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Del libro “Del otro lado de la noche”
Editorial El Mono Armado, 2015.
1
Que alguna vez,
aunque sea
una sola e inconfundible vez,
te sea dada
la claridad
de dos
que al pensarse
se sonríen.
13
Podría ser que luego,
muy luego,
mucho
más luego
de lo que el temblor recuerde
se den cuenta
de que nosotros,
los huérfanos,
desarmados,
inocentes de ardor y de sombra,
no estábamos
equivocados
al temblar.
33
Tanto cuidado, tanto ensayo,
tanto planear los bordes de la huida,
tanto escondite gris de refugiada,
no hicieron más que enfurecer la forma
en que me fue lanzado.
Sin piedad, como una jabalina,
el universo me arrojó el amor.
Y yo estaba,
ay Dios mío,
ahí.
39
Si es posible calmar
el temblor de la ausencia,
no llorar, resistir,
si es posible llamar al invierno
y secarse de frío entre flores azules,
si es posible volverse paciencia,
y dudar o dudarse,
y esperar
sin que se rompa nada,
si es posible algo de esto,
tranquila,
no es amor.
Del libro “Donde termina esta casa”,
Ediciones de la Eterna, 2015.
8
“La bomba late
como si fuera un corazón”
Silvia Arazi
Ahora/ el ojo aprendió a fingir que no ve. Y
la mano derecha aprendió a
fingir/ que no escribe lo que el ojo
finge que no ve./ Todo el cuerpo se presta
a este ritual de hacer que no. / Unidad ciega/
si no fuese/ porque queda afuera/ el corazón/
que como una bomba/ una gran bomba/
atenta y temeraria/ late.
Audio: https://www.youtube.com/watch?v=yD5rmN8z5rw
9
Hemos dibujado dos bicicletas en medio del desierto.
Un sol como un puñal.
La sed. / También la sed.
También el viento.
Y ahora no sabemos
qué hacer/ con estos pies.
22
Como si hubiese juntado mucha lluvia/
baldes y/ baldes y/ balde de agua sana/
reconstructora líquida
del cuerpo/ sales de olvido/
ella se lava el pelo mientras llora.
23
No debería tomarse como fuga
el no volver jamás
al lugar donde la dicha/ ahora/
es una huella que se cura al sol.
Los perros hechizados por las sombras
nunca caminan hacia atrás. / Andamos/
malheridos de memoria/ comidos por la luz y la alegría/
como niños que con un palito/ se marcaron
en el brazo una cruz/ un dominio/ un
juego de abandonados/
la letra A/ la imposibilidad del olvido.
Del libro “Paula levanta la persiana”,
Ediciones AqL , 2013
V
Igual que la semilla
llevada por el viento
siento que me tiraron
en la ciudad en que vivo.
Tengo la completa sensación
de estar en el lugar errado.
Soy el desvío.
XVIII
¿Fuiste hoja alguna vez? ¿Apuntaste
la lupa sobre las nervaduras de tu mano?
¿Y de otra mano? ¿Qué sabés
del suplicio de quemarse para siempre
con un rayito de sol?
XXII
Giraban en el living de tu casa
las hojas de los fresnos,
el aire olía a morfina,
era otoño, recuerdo,
y el viento enloquecía al ras el piso.
Qué cosa rara esa tarde,
nuestra quietud callada en los sillones,
el polvo anticipado,
y vos, hermana, muriéndote
con las ventanas abiertas.
XXXIV
Habría que poner acá
y acá, algo,
algo como naranjas: acá y acá,
y en mis manos (y aquí dentro)
y en las tuyas, claro, (y aquí también)
acá y aquí y ahí, algo,
cocos, o piedras, también podrían ser bollos
de papel de diario como ponen las vendedoras
adentro de las carteras para que no se deformen,
algo, no sé qué,
pero algo,
algo que ocupe el espacio
que llenábamos los dos.
Del libro “Cero sobre el nivel del mar”,
Ediciones AqL, 2012.
De todas las soledades
tengo una
que no quiere
bajo ningún pretexto
estar a solas conmigo.
Puede parecer
que ella está evitando
la vereda del sol
o que escoge
vidrieras limpias donde mirarse
pero no
lo cierto es que va
sorteando baldosas
con el corazón en la boca
no sea cosa que
ese amor otra vez
la encuentre
y la desordene.
Voy y vengo
una y otra vez,
como si hiciera algo.
Algo más,
además de romperme.
Yo iba al mar todos los febreros.
Durante años fui al mar
llevo
el mar puesto en los ojos todavía.
Sigo encontrando arena en la cartera
oigo romper las olas y oigo el viento.
Es que yo
iba al mar todos los febreros
y cuando todos encontraban un amor,
un amor de verano, de esos lindos,
yo encontraba nada más que caracoles.
3 INÉDITOS
Vas a hacerte un tatuaje.
Decidiste pintar flores
sobre tus cicatrices.
Unas tremendas flores amarillas.
Para no pintar la palabra amor.
Está lloviendo. Con qué tranquilidad está lloviendo.
Llueve con lucidez, con entereza, como si no existiera
la alegría o la muerte. O el amor no acabara
o no empezara nunca.
Está lloviendo como
si esto no pasara.
Llueve como si fuera
mentira que nacimos. Llueve tranquilamente,
como si no importara
que nos estamos yendo.
La flor pegada en la pág. 50.
El polvo de la flor en la 49.
Tus dedos tratando de levantar la flor
sin que se rompa.
La forma en que se ahoga la tristeza
cuando lográs tener la flor
entre las manos.
Otra vez la misma flor y late el mundo.
Cuántas formas de volver tiene la ausencia.
Valeria Pariso Nació en la Provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1970. Es abogada. Vive en Muñiz. Publicó: "Cero sobre el nivel del mar" Ediciones AqL (2012) -"Paula levanta la persiana", Ediciones AqL (2013), "Donde termina esta casa", Ediciones de la Eterna (2015) y "Del otro lado de la noche" (2015) Editorial El Mono Armado.
Varios de sus poemas han sido incluidos en distintas antologías.
Varios de sus poemas han sido traducidos al portugués.
Es co-coordinadora del ciclo de poesía Amanda Oparupí para la difusión de poesía contemporánea.
Desde el año 2014 coordina ciclos de lectura de poesía en Bella Vista.
Coordina talleres de poesía.
Tiene los blog:
www.tantotequeria.blogspot.com.ar
www.laficciondelolvido.blogspot.com.ar
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