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5/14/2018 Alfredo Bosi - Dialectic A de La Colonizacion - slidepdf.com
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ALFREDO BOSI
CULTURA BRASILENA
UNA DIALECTICA
DE LA COLONIZACION
Traducci6n de Eduardo Rinesi y Jung Ha Kang
EDICIONES UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
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BIBLIOTECA DE AMERICA, 31
© de esta edici6nEdiciones Universidad de Salamanca
Alfredo Bosi
©de la traducci6n:
Eduardo Rinesi y Jung Ha Kang
Con e l patrociniode la Fundaci6n Cultural Hispano- Brasilefia
La edici6n: diciembre, 2005I.S.B.N.: 84-7800-494-7
Deposito legal: S. 1725 - 2005
Ediciones Universidad de Salamancahttp://webeus.usal.es
Composici6n: Cicero S.L.Telefono 923 12 32 26Salamanca (Espana)
Impreso en Espana - Printed in Spain
Impresi6n y encuadernaci6n:Europa Artes Graficas S.A.Telefono 923 22 22 50
Salamanca (Espana)
Todos los derechos reseruados,Ni la totalidad ni parte de este libro
pueden reproducirse ni transmitirse
sin permiso escri to de
Ediciones Universidad de Salamanca
CEP. Servicio de Bibliotecas
BOSI, Alfredo
Cultura brasilefia : una dialectica de la colonizaci6n / Alfredo Bosi ;traducci6n de Eduardo Rinesi y Jung Ha Kang. - 1a ed. - Salamanca:
Ediciones Universidad de Salamanca, 2005356 p. ; 17 x 24 ern. - (Biblioteca de America; 31)
I.Brasil-Civilizaci6n. 2. Brasil-Colonizaci6n. 3. Brasil-Historia.1 . Rinesi, Eduardo. II. Ha Kang, Jung.
930.85(81)
325(81)
94(8r)
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INDICE
PRESEN'fACI6N ., ..... ,......................................•....... , ...•........•..... 9
PREFACIO A LA EDlCI6N ESPANOLA1
3
1. COLONIA, CUL'fO Y CUL'fURA1
5
2. ANCHlE'fA 0 LASFLECHAS OPUES'fAS DE LO SAGRADO ..63
3. DEL AN'fIGUO ES'fADO A LA MAQUlNA MERCAN'fE · 89
4. VIEIRA 0 LA CRUZ DE LA DESIGUALDAD III
5. AN'fONIL 0 LAS LAGRIMAS DE LA MERCADERfA.............................. 137
6. UN Ml'fO SACRIFICIAL: EL INDlGENISMO DE ALENCAR · 159
7. LA ESCLAVI'fUD EN'fRE DOS LlBERALlSMOS...................................... 175
8. BAJO EL SIGNO DE CAM · 223
9. LA ARQUEOLOGfA DEL ES'fADO-PROVIDENCIA. SOBREUN INJER'fO
DE IDEAS DE LARGA DURACI6N 245
10. CUL'fURAS BRASILENAS · ·· · · ··..··.. · · 277
POST-SCRIPTUM 1992 30
7
MIRADA RE'fROSPEC'fIVA 333
POSTFACIO 2001 • ·..· ·..·..· · 341
GLOSARIO 349
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A. B.
Agradecimientos
Este libro fue escrito en diferentes momentos. Su punto de partida esta en los
cursos de Literatura Brasilefia que vengo dictando en laUniversidad de Sao Paulo
desde 1970. Algunos pasajes habian sido ya public ados en versiones que altereprofundamente 0 que apenas retoque. La mayor parte de los textos, sin embargo,
estaba inedita, Me corresponde agradecer a la Fundaci6n Guggenheim, que me
concedi6, en 1986, una beca para investigar en archivos de Roma y de Lisboa.
Estoy especialmente agradecido a amigos que me facilitaron el acceso a obras ago-
tadas 0 raras: Helena Hirata, Jaime Ginzburg, Jose Sebastiao Witter, Marcus
Vinicius Mazzari, Almuth Gresillon, Sandra Teixeira Vasconcelos y Eduardo
Portella. En la investigaci6n iconografica recibi la ayuda solicita de Maureen
Bisilliat, Ruy Gama, Olivier Toni, Claudio Veiga, Pe. Pedro Americo Maia,
Aloysio de Oliveira Ribeiro, Emanoel Araujo y Sergio da Costa Franco. A
Ariovaldo Augusto Peterlini debo consejos de eximio latinista; a Dora y Jose
Paulo Paes, el regalo de lupas providenciales; a Viviana, la lectura de los primeros
manuscritos; a Herminia Guedes Bernardi, la dedicaci6n con la que prepar6 losoriginales; y finalmente, a Eclea la generosidad de siempre, «puro rocio del alma»,
con la que acompafi6 todos los pasos de este trabajo.
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Presentaci6n
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LEGA AL LECTOR EN CASTELLANO, por fin, la Dialetlca da Colonizacdo de
Alfredo Bosi, uno de los mas importantes ensayos sobre cultura brasilefia delos iiltimos tiempos. La publicacion ha sido posible gracias al entusiasmo del
autor, que en todo momenta quiso que la obra fuese publicada por la Universidad
de Salamanca, y al apoyo dado por el Centro de Estudios Brasilefios y la Fundacion
Cultural Hispano Brasilefia. Una publicacion necesaria en unos tiempos en los que
se oye hablar y mucho de «cultura brasilefia» en los medios de cornunicacion, pero
con un sentido excesivamente simplificado y vano, girando en tomo de la figura de
unos pocos rmisicos y cantantes (a veces ni siquiera los mejores).
Bajo el terrnino cultura 0 culturas brasilefias se encierra un enorme universo de
gran creatividad que abarca todas las facetas de la produccion artistica. Los tres
siglos de la colonizacion portuguesa pusieron las bases de una nueva manera de
entender la produccion literaria y las artes plasticas, La especial configuracion
social de la America portuguesa, con los aportes indigena, africano y europeo, y el
mestizaje resultante, sirvio de caldo de cultivo para la formaci on de artistas queaunque partiendo de patrones europeos 0 europeizantes, se distanciaban 10 sufi-
cientemente de la matriz como para que podamos considerarlos ya como brasile-
fios. Brasil llego a la independencia con una configuracion econornica y social de
clara herencia colonial y vivio el siglo XIX desangrandose en innumerables con-
flictos regionales, donde se enfrentaban grupos sociales y etnicos divers os, y que
estuvieron a punto de acabar con la unidad territorial del Imperio. La abolicion de
la esclavitud y el fin de la monarquia dieron paso a la Republica Vieja, caracteri-
zada por el dominio oligarquico de los barones del cafe. La modemidad llego de
la rnano de los artistas de Sao Paulo, que organizaron la Semana de Arte Moderna
en el 22, quebrando el rigido corse del academicismo. La Revolucion del 30 rom-
pio, a su vez, el trasnochado esquema politico de la Republica y puso en el poder
al gaucho Vargas, que abrio las puertas a divers os periodos de desarrollismo indus-
trial y populismo trabalhista. Los afios 50 significaron el momenta mas importan-te de la cultura brasileiia contemporanea con el surgimiento del Cinema Novo y
la Bossa Nova, los dos movimientos artisticos de mayor proyeccion internacional,
con Glauber Rocha y Tom Jobim como sus grandes protagonistas. Los afios 60 seA.B.
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abrian con la inauguracion de una nueva y futurista capital, Brasilia, maximoexponente de la creacion arquitectonica y urbanistica de Brasil en el siglo xx. Ladictadura puso fin a este momento dorado de la cultura brasileiia, si bien duranteel periodo final de los 60 surgio un grupo de artist as «tropicalistas» que influye-ron sobremanera en la cultura brasileiia conternporanea. No fue hasta los aiios 80que se desarrollo la transicion a la democracia, culminando con la proclamacionde la Constitucion en 1988. Los problemas economic os y la acentuacion de lasenormes diferencias sociales y regionales han constituido el dia a dia del Brasil delos iiltimos 20 aiios, y han sido factores determinantes en la configuracion de lasvanguardias artisticas brasileiias.
La obra de Alfredo Bosi que presentamos analiza la evolucion cultural detodos estos periodos historicos con enorme precision. El resultado es una de lasmas brillantes historias de la cultura brasileiia. 0 de las «culturas» brasileiias, puespara Bosi la cultura se puede dividir en diferentes tipos, dependiendo de a quieneste dirigida: tendriamos asila cultura erudita, lapopular y la de masas. En ellibroel profesor Bosi reune una serie de ensayos que presentan, por un lado, una histo-ria de la literatura brasileiia, pero no simplemente en el sentido estricto de estudiode obras literarias: va mucho mas alIa y realiza un analisis historico desde del ini-cio de la colonia, haciendo una esplendida interrelacion entre la historia y la lite-ratura, una «dialectica» entre ambas, que ademas identifica trazos de conformismoy resistencia al hecho colonizador. En el transcurrir dellibro desfilan ante nues-tros ojos las figuras mas relevantes de la literatura colonial y algunas de las masdestacadas del periodo imperial. Anchieta, Vieira, Gregorio de Matos, Antonil,Alencar ... Ademds de los grandes creadores literarios el autor presenta diversasmanifestaciones del arte popular y las integra dentro de este panorama de la com-pleja y rica cultura brasileiia.
Alfredo Bosi es uno de los autores que mas ha influido en el estudio de la lite-ratura brasileiia en los ultimos 20 aiios. SuHistoria Concisa da Litertatura brasi-
lena es de lectura obligada en cualquier curso relacionado con la literatura y lacultura de Brasil. (Traducido a espaiiol en Fondo de Cultura Economica: HistoriaConcisa de la literatura Brasilena). Intelectual comprometido con los problemasde su sociedad, Bosi ha sido director del Instituto de Estudos Avancados de laUniversidad de Sao Paulo hasta el aiio 2001 y actualmente es editor de la Revistade Estudos Avanrados del mismo Instituto.
El Centro de Estudios Brasileiios de la Universidad de Salamanca y laFundacion Cultural Hispano Brasileiia se congratulan por haber hecho posible lapublicacion en espaiiol de este texto extraordinario que sin duda contribuira a unmayor conocimiento de la cultura brasileiia en los paises de habla hispana.
JOSE MANUEL SANTOS PEREZ
Director del Centro de Estudios Brasileiios
de la Universidad de Salamanca
Salamanca, diciembre 2005
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Prefacio a la edic i6n espaiiola~:'-
LA PRIMERA EDlCI6N DE ESTA OBRA fue publicada en porrugues por la
Companhia das Letras, en Sao Paulo, en el afio de 1992. Le afiadi un posfa-
cio en 2001, que habia sido redact ado como introducci6n a la edici6n fran-
cesa public ada por la editorial L'Harmattan. Es para mi motivo de alegrla ver este
libro traducido al espafiol y puesto asi al alcance de los latinoamericanistas y, en
particular, de los estudiosos de la historia y de la cultura brasilefia. Debo un agra-
decimiento especial al Centro de Estudios Brasilenos dirigido por el profesor Jose
Manuel Santos Perez, que tuvo la generosa iniciativa de proponer la edici6n a la
Universidad de Salamanca.
En el origen de la Dialectica de fa colonizaci6n estan los cursos que he irnpar-
tido a los estudiantes de Letras de la Universidade de Sao Paulo desde los afios 70.
Mi punto de partida fue el estudio de las relaciones dialecticas entre los textos
luso-brasilefios (0 ya brasilefios a partir de la independencia de la naci6n procla-
mad a en 1822) y sus respectivos contextos hist6ricos e ideo16gicos.
Analizando obras producidas des de el periodo colonial pude verificar que los
autores mas densos, hist6rica y literariamente, expresaban una tensi6n entre una
actitud conformista y una actitud de resistencia frente a ciertos procesos de la
colonizaci6n portuguesa. AS1, .el termino dialectica, que da titulo al conjunto
de los ensayos, asume un significado preciso: denota coexistencia 0 alternancia de
posiciones diferenciadas y, al cabo, contradictorias.
Jose de Anchieta, Antonio Vieira y Gregorio de Matos, cada uno a su modo,
traen a la practica de la escritura los contrastes vividos por la cultura iberica en los
siglos iniciales de la colonizaci6n. Entre el hombre letrado peninsular de forma-
ci6n clasica y confesi6n cat61ica y el nuevo contexto americano, primero indige-
na, despues negro, se establece una relaci6n duplice, hecha al mismo tiempo de
atracci6n y repulsi6n.
» Traducci6n de Xoan Carlos Lagares.
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I2 ALFREDO BOSI
El deseo de comprender y dialogar con seres humanos hasta entonces des co-nocidos alternaba con la aversion a la diferencia peculiar del etnocentrismo de los
colonizadores e incentivada por los intereses materiales puestos en contraste. La
cultura misionera, que ve en el indigena nuevas almas a ser convertidas a la fe cris-
tiana, teme y conjura sus expresiones religiosas, tratandolas como si fueran ritos
demoniacos. El jesuita defiende al indio de la codicia de los colonos, pero, al
mismo tiempo, desagrega su cultura condenando sus mores.
Las cronic as de Anchieta deploran las costumbres de los «barbaros» sin dejar
de reprobar la conducta feroz de los portugueses, a quienes llama «los peores ene-
migos» de la evangelizacion, Sus poemas liricos, sobre todo los escritos en espa-
fiol, su lengua materna, revelan un alto grado de sublimacion mistica, que recuerda
la poesia de San Juan de la Cruz, pero sus autos, compuestos parcialmente en la
lengua tupi, expresan una concepcion duramente reificada de la vida moral tanto
del indio, como del blanco.
Contradicciones igualmente agudas se encuentran en los sermones del padre
Antonio Vieira, el mayor orador sacro de los tiempos coloniales, «Emperador de
la Lengua Portuguesa», como 1 0 llamo Fernando Pessoa en su Mensagem.
Caracter pragmatico, hombre de accion, pero al mismo tiempo credulo ante las
profecias mesianicas de un zapatero cristiano nuevo, Bandarra, Vieira acabo con-
denado por la Inquisicion y tuvo que refugiarse en Roma, donde su talento fue
reconocido por el pontifice y su corte. No acaban ahi sus contradicciones.
Defensor apasionado de los indios frente a las autoridades coloniales y ante los
reyes de Portugal, casi un Las Casas lusobrasilefio, tuvo, sin embargo, infelices
momentos de condescendencia con la esclavitud de los africanos, cuyo sufrimien-
to supo describir y denunciar con palabras de fuego. [Universalismo cristiano ver-
sus particularismo colonial en el mismo orador sacro! Me he detenido tambien en
la lectura de Antonil, el primer economista colonial, autor de Cultura e opulencia
do Brasil par suas drogas e minas. Secretario del padre Vieira, que 1 0 trajo de Italia
para Bahia, acabo siendo su detractor ante el general de la Compafifa de Jesus y se
mostro contrario a las tendencias indigenistas y judaizantes de su protector. En los
minuciosos capitulos sobre la fabricacion del aziicar, Antonil habla de los esclavos
como si fueran meros instrumentos de produccion. Lo que nos lleva a reconocer
la presencia de contrastes en el interior del proyecto misionero.
Gregorio de Matos, de lejos el mejor poeta en lengua portuguesa del siglo XVII,
lector atento (algunos dicen que plagiario) de Gongora y de Quevedo, satiriza con
ingenio terrible a los altos funcionarios corruptos de la colonia y acusa la ganan-
cia de los comerciantes nuevos ricos, pareciendo ya «brasilefio». Sin embargo, des-
precia soberbiamente a negros, mulatos y judfos, humilla ala mujer negra como
compafiera sexual y se burla de los bahianos mestizos descendientes de los prime-ros troncos luso-indigenas.
Se trata, por 1 0 tanto, de una cultura fuertemente ideologizada, en la medida en
que refleja los prejuicios dominantes, pero capaz de contrastarlos en momentos raros
e intensos de humanizacion en el horizonte del universalismo cristiano, que aiin se
vislumbra mas alla de los limites estrechos de las practicas contra-reformistas,
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CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N
ta entonces des co-
Locentrismo de los
s en contraste. La
ertidas a la fe cris-
mo si fueran ritos
colonos, pero, al
Los ensayos que versan sobre autores y textos del Brasil independiente revelan
contradicciones de otra naturaleza. La cultura romantic a, hegem6nica entre
mediados de los afios treinta hasta el final de los sesenta del siglo XIX, trajo en su
vientre un indianismo conservador (en las novelas de Jose de Alencar) y un india-
nismo rebelde, que reprobaba el genocidio practicado pOl' los conquistadores (en
la poesia de Goncalves Dias). Los contemporaneos tal vez no pudieran percibir
esas oposiciones ideologicas, ya que estaban empefiados en la construcci6n de una
identidad simbolica nacional, bastandoles con explotar el tema del indio para satis-
facer sus entusiasmos patri6ticos.
Avanzando un poco en la historia: el poema Vozes d'Ajrica, de Castro Alves,
fue el primer grito del abolicionismo (1868), precediendo a la campafia pOl' la libe-raci6n de los futuros hijos de vientre esclavo, obtenida en 1871. Se trata de un
poema que se inscribe en el llamado «nuevo liberalismo» democratico que se
impondria en los tiltimos afios del reinado de D. Pedro II . No obstante, el anal i-
sis sernantico del texto detecta un componente fatalista, que atribuye al Destino, 0
a un rec6ndito Dios vengador, la maldici6n que transform6 al africano en esclavo
en America. ~C6mo dar un contenido progresista a un texto tragico, sin salidas
para la raza negra? Pero la poesia, como el suefio y el reino de 10 insconsciente, es
capaz de superar pOl' dentro el principio de la no-contradicci6n.
Ejemplos notables de resistencia contra-ideo16gica en plena fase aurea del
imperialisrno racista (1880-1910) nos los dan los poemas en prosa de Cruz e Sousa,
particulamente 0emparedado, y las novelas de un mulato humillado y of end i-
do, Lima Barreto, que denunci6 el darwinismo social y los prejuicios que lapseudociencia dominante sustentaba. En cuanto ala obra poderosa de Euclides da
Cunha, Os sertoes (1902), la contradicci6n en ella aparece en estado puro, pues
racismo y anti-racisrno, pesimismo y admiraci6n pOl' el sertanejo ocupan, alter-nadamente, su lugar ideo16gico.
En los ensayos finales de la obra desplazamos la mirada desde la literatura hacia
la historia politica y la historia de la cultura en el Brasil del siglo xx. El capitulosobre el positivismo en Brasil (<<Laarqueologia del Estado- Providencia») naci6 del
estudio de los conflictos que dilaceraban a Rio Grande do SuI a 10 largo de la
Republica Vieja. Entonces, elliberalismo puro y duro de los hacenderos y expor-
tadores de la Campana se vio enfrentado por el centralismo autoritario de los
republicanos. Estos, siguiendo de cerca las ideas polfticas de Auguste Comte,
encontraron en el positivismo social razones para implantar una legislaci6n localque protegia la industria naciente y el mercado interno y favorecia la estatalizaci6n
de algunos servicios piiblicos esenciales. Una politica abiertamente antiliberal en
plena republica liberal que la Constituci6n de 1891 habia sancionado juridicamen-
teo Cuando, en 1930, la segunda generaci6n positivista gaucha asumi6 el poder
rbaros» sin dejar
«los peores ene-
escritos en espa-
ica, que recuerda
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13
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I4ALFREDO BaSI
federal en la estela de un movimiento liderado par Getulio Vargas, sus ideales deindustrializaci6n Ycontrol central encontraron mayor espacio para concretizarse.
Contextos posteriores fueron retomando, hasta hoy en dia, la polemic a
laissez-faire versus in te rv en cio nismo e sta ta l , que ya resonaba acaloradamente en
los debates de la asamblea del estado deRio Grande do SuI,cuando un joven dipu-
tado positivista, Getulio Vargas, lanzaba flechas satiricas contra el ultraliberalismo
del viejo Spencer... Ideas contra ideas en la misma arena, y cada una ocupando su
lugar.El ensayo «Cultura brasilena y otras culturas brasilefias», cuya primera redac-
ci6n remonta a los afios 80,fue actualizado por elPost sc ri pt um I9 92. Contrastando
con la tesis tradicional por la cual existe una sola cultura brasilefia homogenea
diseminada por todo el territorio nacional, propongo un analisis diferencial en el
que se reconocen, por 10 menos, tres universos culturales. Cada uno presentacaracterfsticas peculiares, pero los tres pueden interpenetrarse en determinadas
situaciones. Tendnamos una cultura erudita, una cultura popular y una cultura de
masas, 0 industria cultural. Habria tambien lugar para la cultura creadora indivi-
dualizada que mantiene relaciones estrechas con cualquiera de los bloques basicos
apuntados.A medida que la raz6n analitica hace avanzar el estudio de las particularidades
de cada universo cultural, van surgiendo sus contradicciones internas, y el cuadro
sevuelve cada vez mas matizado. Asi, por ejemplo, la cultura erudita practicada en
las universidades se nos aparece, en elultimo cuarto del siglo xx, escindida en dostendencias ideo16gicamente opuestas: una vertiente pragmatica, en general tecni-
cista, que propone la subordinaci6n del conocimiento a los intereses del capitalis-
mo hegem6nico; y una vertiente critica, que se opone a ese modelo conformista yexige una constante revisi6n de los valores dominantes en la medida en que estos
perpetuan esquemas de explotaci6n y opresi6n. He llamado a la segunda corrien-
te cul tu ra d e r es is te nc ia , profundizando el concepto depoesi a resi st enc ia que desa-
rrolle en un ensayo en los afios 70.
Otros analisis t6picos revelan que tampoco en el seno de la cultura popular los
contenidos y las formas semantienen en estado puro. Cada vez mas los contactos
con los medios de masa 0 con la cultura escolar van alterando el cotidiano de las
clases pobres, de suerte que nuevas configuraciones de sentido y de valor integran
hoy la cultura popular.Termino consignando una palabra de agradecimiento a los traductores de esta
obra, Eduardo Rinesi y Jung Ha Kang, cuyo trabajo intenso y cuidadoso ha per-
mitido que estas reflexiones hablaran en castellano y pudieran llegar a los colegaslatinoamericanistas que comparten mis inquietudes sobre el futuro de nuestra
America.
Universidade de Sao Paulo, febrero de 2005
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febrero de 2005
I
Colonia, culto y cultura
La nuevo espara nosotros, contradictoriamente,
la libertad y la sumisi6n.
FERREIRA GULLAR
COLO-CULTUS-CULTURA
ALVEZ NO RESULTEINFRUCTUOSOcomenzar por las palabras. Las relacio-
nes entre los fenomenos dejan marc as en el cuerpo dellenguaje. Las pala-
bras cultura, culto y colonizaci6n derivan del mismo verbo latino colo, cuyo
participio pasado es cultus y cuyo participio futuro es culturus.
Colo significaba, en la lengua de Roma, yo habito, yo ocupo la tierra, y, por
extension, yo trabajo, yo cultivo el campo', Un heredero antiguo de colo es incola,
el habitante; otro es inquilinus, aquel que reside en tierra ajena. En cuanto a agricola,
IEnsefia Augusto MAGNE: «Colo proviene de Kwelo , moverse alrededor de, circular. EI sentido de
la rafz se desprende claramente del segundo elemento de compuestos tales como los sustantivos mas-
culinos griegos bou-eolos, boyero; ai-polos, cabrero; amphi-polos , criado, referidos a la persona que se
mueve en tome a un buey, a una cabra 0 a un sefior, y cuida de ellos. EI sentido de «tornar a su cui-
dado», manifiesto en estos compuestos, explica parte de las acepciones latinas de colo; por el contra-
rio, la acepcion agricola se explica por el caracter rural de la clase que dominaba en Roma durante
el perfodo mas antiguo. Mientras en las lenguas congeneres la raiz Ksoel- t iene el sentido de «moverse»,«encontrarse habi tualmente en», el latin col- se especializo en el sentido de «habitat» y «cultivar»; com-
parese el significado de «ocuparse de» de los compuestos indicados mas arriba. Las dos acepciones parecen
igualmente avaladas des de la epoca mas antigua por tener conexion entre sf para una poblacion rural»
I Dic io na rio e tim ol 6g ic o d a l in gu a l a tin a , Rio de Janeiro: MEC, 1962, vol. IV)
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16ALFREDO BOSI
se relaciona por su parte con un segundo plano semantico vinculado a la idea de
trabajo.La acci6n expresada en este colo, en el Hamado sistema verbal del presente,
denota siempre algo del orden de 10 incompleto y de 10 transitivo. Es el movi-
miento que pasa, 0 pasaba, de un agente a un objeto. Colo es la matriz de colonia
en cuanto espacio que se esta ocupando, tierra 0 pueblo que se puede trabajar y
sujetar.«Colonus es el que cultiva una propiedad rural en lugar de su dueiio; su admi-
nistrador en el sentido tecnico y legal de la palabra. Esta en Plauto y Cat6n, como
c ol on ia [...J ; el habitante de una colonia, en griego m. dpoikos, que viene a estable-
cerse en lugar de los incolae>".
No es por casualidad que siempre que se quiere clasificar los tipos de coloni-zaci6n se distingan dos procesos: el que se limita al simple poblamiento y el que
conduce a la explotaci6n del suelo. Colo esta en ambos: yo habito, yo cultivo.
En la expresi6n verbal del acto de colonizar opera todavia el c6digo de los vie-
jos romanos. Y, en rigor,~que diferencia el habitar y el cultivar del colonizar? En
principio, el desp1azamiento que los agentes sociales hacen de su mundo de vida
hacia otro donde iran a ejercer la capacidad de labrar 0 hacer labrar el suelo ajeno.
El incola que emigra se vuelve colonus.
Como si fueran verdaderos universales de las sociedades humanas, la produc-
ci6n de los medios de vida y las relaciones de poder, la esfera econ6mica y la esfe-
ra politica, se reproducen y se potencian cada vez que se pone en marcha un ciclo
de colonizaci6n.Pero el nuevo proceso no se agota en la reiteraci6n de los esquemas origina1es:
hay un plus estructural de dominio, hay un aumento de fuerzas que se invierten en
el designio del conquistador prestandole a veces un tono epico de riesgo y aven-
tura. La colonizaci6n da un aliento nuevo, de recomienzo y arrojo, a culturas
seculares.El rasgo fundamental de la dominaci6n es inherente a las diversas formas
de colonizar y, casi siempre, las sobredetermina. E nca rg arse d e, sentido basico de
colo, implica no solo cuidar, sino rambien mandar . No siempre, es verdad, el
2A. MAGNE: ibidem. En e l Lex icon t ot iu s l a t in it a ti s, Aegidio Fercellini distingue claramente colo-
nia y municipio. "Colonia differt a municipio: municipes enim sunt cives alicuius municpii, legibus
suis et suo jure utentes: coloni sunt cives unius civitatis in aliam deducti, et eius jure utentes, a qua suntpropagati» [Colonia difiere de municipio: los municipes en verdad son ciudadanos de un municipio,que sevalen de.sus propias leyes y de su propio derecho; los colonos son ciudadanos de una ciudadllevados a otra, y que usan el derecho de su ciudad de origen]. Y especificando una acepcion de colo-nia: «Colonia es pars civitatis, aut sociorum deducta in aliquem locum, colendi et inhabitandi gratia:
itemque ipse locus» [Colonia es la parte de una ciudad (estado) 0 de una sociedad trasladada a algunlugar a fin de cultivarlo y habitarlo; colonia es igualmente el propio lugar] (4 " ed., Padua: Typis
Seminarii, 1940, pp. 692-3)
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'inculado a la idea de
verbal del presente,
ansitivo, Es el rnovi-
• la matriz de colonia
e se puede trabajar y
e su duefio; su admi-
auto y Cat6n, como
que viene a estable-
los tipos de coloni-
-oblamienro y el quebito, yo cultivo.
el c6digo de los vie-
ar del colonizar? En
e su mundo de vida
abrar el suelo ajeno.
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econ6mica y la esfe-
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y arrojo, a culturas
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:iedad trasladada a algiin
.r] (4a ed., Padua: Typis
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N 17
colonizador se vera a si mismo como un simple conquistador; entonces intentara
asar a los descendientes la imagen del descubridor y del poblador, titulos a los
~ue, en cuanto pionero, puede aspirar. Es sabido que, en 15 56, cuando ya se difun-
dia por la Europa cristiana la leyenda negra de la colonizaci6n iberica, se decreta
en Espana la prohibici6n oficial del uso de las palabras conquista y conquistado-
res, que son sustituidas por descubrimiento y pobladores, es decir, colonos.
El surgimiento de poderosas estructuras politicas en la antigiiedad fue con-
temporaneo a aquellos verdaderos complejos imperiales que siguieron a las gue-
rras de conquista. Los imperios del Oriente Medio, de Alejandro y Romano se
cuentan entre las mas viejas concentraciones de poder estatal que conocemos, En
el caso particular de Roma, la organizaci6n central resisti6 hasta que las invasio-
nes de los barbaros atomizaron Europa y abrieron el camino a su feudalizaci6n .
En cuanto a la genesis de los sistemas, existe mas de una hip6~esis. Las tensio-
nes internas que se dan en una determinada formaci6n social se resuelven, cuando
eso es posible, en movimientos expansivos que se expresan como deseo, busque-
da y conquista de tierras y pueblos colonizables. Asi, el desequilibrio demografi-
co fue sin duda una de las causas de la colonizaci6n griega en el M~diterraneo entre
los siglos VIII y VI antes de Cristo. Y la necesidad de una salida para el comercio,
durante el arduo ascenso de la burguesia, actu6 como un factor dinamico del
expansionismo portugues en el siglo XV3. En ambos ejemplos, l~ colonizaci6n no
puede ser tratada como una simple corriente migratoria: ella esi la resoluci6n de
carencias y conflictos de la metr6polis y un intento de retomar, bajo nuevas con-
diciones, el dominio sobre la naturaleza y sobre el semejante que ha acompafiado
universalmente el llamado proceso civilizatorio.
Si paso ahora del presente, colo, con toda su fuerza de actividad y poder inme-
diato, a las formas nominales del verbo, cultus y cultura, debo desplazarme del
aqui y ahora hacia los regimenes mediatizados del pas ado y del futuro.
Hacia el pasado. Como adjetivo deverbal, cultus se atribuia al campo que ya
habia sido arado y sembrado por generaciones sucesivas de labradores. Cultus
envuelve no s610 la acci6n siempre vuelta a proponer de colo, el cultivar a traves
de los siglos, sino sobre todo la cualidad resultante de ese trabajo y ya incorpora-
da a la tierra que se labr6. Cuando los campesinos del Lacio llamaban culta a sus
plantaciones, implicaban algo acumulativo: el acto en si de cultivar y el efecto de
incontables tare as, 10 que vuelve al participio cultus, ese sustantivo que es un
verbo, una forma significante mas densa y vivida que la simple designaci6n del tra-
bajo presente. El ager cultus, la labranza, nuestro rocado (labradio, tambien un
deverbal), junta la denotaci6n de trabajo sistematico ala cualidad obtenida, y se
funde con esta en el sentimiento del que habla. Cultus es sefial de que la sociedad
J Consiiltese Vitorino MAGALHAES GODINHO, E con om ia d o s d es co b ri me n to s h e nr iq u in os , Lisboa,
1962.
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que produjo su alimento ya tiene memoria. La lucha que se trabo entre el sujeto yel objeto del sudor colectivo se aloja dentro del participio, y 10 vuelve apto para
designar la inherencia de todo 10 que fue en 10 que ocurre ahora. Proceso y pro-
ducto conviven en el mismo signo.
En cuanto a cultus, us, sustantivo, significaba no solo el tratamiento de la tie-
rra, sino tambien el culto de los muertas, forma primera de religion como recuer-
do, Hamado 0 conjuro a los que ya partieron. La antropologia parece no dudar ya
que el entierro sagrado precedi6 al cultivo del suelo; mientras este data apenas del
Neolitico y de la Revoluci6n Agricola (a partir de 7000 a.c., aproximadamente),
la inhumaci6n de los muertos ya se practicaba en los tiempos del hombre de
Neanderthal, ochenta mil alios atras,
Dice Gordon Childe:
IS ALFREDOaSI
En cuanto a las nociones magico-religiosas sostenidas por las comunidades neoliti-cas en general, podemos aventurar algunas conjeturas. La asistencia a los muertos,cuyo origen se remonta a la edad paleolitica, debe haber adquirido una significacionmas profunda en la edad ncolitica. En el caso de varios grupos neoliticos, en reali-dad no seha descubierto entierro alguno. Pero, en general, los muertos eran sepul-tados cuidadosamente en tumbas edificadas 0 excavadas, ya sea agrupadas encementerios proximos a los poblados 0 cavadas cerca de las casas individuales.Normalmente, se proveia al muerto de utensilios 0 armas, vasijas con comida ybebida, y articulos de tocador. En el Egipto prehistorico, los vasos funerarios eranpintados con figuras de animalesy objetos. Es de presurnir que ternan elmismo sig-nificado magico que las pinturas y figuras talladas en las cavernas de los cazadoresde la edad paleolitica. En la epoca historica, estas figuras fueron trasladadas a losmuros de las tumbas, afiandiendoseles leyendas, las cuales muestran que tenian porobjeto asegurar almuerto el goce continuo de los servicios representados por elIas.
Tal asistencia denota una actitud hacia los espiritus de los antepasados, que seremonta hasta los perfodos mas antiguos. Pero, ahora, la tierra en la cual reposan losantepasados es considerada como el suelo del cual brota cada afio, magicamente, elsustento alimenticio de la comunidad. Los espiritus de los antepasados deben habersido considerados, seguramente, como cooperadores en la germinacion de las plan-tas cultivadas. El culto a la fertilidad, los ritos magicos practicados para ayudar uobligar a las fuerzas de la reproduccion, deben haberse hecho mas importantes queantes, en los periodos neoliticos. En los campos de la edad paleolitica se han encon-trado pequefias figurillas, talladas en piedra 0 en marfil, con los caracteres sexualesmuy acusados. Figurillas semejantes, solo que ahora modeladas generalmente enarcilla,son muy comunes en los poblados y tumbas neoliticos. Con frecuencia selesllama «diosas de la fecundidad». (Acaso la tierra, de cuyas entrafias brota el grano,fue concebida realmente a semejanza de una mujer, con cuyas funciones generado-
ras estaba familiarizado ciertamente el hombre?+
4 Gordon CHILDE,L os o rig en es d e l a c iv il iz a ci6 n, 2" ed., Mejico, Fondo de Cultura Econornica,
1959, pp. 129-30. Sobre la antigiiedad de los ritos funerarios, vease la sucinta pero bien fundamentada
exposicion de Henri Gastaut, «Alguns cornentarios a respeito do culto do cranio», en A unida de do
h om em . I nv a ria n te s b io l6 gic os e u niu er sa is c ul tu ra is , org. Centro Royaumont para uma Ciencia do
Homem, Sao Paulo: Cultrix/Edusp, 1978, vol. III, pp. 254-6.
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a Economica,fundamentada
A unidade do
na Ciencia do
CULTURA BRASILEI'IA. UNA DlALECTICA DE LA COLONIZACI6N19
Conviene enlazar
los dos significados de este sustantivo-verbo que muestra al
ser humano preso a la tierra y excavandola para alimentarse de ella mientras vive
y encuentra abrigo en ella cuando muere:
cultus (1): 10 que fue trabajado sobre la tierra; cultivado,
cultus (2): 10 que se trabaja bajo la tierra; culto; entierro de los muertos; ritual
practicado en honor de los antepasados.
La posibilidad de arraigar en el pasado la experiencia actual de un grupo se rea-
liza a traVes de las mediaciones simb6licas. Es el gesto, el canto, la danza, el rito,
la oraci6n, la palabra que evoca, la palabra que invoca. En el mundo arcaico to do
esto es fundamentalmente religi6n, vinculo del presente con el antano-vuelto-pre-
sente, lazo de la comunidad con las fuerzas que la crearon en otro riempo y que
sostienen su identidad.La esfera del culto, con su constante reactualizaci6n de los orfgenes y de los
ancestros, se afirma como otro universal de las sociedades humanas junto con la
lucha por los medios materiales de vida y las consecuentes relaciones de poder
impllcitas, literal y metaf6ricamente, en la forma activa de colo.
En la fundaci6n de algunas colonias griegas no era raro que se indicara el desig-
nio de los dioses, descifrado por los oraculos, como su causa primera. Apolo es el
dios que preside, en Dellos, la fundaci6n de las colonias. Las motivaciones expre-
sas de los colonizadores portugueses en las Americas, en Asia y en Africa, se ins-
piran en el proyecto de dila ta r la Fe a la par del de dila ta r el Im perio, de
reminiscencias camonianas. Y los puritanos que llegaron a las playas de Nueva
Inglaterra tambien proc1amaban to perform the wa ys of God.
La colonizaci6n es un proyecto totalizante cuyas fuerzas motrices podran
siempre buscarse en el nivel del colo: ocupar un nuevo suelo, explotar sus bienes,
someter a sus nativos. Pero los agentes de ese proceso no son apenas soportes fisi-
cos de operaciones econ6micas; son rambien creyentes que traen en las arc as de la
memoria y dellenguaje a aquellos muertos que no deben morir, Muertos bifron-
tes, es verdad: sirven de aguij6n 0 de escudo en las feroces luchas cotidianas, pero
pueden intervenir en el teatro de los crfmenes con voces doloridas de censura Y
remordimiento. Santiago de Compostela excita a los mat amora s en las luchas de la
reconquista iberica; la cruz vencedora del creciente sera plant ada en la tierra del
palo-brasi l '" y subyugara a los tupis, pero, en nombre de la misma cruz, habra
quien pida libertad para los indios y misericordia para los negros. El culto cele-
brado en las misiones jesufticas de los Siete Pueblos sera igualmente rezado por los
bandeirantes", ~Tendra el Dios de los misioneros y de los profetas el mismo nombre
» Arbol de madera rojiza y dura, amp1iamente comercia1izado durante los tiempos de 1acolonia por
el colorante que se extraia de el y que servia para 1afabricacion de tintas. De su nombre proviene el
del Brasil. (N. del T.): :-~-Participantes de las bandeiras, expediciones de pioneros tierras adentro. (N. del T.)
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20ALFREDOBOSI
que el dios de los guerreros y fariseos? La cuestion nodal es saber como cada
grupo en situacion lee la Escritura e interpreta, desde el angulo de su practica, los
discursos universalizantes de la religion.
~Que hacen los simbolos, los ritos, los relatos de la creacion, la caida y la sal-
vacion, sino recomponer, en el sentido de una totalidad ideal, el dia -a-dia cortado
por la division economica y oprimidopor las jerarquias del poder?
De culturn, supine de colo, deriva otro participio: el futuro, culturus, 10 que se
va a trabajar, 10 que se quiere cultivar.
El termino, en su forma sustantiva, se aplicaba tanto al trabajo del suelo, la
agri-cultura, cuanto al trabajo hecho enel ser humano desde la infancia; y en esta
ultima acepcion verda a la lengua de los romanos el griego paideia. Su significadomas general se conserva hasta nuestros dfas, Cultura es el conjunto de practicas,
tecnicas, simbolos y valores que se deben transmitir a las nuevas generaciones para
garantizar la reproduccion de un estado de coexistencia social. La educacion es el
momento institucional eminente del proceso.
La terminacion -urus, en culturus, expresa la idea de porvenir 0 de movimien-
to en direccion a el. En las sociedades densamente urbanizadas, cultura fue tornan-
do tambien el sentido de condicion de vida mas humana, digna de anhelarse,
termino final de un proceso cuyo valor es estimado, mas 0menos conscientemen-
te, pOl' todas las clases y grupos. Como ideal de status, ya despegado del antiguo
culto religioso, aparece tardiamente en Roma, reflejando el programa, igualmente
tardio, de la paideia, que solo se autodefine a partir del siglo IV a.C., como 10 reve-
Ian los estudios capitales de Jaeger y de Marrou'. Paideia: ideal pedagogico orien-tado a la formaci on del adulto en la polis y en el mundo.
Cultura supone una conciencia grupallaboriosa y activa capaz de extraer de la
vida presente planes para el futuro. Esa dimension de proyecto, implicita en el rnito
de Prometeo, que arrebato el fuego de los cielos para cambial' el destino material de
los hombres, tiende a crecer en epocas en las que hay clases 0 estratos capaces
de esperanzas y propuestas, como en el Renacimiento florentino, en las luces del
Setecientos, a 10largo de las revoluciones cientificas y tecnicas 0 en el ciclo de las
revoluciones socialistas. El vector moderno del titanismo, manifestado en las teo-
rias de la evolucion social, prolonga las certezas de los ilustrados y prefiere con-
ceptualizar la cultura pOl' oposicion a la naturaleza, generando una idea ergotica
de la historia como progreso de las tecnicas y el desarrollo de las fuerzas produc-
tivas. Cultura se aproxima entonces a colo, en cuanto trabajo, y se aleja, a veces
) Cf. Werner JAEGER,Paideia. A [ormacdo do homem grego, Sao Paulo: Martins Fontes, 1979 (la pri-
mera edicion alemana es de 1936) [hay traduccion al espafiol: Paideia: los ideales de la cultura griega,
tr. Joaquin Xirau y Wenceslao Races, FCE, Mejico, 1957]; Henri-Irenee Marrou, Histoire de l'educa-
tion dans l'Antiquite, Paris: Seuil, 1948 [hay traduccion al espaf iol: Historia de la educaci6n en la
Antigiiedad, tr. Jose Ramon Mayer, Buenos Aires: Eudeba, 1976]
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es saber como cada
0 de su practica, los
n, la caida y la sal-
el dia-a-dia cortado
oder?
, culturus, 10 que se
abajo del suelo, la
a infancia; y en esta
'deia. Su significado
ajunto de practicas,
s generaciones para
. La educacion es el
il' 0 de movimien-
cultura fue tornan-
igna de anhelarse,
OS conscientemen-
pegado del antiguo
grarna, igualmente
a.C., como 10 reve-
pedagogico orien-
oa z de extraer de la
.rnplicita en el mito
destino material de
o estratos cap aces
10, en las luces del
o en el ciclo de las
festado en las teo-
os y prefiere con-
) una idea ergo tica
as fuerzas produc-
y se aleja, a veces
.ns Fontes, 1979 (la pri-
ts de la cultura griega,
u, Histoire de l'educa-
de la educaci6n en la
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N 21
olemicamente, de cultus. El presente se vuelve resorte, instrumento, potenciali-
dad de futuro. Se acentiia la funcion de la productividad que requiere un dominio
sistematico del hombre sobre la materia y sobre otros hombres. Aculturar un pue-
blo se traducirfa, a fin de cuentas, como sujetarlo 0, en el mejor de los casos, adap-
tarlo tecnologicamente a un cierto patron considerado superior. En ciertos
reglmenes industrial-militares esa relacion se desnuda sin pudores. Producir es
controlar al trabajador y al consumidor, eventualmente ciudadanos. La economia
es politica en estado bruto. Saber es poder, en la cruda ecuacion de Francis Bacon.
Una cierta perspectiva, que tiende al reduccionismo, juzga de modo estricto el
vinculo que las superestructuras mantienen con la esfera econornico-politica. Es
necesario recordar, sin embargo, que algunos rasgos constitutivos de la cultura
moderna (rasgos mas evidentes a partir de la Ilustracion) confieren a la ciencia,a las artes y a la filosofia un caracter de resistencia, 0la posibilidad de resistencia, a
las presiones estructurales dominantes en cada contexto. En las palabras agonisti-
cas del historiador Jakob Burckhardt, para quien el poder es en sf mismo maligno,
(...) la cultura ejerce una incesante acci6n motificativa y disgregadora sobre las dos
instituciones estables a que acabamos de referirnos [Estado e Iglesia - el texto es
de mediados del siglo XIX], salvo en los casos en que consiguen ponerla por ente-
ro a su servicio y circunscribirla dentro de sus propios fines. Fuera de estos cas os,
la cultura es la critica de ambas instituciones, el reloj que delata la hora, puesto que
en aquellas la forma no coincidia ya con el contenido".
Este vector de la cultura como conciencia de un presente minado pOl' graves
desequilibrios es el momenta que preside la creacion de alternativas para un futu-ro de algiin modo nuevo. En otro contexto ideologico, Antonio Gramsci propu-
so la critica del sentido comun y la conciencia de la historicidad de la propia vision
del mundo como pre-requisitos de un nuevo orden cultural".
A partir del siglo XVIII la nocion de cultura se acerca a la de progreso, llegando
a veces a fundirse con ella.
Las luces no se apagaron solo pOl' el hecho de que el pensamierito hegeliano-
marxista, la sociologia del conocimiento y una cierta fenomenologfa contraria al
racionalismo clasico hayan reflexionado criticamente sobre ellas'', Y, si se me per-
mitiera una cornparacion con 10 que ocurrio con el idealismo platonico en su
encuentro con el cristianismo, diria que, asi como el Logos necesito hacerse carne
6 En Riflessioni sulfa storia unioersale, Milan: Rizzoli, 1966, p. 81 [trad, al espafiol de Wenceslao
Roces, Reflexiones sobre la historia universal, Mejico, FeE]
7 En Il materialismo storico, Roma: Ed. Riuniti , 1975, passim. [Hay version espanola: El materialis-
mo hist6rico y fa filosof ia de Benedetto Croce, Buenos Aires: Visor, 1971.]
8Me refiero aquf a toda la critica progresista que viene, des de los anos 20 del siglo xx, relativizan-
d? las certezas del pensamiento burgues ilustrado y de sus desdoblamientos positivistas 0 evolucio-
rnstas: Max Scheler, Mannheim, W, Benjamin, M. Horkheimer, Th. W. Adorno, Sartre, Merleau-Ponty.
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22ALFREDO BOSI
y habitar entre nosotros para manifestarse de modo pleno a los hombres, tambienla raz6n contemporanea sali6 en busca de la encarnaci6n y de la socializaci6n en
el deseo de superar el ya viejo proyecto ilustrado, salvandolo del riesgo de invo-
lucionar hacia aqueHafilosofia estdtica de la Razon de la que se quejaba el insos-
pechable Mannheim, 0 de ponerse irresponsablemente al servicio del capital y de
la maquina burocratica. La inteligencia de los pueblos ex coloniales tiene motivos
de sobra y experiencia acumulada para desconfiar de un lenguaje ostensible mente
neo-ilustrado que se reproduce complaciente en medio de las Hagas y de los
escombros dejados por una pseudomodernidad racional sin otro horizonte mas
alla del propio lucro.
Sin embargo, cuando las Luces se iluminan a si mismas reconociendo su fuen-
te y sus lfmites, el retorno a los hombres y a las cosas que pueden emprender aca-
rrea el beneficio de la modestia que s610dice 10que sabe y no promete nada masalla de 10que puede cumplir. La dlalectica de la Ilustracion, porque se mueve y en
la medida en que se mueve, no se agota en los efectos perversos que apuntaron en
ella los leetores apocalfpticos de la tecnocracia y de la industria cultural cuando se
pusieron a desmistificar la imagen acritica del neocapitalismo que los integrados
no cesan de pintar y difundir. De cualquier modo, la cultura encarnada y sociali-
zada tiene un papel cada vez mas central que cumplir en la construcci6n de un
futuro para las naciones pobres.
Conviene recapitular las areas semanticas de la diada colo-cultus, recordando
que cada elemento podia, segtin el contexto, actualizar significados materiales 0
simb6licos:
J) Los aspectos econ6micos contenidos en colo representan el momento activo
y energetico de una sociedad en transplante. La explotaci6n de la tierra, porejemplo, era la practica fundamental de supervivencia en la antigua Roma y
en la Europa medieval. El latin, lengua visceralmente campesina, forj6 la
locucion colere vitam, literalmente labrar la vida, que aparece en una de las
comedias de Plauto con el significado puro y simple de vivir. Egomet vix
vitam colo: yo mismo apenas puedo labrar mi vida (Rudens, 1,5,25). You gra-
man do, como se diria en ellenguaje popular brasilefio". ~Quien sabria des-
lindar, en esa expresi6n, 10social de su metafora natural? La vida sehace aquf
objeto de una acci6n continuada, una tarea a traves de la cual ellabrador, al
mismo tiempo que trabaja, se labra tambien a sf mismo.
2) En cuanto al momenta religioso, realiza el recuerdo, vuelve a presentar los
odgenes, vuelve a proponer el nexo del individuo con una totalidad espiri-
tual 0 c6smica. El culto da sentido al tiempo redimiendolo de la entropiacotidiana y de la muerte que cada nuevo minuto decreta sobre el anterior.
» El verbo gramar (proveniente del sustantivo grama: hierba, cesped) significa «rrillar», pero tam-
bien «soportar, aguantar» y, en Brasil, «andar, marchar largamente». (N. del T.)
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, hombres, rambien
:la socializaci6n en
del riesgo de invo-se quejaba el insos-
ci o del capital y de
iales tiene motivos
aje ostensiblemente
las llagas y de los
otro horizonte mas
-onociendo su fuen-
den emprender aca-
promete nada mas .
rque se mueve y en
s que apuntaron ena cultural cuando se
que los integrados
encarnada y sociali-
construcci6n de un
-cultus, recordando
ficados materiales 0
el momento activo
cion de la tierra, por
la antigua Roma y
~ campesina, forj6 laaparece en una de las
de vivir. Egomet vix
ens, I, 5,25). You gra-
I". (,Quien sabria des-
? La vida se hace aqui
la cual ellabrador, al
,
uelve a presentar los
1una totalidad espiri-
endolo de la entropia
reta sobre el anterior.
.ignifica «trillar», pero tam-
e l T .)
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N23
Muerte, 2d6nde esta tu victoria? Este desafio que Paulo hace a la gran ene- :
miga en su carta a los corintios es el sumo y la suma de todas las creencias.
El culto no se confunde con la manipulaci6n directa de los objetos y del otrocon fines practicos (vale aqui la distinci6n universal entre magi a y devoci6n);
el culto, en si, en su pureza, y en la medid a en que es ajeno a las instancias
de poder que se apropian de e l, significa el respeto por la alteridad de las
criaturas, pOl' su trascendencia, el des eo de superar los confines del propio
ego y veneer con las fuerzas del alma las angustias de la existencia carnal y
finita. Hay una dimensi6n de despojamiento y oblaci6n que atraviesa to do
culto, y el culto en espiritu y verdad en primer lugar.
Conviene destacar especialmente la devoci6n a los antepasados, que es cormin
al africano, al indigena y al cat61ico popular bajo la forma del culto a los santos.
El muerto es, al mismo tiempo, el otro absoluto cerrado en su silencio inmu-
table, puesto fuera de la lucha econ6mica, y aqueHa imagen familiar que ronda lacasa de los vivos, y que, si es Hamada, podra darles un bienvenido consuelo frente
a las amarguras del presente. Para conjurar su fuerza, la comunidad abre un circu-
10de rituales y oraciones que no sustituyen (antes bien, consagran) las tecnicas de 10
cotidiano. Trabajo manual y culto no se excluyen ni se contraponen en los estilos
de vida tradicionales, sino que se complementan mutuamente. Ora et lahora es el
lema de la Orden de San Bento, una de las primeras comunidades monasticas de la
Edad Media.
REFLEJO AMPLIADO Y CONTRADICCI6N EN EL PROCESO COLONIZADOR
La acci6n colonizadora reinstaura y dialectiza los tres 6rdenes: el del cultivo,
el del culto y el de la cultura.
En primer lugar, el orden del cultivo. Las migraciones y el poblamiento refuer-
zan el principio basico del dominio sobre la naturaleza, propio de todas las socie-
dades humanas. Nuevas tierras y nuevos bienes se abren a la codicia de los
invasores. Se reaviva el Impetu predatorio y mercantil que lleva a la aceleraci6n
econ6mica de la metropolis en terrnjnos de una acumulaci6n de riqueza en gene-
ral rapida y llena de consecuencias para el comercio internacional. Puede calcular-
se 10 que signific6 para la burguesia europea, en pleno mercantilismo, la masiva
explotaci6n azucarera y minera de America latina. Si el aumento en la circulaci6n
de mercaderias se traduce en progreso, no cabe duda de que la colonizaci6n del
Nuevo Mundo actu6 como un agente modernizador de la red comerial europea
durante los siglos XVI, XVII YXVIII. En ese contexto, la economia colonial fue efec-
to y estimulo de los mere ados metropolitanos en la larga fase que media entre laagonia del feudalismo y el surgimiento de la Revoluci6n Industrial.
Dos citas de Karl Marx me parecen aqui obligatorias:
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24 ALFREDO BOSI
EI descubrimiento de las comarcas aurfferas y argentfferas en America, el exter-
minio, esclavizaci6n y soterramiento en las minas de la poblaci6n aborigen, laconquista y saqueo de las Indias Orientales, la transformaci6n de Africa en un
coto reservado para la caza comercial de pieles-negras, caracterizan los albores de
la era de producci6n capitalista. Estos procesos idflicos constituyen factores fun-
damentafes de fa acumufaci6n originaria. Pisandoles los talones, hace su aparici6n
la guerra comercial entre las naciones europeas, con la redondez de la tierra comocscenariov,
Cuando el capital comercial predomina en forma abrumadora, constituye por
doquier un sistema de saqueo, del mismo modo que su desarrollo en los tiempos
comerciantes tanto de los tiempos antiguos como de los mas recientes se halla
directamente vinculado con el saqueo por la violencia, la pirateria, el robo de
esclavos, el sojuzgamiento en las colonias; asf fue el caso de Cartago y Roma, y
luego entre los venecianos, los portugueses, los holandeses, etcetera";
Marx veia con lucidez que el proceso colonizador no se agota en su efectomodernizador de eventual propulsor del capitalismo mundial, sino que, una vez
puesto en marcha, pone en funcionamiento, 0reinventa, regimenes arcaicos de
trabajo, comenzando por el exterminio 0 la esclavitud de los nativos en las areas
de mayor interes econ6mico. Cuando se intensifica el m6vil de la explotaci6n a
corto plazo, se implantan en las regiones colonizables estilos violentos de interac-
cion social. Estilos de los que son ejemplos, diferentes entre si, la encomienda
mejicana 0peruana, el ingenio del nordeste brasilefio y de las Antillas y la hacien-
da del Rio de la Plata. Sin entrar aqui en la espinosa cuestion de los conceptos cali-
ficadores de la economia colonial «feudal?, < semifeudal?, < capitalista?), no se
puede negar el caracter constante de coacci6n y dependencia estricta a la que fue-
ronsometidos indios, negros y mestizos en las varias formas productivas de las
americas portuguesa y espanola. Para extraer sus bienes con mas eficacia y seguri-dad, el conquistador endureci6 los mecanismos de explotaci6n y de control. La
regresi6n de las tacticas parece haber sido estructural en la estrategia de la coloni-
zacion, y la superposicion de la Figura del colono con la del agente mercantil no
contribuye ala humanizaci6n de las relaciones de trabajo.
Contradictoria y necesariamente, la expansi6n moderna del capital comercial,
excitada por la oportunidad de conquistar nuevos espacios, brutaliza y hace retro-ceder a formas cruentas la vida cotidiana de los dominados.
El genocidio de los aztecasy de los incas, obra de Cortes y de Pizarro, fue ape-
nas el comienzo. Los recomienzos fueron numerosos. Cito un ejemplo, cierta-
mente. menos conocido. A mediados del siglo XIX, la Argentina conoci6 la
sangrienta «conquista del desierto» contralos
indios y mestizos de la Patagonia.
9 E I C ap it a l, Mejico, siglo XXI , tr. de Pedro Scaron, tomo I, vol. 3,p. 939.
10 Ibidem, tomo III, vol. 6,pp. 423 Yss.
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1America, e 1 exter-
)laci6n aborigen, la
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izan los albores detuyen factores fun-
s, hace su aparici6n
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10 que, una vezmes arcaicos de
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llas y la hacien-
conceptos cali-
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cacia y seguri-
e control. Lade la coloni-
mercantil no
tal comercial,
.y hace retro-
arro, fue ape-
plo, cierta-
1 conoci6 la
1Patagonia.
CULTURABRASILENA.UNA DIALECTICADE LACOLONIZACI6N
Se pagaba en moneda inglesa el par de orejas 'de indios', pero como al poco tiern-
po se veian muchos indigenas con las orejas cortadas y aiin vivos, se recurri6 al
expediente mas eficaz de pagar por el par de testiculos 'de indio'. Los auto res de
este genocidio, a menudo aventureros internacionales, amasaron fabulosas fortu-
nas. Otros, con las tierras asi arrebatadas pasaron a revistar en el patriciado".
Comenta en seguida el historiador Manuel Galich:
~Por que esa ambici6n de tierra? Seguramente, para centuplicar vacunos, porque
se habia centuplicado el valor de ellos en el mere ado ingles pues ya no se cotiza-
ban solo el cuero, el sebo, los cuernos y los cascos. Tarnbien la carne era un gran
negocio, en el exterior, desde que el frances Thillier descubrio su conservaci6n por
el frio y surgieron las compaiiias exportadoras, como The River Plate Fresh Co.
o La Negra. Llama la atenci6n y da que pensar la circunstancia de que la epoca de
la conquista del desierto coincidacon la apertura del mere ado internacional de la
carne y con el gran descubrimierito del frigorifico (r876). Un paso progresista delcapitalismo, indudablemente.
Los contemporaneos del ciclo de las conquistas ibericas no ignoraron la exten-
sion del crimen. Fray Bartolome de las Casas, dominicano, public6 en Sevilla la
Brevisima relaci6n de la destrucci6n de las Indias (1552) , donde estima en 15 millo-
nes el mimero de indios muertos entre 1492 y 1542 . Y un probable lector suyo, el
primero de los humanistas laic os, Michel de Montaigne, dej6, en ellibro IIIde los
Ensayos (1558) , estas palabras de fuego:
~Quien puso nunca a semejante precio el servicio de la mercaderia y del trafico?
Tantas ciudades arras adas, tantas naciones exterminadas, tantos millones de hom-
bres pas ados por el filo de la espada, y la mas rica y hermosa parte del mundo con-
movida por el negocio de las perlas y de la pimienta: mecanicas victorias. Nunca
la ambici6n, nunca las enemistades piiblicas empujaron a los hombres unos con-
tra otros a hostilidades tan terribles y calamidades tan miscrables".
Actos de barbarie contra el medio y la poblaci6n acompaiiaron las marchas
colonizadoras entre nosotros, tanto en la zona caiiera como en el sert6n bandei-
rante; de ahi las quemas de terrenos, el asesinato 0 la captura de los nativos. «El
azticar elimin6 al indio», dice Gilberto Freyre, cuya condici6n de apologista de la
colonizaci6n portuguesa en el Brasil y en el mundo 1 0 vuelve insospechable de
parcialidad. Hoy podrfamos decir: el ganado expulsa al ocupante de la tierra (posseiro);
II En Rex GONzALEZ Y PEREZ, Argentina indigena, visperas de la conquista, Buenos Aires, I972,
citado por M. Galich, Nuestros primeros padres, La Habana, Casa de las Americas, I979, p. 390.
12 Sobre el conocimiento de Las Casas por Montaigne, ver «Bartolome de las Casas y M. de
Montaigne: escritura y lectura del Nuevo Mundo», en Revista Chilena de Literatura, n° 37, Santiago:Universidad de Chile, abri l de I991. EI tema de la leyenda negra fue energicamente retomado por
Gustavo Gutierrez en Dios 0 el oro en las Indias. Sigle XVI, Lima: Institute Bartolome de las CasasRimae, I989.
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ALFREDO BOSI
1asoja, a1granjero; 1acafia, a1arrendatario 0 a1casero. E1proyecto expansionista
de los afios 70y 80 fue y continua siendo una reactua1izaci6n -en nada menos
cruenta- de 10 que fueron las incursiones mi1itares y econ6micas de los tiempos
co10nia1es.
Carl Siger, autor de un Essai sur la colonisation (Paris, 1907), hizo una curiosa
defensa de los metodos co10nia1es,a los que consideraba autenticas «va1vu1asde
seguridad» (soupapes de surete) de las metr6po1is:
Les pays neufs sont un vaste champ ouvert aux activites individuelles, violentes,
qui, dans lesmetropoles, se heurteraient a certains prejuges, a une conception sage
et reglee de la vie et qui, aux colonies, peuvent se developper plus librement et
mieux affirmer, par suite, leur valeur. Ainsi les colonies peuvent, a un certainpoint, servir de soupapes de sfirete a la societe moderne. Cette utilite serait-elle la
seule, elle est immense".
Una economia a1mismo tiempo presa del capitalismo europeo y asentada
sobre e 1 trabajo esc1avo1eparecia a Marx una anomalia. Es 10 que dice un pasaje
sugestivo de Formaciones econ6micas pre-capitalistas: «Si hab1amos, ahora, de los
propietarios de platations en America como capita1istas, y si son capita1istas, esto
se basara en que ellos existen como anoma1ias en un mercado mundia1 basado en
e 1 trabajo libre>".
En rigor, e1termino anomalia, ap1icadopor Marx a1regimen de los 1atifundios
esclavistas americanos, presupone 1avigencia de una norma (nomos), 0 ley ejem-
p1ar, que, para e 1 caso, era e1modo de producci6n capita1ista de la Ing1aterra de
mediados del siglo XIX, modo de producci6n cuya precondici6n habra sido, preci-
samente, 1a transformaci6n compu1siva del siervo del campo en asa1ariado. A1
comienzo del paragrafo citado, Marx habra afirmado, categ6rico: «La producci6n
de capita1istasy trabajadores asa1ariados es, por 10tanto,un producto fundamen-
tal del proceso por el cua1el capital se transform a en valores».
La 1argavida de un sistema de trabajo no asalariado en las grandes haciendas
del Brasil y del Sur de los Estados Unidos le parecia a1autor de EI Capital, en
plena segunda mitad del siglo XIX, a1go aberrante, una sobrevivencia pr6xima a
extinguirse frente a1crecimiento mundia1 de las fuerzas productivas abiertamente
capita1istas.
I) "Los paises nuevos son un vasto campo abierto a las actividades individuales, violentas, que, en
las metropolis, chocarian contra ciertos preconceptos, contra una concepcion prudente y reglada de lavida, pero que, en las colonias, pueden desarrollarse mas libremente y afirmar mejor, en consecuencia,
su valor. Asi, las colonias pueden, en cierta medida, servir de valvulas de seguridad a la sociedadmoderna. Si esa utilidad fuera la unica, ya seria inmensa» (en Aime Cesaire, D is co ur s s ur l e c ol on ia li s-
me, Paris: Presence Africaine, 1955 , p. 20).'4Ri o de Janeiro: Paz e Terra, 1975 , p. lIO. [tr, esp: Formac iones e con6mic a s p re- ca p i ta l is ta s , Madrid,
Ciencia Nueva, 1967. ]
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CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N
yecto expansionista
n -en nada menos
cas de los tiempos
Sin embargo, si el objetivo es conocer la situacion interna y peculiar de las for-
maciones colonizadas, la verdad desnuda es que tal anomalia duro mucho tiempo
y marco a fuego nuestra existencia social y psicologica. El propio Marx observa,
en otro contexto: «Los horrores barbaros civilizados del sobretrabajo se injertan
en los horrores barbaros de la esclavitud>". Fue a 1 0 largo de ese proceso de injerto
al mismo tiempo moderno y retrograde que se gestaron las practicas politicas del
pueblo hrasilefio. Si Marx tiene,razon en:l us~ ~el te~mino, entonces nos corres-
ponde estudiar la fenomenologla de una situacion anomala.
A fin de bosquejar un panorama general, podria describirse el Brasil-Colonia
como una formaci on economico-social cuyas caracteristicas fundamentales fueron
las siguientes:
r) Predomino una camada de latifundistas con intereses vinculados a grupos
comerciales europeos entre los que se destacaban los traficantes de esclavos
africanos; dada esa dependencia estructural, se volvia inviable la perspectiva
de un capitalismo interno dinamico en el area colonizada. La expresion capi-
talismo colonial debe entenderse como una dimension mercantil y refleja.
2) La fuerza de trabajo estaba compuesta basicamente pOl' esclavos, 1 0 que per-
mite designar a nuestro sistema econornico como un esclavismo colonial, tal
como 1 0 hizo Jacob Gorender en su obra hornonima, aplicando la misma
expresion a las Antillas y al sur de los Estados Unidos de las plantagens (ter-
mino con el cual el autor traduce plantations).
3) La alternativa para el esclavo no era, en principio, el pasaje a un regimen asa-
lariado, sino la fuga hacia los quilombos (aldeas, ciudades y hasta estados for-
mados pOl' los negros fugados de las plantaciones). Ley, trabajo y opresion
son correlativos bajo el esclavismo colonial. En los casos de liberacion,
que se vuelven menos raros a partir del apogeo de las minas, las alternativas que
se abrian para el esc1avo eran, 0 bien una vida de mera subsistencia como
ocupante (posseiro) de terrenos marginales, 0bien la condicion subalterna
de agregado". De cualquier manera, ser un negro libre era siempre sinonimo de
subordinacion.
4) La estructura politica anuda los intereses de los senores rurales bajo una
administracion local que se ejerce a traves de las camaras de los homens bons
do povo, es decir, de los propietarios. Pero el alcance de su poder es corto.
Es el rey quien nombra al governador, cuyo mandato dura cuatro afios y que
tiene competencia militar y administrativa en cuanto preside los cuerpos
armados y las Juntas da Fazenda e da Justica, con criterios establecidos pOl'
la Corona y formulados en reglamentos, cartas y ordenes reales. Las juntas
, hizo una curiosa
nticas «valvulas de
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:uridad a la sociedad
' ou r s s ti r l e co lo n ia l is -
capi talis tas , Madrid,150 Capital, vol. I, p. 260.".Dependiente que, incluso despues de la abolici6n de su cautiverio, presta servicios al propietario
de la tierra a cambio del derecho a cultivar una parcela de la misma y a vivir en ella. (N. del T.)
27
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ALFREDO BaSI
se componen de funcionarios reales: provedores (vinculados a la Junta da
Fazenda y responsables, en divers os grados, de los «bienes de la Corona»),
ouvidores (jueces, de diversos niveles: el primero de ellos, el «ouuidor-mor»,
era la mas alta autoridad judicial de la colonia),procuradores (algunos de los
cuales servian de intermediarios entre las cdmaras municipales, y las Cortes
de Lisboa) y, en los tiempos de las minas, intendentes (que estaban a cargo de
la sobrevivencia de la produccion de oro y de diamantes y de evitar robos,
contrabando y fraude fiscal). La accion de todos elios es control ada desd e
Lisboa (a partir de 1642, por el Consejo de Ultramar). Desde 1696, hasta las
camaras municipales sufriran la interferencia de la metropolis, que nombra-
ra a los ju{zes de fora, jueces externos con mayor poder que el de los jueces
elegidos en sus poblados. Los historiadores han destacado el estrecho mar-
gen de accion con el que contaban las camaras bajo la omnipresencia de las
Ordenes y Leyes del Reino de Portugal: la tension entre las oligarquias y la
centralizacion creciente de la Corona sera uno de los facto res de la crisis del
sistema politico desde finales del siglo XVIII. Realizada la independencia, la
prepotencia de los circulos locales podra afirmarse y obtener legitimacion
formal mediante la presencia de sus representantes letrados en los parla-
mentos y en las asambleas provinciales'P,
5 ) El ejercicio de la ciudadania esta doblemente limitado: por el Estado absolu-
tista y por el esquema interno de fuerzas. La institucion de la representacion
practicamente no existe, y esta situacion no se altera significativamente, por
10 menos des de un punto de vista cuantitativo, con las independencias nacio-
nales a comienzo del siglo XIX. En el Brasil-Imperio la centralizacion admi-
nistrativa no encuentra oposicion en el sistema electoral, que es censitario e
indirecto.
6) El clero secular vive atrapado entre los senores de la tierra y la Corona, de
la que depende economic a y juridicamente en virtud del sistema de patrona-
to: de ahi surgen los tipos del «capellan de fazenda» y del cura-funcionario.
Sera solo cuando el pacto colonial entre en crisis, entre finales de los
Setecientos y el primer cuarto de los Ochocientos, que apareceran las figu-
ras del cura liberal y del cura radical.
7) En cuanto a las ordenes religiosas, especialmente los Jesuitas, comprometi-
dos con la experiencia de una iglesia supranacional, desarrollan el proyecto
de las misiones entre los indios. Esa posibilidad, abierta en el inicio de la
colonizacion, cuando era moneda corriente la idea del papel cristianizador
de la expansion portuguesa, pasaria despues a practicarse solo en los margenes
16 El tema de la centralizaci6n y, como su correlato, el de la tradici6n autoritaria fueron adrnira-
blemente tratados por Raymundo Faoro en Os donas do poder. Formacao do patronato politico brasi-
leiro, Porto Alegre: Globo, 1958.
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1Junta da
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to p o li ti co b ra s i-
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTIC A DE LA COLONIZACI6N
o en los intersticios del sistema, Yterminara sucumbiendo ala presi6n de los
bandeirantes y a la fuerza del Ejercito coloniaL A los Jesuitas les quedaria
entonces la alternativa de ofrecer una educaci6n humanistica a los j6venes
provenientes de las familias ricas.8 ) La cultura letrada es rigurosamente estamen:al, no dando lug~r a la movili-
dad vertical, a no ser en raros casos de padnnazgos que conflrman la regia
general. El dominio del aHabeto, reservado a pocos, sirve como divisoria de
aguas
entre la cultura oficial y la vida popular. La vida cotidiana colonial-
popular se organiz6 y se reprodujo por debajo del umbral de la escritura.
9) La creatividad popular tuvo condiciones para desarrollarse:
a) 0 bien en espacios aislados, vistos hoy, retrospectivamente, como' arc ai-
zantes 0 rusticos,b) 0 bien en la frontera con ciertos c6digos eruditos 0 semi-eruditos del arte
europeo: en la musica, en las fiestas y en la imagineria sacra, por ejemplo.
El romance de corder caso de creaci6n de frontera, es tardia, 1 0 que se
explica por los obsraculos a la aHabetizaci6n y a la impresi6n en todo el
periodo colonial.
En apretada sintesis, puede decirse que la formaci6n colonial en el Brasil se
vinculo econ6micamente a los intereses de los traficantes de esc1avos, de azucar y
de oro, y pollticamente al absolutismo monarquico y al autoritarismo rural, 1 0 que
cngcndr6 un estilo de convivencia patriarcal y estamental entre los poderosos, y
esclavista 0 dependiente entre los subalternos .
LA DlALf~CTICADEL CULTO Y LA CULTURA EN LA CONDICI6N COLONIAL
Lo que pesa e importa cuando se investiga la vida colonial brasilefia como teji-
do de valores y significados es justamente esa compleja alianza de un sistema agro-
mercantil, orientado hacia la maquina econ6mica europea, con una condici6n
d.ornestica tradicional, cuando no francamente arcaica en sus mores y en sus poli-
ncas.Distingo los terrninos sistema y condici6n para mar car nitidamente las notas de
c~te acorde, que parece justo y consonante a algunos oidos, pero disonante y desa-
ft.nado ~ otros. El sistema colonial, como realidad hist6rica de larga duraci6n, ha
sl,d~ objeto de denodados analisis estructurales, tales como los que hicieron, con
torncas diversas, Caio Prado Jr., Nelson Werneck Sodre, Ce1so Furtado, Fernando
I -,La literatura de cordel, contenida en general en folletos pobremente impresos, debe su nornbre al
d
lcchode que los mismos eran ofrecidos a laventa, en los mereados y las ferias, colgados de una cue
a. (N. del T.)
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ALFREDO BaSI
Novais, Maria Sylvia Carvalho Franco y Jacob Gorender", para citar apenas algu-
nos de sus mayores estudiosos.La vida economica en los tres primeros siglos de la colonizacion portuguesa en
el Brasil se organizo alrededor de mecanismos que pueden ser cuantificados, pues
se traducen en mimeros de produccion y circulacion, es decir, en cifras de bienes
y de fuerza de trabajo. Mucho antes de que se pensara en una historia cuantitati-
va, el poeta Gregorio de Matos, en un audaz soneto barroco que dedico a la ciu-
dad de Bahia a fines del siglo XVII, hablaba de maquina mercante, literalmente,
nave de mercaderias, expresion que se podria, por metonimia, extender a to do el
mecanismo comercial vigente en la colonia.
En la formacion del sistema, el trafico de negros y la senzala (casas donde se
alojaban los esclavos de unaJazenda), el monopolio y el monocultivo, se reclama-
ban mutuamente. La economia internacional determinaba el ciclo de flujo y reflu-
jo del comercio colonial segtin las fluctuaciones del mere ado y bajo el imperio dela competencia entre los Estados metropolitanos. En suma, la reproduccion del
sistema en el Brasil y su nexo con las econornias centrales constituian el frente y el
reverso de la misrna moneda.
El termino condici6n, en cambio, alude a un conjunto de experiencias mas difu-
sas que las regularidades de la produccion y del mercado. Condici6n se refiere a
modos 0estilos de vivir y sobrevivir. No es por azar que se hable naturalmente de
condici6n humana, y que en cambio no se dig a jamas sistema humano.
La condicion seiiorial y la condicion esclava suponian un desempeiio de pape-
les en el sistema productivo, objeto de un analisis funcional de la economia del
azucar, pero no se reducian al ejercicio de las acciones correspondientes a esos
mismos papeles. Condici6n recoge las multiples formas concretas de la existencia
interpersonal y subjetiva, la memoria y el sueiio, las marcas de la vida cotidiana enel corazon y en la mente, el modo de nacer, de comer, de habitar, de dormir, de
amar, de llorar, de rezar, de cantar, de morir y ser sepultado.
En nota anterior se indicaron algunas obras capitales para la cornprension del
sistema. En cuanto a la condicion colonial, es obligatorio recordar los estudios
clasicos de Gilberto Freyre y de Sergio Buarque de Holanda. El primero de enos
se dedico a construir una antropologia existencial del nordeste azucarero en
libros notables como Casa-grande & senzala y Sobrados e mocambos. El segundo
17 Caio PRADO Jr. , Formacdo d o B ra sil cantemporaneo, Sao Paulo, 1942; Nelson Werneck Sodre,
F orm acdo da socieda de b ra sileira , R io de Janeiro: Jose Olympia, 1944; Celso Furtado, Formacao
e co no rn ic a d o B ra sil , R io de Janeiro: Fundo de Cultura, 1959 [hay traducci6n al espafiol: Formaci6n
e co n6mic a d el B ra sil , tr, Demetrio Aguilera Malta, Mejico: FCE, 1962]; Fernando Novais , P ortu ga l e
B ra sil n a c ris e d o a n tig o s is te ma c ol on ia l , Sao Paulo: Hucitec, 1979; Jacob Gorender, 0 e sc ra v ismo c ol o-nial, Sao Paulo: Arica, 1977;Maria Sylvia Carvalho Franco, «Organizacao social do trabalho no perio-
do colonial», en revista Discurso n° 8, Sao Paulo: USP - Departamento de Filosofia, Hucitec, 1978.
" [Hay traducci6n al espaiiol de Benjamin de Garay y Lucrecia Manduca, Casa-grande y senzala,
Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1977.] (N. del T.)
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para citar apenas algu-
izacion portuguesa en
ser cuantificados, puescir, en cifras de bienes
a historia cuantitati-
o que dedico a la ciu-
tercante, literalmente. 'a, extender a to do el
nzala (casas donde se
ocultivo, se reclama-
ciclo de flujo y reflu-
y bajo el imperio de
, la reproduccion del
stitufan el frente y el
periencias mas difu-
;ondici6n se refiere a
able naturalmente de
humano.
desempeiio de pape-
1 de la economia del
espondientes a esos
retas de la existencia
e la vida cotidiana en
bitar, de dormir, de
1la comprension del
cordar los estudios
. El primero de ellos
deste azucarero en
carnbos. El segundo
Nelson Werneck SodreI 'e so Furtado, Forrnacdo
n al espafiol: Formaci6n.ando Novais, Portugal e
nder, 0 escravismo colo-
.ialdo trabalho no perio-
osofia, Hucitec, 1978.
Casa-grande y senzala,
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N 31
describio Con minuciosidad Y elegancia los habitos del sertanejo .(el habitante del
ot-o) luso-tupi en analisis pioneros de nuestra cultura matenal (Caminhos eser a did " d 1 1 . dfronteiras) des~ues de haber empren 1 0 una sintesis e proceso co oruza or en
Raizes do Braszl.En e l tratamiento de los comportamientos familiares y clanicos, los ensayos de
Gilberto Freyre y de Sergio Buarque sugieren una interpretacion psicocultural del
pasado brasileiio. Es una lectura de nuestra historia sostenida sobre la hipotesis
general de que e~conquistador portugue~ ya traia .en ~i.rasgos de caracte~ re~~-
rrentes, que SergIOBuarque llama determinantes psicologicas, tales como el indivi-
dualismo, calificado como exaltaci6n extrema de la personalidad, el espiritu
aventurero (de ahi la etica de la aventura opuesta a la etica del trabajo), nuestro
earaeter inquieto y desordenado, la cordialidad, el sentimiento sensual, que se ejer-
ce sin obstaculos en 10que Gilberto Freyre llama patriarcalismo poligarno, la plas-
ticidad social, la versatilidad, la tendencia al mestizaje (que por su parte provendria
de los cruzamientos con los moros) intensificada por la carencia de orgullo racial,
atributo que aparece en las caracterizaciones de ambos estudiosos.Los varios modos de la llamada asimilaci6n luso-africana y luso-tupi adquie-
ren, vistos desde esta perspectiva, un relieve tal que acaban dejando en un discre-
to 0 sobreentendido segundo plano los aspectos estructurales y constantes de
sujecion y violencia que marcaron la historia de la colonizacion tanto en el
Nordeste de los ingenios y los quilombos como en el Sur de las bandeiras y las
I11IS10nes.
Despues de haber hecho plena justicia a la obra de los maestros, tal vez no
resulte inadecuado arriesgar una prudente rectificacion semantica de terrninos
C0l110asimilaci6n (Gilberto Freyre) y de expresiones como proceso de feliz acli-
mataci6n y solidaridad cultural (Sergio Buarque de Holanda) cuando se aplican a
los contactos entre colonizadores y colonizados. El uso de este vocabulario podra
llevar allector menos avisado a suponer que los pueblos en interaccion se volvie-
ron semejantes y solidarios en su vida cotidiana: en su regimen alimenticio, en sus
habitos sexuales, en sus tecnicas de produccion y de transporte, etc. Releanse algu-
nos textos de Casa-grande & senzala y de Raizes do Brasil sobre las costumbres
africanas 0 indigenas que los dueiios de los ingenios 0 los bandeirantes adoptaron
por fuerza de las nuevas condiciones de vida en el tropico, Tenemos, en la mayo-
ria de los casos, ejemplos de disfrute (sexual y alimenticio) del africano y de su cul-
tura por parte de las familias de las casas-gran des (casas seiioriales de los dueiios
de los ingenios 0 de las fazendas), 0 de simple apropiacion de tecnicas tupi-guara-
nies por parte de los paulistas. El colo no incorpora, literalmente, los bienes mate-
riales y culturales del negro y del indio, pues le interesa y Ie da sumo placer
apropiarse de la fuerza de su brazo, del cuerpo de sus mujeres, de sus formas exi-
tosas de plantar y de co cinar, y, pOI' extension, de sus formas nisticas, y por 10
tanto indispensables, de supervivencia.
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32ALFREDO BOSI
El disfrute en el nivel de la piel y la apropiacion de aquellas tecnicas del cuer-
po, tan bien descritas por Marcel Mauss, no instauran un regimen exactamenteredproco de aculturacion. Lo maximo que podria afirmarse es que el colonizador
saco para si un buen provecho de su relacion con el indio y con elnegro.
Gilberte Freyre insiste, en Casa-grande & senzala, en celebrar al senor del
ingenio luso-nordestino que, despojado de prejuicios, se fusiono, fecunda y poli-
gamicamente, con las esclavas, dando asi al mundo un ejemplo de convivencia
racial democratica. Sergio Buarque de Holanda prefiere atribuir el mestizaje a la
carencia de orgullo racial caracteristica del colono portugues. Tambien aqui seria
necesario matizar un poco las cosas para no resbalar de una psicologla social
incierta a una cierta ideologia que acaba idealizando alvencedor. La libido del con-
quistador habria sido antes falocratica que democratica en la medida en que se
ejerda casi siempre en una sola dimension, la del contacto ffsico: las esclavas
embarazadas por los fazendeiros (propietarios de las fazendas, duefios de las plan-
taciones de cafia de azucar) no fueron elevadas, ipsofacto, ala categorfa de espo-
sas y senoras de los ingenios, ni tampoco los hijos de esas uniones fugaces fueron
puestos a la par de los herederos considerados legitimos del patrimonio de sus
padres. Las excepciones, raras y tardias, constituyen apenas materia de anecdota-
rio, y confirman la regIa general. La actividad genital intensa no tiene conexion
necesaria con la generosidad social.
En los muy eruditos textos de Sergio Buarque una sutil sublimacion del.ban-
deirismo (las acciones de los bandeirantes), considerado en feliz continuidad con
los procesos de aclimatacion del portugues a la tierra, relativiza el contexto de
agresion y defensa que definio objetivamente las incursiones de los paulistas y las
reacciones que los indigenas y los misioneros les opusieron. En abono de su lee-
tura, y suscribiendo la apologia que Julio de Mesquita Filho hace de la coloniza-
cion portuguesa en sus Estudos sul-americanos, el autor de Raizes do Brasilllega a
comparar la plasticidad de los lusitanos al grano de trigo del Evangelic que acep-
ta anularse hasta la muerte para dar muchos frutos". ~Como podian sospechar los
negros presos en las plantaciones y los indios cazados en la selva que los duefios
de los ingenios y los bandeirantes estaban cumpliendo con ellos algiin rito sacrifi-
cial en que la victima inmolada era el propio blanco?
Los elementos de cultura material apuntados ad nauseam como ejemplos de
adaptacion del colonizador al colonizado no deberian ser convocados a probar
mas que 1 0 que pueden. Ilustran el uso y abuso del nativo y del africano por el
portugues tanto en elnivel del sistema economico global cuando en los habitos
18 En Raizes do Brasil, 3' ed., Rio de Janeiro: Jose Olympio, 1956, p. 188. La tesis mas general delautor sesostiene sobre lahip6tesis de que «en la capacidad para amoldarse a todos los medios, en per-
juicio, muchas veces, de sus propias caracteristicas raciales y culturales, el portugues revel6 mejoresaptitudes de colonizador que los dernas pueblos, acaso mas inflexiblemente aferrados a las peculiari-
dades formadas en elViejo Mundo» (Ibidem).
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elIas tecnicas del cuer-
regimen exactamente
~es que el colonizador
con elnegro.
celebrar al senor del
sion6, fecunda y poli-
emplo de convivencia
buir el rnestizaje a la
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la medida en que se
:0 ffsico: las esclavas
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la categorfa de espo-
iones fugaces fueron
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a no tiene conexi6n
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como ejemplos de
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del africano por el
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ugues revelo mejoreserrados a las peculiari-
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N 33
arraigados en la corpor~lidad. ~Por que idealizar 10 que ocurri6? ~~ebe el est.ll-
dioso brasileno competir con otros pueblos hermanos para saber qUlen fue meJorcolonizado? No me parece que el conocimiento preciso del proceso avance por
medio de ese juego inconsciente y muchas veces ingenuo de comparaciones que
necesariamente favorecen a nuestro colonizador.
Valdrfa la pena preguntarse si, mas alla de las adaptaciones mas evidentes, el
culto y la cultura (y el arte que se nutre de ambos) no habrfan suplido, por su facul-
tad de dar sentido a la vida, todo cuanto la rutina deja insatisfecho 0 intocado.
La reproducci6n de un cierto esquema de habitos soport6, es cierto, los anda-
mios de la estructura colonial, pero esa maquina de consumir, producir y vender,
~habria satisfecho plenamente todos los valores e ideales, todos los suefios y deseos
que colonizadores y colonizados trajeron de su pasado 0 proyectaron en el futu-
ro, aunque s610 fuera de manera potencial? En otras palabras: ~fue la colonizaci6n
un proceso de fusiones y positividades en el cual todo - carencias materiales y for-mas simbolicas, precisiones inmediatas e imaginario - termin6 ajustandose, 0
acaso se habrfa producido, allado de un preciso dispositivo de piezas engranadas,
una dialectic a de rupturas, diferencias y contrastes?
Cuando se leen las palabras de Marx sobre el papel de la religi6n en las socie-
dades oprimidas se capta mejor el movimiento de ciertos grupos sociales hacia la
expresi6n imaginaria de sus deseos: «alma de un mundo sin alma, espiritu de las
situaciones sin espfritu-". Como el Eros plat6nico, que es hijo de la Riqueza y de
la Penuria sin ser ni una ni otra, sino voluntad de liberarse del yugo presente y
ascender ala fruici6n de valores imperecederos, asi la labor simbolica de una socie-
dad puede revelar 10negativo del trabajo forzado y la biisqueda de formas nuevas
y mas libres de existencia. Los ritos populares, la rmisica y la imaginerfa sacra pro-
ducidas en los tiempos coloniales nos dan signos 0 sefias de esa condici6n anhela-'da. En algunas de sus manifestaciones es posible no solo reconocer el peso del
pas ado sino tambien entrever las esperanzas del futuro que actuan a traves de los
anillos de una cadena cerrada. La condici6n colonial, como el sistema, es refleja y
contradictoria.
Dice T. S. Eliot con respecto a la dinamica mas general instaurada entre la colo-
nia y la metr6polis:
La cultura que se desarrollaba en el nuevo suelo debe ser, por tanto, extrafiamen-
te parecida a la cultura madre y extrafiamente diferente de ella; algunas veces severa complicada por las relaciones, cualesquiera que sean, establecidas con algunaraza aborigen, y todavfa mas por la inmigraci6n proveniente de fuentes distintas
de la original. En esta aparecen tipos peculiares de simpatia cultural y conflicto
'9K. MARX, C ritiq ue o f H eg el 's p hil os op hy o f r ig ht, Cambridge University Press, 1970, p. 131. [tr, al
espafiol de Wenceslao Roces, En torno a la Critica de la F ilosoj'ia del D erecho de H egel, en E sc ri to s d e
[uoentud, Mejico: FCE, 1982. ]
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34 ALFREDO BaSI
cultural, entre las zonas pobladas por colonizaci6n, y los pafses europeos de los
que provinieron los migrantes'".
Hay casas de transplantes bien logrados, de injertos exitosos y perdurables a
traves de las generaciones, de encuentros afortunados; y hay casos de acordes
disonantes que revelan contrastes mal resueltos, superposiciones fragiles. De
empatfas y antipatias esta hecha la historia colonial.
Con su habitual perspicacia Alphonse Dupront nos alert6 sobre los atollade-
ros de un lenguaje entre hist6rico y etno16gico que se vale de terminos latos como
aculturaci6n, asimilaci6n, encuentro de culturas, capaces de expresar (0 de encu-
brir) relaciones de sentidos opuestos:
Hay encuentros que matan. ~Hablaremos de todos modos, a prop6sito de ellos,
con una especie de humor negro, de intercambios de cultura? Los antrop6logos,
por su parte, responderfan que hay asimilaci6n. ~Pero no es esta tambien unaforma de humor negro? Y, como embusteros de la vida que somos, ~agruparemos
bajo el mismo signa verbal los procesos de muerte y los procesos de vida?"
La transposici6n al Nuevo Mundo de patrones de comportamiento y lenguaje
dio resultados dispares. A primera vista, la cultura letrada parece repetir, sin alter-
nativa, el modelo europeo; pera, puesta en situaci6n, frente al indio, ella es esti-
mulada, por no decir obligada, a inventar. Que el primer aculturador de el
ejemplo: Anchieta compone en latin clasico su poema a la Virgen Marfa cuando,
rehen de los tamoios en la playa de Iperofgue, siente la necesidad de purificarse. El
mismo Anchieta aprende el tupi y hace cantar y rezar en esa lengua a los angelesy santos del catolicismo medieval en los autos que celebra entre los indfgenas mas
j6venes. En el primer caso, una antigua forma literaria, la epopeya, ennoblecida
por el Renacimiento italiano, organiza contenidos de una situaci6n colonial. En el
segundo, sin embargo, el jesuita aguijoneado por las urgencias de la mision nece-
sit6 cambiar de c6digo, por razones que no se vinculaban con el menasje, sino con
su destinatario. El nuevo publico -que mas que publico era participante de un
nuevo y singular teatra- requiere un lenguaje que no puede ser, en modo alguno,
el del colonizador.
Y hay mas: Anchieta inventa un extrafio imaginario sincretico, ni iinicamente
cat6lico ni puramente tupf-guarani, cuando forja algunas figuras miticas como las
que llama karaibebe, literalmente profetas que vuelan, en las que el nativo identi-
ficaba tal vez a los anunciadores de la Tierra sin Mal y los cristianos reconocian alos angeles mensajeros alados de la Biblia. 0 Tupansy, madre de Tupa, para indicar
20 T. S. ELIOT, Notas para uma definirao de cultura, Rio de Janeiro: Zahar, I965, p. 64. [tr, a! espa-
no! de Jer6nimo A!berto Arancibia, Notas para la definicion de la cultura, Buenos Aires: Emece, I949]
21 En L'acculturazione. Per un nuevo rapporto tra ricerca storica e scienze umane, 3" ed., Turin:
Einaudi, I97I, p. 89·
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)S pafses europeos de los un atributo de Virgen Maria. La cultura-reflejo y la cultura-creacion caminaban de
la rnano.
Es necesario acompafiar de cerca el dinamismo propio de la mision jesuitica en
el Brasil, con toda su exigencia de fidelidad a los votos jurados en la peninsula :
durante la Contrarreforma. Llegara el momento en que la cruz y la espada, que
habian bajado juntas de las carabelas, se separen y terminen por enfrentarse, dis-
putandose un mismo tesoro: e l cuerpo y el alma del indio.
El combate a muerte entre e l bandeirante de Sao Paulo y el jesuita, con la
derrota final de este ultimo a mediad os del siglo XVIII, habla elocuentemente de
una oposici6n virtual que revienta cuando la practica paternalista de los misione-
[OS y la cruda explotaci6n de los colonos ya no se ajustan mutuamente.
Anchieta consideraba a los portugueses los mayores enemigos de la catequesis:
«los mayores obstaculos nacen de los portugueses, y e l primero es que no existe
en ellos la preocupaci6n por la salvaci6n de los indios [...] mas bien los tienen por
salvajes» ".
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N 3 5
tosos y perdurables a
ay casos de acordes
siciones fragiles. De
t6 sobre los atollade-
terrninns latos como
expresar (0 de encu-
S, a prop6sito de ellos
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O es esta tarnbren una
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tamiento y lenguaje
ece repetir, sin alter-
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aculturador de e l
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peya, ennoblecida
ci6n colonial. En el
:de la misi6n nece-
lmenasje, sino con
participante de un
, en modo alguno,
Lo que mas asusta a los Indios y los hace huir de los Portugueses y enconse-
cuencia de las iglesias, son las tiranias que ejercen sobre ellos obligandolos a ser-
vir toda su vida como esclavos, apartando mujeres de maridos, padres de hijos,encadenandolos, vendiendolos, etc. [...] estas injusticias y sinrazones fueron la
causa de la destrucci6n de las iglesias que estaban congregadas y 10son ahora de
la gran ruina los que estan en su poder='.
Y denunciando a los mamelucos (mestizos de portugues e indio) conducidos
por el patriarca J oao Ramalho:
[...] nos persegufan con elmayor odio, esforzandose por hacernos dafio por todoslos medios y mod os, amenazandonos tambien con la muerte, pero especialmente
trabajando para volver nula la doctrina con que instruimos y adoctrinamos a los
indios y moviendo contra nosotros el odio de estos. Yasi, si no se extingue total-
mente este tan pernicioso contagio, no s610no progresara la conversi6n de losinfieles, sino que se dcbilitara y de dia en dia, necesariamene, desfallecera+,
co, ni unicamente
S mfticas como las
e el nativo identi-
anos reconocfan a
Tupa, para indicar
Asi fueron las cosas en el primer siglo de la catequesis. Los hechos confirma-
ron los temores del misionero, que as! relata la fuga de los indios de Sao Tome:
Siibitamente se alborot6 toda aquella gente de Sao Tome, y andaba tan revuelta
que parecia que el Demonio anduviera entre ellos. Predicaban por las calles:
«Varnonos, vamonos antes de que vengan estos Portugueses». Viendo el Padre
965, p . 64· [tr , aI espa-s AIres : Emece, I949J
umane, 3a ed., Turin:
22 En Cartas, iri[ormaciies,fragmentos hist6ricos e sermiies (I554-94), Rio de Janeiro: Academia
Brasileira de Letras, 1933 , p. 334.
2) Ibidem.
24 Ibidem.
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ALFREDO BaSI
Gaspar Lourenco tal alboroto, los hizo reunir y les hab16, dandoles a entender
que mal hacian en dejar la iglesia por mentiras que les dedan, y enos, [lorando,
respondfan: «No huimos de la iglesia ni de tu compafiia, porque, si ui quisieras
irte con nosotros, viviremos contigo en medio del monte 0 del sertdo, que bien
vemos que la ley de Dios es buena, pero estos Portugueses no nos dejan en paz, y
si los pocos que andan entre nosotros toman prisioneros a nuestros hermanos,
~que podemos esperar que ocurra cuando lleguen otros mas si no que nos hagan
esclavos a nosotros, y a nuestras mujeres e hijos?», mostrando algunos de enos los
golpes y azotes que habian recibido en casa de los Portugueses, y decian esto con
muchas lagrimas y sentimiento'".
La narrativa de Anchieta pone en primer plano el contraste agudo entre la
colonizacion, entendida como captura y encierro de los indios, y el apostolado. Si
es cierto que al principio una y otro se ensamblaron por necesidad, todo indica
que se trataba de dos proyectos distintos cuya conciliacion fue siempre tempera-
ria y diplomatic a, pero cuyas dinamicas internas debian llevar, como 1 0 hicieron, a
la controntacion abierta.
El siglo XVII esta marc ado por los conflictos entre colonos y jesuitas en el
Grao- Para, en el Maranhao -donde Antonio Vieira seria parte y testigo-, en Sao
Paulo y, mas dramaticamente, en las Misiones de los Siete Pueblos del Uruguay.
Pero la tension entre Iglesia y Estado no se limite a la orden ignaciana.
El poder eclesiastico entra en litigio frecuente con los intereses y la jurisdiccion
civil. Los motivos son naturalmente varios, y la tutela del indio despunta en mas
de un caso. Cuento, para ilustrar, los infortunios de la prelatura de Rio de Janeiro.
Su primer titular, el padre Bartolomeu Simoes Pereira, murio envenenado en 159 8;
el segundo, el padre joao da Costa, fue perseguido, expulsado de la ciudad y
depuesto por sentencia de la magistratura colonial; el tercero, el padre MateusAborim, tambien sucumbio intoxicado; el cuarto y el quinto declinaron pruden-
temente la honra prelaticia, no asumiendo el cargo vacante; el sexto, el reverendo
Lourenco de Mendonca, tuvo que huir para Portugal escapando del incendio que
los colonos produjeron en su casa quemando un barril de polvora en su jardin; el
septimo, el padre Antonio de Mariz Loureiro (pariente, quien sabe, de los Mariz
de El Guarani, de Jose de Alencar), padecio una oposicion tan grande que prefi-
rio recogerse en la capitania del Espiritu Santo, donde enloquecio depues de sufrir
una tentativa de envenenamiento. Paso por alto la historia del octavo, el famoso
dr. Manoel de Sousa e Almada, pues existe una fuerte discrepancia de las fuentes
acerca de su inocencia 0 culpabilidad: el hecho es que su palacio fue dafiado por
tires de canon, el Tribunal de Relafao de Bahia absolvio a los agresores y, para
colmo de agravios, el prelado fue obligado a pagar las costas del proceso; 1 0 demas
25 Ibidem. p. 375.
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oles a entender
ellos, llorando,, si ni quisieras
ertdo, que bien
dejan en paz, y
tros hermanos,
que nos hagan
os de ellos los
ecian esto con
udo entre la
postolado. Si
, to do indica
re tempora-1 0 hicieron, a
esuitas en el
tigo-, en Sao
el Uruguay.
a.
jurisdiccion
unta en mas
O de Janeiro.
ado en 1598 ;
la ciudad y
adre Mateus
on pruden-
el reverendo
ncendio que
su j ardin; el
de los Mariz
Ie que prefi-
ues de sufrir
0, el famoso
e las fuentes
daiiado por
ores y, para
so; 1 0 demas
CULTURABRASILENA.UNA DIALECTICADE LA COLONIZACI6N 37
se encuentra referido parodicamente en «Almada», poema herojco-cornjco de
Machado de Asis'".
La lucha es material y cultural al mismo tiempo: luego, es politica. Si 1 0 que nos
interesa es perseguir el movimiento de las ideas, no en sf mismas, sino en su cone-
xion con los horizontes de vida de sus emisores, entonces podremos reconocer, en
la escritura de los tiempos coloniales, un discurso organico y un discurso eclesias-
tico 0 tradicional, para adoptar la feliz distincion de Antonio Gramsci.
El discurso organico se produce muy cerca de las acciones de la empresa colo-
nizadora, siendo, muchas veces, proferido por sus propios agentes. Es el caso del
escribano de la escuadra portuguesa que descubrio el Brasil, Pero Vaz de Caminha.
o del dueiio de ingenio y converso (cristiano nuevo: judie convertido al catolicis-
mo), Gabriel Soares de Sousa, informante preciso y precioso (<<etonnant», en el
juicio de Alfred Metraux), que escribe con las manos en la masa. 0 del cronistaconcienzudo y empeiioso de los Didlogos das grandezas do Brasil. 0 de Antonil,
qui en, oculto bajo ese anagrama, y dandose a sf mismo, discretamente, el nombre
de Anonimo Toscano, acabo contando, indiscreto, donde se encontraban y cuan-
to valian nuestros recursos en Cultura e opulenci« do Brasil, ejemplo de mente
pragmatica y moderna a quien el habito ignaciano no le impidio penetrar hondo
en los meandros contables de la produccion colonial. 0, finalmente, del obispo
mason Azeredo Coutinho, que defiende, en plena aurora del siglo XIX, la preser-
vacion del regimen esclavista para mayor seguridad del aziicar pernambucano y de
la Corona portuguesa. En todos se manifiesta candida y llanamente el proposito
de explotar, organizar y mandar, sin que la condicion de laico 0 de religioso del
que escribe constituya un criterio pertinente para una division de aguas.
El otro discurso, de fondo etico pre-capitalista, resiste en los pliegues delrnismo sistema mercantil, y, aunque viva de sus excedentes, no se muestra, en la
pluma de los altos burocratas, nobles y religiosos, muy grato a la fuente que le
paga el ocio y le ahorra los cuidados del negocio, prefiriendo censurar en los colo-
nos la sed de lucro y la falta de desprendimiento cristiano. Es el mensaje que se
desprende de las satiras morales de Gregorio de Matos e Guerra contra el comer-
ciante extranjero, el sagaz Brichote, y contra el usurero nuevo-rico que hace alar-
de de abuelos presuntamente arisrocraticos, el fidalgo caramuru", Es la sombrfa
advertencia que sale de las homilias de Antonio Vieira, barrocamente escindidas
26 Cf. Eduardo HOORNAERT, «Rio de Janeiro, uma igreja perseguida», en Re vi st a E c le sid st ic a
Brasi leira, Petr6polis, Vozes, I97I; Americo Jacobina Lacombe, «A Igreja no Brasil colonial», en
Hi st 6r ia g er a l d a c io il iz a cd o b ra s il ei ra , dir. S. B. de Holanda, Difel, I977, t. I, vol. 2. Sobre la situacionen Bahia, ellibro ejernplar de Thales de Azevedo, Igreja e Esta do em tensdo e crise, Sao Paulo: Acica ,
I978.
'c Caramuru: En Bahia, mestizo de portugues e indio. En este contexto, [ id a lg o c ar am ur u esta
usado como una ironia, para sefialar el contraste entre la pretensi6n de nobleza de este «hidalgo de
pacotilla» y su condici6n de descendiente de indios. (N. del T.)
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ALFREDO BaSI
entre la defensa de los buenos negocios y la condena de los abusos esc1avistas que
eran el alma de esos mismos negocios. Es el sentimiento que oscila, en Uraguai, de
Basilio da Gama, entre la glorificaci6n de las armas coloniales, con Gomes Freire
de Andrade -instaurador del nuevo pacto entre las potencias de ultramar- a la
cabeza, y la poetizaci6n de los salvajes rebeldes, a fin de cuentas los iinicos seres
dignos de entonar el canto de la libertad.
La escritura colonial no es un todo uniforme: realiza no s6lo un gesto de saber
practice, affn a las duras exigencias del mercado occidental, sino tambien su con-
trapunto, donde se funden oscuros suefios de una humanidad naturaliter christia-
na y valores de libertad y equidad que el mismo ascenso de la burguesia estaba
lentisimamente gestando. Donde vislumbramos gestos contra-ideologicos descu-
brimos que el presente esta, 0bien bajo la mirada del pas ado, 0bien mirando, el
mismo, hacia un futuro ideal. En el primer caso, la mirada se irradia del culto; en
el segundo, de la cultura.
Los fantasmas de ese largo suefio intermitente randan las tiradas milenaristas de
Vieira, las descripciones idealizadas de los Siete Pueblos hechas por misioneras, las
figuras sufridas e indomables de los profetas del Aleijadinho y algUn «paisaje de fuga»
de los arcades de Minas Gerais. Como se ve, hay utopias y utopias, y s6lo el analisis
de cada contexto dira c6mo y contra que se forjaran, y a quienes se dirigian.
~Pero d6nde echa rakes esta rica fantasia si el suelo de la cultura colonial pare-
ce tail esteril? El fil6sofo napolitano Giambattista Vico interpretaba la fantasia de
los pueblos en terrninos de «memoria dilatada 0 compuesta»>", Cada generaci6n
revuelve libremente el pasado cormin hasta que este se formaliza en nuevos men-
sajes. La memoria extrae de una historia espiritual mas 0menos remota un sinrni-
mero de motivos e imagenes, pero, al hacerlo, son sus conflictos del aqui y ahora
los que la llevan a dar una buena forma allegado abierto y polivalente del culto y
de la cultura.
La Biblia defiende a los judios a traves de la boca mesianica de Vieira, la Biblia
defiende al mismo Vieira de los inquisidores, que invocan las sagradas escrituras
para abonar su acusaci6n ... y finalmente todos -rabinos, jesuitas y dominicanos-
son peritos en la exegesis de los libros. Los profetas Isaias, Daniel y Jeremias pro-
porcionan al misionero un verbo aspero para fustigar la codicia de los esclavistas
del Maranhao, y, sin embargo, es el envejecido argumento paulino de la obedien-
cia de los siervos a sus amos el que Vieira asume para negar a los esclavos refugia-
dos en el quilombo de Palmares la gracia de una politica de mediaci6n sobre la cual
27 Dice Vieo: «En los nifios la memoria es especialmente vigorosa, y por 10 tanto la fantasia -que
no es sino memoria dilatada0
compuesta- es vfvida hasta el exceso» (La scienza nueva, libroI,
sec-ci6n 2', sentencia L, Bari: Laterza, 1953- La edici6n sigue el texto de 1744. [Hay traducci6n al espafiol:Principias de una ciencia nueva sabre la naturaleza comun de las nacianes. Libro I: «Del estableci-
miento de los principios», tr., prologo y notas de Manuel Fuentes Berrot, Buenos Aires: Aguilar,
1959·])
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CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N 39
, abusos esclavistas que
e oscila, en Uraguai, deales, con Gomes Freire
cias de ultramar- a la
entas los iinicos seres
1 h bia consultado e1 rey. Del cofre de la memoria saca e1 gran abogado armas
o . ael esclavo 0 para el capital. EI pasado ayuda a engalanar las figuras del pre-pal a I I' . I .. Isente, pero es el presente e que e 1gevestir as ropas viejas 0 as nuevas.
.Extrafia religion, medio barroca, medio mercantil! Religion que acusa a los
ven~edores y despues entrega a los vencidos a su propia suerte. Religion que aban-
dona el verbo divino, fragil, indefenso, a las artimaiias de los poderosos, que extraen
de ello que les conviene.
El arte -sacro 0 profane- rehace la cara de la tradicion. Los santos rnortitica-
dos de las imagenes devotas producidas abundantemente poria Contrarreforma
iberica inspiran algunas figuras hieratic as de Congonhas do Campo, obra del
Aleijadinho maduro, en las que no Ialto quien vislumbrara la rebe1dia de los
mineiros"', sojuzgados pOI' el Reino de Portugal. En aquel mismo fin de siglo
Virgilio y Horacio salpicaban de flores silvestres el valle tropical del arroyo del
Carmo que nuestros arcades cantaban en su lira. Y en la escarpada Vila Rica lassombras caian largas de los montes baiiados de oro.
La fantasia es memoria dilatada 0 compuesta. Quien quiere entender la condi-
cion colonial interpelando los procesos simbolicos debe enfrentar la coexistencia
de una cultura al nivel del suelo, nacida y crecida entre las practicas del migrante
y delnativo, y otra cultura, que opone a la maquina de las rutin as presentes las
caras cambiantes del pasado y del futuro, miradas que se superponen 0 se con-
vierten unas en otras.
La censura que Vieira dirigia a los rigores de la esclavitud en los ingenios del
Nordeste se apoyaba en un discurso universalista de cadencias profeticas 0evan-
gelicas, resultando anacronico hablar, a esa altura, de principios liberales 0, menos
aiin, democraticos. EI mensaje cristiano de base, pOI' el cual todos los hombres son
llamados hijos del mismo Dios, y pOl' 1 0 tanto hermanos, se opone, en principio,a las pseudo-razones del particularismo colonial: este fabrica un lenguaje utilita-
rio, fatalista, en el lfrnite racist a, cuyos argumentos interesados vis ten el discurso
del opresor. 0 sea, las razones organicas de la conquista, que, con pocas variantes,
se repetirian a escala planetaria hasta la ultima fase del imperialisrno colonial, a
partir de fines del siglo XIX28.
Entre nosotros, las alabanzas a los dueiios de los ingenios, a los bandeirantes,
a los capitanes y gobernadores generales, en fin, a la Corona con su sequito de sir-
vientes y burocratas, son el argumento ordinario mas inagotable de las academias
bahianas de los Olvidados (Esquecidos) y de los Renacidos (Renascidos),ademas
de tema dilecto de los genealogistas de Sao Paulo y de Pernambuco, fuentes de
nuestra prosapia desde el siglo XVIII. Y son el motivo conductor de textos epic os
solo un gesto de saber
, sino tarnbien su con-
ad naturaliter christia-
de la burguesia estaba
tra-ideologicos descu-
do, 0 bien mirando, el
se irradia del culto; en
tiradas milenaristas de
as pOl' misioneros, las
algiin «paisaje de fuga»
opfas, y solo el analisis
nes se dirigian.
cultura colonial pare-
·rpretaba la fantasia de
»27. Cada genera cion
aliza en nuevos men-
os remota un sinmi-
ictos del aquf y ahora
olivalente del culto y
ca de Vieira, la Biblia
as sagradas escrituras
uitas y dominicanos-
~~iel y Jeremias pro-
icia de los esclavistas
aulino de la obedien-
1los esclavos refugia-
ediacion sobre la cual
r_Iotanto la fantasia -queenza nueva, libro I, sec-
lay.traduccion al espafiol:s,Libro I: «Del estableci-t, Buenos Aires: Aguilar,
".Habitantes de Minas Gerais. (N. del T.)28 «L'histoire nous montre tous les peuples superieurs en civilisation fondant des colonies, mus par
une force instinctive et parfois malgre eux- (Encyclopedic Larousse du XlX" siecle: «colonisation«).
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ALFREDO BOS]
redactados en distintos momentos: la Prosopopeia, de Bento Teixeira, simple imi-
tacion de Camoes ofrecida a Jorge de Albuquerque Coelho, benefactor de
Pernambuco, a comienzos de los Seiscientos; 0 valoroso Lucideno, de fray Manuel
Calado, que canta en prosa y verso las hazafias de joao Fernandes Vieira, el mag-
nate portugues dueiio de cinco activos ingenios y uno de los jefes de la resistencia
contra los holandeses del nordeste; el Caramuru, de fray Jose de Santa Rita Durao,
compuesto en honra del patriarca lusitano de BahIa, Diogo Alvares Correia; en
fin, Vila Rica, de Claudio Manuel da Costa, el poema que celebra el orden civil
impuesto al pueblo de Antonio Dias, en Minas Gerais. Los dos iiltimos pertene-
cen a la literatura neoclasica luso-brasilefia que fue leida, a veces abusivamente,
por nuestros romantic os del Segundo Imperio en busca de precursores para sunacionalismo oficial. Era una interpretacion equivocada: a pesar de sus alabanzas
al paisaje y a las tradiciones de la cronica provinciana, el epos del siglo XVIII toda-
via no se habia despegado de la situacion colonial. Su lado localista, bien visible en
Pernambuco despues de la expulsion de los holandeses y en la Sao Paulo posterior
a las bandeiras, tenfa que ver con la ideologfa autonobilizadora de los estratos
familiares que, en sus respectivas areas de influencia, llegadan a constituir la clase
dirigente del futuro Estado nacional.
Recapitulando: dos retoricas corrieron paralelas, aunque encontrandose a
veces, en las letras coloniales: la retorica humanista-cristiana y la de los intelectua-
les portavoces del sistema agromercantil. Sila primera acerca cultura y culto, uto-
pia y tradicion, la segunda enlaza firmemente la escritura a la eficiencia de la
maquina economic a, articulando cultura y colo.Confrontados rigidamenre, ellen-guaje humanista y ellenguaje de los intereses despiertan sentimientos de contra-
diccion; pero examinados de cerca, en la configuracion de cada contexto, dejan
entrever mas de una lInea cruzada.
VOX POPULI VS. Eros COLONIAL:
UN PARENTESIS CAMONIANO
Modern colonialism started with the fifteenth century voyages of the Portuguese
along the west coast ofAfrica, which in I498 brought Vascoda Gama to India.
International Encyclopedia of the Social Sciences,1968 , vol. 3: «Colonialism».
Ezra Pound afirmaba que los poetas son antenas. En un texto denso y com-
plejo como Os Lusiadas" es posible detectar los primeros signos de un contraste
" En espafiol, dos ediciones recientes de L os L us ia d as (Madrid: Catedra, 1993, Barcelona: Altaya,
1995) ofrecen, adernas de un considerable trabajo critico preliminar, la primera versi6n espanola deltexto de Camoes, realizada por Benito Caldera y aparecida en Alcala de Henares en 1580, posiblemen-
te en vida aun del propio Camoes.
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o Teixeira, simple imi-
:oelho, benefactor de
cideno, de fray Manuel
n~ndes Vieira, el mag-
)S jefes de la resistencia
,e de Santa Rita Durao
0 Alvares Correia; e~
celebra el orden civil
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a veces abusivamente
e precursores para s~
pesar de sus alabanzas'a s del siglo XVIII toda-
calista, bien visible en
Ia Sao Paulo posterior
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que encontrandose a
y la de los intelectua-
a cultura y culto, uto-
a a la eficiencia de la
os rigidamente, ellen-
ntimientos de contra-cada contexto, dejan
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eo da Gama to India.
ia of the Social Sciences8 , vol. 3: «Colonialism»:
III
texto denso y com-ignos de un contraste
ra, 1993 , Barcelona: Altaya,mera version espanola delenares en 1580, posiblemen-
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N41
ideol6gico
que preludia l.a dia~ectica de la colo~izac~6n. En el poe~a se ve~ifica
mas que una simple convlV~ncla de pc:ntos ~e VIsta diferentes <?amoes concibe la
empresa maritima y conqulstadora bajo el signo del desgarramlento. Obse~.ador
y participante, autor y actor, el poeta va construyendo la epopeya del VIaJe de
Vasco da Gama con diferentes materiales: en ella entran, con igual derecho, el
suefio premonitorio y el mito ejemplar, la memoria de las rutas y recorridos atlan-
rices y el drama contemporaneo, encarnados a veces en figuras hieratic as que hor-
dean la ironia.EI narrador supo dialectizar la sustancia epica del tema en el exacto momento
en que ella se elevaria al climax de la glorificaci6n. Pues era exactamente de gloria
que se trataba: gloria de don Manuel, gloria de Vasco da Gama, gloria de los heroes
de la navegaci6n africana, gloria de Portugal.Conviene seguir de cerca los pasos que conducen ala hora capital de la parti-
da hacia las Indias:EI discurso de Vasco da Gama al rey de Melinde comienza en el Canto Ill. A
esa altura, el capitan narra la historia de Portugal interpretada como una lucha
incesante, Y finalmente victoriosa, contra los moros y contra la nobleza de
Castilla. De ese comb ate de siglos emergi6 la Casa de Aviz, y el tema del Canto IV
es precisamente la alianza de la burguesia, llamada «pueblo», con don Juan I, que
haria posible la pol1tica de los descubrimientos,
que fue a buscar en la purpura Aurora
los limites que yo voy buscando ahora(IV,60).
Moviendose en la busqueda del climax, el poeta acelera el ritmo de la narraci6n
y abrevia el cicIo africano, enteramente volcado como esta hacia la apoteosis de
Gama. La tesis, que es ya la afirmaci6n del proyecto expansionista del Reino, se
presenta con la fuerza irresistible del mito. El rey don Manuel, «cuyo intento / fue
siempre acrecentar la tierra cara», no desvia un solo minuto el pensamiento «de la
obligaci6n que le legaran / sus antepasados»; no descansa el espiritu ni de dia ni de
noche, pues a la vigilia cuidadosa sobrevienen suefios perfectamente aleg6ricos,
«donde las imaginaciones son mas ciertas».
(Y con que suefia el Venturoso? «Morfeo en varias formas se le aparece».
Suefia que se eleva a una esfera altisima desde donde contempla otros mundos y
lejanas naciones. Ve que del Oriente extremo nacen dos fuentes, origen de rios
caudalosos. Se esboza aquila pintura de una tierra agreste, selvatica, todavia no
pis ada por pies humanos. Del medio de las aguas salen, a grandes pasos, dos vie-
jos, «de aspecto nistico pero venerable». Es admirable la belleza plastica de esta trans-
formaci6n: los hilos de agua son las barbas y los cabellos de los ancianos. El color
opaco de la piel indica que ambos vienen de regiones tropicales, y la cabeza corona-
da en ramas, asi como la gravedad del rostro, seiialan la condici6n de la realeza. Las
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42 ALFREDO BOSI
pa1abrasque dirigen a don Manuel decifran elmisterio de su identidad: son los rios
sagrados de Asia, el Ganges y e1Indo, fuentes que bajan de los cielos para ofrecer
ala soberania portuguesa sus «tributes grandes».
E1episodic suelda ideas caras a1vate: 1adistancia y 1aextrafieza de un mundo
hosti1, «que nunca habia inclinado 1acabeza», y 1apotencia fatal de 1aCorona por-
tuguesa a 1aque se rinden presurosamente, y hasta «con Impetu», 1anatura1eza y
los hombres de las tierras mas 1ejanas.
E1suefio de don Manuel debe ser un buen presagio, pues eso forma parte de 1a
economia ideologies de 1aepopeya. Es un suefio donde las imaginaciones mas cier-
tas son, frase que define caba1mente toda a1egoria en tanto figura resuelta en con-
ceptos y en e1esquema fina1istadel texto. Por 10demas, 1avinculacion del episodio
con el telos del poeta se verifica inmediatamente, no bien se disipan los fantasmas
de 1anoche. Don Manuel despierta y enseguida convoca a sus 1ea1esconsejeros
(siempre los hay para adivinar los deseos de los reyes) que 1edescifran obsequio-
sos «las figuras de 1avision». No hay, a partir de ese momento, ningun espacio
para las vacilaciones, pues, acto seguido, los sabios «determinan que 1a£lota se pre-
pare», y e1Venturoso pone en manos de Vasco da Gama 1aHavede 1aempresa.
A1ejadas las sombras del suefio, el relato corre agi1y a1egrehacia 1aescena de
1apartida, en 1aque deberian sonar todas las tromp etas y los clarines de 1amusa
camoniana. Seabre un espacio de fiesta, un «a1borozo noble», un «deleite juvenil»,
con soldados vestidos de muchos colores y los estandartes aereos £lameando a1
viento.
Sin embargo, si e1escenario se vue1vejubiloso, el clima emotivo que 10permea
es, para sorpresa de11ector epico, todo hecho de miedo y de pesar. La oracion
ritual de los navegantes hab1a de «preparar el alma para larnuerte». Se implora el
favor divino, pero 1a respuesta del cielo es incierta. E1 re1ato se dirige ahora al
mundo interior del heroe, hasta entonces solo conocido, monolfticamente, como
elJuerte Capitan empefiado en las glorias del Reina:
Te aseguro, oh, Rey, que si contemploComo fui de estas playas apartadoLleno mi peeho de duda y de reeeloQue apenas en mis ojos pongo elfreno
(IV, 87)
Can 1aaparicion de 1aduda y e1recelo ya estan dados los primeros pasos para
1apresentacion del momento antitetico del episodio. E1trabajo espiritua1 deVasco
da Gama no es, por 10demas, una expresion solitaria, sino que se ve acompafiado
por un verdadero cora de tragedia, el cora de los que se quedan: viejos, invalidos,
nifios y, principa1mente, mujeres, en las que 1anostalgia anticipada cede al lamen-
to, y e11amentoa 1arevuelta abierta. Los sentimientos de Gama coinciden can unaangustia co1ectiva bien concreta. Su duda y su recelo se funden con 1aduda y e1
recelo de todos los que no estan partiendo hacia 1a aventura de ultramar, pero
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su identidad: son los riosde los cielos para ofrecer
. extraiieza de un mundo
i~fatal de la Corona por-
impetu», la naturaleza y
LIeseso forma parte de la
; im a gin a cio ne s m a s c ie r-
o figura resuelta en con-
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se disipan los fantasmas
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~ento, ningiin espacio
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legre hacia la escena de
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y de pesar. La oraci6n
rnuerte». Se implora ellato se dirige ahora al
onoliticamente, como
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ue se ve acompaiiado
dan: viejos, invalidos
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na coinciden con una
den con la dud a y el
ra de ultramar, pero
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N 43
f -iran en carne propia sus consecuencias en la cotidianeidad de la vida portu-su 1 . heroi lenci d b biguesa. La indecisi6n, ras~o .antr- erOICOpor. exce encia, ~r~um a su jetivamente
al heroe y caracteriza Objetlvamente la ruta insegura del Vlaje.
En camino tan largo y tan dudoso
Perdidos la gente nos juzgaba,Las mujeres con un llanto piadoso,Los hombres con suspiros que exhalaban.Madres, Esposas, Hermanas, a las que el temeroso
Amor mas desanima, aumentaban
La desesperaci6n y el frio miedoDe no volvernos a ver en mucho tiempo.
Destaquese la clara oposici6n entre las certezas y los buenos augurios que elsueno de don Manuel habia despertado en los consejeros de la corte y el acento
puesto ahora en la palabra duda y en su adjetivo dudoso, que aparece en tres opor-
tunidades en el reducido contexto de cinco estrofas:
Lleno mi pecho de duda y de recelo( IV , 8 7)
En camino tan largo y tan dudoso(IV, 89)
~C6mo, por un camino tan dudoso ...?(IV, 91 )
Dudoso es la expresi6n interior del caracter incierto de todo viaje hecho a la
ventura.
Las mujeres aportan las inflexiones mas pateticas al cora de despedida. La voz
de las madres esta hecha del llanto luctuoso de quien teme la muerte del hijo en el
fondo del mar,
donde seas de los peces alimento
(IV, 90)
La voz de las esposas expresa la exigencia apasionada y bravfa que niega al
amado, en nombre del «nosotros», el derecho a partir:
~Por que vais a aventurar almar furioso
Esta vida que es mia y no vuestra?~C6mo, por un camino tan dudoso,
Olvidais la tan dulce afici6n nuestra?
~Nuestro amor, nuestro vano contento,
Quereis con las velas darlo alviento?(IV, 91 )
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44 ALFREDO BOSI
~Epico? ~Urico? ~Dramatico? Epico en la historicidad coral que sirve de telon
de fondo a la expresion de los sentimientos; epico este aventurarse al mar furioso,
epico este camino todo sombra y riesgo, epico este viento que lleva donde quiere
las velas portuguesas. Lfrica esta voz del eterno femenino, siempre dulcisima entrelas mas amargas quejas, de las cuales la mas desgarradora es la que se queja del
olvido: «~como [... olvidais la tan dulce aficion nuestra?» Lirico este amor, este
vano contento, intuicion de la fragilidad de un lazo que el mar puede deshacer en
un solo instante. En fin, dramatics la interpelacion de la mujer al hombre, interlo-
cutor mudo y escindido entre las opuestas pasiones del amor y de la gloria; dra-
matico el conflicto que se abre en el seno de las familias as! laceradas y se
profundiza entre los dos modos de concebir la existencia: el de los que parten y el
de los que permanecen. Epico-lirico-dramatico el texto entero, en verdad poetico,
sobrevolando las divisiones retoricas y relativizando el sentido de los grandes
generos que finalmente recubren modos multiples de decir las relaciones sociales
y abrigan en su interior los tonos mas variados de la rmisica afectiva.
El coro alcanza dimensiones cosmicas cuando los montes responden en eco alas voces de las mujeres, de los viejos y de los nifios,
Pero el anticlimax todavia no se ha producido. No basta elllanto colectivo: es
necesario que el poeta clasico nos ofrezca el discurso, elocuente y entero, y nos
diga la verdad por el encadenamiento implacable de las razones. A este logos, que
contradice las cronicas nacionales de viaje, Camoes .va a desenterrarlo del pasado,
de la historia portuguesa sepultada, de la historia del pueblo. Es el discurso delViejo del Restelo.
El Viejo, uno de los muchos que habian permanecido como meros espectado-
res en la playa, «entre la gente», pueblo en medio del pueblo, rechazara sin apela-
cion la empresa maritima en el preciso momenta en que las naves se lanzan almar"".
El discurso del Viejo destruye punto por punto y mina por dentro el fin orga-
nico de los Lusiadas, que es cantar la hazafia del capitan, el nombre de los Aviz, la
nobleza guerrera y la maquina mercantillusitana involucrada en el proyecto.
Nada quedara en pie. Al motivo noble de la fama, tan invocado en los textos
del Renacimiento, elViejo dara el nombre real de voluntad de poder:
29 <Por que es que el poeta eligio, como portavoz de los descontentos, a la figura de un anciano
anonimo del que no seconoce mas que la edad avanzada y el «aspecto venerable»? El peso de la expe-riencia fue sin duda un motivo fuerte, pero tambien peso otro factor,el dela rareza de esamisma expe-
riencia. Lo poco que sabemos de la cornposicion demografica de Portugal en la epoca autoriza aestirnar que la esperanza de vida no debena ir mas alla de los cuarenta alios. Vasco da Gama no tenia
treinta alios de edad cuando don Manuel Ieconfio el comando de la flota indica. Cabral tenia treinta
y dos alios cuando lIego a las costas brasilefias, Calculese la juventud de las tripulaciones. La senectudtraia un aura de sabidurfa poco cormin que, frente al arrojo de los jovenes navegantes, constituia elcontrapunto de prudencia y apego a la tierra.
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coral que sirve de tel6nturarse al mar furioso
que lleva donde quier~
iempre dulcfsima entre
Ies la que se queja del
Lirico este amor; este
mar puede deshacer en
jer al hombre, interlo-
or y de la gloria; dra-
ias asi laceradas y se
1de los que parten y el
ero, en verdad poetico
entido de los grande~
las relaciones sociales
a afectiva.
es responden en eco a
eillanto colectivo: es
uente y entero, y nos
nes, A este logos, que
enterrarlo del pas ado,
10. Es el discurso del
mo meros espectado-
, rechazara sin apela-as naves se lanzan al
or dentro el fin orga-
ombre de los Aviz, la
a en el proyecto.
vocado en los textos
e poder:
a la figura de un ancianoable»? EIpeso de la expe-
rareza de esa misma expe-al en la epoca autoriza ai.Vasco da Gama no tenia
dica. Cabral tenia treintaripulaciones. La senectud
inavegantes, constituia el
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N 45
.ot, gloria de mandar, vana codiciade esta jactancia que llamamos Fama!( IV , 9 5)
EI valor feudal de la honra, todavia plenamente vivo en los quinientos, sera
desmistificado como «falaz deleite, / que se aviva con el favor popular», soberbia
expresi6n de escarnio lanzada contra la demagogia de los poderosos que excitan el
fanatismo de la mas a para incorporarla a su politica de guerra:
Te Haman Fama y Gloria soberana,
Nombres que al pueblo nccio enganan(IV, 96)
El Viejo interpela sarcastico:
~A que nuevos desastres determinas
Llevar a estos Reinos y esta gente?~Que peligros, que muertes le destinas,
Debajo de algun nombre preeminente?
~Que promesas de reinos y de minas
De oro que le haras tan facilmente?
~Que famas le prometeras? ~Que historias?
~Que triunfos? ~Que palmas? ~Que victorias?'(IV , 9 7)
El viaje y todo su proposito aparecen como un desastre para la sociedad por-
tuguesa: el campo despoblado, la pobreza avergonzada 0 mendiga, los hombres
iitiles dispersos 0 muertos y, por todas partes, adulterios y horfandades. «AI olor
de esta canela / El reino se deshabita», habia dicho ya Sa de Miranda.
El cambio radical de perspectiva (que pasa de los ojos del capitan a los del Viejo
del Restelo) da la medida de la fuerza espiritual de un Camoes ideol6gico y con-tra-ideo16gico, contradictorio y vivo.
De la reprobaci6n pasa el Viejo ala maldici6n, ultimo clamor de la impotencia
del coraz6n que no se rinde. Condenara toda ambici6n que, desde la ruptura con
el estado de paz del Eden y la Edad de Oro, lanz6 al genero humano a las eras de
hierro del trabajo y de la lucha. Sobre las figuras miticas de Prometeo, Dedalo e
Icaro, heroes civilizadores del mundo griego, el Viejo hara incidir la misma luz
cruda que revela el orgullo y la hybris. Denunciara, en fin, la sustancia misma del
progreso y de la tecnica, como si toda aventura titanica precipitara fatalmente en
la ruina a sus emprendedores. La nave y el fuego, los grandes inventos de un pasa-
do remoto que harlan posible el exito del proyecto colonial moderno, son estig-
mas de un destino funesto:
jOh! jMaldito el primero que en el mundo,
Se hizo a la mar alzando velas en un lefiol
jDigno de eterno castigo en 1 0 Profundo
Si es justa la justa Ley que sigo y tengo!
[ . .]
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ALFREDO BOSI
Trajo el hijo de J<ipetodel Cielo
EI fuego que aloj6 en el pecho humano,
Fuego que encendi6 al mundo en armas,
En muertes, en deshonras (jgran engafiol)
jCu<intomejor habria sido, Prometeo,
Y para el mundo cuanto menos dafio,
Que tu estatua ilustre no tuviera
Fuegos de altos deseos que la movieran!
(IV, 102-3)
En el comienzo de la aventura maritima y colonizadora, su mayor escritor
organico se volveria una conciencia perpleja: «[Misera suerte! [Extrafia condi-
cion!» (IV, 104).
El momento negativo pasa rapido, sin embargo, al menos en la superficie de los
hechos. Las duras palabras del Viejo calan en el alma de los navegantes, pero es
necesano navegar:
Esas sentencias el honrado anciano
Estaba vociferando cuando abrimos
Las alas al sereno y sosegado
Viento, y del puerto amado partimos.
Y, como es ya en el mar acostumbrado,
Desplegando la vela el cielo herimos,
Diciendo «[Buen viaje!» Pronto el viento
Dio a los cascos elusual movimiento.
(v, r)
El suefio aleg6rico de don Manuel prepar6 tacticamente el viaje de los con-
quistadores: los rios sagrados de la India desembocaran en un mar dominado por
los portugueses. Los que quedan al margen, por su parte, reniegan llorando
la marcha brutal de las cosas y, a traves de la voz del Viejo, recuerdan los mitos de la
primera edad, cargando de negatividad a las figuras de los heroes que trajeron el
progreso material a los hombres. Pero la historia, en la que se enfrentan vencidos
y vencedores, sigue su curso, su «usual movimientosv',
30 En A l ite ra tu ra p or tu gu esa e a e xp an siio u ltr a m a rin a, Hernani Cidade se detiene en 1 0 que suges-
tivamente llama «las sombras del cuadro», EI autor considera varios momentos literarios e historicos
que expresan tristeza, angustia 0 incluso abierta indignacion por los males producidos por la empresade ultramar. Entre los «acordes de la gran elegfa» se encuentran trechos del C a nc io ne ir o g er al de
Garcia de Resende, de las Decadas de joao de Barros y del So ld ado p rdt ico de Diogo de Couto; mastarde la lacerante His t6r ia t rdg ico -mar it ima con su narracion de doce naufragios dada testimonio cabal
de los desastres portugueses en elAtlantico y en el indico. Ellado funesto de la aventura expansio-
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CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N 47
'a, su mayor escritor
.rte! [Extrafia condi-
PaR DEBAJO DEL UMBRAL DE LA ESCRITURA
EI Viejo del Restelo y la gente del pueblo que asistian a la partida de Vasco da
Gama serian probablemente, medio siglo despues, los migrantes desamparados
que demandarian tierra y trabajo en la Indi~, en Afric: y en Bra~il. Y sus voces ya
no encontrarian un poeta de la altura de LUISde Camoes para oirlas y traerlas a la
pagina impresa.
POl' debajo del umbral de la escritura ha vivido, desde el siglo XVI, una cultura
que se gest6 en el seno de un pueblo pobre y dominado. En un espacio de razas
cruzadas y poblaciones de divers os origenes, su lenguaje acab6 tambien mestizan-
dose, a tal punto que hoy raya el anacronismo hablar de cultura negra 0 de cultu-
ra indigena 0 incluso de cultura campesina en estado puro.
Al comienzo, naturalmente, el grado de distincion etnica era alto. Los cronis-
tas del primer siglo todavia presenciaron las ceremonias tupis de los habitantes de
la costa; Jean de Lery, Hans Staden y Fernao Cardim pueden informar por todos.
Y los ritos afro-bahianos que documentan los estudiosos del siglo XIX se remon-
tan ciertamente a siglos anteriores. Pero con el tiempo la simbiosis cablac la (luso-
indigena), mulata (luso-africana) 0 cafuza (afro-indigena) fue prevaleciendo en
todos los campos de la vida material y simbolica: en la comida, en la ropa, en la
casa, en el habla, en el canto, en el rezo, en la fiesta ... La aculturaci6n es, sin duda,
el tema por excelencia de la antropologia cultural.
Conviene hacer una primera precision conceptual en este terreno. Hay expre-
siones marcadamente primitivas 0arcaicas, es decir, formas de cultura material y
espiritual peculiares al hombre que siempre vivi6 por debajo del umbral de laescritura. Y hay e xp r es ia n e s d e f ra n te ra que se producen por el contacto de la vida
popular con los c6digos letrados introducidos a 1 0 largo de todo el proceso colo-
nizador. Una ceremonia de antropofagia entrevista por Hans Staden cuando estu-
vo prisionero de los tupinambas no es, evidentemente, de la misma estofa que la
escena de una guerra narrada en un auto sacramental escrito en tupf por Anchieta
y cantado y bailado por los mismos tupinambas, ya expuestos a la catequesis y,
eventualmente, aprendices del alfabeto latino. Otro par desparejo: un rito africa-
no de esclavos oido con horror, a comienzos del siglo XVIII, por Nuno Marques
Pereira, llamado por el calundu y exorcizado en su P er eg rin a d a Ame ric a, no es la
misma cosa que una procesi6n de entierro promovida por la Cofradia de Nuestra
Senora del Rosario de los Hombres N egros de Vila Rica pocos afios despues, Otro
ejemplo: una imagen de Exu (ser espiritual iorubano) 0 el dibujo geometrico tra-
zado por una tejedora guarani no es 1 0 mismo, evidentemente, que una imagen
en la superficie de los
inavegantes, pero es
el viaje de los con-
mar dominado por
, reniegan llorando
erdan los mitos de la
oes que trajeron el
enfrentan vencidos
detiene en 10 que suges-
os l iterarios e hist6ricos
ducidos por la empresa
:1 C a n cio ne ir o g er al de
e Diogo de Couto; mas
s darfa testimonio cabal
e la aventura expansio-
nista era bien conocido por Cam6es: perjurios, saqueos, matanzas (que Ilegaron a incluir tentaciones
de antropofagia por parte de naufragos portugueses Iamelicos ... ), estupros, fugas, suicidios. En suma:
abundante material para componer una antiepopeya de la colonizaci6n.
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ALFREDO BOSI
sacra forjada a imitacion del arte devoto portugues por algun escultor mulato de
capilla de ingenio. Por ultimo: un ponto (canto ritual para invocar a los espfritus)
cantado en elcandornble nag8
(culto afro-brasilefio) de Salvador no es la letania ala Virgen entonada por los cofrades de la Hermandad de Sao Jose dos Homens
Pardos en algiin pueblo enclavado en las montafias de Minas Gerais.
Son todas, sin embargo, creaciones que pueden, con igual derecho, ser llama-
das populares, independientemente de su raiz etnica 0de sus filiaciones remotas,
incluso porque origen no es determinacion. Lo cierto es que el hombre pobre y
dominado fue elportador, cuando no el agente directo, de esas expresiones, tanto
las primitivas como las de frontera, tanto las puras como las mixtas, tanto las
prohibidas como las toleradas 0 estimuladas; y todas elIas son, desde el punto de
vista antropologico, equivalentes. Es el objeto del analisis formal discernir los
componentes (llamados en general rasgos) de estilo que entran en cada rito, narra-
cion 0 figura; y es el trabajo de la interpretacion historico-social recoger los signi-
ficados y los valores que organizan esas creaciones simbolicas.
De la mayor parte de las expresiones de la cultura no letrada se podra decir que
son un complejo de formas significantes cuyo sentido cormin es el culto, la devo-
cion. Son instituciones regladas de modo tal que la comunidad puedaactualizar en
sf el sentimiento de la propia existencia y de la propia identidad.
Todo 1 0 que es necesario necesariamente retorna.
La repeticion de las formulas, la re-iteracion de los ritmos, el trazado abstrac-
to del dibujo indfgena, la expresividad fija y retenida en la mascara africana, los
rituales en todas partes celosamente identicos a sfmismos, la precisa coordinaci6n
de las voces y los movimientos de cada uno de los participantes en el cora y en la
danza: todo refleja una intencion de conjurar, a traves de unas pocas poderosas
formulas, la temida y adorada trascendencia (de los muertos, de los dioses, del
otro) que tiene en sus manos el destino de la persona y del grupo.A medida, sin embargo, que el proceso de aculturacion va recibiendo nuevos
estimulos de la metropoli colonizadora, se desprende del fondo religiose-popular
cormin una voluntad de estilo ya afectada por la cultura erudita. El barroco minei-
ro del Setecientos se estiliza y aligera en comparacion con la arquitectura religiosa
bahiana del siglo anterior, gracias a una verdadera recolonizacion urbana que cama-
das y camadas de portugueses promovieron en la zona del oro recien descubierto.
Las formaciones artisticas de Minas aparecen como tardias 0 desfasadas cuando se
las confronta linealmente con la historia de los estilos europeos correspondientes;
sin embargo, no se trataba de un arte de simples imitadores ni de una cultura tras-
plantada y epigonal, sino de una alianza original de nuevas necesidades internas de
expresion con modelos todavia prestigiosos venidos de Portugal y de Italia.
En ese arte de frontera, los afectos vividos en la cotidianeidad colonial, la venera-cion, el miedo, el amor...se traducen mediante una economia de formas venidas de
espacios y tiempos distantes, pero no por eso menos diictilesy capaces de componer
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n escultor mulato de
vocar a los espiritus)
dor no es la letania a
10 Jose dos Homens
Gerais.
1derecho, ser llama-
filiaciones remotas
el hombre pobre ;
s expresiones, tanto
as mixtas, tanto las
, desde e1punto de
formal discernir los
1en cada rito, narra-al recoger los signi-
. .
ase podra decir que
es e l cul to, la devo-
puedaactualizar en
d.
el trazado abstrac-
ascara africana, los
ecisa coordinacion
s en e1COl'OY en la
s pocas poderosas
, de los dioses, del
pO.
recibiendo nuevos
o religioso-popular
. El barroco minei-
quitectura re1igiosa
1urbana que cama-
ecien descubierto.
~sfasadascuando se
• correspondientes;
Ie una cultura tras-
idades internas de
1y de Italia.
colonial, la venera-
formas venidas de
oaces de componer
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N 49
. , nes fuertes y coherentes. La sensibilidad del mestizo en una ciudad colonialImage . .en el arte portugues de los slglos. ~VII y XVIII alcan~an en las flgu~a~ del
~leijadinho una sintesis en la ~ue mamflestame~te ~s.el estilo alto el que ~l:l~e la
uesta. Pero no interesa aqui hacer la suma antmetica de los factores estilisticos
~ ~ ; l t oe culto, tanto de popular); interesa determinar en cada caso la perspectiva
y el sentido de las formas.
La relacion de fuerzas se invierte cuando se toman como ejemplos imagenes
sacras anonimas, cantos y danzas de Carnaval callejero, himnos de procesion 0
narrativas del romancero iberico transmitidas oralmente. En todos estos casos de
frontera es la inspiracion colonial popular la que trabajo, a su modo, contenidos
de raiz remotamente europea Y letrada.
UNA LETANiA POPULAR EN EL GRAN sxo PAULO
Recuerdo, a proposito, una ceremonia religiosa a la que asisti en la noche de
San Antonio de 1975 en e 1 curso de una fiesta en honor de ese santo patrono.
La capillita, que todavia esta alli, se yergue a unos cien metros de la carretera
Raposo Tavares, en aquel trecho del camino que sube desde Vargem Grande. 0,
con mayor precision, queda en la Vila Camargo, en los fondos de la casa de Nha-
Leonor. Ni ellugar ni los empleos de los habitantes perrniten hablar de barrio
rural. Alli nadie planta para comer 0 vender, todos trabajan en la ciudad 0 en las
construcciones de los alrededores. Son desde hace muchos afios asalariados y con-
sumidores del supermercado y de los programas de television.
Nha-Leonor of red a entonces un asado: todos los afios mandaba matar un
buey para cumplir una promesa que le habia hecho al santo. Alrededor de las diez
llego el capellan, que no es, como se sabe, un sacerdote (la duefia de casa ya se
habia peleado, hacia tiempo, con los curas irlandeses de Cotia, demasiado moder-
nos para su gusto), sino, en este caso, un gordo cincuenton de tez rosada y ojitos
sonrientes que venia de Sao Roque acompafiado pOl' dos muchachos mas una
mujer negra, delgada, de media edad.
El capellan se ubico con sus acolitos alrededor de un pequefio altar azullleno
de estrellas de purpurina y dio comienzo a la plegaria rezando un rosario alto y
fuerte. Los fie1es, casi todos mulatos descalzos y oliendo a pinga (aguardiante de
cafia), y algunas mujeres, no tan mal vestidas como los hombres, respondian en e l
mismo tono y altura. Todo se desarrollaba de modo agradable y simple, hasta que,
recitadas las cinco decenas de Ave Marias y sus Padre Nuestros, llego el momen-
to del remate con el canto de Salve Reina. El capellan cornenzo a entonar enton-
ces el himno a la Virgen, en latin (<<SalveRegina, mater misericordiae ...») , y, 1 0 que
me llamo la atencion, fue seguido inmediatamente y sin ningun titubeo por los
presentes. Despues vino 1 0 asombroso, para mi: el rezo, rambien cantado, de toda
la extensa letania de Nuestra Senora, tambien en latin. Yo miraba y no terminaba
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50 ALFREDO BaSI
de creer: aquellos hombres humildes a quienes yo vela trabajar sin descanso como
peones en las obras en construcci6n del barrio estaban ahora allf acriollando pre-
ciosamente la poesia medieval del responsorio:
«Especo justicas (Speculum justitiae: espejo de justicia) - ora pro nobis
«Sedi sapienca- (Sedes sapientae: sede de la sabidurfa) - ora pro nobis
«Rosa mistia- (Rosa mistica: rosa mistica) - ora pro nobis
«Demus aura" (Domus aurea: casa de oro) - ora pro nobis
[ . .]
Espejo de justicia, sede de la sabiduria, rosa mistica, casa de oro, estrella de la
manana, arca de la alianza, refugio de los pecadores, consuelo de los afligidos,
reina de los angeles, reina de los profetas, rein a de la paz ... Todos los atributos con
los que la piedad viene honrando desde hace siglos la figura materna de Maria fue-
ron cantados en la voz grave del capellan; despues, en la primera voz de la negra
alta que parecia improvisar la melodia con giros de moda de viola (canci6n rural a
dos voces con acompanamiento de viola) y gestos al mismo tiempo compuestos y
arrebatados por la adoraci6n, y en la segunda voz de los j6venes y de todos los fie-
les en un cora de impresionante belleza.
Cuando sali de la capilla pregunte al oficiante de la plegaria quien le habia ense-
fiado el oficio. Me respondi6 que su padre, tambien capellan en las chacras de
Sorocaba y Ara~ariguama. La noche estaba helada, la luna alta, pero cerca de ahi
los pesados camiones de carga chirriaban todavia sobre el asfalto.
~Que pensar de esta fusi6n de latin linirgico medieval puesto en verso y rmisi-
ca de viola campesina, y de su resistencia a la acci6n pertinaz de la Iglesia cat6lica
que, desde el Vaticano II,decret6 el uso exclusivo del vernaculo como idioma pro-
pio para to do tipo de celebraci6n?
En verdad, la presencia de aquel capellan singularmente anacr6nico ya decia
mucho sobre la autonomia del culto popular frente a la jerarquia oficial. La vieja
sintesis de practicas [uso-coloniales y cultura nistica parece mantener su dinarnis-mo interior en las ceremonias de aquellos campesinos al final de cuentas ya bastan-
te urbanizados en terminos de economia y de vida cotidiana. Ellos oponen una
resistencia pasiva a las innovaciones del centro eclesiastico que, en el caso brasile-
no, se ha volcado hacia un lenguaje pastoral politizado y, en las decadas de los 70y
los 80, muy cercano a los discursos de la oposici6n al regimen dominante.
La devoci6n, mas tal vez que otras esferas de la vida en sociedad, propicia feno-
menos de persistencia simb6lica que, en algunos momentos criticos de reacci6n a
la prepotencia del Estado modernizador, tom6la forma de una obstinada re-arcai-
zaci6n de la comunidad entera. Fue el caso de ciertos movimientos al mismo tiern-
po regresivos y profeticos, tradicionalistas y rebeldes, como Canudos y el
Contestado, de caracter milenarista".
31 Recuerdo aqui tres obras ejemplares: 0 messianismo no Brasil e no mundo, de Maria Isaura
Pereira de Queiroz (Sao Paulo: Dominus, 1965); Messianismo e conflito social,de Mauricio Vinhas de
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'abajar sin descanso
thora alli acriollando pre-
a) - o ra p ro n ob is
- ora pro nobis
obis
obis
asa de oro, estrella de la
nsuelo de los afligidos
. Todos los atributos co~
a materna de Maria fue-
prin:era voz de la negra
de uiola (canci6n rural ao tiempo compuestos y
venes y de todos los fie-
aria quien Ie habia ense-
ellan en las chacras de
a alta, pero cerca de ahf
asfalto.
uesto en verso y rmisi-
az de la Iglesia cat6lica
culo como idioma pro-
te anacr6nico ya deciararquia oficiaI. La vieja
e mantener su dinamis-
al de cuentas ya bastan-
ana. Ellos oponen una
que, en el caso brasile-
1las decadas de los 70 y
en dominante.
ociedad, propicia fen6-
S criticos de reacci6n a
na obstinada re-arcai-
ientos al mismo tiem-
como Canudos y el
10 rnundo, de Maria Isauraial, de Mauricio Vinhas de
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N
Todo Ileva a creer que,. en estos c~ces de la ~ultura letrada envolve~te y ~ano
envuelta, la situaC16n de las areas colo males presenta esa coexistencia de
mos: los proyectos mas agresivos del capitalismo occidental se implantan enextre '. . .medio de modos de vida annguos y, en esta 0 aquella medida, resistentes. Que esa
> xistencia de 1 0 arcaico con 1 0 modernizador no es una paradoja coyuntural,
~~: un fen6meno recurrente en la historia de la colonizaci6n, es una hip6tesis que
solo nuevas investigaciones de campo y de texto podran confirmar.
Si pudieramos practicar en la historia popular un corte sincr6nico de los
momentos en los que la colonizaci6n retoma su impulse, observariamos campos
de fuerza en los que 10 nuevo interrumpe 0 desagrega 10 antiguo y 10 primitive. 0
en que 1 0 antiguo adapta, sin mayores traumas, algunos rasgos modernos donde-
quiera que la cultura tradicional haya dejado rakes y conserve todavia condicio-
nes para sobrevivir.
La sugerencia te6rica realizada pOI' Oswaldo Elias Xidieh, uno de los mas agu-
dos estudiosos de nuestro folclore, es esta: donde hay pueblo, es decir, donde hay
vida popular razonablemente articulada y estable (Simone Weil diria: arraigada),
habra siempre una cultura tradicional, tanto material como simbolica, con un
minimo de espontaneidad, coherencia y sentimiento, si no conciencia, de su iden-
tidad. Esa cultura, basicamente oral, absorbe, a su 'modo y dentro de sus Ifrnites,
nociones y valores de otras franjas de la sociedad, sea pOI' medio de la Iglesia y del
Estado (desde los tiempos coloniales), sea por medio de la escuela, de la propa-
ganda, de las multiples agencias de la industria cultural; pero, actuando asi, no se
destruye definitivamente, como temen los nostalgicos y anhelan los moderniza-
dores: apenas deja que algunas cosas y algunos simbolos cambien de apariencia"',
No hay duda de que, en los traumas sociales y en las migraciones forzadas, los
sujetos de la cultura popular sufren conmociones materiales y espirituales graves,y no consiguen mantenerse a flote sino aferrandose a la tabla de salvaci6n de cier-
tos engranajes econ6micos dominantes. Tal supervivencia no da, ni podria dar,
Queiroz (2· ed., Sao Paulo: Atica, 1977),y Os e rra nte s d o n ov o se cu lo , de Duglas Teixeira Monteiro
(SaoPaulo: Duas Cidades, 1976).Por detras de todas ellas, Os sertiies de Euclides da Cunha, de 1902
[tr, esp: Lo s s e rt on e s, tr. Benjamin de Garay, Buenos Aires: Claridad, 1942,Madrid: Fundamentos, 1981
y Caracas: Ayacucho, 1980,esta ultima con prologo, notas y cronologia deWalnice Nogueira Galvao].
J' O. E. XIDIEH, Na r ra ti ua s p ia s p op ul a re s (1967)y S em a na sa nta c ab oc la (1972),ambas publicacio-
n~s.del Insti tuto de Estudos Brasileiros de la Universidad de Sao Paulo. «Cultura Popular», diceXidieh, «esun fenorneno que se determina historicamente, pero cuya fecha de instauracion solo puede
establecerse, sociologica y antropo16gicamente, mediante la constatacion de situaciones en las quenuevos y viejos modelos socioculturales de vida entran en conflicto. Cuando la historia 'habla', el
hecho ya fue consumado [...] Ahora, 10que queremos subrayar esque lacultura popular, no siendo yalacultura primitiva, perpenia sin embargo, por herencia 0 por descubrimiento, muchos de sus rasgos
y patrones: la tradicion, la a n a lo gi a , la c on sid er ac i6 n d e l os h ec ho s d e l a n a tu ra le za , la a c ti tu d md gi c«
a nte e l m un do , el s en ti do d e l a r ep eti ci 6n . Pero un proverbio popular expresa tarnbien su dinamica: 'De
hora en hora Dios mejora', e indica su posibilidad de renovaci6n y de rcelaboracior» (<<Cuiturapopu-lap>,texto incluido en elfolleto de la F eira N a cio na l d a C ul tu ra P op ul ar, Sao Paulo: Sese, 1976,p. 14)·
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Volviendo al problema del cruce de culturas que la colonizaci6n instaura: no
siempre es facil determinar precisamente que es culto y que es popular en las for-mas simbolicas de frontera.
En las piezas an6nimas de la imagineria sacra, el modelo remoto puede ser de
origen g6tico tardio, 0 barroco iberico, pero el corte de los rostros, que define el
alma de las imageries, crea una expresividad intensa, reconcentrada y fija, casi
como la de una mascara, que descubre un modo arcaico-popular de esculpir el ser
del hombre en el lefio 0 en la terracota. Son palabras de Leonardo da Vinci:«Aprende con los mudos el secreta de los gestos expresivos»,
En la btisqueda de constantes formales no basta con verificar que el principio
de la redundancia parece connatural al arte del pueblo. Rasgos, lineas, colores,
pasos de danza, ritmos, frases mel6dicas, ecos, versos enteros 0 estribillos, moti-
vos de apertura, de encadenamiento 0 de cierre retornan, de hecho, en la mayoria
de las creaciones populares. Cuando recorremos las modas (canciones populares)
y trovas (poemas cantados) recogidas por Silvio Romero en los Cantos populares
52 ALFREDO BOSI
resultados felices en terminos de creaci6n cultural, pues es conducida a ciegas por
los caminos de explotaci6n del sistema. El migrante que llega a una ciudad 0 a una
tierra ajena esun hombre mutilado, un ser reducido a su estado de pura privaci6n.
La figura de Fabiano, el vaquero pobre y rudo de Vidas secas, no es un mito lite-
rario inventado por Graciliano Ramos. Su conducta oscilara entre el mas humilla-
do conformismo e impulsos de violencia... hasta que un dia ciertas condiciones de
empleo, de vecindad 0 de grupo familiar puedan reconstituir ese tejido de signos
y de practicas que se llama vida popular. Para el, toda situacion de alivio 0mejora
parecera obra de la fortuna. Y casi siempre el tejedor buscado para urdir los hilos
de la suerte sera, una vez mas, el culto, las «sectas», como se dice hoy para designarlas varias iglesias de cufio pentecostal y milenarista que se multiplicaron rapida-
mente a partir de los afios 60. Quien viva en los barrios pobres de los alrededores
de Sao Paulo, de Rio de Janeiro, de Buenos Aires 0 de Lima vera los resultados de
esa condicion peculiar del migrante, que no es ya folcl6rica pero tampoco esta
todavia totalmente absorbida por la industria cultural que ofrece infinitamente
mas que 1 0 que el pueblo puede consumir. El capitalismo siempre desarraig6 por
un lado y reutilize por el otro (y solo en la estricta medida de su interes) la fuer-
za de trabajo del hombre que emigra de las zonas tradicionales 0 marginales. ~Y
de d6nde puede este hombre sacar energias para vivir, aunque mas no sea de tanto
en tanto, un poco por encima del frio suelo de la necesidad? En la mayor parte de
los casos, solo de esa alma del mundo sin alma que moldeo la creencia y el rito, la
palabra y el canto; la oracion y eltrance, y que solo la devoci6n comunitaria alcan-za a expresar.
EL SENTIDO DE LAS FORMAS EN EL ARTE POPULAR
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onducida a ciegas
la una ciudad 0 a una
do de pura privaci6n.
S, no es un mito lite-
entre el mas humilla-
iertas condiciones de
ese tejido de signos
n de alivio 0 mejora
o para urdir los hilos
ice hoy para designar
ultiplicaron rapida-
es de los alrededores
era los resultados de
pero tampoco esta
ofrece infinitamente
mpre desarraig6 por
e su interes) la fuer-
les 0 marginales. ~y
mas no sea de tanto
n la mayor parte de
1creencia y el rito, la
illcomunitaria alcan-
izacion instaura: no
spopular en las for-
emoto puede ser de
ostros, que define el
centrada y fija, casi
ar de esculpir el ser
Leonardo da Vinci:
car que el principio
gOS, lineas, colores ,0 estribillos, moti-
echo, en la mayoria
anciones populares)
os Canto s p opul a re s
CULTURA BRASILENA. UNA DlALECTICA DE LA COLONIZACI6N5 3
B o i l y por Amadeu Amaral en las Tradir;;oespopulares, nos sorprende la evi-
denc~:5del ritornello. La tent~ci6n ~e cita.r es irresistible. Un ej.e~plo, entre tan:os,
de rima que se recita como Juego infantil en el nordeste braslleno desde corrnen-
zos del siglo XIX:
Amanhii e domingo,Pe de cachimbo,Galo monteiro
Pisou na areia;A areia e finaQue da no sino;o sino e de ouro
Que da no besouro;o besouro e de prataQue da na mata;A mata e valenteQue da no tenente;
o tenente e mofinoQue da no menino;
Menino e valenteQue da em toda gente33 • I
La recurrencia, que se afirma a traves del sonido (d om in go -c ac himbo ; mon te i-
ro-areia), rige, a partir del primer distico, toda la poesia, en la que se entremezclan
la rima y elleixa-pren medieval «deja-toma»: forma poetica caracterizada por la
repetici6n de la misma palabra 0 de la misma f6rmula en el ultimo verso de una
estrofa y el primero de la siguiente). El sonido y el sentido se dan la mano enmutua ayuda, hasta que sobreviene la imagen coral donde el mas pequefiito -e1
nifio-, por ser valiente, golpea a toda la gente, cerrando el circulo abierto por 10
mas fino -la arena-, que golpeaba en la campana. La necesidad de la repetici6n es
tan fuerte que el significado general termina acogiendo cadenas internas arbitrarias
(campana que golpea al abejorro, mata valiente ...) para que el retorno sonoro y
sintactico se mantenga firme.Como es bien sabido, procesos iterativos tienen lugar rambien en el arte culto,
si bien ve1adamente, en la medida en que el vector ideo16gico modernizante, pues-
to en movimiento por la revoluci6n romantica, resalt6 los valores de originalidad
de un «yo» creador liberado de esquemas formales cerrados. El analisis se detiene,
a veces, en este paso: ver en e1 texto 10 que es recurrente, 10 que no 10 es, 10 que es
33 [Manana es domingo / Pie de candelabro, / El gallo del monte / Camino en la arena; / La arena
es fina / Y golpea en la campana; / La campana es de oro / Y golpea al abejorro; / El abejorro es de
plata / Y golpea lamata; / La mata esvaliente / Y golpea al teniente; / El teniente esmohino / Y gol-pea al nino; / El nino es valiente / Y golpea a toda la gente.] En Silvio Romero, Fo lc lo r e b ras il ei ro .
C an to s po pul ares d o B ra sil, 3" ed., Belo Horizonte / Sao Paulo: Itatiaia / Edusp, 1985, p. 294· Ver el
comentario de [oao Ribeiro en 0 folclore, XXVII.
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54 ALFREDO BOSI
simetrico, 10 que es asirnetrico, etc. Cabe a la interpretacion buscar el sentidotural del movimiento expresivo, diciendo de que percepci6n parte y hacia
valores se inclina el artista cuando retoma un rasgo 0 una palabra.
El fundamento social de la repeticion puede ser el des eo de mantener un
de comunitario alrededor de afectos e ideas compartidos. En este caso, su base psi,
co16gica es la memoria, que registra mejor to do 10 que se dispone de modo
simetrico 0, por 10 menos, recurrente.
Reparese en la constancia de la representaci6n del Born Je su s en la religiosidad
luso-brasilefia, El Born Jes u s es y no es un ser humano como todos nosotros. Su
imagen esculpida tiene siempre +tratese del de la villa de Iguape, del de Pirapora 0
del de Perdoes- un corte austero, y en todas sus variantes el caracter hieratico y
frontal se mantiene severamente. Pero en ese porte sagrado, propio de un Dios, la
pasi6n imprimio las facciones del EcceHomo. Brazos caidos, manos atadas, cabe-za herida por las espinas, las cinco llagas, los ojos hundidos: la criatura entregada
ala Furia del destino. El cetro, llamado en Brasil la Ca na Verde (Cafia Verde: de
ahi que algunos 10 llamen Born Jesus da Ca na Verde), es el simbolo de una reale-
za degradada hasta el escarnio.
Reproducir siempre 10 mismo, el mismo cuerpo y las mismas facciones, es obe-
decer aqui a una necesidad interna de percepcion social. El Born Jesus , la humani-
dad que perdona porque es divina, la divinidad que padece porque es hurnana, el
Born Jes u s debe aparecer siempre igual a sf mismo, ala mana que 10 esculpe y al
creyente que va despues a fijar los ojos en el y a venerarlo.
Las variaciones de material (un dfa madera, otro dia yeso, 0 papel impreso
como tarjeta postal), de tamafio 0 de terminacion reflejan diferencias de epoca y
de medios tecnicos, pero en nada alteran la imagen, que se repite en nombre de su
identidad religiosa. Es la identidad la que exige la reiteraci6n, en un primer
momento, y no al reyes. En las paulist inhas (estatuillas de barro cocido) hechas en
Sao Paulo desde el siglo XVIII, los santos son reconocidos por ciertos caracteres u
objetos infaltables: San Bento, porIa barba oscura y por la serpiente que rodea su
tunica; Santa Gertrudes, por el coraz6n de Jesus cavado en el pecho; San Jose, por
las botas, ellibro y ellirio; San Gonzalo de Amarante por la viola 0 ellibro; San
Antonio, por el habito franciscano y el Nino en brazos ..,3 4
La repeticion de ciertos componentes refuerza la finalidad expresiva de base.
Basta a veces la reaparici6n de una sola marca para identificar a la divinidad: es e l
caso de un Xango" de Pernambuco que Lufs Saia reconoci6 bajo la apariencia del
Nino Jesus sobre cuyo abdomen los devotos del candomble habian pintado una
franja roja. El signo, motivado aunque no figurativo, expresivo pero abstracto,
34Ver Im ag en s re lig io sa s de S ao P au lo , de Eduardo Etzel, Sao Paulo: Melhoramentos, 1971.
" .O r ix ci - espfritu ligado alrayo y alfuego, asimilado a diversos santos cat6licos. (N. del T.)
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BRASILENA. UNA DlALECTICA DE LA COLONIZACI6N
~pretaci6n bus car el
e percepci6n parteo 0 una pa1abra. y
r el deseo de rnamid ener
rn os, En este caso 10 0, su
que se dispone de
del Born jesus en 1a
ano como todosl 1 a de Iguape d 1duu~:otr,"o(. ' e e
an antes el caracter
sagrado, propio de unos 'dC~l os, manos atadas
undldos: 1a criatura '
Cana Verde (Cana Verde'), es e l sfmbo10 d .
e una
sfmbolo Y a medias fndice, decia a los fieles que aquella
""no···--t·o·~d-osa vieran asi, era Xang83 5 • La identidad sagrada estaba
a uel iinico rasgo distintivo, el color rojo, que nunca falta cuan-
~ntidad. Lo que vuelve significa, y solo vuelve porque significa.
plasticas altas, del Renacimien:o a los neo.clasicos, tambien huyen de
la indistincion. Pero los cammos del artista son otros. Lo que hace
aClldemico es ocuparse de la rerminacion, la rifinitura del material hasta
pasos, diferenciando y puliendo las Iineas de superficie a fin de obte-
a individualizacion en el conjunto y en cada detalle. El marmol debe
con ductilidad al realismo de los pliegues que vuelven iconicas hasta las.ftl}(JI'JI!J,'''' vtlrh~!!de lo s vcstidos ... Es verdad que la artesania urbana europea tambien se com-
•••• LA ell ese virtuosismo de la minucia (recuerdo algunos pesebres napolitanos del
de los que hay un soberbio ejemplar en el Museo de Arte Sacro en Sao
pew debe convenirse que, en este caso, se trataba ya de una sutil penetra-
del manierismo y del barroco -es decir, del arte erudito- en la imaginerfa
semipopular, siempre mas cercana, en Italia, a las tecnicas practicadas por
~Irtistacuito.
Co fundamental, a esta altura, es retener el caracter dual del arte no letrado en
nuestra condicion colonial: por un lado, cierta rigidez casi esquematica de la com-
posiei6ngeneral, por 10 que muchos analistas hablan de abstracci6n arcaica versus
figurativismo 0 realismo del artist a urbano culto; por el otro, y al mismo tiempo,
una expresividad que es antes ontologica que psicologica, Rigidez y expresividad
hacen de la imagen sacra anonima un objeto misterioso, un enigma en el que 10
tosco y 10solemne presentan el mismo rostro.
Formalmente, 10hieratico lleva a reproducir y a conservar posturas y lineas. Loque es solemne no puede, por naturaleza, variar: tiende a la buena forma, a la
Gestalt, que se perpeuia, Asf es para toda expresion que llega a ser tipica, alta 0
baja, sublime 0 grotesca.
Dentro de este molde interno, considerablemente amplio y diictil, y que trae
en S I las potencialidades de todo el arte, pues funde 10 abstracto con 10 expresivo,
la cultura popular esta generosamente abierta a multiples influencias y sugeren-
cias, sin prejuicios de color, clase 0 nacion, Y, 10 que es rico en consecuencias, sin
prejuicios de tiempo. La cultura del pueblo es localista por fatalidad ecologic a,
pero en su dialectics humilde es virtualmente universal: no rechaza nada por prin-
cipio, todo 10 asimila y 1 0 rehace por necesidad. Las cbegancas y los congas, dan-
zas festivas populares con las que, des de el siglo XVIII hast a nuestros dias, se
representan las luchas entre cristianos y moros bajo la egida de Carlomagno y desus pares, son ejemplos notorios de sincronia popular. En cuanto a la imagine ria
'lasm' f. 1 usmas acciones es ob
a . E1 Bam jesus, 1ahuman~~
padece porque es h1a umana, e1
Imano que 10 escu1pe y a1
rar o.
dfa yeso 0 1 .l' .' pape lmpresoelan dlferencias de e'
. poca ye s~ repIte en nombre dre t " e su1 eraClOn en u .db' n primere arro cocido) h h
1os' ec as enpor Clertos caracteres u
r 1aserpiente que rodea su
en e1pecho' San J ', ose, porpor 1aviola 0 e11ibro' S:... 34 ' an
a1idad expresiva d b'f easen .l~ar ~ 1a divinidad: es ei
C~ ~a}o 1a apariencia del
le hahfan pintado' una
-xpreSlVO pero abstracto ,
: Melhoramentos I, 971.
tos cat6licos. (N. del 1 : )3\ Luis SAIA, E sc ul tu ra p op ul a r b ra s il ei ra , Sao Paulo: Gaveta, 1944.
5 5
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ALFREDO BOSI
sacra, analisis estilisticos mas detenidos revelan rasgos bizantinos, g6ticos y barro-
cos en piezas devotas paulistas del siglo XIX36 .
Es justamente este sincretismo democratico 10 que les falt6 a veces a los estilos
consumados de la cultura erudita, sobre todo cuando se codificaron en el interior
de insrituciones cerradas y auto-reproductoras. Mucho de 10 que parece invaria-
ble en el arte popular, y por esa raz6n es calificado de tfpico, es apenas fidelidad
vivida subjetivamente como buena forma; mientras que, en la educaci6n academi-
ca, hubo durante muchas gneraciones un tipo de reiteraci6n coercitiva que termi-
n6 en la imitacion por la imitacion, en la etichetta (piccola etica ...), 0 sea, en la
f6rmula repetida tan s6lo por ser social y politicamente prestigiosa. Una cosa es
vivir espontanea y fervorosamente la propia tradici6n; otra es exhibirla de mane-
ra afectada, pedante, snob. S. nob.: sine nobilitate, expresi6n que se aplicaba, en los
antiguos colegios ingleses, a los nombres de los alumnos de hidalguia sospechosa.
En cuanto a la expresividad: en el arte arcaico-popular suele ser totalizante; en
el arte cultista tendia a multiplicar los pormenores que se ostentaban por si mis-
mos, complaciendose el artista en el exceso de la copia frente al modelo.
Corresponde entonces preguntar: ~que ocurre en la imagineria sacra an6nima
cuando algtin detalle anat6mico se presenta aislado 0 agigantado? Este vale como
una figura en la que la parte habla del todo. Es 10 que se da en los ex votos que pue-
den encontrarse a los pies de los cruceros nordestinos y que fueron sutilmente
estudiados por Luis Saiaen la obra citada: manos y pies de tamafio ampliado y tra-
tados plasticamente con mayor cuidado remiten a la gracia de la cura alcanzada.
Noes la parte que se muestra a si misma, manieristamente; es la salud del hombre
entero que se agradece y se representa. El esquema de base sigue siendo el de la
expresividad del todo.Los ex votos depositados a los pies de los cruzeiros de acontecido (cruces ergui-
das en sitios donde se produjeron muertes tragicas) son, al mismo tiempo, objeto
de promesas hechas a santos cat6licos y esculturas de antiquisimo aspecto africano.
Y desafian al interprete a enfrentar el problema de la convivencia de los tiempos.
El arte popular brasilefio, en estado de aculturaci6n colonial, ha vivido por 10
menos dos tiempos: el de la catequesis y el de la religiosidad negra. La catequesis
es s6lo tradicionalista, entre tarde-medieval y barroca, pero el rito afro es mani-
fiestamente arcaico. El catolicismo ha intercambiado signos con los grandes esti-
los artisticos de la historia occidental, de la que es parte efectiva: de ahi su
tendencia a deslizarse de 10 puramente aleg6rico hacia 10 figurativo realista y, bajo
el influjo del Renacimiento, a admitir canones de perspectivas y representaci6n
clasica, Pero el arte ritual bantu 0sudanes llegado de la mana del esclavo no sufri6ese proceso de actualizaci6n estilistica, sino que sigui6 siendo simbolico y animista.
)6 Ver Etzel. Ibidem.
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zantinos, g6ticos y barro-
s falt6 a veces a los estilos
codificaron en el interior
de 10 que parece invaria-
ipico, es apenas fidelidad
en la educaci6n academ],
6n coercitiva que termi-
iola etica ...), 0 sea, en la
prestigiosa. Una cosa es
:ra es exhibirla de mane-
n que se aplicaba, en los
de hidalguia sospechosa.
suele ser totalizante; en
~ostentaban por si mis-
te al modelo.
aginerfa sacra an6nima
antado? Este vale como
en los ex votos que pue-
que fueron sutilmente
tarnafio ampliado y tra-
a de la cura alcanzada.
es la salud del hombre
Ie sigue siendo el de la
ontecido (cruces ergui-
rnismo tiempo, objeto
sirno aspecto africano.
encia de los tiempos.
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) el rito afro es rnani-
con los grandes esti-
efectiva: de ahi su
rativo realista y, bajo
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del esclavo no sufri6
simb61ico y animista.
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N
De cierta manera, la aculturaci6n colonial consigui6 fundir las dos vertientes en el
modelado del objeto sagrado popular: dio forma al ethos catolico de la promesa,
inherente al ex voto, con el corte arcaico de la mascara africana.
Si la catequesis de nuestro pueblo no fue propiamente una ilusi6n, como la
defini6 Nina Rodriguesv, si fue, ciertamente, parcial, debiendo acomodarse a un
complejo religioso mas difuso y arcaico que el catolicismo oficiaL El ejemplo del
ex voto vale como muestra de cultura de frontera entre los dos universos, pudien-
do ser caracterizado tambien en terminos de aculturaci6n formal, en la expresi6n
de Roger Bastide, 0 incluso de reinterpretaci6n de una cultura por otra, siguiendo
el camino te6rico abierto por Herskovits.
L os PROFETAS Y EL CALUNDU
Manteniendo inalterados algunos esquemas tradicionales, el arte que vive por
debajo del umbral de la escritura parece sobrevivir fuera de la Historia 0, por 10
menos, fuera del ritmo de la historia ideo16gica de la Europa Occidental que, a su
vez, se refleja con nitidez en la vida mental de las clases dominantes de la Colonia.
En verdad, existe una cierta porosidad, en la cultura de frontera, en relaci6n
con formas simbolicas de otros tiempos, incluso lejanos; 10 que indica una desi-
gual calidad de conciencia hist6rica, es decir, la presencia de una sincronia amplia
y sagaz que busca su bien donde este se encuentra. «Los profetas del Aleijadinho
no son barrocos», exclam6 Giuseppe Ungaretti despues de volver a verlos en un
viaje que hizo a Minas Gerais en 1968 en compafiia del fot6grafo Sergio Frederico.«Son bfblicos», Como no existe una estatuaria biblica, 10 que el ojo de aguila del
poeta vio fue la expresi6n en piedra de una religiosidad mas solemne, coral y, al
mismo tiempo, mas intrepida y libre que 10 que permitian los modelos manieris-
tas de la escultura de los Setecientos.
El pleno reconocimiento del arte colonial brasilefio s610 se hizo posible con el
comienzo de la crisis del gusto acadernico burgues al final de la belle epoque38• En
su afan por redescubrir el Brasil, el modernismo, profundamente escindido entre
10primordial y 10nuevo, redimi6 al barroco de Minas Gerais de la mirada desde-
nasa que Ie habia dirigido hasta entonces el criterio neoclasico, transplantado por
37Nina RODRIGUES, «Ilusoes da catequese», en R ev ista d o B ra sil , 1896; y Os a fr ic a no s n o B ra s il , 5 "ed., Sao Paulo: Nacional, 1977 (escr ito en 1916).
38El primer ensayo de analisis artistico e interpretaci6n social de la obra del Aleijadinho se debe a
Mario de Andrade, ,,0 Aleijadinho» (1928), incorporado mas tarde a A sp ec to s d as a rte s p ld stic as n o
Brasi l [hay traducci6n alespafiol: "El Aleijadinho», en O bra escogid a. N ovela - cuento - en sa yo _ e pis-
t?lario, tr .: Santiago Kovadloff , Caracas: Ayacucho, 1979]. La perspectiva de Mario de Andrade valo-
nza el expresionismo plastico y la condici6n mulata del escultor.
57
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ALFREDO BaSI
la Mision Artistica Francesa en 1816 . Este criterio, y los meritos de esta mision,
ce1ebrados en estos terrninos par su entusiasta historiador:
Las instituciones, sentimientos y pensamientos coloniales, apoyados en el barro_
co, en el jesuitico, en el plateresco y en el churrigueresco, fueron sustituidos por
sentimientos y acciones neoclasicos, Esto en la arquitectura.
En la pintura, 1 0 antiguo, la mitologfa y la historia sustituyeron la obra casi exclu-
sivamente sacra de los «santeiros» (santeros), pinto res de santos de la Colonia y
del ultimo Virreinato ",
Observese en la aparicion, dos veces, de la idea de sustituci6n operada aqui por
la nueva escuela traida por don Joao VI. De 10 barroco religioso y popular (los san-
teiros) par 10 neoclasico laico y modernizante. Y, como se sabe, mucho de nuestra
arquitectura civil, principalmente en el Rio de Janeiro decimononico, se confor-
marfa a este ultimo patron. A partir de la Regencia, y mas acentuadamente a 1 0
largo del Segundo Reinado, tambien nuestra pintura Hamada nacional se enmarca-
ria en las reglas del academicismo frances. Goncalves de Magalhaes, el rom.intico
arrepentido, y Araujo Porto Alegre habian sido discipulos directos de Debret. No
sorprende, por 10 tanto, que un regionalista romantico, nacido y criado en Ouro
Preto, Bernardo Guimaraes, haya tenido palabras de absoluta incornprension este-
tica, mezcladas sin embargo con el asombro por e1 vigor excepcional del
Aleijadinho, para los profetas de Congonhas do Campo.
Es sabido que estas estatuas son obras de un escultor manco 0mutilado" (aleija-
do: de ahi «Aleijadinho», N. del T.) de la mana derecha, a qui en, para que pudie-
ra trabajar, debfan atarle al pufio los instrumentos.
Por eso, sin duda, la ejecuci6n artistica esta muy lejos de la perfecci6n. No es
necesario ser profesional para reconocer en estas obras la incorrecci6n de las lineas,la poca armenia y la falta de proporci6n de ciertas formas. Cabezas mal con tor-
neadas, proporciones mal guardadas, cuerpos demasiado pesados y bajos, y
muchos otros defectos capitales y de detalle estan revelando que esos profetas son
hijos de un cincel tosco e ignorante. Sin embargo, las actitudes en general son
caracterfsticas, imponentes y majestuosas, los montajes estan dispuestos con arte,
y a veces el cincel del rudo escultor supo imprimir a las fisionomias una expresion
digna de los profetas.
El sublime Isaias, el terrible y sombrio Habacuc y el melanc6lico Jeremias son
especialmente notables por la belleza y solemnidad de la expresi6n y de la actitud,
Si no se las encara con la mirada minuciosa y escrutadora del artista, esas figuras
no dejan de causar, a primera vista, una fuerte impresi6n de respeto e incluso de
asombro. Parece como si estas estatuas fueran copias to seas e incorrectas de bellos
39Morales de los Rios, citado por Afonso Taunay, en A rnissdo a rt is ti ca d e I8I6, Rio de Janeiro: MEC,
1956 , p. 5I .
'f Aleijado: de ahi, «Aleijadinho». (N. del T.)
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BRASILENA. UNA D1ALECTICA DE LA COLONIZACr6N 59
los meritos de estatoriador:
s ~oloniales, apoyados en el
ngueresco, fueron ow""".-.1 .
, arquitectura.
'ria sustituyeron la ob .. ra cas!)llltores de santos de la
romantica del narrador Bernardo Guirnaraes no podria
precisamente en la expresividad :?tali~ante: el sublime, el
las actitudes en general, expreston digna de los profetas,
de actitud, fuerte impresi6n de respeto y asornbro, Pero, al
10que el criterio de la acad~mia rechazaba er~ el tratamiento plas-
garantizaba aquella misma fuerza expreSlva: era el gesto crea-
podia (ni precisaba) asumirJa ~~oporci6n anat6mi~a, la perspectiva de
el virtuosismo del detalle mimetico, la dulce armoma de las curvas aca-
porque su l6gica poetica reclamaba otras formas simbolicas y
de ejecuci6n final. El comentario de la ultima frase, que presume la
'T1!0IlH~;n.~;'"de «bellos modelos de arte» de los que las estatuas sedan «copias toscas
da la medida de la distorsi6n estetica de una mirada endurecida por
neoclasica.
parece, aqui, estructural. El criterio erudito que esta en juego
una historia propia, que se hunde en las luchas culturales de la matriz euro-
se trata de la oposici6n entre las luces, con sus patrones neoclasicos, y el
barroco, devoto y semipopular, visto sumariamente como un
it ser superado. El espiritu de esa lucha, cuando penetra en la ideologia de la
dominante en el pais colonizado, se manifiesta bajo la forma de juicios ter-
sobre los otros estratos culturales, no s610 los puramente populares, sino
los que se expresan en la frontera entre 10 iletrado y 10 culto, El elitismo
volveria, asi, un componente inerradicable del proceso ideo16gico latinoameri-
en la medida en que las ideas generales de evoluci6n, progreso y civilizaci6n
no se adecuaban a los valores de la democracia social y cultural.
E I gusto oficial del siglo XIX y de comienzos del siglo xx separ6, por fuerza de
la propia division de trabajo y de poder, los valores del colonizador y los del colo-
nizado, convertidos en no-valores, Asi, el colonizado vivi6 siempre ambiguamen-
te su propio universo simbolico, romandolo como positivo (en si) y negativo (para
e l otro y para si misrno como introyecci6n del otro),
Uno de los prop6sitos de este ensayo es sugerir que la escision cultural que
acornpafia al proceso de modernizaci6n de las elites conoci6 otras formas, aparen-
ternente mas duras, en el interior de la situacion colonial.
Es notorio el hecho de que los primeros jesuitas demonizaron, de plano, las
practicas religiosas tupis, aunque hicieron una excepci6n con el nombre de Tupa,
e sustituci6n operad
;0 religioso y popula: (los
'~o se sabe, mucho de
aro decimon6nico, se
1, y mas acentuadamente
Hamada nacional se~sde Magalhaes el '-UIJllar('o.
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absoluta incomprensi6n
Ir e l vigor excepcionalIpO.
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las fISlOnomias una expresi6n
· el melanc6lico Jeremias son
Ie la expresi6n y de la actitud.
:a~~ra del artista, esas figuras
esron de respeto e incluso de
toscas e incorrectas de hellos
'ica de I8I6, RIO de Janeiro: MEC,40 En 0 seminarista, «novela brasi lefia- public ada en 1872. Para la cri tica de este pasaje, lease el articu-
lo de Lourival Gomes Machado, «Muito longe da perfeicao», en B a rr ac o m in eir o, Sao Paulo:
Pcrspectiva, 1978 .
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60 ALFREDO BOSI
aribtrariamente asimilado al Dios biblico. Con los ritos africanos la actitud derechazo fue atin mas radical.
Leyendo la aiegoria barroca de Nuno Marques Pereira, el Compendia narrati-
vo do Peregrine daAmerica, aparecido en 1718, encuentro un episodio que muestra
como la diferencia religiosa se resolvia en practicas de puro y simple exorcismo.
El peregrino se hospeda en la casa del generoso duefio de un ingenio azucare-
roo De noche, sin embargo, no consigue pegar un ojo con el ruido que hacen lo sesclavos en sus danzas religiosas. He aquf 1 0 que ocurre:
Me pregunto como hahia pas ado la noche. A 1 0 que respondf: «Muy comodo,
pero desvelado, porque no pude dormir en toda la noche», Atentamente, me pre-
gunto enseguida cual habfa sido la causa. Le respondf que la misma se habia ori-
ginado en el ruido de los tambores, panderetas, canzas , cantaros y castanuelas,
sumados a unos alaridos tan horribles que me habfan hecho pensar en la confu-
sion del infierno [ ...] «Y aquf debo hacerle un reproche (le dije). Pues, senor, que
cosa es Calundusi» «Son unos festejos, 0 adivinanzas (me dijo el hombre), que
estos negros dicen practicar en sus tierras, y que cuando estrin juntos usan tam-
I bien aca para saber divers as cos as, como el origen de las enfermedades, y para ad i-
vinar donde estan ciertas cosas que han perdido; y rambien para tener suerte en
sus salidas de caza, 0 en sus cultivos, y para otras cosas.
La explicacion del fazendeiro -en verdad, una buena leccion de antropologfa-
capta en terminos simples las funciones integradoras del rito que se transplanto de
Africa y se mantuvo en las condiciones adversas de laplantacion y de la senzala" .
.Pero el peregrino no se convence ni se rinde; al contrario, condena la tolerancia de
su anfitrion al punto de Hamarlo excomulgado, designacion que extiende a los
esclavos por crimen contra elprimer mandamiento, pecado de idolatria y culto deldiablo, exactamente como habia hecho, una generacion antes, elpoeta Gregorio deMatos en su juicio sobre las costumbres afro-bahianas:
Que de quilombos que tenho
com mestres superlatives,
nos quais se ensina de noite
os calundus e feticos!
[. ..]o que sei e que em tais dancas
Satanas anda metido,
e que so tal padre-rnestre
pode ensinar tais delfrios,
[Cuantos quilombos existen
con maestros preeminentes
donde se ensefia de noche
calundtis y hechiceria!
[ . .]Lo que se es que en tales danzas
Satanas anda rnetido,
y que s610 ese sacerdote
puede ensefiar tales delirios.
4' Segun Pierre VERGER, el termino candomb!e s610habria sido adoptado en e l Brasil a partir decomienzos del siglo XIX, 0, mas precisamente, desde r826. «Antes de esa fecha, en todo elBrasil, elter-
mino mas cormin para las practicas religiosas colectivas de origen africano parece haber sido Calundu,
una expresi6n angolana. Otro termino corriente es batuque, pero aqui se confunden los rituales reli-giosos y las diversiones seculares», (N oticia s da B ah ia - I8S0, Salvador: Corrupio, r985, p. 227)
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BRASILEN-A UNA DlALECTlCA DE LA COLONIZACr6NCULfURA .
61
afrieanos I aYf¥.O!J~lX~-SC a Bahia por seu bastante
confessando que as culpas,
increpam, nao sao suas,
simdos viciosos moradores
em si alberga»).
(<<Bahiae queja a traves de su legftimo
procurador, declarando que las culpasque seIeimputan no son suyas,
sino de los viciosos habitantes
que acoge».)
el Compendia
n e~isodio que
Y sImple
e un ingenio
el ruido queinquisitorial peregrino pasa de las palabras a la aeei6n. Manda a Hamar
de los Calundus», probablemente el «babalao», jefe espiritual de
//~~i~ji;'IJil$ceremonias de adivinaei6n, le pregunta que es 1 0 que haee y le da una lee-
curiosa etimologia para probar el caracter demoniaeo de sus artes:
n de antropologfa_e se transplant6 de
n y de la senza la4I•ena la tolerancia de
que extiende a lo s
dolatrfa y eulto del
poeta Greg6rio de
"Decidme, hijo (que mejor seria llamaros padre de la maldad), decidme que eosa
cs cl Calundus» EI cual con gran repugnancia y verguenza me dijo: que era una
costumbre de sus tierras, con la que practieaban sus fiestas, festejos y adivinaeio-
nes. «<No sabeis (le dije yo) que quiere deeir esta palabra, Calandus, en portu-
gucs?» Dfjome el negro que no. «Pues yo os quiero expliear (le dije yo), por la
ctimologia del nombre, que signifiea. Explicado en portugues, y latin, es 10
siguicnte: que se callan los dos. Cala duo. (Sabeis quienes son estos dos que se
callan? Sois vos, y el diablo. Calla el diablo, y callais vos el gran peeado que come-
teis, por el pacto que habeis heeho con el diablo; y 10 estais ensefiando a los demas,
haciendolos pecar, para llevarlos al Infierno cuando mueran, por 10 que aca hicie-
ron con VOS»42.
Aterrados todos -el anfitri6n, el saeerdote y los esclavos-, mando el peregrino que
sten
tes
e
( ... ) trajeran todos los instrumentos con los que se practicaban aquellas diab61icas
celebracioncs. Lo que hieieron de inmediato, llevandosc todo al patio donde solia
realizarse el culto; y en el medio de eI se hizo una gran fogata, y allf se tirarontodos esos instrumentos. Entonees senti la mayor impresion, debido al horrendo
hedor y a las detonaeiones que producfan los tambores, cantaros, canzas", casta-
fiuelas y eascabeles. EI humo era tan negro que no habfa quien 10 soportara, y
habiendo estado el dia claro hasta ese momento, el cielo se cerr6 de inmediato con
una neblina tan oscura que parecia que se acercaba la neche. Sin embargo, yo, que
eonfiaba plenamente en la Divina Majestad, le rece el Credo; e inmediatamente
una fresca brisa marina 10 disipo to do por completo.
danzas
s.
.,N.B. EI canzd era un instrumento primitive hecho en general con una cafiade bambu sobre la
que sc frotaba un palillo, 1 0 que produda un sonido semejante al de una matraca. De los cdntaros,
hechos de arcilla cocida y vitrificada, se extraia un sonido vivo y alegre frotando sobre ellos una lIave()una moneda [segun Camara Cascudo],
42 Nuno MARQUES PEREIRA (Bahia, 1652 - Lisboa, 1731) , Compendia narrativo do Peregrino daAmerica. Em que se tratan vdrios discursos espirituais, e morais, com muitas adoertencias e documen-
los co~tra os abusos que se acham introduzido pela malicia diab6lica no Estado do Brasil (Compendionarranvo del peregrino de America. Donde se tratan varios discursos espiri tuales, y morales, con
~uchas advertencias y documentos contra los abusos que han sido introducidos por lamalicia diab6-licaen elEstado del Brasil), 6 " ed., Rfo de Janeiro: Academia Brasileira de Letras, 1939, vol. I, p. 123.
el Brasil a partir dedo el Brasil, el rer-aber sido Calundu
en lo s rituales reli~
985, p. 227)
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ALFREDO BOSI
Viene despues una larga narraci6n repleta de otros casos de comercio con eldemonio por medio de idolatrfas 0 de actos libidinosos en la practice de los cua-
les muchas almas se perdieron para siempre.
Lo que sobresale en este episodic del P er eg rin a d e Amer ic a esla lucha sin cuar-
tel de la religi6n oficial contra los rites de origen africano; lucha que culmina en
un verdadero auto de fe de los instrumentos sagrados de los cautivos. Y es digno
de notarse el recurso final del peregrino para disipar la nube fetida que cubri6 la
luz del dia: recite el Credo exactamente como quien lanza contra el adversario una
f6rmula de magia, «e inmediatamente una fresca brisa marina 10 disip6 todo por
completo».En la aculturaci6n colonial no es raro que el protagonista mas moderno haga
retroceder el propio ethos a estadios arcanos.
Si buscamos extraer un significado cormin y mas general de los desencuentros
apuntados, captaremos la dialectica de un complejo formado por tiempos sociales
distintos, cuya simultaneidad es estructural, pues es estructuralla co-presencia de
dominadores y dominados, y porque es estructural su contradicci6n. El ojo dei
colonizador no perdon6, 0 apenas toler6, la constituci6n de 10 diferente y su
supervivencia. La rigidez ortodoxa sellada por el Concilio de Trento detestaba las
danzas y los cantos afro-brasilenos. Mas tarde, el gusto academico de matriz fran-
cesa despreciarfa la modalidad arcaico-popular del barroco mineiro aiin supervi-
viente en la arquitectura religiosa del siglo XIX. Siempre una cultura (0 un culto)
se vale de su posici6n dominante para juzgar la cultura 0 el culto del otro. La colo-
nizaci6n retard a, tambien en el mundo de los simbolos, la democratizaci6n.
Fue necesario esperar hasta el primer cuarto del siglo XX, cuando las puntas de
lanza de la inteligencia europea, en un momenta de fuerte autocrftica del imperia-lismo occidental, repensaron el arte popular, el estilo barroco americano y las cul-
turas africanas, para que las formaciones simb6licas del hombre colonizado
recibieran una mirada de simpatia. La antropologfa anti-racista de Franz Boas, que
llega al Brasil a traves de Gilberto Freyre, las vanguardias parisinas de las artes
plasticas -incluyendo la valorizaci6n del a r t n eg re - y poco despues la relectura de
los barrocos realizada por la estilistica alemana y espanola: he ahi algunas vertien-
tes criticas, diferentes entre sf, que contribuyeron a despertar un sentimiento
nuevo en las elites intelectuales de America Latina. Un sentimiento que, aunque
pudiera confundirse en algunos aspectos con el nacionalismo, que estaba entonces
a la orden del dia en los paises ex coloniales, en realidad trascendia ese marco de
ideologia militante en la medida en que sevolvia en direcci6n a las potencialidades
universales del arte y de la religi6n. De ahi la convergencia feliz de cosmopolitis-mo y arraigo en las manifestaciones de vanguardia de esos afios de renacimiento
latinoamericano y afro-antillano.
A
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cha sin cuar,e culmina en
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Anchieta
o las flechas opuestas de 1 0 sagrado
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poliris-
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La poesia deJose de Anchieta, inmersa como esta en la devoci6n cat6lica,
corre el riesgode ser leida como un todo bomogeneo.
Examinada de cerca,sin embargo, revela diferencias internas
de forma y de sentido en las que vale lapena profundizar.
ALEGORtA Y CATEQUESIS
CUANDO ESCRIBtA PARA LOS NATIVOS, 0para colonos que ya entendian la
lengua general de la costa, el misionero adoptaba casi siempre el idioma
rupf, EI trabajo de aculturacion lingiiistica es, en esos textos, la marca
profunda de una situacion historicamente original. EI poeta busca, en el interior
de los c6digos tupis, crear una forma poetica muy proxima a las medidas tro-
vadorescas en sus variantes populares ibericas: con versos en redondilla forja
cuartetas y quintillas en las que se arma un juego de rimas ora alternadas, ora
opuestas.
Redondillas, quintillas, consonancias finales: estamos en el corazon de los usosmetricos de la peninsula, ahora transplantados a un publico y una cultura tan dis-tintos.
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Jande, rubete, Iesu,
Jande rekobe meengara,
oimomboreausukani,Jande amotareymbara,
(jesus, nuestro verdadero Padre,
Senor de nuestra existencia, aniquil6
A nuestro enemigo)',
ALFREDO BaSI
Las palabras son tupis (con excepcion de Iesu), tupi es la sintaxis; pero el ritmo
del periodo, con sus acentos y pausas, no es indfgena: es portugues, El ritmo, pero
no la musicalidad, pues el encadenamiento de los sonidos proviene del tupi,
Aculturar tam bien es sinonimo de traducir.
El proyecto de transponer allenguaje del indio el mensaje catolico demandaba
un esfuerzo de penetracion en el imaginario del otro, y este fue el empefio del pri-
mer apostol. En el pasaje de una esfera simbolica a otra Anchieta encontro obsta-
culos a veces insuperables. ~Como decir a los tupis, por ejemplo, la palabra
pecado, si ellos carecian incluso de su nocion, al menos en el registro que esta habfa
asumido a 1 0 largo de la Edad Media europea? Anchieta, en este y en otros casosextremos, prefiere injertar el vocablo portugues en el tronco del idioma nativo; 1 0
mismo hace, y con razones mas fuertes, con la palabra misa y con la invocacion a
la Virgen Marfa:
Ejorf, Santa Maria,
Xe anama rausubal
(jVen, Santa Marfa,
protectora de los mfos!)
Tales casos son, sin embargo, atipicos, Lo mas cormin es la biisqueda de algu-
na homologfa entre las dos lenguas, con resultados de valor desigual:
Obispo es Pai-guafu, es decir, hechicero mayor. Nuestra Senora a veces aparece
bajo el nombre de Tupansy, madre de Tupa. El reino de Dios es Tupdretama, tie-
rra de Tupa, Iglesia, coherentemente, es tupdole«, casa de Tupa, Alma es anga, que
designa tanto una sombra cualquiera como el espiritu de los antepasados.
Demonio es anhanga, espfritu errante y peligroso. Para la figura biblico-cristiana
del angel, Anchieta acufia el vocablo karaibebe, profeta volador ...
La nueva representacion de 1 0 sagrado asi producida ya no era ni la teologia
cristiana ni la creencia tupi, sino una tercera esfera simbolica, una especie de mito-
logia paralela que solo la situacion colonial habfa hecho posible.
Comenzando por la arbitraria ecuacion entre Tupa y el Dios judeo-cristiano,
todo el sistema de correspondencias asi ere ado operaba por atajos inciertos. Tupa
era el nombre, tal vez onomatopeyico, de una fuerza cosmica identificada con e l
trueno, fenomeno celeste que se habria producido por vez primera con el estallido
IJoseph DE ANCHIETA S.J., Poesias.Manuscrito do seculo XVI, em portugues, castelhano, latim e
tupi, transcripci6n, traducci6n y notas de Maria de Lourdes de Paula Martins, Sao Paulo: Comissaodo IV Centenario, 1954 , p. 556 .
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ero Padre,:ncia, aniquil6
sintaxis; pero e 1 ritmo
'tugues, EI ritmo, pero
oviene del tupf,
ie cat6lico demandabafu.eel empeiio del pri-
i eta encontr6 obsta-
· ejemplo, la palabraegistro que esta habra
este y en otros casos
del idioma nativo; 1 0
V con la invocaci6n a
a busqueda de algu-
esigual:
iora a veces aparece
es Tupare t ama , tie-
·Alma es anga , que
e los antepasados.
Ira biblico-cristiana
)r...
o era ni la teologia
a especie de mito-
e.
os judeo-cristiano· . . 'l O S lllClertos. Tupa
Identificada con el
era con e l estallido
es, c aste lh an o, l atim e
Sao Paulo: Comissao
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N
de la cabeza de un personaje mitico, Mafra-Mona", De cualquier manera, ~que
podria significar, para la n:ente de .los tu?is, fundir el nombre de Tupa con la
ooci6n de un Dios uno Ytnno, al nusmo uempo el Todopoderoso y el vulnerable
Hijo del Hombre de los Evange1ios?
La paradoja cristiana aparece patente en versos como estos:
Pitanginamo ereik6,
Tupanamo eik6bo be.
CEresun nino pequefio,
Aunque un Dios tambien),
Aqui la homologia con Tupa se revela cabalmente inadecuada. Un problema
semejante plantea la palabra que el poeta invent6 para traducir en sus autos sacra-
mentales, como ya se dijo, la noci6n de angel. Karaibebe se presta ados interpre-
taciones divers as: Kara t es tanto el hombre blanco (hasta hoy en el Paraguay kara t
sirve como tratamiento respetuoso, y quiere decir senor) cuanto el profeta-cantor
guarani, la sant idad que va de tribu en tribu anunciando la Tierra sin Mal. ~Pero
en que pensarian los indios acoplando kara t a la idea de vuelo expresada en bebe?
~En sus propios chamanes n6mades y videntes, pero ahora dotados de alas, 0 en
portugueses alados? En el Auto de Sa o Sebastiio Anchieta se maravilla con la fan-
rasia de un reino de angeles: k ar aib eb e r up a pe !
La aculturaci6n catolico-tupi se caracteriz6 por soluciones extraiias, cuando no
violentas. El circulo sagrado de los indigenas pierde la unidad fuertemente articu-
lada que mantenia en el estado tribal y se reparte, bajo la acci6n de la catequesis,
en zonas opuestas e inconciliables. Por un lado, el Mal, el reino de Anhanga, que
asume el estatuto de un amenazador Anti-Dios, tal como el Demonio hipertrofia-do de las fantasias medievales. Por otro lado, el reino del Bien, donde Tupa se
inviste de virtudes creadoras y salvificas, en abierta contradicci6n con el mito ori-
ginal, que le atribuia precisamente los poderes aniquiladores del rayo.
Anchieta narra este caso de conversi6n de un indio viejisimo (<<quecreo que
pasa de los ciento treinta afios»), habitante de la aide a de Itanhaem:
2Vease lareconstrucci6n de las creencias tupi-guarani lIevada a cabo por Helene Clastres, en Terra
sem m al (SaoPaulo: Brasiliense, 1978. [Hay versi6n castellana: L a tie rra sin m al , tr. Viviana Ackerman,Bs. As., Del sol- De aqui a la vuelta, 1990]). Hasta el momento no hay acuerdo entre los antropolo-
gos sobre el grado de pertinencia de la ecuaci6n Dios=Tupa, que es parcialmente admitida por H.
Clastres, cuyo eje de interpretaci6n gira alrededor de las creencias apocalipticas de los guaranies (de
donde resulta la importancia dada a lafigura destructora de 'Iupa), pero que estenida por arbitraria eimaginada por los jesuitas segtin las lecturas de Alfred Metraux, Egon Schaden y Le6n Cadogan.Segun eljuicio de Curt Nimuendaju, que convivi6 Intimamente con los fiandeva-guarani a comienzos
del siglo xx, la analogia entre Tupa y el Dios creador cristiano es un producto de la «fantasia de losmisioneros» que no encuentra respaldo en los relatos recogidos por elmismo. Resulta imprescindible
consultar suA s lenda s da cria cdo do m undo com o Junda mentos da religiio dos apapocuva-guaran i , Sao
Paulo, Hucitec/Edusp, 1987 -el original aleman apareci6 en Berlin en 1914.
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66ALFREDO BaSI
[ . . . J Ie dijimos que 10 querfamos bautizar para que su alma no seperdiera, peroque en esemomento no podfamos ensefiarle 10 que era necesario por falta de tiem-
po, y que estuviera preparado para cuando volvieramos, Se entusiasm6 tanto con
esta noticia, como venida del Cielo, y la guard6 tan bien enla memoria, que cuan-
do volvimos y Iepreguntamos si querfa ser cristiano, respondio con mucha ale-
grfa que sf, y que ya desde entonces 1 0 estaba esperando [...J Lo que mas 1 0
impresion6 fue e 1 misterio de la Resurrecci6n, que repetfa a menudo diciendo:
«Jesus es e 1 Dios verdadero, que sali6 de la sepultura y subi6 al Cielo, y despues
ha de venir, muy enojado, a quemar todas las cosas» [...J LIegando a la puerta de
la iglesia, donde estaban ya sus padrinos y otros cristianos esperandolo, 10 senta-
mos en una sil1a.Entonces Ievolvf a decir que dijera frente a todos 1 0 que querfa;
y elrespondio con gran,fervor que querfa ser bautizado, y que toda aquella noche
habia estado pensando en la ira de Dios, en la ira que Dios habrfa de tener para
quemar a todo e 1 mundo y destruir todas las cosas, y en c6mo habrfamos de resu-
citar todos.
Despues del bautismo el viejo indio supuso «que de ahf subiria al Cielo, yhabiendo vuelto a su casa comenz6 a llorar, y sus hijos y nietos con eI
3».
EI relato nos da un ejemplo de la fusi6n de Cristo que resucita individualmen-
te y Tupa que destruye en dimensiones c6smicas. Es singular este nuevo Tupa que
entra en la economia humanizada de la Encarnaci6n cristiana: tiene madre,
Tupansy, que tambien es su hija, Tupa rajyra (recordemos a Dante, «Vergine
Madre Figlia del tuo Figlio», en el Canto XXXIII del Paraiso); y tiene casa y reino.
En el universo oscuro de Anhanga se perfilan los malas habitas: para el caso, la
antropofagia, la poligamia, las borracheras con cauim (bebida a base de cajii, man-
dioca 0 granos de maiz cocidos y fermentados) y la inhalaci6n de tabaco quemado
en los maracas (calabazas sagrados). Para hablar s610delprimero: el ritual de devo-raci6n del enemigo remitia, en verdad, a un bien sustancial para la vida de la comu-
nidad, siendo un acto de caracter eminentemente sagrado que daba a quienes 10
celebraban una nueva identidad y un nuevo nombre. Pero esa funci6n sacramental
de la antropofagia es exorcizada por el catequista que veia en ellala obra de Satanas,
un vicio nefasto al que elindio deberia renunciar absolutamente, Para calificar a ese
y otros rituales, Anchieta forj6 el termino angaipaba, compuesto, segtin el analisis
de Maria de Lourdes de Paula Martins, de ang (alma), afb (mala) y aba (sufijo
nominal), algo que sonaba como casas del alma perversa, con el que el misionero
reificaba la noci6n de peeado volviendo asi mas visible el objeto de su execraci6n.
Con el prop6sito de convertir al nativo, Anchieta ide6 una poesia y un tea-
tro cuyo correlato imaginario es un mundo maniqueo escindido entre fuerzas en
3 Carta al general Diogo LAINEZ, de Sao Vicente, del I6 de abril de I563, en Cartas, informacses,
fragmentos hist6ricos e sermiies, Belo Horizonte/Sao Paulo: Itatiaia/Edusp, 1988,pp. I99-200.
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Iesu alma no seperdiera
a necesario por falta d '.e twm-
os. Se entusiasm6 tanto. conen en la memoria que, C U a n _
, respondi6 con mucha ale-
erando [...J Lo que mas 1, 0
repetla a menudo diciendo'
Iy subi6 al Cielo, y despue;
. [ . . . J Llegando a la puerta de
anos esperandolo, 10senta-
rente a todos 10que qu c;ena;
0,y que toda aquella noche
D~os habrfa de tener para
como habrfamos de resu-
~hisubiria al Cielo, y
Ietos con e13».
esucita individualmen_
a~ e~te nuevo Tupa quenstlana: tiene madre ,
nos a .Dante, «Vergine
) ; Y tiene casa y reino.
bdbitos. para el caso, la
la a base de cajti, man-
n de tabaco quemado
ero: el ritual de devo-
ra la vida de la comu-
ue daba a quienes 10
a f unci on sacramental
lla la obra de Satanas
re. Para calificar a es~
esto, segun el analisis
(mala) y aba (sufijo
el que el misionero
to de su execracion.
ila poesia y un tea-
ido entre fuerzas en
en Cartas, informaroes,88, pp. I99-200.
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N
erpetua lucha: Tupa-dios, con su constelaci6n familiar de angeles y santos, y
~nhanga- Demonio, con su coho:te de espfri,tu.s malva~os que se hacen. ~resent~s
en las ceremonias rupfs. Un duahsmo ontologico preside esta concepcIOn totali-
, nte de la vida indfgena: uno de sus efectos mas poderosos, en terminos de acul-
~~raci6n, es el hecho de que el misionero vincula el ethos de la tribu a poderes
exteriores y superiores a la voluntad del indio.
Esta claro que esa demonizaci6n de los ritos tupis no producia una practica
religiosa de la que emergiera la figura de la persona moral como sujeto de sus
acciones. El catecumeno era visto (y se veia) como un ser poseido por fuerzas
extranas de las que 10vendrfa a salvar un dios ex machina predicado por el abare,
el sacerdote, y distribuido por los sacramentos con la ayuda de entes sobrenatura-
les como los angeles y las almas de los santos.
En los autos sacramentales se asiste a la dramatizacion de un proceso que se
instaura de afuera hacia adentro de la vida tribal. Ya sefiale su estructura dualista,
sostenida durante mucho tiempo y desplegada de diversos modos por los trabajos
posteriores de aculturaci6n.
Habria que insistir, sin embargo, en una distinci6n previa: los misioneros hicie-
ron una divisi6n practica en el conjunto de las expresiones simb6licas de los nati-
vos. Recogieron y retuvieron de los relatos corrientes solo aquellos pasajes miticos
en los que aparecfan entidades c6smicas (Tupa) 0 heroes civilizadores (Sume)
capaces de identificarse, bajo algun aspecto, con las figuras personales y bfblicas de
un Dios Creador 0 de su Hijo Salvador. Como, por 10 que se sabe, los tupis no
rend fan culto organizado a dioses y heroes, fue relativamente fkil para los Jesuitas
inferir que ellos no tenian religion alguna y llenar ese vacio teologico con las cer-
tezas fundamentales del catolicismo, precisamente la creacion y la redencion.
Esa impresi6n es general, y aparece no s6lo en los textos jesuiticos sino tam-
bien en otras fuentes, independientes: Hans Staden, Jean de Lery, Andre Thevet,
Gabriel Soares de Sousa, Gandavo. Cito un pasaje ejemplar de la Injormacio do
Brasil e de suas capitanias (I584) de Anchieta:
No adoran como Dios a ninguna criatura, 5610a los truenos los consider an
Dios, pero no por ello les rind en honra alguna, ni tienen por 10general Idolos ni
practican sortilegios ni mantienen comunicacion con el demonio, puesto que le
temen, porque a veces este los mata a golpes en los matorrales, 0 en los rios, y, para
que no les cause dafio, cuando pasan por ciertos lugares temibles y con mala fama
les dejan una flecha 0 algunas plumas u otra cosa como ofrenda.
Algunas line as mas abajo, hablando sobre los hechiceros (pajes), el misionero
admite que estes sf tendrian trato con el demonio+,
4 Cartas, informacoes... Ibidem, p. 339.
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68 ALFREDO BOSI
El orden de las observaciones tanto de los misioneros como de los cronistas es,
en general, el mismo:
a) niegan rotunda mente la existencia de religi6n entre los tupis;
b) refieren el miedo a los truenos, que sedan tornados como una manifestaci6n
de una divinidad, Tupa;
c) narran casos de persecuci6n y muerte de los indios por espiritus malos,
Anhanga y Juripari, identificados con demonios;
d) finalmente, informan sobre la influencia de los hechiceros y de los caraibas,
profetas cantores.
cs
£ l
ta
cs
o
Sin embargo, a medida que avanzaban en el conocimiento de la vida indigena,
los misioneros fueron percibiendo que aquella absoluta ausencia de rituales con-
sagrados a 'Iupa 0 a Sume s6lo indicaba que debia buscarse en otro locus simb6li-
co el micleo de la religiosidad tupf. El centro vivo, dador de sentido, no se
encontraba ni en liturgias a divinidades creadoras ni en el recuerdo de mitos astra-
les, sino en el culto de los muertos, en la invocaci6n a los espiritus buenos y el con-
juro de los malos. Esa era la funci6n de las ceremonias de canto y danza, de las
libaciones (cauinagens), de las inhalaciones de tabaco quemado y de los trances
que correspondia alpaji presidir.
Eran entonces esos ritos, esas practicas llenas de significado, los que ligaban la
mente del indio a su pasado comunitario al mismo tiempo que garantizaban su
identidad en el interior del grupo. La antropofagia no podia entenderse fuera de la
creencia segtin la cual se recibiria un aumento deJuerzas por la absorci6n del cuer-
po y del alma de enemigos muertos en pelea honrosa.
Alli estaba, por 10tanto, el objetivo real a ser destruido por la predica jesuiti-
ca. El metodo mas eficaz no tard6 en ser descubierto: generalizar el miedo, el
horror, ya tan vivo en el indio, a los espfritus malignos, y extenderlo a todas las
entidades que se manifestaran en los trances. En fin, demonizar toda ceremonia
que abriera el camino para la vuelta de los muertos.
La doctrina catolica oficial, en esa aurora de la modernidad laica 0 heterodoxa
que es el siglo del Renacimiento y de la Reforma, procuraba eliminar del compor-
tamiento religioso los vestigios animistas y las practicas de los medium. Es el tiempo
de la persecuci6n implacable a la magia y de la caza de brujas y de hechiceros, que
por 10demas no se restringieron s610a Espana y a Portugal. Se comprende, en es-
te contexto, la elecci6n del diablo como protagonist a de tantos autos sacramenta-
les de Anchieta. Y se comprende todavia mas que el Angel del Mal aparezca conaires tan familiares en las escenas grotescas 0 c6micas de improperios 0 en los
combates finales, frecuentes en estos accident ados misterios tupi-medievales.
Era necesario circunscribir ellugar del Mal, cercarlo, vencerlo y someterlo a
las huestes del Bien. Resulta ejemplar el discurso de Guaixard, rey de los malos
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itupis;
por espfritus malo s,
os y de los carafbas ,
Id~ la vida indigena,
cia de rituales con-
n otro locus simb6li-
r de sentido, no se
erdo de mitos astra-
tus buenos y el con-
to y danza, de las
do y de los trances
), los que ligaban la
ue garantizaban su
tenderse fuera de la
absorci6n del cuer-
l.a predica jesufti-
alizar el miedo, el
nderlo a todas las
ar toda ceremonia
a.ica 0 heterodoxa
~nar del compor-
ium, Es el tiempo
e hechiceros, que
omprende, en es-
utos sacramenta-
al aparezca con
operios 0en los
f-medievales.
io y someterlo a
rey de los malos
CULTURA BRASILENA. UNA D1ALECTICA DE LA COLONIZACI6N
en e 1 auto sacramental titulado Na Festa de Sa o Lourenco. No es super-
observar que e 1 nombre de Guaixara se debe a que asi se llamaba el heroet£pn
oi ode Cabo Frio':' que en dos oportunidades habia atacado a los portugueses
establecidosen Sao Sebastiao do Rio de Janeiro (1566) y en Sao Lourenco (1 5
67) ' El
otro jefe tamoio, Aimbire, aparecera represent ado como Satanas:
Me molestan los virtuosos
irritandome muchfsimo
sus nuevas costumbres.
lQuien los habra traido
para perjudicar a nuestra tierra?
Yo solamente
estoy en esta aldea
como guardian,
haciendola seguir mis leyes.
De aqui me voy lejos
a visitar otras aldeas.
(Quien soy yo?
Yo soy apreciado,
soy e l diablo irritado,
Guaixara llamado,
muy afamado.
Mi sistema es agradable.
No quiero que sea limitado
ni abolido.
Pretendo
palborotar todas las aldeas.
Es cosa buena beber
hasta vomitar cauim.
Eso es muy apreciado.
Eso se recomienda,
iEso es admirable!
" Los tamoios eran un pueblo tupf que habitaba las margenes de los rios Sao Francisco y Paraiba
do SuI. (N. del T.)
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Para eso
convivo con los indios,
induciendolos a creer en mf.
Vienen en vano a alejarme
los tales padres ahora,
predicando la ley de Dios5 •
ALFREDO BOSI
Aquf son respetados los muchachos
bebedoresQuien bebe hasta acabarse el cauim,
ese es valiente,
ansioso por luchar.
Es bueno bailar,
adornarse, tefiirse de rojo,
emplumarse el cuerpo, pintarse las piernas
ennegrecerse, fumar,
curanderar ...
pr
co
lo
ce
d
p
De enfurecerse, andar matando,
comerse uno al otro, capturar enemigos,amancebarse, ser deshonestos,
soplones e infieles,
no quiero que los indios dejen.
b
d
e
La traduccion, por deber de estricta literalidad, roza a veces 1 0 prosaico. [Pero
que vivaz folleto de cordel darla, en manos de un poeta popular nordestino, estaristra de exaltaciones de 1 0 infame!
(Que representa todo 1 0 que el discurso de Guaixara va nombrando como sus
obras sino el propio sistema ritual de los tupis? Ahi estan la ingestion de licor fer-
mentado, ahi esta la danza prolongada durante la noche, ahi estan los adornos, la
pintura roja y negra del cuerpo, el tatuaje, las plumas, el tabaco, las consultas al
paje-oraculo, la antropofagia.
Se enciende aqui el conflicto entre culturas. Las religiones que tienden a edifi-
car la figura de la conciencia personal unitaria, como el judaismo y el cristianismo,
temen los rituales magicos, tanto los naturalistas como los chamanfsticos, sospe-
chados de fetichismo0
idolatria. De ahi el rechazo de los gestos que recuerden laspracticas de los medium 0 los fenomenos de posesion y el horror por los actos que
5 Poes ia s , i b id em , pp. 684-686.
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CULTURA BRASILE]\IA. UNA DlALECTICA DE LA COLONIZACI6N71
.es 10 prosaico. [Pero
lar nordestino, esta
n trance la identidad personal. Hay una tradici6n multisecular de
c~istiana (a la que no escap6 el islamismo) por depurar el imaginario;se remonta
a la ley mosaica, a los profetas, a las cart as paulinas. Y el
del politetsmo 11ev6, en su dinamica, a la acci6n extrema
IOC"I~I"~La lirurgia cristiana europea, en su vertiente mas moderna,
armonizaba, desde el siglo XVI, con el tono ascetico de un calvinismo
a las figuras y a los gestos y, en el lfmite, refractario a cualquier simbo-
no [uera el verbo descarnado de las Escrituras. La relaci6n con 10 tras-
,.",HI<:I1L<- se consumaba alll mediante la lectura directa del texto, la palabra
de la Biblia, 5610 interrumpida, en raros y bien marcados entretiempos,
la sob ria entonaci6n del canto sacro: nada mas.
Fue en ese momento hist6rico de viraje hacia un culto mas intelectualizado que
d cristiano de Europa entr6 en contacto con las practicas animistas de Africa y
America. Las fleehas de 10 sagrado se cruzaron. Desgraciadamente para los pue-
blos nativos, la religi6n de los descubridores venia pertrechada con caballos y sol-
dados, arcabuces y canones. La lucha no se trabo solo entre dos teodiceas, sino
entre dos tecnolog1as portadoras de instrumentos tragicamente desiguales. El
resultado fue la masacre pura y simple, 0 la degradaci6n a la que el vencedor pudo
reducir los cultos del vencido.En eI caso luso-brasileno, el puente entre la vida simbolica de los tupis y el cris-
tianismo acab6 produciendose gracias al caracter mas sensible, mas ductil y mas
terrenal del catolicismo portugues en comparaci6n con el puritanismo ingles u
holandes domin ante en las colonias de la Nueva Inglaterra. La devoci6n popular
iberica no prescindla del culto a las imagenes; antes bien, las multiplicaba. Por otro
lado, se valia muchlsimo de las figuras mediadoras entre el fiel y la divinidad, como
los angeles buenos y los santos, que a fin de cuentas son almas de muertos que
interceden por los vivos.En esa lfnea de mediaciones tangibles, la catequesis en el Brasil valoriz6 cuan-
to pudo la practica de los sacramentos, signos materiales de la relaci6n entre los
hombres y Dios. Y, allado de1lenguaje simb61ico del pan y e1vino (la Eucaristia).
del agua (e1Bautismo), del61eo (la Confirmaci6n 0Crisma) y de los cuerpos (el
Matrimonio), se difundian vehkulos modestos, pero constantes: los objetos 11a-
mados sacramentales, como el incienso y e1agua bendita, las reliquias, las meda-
11as,los rosarios, las imagenes de los santos, los escapularios, los cirios y ex votos,
un sinfin de signos que hacian accesible la doctrina ensefiada a los indios y negros
de la colonia.Reforzados pOl' el temor comun a los malos esplritus, los J esuitas se pusieron
a atacar el coraz6n de los ritos de invocaci6n a los muertos que cimentaban las
relaciones entre los miembros de la tribu. Sustituyeron las ceremonias tupi-guara-
ni por una liturgia coral y pintoresca que se desplegaba en procesiones y vias
sacras en los atrios de los remplos, adernas de un fervoroso devocionario de cufio
popular donde legiones de angeles y almas del paraiso podlan ser invocadas para
ombrando como sus
1gesti6n de licor fer-
estan los adornos, la
aco, las consultas al
que tienden a edifi-
o y el cristianismo
amanisticos, sospe~
os que recuerden las
'or por los actos que
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acudir a las necesidades del fiel, manteniendose siempre la intermediaci6nquizada de la Iglesia.
El principio mas general de la mediaci6n, realizado por entidades
(algunas diurnas y nocturnas como los angeles de la guarda), permiti6 que el
licismo iberico, todavia medieval en el siglo XVI, construyera un puente
ble, con relaciones de ida y vuelta entre los cultos de los colonizadores y
mentes de los colonizados. Pero el efecto de ese contacto, propiciado por la creen_
cia cormin en la existencia de los espfritus, no se daria bajo la egida de una union
fraterna de pueblos que el destino un dia aproxim6... Como el regimen del
encuentro fue, desd e el inicio, el de la dominaci6n, las ceremonias indigenas de
relaci6n con los muertos fueron vistas, por la 6ptica de los viajeros y misioneros,
como sintomas de barbarie y, mas comtinrnente, cayeron bajo la sospecha de
demonizaci6n. El proceso colonial impedia que la aculturaci6n simb6lica se hicie-
ra libre, lisa y horizontalmente sin desniveles y fracturas de sentido y valor.
Bajo la mirada del colonizador, los gestos y los ritmos de los tupis que bailan
y cantan ya no significan movimientos propios de fieles cumpliendo su acci6ncolectiva y sagrada (que es el sentido del termino liturgia), sino que aparecen como
el resultado de poderes violentos de espiritus malos que rondan y tientan a los
miembros de la tribu. A cualquier hora puede Hegar Anhanga, la sombra errante
que acecha a los hombres; amenaza recurrente. En los autos sacramentales de
Anchieta, el Mal viene de afuera de la criatura y puede habitarla y poseerla hacien-
dole practicar actos 0cosas perversos, angaipaba.
La apelaci6n, por 1 0 dernas antiquisima, al bestiario ilustra el tenor regresivo de
todo el proceso. La figura del diablo es animalizada en mas de un pasaje. La natu-
raleza que no se puede domar es peligrosa. En N a Festa de Sao Lourenco, los espi-
ritus infernales se Haman boiucu, que es cobra grande; mboitiningucu, serpiente
que silva, 0de cascabel; andiraguafu, murcielago grande, vampiro;jaguara, jaguar
o perro de caza; jib6ia; soc6; sukuriju, serpiente que estrangula, boa constrictor;taguat6, gavilan; atyrabeb6, oso hormiguero peludo; guabiru, rat6n casero; guai-
kurka, rat6n silvestre; kururu, sapo gigante; sarigueia, zarigiieya; mboraborci, abeja
negra; miaratakaka, mofeta; seb6i, sanguijuela; tamarutaka, especie de langosta;tajassuguaia, cerdo.
Todo cuanto en el reino animal dab a miedo 0 repugnancia al europeo se con-
vierte en signo de entidades funestas en ambos planes: el natural y el sobrenatural.
El mal se propaga en los matorrales 0 se esconde en las cavernas 0 en los pantanos,
de donde sale por la noche bajo la forma de la serpiente 0 del rat6n, del murciela-
go 0de la sanguijuela. Pero el peligro mortal se da cuando tales fuerzas, todavia
exteriores, penetran en el alma de los hombres. Aquf el ojo inquisidor acusa
modos de posesi6n colectiva en todas las practicas de la tribu que potencian la
vitalidad del cuerpo hasta los espasmos del trance. El cauim salivado en la boca delas viejas fermenta la sangre, sube ala cabeza y arrastra al indio ala lujuria y a la
brutalidad. A excesos semejantes Heva la aspiraci6n de las emanaciones de tabaco
72 ALFREDO BaSI
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Ire la intermediaci6n
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manaciones de tabaco
CULTURA BRASILEJ\lA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N73
ue exhalan los sagrados maracas, calabazas donde viven y desde donde
qancestros. Ala bebida y al tabaco siimese el mas potente de los estimu-
I carne cruda de los heroes muertos en guerra. Para el misionero alli se
a en nudo viperino, los pecados capitales de la ira, la gula y la impeni-
YHUa'6's"0""b"e'rbia.a catequesis va a cosificar como gestos de Anhanga a esos y otros
vivid os en el interior de las comunidades indfgenas.
Otra relacion de exterioridad se imp one con toda evidencia en el poema, a
jOCOSOa medias serio, «El abrigo dominguero», probable rnicleo drama-
del Auto da pregarao universal (Auto de la predicaci6n universal), el mas
representado de los textos de Anchieta durante sus viajes por las poblaciones del
litaral.La aleg
orfadel poema persigue la idea de la gracia divina que Adan recibio de
10alto. El abrigo - un bello capote de fiesta dominical- es ese don del que el pri-
mer hombre fue revestido en el Eden, pero que perdio cuando dejo que el Angel
de l Mal se 1 0 robara.
Prestese atencion a la secuencia: el bien, que le es ofrecido al hombre, como el
traje al cuerpo, desde fuera, le es tambien sustrafdo por fuerzas externas -para el
caso, por la astucia rapifiera del diablo (»La cobra dafiina y viI / celosa del moli-
nero / le arrebato el dominguero.»). Mas tarde, es decir, con la venida de
J esucristo, el nuevo Adan es resarcido de su perdida original: solo entonces reco-
bra el honor con el uso del abrigo.
EI hombre recibio gratuitamente, fue robado de repente y finalmente recupe-
ro, tambien sin mediar iniciativa suya, el don de la vida eterna. «Gracia», «divines
dones», todos son sinonimos de gratuidad:
Se10dieron como gracia,
porque «Gracia» se llamaba
y con e 1 se paseaba,
muy galante, por 1aplaza.
Pero con una afiagaza
robaron a1mo1inero
el abrigo dominguero.
Los pobres hijos del tipo
quedaron muertos de frio
cuando el padre, sin sentido,
cay6 de boca en el1imo.
Cortandole los eaminos
el1adr6n, con su bichero,1earrebat6 el dominguero.
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7 4 ALFREDO BaSI
Gratis se 1 0 tomaron,
mas cost6 mucho dinero
a1nieto, que intercedio
para desempefiarlo.
Muy caro fue rescatado
(jfeliz de ti , molinerol)
tu abrigo dominguero''.
Quien pag6 el precio del rescate no fue el pecador, sino «el nieto del >WJIUH::,
ro», Jesucristo, salido de la estirpe de Adan, El alma es, todavia y siempre, el
nario de una lucha entre potencias malignas y benignas que la trascienden y la
objetivan.
El auto sacramental Na vila de Vit6ria (En la villa de Vit6ria) es seguramente
el ejemplo mas coherente del proceso aleg6rico trabajado por Anchieta. En el nohay, en rigor, personajes: son voces, 0 portavoces, que remiten a entes politicos,
morales a religiosos. Son el Pueblo, el Gobierno, la Ingratitud, el Temor, elAmor
de Dios, para no hablar de los infaltables Angeles del Mal, Lucifer y Satanas, que
esta vez se insultan uno a otro antes de caer en estrepitosa derrota ante las milicias
celestes de San Mauricio y del arcangel Miguel.
Si se entiende por alegoria un metodo de pensar y de decir que se fija en 1 0 abs-
tracto de las grandes nociones (recubriendo la riqueza de las diferencias vividas
por la experiencia), entonces las figuras emblematicas de este auto sacramental
ilustran con precisi6n la definici6n de este proceso. Los discursos moralizantes del
Gobierno y del Temor esconden y, al mismo tiempo, intentan resolver desde arri-
ba algunas tensiones politicas agudas que, en los tiltimos afios del siglo, desgarra-
ban la capitania de Espirito Santo.La villa de Vit6ria conoci6, en ese momento, la ambigua e inc6moda situaci6n
de ser, al mismo tiernpo, cabeza de una capitanfa portuguesa que habia quedado
vacante en 1589 (por lamuerte de su titular, Vasco Fernandes Coutinho), y una ciu-
dad vuelta juridicamente castellana por la uni6n de los Estados ibericos bajo
Felipe II, desde 1580. Gobernaba la capitania Dofia Luisa Grimaldi, dama de la
nobleza monegasca, viuda de Fernandes Coutinho, cuando estall6 un movimien-
to pro-castellano que intentaba restituir a la Corona el dominio de Espirito Santo.
El partido contrario, lusitano, pretendia asegurar para los parientes pr6ximos del
muerto la regencia de Vit6ria, reclamando asi un estatuto especial para el pueblo,
«un titulo nuevo I con nueva gobernaci6n».
En medio de tanta discordia los Jesuitas apoyaron, discreta pero firmemente,
el partido de Felipe II, haciendo gestiones diplomaticas ante dofia Luisa para que
6 Poes ia s , i b id em , pp. 684-686.
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CULTURA BRASILEJ\lA. UNA DlALECTICA DE LA COLONIZACI6N75
al frente de la capitania, pero siernpre formalmente sujeta al poder
sacramental de Anchieta refleja el momento bajo la apariencia de una
olftico-religiosa. La ciudad habla como grave matrona -la viuda
< iiIC'fl.m~Jl,ll,Psinuda- perpleja y dividida entre el buen eelo, tal vez indiscreto, de losde su marido y la obediencia a la autoridad de Castilla. Esta ultima,
es la que vence, poria boca de un sesudo consejero llamado, sin mayo-
misterios, Gobierno, Y que es un insigne te6rico del derecho divino de los
«porque la verdadera fe / es un gobierno tranquilo» (vv. 712-3).
Las desaveniencias, y todo 1 0 que pudiera saber a discordia, aparecen como
senti01ientos inspirados pOl' el Maligno y, mas particularmente, poria figura prin-
cipal de la pieza, la Ingratitud, una vieja siniestra que habia sido concubina de
Lucifer y de Adan, instilando en ambos la revuelta contra Dios.
En la apertura del auto sacramental, Lucifer atribuye a sus propias artimanas la
cizana que sembr6 en el momento de la sucesi6n. El topos es el del mundo inver-
lido:
ino «el nieto del
odavfa y siempre, el
s que la trascienden
Vit6ria) es
P?r Anchieta. En elermten a entes
titud, el Temor, el
l, Lucifer y Satanas,
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cir que se fija en 1 0 abs-
e las diferencias vividas
este auto sacramental
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a e incomoda situacion
esa que habia quedado
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11m? de Espfrito Santo.
anentes proximos d 1. 1 e
specia para el pueblo,
eta pero firmemente
dona Luisa para qu~
quien pudiera, sino yo,
viniendo aca del infierno,
del verano haeer invierno?
Pues todo se revolvi6
sobre el mando y el gobierno ...
lTu no yes
mis engaiios, mi doblez?
que proeuro, tan de priesa
todo modar al reves
y de eabeza pies,
de los pies hacer eabeza?
(vv, 92-102)
Al diablo se le atribuye, pOI' 1 0 tanto, el papel de subversivo pOI' excelencia. En
el centro del auto sacramental disputan, en un tono a medias cornico y a medias
serio, la Ingratitud -que esta evidentemente de parte del demonio-: y un
Embajador jesuita, pro-castellano, enviado del Paraguay para retirar del pueblo de
Vit6ria las reliquias de San Mauricio que la ciudad, debido a su insumisi6n, se
habia mostrado indigna de albergar.
Como el proceso es to do figurado y transpuesto a una escena en la que se mue-
yen entes emblematicos, el espectador no ve ni conoce de cerca el drama hist6rico
real, ni siquiera los actos politicos de los grupos supuestamente dominados por la
cruel Ingratitud. Los rasgos externos de esta son, al mismo tiempo, temibles y risi-
bles, segun una vieja practice c6mico-ret6rica de imitar las actitudes socialmente
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ALFREDO BOSI
repro bables con discursos y gestos grotescos que, por hip6tesis, agradarianpiihlicos iletrados. La moral y el circo enlazados al servicio de un iriteres
La Ingratitud entra en escena trayendo bajo el brazo un viejo tacho queve sin parar, imagen de las intrigas que continuamente provoca:
Yo soy la que siempre soy
Agitadora de tumultos
(vv. 951-2).
Su discurso es insolente y descompuesto; apenas ve al Embajador castellano, 1 0cubre de improperios:
Oh castellano que escupes,
presuntuoso andaluz
(vv. 862-3).
El orgullo herido del Embajador le dicta una respuesta a la altura de las cir-cunstancias:
[Oh, valgame San Francisco!
Penseme que eras dragon,
o aquel bravo canon,
que se llama basilisco,
o el fiero tarraconl?
(vv. 877-81)
La Ingratitud es una vieja panzuda que se vanagloria de haber sido embaraza-
da por el Angel del Mal y por el primero de los hombres, aunque (y ahi 1 0 grotes-co raya 1 0 monstruoso) su prefiez no acabe en el momenta del parto:
<No sabes que cada dia
paro, sin nunca parir,
con muy extrafia alegrfa?
(vv. I019-21)
Cada acto de traici6n cometido por los stibditos rebeldes de Vit6ria es un
nuevo parto de la Ingratitud, cuyo estado habitual ella misma describe:
7 Tarraon 0 tarrascon: «Aumentativo de tarasca (fr. tarasque; provomod. tarasco): fantasma; ser fan-tastico; serpiente monstruosa, de boca enorme, en actitud de morder, que, en ciertas regiones, apare-
cia en ocasi6n de laprocesi6n de Corpus Christi. En portugucs lapalabra comienza a surgir en elsigloXVI" (Edith Pimentel Pinto, 0 auto da ingratidiio, Sao Paulo: Conselho Estadual de Artes e CienciasHumanas, I978, p. 258).
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potesis,
Ie un interes IJLIIlt,,,,,
ejo tacho que
ca:
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'a altura de las cir-
~rsido embaraza-
~(y ahf 1 0 grotes-arto:
'e Vito ria es un
ribe:
: fantasma; ser fan-
as regiones, apare-
, a surgir en el siglo
.e Artes e Ciencias
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N
Sf , mas siempre he de estar
Prenada, sin parir del todo,
Porque siempre han de pecar
Los hombres, de algiin modo,
Mientras el hombre dure.
(vv. 1069-73)
La inspiracion de los motivos internos y su secuencia obedecen a la logica del
pensamiento mftico, pero todo esta sometido a un punto de vista alegorico-politi-
co profundamente arraigado en la dinamica de los intereses y del poder.
Vien e a la memoria la alegoria dantesca de la Loba, la ultima y mas terrible de
las fieras que impiden al poeta el acceso al delicioso monte del Paraiso; la Loba, en
la que los interpretes han visto una referencia ora al fraude, ora a la avidez, ora al
mas grave pecado de la traici6n cometida friamente contra el amigo y benefactor.
Hay caracterfsticas comunes a las dos concepciones. Como la Lupa del Infierno,
la figura anchietana se compone, parad6jicamente, de 1 0 vacio y 1 0 lleno, saco sin
[ondo, fauces avidas y delgadez voraz, embarazada de los propios deseos nunca
saciados, que resurgen siempre:
Pareces mora encantada
que agora vienes de Argel,
elvientre como tonel,
y la cara i tan chupada
y seca como papel!
Explica la Ingratitud:
La razon
es que la Ingratitud
tiene una tal cualidad
que, llena de maldicion,
agota la fuente y bendicion
de la divina piedad
(vv. 1028-38)
En Dante:
Ed una lupa, che di tutte brame
sembiava carca nella sua magrezza
(Inf., I, 49-50)
Es una loba que de todos los deseos
parece embarazada en su delgadez
77
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e ha natura si mavagia e ria,
che mai non empie Ia bramosa voglia,
e dopo 'I pasto ha piu fame che prfa
(Inf., I, 97-9)
Su naturaleza es tan malefica y perversa
que su feroz deseo no sacia
y despues de comer esta mas hambrienta
ALFREDO BaSI
Y mas abajo:
Tanto la vieja arpia como la Loba se aparean fecundamente, naciendo de esosamancebamientos nuevos males:
Ingratitud
~No sabes que me prefie
del hermoso Lucifer
cuando quiso grande ser
como Dios, eterno rey,
y tener supremo poder?
Despues fue mi concubino (barregao)
y me tom6 por amiga
. el ingrato padre Adan,
~No yes que tengo raz6n
para esta enorme barriga?
(vv. roor-ro)
N6tese con que habilidad Anchieta acerca, en clave grotesca, barregao y barriga.
En Dante:
Molti son Ii animali a cui s' ammoglia, Muchos son los animales con los que s e c r uz a ,
e plU saranno ancora... y seran mas todavia ...
(Inf., I, roo-t)
La ingratitud y la traici6n aparecen como vicios vueltos afines por la codicia
que los lleva a sembrar en los hombres actos de infidelidad. Una vez mas, en la ale-
goria, la vida cotidiana de los grupos sociales y sus deseos y conflictos se reducen,
con fines ejemplificadores, a sus formas extremas: a se degradan al nivel de 10bes-
tial 0 se subliman por el mecanismo ideo16gico que consiste en asumirlos figura-damente por el «discurso sobre una cosa para hacer entender otra»,
Para la conciencia moderna y, especialmente, para la estetica de filiaci6n idealista
que va del humanismo de Goethe a Croce y alprimer Lukacs, eluso de la alegoria esresiduo de una antigua subordinacion del arte a otros fines -religiosos, politicos 0
morales; y , como tal, se convierte en una negaci6n de la autonomia poetica. La ale-
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za es tan malefica y l J " " T M . ~ _Z deseo no sacia
amente, naciendo de esos
esca, barregao y barriga.
i ma le s c on lo s q u e s e c ru za ,
davia...
os afines por la codicia
Una vez mas, en la ale-
conflictos se reducen
adan al nivel de 10 bes~
te en asumirlos figura-
er otra».
ca de filiaci6n idealista
el uso de la alegoria es
-religiosos, politicos 0
omia poetica. La ale-
CULTURABRASILENA.UNA DIALECTICADE LA COLONIZAcr6N 79
esa linea de pensamiento, es el dominio de 10 abstracto sobre 10
libre expresion del sujeto. La revision de ese juicio drastico comien-
Walter Benjamin8: es con sus ensayos sobre el drama barroco que la critica
ZI").eW contemporanea pasa a atribuir a la alegoria un sentido ideologicamente
de fo rm a re ve la do ra (y no necesariamente mistificadora) de la deshu-
HldlHL,"V"V-- que vienen padeciendo, desde hace milenios, los 'oprimidos. Habria,
la semantic a de las imageries alegoricas, un juicio radical sobre el Poder, ese
~~ro-esfinge, que desprecia a los hombres en cuanto personas singulares y dife-
renciadas y los sofoca a todos bajo la mascara vacia de las grandes abstracciones.
Benjamin quiere sorprender esa fuerza denunciadora de la alegoria en la poesia
moderna de Baudelaire, en la prosa desnuda de Kafka, en el teatro didactico de
Brecht, en el A ng el us N ou us de Paul Klee.
Es problematico trabajar con esa inruicion critica de Benjamin para reconside-
rar el auto sacramental anchietano, en el que 10 alegorico es cifra de una vision
legitimista del misrno poder. Mas valdria, en relacion con el teatro del jesuita, la
afirmacion de Lukacs: «La vieja alegorfa, determinada por una trascendencia reli-
giosa, tenia la mision de humillar la realidad terrena, contraponiendola a la ultra-
mundana 0 celeste, hasta su plena nulidad?»,
Dirigiendose a nativos 0 colonos, Anchieta parece haber hecho un pacto con
las expresiones mas hieratic as de la cultura arcaico-popular: aquellas creencias y
aquellos ritos en que no despunta, porque no puede determinarse claramente, la
conciencia de la persona morallibre. En las entrafias de la condicion colonial se
concebia una retorica para las inasas que solo en grandes esquemas alegoricos
podria asumir los contenidos doctrinarios que el agente aculturador se habia pro-
puesto inculcar.
La alegorfa ejerce un poder singular de persuasion, a menudo terrible por la
simplicidad de sus imagenes y por la uniformidad de la lectura colectiva. De ahi suuso como herramienta de aculturacion, de ahi su presencia desde los primeros
momentos de nuestra vida espiritual, enraizada en la Contrarreforma que ligaba
las puntas del ultimo Medioevo y del primer Barroco.
La fuerza de la imagen alego rica no se mueve en direccion a las personas, en
cuanto sujetos de un proceso de conocimiento; se mueve de un foco de poder al
mismo tiempo distante y omnipresente, que los espectadores anonimos reciben,
en general pasivos, no como un signo a ser pens ado e interpretado sino como si la
imagen fuera el propio origen de su sentido.
8 Walter BENJAMIN,A origem do dra ma b arra co, Sao Paulo: Brasiliense, 1984. EI original aleman es
de 1925. [Hay traducci6n al espafiol: El origen del dra ma ba rroco a lem an, tr . Jose Munoz Millanes,
Madr id: Taurus, 1990.] ( Ur sp ru ng d es d eu ts ch en T ra u esp ie ls , Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main,
1963 )
9 George LUKAcs, Estet ica, r , vol. 4 (cap. «Simbolo y alegorfa»), Barcelona: Grijalbo, 1967, p. 405.
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80ALFREDO BaSI
Mas que un simple «otro discurso», como la define su etimologia griega,
goria es el discursodelotro, de aquel otro que habla y nos hace callar, temer y
decer, aun cuando los fantoches grotescos de su representaci6n (Diablo 0 Arpia)nos hagan reir,
La alegoria fue el primer instrumento de un arte para las masas ereado por losintelectuales organicos de la aculturaci6n.
51MBOLO Y EFusr6N
Despues de conocer el teatro de Anchieta, ellector moderno de su poesia Uri-
ca se sorprende con ciertos momentos de intensa personalizaci6n y ardiente acen-
to subjetivo que el poeta consigue dar a su discurso cuando, en lugar de predicar
al tupf y al colono, presenta sus propias tensiones espirituales mediante la relaci6nyo-tu que el alma mantiene con Jesucristo.
La exterioridad pura, que lindaba con 10 sublime de 10 sagrado 0 con 10 gro-
tesco de 10 demoniaco en el escenario construido para los autos sacramentales,
abre paso, en algunos poemas liricos compuestos en espafiol0en portugues, a una
introyecci6n viva de 10 trascendente. La fe alcanza el nivel de la experiencia.
Dos lineas de formaci6n poetica se combinan para expresar el sentimiento de
intimidad con 10 divino: (a) la pratica de simbolos tomados de la vida cotidiana;(b ) la proliferaci6n dellenguaje mistico-efusivo.
La primera es la via por la cual se busca revelar 10 trascendente por la atribu-
cion de aura a 10 inmanente -via sacramental por excelencia. Dios se vuelve sensi-
ble y nombrable en los multiples signos de los cuerpos y mediante ellenguaje del
alimento, de la bebida, del calor y del extasis amoroso. Dios es pan, es comida,
es un pastel blando llamado fogara, es divino bocado, es fuente embriagadora, esdeleite de los enamorados, es fuego que consume. Y mas: todo grado de parentes-
co, afectivo 0 carnal, sirve para traducir la relaci6n entre 10 humano y 10 divino,
como se desprende de los vocativos que se enlazan en este pasaje de «AoSantissimo Sacramento»:
[Mi bien, mi amor,
mi esposo, mi senor,
mi amigo, mi hermano,
centro de mi coraz6n,
Dios y padre!
Pues con entrafias de madre
quereis por mf ser comido,[robad todo mi sentido,
para vos!
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ascendente por la atribu-
[cia. Dios se vuelve sensi-
·m.ediante ellenguaje de l
DlOS es pan, es comidauente embriagadora, e ;todo grado de parentes-
10 humano y 10 divino ,n este pasaje de «Ao
Todo 10 que se condenaba como inspiraci6n diab61ica en la vida de las comu-
nidades tupis -el uso y la celebraci6n tribal de la comida y de la bebida, de la danza
y del canto, de la oraci6n y del trance- se revierte positivamente hacia la Eucaristia
como expresi6n de un culto de tenor interpersonal que se vale del alimento para
santificarlo.
Es el pan-cuerpo, es el vine-sangre de un hombre-dies fraterno y salvador.
En terrninos de psicologia hist6rica, ~se verificaria aqui un choque entre dos
procesos de misticismo que se distinguirian en grado? Una perspectiva de la con-
ciencia religiosa cristiana, por la cuallo sagrado ya es marcadamene personal, ve
como satanicas (regresivas) ciertas practicas rituales arcaicas donde parece eclip-
sarse todo sentimiento de la criatura humana como un ser uno, conciente, auto-
centrado. El ideal de la visio intellectualis, que la teologfa cristiana hered6 de los
neoplat6nicos, se opone al trance embriagado, descentrado y plural de los pajes
tupi-guaranf. La uni6n eucaristica rechaza con horror el cruento banquete antro-
pofagico, Ellazo matrimonial iinico impugna la poligamia. El monoteismo, dura-
mente conquistado, mira con recelo el viejo culto de los espiritus dispersados por
los aires, las aguas y los bosques.El torbellino de las danzas tupis se abre en multiples visiones, al tiempo que la
oraci6n y la liturgia cristianas buscan sostenerse en la contemplaci6n del Dios
unico: la unidad.del «yo» que reza corresponderia a la unicidad del ser divino al
que se reza.
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZAcr6N 81
e su etimologia griega
nos ha~~ callar, teme: y·esentacron (Diablo 0
es simultaneamente padre, madre, hermano y esposo, amigo y senor!
> ; ;H5n~LU de un intento de aproximaci6n que superpone y funde
rel;""l'UH'H~" muy distintos, y hasta formalmente incompatibles, fuera de
.: rerna dogmatico y dentro de una l6gica del coraz6n capaz de abrigar en sf
", ••".nS,,,I,S contrarias, movimientos parad6jicos. No casualmente la ultima frase
todo mi sentido, para vosl».
el empeno por dar algun nombre 0 contorno singular al ser amado, toda la
cuerpo es metaforizada, y toda la vida de relaci6n, sublimada. Se transpo-
en el ideal de una convivencia hombre-dies el ardor y la energfa que produce
contacto Hsico del creyente con la materia y con el semejante. Realismo y mis-
ticismo encuentran un lugar de convergencia en el rito sacramental. Es tambien
'lcrdad que ese proceso de asimilaci6n universal del cuerpo por el alma amorosa
requiere, en la mente ascetica del jesuita, el correlativo dominio sobre los instintosque, pOl'sf misrnos, entre gad os a sus propias tendencias, no se librarfan de la opa-
cidad de la sangre y del sexo, y pol' eso deben aparecer como fuego impuro que
otro fuego, mfstico, combatira:
ara las masas creado p
·moderno de su poesia
alizaci6n y ardiente
ando, en lugar de
tuales mediante la r 1 . ,e aCtOn
e 10 sagrado 0 COn10 gro-
los autos sacramentales
fio] 0 en portugues, a un;
el de la experiencia.
xpresar el sentimiento de
dos de la vida cotidiana' ,
Este manjar aprovecha
para vicios arrancar.
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ALFREDO BOSI
Lo dernoniaco se muestra bajo la connotacion de idolatria polimorfica
nombre del diablo es Legion», dice el Evangelio) que escinde el alma del fiel, turba
la luz de su mente, rompe con su identidad y la degrada a la ceguera y a la anomia
de la carne cruda y de los instintos sin lfmites,
Seguramente hay mucho para preguntarse sobre las causas de la aversion que
ciertas practicas indigenas (y, mutatis mutandis, africanas) inspiraron a los sacer-
dotes cristianos. < Habra sido tal vez el pavor de recaer en algiin oscuro y vertigi-
noso pozo prehistorico sumergido pero no abolido mas aca del umbral de la
conciencia individual? Sacer queria decir tambien, en el viejo latin, tremendo y
nefasto (auri sacrafames), aquello que no se debe ni siquiera nombrar.
Sin embargo, la piedad catolica de ese mismo siglo de la Contrarreforma explo-
to de modo intenso la imaginacion material del Cielo y del Infierno, y reavivo las
devociones cuyo dinamismo podia conducir a las puertas del transporte mistico.
Anchieta y todos los jesuitas de su tiempo son discipulos directos de Ignacio de
Loyola, el fundador de la compafiia, cuyos Ejercicios espirituales inducen al alma
del practicante a visiones sistematicamente aterradoras del Mas AHa, asf como la
preparan para sentir arrebatos de contricion y adoracion,
De cualquier modo, sin embargo, los procesos de sublimacion cristiana man-
tienen nitidas las diferencias que los separan de los rituales tupis. Si los espiritus
diseminados por la selva bajan sobre la tribu que los invoca, inspirandole visiones
violentas y rapidas como un relampago, el Dios de los cristianos, «que esta en los
cielos», invocado en solitaria oratio y en bien compuesta meditatio, vendra a la
mente serena del fiel bajo la forma absolutamente humana de Cristo. Si en las cere-
monias tupfs existe la difusion de 10 sagrado con la perdida de identidad anterior
(a cada ritual antropofagico seguia una re-nominaci6n de sus participantes), en elitinerario cristiano ortodoxo se busca la mas perfecta realizacion del alma indivi-
dual, que los teologos medievales, maestros de Ignacio de Loyola, denominaban
visio beatifica. La contemplacion es, en principio, una experiencia probada en el
desierto dela soledad, una conquista propiciada por la ascesis de las potencias
afectivas e imaginarias, una lucha ardua que prepara el encuentro con el Tii igual-
mente solitario y solidario: beata solitudo sola beatitudo.
Leyendo el poema «Ao Santissimo Sacramento», se advierte que, para el yo liri-
co, el fin ultimo de las operaciones simbolicas que transmutan el pan, el vino, el
calor y el beso es siempre la visi6n de Dios. El contacto fisico con las especies con-
sagradas abre el camino hacia «el mas espiritual de los sentidos» (San Agustin), es
decir, la vista, el medio corporal destinado a la contemplacion,La ingestion del pan, acto unitivo por excelencia, es el pemiltimo paso del viaje
mistico, solo un mediador provisorio de la fe, etapa necesaria a la criatura que
todavia no alcanzo, en vida, la evidencia inmediata de 10 sagrado:
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5n de idolatria polimorfica
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~ituales tupis. Si l o s e sp ir it us
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)s cristianos, «que esta en los
)uesta meditatio, vendrn a la
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erdida de identidad anterior
'1 de su s participantes), en el
realizacion de l alma indivi-
o de Loyola, denominaban
a experiencia probada en el
. la ascesis de la s potencias
encuentro con el Tu igual-io .
advierte que, para el yo liri-
smutan el pan, el vino, el
fisico con las especies con-
;entidos» (San Agustin), es
placion.el penultimo paso de l viaje
ecesaria a la criatura que
) sagrado:
CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N
mientras tarda la presenciade vuestro divino rostro
que el sabroso y dulce gusto
de estepan
seami alimento
y que todo mi apetito
sea gracioso convite
de mi alma,
airefresco de mi calma,
fuego de mi frialdad,
Fuenteviva de limpieza,
dulce beso
mitigador del deseo
con que avos susplro y glmo,
esperanza de 1 0 que temo
perder.
La meta final es el conocimiento directo de la divinidad, su intuicion cara a cara:
Comiendo de tal prenda
que en ellatenga mi parte
iYdespues, que yo me harte
de veros!
El estado de plenitud sigue siendo, como en toda teologia de fondo augusti-niano, el mirar y ad-rnirar sin velos al ser eternamente vivo. C
~Por que es e camino se construye con sfmbolos y no con alegorfas? Porque,
segiin la fecunda perspectiva de Goethe, «la Idea se hace, en la imagen, activa e
inagotable». Para expresar la noci6n de una felicidad suprema habra siempre nue-
vos modos concretos e imaginativos de decir, y siempre queda algun fondo resi-
dual para comunicar. El sirnbolo, para Goethe, amplia la capacidad de formar la
Idea, al tiempo que la alegoria cierra el horizontede las significaciones, y puede,
en el limite, reducir la figura a fetiche. En la alegoria la representacion se concen-
tra en la fijeza enigmatic a del destino ante el cual no quedaria al sujeto mas que
inclinarse humildemente, 0 escrutarlo en el deseo de entrever un sentido ya dado
desde y para siempre.
El trabajo del alma que produce nuevos sfrnbolos y nuevas analogfas sufre la
opacidad de los lfmites humanos, pero alienta la esperanza de veneer las resisten-
cias del signo hasta acceder a la intuicion de la luz siempre viva. Es la propuesta
del itinerarium mentis in Deum de San Buenaventura, el guia del fiel err ante que
orient6la materializaci6n poetica del viaje dantesco a traves de los cfrculos turbios
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del Infierno y de las sombras violaceas del Purgatorio. Despues vendra el
to de la meridiana claridad: «Ahora vemos como en espejo y en enigma,
entonces veremos cara a cara», en la lecci6n de Pablo a los corintios.
La segunda linea de formaci6n poetica seguida por el Anchieta lirico no
extiende en este e je que va de la figura al rostro, sino que, deseando acortar
no y recorrer 10 mas rapido posible la distancia que separa los medios ~'f','W"'-"ll-
tes del fin, se lanza impaciente a 1 a proyecci6n de las pulsiones afectivas.
En este lenguaje, que se podra Hamar efusivo, compuso Anchieta algunos pasa-
jes en espafiol, muy probablemente su lengua de infancia. Probablemente, pues
hay quien afirma que aprendi6 a hablar en vasco, ensefiado por su padre.
Son poemas que prescinden del uso de ~orrelatos simbolicos (el fuego, la comi-
da, 1 a bebida) y proceden a una operaci6n dia16gica en la que es el Impetu de los
afectos 10 que identifica al yo del enunciado. En estos textos es secundaria, si no
ausente, la trama mediadora de las figuras.
El fen6meno, aparentemente solo psfquico, se comprende mejor si se 10 obser-
va a la luz de la historia cultural. La vieja piedad g6tica, encadenada en series ale-
g6ricas y emblemas doctrinarios que hasta hoy se pueden admirar en los
bajorrelieves de las catedrales, va dando paso a un gesto mas moderno del yo, a un
discurso vehemente e individualizado. Ya en los Ejercicios espirituales del funda-
dor de la Cornpafiia de Jesus, el ver-para-pensar, de inequivoca estirpe tomista,
aparece cruzado con un sentir para pensarse que purifica el tono en la prosa inti-
mista de la Imitatio Christi yen la piedad sensible difusa a 10 largo del «otofio de
la Edad Media».
En lugar de componerse como una sin taxis de imagenes, el poema fluye como
un discurso animado, en el que resuena aquella devotio moderna de los misticos
flamencos que humedecieron con las aguas de las meditaciones de Thomas deKempis la tierra dura de los textos asceticos de Ignacio de Loyola.
Cristo habla al poeta, y este le responde en un dialogo cerrado de tal forma que
la marca de la primera persona se desplaza de uno a otro, y el centro del discurso
nunca se aleja del sujeto:
Yo naci porque nimueras,
porque vivas morire,
porque rias llorare,
y espero porque esperes,
porque ganes perdere.
(El nino nacido al Pecador)
Se trata, desde el punto de vista formal, de un «trovar encadenado», para usar
la expresi6n del poeta espafiol Juan de Encina en su Arte depoesia castellana, entre
medieval y renacentista. Las figuras ret6ricas involucran aqui acciones-verbos y
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antiteticos, que tienden a relativizar la distancia entre la cria-
rp"'''''LV<, estrechando los nexos existentes entre ambos:
ta algunos
blemente ,Ipadre.
Ttl naces, iYyo no muero!
Yovivo, iYttl moriras,
Nino, principe de paz!
Digo que ser tuyo quiero ...
iNo seque te diga mas!
£1 dialogopone al desnudo cuanto hay de dramatico en e1 acto mismo de la
redenci6n
. iQue lejos estamos de aquella relaci6n magica y externa en la que el
diablo tomaba y Dios restituia al molinero e1abrigo dominguero! Aqui, el sacrifi-
de Cristo (porque vivas morin:) no es correspondide pOl' el pecador (T u naces,
i Y yo no muer~!), Y " si~ em~argo, a pesar ~e admi~irse el desencuentr.o moral, eldeseo de la union mistica se irnpone y se rertera: Digo que ser tuyo qutero ...
En las redondillas mayores de «Jesus y el pecador» se actualiza una tend encia
original de la nueva espiritualidad: la declaraci6n tensa de las distancias es seguida
pOl'una confesi6n drastic a de la impotencia verbal, ese expresivo no se que, Indi-
ce por el cual el yo moderno, mas perplejo que el medieval, reconoce las fronteras
de su lenguaje y sospecha que incluso la poesia puede quedarse sin palabras fren-
te a 1 0 Otro. A ese mismo rasgo, sufrido con resignaci6n 0con desesperaci6n,
darian aires divers os los liricos barrocos, los romantic os y los expresionistas de
nuestro tiernpo:
si se 10 obser-
a en series ale-
mirar en los
no del yo, a un
les del fund a-
stirpe tomista ,1a prosa inti-
del <otofio de
a £luye como
Ie 1 "s mlstlcoS
e Thomas de
Digo que eres todo bueno,
digo que eres creador,digo que eres redentor,
digo que eres amor lleno,
digo que eres todo amor,
digo que eres mi Senor,
digo que muerto seras,
digo que das vida y paz,
digo que es sin fin tu honor ...
iNo se que te diga mas!
tal forma que
del discurso
>> , para usar
ellana, entre
es-verbos y
En su cancio nero Anchieta reconoce la propia incapacidad de decir quien es
Dios despues de haber reiterado, nueve veces, la forma verbal «digo», antepuesta
a cada una de las predicaciones de esta retahfla en su honor. La l6gica del discurso
mistico lleva necesariamente a decir la inefabilidad de su objeto.
En otros textos hay un discurso que procura conservar la intimidad de a dos,
una melodia hecha de quejas y protestas imperiosas que rec1aman que el alma com-
parta con Cristo los dolores de la cruz, ademas de manifestaciones de un 1enguaje
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paraverbal, 0 transverbal, en el que, mezclados con puntos de interrogaci6n,exclamaciones y con reticencias, irrumpen «suspiros», «sangre», «lagrimas»,
dados», «gozo», «llagas», «gemidos», to do ello presidido por una invitaci6n
sa: «[Venidl'?»,
86 ALFREDOBOSI
Venid a suspirar con Jesu amado
los que quereis gozar de sus amores,
pues muere por dar vida a sus pecadores.
Tendido esta la cruz, corriendo sangre
sus santas llagas hechas limpios banos,
con que se da remedio a nuestros dafios.
Venid, que el buen pastor ya di6 su vida,
con que libr6 de muerte su ganado,
y dale de beber a su costado.
El nuevo estilo lfrico-religioso tiene su punto alto en el uso de la paradoja,
variante obligada en la expresi6n de 1 0 inefable. Esa figura prolonga la ret6rica de
los contrastes del Cancionero general y anticipa el juego manierista de los prime-
ros barrocos. Lo que no se puede decir, porque es infinito, se intent a sugerir a tra-
ves de la sucesi6n de los opuestos (muertelvida), consiguiendo un sentido nuevo
hecho de contrasentidos.
Una contradicci6n fundamental es proyectada en el drama del Calvario (rnuer-
te) que se identifica con la salvaci6n de los hombres (vida).
Otro par de opuestos, a primera vista irreconciliables, infinito/finito, se resuel-
ve en el canto a la Eucaristia, donde 1 0 absoluto se aloja en el mas pequefio boca-
do de pan:
[Ohl Dios infinite,
por nos human ado,
veos tan chiquito
que estoy espantado
[.. .]
10Dice Helmut HATZFELD:«SanJuan de la Cruz efectivamente considera ellirismo un grito esti-
lizado y aclara en la introducci6n de su Lla ma de amor viva que a veces un poema ha de contener
exclamaciones como job! y jah! para expresar adecuadamente 10inefable. De la misma manera decla-ra Valery: 'Poesia esun intento de representar por medio de lenguaje articulado aquellas cosas 0 cosa
que se trata de expresar vagamente por medio de gritos, lagrimas, caricias, besos, suspiros, etc>( Es tu di os l it er a ri os s ob r e m is ti ca e sp a no l a , Madrid: Gredos, 1968, p. 329)
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CULTURA BRASILENA. UNA DIALECTICA DE LA COLONIZACI6N
Por ese peleomi sentido,
porque 1 0 comido
es Dios que no veo,
Lacarne que me vesti
pasani muy cruda muerte
porque deseo tenerte
sempre vivo par de mi,
preso con amor muy fuerte.
"peleo contra mi sentido.» Finalmente, la lucha supone la libertad de acoger 0
rechazar el amor del otro, aunque este otro sea el Dios omnipotente. Tampocoa la lfrica espanola de Anchieta esa dimensi6n temeraria del alma que dice
«no" a la invitaci6n del amigo:
del Calvario (muer-
iNo!
Quien murio por damos vida,
muchas veces me llam6,
mas yo dijole de no,
no, no, no, no!
Dijome que no pecase,
Pues por me salvar murio,
Mas yo dfjole de no,
No, no, no, no!
ito/finito, se resuel-
mas pequeiio boca-
Confrontando este pasaje de rechazo tan ardientemente personal con la alego-
ria grotesca de la Ingratitud, que Anchieta represent6 en el Auto de la Villa de
Vi to r ia , se vuelven patentes las diferencias de estilo y de horizonte cultural.
ATANDO CABOS
llirismo un grito esti-
poema ha de contener
a misma manera decla-o aquellas cosas 0 cosa
besos, suspiros, erc.»
EI misionero que se dirige al indio, predic:indole en tupi y compone autos
sacramentales (a veces circenses) con el prop6sito de convertirlo, es un difusor del
salvacionismo iberico para quien la vida del salvaje estaba inmersa en la barbarie y
sus practicas se inspiraban directamente en los demonios.
Las ceremonias indigenas se redudan, en ultima instancia, al fen6meno de la
tentaci6n victoriosa. El mal se abatia, como una serpiente, sobre los participantes
de los cantos, las danzas, las libaciones, el rito antropofagico. El afuera dominan-
do el adentro, la pur a exterioridad, la mas brutal reificaci6n: esta es la imagen que
los J esuitas concibieron y nos legaron de las fiestas tupis. No llama la atenci6n, por
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10 tanto, que los mensajes fund adores y originales del cristianismo, como ladad de todos los hombres y el mandamiento de amor universal, hayan
el proceso de la catequesis, un alto grado de entropfa. La pedagogfa de la
sion borraba los rasgos potencialmente progresistas del Evangelio haciendolos
retroceder a la condicion de meros sustitutos de la magia de los tupis. Con todo
la poesfa del Anchieta que escribe poesias lfricas sacras ya estaba entrando en otr~
tiempo historico y psicologico, el tiempo de la persona que elige aceptar 0 recha-
zar el amor de un Dios personal y profundamente humano.
Estamos tan resignados a pensar con «realismo» (si fue asf, es porque no podrfa
no haber sido asf), que no nos preguntamos si, en verdad, 10 que ocurrio no habra
significado una franca regresi6n de la conciencia culta europea cuando esta fue
absorbida por la praxis de la conquista y de la colonizaci6n. Como en las cruza.
das y en las guerras santas, la religion y la moral colectiva se degradan rapida y vio-
lentamente a puras herramientas del poder; y 10 que se gana en eficacia tactic a se
pierde en calidad en el proceso de humanizaci6n.
El caso de Anchieta parece ejemplar porque se trata de nuestro primer intelec-
tual militante, El hecho de haber vivido inspirado por su innegable buena fe de
ap6stol s6lo vuelve mas dramatic a la constataci6n de esta casi-fatalidad que escin-
de alletrado colonizador entreun c6digo para su uso propio (0 el de sus pares) y
un c6digo para uso del pueblo. Alla, el sfmbolo y la efusi6n de la subjetividad;
aquf, el didactismo aleg6rico rfgido, autoritario. Alla, la mfstica de la devotio
moderna; aquf, la moral del terror de las misiones, Y despues vendra el iluminismo
que se combinara con la dictadura recolonizadora; y elliberalismo que pactara con
la esclavitud ...
Anchieta habla no solo varias lenguas, sino lenguajes diferentes segiin su audi-
torio. El universalismo cristiano, peculiar al mensaje evangelico de los primeros
siglos, necesita condiciones hist6ricas especiales para mantener su coherencia y
pureza. En el proceso de transplante culturalla alianza del cristianisrno con estra-
tos sociales y politicos dominantes es letal para su integridad.
La escision, que aquf hemos apuntado, entre un teatro de catequesis como
exterioridad y una lfrica del sentimiento religiose, tal vez sirva de estimulo para
repensar los contrastes internos del intelectual «que vive en las colonias».
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