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Date post: 13-May-2020
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177 Democratización y cultura política en el Este de Europa Trinidad Noguera Gracia 1. Aspectos generales D esde la publicación de The Civic Culture por Gabriel Almond y Sid- ney Verba en los años sesenta hemos asistido a una amplia y aún no conclui- da polémica en ciencias sociales. Partidarios y detractores se esfuerzan en buscar respuestas a las cuestiones que el nuevo enfoque ha dejado abiertas, especialmente las relativas a la ambi- giiedad del propio concepto, su capacidad explicativa y su difícil cuantificación. La cul- tura política se ha convertido en un referente ineludible. En el ámbito de la teoría de transiciones, los científicos sociales han dirigido su atención, por un lado, hacia las posibilidades de supervi- vencia o nacimiento y desarrollo de una cultu- ra política democrática en un contexto autori- tario. Por otro, hacia el papel que dicha cultura política desempeñaría en caso de democratiza- cion. Las páginas que siguen pretenden reco- rrer algunos de esos análisis —y sus conexiones con otras perspectivas teóricas—, ilustrados con los recientes ejemplos de cambio de régimen en Europa del Este. Li. CULTURA POLÍTICA: DEFINICIONES En el primer capítulo de The Civic Culture Revisited, Almond recoge varias definiciones del concepto de cultura política, con el fin de añadir precisiones a la suya propia. Según el autor, la cultura política comprende «cogniti- ve, affective and evaluative orientetions to political phenomena, distributed in national populatios or in subgroups» (Almond, Verba; 1989: 26). Una segunda perspectiva, represen- tada por Samuel Beer, hace hincapié en los elementos simbólicos y el sistema de creen- cías: «political culture orients a people toward a polity and its processes, providing it with a system of beliefs (a cognitive map), a way of evaluations, and a set of expressive symbols» (íbidem). En tercer lugar, Lucian Pye, Sidney Verba y Robert Dahí se centran en la cataloga- ción de los elementos presentes en el término, en la misma línea seguida después por Almond y Powell (op. cit, p. 28), quienes sistematizan Trinidad Noguera Gracia. Universidad Complutense de Madrid. Política y Sociedad, 29(1998), Madrid (PP. 171-187)
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Democratizacióny cultura políticaen el Este de Europa

Trinidad NogueraGracia

1. Aspectosgenerales

D esde la publicación de The CivicCulture por Gabriel Almond y Sid-ney Verba en los años sesenta

hemos asistido a una amplia y aún no conclui-da polémica en ciencias sociales. Partidarios ydetractores se esfuerzan en buscar respuestas alas cuestionesqueel nuevoenfoqueha dejadoabiertas, especialmente las relativas a la ambi-giiedad del propio concepto, su capacidadexplicativa y su difícil cuantificación. La cul-tura política se ha convertidoen un referenteineludible.

En el ámbitode la teoríade transiciones,loscientíficos sociales han dirigido su atención,por un lado,hacialas posibilidadesdesupervi-venciao nacimientoy desarrollode unacultu-ra política democráticaen un contextoautori-tario.Porotro, haciael papelquedichaculturapolítica desempeñaríaen casodedemocratiza-cion. Las páginasque siguen pretendenreco-rreralgunosde esosanálisis—y susconexionescon otrasperspectivasteóricas—,ilustradosconlos recientesejemplosde cambio de régimenen Europadel Este.

Li. CULTURA POLÍTICA:DEFINICIONES

En el primer capítulode The Civic CultureRevisited,Almond recoge varias definicionesdel conceptode culturapolítica, conel fin deañadir precisiones a la suya propia. Según elautor, la cultura política comprende«cogniti-ve, affective and evaluative orientetionstopolitical phenomena,distributed in nationalpopulatiosor in subgroups»(Almond, Verba;1989: 26).Una segundaperspectiva,represen-tada por Samuel Beer, hace hincapié en loselementossimbólicos y el sistemade creen-cías: «political culture orientsa peopletowarda polity and its processes, providing it with asystem of beliefs (a cognitive map), a way ofevaluations,anda set of expressivesymbols»(íbidem). En tercer lugar, Lucian Pye, SidneyVerbay RobertDahí secentranen la cataloga-ción de los elementospresentesen el término,en la mismalíneaseguidadespuéspor Almondy Powell (op. cit, p. 28), quienessistematizan

TrinidadNogueraGracia.UniversidadComplutensedeMadrid.PolíticaySociedad,29(1998),Madrid (PP. 171-187)

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el conceptode acuerdocon tres dimensiones:«system»culture (orientacioneshacia el régi-men, las autoridadesy la comunidadpolítica),«process»culture (percepciones respecto a lapropia capacidaden política, y actitudeshaciael resto de actores),y «policy»culture (prefe-rencias en cuanto a la respuesta —output--- ysatisfacción efectiva —outcome—de las deman-das por parte del sistema). A su vez, las citadasorientaciones pueden ser de tres tipos: cogniti-vas (creencias, informaciones y análisis), afecti-vas (sentimientosde adhesión,aversióno indi-ferencia), y evaluativas(juicios morales).Lastres dimensionesy los tres tipos de orientacio-nes se encuentraninterrelacionados,de modoque las modificacionesen un nivel repercutenen mayor o menor medida sobre los restantesOtra cuestiónes el grado de estabilidadde losdistintoscomponentesdel concepto,así comosurelación con el comportamientopolítico. Elsiguiente apartado se ocupa de todo ello.

1.2. ACTITUDES, VALORESY COMPORTAMIENTO.DIFERENCIACIÓN

Y RELACIONES

De acuerdo con la perspectiva de Almond yVerba, en la cultura política es posible distin-guir un «núcleo duro» compuesto por valores ycreencias relativamente resistentes al cambio,de unaesferamás superficiala la quepertene-cen las actitudes(op. cit., p. 401). Así pues,sepueden situar actitudes y valores en un conti-nuum según la menor o mayor «profundidad»,entendidacomo resistenciaal cambio, y endonde también tendrían cabida las opiniones:

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OPINIONES ACTITUDES VALORES

• OPINIONES: ondas superficialesde laconcienciapública, altamentesusceptiblesalas modificacionesde las corrientesqueElisa-beth Noelle-Neumanndenomina «clima deopinión» (Noelle-Neumann;1995).

• ACTITUDES: Ligadasapercepcionescon-cretas relativasal funcionamientodel régimen,la relación con otros actoreso la informaciónrecibida a travésde los medios de comunica-ción, las actitudespertenecena un nivel másprofundo que las opiniones. Aunque resultan

menosvolubles, sonmodificablesen el corto omedio plazo.

• VALORES: Elementosestables,quevari-an en el largo plazo. Recogen creencias ymemorias a menudo transmitidas por vía inter-generacional, adquiridas principalmente a eda-des tempranas, durante las primeras etapas desocialización.

La segundacuestiónaconsideraraquíes larelación de la cultura política con el comporta-miento. Según una larga tradición antropológi-ca, existe unaestrechacorrelaciónentrevaloresy comportamiento,de modoqueéstevendríaaserun reflejo bastanteaproximadode aquellos;su observaciónconstituiría un indicador sufi-ctente del sistemade valores presenteen unadeterminadacomunidad.Sin embargo,estapers-pectiva presentanumerosospuntosflacos. Ensociedadesdemocráticasparecerazonableespe-rar que no existan divergenciasimportantesentrelas actuacionespúblicasde losciudadanosy suscreenciasprivadas.En cambio,seprodu-cena menudodivergenciasen absolutodespre-ciables.Una posibleexplicacióndel fenómenoes la teoríade la «espiraldel silencio»,segúnlacual el temordel serhumanoal aislamientoleinduce a comportarsey manifestaren públicoopinionesdistintasde las sostenidasenprivado,sacrificandola coherenciaen arasde la perte-nenciaal grupo (Noelle-Neumann;1995: 260).

Bajo regímenesautoritarioso totalitarios,seproducelo queTimur Kuran denomina«falsi-ficación de preferencias»(Kuran, en Bermeo;1992: 7-48): las preferenciasprivadasdifierende maneraradical de las sostenidasen público.En esta situación, el miedo no sólo al aisla-miento, sino a la represión,generaunaactitudgeneralizadade aparente conformismo. Elconsensopasivo vieneimpuestopor la necesi-dadde sobreviviren el sistema,al queno todosse encuentranen condicionesde desafiar. Elpreciopagadopor la falsificación de preferen-ciasesel dela integridadde la concienciaindi-vidual y el desarrolloen la sociedadde unadoble moral,con susrutinas de desconfianza,frustración e insolidaridad(ver mfra). Uno delos grandeserroresde los regímenescomunis-tas del Este de Europa fue la fe ciega en sucapacidadparamodificar de raíz la concienciade susciudadanos,y la creenciade queel se-guimiento público de las consignasoficialessignificabasin más el éxito de la resocializa-ción en los principios del marxismo-teninis-

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mo. Si en algún momentolos gobernantessos-pecharon que no era así, desde luego despre-ciaron la importancia de la esfera privada, con-siderándosesatisfechos con mantener elcontrol sobre las conductas públicas.

1.3. CULTURA POLÍTICA,Y DEMOCRATIZACION:¿CAUSA O CONSECUENCIA?

En el debate sobre las condiciones quehacenposibleelsurgimientode lademocracia,la cultura política es una de las explicacionesinvocadascon másfrecuencia.Una interpreta-ción radical de esta perspectiva significa atri-buir valor causal directo a un determinadoconjunto de actitudes, valores y creenciasfavorablesa la democracia,de modoque:

• Existiendo entre la población un consensomás o menos amplio a favor de las mismas,éstas serian condiciónsuficienteparaprovocarelcambiode régimen.

• Su inexistenciaimposibilitaría la apari-ción de la democracia(seríatambién condi-ción necesaria).

• Se sobreentiendequees posiblela super-vivencia, o, en su caso, el nacimiento dedichos valores, creenciasy actitudesen uncontextoautoritarioo totalitario.

Autorescomo DankwardRustowy PhilippeSchmitter (Rustow; 1970: 337-363 y Schmit-ter; 1992: 18) niegan este valor causal directoa la cultura política. Sostienen que no es con-dición necesaria, puesto que la historia nosproporciona ejemplos de democratizacionesen ausencia de una cultura política democráti-ca ampliamentecompartidapor la población.Tampoco condición suficiente, puesto que porsí sola es incapaz de provocar el derrocamien-to del régimen autoritario:éstepuedesobrevi-vir durantedécadasaunquebuenapartede lapoblación lo considereilegítimo, y sostengaprivadamentevaloresy creenciasdemocráti-cas(asífue, dehecho,en Europadel Este).Enrealidad,Rustowy Schmitterentiendenquenohay precondicionesfijas y generalizablesatodoslos casosde transiciónhacialademocra-cia, másallá de la existenciade un consensoentre la población a propósito de la unidadnacional a la que pertenecen (Rustow; op. cit4.

Sin embargo, algunas democratizacionesrecientes,como las de Checoslovaquiay laRDA~, nosobligan a reconsiderar incluso estacondición mínima.

Si la cultura política no es causa directa dela democracia,¿esentoncesconsecuenciadeella? Barrington Moore se inclina en estadirección: la cultura política es fruto de la exis-tencia de unas normas y estructuras determina-das, por lo tanto un contexto democrático deberevertir enel surgimientodecreencias,valoresy actitudesfavorablesa la democracia.Implí-citamente, esto supone que en un régimenautoritariono es posible la apariciónde estoselementos,e incluso, en el largo plazo, nisiquierala supervivenciade aquellospreexis-tentes, heredadosde anterioresexperienciasdemocráticas.No obstante,numerosasseñalesnos inducena pensarno sólo que los valoresdemocráticosvinculadosa memoriasdel pasa-do resultanaltamenteresistentesa la erosiónporpartedel régimenautoritario,sinoqueade-más ciertos elementos propios de una culturapolítica democrática se gestan incluso en estascondicionesdesfavorables(si bien seven obli-gadas a recluirse en el ámbito privado). Laperspectivamásarriba aludidapareceatribuira los regímenes totalitarios una capacidadresocializadora que han demostrado no tener(Maravalí; 1995: 266).

Un punto de vista conciliadorde los dosextremos descritos —la cultura política comocausa y la cultura política como efecto de lademocracia—,es el quepostulala existenciadeuna relación probabilistica entre ambas (Mara-valí; 1995: 251-286 y Schmitter; 1992: 18). Lapresenciade ciertaculturapolítica democrática—por imperfecta que sea— en una comunidad,incrementalasposibilidadesde éxito encasodedemocratización, suavizando la transición yfacilitando la creación de las nuevas reglas deljuego. En este sentido, la cultura política tieneun valor causal relativo. La consolidación delnuevo régimen es asimismo más ptóbable (vol-veremos sobre ello), al ponerse en marcha unmecanismo de retroalimentación(Morlino;1986: 16): los valores favorables a la democra-cia apoyan la construcción y permanencia en eltiempo de las instituciones, normas y rutinasque le son propias,mientrasque, a su vez, elfuncionamientodemocráticofacilita la profun-dización de aquellos valores. Así pues, la cultu-ra política es también efecto de la democracia.

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1.4. RELACIÓN LEGITIMIDAD -

CULTURA POLÍTICA

Siguiendoa Max Weber,LeonardoMoninodefine la legitimidad como «un conjunto deactitudespositivas hacia el sistema políticoconsiderado como merecedor de apoyo»(Morlino; 1985: 177).Se tratade unavariabledecisiva de cara a la consolidación de unnuevo régimen, dado que ésta no se agota enel nivel estructural (fijación de normas,insti-tuciones y reglas del juego), sino que alcanzala esferade las relacionesentre estructuraycomunidad política, donde «consolidación»significa precisamente«progresiva amplia-ción de la legitimidaddel régimen»(Morlino;1986: 16).

Ahora bien, ¿de dónde proceden esasactitudes de apoyo?En la respuestaa estapreguntase encuentrael vínculo entrelegi-timidad y cultura política. Morlino señajados dimensionesdentro de la legitimidad(Morlino; 1985: 175-217): la primera deellas es la legitimidad difusa, quecompren-de valores e ideologías legitimantes, símbo-los, mitos y tradiciones de duración y leal-tad a las autoridades e instituciones—elementostodos pertenecientesal ámbitode la cultura política—. La segunda dimen-sión es la legitimidad específica,entendidacomo satisfacción relativa de la poblacióncon respectoal nivel de cumplimiento dedemandas por parte del régimen. La legiti-midad específica está vinculada a variablesdel tipo de la eficaciadecisoria,los canalesde transmisión de demandasy el nivel denecesidadesexistente.

Según Morlino, ambas dimensiones secomunican (Morlino; 1985: 188), de modoque la existencia de legitimidad difusaayuda al régimen a implementar políticasexitosas en cuanto al grado de satisfacciónde demandas,y a su vez el incrementodelegitimidad específica por la satisfacción dedemandasrefuerza las actitudes,valores ycreencias de apoyo al sistema que formanparte de la legitimidad difusa. En otras pala-bras, una vez más, la presencia de una cultu-ra política democrática mejora el funciona-miento del sistema, al tiempo que el buenfuncionamiento del sistema apuntala lospilares de la cultura política democrática(ver supra).

1.5. LA EXISTENCIADE DEMÓCRATASDE EUROPA

EN EL ESTE

Las democratizacionesse producen«inclu-so sin demócratas», según sostiene PhilippeSchmitter(Schmitter; 1992: 18), pero parececlaro que su presenciapuedeallanarbastanteel camino hacia la institucionalización delnuevorégimen.De nuevoestaríamosaquíanteunarelaciónprobabilistica,aunqueno mecaní-ca: un alto númerode demócratasconvencidosfacilitaráel tránsitohaciala democracia,siem-pre que sepa«jugar bien sus cadas»,con elrestode actores—autoritariosy no autoritarios—y con las circunstanciasdel momento2 Ahorabien, ¿quienes son los demócratas,y de dóndeproceden ? Pueden ser de dos tipos, «conven-cidos» (los disidentes, aunque con algunosmatices), o «de última hora» (los oportunis-tas). Cabe argumentar que en los regímenesdel EstedeEuropaexistíannumerosos«demó-cratasconvencidos»quesin embargono adop-taronposicionesde disidencia.No se incluyenaquí porque, debido a la falsificación de prefe-rencias, antes de la caída del comunismo resul-taba políticamenteinvisible su condición dedemócratasa ojos tanto del régimencomodesus conciudadanos.Volveremossobreellos alhablarde Checoslovaquia.

a) Los disidentes:A lo largo de toda laetapacomunistapersistieron,amparadosen laclandestinidaddeciertas comunidadesdomés-ticas, valores y creenciasque desafiaronlosmecanismosde resocializaciónde los regíme-nes(Maravalí; 1995: 265), convertiéndoseenfocos de disidencia. En paísescon experien-cíasdemocráticasanteriores,estos valoressevinculabana lasmemoriasdel pasadono auto-ritario (eselcasodeChecoslovaquia,especial-mentela zonacheca).Allí dondeno existierontales experiencias,sobrevivieron elementospropios de la sociedad tradicional, que contra-decían los valores impuestos por el régimen.En muchos casos,los núcleos de disidentesestuvieron ligados a la religión (Polonia), atensiones nacionales (Eslovaquia, Kosovo, laVoivodina), o bien al incrementode la educa-ción y la industrialización (Bulgaria) y loscontactos con el exterior (Hungría). El comu-nismo reprimió, pero no logró suprimir eldisentimiento, que reaparecía públicamente enoleadas cada cierto tiempo: Alemania Oriental

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en 1953,Hungríaen 1956,Checoslovaquiaen1968,y de nuevoen los añossetentaconSoli-daridaden Polonia, la oposiciónintelectualenHungría y la Carta77 en Checoslovaquia.Encuantoa las característicasde estosdisidenteshay que señalarque se trata en realidad deminorías desorganizadas,compuestasesen-cialmentepor intelectuales,estudiantesy artis-tas,concentradosen las ciudades más impor-tantes, y que debido a su marginalidaderanincluso toleradospor el régimen, que no losconsideraba una auténtica amenaza (González;1996: 33). Sólo en momentos clave, comoalgunosde los másarribamencionados,logra-ron movilizar a sectoresampliosde la pobla-ción,ante lo cual los gobernantesrespondieroncon la coerción,apoyadapor tropassoviéticasy del Pacto de Varsovia. El resto del tiempo,los disidentespermanecieronaisladosde susconciudadanos.A menudo eran observadosconciertamezclade respetoy recelo,portenerla voluntad, el valor y los mediosparamani-festar abiertamentecreenciasque los demáscallaban. Ahora bien, dentro de la disidenciahayquereferirse aun grupoespecial:el de losantiguosmiembrosde la intelligentsiadel régi-men,que«desertan»paraunirse a la oposicióndemocrática.En cierto modo, se encuentranamitad de caminoentrelos demócratasconven-cidos y los oportunistas.Desdelos añosseten-ta numerosos intelectuales tradicionalmenteleales comienzan a mostrarse críticos con elrégimen, cuyo colapso económico empieza aserevidente.El sistemano soportala compa-raciónconoccidente,cadavez es menoscapazde competir en productividad,calidady tecno-logía.EnHungría,aparecenestudioseconómi-cosquedenuncianla ineficaciadel kadarismo;denunciassemejantesse producentambiénenPolonia y Checoslovaquia. La consecuenciamás importantede la deserciónde la intelli-gentsia fue la quiebra de una fuente principalde legitimación de los regímenes. Los intelec-tuales habían sido hasta entonces el ‘espejo’ enel cual los gobernantesse veíanreflejados;suretirada les llena de confusión y siembra enellos las primeras dudas sobre su propio dere-cho a gobernar (Schópflin; 1996: 227-229, yDi Palma,en Bermeo;1992: 49-80).

b) Los oportunistas:Cuando los primerossíntomasde cambio se hacenevidentes(1988en Hungríay Polonia, 1989 en el restode paí-ses), aumentadesmesuraday sorprendente-

mente el número de los que se declaran demó-cratas.Buenaparte de ellos pertenecena lossectores de población que falsificaron susauténticas preferencias durante el comunismo(ver supra), decididos por fin a «vivir en laverdad» (Havel; 1958). Pero otros muchos soncomunistas verdaderos, que se limitan a«apuntarse al caballo ganador» (Noelle-Neu-mann; 1995). En 1989,la democraciase pre-senta como la única alternativa posible para lamayoría de paísesdel área. Así, los antiguoscomunistas intentan evitar juegos de sumacero,acomodandosuposicióna las nuevascir-cunstancias del mejor modo posible. Puestoque temen ser objeto de exclusión e inclusorepresaliaspor parte de los demócratascon-vencidos(especialmentede aquellosa los queperjudicaronduranteel régimenanterior),bus-canel modo de «confundirse»conellos:justi-fican su anteriorapoyoal comunismopresen-tándosea si mismoscomovictimas.Un nuevoprocesode falsificación de preferenciastienelugar en la etapapostcomunista.En palabrasde Timur Kuran, «asnoncommuniststhrew offtheir masks in joy and relief, many genuinecommunistsslipped on masksof their own -

masks depicting them as the helpless functio-nariesof a repressivesystem,as formerprefe-rence falsifiers thrilled to be speaking theirminds after years of silent resentment»(Kuran,en Bermeo;1992: 41).

2. El ejemplode Checoslovaquia

E l comunismotuvo siempreun carácterimpuestoen Checoslovaquia(Gonzá-lez; 1996: 15-25). La victoria electoral

del Partido Comunista Checo en 1948, quesupusola exclusión casi inmediata de cual-quier tipo de disidencia, vino de hecho prece-dida por la manipulación del sistema electoraly de partidos.No obstante,escierto queChe-coslovaquiaera prácticamenteel único paísdel área donde existía un partido comunistafuerte. La fuente principal de sus apoyos tras laSegunda Guerra Mundial procedía del papeldesempeñado en la lucha contra el nazismo;buena parte de la población veían en las tropasrusas a los libertadoresde la patria, y los

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comunistasparticiparonde esehalo de heroi-cidad. Sin embargo,esosapoyos fueron ero-sionándose a medida que se confirmaba lasubordinacióna la URSS del gobierno y elpartido.El descontentopopularpor la domina-ción exteriorsoviéticaestuvoen labasedeunode los grandes problemas del régimen: el de lalegitimación.

2.1. PROBLEMASDE LEGITIMACIÓNDEL COMUNISMO CHECO

A lo largo de suscuarentaañosde monopo-ho del poder, el comunismo checo ensayó dis-tintas fórmulas de legitimación. La fórmulainicial respondió a lo que Di Palma llama«legitimationfrom thetop» (Di Palma,en Ber-meo; 1992: 55-67), en una doble vertiente:desdeel punto de vista ideológico-filosófico,se postulabala superioridadmoral y científicade las verdadesdel marxismo-leninismo,cuyaejemplaridadhabría de ser finalmente com-prendida y reconocida por occidente. El pasodel tiempo desmintió este último supuesto, ypuso de manifiesto la inmensa distancia queseparabalas consignasoficialesde la realidadcotidianadel sistemacomunista.La propagan-da del régimensuscitabaentrelos ciudadanosuna mezcla de escepticismoe ironía, impru-dentementeignoradapor las élites.

La segunda vertiente de la legitimacióndesde arriba es la que podríamos llamar «tec-nocrática». Los gobernantesbuscabanelapoyo de los cuadros de intelectuales y espe-cialistas, que garantizaban al régimen una ima-gen positiva de si mismo El distanciamientode la inteligentsia supuso la quiebra de dichaimagene introdujo granconfusiónen la coali-ción dominante (Schópflin; 1996: 228). LaPrimaverade Pragaejemplificala importanciade estefactor: cuandola intelligentsiaintentatntroducir reformasen el sistema,estereaccio-na —con la inestimableayudasoviética—sepa-rándolos,y sustituyéndolospor nuevos cua-dros ligados a la ortodoxia, queno siembrenamenazadorasdudas,En 1989 el régimennocuentaya conesaposibilidadde recambio.

Cuandola «legitimation from the top» noresultósuficiente,secombinócon el recurso ala retórica nacionalista. El internacionalismoproletario de la primeraetapafue relegadoaun segundolugarduranteel post-estalinismo.

En todoslospaisesdel árease intentóun difí-cil equilibrio entre «la amistadcon la UniónSoviética»y la permisividadparacon los sen-timientosnacionalesde las poblaciones,cuyoapoyose pretendíaganarpor estavía (Gonzá-lez; 1996: 78). En Checoslovaquiael nuevodiscursooficial mezclabalos lemascomunis-tasconel folklore y la historiadel país,en unintento de presentaral comunismocomo unhecho inevitable y glorioso. Tampoco tuvoempachoen manipularlas rencillasancestralesentrechecosy eslovacos,conel fin de desviarla atención popular del auténtico opresornacional, la Unión Soviética.Constituyóade-másun armade primer orden a la horade eli-minar demandasy personajesmolestos: en1969,lospuestosde podery prestigioqueque-daron vacantes tras la purga de los reformistasfueron cubiertos con eslovacos.Tradicional-mente, Eslovaquia había estado al margentantodel avanceeconómicocomode las posi-cionesprivilegiadas.Con aquelmecanismosepretendiócomprarla estabilidady laadhesiónal régimende la zonaeslovaca.Los eslovacosobtuvieron unacierta victoria sobre los che-cos, a los quesiguieronconsiderandoa pesarde todosusopresores,mientrasquelos checosacusabanalos eslovacosde haberlestraiciona-do, beneficiándosede la mayor represiónsufrida por los paíseschecosdurantela nor-malización(Brown; 1994: 54).

Durantelos añossesentael régimenrecurrea un nuevo elemento,que podríamosllamar«legitimación por los resultados». A lo largode todasu historia, lapropagandaoficial habíainsistidoen la superioridadeconómicaeinclu-so tecnológicadel comunismofrente a occi-dente.Sin embargo,esasupuestasuperioridadno se habíavisto reflejadaen mejoresnivelesde vida para la población. En la décadade1960 se poneen marchaun pactotácito entre

el régimen y la población: la aquiescenciapasiva de los ciudadanos, tendría como contra-partida una cierta «toleranciarespectode losinteresesprivadosy de una “segundaecono-mía” creciente» (Maravalí; 1995: 267). Lamejora —limitada— del bienestarde la pobla-ción beneficióparticularmenteala intelligent-sía, cuyo favor era fundamentalparael régi-men (ver supra). A cambio de su apoyopúblico, los cuadrosaccedieronabieneshastaentonces inusuales: automóviles, segundasresidenciasen los alrededoresde Praga,estan-

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cias de descansoen balnearioscomo KarloviVan, e incluso vacaciones pagadas en Hungríao Bulgaria. Aparte los efectos perversosdeeste intercambio, en forma de corrupción,clientelismo y doble moral, el comunismochecoconsiguióatravésdel mismoúnicamen-te consensopasivo,perono auténticalegitimi-dad. En último extremo, cuando todas losdemásmecanismosfallaron,el régimense sos-tuvo por el hechodel poder mismo.En pala-brasde GeorgeSchópflin,«te party insistedon its monopoly míe becauseit held powerand there was no alternative» (Schópflin;1995: 267).El régimencontabacon el respal-do del gran aliado soviético y su capacidadcoercitiva, que garantizaba, al menos, la obe-dienciaporpartede lapoblación.Deahíquelaretiradade eserespaldoredundaracasi inme-diatamenteen un clamorpopulara favor de ladisoluciónde un sistemaquehabíasido mássoportado que apoyado.

2.2. LA RESOCIALIZACION COMOINTENTO FALLIDO

Los intentos de legitimaciónmásarribaenu-meradosformabanparte de un proyecto deresocializaciónglobal de la ciudadaníaen losvaloresdel marxismo-leninismo,que se llevóa cabo a través de diversos canales. En losaños cincuenta se puso en práctica una estrate-gia de tipo estalinista: fue el momento álgidode penetraciónen la sociedad.A la represiónde la disidenciay las purgasdentrodel propioPartido Comunista Checo, acompañaronelestrechocontrol sobreel sistemaeducativoylos mediosdecomunicación,sometidosarigu-rosacensura.Una bazafrecuentede la propa-gandaoficial fueron los «procesosespectácu-lo» contra los supuestostraidores,entreellosel despuéspresidenteGustávHusák.A menu-do los procesosincluyeron la publicidad deconversacionesprivadasgrabadasclandestina-mentepor los omnipresentesespíasal serviciode la STB (Státni Tajná Policie), la temidapolicía política, con el objetivo de despresti-giar apersonajesquegozabande favor popu-lar, pero no erandel agradodel régimen. Sidurantelos primerosañosde la décadade lossesenta pareció producirse un relajamiento enel uso de estasprácticas,trasla PrimaveradePraga fueron retomadas Alexandr Dubéek,

líder de los reformistas,fue obligadoa retrac-tarsepúblicamentede sus anterioresherejíascontra la ortodoxia comunista, tras haber sidoconducidoa Moscúen los primerosmomentosde la invasión soviéticade agosto de 1968.Otro ejemploes el de las conversacionesentreel novelista Jan Prochazka y el profesorVáclav (erny,ambasvocesdestacadasy muypopulares durante la Primavera de Praga,quefueron emitidas en serie por la radio checa en1970. El régimen tratabade hacer valer susuperioridadponiendoen evidenciaasusene-migos; sin embargo,la poblacióninterpretabaexactamente lo contrario, esto es, la debilidadde unosgobernantesqueteníanqueampararseen tácticasmezquinasy en la amenazadorasombra de la URSSpara obtener obediencia.El calado de la resocialización fue muy limita-do, en la medida que no logró concitar auténti-ca legitimidad —entendida como adhesión yapoyoactivo al sistema—sino únicamentecon-sensopasivo,graciasen parte a la coerciónyen parte al «vivir y dejarvivir» implícitamen-te pactadoentrerégimen y ciudadanos~. Noobstante,las reaccionesante los intentosderesocializacióny autolegitimacióndel régimenno fueron las mismasen toda la población.Cabehablarde dos sectores,condos tipos decomportamiento diferentes: la mayoría desmo-vilizada y la minoría disidente.

a) La mayoría desmovilizada:Teniendopresente la distinción entre actitudes, valores ycomportamiento(versupra), buenapartede lapoblaciónchecaa lo largode cuarentaañosdecomunismodesarrollócomportamientosquecontradecíandolorosamentesusvalorespriva-dos. La adhesión pública al régimen teníacomo contrapartida la posibilidad de vivir conciertas garantías de tranquilidad y hasta de bie-nestar. Los símbolos —lemas, banderas, mani-festaciones—;las ceremonias—por ejemplo, laconmemoración, cada 21 de agosto, de laentradade las tropassoviéticasen Praga—,ydeterminadosactos- firma de panfletoscontralos opositoresal régimen,e inclusodenunciasocasionales contra amigos o conocidos-‘ eranlas armas con que la población obteníadelrégimeneducaciónuniversitariaparaloshijos,permisosparaviajar al extranjero,o, simple-mente,la pazde pasardesapercibidos,desem-peñando el trabajo diario sin recibir molestiasni amenazas. Es difícil saber hasta qué puntolos gobernanteseranconscientesde la falsifi-

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cación de preferencias, pero sí parece evidentesu escaso interés por el fenómeno:con el finde la etapaestalinista,la penetraciónde lasconcienciasparecióun bien fácilmentesubsti-tuible. Las creencias privadas no tenían impor-tancia, siempre que el grueso de la poblaciónfuese sumisay diese muestras de adhesiónpública cuando le fuesenrequeridas.Lasélitesdel partidoy elgobiernodespreciaronlos efec-tos de la falsificación de preferencias,quedegeneraronen un clima socialde desconfian-zay frustración.A la postre,eseclima resultóserperniciosoparael propiosistema,al quesepercibía cada vez más como un constructoanquilosado, falto de futuro. Havel hablaba dela «imposibilidad de vivir en la verdad», de laexistenciade unalíneadivisoriaqueatravesa-ba laconcienciade los ciudadanos,convirtien-do a cada uno de ellos «a la vez en víctima yen soporte del sistema» (Havel; 1985: 37). Ladoblemoral tuvosureflejo tambiénen el terre-no económico,dondela transigenciaparaconuna«segundaeconomía»dio lugararutinasdecorrupción, fomentó el ansiaconsumistaentrela población,e hizo caeren picadola produc-tividad nacional,ya de por síen declivedesdelos añossesenta.Pero la deslegitimacióny lafalta de fe no es suficiente para el derroca-miento de un autoritarismo,ni nos autorizatampoco a deducir automáticamenteque lademocraciagocede apoyoarraigadoy masivo4.Parael casocheco,sin embargo,es factibletaldeducción,aunquecon matices. Como ya seha señalado, y de acuerdocon numerososautores, si existía entre la población unaembrionaria cultura política democrática,constituidapor valoresy creenciasvinculadosen su mayoríaal recuerdoidealizadode la 1República y su artífice, Masaryk (Maravalí;1995, Brown, A.; 1984,Wolchik; 1990). Peroal estarcondenadasa la clandestinidad,laspersonas no tenían modo de saber cuántos desusconciudadanoscompartíansuscreenciasyse sentíanalienadospor el sistema—situaciónqueTimur Kurandenomina«ignoranciaplura-lista» (Kuran, en Hermeo; 1992: 7-48)—. Eltemor a no ser secundados, con los consi-guientesriesgosderepresióny aislamiento,lesimpedíamovilizarsey expresarpúblicamentesus preferencias. Sólo cuando resulta evidenteque el descontentoes masivo,y los costesdela accióncolectivacomienzana parecertolera-bIes,es posible para la mayoría de la población

atravesarel «umbral revolucionario»,especiede arco del triunfo que separa la apatía genera-lizada de la protestamultitudinaria.La traspo-sición de dicho umbral es, según Kuran, elpuntoálgidoen el quese decideel futurode unrégimen autoritario. En Checoslovaquia, esepasocrucial tuvo lugarentreel 17 y el 29 denoviembre de 1989.

b) La minoría disidente: El comunismochecono tuvo quehacerfrente a movimientosde oposición importantes.La disidencia selocalizaba en Praga,Erno y Bratislava,y esta-ba compuestaporgrupospequeños,desorgani-zadosy semiclandestinos,prácticamenteaisla-dos entre si y del restode la población. Porotra parte, ésta era la tónicageneralen casitodoslos paisesdel este,exceptuandoPolonia.SegúnKuran, los disidentesson aquellosparalos cualesel coste del silencio —entérminos deintegridad personal— es intolerablementemayor que el de la represión,de modo queoptanporromperconla falsificaciónde prefe-rencias (Kuran, en Bermeo; 1992: 19). EnChecoslovaquia,la disidencia se caracterizópor el pacifismo y la defensa de los derechoshumanos, más que por la demanda abierta dedemocracia.Participabade valoresy creenciassemejantesa los de la «mayoríadesmoviliza-da» (ver supra), pero, al hacerlospúblicos, sedistinguíade ella, causandoa la vez admira-ción y malaconciencia.La poblaciónrecelabadel contacto con los disidentes por temor asuscitarlas suspicaciasdel régimen.El recelose relajó durante la Primavera de Praga, y vol-vió a crecer tras la invasión soviética. El movi-miento más importante durante la no,maliza-ción fue la Carta 77, donde encontraronacogidagran partede los reformistasdel 68.La Cartanació al amparodel Acta Final deHelsinki de 1975,quehabíasido suscritaporChecoslovaquia. Su propósito explicito era ladefensade los derechoshumanosy la rectaaplicación de la legislación que los amparabapor partede las autoridadeschecas.En reali-dad, suponía un ataque encubierto al régimen,al denunciarla doble moral quesustentabaelpacto implícito entre gobernantesy ciudada-nos, y sostenía,en última instancia,al propiosistema. Idealistasen exceso,y contagiadospor el antipoliticismo de la propaganda oficial,los disidentes de la Carta 77 desconfiabantanto del comunismocomo del capitalismo.No estabaentre sus objetivos —ni entre sus

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posibilidades—el derrocamientodel régimen,sino una ambigua tercera vía cuya clave seriala remoralizaciónprogresivade la vida públi-ca y la posibilidadde «vivir en la verdad».Endefinitiva,no contabanconun proyectoarticu-lado y coherente, aunque la democracia forma-ba sin duda parte de su ideario. Desde 1977 a1990, laCarta77 tuvo 38 portavoces:escrito-res (como Václav Havel); periodistas, (JiríDientsbiero Jiii Rumí ); filósofos (comoJifíHajek); cantantes (Marta Kubisová); o científi-cos (por ejemplo, Václav Benda).Susideassedifundíandentrodel paísa travésde samizdat,publicacionesque circulabande forma clan-destina,aunquelas autoridadesteníanconoci-miento de su existencia. Pero, sobre todo,encontrabanecoen el exterior. Los disidenteschecossemanteníanen contactoconlos pola-cos y los húngaros. En Europa occidental, losmediosde comunicaciónrecogíansudiscursoy dabannoticiassobresus avatares.Por estavía indirecta la población —a la que era yaimposible impedir el acceso a dichos medios—recibía una imagen de los disidentesy unavisión de los acontecimientos que sucedían ensu propio país profundamentedistinta de laoficial. A pesar de todo, las autoridades nuncaconsideraronque los disidentesconstituyeranuna verdadera amenaza (González; 1996: 33).Se permitían incluso el lujo de tolerar su exis-tencia, con el fin de mejorar su maltrecho pres-tigio internacional, dando una impresión depluralismo y respeto a los derechos humanos.

2.3. 1989: LA TRANSPOSICIONDELUMBRALREVOLUCIONARIO

Paraque una población mayoritariamentedesmovilizadapero disconformecon el régi-men se decida atravesar el umbral revolucio-nario, expresando abiertay masivamentesuspreferencias privadas (Kuran, en Bermeo;1992: 16-33),es necesarioquesedendosele-mentosfundamentales:percepciónde unadis-minuciónde los costesde laaccióny constata-ción de un aumentoimportanteen el volumende ladisidencia.

El primero de esos elementos empieza a sur-gir tímidamente en Checoslovaquia con larenunciade Gorbachovala doctrinaBrezhneven los primeros meses de 1989. Acuciada porsus problemasinternos, la URSS perdió la

voluntad de seguir comportándose comogarantede la ortodoxiaen el bloque entero.Peroal «dejaren libertad» asussatélites,estosperdíanunode susmecanismosfundamentalesde obtención de obediencia,el recurso a lacapacidadcoercitivasoviética.El casode losgobernantes checos fue especialmente signifi-cativo. Milo~ Jake~,junto asuhomólogoger-mano-orientalErick Honecker,representabaelúltimo bastiónde comunismoortodoxo,hastael punto de desafiar las nuevas consignasreformistasde laURSS. La confirmacióndelabandono soviético llegó al conocimiento delas autoridadeschecas de la mano de losmedios de comunicación, que daban cuenta dela huida masivade alemanesorientaleshaciael Oeste,ante la pasividadde la URSS,y laimpotencia del gobierno de la RDA. Despro-vistasde sutradicional aliado,no solo defensi-vo, sino tambiénideológico, entraronen unadinámicade «pérdidade fe», queabrió líneasde fracturaen lacoalicióngobernantey provo-có la deserciónde intelectualeshastaentoncesmáso menosal serviciodel régimen(Schép-flin; 1996).

Tambiénla poblacióntomóconcienciade lanueva situación a través de las noticias deRadioFreeEuropa(principalórganode propa-gandaanticomunistaen Checoslovaquia,bajocontrol estadounidense)y de las televisionespolaca, húngara y, sobre todo, germano-occi-dental. Los acontecimientos en los demás pai-ses generaron un «efecto dominó», por cuantoponían en evidencia que, efectivamente, laURSSno estabadispuestaa intervenir,y porlotanto el cambio era posible. Los costes de laaccióncolectivaparecíanasumibles,dadoquela capacidadcoercitiva del régimen habíacaídovertiginosamente.

El pistoletazode salidaparala movilizaciónfue la manifestaciónestudiantil del 17 denoviembrede 1989. Jakés cometió el error deordenarlacargacontralos manifestantes,errorque habría de costarle el puesto, con el agra-vante de evidenciar laconfusióny debilidaddela coalición gobernante. Ése sería el primer yúnico casode represióncontraunaaccióndelaoposición por parte del régimen. Los antes dis-persos grupos de disidentesse unieronen dosbloques,el Foro Cívico checo-con VáclavHavel al frente—, y su hermano eslovaco,Público Contra la Violencia. Los objetivos delas cámarasdel mundoenteroenfocaronalos

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manifestantesque los disidentesconseguíanreunir, cadavezen mayorcantidad,en la plazaWenceslaode Praga Incluso las propiastele-visión y radiochecasdecidierondespojarsedelacensuraa finales de noviembre, y comenza-ron a dar noticias de lo que se llamó «Revolu-ción de Terciopelo». La atención internacionalanulabalasya escasas posibilidades derecurrirala violenciapor partedel gobierno,de modoquea medidaquepasabanlos días,másy másgenteseuníaa las manifestaciones, convenci-dos del respaldo de sus conciudadanos y de laincapacidadrepresivadel régimen Traspasadoel umbral revolucionario, losgobernantesasu-mieron laevidenciade quesu fin estabaproxí-mo. Los contactoscon la oposicióntuvieroncomo fruto el fin del monopolio del partidocomunista,el 29 de noviembrede 1989.En lapráctica,este paso significaba la renunciaalpoderpor partede la élite comunista.A partirde entonces,el futuro estabaen manosde laoposición.

3. Consideracionesfinales

S iete añosdespués de la Revoluciónde Terciopelo,cabedecirquela tran-sición ha concluido en la antigua

Checoslovaquia,hoy dividida en RepúblicaChecay Eslovaquia.A pesarde su inexperien-cia y excesivoidealismo,los disidentesdel 89,muchosde ellos hoy en el poder, hanlogradoconduciral paíshacia la democracia,y hacerfrente de manerapacíficay consensuadaa lasdificultadesde la división. Ciertos elementospresentesenlaculturapolíticade élitesy masashanayudadoal éxito relativodeestosprocesos,porejemplo, lavaloraciónpositivadel consen-so, la actituddialogante,la toleranciahaciaeladversario.Otro factorcultural relevantefue lavoluntad de «retomar a Europa»,de romperconun pasadode aislamientomediantela inte-graciónen las institucionesoccidentalesy larecuperacióndel prestigiointernacional.

No obstante,transicióny consolidaciónsondos dinámicasdistintas. La consolidación sedesarrollaenelmedioy largoplazo,puestoquerequierela fijación en el tiempodeunaseriedeprocedimientose instituciones,y la adquisiciónde rutinas por la población y las élites. En la

medida que las autoridadescontribuyan a lacristalizaciónde esasprácticas,y logren imple-mentarpolíticas quesatisfaganlas demandas,incrementandoasí la legitimidadespecíficadelrégimen,serámásprobablequela reciénnaci-da democraciachecaalcancela madurez.Peroquedaaún muchopor recorreren la construc-ciónde unaverdaderaculturapolíticademocrá-tica: es preciso limar las herenciasde descon-fianza,infantilismo,apatíay actitudpaternalistahaciael estado,quecuarentaañosde comunis-mo han dejadoimpresasen los ciudadanos.Asícomo la frustración popularante el descubri-miento de que la democraciano es un resortemágico, capazde solucionartodoslos proble-mas con una convocatoria deelecciones.

NOTAS

La transicióna la democraciaha traído consigo,enel casode Checoslovaquia,la división delEstadoendosunidadesnacionales,y en el de la RDA la desaparicióndelpropioEstadoy su incorporaciónaunaunidadnacio-naldistinta(RFA).

2 Puedenverseen estesentido las «guíasparademo-cratizadores»elaboradaspor Samuel P. Huntington(Huntington; 1994).

Paraunadistinción entre legitimidad y consenso,verMonino; 1985: 180.

El apoyoala democraciapodríasertan solo pasivoy circunstancial,no pudiendo hablarse entoncesdeauténticalegitimidad (Morlino; 1985: 180).

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La diferenciainquietante: viejasy nuevas estrategiasculturalesde los gitanos

TeresaSanRomán,Madrid, SigloXXI, 1997 (254 páginas)

Teresa San Román es conocida de antiguo porquienes se interesanen los gitanos y por quienestransitamospor esta Facultadhace más de veinteanos.A los segundos,su humanidadnos dejó unrecuerdoimborrable.Paralos primeros,constituyeun punto de referenciainsoslayable.

La diferenciainquietanteessuúltima aportacióna un trabajoque se inicia en los años70 y se hacepúblico en 1976 con la apariciónde Vecinosgita-nos, obraque se ha hechode consultaimprescidi-ble. En él se incluyen, por lo tanto, las últimasinvestigacionesde la autora,quehabíanaparecidodispersas,poco asequibleso en catalán—hace yamuchosañosque TeresaSanRománvive y trabajaen Barcelona—.

La primerade ellasesunaimportanteaportación

a la historia de los gitanosen España.Llegadosenel siglo XV, mantienendesdemuy pronto unarela-ción peculiar que, en sus rasgosbásicos,seconser-va aún hoy con la culturadominante.Lo que másinteresa,particularmente,es lo antiguo de la reía-

ción entre los gitanos y el quebrantamientode laley penal: «desdefinalesdel siglo XV se les acusade hunos, hechicería,asociacióncon malhecho-res...»(p. 21). Pero cualquieraque sea el aspectoquese elija, sirveparademostrarla persistenciadeese modo especialde subsistenciaen los intersti-cios de la sociedadespañolaquemantienelaetniagttana.

Y así, bastalos añossesentadel presentesiglo,pasandoportodoslos avataresde lahistoria patria,incluida la Guerra Civil. Toda una yeta de ricamateriade investigaciónhistóricasobrelos márge-nes del sistemay los procesosde normalización,muy pertinenteen unaépocaqueestáasistiendoagrandesmovimientosmigratorios.

La siguientecuestiónde interésque abordalaautora,en el capítulo«permítanmeun inciso teóri-Co y metodológicosobrelinajes» es una discusiónsobrela formalizaciónde los gruposde parientes,clanes, o comunidadesfamiliares de los gitanos.Conclaridadmeridiana,llegamosaentendercómo«la fuerza de un hombrese mide en varas»y porqué se organizancomose organizanlos desplaza-mientosy asentamientosgitanos.Desdeelpuntodevistateórico,esteapanadotieneun especialinterésantropológico.

El resto del libro está ocupadopor la historiareciente.La sociedadha cambiadomuchoen losúltimos 30 años,y con ella los gitanos.El desarro-llo de los 60 mejoró la situación económicadealgunosy lasexpectativasde todos;en los setentase dio un impulso bienintencionadoa la integra-ción, que ha dejado lecciones que aprender;losochentaaproximarona muchos no gitanosa losespaciosmarginalesde supervivenciaen que semovían,y la competenciase hizo mayoren ellos;hanllegadogruposnuevos,de lugaresmáspobres,del Este..comotodos.

El problemaqueplanteael libro esprecisamen-te éste: ¿cómo puedesobrevivir un rasgo socialquinientosaños,amoldándosea todoslos intentospara borrarlo, a tantos cambios acaecidosquepodríanhaberterminadoconél? No puededecirseque lo resuelva,perosf que da muchas y buenasrazonespara seguirinvestigándolo.

Sandra Gil y MA JesúsMiranda


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