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terés especial para los humanos debido a que convierten
eficientemente plantas vivas o materia orgánica muerta en
biomasa animal, transformándose así en una fuente de ali-
mentación importante para los peces o, por sí mismos, en
importantes recursos de la industria pesquera. Por otro lado,
muchos crustáceos son parásitos muy infecciosos de organis-
mos cultivados y de recursos pesqueros, y muchas especies
son consumidores voraces de algas comercialmente impor-
tantes. Además, son de especial interés para los biólogos ma-
rinos debido a la diversidad de estilos de vida e innovaciones
evolutivas. Finalmente, el público general queda fascinado
ante sus colores, formas y comportamientos.
Morfología GeneralLa diversidad morfológica de los crustáceos supera a la de la
mayoría de taxones superiores restantes. Existen copépodos
microscópicos, más pequeños que la cabeza de un alfiler,
que viven suspendidos en las aguas marinas y por otro lado,
enormes cangrejos rey (centollas) que caminan torpemente por
el fondo marino con sus patas de gran envergadura. Todas las
especies de crustáceos poseen un exoesqueleto quitinoso, que
les proporciona estabilidad y
también protección de los ór-
ganos internos. La forma del
exoesqueleto se ha visto modi-
ficada en las diferentes clases
y órdenes de crustáceos, pero
hay un patrón general que se
mantiene en todos los taxo-
nes de crustáceos. En algunas
especies parásitas este patrón
general es altamente modifi-
cado y los rasgos típicos de
los crustáceos sólo aparecen
durante las fases larvales.
Los crustáceos son animales
segmentados y en muchas
especies los segmentos cor-
porales pueden reconocerse
fácilmente. Se observan dife-
rentes grados de fusión de los
segmentos, mayoritariamente
Subphylum CrustaceaMartin Thiel – Traducido del inglés por Alexandra Alemany Schmidt
Introducción GeneralLos crustáceos son organismos que se encuentran presentes
en toda la región de los fiordos. Una muestra de agua puede
contener miles de pequeños copépodos moviéndose agita-
damente de un lado a otro del recipiente. Un alga varada
en la orilla será rápidamente cubierta por miles de pulgas de
mar. Una muestra de red de fondo de los fiordos puede con-
tener muchos camarones y langostinos. Los ríos fríos de la
región de los fiordos son hogar de ágiles cangrejos aeglidos
(pancoras) que deambulan entre las rocas del río. En las hú-
medas selvas del sur de Chile, grandes familias de chanchitos
de tierra se congregan debajo de troncos podridos.
¿Por qué han conquistado los crustáceos ambientes tan diver-
sos? Los crustáceos poseen un exoesqueleto duro que protege
los órganos vitales internos, y poseen apéndices articulados
que están modificados para realizar numerosas tareas, entre
las que se incluyen: caminar, nadar, raspar, excavar y cortar,
entre otras. Además, los apéndices de los crustáceos poseen
numerosas setas, que complementan las adaptaciones mor-
fológicas del cuerpo, o incluso ofrecen nuevas innovaciones
funcionales. Por último, muchas madres crustáceos propor-
cionan cierto grado de pro-
tección a sus crías, al menos
durante las fases iniciales del
desarrollo. En consecuencia
sus descendientes poseen
una ventaja que les permite
llegar a hábitats difíciles de
colonizar por especies con
fases vitales más delicadas.
Todas estas adaptaciones
morfo-funcionales permiten
a los crustáceos habitar en
gran variedad de ambientes,
que abarcan suelos foresta-
les, cauces de ríos y ecosis-
temas marinos.
Los crustáceos son de in-
Fig. 1. Regiones principales del
cuerpo de un anfípodo peracári-
do y de un camarón decápodo.
Fig. 1
Fig. 2
Fig. 4
Fig. 3
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en las especies de decápodos más grandes. Los segmentos
corporales anteriores (torácicos) están fusionados para formar
el caparazón. Todos los órganos vitales se hallan en el capa-
razón, que a menudo está endurecido por la incorporación de
carbonato cálcico. En la mayoría de crustáceos pequeños (p.
ej. los peracáridos) sólo la cabeza y el segmento siguiente están
fusionados para formar el céfalon, pero algunos taxones (p. ej.
los cumáceos y los tanaidáceos) también poseen un caparazón
que cubre algunos o la mayoría de los segmentos torácicos.
El cuerpo segmentado de los crustáceos está subdividido en
tres regiones principales, la cabeza, el tórax y el abdomen (Fig.
1). La cabeza (céfalon) porta las antenas, las partes bucales y
los ojos. Los crustáceos tienen dos pares de antenas, que pue-
den ser cortas y robustas como en algunos cangrejos o finas
como en muchas especies de camarones. Las antenas portan
numerosos receptores sensoriales, que reciben y transmiten la
información táctil y química. Varios pares de apéndices buca-
les especializados trabajan en conjunto para procesar la comi-
da antes de la ingestión. Las mandíbulas cortan y trituran trozos
grandes de alimento, y las maxilas y los maxilípedos funcionan
como aparatos móviles, aguantando y empujando las partícu-
las de comida hacia la boca. Las mandíbulas, las maxilas y los
maxilípedos son generalmente similares en los diversos crustá-
ceos (Fig. 2), aunque las pequeñas modificaciones del diseño
general se emplean frecuentemente como características taxo-
nómicas, en particular entre los crustáceos peracáridos. Los
ojos son generalmente compuestos, como en otros artrópodos
(p. ej. las arañas y los insectos). En muchos decápodos los ojos
se encuentran sobre pedúnculos móviles (Fig. 3). Los ojos de
los crustáceos pueden ser incoloros o de varios colores, típica-
mente negro, rojo o amarillo, una característica que también se
emplea en la taxonomía.
La cabeza (o céfalon) puede estar separada de los segmentos
corporales restantes (como en los anfípodos o isópodos), o bien
puede estar insertada en el caparazón (Fig. 1), presentando
gran variedad de formas. La superficie del caparazón posee a
menudo algunas hendiduras y junto
con el patrón de color se emplea en
la identificación de las especies (Fig.
4). Los segmentos torácicos (los to-
Fig. 2. Diseño general de la mandíbula
(M), Maxila (X1 y X2) y maxilípedo (S) de
un crustáceo malacostraco típico.
Fig. 3. Varios crustáceos decápodos
(aquí una jaiba braquiura, camarón cari-
deo y cangrejo ermitaño anomuro) tienen
ojos pedunculados. Fig. 4. Diversidad
de forma y coloración del caparazón en
cangrejos porcelánidos.
Fig. 6
Fig. 7
Fig.5
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racómeros) portan las patas para caminar o ambulacrales (los
pereiópodos). Éstas están articuladas, típicamente con siete
artículos. En muchas especies el primer o los dos primeros pa-
res de pereiópodos están modificados en quelas. Las formas
de las quelas son tan diversas como su uso en la obtención de
alimento o combate intraespecífico (Fig. 5). Los pereiópodos
restantes son normalmente bastante simples y en la mayoría
de especies se emplean para caminar. En las especies que vi-
ven sobre algas, los pereiópodos poseen a menudo un último
artículo puntiagudo (el dáctilo), que garantiza un agarre firme
a las frondas de las algas (Fig. 6 figura inserta). Por el contra-
rio, las especies excavadoras y nadadoras poseen a menudo
pereiópodos aplanados que permiten excavar y nadar eficien-
temente (Fig. 6).
Fig. 5. Diversidad de forma y tamaño de la quela en varios crus-
táceos decápodos.
Fig. 6. Jaiba nadadora con dáctilo aplanado usado como remo
y jaiba que habita algas con dáctilo como gancho usado para
escalar y sujetarse a algas.
Fig. 7. En jaibas braquiuras el abdomen del la hembra es sustan-
cialmente mas ancho comparado con el abdomen del macho de-
bido que la hembra incuba la masa de huevos bajo su abdomen.
El abdomen, que incluye el pleon y el último segmento corporal
(el telson), puede ser muy pequeño, como en muchos cangre-
jos, o grande y potente, como en las langostas y los camarones.
En los cangrejos el abdomen no es visible a primera vista, de-
bido a que se encuentra flexionado bajo el caparazón (Fig. 7).
Por el contrario, en las langostas y los camarones el abdomen
muscular es fácilmente visible – cualquiera a quien le guste co-
mer camarones o langostas conoce muy bien el abdomen de
estos animales. El abdomen porta los pleópodos, cuyo número
varía entre las especies dependiendo del grado de fusión de los
segmentos abdominales. En las especies con un abdomen mus-
cular los pleópodos tienen función nadadora y poseen forma
de remos. Muchos de los crustáceos más grandes viven sobre
el fondo, pero usando sus pleópodos pueden nadar, al menos
distancias cortas.
Fig. 8
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En la mayoría de crustáceos decápodos (cangrejos, langostas
y camarones), los pleópodos femeninos portan los huevos du-
rante el desarrollo embrionario. Sus pleópodos son apéndices
muy ramificados, en forma de pluma, lo que les permite por-
tar cientos o miles de huevos. Por ello el abdomen femenino,
que posee pleópodos que portan huevos, es a menudo más
ancho que el abdomen masculino (Fig. 7). En los camarones y
las langostas la masa de embriones en desarrollo puede verse
fácilmente bajo el abdomen de la hembra, pero en los cangre-
jos el abdomen aplanado de la hembra cubre generalmente
la masa entera de huevos y para comprobar si la hembra está
ovígera (que incuba huevos) se debe abrir cuidadosamente el
abdomen (Fig. 8). No todos los crustáceos incuban sus em-
briones bajo el abdomen. Los cirripedios (picorocos) incuban
sus embriones en la cavidad del manto y los crustáceos pera-
cáridos poseen una bolsa incubadora especial (el marsupio)
en la cual se desarrollan los embriones hasta convertirse en
juveniles pequeños. Los machos no participan en el cuidado
embrionario y consecuentemente no poseen estas estructuras,
ni sus pleópodos están modificados para incubar las crías.
En muchos crustáceos, además de las estructuras relacionadas
con la incubación, las diferencias específicas entre sexos se
basan en otras características sutiles o fácilmente visibles. Los
machos son a menudo más grandes que las hembras, produc-
to de intensas peleas entre machos para conseguir hembras
reproductivas. Una de las características principales determi-
nada por la intensa selección sexual entre los machos, son las
quelas. Los machos emplean estas quelas durante las peleas, y
aquellos individuos que poseen las quelas más grandes,
son principalmente los triunfadores en apareamientos
exitosos. En otras especies los machos no pelean direc-
tamente por las hembras, pero sí compiten en carreras
por quién es el primero que encuentra hembras listas
para aparearse. Este tipo de selección ha conducido
a una evolución de machos con grandes ojos y enor-
mes antenas (que portan numerosos quimiorrecepto-
res), que les permiten captar las señales emitidas por
las hembras receptivas. En muchas de estas especies
los machos son muy diferentes de las hembras, y en
algunos casos no es fácil asociar los dos sexos a una
misma especie. No obstante, en otras especies donde
la selección sexual es débil o ausente, las diferencias
entre los sexos son muy sutiles, con machos y hembras
muy parecidos.
Muchos crustáceos poseen branquias o estructuras
similares. En las especies pequeñas estas branquias
pueden no estar protegidas, pero en los decápodos
grandes están cubiertas por el caparazón. Los crustáceos muy
pequeños no tienen estructuras respiratorias especializadas.
Los crustáceos poseen un sistema circulatorio abierto y un co-
razón simple, que distribuye la hemolinfa por todo el cuerpo.
En la mayoría de crustáceos grandes, el sistema excretor con-
duce a la vejiga, y la orina es eliminada a través del nefroporo
en la región cefálica. El sistema digestivo es relativamente sim-
ple con un intestino que está subdividido en anterior, central
y posterior. El intestino anterior tiene filtros quitinosos especia-
lizados y estructuras para moler, que trituran y seleccionan el
alimento. La digestión tiene lugar en la glándula del intestino
central, donde también se absorbe el alimento digerido. La ab-
sorción del agua y la formación de las heces tienen lugar en
el intestino posterior. Los testículos u ovarios están situados en
pares dorsalmente. Los testículos se conectan al exterior a tra-
vés del vaso deferente, donde los espermios maduros son al-
macenados hasta el apareamiento. En las hembras de algunos
decápodos más grandes, los oviductos presentan receptáculos
especiales, las “espermatecas”, en las que se puede mantener
los espermios durante largos períodos de tiempo.
Biología GeneralLos crustáceos se pueden encontrar en todos los hábitats
marinos y en muchos de agua dulce y terrestre. Habitan en
fondos blandos, donde algunas de las especies más grandes
excavan galerías profundas, muchas especies deambulan por
hábitats rocosos, se aferran a algas u otros sustratos epibentó-
nicos. Las diversas adaptaciones morfológicas que presentan
Fig. 8. Hembras ovígeras de dos especies de jaiba con
masas de huevos.
Fig. 9
Fig. 10
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los crustáceos reflejan el amplio rango de hábitats utilizados y
las diversas fuentes alimenticias explotadas.
Alimentación: los crustáceos como grupo son consumidores
generalistas, y se alimentan de cualquier tipo de fuente alimen-
ticia orgánica, esté viva o muerta. Existen ramoneadores que
consumen macroalgas grandes y ramoneadores que consumen
pequeñas algas de las superficies rocosas. Los suspensívoros
tienen algunos de sus apéndices (antenas o pereiópodos) trans-
formados en tamices muy eficientes, que utilizan para filtrar
partículas de alimento de las corrientes naturales o inducidas
por ellos mismos (Fig. 9). Otros se alimentan de depósitos, que
raspan de los sedimentos superficiales o excavan madrigueras
que pueden alcanzar un metro de profundidad. Muchos de los
cangrejos más grandes son depredadores voraces, que trituran
incluso las conchas más gruesas de bivalvos o caracoles con
sus poderosas quelas. Los crustáceos ectoparásitos o endopa-
rásitos explotan una gran variedad de hospedadores, incluyen-
do peces y otros crustáceos. Por ejemplo, los piojos de peces,
que son uno de los principales problemas en la acuicultura del
salmón, son crustáceos pequeños que pertenecen a la clase
Copepoda.
Órganos Sensoriales: los crustáceos emplean los tres sentidos
principales: visual, táctil y químico. El más desarrollado es el
sentido químico, que emplean en la búsqueda de alimento y
también en las relaciones inter- e intraespecíficas. Densos gru-
pos de quimiorreceptores están situados sobre las antenas, que
permiten a los crustáceos detectar sustancias químicas disueltas.
Las partes bucales también contienen muchos quimiorrecepto-
res, que son empleados principalmente para probar la comida.
Los reorreceptores que reciben los estímulos táctiles están distri-
buidos por toda la superficie corporal, pero también se encuen-
tran en mayores concentraciones en la región cefálica y en las
antenas. La mayoría de crustáceos posee un par de ojos, pero
todavía se está investigando su capacidad visual, es decir, lo que
realmente son capaces de ver. La información recibida por todos
estos órganos sensoriales es procesada en el sistema nervioso
central bien desarrollado, con un cerebro prominente.
Reproducción: la mayoría de las especies de crustáceos posee
sexos separados. Unas pocas especies de camarones y varias
de tanaidáceos cambian de sexo durante su vida. Muchos ci-
rripedios son hermafroditas simultáneos, lo que quiere decir
que pueden actuar como macho y como hembra al mismo
tiempo. A diferencia de muchos otros invertebrados mari-
nos, muy pocos crustáceos liberan sus gametos al agua. En la
mayoría de las especies, los machos y las hembras se juntan
para el apareamiento, y muchas de las especies más grandes
tienen incluso una fecundación interna. La biología sexual de
los crustáceos ha sido objeto de atención durantes las décadas
pasadas. Generalmente un sexo busca al otro. Mientras que en
muchas especies los machos buscan a las hembras, también
existen varios ejemplos donde los papeles están invertidos, es
decir, las hembras buscan a los machos. Cuando un macho y
una hembra se encuentran, se evalúan el uno al otro (princi-
palmente mediante señales químicas) y si todos los “requisitos”
están cumplidos, proceden con el apareamiento. El cortejo es
generalmente breve, pero en muchas especies los machos
Fig. 9. Ejemplos de crustáceos suspensivoros son los picorocos
(derecha arriba) y cangrejos porcelánidos.
Fig. 10. Macho anfípodo portando una hembra durante el
cuidado precopulatorio de la pareja.
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protegen a la hembra hasta que ocurre el apareamiento en
sí. Esto se observa en muchas especies de jaibas, pero tam-
bién ocurre en crustáceos copépodos y peracáridos. En todas
estas especies, el macho porta a la hembra típicamente más
pequeña con él (Fig. 10). La hembra es receptiva tras la muda
reproductiva. Los machos la protegen durante el período de
muda (básicamente la defienden frente a otros machos). Poco
después de que la hembra haya finalizado con la muda repro-
ductiva, el macho transfiere uno o más paquetes de esperma-
tóforos en su tracto reproductivo o sobre su superficie ventral,
donde ocurre la fecundación. En muchas especies de jaibas,
las hembras guardan el espermatóforo en la espermateca y lo
utilizan posteriormente para fecundar sus óvulos sin necesidad
de aparearse otra vez. Tras la fecundación la hembra incuba
los embriones en desarrollo bajo su abdomen o bien en otras
estructuras especializadas.
Tras períodos de incubación de duración variable, muchas hem-
bras de crustáceos liberan larvas planctónicas (p. ej. los Cirripe-
dia, Copepoda, Decapoda, Stomatopoda). Estas larvas viven y
crecen durante varias semanas o meses en el plancton. Durante
este tiempo pueden dispersarse a través grandes distancias de-
bido a las corrientes reinantes. Las larvas pueden migrar hacia
arriba y abajo en el agua, pero no pueden nadar contra las co-
rrientes. Dependiendo de la profundidad a la cual se encuentran,
las larvas pueden ser desplazadas hacia afuera y hacia adentro
de los fiordos y canales. Las larvas de muchas especies pasan
la primera mitad de su ciclo larvario cerca de la superficie y se
mueven a capas más profundas para retornar a sus hábitats del
fondo marino. Aunque los biólogos marinos poseen un concep-
to general del ciclo larvario, esta fase de la vida de los crustá-
ceos todavía plantea muchas interrogantes por responder. Por
ejemplo, la pregunta, dónde se asentará una larva, que ha salido
de un hembra en una región particular de los fiordos, al final
de sus viajes larvarios, sigue motivando programas intensivos de
investigación.
Muchos crustáceos más pequeños no poseen estadios larva-
rios planctónicos. Las hembras incuban sus embriones hasta
los estadios juveniles tempranos, que son morfológicamente
idénticos a los adultos. Estos juveniles pequeños pueden co-
lonizar inmediatamente los hábitats de los adultos (i.e. reclu-
tamiento local).
Ciclo de vida: los ciclos de vida de los crustáceos son tan di-
versos como sus modelos reproductivos. En las especies que
viven en el fondo marino y producen larvas planctónicas, las
fases juvenil y subadulta crecen en hábitats bentónicos. Al alcan-
zar la madurez sexual, los adultos se aparean y tras incubar sus
embriones las hembras liberan generalmente cientos y miles de
larvas planctónicas. Las larvas crecen y se alimentan en el agua y
pueden recorrer grandes distancias durante este período. La vida
de la larva es peligrosa y durante sus viajes planctónicos muchas
larvas pueden ser víctimas de predadores, morir de hambre o
ser llevadas a lugares poco adecuados por las corrientes. De este
modo, pocas larvas regresan a los hábitats bentónicos. También
los juveniles corren un riesgo elevado de ser depredados y a me-
nudo llevan un estilo de vida críptico durante los primeros meses
o años de su vida. Muchos de los crustáceos más grandes viven
varios años y participan en varias épocas de reproducción. En la
región de los fiordos, los períodos de reproducción dependen
altamente de las estaciones. El apareamiento puede tener lugar
durante el otoño o invierno, las larvas son liberadas al principio
de la primavera, crecen durante los meses de primavera cuando
la comida en el plancton es abundante y regresan al fondo mari-
no a principios del verano.
Las especies con desarrollo directo (Peracarida) producen cama-
das pequeñas, a menudo sólo con decenas de huevos relativa-
mente grandes. Los juveniles emergen de la bolsa incubadora
de la hembra y colonizan directamente el hábitat parental. Las
hembras de las especies que viven en aguas cálidas pueden pro-
ducir varias camadas seguidas en un sólo período de pocas se-
manas. La supervivencia de los descendientes es generalmente
alta, y si las condiciones son adecuadas estas especies pueden
formar grandes poblaciones en períodos relativamente breves.
El crecimiento es rápido, y durante el verano los juveniles alcan-
zan la madurez sexual en pocas semanas, contribuyendo así al
crecimiento de la población. La vida de estos crustáceos dura
generalmente poco, rara vez excede un año. Las especies que
habitan en aguas muy frías, p. ej. en la región austral de los fior-
dos, pueden vivir varios años.
Todos los crustáceos deben mudar su exoesqueleto viejo para
crecer. Durante este período de tiempo su superficie corporal
es blanda y son muy vulnerables a los depredadores. Muchos
crustáceos se esconden poco antes y después de la muda. Los
juveniles pequeños, que crecen muy rápido, pueden mudar
cada semana, mientras que los cangrejos grandes o langostas
mudan posiblemente sólo una vez al año o incluso dejan de mu-
dar (y crecer).
EcologíaLos crustáceos son consumidores secundarios importantes en
todos los principales hábitats marinos de la región de los fior-
dos. En muchas regiones rocosas, los cangrejos se encuentran
entre los depredadores más abundantes. De igual forma, en los
hábitats dominados por algas, los crustáceos peracáridos son
ramoneadores voraces, que consumen gran parte de la produc-
ción primaria de algas. Concentraciones de copépodos y krill
son los principales consumidores de microalgas planctónicas.
En los sedimentos blandos, los crustáceos están entre los consu-
midores más significativos de materia orgánica particulada que
se deposita continuamente sobre estos sedimentos. La mayoría
Fig. 11
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de los crustáceos son alimento de consumidores terciarios. Can-
grejos, camarones y crustáceos peracáridos son devorados por
peces depredadores. Las ballenas se alimentan de los abundan-
tes bancos de krill de la región exterior de los fiordos. Por ello,
los crustáceos juegan un papel importante en la conversión de
materia orgánica y en la transferencia de productos primarios a
niveles tróficos superiores.
Los Crustáceos de la Región de los Fiordos Los crustáceos son uno de los taxones con más especies en la
región de los fiordos. Una de las especies más conocidas es el
cangrejo rey austral, la “centolla” Lithodes santolla. Esta especie
se pesca intensivamente por toda la región de los fiordos. Otras
especies que también se pescan comúnmente son las jaibas del
género Cancer y la jaiba mora Homalaspis plana. Camarones
thalassínidos del género Callichirus excavan túneles en los sedi-
mentos blandos de la zona intermareal inferior. La persona que
camine por el intermareal de sedimentos blandos sólo podrá ver
las entradas a los túneles y montones de sedimento acumulados
en su entrada (ver flecha en Fig. 11). Se necesitan bombas de suc-
ción para sacarlos de sus escondites. Muchas otras especies de
crustáceos pueden encontrarse durante las visitas a la región de
los fiordos (ver capítulos siguientes).
Pocas de las especies de crustáceos actualmente conocidas es-
tán restringidas a la región de los fiordos chilenos. Muchas de
las especies encontradas en la región septentrional de los fiordos
tienen el centro de su distribución a lo largo de la costa conti-
nental del Chile central y septentrional. La fauna muy diversa de
crustáceos de la región austral de los fiordos comparte muchas
conexiones con la fauna de crustáceos de la Península Antártica.
Recolección y PreservaciónLos crustáceos se pueden recolectar y preservar fácilmente (ver
capítulos siguientes para los detalles). Los decápodos pueden
identificarse gracias a su caparazón, su color y sus quelas, sin
que sea necesaria su disección. Sin embargo, las especies de
peracáridos más pequeños requieren disección y examinación
microscópica, especialmente en los taxones menos conocidos.
Muchos crustáceos se pueden mantener fácilmente con vida,
si las condiciones son adecuadas (suministro de agua limpia y
aireación). La observación de los animales vivos puede ser muy
gratificante para los futuros biólogos marinos o los aficionados
interesados. El conocimiento de la biología de los crustáceos de
la región de los fiordos es muy escaso. A la mayoría de especies
sólo les podemos dar un nombre, pero apenas sabemos algo o
nada sobre su alimentación o conducta reproductiva. No obs-
tante, esta información es muy importante si aspiramos a enten-
der mejor el papel de este grupo de animales en el ecosistema
de los fiordos.
SistemáticaLa sistemática de los crustáceos es todavía tema de discusión.
Una de las propuestas más recientes ha sido presentada por
Martin y Davis (2001). Estos autores distinguieron seis clases
de crustáceos, los Branchipoda, Remipedia, Cephalocarida,
Maxillopoda, Ostracoda, y los Malacostraca. Los Maxillopoda
contienen entre otros a los conocidos picorocos (Cirripedia) y
los Copepoda planctónicos, y los Malacostraca contienen los
crustáceos decápodos y peracáridos, que se describen con más
detalle en los capítulos siguientes.
Fig. 11. Colectando camarón
fantasma con una bomba de
succión manual