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Universidad Católica de Trujillo Benedicto XVI Módulo de interaprendizaje de Teología Fundamental Primera Unidad
1
LA REVELACIÓN DIVINA FUNDAMENTO DEL CONOCIMIENTO DE LA FE
P. Dr.Emiliano Mendoza Reyes
Universidad Católica de Trujillo Benedicto XVI Módulo de interaprendizaje de Teología Fundamental Primera Unidad
2
PRESENTACIÓN
El presente módulo va dirigido a los alumnos que estudian el curso de
Teología Fundamental en el cual podrán encontrar los temas requeridos para el
desarrollo de la asignatura. Así mismo pretende ser un instrumento orientador
en la clase y que nos proporcionará los elementos necesarios para profundizar
y dar razón de nuestra Fe cristiana.
Se presentan las actividades y los temas que se desarrollarán durante la
clase con la ayuda del docente en la cual se propiciará en los alumnos un
aprendizaje interactivo en el aula.
La Teología Fundamental es teórica, reflexiva; sin embargo en este
curso se tratará de usar una metodología activa y estrategias que nos permitan
abandonar la pasividad reinante actualmente.
Para facilitar al alumno la bibliografía necesaria se ha seleccionado
cuidadosamente los temas de textos y revistas para ser utilizados en provecho
del aprendizaje interactivo del alumno.
Por ahora se ha preparado el módulo de la primea unidad con tres
secciones bien conocidas: Reflexión Diagnostica, Nivelación cognitiva y
Consolidación Metaevaluativa. Además se considera una serie de actividades
cortas, variadas y en los posible visualizadas y concordantes con los momentos
del Diseño ·RNC” que el autor propone para operativizar al aprendizaje.
Esperamos valorar el esfuerzo realizado por el autor y al mismo tiempo
recibir sus sugerencias para mejorar el documento de trabajo interactivo que
operativiza la propuesta del Diseño RNC.
AUTOR
Universidad Católica de Trujillo Benedicto XVI Módulo de interaprendizaje de Teología Fundamental Primera Unidad
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INDICE
1. Presentación 01
2. Indice 02
3. Indicaciones 03
4. Primer Momento: Reflexión 04
5. Introducción 05
6. Prueba de entrada 07
7. Objetivos 08
8. Segundo Momento: Nivelación 09
9. Tema 1. Introducción a la Teología 11
10. Tema 2. Actitud del hombre para conocer a Dios 15
11. Tema3. La Revelación Cristiana 19
12. Tema 4. Carácter Absoluto del cristianismo 25
13. Tema 5. La Revelación divina y sus etapas 29
14. Tema 6. Trasmisión de la Revelación 33
15. Tema 7. La Sagrada Escritura 36
16. Tema 8. La fe sobrenatural 38
17. Tercer momento: La Consolidación 40
18. Tema de reforzamiento: Diálogo entre Dios y los hombres 41
19. Tema de profundización: La Palabra de Dios a los hombres se
nos revela en Jesús. 43
20. Prueba de salida 45
21. Referencias bibliográficas 46.
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INDICACIONES
1. En primer lugar el profesor presentará a los alumnos el
silabo de la presente asignatura
2. El docente explicará a los alumnos la forma como se
desarrollará el curso de Teología fundamental con la ayuda del presente módulo de interaprendizaje.
3. En el módulo se encontrará la metodología, las estrategias y
cada una de las actividades que se desarrollarán en clase.
4. Así mismo el presente módulo contiene los temas que serán
analizados en cada sesión de aprendizaje.
5. Por lo mismo se le explicará al alumno el modo de la
evaluación conforme las orientaciones dadas por la
Universidad Católica.
6. Se requiere la buena disposición del alumno que tenga el
gran deseo de formarse con espíritu cristiano y ser un
profesional con valores éticos y cristianos.
7. El presente módulo está sujeto a correcciones o a futuras
modificaciones que será una ayuda útil para el alumno.
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PRIMER MOMENTO
REFLEXIÓN
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Actividad 1.1 Da lectura al siguiente texto subrayando las ideas que
consideres importantes
INTRODUCCIÓN
EL ENCUENTRO DEL HOMBRE CON CRISTO RESUCITADO
En los evangelios se describe varios
"encuentros" de Jesús Resucitado con
varios de sus discípulos; hay cosas en
común en estas experiencias:
1. Jesús se "deja ver", para que
salgan de su incredulidad y de su
desconcierto.
2. El encuentro afecta a la totalidad
de sus personas: transforma el
miedo en celo por el evangelio; la
ignorancia por sabiduría; la
debilidad por fortaleza; la tristeza
por alegría. (Gal 1,23)
3. Les descubre los enigmas de la
fe: "se les abren los ojos" "ven y
creen".
4. Los encuentros siempre conducen
a una llamada a la evangelización
"vayan y digan" (Mt 28, 18-20; Mc
16,15; Lc 24,28; Jn 20,21).
5. Comprenden que deben vivir su
vida cotidiana con otro sentido y
otra profundidad, el encuentro con
el Resucitado es una experiencia
prolongada en la vida. (2Cor
4,10).
Así mismo se buscan testigos del
Resucitado:
Jesús dijo a Tomás: "Tu crees
porque has visto. Felices los que creen sin
haber visto" (Jn 20, 29) . Estas palabras
de Jesús: "Felices los que creen sin haber
visto", se refieren a nosotros, a los
cristianos de hoy que seguimos
encontrando a Cristo Resucitado, aunque
"no lo veamos" con los ojos del cuerpo,
los efectos que se producen son
exactamente los mismos: somos "felices",
porque tenemos la certeza de que
creemos en algo real; porque tenemos
una esperanza diferente a quienes no
creen; porque vamos por la vida luchando
por hacer realidad el sueño de Jesús: vivir
el Reino de Dios entre los hombres.
Piensa, a quién le debes tu fe: ¿a
tus padres?, ¿a un sacerdote?, ¿a un
catequista?, ¿a algún amigo?. La fe es un
don de Dios que recibimos en el bautismo,
pero también es consecuencia del
testimonio de alguien que ya se encontró
con Jesús Resucitado. Quizá tú has sido
la causa de la fe de alguna persona.
¡Felicidades!, esa es la tarea de todos los
cristianos.
Pero…. si tu eres alguien que
siente que su fe no es firme, es
probablemente porque no has hallado a
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alguien que te de testimonio de su
encuentro con Jesús Resucitado, ¿o no lo
has querido ver? ¡no te desanimes!. Vale
la pena que busques entre las personas
que conoces; busca a alguien que ya lo
haya encontrado, desde luego tienes que
entrar en el "ambiente" donde están estas
personas: es gente común, pero se
distingue en que vive los valores
cristianos: la verdad, la justicia, el amor y
la paz; seguramente están entre tus
compañeros de trabajo o de universidad;
quizá entre tus vecinos o compañeros de
estudios; ven a Misa los domingos, o
acércate a algún grupo parroquial; puedes
encontrar aquí a esos testigos de la
Resurrección que viven inmersos en el
mundo transmitiendo el amor de Jesús de
Nazaret.
Cada vez que veas a alguien que
vive esos valores del Reino de Dios, es
porque es un Testigo del Resucitado;
obsérvalo, pregúntale por qué cree y por
qué vive de tal manera. Con toda
seguridad su testimonio te contagiará y tú
también serás un testigo más, ayudando a
Jesús a transformar al mundo.
¿Qué hemos celebramos en la
semana Santa?
¿Cuál es el acontecimiento más
significativo de la vida de Jesús?
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Actividad 1.2 Elige la respuesta correcta en cada item
PRUEBA DE ENTRADA
Curso de Teología Fundamental
Apellidos y Nombres:
Carrera:
Fecha:
INSTRUCCIÓN I Encierra en una circunferencia la alternativa correcta
1. La Teología se define como:
A. La práctica diaria de la Fe cristiana
B La Revelación divina.
3. La ciencia que estudia a Dios mediante la reflexión de la Revelación. 4. La Manifestación de Dios al mundo.
2. Se define como la Revelación cristiana como:
1. La manifestación de Dios al hombre 2. La Actitud rebelde del hombre frente a Dios 3. La llegada del Mesías. 4. El encuentro de Dios con el hombre.
INSTRUCCIÓN II : Escribe dentro del paréntesis la letra que corresponde al enunciado.
1. La Palabra de Dios trasmitida oral y escrita -Magisterio de la Iglesia ( ) 2. La Palabra de Dios predicada y trasmitida por los Apóstoles –Inspiración ( ) 3. Tiene la autoridad para interpretar la Biblia. – Materialismo ( ) 4. Sistema Filosófico que niega a Dios - S. Tradición ( ) 5. La influencia de Dios en la mente del hombre para escribiré su Palabra –Biblia ( )
INSTRUCCIÓN III. Responde a las siguientes preguntas
1. Cómo defines tu la teología?
2. ¿Cuál sería la importancia de la Teología?
3. ¿Cómo defines la Fe?
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Actividad 1.3 Analiza e internaliza las competencias de la presente unidad
Competencias:
Analiza y profundiza la revelación divina en la Sagrada Tradición
y la Sagrada Escritura demostrando y dando razón de su fe.
Conoce el valor histórico de los Evangelios demostrando en su
vida más interés por su lectura bíblica
Descubre que Cristo es la plenitud de la Revelación aceptando a
la persona de Jesucristo como verdadero Dios
Profundiza y comprende el misterio de Cristo en su condición
humana y divina y tiene una misión del Padre, aceptando en su
vida que Dios desea que todos los hombres se salven y nos deja
su Iglesia.
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SEGUNDO MOMENTO
NIVELACIÓN
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ACTIVIDAD 2.1 Con las orientaciones del docente el alumno debe analizar los textos
proporcionados para luego expresarlo en mapas conceptuales.
TEMA Nº 1 Introducción a la Teología
1. Concepto y Naturaleza de la Teología
El término Teología proviene del griego (Theos. Lógos) y significa etimológicamente
palabra enseñanza, doctrina o ciencia sobre Dios. En los ámbitos culturales crist ianos, el
termino teología significa principalmente dos cosas: en
primer lugar, significa el conocimiento científico de la
Revelación divina; significa también los frutos
obtenidos por la ciencia teológica; es decir las verdades
reveladas sobre Dios alcanzadas por los teólogos
cristianos. Para comprender la naturaleza de la Teología
es necesario tener presente los conceptos de la
Revelación divina y de Fe cristiana que analizaremos después.
1. Definición
La Teología, según Juan pablo II, “es un proceso de conocimiento mediante el cual la
mente humana, iluminada por la fe y estimulada por el amor, avanza en los campos
inmensos que la Revelación divina le ha abierto de par en par” Homilía en la Universidad
Pontificia romana 23/10.1981
En consecuencia la Teología cristiana puede definirse según Congar en su texto Fe y
Teología como “una ciencia por la cual la razón del cristiano, que recibe de la fe
certidumbre y luz se esfuerza mediante la reflexión en comprender lo que cree, es decir, los
misterios revelados con sus consecuencias” . San Anselmo había dicho que la Teología es
Fides quaerens intellectum, es la fe que busca entender la Revelación divina de una manera
más profunda.
La función de la teología es lograr en comunión con el magisterio de la Iglesia, en
comprensión cada vez más profunda de la Palabra de Dios contenida en la Escritura
inspirada por Dios y trasmitida por la Tradición viva de la Iglesia. De este modo, la
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Teología ayuda al Pueblo de Dios a ser conscientes de las razones de su fe y a dar cuenta
de su esperanza a quienes se lo piden.
2. Camino
Hay dos caminos para profundizar en el conocimiento de la verdad creída. Uno es
la llamada vía mística o espiritual consiste en la contemplación de las verdades divinas y
las encontramos en la vida y en los escritos de los santos, y el otro es la llamada “vía
teológica” o racional consiste en el estudio racional y sistemático de la Revelación divina y
lo encontramos en los tratados de quienes se han dedicado profesionalmente a la reflexión
de la Revelación divina.
3. Objeto de Teología
El objeto de la Teología, es decir las realidades que estudia, es el conjunto de
verdades reveladas por Dios. Suele decirse que la Teología estudia tres grandes ámbitos de
verdades reveladas: 1) La verdad de Dios y su voluntad de salvar a los hombres. 2) La
verdad del hombre creado a imagen de Dios y elevado por Cristo a la condición de hijo de
Dios; es decir, estudia al hombre como destinatario de la gracia y de la Revelación de
Cristo y; 3) La verdad y el sentido del mundo de las criaturas, en cuanto son “huellas” que
dicen relación a Dios como principio y fin de las
mismas.
La Teología estudia esas verdades reveladas
desde el punto de vista de Dios vivo, es decir desde el
Dios Trinitario que se revela “plenamente en Cristo; por
eso la Teología es ciencia que estudia las verdades
reveladas desde la Palabra de Cristo, pues es Cristo
“habita la plenitud de la divinidad corporalmente”(Gál
2,9)
En otros términos se dice que la Teología estudia las verdades de la fe desde la
inteligencia creyente , es decir desde la razón iluminada y sostenida por la fe sobrenatural..
En efecto solo su puede conocer a Dios que se ha revelado a través de la Fe (Heb 11,6).
Por eso el conocimiento teológico no se reduce al conocimiento meramente racional de las
verdades reveladas – el contenido de la fe- sino que necesita el don de la fe para entender
esas verdades e interpretarlas correctamente. Si fe es imposible conocer adecuadamente las
verdades reveladas. En definitiva, la fe es característica esencial del punto de vista
teológico, aunque la profundización en la doctrina revelada se lleve a cabo por medio de la
razón, por medio del estudio humano por eso la Teología es simultáneamente “ciencia de
la fe” y ”obra de la razón”.
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4. Importancia de la formación teológica
Estas consideraciones nos llevan a comprender la importancia de la formación teológica,
pues los cristianos no podemos ser unos ignorantes porque cada uno ha de esforzarse en la
medida de sus posibilidades en el estudio serio, científico de la fe, y todo esto es la
teología. Piedad de niños y doctrina segura de teólogos según afirmaba Escrivá de
Balaguer.
El estudio científico de la fe, especialmente en quienes se prepara para ser educadores,
abarca dos objetivos que son necesarios en toda “educación integral”: “conocer y amar a
Dios” y a la vez “alcanzar la más profunda significación de este mundo” “El afán por
adquirir esta ciencia teológica – la buena y firme doctrina cristiana- esta movido, en primer
término por el deseo de conocer y amar a Dios. A la ve es también consecuencia de la
preocupación general del alma fiel por alcanzar lo más profunda significación de este
mundo, que es hechura del Creador.
La razón de tal estudio también es clara: ensancha con dimensión divina la comprensión de
todas las realidades de todos los conocimientos lo que facilita la coherencia de
pensamiento y la unidad de vida del cristiano: “si el mundo ha salido de las manos de Dios,
si el ha creado al hombre a su imagen y semejanza ( Gén 1,26) y la dado una chispa de su
luz, el trabajo de la inteligencia debe- aunque se con un duro trabajo-desentrañar el sentido
divino que ya naturalmente tienen todas las cosas, y con la luz de la fe, percibimos también
su sentido sobrenatural, el que resulta de nuestra elevación al orden de la gracia. No
podemos admitir el miedo a la ciencia, porque cualquier labor, si es verdaderamente
científica, tiende a la verdad. Y Cristo dijo “Yo soy la Verdad” (Jn 4,6)
5. Relaciones entre Teología y Filosofía
Para profundizar en el conocimiento de la Revelación divina los cristianos han utilizado,
desde los primeros tiempos, los recursos que ofrece el saber filosófico. Esto recursos
abarcan principalmente dos grandes campos: Los preámbulos de la Fe y os sistemas
filosóficos que son compatibles con la fe.
1. Los preámbulos de la fe
Se llama preámbulos de la fe a ciertas verdades de sentido común, aceptadas
universalmente- por ejemplo que el hombre está dotado de libertad, que preparan al
hombre para el conocimiento de la fe sobrenatural. La teología cristiana siempre ha
aceptado estas verdades fundamentales que forman parte del sentido común y que
constituyen norma elemental del pensamiento humano.
Se trata de unas verdades que son anteriores al conocimiento de fe, y que han sido
expresadas y fundamentadas racionalmente por el saber filosófico; la teología cristiana las
acepta y se apoya en ellas para preparar al hombre al conocimiento de fe , es decir, para
mostrar que las verdades de la fe cristiana son razonables y tiene sentido. De ahí que en el
ámbito cristiano sean llamadas preámbulos de la fe. Tenemos los siguientes:
La capacidad del hombre para alcanzar la verdad.
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La aptitud para adquirir una cierta noción de Dios y para conocer con certeza que
existe.
La naturaleza espiritual e inmortal del alma humana
La existencia del más allá
La libertad humana
La condición religiosa del hombre en cuanto tal
2. Los sistemas filosóficos y la Fe.
Estas verdades fundamentales del pensamiento humano se encuentra, en diversa
medida en los diferentes sistemas filosóficos y culturales.- De ahí la necesidad de
cerciorarse críticamente de los principios que rigen las diversas filosofías, pues algunas
están viciadas en sus mismo fundamentos por planteamientos erróneos y deslizan expresa o
tácitamente hacia la negación de Dios. Por ejemplo las llamadas “filosofías de la
inmanencia” reducen la existencia humana a la esfera de lo temporal y estiman absurdo e
inútil la pregunta por la existencia de dios; es patente que tales filosofías no sirven para
profundizar en el conocimiento de Dios.
Con un planeamiento muy sensato, la Iglesia pide que la enseñanza de la Teología
“se debe fundamentarse en el patrimonio de la filosofía perenne y tener principalmente
como maestro a Santo Tomás de Aquino. Se entiende por Filosofía perenne un conjunto de
principios inmutables, contrastados por el sentido común y por la historia, que constituyen
un patrimonio heredado de las precedentes generaciones cristianas y que
fundamentalmente han sido escogidos y expuestos por Santo Tomás de Aquino.
Finalmente hacemos mención de los principales sistemas filosóficos y culturales,
vigentes en nuestros días, que por su propio planteamiento se han mostrado incompatibles
con el conocimiento de fe y con la vida cristiana. Destacamos los siguientes:
El racionalismo. Es aquel sistema de pensamiento que juzga todas las cosas sólo y
exclusivamente por medio de la razón, sea filosófica o sea científica. En el área religiosa,
algunos racionalistas admiten la existencia de un núcleo religioso natural, racional
fundado en el conocimiento filosófico, al que llaman deísmo; admiten la existencia de un
dios lejano que no se ocupa de los problemas de los hombres. Por un lado el racionalismo
admite que la religión es racional y connatural al hombre. Por el otro lado induce la
relativismo y al subjetivismo religioso y moral- la religión y la moral serian según la
razón de cada uno, la opinión de la mayoría o las circunstancias históricas de los pueblos.
El racionalismo rechaza la Revelación de Dios, la fe sería una superstición; la divinidad
de Jesús, su Resurrección y sus milagros serían unos mitos insostenibles racionalmente.
El agnosticismo.- Es una postura filosófica según la cual Dios y las cuestiones religiosas
están más allá de la capacidad humana de conocer, pues entiende que la razón humana no
puede alcanzar nada que trascienda los limites de la experiencia sensible, es decir estima
que la razón humana o puede saber si Dios existe o no. Para el agnosticismo no cabe
hablar de verdad religiosa ni de religión verdadera, porque el hombre no las podía
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conocer. Esta actitud no adopta un planteamiento estrictamente racional, sino parte de
una decisión de la voluntad contraria al sentido común de los pueblos y decide-sin tener
para ello ningún fundamento racional seguro- que el hombre no puede conocer la
existencia de Dios.
Para el agnosticismo, la cultura debería construirse sobre bases exclusivamente
racionalistas; y lo religioso debería reducirse al ámbito de la conciencia individual. El
agnosticismo considera la fe como algo irracional que debería ser eliminado de la vida
del hombre civilizado, y reduce la vida cristiana a meros sentimientos.
El agnosticismo lleva a al relativismo-incapacidad de la mente humana para conocer la
verdad, al indiferentismo religioso-consideración igual de todas las religiones, y suele
conducir a posturas de increencia-inducción a que el hombre se desentienda de la
existencia de Dios y de sus posibles manifestaciones a los hombres.
El fideísmo. Compatible con el agnosticismo filosófico que consiste en aceptar creencias
religiosas por que si sin analizar las razones que las hacen creíbles, y sin captar su
contenido inteligible. El fideísmo suele llevar al fanatismo y a una mentalidad fatalista:
los hechos acontecen sin ninguna explicación racional.
El materialismo. Además de una Filosofía, el materialismo es una actitud vital que solo
reconoce las realidades materiales. Pretende explicar toda la realidad a través de la
materia; para las posturas materialistas no existe Dios como ser espiritual, ni el alma
humana espiritual, ni vida después de la muerte.
ACTIVIDAD 2.2 Analiza el texto interactúa con sus compañeros sobre lo que se ha
leído, finalmente elaborar un resumen y exponerlo
Tema Nº 2 Actitud del hombre para conocer a Dios
Para acceder al conocimiento de Dios y de su Revelación y por consiguiente para
conocer lo que Dios significa en la vida de los hombre es necesario que el hombre busque
su propia identidad, es decir que adopte la actitud plenamente humana de comportarse de
un modo racional y libre, con señorío sobre si mismo y de este modo estar abierto a la
verdad ey al bien que le dignifica. Solo así el hombre podrá descubrir el sentido pleno de
su existencia, pues quien reduce su vida a los terreno, es decir a la esfera corporal, se
incapacita para descubrir su propia identidad personal y, por consiguiente, se incapacita
para conocer a Dios, especialmente al Dios que se ha revelado a los hombres.
1. El hombre es un ser racional
El hombre se manifiesta como un ser racional, que piensa y reflexiona, dotado
de un entendimiento o inteligencia capaz de conocer la verdad y la belleza de las cosas
y la verdad sobre si mismo: el hombre asciende desde las percepciones sensibles
concretas hasta la verdad de la cosas mismas . Nuestro conocimiento es verdadero
cuando concuerda realmente con las cosas conocidas.
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La verdad es el bien del entendimiento. En cambio, el error es algo anormal, un
accidente, una carencia entorpecedora. Por eso, solo la verdad perfecciona la
inteligencia humana y capacita al hombre para descubrir su dignidad humana y su
identidad personal, y para conocer las cosas que son auténticos bienes para el hombre.
Esta condición de la inteligencia humana exige que el hombre aprenda a pensar bien, a
buscar y amar la verdad. Y a tener la humildad de reconocer las propias limitaciones,
así como los bienes que se el ofrecen desde fuera, de este modo el hombre se dispone a
descubrir la auténtica verdad sobre si mismo y a realizar su identidad personal. La
inteligencia humana no se satisface con las verdades inmediatas, concretas y parciales,
que le ofrecen el conocimiento ordinario y el conocimiento científico, sino que tiende
a buscar la verdad última que da sentido a su existencia. El hombre se pegunta ¿quien
soy yo? ¿Qué hay después de la muerte? La respuesta racional a estos interrogantes
lleva al hombre a descubrir y aceptar la verdad ultima que da sentido a la existencia,
esa realidad que es el origen y el fin de todo. Y que los hombres llaman Dios. Por eso
la religiosidad, el trato con Dios, es una expresión de la racionalidad humana, en su
raíz, la religiosidad no es un mero sentimiento ni un producto cultural.
2. El hombre es un ser libre.
Es un hecho de experiencia que el hombre es capaz de decidir por si mismo.
Cuando con sus decisiones libres, se eleva sobre las pasiones interiores y sobre las
coacciones externas, el hombre alcanza un bien que le perfecciona y que le da la
felicidad personal a la que se siente impulsado.
Es preciso observar que la auténtica libertad humana no consiste en lo que
suele llamarse “libertad de”, es decir , la mera capacidad de tomar decisiones por si
mismo-por ejemplo, matar a un hombre o drogarse, sino que es aquella decisión que
desarrolla armónicamente el ser del hombre, se trata de la llamada “libertad para”, el
bien; es decir, la libertad dignifica al hombre, pues, solo la realización del bien
objetivo y rea es digna del hombre y conduce a la felicidad. De este modo, el bien es el
fin de la libertad humana.
En un deseo de bien y felicidad, el hombre no se limita a los bienes materiales y
caducos, sino que tiende al Bien Supremo que da la máxima y verdadera felicidad al
hombre. Bien al que los hombres llaman Dios. Por eso, la religión es expresión natural
de la libertad del hombre que busca el bien. Por eso también, la religión hace a los
hombres libres y buenos, felices.
Para alcanzar el Bien Supremo, es necesario que el hombre aprenda a querer y a actuar
con libertad interior, es decir, con sinceridad personal o rectitud de corazón. Ya decía
San Agustín que “si quieres ver y contemplar a Dios, trata primero de limpiar el
corazón y quitar de él todo lo que le desagrade”. En otras palabras el hombre debe
aprender y a practicar el bien que le ofrece la inteligencia y que da sentido a su vida;
sólo así el hombre será capaz de adquirir unidad de vida, de cultivar los bienes del
espíritu por encima de los bienes terrenos y de conquistar la verdadera libertad
personal.
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2.1 Teología, cultura y vida
La teología mantiene una estrecha relación con los planteamientos culturales y con los
problemas de la vida humana, con el fin de informarlos con la fe sobrenatural. De ahí
la importancia de hacer algunas precisiones en torno a la fe sobre la que se realiza el
saber teológico.
1. La fe es un don de Dios.
La fe es esencialmente un don de Dios, una realidad teologal y sobrenatural que Dios
ofrece a los hombres, aunque se exprese con palabras humanas. Tiene como fin abrir
el horizonte del hombre a la vida divina. En otras palabras, la fe no es un producto
cultural, ni está vinculada a una determinada cultura, sino que es una luz divina que
tiene la capacidad de informar las diversas expresiones culturales de los hombres.
2. La fe se hace cultura
Aunque no es un producto cultural, la fe puede y debe expresarse culturalmente.
Los estudiosos suelen llamar “Inculturación de la fe” a la tarea de encarnar fielmente
la fe y la vida cristiana en el leguaje propio de cada cultura humana.
La realización de esa tarea, tanto por parte de los estudiosos como por parte de gente
sencilla, puede concretarse en los puntos siguientes:
En primer lugar la fe informa con la fuerza del Evangelio los sistemas de
pensamiento, los criterios de juicio y las normas de conducta humana.
En segundo lugar, la fe discierne los variados elementos culturales, es decir, la fe
ilumina las ideas y capacita al hombre para asimilar los elementos positivos que se
encuentran en ellas , desechar los erróneos y desarrollar las posibilidades que
ofrecen las diversas culturas. Ya decía Boecio en la Edad Media: “Une cuanto
puedas Fe y Razón”
Por ultimo la fe fermenta la vida humana dándole sentido cristiano. Por su parte el
saber teológico lleva a cabo la tarea de inculturación, cuando bajo la luz de la
Revelación busca solución a los problemas humanos. Esta tara se realiza mediante
la aplicación de las verdades reveladas a la variada condición de las cosas humanas
y mediante la apropiada expresión de esas verdades. La inculturación y la fe es una
tarea grandiosa y delicada que, en no pequeña parte pertenece a los laicos dotados
de buena formación teológica y de competencia profesional. Concretamente el
concilio Vaticano II alienta a los laicos para que la cultura religiosa y la rectitud de
espíritu vayan e ellos al mismo paso que el conocimiento de las ciencias y de los
diarios progresos de la técnica; así se capacitarán para examinar e interpretar todas
las cosas con integro sentido cristiano.
La inculturación de la fe muestra la importancia que tiene la dimensión pedagógica.
Los conocimientos teológicos expresados pedagógicamente facilitan la trasmisión
del mensaje cristiano a las personas que tienen otras culturas, defienden la fe ante
las dudas o los ataques que puedan surgir en los diversos ambientes sociales y
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muestran la credibilidad, la belleza y la dignidad de la visión cristiana de la vida
humana.
3. La fe se hace vida.
La fe está llamada hacerse vida en los cristianos. Vivir de fe consiste en esforzarse
continuamente para vivir en coherencia con la luz y la fuerza de la fe.
Cuando la fe o es viva y deja de ser el motor y la norma suprema de actuación- es
decir, cuando en el hombre no hay coherencia ente el saber religioso y la cultura civil
o entre el pensamiento y la acción, entonces la vida suele imponerse a la fe y trata de
alterarla e , incluso, de destruirla.
2. Concepto de Teología fundamental
1. Definición
Suele definirse la Teología Fundamental como el estudio científico de la Revelación
de Dios a los hombres y de su credibilidad. También suele afirmarse que es el estudio
de los fundamentos racionales de la fe cristiana y de los requisitos que la justifican. En
definitiva, la inteligencia humana busca las razones para creer. La Teología
fundamental responde la axioma intellectus quaerens fidem= la inteligencia está a la
búsqueda de la fe.
b.- Objeto de la Teología Fundamental
La Teología Fundamental debe justificar la autenticidad de la Revelación cristiana; esa
justificación abarca el estudio de varios temas: el hecho mismo de la Revelación; la
existencia histórica de Jesús de Nazaret; el carácter histórico de los Evangelios; las
credenciales para aceptar a Jesús como el Hijo de Dios enviado por el Padre; el
carácter sobrenatural de la misión e Jesucristo; y por ultimo la misión sobrenatural de
la Iglesia fundada por Jesucristo. En definitiva, se trata de ver los motivos que hacen
creíble la Revelación cristiana. Este es el gran Objetivo de la Teología Fundamental.
TEOLOGÍA
FUNDAMENTAL
Introducción
1. Introducción a la
Teología Fundamental
II .La Experiencia cristiana La Revelación divina La historicidad de Jesús Valor histórico de los Evangelios La Divinidad de Jesús de Nazareth
Confirmación de la divinidad de
Jesús.-La Resurrección de Jesús
La misión de Jesucristo
III. La Experiencia
Eclesial
La Iglesia de Jesús
El misterio de Jesús Dios
y Hombre
III. La Experiencia
religiosa
La condición religiosa
Actitud del hombre para
conocer a Dios
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ACTIVIDAD 2.3 Leer y analizar el tema propuesto para luego elaborar un mapa semántico.
Tema Nº 3 La Revelación cristiana y su papel dentro del orden de salvación establecido por Dios
El orden sobrenatural de la salvación significa para el hombre, un nuevo orden de ser y de vida. «La revelación en el sentido del cristianismo---dice el teólogo protestante Stange'-es algo más que una suma de valores espirituales. Se trata de una acción de Dios, de un proceso vital, una historia primitiva de Dios en el hombre, que no se desenvuelve sólo en el conocimiento humano, sino que se relaciona con la vida humana más allá de lo que el hombre puede alcanzar.» La revelación está implicada en la corriente de vida que procede de Cristo y nos concede la gracia de ser hijos de Dios, que comienza con un nuevo nacimiento e incluye la herencia del cielo.
1. La economía sobrenatural de salvación
Dios es la infinita plenitud de ser, un mar de luz, vida y bienaventuranza. Dios es infinitamente rico, tan rico, que puede darse sin que padezca ninguna disminución de su plenitud de ser. El universo de la naturaleza con todo lo que incluye es una creación de Dios, un don de su omnipotencia.
I. Una segunda vez ha hecho Dios don de sus riquezas al elevar- a los ángeles y a los hombres al orden sobrenatural Salvación. Este orden de la sobrenaturaleza construye sobre la .'a asume orgánicamente en sí, pero se eleva a un orden de vida y existencia superior a la vida y
existencia natural. Y este mundo sobrenatural no es simplemente el grado más elevado de
una creación ordenada en diversos estamentos; como si se añadiera al reino anorgánico del
ser o al vegetal y animal, o a las criaturas racionales, un grado de vida todavía más
superior, no, el orden sobrenatural de la gracia está esencialmente por encima de todas las
posibilidades del mundo natural. Si buscamos dónde se pueda dar una esfera superior a
todos los grados naturales del ser, topamos con la esfera del Dios infinitamente santo. Y en
realidad todas las imágenes, con que Cristo ha descrito la vida sobrenatural, revelan que
por la gracia nos introducimos en la corriente vital de la vida intratrinitaria y nos hacemos
participantes de la naturaleza divina. 2 Pe 1 4),
2. Mayor que todas las diferencias que separan el ser material de la vida, y el espíritu
del cuerpo, es el abismo que se abre entre el ser natural y el sobrenatural. En la creación enri-
quece el Creador a la criatura con los bienes de su poder, que se rnanifiestan en el universo
creado. En la elevación sobrenatural Dios introduce a la criatura, por así decir, en la casa paterna
y la acoge en la comunión familiar de la intimidad divina. Con esto no sólo queda
enriquecida la criatura de nuevos bienes, sino que entra en una nueva relación con Dios. La
relación de la criatura con el creador, del siervo con el señor, que viene dada con la
creación, queda absorbida en la filiación adoptiva dada con la gracia y se convierte en una relación de hijo a Padre.
3. Esta relación del hombre justificado con Dios es tan íntima que no puede coexistir
con el pecado. Mientras la criatura racional y sus facultades son conservadas por Dios aun
cuando ella se aleje de Dios por el pecado, el ser de la gracia se destruye cuando su
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portador se opone a las exigencias de la santidad divina. Mediante la gracia el hombre es
introducido en la esfera sagrada de la vida divina y queda unido tan estrechamente con el
Dios santo, que la rebelión pecaminosa debe tener como consecuencia la caída de esta
santa esfera.
El orden paradisíaco de la gracia se perdió por el pecado original. La obra de Cristo es
la renovación y la restauración de 1a salvación perdida con el pecado, el nuevo abrazo de
Dios al hombre caído.
3.2 LA REVELACIÓN, CONOCIMIENTO DE ORDEN SOBRENATURAL
1. La economía sobrenatural de salvación eleva al hombre a un nuevo grado de ser y
de vida. Con esta nueva realidad está relacionado también un nuevo orden de conocimiento. Par-
ticipación en el ser supone también participación en la verdad; participación en el ser sobrenatural
implica también un conocimiento sobrenatural. A todo grado en el ser corresponde una
clase de percepción o conocimiento correspondiente a su naturaleza. A1 ser material
inanimado corresponde la fuerza de la cohesión y de la subsistencia de la materia, que
actúa de un modo inconsciente y mecánico. A la vida vegetativa está unida ya una especie de
autoafirmación totalmente diversa y más completa. En-el campo de la vida animal el ser es
percibido como posesión individual y es sentido en la conciencia que se manifiesta como
alegría y dolor. En el ser espiritual se llega a la autoconciencia y a la libre y responsable
decisión. Aquí se abre la puerta al reino de la luz y de la verdad; el hombre puede percibir en la
creación algo de los reflejos de la gloria de Dios, convirtiendo la gloria externa del Creador
en una alabanza formal al Señor.
2. El orden sobrenatural de la gracia se funda sobre una manifestación completamente
nueva de Dios. A ella está unida también la posibilidad de un conocimiento de Dios
completamente nuevo por parte de la creatura justificada. A la llamada de Dios Padre debe
responder el alegre asentimiento del hijo de Dios y su amor. De esta manera al orden
ontológico sobrenatural debe corresponder un orden de conocimiento sobrenatural. Este se
le concede al hombre en sentido propio y completo sólo en la visión de Dios, en la que la
naturaleza y la realidad de Dios son contempladas directamente. En el período de la pre-
paración terrena el ser sobrenatural de Dios no es perceptible como tal. Ni siquiera
podemos distinguir la realidad sobrenatural de la gracia, en cuanto tal, del campo creado en
el que se encuentra escondido. Lo sobrenatural se nos presenta en la realidad de este
mundo sólo de un modo velado. Los ojos del conocimiento natural no son capaces de
atravesar estos velos terrenos. Para la presente peregrinación del hombre, incluso del hom-
bre justificado, Dios permanece siendo un Dios «escondido”
Estos velos no son quitados ni aun por la gracia de la fe. Incluso en la persona de
Cristo el misterio de la unión hipostática no era directamente visible. «Ninguno conoce al
Hijo, sino el Padre, y ninguno conoce al Padre, sino el Hijo y a quien el Hijo quiera
revelarlo» (Mt 11, 27). El anonadamiento, que la segunda Persona divina realizó en la
encarnación (Phil 2, 7), se da de una manera análoga en todo ser sobrenatural que existe en
esta vida. Incluso la existencia y esencia de la Gracia y la actividad de los Sacramentos
están ocultos a nuestra vista.
La acción salvífica de Dios implica, por consiguiente, como algo esencial la
revelación de su realidad hecha por el mismo Dios. El hombre ha de ser consciente de la
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gracia sobrenatural, recibirla con agradecimiento y tender con libertad y responsabilidad a
su meta sobrenatural. Mas para ello es necesario que Dios. le revele los misterios, que él
mismo no puede conocer. A su vez, la revelación ha de ser algo más que una comunicación
de puras ideas abstractas. Ella está al servicio de la economía sobrenatural de salvación y
tiene como fundamento y presupuesto la acción salvífica de Dios en toda su plenitud. Re-
velación y acción salvífica de Dios están, pues, subordinadas entre sí y se exigen y condicionan
mutuamente.
3. Revelación en el sentido propio de la palabra sólo se da allí donde Dios manifiesta
algo de sus misterios y de sus planes de salvación. Sólo esta concepción está de acuerdo
con la idea cristiana de revelación, que rechaza tanto el empobrecimiento de la idea hecho
por el racionalismo, como su exageración hecha por la teología dialéctica.
Dentro del Racionalismo se habla mucho de «Revelación» e incluso con énfasis, pero se
entiende como revelación una experiencia interna e inmanente, que no tiene ninguna causa
sobrenatural, sino que brota espontáneamente de la naturaleza del hombre. Según las
diversas posturas filosóficas se dan orígenes diversos a esta «revelación» : unos los ponen
en la razón teórica (la Ilustración), otras en la razón práctica (Kant), o en las tendencias
profundas de la vida emocional (Schleiermacher) o en un sentimiento propio de lo divino
(R. Otto). Sólo están de acuerdo en la exclusión de toda acción real procedente de arriba.
La esfera de lo humano puede ser sobrepasada
Otra falsa concepción de la revelación deriva de la exageración de la trascendencia de
Dios y de una desvaloración de lo natural y creado, de tal modo que entre Dios y el hombre
se pone un abismo infranqueable y se destruye todo acceso del hombre a una revelación
divina. Estas ideas son propias de la Teología Dialéctica y las expresa con una vivencia
especial Karl Barth. El origen teológico de esta opinión está en exagerar el pecado original,
concibiéndolo como una corrupción material y una lesión interna de la naturaleza, de
manera que en las aguas turbias de la creación no puede ya reflejarse el cielo. Filosófi-
camente influye en esta escuela el escepticismo crítico de la filosofía agnóstica, que cierra
todo acceso al trascendente. Estos teólogos niegan toda analogía entre Dios y la criatura y
la posibilidad de todo conocimiento natural de Dios. Los conceptos tomados de la creación
no se adaptan a ser vehículos de las comunicaciones divinas. La revelación sólo puede
penetrar en el mundo en sentido vertical y, como una realidad de naturaleza completamente
distinta, ha de poner en perpetua crisis lo humano y lo terreno.
Pero esto no asegura la eficacia de la revelación divina, sino que le quita más bien su
fundamento. Sólo si reviste expresiones humanas y conceptos antropomórficos, la
revelación de Dios llega a ser un don que el hombre puede percibir y apreciar (H.
Thielicke).
3.3 REALIZACIÓN Y DESARROLLO HISTÓRICO
DE LA REVELACIÓN
I. Dios no ha dirigido la revelación sobrenatural a cada hombre en particular; esta
revelación no está abierta directamente, como la revelación natural, a todo hombre. La
revela ción sobrenatural es general, es decir, dirigida a todos los hombres, pero a éstos les
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llega por medio de los órganos elegidos por Dios. «De muchas y diversas maneras habló
Dios a los padres en los tiempos anteriores por medio de los profetas. En loa últimos
tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo» (Heb 1, 1 s.). Cristo podía afirmar que todos
los profetas y la Ley habían hablado de El y del Reino de Dios fundado por ~1 (M 2,13;
cfr. Lc 24, 27.44; Act 10, 43).
La Revelación tiene en Cristo no sólo su cumbre, sino su meta y piedra angular. Pero la
revelación, que Cristo nos ha traído, es sólo la reinstauración de la economía original de
salvación establecida por Dios y concedida a los hombres con la creación. A este orden
salvífico del paraíso estaba unida una revelación sobrenatural de Dios, que, como
patrimonio hereditario, debía ser transmitida a la familia humana. La pérdida de la gracia
por el pecado llevó a la pérdida de esta revelación primitiva, pero de tal modo que los
rayos dispersos de aquella luz celestial se reflejaban todavía en el oscuro adviento de la
humanidad. E1 deseo del paraíso y sus oscuros recuerdos se encuentran en casi todos los
pueblos de la tierra.
2. Dios abre un segundo camino de salvación por medio de la redención realizada por
Jesucristo. Esta era de salvación la preparó manteniendo viva con nuevas revelaciones
hechas a su pueblo elegido la conciencia de la vocación sobrenatural del hombre. Habló a
los Patriarcas. Por medio de Moisés estableció un pacto con el pueblo elegido y, por medio
de los profetas, anunciando cada vez más claramente la salvación mesiánica.
3. La revelación de Dios ha encontrado en la Persona y en la obra del Verbo encarnado su
punto cumbre y su plenitud (Mt 11, 27), así como el contacto personal más íntimo con los
hombres. Las revelaciones del Antiguo Testamento eran un prólogo a la Palabra de Dios
manifestada por Cristo (Mt 11, 13); la predicación de los Apóstoles, los «testigos
predestinados» para la obra salvadora del Verbo, era la auténtica promulgación e
interpretación de esta Palabra. El Antiguo Testamento, «introducción a Cristo», tiene su
meta y fin en Cristo, el Nuevo eI nuevo testamento, promulgación del Evangelio, tiene su
fuente en Cristo, su Persona, su mensaje y su acción redentora.
II. La revelación se desarrolla gradualmente a través de los patriarcas, Moisés, los Profetas
hasta Cristo. Este desarrollo no afecta a la íntima sustancia de la economía sobrenatural de
la salvación. No implica el salto a un orden de salvación nuevo, ni , el otro orden de
conocimiento. La gracia y la salvación de Cristo comenzaron a ser eficaces después de la
caída de los primeros padres. Pero esta salvación sólo se veía entonces de un modo vago,
como débil esperanza, que se elevaba en el horizonte; cada vez brilló con más claridad
hasta que Cristo, luz del mundo, apareció en la tierra.
1. El desarrollo se realiza mediante el aumento cuantitativo y cualitativo del contenido de
la Revelación. Lo que al principio era oscuro y sólo se describe en esbozo, aparece cada
vez más claro en sus particularidades. Esto vale, sobre todo, para la verdad central de la
revelación cristiana: el misterio del Mesías y el Reino de Dios. En las exigencias morales
también se da un progreso de lo imperfecto a la altura moral de la ética del Evangelio. Las
concesiones a la insuficiencia moral de la humanidad, todavía poco desarrollada cultural y
socialmente en el Antiguo Testamento (cfr. Mt 19, 8), no están motivadas por razones de
principios, sino por motivos pedagógicos y contingentes.
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En el Antiguo Testamento la revelación permanece reservada al pueblo de Israel. Pero el
destino universal de la salvación sobrenatural se manifiesta cada vez más claramente en el
transcurso del adviento de la humanidad, hasta que en la plenitud de los tiempos fueron
allanados los caminos para la extensión universal del Reino de Dios.
La revelación del Antiguo Testamento era una revelación provisoria e imperfecta. Estaba
teológicamente orientada hacia el futuro mesiánico y consigue su sentido y plenitud por
medio
del Nuevo Testamento. Todo lo que servía para la preparación a la venida de Cristo, perdió
su valor con la llegada de Cristo. 2. Los motivos de esta revelación gradual hay que
buscarlas ante todo en la sabia pedagogía de Dios, que por medio del conocimiento de su
insuficiencia y debilidad hacía que la humanidad alcanzase su madurez y preparación para
escuchar la nueva llamada de Dios. Pablo describe magistralmente en su carta a los Gálatas
esta gradual preparación y sus sabias intenciones: «Antes de que viniese la fe, estábamos
encerrados bajo la custodia de la Ley, en espera de la fe que debía revelarse. De esta
manera, la ley fue nuestro pedagogo para ir a Cristo, para que fuésemos justificados por la
fe. Y una vez que ha venido la fe, ya no estamos bajo el pedagogo» (Gal 3, 23 ss.). Dios
quería adaptar el orden sobrenatural a las condiciones de la situación cultural, económica,
espiritual y religiosa de los hombres. No quería mudar o corregir violentamente el desarro-
llo de la historia. La revelación no había de servir a motivos culturales, económicos o
políticos.
III. Con Cristo la revelación pública sobrenatural ha encontrado su conclusión definitiva.
«Cuando vino la plenitud de los tiempos, envió Dios a su I-Hijo, nacido de una mujer,
nacido bajo la ley, con el fin de rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de conferirnos
la adopción filial» (Gal 4, 4 s.).
1. Cristo es la conclusión de la revelación sobrenatural. Esto significa dos cosas: a) que no
habrá otra revelación, constitutivamente nueva, de suerte que la revelación cristiana no ha
de ser reemplazada por otra superior, ni mudada sustancialmente. Esta es una doctrina de
fe, garantizada por 1a revelación; b} que en el cristianismo no habrá nuevas revelaciones
públicas y obligatorias para todos. Es una doctrina católica segura (veritas catholica), que
con la muerte de los Apóstoles ha quedado cerrada la revelación general. Las revelaciones
privadas posteriores (p. ej., a Juliana de Líeja, sobre la fiesta del Corpus Christi (1209) o a
Margarita Alacoque (1673), sobre 1a devoción al Corazón de Jesús) fueron sólo medios de
la Providencia para poner en evidencia ciertas verdades de la revelación cristiana y pro-
mover la vida religiosa y la fe. Estas revelaciones no obligan bajo fe, y la Iglesia sólo
declara que están de acuerdo con la revelación cristiana; ellas son un impulso, no un
fundamento para la actitud de la Iglesia. La Iglesia no recibirá, por consiguiente, ninguna
nueva revelación; tiene un «depositum» que custodiar, y un tesoro, a ella confiado, que no
lo puede aumentar.
La doctrina católica de que la revelación se concluye definitivamente sólo con la muerte
del último Apóstol, no disminuye la posición central de Cristo en la economía salvífica, ya
que la revelación anunciada por los Apóstoles no es otra cosa que la promulgación de lo
que Cristo ha presentado como el Evangelio de Dios.
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2. El hecho de que la revelación encontró en Cristo su plenitud y conclusión se apoya en la
libre voluntad de Dios y, por consiguiente, sólo se puede demostrar por la misma
revelación. Esta verdad está contenida con suficiente claridad en la doctrina del Nuevo
Testamento y en la conciencia de la Iglesia'.
a) En la Encíclica contra el modernismo se condena la siguiente proposición : «la
revelación, que es objeto de fe, no ha concluido con los Apóstoles» '.
b} En la Escritura se expresa claramente esta verdad. Cristo dice que él ha manifestado a
los Apóstoles todo lo que El ha oído del Padre. El Espíritu Santo les ha de recordar todo lo
que Cristo les ha dicho (Ioh 14, 25). La misión del Espíritu Santo es, pues, velar por la
permanencia y pureza de la revelación de Cristo. El no manifestará nuevas revelaciones.
c) Con mayor claridad anuncian los Apóstoles esta verdad. «Nadie puede poner otro
fundamento que el que está puesto, Jesucristo» (1 Cor 3, 11). Los Apóstoles no quieren
anunciar otra cosa que cl Evangelio de Cristo, que han recibido (1 Cor 15, 2). Por medio de
las Apóstoles se unen los creyentes a Cristo: «edificados sobre el fundamento de los
apóstoles y profetas, cuya piedra angular es e1 propio Cristo Jesús» (Eph 2, 2(i). Es
declarado anatema quienquiera que intente mudar o añadir algo a la fe anunciada por los
Apóstoles (Gal 1, 8 s.).
d) Por ello el Evangelio de Cristo ha de ser anunciado hasta el fin de los tiempos (Mt 28,
20). Como el Reino de Cristo (Lc 1, 33) no tendrá fin y permanecerá «inconmovible» (Ileb
12, 28), así también su verdad permanecerá intacta y sin necesidad de añadiduras hasta la
consumación de los siglos.
e) En el primitivo cristianismo existía la conciencia de que Cristo constituye el punto
cumbre y final de la revelación divina. La afirmación de Dt 12, 32: «cuidaréis de practicar
todas las cosas que yo os mando, sin añadir ni quitar nada», se aplica en el tiempo
posapostólico a la conservación de la tradición procedente de Cristo. En la Didajé se dice:
“no abandones los mandamientos del Señor, sino que guardarás lo que has recibido, sin
añadir ni quitar nada» s. La carta de Bernabé: aguardarás lo que recibiste, sin añadir ni
quitar nada» 6. La joven Iglesia estaba siempre llena de un doble cuidado, no perder nada
del tesoro de la revelación y no falsearlo con añadiduras humanas. Por ello defendió,
contra Marción, el Antiguo Testamento y condenó las revelaciones de los nuevos profetas
(los montanistas).
f) El motivo intrínseco de la posición central y del valor definitivo de la revelación de
Cristo se encuentra en la dignidad de su persona. El cristianismo no es sólo la última
religión revelada por Dios, sino la realización más alta y más perfecta de la religión que se
pueda imaginar, es simplemente la religión absoluta.
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ACTIVIDAD 2.4 Analizar, resumir y exponer por grupos
TEMA: 4 CARACTER ABSOLUTO DEL CRISTIANISMO
La cuestión sobre el carácter absoluto del cristianismo, que ha obtenido una gran
actualidad desde comienzos del siglo xx, se funda en el núcleo esencial del problema del
cristianismo y puede contribuir mucho a su aclaración definitiva.
Con su obra «Die Absolutheit des Christentums und die Religionsgeschichte» (1902), E.
Troeltsch ha dado un fuerte impulso a la discusión del problema. A esta discusión se han
añadido después sabios de todas las direcciones como K. Heim, F. Brunstád, C. Clemen, P.
Mezger, W. Scheller, J. Hessen, E. Brunner, M. Schlunk, J. Witte, G. Wünsch, G.
Mensching y otros.
I. 1. Cuando se habla del carácter absoluto del cristianismo se quiere significar no sólo que
el cristianismo tiene una verdad inviolable, ni sólo que el cristianismo es la religión más
elevada entre las religiones que existen, sino que el cristianismo es la Religión que vale y
es obligatoria para todos los hombres y edades, la religión más elevada que puede existir y,
por ello, simplemente insuperable. El cristianismo exige este carácter absoluto no sólo en
el sentido de corresponderle un reconocimiento universal, sino de tener un valor único y
exclusivo. Excluye un derecho igual en otras religiones, incluso niega la posibilidad de
poder ser superado por un ulterior desarrollo religioso. Esta exigencia del cristianismo no
quiere decir que en las otras religiones sólo se encuentre el error o que en ellas sea
imposible una actitud auténticamente religiosa y una entrega incondicional a Dios; sólo
quiere decir que la decisión objetivamente recta
en el problema religioso es sólo la entrada en el cristianismo. El cristianismo ve en Cristo
el punto central y cumbre de la era de salvación. No es de extrañar, por tanto, que desde
sus comienzos haya exigido este carácter absoluto.
2. Esta exigencia ha sido siempre para el mundo una piedra de escándalo; para el hombre
moderno se ha hecho un escándalo casi insoportable. Considera esta exigencia como una
ingenuidad y necedad presuntuosa y arrogante. Todas las formas y símbolos de la religión
son, dicen éstos, igualmente verdaderos e igualmente falsos, expresiones equivalentes del
sentido religioso y de la emoción del hombre.
II. Se le puede conceder a los adversarios que la exigencia del cristianismo de ser la
religión absoluta cae por tierra cuando se niega su origen sobrenatural. La posición
excepcional y única del cristianismo se puede mantener sólo si se funda sobre una acción
única de Dios. Todos los intentos de considerar el cristianismo como un desarrollo natural
humano y, a pesar de ello, mantener su superioridad, son vanos o han podido demostrar
una superioridad sólo relativa.
I. El Iluminismo y la filosofía idealística han intentado trasladar la decisión acerca del
cristianismo del campo contingente de la historia al puerto tranquilo de la razón. Interesaría
solamente el principio cristiano, y éste se podría justificar mediante su verdad intrínseca.
Mas por este camino se podría llegar, cuando más, a la validez universal de los principios
cristianos, pero no a la validez única y definitiva del cristianismo. El conocimiento de la
verdad por parte del hombre es fragmentario e imperfecto y, por tanto, siempre está en
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movimiento y con capacidad de un continuo perfeccionamiento y profundización. Este
conocimiento no puede terminar en un determinado estadio histórico. De hecho, los
representantes de esta tendencia han afirmado la perfectibilidad del cristianismo.
2. La tentativa de demostrar el carácter absoluto del cristianismo mediante la historia
comparada de las religiones no puede llevar tampoco a la meta deseada. Ciertamente, este
parangón, si se hace con mucha circunspección y prudencia, es instructivo y valioso. De
este modo se puede demostrar el contenido profundo de la doctrina cristiana, la elevación
de su ética, equilibrio armonioso de las concepciones sobre el mundo y la vida. Pero con
esto no se puede demostrar el carácter absoluto del cristianismo. E. Troeltsch ', que ha
seguido este camino con las dotes necesarias de vasta ciencia y clara fuerza de juicio, llegó
sólo al resultado siguiente: el cristianismo es la religión más profunda y mejor que
conocemos. Esta religión debe ser considerada «no sólo como el vértice, sino mnu0 el
punto de convergencia de todas las tendencias evolutivas de las religiones conocidas».
Pero que permanecerá siempre como el punto cumbre en la evolución religiosa, eso es
cuestión de fe, no de razón.
III. El carácter absoluto del cristianismo sólo se puede justificar cuando se le reconoce un
origen sobrenatural. Cae cuando se le hace nacer de causas inmanentes naturales.
1. El carácter absoluto es un privilegio de DIOS, que corresponde a lo finito, histórico y
puramente humano.
Las realidades naturales, incluso el conocimiento humano de la verdad, son esencialmente
imperfectas y, por tanto, aptas para un ulterior perfeccionamiento. La evolución inmanente
natural, fruto de causas finitas, no llega nunca a algo absoluto, sino que siempre busca
posibilidades futuras. Sólo donde encontramos a Dios mismo, alcanzamos la región de lo
absoluto. Por ello en nuestra existencia histórica el carácter absoluto solo se puede
concebir cuando Dios mismo interviene en ella desde arriba. Cristo no es «la figura más
elevada de la historia de la religión... esto sería una altura relativa. Cristo se eleva por en-
cima de toda la historia de las religiones, porque procede de arriba, porque su fundamento
último no está en la tierra, sino en el cielo» (E. IBrunner).
2. El carácter absoluto del cristianismo procede ante todo de las tres verdades siguientes
que son garantizadas por la misma revelación:
a) El cristianismo es revelación y acto salvífico de Dios. Cristo ha sido enviado por Dios y
legitimado por Dios como tal. Su Evangelio es garantizado por Dios y, por tanto, es invio-
lable; su camino está señalado por Dios y, por tanto, es absolutamente seguro. De aquí
deriva el valor positivo de la doctrina.
b) El camino de salvación que presenta el cristianismo está destinado por Dios a todos los
hombres y a todos los tiempos. Este camino está abierto a todos les hombres y todos están
obligados a seguirlo tan pronto como alcanzan un conocimiento suficiente de él. Con esto
el cristianisrno recibe un valor que atañe y obliga a todos los hombres; frente a él nadie
puede permanecer neutral.
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La revelación y cl orden salvífico del cristianismo no sustituido por otra economía de
salvación dada por Dios. De aquí deriva el valor definitivo del cristianismo. De suyo se
podría imaginar que Dios hubiese querido acercarse sólo a una determinada parte de la
humanidad o que hubiese previsto otros medios de salvación. Pero por la misma revelación
de Dios sabernos que el camino de salvación propuesto por Cristo es, y permanecerá
siendo para la humanidad después del pecado original camino de salvación universalmente
válido.
Estas razones del carácter absoluto del cristianismo se fundan en la voluntad positiva de
Dios. E. Brunner ha puesto en claro este fundamento cuando dice: «La revelación cristiana
es la religión absoluta, porque el cristianismo es el mandamiento único y definitivo
manifestado por Dios para todos.» De forma aún más drástica ha expresado este
pensamiento S. Kierkegaard: el cristianismo es... lo absoluto. Dios quiere esto por amor,
pero es Dios quien lo quiere, y quiere las cosas tal como él
IV. Pero ¿hay que contentarse con estas razones positivas del absoluto del cristianismo?
¿Tiene razón Kierkegaard cuando rechaza toda otra búsqueda del porqué y el cómo de Ia
voluntad de Dios? La conciencia cristiana no sólo está convencida de que la religión
cristiana es la religión de la humanidad establecida por Dios, sino que también está
convencida de (pie cl cristianismo no puede ser superado, porque una religión superior es
simplemente imposible.
I. l.a justificación de este punto es posible sólo para aquel que cree en Cristo como Hijo de
Dios hecho hombre. Mediante el cristianismo Dios no solo ha intervenido en nuestro
mundo y en nuestra historia, sino que nos ha visitado en la persona de Jesucristo. Ha
entrado en comunidad con los hombres para hacer propias sus tareas, sus necesidades, sus
culpas. En el DiosHombre «todo ha sido creado..., está por encima de todas las cosas, y
todas tienen en él su consistencia... porque plugo a Dios que en él morase
permanentemente toda la plenitud, y por medio de él reconciliar todas las cosas consigo»
(Col 1, 16.19).. Todo cristiano cree que Cristo es la cabeza de toda la creación, que él, en
cuanto es lo eterno que entra en el tiempo histórico, debe llegar a ser necesariamente el
sostén de los tiempos, atraer todo hacia sí y hacer fluir sus beneficios sobre todo, y que el
cristianismo participa de este carácter absoluto de Cristo.
2. Esto no obstante, no es fácil aducir la prueba de que la religión cristiana no puede ser
superada; tal prueba no ha sido intentada todavía seriamente por los teólogos. La dificultad
está en el hecho de que todas las obras de Dios ad extra son necesariamente de naturaleza
creada y, por tanto, finitas. Incluso la economía sobrenatural de salvación supone una
acción de Dios ad extra y, por tanto, como toda cosa que existe fuera de Dios, es limitada y
finita. Esto parece excluir un íntimo carácter absoluto. Un término absoluto en el campo
sobrenatural parece ser tan imposible como en el natural, donde ni aun Dios puede pro-
ducir cl mundo mejor entre los posibles. El contenido del mensaje salvífico de Cristo
puede ser aumentado y superado. Si ya San Juan admite que en su 1?vangelio no se
contiene todo lo que Jesús ha obrado y realizado, y «que el mundo no podría contener los
libros que se deberían escribir» (lob 21, 25), esto vale sobre todo para la plenitud de verdad
de los misterios divinos. Incluso la gracia santificante es considerada por los teólogos
como «ens creatum»; su plenitud puede ser superada; sus efectos sobrenaturales ofrecen
infinitas posibilidades a realizar.
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3. Pero con la cuestión de si Dios habría podido revelar más verdades y dar más gracia no
se toca el núcleo verdadero del problema.
a) Aunque sea posible añadir nuevas verdades a la Revelación cristiana, sin embargo, su
núcleo y último contenido es el mismo Hijo de Dios hecho hombre, y éste no puede ser so-
brepasado. Cristo es la Palabra personal del Padre. Su Persona es la más alta y perfecta
revelación de Dios a los hombres. No es concebible que Dios pueda revelar por medio de
órganos. subordinados, lo que no ha manifestado por la Palabra de su IIijo Unigénito.
b) Aunque se puedan aumentar las gracias de Dios, el auténtico don que el Padre ha dado
al mundo en el cristianismo es su Hijo Unigénito, compendio y fuente de todas las gracias.
También aquí se ha alcanzado una meta absoluta. En Cristo se ha dado cl mismo Dios a los
hombres. «Ha sometido bajo sus pies todas las cosas, y lo ha constituido, por encima de
todo, cabeza cíe la Iglesia, la cual es cuerpo de él, el pleroma del que lo llena todo de todo»
(Eph 1, 22 s.).
c) La obra salvífica de Cristo no puede ser incluida en la relatividad (le lo histórico.
Aunque la encarnación ocurrió en el tiempo, no se pierde, sin embargo, en cl t iempo. La
vida de Jesús es eternamente actual. Su obra está en un presente eterno ante el Padre y
actúa a través cíe todos los siglos y generaciones. El es el que presenta al Padre, como
sacerdote eterno, la oración y alabanza de la creación.
4- Con esto hemos nombrado las razones más decisivas de la exigencia del cristianismo a
tener un carácter absoluto. Una religión no debe ser juzgada sólo por los valores que
comunica a los hombres. En la religión no se trata ante todo del hombre y de su edificación
y santificación, sino de la adoración y alabanza de Dios. Aquella religión es la absoluta, en
la que se da a Dios la adoración que él espera. Y precisamente bajo este punto de vista es el
cristianismo la religión absoluta que no puede ser superada.
Cristo vino al mundo para presentar adoración y expiación Con nosotros y por nosotros. Su
persona divino-humana da al culto que el cristianismo celebra, la dignidad insuperable.
Desde que el Hijo unigénito de Dios ha orado sobre los montes de este mundo y se ha
ofrecido a Dios sobre la cruz como víctima de adoración y expíación, ha aparecido en el
mundo un culto divino y existe un pontífice y un sacrificio que no pueden ser superados.
En efecto, «toda oración-como se dice en la encíclica «McHi;UOr Dei»-sc realiza en su
nombre, «per Dominum nostrum Icsum Christurn». Donde los cristianos sacrifican, Cristo
sacrifica con ellos y por ellos. Se identifica con los hombres, de modo que también los
hombres se pueden identificar con 'él. Con esto toda liturgia llega a ser un culto «que
nuestro redentor, cabeza de la Iglesia, ofrece al Padre celestial» (Encíclica Mediator Dei).
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ACTIVIDAD 2.5 Analizar, resumir y exponer los temas propuestos
Tema Nº 5 : La Revelación divina y sus etapas
Concepto de Revelación divina
5.I Noción
El término «revelar» (revelatio, apokalipsis) significa etimológicamente desvelar,
quitar el velo, descubrir, manifestar algo de orden religioso. En Teología significa los
manifestaciones que Dios ha hecho de Sí mismo r de sus designios de salvación en favor
de todos los hombres. La Revelación de Dios puede ser natural y sobrenatural:
a. Se llama Revelación natural, cósmica, o Revelación en sentido impropio, a la
manifestación que Dios hace por medio de la persona humana, creada a imagen de Dios. y
del inundo material -las cosos creadas-, de modo semejante a como un artista se da a
conocer por sus obras. Dios, creando y conservando el universo por su Palabra, ofrece a
todos los hombres en la creación un testimonio permanente y universal de sí mismo (cfr
Rom 1, 19-20).
b. Recibe el nombre de Revelación sobrenatural o divina la acción de Dios por la que se ha
dado a conocer personalmente de nodo directo. En este capítulo nos ocupamos de esta
segunda
5.2 Objeto de la Revelación divina
El objeto de la Revelación divina es doble. En primer lugar, la Revelación divina tiene
por objeto ofrecer a los hombres un conocimiento directo de Dios por medio de Jesucristo,
el Verbo hecho carne. En segundo lugar, su objeto es manifestar la salvación sobrenatural
realizada por Jesucristo. «Mediante la Revelación divina, quiso Dios manifestarse a Sí
mismo y comunicar a los hombres sus planes de salvación, para que los hombres participen
de los bienes divinos, que superan totalmente la comprensión de la inteligencia humana»'.
Con la Revelación, Dios sale personalmente al encuentro del hombre para salvarle:
Movido por un amor desbordante, Dios ha querido acercarse al hombre que busca su
propia identidad, al hombre que busca el sentido de su vida, y caminar con él. Con este
acercamiento, Dios ha liberado al hombre de la esclavitud radical del pecado y la ha
introducido en la intimidad de la vida divina, para que el hombre encuentre
sobreabundantemente su verdad plena y su verdadera libertad. Como el hombre es libre,
puede acoger esta manifestación de Dios o rechazarla.
El Concilio Vaticano II expresa en los siguientes términos el objeto de la Revelación:
«Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de
su voluntad; por medio de Cristo, la Palabra hecha carne, y con la ayuda del Espíritu Santo
, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina. En esta
revelación, Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos, y trata con
ellos, para invitarlos y recibirlos en su compañía»'. Es decir, por medio de la Revelación
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sobrenatural Dios quiso manifestarse a Sí mismo y dar a conocer los planes de salvación,
con el fin de que todos los hombres puedan conocer con absoluta certeza y sin error las
realidades divinas y se hagan partícipes de los bienes sobrenaturales, que superan
totalmente la capacidad humana.
5. 3 Características de la Revelación divina
La Revelación divina presenta las siguientes características principales: es una acción
sobrenatural de Dios, gratuita, libre y amorosa, realizada con hechos y palabras en la
historia de los hombres y orientada a la salvación eterna.
a. Acción sobrenatural de Dios, ... La Revelación de Dios a los hombres tiene un
carácter sobrenatural, es decir, pertenece al orden de las realidades que están más allá de la
capacidad natural del conocimiento humano; suele decirse que trasciende absolutamente el
orden de las cosas creadas. La característica sobrenatural se concreta en el objeto de la
Revelación que hemos visto anteriormente: el conocimiento personal de Dios en Sí mismo.
Padre, Hijo y Espíritu Santo; y cl conocimiento de su designio de salvar a los hombres.
Esta acción sólo puede ser conocida por los hombres si el mismo Dios nos la da a conocer.
La respuesta del hombre a la Revelación sobrenatural es la fe sobrenatural, como luego
veremos (cfr. n. 28).
b. ... gratuita, libre y amorosa, ... Además de sobrenatural, la Revelación de Dios a los
hombres es gratuita, libre y amorosa. La Revelación, antes que «cuerpo de doctrina», es
«acción gratuita» de Dios: más aún es donación personal del mismo Dios a los hombres -
que se realiza plenamente en Jesucristo-. por la que Dios sale libre y amorosamente al
encuentro del hombre, para ser su amigo y acompañarle. Esta donación personal de Dios es
un llamamiento amoroso que dirige a cada uno, y que espera también una respuesta
personal, libre y amorosa.
c. ... realizada con hechos y con palabras. ... Dios se revela a los hombres con hechos -el
diluvio, la salida de Egipto. el paso del Mar Rojo, la cautividad en Babilonia, la
Encarnación del Hijo de Dios, los milagros de Jesús su muerte en la Cruz, su Resurrección,
el envío del Espíritu Santo, etc.-- y también con palabras --la promesa de un Redentor, los
mandamientos de la Ley de Dios, el mensaje del Reino. las Bienaventuranzas. la llamada
universal a la santidad, etc.--. El Vaticano II recuerda que «la Revelación se realiza por
medio de hechos y de palabras intrínsecamente unidas; las obras que Dios realiza en la
historia de la salvación manifiestan v confirman las doctrinas y las realidades que las
palabras significan; a su vez, las palabras proclaman las obras y explican su misterio»'.
d. .. Tiene carácter histórico ... Dios se revela con su acción en la historia de los hombres
en lugares y tiempos concretos, y la abre al horizonte de la salvación sobrenatural. En
concreto, Dios se manifestó a nuestros primeros padres, se hizo presente en la historia del
pueblo de Israel. se encarnó en Jesús de Nazaret-en quien la Revelación divina alcanzó su
plenitud, por medio del Espíritu Santo. despliega su eficacia en el mundo por la acción de
la" cristianos, que constituyen su lglesia.
Las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan el carácter histórico
de la Revelación divina.
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e... y espera su consumación en el futuro. Dios se ha revelado a los hombres para
descubrirles el camino de la salvación eterna: comunión amorosa y sobrenatural con las
Tres Personas divinas. La salvación que se nos ofrece en el tiempo, en la historia personal
de cada hombre, mediante signos -de modo eminente mediante los sacramentos remite, por
su propia naturaleza, a un futuro, a la realización plena del Reino de Dios en el cielo: la
Revelación divina ofrece la salvación sobrenatural a todos los hombres. Dice el Vaticano II
que «la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura son como un espejo en el que la Iglesia
peregrina en la tierra contempla a Dios, de quien todo lo recibe, hasta que le sea concedido
verlo cara a cara, tal como es».
5.4. ETAPAS DF LA REVELACIÓN DIVINA
La manifestación directa de Dios a los hombres tuvo lugar a lo largo de la Historia: suelen
destacarse tres etapas decisivas: la que tuvo lugar con los primeros hombres, la realizada al
pueblo de Israel y la que culminó en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho Hombre.
5.4.1. La Revelación primera u originaria
Esta expresión designa la especial manifestación Dios a los primeros hombres. La Sagrada
Escritura afirma la existencia de esta revelación divina (Gén 1, 28-30: ?, 10-17-1 s. 8-??).
E1 Concilio Vaticano II se refiere a ella al recordar que queriendo a Dios «abrir el camino
de la salvación sobrenatural. se reveló desde el principio a nuestros primeros padres.
Después de su caída los levantó a la esperanza de la salvación con la promesa de la
redención: después cuidó continuamente del género humano. para dar la vida eterna a
todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras». En la
Revelación cristiana se afirma que el primer hombre había sido constituido en santidad y
justicia antes del pecado original. Desde el punto de vista histórico, cabe calificar como
posible que la Revelación primitiva del Génesis sea e] origen de las principales creencias
de las religiones primitivas. En tal caso, estas creencias habrían sido recogidas después por
las llamadas religiones históricas no cristianas: en concreto se trata de:
a) la creencia en Dios como Ser Supremo y único, situado en un ámbito invisible,
suprasensible y espiritual. Concilio vaticano 11: Dei 1'crhum. n- 7. ` Ibidem, n. 3.
Cfr. Concilio de Trento: Decreto .cobre cl pecado original (Denzinger 17bb).
b) la posibilidad de que el hombre se comunique con Dios, de un modo imperfecto en la
vida terrena (mediante la oración, los sacrificios y los ritos v vivencias religiosas), y de un
modo perfecto después de la muerte.
No consta documentalmente la relación entre la Revelación
divina a los primeros hombres y las creencias de las religiones
primitivas, tal como las conocemos hoy. Es cierto que el hombre es
capaz de alcanzar esas verdades con la luz de su inteligencia, sin
necesidad de que Dios se las haya revelado directamente (cfr. n. 17).
Pero es cierto también que Dios las reveló a nuestros primeros
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padres, y que esas verdades pudieron transmitirse por generación a los diversos pueblos y
conservarse en ellos.
Dios, en efecto, se reveló a los dos primeros hombres, o mejor dicho, a la primitiva
humanidad que existía en Adán y Eva. Los hombres no han podido olvidar esta «primera
Revelación o «Revelación universal», como no pueden olvidar las vivencias más hondas
de su juventud. Encontrarnos esta Revelación en muchas representaciones religiosas, en las
que se mezclan los elementos de los misterios divinos con otras expresiones que
desfiguran, afean y encubren en cierto modo las verdades que Dios reveló a los hombres al
principio del mundo. Esta Revelación primera es continuada con la alianza de Noé después
de] Diluvio (cfr. Gén 9)'. A este respecto afirma el Concilio Vaticano II que las religiones
no cristianas «no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos
los hombres»`.
2. Revelación al pueblo de Israel
Dios se reveló de manera particular al pueblo de Israel, a quien confió sus promesas de
salvación. En primer lugar, hizo una alianza con Abraham (siglo XX a. C.): después, por
medio de Moisés (siglo XIII a. C.), hizo una alianza con el pueblo de Israel, y se manifestó
por medio de los Profetas a lo largo de varios siglos con obras y palabras, como el único
Dios vivo y verdadero que promete la salvación del género humano. Esta Revelación,
hecha Palabra de Dios, se encuentra en los libros del Antiguo Testamento, los cuales
preparan la venida de Jesucristo, Redentor universal.
El Concilio Vaticano II expresa así la Revelación al pueblo de Israel: «Al llegar el
momento oportuno, Dios llamó a Abraham para hacerle padre de un gran pueblo. Después
del tiempo de los Patriarcas, instruyó a dicho pueblo por medio de Moisés y de los Profetas
para que le reconocieran a El como Dios único y verdadero, como Padre providente y
como justo juez: y para que esperara al Salrador prometido. De este modo, fue
preparando el camino del Evangelio a través de los siglos»'.
5.4.3. Jesucristo es la plenitud de la Revelación
Las manifestaciones divinas que hemos señalado son preparación para la Revelación
que tendría lugar en Jesucristo, la Palabra eterna de Dios hecha carne es decir, hecha
palabra y vida humana. En Cristo, Dios nos habla de hombre a hombre.
Cristo es llamado «plenitud de la Revelación» basándose en los siguientes hechos: a)
su misma Persona divina: Jesús se presenta como el Hijo de Dios hecho hombre; b) sus
obras.- su vida ejemplar. milagros, muerte y resurrección; c) sus palabras.
- su Evangelio se
presenta como la Palabra de Dios, y d) su eficacia.- Jesús realmente ha liberado al hombre
del pecado y de la muerte, y ofrece a todos la resurrección a la vida eterna.
En estos términos lo expresa el Vaticano II: «Dios habló a nuestros padres en distintas
ocasiones y de muchas maneras por medio de los Profetas. Ahora, en esta etapa final nos
ha hablado por el Hijo !Hch 1. 1-2). Pues envió a su Hijo la Palabra eterna, que alumbra a
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todo hornbre, para que habitara entre los hombres v les descubriera la intirnidad de Dios.
Jesucristo, Palabra hecha carne, hombre enviado a los hombres, habla las palabras de Dios
y realiza la obra de la salvación que el Padre le encargó. Quien ve a Jesucristo, ve al Padre:
É1, con su presencia personal y manifestación, con sus palabras y obras, signos y
milagros, sobre todo con su muerte v gloriosa Resurrección, así como con el envío del
Espíritu de la verdad lleva a plenitud toda la revelación, y la confirma con testimonio
divino: a saber, que Dios está con nosotros, para liberarnos de las tinieblas del pecado y de
la muerte. y para hacernos resucitar a la vida eterna»".
Las realidades de la vida de Jesucristo son el objeto principal de la Revelación divina;
pero al mismo tiempo, esas realidades tienen un valor apologético, pues constituyen un
testimonio divino que confirma la Revelación y manifiesta su credibilidad.
Al ser Cristo la palabra definitiva del Padre a los hombres, no puede considerarse la
Revelación de Cristo como algo transitorio o que pueda ser superado. En consecuencia, la
salvación que ha realizado Cristo es la alianza nueva v definitiva; y no cabe esperar otra
revelación pública de Dios antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo al final de los
tiempos. Como observa San Juan de la Cruz. «Dios nos ha dicho todo junto y de una sola
vez»" en Jesucristo, quien, como Hijo de Dios, es la Verdad que nos hace libre. De esta
Revelación dan testimonio divino y perenne los escritos del Nuevo Testamento .
ACTIVIDAD 2.6 Analizar y anotar cómo se ha trasmitido la Revelación divina
TEMA 6. TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN DIVINA
Consta por la fe cristiana, así como por numerosos testimonios históricos, que la
Revelación de Dios a los hombres ha sido transmitida o comunicada de modo fiel e íntegro
hasta nuestros días: «Dispuso Dios benignamente que todo lo que había revelado para la
salvación de los hombres, permaneciera integro para siempre y se fuera transmitiendo a
todas las generaciones. Por eso Cristo nuestro Señor, plenitud de la Revelación, mandó a
los Apóstoles predicar a todo el mundo el Evangelio como fuente de toda verdad salvadora
y de toda norma de conducta comunicándoles así los bienes divinos: el Evangelio
prometido por los Profetas, que el propio Cristo cumplió y promulgó con su boca. Este
mandato se cumplió Fielmente, pues los Apóstoles, con su predicación, sus ejemplos y sus
instituciones, trasmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y de las palabras
de Cristo, y lo que el Espíritu Santo les enseñó. Adernás, los mismos Apóstoles y otros de
su generación pusieron por escrito el mensaje de salvación, inspirados por el Espíritu
Santo.
»Y para que este Evangelio se conservara siempre vivo y completo en la Iglesia, los
Apóstoles nombraron como sucesores suyos a los Obispos, dejándoles a su cargo el
Magisterio»''.
En el texto anterior aparecen los elementos principales por los que se transmite o
comunica, a lo largo de los siglos la Revelación divina en el marco de la Iglesia: 1) La.
fuente de la Revelación divina, que es evangelio proclamado por Cristo; 2) El medio de la
transmisión; que son los Apóstoles; 3) las dos formas o cauces de transmisión de la
Revelación divina, In transmisión oral (la Tradición Apostólica) y la transmisión escrita (la
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Sagrada Escritura); 4) el intérprete auténtico de la Revelación, que es el Magisterio de la
Iglesia confiado por los Apóstoles a sus sucesores; 5) el lugar en el que se realiza la
transmisión, que es la Iglesia fundada por Cristo; 6) y, por último, el fin de la transmisión,
que se conserve siempre vivo y completo el Evangelio de Cristo.
De esta forma, el Concilio Vaticano Il afirma la disposición de Dios para que todo lo
que había revelado permaneciese íntegro a través de los siglos y fuese transmitido a todas
las generaciones. Los documentos históricos atestiguan, en conformidad con la doctrina
cristiana, que desde el primer momento de la vida de la Iglesia aparecen estrechamente
vinculadas la Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio. Veamos estos tres elementos.
6.1 LA TRADICIÓN APOSTÓLICA
.6.1.1. Noción
El término «tradición» (de traditio = entrega) significa la acción de entregar o
transmitir algo a alguien. En la religión cristiana, la expresión «Tradición Apostólica»
significa la transmisión oral y viva de la verdad revelada que iniciaron los Apóstoles, y
que perdura ininterrumpidamente en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo. La
Tradición Apostólica, llamada también «Tradición divina», conviene distinguirla de la
llamada «tradición cristiana o eclesiástica». La primera, junto con la Escritura, constituye
el depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiada a la Iglesia`.
6.1.2Características de la Tradición Apostólica
Se puede afirmar que la tradición apostólica presenta las siguientes características:
fidelidad a la Iglesia de Jesucristo, el ser una realidad viva y operativa del pueblo cristiano
y que progresa su conocimiento con el tiempo el ser una realidad viva y operativa del
pueblo cristiano y que progresa su conocimiento con el tiempo.
a. Fidelidad: Como acabamos de ver (cfr. n. 24), Jesucristo «mandó a los Apóstoles
predicar a todo el mundo el Evangelio como fuente de toda verdad salvadora y de toda
norma de conducta, comunicándoles los dones divinos».
a. 1) En primer lugar, consta por la fe y por los documentos históricos que !os
Apóstoles cumplieron con toda fidelidad el mandato de Jesús.' los Apóstoles fueron
testigos oculares de la vida y de la enseñanza de Jesús: «lo que hemos visto y oído, os lo
anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros
estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo» (I Jn 1, 3); además,
recibieron la enseñanza del Espíritu Santo para profundizar en el mensaje evangélico,
como les había anunciado Jesús: «el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él
os enseñará todo y os recordará todas las cosas que os he dicho» (Jn 14, 26).
Los Apóstoles transmitieron el Evangelio de Jesucristo por medio de la predicación, el
ejemplo de sus vidas, la administración de los sacramentos y la creación de algunas
instituciones para la ordenación del culto y de la vida moral de los cristianos.
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1. 2} También consta que los Apóstoles alentaron a !as nueras generaciones de
cristianos a ser fieles a las tradiciones aprendidas de palabra o por escrito:
«manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros,
de viva voz o por carta» (2 Tes 2, 15); asimismo, les exhortan a luchar por la fe ya
recibida: «combatir por la fe que ha sido transmitida a los santos de una vez para
siempre» Iud 3).
b. Realidad viva y operativa: La segunda característica consiste en que la Tradición
Apostólica es una realidad sobrenatural viva y operativa: «Lo que los Apóstoles
transmitieron comprende todo lo necesario para una vida santa y para una fe creciente del
Pueblo de Dios; así la Iglesia, con su enseñanza, su vida y su culto, conserva y transmite a
todas las edades lo que es y lo que cree»".
'" Cfr. Concilio Vaticano II: Dei Verbum, n. 10. Cfr. Catecismo, n. 83. - 110
A lo largo de la historia. el pueblo cristiano ha conservado y trasmitido de una manera
viva y operativa lo que la Iglesia es y la que la Iglesia cree: las realidades sobrenaturales
reveladas por Jesucristo; es decir, la Tradición Apostólica está plasmada en la doctrina de
la fe la vida moral la práctica de los sacramentos, la liturgia, la santidad de vida. el celo
apostólico y el servicio a los necesitados; todas estas realidades informan la vida del
pueblo cristiano como expresión, del Evangelio de Cristo. Un signo de que la Tradición
Apostólica es una realidad viva es el rito litúrgico de traditio -es decir, «la entrega»- del
Símbolo de la fe y del Padre Nuestro en la celebración del Bautismo, rito que surgió en los
primeros siglos de la Iglesia y que continúa haciéndose hoy día en Bautismo de adultos`.
c. Realidad progresiva: En tercer lugar, la Tradición Apostólica es una realidad que
progresa o crece en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo. Lo que progresa no es el
contenido de la Tradición Apostólica --el «depósito de la fe», que es inalterable, sino la
comprensión de las palabras y de las instituciones transmitidas por los .Apóstoles. Ese
progreso tiene lugar cuando los fieles contemplan y estudian lo transmitido por los
Apóstoles, meditándolo en su corazón: cuando comprenden internamente los misterios que
viven: y cuando lo proclaman los obispos, sucesores de los Apóstoles, en cl carisma de la
verdad. De este modo la enseñanza de los Apóstoles informa el pensamiento y la vida de
los pueblos y de culturas muy diversas con cl espíritu cristiano. A ese progreso contribuyen
todos los fieles cristianos: los obispos y los teólogos, las amas de casa y los sabios, los
profesores y los padres de familia, los campesinos y los empresarios (cfr. n. 5).
6.1.3 Lugar donde se encuentra la Tradición Apostólica
Los Padres de la Iglesia -escritores cristianos de los primeros siglos cristianos- dan
testimonio en sus escritos de la presencia viva de la Tradición Apostólica en la Iglesia,
cuyas riquezas informan las costumbres y la vida de los cristianos de todos los tiempos.
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6.1.4. Importancia de la Tradición
La importancia de la Tradición Apostólica se deduce de los hechos siguientes: a)
Gracias a la Tradición Apostólica, la Iglesia conoce con seguridad el canon' de los libros
inspirados por Dios: b) También por la Tradición, la Iglesia conoce los criterios para
interpretar con certeza el mensaje cristiano- Por último, la Tradición hace que la Escritura
sea incesantemente operativa. «De este modo. Dios, que habló en otros tiempos, sigue
conversando siempre con la Esposa de su Hijo amado: y el Espíritu Santo, por quien la voz
viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo, va introduciendo a los
fieles en la verdad plena, y hace que la Palabra de Cristo habite en ellos abundantemente»".
Por esta razón, la Sagrada Escritura no puede ser entendida cabalmente al margen de la
Tradición.
ACTIVIDAD 2.7 Leer y comentar el tema propuesto para luego sistematizar la
información.
TEMA Nº 7 LA SAGRADA ESCRITURA
Lo revelado por Jesucristo se expresa de un modo especial en los libros que fueron
escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo: por esa
razón reciben el nombre de «libros sagrados» o
Sagrada Escritura.
Los principales instrumentos que han conservado
la Tradición de los Apóstoles son los siguientes: las
profesiones de fe o símbolos de la fe cristiana; la
Liturgia; los escritos de los Padres de la Iglesia; las
Actas de los mártires: la práctica de la Iglesia; los
monumentos arqueológicos.
7.1 Noción
Se llama Sagrada Escritura la Palabra de Dios que ha sido escrita por- inspiración del
Espíritu Santo ha sido confiada a la Iglesia`. La Sagrada Escritura abarca un conjunto de
libros que fueron escritos por unos hombres -Mateo, Juan, Pablo, Moisés, Isaías, etc.
elegidos por Dios para que pusieran por escrito todo y sólo lo que Dios quería dar a
conocer para la salvación de los hombres -es decir, la revelación de Dios a los hombres-;
para llevar a cabo esta tarea, fueron inspirados por el Espíritu Santo; por eso es Dios el
autor principal de la Sagrada Escritura. Al mismo tiempo, estos hombres elegidos por Dios
ejercitaron todas sus facultades y talentos personales los cuales quedaron plasmados en sus
escritos; por eso son verdaderos autores.
7.2 División
La Sagrada Escritura se divide en Antiguo y Nuevo Testamento. El Antiguo
Testamento comprende cuarenta y seis (46) libros inspirados, escritos por los Profetas a lo
largo de varios siglos antes de la venida de Jesucristo; estos libros contienen la promesa de
la salvación de los hombres. El Nuevo Testamento comprende veintisiete (27) libros
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inspirados escritos después de Jesucristo, entre los años 50 y 100, por Apóstoles y
discípulos del Señor; estos libros contienen el cumplimiento de la venida de Jesucristo y de
la salvación que realizó.
En la Tradición y en la Sagrada Escritura se contiene la Revelación de Dios a los
hombres como en un único depósito sagrado, que recibe el nombre de «depósito de la fe».
Tradición y Escritura son, pues, palabra de Dios. que ha sido revelada para la salvación de
los hombres.
7.3. EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
Se llama Magisterio de la Iglesia al oficio de enseñar el Evangelio y de interpretar
auténticamente la Revelación. Este oficio o rninisterio público fue confiado por Cristo a
los Apóstoles, a quienes prometió la asistencia del Espíritu Santo. y se conserva en los
Pastores de la Iglesia --e1 Papa y los obispos-, que son los sucesores de los
Apóstoles (cfr. n. 83). Para entender adecuadamente la función del
Magisterio, parece oportuno tener en cuenta lo siguiente:
7.4 La Tradición y la Escritura han sido confiadas a toda 1a Iglesia
No a un individuo o a un grupo de individuos. Tanto la Tradición corno
la Escritura constituyen un único depósito sagrado de la Palabra de Dios que ha sido
confiado a la Iglesia entera, como un don de Dios para informar la vida de su Pueblo. Por
eso, el pueblo cristiano, fieles y pastores, persevera en la doctrina de los Apóstoles, en la
comunión fraterna, en la fracción del pan y en la oración (efr. Hch 2, 42). De ahí que todo
el pueblo cristiano, gracias al «sentido sobrenatural de la fe», goza de infalibilidad al creer.
«Cuando desde los obispos hasta los últimos fieles laicos presta su consentimiento
universal en las cosas de fe y costumbres»`. Y de ahí también la responsabilidad de todos
los cristianos de ser fieles a la Revelación recibida.
7.5 El Magisterio goza de infalibilidad al enseñar
El Magisterio de la Iglesia ejerce su autoridad doctrinal en nombre de Cristo, y es el único
intérprete auténtico de la Palabra de Dios, escrita o transmitida de viva voz. Como
sucesores de los Apóstoles. los Pastores de la Iglesia «reciben del Señor [...] la misión de
enseñar a todas las gentes y de predicar el Evangelio a toda criatura, a fin de que todos los
hombres alcancen la salvación»`. Por eso, se confía a ellos el oficio de guardar, exponer y
difundir la Revelación divina, de la que son servidores. El Magisterio de la Iglesia «no está
sobre la Palabra de Dios, sino al servicio de ello. De este modo los pstores prtegen al
pueblo cristiano de posibles desviaciones, le garantizan la posibilidad objetiva de profesar
la fe auténtica, sin errores, en todo momento y en las diversas situaciones de la vida.
Para poder cumplir plenamente este oficio que se les ha confiado. Jesucristo prometió a los
Pastores de la Iglesia la asistencia del Espíritu Santo y les dio en especial el carisma o
gracia de la infalibilidad para aquello que se refiera a las materias de fe y de vida moral.
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7.6 Modos del Magisterio
El ejercicio de este carisma reviste diversas modalidades. Las más importantes son las
siguientes:
a. Se llama Magisterio solemne a la enseñanza de una doctrina de fe y de vida moral,
contenida en la Revelación divina, que el Papa con los obispos reunidos en Concilio
Ecuménico proponen «de modo definitivo para ser creída`. Esta enseñanza es infalible -es
decir, está exenta de cualquier error debido a la asistencia del Espíritu Santo- y constituyen
las verdades de fe divina y católica o «dogmas de fe».
b. Se llama Magisterio ordinario o auténtico a la doctrina que el Papa o los obispos
enseñan cuando, sin llegar a una definición infalible y sin pronunciarse de «modo
definitivo», en el ejercicio del magisterio ordinario proponen «una enseñanza que conduce
a una mejor comprensión de la Revelación en materia de fe y de costumbres y ofrecen
directivas morales derivadas de esta enseñanza»`. Los fieles deben prestar un asentimiento
religioso del entendimiento y de la voluntad a esta doctrina, llamada «doctrina católica»,
rechazando todo lo que no sea conforme con la misma.
ACTIVIDAD 2.8 Analizar y comentar la noción y las características de la Fe sobre
natural
TEMA 8: LA FE SOBRENATURAL. RESPUESTA A LA REVELACIÓN DIVINA
El hombre responde a la Revelación divina mediante la fe sobrenatural. Si Dios se ha
manifestado de modo sobrenatural en vista a la salvación de los hombres, parece razonable
que el hombre responda a esa llamada e interpelación divina de un modo también
sobrenatural. Por eso, es oportuno considerar la noción y las características de la fe
cristiana.
a. Noción: La fe cristiana es una Virtud sobrenatural por la que el hombre cree
firmemente lo que Dios ha revelado y la Iglesia nos enseña. La fe cristiana es siempre la
respuesta consciente y libre del hombre a la manifestación de Dios, que ]legó a su plenitud en
Jesucristo.
b. Características: Enseña el Concilio Vaticano lI que «por la fe el hombre se entrega
entera y libremente a Dios, le ofrece el pleno homenaje de su entendimiento y de su
voluntad, asintiendo libremente a lo que Dios revela. Para dar esta respuesta de fe, es
necesaria la gracia de Dios»`. En estas palabras encontramos las características principales
de la fe: la característica divina es la gracia de Dios: la fe es un don sobrenatural, es una
obra de la gracia que actúa en la inteligencia v en la voluntad del hombre. La característica
humana consiste en que se trata de un acto consciente y libre: en la respuesta humana hay
un acto del entendimiento y un acto de la voluntad libre; por eso se dice que la fe cristiana
es una tarea personal por la que el hombre responde al don de Dios.
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8.1 La fe cristiana es un don de Dios
La fe cristiana tiene una característica original que la diferencia grandemente del
conocimiento racional de Dios que el hombre ha alcanzado por medio de las cosas creadas:
la fe cristiana es un don Sobrenatural que Dios ofrece para que el hombre pueda realizar el
acto sobrenatural de .fe. Este don se llama «gracia de Dios» y en particular «la gracia de la
Fe».
Con sus solas fuerzas, el hombre no puede responder a la Revelación divina. De ahí
que el hombre necesite que Dios mismo le abra los ojos, le ilumine y mueva su voluntad
para que libremente se adhiera a Él y a su verdad: «Para dar la respuesta de la fe- es
necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del
Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede
a todos gusto en aceptar y creer la verdad»". Esta formulación del Vaticano II refleja la
enseñanza de Jesús mismo, que ha dicho: «Nadie puede venir a mí si el Padre- que me ha
enviado no le atrae» Jn 6, 44).
a. Los frutos de la fe: El don de la fe produce dos frutos principales: en primer lugar,
hace capaz al hombre para «creer en Dios» -es decir, para confiar plenamente en Él- y, de
este modo establecer una «comunión» sobrenatural de vida y de amistad entre el hombre y
Dios. En segundo lugar, hace capaz al hombre para creer en las verdades que Dios ha
manifestado a los hombres; se trata de un conocimiento esencialmente sobrenatural. Es
razonable que quien «cree en Dios» acepte la enseñanza divina, es decir, que «crea en la
Revelación de Dios», en las verdades que Dios ha dado a conocer para la salvación de los
hombres. Bajo este aspecto, el don de la fe es semejante a la fe o confianza que se da entre
los hombres: si yo creo en alguien, es porque sé que me quiere y busca mi bien, y yo
también le quiero; la consecuencia lógica es que yo crea en lo que me dice para mi bien,
porque confío en la bondad de la persona que me quiere y en la competencia que tiene en
lo que me dice. En definitiva, toda manifestación de fe se fundamenta en la confianza que
se tiene en una persona y, como consecuencia, se acepta lo que dice esa persona; toda fe es
creer en alguien y creer en algo.
b. Las razones para creer: El hecho de que la fe cristiana sea un don no impide
descubrir las razones que tiene el hombre para creer. El Concilio Vaticano I afirmó en
1820 que la recta razón demuestra los fundamentos de la fe»`. Esto quiere decir que la
razón humana ofrece argumentos sólidos para ver con claridad que es razonable y bueno
creer en el Dios que se ha revelado. En otras palabras, la fe cristiana no es una creencia
ciega y carente de fundamento. Al contrario- la razón humana muestra que la fe tiene un
fundamento razonable y grandioso: la razón el .fundamento de la fe cristiana es la
autoridad del propio Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, que no puede engañarse ni
engañarnos. En consecuencia la fe cristiana se concreta en esto: en creer en Cristo, pues
los hombres tenemos razones suficientes para aceptarlo como el Hijo de Dios que ha
venido a salvarnos: y tenemos razones para creer en su Eran en las verdades que Él ha
revelado.
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TERCER MOMENTO
CONSOLIDACIÓN
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Actividad 3.1
Tema de reforzamiento: El diálogo entre Dios y el hombre.
Los cristianos creemos que Dios, por su bondad y sabiduría, se comunica con los hombres
para revelarles su misterio e invitarlos a compartir su gloria, y que los hombres son capaces
de escuchar la Palabra de Dios y de corresponderle por la fe. Llamamos "Revelación" al
hecho y el contenido de la comunicación de Dios a los hombres: "En esta revelación, Dios
invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos... El plan de la revelación se
realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas; las obras que Dios realiza en la
historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las
palabras significan; a su vez, las palabras proclaman las obras y explican su misterio."
(Concilio Vaticano II, constitución dogmática Dei Verbum, 2).
Dios se comunica con los hombres de muchas maneras, pero la forma predominante es la
palabra. En la Biblia, las teofanías, sueños, visiones, etc. son más bien medios de
transmisión de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios tiene un valor noético y dinámico; es
decir, inspira conocimientos, pensamientos y proyectos, pero además suscita historia, es
fuerza que dinamiza y orienta los acontecimientos. La Palabra de Dios crea, revela y salva;
indica metas y da la posibilidad de alcanzarlas. Podemos considerar que hay una
Revelación cósmica y una Revelación histórica:
"Dios, creando y conservando el universo por su Palabra, ofrece a los hombres en la
creación un testimonio perenne de sí mismo; queriendo además abrir el camino de la
salvación sobrenatural, se reveló desde el principio a nuestros primeros padres." (Dei
Verbum, 3). El hombre, por medio de su inteligencia, debe ascender de la contemplación
de las cosas creadas al Creador (cf. Romanos 1, 20). La Naturaleza transparenta algunas
facetas del misterio de Dios: Su bondad, su belleza, su sabiduría, etc. El relato de la
Adoración de los Magos (Mateo 2,1-12) simboliza esta realidad: El ejercicio perseverante
de las más nobles facultades humanas y la búsqueda de la verdad llevada a sus últimas
consecuencias conducen hasta el umbral de una profesión de fe.
Hay cuatro sentidos de la palabra "historia" en relación con la Revelación:
La historia es el contexto temporal y espacial en el cual se realiza la Revelación.
La historia es también objeto y contenido de la misma Revelación (por ejemplo
Deuteronomio 26,5-9).
Determinados acontecimientos históricos son confirmaciones visibles de la verdad
de la Revelación (por ejemplo los milagros).
Los hechos de la historia de salvación son reveladores y portadores de un mensaje.
La historia fue el medio principal por el cual Israel conoció a Yahvé, experimentando sus
intervenciones salvíficas. La Revelación debe recibirse con fe: "Por la fe el hombre se
entrega entera y libremente a Dios... Para dar esta respuesta de fe es necesaria la gracia
de Dios, que se adelanta y nos ayuda" (Dei Verbum, 5). Dada la relación existente entre
Dios y los hombres, toda teología supone una determinada antropología; es decir, toda
afirmación acerca de Dios implica una determinada visión del hombre y del cosmos. Esto
se aplica también a la Divina Revelación, concepto fundamental de la teología cristiana. La
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afirmación de la realidad de la comunicación entre Dios y los hombres implica una cierta
concepción no sólo de Dios, sino también del hombre. Intentaremos esbozar lo esencial de
ambas concepciones de acuerdo a la teología cristiana, basada en la aceptación de la
Revelación.
Dios es no sólo el Creador del Universo y del hombre, sino además un Padre
providente, rico en misericordia. La expresión más sintética de la Buena Noticia del
Evangelio es esta frase de la Primera Epístola de San Juan: "Dios es Amor" (1 Juan
4,8.16). El amor de Dios es gratuito, total, irreversible, incondicional, universal (es
caridad). Dios ama al mundo y a los hombres, y por eso se comunica con ellos, no
sólo para transmitirles algunas verdades necesarias para su salvación, sino sobre
todo para transmitirles la vida eterna, es decir su propia vida. A esta "vida de Dios"
le llamamos Gracia, porque es una autoapertura o autocomunicación gratuita de
Dios a los hombres, a quienes llama a vivir en comunión de amor con Él.
El Dios de los cristianos: Es trascendente, está más allá de los hombres y del
mundo (no se confunde con ellos como en el panteísmo). Siempre es
completamente Otro; en cierto sentido es lo más diferente de mí mismo, un Dios
oculto.
Es inmanente, está presente (vivo y actuante) en los hombres y en el mundo (no se
desinteresa de ellos como en el deísmo). Siempre busca unirme a Él; en cierto
sentido es lo más íntimo de mí mismo, un Dios cercano.
Es un ser personal, alguien a quien tiene sentido hablar y llamar Padre (no es una
fuerza anónima o una ley impersonal que rige el Universo como en algunas
variantes del budismo).
El hombre y la mujer, y sólo ellos, fueron creados por Dios a su imagen y
semejanza (cf. Génesis 1,26-27). Entre los hombres y Dios, por lo tanto, hay
diferencias pero también semejanzas que hacen posible un diálogo. El hombre,
como Dios, está dotado de un alma espiritual e inmortal, que participa (aunque con
las limitaciones propias de la finitud del hombre) de algunas facultades del mismo
Dios: Inteligencia, libre albedrío, capacidad de amar, etc. Pero el hombre, a
diferencia de Dios, tiene también un cuerpo material. Ese compuesto de cuerpo y
alma, materia y espíritu, es una unidad: cuerpo vivificado, espíritu encarnado.
Tanto la materia como el espíritu son frutos de la obra creadora de Dios ("Creador
del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible"), y son por consiguiente
buenos.
El hombre es un ser autotrascendente, "excéntrico"; aspira, consciente o
inconscientemente, a lo Absoluto; hay en él una sed de infinito y de eternidad que
postula un "agua que no es de este mundo", capaz de saciar esa sed. Como escribió
San Agustín, el corazón del hombre estará inquieto hasta que descanse en Dios. El
hombre está llamado a ser uno con Dios; ésta es su vocación ontológica. Sólo en
Dios podrá alcanzar la felicidad plena que desea. La Revelación supone la
existencia en el hombre de una capacidad de apertura al misterio de Dios. La fe es
esa apertura. En la realidad humana, inmanente y contingente, puede darse esa
apertura, libre y liberadora, a la realidad trascendente de Dios, apertura que hace
posible y real el diálogo entre Dios y el hombre.
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La Revelación, por lo tanto, es rechazada no sólo por las corrientes de pensamiento
(ateísmo, agnosticismo, etc.) que no aceptan la existencia de un Dios con las características
enunciadas, sino también por aquéllas (racionalismo, determinismo, fatalismo,
psicologismo, economicismo, etc.) cuya imagen del hombre es radicalmente distinta de la
cristiana. A menudo estas ideologías intentan sofocar la aspiración del hombre a lo
Absoluto o satisfacerla recurriendo a ídolos que toman el lugar del único Dios vivo y
verdadero.
Actividad 3.2
Tema de Profundización: La Palabra de Dios a los hombres se nos revela en Jesús.
Jesús es el cumplimiento, el centro y la plenitud de la Revelación. Él es la segunda persona
de la Trinidad, el Verbo (Logos = Palabra) de Dios que se hizo hombre para revelarnos el
misterio de Dios y el misterio del hombre, y llevar a cabo el plan divino de salvación (cf.
Juan 1,1-18).
Es voluntad del Padre Eterno que los hombres participen de la vida divina. Habiendo ellos
pecado, no los abandonó, sino que les dispensó siempre los auxilios para la salvación (cf.
Concilio Vaticano II, constitución dogmática Lumen Gentium, 2).
"Dios, que en otro tiempo habló a nuestros padres en diferentes ocasiones y de muchas
maneras por los profetas, nos ha hablado, en estos días postreros, por medio de su Hijo, a
quien constituyó heredero universal de todas las cosas, por quien creó también los
mundos. El cual, siendo como es el resplandor de su gloria e imagen de su substancia, y
sustentándolo todo con su poderosa palabra, después de habernos purificado de nuestros
pecados, está sentado a la diestra de la majestad en lo más alto de los cielos." (Hebreos
1,1-3).
Dios ama tanto al mundo y a los hombres que les entregó su Hijo único, para darles la vida
eterna (cf. Juan 3,16). Jesucristo es la Palabra eterna hecha carne para alumbrar a todo
hombre:
Él "habla las palabras de Dios y realiza la obra de salvación que el Padre le encargó. Por
eso, quien ve a Jesucristo, ve al Padre; Él, con su presencia y manifestación, con sus
palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y resurrección, con el envío
del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud toda la revelación y la confirma con testimonio
divino" (Dei Verbum, 4).
El amor de Dios a los hombres se manifiesta principalmente en la Encarnación del Hijo de
Dios, que se convirtió en uno de nosotros, y en su muerte redentora en la Cruz, que le hizo
merecedor de la gloria de su Resurrección y Ascensión al cielo.
"Vino, por tanto, el Hijo, enviado por el Padre, quien nos eligió en Él desde antes de la
creación del mundo y nos predestinó a ser hijos adoptivos, porque se complació en
restaurar en El todas las cosas. Así, pues, Cristo, en cumplimiento de la voluntad del
Padre, inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su misterio y con su
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obediencia realizó la redención. La Iglesia o reino de Cristo, presente actualmente en
misterio, por el poder de Dios crece visiblemente en el mundo... Todos los hombres están
llamados a esta unión con Cristo, luz del mundo, de quien procedemos, por quien vivimos
y hacia quien caminamos." (Lumen Gentium, 3).
El Primer Concilio Ecuménico (Nicea, año 325) proclamó solemnemente la fe de la Iglesia
en la divinidad de Jesucristo, que era negada por los seguidores de Arrio; así reza el Credo
niceno:
"Creemos en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de
todos los siglos; Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero;
engendrado, no creado, de la misma naturaleza (homoousios = consubstancial) que el
Padre, por quien todo fue hecho; y que por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó en María la Virgen, y se hizo hombre. Y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado; descendió a los
infiernos, y al tercer día resucitó de entre los muertos según las Escrituras. Subió a los
cielos y está sentado a la derecha del Padre. Y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a
vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin." Contra los arrianos, que pretendían reducir a
Jesús al rol de maestro de la verdadera religión y la verdadera sabiduría, escribió San
Atanasio:
(Jesús es) "el Salvador, el Hijo bueno del Dios bueno", "la Sabiduría en Sí, la Religión en
Sí, la misma Potencia en sí propia del Padre, la Luz en Sí, la Verdad en Sí, la Justicia en
Sí, la Virtud en Sí." El Concilio Ecuménico de Calcedonia, para cerrar el paso tanto a las
herejías que negaban la naturaleza divina de Cristo, como a las que negaban su naturaleza
humana, proclamó la célebre fórmula dogmática: Cristo es verdadero Dios y verdadero
hombre. Siendo Cristo la única persona que reúne en sí la naturaleza divina y la naturaleza
humana, Él ha podido revelarnos la verdad acerca de Dios y la verdad acerca del hombre.
Jesús nos revela la verdad acerca de Dios:
Jesús es el rostro visible del Dios invisible, la Epifanía de Dios, el Sacramento del
Padre. En Él se manifiestan la gloria y el amor de Dios. Él nos enseñó a llamar a
Dios "Abbá" (Padre, o más exactamente Papá) y nos reveló la Buena Noticia de que
Dios ama a todos los hombres, quiere perdonarles todos sus pecados y recibirlos en
su Reino. Conocer a Cristo es conocer al Padre (cf. Juan 14,7), y recibir a Cristo es
recibir al Padre (cf. Juan 13,20).
Jesús predicó el Evangelio del Reino de Dios, un Reino que está cerca, que ya
viene, que por Jesús está ya presente, actuante, vivo y en crecimiento en medio de
los hombres (cf. Marcos 1,14; Lucas 17,20-21).
Jesús nos revela la verdad acerca del hombre:
Jesús es el Nuevo Adán (cf. Romanos 5,15; 1 Corintios 15,22.45), el hombre
perfecto, el Primogénito de toda criatura (cf. Colosenses 1,15). Cristo, verdadero
Sumo Sacerdote, es un hombre de verdad, semejante a nosotros en todo, menos en
el pecado (cf. Hebreos 4,15). Para llegar a ser perfectos debemos seguir a Jesús,
cargar con su Cruz, amar como Él nos amó. El cristiano es una nueva criatura que
vive de la gracia de Dios; ha sido revestido de Cristo en el Bautismo.
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El Evangelio según san Juan nos presenta a Jesucristo como el manantial de agua viva
(Cap. 4), como el Pan de Vida (Cap. 6), como la Luz del mundo (Cap. 8), como el Buen
Pastor (Cap. 10) y como la Resurrección (Cap. 11). Jesucristo, si bien anuncia el Reino de
Dios, deja entender claramente que la opción del hombre por el Reino (vale decir su
salvación) guarda una relación directa con la actitud que tome ante su persona: "Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre si no es por Mí." (Juan 14,6).
Jesús es signo de contradicción y ante Él nadie puede permanecer indiferente. Él obliga al
hombre a tomar partido: Por Cristo o contra Cristo, por Dios o contra Dios, por el Amor o
por el egoísmo. Encontrar a Cristo es encontrar la salvación. Por eso Jesús puede decir a
Zaqueo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa." (Lucas 19,9).
La misión de los cristianos es dar testimonio de Jesús resucitado y anunciar su Evangelio a
todos los hombres, de modo que creyendo en Cristo sean vivificados por Él. La
restauración de todas las cosas en Cristo llegará a su plenitud cuando Cristo sea todo en
todos, para que Dios sea todo en todos (cf. 1 Corintios 15,24-28). Entonces será el fin, y
los bienaventurados convivirán para siempre con Dios, Principio y Fin, en la ciudad santa
(cf. Apocalipsis 21,2-3).
Actividad 3.3 Desarrolla la prueba que se presenta a continuación
Prueba de salida
Curso de Teología Fundamental
Apellidos y Nombres:
Carrera:
Fecha:
INSTRUCCIÓN I Encierra en una circunferencia la alternativa correcta
3. La Teología se define como:
A. La práctica diaria de la Fe cristiana
B La Revelación divina.
3. La ciencia que estudia a Dios mediante la reflexión de la Revelación. 4. La Manifestación de Dios al mundo.
4. Se define como la Revelación cristiana como:
5. La manifestación de Dios al hombre 6. La Actitud rebelde del hombre frente a Dios 7. La llegada del Mesías. 8. El encuentro de Dios con el hombre.
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INSTRUCCIÓN II : Escribe dentro del paréntesis la letra que corresponde al enunciado.
3. La Palabra de Dios trasmitida oral y escrita -Magisterio de la Iglesia ( ) 4. La Palabra de Dios predicada y trasmitida por los Apóstoles –Inspiración ( ) 5. Tiene la autoridad para interpretar la Biblia. – Materialismo ( ) 6. Sistema Filosófico que niega a Dios - S. Tradición ( ) 7. La influencia de Dios en la mente del hombre para escribiré su Palabra –Biblia ( )
INSTRUCCIÓN III. Responde a las siguientes preguntas
4. Cómo defines tu la teología?
5. ¿Cuál sería la importancia de la Teología?
6. ¿Cómo defines la Teología fundamental?
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. Biblia Latinoamericana. Edición Pastoral. Edición 118. Editorial Verbo Divino.
España 2005.
2. Lobo Méndez, G. Razones para creer. Teología fundamental. Ediciones Rialp.S.A.
Madrid 1993
3. Sayes, José Antonio. Razones para creer. Dios, Jesucristo, la Iglesia. Ediciones
Paulinas. Madrid 1992.
4. Pié i Ninot, Salvador. Tratado de teología fundamental. Dar razón de la Esperanza.
Ediciones Secretario Trinitario. Salamanca, 1989.
B.- Complementaria
5. Catecismo de la Iglesia Católica. Asociación de editores del catecismo 3º Edición,
España 1994.
6. Dei Verbum en: Documento del Vaticano II. Biblioteca de Autores Cristianos. 34º
Edición. Madrid 1982.
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7. Jiménez Ortiz, A. Teología fundamental. La Revelación y la Fe en Heinrich Fries.
Universidad Pontificia. Salamanca, 1988.
8. Juan Pablo II. Fides et Ratio. Sobre las relaciones entre fe y razón. Ediciones
Paulinas, Lima 2002.
9. Ratzinger Joseph. Benedicto XVI. Jesús de Nazaret. 1º Edición. Editorial Planeta
Perú. S. A. Lima 2007.
10.