Post on 25-Mar-2016
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La cuenca del río Magda-
lena soporta gran parte de la
vida de Colombia, abarcando 273,459
km2, un 24% del territorio nacional. The Nature
Conservancy quiere proteger su rol cultural, económico y
ambiental, a través del diálogo y la toma de decisiones concerta-
das, entre todos los actores que dependen de la cuenca y sus beneficios.
El proyecto Magdalena, apoyando esta publicación, quiere los niños conozcan la im-
portancia del cuidado del agua y de proteger los ecosistemas de los que depende la
vida. Invitamos a todos los lectores a que pedaleen a través de estas páginas por la
ruta del agua y la grandeza de la biodiversidad de nuestro país.
A todos los aventureros que se atreven
a convertir sus sueños en realidad.
Una historia por contarA Juana le gustaban las hormigas y los cangrejos. Podía pasar horas imaginando
los túneles y laberintos subterráneos, siguiendo caminos de huellas diminutas o acu-
rrucada junto a un agujero en la arena. Cirilo prefería mirar
al cielo. Amaba las aves y las estrellas por igual. Eran
amigos, y a pesar de sus diferencias compartían un
gusto especial por las historias. Por esta razón visi-
taban con mucha frecuencia al Abuelo.
Efra había sido maquinista del ferrocarril. Gracias a
ese trabajo pasó muchos años de su vida viajando.
Cuando cerraron el ferro-
carril, volvió a su pueblo
natal. Pasaba las tardes
día y de noche mucho frío. Se refería a
un desierto, pero ninguno de los niños
había visto alguna vez uno.
Era difícil para ellos, que vivían rodeados
de agua, imaginarse un lugar tan seco y
caluroso. Fue una gran revelación com-
prender que no en todas partes se puede
encontrar la misma cantidad de recursos
como el agua y los nutrientes.
Entonces algo nació dentro de ellos.
Empezó como un cosquilleo que luego
sintieron como se estiraba y se definía.
Hasta que pasó de ser una sensación a
ser palabras, una pregunta que pudieron
comunicar. ¿De dónde viene el agua?
Ese origen que buscaban, no se refería
a una cañería o al acueducto. ¿De dónde
viene el agua que viaja por los ríos, en
la que navegamos, nadamos, en la que
viven muchas criaturas como los peces?
sentado en su silla mecedora, contando
historias de otras tierras y personas que
un día conoció. Por todo esto, por su pelo
cano y su voz ronca, se fue convirtiendo
poco a poco en el abuelo de todos, el gran
Abuelo del pueblo.
Esa tarde, entre las historias y las risas
hubo algo que los marcó profundamen-
te. El Abuelo mencionó un lugar en el
que el agua es muy escasa, casi no
hay vegetación y hace mucho calor de
La pregunta se volvió una especie de
urgencia, la fuerza que los impulsaría a
vivir una gran aventura.
-¡Vamos a averiguarlo! Dijo uno de ellos.
-Sí, pero, es un viaje largo. ¿Cómo hacerlo?
-En bicicleta.
-¿Es posible? ¿Viajar por Colombia
en bicicleta?
-Sí, existen muchas personas que lo han
hecho. Es más, cada año, desde hace más
de 60 años, se reúnen ciclistas de todo el
mundo para competir en un circuito que
se llama la Vuelta a Colombia.
Después de pronunciadas esas pala-
bras, los ojos de los dos brillaron de
emoción y dijeron al unísono.
-¡Haremos nuestra propia vuelta a Colombia!
Mira a tu alrededor
Esa mañana salieron de sus casas con
todo lo que necesitaban para el viaje.
Después de decidir cual sería su próxi-
mo destino, uno cercano a su pueblo,
emprendieron el recorrido hacia el
humedal. Pedalearon por caminos de
tierra, cruzaron un valle y encontraron
a su paso grandes árboles repletos de
flores amarillas. Se detuvieron frente a
una gran superficie cubierta de agua.
Allí se encontraron con Ramiro, un joven
pescador que los llevó en su barca a
recorrer el humedal. Cirilo estaba fasci-
nado con la cantidad de aves que cru-
zaban el cielo.
-Muchas de ellas son de estas tierras,
pero otras vienen de muy lejos, una vez
al año, huyendo del frío. Les dijo Ramiro.
Aves migratorias... tal vez era una señal
para dos viajeros que apenas comenza-
ban su travesía.
Se escucha el canto de los pájaros y el croar de las ranas. La tierra y el agua
se confunden; nacen flores sobre la superficie del agua y los árboles ex-
tienden sus raíces por los aires. Peces de todos los
tamaños, algunos lagartos tomando el sol.
Los humedales son una mezcla entre ecosistemas terrestres y acuáticos. Son territo-
rios inundables; el nivel del agua cambia mucho durante el día y durante el año, reno-
vando el paisaje y las costumbres de sus habitantes.
Hay humedales en el interior, en la costa e incluso los hay marinos. Esto hace que
varíen muchas de sus características así como las especies que los habitan.
Las casas de quienes viven en los hu-
medales están construidas por encima
del suelo, sostenidas por largos postes
de madera para que puedan soportar los
diferentes niveles del agua. La gente se
transporta en canoas y lanchas, ¡incluso
existen ambulancias-bote! Muchos de
sus habitantes viven de la pesca.
Agua
Los humedales funcionan como grandes esponjas que
almacenan el agua lluvia y la liberan poco a poco; así
controlan inundaciones y previenen la erosión. De-
bajo de la tierra existen reservas de agua que los
humedales utilizan durante las épocas de sequía y
recargan en tiempos de lluvia. Las plantas filtran y
purifican el agua al absorberla. En este ciclo se
limpia el agua, haciendo posible que los seres
humanos la utilicemos en nuestras activida-
des cotidianas.
La importancia de saber
No siempre se supo lo vitales que son los
humedales. En algún momento se pensó que
eran simples inundaciones, así que eran drenados
y convertidos en terrenos para sembrar o construir.
Esto ha hecho que muchos humedales de Colombia
hayan desaparecido. Ahora que conocemos su
importancia debemos protegerlos.
Se extienden frente a nuestros ojos terri-torios llanos, amplios pastizales. Algunos
árboles resaltan a la vista, repletos de flores por temporadas. El cielo se llena de banda-das de pájaros. Mientras que las hierbas y arbustos caracterizan el paisaje, alrededor
del agua, nacen frondosos bosques nativos.
Hasta donde llega tu miradaDespués de pedalear mucho, el horizonte se abrió ante sus ojos. El vasto paisaje se
presentaba imponente. Conocieron a un hombre que vivía cerca, por el que supieron
que en ese lugar habitaban muchos animales como el venado, el chigüiro, el oso palme-
ro, el ñeque, el zaino, el armadillo, el caimán y aves como el alcarabán, las cocoras blan-
cas y rojas, y el garzón dorado. Era casi imposible llegar a nombrarlos a todos, porque
además, muchos de ellos les eran completamente desconocidos.
Entendieron que en cada lugar viven especies muy diferentes, ligadas
al ambiente y entre ellas por una fina relación de equilibrio; rela-
ción en la que cada ser cumple un papel y aporta de algún
modo al funcionamiento del ecosistema.
Visitaron, guiados por su nuevo amigo, unas
rocas que habían sido dibujadas y vieron
también herramientas y pequeñas
esculturas hechas en arcilla. El
hombre les contó que han en-
contrado muchos utensilios y
pinturas de las culturas indíge-
nas que habitaron hace muchos
años ese territorio.
Vivir en la sabanaActividades como la ganadería y la agricultura hacen posible el sustento de muchas
personas de la región, pero si no son desarrolladas con responsabilidad, pueden amena-
zar el equilibrio del ecosistema. La agricultura, por ejemplo,
es muy contaminante cuando se utilizan abonos químicos
y otros productos tóxicos. Los monocultivos, es decir, las
plantaciones extensas de un sólo tipo que se repiten una y
otra vez en el mismo terreno, causan un desgaste en los
nutrientes de la tierra y en muchos casos la erosión.
Agua
Cuando llueve en las montañas, los ríos depositan en la
sabana el agua que traen de las alturas. La lluvia, cuan-
do se intensifica, desborda las cuencas de los ríos e
inunda la llanura. Durante esta temporada, se re-
cargan las reservas de agua que están debajo
de la tierra para ser utilizadas durante la
época de sequía. A veces se forman lagu-
nas, salados o morichales en algún lugar
de la gran planicie, alrededor de los cuales
crece bosque nativo.
Por temporadas parecen sin vida, árboles sin hojas, ramas retor-
cidas, un suelo cubierto de follaje ocre y naranja. El bosque espera la
lluvia con paciencia; consume caute-losamente sus reservas de agua espe-rando épocas de abundancia y cuando
éstas llegan, el paisaje seco y anguloso se transforma en una fiesta de color.
Un bosque multicolorEl bosque seco tropical es muchos bosques a la
vez. Durante la época de verano, la vegetación
pierde su follaje y el paisaje se presenta en to-
nos ocres; con las primeras lluvias el bosque
florece y se convierte en un estallido multico-
lor, amarillos, rojos, magentas; durante el invierno
el bosque se transforma en una densa selva verde;
el ciclo se repite. Con la temporada de sequía
llega de nuevo el ocre y las hojas caen.
Agua
Estos cambios responden a los métodos
naturales que tiene este ecosistema para
enfrentar las largas épocas de sequía,
una sorprendente habilidad para optimi-
zar agua. También cumplen una función
reguladora del ciclo del agua; en épocas de
abundancia recogen mucha para utilizarla y
liberarla después, poco a poco.
¿Quiénes viven allí?Los seres vivos que habitan estos
bosques son resistentes a los cam-
bios extremos. Al tener vivir algunas
épocas de extrema sequía y otras de
abundancia de agua han desarrollado
mecanismos para conservar nutrientes y
humedad. Las tortugas, las iguanas, las zo-
rras, los monos capuchinos, la boa manglera,
los gavilanes, son algunas especies comunes.
La mayoría de la gente que vive en ellos
se dedica a la ganadería, la agricultura o
a la extracción selectiva de madera.
Los suelos donde crece este tipo de
bosque son tan fértiles que han sido muy
intervenidos y afectados por los seres
humanos. Las grandes extensiones de
bosque seco que existieron en Colombia,
ahora se encuentran reducidas a peque-
ños parches dispersos por todo el país.
Todos los tonos posibles de verde. Árboles altísimos, media-nos, chiquitos, arbustos, musgo, hongos, flores: abundancia. Llu-via, llovizna. Los cantos y mur-
mullos de los animales se mezclan formando la voz de la selva. Animales de
todo tipo, aves coloridas, mariposas, ranas, monos... Esta selva siempre verde es el
lugar más diverso y húmedo del planeta.
El espíritu de la selva-Tenemos que andar mucho para encontrar un árbol de
la misma especie que otro. Dijo Cirilo sorprendido.
Así es la selva húmeda. Tan diversa que pareciera ina-
barcable, imposible de conocer completamente. En ella
viven más de la mitad de las especies de todo el planeta
y su tamaño es, en proporción, muy pequeño. Hay inclu-
so muchas especies desconocidas por nosotros o que
todavía no han sido estudiadas.
También guardan una gran diversidad cultural ya que en
ellas habitan muchas comunidades indígenas. La forma en
la que estas personas ven la vida, el mundo y la naturale-
za está íntimamente relacionada con la protección de su
entorno. La tierra, las plantas, los animales, el agua, son
elementos sagrados para ellos. Las comunidades usan
los recursos de la selva, siembran, cazan, pescan, todo
partiendo de un principio de respeto y equilibrio. Tienen
además un profundo conocimiento de las propiedades me-
dicinales de las plantas y un entendimiento de los vínculos
que existen y unen a todos los seres vivos del planeta.
AguaLas selvas húmedas son los lugares donde se almacena
la mayor cantidad de agua dulce del planeta. Además
de esto, tienen ciclos en los que se reutilizan recursos
como el agua y los nutrientes. Al amanecer, la neblina
formada por la transpiración de las plantas se acumu-
la en el follaje. Se crea entonces un ciclo en el que se
crean nubes y llueve sobre la selva, esa misma agua
forma nuevas nubes. Los árboles limpian el agua al fil-
trarla; la selva se autoabastece una y otra vez.
Por otro lado, las hojas secas que caen de los árboles
son descompuestas rápidamente por muchos orga-
nismos que viven en el suelo de la selva. Así es como
insectos, lombrices, hongos y microorganismos, trans-
forman el residuo orgánico en nutrientes con los que se
alimentan los árboles y las plantas.
Son muchos los nutrientes producidos, como lo son
los que necesita la vegetación para vivir. Estos ciclos
mantienen un equilibrio tan delicado que de ser talada la
selva, los terrenos se volverían desiertos rápidamente.
La vegetación cubre la montaña. Barbas blancas, orquídeas, helechos y mus-gos cuelgan de las ramas de algunos árboles. El sonido del agua contra las piedras mientras baja por la montaña
en pequeños arroyos y cascadas, está presente a cada paso.
El agua está en el aire-El bosque de niebla es como el abrigo de la montaña. Dice
Juana mientras mira la cordillera de los Andes.
A medida en que van subiendo hace más frío. Entre los 1000
y 1200 metros de altura sobre el nivel del mar, se encuentra el
bosque andino y a partir de los 1800 y 2000 metros, ese bosque
suele estar cubierto de niebla.
Allí viven muchas especies como tigrillos, venados, dantas,
ardillas y otros roedores, osos de anteojos, cusumbos y
gran cantidad de aves.
Lo sorprendente de este bosque es que el agua está en
el aire, casi que podría decirse que se respira agua. Cada
árbol convive con muchas especies que crecen sobre su
tronco y ramas, entre ellas bromelias, orquídeas y mus-
gos. La labor de estas plantas es recoger las diminutas
gotas que forman la neblina. Cada gota que se escurre
por las hojas, ramas y troncos alimenta los ríos y que-
bradas o dan origen a nuevos manantiales. La capa
vegetal también regula el flujo del agua para evitar la
erosión y repartir los nutrientes.
Pobladores de distintos tiemposDesde tiempos precolombinos, los habitantes de la cordillera
de los Andes han vivido y recorrido estos bosques. En aque-
lla época se talaban pequeñas zonas para sembrar papa,
maíz y otros cultivos de clima frío. También se utilizaban
recursos silvestres como madera, plantas medicinales
y comestibles.
La llegada de los europeos a América generó un
rápido aumento de la población de las montañas.
Fueron cada vez más personas ocupando las tie-
rras, talando porciones de bosque para suplir sus
necesidades. A esto se le sumó la llegada de la
ganadería, actividad que requiere de amplios territo-
rios de pastizales. Muchos bosques han sido talados
y otros destruidos por incendios.
Sin embargo, existen también muchos esfuerzos por
conservar los bosques que todavía existen. Algunas
personas han creado zonas de reserva en fincas o en
terrenos privados. Otras gestiones vienen de parte de
instituciones que se dedican a la conservación.
Estando en el filo de una montaña, las nubes te rozan la cara. Hace frío y la vegetación se cubre de finos pelitos.
Las plantas y musgos retienen el agua formando grandes colchones.
En la cima de los AndesJuana y Cirilo notaban cómo la vegetación cambiaba mientras subían la montaña.
Cada vez el bosque era menos frondoso. Un inmenso paisaje montañoso
se abría ante sus ojos: las cimas de los Andes, los páramos.
No todas las montañas del mundo están coronadas por pára-
mos. En realidad, Colombia es uno de los pocos países en
los que existe este ecosistema.
Después de recorrer tantos kilómetros encontraban lo
que habían estado buscando. Mientras caminaban se
sorprendían al ver como sus pies se humedecían. El
suelo estaba cubierto por capas de musgo y de otras
plantas que formaban colchones de agua.
Los páramos son considerados por muchos, grandes
fábricas de agua. Allí se acumula y se conserva este
preciado líquido, que se libera poco a poco, permitiendo
que las quebradas y los ríos tengan siempre afluente. La
mayoría de las especies vegetales de páramo acumulan
agua, muchas de ellas pueden absorber hasta 40 veces
su peso en agua. En Colombia, las estrellas hídricas,
que son los lugares donde nacen manantiales y
surgen muchas quebradas que luego se transfor-
marán en ríos, se encuentran en los páramos. Es-
tos ecosistemas también ayudan a regular el clima
del planeta gracias a su capacidad para absorber
gas carbónico.
Vivir en el páramo
Los grandes mamíferos como osos, tigrillos y
dantas suelen vivir en los bosques donde en-
cuentran más protección y alimento, pero suelen
habitar el páramo por temporadas. Es más fre-
cuente encontrar roedores y animales pequeños
como salamandras y ranas. El cóndor es un ave
carroñera que llega a medir cerca a 3 metros
con las alas abiertas. Es tan imponente que se
conoce como el Rey de los Andes.
Las personas que viven allí, suelen culti-
var papa y practicar la ganadería para
producir leche y queso.
El camino es la metaPedalearon mucho buscando de dónde venía el agua. Y esa búsqueda los llevó a
encontrar muchas cosas que no esperaban. Conocieron personas y lugares fasci-
nantes. Especies de flora y fauna que nunca imaginaron que existían. Ahora que
habían llegado a su destino sentían entre alegría y melancolía. Parecía que
había llegado el final del viaje. Pero estaban equivocados, todo lo
que habían aprendido era el esbozo de un nuevo viaje, en el
que estaban destinados a compartir con otros sus cono-
cimientos y a encontrar cada vez más formas de vivir en
armonía con el entorno, con la naturaleza.
El agua había sido el hilo conductor. Trazaron un re-
corrido guiados justamente por ese líquido que hace
posible la vida; el hilo que guió el viaje es el mismo que
conecta nuestra vida a las de todos los seres del planeta.
Pudieron reconocer pequeños ciclos, que a su vez hacen
parte del gran ciclo del agua, en constante movimiento y
transformación. Cada ser vivo se nutre de ella y a la vez la
transforma, la limpia, la transporta.
El agua que bebemos llegará en algún momento a alimentar
un oso en el bosque o a caer sobre la selva en forma de lluvia.
Todos hacemos parte del ciclo en el que el agua es reuti-
lizada una y otra vez. Por eso, lo que suceda en un lugar,
por aislado que parezca, afecta a todo el planeta. La con-
taminación no es un hecho local, perjudica de una u otra
manera todos los ecosistemas y a todos los seres vivos
que hacemos parte de ellos.
La naturaleza nos ofrece recursos para nuestra subsis-
tencia, pero es importante usarlos de forma que sea sos-
tenible en el tiempo. Para eso debemos tener en cuenta el
tiempo que cada recurso necesita para renovarse. La tala,
la siembra, la ganadería, la minería, son actividades de las
que muchas personas dependen y son sostenibles única-
mente si se llevan a cabo responsablemente.
Debemos recordar que la conservación de la
diversidad nos brindará mejor calidad de vida.
Somos parte del ambiente. Al destruirlo, esta-
mos destruyéndonos a nosotros mismos. Por un mundo verde, adelante chicos, ¡sigamos pedaleando!
María José se imaginó los ecosiste-
mas y nos envió estos dibujos.
Ahora dibújalos tú. ¿Cómo te los imaginas?
Buena Vibra Cycling System es un equipo de biólogos, conservacionistas y artistas
aficionados al ciclismo y a la naturaleza. Su objetivo es incentivar el deporte y la con-
servación de la mega-biodiversidad de Colombia a través del ejemplo y la educación.
Equipo Buena Vibra
Martín Pedraza / Fredy Gómez / Sylvia Gómez G.
Los que pedalean
Carlos Pedraza/ La Amenaza Pedraza
María Fernanda González/ La Speedy González
Hernando González/ El Conejo Volador
Equipo Buena Vibra
Martín Pedraza / Fredy Gómez / Sylvia Gómez G.
Los que pedalean
Carlos Pedraza/ La Amenaza Pedraza
María Fernanda González/ La Speedy González
Hernando González/ El Conejo Volador
Ilustraciones y textos:
Sylvia Gómez G.Diseño:
Erika DíazCorrección de estilo:
Manuela FajardoIlustraciones adicionales:
María José GarcíaRevisión de contenidos:
Daniel Vásquez (Proyecto Magdalena,
The Nature Conservancy)
Investigación: María Fernanda González(Instituto de Investigación de Recursos
Biológicos Alexander von Humboldt)
Carlos Pedraza (The Nature Conservancy)
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La editora agradece a The Nature Conservancy por el apoyo brindado para la publicación de
la primera edición de esta obra.
ISBN: 978-958-46-2497-0