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Mesa: Materialismo, filosofa, poltica
LA RELACIN (POLTICA) NO EXISTE. LO TERICO Y LO POLTICO ENEL MATERIALISMO DE LOUIS ALTHUSSER
Natalia Rom
Introduccin: una problemtica althusseriana
Este artculo se encuadra en un esfuerzo de horizonte ms amplio, tendiente a identificar
las coordenadas generales de la problemtica althusseriana. No es nuestro objetivoaqu someter a discusin si acaso corresponde nombrar de ese modo al conjunto de
premisas articuladas en la produccin terica de Louis Althusser, sus discpulos y
lectores; ni desplegar las diversas aristas de una tal constelacin.1 Avanzaremos
nicamente en aquellas ideas que resulten imprescindibles para nuestra exposicin y en
este sentido, ubicaremos sintticamente el ncleo de esa coyuntura terica que
entendemos por problemtica althusseriana.
Tomando como punto de apoyo algunos hallazgos hechos por F. Matheron en los
manuscritos de Althusser, sostenemos que slo puede hablarse de problemtica
althusseriana si esta es entendida como un anudamiento de dos conjuntos de problemas
que podemos situar como problemas de la coyuntura y problemas de la conjuncin. As
registan las notas de 1966:
1. Teora del encuentro o conjuncin conjonction-- (= gnesis) cf. Epicure,clinamen, Cournot), () 2. Teora de la coyuntura conjoncture(=estructura).2
A partir de este pequeo hallazgo sugiere Matheron que las ideas sobre la coyuntura
desarrolladas en los aos sesenta tenan, de modo manifiesto, como trasfondo, el
1Por nuestra parte entendemos que s resulta pertinente la nocin de problemtica para dar cuenta delpensamiento althusseriano. Si bien dejamos en suspenso aqu la argumentacin que requiere unaafirmacin de esta naturaleza, esperamos, sin embargo, que algunas de las ideas desarrolladas en esteartculo ofrezcan elementos para abonar esta hiptesis de lectura. Hemos desplegado estos argumentosextensamente en un trabajo de prxima publicacin. Cfr. Rom, N. La posicin materialista. Prctica
terica y prctica poltica en la filosofa de Louis Althusser. La Plata, EDULP. (en prensa).2 Matheron, F. Prsentation, En, crits philosophiques et politiques. Tome 1. Pars. Stock-IMEC. 1994.p.20. Traduccin nuestra.
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proyecto de una teora de la conjuncin -conjonction- finalmente inacabado.3
Podramos agregar que la apuesta que liga uno y otro conjuntos de problemas es el de
reemplazar esos trminos que aparecen entre parntesis, estructura y gnesis, por
formulaciones materialistas. Pero esto slo es posible disolviendo la dicotoma que los
organiza. Y es por esto que insistimos en que el proceso de produccin terica que
comprende los escritos de Althusser y se extiende hacia hoy, puede recuperarse cuando
se reestablece el arco que dibuja la convivencia de estas dos constelaciones de
problemas, hilando preocupaciones y frmulas de un modo complejo pero no por ello
inabordable o caprichoso. Encontrar los vnculos entre estas dos zonas tericas resulta
imprescindible para evitar la solucin tranquilizadora, pero inadecuada, de la
periodizacin de la obra y por lo tanto, constituye una tarea central en el esfuerzo de
identificar la singularidad de la problemtica althusseriana.4
Leera Althusser es, desde esta consideracin, perseguir la lgica en la que se inscriben
e imbrican dos genealogas de interrogantes: los que apuntan al dispositivo de un orden
estructural y los que conducen al momento de dislocacin poltica. Es solamente cuando
logramos retener estos dos espacios en su mutua irreductibilidad y en su imposible
coexistencia, que podemos capturar -aunque ms no sea un instante- la densidad
filosfica de la apuesta althusseriana y fundamentalmente, su potencia actual.
Cabe retomar, a este propsito, esa justa caracterizacin de Etienne Balibar:
ser al mismo tiempo totalmente filsofo y totalmente comunista, sin sacrificarninguno de los dos trminos al otro, en esto consiste la singularidad intelectual deAlthusser5
La problemtica althusseriana toma consistencia en un tejido atravesado por una tensin
paradojal y a la vez medular, entre interrogantes que son en ltimo trmino, esfuerzos
por pensar de un modo radicalmente materialista los vnculos entre lo terico y lo
poltico.
Los diversos senderos tomados por Althusser, sus rodeos por Spinoza, Lacan,
Maquiavelo, incluso por Marx, constituyen espacios abiertos en lo terico a lo poltico.
Y en este sentido encontramos toda una teora de la lectura. Pero eso no es todo. El
3 Matheron, F. op cit., p.19. Traduccin nuestra.4 El ordenamiento de los textos producidos por Althusser en etapas o perodos de juventud o madurez,responde a una lectura inadecuada de esas expresiones en el propio Althusser con respecto a la obra deMarx, en la medida en que una disposicin cronolgica de la obra ligada a la biografa resulta
incompatible tanto con la concepcin althusseriana de la produccin terica por ejemplo su nocin deproblemtica- como con su concepcin no lineal del tiempo.5 Balibar, E. Escritos por Althusser. Bs.As. Nueva Visin, 2004., p. 99.
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juego entre lo terico y lo poltico en la problemtica althusseriana se encuentra tambin
en el tenaz esfuerzo de tomar de frente esa paradoja inevitable de pensar lo poltico y,
en consecuencia, de producir un pensamiento en tensin, puesto contra sus propios
lmites. Un pensamiento de los lmites que insiste en ser, no obstante, un
pensamiento.
En ese arco que va trazndose, de lo terico a lo poltico y de este a aquel, toma forma
la problemtica althusseriana como una malla de afirmaciones paradojales. En ella, el
pensamiento avanza a fuerza de batallas contra s mismo, abriendo preguntas como
espacios de libertad.6
Sintetizamos. Este artculo invita a una coreografa en tres pasos que quieren ser un
recorrido posible, un modo entre muchos otros de transitar esta problemtica que hace
del aporte althusseriano una pieza nica en la historia del pensamiento crtico:
1- La identificacin de una premisa materialista central sobre lo terico: suapertura a los procesos concretos; a la singularidad de los casos en su
resistencia a toda regularizacin. Pensar lo terico desde una posicin
materialista es antes que nada perseguir una necesidad fallida y sostener ese
fracaso como una herramienta productiva de la teora.
2- Por otro lado y simultneamente, se trata de asumir la paradoja de pensar-lopoltico, toda vez que ste es en gran medida un borde, el lugar de los lmites
del pensamiento. Se trata de asumir que pensar lo poltico en su singularidad
excesiva, nos exige cada vez, pensar lo terico en sus lmites.
3- Un ltimo giro, para ubicar en este juego el lugar imposible del sujeto-poltico,como una tensin o apora que resiste a toda solucin dicotmica de los vnculos
entre lo terico y lo poltico.
Lo terico dentro de sus lmites.
Si resulta difcil de sostener la existencia de una obra althusseriana, esto no nos
impide, sin embargo, interrogar el proceso de produccin terica y recuperar en l lo
que a nuestro juicio constituye su lnea vertebral, el eje que sostiene su unidad
6 No lo comprend hasta mucho despus, elaborando mi pequea teora personal de la filosofa comoactividad de afirmacin de tesis con las que demarcarse de tesis existentes. Yo deca que la verdad de una
filosofa resida totalmente en sus efectos, que en realidad slo acta a distancia de los objetos reales, enel espacio de libertad que abra a la investigacin y la accin Althusser, L.La nica tradicinmaterialista (1985) En, Youkali., vol 4. 2007. p.143
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sistemtica. Este debe caracterizarse, como hemos anticipado, en relacin con ese
horizonte de transformacin que sugiere Balibar, es decir, a partir de una pregunta por la
posicin materialista en filosofa.
Bien vale aclarar que si esta procura de la posicin materialista en filosofa no produce
un edificio terico no es por deficiencia o minusvala, sino porque una de sus premisas
principales es justamente la consideracin de la filosofa como prctica, es decir, como
actividadde transformacin. El gesto de poner al materialismo en el campo filosfico
coincide con el impulso de desarticulacin de la cifra hegemnica de la tradicin
filosfica idealista en el occidente moderno, orientada por la omnipotencia del
pensamiento.7 La posicin materialista consiste en una prctica de intervencin, el
emplazamiento de un espacio de dislocacin en el territorio siempre-ya-ocupado por la
filosofa idealista.
Si Althusser habla de vaco es para sealar que el materialismo no debe ser pensado
como una nueva frmula fundacional. No se trata de poner a la materia en el origen,
ni siquiera a la praxis, sino de concebir al materialismo como el sealamiento en el
propio territorio idealista de sus vacos; es decir, de sus inconsistencias, sus fallas. El
idealismo justamente se caracteriza por su ambicin de plenitud; es decir, por no poder
sobrepasar su propio discurso, que es la presencia misma de la Verdad como Logos. 8 El
materialismo no debe ser su contratara, no puede encontrar su legar en ese tablero ya
trazado por la hegemona idealista en la historia de la filosofa en tanto que tal. El
materialismo es la posicin de un lmite, el emplazamiento de un signo de pregunta en
el pleno (ideolgico) de un territorio ya tomado. Slo as, deviene un pensamiento
verdaderamentepoltico, en la medida en que hace vacilar los fantasmas de la negacin
en que la filosofa se cuenta a s misma () que est por encima de la poltica.9
La posicin materialista exhibe de esta manera, su inherente paradoja: desplegndose
en torsin entre lo terico y lo poltico, asume el riesgo de afrontar la carenciasistemticamente negada en la historia de la Filosofa,
que la filosofa tiene un exterior, es decir, que la filosofa no existe ms quepor ese exterior y para el. Este exterior (que la filosofa quiere hacerse lailusin de someter a la Verdad) es la prctica 10
7 Althusser, L. Filosofa y marxismo. Mxico, Siglo XXI. 1988., p. 53.8
Althusser, L y Balibar, E.. Para leer El Capital. Mxico. Siglo XXI. 1969.9 Althusser, L. Lenin y la filosofa. Bs.As. CEPE. 1972., p.7010 Althusser,L. (2005) op cit., p.56.
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La problemtica althusseriana, incluso cuando se pregunta por la ciencia y se precipita
en una definicin restrictiva de la filosofa como cientificidad, produce un pensamiento
poltico de esta naturaleza. La encrucijada entre teora y poltica adquiere la forma de
una tensin entre el discurso y su lmite.11 Althusser propone sus nociones de
problemtica terica y lectura sintomal en el marco de un rechazo de las tesis
filosficas que, identificando verdad con discurso, formulan el problema del
conocimiento como un problema de la garanta. La consideracin del problema del
conocer bajo la forma de una pregunta por la garanta del conocimiento verdadero es,
en la problemtica althusseriana, el compromiso de la filosofa (idealista) en la
estructura especular de la fantasa.12
Contra esta ecuacin, Althusser propone sus tesis sobre la lectura sintomal. Las
reflexiones en torno a la lectura no son reflexiones literarias sino tesis profundamente
polticas, ligadas a un modo de concebir el proceso de conocimiento. La lectura supone
un ejercicio que se basa en la consideracin de un discurso terico en sus puntos
ciegos, es decir, en aquellas zonas en las que frmulas imaginarias se entretejen
inevitablemente en su textura, procurando investir los espacios de impasse.13 Esos
espacios aludidos por la presencia de elementos ideolgicos en la propia trama
discursiva no son defectos sino que resultan inherentes a toda malla terica;
constituyen los lmites del discurso y por ello mismo, indican sus puntos de mayor
vitalidad. La vida de una teora reside paradjicamente en su condicin inconclusa y de
all la necesidad de leer una teora persiguiendo esos espacios en los que su condicin
no-total se vuelve operativa.
Ahora bien, en la medida en que estos espacios no se presentan a la lectura como
silencios sino investidos en frmulas ideolgicas, tiene lugar la insistencia de Althusser
en reconocerle a la ideologa su capacidad de aludira problemas reales. Y si se trata de
problemas reales es porque all donde una coyuntura terica se teje con elementosideolgicos, encontramos la marca y la presencia de lo no-terico en la teora. Dicho de
otro modo, encontramos el punto en que las prcticas tericas se inscriben en relaciones
sobredeterminadas con otras prcticas (para el caso, ideolgicas, pero entonces tambin
potencialmente polticas). Cobra, entonces, un sentido profundo la frmula de Pierre
11 Esta idea es desplegada con claridad por Gisela Catanzaro en Por qu la historia y no ms bien lanada? Notas sobre le problema del tiempo y la causalidad. En, Catanzaro, G. e Ipar, I. Las aventuras delmarxismo. Bs.As. Gorla. 2003., pp.17-10412
Badiou, A. El (re)comienzo del materialismo dialctico En, Althusser, L. y Badiou, A. Materialismohistrico y materialismo dialctico. Crdoba. Pasado y presente. 1969., p.19.13 Althusser, L. (1969) op cit., p.99.
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Macherey que Althusser retoma para subrayar el movimiento paradojal que propone
como matriz de la teora: la ciencia es ciencia de la ideologa.14
La posibilidad de la ciencia descansa en un ejercicio de lectura capaz de identificar en
todo discurso terico esos puntos en los que los elementos ideolgicos indican el lugar
en el que lo terico se encuentra limitado y por ello mismo abierto.Abierto a lo extra-
terico y por lo tanto capaz de articularse con lo poltico. Se trata en definitiva, de
pensar la teora en lo concreto de la historia y no por sobre ella.
La disposicin descentrada es la clusula que protege a la teora contra la pretensin de
totalidad. Pero, claro est, la asuncin de su incompletud es tambin el precio de su
potencia poltica. Estas premisas se deducen mejor cuando se aprecia e ncleo del
rechazo althusseriano de la totalidad expresiva hegeliana. Lo terico hegeliano carece
de esta condicin absoluta que permite que una complejidad real sea unaunidad y que sea realmente el objeto de una prctica, que se propone transformaresa estructura: la prctica poltica. No se debe al azar que la teora hegeliana de latotalidad social no haya fundado jams una poltica, que no exista ni pueda existiruna poltica hegeliana.15
Althusser insiste en esta condicin de apertura como una condicin sine qua non de
una concepcin materialista de lo terico.16 Pero esta apertura no debe pensarse como
una simple discontinuidad,17
Althusser nos acerca en cambio la figura de la paradoja:
La paradoja del campo terico consiste as en ser () un espacio infinito porquees definido, o sea sin lmites, sin fronteras exteriores que lo separen de nada,
justamente, porque est definido y limitado dentro de s al llevar en s la finitudde su definicin, la cual excluyendo lo que l no es, hace de l lo que es18
Con la nocin de problemtica Althusser hace de esta condicin paradojal la
concepcin materialista de lo terico. Lo terico, se organiza en coyunturas porque es
para Althusser, por definicin, no-todo. Coyuntura es el nombre de una combinacin
o articulacin de elementos y esto supone pensarla, a la vez, como mecanismo de
transformacin y como un resultado singular cuya apodicticidad no constituye una
14 Idem, p.5215 Althusser, L.La revolucin terica de Marx. Mxico. Siglo XXI. 1968., p.16916 Cfr. Althusser, L. (1969) op cit. , pp. 18-7717 Para una argumentacin respecto de la inconveniencia de la idea estructuralista de discontinuidad para
pensar la figura de la ruptura en Althusser, puede leerse Balibar, E. El concepto de corteepistemolgico de Gaston Bachelard a Louis Althusser. En, (2004) op cit. pp.9-4818 Althusser, L. (1969) op cit., p.32.
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regla jurdica de la cientificidad en general, sino una racionalidad inmanente a las
prcticas tericas concretas.
Por este camino es que se vuelven pensables los hilos de una urdimbre en la que las
prcticas tericas se encuentran entretejidas con otras prcticas. Una coyuntura es una
combinacin de elementos heterogneos. Y esta no-homogeneidad es otra forma de la
incompletud.
Arribados a este punto comprendemos el sentido contra-epistemolgico del rodeo de
Althusser por el psicoanlisis lacaniano. Es en principio, la capacidad del psicoanlisis
de pensar los vnculos de compromiso entre lo simblico y lo imaginario la que empuja
a Althusser a acercarse a Lacan, en el trayecto de elaboracin de una pregunta sobre los
vnculos entre lo terico y lo extra-terico. Althusser percibe e indica esa homologa
profunda entre marxismo y psicoanlisis que consiste en una cierta forma de lidiar con
los problemas de una teora que sabe que no puede totalizar el campo de la experiencia;
sabe que no puede y adems, no quiere hacerlo, porque justamente all radica su
potencia de intervencin en lo real.
Es Yannis Stavrakakis quien ha logrado cartografiar con claridad esta condicin de lo
terico incompleto en el campo lacaniano, al sealar que el psicoanlisis, entendido a la
vez como discurso y como prctica, constituye uno de los terrenos privilegiados desde
los cuales es posible reflexionar sobre esta tensin constitutiva entre saber y
experiencia19 La potencia del psicoanlisis lacaniano radica en asumir la fuerza de un
juego entre teora y fracaso terico. En tanto tal sugiere Stavrakakis- constituye un
terreno privilegiado para interrogar los vnculos entre lo terico y lo poltico. Es esta
cualidad la que Althusser descubre y persigue, porque el marxismo es, qu duda cabe,
un terreno de las mismas caractersticas.
Como hemos ya sealado, esta condicin limitada hace de la teora marxista una
teora radicalmente no-hegeliana. Lejos de toda garanta teleolgica o panlogicista, lapotencia terica marxista radica en su aperturaal exceso de la historia. La clave de la
teora marxista es la de saberse siempre des-bordada por la historia:
Slo una teora finita puede ser realmente abierta a () su porveniraleatorio, a las impredecibles sorpresas que no han cesado de marcar la historiadel movimiento obrero; abierta y por lo tanto, atenta, capaz de tomar en serio yasumir a tiempo la incorregible imaginacin de la historia.20
19
Stavrakakis, Y.La izquierda lacaniana. Psicoanlisis, teora, poltica . Bs..As. FCE. 2010., p. 28.20 Althusser, L. El marxismo como teora finita En, AAVV.Discutir el Estado. Posiciones frente a unatesis de Louis Althusser. Mxico: Folio. 1982, p. 12
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Se trata, como indica Stavrakakis a propsito del psicoanlisis, de ubicar su singular
potencia en el vnculo paradjico que se entabla entre lo terico y su lmite, como el
fracaso inherente a toda empresa que se propone no representarun estado de realidad
sino captar lo real.21
No dejamos de subrayar que esta bsqueda es una bsqueda de las posibilidades de lo
terico y en absoluto su abandono, su banalizacin o su reemplazo por otras formas
discursivas. Sin embargo, este planteo problemtico resulta incompleto si no se vuelve
sobre l, desde otro conjunto de preguntas que podemos ubicar ahora en torno del
problema de lo poltico. Lo poltico, resistiendo a su simbolizacin, desborda a la teora
y empuja la filosofa hacia una nueva forma de necesidad. La irrupcin de lo poltico en
el campo terico, es en s misma, una transformacin en la filosofa. De all que no
pueda agotarse el planteo althusseriano en la cuestin de la demarcacin entre ciencia e
ideologa. Y de all tambin nuestra insistencia en pensar los vnculos entre las dos
genealogas, porque es la propia posicin materialista de lo terico la que reclama un
desarrollo materialista de lo poltico. Esto no hace de ella una forma de claudicacin en
la empresa de precisar una forma de necesidad, sinoque le exige el esfuerzo de indicar
el compromiso de esa necesidad con la complejidad real, con las condiciones de
existencia. En otras palabras su principio de sobredeterminacin.
En el barro de la historia
El recurso a la nocin freudiana de sobredeterminacin permite a Althusser colocar
las bases de la pregunta materialista por la historia una vez rechazada la Filosofa
de la Historia hegeliana. Esta nocin baliza el camino de bsqueda de una
necesidad no clausurante que sostenga, en lugar de anular, la tensin entre
inteligibilidad y acontecimiento imprevisto. La frmula de la sobredeterminacin es
el modo de mantener a la vez esta doble pregunta por lo terico en su apodicticidad
y lo histrico concreto, en su temporalidad compleja y siempre desmesurada.
Si es verdad, como la prctica y la reflexin leninista lo prueban, que la situacinrevolucionaria en Rusia se deba al carcter de intensa sobredeterminacin de lacontradiccin fundamental, de clase, es necesario interrogarse, tal vez, sobre lo
21 En lugar de reprimir el reconocimiento de sus lmites, de su fracaso definitivo en el intento de captar lo
real () podemos comenzar por incluir ese elemento desestabilizador en nuestras teoras. Probablementenos ira mejor si admitiramos esta relacin paradjica Stavrakakis, Y. op cit., p. 29
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excepcional de esta situacin excepcional y si, como toda excepcin, sta noaclara la regla, sino que es, a espaldas de la regla, la regla misma22La solucin se precipita en la frmula de la sobredeterminacin porque, al
designar la reflexin en la contradiccin misma, de sus condiciones de existencia, esta
permite cercar el desafo de una teora que quiere pensarse en la historia. Al rechazar laorganizacin del vnculo entre historia y concepto conforme a un principio interno
simple, la contradiccin sobredeterminada resiste a la subordinacin de la vida histrica
concreta por la forma abstracta, concntrica e imaginaria de una conciencia. En esta
frmula de raigambre freudiana encuentra Althusser los medios para situar la clave
materialista en el concepto de la eficacia de una estructura sobre sus elementos:
eficacia de la disposicin descentrada (la reflexin misma de sus condiciones de
existencia) sobre la contradiccin.23
Se trata de una pregunta de doble talante, decimos, y esto queda evidenciado en la
propuesta althusseriana de perseguir la racionalidad filosfica inmanente a la teora
marxista, no slo en el discurso terico de Marx, sino en las prcticas de lucha del
movimiento obrero, en su experiencia concreta. Esa zona que es la de lo poltico,
contamina la necesidad terica: hace de la situacin excepcional, la regla misma. La
sobredeterminacin constituye un principio de racionalidad, pero se cifra recurriendo al
desvo para pensar su compromiso en la existencia. Es por eso que Althusser busca
este principio no slo en la teora de Marx, sino en la estrategia poltica de Lenin, en el
campo mismo de su experiencia de lucha:
en el anlisis de la estructura de una coyuntura, en el desplazamiento y lascondensaciones de sus contradicciones, en su unidad paradjica que constituyenla existencia misma de ese momento actual que la accin poltica va atransformar, en el sentido fuerte del trmino, de un febrero a un octubre 1724
Lenin tiene por funcin encarnar un pensamiento en lo poltico, que no es el
pensamiento de un terico sobre la poltica, sobre el hecho consumado de la
necesidad; sino un pensamiento que se desarrolla en la materia poltica, del hecho por
consumar.25
22 Althusser, L. (1968) op cit., pp. 84-85.23
Idem, p. 34.24 Idem, p.14725 Idem, p.148.
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La solucin althusseriana se concentra en ese espacio del exceso y de la actualidad
en el que se ubica lo poltico como lo otro de la teora. La sobredeterminacin hace
pasar el problema de la necesidady por lo tanto, de lo terico- por el campo incierto de
laprctica (poltica), haciendo lugar a la irrupcin de lo imprevisto y lo singular.
De esta forma, la pregunta por la prctica poltica dibuja un espacio problemtico que
se instala ms all de la estructura, ms all de la necesidad relativa de sus elementos:
se trata del problemafilosfico del advenimiento o conjonction.
Un problema que es filosfico, siempre que la propia filosofa sea capaz de asumir el
riesgo de pensar lo poltico dislocado respecto del concepto; es decir, pagando el precio
de desplazarse de s misma y proponerse pensar su compromiso con la poltica adems
de sus vnculos con la ciencia.26
Esto nos permite comprender por qu Althusser prefiere hablar de coyuntura; es porque
una coyuntura puede interrogarse en los trminos de una clave estructural, pero su
talante ontolgico no es el de una estructura. La nocin de estructura tiene valor
terico pero deviene un problema para prctica de la filosofa si acaso se la piensa como
un nuevo enclave fundacional.27
La sobredeterminacin althusseriana no slo apunta a la figura del vaco como
causalidad estructural. Si la problemtica estructuralista, como con claridad ha
argumentado Emilio de Ipola siguiendo las pistas dejadas Alain Badiou y Jacques-Alain
Miller, tiene el mrito de cercar la causa ausente de todo orden estructural; decimos que
hay una problemtica especficamente althusseriana que no se subsume a aquella.28
Porque sta, en lugar de expulsar al acontecimiento del registro de lo pensable, consiste
justamente en la aventura de colocar en el centro de la reflexin filosfica la relacin
entre acontecimiento y proceso. Podra decirse, que la filosofa althusseriana es ese
gesto de dislocar el propio marco estructural, haciendo posible la emergencia desde
26 Podemos inscribir en esta idea el reemplazo que efecta Althusser de una definicin ms bienrestringida de filosofa como Teora de la prctica terica hacia otra de Lucha de clases en la teora.Sobre este trnsito puede leerse Althusser, L. Lenin y la filosofa. Op cit.27 Erigido en perspectiva ontolgica el estructuralismo es una operacin ideolgica que toma a lasTcnicas como si fueran Ciencias (.) y ofrece esa impostura (o esa esperanza) como si fuera la FilosofaModerna misma. Con este argumento, denuncia a los filsofos que como Levi-Strauss (no hablo de susanlisis concretos admirables, hablo de la filosofa que le agrega) han encontrado el medio, sueo de todoaficionado al bricolage, de contener en la ontologa de la binariedad () una Filosofa-Ficcin que no es
ms que el pundonor filosfico del Pensamiento Tecnocrtico Althusser, L. . Filosofa y cienciashumanas[1963]. En, Althusser, L. La soledad de Maquiavelo. Madrid. Akal. 2008, pp.60-6128 Cfr. De Ipola, E.Althusser, el infinito adis. Bs.As. Siglo XXI. 2007.
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adentro del fuero del pensamiento conceptual, esa dimensin heterognea que no
estaba, sin embargo, contenida en el origen.29
La nocin de sobredeterminacin se inscribe en este movimiento que apunta a una
totalidad como una formacin coyuntural, es decir, como el resultado de una
articulacin y a la vez, entonces, sugiere que el acontecimiento es tambinproceso. La
ruptura althusseriana dice Balibar tiene la formaparadojal de un corte que continua.30
Podramos decir, parafraseando a Derrida, que se trata de una apuesta, la de sostener la
preeminencia deljuego sobre la estructura.31
Y es en este sentido que identificamos, como corazn de la problemtica althusseriana,
el anudamiento dialctico que produce el vnculo agonal de conjoncture y conjonction
en la unidad de su disyuncin.32
La especificidad de lo terico no puede pensarse sino en el marco ms amplio de una
problemtica que se construye como una ligadura paradjica de dos prcticas
radicalmente heterogneas: laprctica terica y laprctica poltica.
Distinguir estas dos prcticas, he aqu el fondo de la cuestin que nos preocupa33
Lo poltico, entre la coyuntura y la conjuncin
Se trata, ahora, de avanzar en la dimensin de lo poltico. En ese proceso que va
enhebrando la problemtica althusseriana, lo poltico es visitada de dos modos: uno que
apunta al problema ms clsico de la articulacin entrepoltica y estado. Se trata de un
conjunto de problemas que se encuadran en el orden de una coyuntura: una formacin
social concreta y determinada (la sociedad burguesa) y su modo especfico de
funcionamiento.34
Este eje podra denominarse pensamiento de la poltica o teora
29 De Ipola, de hecho, habla de un movimiento por el cual la produccin terica althusseriana produce unasuerte de implosin de la matriz estructural.30 Balibar, E. (2004) op cit., p.2831 Cfr. Derrida, J. La estructura, el signo y el juego en el discurso del as ciencias humanas En, Laescritura y la diferencia. Barcelona, Anthropos. 1989., p. 383-40132 La expresin entrecomillada corresponde a Marx y es retomada por Althusser. Cfr. Althusser, L. (1969)op cit., p.72.33 Althusser, L. (1968) op cit., p. 14834
Tal como es desplegado con solidez en el clebre artculo Ideologa y aparatos ideolgicos de estado.Cfr. Althusser, L. Ideologa y aparatos ideolgicos de estado. Freud y Lacan. Bs.As. Nueva Visin.1980.
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sobre la poltica y es el que apunta a discernir la racionalidad inmanente a ese orden
existente, sus leyes especficas, su mecanismo estructural.
El segundo modo de pensar lo poltico se contornea alrededor de la idea de prctica
poltica. Se trata de un eje peculiar porque la prctica poltica es definida por
Althusser como aquella que seala el lmite del funcionamiento estructural de las
relaciones simblicas establecidas. En tanto prctica, produce transformaciones que
segn dice el autor- no son conocimientos sino una revolucin en las relaciones
sociales.35
En Althusser, la nocin deprctica poltica inscripta en el seno siempre descentrado de
la contradiccin sobredeterminada, coincide con el espacio de lo poltico, en los bordes
de lo social. Su temporalidad, en el filo del presente, apunta al instante siempre fugaz en
el que zozobra la clausura (ideolgica) de toda formacin social.
Podramos sintetizar esta duplicidad de lo poltico como siendo. por un lado, un lugar en
el dispositivo estructural y por otro, unaprctica transformadora. Esta duplicidad puede
indicarse a partir de lo que algunos tericos han sealado como la diferencia entre la
poltica y lo poltico:
en cuanto diferencia esta no presenta sino una escisin paradigmtica en laidea tradicional de la poltica, donde es preciso introducir un nuevo trmino (lo
poltico) a fin de sealar la dimensin ontolgica de la sociedad, la dimensinde la institucin de la sociedad.36
Sostenemos que el tratamiento ofrecido por Althusser sobre el problema de lo poltico
en tanto prctica se despliega como problema en la lectura de Maquiavelo, pero
encuentra su interrogacin ontolgica en las tesis del materialismo aleatorio.37 La
riqueza de esta teorizacin no reside en el sealamiento del vaco en el fundamento
(podramos decir que a su modo, esto ya estaba presente en la herencia estrucutralista)
sino justamente ms all o mejor, ms ac- de ese problema: en el esfuerzo de pensar
las articulaciones entre vaco, mundo y comienzo. De all que resulte sospechoso todo
intento de despachar rpidamente la cuestin del vnculo entre este materialismo
aleatorio y las formulaciones sobre el materialismo dialctico organizado en torno de la
nocin de sobredeterminacin, con el recurso a un pretendido giro filosfico en la
35 Althusser, L. (1968) op cit., p.13636 Marchart, O. El pensamiento poltico post-fundacional.La diferencia poltica en Nancy, Lefort, Badiou
y Laclau.. Bs.As. FCE. 2009, p.1937
Las tesis centrales de esta apuesta filosfica se encuentran planteadas en Althusser, L. La corrientesubterrnea del materialismo del encuentro, En, Para un materialismo aleatorio. Madrid. Arena Libros.2002., pp.31-72
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produccin althusseriana. Entendemos en cambio que los vnculos, articulaciones y
parentescos entre estas diversas bsquedas en torno al materialismo, merecen ser
indagados con cuidado.
En este sentido, si se logra trascender la inicial perplejidad que genera encontrar en
Althusser frmulas destinadas a pensar la contingencia, el vaco o la nada
explicitadas fundamentalmente en textos tardos y pstumos, se apreciar que la
direccin general de su apuesta sigue inscripta en aquella bsqueda que situbamos
pginas atrs, a propsito de la sobredeterminacin: el esfuerzo de precisar, de cercar,
ese lugar en el que toda norma no es sino norma de la excepcin. Se trata, apenas de
no olvidar que esta ecuacin tiene lugar en el marco de una pregunta por la naturaleza
materialista de la contradiccin marxista. Aventuramos, entonces, que las nuevas
frmulas acerca de la necesidad de la contingencia38 pueden en todo caso ser inscriptas
en la misma pregunta luego, claro est, de infinitos rodeos. Pero qu otra cosa es la
filosofa que la produccin de estos rodeos? Si la queremos lectura y posicin en un
campo de lucha, la filosofa es apertura de nuevos campos de interrogantes en espacios
no nuevos.
Volvemos con esta conjetura sobre la letra del materialismo del encuentro y
subrayamos algunas ideas.
Cuando, una vez tomados, los tomos ingresan en el reino del Ser, se perfila
en ellos nos dice Althusser- una organizacin y se les asigna su lugar, su sentido. Los
tomos consisten, toman forma como elementos de ese mundo advenido, ingresan
en el orden estructural; esto confiere a ese mundo y a la estructura de sus relaciones un
orden (siempre) segundo.39 Esta necesidadde segundo orden, retroactiva, es solidaria
de esa ontologa del encuentro aleatorio.
La pregunta por la conjuncin no se acaba con la referencia al vaco y es por eso que
hablamos de la problemtica althusseriana en los trminos de un juego que se entablano entre la estructura y su vaco constitutivo, sino entre una coyuntura y su
conjuncin. La nada de origen permite pensar el carcter segundo del orden
advenido, pero esto no deviene ni una clusula de irracionalidad de ese orden, ni se
zanja bajo pretexto de la inanidad de ese momento del encuentro. Muy por el
contrario, Althusser nos invita, nos conmina a volver insistentemente sobre las
38
en lugar de pensar la contingencia como modalidad o excepcin de la necesidad, hay que pensar lanecesidad como devenir-necesario del encuentro de contingentes. Althusser, L. (2002) op cit., p.6039 Idem, pp. 58-9.
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conexiones entre estas dimensiones para precisar en qu sentidos son heterogneas las
preguntas que apuntan a una u otra y en qu sentidos deben ser pensadas en el marco de
una misma problemtica, de una misma racionalidad.
La singularidad de este modo de abordar la cuestin se pone de manifiesto al sealar
que desde el punto de vista del clinamen, la consolidacin de un orden, su estructura y
su legalidad dependen de la duracin del encuentro. As, por ejemplo, dice Althusser:
Marx nos explica que el modo de produccin capitalista ha nacido delencuentro entre el hombre de los escudos y el proletariado desprovisto de todoexcepto de su fuerza de trabajo. Sucede que este encuentro ha tenido lugar y hatomado consistencia () ha perdurado () provocando relaciones estables y unanecesidad cuyo estudio proporciona leyes. () el carcter aleatorio de la tomade consistencia de este encuentro () da lugar al hecho consumado del cual
pueden derivarse leyes.40
Una torsin describe el vnculo entre ese instante del encuentro y la legalidad de las
relaciones estables que constituyen retroactivamente la inteligibilidad desde la que
inevitablemente se lee ese mundo advenido. Si la nocin de lo terico es desarrollada
por Althusser como una necesidad inmanente a las prcticas concretas, es justamente
porque la legalidad de esa necesidad no tiene otro origen que la condicin aleatoria
del desvo y del encuentro; su carcter verdadero no puede entonces formularse en la
clave de la garanta de esa legalidad, sino justamente lo contrario; es decir, como
sealamiento de su precariedad, de sus puntos de no identidad. Y de all la insistencia de
Althusser en seguir la frmula spinoziana segn la cual lo verdadero se indica a s
mismo, en el marco de una causalidad inmanente. 41
Ahora bien, desde el marco de problemas de la conjuncin, el encuentro sita el
problema del momento instituyente en un sentido a la vez filosfico y poltico, como lo
que Lefort ha denominado el momento maquiaveliano de lo poltico.42Pero entonces, pensar lo poltico es situarse en ese borde paradjico, en el que toda
inteligibilidad se muestra coyuntural y por lo tanto, vacila. Althusser indica la eficacia
poltica de la precariedad del orden en esa referencia al momento actual de la
prctica de lucha, en el que el presente es (puede ser) el eslabn ms dbil.
40
Althusser, L. (2002) op cit., p 6541 Althusser, L. Elementos de autocrtica. Barcelona. Laia.197542 Marchart; O. (2009) op. cit., p. 22.
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As inscripto en la dinmica de la sobredeterminacin, el lugar de lo poltico, no se
agota en la idea de un agujero que conecta con un fondo de nada, ni en la conexin
con un sustrato magmtico. Y se relaciona no slo la cuestin de la destruccin de un
orden existente sino con el problema de la institucin de nuevas formas polticas que
toman consistencia o puede hacerlo. Lo poltico es, paradjicamente (pero no
absurdamente), a la vez el problema de lo mismo y lo nuevo: un clinamen que dura, un
corte continuado.
Un espacio privilegiado para indagar esta cuestin aportica es la lectura que Althusser
produce del pensamiento de Maquiavelo. ste dice Althusser- es el terico de las
condiciones polticas de la constitucin de un Estado; el terico de la fundacin de un
Estado nuevo. Se trata y este es el punto que nos interesa destacar- de condiciones
extraordinarias, dado que son las condiciones de la ausencia de toda forma poltica
susceptible de producir ese resultado.43 El desafo de la institucin de nuevas formas
polticas radica en que no se dispone de un marco de sentido capaz de pensarlas.
si el pensamiento terico de Maquiavelo es desconcertante es porquedistribuye los elementos tericos que analiza sobre un dispositivo totalmentediferente al simple enunciado de las relaciones constantes entre las cosas () undispositivo constantemente acechado no nicamente por las condicionesvariables de la prctica poltica y por su carcter aleatorio, sino tambin por su
posicin en los conflictos polticos y por la necesidad () de reinscribir estediscurso terico en el campo poltico del que habla.44
El pensamiento poltico es as un pensamiento aportico, un pensamiento en los lmites
del pensamiento. En esto consiste lo que, siguiendo a Gramsci, Althusser subraya en la
escritura maquiaveliana: su condicin de manifiesto, verdaderamente poltico,
materialista y realista. Pero esto, no slo porque enmarca y sita la teora que enuncia
en el espacio social en el que interviene y en el que piensa. El pensamiento de
Maquiavelo no es un pensamiento que toma por objeto a la poltica, sino un
pensamiento poltico en un sentido profundamente filosfico, es decir, capaz de trabajar
en ese espacio del descentramiento de lo terico. Se trata de un pensamiento que
consiste en la puesta en acto de una asuncin imprescindible: que no son los
intelectuales los que hacen la historia.
La insistencia de Althusser en que se trata de un pensamiento que por ser poltico es
filosfico nos conduce a esa encrucijada en la que la filosofa (materialista) viene a
43 Althusser, L.Maquiavelo y nosotros. Madrid, Akal. 2008., p.33944 Idem, p. 345
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plantear al pensamiento la cuestin de sus propios lmites, de su exterior o mejor, de su
revs.45 Si el espacio problemtico de la coyuntura y supoltica es el espacio del
mundo que supone siempre, decamos, relaciones de segundo orden; la posicin
materialista consiste en el esfuerzo de hacer pensable el vnculo entre este orden y su
revs. All encontramos la condicinpoltica de ese horizonte de transformacin de la
filosofa. Ruptura y encuentro constituyen formas de decir, de indicar, ese
movimiento en el que la transformacin de las relaciones sociales alcanza al orden de su
propia inteleccin. Se trata all, no de pensar los vnculos de lo terico con la poltica en
cuanto regin de la vida social, sino con lo poltico en cuanto dimensin ontolgica, si
puede as llamarse al problema de la configuracinde un orden nuevo de relaciones que
toman forma en el espacio vaco de una semiosis quebrada.46
La relacin (poltica) no existe
Esto nos conduce a otro aspecto de la cuestin: la relacin entre la teora y la poltica
-en sentido ntico como relacin poltica, en cuanto dimensin coyuntural- nos
obliga inevitablemente a plantear la cuestin de lo ideolgico.
La ontologa del comienzo aleatorio nos permite volver sobre el lugar de la nocin de
ideologa en la problemtica althusseriana, para descubrirle un nuevo espesor, porque el
orden segundo de las relaciones del mundo indica el carcter ideolgico -
imaginario de la objetividad de ese mundo-ya-advenido.47
En este nivel -de la coyuntura advenida y vivida como mundo, pensar la poltica
requiere hacer avanzar la teora ms all de Marx, pero siguiendo a Marx, por el camino
de la posicin materialista de la crtica de la economa. La crtica toma aqu su lugar
porque la poltica, en su aspecto coyuntural no aparece sino articulada con la ideologa.
45 Tener un espacio exterior y tener un trasero puede decirse que es lo mismo Pero tener un detrs estener un exterior inesperado. Y a la filosofa le ocurre eso. Althusser, L. Filosofa y marxismo. Mxico.Siglo XXI. 1988., pp. 56-5746 Seguimos aqu a Marchart para ubicar esa doble dimensin de la poltica y lo poltico, a los fines deindicar el problema de la duplicidad de lo terico (cientfico y filosfico). Cabe, no obstante advertir quelas frmulas de herencia hedeggeriana propuestas por ste no pueden extrapolarse sin reparos a la
problemtica althusseriana.47 Como seala Althusser: la ideologa concierne () a la relacin vivida de los hombres con su mundo.() una relacin de relaciones, una relacin de segundo grado. Althusser, L. (1968) op cit., p. 193
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La poltica es siempre aquella de esta coyuntura, y como tal,slo puede ser interrogada
tericamente, dice Althusser, por una crtica de la poltica tal como es impuesta por la
ideologa y la prctica burguesas.48
La poltica es burguesa y no puede ser teorizada sino a condicin de ubicar su relacin
estructural con la coyuntura en la que se encuentra inscripta. En este sentido, advierte
Althusser que la organizacin intelectual en torno a la divisin entre sociedad poltica
(la poltica) y sociedad civil (lo social):
es constitutiva de su ideologa y de su lucha de clase, y a travs de sta esimpuesta como una evidencia a travs del aparato ideolgico poltico de estado(la voluntad general como resultante de las voluntades individuales, expresadapor el sufragio universal y representada por el parlamento).49
Este modo de pensar la poltica como burguesa, por definicin- nos permite
vislumbrar el vnculo entre la pregunta althusseriana por el Estado y su concepcin
como dispositivo eminentemente aunque no exclusivamente- ideolgico, tal como se
presenta en la teora de los aparatos ideolgicos de estado. En esa articulacin entre
Estado, Sujeto e ideologa que se subtiende en la malla terica de la poltica (burguesa)
logramos vislumbrar esa condicin poltica de la filosofa materialista que Althusser
reclama.
La poltica en su relacin con el Estado no concierne al momento poltico en el
sentido maquiaveliano; no se trata del comienzo del Estado, o en trminos ms clsicos,
de lafundacin de la ciudad, sino de la poltica en cuanto dimensin de la vida social;
en su solidaridad estructural con un orden ya-advenido en este caso, la formacin
social capitalista. Pero una vez ubicado este campo en su relacin con la ontologa del
encuentro, ya no puede pensarse la poltica sino como la poltica de este mundo. El
problema de la poltica (concreta, esto es, el dispositivo jurdico-burgus) es, en algn
sentido,el problema de la articulacin (imposible) entre lo poltico y la ideologa.
Para decirlo de otro modo, no existe para Althusser estrictamente hablando, relacin
poltica, sino lo poltico entrampado-vivido en las relaciones imaginarias de la poltica
(burguesa, por definicin).
La relacin poltica no concierne al problema de la institucin de un estado (problema
ontolgico del comienzo) sino que apunta al problema de la duracinde un estado y en
tal sentido, resulta siempre-ya impresa en la materia ideolgica del lazo social. El
48 Althusser, L. (1982) op cit., p.1449 Idem.
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encuentro, en su aspecto instituyente solo habr existido si es capaz de durar. Alllo
ideolgico es requerido por lo poltico.
Lo ideolgico es el lugar del sujeto en su compromiso con el Estado y con su rgimen
semitico. Al respecto, dice Badiou:
la ideologa, cuya materialidad est dada por aparatos, es una nocin estatal y no unanocin poltica. El sujeto, en el sentido de Althusser, es una funcin del Estado. Nohabr pues, sujeto poltico, porque la poltica revolucionaria no puede ser una funcindel Estado. Todo el problema consiste entonces en lo siguiente: cmo designar elespacio singular de la poltica ?50
El problema del sujeto-poltico, decimos nosotros a la vez en disenso y sintona con
Badiou, deber pensarse en ese juego paradojal del corte-continuado o dicho de otro
modo, en la estrecha tensin entre lo poltico y lo ideolgico.51
Lo poltico en busca de un sujetoideolgico
La duracin de un Estado se dibuja como problema sobre la tesis misma del encuentro
aleatorio entre elementos sin sentido preexistente. Slo resulta visible en tanto
problema, si se acepta el carcter ontolgicamente in-fundado de todo orden social.
La duracin del Estado resulta entonces, tambin, el problema de la identidadporque
supone que sta no preexiste al encuentro. El orden significante que entrelaza sujetos y
objetos es el devenir necesario de la contingencia y la evidencia (el carcter inmutable
de la necesidad, la conviccin de que el mundo fue siempre as) resulta la clave de su
perduracin, su funcin ideolgica.52 La ideologa entonces, es la trama en la que
Estado y orden Simblico resultan coextensivos en una suerte de dispositivo productor
de identidad.
Es la precariedad (ontolgica) de toda coyuntura, la que confiere a la ideologa su
eficacia histrica especfica: proporcionar la evidencia de identificacin entre ser ysujeto produciendo las coordenadas de adecuacin de los seres a este mundo: el del
hombre que se cree centro del mundo () dueo del sentido del mundo (el cogito)53
50 Badiou, A. Compendio de metapoltica. Bs.As. Prometeo. 2009., p5551 En disenso y sintona porque nuestra bsqueda no es aqu la de realizar la exgesis de Althusser sino lade indicar los mojones de la problemtica althusseriana. En ella, se inscribe incluso a nuestro entender elpropio vinculo de filiacin y distanciamiento de Badiou. Y no slo el suyo.52 Para un acercamiento al vnculo entre ideologa y evidencia del sentido en la problemtica
althusseriana, puede leerse Pecheux, M. El mecanismo del reconocimiento ideolgico. En, Zizek, S.Ideologa. Un mapa de la cuestin. Bs.As. FCE. 2003., pp.157-16853 Althusser, L. (2007) op cit., p.135
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Althusser encuentra en Maquiavelo la figura aportica que permite pensar la relacin
imposible entre sujeto y fuerza instituyente:
La fundacin de un Estado, o la reforma total que es tambin un (re)comienzoabsoluto en el curso de la historia () requiere la soledad absoluta delreformador o del fundador. () Para hacer de nada un Estado, el fundador debeestar solo, es decir, ser todo: todopoderoso. Todopoderoso ante el vaco de lacoyuntura y de su porvenir aleatorio.54
La imagen de la omnipotencia funciona, si es leda en trminos del mecanismo
coyuntural de la poltica, como un mito de origen; como una mnada primordial. Es el
lmite de lo existente, su absoluta cuestin previa.55 En otros trminos, lo que
Stavrakakis ha denominado, en relacin con el psicoanlisis, como el antes de la
representacin.56
Ahora bien, en trminos del problema ontolgico de la conjuncin es decir; ms all
del orden simblico, en el espacio no-simbolizable de lo poltico- encontramos que ese
lmite de lo existentees el lugar de la potencia instituyente. Para Althusser el hombre
solo arrancado de toda relacin significante- es todopoderoso.
La figura del hombre solo u hombre de nada nos conduce a sostener que
Ciudad y Fundador consisten en un clinamen, toman forma en un movimiento
mutuamente solidario de institucin de una nueva coyuntura. No hay all sujetofundacional, el Prncipe es l mismo efecto del encuentro.
apuntar ms all de lo que existe () por encima de todos los Principadosexistentes, ms all de sus lmites () el proceso de devenir Prncipe y elproceso de devenir Principado son un solo y mismo proceso: el del devenirnuevo, el del comienzo. El Prncipe no existe antes del Principado Nuevo ()ambos deben comenzar conjuntamente57
El Prncipe es definido pura y exclusivamente por la funcin que debe llevar a cabo, es
decir, por el vaco histrico que debe llenar, es una forma vaca, un puro posible-
imposible aleatorio.58 Una forma vaca, es decir, un vaco de forma. El momento
de conjuncin coincide con el movimiento de toma de forma en el que, de un
encuentro nace un mundo, sus seres, sus relaciones, sus leyes.
54 Althusser, L. .(2008) op cit., p. 9655 La expresin viene, en realidad, de la lectura althusseriana de Lacan. La absoluta cuestin previaconstituye un problema de la temporalidad psicoanaltica y aquello que la distingue de la psicologa.Althusser, L. (1970) op cit.56
Stavrakakis, Y. op cit.57 Althusser, L. (2008) op cit., p. 104.58 Idem, p.63
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El encuentro es la condicin de la toma de forma y la consistencia del Prncipe como
principio semitico (Sujeto, con mayscula, funcin interpeladora).59 Pero en tanto
sujeto poltico, el Prncipe es ya carnadura concreta, con-formacin. All, su problema
no es solamente el problema del encuentro sino ya, principalmente, el de la
duracin.
La prctica poltica suscribe, a la vez, las figuras del acontecimiento y el proceso:
institucin de un individuo (singularidad histrica) y desplazamiento subjetivo
(transformacin procesual). Si el momento instituyente es reunin de partes sin-sentido
que, sin embargo, perseveran en la unin; podra decirse que el sujeto poltico es la
apora de un clinamen que dura.
La pregunta por el sujeto poltico, este sintagma imposible para Althusser, no debe sin
embargo abandonarse. Porque en la estela de la problemtica althusseriana, la
insistencia de esta imposibilidad es altamente productiva, toda vez que nos permite
resistir a la tentacin de subsumir la relacin entre lo terico y lo poltico en una nueva
frmula dicotmica.
El sujeto poltico slo puede tener, en la problemtica althusseriana, la estructura del
encuentro (encuentro entre orden y sentido, consistencia de un orden semitico y formas
polticas) slo si logra durar. Habr sido un comienzo slo cuando sea siempre-ya
comenzado. Esto significa que puede describirse como un comienzo pero no es tal si no
logra durar e instaura en su propia toma de forma, las claves de inteleccin en las que se
inscribe la racionalidad de sus actos, la legalidad de su mundo, el sentido de sus
acciones. Esta condicin a la vez contingente y entramada en un orden simblico -
necesaria y desviada- constituye el carcterparadojal de los sujetos polticos.
No se trata de una irrupcin momentnea en un orden terico, se trata antes bien de un
tbano aportico, de un hecho maldito de la teora.
Bibliografa
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59 Para un desarrollo de los vnculos entre Sujeto y sujeto, en el dispositivo ideolgico de la interpelacin,cfr. Althusser, L. (1980) op cit.
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