Post on 10-Mar-2016
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“EURÍDICE”, una mujer
perseguida por la desgracia y
la penuria.
Eurídice era una joven griega, hermosa y
deseada odiosamente por varones que
osaban a poder tener en sus manos a una
virgen llena de inocencia, que sólo tenía un
propósito en su corta vida, el amor.
Amor que consiguió capturar un deseado amado
Orfeo. Un hombre con destreza artística, ya que su único
desdén en la vida era un gran arma musical, la lira.
Llegó el gran día de
Eurídice y Orfeo, día en el
que su compromiso llegaría
a tener un fatídico final,
debido a un gran obstáculo
que nunca hubieran
imaginado que tenían a su
alrededor, Aristeo.
Eurídice, perseguida por Aristeo,
corrió por la orilla del rio, donde
fue a pasar a su oscuro final. En un
instante fue mordida por un
siniestro reptil, una serpiente.
Orfeo presenció la escena quedando
desolado. Su amada se derrumbaba
ipso facto ante la ribera del rio y este
corrió desencajado hacia el cuerpo
desfallecido de su amada.
Orfeo, viendo que había perdido a
Eurídice para siempre, se hizo un
juramento: “Haré todo lo que sea posible
para conseguir volver a ver con vida a mi
amada Eurídice.
.
Tal fue su pensamiento,
que bajó al inframundo
para reunirse con el dios del infierno
Hades, para que le devolviera a Eurídice.
Con la destreza musical y su lira
consiguió encantar a Hades y Persefore.
La condición que le
puso Hades a Orfeo
para retornar a
Eurídice a la vida
fue que no la mirase
hasta llegar al reino
de los vivos, ya que
Eurídice se
convertiría en una
figura rocosa.
Orfeo se encaminó hacia su navio
amarrado en la orilla del rio, donde
emprendería un camino hacia su
destino final.
Tanto amor había hacia Eurídice y la
desconfianza que tenía hacia Hades, que
no pudo contener su ansia antes de llegar
al reino de los vivos y su mirada se
volvió. Al volver su mirada, vio que
realmente era su prometida, y no pudo
contener su gran emoción ante ella.
Eurídice empezó a
ser recubierta por
piedras, y, tal fue el
asombro de Orfeo
que extendió su mano
para rescatarla, pero
no llegó a tiempo
siendo así los dos
envueltos por un
manto de piedras.
Desde la orilla y más allá, en la puerta
del inframundo el “ORCO” de Hades
constató cómo el navío surcaba rio abajo,
con Eurídice y Orfeo amándose para
toda la vida.
Alejandro López Ribas
Sergio, Fernando Torres
Samuel Sevilla Luengo
Agustín Manuel Muñoz Bermejo
Fabiana Montalt Custodio
Antonio Maya Martínez