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5/11/2018 7. La Escuela Lancasteriana Bajo Santos 1 y Yépez 2. 2011 - slidepdf.com
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Universidad Nacional de TucumánFacultad de Filosofía y LetrasDepartamento de Ciencias de la EducaciónCátedra de Historia de la Educación y de la Pedagogía (Curso General)Ciclo Lectivo 2011
Docente a cargo: Dr. Daniel Enrique Yépez
Textos Curriculares para Lectura y Reflexión de los Alumnos
La Escuela Lancasteriana (1)(Fragmento)
Por Nicolás Bajo SantosReal Centro Universitario“Escorial María Cristina”San Lorenzo del Escorial
Madrid
Daguerrotipo de un aula lancasteriana Caricatura de una aulalancasteriana
El primero de Enero de 1798, en la puerta del destartalado local del arrabal entonces
más pobre del sur de Londres (Southwark), figuraba este cartel:
“Para los que quieran enviar a sus hijos a recibir una educación gratuita, yaquellos que no estén dispuestos a recibir la educación a cambio de nada,pueden pagar si les place”.
Eran los tiempos salvajes de la industrialización, y en aquel barrio, como en muchos
otros de las principales ciudades británicas, apenas había escuelas públicas, y la inmensa
mayoría de los niños no podían pagar la exclusiva educación privada, reservada a una
selecta minoría. Quien había puesto el cartel era un joven de 19 años, nacido también en
el barrio e hijo de un modesto trabajador, que nunca logró tener una situación
económica estable. Se llamaba Joseph Lancaster (1778-1838). De pequeño se había
sentido llamado a ser misionero en las Indias Occidentales (West Indies), de tal modo
que con catorce años se fue a Bristol con intención de embarcar para Jamaica, donde
esperaba “ poder enseñar a los pobres negros la Palabra de Dios”. Como no se pudo
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costear el viaje, se puso a trabajar, y poco después se unió a la Sociedad de Amigos,
nombre originario de los cuáqueros.
Ahora había vuelto a Londres y se disponía a enseñar, a contar y a escribir, al mayor
número posible de niños y con el menor coste posible. Fue eliminando muchos insumos
accesorios, como el papel, la pluma y la tinta. Los niños escribían con sus dedos o con
un palillo sobre la arena. Pero ¿cómo reducir el número de maestros? Algunos dicen quecayó en sus manos un librito escrito por Andrew Bell (1753-1832), un sacerdote
anglicano misionero en la India, en el que contaba como había puesto en marcha una
escuela en Madrás para instruir a los hijos de los soldados británicos, inspirándose en
una práctica tradicional de los maestros hindúes consistente en servirse de los mejores
alumnos, para enseñar a los demás. Tomara o no las ideas de Bell, lo cierto es que
Lancaster puso en marcha esta solución: los alumnos más aventajados serían los
monitores de sus propios compañeros y recibirían un pequeño regalo si lo hacía
eficazmente. Había nacido el método monitorial (tutorial) o, para los más fieles a Bell,
el Método de Enseñanza de Madrás. Sea cual sea la parte del león que corresponde a
cada cazador, lo cierto es que en un miserable local Southwark al cabo de un par de
años ya se educaban simultáneamente hasta 1.000 niños pobres, con un solo maestro.En método empezó a dar que hablar en todo Londres, y Lancaster hombre de gran
energía y mucha fe, decidió hablar con algunos notables del país a fin de obtener su
apoyo, pero la economía y la administración nunca fueron sus puntos fuertes. Y
tampoco logró el apoyo de la Iglesia de Inglaterra, que siempre respaldó a Bell y alentó
el descrédito de Lancaster. A pesar de estos obstáculos, Lancaster llegó a regir 95
escuelas con más de 30.000 alumnos, logrando fieles seguidores tan significativos como
Robert Owen (1771-1858), quien adoptó su método en la escuela de New Lanark y
consideraba tanto a Lancaster como a Bell “entre los grandes benefactores de lahumanidad ”. Y su método empezó a traspasar fronteras. Tuvo mucho éxito en Francia,
donde sus colegios lo adoptaron con el nombre de ecolles mutuelles y donde se llegó a
considerar a Lancaster como un competidor de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
El método llegó a España, de la mano del ejército, para formar a los soldados, y también
como propuesta para formar a los futuros maestros.
Aunque es muy interesante esta aplicación del método a la incipiente enseñanza de
profesores o maestros y a la alfabetización del Ejército, puede considerarse como más
significativa la presencia de Lancaster y su método en toda América, y en particular en
América Latina. En 1818, acosado por las penurias económicas y por la oposición
creciente de la Iglesia de Inglaterra, Lancaster se fue a los Estados Unidos, donde fue
bien recibido por el gobierno, que tenía el mismo problema que se daba en todos los
países de América: ¿De donde sacar tantos maestros como requerían las nuevas
naciones que veían en la educación una nueva forma de libertad? El gobierno de losadoptó el método lancasteriano y se crearon escuelas en Nueva York, Boston, Filadelfia
y se programaron muchas más. El Congreso llegó a emitir un Decreto para agradecer los
servicios del educador inglés.
Pero varios años antes, en 1810, había tenido lugar en Londres un encuentro de Simón
Bolívar y Andrés Bello con Lancaster; encuentro que incluyó la visita de su escuela y en
el que Bolívar prometió el envío de dos jóvenes de Caracas, para que aprendieran el
sistema bajo la tutela directa de su fundador. Bolívar, como su maestro Simón
Rodríguez, tenía una gran preocupación por la educación. Esta preocupación era
compartida por todos los próceres (José Artigas, Bernardo de O’Higgins, Bernardino
Rivadavia y José Francisco de San Martín) y no es casual que todos mostraran una
actitud muy favorable al método lancasteriano. Pero en el caso de Simón Bolívar se
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trató además de una verdadera y duradera amistad con su autor, tras el encuentro de
1810 en Londres.
Dos años más tarde, en efecto, Lancaster escribió una carta a Simón Bolívar desde
Estados Unidos, proponiéndole implementar su método en Latinoamérica, a lo que le
libertador accedió, de tal suerte que al año siguiente, en 1824, invitado por la
Municipalidad, Lancaster viajó a Caracas y desde allí conoció, con gran sorpresa einterés, que en la Constitución de 1821 de Colombia el uso en las escuelas del Estado
del llamado “método de enseñanza mutua o sistema Lancaster ”. Le pareció algo
providencial. No era un desconocido en Sudamérica y ahora, además, se abrían nuevos
horizontes. En el mismo año de su llegada a Caracas fundó la Escuela de Enseñanza
Mutua y se imprimió el Manual del Sistema de Enseñanza Mutua, que pronto llegó a
Uruguay, a Chile y a otros puntos del continente.
Uno de los casos más llamativos, junto con el de Colombia, -donde Lancaster propuso
crear un Jardín Botánico, un laboratorio de ciencias físicas, una biblioteca y una
imprenta para editar textos escolares- fue el de México. Allí llegó muy pronto el eco de
la enseñanza mutua o recíproca con tanta aceptación que en 1822 se creó la asociación
filantrópica Compañía Lancasteriana, con el fin de promover la educación primariaentre las clases pobres y tuvo tal reconocimiento, que veinte años más tarde de su
fundación, entre 1842 y 1845, fue encargada por el gobierno de dirigir toda las
instrucción primaria de la República Mexicana. Al final de su gestión el método
lancasteriano funcionaba en 106 escuelas primarias de la capital.1
Bolívar nunca se olvidó de Lancaster, ni dejó de alabar y apoyar su método. Se
intercambiaron varias cartas a lo largo de los años 1825 y 1826, mientras el Libertador
andaba ocupado en sus tareas militares y políticas. La única dificultad que tuvo
Lancaster vino porque la Municipalidad de Caracas le exigía incluir en sus escuelas la
enseñanza de la fe católica, algo a lo que no estaba dispuesto el buen cuáquero que era
Lancaster. Esto le supuso un cierto enfrentamiento con la Municipalidad y con la Iglesia
Católica. Hay que añadir, en este sentido, que él y muchos de los impulsores del método
en la América hispana, eran a la vez, divulgadores de la biblia en español, lo cual estaba
prohibido por la Santa Sede, que no había dado, todavía, el paso a la traducción de la
Biblia a las lenguas vernáculas. Por esta razón y no por razones pedagógicas, la Iglesia
católica dejó de ver con buenos ojos a los lancasterianos. El caso es que cuando Bolívar
regresó a Caracas, en Enero de 1827, en lugar de encontrar el sistema educacional en
plena marcha, se encontró con uno que se tambaleaba por falta de recursos. Lancaster
estaba enfermo y le manifestó su deseo de regresar a los Estados Unidos, donde podía
practicar su fe y continuar con su proyecto. Y así fue.
El espíritu aventurero de los ingleses del siglo XVIII que latía en sus venas hizo que
probara fortuna en Canadá, aunque sin demasiado éxito. Regresó a Nueva York, dondeel 24 de Octubre de 1838, a los 60 años, falleció a consecuencia de ser atropellado por
un carruaje ¡Una forma muy moderna de morir para este hombre de Dios y gran
educador!
Su importancia fundamental, a juicio del gran pensador argentino Gregorio Weinberg
(fallecido en 2006), estriba en haber llamado la atención sobre la necesidad de escuelas
elementales para las grandes masas de población y no ya sólo para minorías y, a su vez,
en destacar que la actividad privada o de otras agencias educativas, como la Iglesia, mal
podían encarar el problema, por su misma magnitud y trascendencia social. En germen
estaba planteándose el papel del Estado moderno en la materia.
1 Ver: Cruz Rl, G. de la, Historia y Perspectiva de la Educación Primaria Ruralen México, (33 densas páginas) enwww.universidadabierta.edumx/Biblio/C/CruzGabriel_HistPersEdMex.htm.
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Textos Curriculares para Lectura y Reflexión de los Alumnos
La Escuela Lancasteriana (2)(Fragmento)
Por Daniel Enrique YépezLicenciado en Pedagogía
Magíster en Ciencias SocialesDoctor en Ciencias Sociales – Orientación HistoriaProfesor Adjunto a Cargo de la Cátedra
Un monitor de la escuela lancasteriana, a principios del siglo XIX Joseph Lancaster
Lancaster y los Monitores de la Educación
A diferencia de lo que ocurría educativamente en la Francia revolucionaria, cruzando el
Canal de la Mancha, un relato más pragmático y descarnado de la educación elemental,
denominado monitores de la educación o también sistema lancasteriano,2 emergía en
Gran Bretaña. Su propósito era transformar las masas iletradas en mano de obra apta
para al desarrollo de sus fuerzas productivas. Desde esta perspectiva político-
pedagógica, a la Escuela se la concebía como el antecedente de la fábrica.
2 Vid ., Lancaster, J., Improvements in Education, As It Respects the Industrious Classes of the Community , printed and sold by Darton and Harvey,Grace-Church-Street; J. Mathews, Strand 5 and W. Hatchard, Piccadilly, London,
1803 y The British System of Education, printed and sold at the Royal FreeSchool, Borough Road, Southwark, London, 1810. Actualmente estas versionesestán digitalizadas y se encuentran en la red.
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Despojándola del romanticismo, con que la recubrió cierta pedagogía boba, esta
maquinaria escolar 3 funcionaba en un gran salón ocupado por largos bancos, donde si
el niño -por ejemplo- era capaza de aprender una letra subía un puesto, hasta ocupar el
extremo del mismo, logrando el cargo de monitor . Ello permitía la rotación de todos los
puestos, generando una suerte de "promoción automática". No existían libros, ni
cuadernos individuales. Los contenidos y las órdenes se escribían en cartelonesdispuestos en los muros. Mediante un procedimiento llamado "táctica escolar " el
maestro emitía órdenes y señales hacia los monitores, para dirigir con precisión los
movimientos colectivos: "levantar las manos", "tomar la pizarra", " girar hacia el
tablero", "marchar ", "manos atrás", "trazar la A", etc. Otro juego de letreros,
diferenciando malos y buenos alumnos, integraba este movimiento y el sistema de
premios y castigos era inherente al método. Para faltas más serias que equivocarse en la
repetición de los movimientos, se recurría a castigos corporales, (palmetazos, cepos) o
penas "infamantes" como el "confinamiento" (encierro para efectuar tareas bajo
vigilancia), o “separación del grupo” en un banco aparte. También les colocaban gorros
o letreros con los nombres de las faltas: "perezoso", "distraído", "burro", "puerco", etc.
La autoridad multiplicada a través de monitores de lectura, escritura y castigos, producía el efecto de enseñar la obediencia a un jefe, apareciendo claramente la
analogía con la fábrica. Al maestro, vigilante imparcial y distante de la enseñanza, se le
exigía que fuese amable y justo para que el castigo no resultara odioso ni humillante
-producto de su cólera-, sino aleccionador e impersonal. Tampoco necesitaba renegar
con los niños, pues el método excluía a los "rebeldes" o "perezosos". Le bastaba aplicar
el manual para ponerlo en marcha, con contenidos mínimos a enseñar, mobiliario
rústico y escaso costo. Con ello se garantizaba su carácter masivo, haciendo de esa
multitud un solo individuo domesticado. Con la ayuda de este método, la sumisión
individual y grupal adquiría el carácter de disciplina, resultándole imposible al niño
indolente apartarse del estudio y la obediencia. Esta escuela hizo famoso el lema "unlugar para cada cosa, y cada cosa en su lugar".Identificada con el movimiento de escolarización de masas, de fines del siglo XVIII y
principios del XIX, y encuadrada en la corriente filosófica del utilitarismo o
pragmatismo británico, esta propuesta educativa derivaba de las teorías sociales que
comenzaban a esbozarse, tratando de comprender la emergente “cuestión social ”,
generada por las crecientes agitaciones obreras producidas luego de la 1a Revolución
Industrial. Dos pensadores fueron sus epígonos: Jeremy Bentham (1748-1832) y James
S. Mill (1773-1836). Bentham cuestionaba las teorías educativas ilustradas, fundadas en
la formación y afianzamiento de la moral individual del sujeto, expuestas por Rousseau,
Kant, Fichte y Pestalozzi, diciendo que eran “ palabras falsas y, sostenedoras de los
privilegios burgueses”. Su lema discrepaba del concepto de ‘bien moral’ y propugnabaen cambio: “el mayor bien para el mayor número”. Vale la pena efectuar una breve
digresión respecto a su pensamiento sobre el disciplinamiento social. En particular su
aporte referido al “ Panóptico” fue muy significativo y se remontó a una serie de cartas
escritas en 1786, durante su estadía en Rusia, luego publicadas en Londres y Dublin en
1791 con el nombre de “ Panopticón”. Por otra parte, ese año remitió un ejemplar al
diputado Garran de la Asamblea Nacional francesa, con la idea de difundirlo en ese
país. La obra, adjunta a una carta, planteaba la construcción de una cárcel siguiendo ese
modelo, proponiéndose él mismo como carcelero. El Panóptico era un trabajo
meticuloso que no omitió detalles sobre su funcionamiento como penitenciaría. En la
3 Vid ., Varela, J. y Álvarez Uría, F., Arqueología de la Escuela, La Piqueta, Madrid,1991 y Pineau, P., La Escuela como Maquinaria de Educar, Paidós, BuenosAires, 2001
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edición inglesa agregó un prefacio, donde especificó las finalidades de esta obra
arquitectónica como modelo de prisión, para:
“Enmendar las costumbres, preservar la salud, fortalecer la industria, difundirla instrucción, disminuir la carga pública, asentar de algún modo la economíasobre una roca, no cortar sino desenredar el nudo gordiano de las leyes deasistencia pública; y todo esto ¡gracias a una simple idea arquitectónica!” 4
La propuesta avanzaba, proponiendo crear casas de inspección o “laboratorios”, no
importando quienes podrían recluirse en las mismas, si el propósito era:
”Castigar criminales empedernidos, albergar locos, reformar viciosos, aislarsospechosos, ocupar ociosos, proteger indigentes, curar enfermos, enseñar aquienes quieran aprender un oficio o dar instrucción a las nuevasgeneraciones; en suma así se trate de cárceles para detención perpetua opara detención en espera de juicio, o de penitenciarías, correccionales, casasde trabajo para pobres, fábricas, manicomios, hospitales, escuelas…”.(Bentham, J. Op. Cit ., pp. 75 y 76)
Aportando Conclusiones para Reflexionar
Como se puede observar, la fisonomía que fue tomando la Escuela Pública en los siglos
XVIII y primera parte del XIX, fue la que sugirió el empirismo filosófico lockiano,5 al
finalizar el Siglo XVII. Luego, y sin olvidar las pautas originarias modernas, prescriptas
por Comenius, Condorcet las transformó en política de Estado, ya que la escuela,
permeable y tributaria del triunfo político y económico de la burguesía anglo-francesa,
adquirió la impronta de una gran maquinaria cultural, imprescindible para disciplinar
moral e intelectualmente a las masas. Desde la perspectiva gala y dada la naturaleza de
su revolución, la intención era formar un ciudadano libre, con derechos y obligaciones.
Para el descarnado pragmatismo británico y más allá de las intenciones pedagógicas y
religiosas de Joseph Lancaster, la escuela simplemente era concebida como el
antecedente de la fábrica.
Como es sabido, las reflexiones pedagógicas de Locke se originan en su teoría sobre la
mente humana y el proceso de conocer, sugiriendo que el intelecto del niño era una
tábula rasa, es decir, carecía de ideas innatas. En esa mente en blanco el adulto (el
maestro) tenía la función de imprimirle los caracteres de la cultura, para pautar su
formación. Esta concepción educativa, también denominada exógena y vinculada
teóricamente con el clásico concepto de educare, ponía el énfasis en los términos: guiar,
implantar, regar, introducir, desde afuera hacia adentro los saberes necesarios paraformar la personalidad de los sujetos pedagógicos. Dicha concepción pedagógica se
transformó en discurso dominante en el siglo XVIII, marcando a fuego la impronta de la
escuela pública. Sobre todo cuando, a partir de la conformación de los Estados-
Naciones, surgieron los sistemas educativos públicos para la escolarización de lasmasas. Las advertencias de Rousseau, Kant, Pestalozzi y Fichte, entre otros, de
considerar la subjetividad y la moral individual del niño, fundamentales para su
educación, circularon como brillantes contra-discursos alternativos. Y si bien bregaron
4 Vid ., Bentham, J., El Panóptico, Premiá, México, 1989, p. 75. Sobre el tematambién se puede consultar a Baruou, J. P., Presentación de El Panóptico,Premiá, México 1989 y Foucault, M., Vigilar y Castigar, Siglo XXI. Buenos Aires
1987.5 Véase, Locke, J., Ensayo sobre el Entendimiento Humano, Fondo de CulturaEconómica, México, 1956 y Pensamientos sobre Educación, Akal, Madrid, 1986.
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por un proceso educativo endógeno, fundado en un educere que implicase extraer las
potencialidades que los niños guardaban en su interioridad, para su plena educación, su
tiempo no había llegado. Era el tiempo del panóptico benthamiano, fundamental para
“vigilar y castigar” a rebeldes e irreverentes.
San Miguel de Tucumán, 01 de Octubre de 2011
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