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multiculturali. Miralles... · conclusión a la que ha llegado es rotunda: España es un país...

Date post: 27-Sep-2018
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1 “La gestione delle università e delle organizzazioni di ricerca in contesti multiculturali". Dra. Isabel Miralles Gonzalez Secretaria General Universitat de Barcelona La Universidad de Barcelona forma parte de la LERU lo que demuestra su potencial en investigación. Además y así lo constatan los diferentes rankings que anualmente se publican, se encuentra situada entre las mejores universidades del mundo, lo que prueba también su calidad docente. Esto hace que los estudiantes de la Universidad de Barcelona pertenezcan a casi todos los países del mundo y que en ella confluyan casi todas las culturas mayoritarias. La Universidad es un reflejo de la sociedad y debe seguir siendo el centro y el referente de una manera de entender la convivencia, el estudio y el progreso. Un país como España y una ciudad como Barcelona refleja claramente la situación multinacional y multicultural que constituyen un reflejo de nuestro mundo. Puedo decir con satisfacción que no sólo no se producen conflictos entre nuestros estudiantes sino que tampoco son apreciables los conflictos en nuestra ciudad. Barcelona es y ha sido siempre un lugar donde la convivencia es un modo de ser, donde la gente se siente acogida, y donde todos podemos encontrar nuestro espacio. Alejandro Portes, catedrático de sociología en las universidades de Princeton y Miami y uno de los mayores especialistas mundiales en
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“La gestione delle università e delle organizzazioni di ricerca in contesti

multiculturali".

Dra. Isabel Miralles Gonzalez

Secretaria General Universitat de Barcelona

La Universidad de Barcelona forma parte de la LERU lo que demuestra su

potencial en investigación. Además y así lo constatan los diferentes

rankings que anualmente se publican, se encuentra situada entre las

mejores universidades del mundo, lo que prueba también su calidad

docente. Esto hace que los estudiantes de la Universidad de Barcelona

pertenezcan a casi todos los países del mundo y que en ella confluyan casi

todas las culturas mayoritarias.

La Universidad es un reflejo de la sociedad y debe seguir siendo el centro y

el referente de una manera de entender la convivencia, el estudio y el

progreso. Un país como España y una ciudad como Barcelona refleja

claramente la situación multinacional y multicultural que constituyen un

reflejo de nuestro mundo. Puedo decir con satisfacción que no sólo no se

producen conflictos entre nuestros estudiantes sino que tampoco son

apreciables los conflictos en nuestra ciudad. Barcelona es y ha sido

siempre un lugar donde la convivencia es un modo de ser, donde la gente

se siente acogida, y donde todos podemos encontrar nuestro espacio.

Alejandro Portes, catedrático de sociología en las universidades de

Princeton y Miami y uno de los mayores especialistas mundiales en

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sociología de la inmigración ha señalado recientemente que España es un

país sin un modelo de integración de inmigrantes. Y ¡sorpresa!: es

precisamente por eso por lo que el grado de integración de los

inmigrantes es muy alto (el 81% de los hijos de inmigrantes nacidos el país

dice sentirse español y sólo el 5% afirma haber sido víctima de

discriminación en los últimos tres años).

El Dr.Portes se dedica a estudiar desde hace diez años la situación de los

inmigrantes de segunda generación en España, para lo cual ha

entrevistado en Madrid y en Barcelona a unas 7.000 personas nacidas en

España de padres extranjeros o que llegaron al país a una edad temprana

(antes de los 12 años). Los ha entrevistado a lo largo de varios años (2006,

2010 y 2012), para observar su evolución en el tiempo. Para finalizar, ha

comparado esos datos con los de otro estudio similar realizado en Estados

Unidos, un país con un 13% de inmigrantes frente al 16% de España. Y la

conclusión a la que ha llegado es rotunda: España es un país donde los

inmigrantes se integran bien, mucho mejor que en EEUU.

La prueba más contundente se encuentra en el número de hijos de

inmigrantes que dicen sentirse españoles. El porcentaje de inmigrantes

de segunda generación que se ven a sí mismos como españoles es del

49%. Y la cifra se dispara nada menos que al 81% entre los nacidos en

España de padres extranjeros, dejando fuera a los que llegaron al país

siendo niños. En Estados Unidos, sin embargo, los que se consideran

americanos son sólo el 13,5%. Y un dato más a favor de España: mientras

los inmigrantes de segunda generación en Estados Unidos que sienten

auto identificación nacional se reduce a medida que crecen, en España

aumenta.

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Otra evidencia se obtiene cuando se pregunta a los inmigrantes de

segunda generación si han sentido discriminados en los últimos tres años.

En España sólo el 5% tiene esa percepción. Un panorama radicalmente

distinto al de Estados Unidos, donde el 62% asegura haber sido víctima de

discriminación.

El Dr. Portas lo tiene claro: "En España nunca ha habido un modelo de

inmigración, no ha habido intentos de forzar a los inmigrantes a adoptar

la cultura del país, se les ha dejado a su aire. Y el resultado es que ha

tenido mucho más éxito a la hora de integrar a los inmigrantes que

aquellos países que han tratado de imponer la integración desde las altas

esferas del Estado”.

Bien, no sé si es por falta de políticas o por el contrario por la manera que

tenemos de entender la convivencia, por la que los datos son los que son.

Y, antes de explicar brevemente, como entendemos que debe gestionarse

la diversidad en la Universidad de Barcelona, permítanme que les adelante

algún dato que nos puede ayudar a situarnos (son datos del curso

2014/15):

el número de estudiantes extranjeros de grado es de un 5,4% sobre

el total

El número de estudiantes extranjeros de master es de 25,2%

El número de estudiantes extranjeros de masters propios es el 26%

El número de estudiantes de doctorado alcanza el 31,5%

Lo mismo cabe decir de los programas de movilidad. En la memoria

de la Universidad de Barcelona 2014/15 se realizó un resumen de la

movilidad de estudiantes POR PROGRAMAS Y AREAS GEOGRÁFICAS

que nos proporciona los siguientes datos

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Programa Europa EUA i Canadá

América Latina

Magreb y Oriente Medio

Asia y Oceanía

Países de África, Caribe y Pacífico (ACP)

Total

Erasmus estudios

UB 863 — — — — — 863

EET 1.105 — — — — — 1.105

Erasmus

UB 84 — — — — — 84

EET 36 — — — — — 36

Erasmus Mundus Acción 2

UB 2 — — 3 — — 5

EET 11 — 1 12 — 7 31

Grupo de Coímbra

UB 4 — — — — — 4

EET 5 — — — — — 5

Convenios bilaterales

UB 3 36 75 — 26 — 140

EET 27 20 87 — 18 — 152

Solicitudes individuales

UB 1 1 — — — 2

EET 13 6 76 — 10 — 105

Programes específicos de EUA (Study Abroad)

EET — 291 — — — — 291

Total estudiantes de la UB 957 37 88 3 26 — 1.111

Total estudiantes extranjeros 1.197 317 188 12 28 7 1.749

Estos números porcentuales son significativos, pero resultan más

impactantes cuando se hace en números absolutos: el pasado curso el

número de estudiantes extranjeros fue de más de 10.000

Quiero destacar que en estos momentos ya se imparten 9 Masters en

idioma ingles (íntegramente) y se dan aproximadamente en esa lengua

500 asignaturas.

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Nuestros grupos de investigación, como nuestras clases, están integrados

por personas capaces de desarrollar su actividad sin que importe su

procedencia originaria ni su religión u otra circunstancia meramente

accidental.

Pero, ¿realmente es improvisada la actuación –carecemos de políticas de

integración y de inclusión- o, por el contrario, responde a que España es

un país multinacional y por tanto multicultural y en consecuencia

sabemos entender la diversidad? Y, aun mas importante ¿Cómo

entendemos esta función integradora y evolutiva en la universidad de

Barcelona? Pues bien, partimos de una premisa y es que entendemos que:

“Educar es transmitir un patrimonio cultural que es reflejo de la identidad

cultural”. Y, si esta educación se convierte en medio para la realización de

oportunidades personales que van más allá de las condiciones de partida-

al permitir cambios y la creación de una nueva diferencia no condicionada

por la raza, la cultura, el sexo o la condición social- , tal educación será

intercultural o multicultural.

Multicultural es una sociedad en la que grupos diferentes, con una lengua

y una cultura diferentes, conviven en un mismo espacio geográfico

interculturalmente, es decir, respetando las diferencias de las otras y

aportando lo mejor de su cultura para que de ahí surja una nueva

sociedad en la que el respeto, la igualdad y la tolerancia sean la nota

predominante. Educación multicultural significa aprender acerca y con los

diversos grupos. Las culturas se diferencian, entre otras razones, por su

particular manera de adaptarse a los diferentes contextos, y es en esa

diferencia, que no desigualdad, sobre la que deben compararse y

encontrarse unas y otras culturas. Entender que existe un déficit de una

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cultura minoritaria frente a otra presuntamente mayoritaria por

dominante, equivale a no admitir la capacidad de cualquier cultura para

generar nuevas estrategias adaptativas en nuevos contextos.

Hay que aceptar la existencia evidente de la diversidad cultural como

fenómeno creciente en la sociedad; y esta diversidad debe ser un

concepto enriquecedor y articulador del proceso educativo y no un

instrumento indicador de diferencias.

Trabajar con personas de entornos diferentes hace que debamos

replantearnos el modo en el que nos relacionamos y nos entendemos. Y

uno de los elementos más importantes para poder articular una respuesta

adecuada a las necesidades que presenta el alumnado de origen

inmigrante es el análisis del impacto que implica su presencia. Su mayor o

menor impacto depende, a su vez, de otros muchos factores. Esto nos

sitúa en un nuevo plano complementario: la definición del concepto

cultura. El concepto tradicional de cultura viene definido como: “Efecto de

cultivar los conocimientos humanos por medio del ejercicio de las

facultades intelectuales del hombre”.

A nuestros efectos me parece destacable caracterizar la cultura como el

conjunto de significados, símbolos, valores y normas compartido por el

grupo, asimilada por cada uno de los miembros del mismo y

conjuntamente con los demás, de manera que cada individuo colabora en

la modificación o recreación cultural.

Una educación intercultural parte del reconocimiento de la cultura del

otro, de un conjunto de valores tan positivos como pueden ser los de la

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propia y toma la diversidad como algo de lo que se pueden beneficiar

mutuamente. Debe sacar a la luz los múltiples aspectos culturales que

forman parte de cualquier cultura. Todos estamos implicados en el

desarrollo de lo que tiene de enriquecimiento y en el proceso de

negociación y resolución de conflictos que genera.

Decía José Ignacio López Soria que: “El tema de la relación entre

interculturalidad y universidad, consiste en una exploración abierta que

tiene como fuentes de inspiración las reflexiones teóricas sobre la

interculturalidad y las acciones afirmativas a favor de la inclusión que se

están llevando a cabo en algunas universidades. Y hoy, lo que más nos

convoca es que las diversidades culturales que nos enriquecen han tomado

la palabra y nos están invitando a construir una sociedad en la que

podamos vivir todos digna y gozosamente juntos siendo diferentes”.

La toma de conciencia de la necesidad de construir una sociedad de esa

naturaleza pone de manifiesto que las instituciones, a pesar de las

políticas y prácticas de inclusión, son excluyentes. Si ya la inclusión misma,

entendida en términos tradicionales, plantea serias dificultades, el

postulado de una convivencia de diversidades aumenta las dificultades. El

tema de la interculturalidad tiene que ver no sólo con la producción y

difusión de conocimientos y construcción de ciudadanía sino, en general,

con la vida cotidiana, con los subsistemas sociales y las esferas de la

cultura. Las culturas en contacto interactúan y generan nuevas culturas.

En general, se acepta que toda cultura, por el hecho de serlo, establece

una distancia con respecto a otras culturas, situando a las distantes en

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posiciones de inferioridad y/o diferencias. Otro aspecto a remarcar es que

la cultura se transmite a través de diferentes mecanismos. Parte de la

cultura se «auto transmite» en función de su propia dinámica, mientras

que otra parte, es transmitida en instituciones privilegiadas y

especializadas que enfatizan los aspectos más formales o, si se prefiere,

más «académico» de ella.

Es en el ámbito de las relaciones sociales donde se conserva y se modifica

la cultura. Todas las culturas incluyen como procesos la transmisión y la

transformación de sus formas culturales, de modo que continuidad y

cambio cultural son procesos básicos de las mismas. Cuando hablamos de

la educación multicultural no nos referimos tanto a un proceso de

transmisión de cultura sino a la promoción del conocimiento (crítico)

generado sobre ella. Todo esto nos induce a presentar una nueva

propuesta sobre la educación multicultural. El objetivo específico de ésta

es transmitir, promover, facilitar la comprensión crítica de la cultura, de

las culturas.

En el caso concreto de la educación, el asunto se complica porque el

sistema educativo desempeña tradicionalmente un rol protagónico en la

construcción de homogeneidades. La necesidad de atender la diversidad

no es percibida por la educación superior porque a ella le llega una

población ya esencialmente homogeneizada. Por eso no es raro que haya

sido la educación superior el último segmento del sistema educativo en

abordar, teórica y prácticamente, el asunto de la inclusión y sus

implicaciones normativas e institucionales. De las reflexiones anteriores se

deduce una pregunta: ¿Cómo incorporar el principio diversidad en la

praxis universitaria?

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En general puede decirse que la universidad no se ha puesto aún al día en

el tema de la interculturalidad: no ha asumido plenamente la

responsabilidad que le corresponde desempeñar a este respecto y que

debe ser influenciar y marcar el camino a seguir por la sociedad y por las

demás instituciones educativas. Sin embargo, el tema está ya instalado en

la práctica académica de algunos docentes y estudiantes y en el debate

sobre la universidad. Hemos de continuar trabajando en entender la idea

de identidad plural, de “...valoración positiva de la diferencia, vista no

como una situación que conduzca a la descalificación del otro, sino como

fuente de enriquecimiento mutuo.”

La toma de conciencia de la diversidad y de la interculturalidad está ya

presentes en la vida universitaria, pero no informan todavía el quehacer

universitario en su conjunto. Vivimos en entornos cada vez más

multiculturales y a veces, la convivencia no necesariamente es armónica.

Por ello las diversas culturas que coexisten en un mismo entorno deben

respetarse mutuamente, atribuirse recíprocamente el mismo valor y

reconocerse capacidad de creación. Por consiguiente solo podemos

hablar de multiculturalidad cuando la convivencia entre las culturas es,

al menos, recíprocamente respetuosa. Ello condude a determinar que la

tolerancia es el concepto clave en entornos multiculturales. Pero la

expresión tolerancia no puede ser entendida como “soportar”, por el

contrario, la diversidad debe sentirse como fuente de enriquecimiento.

El concepto de interculturalidad remite esencialmente a un diálogo

fecundo y mutuamente enriquecedor entre culturas diversas. Tres

elementos constituyen el punto de partida:

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respeto mutuo

el reconocimiento recíproco de la capacidad de creación cultural y

la existencia de condiciones de igualdad para el desarrollo de cada

cultura.

A estos elementos se añade una voluntad de comunicación, de apertura al

otro, sin pérdida de las propias esencias. En contextos multiculturales la

interculturalidad se constituye en una idea o principio normativo que

debería regir el comportamiento de los individuos, los colectivos sociales,

las instituciones y los estados.

Si bien los principios son claros, la organización de la vida desde la

perspectiva de la interculturalidad no es nada fácil porque somos

herederos de un mundo en el que han predominado el principio de la

unidad y las estrategias de homogeneización, practicadas frecuentemente

de manera coercitiva, con su “natural” secuela de exclusión, marginación,

indiferencia, opresión, inclusión neutralizante, etc.

Y me pregunto, ¿este principio de interculturalidad es practicable en una

institución como la universidad a la que se le exige que provea de

competencias para un entorno globalizado? Desde mi punto de vista sí e

intentaré justificarlo. Una primera vía podría ser facilitar el acceso a la

universidad a los grupos sociales que tienen más dificultades para ello por

razones culturales. Este derecho antidiscriminatorio, debería basarse en

el establecimiento de políticas que den a un determinado grupo social, un

trato preferencial en el acceso o distribución de ciertos recursos, servicios

o bienes sociales. La educación universitaria es un bien social y, por tanto,

debería facilitarse la disponibilidad de este bien a quienes tienen mayores

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dificultades para acceder a él por razones lingüísticas y culturales. Si bien

es cierto que esta “acción” no asegura por sí misma la vigencia del

principio de la interculturalidad en la universidad, es condición necesaria

porque contribuye a que la universidad sea poblada por la diversidad

cultural que nos caracteriza como sociedad.

Pero no basta la presencia de personas de diversas culturas en la

universidad para que ésta se atenga al principio de la interculturalidad. Es

necesario, además, que estén también sus propias lenguas. El asunto de

la presencia de diversas de lenguas en la universidad es sumamente

complejo. Para abordarlo hay que tener en cuenta que la propia lengua no

es sólo un instrumento de comunicación sino de autopercepción y de

apropiación de la realidad. La lengua nos permite percibir la realidad,

organizarla, gestionarla y construirla. Si no es posible la presencia de todas

las lenguas, no está de más encontrar una lengua de comunicación global.

Además, la universidad tendría que tematizar el asunto de la

interculturalidad para fundamentar y enriquecer sus contenidos teóricos y

pensar mecanismos para su incorporación a la vida cotidiana. La

universidad debería ser no sólo un lugar de aplicación y ejercicio práctico

del principio de la interculturalidad sino, como ocurre con otros aspectos

como los derechos humanos en general, la equidad de género, la vigilancia

ecológica, la innovación tecnológica, la sociedad de la información y las

telecomunicaciones, los procesos de globalización, etc., un taller

permanente de elaboración y propuesta que permita que la teoría de la

interculturalidad vayan creciendo al ritmo de las complejas y variantes

condiciones de vida de la actualidad. La ayuda de profesionales, el apoyo a

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las personas en su entrada a los estudios, facilitarles programas de

integración y comunicación facilitan esta labor. La Universidad de

Barcelona dispone de un programa específico FEM VIA en el que se

cuenta con el apoyo de profesionales para facilitar la conciliación y la

mediación.

Con la reconciliación con la diversidad cultural, la universidad inaugura un

rumbo que propicia una convivencia entre lo diverso a partir del

reconocimiento de la capacidad de creación cultural de las diversas

culturas, y de la consideración de la intercomunicación como fuente de

dinamismo cultural. No se trata sólo de vivir juntos, sino de querer vivir

juntos en espacios libres de violencia cultural y lingüística. El resultado

que se busca con esa intercomunicación no es la fusión de lo diverso sino

una convivencia digna entre diversidades.

Hay que añadir que la reconciliación con la diversidad cultural de la propia

sociedad no conlleva que la universidad cierre sus puertas a la cultura

acumulada por la humanidad ni que se mantenga ajena a los procesos de

producción científica, tecnológica, intelectual y artística de otros pueblos.

En consecuencia hay que seguir acompañando esos procesos para

enriquecernos con ellos y para enriquecerlos con nuestras propias

creaciones.

Pienso que nos toca a nosotros diseñar y promover una reforma con dos

marcas de identidad que parecen contradictorias pero que pueden y

deben vivir juntas potenciándose mutuamente: la interculturización y la

globalización, es decir, por un lado, la reconciliación responsable con

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nuestra propia diversidad y, por otro, la apertura a la riqueza humana y

la participación creativa en el concierto internacional.

De esta manera, la universidad respondería a los dos retos medulares de

nuestro tiempo: la liberación de las diferencias, y la globalización de la

cultura, las instituciones y los procesos sociales. En la respuesta a estos

retos se juega la universidad su papel como institución clave de los

procesos sociales.

Esta última reflexión nos lleva a considerar la sociedad humana como

realidad multicultural, ya que todos los individuos de un grupo desarrollan

competencias en varias culturas (algunos prefieren considerarlas

microculturas, en una estrategia metodológica tendente a la clarificación

de un concepto que se puede utilizar en diferentes niveles grupales). Cada

individuo tiene acceso a más de una cultura, es decir, a más de un

conjunto de conocimientos y patrones de percepción, pensamiento y

acción. Ya no tenemos que seguir equiparando educación con

escolaridad, ni educación multicultural con programas formales.

La educación multicultural promueve competencias en múltiples culturas.

Qué cultura desarrollará un individuo en cada momento es algo que

vendrá determinado por la situación en concreto. La identificación social y

la competencia cultural son cosas diferentes.

Desde la educación se debe favorecer que los estudiantes sean

conscientes de la multiplicidad cultural que les rodea y a la que están

accediendo. Ese elemento de conciencia puede alejarnos de dicotomías

como la de cultura dominante/otra cultura, cultura escolar/cultura del

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hogar, potenciando esa concepción del multiculturalismo como la

experiencia humana normal.

Desde esta normalidad permitiremos el mayor y mejor crecimiento del

ser humano, su absoluta integración y comunicación con los demás, la

igualación cultural –con respeto a las diferencias- y sobre todo la idea de

que todos formamos parte indisociable de un único colectivo que es la

humanidad.


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