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31Chomsky (1)

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    Noam Chomsky: Fabricando el Consenso

    NOAM CHOMSKY

    F A B R I C A N D O E L C O N S E N S OEl control de los medios masivos de comunicacin

    Buenos Aires - 2004(Edicin original: 1993)

    INDICE

    IntroduccinPrimeros apuntes histricos de la propagandaLa democracia del espectadorRelaciones pblicasFabricacin de la opininLa representacin como realidadLa cultura disidenteDesfile de enemigosPercepcin selectivaLa guerra del Golfo

    Noam Chomsky naci en 1928. Lingista estadounidense de origen judo, profesor y activistapoltico, licenciado por la universidad de Pensilvania, se le considera fundador de la Gramticagenerativa transformacional, que es un sistema original para abordar el anlisis lingstico y que harevolucionado la lingstica.

    Se incorpor al Instituto Tecnolgico de Massachusetts (M.I.T.) en el ao 1955 y se le conoce noslo como profesor y escritor, sino tambin como opositor al involucramiento norteamericano en laguerra del Vietnam.

    Adems de figurar como eminente lingista y destacado miembro del M.I.T, Noam Chomsky deberaser conocido por todos debido a sus incisivos anlisis acerca de la sociedad, la economa y la poltica mundial.Sobre la base de sus extensos conocimientos, ha escrito una serie de libros de recomendada lectura para todos

    aquellos que quieran tener una visin diferente del mundo que nos rodea.

    Introduccin

    El papel de los medios de comunicacin en la poltica contempornea nos obliga apreguntar por el tipo de mundo y de sociedad en los que queremos vivir, y qu

    modelo de democracia queremos para esta sociedad. Permtaseme empezarcontraponiendo dos conceptos distintos de democracia. Uno es el que nos lleva a

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    afirmar que en una sociedad democrtica, por un lado, la gente tiene a su alcancelos recursos para participar de manera significativa en la gestin de sus asuntosparticulares, y, por otro, los medios de informacin son libres e imparciales. Si sebusca la palabra democracia en el diccionario se encuentra una definicin bastanteparecida a lo que acabo de formular.

    Una idea alternativa de democracia es la de que no debe permitirse que la gente sehaga cargo de sus propios asuntos, a la vez que los medios de informacin debenestar fuerte y rgidamente controlados. Quizs esto suene como una concepcinanticuada de democracia, pero es importante entender que, en todo caso, es la ideapredominante. De hecho lo ha sido durante mucho tiempo, no slo en la prcticasino incluso en el plano terico. No olvidemos adems que tenemos una largahistoria, que se remonta a las revoluciones democrticas modernas de la Inglaterradel siglo XVII, que en su mayor parte expresa este punto de vista. En cualquiercaso voy a ceirme simplemente al perodo moderno y acerca de la forma en que se

    desarrolla la nocin de democracia, y sobre el modo y el cmo es que el problemade los medios de comunicacin y la desinformacin se ubican en este contexto.

    Primeros apuntes histricos de la propaganda

    Empecemos con la primera operacin moderna de propaganda llevada a cabo porun gobierno. Ocurri bajo el mandato de Woodrow Wilson. Este fue elegidopresidente en 1916 como lder de la plataforma electoralPaz sin victoria,cuando secruzaba el ecuador de la Primera Guerra Mundial. La poblacin era muy pacifista y

    no vea ninguna razn para involucrarse en una guerra europea; sin embargo, laadministracin Wilson haba decidido que el pas tomara parte en el conflicto.Haba por tanto que hacer algo para inducir en la sociedad la idea de la obligacinde participar en la guerra. Y se cre una comisin de propaganda gubernamental,conocida con el nombre de Comisin Creel, que, en seis meses, logr convertir unapoblacin pacfica en otra histrica y belicista que quera ir a la guerra y destruirtodo lo que oliera a alemn, despedazar a todos los alemanes, y salvar as almundo. Se alcanz un xito extraordinario que conducira a otro mayor todava:precisamente en aquella poca y despus de la guerra se utilizaron las mismas

    tcnicas para avivar lo que se conoca comoMiedo rojo. Ello permiti ladestruccin de sindicatos y la eliminacin de problemas tan peligrosos como lalibertad de prensa o de pensamiento poltico. El poder financiero y empresarial ylos medios de comunicacin fomentaron y prestaron un gran apoyo a estaoperacin, de la que, a su vez, obtuvieron todo tipo de provechos.

    Entre los que participaron activa y entusisticamente en la guerra de Wilsonestaban los intelectuales progresistas, gente del crculo de John Dewey. Estos semostraban muy orgullosos, como se deduce al leer sus escritos de la poca, por

    haber demostrado que lo que ellos llamaban los miembros ms inteligentes de lacomunidad,es decir, ellos mismos, eran capaces de convencer a una poblacin

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    reticente de que haba que ir a una guerra mediante el sistema de aterrorizarla ysuscitar en ella un fanatismo patriotero. Los medios utilizados fueron muyamplios. Por ejemplo, se fabricaron montones de atrocidades supuestamentecometidas por los alemanes, en las que se incluan nios belgas con los miembrosarrancados y todo tipo de cosas horribles que todava se pueden leer en los librosde historia, buena parte de lo cual fue inventado por el Ministerio britnico de

    propaganda, cuyo autntico propsito en aquel momento tal como quedareflejado en sus deliberaciones secretas era el de dirigir el pensamiento de lamayor parte del mundo.Pero la cuestin clave era la de controlar el pensamientode los miembros ms inteligentes de la sociedad americana, quienes, a su vez,diseminaran la propaganda que estaba siendo elaborada y llevaran al pacfico pasa la histeria propia de los tiempos de guerra. Y funcion muy bien, al tiempo quenos enseaba algo importante: cuando la propaganda que dimana del Estadorecibe el apoyo de las clases de un nivel cultural elevado y no se permite ningunadesviacin en su contenido, el efecto puede ser enorme. Fue una leccin que yahaba aprendido Hitler y muchos otros, y cuya influencia ha llegado a nuestrosdas.

    La democracia del espectador

    Otro grupo que qued directamente marcado por estos xitos fue el formado portericos liberales y figuras destacadas de los medios de comunicacin, como WalterLippmann, que era el decano de los periodistas americanos, un importante analistapoltico tanto de asuntos domsticos como internacionales as como un

    extraordinario terico de la democracia liberal. Si se echa un vistazo a sus ensayos,se observar que estn subtitulados con algo as como Una teora progresistasobre el pensamiento democrtico liberal.Lippmann estuvo vinculado a estascomisiones de propaganda y admiti los logros alcanzados, al tiempo que sostenaque lo que l llamaba revolucin en el arte de la democraciapoda utilizarseparafabricar consenso,es decir, para producir en la poblacin, mediante las nuevastcnicas de propaganda, la aceptacin de algo inicialmente no deseado. Tambinpensaba que ello era no solo una buena idea sino tambin necesaria, debido a que,tal como l mismo afirm, los intereses comunes esquivan totalmente a la opininpblicay solo una clase especializadade hombres responsableslo bastanteinteligentes puede comprenderlos y resolver los problemas que de ellos se derivan.

    Esta teora sostiene que solo una lite reducida la comunidad intelectual de laque hablaban los seguidores de Dewey puede entender cules son aquellosintereses comunes, qu es lo que nos conviene a todos, as como el hecho de queestas cosas escapan a la gente en general.En realidad, este enfoque se remonta acientos de aos atrs, es tambin un planteamiento tpicamente leninista, de modoque existe una gran semejanza con la idea de que una vanguardia de intelectualesrevolucionarios toma el poder mediante revoluciones populares que lesproporcionan la fuerza necesaria para ello, para conducir despus a las masas

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    estpidas a un futuro en el que estas son demasiado ineptas e incompetentes paraimaginar y prever nada por s mismas. Es as que la teora democrtica liberal y elmarxismo-leninismo se encuentran muy cerca en sus supuestos ideolgicos. En miopinin, esta es una de las razones por las que los individuos, a lo largo del tiempo,han observado que era realmente fcil pasar de una posicin a otra sinexperimentar ninguna sensacin especfica de cambio. Solo es cuestin de ver

    dnde est el poder. Es posible que haya una revolucin popular que nos lleve atodos a asumir el poder del Estado; o quizs no la haya, en cuyo caso simplementeapoyaremos a los que detentan el poder real: la comunidad de las finanzas. Peroestaremos haciendo lo mismo: conducir a las masas estpidas hacia un mundo enel que van a ser incapaces de comprender nada por s mismas.

    Lippmann respald todo esto con una teora bastante elaborada sobre lademocracia progresiva, segn la cual en una democracia con un funcionamientoadecuado hay distintas clases de ciudadanos. En primer lugar, los ciudadanos que

    asumen algn papel activo en cuestiones generales relativas al gobierno y laadministracin. Es la clase especializada, formada por personas que analizan,toman decisiones, ejecutan, controlan y dirigen los procesos que se dan en lossistemas ideolgicos, econmicos y polticos, y que constituyen, asimismo, unporcentaje pequeo de la poblacin total. Por supuesto, todo aquel que ponga encirculacin las ideas citadas es parte de este grupo selecto, en el cual se hablaprimordialmente acerca de qu hacer con aquellos otros, quienes, fuera del grupopequeo y siendo la mayora de la poblacin, constituyen lo que Lippmann llamabael rebao desconcertado:hemos de protegemos de este rebao desconcertadocuando brama y pisotea.

    As pues, en una democracia se dan dos funciones:por un lado, la claseespecializada, los hombres responsables, ejercen la funcin ejecutiva, lo quesignifica que piensan, entienden y planifican los intereses comunes; por otro, elrebao desconcertado tambin con una funcin en la democracia, que, segnLippmann, consiste en ser espectadoresen vez de miembros participantes deforma activa. Pero, dado que estamos hablando de una democracia, estos ltimosllevan a trmino algo ms que una funcin: de vez en cuando gozan del favor deliberarse de ciertas cargas en la persona de algn miembro de la claseespecializada; en otras palabras, se les permite decir queremos que seas nuestrolder, o,mejor, queremos que t seas nuestro lder, y todo ello porque estamos enuna democracia y no en un estado totalitario. Pero una vez que se han liberado desu carga y traspasado sta a algn miembro de la clase especializada, se espera deellos que se apoltronen y se conviertan en espectadores de la accin, no enparticipantes. Esto es lo que ocurre en una democracia que funciona como Diosmanda.

    Y la verdad es que hay una lgica detrs de todo eso. Hay incluso un principiomoral del todo convincente: la gente es simplemente demasiado estpida para

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    comprender las cosas. Si los individuos trataran de participar en la gestin de losasuntos que les afectan o interesan, lo nico que haran sera solo provocar los,por lo que resultara impropio e inmoral permitir que lo hicieran. Hay quedomesticar al rebao desconcertado, y no dejarle que brame y pisotee y destruyalas cosas, lo cual viene a encerrar la misma lgica que dice que sera incorrectodejar que un nio de tres aos cruzara solo la calle. No damos a los nios de tres

    aos este tipo de libertad porque partimos de la base de que no saben cmoutilizarla. Por lo mismo, no se da ninguna facilidad para que los individuos delrebao desconcertado participen en la accin; solo causaran problemas.

    Por ello, necesitamos algo que sirva para domesticar al rebao perplejo; algo queviene a ser la nueva revolucin en el arte de la democracia: la fabricacin delconsenso. Los medios de comunicacin, las escuelas y la cultura popular tienen queestar divididos. La clase poltica y los responsables de tomar decisiones tienen quebrindar algn sentido tolerable de realidad, aunque tambin tengan que inculcar

    las opiniones adecuadas. Aqu la premisa no declarada de forma explcita eincluso los hombres responsables tienen que darse cuenta de esto ellos solostiene que ver con la cuestin de cmo se llega a obtener la autoridad para tomardecisiones.

    Por supuesto, la forma de obtenerla es sirviendo a la gente que tiene el poder real,que no es otra que los dueos de la sociedad, es decir, un grupo bastante reducido.Si los miembros de la clase especializada pueden venir y decirPuedo ser til a susintereses,entonces pasan a formar parte del grupo ejecutivo. Y hay que quedarse

    callado y portarse bien, lo que significa que han de hacer lo posible para quepenetren en ellos las creencias y doctrinas que servirn a los intereses de losdueos de la sociedad, de modo que, a menos que puedan ejercer con maestra estaautoformacin, no formarn parte de la clase especializada. As, tenemos unsistema educacional, de carcter privado, dirigido a los hombres responsables, a laclase especializada, que han de ser adoctrinados en profundidad acerca de losvalores e intereses del poder real, y del nexo corporativo que este mantiene con elEstado y lo que ello representa. Si pueden conseguirlo, podrn pasar a formar partede la clase especializada. Al resto del rebao desconcertado bsicamente habr quedistraerlo y hacer que dirija su atencin a cualquier otra cosa. Que nadie se metaen los. Habr que asegurarse que permanecen todos en su funcin deespectadores de la accin, liberando su carga de vez en cuando en algn que otrolder de entre los que tienen a su disposicin para elegir.

    Muchos otros han desarrollado este punto de vista, que, de hecho, es bastanteconvencional. Por ejemplo, l destacado telogo y crtico de poltica internacionalReinold Niebuhr, conocido a veces como el telogo del sistema,gur de GeorgeKennan y de los intelectuales de Kennedy, afirmaba que la racionalidad es unatcnica, una habilidad, al alcance de muy pocos: solo algunos la poseen, mientrasque la mayora de la gente se gua por las emociones y los impulsos. Aquellos que

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    poseen la capacidad lgica tienen que crear ilusiones necesariasy simplificacionesacentuadasdesde el punto de vista emocional, con el objeto de que los bobaliconesingenuos vayan ms o menos tirando. Este principio se ha convertido en unelemento sustancial de la ciencia poltica contempornea.

    En la dcada de los aos veinte y principios de la de los treinta, Harold Lasswell,

    fundador del moderno sector de las comunicaciones y uno de los analistas polticosamericanos ms destacados, explicaba que no deberamos sucumbir a ciertosdogmatismos democrticos que dicen que los hombres son los mejores jueces desus intereses particulares.Porque no lo son. Somos nosotros, deca, los mejoresjueces de los intereses y asuntos pblicos, por lo que, precisamente a partir de lamoralidad ms comn, somos nosotros los que tenemos que asegurarnos de queellos no van a gozar de la oportunidad de actuar basndose en sus juicios errneos.En lo que hoy conocemos como estado totalitario, o estado militar, lo anteriorresulta fcil. Es cuestin simplemente de blandir una porra sobre las cabezas de los

    individuos, y, si se apartan del camino trazado, golpearles sin piedad. Pero si lasociedad ha acabado siendo ms libre y democrtica, se pierde aquella capacidad,por lo que hay que dirigir la atencin a las tcnicas de propaganda.

    La lgica es clara y sencilla: la propaganda es a la democracia lo que la cachiporraal Estado totalitario. Ello resulta acertado y conveniente dado que, de nuevo, losintereses pblicos escapan a la capacidad de comprensin del rebaodesconcertado.

    Relaciones pblicas

    Los Estados Unidos crearon los cimientos de la industria de las relacionespblicas. Tal como decan sus lderes, su compromiso consista en controlar laopinin pblica.Dado que aprendieron mucho de los xitos de la Comisin Creel ydel miedo rojo,y de las secuelas dejadas por ambos, las relaciones pblicasexperimentaron, a lo largo de la dcada de 1920, una enorme expansin,obtenindose grandes resultados a la hora de conseguir una subordinacin total dela gente a las directrices procedentes del mundo empresarial. La situacin lleg a

    tal extremo que en la dcada siguiente los comits del Congreso empezaron ainvestigar el fenmeno. De estas pesquisas proviene buena parte de la informacinde que hoy da disponemos.

    Las relaciones pblicas constituyen una industria inmensa que mueve, en laactualidad, cantidades que oscilan en torno a un billn de dlares al ao, y desdesiempre su cometido ha sido el de controlar la opinin pblica,que es el mayorpeligro al que se enfrentan las corporaciones. Tal como ocurri durante la PrimeraGuerra Mundial, en la dcada de 1930 surgieron de nuevo grandes problemas: una

    gran depresin unida a una cada vez ms numerosa clase obrera en proceso deorganizacin. En 1935, y gracias a la Ley Wagner, los trabajadores consiguieron su

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    primera gran victoria legislativa, a saber, el derecho a organizarse de maneraindependiente, logro que planteaba dos graves problemas. En primer lugar, lademocracia estaba funcionando bastante mal: el rebao desconcertado estabaconsiguiendo victorias en el terreno legislativo, y no era ese el modo en que sesupona que tenan que ir las cosas. El otro problema eran las posibilidades cadavez mayores del pueblo para organizarse. Los individuos tienen que estar

    atomizados, segregados y solos; no puede ser que pretendan organizarse, porque enese caso podran convertirse en algo ms que simples espectadores pasivos.

    Efectivamente, si hubiera muchos individuos de recursos limitados que seagruparan para intervenir en el ruedo poltico, podran, de hecho, pasar a asumir elpapel de participantes activos, lo cual s sera una verdadera amenaza. Por ello, elpoder empresarial tuvo una reaccin contundente para asegurarse de que esahaba sido la ltima victoria legislativa de las organizaciones obreras, y de querepresentara tambin el principio del fin de esta desviacin democrtica de las

    organizaciones populares. Y funcion. Fue la ltima victoria de los trabajadores enel terreno parlamentario, y, a partir de ese momento aunque el nmero deafiliados a los sindicatos se increment durante la Segunda Guerra Mundial,acabada la cual empez a bajar la capacidad de actuar por la va sindical fue cadavez menor. Y no por casualidad, ya que estamos hablando de la comunidadempresarial, que est gastando enormes sumas de dinero, a la vez que dedicandotodo el tiempo y esfuerzo necesarios, en cmo afrontar y resolver estos problemas atravs de la industria de las relaciones pblicas y otras organizaciones, como laNational Association of Manufacturers (Asociacin Nacional de Fabricantes), laBusiness Roundtable (Mesa Redonda de la Actividad Empresarial), etctera. Y suprincipio es reaccionar en todo momento de forma inmediata para encontrar elmodo de contrarrestar estas desviaciones democrticas.

    La primera prueba se produjo un ao ms tarde, en 1937, cuando hubo unaimportante huelga del sector del acero en Johnstown, al oeste de Pensilvania. Losempresarios pusieron a prueba una nueva tcnica de destruccin de lasorganizaciones obreras, que result ser muy eficaz. Y sin matones a sueldo quesembraran el terror entre los trabajadores, algo que ya no resultaba muy prctico,sino por medio de instrumentos ms sutiles y eficientes de propaganda. Lacuestin estribaba en la idea de que haba que enfrentar a la gente contra loshuelguistas, por los medios que fuera.

    Se present a estos como destructivos y perjudiciales para el conjunto de lasociedad, y contrarios a los intereses comunes, que eran los nuestros,los delempresario, el trabajador o el ama de casa, es decir, todos nosotros.Queremosestar unidos y tener cosas como la armona y el orgullo de ser americanos, ytrabajar juntos. Pero resulta que estos huelguistas malvados de ah afuera sonsubversivos, arman jaleo, rompen la armona y atentan contra el orgullo deAmrica, y hemos de pararles los pies. El ejecutivo de una empresa y el chico que

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    limpia los pisos tienen los mismos intereses. Hemos de trabajar todos juntos yhacerlo por el pas y en armona, con simpata y cario los unos por los otros. Esteera, en esencia, el mensaje. Y se hizo un gran esfuerzo para hacerlo pblico;despus de todo, estamos hablando del poder financiero y empresarial, es decir, elque controla los medios de informacin y dispone de recursos a gran escala, por locual funcion, y de manera muy eficaz.

    Ms adelante este mtodo se conoci como lafrmula Mohawk VaIley,aunque sele denominaba tambin mtodos cientficos para impedir huelgas.Se aplic una yotra vez para romper huelgas, y daba muy buenos resultados cuando se trataba demovilizar a la opinin pblica a favor de conceptos vacos de contenido, como elorgullo de ser americano. Quin puede estar en contra de esto? O la armona.Quin puede estar en contra? O, como en la guerra del golfo Prsico, apoyad anuestras tropas. Quin poda estar en contra? O los lacitos amarillos. Hayalguien que est en contra? Slo alguien completamente necio.

    De hecho, qu pasa si alguien le pregunta si da usted su apoyo a la gente de Iowa?Se puede contestar diciendo S, le doymi apoyo, o No, no la apoyo.Pero nisiquiera es una pregunta: no significa nada. Esta es la cuestin. La clave de loseslganes de las relaciones pblicas comoApoyad a nuestras tropases que nosignifican nada, o, como mucho, lo mismo que apoyar a los habitantes de Iowa.Pero, por supuesto haba una cuestin importante que se poda haber resueltohaciendo la pregunta: Apoya usted nuestra poltica?Pero, claro, no se trata deque la gente se plantee cosas como esta. Esto es lo nico que importa en la buena

    propaganda. Se trata de crear un eslogan que no pueda recibir ninguna oposicin,bien al contrario, que todo el mundo est a favor. Nadie sabe lo que significaporque no significa nada, y su importancia decisiva estriba en que distrae laatencin de la gente respecto de preguntas que s significan algo: Apoya ustednuestra poltica?Pero sobre esto no se puede hablar. As que tenemos a todo elmundo discutiendo sobre el apoyo a las tropas:Desde luego, nodejar deapoyarles.Por tanto, ellos han ganado. Es como lo del orgullo americano y laarmona. Estamos todos juntos, en torno a eslganes vacos, tomemos parte enellos y asegurmonos de que no habr gente mala a nuestro alrededor que destruyanuestra paz social con sus discursos acerca de la lucha de clases, los derechosciviles y todo este tipo de cosas.

    Todo es muy eficaz y hasta hoy ha funcionado perfectamente. Desde luego consisteen algo razonado y elaborado con sumo cuidado: la gente que se dedica a lasrelaciones pblicas no est ah para divertirse; est haciendo un trabajo, es decir,intentando inculcar los valores correctos. De hecho, tienen una idea de lo quedebera ser la democracia: un sistema en el que la clase especializada estentrenada para trabajar al servicio de los amos, de los dueos de la sociedad,mientras que al resto de la poblacin se le priva de toda forma de organizacinpara evitar as los problemas que pudiera causar. La mayora de los individuos

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    tendran que sentarse frente al televisor y masticar religiosamente el mensaje, queno es otro que el que dice que lo nico que tiene valor en la vida es poder consumircada vez ms y mejor, y vivir igual que esta familia de clase media que aparece enla pantalla, y exhibir valores como la armona y el orgullo americano. La vidaconsiste en esto. Puede que usted piense que ha de haber algo ms, pero en elmomento en que se da cuenta que est solo, viendo la televisin, da por sentado

    que esto es todo lo que existe ah afuera, y que es una locura pensar en que hayaotra cosa. Y desde el momento en que est prohibido organizarse, lo que estotalmente decisivo, nunca se est en condiciones de averiguar si realmente estuno loco, o simplemente se da todo por bueno, que es lo ms lgico que se puedehacer.

    As pues, este es el ideal, para alcanzar el cual se han desplegado grandes esfuerzos.Y es evidente que detrs de l hay una cierta concepcin: la de democracia, talcomo ya se ha dicho. El rebao desconcertado es un problema. Hay que evitar que

    brame y pisotee, y para ello habr que distraerlo. Ser cuestin de conseguir quelos sujetos que lo forman se queden en casa viendo partidos de ftbol, culebrones opelculas violentas, aunque de vez en cuando se les saque del sopor y se lesconvoque a corear eslganes sin sentido, comoApoyad a. nuestras tropas.Hayque hacer que conserven un miedo permanente, porque a menos que estndebidamente atemorizados por todos los posibles males que pueden destruirles,desde dentro o desde fuera, podran empezar a pensar por s mismos, lo cual esmuy peligroso ya que no tienen la capacidad de hacerlo. Por ello es importantedistraerles y marginarles.

    Esta es una idea de democracia. De hecho, si nos remontamos al pasado, la ltimavictoria legal de los trabajadores fue realmente en 1935, con la Ley Wagner.Despus, tras el inicio de la Primera Guerra Mundial, los sindicatos entraron en undeclive, al igual que lo hizo una rica y frtil cultura obrera vinculada directamentecon ellos. Todo qued destruido y nos vimos trasladados a una sociedad dominadade manera singular por los criterios empresariales. Era esta la nica sociedadindustrial, dentro de un sistema capitalista de Estado, en la que ni siquiera seproduca el pacto social habitual que se poda dar en latitudes comparables. Era lanica sociedad industrial aparte de Sudfrica, supongo que no tena un servicionacional de asistencia sanitaria. No exista ningn compromiso para elevar losestndares mnimos de supervivencia de los segmentos de la poblacin que nopodan seguir las normas y directrices imperantes ni conseguir nada por s mismosen el plano individual. Por otra parte, los sindicatos prcticamente no existan, aligual que ocurra con otras formas de asociacin en la esfera popular. No habaorganizaciones polticas ni partidos: muy lejos se estaba, por tanto, del ideal, almenos en el plano estructural. Los medios de informacin constituan unmonopolio corporativizado; todos expresaban los mismos puntos de vista. Los dospartidos eran dos facciones del partido del poder financiero y empresarial. Y as lamayor parte de la poblacin ni tan solo se molestaba en ir a votar ya que ello

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    careca totalmente de sentido, quedando, por ello, debidamente marginada. Almenos este era el objetivo. La verdad es que el personaje ms destacado de laindustria de las relaciones pblicas, Edward Bernays, proceda de la ComisinCreel. Form parte de ella, aprendi bien la leccin y puso manos a la obra adesarrollar lo que l mismo llam la ingeniera del consenso,que describi como laesencia de la democracia.

    Los individuos capaces de fabricar consenso son los que tienen los recursos y elpoder de hacerlo la comunidad financiera y empresarial y para ellostrabajamos.

    Fabricacin de la opinin

    Tambin es necesario recabar el apoyo de la poblacin a las aventuras exteriores.Normalmente la gente es pacifista, tal como suceda durante la Primera GuerraMundial, ya que no ve razones que justifiquen la actividad blica, la muerte y latortura. Por ello, para procurarse este apoyo hay que aplicar ciertos estmulos; ypara estimularles hay que asustarles. El mismo Bernays tena en su haber unimportante logro a este respecto, ya que fue el encargado de dirigir la campaa derelaciones pblicas de la United Fruit Company en 1954, cuando los EstadosUnidos intervinieron militarmente para derribar al gobierno democrtico-capitalista de Guatemala e instalaron en su lugar un rgimen sanguinario de

    escuadrones de la muerte, que se ha mantenido hasta nuestros das a base derepetidas infusiones de ayuda norteamericana que tienen por objeto evitar algoms que desviaciones democrticas vacas de contenido.

    En estos casos, es necesario hacer tragar por la fuerza una y otra vez programasdomsticos hacia los que la gente se muestra contraria, ya que no tiene ningnsentido que el pblico est a favor de programas que le son perjudiciales. Y esto,tambin, exige una propaganda amplia y general, que hemos tenido oportunidadde ver en muchas ocasiones durante los ltimos diez aos.

    Los programas de la era Reagan eran abrumadoramente impopulares. Los votantesde la victoria arrolladorade Reagan en 1984 esperaban, en una proporcin detres a dos, que no se promulgaran las medidas legales anunciadas. Si tomamosprogramas concretos, como el gasto en armamento, o la reduccin de recursos enmateria de gasto social, etc., prcticamente todos ellos reciban una oposicinfrontal por parte de la gente. Pero en la medida en que se marginaba y apartaba alos individuos de la cosa pblica y stos no encontraban el modo de organizar yarticular sus sentimientos, o incluso de saber que haba otros que compartan

    dichos sentimientos, los que decan que preferan el gasto social al gasto militar ylo expresaban en los sondeos, tal como suceda de manera generalizada daban

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    por supuesto que eran los nicos con tales ideas disparatadas en la cabeza. Nuncahaban odo estas cosas de nadie ms, ya que haba que suponer que nadie pensabaas; y si lo haba, y era sincero en las encuestas, era lgico pensar que se trataba deun bicho raro. Desde el momento en que un individuo no encuentra la manera deunirse a otros que comparten o refuerzan este parecer y que le pueden transmitirla ayuda necesaria para articularlo, acaso llegue a sentir que es alguien excntrico,

    una rareza en un mar de normalidad. De modo que acaba permaneciendo almargen, sin prestar atencin a lo que ocurre, mirando hacia, otro lado, como porejemplo la final de una Copa deportiva.

    As pues, hasta cierto punto se alcanz el ideal, aunque nunca de forma completa,ya que hay instituciones que hasta ahora ha sido imposible destruir: por ejemplo,las iglesias. Buena parte de la actividad disidente de los Estados Unidos seproduca en las iglesias por la sencilla razn de que estas existan. Por ello, cuandohaba que dar una conferencia de carcter poltico en un pas europeo era muy

    probable que se celebrara en los locales de algn sindicato, cosa harto difcil enAmrica ya que, en primer lugar, estos apenas existan o, en el mejor de los casos,no eran organizaciones polticas. Pero las iglesias s existan, de manera que lascharlas y conferencias se hacan con frecuencia en ellas: la solidaridad conCentroamrica se origin en su mayor parte en las iglesias, sobre todo porqueexistan.

    El rebao desconcertado nunca acaba de estar debidamente domesticado: es unabatalla permanente. En la dcada de 1930 surgi otra vez, pero se pudo sofocar el

    movimiento. En los aos sesenta apareci una nueva ola de disidencia, a la cual laclase especializada le puso el nombre de crisis de la democracia.Se considerabaque la democracia estaba entrando en una crisis porque amplios segmentos de lapoblacin se estaban organizando de manera activa y estaban intentando participaren la arena poltica. El conjunto de lites coincida en que haba que aplastar elrenacimiento democrtico de los sesenta y poner en marcha un sistema social en elque los recursos se canalizaran hacia las clases acaudaladas privilegiadas. Y aquhemos de volver a las dos concepciones de democracia que hemos mencionado enprrafos anteriores. Segn la definicin del diccionario, lo anterior constituye unavance en democracia; segn el criterio predominante, es un problema, una crisisque ha de ser vencida. Haba que obligar a la poblacin a que retrocediera yvolviera a la apata, la obediencia y la pasividad, que conforman su estado natural,para lo cual se hicieron grandes esfuerzos, si bien no funcion. Afortunadamente,la crisis de la democracia todava est vivita y coleando, aunque no ha resultadomuy eficaz a la hora de conseguir un cambio poltico. Pero, contrariamente a lo quemucha gente cree, s ha dado resultados en lo que se refiere al cambio de la opininpblica.

    Despus de la dcada de 1960 se hizo todo lo posible para que la enfermedad dieramarcha atrs. La verdad es que uno de los aspectos centrales de dicho mal tena un

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    nombre tcnico: el sndrome de Vietnam,trmino que surgi en torno a 1970 y quede vez en cuando encuentra nuevas definiciones. El intelectual reaganista NormanPodhoretz habl de lcomolas inhibiciones enfermizas respecto al uso de la fuerzamilitar.Pero resulta que era la mayora de la gente la que experimentaba dichasinhibiciones contra la violencia, ya que simplemente no entenda por qu habaque ir por el mundo torturando, matando o lanzando bombardeos intensivos.

    Como ya supo Goebbels en su da, es muy peligroso que la poblacin se rinda anteestas inhibiciones enfermizas, ya que en ese caso habra un lmite a las veleidadesaventureras de un pas fuera de sus fronteras. Tal como deca con orgullo elWashington Postdurante la histeria colectiva que se produjo durante la guerra delgolfo Prsico, es necesario infundir en la gente respeto por los valores marciales.Yeso s es importante. Si se quiere tener una sociedad violenta que avale lautilizacin de la fuerza en todo el mundo para alcanzar los fines de su propia litedomstica, es necesario valorar debidamente las virtudes guerreras y no esasinhibiciones achacosas acerca del uso de la violencia. Esto es el sndrome deVietnam: hay que vencerlo.

    La representacin como realidad

    Tambin es preciso falsificar totalmente la historia. Ello constituye otra manera devencer esas inhibiciones enfermizas, para simular que cuando atacamos ydestruimos a alguien lo que estamos haciendo en realidad es proteger y

    defendernos a nosotros mismos de los peores monstruos y agresores, y cosas por elestilo.

    Desde la guerra del Vietnam se ha realizado un enorme esfuerzo por reconstruir lahistoria. Demasiada gente, incluidos gran nmero de soldados y muchos jvenesque estuvieron involucrados en movimientos por la paz o antibelicistas,comprenda lo que estaba pasando. Y eso no era bueno. De nuevo haba que ponerorden en aquellos malos pensamientos y recuperar alguna forma de cordura, esdecir, la aceptacin de que sea lo que fuere que hagamos, ello es noble y correcto.

    Si bombardebamos Vietnam del Sur, se deba a que estbamos defendiendo elpas de alguien, esto es, de los sudvietnamitas, ya que all no haba nadie ms. Es loque los intelectuales kenedianos denominaban defensa contra la agresin internaen Vietnam del Sur, expresin acuada por Aldai Stevenson, entre otros. As pues,era necesario que esta fuera la imagen oficial e inequvoca; y ha funcionado muybien, ya que si se tiene el control absoluto de los medios de comunicacin y elsistema educativo y la intelectualidad son conformistas, puede surtir efectocualquier poltica.

    Un indicio de ello se puso de manifiesto en un estudio llevado a cabo en laUniversidad de Massachusetts sobre las diferentes actitudes ante la crisis del Golfo

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    Prsico, y que se centraba en las opiniones que se manifestaban mientras se vea latelevisin. Una de las preguntas de dicho estudio era: Cuantas vctimasvietnamitas calcula usted que hubo durante la guerra del Vietnam? La respuestapromedio que se daba era en torno a 100.000,mientras que las cifras oficialeshablan de dos millones, y las reales probablemente sean de tres o cuatro millones.Los responsables del estudio formulaban a continuacin una pregunta muy

    oportuna: Qu pensaramos de la cultura poltica alemana si cuando se lepreguntara a la gente cuantos judos murieron en el Holocausto la respuesta fueraunos 300.000?La pregunta quedaba sin respuesta, pero podemos tratar deencontrarla.

    Qu nos dice todo esto sobre nuestra cultura? Pues bastante: es preciso vencer lasinhibiciones enfermizas respecto al uso de la fuerza militar y a otras desviacionesdemocrticas. Y en este caso dio resultados satisfactorios y demostr ser cierto entodos los terrenos posibles: tanto si elegimos Prximo Oriente, el terrorismo

    internacional o Centroamrica. El cuadro del mundo que se presenta a la gente notiene la ms mnima relacin con la realidad, ya que la verdad sobre cada asuntoqueda enterrada bajo montaas de mentiras. Se ha alcanzado un xitoextraordinario en el sentido de disuadir las amenazas democrticas, y lo realmenteinteresante es que ello se ha producido en condiciones de libertad. No es como enun estado totalitario, donde todo se hace por la fuerza. Esos logros son un frutoconseguido sin violar la libertad. Por ello, si queremos entender y conocer nuestrasociedad, tenemos que pensar en todo esto, en estos hechos que son importantespara todos aquellos que se interesan y preocupan por el tipo de sociedad en la queviven.

    La cultura disidente

    A pesar de todo, la cultura disidente sobrevivi, y ha experimentado un grancrecimiento desde la dcada de los sesenta. Al principio su desarrollo erasumamente lento, ya que, por ejemplo, no hubo protestas contra la guerra de

    Indochina hasta algunos aos despus de que los Estados Unidos empezaran abombardear Vietnam del Sur. En los inicios de su andadura era un reducidomovimiento contestatario, formado en su mayor parte por estudiantes y jvenes engeneral, pero hacia principios de los setenta ya haba cambiado de forma notable.Haban surgido movimientos populares importantes: los ecologistas, las feministas,los antinucleares, etctera.

    Por otro lado, en la dcada de 1980 se produjo una expansin incluso mayor y queafect a todos los movimientos de solidaridad, algo realmente nuevo e importante

    al menos en la historia de Amrica y quizs en toda la disidencia mundial. Laverdad es que estos eran movimientos que no solo protestaban sino que se

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    implicaban a fondo en las vidas de todos aquellos que sufran por alguna razn encualquier parte del mundo. Y sacaron tan buenas lecciones de todo ello, queejercieron un enorme efecto civilizador sobre las tendencias predominantes en laopinin pblica americana. Y a partir de ah se marcaron diferencias, de modo quecualquiera que haya estado involucrado es este tipo de actividades durante algunosaos ha de saberlo perfectamente. Yo mismo soy consciente de que el tipo de

    conferencias que doy en la actualidad en las regiones ms reaccionarias del pas la Georgia central, el Kentucky rural no las podra haber pronunciado, en elmomento culminante del movimiento pacifista, ante una audiencia formada porlos elementos ms activos de dicho movimiento. Ahora, en cambio, en ningunaparte hay ningn problema. La gente puede estar o no de acuerdo, pero al menoscomprende de qu ests hablando y hay una especie de terreno comn en el que esposible cuando menos entenderse.

    A pesar de toda la propaganda y de todos los intentos por controlar el pensamiento

    y fabricar el consenso, lo anterior constituye un conjunto de signos de efectocivilizador. Se est adquiriendo una capacidad y una buena disposicin para pensarlas cosas con el mximo detenimiento. Ha crecido el escepticismo acerca del poder.

    Han cambiado muchas actitudes hacia un buen nmero de cuestiones, lo que haconvertido todo este asunto en algo lento, quiz incluso fro, pero perceptible eimportante, al margen de si acaba siendo o no lo bastante rpido como para influirde manera significativa en los aconteceres del mundo.

    Tomemos otro ejemplo: la brecha que se ha abierto en relacin al gnero. Aprincipios de la dcada de 1960 las actitudes de hombres y mujeres eranaproximadamente las mismas en asuntos como las virtudes castrenses,igual que loeran las inhibiciones enfermizas respecto al uso de la fuerza militar. Por entonces,nadie, ni hombres ni mujeres, se resenta a causa de dichas posturas, dado que lasrespuestas coincidan: todo el mundo pensaba que la utilizacin de la violenciapara reprimir a la gente de por ah estaba justificada. Pero con el tiempo las cosashan cambiado. Aquellas inhibiciones han experimentado un crecimiento lineal,aunque al mismo tiempo ha aparecido un desajuste que poco a poco ha llegado a

    ser sensiblemente importante y que segn los sondeos ha alcanzado el 20%. Quha pasado? Pues que las mujeres han formado un tipo de movimiento popularsemiorganizado, el movimiento feminista, que ha ejercido una influencia decisiva,ya que, por un lado, ha hecho que muchas mujeres se dieran cuenta de que noestaban solas, de que haba otras con quienes compartir las mismas ideas, y, porotro, en la organizacin se pueden apuntalar los pensamientos propios y aprenderms acerca de las opiniones e ideas que cada uno tiene. Si bien estos movimientosson en cierto modo informales, sin carcter militante, basados ms bien en unadisposicin del nimo en favor de las interacciones personales, sus efectos socialeshan sido evidentes. Y este es el peligro de la democracia: si se pueden crearorganizaciones, si la gente no permanece simplemente pegada al televisor, pueden

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    aparecer estas ideas extravagantes, como las inhibiciones enfermizas respecto aluso de la fuerza militar. Hay que vencer estas tentaciones, pero no ha sido todavaposible.

    Desfile de enemigos

    En vez de hablar de la guerra pasada, hablemos de la guerra que viene, porque aveces es ms til estar preparado para lo que puede venir que simplementereaccionar ante lo que ocurre.

    En la actualidad se est produciendo en los Estados Unidos y no es el primer pasen que esto sucede un proceso muy caracterstico. En el mbito interno, hayproblemas econmicos y sociales crecientes que pueden devenir en catstrofes, y

    no parece haber nadie, de entre los que detentan el poder, que tenga intencinalguna de prestarles atencin. Si se echa una ojeada a los programas de lasdistintas administraciones durante los ltimos diez aos no se observa ningunapropuesta seria sobre lo que hay que hacer para resolver los importantesproblemas relativos a la salud, la educacin, los que no tienen hogar, los parados,el ndice de criminalidad, la delincuencia creciente que afecta a amplias capas de lapoblacin, las crceles, el deterioro de los barrios perifricos, es decir, la coleccincompleta de problemas conocidos.

    Todos conocemos la situacin, y sabemos que est empeorando. Solo en los dosaos que George Bush estuvo en el poder hubo tres millones ms de nios quecruzaron el umbral de la pobreza, la deuda externa creci progresivamente, losestndares educativos experimentaron un declive, los salarios reales retrocedieronal nivel de finales de los aos cincuenta para la gran mayora de la poblacin, ynadie hizo absolutamente nada para remediarlo. En estas circunstancias hay quedesviar la atencin del rebao desconcertado ya que si empezara a darse cuenta delo que ocurre podra no gustarle, porque es quien recibe directamente lasconsecuencias de lo anterior. Acaso entretenerles simplemente con la final de la

    Copa o los culebrones no sea suficiente y haya que avivar en l el miedo a losenemigos. En los aos treinta Hitler difundi entre los alemanes el miedo a losjudos y a los gitanos: haba que aplastarlos como una forma de autodefensa. Peronosotros tambin tenemos nuestros mtodos.

    A lo largo de la ltima dcada, cada ao o a lo sumo cada dos, se fabrica algnmonstruo de primera lnea del que hay que defenderse. Antes, los que estaban msa mano eran los rusos, de modo que haba que estar siempre a punto de protegersede ellos. Pero, por desgracia, han perdido atractivo como enemigo, y cada vez

    resulta ms difcil utilizarles como tal, de modo que hay que hacer que aparezcanotros de nueva estampa. De hecho, la gente fue bastante injusta al criticar a George

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    Bush por haber sido incapaz de expresar con claridad hacia dnde estbamossiendo impulsados, ya que hasta mediados de los aos ochenta, cuando andbamosdespistados se nos pona constantemente el mismo disco: que vienen los rusos.Pero al perderlos como encarnacin del lobo feroz hubo que fabricar otros, al igualque hizo el aparato de relaciones pblicas reaganiano en su momento.

    Y as, precisamente con Bush, se empez a utilizar a los terroristas internacionales,a los narcotraficantes, a los locos caudillos rabes o a Sadam Husein, el nuevoHitler que iba a conquistar el mundo. Han tenido que hacerles aparecer a uno trasotro, asustando a la poblacin, aterrorizndola, de forma que ha acabado muertade miedo y apoyando cualquier iniciativa del poder. As se han podido alcanzarextraordinarias victorias sobre Granada, Panam, o algn otro ejrcito del TercerMundo al que se puede pulverizar antes siquiera de tomarse la molestia de mirarcuntos son. Esto da un gran alivio, ya que nos hemos salvado en el ltimomomento.

    Tenemos as, pues, uno de los mtodos con el cual se puede evitar que el rebaodesconcertado preste atencin a lo que est sucediendo a su alrededor, ypermanezca distrado y controlado. Recordemos que la operacin terroristainternacional ms importante llevada a cabo hasta la fecha ha sido la operacinMongoose, a cargo de la administracin Kennedy, a partir de la cual este tipo deactividades prosiguieron contra Cuba. Parece que no ha habido nada que se lepueda comparar ni de lejos, a excepcin quizs de la guerra contra Nicaragua, siconvenimos en denominar aquello tambin como terrorismo. El Tribunal de La

    Haya consider que aquello era algo ms que una agresin.

    Cuando se trata de construir un monstruo fantstico siempre se produce unaofensiva ideolgica, seguida de campaas para aniquilarlo. No se puede atacar si eladversario es capaz de defenderse: sera demasiado peligroso. Pero si se tiene laseguridad de que se le puede vencer, quiz se le consiga despachar rpido y lanzaras otro suspiro de alivio.

    Percepcin selectiva

    Esto ha venido sucediendo desde hace tiempo. En mayo de 1986 se publicaron lasmemorias del preso cubano liberado Armando Valladares, que causaronrpidamente sensacin en los medios de comunicacin. Voy a brindarles algunascitas textuales. Los medios informativos describieron sus revelaciones como elrelato definitivo del inmenso sistema de prisin y tortura con el que Castro castigay elimina a la oposicin poltica. Era una descripcin evocadora e inolvidable

    de las crceles bestiales, la tortura inhumana [y] el historial de violencia deEstado [bajo] todava uno de los asesinos de masas de este siglo, del que nos

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    enteramos, por fin, gracias a este libro, que ha creado un nuevo despotismo queha institucionalizado la tortura como mecanismo de control social en el infiernoque era la Cuba en la que [Valladares] vivi.Esto es lo que apareci en elWashington Posty elNewYorkTimesen sucesivas reseas. Las atrocidades deCastro descrito como un matn dictador se revelaron en este libro de maneratan concluyente que solo los intelectuales occidentales fros e insensatos saldrn

    en defensa del tirano, segn el primero de los diarios citados.

    Recordemos que estamos hablando de lo que le ocurri a un hombre. Ysupongamos que todo lo que se dice en el libro es verdad. No le hagamosdemasiadas preguntas al protagonista de la historia. En una ceremonia celebradaen la Casa Blanca con motivo del Da de los Derechos Humanos, Ronald Reagandestac a Armando Valladares e hizo mencin especial de su coraje al soportar elsadismo del sangriento dictador cubano. A continuacin, se le designrepresentante de los Estados Unidos en la Comisin de Derechos Humanos de las

    Naciones Unidas. All tuvo la oportunidad de prestar notables servicios en ladefensa de los gobiernos de El Salvador y Guatemala en el momento en que stosestaban siendo acusados de cometer atrocidades a tan gran escala que cualquiervejacin que Valladares pudiera haber sufrido tena que considerarse forzosamentede mucha menor entidad. As es como estn las cosas.

    La historia que viene ahora tambin ocurra en mayo de 1986, y nos dice muchoacerca de la fabricacin del consenso. Por entonces, los supervivientes del Grupode Derechos Humanos de El Salvador sus lderes haban sido asesinados

    fueron detenidos y torturados, incluyendo al director, Herbert Anaya. Se lesencarcel en una prisin llamada La Esperanza, pero mientras estuvieron en ellacontinuaron su actividad de defensa de los derechos humanos, y, dado que eranabogados, siguieron tomando declaraciones juradas. Haba en aquella crcel 432presos, de los cuales 430 declararon y relataron bajo juramento las torturas quehaban recibido. Aparte de la picana y otras atrocidades, se inclua el caso de uninterrogatorio, y la tortura consiguiente, dirigido por un oficial del ejrcito de losEstados Unidos de uniforme, al cual se describa con todo detalle. Ese informe 160 pginas de declaraciones juradas de los presos constituye un testimonioextraordinariamente explcito y exhaustivo, acaso nico en lo referente a lospormenores de lo que ocurre en una cmara de tortura. No sin dificultades, seconsigui sacarlo al exterior junto con una cinta de vdeo que mostraba a la gentemientras testificaba sobre las torturas, y laMarin County Interfaith Task Force(Grupo de trabajo multiconfesional Marin County) se encarg de distribuirlo. Perola prensa nacional se neg a hacer su cobertura informativa y las emisoras detelevisin rechazaron la emisin del vdeo. Creo que como mucho apareci unartculo en el peridico local de Marin County, elSan Francisco Examiner. Nadieiba a tener inters en aquello. Porque estbamos en la poca en que no eran pocoslos intelectuales insensatos y ligeros de cascosque estaban cantando alabanzas aJos Napolen Duarte y Ronald Reagan.

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    Anaya no fue objeto de ningn homenaje. No hubo lugar para l en el Da de losDerechos Humanos. No fue elegido para ningn cargo importante. En vez de ellofue liberado en un intercambio de prisioneros y posteriormente asesinado, alparecer por las fuerzas de seguridad siempre apoyadas militar y econmicamentepor los Estados Unidos. Nunca se tuvo mucha informacin sobre aquellos hechos:

    los medios de comunicacin no llegaron en ningn momento a preguntarse si larevelacin de las atrocidades que se denunciaban en vez de mantenerlas ensecreto y silenciarlas poda haber salvado su vida.

    Todo lo anterior nos ensea mucho acerca del modo de funcionamiento de unsistema de fabricacin de consenso. En comparacin con las revelaciones deHerbert Anaya en El Salvador, las memorias de Valladares son como una pulga allado de un elefante. Pero no podemos ocuparnos de pequeeces, lo cual nosconduce hacia la prxima guerra. Creo que cada vez tendremos ms noticias sobre

    todo esto, hasta que tenga lugar la operacin siguiente.

    Solo algunas consideraciones sobre lo ltimo que se ha dicho, si bien al finalvolveremos sobre ello. Empecemos recordando el estudio de la Universidad deMassachusetts ya mencionado, ya que llega a conclusiones interesantes. En l sepreguntaba a la gente si crea que los Estados Unidos deba intervenir por la fuerzapara impedir la invasin ilegal de un pas soberano o para atajar los abusoscometidos contra los derechos humanos. En una proporcin de dos a uno larespuesta del pblico americano era afirmativa. Haba que utilizar la fuerza militar

    para que se diera marcha atrs en cualquier caso de invasin o para que serespetaran los derechos humanos.

    Pero si los Estados Unidos tuvieran que seguir al pie de la letra el consejo que sederiva de la citada encuesta, habra que bombardear El Salvador, Guatemala,Indonesia, Damasco, Tel Aviv, Ciudad del Cabo, Washington, y una listainterminable de pases, ya que todos ellos representan casos manifiestos, bien deinvasin ilegal, bien de violacin de derechos humanos. Si uno conoce los hechosvinculados a estos ejemplos, comprender perfectamente que la agresin y las

    atrocidades de Sadam Husein que tampoco son de carcter extremo seincluyen claramente dentro de este abanico de casos. Por qu, entonces, nadiellega a esta conclusin? La respuesta es que nadie sabe lo suficiente. En un sistemade propaganda bien engrasado nadie sabr de qu hablo cuando hago una listacomo la anterior. Pero si alguien se molesta en examinarla con cuidado, ver quelos ejemplos son totalmente apropiados.

    Tomemos uno que, de forma amenazadora, estuvo a punto de ser percibidodurante la guerra del Golfo. En febrero, justo en la mitad de la campaa de

    bombardeos, el gobierno del Lbano solicit a Israel que observara la resolucin425 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de marzo de 1978, por la

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    que se le exiga que se retirara inmediata e incondicionalmente del Lbano.Despus de aquella fecha ha habido otras resoluciones posteriores redactadas enlos mismos trminos, pero desde luego Israel no ha acatado ninguna de ellasporque los Estados Unidos dan su apoyo al mantenimiento de la ocupacin. Almismo tiempo, el sur del Lbano recibe las embestidas del terrorismo del Estadojudo, y no solo brinda espacio para la ubicacin de campos de tortura y

    aniquilamiento sino que tambin se utiliza como base para atacar a otras partes delpas. Desde 1978, fecha de la resolucin citada, el Lbano fue invadido, la ciudad deBeirut sufri continuos bombardeos, unas 20.000 personas murieron en torno al80% eran civiles, se destruyeron hospitales, y la poblacin tuvo que soportartodo el dao imaginable, incluyendo el robo y el saqueo. Excelente... los EstadosUnidos lo apoyaban. Es solo un ejemplo.

    La cuestin est en que no vimos ni omos nada en los medios de informacinacerca de todo ello, ni siquiera una discusin sobre si Israel y los Estados Unidos

    deberan cumplir la resolucin 425 del Consejo de Seguridad, o cualquiera de lasotras posteriores, del mismo modo que nadie solicit el bombardeo de Tel Aviv, apesar de los principios defendidos por dos tercios de la poblacin. Porque, despusde todo, aquello es una ocupacin ilegal de un territorio en el que se violan losderechos humanos. Solo es un ejemplo, pero los hay incluso peores. Cuando elejrcito de Indonesia invadi Timor Oriental dej una huella de 200.000cadveres, cifra que no parece tener importancia al lado de otros ejemplos. El casoes que aquella invasin tambin recibi el apoyo claro y explcito de los EstadosUnidos, que todava prestan al gobierno indonesio ayuda diplomtica y militar. Ypodramos seguir indefinidamente.

    La guerra del Golfo

    Veamos otro ejemplo mas reciente. Vamos viendo cmo funciona un sistema depropaganda bien engrasado. Puede que la gente crea que el uso de la fuerza contraIraq se debe a que Amrica observa realmente el principio de que hay que hacer

    frente a las invasiones de pases extranjeros o a las transgresiones de los derechoshumanos por la va militar, y que no vea, por el contrario, qu pasara si estosprincipios fueran tambin aplicables a la conducta poltica de los Estados Unidos.Estamos antes un xito espectacular de la propaganda.

    Tomemos otro caso. Si se analiza detenidamente la cobertura periodstica de laguerra desde el mes de agosto (1990), se ve, sorprendentemente, que faltanalgunas opiniones de cierta relevancia. Por ejemplo, existe una oposicindemocrtica iraqu de cierto prestigio, que, por supuesto, permanece en el exilio

    dada la quimera de sobrevivir en Iraq. En su mayor parte estn en Europa y sonbanqueros, ingenieros, arquitectos, gente as, es decir, con cierta elocuencia,

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    opiniones propias y capacidad y disposicin para expresarlas. Pues bien, cuandoSadam Husein era todava el amigo favorito de Bush y un socio comercialprivilegiado, aquellos miembros de la oposicin acudieron a Washington, segn lasfuentes iraques en el exilio, a solicitar algn tipo de apoyo a sus demandas deconstitucin de un parlamento democrtico en Iraq. Y claro, se les rechaz deplano, ya que los Estados Unidos no estaban en absoluto interesados en lo mismo.

    En los archivos no consta que hubiera ninguna reaccin ante aquello.

    A partir de agosto fue un poco ms difcil ignorar la existencia de dicha oposicin,ya que cuando de repente se inici el enfrentamiento con Sadam Husein despusde haber sido su ms firme apoyo durante aos, se adquiri tambin conciencia deque exista un grupo de demcratas iraques que seguramente tenan algo que decirsobre el asunto. Por lo pronto, los opositores se sentiran muy felices si pudieranver al dictador derrocado y encarcelado, ya que haba matado a sus hermanos,torturado a sus hermanas y les haba mandado a ellos mismos al exilio. Haban

    estado luchando contra aquella tirana que Ronald Reagan y George Bush habanestado protegiendo. Por qu no se tena en cuenta, pues, su opinin?

    Echemos un vistazo a los medios de informacin de mbito nacional y tratemos deencontrar algo acerca de la oposicin democrtica iraqu desde agosto de 1990hasta marzo de 1991: ni una lnea. Y no es a causa de que dichos resistentes en elexilio no tengan facilidad de palabra, ya que hacen repetidamente declaraciones,propuestas, llamamientos y solicitudes, y, si se les observa, se hace difcildistinguirles de los componentes del movimiento pacifista americano. Estn contra

    Sadam Husein y contra la intervencin blica en Iraq. No quieren ver cmo su pasacaba siendo destruido, desean y son perfectamente conscientes de que es posibleuna solucin pacfica del conflicto. Pero parece que esto no es polticamentecorrecto, por lo que se les ignora por completo. As que no omos ni una palabraacerca de la oposicin democrtica iraqu, y si alguien est interesado en saber algode ellos puede comprar la prensa alemana o la britnica. Tampoco es que all se leshaga mucho caso, pero los medios de comunicacin estn menos controlados quelos americanos, de modo que, cuando menos, no se les silencia por completo.

    Lo descrito en los prrafos anteriores ha constituido un logro espectacular de lapropaganda. En primer lugar, se ha conseguido excluir totalmente las voces de losdemcratas iraques del escenario poltico, y, segundo, nadie se ha dado cuenta, locual es todava ms interesante. Hace falta que la poblacin est profundamenteadoctrinada para que no haya reparado en que no se est dando espacio a lasopiniones de la oposicin iraqu, aunque, en caso de haber observado el hecho, sise hubiera formulado la pregunta por qu?,la respuesta habra sido evidente:porque los demcratas iraques piensan por s mismos; estn de acuerdo con lospresupuestos del movimiento pacifista internacional, y ello les coloca en fuera dejuego.

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    Veamos ahora las razones que justificaban la guerra. Los agresores no podan serrecompensados por su accin, sino que haba que detener la agresin mediante elrecurso inmediato a la violencia: esto lo explicaba todo. En esencia, no se expusoningn otro motivo. Pero, es posible que sea esta una explicacin admisible?Defienden en verdad los Estados Unidos estos principios: que los agresores nopueden obtener ningn premio por su agresin y que esta debe ser abortada

    mediante el uso de la violencia?

    No quiero poner a prueba la inteligencia de quien me lea al repasar los hechos,pero el caso es que un adolescente que simplemente supiera leer y escribir podrarebatir estos argumentos en dos minutos. Pero nunca nadie lo hizo. Fijmonos enlos medios de comunicacin, en los comentaristas y crticos liberales, en aquellosque declaraban ante el Congreso, y veamos si haba alguien que pusiera enentredicho la suposicin de que los Estados Unidos era fiel de verdad a esosprincipios. Se han opuesto los Estados Unidos a su propia agresin a Panam, y se

    ha insistido, por ello, en bombardear Washington? Cuando se declar ilegal lainvasin de Namibia por parte de Sudfrica, impusieron los Estados Unidossanciones y embargos de alimentos y medicinas? Declararon la guerra?Bombardearon Ciudad del Cabo? No. Transcurri un perodo de veinte aos dediplomacia discreta.Y la verdad es que no fue muy divertido lo que ocurridurante estos aos, dominados por las administraciones de Reagan y Bush, en losque aproximadamente un milln y medio de personas fueron muertas a manos deSudfrica en los pases limtrofes.

    Pero olvidemos lo que ocurri en Sudfrica y Namibia: aquello fue algo que nolastim nuestros espritus sensibles. Proseguimos con nuestra diplomacia discretapara acabar concediendo una generosa recompensa a los agresores. Se les concediel puerto ms importante de Namibia y numerosas ventajas que tenan que ver consu propia seguridad nacional. Dnde est ese famoso principio que defendemos?De nuevo: es un juego de nios demostrar que aquellas no podan ser de ningnmodo las razones para ir a la guerra, precisamente porque nosotros mismos nosomos fieles a estos principios.

    Pero nadie lo hizo; esto es lo importante. Del mismo modo, nadie se molest ensealar la conclusin emergente de todo ello: que no haba razn alguna para laguerra. Ninguna, al menos, que un adolescente no analfabeto no pudiera refutar endos minutos. Y de nuevo estamos ante el sello caracterstico de una culturatotalitaria. Algo sobre lo que deberamos reflexionar ya que es alarmante quenuestro pas sea tan dictatorial que nos pueda llevar a una guerra sin dar ningunarazn de ello y sin que nadie se entere de los llamamientos del Lbano. Esrealmente chocante.

    Justo antes de que empezara el bombardeo, a mediados de enero, un sondeollevado a cabo por el Washington Posty la cadena ABC revelaba un dato

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    interesante. La pregunta formulada era: si Iraq aceptara retirarse de Kuwait acambio de que el Consejo de Seguridad estudiara la resolucin del conflicto rabe-israel, estara de acuerdo? Y el resultado nos deca que, en una proporcin de dosa uno, la poblacin estaba a favor. Lo mismo suceda en el mundo entero,incluyendo a la oposicin iraqu, de forma que en el informe final se reflejaba eldato de que dos tercios de los americanos daban un s como respuesta a la

    pregunta referida. Cabe presumir que cada uno de estos individuos pensaba queera el nico en el mundo en pensar as, ya que, desde luego, en la prensa nadiehaba dicho en ningn momento que aquello pudiera ser una buena idea. Lasrdenes de Washington haban sido muy claras: hemos de estar en contra decualquier conexin,es decir, de cualquier relacin diplomtica, por lo que todo elmundo deba marcar el paso y oponerse a las soluciones pacficas que pudieranevitar la guerra. Si intentamos encontrar en la prensa comentarios o reportajes alrespecto, solo descubriremos una columna de Alex Cockbum enLos AngelesTimes,en la que ste se mostraba favorable a la respuesta mayoritaria de laencuesta.

    Seguramente, los que contestaron la pregunta pensaban estoy solo, pero esto es loque pienso.De todos modos, supongamos que hubieran sabido que no estabansolos, que haba otros, como la oposicin democrtica iraqu, que pensaban igual. Ysupongamos tambin que saban que la pregunta no era una mera hiptesis, sinoque, de hecho, Iraq haba hecho precisamente la oferta sealada, y que sta habasido dada a conocer por el alto mando del ejrcito americano justo ocho das antes:el da 2 de enero se haba difundido la oferta iraqu de retirada total de Kuwait acambio de que el Consejo de Seguridad discutiera y resolviera el conflicto rabe-israel y el de las armas de destruccin masiva. (Recordemos que los EstadosUnidos haban estado rechazando esta negociacin desde mucho antes de lainvasin de Kuwait). Supongamos, asimismo, que la gente saba que la propuestaestaba realmente encima de la mesa, que reciba un apoyo generalizado, y que, dehecho, era algo que cualquier persona racional hara si quisiera la paz, al igual quehacemos en otros casos, ms espordicos, en que precisamos de verdad repeler laagresin. Si suponemos que se saba todo esto, cada uno puede hacer sus propiasconjeturas. Personalmente doy por sentado que los dos tercios mencionados sehabran convertido, casi con toda probabilidad, en el 98% de la poblacin. Y aqutenemos otro xito de la propaganda. Es casi seguro que no haba ni una solapersona, de las que contestaron la pregunta, que supiera algo de lo referido en esteprrafo porque seguramente pensaba que estaba sola. Por ello, fue posible seguiradelante con la poltica belicista sin ninguna oposicin.

    Hubo mucha discusin, protagonizada por el director de la CIA, entre otros, acercade si las sanciones seran eficaces o no. Sin embargo no se discuta la cuestin mssimple: haban funcionado las sanciones hasta aquel momento? Y la respuesta eraque s, que por lo visto haban dado resultados, seguramente hacia finales deagosto, y con ms probabilidad hacia finales de diciembre. Es muy difcil pensar en

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    otras razones que justifiquen las propuestas iraques de retirada, autentificadas o,en algunos casos, difundidas por el Estado Mayor estadounidense, que lasconsideraba serias y negociables. As la pregunta que hay que hacer es: Habansido eficaces las sanciones? Suponan una salida a la crisis? Se vislumbraba unasolucin aceptable para la poblacin en general, la oposicin democrtica iraqu yel mundo en su conjunto? Estos temas no se analizaron ya que para un sistema de

    propaganda eficaz era decisivo que no aparecieran como elementos de discusin, locual permiti al presidente del Comit Nacional Republicano decir que si hubierahabido un demcrata en el poder, Kuwait todava no habra sido liberado. Puededecir esto y ningn demcrata se levantar y dir que si hubiera sido presidentehabra liberado Kuwait seis meses antes. Hubo entonces oportunidades que sepodan haber aprovechado para hacer que la liberacin se produjera sin que fueranecesaria la muerte de decenas de miles de personas ni ninguna catstrofeecolgica. Ningn demcrata dir esto porque no hubo ningn demcrata queadoptara esta postura, si acaso con la excepcin de Henry Gonzlez y BarbaraBoxer, es decir, algo tan marginal que se puede considerar prcticamenteinexistente.

    Cuando los misiles Scud cayeron sobre Israel no hubo ningn editorial de prensaque mostrara su satisfaccin por ello. Y otra vez estamos ante un hecho interesanteque nos indica cmo funciona un buen sistema de propaganda, ya que podramospreguntar y por qu no? Despus de todo, los argumentos de Sadam Husein erantan vlidos como los de George Bush: cules eran, al fin y al cabo?

    Tomemos el ejemplo del Lbano. Sadam Husein dice que rechaza que Israel seanexione el sur del pas, de la misma forma que reprueba la ocupacin israel de losAltos del Goln sirios y de Jerusaln Este, tal como ha declarado repetidamentepor unanimidad el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Pero para eldirigente iraqu son inadmisibles la anexin y la agresin. Israel ha ocupado el surdel Lbano desde 1978 en clara violacin de las resoluciones del Consejo deSeguridad, que se niega a aceptar, y desde entonces hasta el da de hoy ha invadidotodo el pas y todava lo bombardea a voluntad. Es inaceptable. Es posible queSadam Husein haya ledo los informes de Amnista Internacional sobre lasatrocidades cometidas por el ejrcito israel en la Cisjordania ocupada y en lafranja de Gaza. Por ello, su corazn sufre. No puede soportarlo. Por otro lado, lassanciones no pueden mostrar su eficacia en Israel porque los Estados Unidos vetansu aplicacin, y las negociaciones siguen bloqueadas. Qu queda, aparte de lafuerza? Ha estado esperando durante aos: trece en el caso del Lbano; veinte en elde los territorios ocupados.

    Este argumento nos suena. La nica diferencia entre este y el que hemos odo enalguna otra ocasin est en que Sadam Husein poda decir, sin temor aequivocarse, que las sanciones y las negociaciones no se pueden poner en prcticaporque los Estados Unidos lo impiden. George Bush no poda decir lo mismo, dado

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    que, en su caso, las sanciones parece que s funcionaron, por lo que caba pensarque las negociaciones tambin daran resultado. En vez de ello, el presidenteamericano las rechaz de plano, diciendo de manera explcita que en ningnmomento iba a haber negociacin alguna. Alguien vio que en la prensa hubieracomentarios que sealaran la importancia de todo esto? No. Por qu? Es unatrivialidad. Es algo que, de nuevo, un adolescente que sepa las cuatro reglas puede

    resolver en un minuto. Pero nadie, ni comentaristas ni editorialistas, llamaron laatencin sobre ello. Nuevamente se ponen de relieve los signos de una culturatotalitaria bien llevada y se demuestra que la fabricacin del consenso s funciona.

    Solo otro comentario sobre esto ltimo. Podramos poner muchos ejemplos amedida que vamos hablando. Admitamos, de momento, que efectivamente SadamHusein es un monstruo que quiere conquistar el mundo una creenciaampliamente generalizada en los Estados Unidos. No es de extraar, ya que lagente experiment cmo una y otra vez le martilleaban el cerebro con lo mismo:

    est a punto de quedarse con todo; ahora es el momento de pararle los pies. Pero,cmo pudo Sadam Husein llegar a ser tan poderoso? Iraq es un pas del TercerMundo, pequeo, sin infraestructura industrial. Libr durante ocho aos unaguerra terrible contra Irn, pas que en la fase posrevolucionaria haba vistodiezmado su cuerpo de oficiales y la mayor parte de su fuerza militar. Iraq, por sulado, haba recibido una pequea ayuda en esa guerra, al ser apoyado por la UninSovitica, los Estados Unidos, Europa, los pases rabes ms importantes y lasmonarquas petroleras del Golfo. Y, aun as, no pudo derrotar a Irn. Pero, derepente, es un pas preparado para conquistar el mundo. Hubo alguien quedestacara este hecho? La clave del asunto est en que era un pas del Tercer Mundoy su ejrcito estaba formado por campesinos, y en que como ahora se reconocehubo una enorme desinformacin acerca de las fortificaciones, de las armasqumicas, etc.; hubo alguien que hiciera mencin de todo aquello? No, no hubonadie. Tpico.

    Fjense que todo ocurri exactamente un ao despus de que se hiciera lo mismocon Manuel Noriega. Este, si vamos a eso, era un gngster de tres al cuartocomparado con los amigos de Bush, sean Sadam Husein o los dirigentes chinos, ocon Bush mismo. Un desalmado de baja estofa que no alcanzaba los estndaresinternacionales que a otros colegas les daban una aureola de atraccin. Aun as, sele convirti en una bestia de exageradas proporciones que en su calidad de lder delos narcotraficantes nos iba a destruir a todos. Haba que actuar con rapidez yaplastarle, matando a un par de cientos, quizs a un par de miles, de personas,devolver el poder a la minscula oligarqua blanca en torno al 8% de la poblacin y hacer que el ejrcito estadounidense controlara todos los niveles del sistemapoltico. Y haba que hacer todo esto porque, despus de todo, o nos protegamos anosotros mismos, o el monstruo nos iba a devorar. Pues bien, un ao despus sehizo lo mismo con Sadam Husein. Alguien dijo algo? Alguien escribi algorespecto a lo que pasaba y por qu? Habr que buscar y mirar con mucha atencin

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    para encontrar alguna palabra al respecto.

    Dmonos cuenta de que todo esto no es tan distinto de lo que haca la ComisinCreel cuando convirti a una poblacin pacfica en una masa histrica y deliranteque quera matar a todos los alemanes para protegerse a s misma de aquellosbrbaros que descuartizaban a los nios belgas. Quizs en la actualidad las tcnicas

    son ms sofisticadas, por la televisin y las grandes inversiones econmicas, peroen el fondo viene a ser lo mismo de siempre.

    Creo que la cuestin central, volviendo a mi comentario original, no essimplemente la manipulacin informativa, sino algo de dimensiones muchomayores. Se trata de si queremos vivir en una sociedad libre o bajo lo que viene aser una forma de totalitarismo autoimpuesto, en el que el rebao desconcertado seencuentra, adems, marginado, dirigido, amedrentado, sometido a la repeticininconsciente de eslganes patriticos, e imbuido de un temor reverencial hacia el

    lder que le salva de la destruccin, mientras que las masas que han alcanzado unnivel cultural superior marchan a toque de corneta repitiendo aquellos mismoseslganes que, dentro del propio pas, acaban degradados. Parece que la nicaalternativa est en servir a un estado mercenario ejecutor, con la esperanzaaadida de que otros vayan a pagarnos el favor de que les estemos destrozando elmundo.

    Estas son las opciones a las que hay que hacer frente. Y la respuesta a estascuestiones est en gran medida en manos de gente como ustedes y yo.

    Noam Chomsky: Fabricando el Consenso


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