuvo su libreta como subteniente de la
reserva. A pesar de haber sido sólo un año, sorteó un sinnúmero de vicisitudes; como la que
sucedió un domingo mientras disfrutaba de una licencia cuando se encontraba en una zona
roja donde no podía estar con el uniforme de gala “pelo de burro” por cortesía militar.
Mientras almorzaba en un restaurante de sus
hermanos Roque y Carlos, acompañados de
paisanos como Gonzalo Prada y Enrique
Serrano, Rey se tomaba una cerveza y fue
sorprendido por una patrulla de la Policia
Militar (PM). A pesar del intento de huida,
fue retenido inmediatamente y llevado a pie
al Batallón #1 de la PM, al que para ir tenían
que atravesar la plaza de Bolívar en pleno.
La celda era compartida con personas de
baja calaña; a pesar de eso hubo un
compañero de celda que de buena fé se ofreció a cuidarle las insignias que vestía en su
uniforme, que de lo contrario se las hubieran robado. Al día siguiente lo recogió el
comandante Rodríguez cuyo saludo fue: “La embarró
tigre”. Ya en el batallón, cavisbajo y luego de haber
sido reseñado en la relación diaria, tuvo que
presentarse en el polígono ante el capitán Héctor
Insuasti, quien le sentenció que su libreta no iba a
salir ni de lavaplatos. Después de este grave impase y
para tratar de resarcir la falta, era el primer voluntario
para lo que fuere menester, especialmente cuando se
trataba de manualidades o curiosidades, como la vez
que le encargaron la construcción de la maqueta de un
campo de batalla. Así logró sanear su hoja de vida.
En otra ocasión, por no haberse afeitado fue sancionado
con presentarse a la guardia de las 12:00 a.m., donde
como castigo y en el frío de la noche, sin agua y con
sus implementos de aseo, lo pusieron a afeitar el busto
de Miguel Antonio Caro que estaba exhibido en el patio
de la escuela.
De las noches de guardia se acuerda de las veces en que
para no quedarse dormido se ponía palillos en los ojos,
y de otra vez que mientras revisaba y limpiaba su fusil
G3, se apuntó sin percatarse que lo tenía cargado. Otra
más fue cuando el jefe de guardia, el teniente Rubiano,
lo pilló dormido dentro de un camión.
En práctica de polígono.
En jornadas de campo (“Rey” vestido, segundo
de Izq. a Der.).
Visita familiar en el juramento de bandera.
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Paseo en la quebrada Zapatoca con el primo Hernando
Díaz Amaya (q.e.p.d) y Salomé “La Negra” Rueda.
Completó el curso de paracaidismo de cuatro semanas en el
batallón de Tolemaida, a pesar de haber perdido el último
curso de caída, que luego recuperó junto con otro par de
compañeros que también lo habían reprobado. Recuerda
que en el tiempo que prestó el servicio militar, el
comandante del batallón, el coronel Valentín Jiménez
Carvajal, junto con los generales Alvaro Valencia Tovar y
Gabriel Puyana García, estuvieron involucrados en un
intento de golpe de estado al entonces presidente Alfonso
López Michelsen. Esta terna golpista fue descubierta y de
inmediato les dieron la baja.
En 1976 regresó a Zapatoca; en las fiestas de ese año y
queriendo tener un detalle con sus amigos y familiares se le ocurrió la idea de preparar
buñuelos sin tener idea de ello. Al ver que los buñuelos no se doraban y luego de un buen
tiempo de fuego, movió un buñuelo y se le estalló, quedando con la cara seriamente
quemada, pero gracias a las oportunas atenciones de doña Rosa, que le exprimió limones,
no quedó con la cara desfigurada y pudo salir a festejar, tal como lo tenía planeado.
En otra ocasión llegó pasado de tragos y con el hambre alborotada, se dirigió a la cocina
buscando algo de comer y encontró algo “similar” a aceite y un par de huevos para fritar.
Luego que empezara una extraña explosión y que los huevos no estuvieran listos, desistió y
se fue a dormir. Al otro día doña Rosa lo interpeló sobre la noche anterior y le hizo caer en
la cuenta que lo que estaba usando como aceite era en realidad miel de abejas.
En busca de alguna ‘coloca’, y por recomendación de su amiga Nieves Rueda entró a la
Caja Agraria, que era gerenciada por don Jesus María “Chepe” Forero. Su ingreso fue
mediante un exámen básico de asuntos contables del cual no tenía idea alguna. Nieves al
verlo en apuros y sin que el jefe la descubriera se lo resolvió y así entró; primero como
portero archivador, después ascendió a servicios bancarios y luego a contador. No quizo
ser cajero, que era el siguiente puesto, por lo que
fue promovido como almacenista en
Proagrícolas, el almacén de la Caja Agraria en
donde subió las ventas de herramientas
agropecuarias, trapiches eléctricos marca
“Herragro”, bicicletas y hasta las primeras
motocicletas que se vieron en el pueblo. El
almacén lo recibió de su amigo de colegio,
Gonzalo Quijano, quien en la relación del
inventario incluyó jocosamente: un “cristo” en
mal estado marca “INRI”.
Cuadro de insignias y condecoraciones.
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Sus días en la Caja Agraria los alternaba, entre otras
cosas, colaborándole a don “Chucho” Otero en un
sencillo cinema haciendo oficios varios como vendedor
de boletas, acomodador y remendador de rollos de
películas. También en los viajes a “Gona”, la finca de
don Guillermo Rueda, en donde compartía y disfrutaba
de sus albores juveniles corriendo por “El Hospital”, el
potrero en el que don Guillermo tenía las vacas recién
paridas o jugando con “Remi”, el mico que tenían y que
en una ocasión emborracharon a punta de cunchos de
chicha y bañandose en la quebrada con sus amigos
Milton y Pedro Nel, hasta que hubiera luz de vela.
La mala ortografía le ha jugado malas pasadas, como la
vez que se fue de camping con sus sobrinos a la recién
comprada finca de su hermano Francisco, llamada Vista Hermosa, y que en un letrero
pusieran como “Bista Hermosa”. Su hermana Ana Ritha notó el error, y le hizo ir a
corregirlo antes que fuera una comisión del Comité de Cafeteros que iba a conocer la finca
y les hiciera pasar una pena.
Programaba caminatas con sus amigos y “Ringo”, un perro que
tuvo su hermano Francisco, a diversos parajes del pueblo como
el pico de La Vieja, la laguna del Sapo, o expediciones a la
cueva del Nitro y de la Alsacia. También hicieron la hazaña de
visitar la montaña más alta que rodeaba el pueblo, la cual
bautizaron “MIRRERO”, por ser las iniciales de los valientes
exploradores: Milton, Reynaldo y Rodolfo; y que por grata
coincidencia de la vida, terminó siendo la reserva El Páramo-La
Floresta, propiedad de Milton y su familia.
En la fiesta de las bodas de plata de Rodrigo Rueda y Alicia Quintero, luego de mucho
baile y acaramelamiento con su bella hija Dora Esperanza, aquella niña de la que quedó
encantado, empezaron los amoríos con
quien se convertiría en su esposa. La
pareja fue bien vista por Alicia e
indirectamente aprobada por Rodrigo,
quien aludiendo a que como no vivirían
en la misma ciudad porque ella vivía en
Barrancabermeja y el en Zapatoca, dijo:
“Pues con tal de que no esté miando la
puerta, hasta me gusta la joda”.
De paseo en Gona con la Familia Rueda
Serrano. De Izq. a Der. (Atrás): “Rey” (de
sombrero), Milton, Nieves, Antonio Vélez,
Ana Dolores “Lola” Serrano (la mamá)
(q.e.p.d.), Rodolfo; Adelante: Pedro Nel.
Foto de carné con nota romántica para “Dorita”.
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“Rey” y su profesor Javier
Serrano, 40 años después en
Zapatoca.
En 1977 decidió marcharse a la costa Caribe en una suerte de “sueño costeño”, el destino
de muchos zapatocas que salían del pueblo en busca de mejor porvenir y en donde según
decían, estaba la plata regada y no había que ir sino a recogerla. Nuevamente por
intermedio de Nieves, quien lo recomendó con su hermano Nestor Rueda, se fue como
vendedor en el hoy extinto almacén Coldest de Valledupar. Las ventas no fueron su fuerte y
menos las de puerta a puerta. En una ocasión Nestor, su jefe, le dijo: “Mano, usted llegó
como un vendedor triste y terminó siendo un triste vendedor”.
Después de su corto periplo por la costa de poco menos de un año y con deseos de estudiar,
se fue a probar suerte a Bogotá, donde vivían sus hermanos Roque y Carlos, quienes ahora
tenían una cigarrería llamada “Roca” por las iniciales de sus nombres, sitio de reunión de la
colonia de paisanos que vivían o frecuentaban la capital. Por recomendación de una amiga,
nuevamente entró en el negocio de las ventas a la hoy extinta empresa Robledo Hermanos,
siendo en ese entonces Carlos Peláez el administrador. Definitivamente las ventas no eran
lo suyo, preferia irse a ver cine al centro que a golpear puertas y ofrecer electrodomésticos
por catálogo.
Su otro intento como vendedor en Bogotá lo alternó estudiando
de noche en la Academia de Diseño Técnico “Acaditec”, donde
obtuvo el título de “Dibujante de ingeniería mecánica y
arquitectónica” y donde conoció a personajes como Alonso
Arcila, un compañero de familia adinerada que lo llevó a
“conocer mundo” y con quien emprendió aventuras como una
sociedad comercial con la caseta “La Fuente Dorada” en las
fiestas de Zapatoca, que finalmente fracasó por los malos
manejos de su hermano Roque que dejaba entrar a sus amigos sin
pagar. En la academia tuvo, entre otros, a profesores como Javier
Serrano, un paisano que le dictó “Diseño mecánico” y a Mauricio
Mera, quien lo recomendó para el que sería su siguiente trabajo,
aplicando a la vacante de dibujante que había en el Ministerio de Salud, en donde debía
hacer artes finales para citas y procesos hospitalarios. Su jefe fue Humberto Díaz.
Visita de “Rey” a la Plaza de Bolívar (Izq.) y al Palacio de Nariño en Bogotá (Der.).
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En 1984, después de seis años de trabajo como dibujante en
el Ministerio, le recomendaron aplicar a la misma vacante
en la Superintendencia Nacional de Seguros de Salud, en
donde ganaría un poco más de sueldo. Se arrepintió del
cambio y fue a pedirle a su exjefe Humberto el reintegro,
porque en un principio no conocía a nadie; pero solo bastó
con que se diera a conocer en su círculo de compañeros para
terminarse amañando en su nuevo puesto. Su jefe fue
Germán Jiménez Rozo.
Se hizo amigo de los habitantes de calle que deambulaban
por la cigarrería llevándoles pan con chocolate de vez en
cuando, logrando su gratitud y que lo cuidaran de camino en
las noches. De haber seguido en esas hubiera terminado
como “Papa Jaime” (Jaime Jaramillo), liderando programas sociales y de rehabilitación.
Después de vivir en la cigarrería de sus hermanos, en donde le caían ratones en la cama del
zarzo por los rotos del cielo raso y donde construyó sus primeras obras de arte como la
primer construcción para un pesebre que
representaba un portal, y devengando un sueldo
que le permitía sostenerse, tomó un apartamento
en el edificio González Cadena, ubicado en la
calle 22 con 4a, con su amigo de colegio Adolfo
Acevedo “Cañafloja”, que en ese entonces
estudiaba Odontologia y que tenía por manía
perder reiteradamente varias asignaturas
argumentándole a su papá que él las repetía para
salir mejor preparado y con esto lograr que le
siguiera patrocinando el estudio. Al parecer si era
cierto porque hoy en día es un odontólogo
destacado.
Carné como dibujante de la
superintendencia de Seguros de Salud.
Visita en 2014 al edificio González Cadena.
Reynaldo en sus labores cotidianas cuando trabajaba en la “Super”.
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Algunos logotipos que diseñó y dibujó.
Estando en la “Super”, junto con Humberto, un
compañero de trabajo, que también era ahorrador como
él, fundaron un pequeño fondo de ahorro y crédito con
algunos de sus compañeros que al llegar la quincena ya
tenían gastado gran parte o todo su sueldo, y a quienes le
prestaban sus ahorros o lo que les quedaba de su sueldo.
Aprovechando su extenso tiempo libre y sacándole
provecho a su ingenio y creatividad, empezó a trabajar la
marquetería, en primera instancia motivado en una
navidad para llevar innovadores presentes a los
conocidos en Barrancabermeja, enmarcando pequeñas láminas y afiches con molduras de
aluminio, y que también terminó exhibiendo con el beneplácito de su jefe en su oficina,
llegando a ser toda una galería de cuadros. También hacía por encargo diseños con letra
inclinada y artes finales de logotipos para empresas y organizaciones.
Su tiempo de esparcimiento
en la capital lo dedicaba,
entre otras cosas, a jugar
bolo americano en el “Astros
Bolos Club” y yendo a las
faenas taurinas en la plaza
Santamaría, como buen
aficionado que fue a las
corridas de toros y a toda la
parafernalia señorial que allí
se veía, con bota de cuero
bajo el brazo llena de sangría
y bebedizos alicorados.
De Bogotá le quedó el ingrato recuerdo de
cuando por la pereza de hacer fila para pagar un
simple paquete de globos inflables que
necesitaba para hacer una artesanía, prefirió
echárselos al bolsillo y salir sin que nadie se
diera cuenta, sin contar con que fuera pillado y
requerido por un vigilante del almacén Ley
(ahora el almacén Éxito de la carrera 7a con
calle 22). Esto le valió de escarmiento para
nunca más intentar hacerlo.
Jugando bolo americano en el “Astros
Bolos” Club.
Cuando celebraba las faenas de toros
en la Santamaría.
“Rey” cargando a su sobrino Oscar Leonardo con Luis
Gabriel (Izq.), hijos de su hermano Francisco.
16
Doña Rosa cargando a Juan
Sebastián, el primogénito de “Rey”.
Reynaldo en su matrimonio y luna de miel con Dora Esperanza.
Se casó el 14 de agosto de 1983 con Dora Esperanza Rueda Quintero en la iglesia principal
de su pueblo natal, luego de varios intentos fallidos para pedirle la mano de su adorada hija
a don Rodrigo. La boda la celebró el sacerdote Alvaro Velandia y tuvo el honor de que la
misa de su matrimonio fuera amenizada por el maestro Gustavo Gómez Ardila, ilustre
músico zapatoca, considerado como uno de los maestros que dio mayor renombre al canto
coral de Colombia en diferentes escenarios del mundo y quien interpretara la música en las
exequias de Jorge Eliécer Gaitán. La luna de miel fue en el sur de Colombia y Ecuador.
En 1985, estando él en Bogotá y Dora Esperanza en
Barrancabermeja, llegó su primer hijo, Juan Sebastián, niño
inquieto y juicioso para el estudio, actualmente Ingeniero
Mecatrónico, al quien le echara juete por desobediente, aunque
esto solo sirviera para que Rey se encerrara a llorar en el baño
por el pesar que le producía. Luego de un año de aburrido
trabajo en la Superintendencia por no tener que hacer nada y de
que hubieran pedido el traslado de Dorita para una sucursal del
Banco Santander en Bogotá, banco en el que laboraba como
secretaria de gerencia en Barrancabermeja y que no fuera
aprobada, pidió una licencia no remunerada de tres meses para
irse a Barranca a labrar nuevos horizontes que el alcagüeta de
su jefe le concedió. Cumplida la licencia fue a decirle a su jefe que definitivamente se iba.
17
Se radicó en Barrancabermeja, la capital petrolera de Colombia, la cálida y bella hija del
sol, a donde llegó con tres proyectos en mente: (i) montar una marquetería, (ii) hacer
impresiones en screen o (iii) trabajar con pastelería. Probó suerte con las tres ideas y con
todas empezó bien. En el Banco Santander, los compañeros de Dorita le encargaban
pequeños pedidos de ponques de media libra y no faltaban obras y láminas para enmarcar,
en un principio con molduras de aluminio y luego de madera.
En el momento que tuvieron el patio de la casa de arriendo
por la carrera 27 lleno de trabajos y encargos para enmarcar
decidieron jugársela por la marquetería. Empezaron a puerta
cerrada, en una casa tomada en arriendo y no faltaba trabajo.
La idea se cristalizó tramitando los permisos pertinentes
como el registro en cámara y comercio para montar la
marquetería y galería de arte que nombraron “Dorey”, por las
iniciales de Dora y Reynaldo. Después llegaron dos hijos
más, en 1989 Guillermo Andrés, hoy laboratorista químico y
finalmente la raspa en 1991, que como los anteriores
deseaban que fuera niña pero resultó siendo un tercer varón;
Daniel Mauricio, actualmente estudiante de Ingeniería
Forestal. Ambos juiciosos y aplicados en el estudio. Estos
tres varones, bautizados con nombres castizos por la apatía a
los nombres extranjerizados, son los chinazos “campeones”
de Rey y los “príncipes” de Dorita. Tuvieron la oportunidad
de disfrutar su crianza por completo que incluso hasta el mismo solía peluquearlos.
Por insistencia de Dorita se hicieron a una casa en la entonces recién construida
urbanización La Magdalena en donde funcionaba el coso municipal, ubicada en la calle 50
con carrera 27 al lado del entonces cementerio central, que
fue demolido y hoy en día es el parque de La Vida.
Remodelaron la casa con tres plantas: la primera para el local
comercial en donde atendían a los clientes y un taller, la
segunda como residencia y la tercera como el taller de
pintura y de carpinteria en general. Dada la calidad de los
trabajos, prontamente tomaron fama en toda la ciudad y
empezaron a recibir trabajos de muchas personalidades
prestantes del puerto petrolero como abogados, trabajadores
de Ecopetrol, médicos como el oftalmólogo Pablo Vanegas y
el doctor Carlos Bacca, artistas como Jose Manuel Arrieta
Corena, “Cajuma”, “Martelo” el argentino y Sergio Galván;
fotógrafos como Didimo Carvajal, y colegas marqueteros
como Anibal Herrera, entre otros.
Galería de Arte “Dorey”.
Reforma de la casa en la Urbanización
La Magdalena, Daniel Mauricio en
brazos de Dorita y Juan Sebastián y
Guillermo Andrés junto a la escalera.
18
De la marqueteria tiene jocosos recuerdos como la
vez en que por descuido se les desarmó un
rompecabezas de grandes dimensiones y tuvieron que
volverlo a armar, y los dos diplomas en pergamino de
cuero que fueron destrozados por su inquieta perra
“Lassie”, viéndose obligados a pasar por la pena de
hacer pedir copias al desafortunado cliente.
Querendón de los animales, especialmente de los
perros, su primera mascota fue “Cuadros”, un perro
regalado por don Rodrigo, después “Lassie”, una
perra de raza pastor alemán que algún día le llevó su
amigo Isnardo Rueda y “Fantomas”, un inteligente y
noble labrador. También tuvieron a “Cóndora”, una
lora que sólo lo quería a él y que le tiraba a las demás
personas, sobre todo a las mujeres que se pasaran por
donde ella estaba y de la que no se volvió a saber
desde un día que salió volando y no regresó. Cuando “Cuadros” murió, lo enterraron en una
de las aceras afuera del cementerio con un arbolito de recuerda y la gente que pasaba les
decían entre chiste y chanza: “los muertos se entierran adentro”.
Los primeros años en Barrancabermeja fueron tranquilos, pero hubo una época compleja en
materia de orden público por la violencia que se vivió producto de las incursiones
guerrilleras y paros cívicos que se presentaban, con frecuencia promovidos por los
sindicatos como la Unión Sindical Obrera (USO), entre los que recuerda el que fuera
provocado por el asesinato de Jaime Pardo Leal en Bogotá, candidato de la Unión
Patriótica, y que mantuviera retenidos a Carlos Arévalo y a su esposa, amigos de la
Superintendencia que fueron de visita un fin de semana y tuvieron que quedarse por tres
días más, lo que casi les cuesta el empleo. A pesar de esto, lograron sobreponerse ante estas
adversidades. Hizo parte de marchas en contra de la Dirección de Impuestos y Aduanas
Nacionales (DIAN) por el injusto incremento de impuestos al que estaban siendo sometidas
las pequeñas y medianas empresas de
Barrancabermeja.
La primer secretaria de la marquetería
fue su cuñada, Gladys Stella, a quien un
día le comentó sobre el fondo de ahorro
que había creado en la Superintendencia
y quien le insistió para que se conformara
uno en Barranca con los familiares y
allegados. Finalmente, en una reunión
celebrada en 1987 y secundada por
Estudio familiar en Foto Japón.
Asamblea general de “Factosfam” en Zapatoca en 1997.
19
Asamblea general de “Factosfam” en un
viaje especial a Santa Marta
(Magdalena).
algunos familiares y amigos, se conformó el Fondo de Ahorro y Crédito Todos Somos
Familia “Factosfam”, del cual ha sido pilar fundamental y fue su presidente por mucho
tiempo. Ha sido un fondo estable y duradero gracias al buen manejo que ha tenido.
El fondo alcanzó incluso a tener de socio a un carro Fiat
Polsky Modelo 77 de placa XWJ890, que pagaba su cuota
con lo que hacía en las carreras de taxi para el que lo
empleaban don Rodrigo y Jesús Alberto, su cuñado. Con el
fondo se han hecho varios paseos de integración. Hoy en
día tiene más de cuarenta asociados y ha brindado
soluciones económicas a muchos de ellos siendo presidido
por su otro cuñado y compadre Jorge Enrique y del que
sigue siendo su tesorero. La idea del fondo caló en algunos
familiares y trascendió a otras ciudades como Bogotá,
Bucaramanga, Cúcuta y Zapatoca.
Por recomendación de Alba Judith, una cliente de la marquetería, inscribieron sus hijos en
el Colegio Psicopedagógico Los Andes ubicado en el barrio El Recreo, que solo tenía
primaria. Allí apoyaba las actividades culturales diseñando actos, tarimas y hasta carrozas
para desfiles. Después por recomendación de otro cliente, Nicolás González, el vicerrector
del Instituto Antonio Nariño (IAN), que si ofrecía bachillerato, terminaron pasando a los
tres hijos allí, donde se destacaron académica y disciplinariamente, y del cual se graduaron
como bachilleres.
En el “Nariño” era querido por todos, especialmente por
su entonces rectora Graciela Pacheco de Ballesteros y su
hijo (actual rector) Juan Pablo Ballesteros, quien
terminó haciendo un pesebre de las mismas
proporciones gracias a la motivación de Rey. Allí era
muy estimado por los trabajos de marqueteria y demás
variedades que se presentaban, que él con su ingenio
sabía solucionar, complaciendo hasta los gustos más
exigentes. Allí también ayudó a ambientar en varios
Actividades de “Rey” en el Psicopedagógico Los Andes en Barrancabermeja.
Escenografía hecha por “Rey” en el Festival de
la Canción del IAN.
20
Vista del parque de la Vida en Barranca en 2006, con la mayoría de árboles sembrados por “Rey”, sus hijos y algunos vecinos.
Medalla “Conaced” (Izq.) y certificado como “Educador distinguido” (Der.).
ocasiones la escenografía para el Festival de la Canción, en donde montó sendas obras de
arte. Por sus habilidades para el manejo confiable y honesto de dineros fue por muchos
años el tesorero de la Asociación de Padres de Familia del colegio.
Despertaba a sus hijos a las 5:00 am para llevarlos al colegio a las 6:00 am, con la frase
“hoy es lunes”… “hoy es viernes”… según fuera y en ocasiones se equivocaba de día.
En 1999, junto con Dorita, fueron condecorados como “Educador distinguido” con la
“Medalla Conaced” (Confederación Nacional de Centros Docentes) por su ejemplar labor.
Los fines de semana cada tanto hacía labores de jardinería como podar los oitís del
antejardín de la casa y sembrar árboles en el parque de La Vida con su hijo Daniel, de
donde se despertara su afinidad con los árboles y la naturaleza en general.
21
Actividades de “Rey” con el padre “Nacho” Rosero y el padre “Lucho” en la iglesia Palmira de Barrancabermeja.
Inscribió a Juan Sebastián para estudiar violín en la recién creada escuela de música
“Batuta”, de la cual formó parte activa, entrando incluso como padre de familia a aprender
las posiciones básicas en la flauta dulce. Con Juan Sebastián visitaron el Cerrejón en una
presentación especial a la que fue invitada la escuela.
Por recomendación de Maria Elena, una
cliente y amiga, conoció los cursos del
Método Silva, sobre autoayuda y
reflexión mental ideado por el
mexicano José Silva. Su dedicación le
permitió llevar sanación a familiares y
amigos con graves dolencias. La
marquetería la alternaron con la venta
de productos de la panadería
“Delibipan” de su hermano Francisco
de Zapatoca, como buenos embajadores
de su pueblo natal.
También fue un asiduo colaborador en
los menesteres artísticos de la iglesia
Nuestra Señora del Carmen del barrio
Palmira, en donde residía una de las
principales alcagüetas de sus ocurrencias, su adorable suegrita Alicia, su modista de
cabecera. Primero fue con el padre Ignacio “Nacho” Rosero (q.e.p.d.) y luego con el padre
Luis Enrique “Lucho” Osorio, quienes dejaban a su disposición todo lo que se le ocurriera
para que con ayuda de sus hijos y de Javier Quezada, uno de los empleados de Dorey y
vecino de Palmira, ambientaran y decoraran los monumentos del jueves santo y el
humilladero en semana santa y el pesebre en diciembre; llegando incluso a recrear un
nacimiento del niño Jesús, descendiendolo con todo un andamiaje desde el techo de la
iglesia.
Todo esto le valió para ser apreciado por otros sacerdotes de Barranca como el padre Luis
“Lucho” de la Espriella, el padre Chaparro, el padre Ojeda (q.e.p.d.), el padre Garzón y el
ingenioso padre “Macgyver”. En unas fiestas de la virgen del Carmen tuvo la dicha de
quemar una gruesa de voladores (doce docenas) donada por un generoso feligrés.
Venta de productos Delibipan en la marquetería de
Barrancabermeja.
22
Retomando su pasión por los pesebres y partiendo del portal que había construido en
Bogotá, empezó con este sobre una caja de cartón cubierta con papel de azúcar; continuó el
diseño y ambientación de un pesebre de grandes magnitudes y fino detalle, conservando
una escala lógica y natural entre construcciones e imágenes, que llegó a ser un ícono de la
ciudad en diciembre, y que incluso llevó a participar en el concurso de pesebres que
organiza el Centro de Ferias y Eventos “CENFER” en Bucaramanga, en el que se destacó.
Como el entusiasta líder que ha sido, patrocinaba y fomentaba el arreglo y decoración de la
cuadra en diciembre pintando los bordillos de las aceras y los troncos de los árboles de
blanco y organizando las novenas de aguinaldos con los vecinos del sector, generalmente
alrededor de su pesebre o de otro que también él diseñaba, y con panderetas que el mismo
hacía con palos y tapas de gaseosa aplanadas. También construyó un sinnúmero de
carrancios o añoviejos para el 31 de diciembre recreando personalidades de entonces como
Tola y Maruja, Francisco “Pacho” Maturana, el renombrado político santandereano Horacio
Serpa y “Heriberto de la Calle”; el embolador al que diera vida el humorista Jaime Garzón.
Generalmente ganaba los concursos, no los quemaba por pesar y guardaba las cabezas.
Sus dotes artísticos para la pintura lo llevaron a restaurar y repintar varias imágenes de la
iglesia como la de la virgen del Carmen de la iglesia de Palmira, que hoy en día, después de
muchos años sigue como nueva. Incluso fue invitado a Cáqueza (Cundinamarca) por
recomendación de su hermano Roque y su cuñada Maria Eugenia, para que repintara la
virgen Inmaculada de la iglesia principal del municipio, una figura monumental de más de
tres metros de altura que está ubicada en la parte alta del altar, y que hoy en día también
luce intacta.
Desarrollo del pesebre desde el primer portal que hizo en Bogotá hasta la elaborada réplica de Belén en la actualidad.
Algunos carrancios que construyó en Barrancabermeja y Zapatoca.
23
En Barranca eran frecuentes los paseos a
la finca de don Jesús Urrea y doña María
Ferreira en Campo 6, vía al Centro; una
pareja de campesinos que conoció
gracias a Eduardo Rueda, tío de Dorita,
con el que iban a pescar y pasar los
domingos. También las idas al llanito o
al muelle a comer bocachico frito y sopa
de bagre. También fue querido (como en
Bogotá) por habitantes de calle como “la
hija” y “el rey”, un pintoresco vendedor
de guamas y limones que se enojaba si
no le compraban.
Promovió actividades de encuentro de la colonia
Zapatoca en Barranca, llevando en varias ocasiones
singulares comparsas con máscaras, disfraces,
muñecos y armazones en cartón y papel con engrudo
que con su ingenio ideaba y diseñaba para las fiestas
de la cordialidad y el retorno que se hacen
bianualmente el primer festivo del año en su pueblo
natal.
Reparación de la virgen del Carmen de la iglesia Palmira en
Barrancabermeja (Izq.) y la virgen Inmaculada en la iglesia de
Cáqueza, Cundinamarca (Der.).
Pesca de cachama donde don Jesús.
Actividades y comparsas organizadas para las ferias y fiestas en Zapatoca, entre otras actividades.
24
Fue un acérrimo seguidor de la Selección Colombia de los 90's, participando en caravanas
motorizadas y recochas festejantes, pero dejó de querer el fútbol, el día que rompió una
puerta de un cabezazo por que la flamante Selección erró un gol, y cuando los menesteres
del fútbol se enturbiaron por malos manejos y por hinchas desadaptados. Lo volvió a querer
luego que un tal “James” y sus compañeros, con humildad y grandeza, volvieran a poner a
Colombia en los más altos pedestales del fútbol mundial.
Las vacas flacas en la marquetería se empezaron a presentar cuando se
hicieron frecuentes las carretas por las calles cargadas de cuadros
enmarcados a precios bajos y empezó a perderse la clientela. Por eso en
2004 decidieron acabar con la marquetería y tratando de responder a las
nuevas dinámicas comerciales del sector con el parque de la Vida recién
construido y la afluencia de personas, se les ocurrió convertir el local donde
funcionaba la galería, en un salón de onces, ofreciendo productos que le
enseñó a hacer su amiga Nieves Rueda, alternativa que no fue tan productiva como lo
esperaban. Durante su estadía por casi veinte años en Barrancabermeja, realizó un
sinnúmero de actividades, cultivando gratas y valiosas amistades.
En 2005, acosado por tener
algún ingreso económico
estable para la familia y
cumpliendo su sueño de
regresar a Zapatoca, un poco
antes de lo pensado, se le
ocurrió crear un hospedaje
motivado por la falta de
hoteles en el pueblo en aquel momento. Gracias a la ayuda de sus hermanos, especialmente
de Francisco, que compró una casona en la calle principal la cual se adecuó como un hotel,
que finalmente bautizó como “Estancia Los Remansos” al que le diseñó y construyó gran
parte de la mueblería, las camas y las distintas locaciones. Cinco años después, por las
exigencias que representaban el manejo de este negocio, junto con su familia decidió
vendérselo a su hermano Carlos. A su regreso a Zapatoca retomó gratas amistades y cultivó
muchas más.
Hizo parte de la recuperación de la
coral “Aires de mi tierra”, fundada
por el maestro Gustavo Gómez
Ardila, retomada después de una
larga pausa por el maestro Leonel
Otero Cabarique, en donde sirvió de
tesorero y cantó como voz de bajo.
Visita de sus hermanos con ocasión de sus 50 años en el Hotel los Remansos.
Coral “Aires de mi tierra” de Zapatoca, “Rey” como bajo (Der.).
25
En 2008, con Juan Sebastián laborando en Bogotá y Guillermo Andrés en Medellín, Daniel
Mauricio se graduó del colegio y Dorita se fue a vivir con él a Zapatoca. En las bodas de
plata le dio una serenata a Dorita con la coral y cantando un sólo del poema “Te quiero” de
Mario Benedetti.
“…Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos,
te quiero porque tus manos,
trabajan por la justicia…”
Después fueron a cumplir su sueño de regresar a San Andrés Islas, recordando un viaje
familiar que le regalara su hermana Trina, en un viaje memorable patrocinado esta vez por
sus hijos Juan Sebastián y Guillermo Andrés, en donde además de cumplir el tan anhelado
sueño hicieron otras actividades como bucear.
Gracias a su espíritu de liderazgo, civismo y a las múltiples actividades que desarrollaba en
pro del municipio, muchos de sus paisanos lo incitaron a que se lanzara en las elecciones
populares para un cargo público, inclusive para que asumiera, porque no, la alcaldía.
Consciente de la responsabilidad que ello representaba y a sabiendas de lo difícil y
complicado que podía ser competir contra la corrupción y la politiquería rampante, junto
con un selecto grupo de personajes del pueblo conformaron el movimiento político
“Fortaleza Zapatoca”, con el cual obtuvo 114 votos de opinión y fue elegido como
honorable concejal para el periodo constitucional de 2008-2011.
Viajes a San Andrés Islas.
Movimiento político “Fortaleza Zapatoca” en 2008.
26
Su paso por el concejo municipal se caracterizó por la constante inquietud en el tema
ambiental, derivada de la reflexión que hizo y el cargo de conciencia que tenía sobre la
contaminación que generó cuando pintaba cuadros con
disolventes y químicos que enviaba al ambiente y sobre la
crueldad que significan las corridas de toros. Por esto
formuló y expuso varios proyectos de acuerdo que fueron
aprobados por unanimidad, como “Por el cual se erradican
definitivamente del municipio de Zapatoca las corridas de
toros y las peleas de gallos”, sentando un precedente al
convertir a Zapatoca en uno de los primeros municipios en
América Latina que se declaraba en contra de las corridas de
toros, contando con el respaldo y reconocimiento de ONGs animalistas internacionales
como el Comité Anti Stierenvechten (CAS) y la Sociedad Mundial Protectora de Animales
(World Society for Protection of Animals - WSPA). La antigua plaza de toros fue
rebautizada como la “Plaza de la Cultura”, en donde se han hecho actividades como el
Primer Concierto de Música Andina y varias versiones de las veladas literarias organizadas
por el colectivo “Alcaldía virtual de Zapatoca”.
También formuló múltiples denuncias por la tala indiscriminada de árboles en zonas
rurales, por el secado de importantes afluentes hídricos del municipio como la laguna del
Sapo debido a prácticas agropecuarias mal planificadas, entre muchas otras. Facilitó el
establecimiento de la primera servidumbre ecológica en Colombia, una figura de
Reunión con delegados del Comité Anti
Stierenvecthen (“Rey” en el centro).
Primer concierto de música andina (Izq.) y velada literaria en la plaza de la cultura de Zapatoca (Der.).
Antigua plaza de toros (Izq.) y actual plaza de la cultura (Der.).
27
conservación entre un predio de la alcaldía llamado “Humedal El Rocío”, y la reserva
natural de la sociedad civil El Páramo-La Floresta, propiedad de su amigo de infancia
Milton Rueda y familia. También ayudó en la sensibilización sobre la importancia
ecológica de los murciélagos que habitan las cuevas del municipio, a raíz de que surgiera la
idea descabellada de organizar actividades como conciertos dentro de las cuevas con el fin
de espantar los murciélagos de allí por ser
seres “indeseables”. Este trabajo fue
posible gracias al contacto que logró con la
Fundación Chimbilako, que se encarga de
estudiar los murciélagos y gestionar
proyectos para su conservación, entre los
que se destaca la declaratoria de la cueva
La Alsacia, en Zapatoca, y Macaregua, en
Curití, como los primeros Sitios de Interés
para la Conservación de Murciélagos (SICOM) para Colombia, otorgada por la Red
Latinoamericana para la Conservación de Murciélagos (RELCOM) con sede en Costa Rica.
Sus propuestas casi siempre suscitaban controversias, como la vez que propuso que los
concejales volvieran a ser “honorables” como era anteriormente, sin que devengaran ningún
sueldo y la fuerte discusión que lideró relacionada con la problemática de la escasez de
agua que hoy afecta drásticamente al municipio y el deterioro paisajístico que generó el
arribo mal planificado de la industria avícola con sus galpones por doquier. También
argumentó su enfático rechazo a la construcción de la represa hidroeléctrica de
Hidrosogamoso, por el impacto ambiental y social que esto representaba. Por esta y otras
labores, tuvo un sinfín de detractores y defensores; fue criticado, burlado, insultado,
difamado y hasta demandado, inclusive llegando a poner en riesgo su vida por la causa.
A pesar de las constantes insinuaciones de allegados y de la comunidad en general para que
continuara su vida política en pro del desarrollo del municipio, fue consciente de la
complejidad y corrupción de ese sector y prefirió continuar sus labores y proyectos desde la
sociedad civil. Su inquietud manifiesta por los temas ambientales han generado que la
mayoría de actividades que tengan que ver con la conservación o de índole científico
referidas a Zapatoca, y las personas y organizaciones que las desarrollan; como la
Fundación Proaves, Fundación Natura, Fundación Chimbilako, Parques Nacionales
Naturales y varias universidades como la Universidad Nacional de Colombia y la
Universidad Industrial de Santander; generalmente lo terminen conociendo y residiendo en
su casa mientras duran los estudios.
Hace parte de la junta directiva de la Asociación de televisión comunitaria de Zapatoca
“Auvpaza”, es socio del club campestre de Zapatoca, miembro de la ONG “Ecoplantar”,
liderada por el inagotable sembrador Pedro Elías Pinilla y “Yamauta” (maestro de sí
mismo) de Sindamanoy.
Declaración de SICOM en San Gil (Santander).
28
Es un caminante acérrimo y ha participado en varios grupos de caminantes como “Huellas”
cuando estuvo en Barrancabermeja, con el que acudió a caminatas en diversos parajes de la
geografía nacional. En Zapatoca continuó liderando y apoyando actividades de integración
deportiva como caminatas, paseos a quebradas, ciclo-paseos y visitas a las cuevas, que en
un principio hacía simplemente por disfrute, pero que en la actualidad hace bajo la
responsabilidad que implica visitar un lugar tan frágil y único como las cuevas, y
especialmente para grupos con interés científico o espiritual.
De doña Rosa heredó algunas recetas culinarias, entre las que resalta la de batir
“melcochas” con panela. También la preparación del “engrudo” a base de almidón de yuca,
el pegante universal que se usaba en antaño y que hoy día usa
para construir figuras y demás artesanías con papel. Sus
destrezas motrices las ha aprovechado al máximo, incluso
haciendo manillas con “chaquiras”. Su capacidad creativa
llega a tal punto que como el mismo dice, incluso sin saber
nada de sistemas, sería capaz de desarmar un computador y
volverlo a armar para que siga funcionando.
Paseos y caminatas de “Rey” por Santander.
“Rey” batiendo melcochas. Manillas y manualidades de “Rey”.
29
Junto con su entrañable amigo y cómplice Josué Rueda, y el servicial hermano Efraín,
ambos instruidos en música por los programas que lideró su hermana Ana Ritha en el
periodo que fungió como alcaldesa designada del municipio, rescataron la tradicional
“Tambora”, una murga de tres o cuatro integrantes que con tambora, reolina (o dulzaina) y
charrasca interpretan música montañera y popular. Ha diseñado los diferentes vestidos del
grupo e interpreta la “charrasca”, un instrumento similar a una guacharaca pero hecho con
un “chucho”, fruto leñoso de una planta familiar de la ahuyama. La tambora fue fomentada
por entusiastas personajes de antaño como Severo Suárez, Rafael Camelo, “Muela de
Diablo”, Justo “Pulga” y su hermano Roque Díaz. Se han presentado en múltiples
localidades como La Fuente, Bucaramanga, Galán, Betulia, Rionegro, “Panachi”,
Barrancabermeja, entre otras. Quizás la más recordada es la vez en que fueron invitados por
segunda vez a las fiestas patronales en el municipio de Quipama (Boyacá), en un viaje
tortuoso donde casi son arrastrados por el río Minero, con todo y camioneta, equipos y
vestuarios, que quedaron sumergidos bajo el agua pero que milagrosamente se salvaron.
Fueron ayudados por un amable sargento viceprimero del batallón Sucre de Chiquinquirá, a
quien en compensación por la ayuda para remolcar y desvarar la camioneta, acompañaron
en la carroza del batallón en el desfile del “Aguinaldo boyacense”.
Paseos, viajes y visitas de “Rey”.
30
Han amenizado las noches decembrinas del pueblo con múltiples ocurrencias como un
trineo emulando a Papá Noel en el que han entregado regalos a niños de escasos recursos,
en las celebraciones eucarísticas de aguinaldos y con coloridas y numerosas comparsas,
rescatando la tradicional “vaca loca” y el “toro de candela” en los 31 de diciembre.
Presentaciones y eventos con la “Tambora de Roque” y la “Tambora de Rejos”.
Actividades y comparsas de “Rey” en Zapatoca.
31
Para complementar sus ocurrencias con las
comparsas y demás, tuvieron una burra en
compañía con Josué a la que bautizaron con el
nombre de “Lucrecia”, quizás la burra más
consentida que haya vivido en Zapatoca, porque
sólo trabajaba en desfiles y eventos especiales y
de resto pasaba pastando en el solar de la casa.
Tiempo después y notando lo aburrida que se
sentía de no hacer nada, se la regalaron a don
Efraín Ardila, un campesino sobandero.
En 2010, luego de varios intentos fallidos y gracias a la ayuda de su amigo Milton Rueda,
por fin se cumplió su sueño de tener un pedacito de tierra; un predio que le recomendaron
de especial interés porque era en donde nacía la quebrada El Poleo, que fuera otrora un
sitio obligado de paseo por sus pozos de baño, construidos y adecuados en las famosas
jornadas de trabajo en las que Benjamín Ardila Díaz, el alcalde de entonces, llevaba a
los presos a cumplir con labores cívicas. “El Poleo” era el sitio predilecto de su padre, don
Carlos, que solía contratar expresos, razón por la cual recibió el remoquete de “Don
Carlos expreso”, para llevar a toda su familia a pasear, a disfrutar de los pozos y de
las delicias culinarias de doña Rosa. Allí, en común acuerdo con la familia, decidieron
destinar el predio para la conservación de los relictos de bosques naturales y nacimientos de
agua que allí quedan. Tiempo después se adquirió el predio vecino, el cual lleva por
nombre “La Diosa”, en honor a la
esposa y madre, para completar
un total de 86 hectáreas en donde
se conserva, entre otros
patrimonios naturales, una
población de palma de cera, el
árbol nacional de Colombia. En la
montaña ha desarrollado múltiples
actividades de reflexión y
educación ambiental que
comparte con los visitantes que
frecuentan la reserva.
También ha promovido la
creación y unión de las iniciativas
privadas de conservación
ayudando a conformar una
comunidad de amigos unidos por
la misma causa en Zapatoca.
De Izq. a Der.: Josué Rueda, “Rey” y “Lucrecia” y
Pedro Pinilla.
Los reservistas de Zapatoca (de Izq. a Der.): Adelante: Sonia Serrano, Daniel
Díaz, “Rey”, Armando Gómez. Atrás: Jose Luis Márquez y su esposa, Raúl
Rojas, Yolanda González y Milton Rueda.
32
En cualquier escenario a donde llega termina hablando de La Montaña, incluso en eventos
académicos donde ha ido en San Gil, Bucaramanga, Bogotá y Chile. La historia de la
reserva de la Montaña Mágica ha inspirado la realización de entrevistas, videos y notas
periodísticas que resaltan los valores culturales y naturales de Zapatoca. Al proyecto de la
reserva es al que actualmente dedica la mayoría de su tiempo, energía y vitalidad.
En 2013 experimentó junto a sus hijos una de las
situaciones más duras y enriquecedoras de su
vida, después de que le descubrieran un cáncer
terminal de colón a su querida diosa “Dorita” y
falleciera a causa de complicaciones respiratorias.
En común acuerdo con ella antes de morir,
decidieron ‘sembrar’ sus cenizas con un árbol en
La Montaña, dando testimonio de que la vida a
pesar de las vicisitudes debe continuar fluyendo.
Actividades de”Rey” y visitantes en la reserva natural “La Montaña Mágica- El Poleo”.
Siembra simbólica de las cenizas de la “Diosa” por
Juan Sebastián (Izq.) y “Rey” (Der.).
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La familia Díaz Rueda (de Izq. a Der.): Juan Sebastián, Daniel Mauricio, Dora Esperanza, Guillermo Andrés y “Rey”.
Su primer compañero canino a
su regreso en Zapatoca, fue
“Fantomas” un longevo
labrador que murió un mes
antes que la Diosa, con quien se
fue desde Barrancabermeja. En
la actualidad es “Mont”, el
único sobreviviente de una
camada de seis perros con
rastros de “border collie” que
nacieron en La Montaña.
En cuestiones de salud no ha tenido mayores complicaciones, usa gafas para ver de cerca.
Actualmente sólo lo afligen la tensión arterial alta y la hemofobia, el miedo a la sangre que
le provoca desmayos y que le ha jugado malas pasadas como la ocasión mientras prestaba
servicio cuando le tomaron una prueba de sangre, y al verla se desmayó, tumbando con el
brazo las muestras que ya habían tomado de sus compañeros, que tuvieron que volver a
pasar para la prueba. Se mandó a extirpar gran cantidad de lunares que tenía en la cara y en
la espalda, particularmente uno muy peculiar que tenía en el entrecejo, por estética y para
evitar que alguno cultivase células malignas.
“Fantomas”. “Mont”.
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A pesar de ser muy activo, fue un dormilón consumado pues como decía Dorita: “lo
buscaban para dormir y estaba ocupado durmiendo”. Esto le jugó malas pasadas como la
ocasión en que intentando cortejar a una chica, la invitó a ver cine y se quedó dormido,
provocando la indignación de la invitada. Como buen artista es algo desordenado y no le
gusta lavar los platos cuando cocina.
Prefiere ir a pie porque nunca aprendió a manejar carro a pesar de haberlo intentado como
la ocasión en que se encunetó con el carro de don Guillermo Rueda, viniendo del llano de
Los Gallos, en la vía a Girón. Prefirió manejar moto, una Kawasaki modelo 1991 (Placa
IOI-71), y luego pedalear en su bicicleta Raleigh (Placa 0796) que le compró en
Barrancabermeja a Vicente Monsalve, un trabajador de la empresa petrolera “Tropical Oil
Company” (“Troco”), de las mismas que usaba el Padre Pío en la novela “San Tropel”.
En enero de 2015, en un
evento público
organizado por la
alcaldía municipal de
Zapatoca le fue otorgado
el reconocimiento Social,
Cultural y Ambiental, y
fue declarado “hijo
ilustre” del municipio.
También una familia
campesina quiso rendirle
un homenaje a su vida y
obra, haciéndole un
carrancio o “año viejo”
en su honor.
Medios de transporte de “Rey”.
Medalla de “Hijo ilustre” de Zapatoca (Izq.) y carrancio de “Don Rey” en enero de 2015
(Der.).
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Como buen parrandero, dicharachero y bailarín, (cualidades que le heredó a su padre), uno
de sus sueños desde hacía mucho tiempo era entrar con la Gran Banda 26 de abril de
Barrancabermeja a Zapatoca, para brindarle una fiesta con bombos y platillos a familiares y
amigos; y sus tres “chinazos” se lo hicieron realidad con ocasión de la celebración de sus
60 años en enero de 2015. Dicho agasajo contó, además, con la honrosa presencia del
maestro Miguel Emiro Naranjo Montes, fundador y director de la legendaria Banda 19 de
marzo de Laguneta (Córdoba), ícono del folclor del porro en Colombia, quien vino desde
Planeta Rica gracias a la deferencia de su amigo, el profesor Jaime Polanía.
El maestro aparte de interpretar la trompeta en compañía de la banda, le dedicó los
siguientes versos como buen poeta que es:
"Has llegado al sexto piso,
y aún conservas juventud,
estás en la plenitud
de cuidar tu paraíso
ya tú tienes el permiso
que te otorgó la ley
plasmado en aquel long play
de la Tambora de Zapatoca
la que cuando toca, toca
porque tú sigues siendo el rey.
Sesenta años bien vividos,
hoy cumple don Reynaldo,
el deseo es felicitarlo…
Sus amigos y sus hijos
le brindamos regocijo
y un elegante homenaje
inclusive yo le traje
como regalo estos versos
que simbolizan respeto
a este ilustre personaje.”
“Don Rey” en compañía del maestro Miguel Emiro Naranjo Montes.
La Gran Banda 26 de abril de Barrancabermeja celebrando los 60 años de “don Rey” en el club campestre de Zapatoca.
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También es co-protagonista junto con la Montaña de “La Montaña Mágica El
Documental”, un producto audiovisual hecho por el Colectivo La Tiza y dirigido por
Edinson Quijano, hijo de su amigo de infancia, Gonzalo Quijano Quintero (el mismo del
cristo marca “INRI”), que conoció del proyecto de la Montaña y decidió hacer allí su
trabajo de grado para optar por el título de comunicador social y periodista. Ellos también
produjeron “El sueño de Rey”, un video sobre la fiesta de sus 60 años.
De su niñez también recuerda el episodio en que don Carlos, por pleitos de linderos entre
casas por poco terminan a machetazos con don Luis Acevedo, quien por los avatares de la
vida, resultó siendo el abuelo de la que se convertiría en su primer nuera, María Angélica
Acevedo, quien se casara con su hijo mayor, Juan Sebastián, en la misma iglesia en la que
casi treinta años atrás se casó a los 28 años de edad, casi de la misma edad que Juan
Sebastián.
En su niñez y juventud vivió en seis casas de Zapatoca: primero en la casa esquinera del
parque principal (carrera 9 con calle 21) en donde nació, después en la antigua casa de la
Caja Agraria (calle 21) de la que se mudaron porque tenía escaleras muy altas para doña
Detrás de cámaras de “La Montaña Mágica El Documental”.
Don Carlos con sus adorados gatos en el patio (Izq.), Don Luis y su nieta Maria Angélica (la niña de vestido) (Centro), fiesta del
matrimonio de Juan Sebastián y Maria Angélica en Zapatoca en junio de 2015 (Der.).
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Casa esquinera del parque principal en donde nació “Lalo”, en la segunda ventana del segundo piso hacia la derecha (Izq.),
Reynaldo y su hermano Carlos José visitando en 2016 la casa en la que funcionó la panaderia (Der.).
Rosa, luego en la de la calle 19 conocida como “la calle de los teléfonos”, después en la que
tuvieron la panadería (carrera 10), en donde don Carlos tuvo los líos con el mentado don
Luis, luego la esquinera al lado de la iglesia en la carrera 10 de donde salió cuando se casó,
y por último en la del frente del colegio Salesiano por la carrera 8, en la que vivió doña
Rosa hasta que falleció y en donde siguió viviendo su hermana Ana Ritha tiempo después.
A su regreso en 2005 vivió en la Estancia Los Remansos por la calle Lengerke (calle 20) y
luego en una casa una cuadra más abajo, en donde vivió con Dorita y que otrora fuera
donde vivieran los abuelos de su adorada Esperanza: don José Ángel Rueda y doña Bárbara
Pimiento, casa dueña de la puerta donde se dieran el primer tímido beso.
Como buen “Díaz”, solía tener un genio fuerte y soberbio pero ha mejorado
ostensiblemente con el paso del tiempo y el discernimiento que la vida le ha dado.
“Rey” y sus hermanos (de Izq. a Der.): Ana Ritha, Roque, María del Carmen, Reynaldo, María Trinidad “Trina”, Francisco
Antonio “Pacho” y Carlos José.
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Los sombreros de “Rey”. El taller de “Rey”.
Ha tenido una actitud reticente hacia los celulares y el exacerbado desarrollo tecnológico,
aunque hay aparatos como el “Ipod” que le regaló su hijo Juan Sebastián, con el cual parece
un niño estrenando juguete y le permite ambientar sus actividades en la Montaña y a donde
quiera que va, con la música colombiana que le gusta escuchar como la carranga, la música
andina, o parrandera como los corraleros, entre muchas otras. Tampoco le gustan palabras
como "Chao" y "Bacano".
Su apariencia actual contrasta con la del Reynaldo de tiempo atrás, particularmente por su
larga cabellera; cosa que antes no le gustaba porque los pelos le molestaban en las orejas, y
por sus vestimentas más coloridas y estilo "hippie", fresco y descomplicado.
Don Rey hoy en día se dedica a usar y coleccionar sombreros como lo hacía su papá, a
degustar buenos vinos, a hacer manualidades en su taller, a incursionar en la “lutheria”
construyendo instrumentos musicales con maderos y semillas, a facilitar la presentación de
proyectos ambientales como el acuerdo municipal “Por el
cual se declaran a la palma de cera y el oso andino como
especies patrimoniales de Zapatoca” en el concejo municipal
de Zapatoca y a hacer pedagogía y educación ambiental con
cuanto grupo y en cuanto escenario le sea posible, mientras
sigue construyendo y aprendiendo de la Montaña de sus
sueños para que más habitantes del planeta se contagien de su
magia. Todo esto le ha valido para que sea reconocido como
un ícono regional de la conservación privada en Colombia.
A pesar de las inevitables diferencias ideológicas, religiosas y políticas que existen
naturalmente en la sociedad, siempre ha tratado de construir las mejores relaciones con las
personas que lo rodean, generando aprecio y grata recordación entre quienes tienen la
oportunidad de conocerlo.
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Esta es una breve recopilación como un pequeño homenaje a lo que han sido los principales
personajes, momentos, anécdotas y sucesos en los primeros 60 años de vida de nuestro
querido y admirado Rey. Los años que tiene son los que aún le quedan por vivir.
Muchas gracias al “Rey” por hacer parte de nuestras vidas, de nuestros corazones, de
nuestros recuerdos… y por haber vivido esta historia, muchisísimo lo bonita.
¡Con toda seguridad, al finalizar esta historia ya habrá algo nuevo que contar!
*Las fotografías son del archivo personal de la familia Díaz Rueda, de sus hermanos Trinidad, Ana Ritha,
Carlos José y Roque, de amigos y de la web.
*La fotografía de la marca de agua fue publicada en: Revista Semana. Edición Especial sobre el departamento
de Santander “El Oriente a Seguir” (04/08/13).
“Don Rey” siendo feliz.
“Don Rey” en la montaña que se dedica a cuidar.