Date post: | 10-Jul-2016 |
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Lq redocción de este libra de cuentos parte de lo mogia de
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de sabremanera la hobitualen olgo extraordlnario...
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épor qué existe el saludo?
En un tiempo inicial los hombres fuersn mudos y vivfan en
cuevas enormes y aisladas unas de otras; se alimentaban
de frutos ya que el reducido número de una farnilia
promedio no era lo suficientemente significativa para cazar
los enormes animales que le rodeaban"
De algún modo cada famllia había inventado su proplo
lenguaje entendihle únicamente para su estirpet algunos
plasmaban oscos garabatos en las paredes o en las rocas
aledañas a sus cuevas, otros emitfan sonidos grotescos
para ahuyentar invasores y depredadores que
ocasionalmente eran confundidos provocando asl
incidentes violentos.
Fue entonces que surgió el primer problema colectivo de la
humanidad: la comunicación.
Como es bien sabido el satudo fue lo prlmero que se
inventó. Sin ernbargo no fueron ni hola, ni bonjour y
gracias a dios tampoco fue hello; fue la sonrisa.
Es por eso que a pesar de pasar millones de años la sonrisa
es por mucho el mejor saludo que se pueda brindar.
a
Deseo
Luces tecnicolor, bocinas de parlante a punto de estallarpor el estruendo de una música demencial, el olor a bosta
de animales entrenados y la singularidad de alguno que
otro truco de magia bien ejecutado.
De pronto los relojes se detuvieron al igual que mi aliento;
una sllueta femenina de uno setenta de alto y la fragilidad
de una criatura pura envuelta en un traje verde con
detalles azules y un antifaz combinado hizo su entrada
seguida de un tipo vestidCI de igual manera.
fl primer espectáculo que presentaron la ponla a ella en
una posición de cuclillas sobre los muslos deltipo,demarcando cada centfmetro definido de su dorso y
cuando levanto la mirada y los brazos me parecié tanto a
un clsne que miraba el cielo con las alas extendidas.
El siguiente acto fue una prodigiosidad a la elasticidad
ffsica: ella se puso boca abajo tomo sus tobillos con las
manos y las tiró al tiempo que levantaba su cabeza y
exhalaba un gemido sobre las manos estiradas de su
compañero que en una posición abdominal extendla a su
vez las piernas en forma de una V. Para el espectáculo
siguiente no sólo envidiaba la fortuna de aquel extraño
sino que también le odiaba.
El resto de lo que duro la función del circo no dejaba de
buscar aquella muchacha del antifaz con la mirada; cuando
salió el presentador supe que la vería de nuevo, pero ella
no salió a despedirse del público, ni de esta ciudad y
mucho menos de mí" 4
taven lobs de Mur
Esta era una embriagadora noche; constelada pero no
muda, fría más no violenta.
Los quehaceres de la vida diurna y los placeres de la
bohemia nocturna mezclábanse uno a uno torpemente en
elfondo de una botella oscura de licor que sorbfa al
tiempo de algrin recuerdo que se hacfa pensamiento y el
pensamiento a su ver tornábase lento en melancqlfa.
El primer nombre que expulsaba mi inconsciente fue
comparable a la torpeza del impulso; para él segundo y el
tercero fue más una prueba para el intelecto y la memoria.
Para el cuarto era pri:ionera del sueño que el qu¡nto
provocaba.
La impaciencia madura delsexto cosquillaba mi
imaginación y extendla mis deseos trayéndolo de vuelta
p0ra encarnarse brevemente en la silueta misteriosa del
humo de aquella pipa vieja desgastada de tanto abanicar
ilusiones de algún futuro reencuentro sin precedente.
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§otía la actlvistd
Soffa era una mujer de unos hermosos ojos verdes; tan
hermosos como vacíos. Los primeros siete años de su
infancia fueron los mejores y los rnás breves de su vida en
libertad.
Cuando un Brupo de "experimentados exploradores" la
encontraron pensaron que lo mejor para ella era llevarla a
la ciudad donde según ellos tendrfa todas las
oportunidades que se mereciera; durante los siguientes
diez años aprendló todo cuanto le enseñaban y mientras
más aprendla menos le agradaba la idea de permanecer en
ese lugar, saturado de dogmas y reglas que por mucho que
las conocfa no las entendla por completo.
Una noche otoñal Soffa soñó que una extraña ave salida de
la luna, la engullla y que a través de sus oJos miraha desde
lq alto cómo todo era destruido. Hasta que unas cuerdas la
apresaban y le cortahan la respiración dejándola caer
inconsciente en un pantano de brea que la tragaba lento
hasta que despertara, Por tres semanas el sueño se repetfa
y cada vez le era más vívido.
§offa en un príncipio no entendla el significado de aquél
extrañCI suefio pero alcumplir los veintidós lo comprendi6
perfectamente y el vacÍo en sus rnirar se transformó en
sólida determinación: salvar el planeta.
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Ret e n i e n d o,., -"-,:::::"ffi::a b i z baj a evita n d o
a toda costa el contacto directo con el mundo que parecÍa
seguirle desde la salida de la puerta mil seiscientos treintay dos tallada en una espléndida madera de cedro que se
destacaha entre todas las demás de la calle Bovarü.
Sus extraños calzados empolvados movfanre sutlles sobre
el asfalto de la vfa que la llevaban hacfa el puente
Rosseveüi el más altn de la ciudad.
Permaneció estática por las slguientes dos horas prevlas al
anochecer, con la vista fija en la tranquilidad que le ofrecfa
el universo y la mano fzquierda ligeramente apoyada en la
derecha que apretujaba con fuerza un pedazo de papel
arrugado y humedecido con la única prueba escrlta de un
amor fallido.
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-' --'!a znr n-.OtIHl ¡ -.rr()S
\^ saÑ;a7
Veclnos
Fuimos cómplices en silencio; su ventana daba a la mla y
aunque ninguno de los dos se enteró nunca el nombre el
uno delotro nos conocimos de mejor manera.
Cuando llegó en maruo del setenta y cuaffo no medía más
quo un metro con treinta y uno o dos centímetros, usaba
pantalones abombados y blusas de colores chillones. Su
padre debió haber trabajado en algún hanco pues siempre
vestfa elegantemente; §u madre nunca salfa del
departaments si no era para llevarla a Ia escuela, para
recogerla y hacer las compras.
Pasaron tres años y al igual que yo observaba su rutina,
estoy completamente seguro que ella observaba la mla. Le
conocf el primer novio antes que sus padres, entre sus
amigas supe slempre cuál de todas le era la más cercana,
incluco adivinaba eltiempo de sus castigos por la
intensidad de sus rabietas y por sifuera poco le conocí el
prlmer tatuaje y el más oculto que jamás pude ver.
La noche delquince de noviembre delsetenta y nueve
aquél universo femenino distanciado por la transparencia
de un uistaly la oscuridad del asfalto de una avenida se
rompieron por un mudo saludo con la mano que en ese
entonce$ no logré distinguir de la despedida.
En ocasiones lmagino que la mujer que hoy duerme a milado es la misma niña que conocí del otro lado de laavenida y que aquella despedida no era otra cosa que una
blenvenida formal a su vida.
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Otaño
La sombra de las ho,ias errantes que revoloteaban libres en
el viento daban una imagen similar a una bandada de
buitres divisando su alimento.
La oscuridad de la noche se asomaba sigilosa desgastando
al sol en un largo suspiro frlo que vatlcinaba una próxima
tormenta, las aguas agitadas mecfan aquella barcaza de un
lado a otro alejando por cuanto pudiesen de la orllla y del
regre§o a su scupante que habfa quedado dormido
profundamente. La llovlzna inicialfue tan breve comü
delicada para despertar al barquero que rogaba al cielo
continuar soñando.
Las primeras luces de la mañana siguiente iluminaban los
restos de un naufragio solitario y silente somo los dlas que
aguardaban aquél cuerpo ya sin vida.
74
Un dío mús.,,
Salié esa mañana con las botas rojas de vaquera espacial,
el pelo enmarañado de tanto amar, la emoción en la
mirada que producfa el nerviosismo de su primera vee;
cada cuadra de la estación a la periferia con sus pasacalles
y sus innumerables pasos peatonales le distanciaban cada
vez más de su infancia.
La lengua de fuego que incineraba cualquler buen
pensamiento de nlña buena, las manos de cuchillas que
desgarraban con facilidad pero sin prisa sus ropajes, los
juegos y toqueteos preliminares antes de la penetración y
los colores en las formas diseminadas en su agitada cabeza
le recordaba la sensación esporádica de una alegría que se
intenrificaba aprisa deJándole en sf misma la paz
extenuante de su primer orgasmo.
El inquieto testiso que ávanzaba delante suyo como un
custodio parecÍa arrastrarle de regreso a la monotonfa de
una realidad aburrida y al mismo tiempo dejaba la
impresión de llevarla en busca de una nueva aventura que
pudiera comparársele.
I6
La espera eterna
Lentamente desinflábase como un globo, exhalando
suspiros y bocanadas de humo de uno que otro cigarro;
que se consumía al igual que su entusiásmo.
Miraba una y otra veu el reloj de la pulsera que tía Aghata
le habfa regalado en su cumpleaños ntimero velntiuno.
A momentos sorhfa su café, que por el mirruto cuarenta y
tres habfa quedado frfor como su amánte que aguardaba
tamblén su llegada; recostado en el camastro de cemento
de la morgue del hospital San Juan De Dios.
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El loca
El duende del tiempo es un ser con sabiduría en el corazón,
travesuras en la cabeza y rebeldfa en la mirada. Tiene la
apariencia de una niña varonil de no más de diez años de
edad y para resaltar su papel dos inseparables muñecas se
mecen a sus costados: una es la noche que también resulta
ser el futuro, la otra es el dfa que curlosamente es el
pasado. Visible solamerrte para quienes han bebido de la
copa de diamante que contiene elveneno dol primer
basllisco y hallado el camino de la restauración espiritual.
Los que han tenido la ventura de encontrarlo aseguran qus
eltiempo es relatlvo al antojo propio porque el duende se
los ha enseñado. Los que lo han intentado y no han hallado
el camino de la restauración espiritualvagan entre dos
mundos: uno imaginario donde eltiempo y la belleaa de lajuventud no parecen tener fin y otro donde el cuerpo
agudiza su sensacién táctil desgastándolo más rápido de lo
habitual.
Hace un tiempo atrás conocf el secreto del duende y sin
embargo no defino completamente si arln vivo en elsueño
o dispongo de mitiempo muy rápidamente.
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El rostro de la muerte
La peculiaridad de aquél muchacho solitario sentado en el
filo del mirador de San Sebastián habfa captado la atención
de sus ojos cafés que rogaban porque se voltease y la
mirase guardar para sf misma el recuerdo de su rostro,
desaparecía en un salto al vacío que dio tomando forma un
atajo hacia la calle de la empedrada de San Jorge.
lmpulsada por el capricho de su cornetido no dudo siquiera
en alcanzarlo bajando las gradas a toda la velocidad que le
permitiese su asrna. Sin embargo la agilidad felina deljoven la ponfan en gran desventaja; como única esperanza
de poderlo acorralar: se alzaba la malla de alambres que
servla de protección alfinal dcl camino, que de seguro no
la escalaria por el riesgo de ser visto por el custodio.
Aunque esta esperanza duró muy poco al notar que su
misterioso fugitivo ya aguardaba inmóvil alotro lado de la
alambrada, la llegada de algún colectivo. Jadeando con
desesperación y teniéndolo tan cerca; la muchacha
extendió su mano por uno de los agujeros de la alambrada
para alcanzar asíel brazo de éste y obligarlo a voltearse en
dirección a ella, que para su sorpresa acababa de descubrir
el rostro de la muerte.
22
lnd.lce
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Ot0ñor.r..r.r¡*.........rt.........r*r., Pág. t 4
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