Verónica Murguía Autor: Mis papás me regalaron un libro de animales. Me gusta mucho y lo que leo...

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LO QUE NO.

LO QUE SÍ

Y

Verónica Murguía

Autor:

Mis papás me regalaron un libro de animales.Me gusta mucho y lo que leo todos los días…

Pero las cosas

que

mis papás

dicen y las

cosas

que leo en mi

libro

SON

DIFERENTES.

El otro día mi mamá me dio de comer calabacitas con jitomate.Comí poco porque había tomado mucha agua.El agua de limón es mi favorita. Entonces, mi mamá me dijo:-Termínate la comida, Marcos. Las calabacitas te hacen falta, porque tienen vitaminas.-Ya me llené.

Mi mamá suspiró y le dijo a mi papá:

-Este niño come

como pajarito

¡Pero en mi libro dice que los pajaritos comen mucho! Mi mamá se sorprendió cuando leyó cuánto puede comer un colibrí.

Los colibríes comemos diariamente la mitad de nuestro peso en néctar.

Es como si un niño de 20 kilos de peso comiera 10 kilos de calabacitas con jitomate todos los días.

Luego, cuando ya me iba a levantar de la mesa, eructé.Mi papá exclamó:- ¡Niño!

¡No eructes como sapo!

- Mira pa´- contesté-, los sapos cuando croan, no están eructando. Están cantando.

Los sapos croan cuando están buscan pareja.Y un sapo macho -como yo- croa tan fuerte que las hembras lo pueden oír aunque estén a varios kilómetros de distancia.

Pero yo leí en mi libro que los burros son muy listos.

En la escuela, por la mañana, el maestro nos dijo:

“Tienen que estudiarpara que no sean burros”.

Los burros somos animales inteligentes y sociables.En algunos lugares del mundo los rancheros nos emplean para cuidar borregos.

Hoy mi mamá me regaño porque regresé a la casa todo lleno de tierra.- Niño –me dijo- no te ensucies tanto,

Pero los cochinos no son sucios. Mi libro lo dice. Yo creo que se pudieran, se bañarían diario.

¡No seas cochino!

La verdad es que somos animales muy limpios, pero como no podemos sudar, nos refrescamos en el lodo.Además, tenemos un olfato tan fino como el de algunos perros. Por eso hay gente que nos entrena para ayudarle a buscar hongos comestibles.

Luego, como dejé la mochila sobre la mesa me dijo:- Oye, Marcos, recoge tus cosas.- Ahí voy.- Pues ándale,

¡No te hagas pato!

-¿Qué? ¿Cómo pato? ¿Qué es eso?-pregunté. Y me contestó:-Hacerse pato es hacerte el tonto, fingir que no sabes de qué te habla uno…-Pero los patos saben muchas cosas. Mamá. A los dos días de nacidos, ya saben nadar. Y pueden volar de un país a otro sin que nadie les enseñe.

Cuando empieza a hacer frío en el lugar donde nacimos, volamos a otro lugar que esté más calientito.

Podemos viajar hasta seis mil kilómetros sin perdernos y regresar a nuestro lugar de origen en primavera.

Cuando le conté eso a mi mamá

se quedó pensando y me dijo:

-Ven acá, sabelotodo. ¿También

sabes quien te quiere mucho?

-¡Sí!