América Latina en los años 90
Fernando Porta Investigador de la Fundación CENIT, Buenos Aires.
Se asiste ac tua lmente a una suerte de boom de integración en América Latina. Se han reacti vado y ace lerado los programas de desgravación a rance laria ya existentes a escala regiona l, as í como los programas de libera lización de comercio en los diversos esq uemas subregionales, y se han susc ri to, o se está en vías de hace rlo, un conjunto de nuevos acuerdos multil ate ra les que tienden hacia la fo rmac ión de sendas á reas de li bre comercio o un io nes aduaneras, según los casos. A ello se ha sumado la propuesta norteamericana conocida como Iniciativa Bush, que impulsa, si bien difusa mente por el momento, acuerdos de
complementación y coo rdin ación entre Estados Unidos y la región en materi a de comercio, in versiones, financiamiento
y deuda. Los hechos más evidentes de esta te ndencia son el
esta blecimiento del Mercado Común del Cono Sur Americano (M ERCOSUR ) entre Arge ntina, Bras il , Paraguay y Uruguay, definido como una Unión Aduanera a part ir de 1995; la reactivación de los compromisos en el Pacto And ino - proponiendo un Mercado Común subregiona l para 1994-, en el Mercado Común Centroamerican o -con metas de uni ficac ión de polít icas comercia les para fin es de 1992- y en la Comunidad del Ca ribe (CARICOM); la constitución del Grupo de los Tres entre Colombia, Ve
nezuela y México con el propósito de esta blecer un á rea de libre comercio hac ia 1995; la incorporac ión de México a l Tratado de Libre Comercio de América del Norte; y, fin a lmente, va ri os ac uerdos bil atera les de liberación pa rcia l de comercio que involucran a Argentina, Chile, México
y Venezuela. Estos hechos y anuncios contrastan significa tivamente
con la crisis del proceso de integración regiona l en la década de 1980 que afectó tanto a l cumplimiento de los compromisos y plazos originalmente esta blecidos como a l comercio intra rregion l, la in ve rsión en proyectos comunes, la complementació n industri a l y la a rm oni zación de po líticas macroeconómicas y de desa rro ll o.
Se ha argumentado que la reactivación de la integración latinoamericana se relaciona con la tendencia de la economía internaciona l a la constitución de bloques económicos y comercia les . Es evidente que en los últimos años se ha producido un forta lec imiento rea l e instituc iona l de los bloques económicos intern acionales, EEUU, Ca nadá, Europa 92, j apón-li tora l as iático y Oceanía. Induda blemente, la fo rm ulac ión de la Iniciativa Bush para las Am éricas, te ndente a o bte ner venta jas comercia les en el mercado latin oamericano y refo rza r la pos ición competiti va de EEUU en relación a los o tros centros económicos mundiales, aparece como un elemento que asoc ia estrechamente la integración latin oa merica na a l proceso de regiona li zación de la economía mundia l.
709
G RANDES T EMAS A MÉRICA L ATINA D ESPUÉS DEL 92
Ahora bien, siendo evidentes las tendencias a la
regionalización de la economía mundial y aceptando
que la evolución de estos cambios en América Latina
termine inscribiéndose de un modo u otro en ese
proceso, es difícil derivar mecánicamente la génesis
de la nueva etapa de la integración regional de
aquellas tendencias. De ningún modo está planteada
una hipótesis de constitución de un bloque latino
americano para participar activamente en las
nuevas formas de competencia mundiales, precisa
mente porque siguen ausentes en la región las con
diciones estructurales -productivas, tecnológicas y
financieras- que fundamentan e l proceso de
regiona I ización en los pa íses i nd ustria I izados
(Chesnais, 1990).
De ahí que la constitución de bloques interna
cionales debe ser considerada como una hipótesis de
contexto en el que interactúan otros factores exp lica
tivos, entre ellos, la aparición de una nueva fase en el
proceso de ajuste estructural en la región. La etapa
del ajuste económico -tendente a generar el superávit
comercial externo que permitiera financiar las trans-
ferencias para servir el endeudamiento ex
terno con bancos y organismos
extrarregionales ( 1982-1988 )- era
"Se asiste actualmente a una suerte de boom de
incompatible con el cump li
miento y la profundización de
las metas originales de los pro
gramas de integración (Porta,
1990). integración en América Latina"
Transitada esa primera
etapa del ajuste, algunos cam
bios en la orientación global
de la política económica favo
recen el relanzamiento de los pro
gramas de liberalización comercia l a
escala regional. Debe subrayarse que estos
elementos operan en un contexto en el que los países
de la región tienen en genera l un superávit en su
comercio exterior y que la cuestión del endeuda
miento externo -una vez transferida una masa con
siderable de recursos en concepto de repago y esta
blecida una red de seguridad bancaria frente a
eventua les insolvencias- atraviesa por una fase en la
que acreedores y deudores priorizan los mecanismos
de capitalización asociados al proceso de ajuste fis
cal, reforma estatal vía privatizaciones y elevación de
la capacidad de exportaciones futuras. Entre los
cambios a los que se hace referencia deben subrayarse
las reformas en materia de política comercial e indus
trial.
710
Problemas de convergencia y alternativas de coordinación de políticas
El actua l escenario de la integración latinoame
ricana está cruzado por tres problemáticas que se
desarrollan paralelamente:
- Los cambios en las políticas comerciales y
cambiarias a nivel nacional, que tienden hacia una
estructura de protección de bajo nivel y fundamental
mente basada en aranceles.
- La reactivación y aceleración de los progra
mas de liberalización de comercio dentro de los
acuerdos regionales y subregiona les existentes.
- La proliferación de acuerdos multilaterales de
reducción de aranceles con el propósito de confor
mar áreas de libre comercio a corto plazo.
La interacción entre estos tres campos define dos
problemas de convergencia. Uno, entre la apertura
unilateral y los compromisos de liberalización regional.
Otro, entre los diversos compromisos regionale en los
que participa cada país. Estos problemas de convergencia
no son nuevos. El primero, acotado principalmente al
ámbito de la política comercial, es propio de la partici
pación de un país en cua lquier acuerdo regional. En el
casode América Latina, el segundo ya se había presentado
entre los compromisos en la Asociación Latinoamericana
de Libre Comercio (ALALC) y la Asociación Latinoa
mericana de Integración (ALADI), y los derivados de los
acuerdos subregiona les existentes. Sin embargo, en
a mbos casos, su carácter se renueva y la necesidad de
resolverlo de algún modo se hace más perentoria en
virtud de la drasticidad y velocidad de los procesos de
apertura en marcha.
Hasta aquí los a ltos niveles de protección frente
a terceros otorgaron la posibilidad de márgenes de
preferencia significativos para los socios regionales.
Cuanto más alto sea el margen de preferencia, menor
es la importancia de su certidumbre en el tiempo. Esta
situación «disimula ba » -por lo menos en cuanto a los
niveles y la estructura de los aranceles-los problemas
de convergencia entre los regímenes nacionales de
comercio y los compromisos regionales. Los márge
nes podían ser inciertos y fluctuantes pero, en tanto
permanecieran altos, cumplían con su cometido de
tratamiento preferencial. Con respecto al problema
de convergencia entre los acuerdos de naturaleza
subregional y los mecanismos de ALALClALADI,
éste se fue resolviendo en la práctica incumpliendo
las obligaciones de multilateralización primero y
eliminando esos requisitos después (ALADI, 1990a,
by Cj 1991).
Las políticas de apertura comercial actualmente predominantes cambiaron radicalmente este panorama. En primer lugar, porque achicaron el margen de preferencia, el cual, por lo tanto, pierde fuerza como «señal de mercado » para eventuales socios regionales. Además sigue siendo incierto por dos motivos: en la mayoría de los casos, la secuencia de desgravación arancelaria y sus metas finales no están plenamente
definidas o se modifican reiteradamente. A su vez, difieren entre los socios de un mismo esquema subregional, por lo que varían las condiciones de competencia para un mismo producto o sector en los distintos mercados asociados. En segundo lugar, los compromisos dentro de un esquema subregional son mucho más sensibles a incumplimientos por parte de los países miembros. El hecho que uno o más países socios otorguen un tratamiento igualo aún más preferencial a otro/s país/es latinoamericano/s no asociado/s vulnera el principio de constitución del acuerdo subregional.
La posibilidad de avanzar sobre ambos problemas de convergencia requiere definir el papel y la función del mercado ampliado regional dentro de la
estrategia productiva y de inserción internacional que se debate actualmente.
Éste está lejos de ser un tema resuelto. En primer lugar, porque la propia estrategia productiva aparece aún incierta. Cuestiones tales como el perfil de especialización, la concepción estática o dinámica de las ventajas comparativas, los modos de producción y difusión de las capacidades competitivas, la articulación entre el desarrollo del mercado interno y de las exportaciones, los modos de inducir la introducción de progreso técnico y la dinámica de la distribución del ingreso están todavía en discusión. En segundo lugar, porque tampoco hay consenso sobre si el proceso de integración puede y debe jugar un papel activo y de viabilización de tales opciones y, por lo tanto, forma parte del instrumental de las políticas de reconversión o si ha de ser simplemente un resultado a verificarse y evaluarse a posteriori (CEPAL, 1991).
Al margen del estado de desarrollo y alca~ce de estos consensos, una consecuencia evidente de las políticas predominantes es el ingreso a lo que podríamos llamar una etapa de «marcha forzada » de la integración regional. En este escenario la coordinación de políticas económicas, a pesar de las apariencias, sigue estando ausente. Su rol -o, más apropiadamente, una ficción del mismo- pasa a ser desempeñado por la abrupta liberación del comercio intrarregional, instrumento que asume un carácter
AMtRICA L ATINA EN LOS A Ños 90
disciplinadoT de la participación de cada uno de los países en los acuerdos.
A efectos de constituir un mercado ampliado la liberalización del comercio es esencial pero de ningún modo suficiente. Se requieren, además, márgenes de preferencia frente a terceros selectivos, ciertos y previsibles -instalados a través de aranceles diferenciales o de instrumentos paraarancelarios explícitos o de una combinación de ambos-, regulaciones co
munes que orienten y promuevan la especialización y reconversión productiva deseadas y una gestión macroeconómica que tienda a estabilizar las condiciones de competencia (Porta, 1991).
Hay un conjunto de condiciones estructurales que, en la actual situación, afectan a las posibilidades de coordinación de políticas dentro de la región, entre ellas, la relativamente escasa interrelación productiva y la persistencia de fuertes desequilibrios macroeconómicos que se traducen en presiones inflacionarias y recesivas. A esto se suma la existencia de estructuras de producción a menudo competitivas y no complementarias así como ofertas productivas y políticas de promoción que compiten entre sí en terceros mercados. En este marco, la coordinación de políticas se hace particularmente difícil, ya sea porque enfrenta situaciones de imprevisibilidad y alta incertidumbre en la evolución de las variables a corto plazo o porque implica, en lo que respecta a decisiones sobre la capacidad productiva instalada, grados importantes de cesión de soberanía.
Debe insistirse en que, en el caso particular de América Latina, el márgen de maniobra para un proceso de armonización de políticas depende estrechamente de la superación de los desequilibrios macroecónomicos actuales, especialmente del levantamiento de la restricción financiera externa y de la restitución de la soberanía fiscal, a efectos de recuperar grados importantes de control sobre la política cambiaria y de fijación de las tasas de interés.
Las posibilidades de coordinar políticas entre los socios de un esquema de integración se amplían en la medida en que las respectivas estrategias nacionales de inserción internacional y de desarrollo interno tiendan a ser convergentes. En este marco, pueden desplegarse condiciones para armonizar políticas globales, remover obstáculos al comercio y establecer preferencias arancelarias ciertas. En la medida en que la liberalización del comercio puede crear demanda pero no necesariamente oferta, es necesa rio armonizar políticas sectoriales e identificar y promover proyectos productivos viables. Asimismo, po-
711
G RANDES T EMAS. A MÉRICA L ATINA D ESPUÉS DEL 92
drán coordinarse formas y mecanismos de acceso a
mercados extrarregionales.
América Latina enfrenta actualmente dos tareas
apremiantes: recuperar un crecimiento sostenido y
redistribuir ingresos más equitativamente. Las polí
ticas de ajuste de la década de 1980 han acentuado un
perfil de especialización basado en ventajas estáticas,
naturales o de costo salarial, que no generó efectos
dinámicos y profundizó la concentración de ingresos
(Rosales, 1990). De aquí surge la necesidad de una
respuesta productiva que intente sa lir al cruce de
ambos problemas simultáneamente. Implica la pro
secución de ganancias de competitividad genuina que
permitan incrementar la productividad del conjunto
de la economía y, al mismo tiempo, el ingreso real de
la población (CEPAL, 1990).
Esta propuesta conlleva modificaciones en la
política industrial y comercial predominante. De una
mayor apertura y exposición a la economía interna
cional pueden derivarse dos tipos de efectos: los
asociados generalmente a una mayor competencia -
mejoras en la calidad, precios y variedad de los
"El problema de la alineación
bienes- y los que se generan dinámicamente
de las posibilidades de complementación
-aprovechamiento de economías de
respecto de la divisa
escala y especialización, mejo
ras en la asignación de recur
sos y desarrollo de especializa
ción intraindustrial-. A su vez,
la generación de efectos diná
micos de complementación
requiere de la utilización de
políticas industriales activas
clave, se relaciona con la inserción internacional adoptada" basadas en criterios de selecti
vidad, gradualismo y temporalidad.
Aparece aquí con mayor claridad
una forma de articulación posible entre las
tareas de la integración regional y las de la apertura
en relación a terceros países. Tratando de simplificar
y generalizar una propuesta que deberá ser mucho
más matizada en cada uno de los espacios regionales
concretos, podría plantearse que los efectos de
competencia están asociados a la definición de la
política comercial hacia los países de extrazona y los
efectos de complementación a la efectiva definición
de un mercado ampliado regional. La apertura pro
pone un margen de competencia cuyo espacio debe
ser aprovechado por la integración regional.
Para que esta modalidad de articulación y con
vergencia entre ambos procesos pueda desarrollarse
se requIere:
712
- Definir un margen de preferencia cierto y
efectivo. Su nivel será definido dinámicamente, si
bien a partir de las actuales condiciones será siempre
relativamente bajo. - Evitar fluctuaciones bruscas y periódicas en
las paridades relativas. Depende en primera instancia
de la resolución de los desequilibrios
macroeconómicos básicos.
- Armonizar políticas de desarrollo industrial y
tecnológico e inducir programas de inversión comu
nes dentro de cada uno de los esquemas.
Una apertura administrativa de la economía,
que no considere los riesgos de extendidas prácticas
de competencia desleal en el comercio internacional,
puede tener impactos sumamente desfavorables des
de el punto de vista económico y social. A nivel de los
esquemas de integración, en la medida en que las
reformas propuestas reducen el margen de preferen
cia efectivo, la defensa de las tarifas, y de las preferen
cias, es esencial. Esto implica para los países miem
bros la necesidad de implementar y coordinar ade
cuadas disposiciones antidumping y armonizar sus
políticas de subsidios promociona les.
Por su parte, la definición del margen de prefe
rencia depende de cuatro parámetros: la secuencia de
desgravación arancelaria intrazona (programa de
liberalización comercial), la secuencia de desgrava
ción arancelaria de cada uno de los socios frente a
terceros (apertura comercial), la secuencia de esta
blecimiento del Arancel Externo Común (AEC) y la
eventual aplicación de Barreras No Arancelarias
(B A) para productos de extrazona. Cada uno de
estos parámetros constituye un espacio posible de
coordinación de políticas e instrumentos.
La eventual convergencia de las respectivas
aperturas nacionales facilitaría la definición del AEC.
Mientras éste no es adoptado, el techo de la preferencia está fijado por los respectivos aranceles nacionales .
Por lo tanto, la existencia de definiciones sobre el
AEC o sobre los rangos y tiempos de la apertura
frente a terceros constituye la principal fuente de
certeza del margen de preferencia. A su vez, la ausen
cia de un AEC, en un contexto de estructuras arance
larias nacionales disímiles, introduce diferentes con
diciones de competencia para un mismo producto en
los mercados de los países miembros. Por otra parte, la utilización de BNA tendería a sostener el nivel y la
efectividad del margen de preferencia.
Por lo tanto, el nivel, la certidumbre y la sime
tría (igualación de las condiciones de competencia en
cada mercado) del margen de preferencia están en
fun c ión del modo en que se combinan en cada esque
ma en pa rticul a r el program a de desgravación a ran
ce la ri a y los acuerdos so bre el AEC, por un a pa rte,
co n la tendencia de evo lución de los regímenes co
mercia les naciona les, po r la otra. Se ha seña lado más
a rriba qu e cuanto meno r ti enda a se r el ni ve l de las
preferencias mayo r impo rtanci a co bran las condi
ciones de certeza y simetría.
En aquell os casos en que las refo rmas co mercia
le nac iona les ti end an a se r conve rgentes, las prefe
rencias a rancela rias reciben cond ic iones de ce rti
dumbre e igua lan las co ndiciones de competencia
entre los res pecti vos mercados nac iona les, indepen
di entemente de la secuenci a de liberación intrazona
adoptada . Esta, de todas maneras, tendrá incidencia
so bre el ni ve l del ma rgen de prefe rencia y sob re la
competitividad de los productores locales en su pro
pio mercado en relación a impo rtaciones intrazona les .
Este último aspecto puede se r impo rtante cuand o el
grado de desa rro llo de los pa íses mi embros sea rela
ti va mente heterogéneo .
En cambio , cuando los reg ímenes comercia les
no son co nvergentes o su secuencia no aparece defi
nida, la adopció n de un AEC es el único elemento que
puede o to rga rle certeza a las preferenci as regiona les.
Es ev idente que, en todos los casos, la utili zac ión de
BNA para importaciones extra rreg iona les no sólo
t iende a incrementar el ni vel de la preferencia sino a
oto rga rl e ma yo r efecti vidad . De hecho, éste pa rece
se r el principa l instrumento del «nuevo pro teccionis
mo" a pl icado por los bloques comercia les de los
países industria lizados (Tuss ie y asa buri , 1990 ).
En ausencia de BNA significativas y, fundamen
ta lmente, a pa rtir de la a plicación de a ranceles nomi
na les relativa mente ba jos, el margen de preferencia y
las condiciones de competencia en el mercado regional resultan sumamente sensibles a las fluctuaciones del
tipo de cambio. Quedó d icho ya que las posibilidades
de coo rdina r po líticas en esta ma teria -esta blecimiento de fra nj as permitidas y estrec has de flotac ión,
consolidación de una unidad de cuenta desdolarizada, fo rta lecimiento de los sistemas de compensación y
financiamiento de pagos regiona les, etc.- dependen de
tres factores que se defin en en el marco de cada una de
las eco no mías nac iona les : a) el pro blema de la
vo latilidad del tipo de cambio, b) el pro blema de la
a lineación del ti po de cam bio y c) el istema ca mbia rio,
en pa rt icula r las regulac iones de acceso a l mercado y
de fij ación de la pa ridad nomina l.
La evo lución del primer facto r, que es el de
mayo r importancia en la ac tu a lidad po r su impacto
A MÉRICA L ATINA EN LOS A ÑOS 90
so bre las condiciones de competencia en el mercado
regiona l, depende fundamenta lmente de la marcha
del proceso de esta bili zación. El problema de la
a lineac ión respecto de la divi sa clave, si bien está
influid o e n la coy untu ra p o r la s itua c ió n
macroeconómica, se relac iona principa lmente con la
estra tegia product iva y de inserción intern aciona l
adoptada . Fina lmente, eventua les diferencias en el
sistema ca mbia ri o o en el grado de fl ex ibilidad de las
reglas cambia ri as vigentes en los países soc ios ta m
bién a fecta rán las condiciones de a rm oni zac ión entre
ellos .
La adopción de crite ri os rela ti va mente homogé
neos en la defini ción de la estra tegia p roductiva
favo rece la reso lución del pro blema de la a lineación
de las pa rid ades. Aún en ese ma rco, subsisti rá n
fu ertes pro blemas de coo rdin ació n si permanecen
condiciones de inesta bilidad mac roeconómica y si las
reglas cambia rias difieren entre los países.
Escenarios alternativos
Se ha suge rido aquí un modo desea ble de a rticu
lació n entre las po líticas de a pertura co mercia l y los
prog ra m as d e lib e ra liz ac ió n d e co merc Io
intra rregional. En primer luga r, se hace necesa rio que
los compromisos de desgravac ión automá tica transi
ten más firmemente hac ia la constitución de un
mercado ampl iado regiona l o subregiona l. En las
actua les condiciones de la estructura de protección,
un mercado ampliado efectivo se configura a partir
de: a) má rgenes de preferencia rela ti va mente ba jos
pero ciertos, b) igua lación de las condiciones de
competencia en los respectivos mercados intern os y
c ) po líticas y estrategias ac ti vas de espec ia lizac ión y
complementación intrasectori a l tendentes a a prove
char las potencia les venta jas de gama y de esca la en
la producción de bienes y se rvicios y en el desa rro llo
de es fu erzos tecno lógicos. En estas condic iones, el mercado a mpliado re
giona l permitiría el desa rro ll o de po tencia les efectos
dinámicos de a mpli ac ió n de la capac idad fa bril , de
expansión de la ofe rta di sponible, de creación de
comerci o , de reasignación inter e intrasectoria l de
recursos, de mejo ra de los términ os del intercambi o
y, po r lo tanto, de ge neración de mayo r ca pac idad
competiti va en la econo mía mundia l. A su vez, el
mayo r grado de a pertura frente a los pa íses de
extrazona brinda ría , po r un lado, acceso a precios
intern aciona les a los bienes no producidos en la
región y, po r otro, un a fo rm a efectiva de eliminac ión
713
G RANDES T EMAS: A MtR,CA LATINA D ESPUÉS DEL 92
de márgenes de protección excesivos y redundantes
(proteccionismo frívolo) que generan ineficacias o
rentas extraordinarias en las actividades instaladas.
La definición de un margen de preferencia cierto
y el desarrollo de condiciones de competencia con
vergentes deberían ser el objetivo principal, casi
excluyente, de los esfuerzos de coordinación de polí
ticas comerciales y cambiarias entre los países miem
bros de los diversos acuerdos de integración en
marcha en América Latina. Sin embargo, en la mayo
ría de ellos tal objetivo no es explícito - a pesar de la
urgencia impresa a los programas de desgravación
automática-, ni son propicias, en la hipótesis de una
eventual convergencia natural, las tendencias actua
les de los regímenes comercial y cambiario y de la
situación macroeconómica.
En el caso del Mercado Común Centroamerica
no (MCCA) se combinan las consecuencias de aran
celo intrazona y un AEC aún indefinido con es
tructuras arancelarias no convergentes y de secuen
cia incierta, regímenes cambiarios disímiles y condi
ciones de fuerte inestabilidad macroeconómica. Esta
situación implica, por una parte, muy baja o
nula probabilidad de coordinación de
"Las dificultades se han manifestado en las negociaciones de los grupos encargados de coordinar política comercial y
macroeconómica"
políticas cambiarias y, por lo tanto,
fuerte tendencia a la volatilidad
de las paridades relativas y,
por otra, alta incertidumbre y
escasa relevancia en el margen
de preferencia interno y
asimetría en las condiciones
de com petencia en cada uno de
los mercados de los países
miembros para sus respectivos
productores.
Este mismo panorama es el que
hace poco factible el compromiso asumido
por los paí es del MCCA de tener definido y adop
tado su AEC a fines de 1992. Si este calendario fuera
cumplido, el margen de preferencia ganaría en cer
tidumbre aun en ausencia de reformas arancelarias
fuertemente convergentes. Con todo, persistirían
desiguales condiciones de competencia lo que difi
cultaría futuras negociaciones de armonización de
políticas sectoriales. Cabe señalar que, para que esta
perspectiva se afirme a medio plazo, es esencial la
consecución de un escenario macroeconómico de
estabilidad. En esta hipótesis, si bien subsistirían
diferentes regímenes cambiarios, se incrementaría la
probabilidad de evitar fluctuaciones en las paridades
relativas.
714
Dado el bajo grado de desarrollo relativo de los
países centroamericanos y, por lo tanto, ausentes en
gran medida las fuerzas y tendencias estructurales
hacia un mayor grado natural de integración de estas
economías, el escenario descrito -aun en la hipótesis
de mejoras a medio plazo- es poco propicio para
estimar un proceso de fortalecimiento del MCCA y
para fundar un ejercicio de reconversión productiva
en ese espacio regional. Esta situación podría llevar
a los países de la subregión a debilitar nuevamente su
participación y sus compromisos en el MCCA e
intentar acuerdos preferentes, probablemente por
separado, con otros países de la región. De hecho, el
avance de las negociaciones en el Grupo de los Tres
podría fortalecer esta última opción.
En el caso del MERCOSUR, los elementos
apuntados se combinan de manera relativamente
similar que en el MCCA. Si bien el programa de
liberalización tiene una secuencia gradual a comple
tar en cuatro años, lo cual reduce en parte el problema
de la asimetría en las condiciones de competencia, la
indefinición del AEC (previsto para ser aplicado a
partir de 1995) y las fuertes diferencias en el diseño
de la apertura comercial confieren condiciones de
incertidumbre al margen de preferencia. Estas son aún más agudas en el contexto de inestabilidad
macroeconómica que predomina especialmente en el
socio más grande del acuerdo, Brasil.
Estas dificultades se han manifestado con toda
su intensidad en las negociaciones que han adelanta
do los respectivos grupos encargados de coordinar
política comercial (AEC) y política macroeconómica
(paridad relativa). En ambos casos ha habido escasos
avances, a pesar de los compromisos recientemente
asumidos para tener definidos ambos temas para
1993. De hecho, sólo se ha ido avanzando en el
cumplimiento de los sucesivos tramos de desgrava
ción automática, esto es, el otorgamiento de una
preferencia general del orden de167% para el comer
cio entre Argentina y Brasil y la consolidación de las
preferencias mayores a ese nivel ya vigentes en fun
ción de distintos acuerdos de alcance parcial.
Hasta tanto el AEC no se defina, persistirán
condiciones de asimetría en la competencia en cada
uno de los mercados miembros entre los respectivos
productores nacionales, y entre éstos e importacio
nes de extrazona. A su vez, la escasa convergencia
entre las respectivas reformas comerciales hace más
dificultosa la negociación por el AEC. La ausencia de
políticas relativamente comunes de reconversión del
aparato productivo aleja todavía más, en las actuales
circunstancias del MERCOSUR, un escenario, como
el sugerido, de articulación entre la apertura unilateral y la integración subregional. En el caso particular de Argentina y Brasil, que cuentan con un parque industrial bastante diversificado ya instalado y que atraviesan periódicamente por situaciones recesivas,
se plantean en los diversos sectores que tienen agudos problemas de oferta competitiva entre ambos países. La incertidumbre en el margen de preferencia y la volatilidad de las condiciones de competencia no
favorecen una trayectoria natural de esos sectores hacia una trama de mayor especialización y complementación.
Dadas las condiciones estructurales de ambos países, la industria argentina aparece más expuesta a las consecuencias de esta situación. Esto ha llevado a que, en para lelo al programa de desgravación automática yen cierto sentido contrariando su espíritu, se desarrollen algunas negociaciones de carácter sectorial en las ramas más sensibles (automotriz, maquinaria, petroquímica, papel, siderúrgica y textil), tendentes a otorgarles un tratamiento especial en cuanto al régimen de comercio. Se ha avanzado en acuerdos de reestructuración para el sector automotor y de reparto de mercados en los sectores de industria intermedia.
Tales negociaciones de carácter sectorial implican un reconocimiento tácito de que la liberalización
del comercio por sí es insuficiente, más aún en las condiciones de incertidumbre apuntadas. Sin embargo, subsiste, como un problema sustancial, la escasa o nula convergencia entre las respectivas políticas industriales, ya sea por indefinición o por fuertes diferencias entre las mismas. Esta circunstancia reintroduce entre las perspectivas probables de evolución del MERCOSUR un escenario comercia/ista. En é te la integración subregional se convierte en un espacio menor y totalmente subordinado a la apertura unilateral, en el que predominan las ventajas comparativas estáticas y formas de especialización i ntersectoria 1.
En el caso del Pacto Andino las condiciones actuales, desde el punto de vista del régimen de comercio, también combinan elementos de incertidumbre y asimetría. En relación a los otros casos revisados, el panorama macroeconómico, al menos en sus dos socios de mayor envergadura -Colombia y Venezuela-, aparece comparativamente más estable, lo que brinda algunas posibilidades de coordinación de políticas cambiarias o por lo menos de convergencia de las paridades relativas. Cabe señalar
AMt'RICA LATINA EN LOS A ÑOS 90
que la incertidumbre en el margen de preferencia se ha ido atenuando con el progresivo establecimiento de bandas cada vez más estrechas entre los aranceles comunes, máximos y mínimos, permitidos . La profundidad impresa a algunas reformas comerciales nacionales -en el caso de Venezuela, por ejemplo- ha provocado, de todas maneras, algunos incumpli
mientos de tales acuerdos. Anotado este punto de partida comparativa
mente algo más favorable, sus perspectivas de evolución presentan tendencias contradictorias. Por una
parte, la aceleración del programa de liberalización de comercio intrazona provoca fuertes resistencias a los potenciales efectos de una mayor exposición a la
competencia de productores de países socios. Este es el caso de la posición oficial ecuatoriana en las últimas negociaciones y de parte de la industria colombiana, fundamentalmente en sus sectores siderúrgico y metalmecánico. Además, las diferencias que subsisten entre las estructuras arancelarias na
cionales dificultan futuras negociaciones. En el caso de Bolivia, por ejemplo, el margen de preferencia resulta prácticamente irrelevante. En otros casos
aparecen serios problemas al momento de acordar nuevas reducciones al arancel máximo común.
Por otra parte, las perspectivas de convergencia
en su situación macroeconómica, el grado de control de las políticas cambiarias y su mayor grado relativo de interrelaciona miento estructural inducen la adopción de posiciones comunes por parte de Colombia y Venezuela y, de hecho, la constitución entre ambas economías de una suerte de espacio diferenciado dentro del Acuerdo subregional. La distinta secuencia de sus respectivas aperturas comerciales frente a terceros sigue complicando, de todas maneras, la definición del AEC y el establecimiento de márgenes de preferencia ciertos y simétricos, pero es factible que las negociaciones entre ambos cumplan con las metas establecidas para fin de 1992.
Siguiendo esta hipótesis, se podría desembocar en una fractura virtual del Pacto Andino. Una de las
líneas de desarrollo posible de esta situación es la progresiva consolidación del Grupo de los Tres y la constitución de un área de libre comercio a medio plazo entre Colombia, Venzuela y México. En este caso, si bien la probabilidad de convergencia cambiaria es alta, la diferencia de metas nacionales en cuanto a la estructura de protección frente a terceros y la progresiva integración de la economía mexicana a los Estados Unidos, a través del acuerdo de libre comercio norteamericano, hacen muy poco
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G RANDES T EMAS A MÉRICA LAT INA D ESPUÉS DEL 92
probable que el Grupo de los Tres derive hacia una
Unión Aduanera. En otros términos, más allá de
condiciones de partida algo más propicias que en
otros acuerdos subregionales, las líneas más proba
bles de evolución del Pacto Andino y de los regímenes
comerciales de sus países miembros no parecen tampoco desembocar en un escenario de articulación
virtuosa entre el mercado regional ampliado y la
apertura unilateral.
La crítica situación atravesada por las econo
mías latinoamericanas en la década de 1980 ha
generalizado la discusión sobre las estrategias pro
ductivas y de inserción internacional que posibilita
rían superar las pautas actuales de estancamiento,
atraso tecnológico y regresividad en la distribución
del ingreso. Una de las posturas que ha ganado más
fuerza en este debate responsabiliza a las políticas
proteccionistas del mercado interno de la falta de competitividad del sistema industrial y propone una
integración rápida de las economías nacionales al
mercado mundial a través del desmantelamiento drástico de la estructura de protección. Se
gún esta concepción, un proceso de
apertura generalizada de la econo
"La integración regional requiere de condiciones de competencia homogéneas y de un razonable grado de coordinación"
mía especializaría a los países
en función de sus ventajas
comparativas y derivaría del
esquema de libre comercio las
ganancias de productividad
consiguientes. Estas recomen-
daciones, impulsadas por el
Washington consensus (Williamson, 1990), han orien-
tado en gran medida las reformas
comerciales y cambiarias finalmente adoptadas por los países de la región (World
Bank, 1989). Alternativamente, se ha sugerido que la
reconversión productiva de los países latinoamerica
nos debe apoyar e en una estrategia activa de promo
ción de actividades que incorporen y difundan pro
greso técnico, de modo de obtener ganancias genui
nas de productividad que permitan atender al mismo tiempo los objetivos de crecimiento económico y
equidad distributiva . Para esta iniciativa, una mayor
apertura comercial que en el pasado debe combinarse con una estructura de protección y promoción de aquellas actividades que sea gradual, selectiva y
temporal, a efectos de producir dinámicamente nuevas ventajas competitivas. En esta estrategia, las
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reformas en el régimen de comercio exterior deben
ser acompañadas por políticas industriales activas
que promuevan una pauta de especialización
intrasectorial y permitan aprovechar potenciales
factores externos y economías de escala o de gama.
En una estrategia de esta naturaleza, la integra
ción regional adquiere una nueva racionalidad y, a su vez, contribuye a su eficacia. Un mercado regional
efectivo y ampliado, con márgenes de preferencia
ciertos -cuyo nivel depende de la situación de los
sectores y debe irse definiendo dinámicamente-, con
diciones de competencia homogéneas y un razonable
grado de coordinación o convergencia de las políticas
macroeconómicas y sectoriales, pueden ser una he
rramienta poderosa para obtener ganancias de pro
ductividad en sectores maduro y crear condiciones
de mayor eficiencia en la implantación de nuevas
actividades.
A efectos de promover una articulación virtuosa entre la integración regional y las nuevas formas de
inserción en la economía internacional, son esencia
les las posibilidades, condiciones y voluntad de armon izar entre los socios sus políticas de comercio. En
este aspecto, las conclusiones, si bien preliminares
dado que el proceso de reformas en ambos campos es aún muy dinámico, son relativamente pesimistas.
Existen, por un lado, fuertes problemas de con
vergencia entre las reformas comerciales nacionales
de los distintos socios en un mismo esquema
subregional. Esto dificulta la efectiva integración del
mercado ampliado. Por otro, hay un creciente pro
blema de convergencia entre los compromisos asumi
dos por los países en distintos acuerdos de liberaliza
ción de comercio. De hecho, un escenario de convergencia natural de los distintos esquemas o de
armonización deliberada de los compromisos entre
ellos es absolutamente improbable. Pero es también improbable un escenario de fortalecimiento de los
esquemas acruales como un eje deseable de reconversión productiva y de reinserción internacio
nal. El escenario más probable, en cambio, es que, en
tanto se mantengan para algunos sectores márgenes de preferencia positivos y relevantes, los acuerdos de
libre comercio entre los países de mayor desarrollo
relativo generen algunas nuevas corrientes de comer
cio. Su sustentabilidad y dinamismo productivo (efectos de inversión y complementación) serán
igualmente dudosos.
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