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Apuntes Historia Eclesiástica ANTIGUA (30-700)

Date post: 20-Oct-2015
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Universidad Católica Anselmo Llórente y Lafuente. Facultad de Teología. Seminario Central. Pbro. Fernando Alberto Vílchez Campos. Apuntes de clase. Para uso exclusivo y privado de los estudiantes. I semestre -1 de Teología. San José, Costa Rica. 2009. í8S^S^®S^^^SS LwByi B^yBllr- KW Rg^^Bftl'i- lllf jf j ÉÉsKa^ jfH HwiSi 1 Cnflh» 1 í|«5» H £&ü£%4^gEl Q.BBQ66'
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  • Universidad Catlica Anselmo Llrente y Lafuente. Facultad de Teologa. Seminario Central.

    Pbro. Fernando Alberto Vlchez Campos. Apuntes de clase.

    Para uso exclusivo y privado de los estudiantes. I semestre -1 de Teologa.

    San Jos, Costa Rica. 2009.

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    LwByi B y^Bllr-KW Rg^^Bftl'i-lllf jf j sKa^ jfH HwiSi 1 Cnflh 1 |5 H &%4^gEl Q.BBQ66'

  • PARTE I.

    INTRODUCCIN GENERAL A LA HISTORIA DE LA IGLESIA.

    1.1. OBJETO, MTODO Y VALOR.

    1.1.1. Objeto. 1. El tomo I del Manual de Historia de la Iglesia, dirigido por Hubert Jedin, nos

    dice en su introduccin que objeto de la Historia de la Iglesia es el crecimiento, en el tiempo y en el espacio, de la institucin de Cristo que lleva ese nombre . Por tanto, segn la misma obra, esta disciplina recibe su objeto de estudio de la Teologa, de all su estrecho ligamen particularmente con la Eclesiologa.

    2. Modernamente se ha discutido si la Historia Eclesistica es una disciplina teolgica, o es ms bien una ciencia histrica o, ambas cosas a la vez. Hoy en da la mayor tendencia se inclina por decir que, en esta disciplina, estudiamos y hacemos Historia2, con todo el rigor que el mtodo histrico exige, basndose en las fuentes; aunque sin negar los aspectos teolgicos esenciales que el concepto de la Iglesia implica, como pueden ser: su origen divino por obra de Jesucristo, el orden jerrquico y sacramental por l establecido en sus fundamentos, la promesa de asistencia por parte del Espritu Santo y su ordenacin a la consumacin escatolgica .

    El carcter de la Iglesia como entidad histrica se explica, en ltimo trmino, por la encarnacin del Logos y su consecuente entrada en la historia humana -la Historia de la Iglesia est encarnada en la historia de la humanidad, no es un ente aparte-, pero sobre todo, en que Cristo quiso que la Iglesia fuera comunidad de hombres (Pueblo de Dios), bajo la direccin o gobierno de hombres (primado papal, colegio apostlico, episcopado) y la hizo depender as del obrar humano y, con ello, tambin de la flaqueza humana. Sin embargo, no la abandon a s misma, sino que su principio vital, que trasciende la historia, es el Espritu Santo que la gua y mantiene en ella la santidad.

    La presencia y accin de este Espritu en la Iglesia puede deducirse por efectos histricamente comprobables, pero que en s mismas son objeto de fe. De esta accin theandrika conjunta, en el tiempo y en el espacio, surge la Historia Eclesistica que, en

    1 Manual de Historia de la Iglesia. Dirigido por Hubert Jedin. Vol. I. Barcelona21980, p. 27.

    2 Escribimos Historia con mayscula cuando nos referimos a la disciplina y con minscula cuando hacemos

    referencia al proceso del devenir de fenmenos y acontecimientos. 3 Manual de Historia de la Iglesia. Dirigido por Hubert Jedin. Vol. I. Barcelona 21980, p. 27.

    2

  • clave de Ecclesia semper reformando, permite entender y valorar el desarrollo histrico que la ha caracterizado.

    3. En sentido estricto, la Historia de la Iglesia no comienza con la encarnacin, ni con la eleccin de los apstoles, sino con la venida del Espritu Santo sobre la Iglesia madre de Jerusaln, el da de Pentecosts, y terminar con el segundo advenimiento de Cristo. Dentro de estos lmites cronolgicos -eminentemente teolgicos- tienen lugar todas las manifestaciones de la vida de la Iglesia, que constituyen parte del objeto de estudio de nuestra disciplina.

    En nuestro estudio nos corresponde, entonces, acercarnos a las manifestaciones externas de la Iglesia, como pueden ser: su propagacin por toda la tierra (misin o evangelizacin), su relacin con religiones no cristianas y con las confesiones cristianas eclesisticas separadas de ella (ecumenismo) y su relacin con el Estado y la sociedad (poltica y sociologa eclesistica).

    Pero, igualmente debemos considerar las manifestaciones internas de la Iglesia, como pueden ser: la formacin y fijacin de la doctrina de la fe por obra del Magisterio en contraposicin a la hereja y con ayuda de la ciencia teolgica, el anuncio de la fe por la predicacin y la enseanza, la realizacin de su naturaleza sacramental por la celebracin de la liturgia y la administracin de los sacramentos, la preparacin de esa misma realizacin por la cura de las almas, el ejercicio de la beneficencia cristiana, la irradiacin del mensaje eclesistico sobre todos los mbitos de la cultura y la vida social humana, etc.

    En este sentido, debe distinguirse claramente lo que correspondera a una Teologa de la historia -que sera una lectura teolgica del devenir histrico-, de la Historia de la Iglesia propiamente dicha, que corresponde a ese estudio cientfico del crecimiento, en el tiempo y en el espacio, de la institucin de Cristo que lleva ese nombre.

    Por tanto, en nuestro estudio hacemos Historia, siguiendo en su rigor el mtodo histrico, aunque dejamos claro que, en nuestro caso, tenemos el sustrato teolgico de trasfondo, lo cual lejos de hacernos perder objetividad, nos permite ubicar en un contexto ms amplio nuestro objeto de estudio.

    1.1.2. Mtodo.

    1. Nuestro estudio tendr como mtodo el histrico, que consiste ante todo en fundamentarse en las fuentes -monumentales y escritas-, pues slo se puede afirmar o negar, acerca de acontecimientos y situaciones del pasado eclesistico, lo que se halla en las fuentes rectamente interpretadas, dictaminando su autenticidad y valor histrico, lo cual permitir establecer la adecuada concatenacin de fechas y hechos, con sus respectivas causas y consecuencias.

    2. Es fundamental decir que, la Historia no debe hacer juicios de valor, no somos los jueces de la historia. Estudiaremos los hechos, los acontecimientos, la

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  • evolucin de los fenmenos, sus causas y consecuencias, tratando, hasta donde la limitacin humana lo permita, de ser objetivos, no emitiendo juicios, pues no podemos juzgar con criterios de hoy los hechos del ayer. En Historia slo se pueden juzgar los acontecimientos con los criterios de valor con que lo hicieron los contemporneos, ir ms all queda fuera de la ciencia estrictamente histrica.

    3. Tambin cabe recordar que en el estudio de la Historia podemos tener grados de verdad histrica, en la medida en que tengamos una mayor o menor certeza del hecho, a la luz de las fuentes rectamente interpretadas. As, podemos encontrar hechos posibles en caso en que las fuentes no nos los garanticen con certeza, pero que nos permiten al menos deducirlos con un cierto grado de posibilidad; hechos probables si las fuentes nos dan un mayor grado de probabilidad del hecho, casi cercano a la certeza, y hechos ciertos en los que no cabe ninguna duda, siempre a la luz de las fuentes, que un hecho es histricamente seguro.

    1.1.3. Valor.

    1. Nadie ama lo que no conoce. Es fundamental un serio conocimiento del desarrollo de la Iglesia en la historia para amarla y servirla ms y mejor. Slo conociendo su Historia, podremos comprender el presente y proyectar un futuro eclesial ms fiel al Evangelio, en medio de las circunstancias y exigencias del mundo de hoy. Se constituye as la Historia en maestra de la vida, que permite aprender de las experiencias vividas, para evitar los yerros del pasado y potenciar los aciertos.

    2. Por ello, nuestro estudio se enmarca tambin dentro del proceso de formacin a la vida sacerdotal, mediante la cual seremos presencia para el mundo de Cristo, esposo de la Iglesia. El que estudia la gnesis y el crecimiento de la Iglesia, penetra en su naturaleza, a la vez divina y humana, la comprende tal como es y no solamente como debiera ser, conoce sus leyes vitales y se sita a s mismo firmemente dentro de ella, su sentir ecclesiam se transforma en sentir cum ecclesia, a prueba de toda crisis.

    3. Por lo dems, como creyentes, hijos de la Iglesia y futuros pastores, estamos en el deber de saber dar respuestas concretas y veraces a tantas interrogantes que, sobre el devenir histrico de la Iglesia, se plantea al pueblo de Dios.

    4. Aparte de este valor, que podemos considerar pragmtico, del estudio de la Historia de la Iglesia, sabemos que el conocimiento histrico es ciencia y es cultura, de all que su estudio en el campo eclesial tambin significa formacin y enriquecimiento de nuestro bagaje intelectual que, en nuestro caso concreto, no tiene sentido en s mismo, sino en funcin de lo que estamos llamados a ser y a dar.

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  • 1.2. DIVISIN O SISTEMATIZACIN DE LA HISTORIA ECLESISTICA: SU RELATIVIDAD.

    1. Probablemente estamos acostumbrados a estudiar y dividir la historia en cuatro perodos, etapas, edades o fases: Antigua, Medieval, Moderna y Contempornea. Pero cabe preguntarse: cules son los parmetros para tal divisin?, cules son los lmites cronolgicos?, tal divisin es universalmente aceptada?

    Comencemos respondiendo a la ltima pregunta: no! Efectivamente, dicha divisin no es aceptada por todos los estudiosos de la Historia, como tampoco hay acuerdo unnime sobre los lmites de cada una de las etapas o en los parmetros para definir el paso de una edad a otra.

    Sealamos slo algunos ejemplos en el campo especfico de la Historia de la Iglesia:

    Los estudiosos alemanes de inicios del siglo pasado, DE JONG y KIRSCH, sealaban como perodos los cuatro indicados: Antigua (1-692), Media (692-1517), Moderna (1517-1789) y Contempornea (1789-1929). Ellos marcaron toda una poca y una escuela, an seguida hoy por algunos historiadores eclesisticos.

    Por su parte, los tambin alemanes BIHLMEYER y TECHLE, en su manual reeditado en Italiano en los aos cincuenta, retoman la lnea de la historiografa alemana, especificada por el mismo KIRSCH, agregando un perodo ms, pero suprimiendo otro: Antigedad (hasta 692), Medioevo (692-1294), Nueva o de las Reformas (1294-1648) y Moderna (1648 a nuestros das).

    Dicha escuela es seguida tambin por BERNARDINO LLORCA, RICARDO GARCA-VILLOSLADA y JUAN MARA LABOA, aunque con variantes: Antigua (1-800), Medieval (800-1303), Nueva (1303-1648), Moderna (1648-1814) y Contempornea (1814-a nuestros das).

    En la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde funciona la nica Facultad de Historia Eclesistica del mundo (en otros centros dicho estudio se realiza como una especialidad dentro de la Teologa) se ha instaurado la divisin en cinco etapas o edades, hoy por hoy, ms acorde a la realidad histrica, y es esta la sistematizacin que seguimos en nuestros estudios:

    I o . A N T I G U A (30/1-700): Correspondiendo al perodo comprendido desde

    Pentecosts hasta el siglo VIL Caracterizado por la expansin inicial del cristianismo, la configuracin de las estructuras y la doctrina, el enfrentamiento a las primeras herejas, las persecuciones de los tres primeros siglos, la tolerancia iniciada con el giro constantiniano, su paulatina incorporacin en las estructuras del Estado, los primeros concilios ecumnicos, las invasiones germnicas y la conversin de estos pueblos nuevos, la expansin cristiana en todo el Occidente y la paulatina separacin entre las comunidades de Oriente y Occidente.

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  • 2o. MEDIEVAL (700-1294): Correspondiendo al perodo entre los siglos VIII al

    XIII. La Iglesia, a partir del perodo carolingio, se constituye en Iglesia del Estado o Imperial, la vinculacin entre los dos organismos se hace cada vez ms estrecha, llegando la Iglesia a estar en manos del poder laico; ante esta situacin, la Reforma Gregoriana ser la reaccin y la manifestacin de la Iglesia que siempre busca la reforma; se llega al rompimiento formal entre las Iglesias de Oriente y Occidente; consecuencia del perodo gregoriano ser un centralismo romano que busca absorber todas las instancias e iniciativas, establecindose un fuerte dominio de la figura papal, reuniendo en sus manos las dos espadas del poder temporal y espiritual, es el perodo de las cruzadas y de la inquisicin, sin que falte una fuerte vitalidad con la aparicin de movimientos y rdenes religiosas y un desarrollo importante de la Teologa a partir de la escolstica y de las Universidades.

    3o . NUEVA (1294-1648): Correspondiendo al perodo entre el siglo XIV y

    mediados del XVII. El poder pontificio comienza a resquebrajarse, primero con su traslado a Avifin y posteriormente con el cisma de Occidente, tendencias conciliaristas pretenden ignorar el primado romano, es la poca del Renacimiento y del Humanismo, de los grandes descubrimientos geogrficos y de la gran expansin misionera, perodo marcado por las reformas que se gestan en la Iglesia desde el siglo XV y alcanzan su culmen en el XVI con el Concilio de Trento (1545-1563) y de las reformas protestantes que llegan a fraccionar la cristiandad occidental en diversas confesiones cristianas, enfrentadas a sangre y fuego, en la as llamada guerra de los treinta aos.

    4o. MODERNA (1648-1789): Correspondiendo a la segunda mitad del siglo XVII y

    hasta el final del siglo XVTII. Es la poca del absolutismo monrquico, el poder pontificio es ignorado y pretende ser anulado, diversas tendencias se manifiestan en esa lnea, como son el galicanismo, el regalismo, el febronianismo y el josefinismo, es el perodo profundamente marcado por el jansenismo en todas sus manifestaciones, lo mismo que de la expulsin y posterior supresin de la Compaa de Jess; las ideas de la Ilustracin comienzan a cambiar el panorama poltico, social, econmico y religioso de todo el mundo.

    5o. CONTEMPORNEA (1789-1978): Correspondiendo a los siglos XIX y XX. Ante lo que

    signific la Revolucin Francesa, la Iglesia responde con recelo y temor ante las ideas modernas. Es el perodo de la restauracin y del pontificado ms largo de historia -despus de san Pedro (+67) del papa beato Po IX (1846-1878), profundamente controversial por sus posturas reflejadas en la cuestin romana, el Syllabus y el Concilio Vaticano I (1869-1870). La situacin de la Iglesia en el mundo contemporneo, est marcada por la cuestin social, el modernismo, las dos guerras mundiales, el marxismo y el comunismo, el nazismo, el resurgir del movimiento misionero, una inmensa ola de persecuciones en contra de la Iglesia en diferentes contextos con altsimo nmero de mrtires y fuertes aires de reforma eclesial, que se manifiestan desde inicios de siglo en el campo litrgico, catequtico,

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  • bblico, cannico y pastoral, y que alcanzarn su mxima expresin en el Concilio Vaticano II (1962-1965) que, sin duda, abre una nueva etapa en la Historia de la Iglesia, presidido por las figuras de los papas Juan XXIII (1958-1963) y Pablo VI (1963-1978).

    Tngase siempre presente que todas estas divisiones responden nicamente a una necesidad metodolgica, la historia no puede ser dividida en trminos absolutos, pues las diferencias siempre dependern de los criterios que se consideren para distribuir las etapas, sean stos religiosos, sociales, polticos, geogrficos, culturales, econmicos, etc. No podemos absolutizar estas divisiones pues, para poner un ejemplo que nos atae directamente este ao, el fin de la antigedad y el paso al Medioevo no se viven, ni se desarrollan, por igual en todas las reas geogrficas del continente europeo.

    1.3. INTERDISCIPLINARIEDAD DEL ESTUDIO.

    1. En nuestro estudio, dirigido no a una especializacin en Historia Eclesistica, sino a un conocimiento fundamental de dicha disciplina, sern de vital importancia y de uso obligado, la Cronologa y la Geografa. Son stas los dos ojos de la Historia, el cundo y el dnde, que siempre sern esenciales para la comprensin de los fenmenos histricos. Pinsese, por ejemplo, en el fenmeno de la Ilustracin de la poca Moderna, que no corresponde a lo mismo en Inglaterra, en Francia, en Espaa, en Alemania o en Italia, pues en cada zona geogrfica tiene una connotacin diversa y en cada una tiene una evolucin cronolgica tambin distinta.

    2. Sabemos que adems la Arqueologa, la Paleografa, la Diplomtica , la Patrologa, la Archivstica, la Demografa y la Sociologa son ciencias, entre muchas otras, a cuyo recurso debe acercarse la Historia.

    1.4. ORIGEN DE LA HISTORIOGRAFA ECLESISTICA Y GRANDES LNEAS DE SU DESARROLLO POSTERIOR.

    1.4.1. Origen.

    1. La verdadera y propia Historia de la Iglesia, como gnero literario en s mismo, nace cuando la Iglesia adquiere gran relevancia histrica, de alguna manera, ya antes de la gran persecucin de Diocleciano (284-305) y, defnitivamente, con la paz constantiniana a partir del ao 313.

    El primero que escribe una Historia de la Iglesia, en el sentido propio del trmino, es Eusebio de Cesrea (h.265-340), obispo de Cesrea en Palestina y, por ello, es considerado el padre de la Historia Eclesistica. l mismo reconoce ser el primero en escribir una obra de este gnero:

    4 Estudio de los documentos antiguos.

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  • Mas, por esto mismo, la obra est reclamando comprensin benevolente para m, que declaro ser superior a nuestras fuerzas el presentar acabado y entero lo prometido, puesto que somos por ahora los primeros en abordar el tema, como quien emprende un camino desierto y sin hollar. Rogamos tener a Dios por gua y el poder del Seor como colaborador, porque de hombres que nos hayan precedido por nuestro camino, en verdad, hemos sido absolutamente incapaces de encontrar una simple huella; a lo ms, nicamente pequeos indicios en los que, cada cual a su manera, nos han dejado en herencia relatos parciales de los tiempos transcurridos y de lejos nos tienden como antorchas sus propias palabras; desde all arriba, como desde una atalaya remota, nos vocean y nos sealan por dnde haya que caminar y por dnde hay que enderezar los pasos de la obra sin error y sin peligro. (H.E. I, 1, 3).

    2. La obra de Eusebio de Cesrea (h.265-340) se llama Historia Eclesistica. Fue escrita en Griego e iniciada antes del ao 303, en un contexto en el que ya es notable la penetracin cristiana en el engranaje social (cfr. H.E. VIII 1, 1-6). Sin embargo, la ya sealada persecucin de Diocleciano5 obliga al autor a revisar su obra, inicialmente escrita en siete libros6. Y luego, la tolerancia de la Iglesia a partir del 313, lleva a Eusebio a continuar su obra hasta el ao 324.

    La obra completa est dividida en diez libros, cada uno de los cuales est formado por diferentes captulos y stos a su vez divididos en nmeros. La Historia Eclesistica es de un valor inestimable, particularmente por la gran cantidad de citas textuales, pues al menos doscientos cincuenta pasajes son citas tomadas de otros documentos, muchas veces se trata de documentos completos; al menos la mitad de los cuales no los conoceramos si no fuera por esta obra.

    Pero hay que subrayar que, como toda fuente histrica, tambin la Historia Eclesistica debe ser leda crticamente, pues Eusebio de Cesrea (h.265-340) refleja en ella su parcialidad hacia la figura del emperador Constantino, exaltndolo como modelo de Emperador cristiano, en contraste con todo el pasado de angustia y sufrimiento que sus antecesores causaron a la Iglesia, aparte de que hay lecturas e interpretaciones eusebianas que, hoy es claro, que no corresponden a la realidad histrica, cosa que no va en detrimento del valor que como fuente tiene la obra.

    Al inicio de la obra Eusebio mismo nos da a conocer cul es su pretensin al escribirla (cfr. H.E. I 1,1-2), sealando puntualmente los contenidos que pretende abarcar -aunque de hecho no todos los expuso en el desarrollo de su estudio-. Dichos puntos nos dan una idea de qu es lo que entendi por Historia Eclesistica; as tenemos que la misma incluye:

    1) La sucesin de los Apstoles en el tiempo desde Jesucristo. 2) Las grandes cosas acontecidas en la Historia de la Iglesia. 3) Quines han guiado las ms ilustres dicesis (obispos).

    Es interesante ver cmo Eusebio de Cesrea, hace un juicio sobre las culpas de los cristianos que provocaron lo que l llama ese castigo de Dios. (cfr. H.E. VIII 1, 7-8).

    Despus de haber descrito en siete libros enteros la sucesin de os apstoles, creemos que es uno de nuestros ms necesarios deberes transmitir, en este octavo libro, para conocimiento tambin de los que vendrn despus de nosotros, los acontecimientos de nuestro propio tiempo, pues merecen una exposicin escrita bien pensada. Y nuestro relato tendr su comienzo desde este punto. (H .E . VIII Prlogo).

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  • 4) Quines han difundido la Palabra de Dios. 5) Quines han introducido las falsas doctrinas: los herejes. 6) Las calamidades venidas sobre el pueblo judo. 7) Cmo los paganos han combatido la Palabra de Dios: las persecuciones. 8) Los grandes hombres que han defendido la Palabra con sangre y torturas: los

    mrtires.

    3. Este gnero historiogrfico fue continuado un siglo despus de Eusebio, mientras paulatinamente va desapareciendo la historiografa profana, y esto se da en el mbito griego, en la primera mitad del siglo V, presentndose como una continuacin de la obra del padre de la Historia Eclesistica. Tenemos tres casos concretos:

    1) Sozmeno de Constantinopla, que contina la obra del ao 324 hasta el 425. 2) Teodoreto de Ciro, que contina la obra del ao 324 al 428. 3) Scrates de Constantinopla, que contina la obra del ao 324 hasta el 439.

    4. Ms de un siglo despus, estas tres continuaciones de Eusebio (h.265-340), siempre en el mbito griego, son retomadas y ampliadas por:

    1) Teodoreto el Lector, hasta el 527. 2) Evagrio el Escolstico, hasta casi el ao 600.

    5. Mientras que en el mbito latino slo encontramos traducciones: 1) Epifanio de Salamina, con su Historia tripartita, que traduce a los primeros tres

    continuadores de Eusebio, a fines del siglo IV. 2) Rufino de Aquileia, que traduce a Eusebio en el ao 403.

    6. A partir del siglo VII y durante toda la Edad Media, no se retoma el gnero literario de la Historia Eclesistica, sino que se puede hablar solamente de una historiografa sobre los pueblos germnicos cristianizados, as tenemos a:

    1) San Gregorio de Tours (+594): Historia de los francos. 2) San Isidoro de Sevilla (+636): Historia de los visigodos, conocido tambin por

    sus Etimologas. 3) San Beda el Venerable (+735): Historia de los anglos.

    1.4.2. Otras obras de inters histrico anteriores a Eusebio de Cesrea (h.265-340).

    1. Si bien es cierto, como ya dijimos, que Eusebio de Cesrea (h.265-340) es el primero en escribir una Historia Eclesistica propiamente dicha, es evidente que, ya antes de Eusebio, el inters histrico por parte de los cristianos se haba manifestado, y ste qued plasmado en obras que, si bien no son Historia Eclesistica en sentido estricto, s nos transmiten datos histricos de fundamental importancia y que, por tanto, son verdaderas fuentes para el estudio de nuestra disciplina. Es lo que Eusebio mismo llama pequeos indicios en los que, cada cual a su manera, nos han dejado en herencia relatos parciales de los tiempos transcurridos (H. E. I, 1, 3).

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  • As, slo a manera de ejemplo, tenemos: 1) La atencin dirigida a atestiguar la apostolicidad de las fundaciones paulinas

    {Hechos de los Apstoles).

    2) El inters por dejar clara la sucesin apostlica (Ireneo (+202), en Adversus haereses, primera sucesin de Obispos de Roma).

    3) El cuidado con que venan registrados los acontecimientos singulares: Io- Actas de los Mrtires (Son muchsimas, entre ellas estn: Martirio de

    Policarpo, Actos de Justino, Martirio de los mrtires de Lyon, Actas de Cipriano, Pasin de Santa Ins, Pasin de Felicidad y Perpetua, etc.). Las cuales siempre deben ser estudiadas y analizadas con un sentido crtico, pues no son obras estrictamente de carcter histrico.

    2o- Infinidad de anotaciones histricas entremezcladas en las obras de los Padres eclesisticos (escritores cristianos) de los tres primeros siglos.

    2. Lo mismo sucede despus de Eusebio de Cesrea (h.265-340), en que, como ya afirmamos, no encontramos una Historia Eclesistica en el propio sentido de la palabra, sin embargo, encontramos innumerables referencias histricas, que son tambin fuentes para el estudio de la Historia Eclesistica antigua. Tambin tan slo a manera de ejemplo, tenemos:

    1) Las listas de obispos: - Epifanio de Salamina (obispo de Jerusaln) hacia el 375. - Crongrafo del 354, de los obispos de Roma, llamado Catlogo Liberiano

    pues abarca hasta el Papa Liberio (352-366). - El autor del Lber Pontificalis (hasta Flix IV en el 530 y por ello llamado

    Catlogo Feliciano).

    2) La recoleccin de documentos varios: - Optato de Milevi, Contra Parmenianum donatistam, en relacin al

    donatismo, escrito hacia el ao 365. - Actos del concilio de feso, 431. - Dionisio el Exiguo, Cnones sinodales, en torno al 500. - Juan Escolstico, Cnones sinodales, en torno al 550. - Collectio Avellana, cartas de los papas y emperadores, del siglo VI.

    3) Obras de cronografa: - Hiplito de Roma (+235). - Sexto Julio Africano (+ despus del 240). - Eusebio mismo escribe un Chronicon hasta el 303. - San Jernimo, que traduce en latn y reelabora la obra de Eusebio hasta el

    378, contribuyendo para su difusin en occidente. - Sulpicio Severo (+420), hasta el 400. - Prspero de Aquitania, hasta el 455. - Casiodoro, hasta el 519.

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  • - Isidoro de Sevilla, Crnica universal, hasta el 615. - Beda el Venerable, Sobre las seis edades del mundo, hasta el 725. - Es notable el sentido cronolgico de las Historiarum adversus paganus de

    Pablo Orosio, poco despus del 415.

    Es caracterstico de casi todas estas obras cronogrficas la direccin universal, por lo que toman como punto de inicio a Adn y tratan combinadamente la historia juda, oriental, griega y romana. Lo cual es expresin de la orientacin histrico-salvfica que la era cristiana supo imprimirle a la cronografa. Justamente en esta poca es que se introduce el cmputo cristiano del tiempo por parte de Dionisio el Exiguo (siglo VI) , partiendo del nacimiento de Cristo.

    Se debe tener presente tambin los dos esquemas en que generalmente se articulaban las cronologas: 1) el milenarista, derivado de las teoras escatolgicas y que pona al final del milenio en reinado de Cristo sobre la tierra; 2) el de los cuatro imperios mundiales (asirio-babilnico, persa, de Alejandro Magno y romano), heredado de la cronologa pagana y, segn el cual, el Imperio Romano, convertido cristiano, habra durado hasta el fin del mundo.

    Adems, se puede sealar el utilizado por san Agustn, con un paralelismo entre las pocas de la historia y las seis edades del hombre (infantia, pueritia, adolescentia, iuventus, gravitas, senectus) y, con referencia a la historia de la salvacin, la triparticin en ante legem, sub lege y sub gratia. Como ya dijimos, tampoco estos esquemas son absolutos, sino relativos.

    4) Obras hagiogrficas: - Vita Cypriani de Poncio. - Vita Antonii de Atanasio. - Vita Macrinae de Gregorio de Nisa. - Vita Ambrosii de Paolino. - Vita Augustini de Vosidio. - Vita Gregorii de Juan Dicono. - Vita Lausiaca de Paladio, de monjes. - Vita Martini (de Tours) de Sulpicio Severo.

    1.4.3. Historiografa eclesistica de la Edad Moderna y Contempornea.

    1. Ya afirmamos que durante la Edad Meda no se retoma el gnero literario de la Historia Eclesistica en general, sino que se puede hablar solamente de una historiografa sobre pueblos o Iglesias concretos. Es por ello que, aparte de algunos estudios crticos del perodo humanista en el siglo XV8, fueron los luteranos del siglo XVI quienes empezaron a escribir grandes Historias Eclesisticas de la Edad Moderna, (por ejemplo las Centurias de Magdeburgo de Matas FLACIO HILRICO), con la finalidad de

    An no exento de errores, como ya conocemos. 8 Famoso el de LORENZO VALLA sobre la donacin de Constantino.

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  • demostrar que el luteranismo y no la Iglesia de los Papas se encontraba en armona con la doctrina de la Iglesia antigua.

    En el siglo XVII no se hicieron esperar las rplicas de parte catlica, entre las cuales cabe destacar la del cardenal Csar BARONIO (1538-1607) con sus rmales eclesisticos, los cuales abarcan hasta el ao 1198 y fueron elaborados entre los aos 1588 y 1607, aunque posteriormente fueron continuados y marcaron toda una poca.

    2. As tenemos que las exigencias de la polmica entre catlicos y protestantes, hicieron que los historiadores de los siglos XVI y XVII tuvieran que formular con precisin el concepto de Iglesia y adquirieron con claridad el objeto propio de la Historia de la Iglesia, aunque sin definir an que se trataba de una disciplina propiamente dicha.

    Pero, por tener que recurrir a las fuentes para su estudio, fundaron el mtodo histrico-crtico, con lo que la disciplina fue adquiriendo paulatinamente el carcter de ciencia. Importante en este sentido es el aporte de BOLLAND (+1665) con sus Acta Sanctorum, continuada por los as llamados BOLANDISTAS; de los BENEDICTINOSMAURJNOS con la edicin crtica de los Padres de la Iglesia y la obra de MANSI (+1709) con su coleccin de textos conciliares.

    3. En el siglo XVIII, con la enseanza de la Historia Eclesistica en las Universidades de Alemania y Austria9, aparecieron varios manuales, casi todos con la impronta del espritu pragmtico de la Ilustracin, en los que la Iglesia es estudiada segn las leyes vlidas para la Historia general y segn las prescripciones que, por ejemplo, haba dado la emperatriz Mara Teresa (1740-1780): la enseanza de la Historia de la Iglesia debe ser idnea y til para las aplicaciones prcticas.

    4. En el siglo XIX la historiografa romntica exalta la grandeza del papado, con obras como El genio del cristianismo de CHATEAUBRIAND (1768-1848) en 1802, el Du Pape de D E MAISTRE (1753-1821) en 1819 y la Historia de la religin de Jesucristo de STOLBERG entre 1806 y 1818, en la cual se buscaba una ms profunda motivacin de la

    fe con el auxilio de la Historia.

    Este paso es importante pues si, como ya dijimos, la historiografa ilustrada haba considerado la Iglesia como una institucin til para el Estado, por la elevacin moral y cultural que aportaba al pueblo, ahora ms bien se exaltaba su carcter trascendente y sobrenatural, su independencia de frente al Estado mismo.

    5. El camino hacia la definicin del carcter de disciplina histrica-cientfica de la Historia Eclesistica, tiene un importante aporte con la escuela alemana, fundada por F. A. MHLER (1796-1838) a inicios del siglo XIX, quien resalta la sustancial historicidad del cristianismo.

    9 La primera ctedra instituida en el ao 1650 fue protestante.

    12

  • Por ello adquiere relevancia que, a finales del siglo XIX, tenga lugar la publicacin de los textos patrsticos de Jacques Paul MIGNE 1 0 (1800-1875) y que el siglo XX se abra con la publicacin de la Historia de los Papas de PASTOR, que manifiesta la posicin del catolicismo de frente al fenmeno del kulturkampf alemn .

    En el ao de 1908, se realiza el famoso discurso ante la Sociedad de Ciencias de Gottinga del historiador alemn Eduard SCHWARTZ, que manifiesta la concepcin dominante en el pensamiento contemporneo en referencia a la Historia Eclesistica, que la considera una verdadera y propia disciplina de estudio: La Iglesia puede ser objeto de investigacin cientfica, en la medida en que ella es un fenmeno enraizado entre los hombres, ligado a las vicisitudes humanas, en una palabra, es fenmeno histrico.

    6. Consecuencia de este camino, un momento importante para nuestra ciencia es la fundacin de la primera y nica12 Facultad de Historia Eclesistica del mundo, en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, en el ao 1932.

    7. Por lo dems, es en el siglo XX en el que se da un florecimiento de la manualstica de la Historia de la Iglesia, sobre todo en el mbito alemn. As tenemos por ejemplo:

    1) Historia de la Iglesia de K. BIHLMEYER y H. TECHLE, original Alemn, con varias ediciones a partir de los primeros aos del siglo XX y reeditado, ampliado y corregido en Italiano en los aos '50.

    2) Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento, de LORTZ, original Alemn, con varias ediciones a partir de 1929.

    3) Historia de la Iglesia. De los orgenes a nuestros das, dirigida por Agustn FLICHE - Vctor MARTIN, original Francs y con varias ediciones a partir de la dcada de los aos treinta.

    4) Historia de los Papas, de SEPPELT, original Alemn, publicada en su segunda edicin a partir de 1954.

    5) Historia de la Iglesia Catlica, de BERNARDINO LLORCA y otros, original Espaol, de los aos cincuenta, aunque los dos ltimos tomos fueron actualizados en 1999 por JUAN MARA LABOA.

    6) Manual de Historia de la Iglesia, dirigido por Hubert JEDIN, original Alemn, con varias ediciones a partir de la dcada de los sesenta.

    luNo es una edicin crtica, sino tan slo recopilacin y publicacin de textos, pero no por ello menos valiosa. 11

    Enfrentamiento del canciller prusiano-alemn Otto von Bismarck (1871-1890) contra de la Iglesia, en la segunda mitad del siglo XIX. 12

    En otras instituciones existe la especialidad pero adscritas a la Facultad de Teologa.

    13

  • 7) Nueva historia de la Iglesia, dirigida por L. J. ROGIER y otros, original Francs, con varias ediciones a partir de los aos sesenta.

    8) Historia de la Iglesia. De Lutero a nuestros das, del P. GIACOMO MARTINA S.I., original Italiano, con varias ediciones a partir de los aos '70 y ampliado y revisado por el mismo autor en los aos '90.

    8. Lo mismo que en el siglo XX se han multiplicado los estudios monogrficos y las revistas especializadas, como es el caso de la Miscellanea Historiae Pontificiae de la Facultad de Historia Eclesistica de la Universidad Gregoriana, el Anuario de Historia de la Iglesia de la Universidad de Navarra, la Revue d'Histoire Ecclsiastique de Lo vaina, entre muchas otras.

    14

  • PARTE I I .

    LA IGLESIA EN LOS TRES PRIMEROS SIGLOS.

    2.1. LA IGLESIA PRIMITIVA.

    2.1.1. Contexto histrico antiguo.

    2.1.1.1. Palestina en tiempos de Jess13.

    1. El deseo del Mesas prometido estaba ciertamente vivo en el judaismo contemporneo a Jess, el cual en gran parte se nutra de la adversa situacin poltica del pueblo y, un tanto menos, por motivos religiosos. Haca ms de medio siglo que el pueblo judo viva bajo la dominacin romana, concretamente desde el ao 63 a.C. en que los romanos, al mando de Pompeyo, ocuparon Jerusaln.

    Esta dominacin se haca ms pesada para el pueblo judo en cuanto se encarnaba en un hombre que haba herido de la manera ms profunda los sentimientos nacionales y religiosos de ese pueblo, Herodes I el grande1 , hijo del idumeo Antpatro15, por tanto un extranjero de raza16, amigo de Csar17. Herodes I (37-4 a.C.) logr arreglarse con Roma para que el Senado le concediera la dignidad de rey de los judos, a cambio de lo cual estaba obligado a defender los intereses romanos en la regin, particularmente importante frente al peligro que representaban los partos en Oriente.

    2. El territorio que se le haba prometido tena que ser primeramente conquistado por las armas, pues desde el primer momento que Herodes I (37-4 a.C.) pis suelo palestino, se le opuso el odio del pueblo que, bajo el prncipe asmoneo Antgono, le present fuerte resistencia. Pero con la ayuda de Roma, Herodes pudo alcanzar

    13 Para este apartado seguimos fundamental, aunque no exclusivamente, las noticias que nos da: BAUS, KARL.

    De la Iglesia primitiva a los comienzos de la gran Iglesia. I. El judaismo en tiempos de Jess en Palestina, en Manual de Historia de la Iglesia. Dirigido por HUBERT JEDIN. Tomo I. Barcelona 21980, pp. 109-112. 14

    Apelativo otorgado por el historiador judo FLAVIO JOSEFO (37-95) en su obra Antigedades judaicas. Flavio Josefo es un historiador y poltico judo, del siglo primero de la era cristiana, autor de La guerra juda, de las Antigedades judaicas y otras obras, todas en Griego.

    Gobernador defacto de Judea, posterior a la toma de los romanos. Es originario de Idumea, al sur de Palestina, contrajo matrimonio con Mariamme, descendiente de la

    dinasta asmonea de los macabeos, a quien mand ejecutar en el ao 29 a.C. (Cfr. Sinopsis cronolgica de las dinastas asmonea y herodiana en los Apndices de la Biblia de Jerusaln. Vase el Anexo 1 en la pgina siguiente).

    Cayo Julio Csar, vivi del ao 100 al 44 a.C. en que fue asesinado, tuvo plenos poderes luego de su victoria ante Pompeyo, del 48 al 44 a.C, nombrndose como primer Emperador, con lo cual pone fin a la poca de la Repblica romana, posteriormente restaurada, de manera temporal, por Octaviano Augusto en el afo 27 a.C.

    15

  • SINOPSIS CRONOLGICA DINASTAS ASMONEA Y HERODIANA

    Matatas f 166

    Anxo_L

    2. Simn I

    4. Juan Hircano I 134-104

    1. Judas Macabco 3. Jonatin

    5. Aristbulo I 103-76

    6. Alejandro Janeo c/v 7. Alejandra 103-76 i

    8. Hircano II 9. Aristbulo II

    I I I Antipatro Alejandra c? Alejandro 10. Antgono

    11. Herodes el Grande -r. Mariamme I s. Mariamme II 37-4 a. C. | i y, Maltak

    Aristbulo Herodes (Filipo)

    1 ' - /

    13b. Herodes de 13a. Herodes Herodas Calcis Agripa I |

    ce Berenice \ 44 Salom

    | ' 1 JIC-12a. Arquelao 12b. Herodes

    U . C . Apipas -r. hija de Aretas

    r, Herodas

    14. Herodes Agripa II 48-95

    Berenice co Herodes de

    Galcis

    Drusila

  • la conquista de Jerusaln en el ao 37 a.C, exterminando implacablemente la dinasta de los asmoneos que, ms de cien aos antes, bajo Judas Macabeo (166-160 a.C.) y sus hermanos, en una lucha heroica contra la soberana siria, haba defendido la libertad religiosa del judaismo.

    Por tanto, el reino efectivo de Herodes I el grande sobre Palestina se extiende del ao 37 al 4 a.C.18, con los cuales puso fin a la relativa autonoma juda que haban logrado conquistar los asmoneos, pues, ya desde el mismo ao 63 a.C, Judea era un estado vasallo de Roma.

    Herodes I quiso ganarse el favor del pueblo, para lo cual hizo ingentes esfuerzos, como son la reconstruccin del templo de Jerusaln, la fundacin de nuevas ciudades y el fomento de los intereses econmicos y culturales de su reino; pero fracas en ese intento, pues el pueblo judo siempre lo rechaz por su crueldad19, su carcter extranjero y su actitud servil y colaboracionista de frente al podero romano.

    Herodes I el Grande entra en Jerusaln en el ao 37 a.C.

    3. En su testamento, Herodes dividi el reino entre sus tres hijos ms jvenes. 1 territorio principal de Judea, con Samara e Idumea pas a Arquelao, en calidad de etnarca, quien haba de heredar tambin la dignidad real20. El territorio de Galilea y Perea le correspondi a Herodes Antipas, como tetrarca. Las regiones al extremo noreste, Gaulantida, Batanea, Tracontida y Aurantida fueron para Filipo, tambin como tetrarca.

    El rey Herodes el grande muere en el ao 4 a.C, poco despus del nacimiento de Cristo, pero el cambio de gobierno en Judea fue ocasin de serios desrdenes y revueltas, que slo pudieron ser controladas con la intervencin de las legiones romanas. Arquelao no ofreci a los romanos la garanta suficiente para el orden y la seguridad, por lo que fue depuesto por Augusto21 en el ao 6 d.C, con lo cual el Emperador dio al pas una nueva autoridad suprema en la persona de los procuradores romanos, con sede oficial en Cesrea. A estos procuradores corresponda la seguridad militar y la direccin econmica del territorio; mientras que el Synedrion o sanedrn, autoridad puramente juda bajo la presidencia del sumo sacerdote, entenda los asuntos internos de los judos, particularmente aquellos de carcter religioso.

    18 Bajo su reinado es que tiene lugar el nacimiento de Cristo (ao 7-6 a.C). Recordemos que el error en el

    clculo obedece al equvoco de Dionisio el Exiguo, en el siglo VI. Consta que incluso mand asesinar a varios de sus hijos y esposas.

    20 Aunque Augusto no le concede el ttulo. Octaviano Augusto 27 a.C-14 d.C, a su muerte viene la consiguiente divinizacin: Divus Augustus.

    17

  • Pero tampoco este nuevo orden trajo la tranquilidad poltica interna, pues para los judos segua siendo una grave afrenta a la conciencia nacional la presencia y dominio romanos sobre Jerusaln y, en general, sobre todo el territorio, particularmente acentuado por la obligatoriedad del pago de los impuestos y tributos.

    Por su parte, Filipo reinar en su territorio hasta su muerte, en el ao 34 d.C, en que el mismo pasa a ser momentneamente parte de la jurisdiccin siria. Herodes Antipas -quien ordena la muerte de Juan el Bautista y participa del proceso judicial de Jess- ser tambin depuesto, en el ao 39 d.C, por el emperador Calgula (37-41), pasando su tetrarqua a manos de Herodes Agripa I, nieto de Herodes el grande, quien ya en el ao 37 haba recibido la correspondiente a Filipo y en el 41 el emperador Claudio (41-54) le otorga Judea y Samara. Por lo que ser bajo Herodes Agripa I que se logra reunir de nuevo el antiguo reino, al menos hasta su muerte en el ao 44, en que pasa a ser de nuevo provincia procuratorial -con un procurador romano a su mando- hasta el ao 66.

    4. Pero, la causa ms profunda de la permanente situacin de tensin entre las autoridades romanas y el pueblo sometido, hay que buscarla en el peculiar carcter espiritual y religioso de este ltimo. Es lo que comentamos a continuacin.

    2.1.1.2. La situacin religiosa del judaismo palestinense .

    1. El pueblo judo se caracterizaba, sobre todo, por lo peculiar de las creencias religiosas, a las cuales buscaba permanecer fiel, en un contexto medio-oriental, imbuido de cultos y corrientes completamente distintas. Es importante individuar los rasgos esenciales de su fe y de su vida religiosa, pues es en ese mbito religioso en el que nacer y comenzar a crecer la Iglesia. Son rasgos esenciales que el pueblo judo mantuvo no sin grandes sacrificios y, en muchos aspectos, con el consecuente aislamiento de frente a los otros pueblos. Entre esos rasgos religiosos esenciales de la religiosidad juda podemos destacar:

    1) El ncleo ms ntimo de sus creencias es el monotesmo.

    2) Ese Dios nico se manifiesta y da a conocer en la historia. Este pueblo tena conciencia de haber sido conducido por este solo Dios verdadero, en todas las fases de su historia, pues tantas veces se le haba revelado ya como su nico Seor, tanto por intervenciones inmediatas, como por las palabras de sus profetas. Esta fe en el gobierno de un Dios justo y fiel tuvo momentos de vacilaciones, como fue el caso de la experiencia del exilio babilnico, pero el pueblo no la perdi jams.

    Para este apartado seguimos fundamental, aunque no exclusivamente, las noticias que nos da: BAUS, KARL, De la Iglesia primitiva a los comienzos de la gran Iglesia. 1. El judaismo en tiempos de Jess en Palestina, en: Manual de Historia de la Iglesia. Dirigido por HUBERT JEDIN. Tomo I. Barcelona 21980, pp. 112-120.

    18

  • 3) El pueblo, como totalidad, se senta pueblo escogido de entre todos los pueblos, gracias al pacto o alianza que Dios haba concluido con l, para que un da saliera de este mismo pueblo la salvacin para todas las razas.

    4) Esta fe se nutra de una esperanza en un salvador y redentor venidero, que los profetas haban anunciado incansablemente como Mesas. El Mesas habra de salir de en medio del pueblo, erigira en Israel el reino de Dios, levantara por ese hecho a Israel sobre todos los pueblos de la tierra, y l sera su propio rey.

    Sin embargo, dada la implicacin de la vida religiosa y del rgimen poltico, la idea mesinica tom fcilmente tinte demasiado terreno, impuesto por las necesidades diarias del pueblo judo, de tal manera que muchos vean preferentemente en el Mesas al liberador de la miseria terrena y, posteriormente, en forma muy concreta, al libertador del odiado yugo romano.

    Pero, tampoco faltaban en este tiempo sectores o grupos que no haban olvidado la misin esencialmente religiosa del Mesas, anunciada por los profetas, y esperaban en l al rey de la casa de David, que purificara y santificara enteramente a Jerusaln, no consentira iniquidad ni maldad alguna y debera regir al pueblo santo en un imperio eterno (cfr. Dan 7, 9.13.27).

    5) Junto al monotesmo y la expectacin mesinica, la ley ocupaba un lugar decisivo en el mundo religioso del judaismo de aquel tiempo. Observar la ley, es la tarea que el hombre piadoso se propone en su diaria vida religiosa, y a su cumplimiento dirige su ms serio empeo; mas si falta contra ella, aunque sea por ignorancia, tiene que expiar su falta. Su fidelidad a la ley halla su recompensa, aun en esta vida, por la bendicin que el Seor le concede de un bienestar, aunque sea modesto, pero, sobre todo, cuando en el ltimo juicio le confirme que ha sido justo en su conducta terrena, y pueda recibir por ello la vida eterna. La ley es ofrecida a todo judo en la Sagrada Escritura, en cuyo espritu se forma desde su primera juventud en la casa paterna y luego en escuelas apropiadas. La participacin en el culto divino tanto en el templo como en las sinagogas, que existan en todas las poblaciones de alguna importancia de Palestina , mantena vivo el conocimiento de la Escritura, que all se explicaba en verdaderas homilas.

    6) Como la ley no daba soluciones claras para todas las situaciones de la vida, su interpretacin estaba encomendada a algunos sabios, los escribas o doctores de la ley, que vinieron a ser una institucin importante en la vida religiosa del judaismo. En principio, todos los judos estaban de acuerdo respecto a la alta estima que les mereca la ley. Pero, no obstante lo anterior, la ley precisamente fue ocasin de una divisin del pueblo en distintas tendencias o partidos, fundada en la distinta estimacin que se le conceda en su influencia sobre la vida entera. As

    Ya antes de iniciarse las guerras de los Macabeos (166-160 a.C), haba surgido el movimiento de los asideos, comunidad de hombres serios, que buscaban la ltima y ms

    Y a partir del siglo VIII a.C, existirn tambin en las poblaciones gentiles donde resida un nmero significativo de judos de la dispora.

    19

  • profunda voluntad de Dios, expresada en la ley, a fin de conformar con ella su vida religiosa. Los asideos queran servir a la ley con una obediencia absoluta, a costa incluso de la vida, y as contribuyeron a crear aquella actitud, capaz de todo sacrificio, que distingui al pueblo en la poca de los Macabeos. De esa perspectiva surgen varios grupos, de los que podemos sealar:

    1) Los asideos no hallaron un seguimiento sin reservas para sus ideales, y sobre todo las familias nobles y los dirigentes del sacerdocio se distanciaron de ellos. Son los que el Nuevo Testamento llama saduceos, representantes de cierto racionalismo, que rechazaban la fe en el mundo de ngeles y espritus, y hacan burla de la resurreccin de los muertos. Para ellos, tenan marcado carcter de autoridad, sobre todo los cinco libros de Moiss, la Tora propiamente dicha. En poltica tendan a una actitud oportunista respecto a sus seores romanos y, en conjunto, representaban una minora, aunque influyente.

    2) El partido religioso de ms prestigio al comienzo del primer siglo cristiano, si no por su nmero, s por su autoridad ante el pueblo, era el de los fariseos. Aunque su nombre puede entenderse como separados, buscaban, no obstante, influir sobre el pueblo en general e imponer sus ideas religiosas, lo que en gran parte conseguan. Los fariseos se tenan por los representantes del judaismo correcto y, su concepcin de la ley y el modo de observarla, puede considerarse como expresin tpica de la religiosidad juda en el primer siglo cristiano. Tomaron de los asideos el axioma de la eminente importancia de la ley para la ordenacin de toda la vida del individuo y del pueblo y, en ese sentido, pueden considerarse como sus continuadores. Pero los fariseos hicieron ms impenetrable la posibilidad de asumir la ley, pues trataban de fijar para cada situacin de la vida la conducta concreta demandada por la ley misma.

    Esta interpretacin minuciosa de la ley qued consignada en la Mishn 4 y en el Talmud25, en los que se concede el ms alto valor a las interpretaciones de los maestros anteriores, de modo que la tradicin desempea un papel eminente entre los escribas de tiempos posteriores. El intento de encuadrar toda situacin posible de la vida diaria, dentro de una interpretacin de la ley, condujo a una exgesis en la que, cualquier partcula verbal era importante, y en la que, de cosas accesorias, se sacaban las ms absurdas consecuencias. Mucho ms fatal era la rgida actitud casustica, en todas las cuestiones de la vida moral, ya que imposibilitaba o deformaba la libre decisin del individuo. Pero, en esto se vean obligados los doctores fariseos de la ley, a hacer a su vez concesiones, en casos particulares, las cuales muchas veces se oponan a sus propios principios, pues tenan que tomar decisiones que fueran tambin realizables para todo el pueblo. Dada esa fundamental actitud casustica, eran inevitables divergencias de opinin entre los doctores de la ley, y as se formaron ciertas escuelas en la interpretacin de la ley, que se distinguen por los nombres de sus doctores principales.

    En la vida pblica, el fariseo tena inters en demostrar, en s mismo como un ejemplo vivo, la recta postura ante la ley; y, aceptaba en cambio, ciertos honores, como el

    La Mishn es la doctrina judia trasmitida oralmente. Es la explicacin, precisin y adaptacin a circunstancias nuevas de la revelacin.

    Es la Mishn puesta por escrito, en el siglo II d.C. y constituye la verdadera gua del judaismo.

    20

  • ttulo de rabb o el primer puesto en la sinagoga. A veces, es perceptible aun dentro de su piedad personal, una vana complacencia propia, nacida de su fidelidad a la ley, que mira con una mezcla de compasin y desprecio al pecador y al pueblo que no sabe una palabra de la ley. Ante tal actitud, pasaban a segundo trmino las ideas bsicas del Dios de Israel como Seor de la historia, cuya voluntad hay que acatar con humildad y confianza, e implorar su misericordia con confiada oracin.

    3) Sin embargo, tampoco el farisesmo logr penetrar con sus opiniones religiosas todo el judaismo del tiempo. El grupo de los llamados celotas (celosos o celadores) quera naturalmente ponerse al fiel servicio de la ley, pero con actitud decididamente combativa, pronta al martirio. Rechazaban activamente la intromisin de todo elemento gentil y se negaban a pagar tributo al Emperador romano, e incluso, llamaban a la resistencia activa y violenta contra la dominacin gentil extranjera, pues, segn ellos, la obediencia a la ley obligaba a tal guerra santa.

    4) La fidelidad a la ley, su entero y limpio cumplimiento, empuj a otro grupo del pueblo judo, los esenios, a abandonar la accin pblica y a cerrarse en el aislamiento. Los ricos hallazgos literarios y arqueolgicos de las ruinas de Qumrn, centro de la secta, al oeste del mar Muerto, que se han hecho pblicos desde 1947, han enriquecido con nuevos rasgos la imagen que de ellos nos trazan los historiadores Flavio Josefo (37-95) y Plinio el Joven (61-113ca)2 . Sus comienzos se remontan a la poca de los Macabeos (160 a.C), y la culminacin de su auge hay que situarla entre fines del segundo y comienzos del primer siglo precristiano.

    Segn las ideas de la secta, Belial, como se llamaba preferentemente a Satn en Qumrn, haba tendido tres redes sobre Israel: la fornicacin, la riqueza mal adquirida y la profanacin del templo. Por las dos primeras redes, se entenda el enriquecimiento de los prncipes del pueblo por el botn de los gentiles y la interpretacin suave, por parte de algunos de ellos, de los mandamientos sobre el matrimonio del Lev. 18, 1-30. Segn el parecer de los esenios, tampoco el culto del templo era ya ejercido con limpieza y pureza, por parte de los sacerdotes de semejante interpretacin laxa, y como, segn sus ideas, no se pona remedio al mal, dejaron de frecuentar el templo y de tomar parte en sus sacrificios y renunciaron al trato con los hombres de perdicin. Esto representaba prcticamente la divisin de los asideos fieles a la ley: unos en la direccin farisaica, y otros en el grupo, numricamente mucho menor, de los esenios que, desde ahora, se consideran a s mismos como el resto santo del verdadero Israel.

    Escritor latino y abogado; desde el ao 111 fue procnsul en Bitinia. Es autor de diez libros de Epstolas, entre las ms numerosas, hay que destacar las dirigidas al emperador Trajano (98-117) desde Bitinia (Libro X), en las que, entre otras cosas, trata sobre los cristianos y sobre el comportamiento que el Imperio debe adoptar ante ellos, en el contexto de las persecuciones, como veremos ms adelante. Hay que distinguirlo de Plinio el Viejo (23-79), tambin fundamental, aunque no exclusivamente,escritor latino, oficial y funcionario del Imperio Romano, quien muri durante las erupciones del volcn Vesubio, llevando ayuda a las vctimas; entre sus numerosas obras (militares, histricas y gramaticales) nicamente se conserva la Historia natural, en treinta y siete libros, tratando diversos aspectos del reino de la naturaleza.

    21

  • 2.1.1.3. La dispora juda .

    1. Desde el siglo VIII antes de Cristo, en oleadas sucesivas que se deban unas veces a deportaciones forzadas, otras a emigracin voluntaria, el judaismo se haba esparcido por el Asia anterior y por todo el mundo mediterrneo, y al comienzo de la poca imperial superaba a la poblacin de Palestina.

    2. Los grandes centros culturales de la poca helenstica ejercan una sealada fuerza de atraccin; de ah que se encuentren colonias judas particularmente fuertes en Antioqua y Roma y, sobre todo, en Alejandra, donde se les sealaron, para vivienda de ellos solos, dos de los cinco grandes barrios de la ciudad. Los que los rodean citan como caracterstica que los sorprende especialmente su sentido de solidaridad. Dondequiera que lo permita su nmero, se organizaban en comunidades cerradas de dispora, de las que se cuentan unas ciento cincuenta al comienzo de la predicacin apostlica, formando como un anillo en las riberas de la cuenca del Mediterrneo.

    3. El centro de estas comunidades era la sinagoga, a cuyo frente estaba un archisinagogo, como director de las reuniones litrgicas, mientras un consejo de ancianos se encargaba de los asuntos de carcter civil. El vnculo que una a los judos de la dispora era su fe religiosa, que era la que principalmente impeda que fuesen absorbidos por el ms numeroso paganismo circundante. Los judos tenan gran habilidad para lograr de las autoridades ciudadanas o estatales una serie de consideraciones, excepciones y privilegios, que salvaguardaban sus ideas religiosas y usos litrgicos, aunque hacan tambin resaltar ms fuertemente su peculiaridad y posicin aparte en la vida pblica.

    Por su posicin social pertenecan en su mayora a la clase media; en Asia Menor y Egipto se ocupaban muchos en la agricultura, tanto como labradores, como hacendados independientes. Un oficio que ejerci sobre ellos particular atraccin fue el de tejedores. Las inscripciones mencionan tambin aisladamente las profesiones de jueces y hasta de oficiales del ejrcito, ejercidas por ellos. En la gran ciudad de Alejandra desempearon tambin un papel considerable en el intercambio monetario, pero aqu no hallaron reconocimiento sin reservas por parte de sus conciudadanos gentiles.

    4. El nuevo ambiente ejerci su influjo sobre el judaismo de la dispora en mltiples aspectos. Como todos los emigrantes, despus de algn tiempo, los judos abandonaron su lengua materna y adoptaron la lengua universal del Griego koin. Ello condujo tambin necesariamente a emplear tambin esta lengua en el culto sinagogal. Aqu el judaismo egipcio tema marcado ya el camino por el hecho de haber traducido al Griego, en espacio de tiempo un tanto largo, los libros del Antiguo Testamento, creando as la versin de los Setenta, que al comienzo de la poca imperial, era empleada como versin reconocida en toda la dispora juda. A la leccin de la Escritura en Griego durante

    Para este apartado seguimos fundamental, aunque no exclusivamente, las noticias que nos da: BAUS, KARL, De la Iglesia primitiva a los comienzos de la gran Iglesia. I. El judaismo en tiempos de Jess en Palestina, en: Manual de Historia de la Iglesia. Dirigido por HUBERT JEDIN. Tomo I. Barcelona 21980, pp. 120-125.

    22

  • el culto, seguan oraciones redactadas tambin en Griego, algunas de las cuales pasaron posteriormente a la literatura cristiana.

    5. Ahora bien, con la entrada de la lengua griega en el mbito religioso del judaismo, quedaba tambin ste irremediablemente expuesto al influjo cultural del helenismo y a la irradiacin de corrientes helensticas religiosas. Donde ms y mejor se percibe ese influjo es en el centro es-piritualmente ms vivo de la dispora, que fue Alejandra. Esta ciudad fue la patria del judo Filn (+40).

    En la obra de Filn, que fue conservada para la posteridad gracias al cristianismo, se percibe ejemplarmente la repercusin de las distintas tendencias filosficas de la poca helenstica en el judaismo de la dispora. As por ejemplo, el judaismo tom del estoicismo el mtodo alegrico de la interpretacin de la Escritura, mtodo que, evidentemente, era enseado a los judos en una escuela exegtica propia en Alejandra. Sin renunciar F,16n de A|eJandna (+40). al sentido literal primario de los acontecimientos del gran pasado judaico, descritos en la Biblia, se poda encontrar tras ellos otro sentido oculto ms profundo, que vea, por ejemplo, en Adn el smbolo de la razn humana, en Eva el de la sensibilidad, y en el rbol de la vida del paraso el de la virtud; el paraso mismo era imagen de la sabidura de Dios, de l fluan los cuatro ros, que son las cuatro virtudes cardinales, etc.

    Ms fuertemente an que los estoicos, influy sobre el mundo espiritual de Filn el filsofo Platn, de quien tom no solamente la terminologa filosfica, sino tambin la alta estima de lo espiritual y el anhelo de una vida espiritualizada, no menos que las ideas sobre la imperfeccin del mundo material. Tinte platnico tiene tambin su teora de la creacin, sobre todo su concepcin de los seres intermedios que existen entre el Dios perfecto y el mundo imperfecto. Esos seres son llamados ideas de Dios y el ms importante de ellos, el logos, que es la razn misma, haba de tener importante repercusin en la teologa de los primeros siglos cristianos.

    6. Pero, a la vez, el Dios de Filn (+40) sigue siendo el Dios del Antiguo Testa-mento, cuyo nombre no se puede expresar, a cuya misericordia y bondad se lo debe el hombre todo y de cuya gracia depende, a ese Dios hay que honrar por la observancia del sbado y de las otras prescripciones legales. As, Filn permanece unido, interior y exteriormente, con el pueblo judo para quien espera, como sus otros correligionarios de la dispora, un Mesas que le ha de dar la victoria sobre todos los pueblos de la tierra y traerle un nuevo paraso.

    Si qued intacta en su ncleo ms ntimo la fe paterna de un judo tan abierto al pensamiento griego y tan receptivo como Filn (+40), ello quiere decir que, para un judo

    23

  • medio de la dispora, estaba garantizada la fidelidad a la fe de los padres. Esta seguridad estaba esencialmente condicionada por una serie de elementos que se mantienen vivos en este judaismo de la dispora:

    1) Su vinculacin ideal y real a la patria palestina, que el emigrado mantena inconmoviblemente. Jerusaln y su templo eran el centro de esta vinculacin. En la conciencia de todo judo adulto de la dispora surga el templo como el smbolo supremo de su origen religioso; con la mayor escrupulosidad aportaba anualmente su sacrificio econmico a favor de l, y su anhelo era el poder orar alguna vez en sus prticos, por la fiesta de la pascua, juntamente con sus hermanos en la fe palestinenses.

    2) Otro apoyo de la fidelidad a la fe era la ya mencionada solidaridad ntima de todos los judos de la dispora, que conduca frecuentemente a una exclusividad que los gentiles les echaban en cara y desempe su papel en las oleadas de antisemitismo que una y otra vez surgan en el imperio romano.

    3) Sin embargo, en contra de todas las burlas y rechazos, de todas las persecuciones que se desencadenaban a veces contra el judaismo de la dispora, ste no dej de desarrollar una propaganda activa y bien dirigida en pro de sus creencias y peculiaridades religiosas, logrando xitos considerables. Al servicio de esta propaganda estaba una produccin literaria importante que, ajustndose al gusto de los lectores helensticos, trataba de hacerles ver que el origen de toda cultura, aun de la religiosa, haba que buscarlo en Moiss y en el pueblo judo. Por ejemplo, Flavio Josefo (37-95) compuso un escrito de patente tendencia apologtica en su obra Contra Apin, en el que, para ganar adeptos a la religin judaica, traza un cuadro de las vicisitudes histricas de su pueblo y describe con entusiasmo a sus grandes caudillos, profetas y mrtires, as como las leyes y usos religiosos. La descripcin de la teocracia juda que se fundaba en el monotesmo absoluto, los efectos innegables de la piedad y tica judas en la vida del pueblo que ah se sealan, teman que impresionar a ms de un lector helenista con inquietudes religiosas.

    El xito de esta propaganda que, sin duda se completaba por la palabra hablada, es palpable en el gran nmero de gentiles que se ponan en relacin ms o menos prxima con la religin judaica. El paso formal a la religin juda lo cumplan los proslitos que, por la circuncisin y el bautismo de inmersin, pasaban a ser plenamente judos y, aceptaban por ende, todas las obligaciones de la ley judaica. Pero, sustancialmente mayor era el nmero de los temerosos de Dios, que no aceptaban desde luego la circuncisin, no grata siempre para el sentimiento gentil, pero que no podan resistir a la atraccin de la idea monotesta y del culto de la sinagoga. Estos temerosos de Dios celebraban el sbado y aceptaban otras varias prcticas religiosas y, por lo general, sus hijos daban el paso formal y se circuncidaban. Las fuentes no nos informan sobre el nmero absoluto de los dos grupos, pero sin duda estaban representados en la mayora de las comunidades judas de la dispora.

    7. La dispora juda, el judaismo alejado de la madre patria palestinense, tiene una importancia tan decisiva, que no puede pasarse por alto, en la propagacin del cristianismo dentro del mundo helenstico, es decir, en la primera evangelizacin

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  • cristiana, pues la dispora, sin buscarlo, llev a cabo un trabajo previo de preparacin de gran valor:

    1) Primero, por la elaboracin de la versin de los Setenta que fue inmediatamente la Biblia del naciente cristianismo.

    2) Luego, por la predicacin del monotesmo y del declogo mosaico, que fue tambin la base de la moral cristiana.

    3) Las sinagogas eran siempre el punto de partida de la primera evangelizacin cristiana y aqu hallaban los predicadores del Evangelio, sobre todo, en los temerosos de Dios y en los proslitos, corazones abiertos a su mensaje. En la lucha que se entabla muy pronto entre la evangelizacin cristiana y el judaismo de la dispora, junto a la polmica dogmtica, constituir un factor decisivo la controversia por uno y otro lado por ganar las almas de estos grupos.

    8. La reaccin de los judos natos de la dispora pone de manifiesto que el xito mayor estuvo del lado cristiano; pues los judos abandonan la versin de los Setenta y la sustituyen por otras, ya que los cristianos emplean con tanto xito la Biblia que hasta entonces haba sido de ellos. Tambin rechazan ahora el mtodo alegrico de Filn (+40), pues fue asimilado por los cristianos y lo utilizaban especialmente para contestar la pretensin de imponer la ley mosaica. Se lleg, por parte de los judos, a una rgida acen-tuacin de la Tora, cuya exgesis estrictamente rabnica se impuso entonces, an dentro del judaismo de la dispora28. En cambio, ms de un rasgo de la naciente liturgia cristiana, ms de un elemento del culto, de la forma de la predicacin primitiva y de los textos de oracin, son herencia del mundo judo de la dispora, del que los cristianos los tomaban a veces directamente y los aprovechaban para la propaganda antijuda.

    2.1.2. Los primeros pasos de la Iglesia29.

    2.1.2.1. El punto de partida.

    1. Si leemos Act. 2, 42-47; 4, 32-35; 5, 12-16, nos encontramos con los famosos tres resmenes del libro de los Hechos de los Apstoles, que presentan ciertamente el ideal de la primitiva comunidad cristiana y de toda la comunidad cristiana autntica. Pero la realidad histrica tuvo que irse construyendo, no sin dificultades.

    2. La Iglesia tiene sus inicios en el pequeo grupo de amigos, parientes y seguidores de Jess de Nazaret que despus de la muerte del maestro continu existiendo o an mejor se reconstituy en Galilea y en Jerusaln.

    Elaboracin del Talmud, en sus dos versiones fundamentales: el Palestinense y el Babilnico. ya J

    Para este apartado seguimos fundamental, aunque no exclusivamente, las noticias que nos da: BROX, NORBERT, Storia della Chiesa 1. poca Antica. Brescia 1988, pp. 7-22.

    25

  • Que este grupo o comunidad, en cuanto ya existente antes de la muerte de Jess, no se hubiera disuelto enseguida de la experiencia deprimente de su ejecucin capital, sino que al contrario tuviera una intensa vida comunitaria y una fuerte actividad de propaganda, tena un fundamento nico, sobre el cual ellos mismos han dejado testimonios detallados, nos referimos a la resurreccin del Seor.

    Efectivamente, la parlisis, la angustia y la resignacin que, enseguida del evidente fracaso de su Rabb, se haba difundido (cfr. Me. 14, 27-52; Lc.24, 18-21), se cambiaron inesperadamente en el entusiasmo de un nuevo inicio. El motivo de este cambio fue una serie de experiencias del todo inesperadas, que ellos vieron y testimoniaron en algunos relatos que hablan de encuentros de tipo completamente nuevo, que ellos tuvieron con Jess. Son las apariciones del Resucitado, que expresan la afirmacin de su resurreccin de los muertos (I Cor. 15, 3-8; Mc.16, 1-20; Mt.28, 1-20; Lc.24, 1-53; Jn. 20, 1-21, 25). Lo que en particular sucedi y el modo en que se desenvolvi la primersima historia de este grupo, en sus primeros pasos, puede ser reconstruido, hasta ahora, en una medida muy limitada, a causa de la peculiaridad y de la escasez de las fuentes. 1 fundamento esencial de todas estas fuentes es el testimonio de los Apstoles y, es por ello, que el fundamento mismo de la Iglesia y de la fe es apostlica, como lo confiesa la Iglesia misma desde antiguo en el Credo.

    Cristo resucitado.

    3. Las fuentes para nuestro conocimiento del primersimo cristianismo son los escritos neotestamentarios, es decir, una serie de autotestimonios de tales comunidades cristianas.

    En los decenios sucesivos, en torno al final del siglo I y al inicio del II, se agregaron los escritos que no fueron acogidos en el canon bblico los as llamados Padres Apostlicos*-, tambin ellos tienen su valor en cuanto fuentes de noticias para la Historia Eclesistica. Documentos no cristianos y restos arqueolgicos, no tienen importancia como informacin directa sobre el perodo ms antiguo del cristianismo, pues no nos dan mayores referencias sobre ese perodo. Debemos subrayar adems que, los escritos del cristianismo primitivo, deben ser valorados crticamente, en cuanto al valor histrico de las informaciones que contienen, ya que su finalidad principal estaba dirigida ms a la confesin de la fe y a la propaganda, que a la historiografa exacta.

    Es esa la razn por la cual poseemos noticias, relativamente amplias, sobre los contenidos de la fe y sobre la Teologa que se fue desarrollando en las primeras

    0 Como la Didach o Doctrina de los doce Apstoles (siglo I), San Clemente I (88-97), San Ignacio de

    Antioqua (+h.l07), San Policarpo de Esmirna (+161-167), La Carta de Bernab (siglo II), El Discurso a Diogneto (siglo II), Fragmentos de Papas de Hierpolis (siglo II), El Pastor de Hermas (siglo II).

    26

  • comunidades cristianas, a partir de la memoria de la vida y de la predicacin de Jess y bajo la impresin de su muerte y del acontecimiento pascual, pero no tan amplias como quisiramos para los aspectos histricos. Pero, con base en estos escritos, es posible conocer o mejor, reconstruir, importantes eventos y hechos histricos. As, por ejemplo, algunas indicaciones geogrficas contenidas en el Nuevo Testamento prueban que no debemos concebir el cristianismo primitivo, como una comunidad presente slo en Jerusaln, sino que debemos pensar ms bien en una multiplicidad de comunidades geogrficamente dispersas, que conservan cada una, sus recuerdos y relatos relativos a Jess, parte de los cuales han venido a conformar los cuatro Evangelios. Un claro ejemplo de esto es la tradicin pascual acerca de las apariciones del Resucitado en Galilea (Me. 14, 28; 16, 7). Tales indicaciones de lugar, contenidas en los antiguos relatos bblicos, son algunas veces, un signo del hecho de que, en aquella determinada localidad, exista ya en ese tiempo, una comunidad que conserv el recuerdo relativo a Jess manifestado en estos textos.

    4. El clima fundamental del primer cristianismo primitivo era la experiencia entusiasta de una novedad, la de expresar hic et nunc el inicio de la salvacin definitiva del mundo. Se pensaba que los ltimos das hubieran ya comenzado, pues recordemos que, segn la concepcin juda, el final del mundo tendra lugar cuando Dios interviniera enrgicamente en la historia y creara una tierra nueva, hecho que aconteci en la persona de Jesucristo, en su misterio pascual. Como consecuencia de esta perspectiva:

    1) Se viva en la espera apocalptica del fin del mundo, la cual se esperaba en un breve trmino. El reino de Dios, anunciado como inminente (Me. 1, 15), no poda hacerse esperar mucho tiempo, Jess mismo lo haba anunciado para la edad inmediatamente sucesiva (Me. 9, 1). Ahora, se aade, que el Crucificado haba regresado al mundo de los vivos, y eso no significaba otra cosa ms que el inicio del final definitivo.

    2) Esta espera en un breve trmino, este efectivo y realista confrontarse con el inminente fin del mundo, se fue desvaneciendo en parte ya en el curso del siglo I, sin embargo, de alguna manera sigui viva. La comunidad cristiana fue madurando su fe y entendiendo que el da y la hora slo el mismo Dios los conoce. Las primeras comunidades cristianas eran, por eso, todava muy diversas de la Iglesia que se ir configurando a partir, ms o menos, de la mitad del siglo I y a partir del siglo II.

    ^SRiwT?

    Espera apocalptica.

    Al inicio, se trataba de pequeos grupos, privados an de una organizacin propiamente dicha, es decir, no demasiado preocupados por darse estructuras orgnicas o por relacionar las variadas tareas eclesiales a determinados oficios; no contaban con el

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  • orden propio de una asociacin religiosa organizada, pues dicha organizacin estable no haba sido considerada necesaria dada la inminencia del final de los tiempos.

    Pero, hay que tener claro, que la necesidad para la vida comunitaria de darse un ordenamiento y una disciplina, y de organizarse con competencias especficas, fue una verdad ya advertida en el cristianismo primitivo, como veremos ms adelante; aunque se debe subrayar que, las primeras disposiciones o las reglas prcticas -de las que san Pablo (+67) da algunos ejemplos en sus cartas- non eran todava, como suceder luego, de tipo jurdico, sino que respondan al inters de favorecer el desarrollo de los dones o carismas en favor de la edificacin de la misma comunidad y de la observacin de la moral cristiana (cfr. I Cor. 12,4-30).

    Pero en cambio, s era realmente necesario y urgente para ellos, una real conversin de vida, el abandono de los demonios (dolos), el bautismo como liberacin del pecado y, junto a ello, la pertenencia a una comunidad en la que se celebra el banquete, signo del tiempo final, y a travs del cual se est en comunin con el Resucitado y, por tanto, con el verdadero Dios, el nico en grado de salvar. Slo as se poda esperar confiadamente la segunda venida -parusa- del Redentor y el juicio final como salvacin (cfr. I Tes. 1,9-10).

    3) Las primeras comunidades cristianas consideraban el mundo y la historia como ya pasados y, al mismo tiempo, estaban convencidas de poseer en el Evangelio, el nico saber verdaderamente decisivo y necesario para todos los hombres. Por el breve tiempo que todava quedaba en esta vida, los creyentes se esforzaban, por un ladilla. sintonizar su vida, individual y comunitaria, con la nueva situacin, y, por otro, *recluta} el mayor nmero posible de personas, que todava estaban en la ignorancia y en el error, contribuyendo as a su salvacin. Toda la realidad se divida, para ellos, en lo viejo y lo nuevo. De lo viejo, es decir, de este tiempo y de este mundo, no haba nada que esperar, lo viejo opona ante Dios, una resistencia cada vez ms fuerte, pues no slo no se converta, sino que incluso persegua a los santos31. Nace as, una contraposicin frontal, un encuentro abierto que poda ser descrito tanto con categoras msticas -demonios, diablo, enemigos de Dios- como morales -vicio, pecado, incredulidad-.

    5. Estos elementos esenciales de la autoconciencia de la Iglesia primitiva, tuvieron importantes consecuencias para el comportamiento que asumieron estos pequeos grupos de cristianos frente a la sociedad. Estos grupos constituan, al interno de la sociedad, una minora sin importancia, sin reales esperanzas de xito y menos de obtener algn reconocimiento, en lnea de diferenciarse en el plano moral y religioso -pues al inicio se les tena como un grupo ms dentro del mismo judaismo y no como algo nuevo y distinto-.

    No obstante, estas comunidades estaban sostenidas y animadas por la firme conviccin de que, en ellas se cumpla el evento decisivo para el mundo. Tenan la certeza de que, en ellas se estaba realizando el giro total de la historia, en ellas se pasaba de la situacin desesperada de este mundo, a la salvacin de la humanidad entera, dada la

    As se llamaban los mismos cristianos por motivo de su eleccin.

    28

  • accin que Jesucristo resucitado realiza en medio de ellas, por medio de la accin de su Espritu; esa era su conviccin y su certeza, as lo manifestaron claramente en los escritos que se nos han conservado32. Estos pequeos grupos se conceban como el centro de la historia mundial. La idea que ellos tenan del propio rol y de la propia importancia estaba en evidente contraste con su real significado social, como ya comentamos, pero curiosamente, cuanto ms fuerte se haca la presin y la oposicin externa, tanto ms firme era su autoconciencia de saberse el ncleo medular para la salvacin de la humanidad.

    2.1.2.2. El cristianismo primitivo al interno del judaismo.

    1. Las primeras comunidades cristianas formaban una serie de grupos en el seno del judaismo palestinense y, ya que el judaismo mismo estaba constituido a su interno por diversos partidos religiosos -fariseos, saduceos, celotas, esenios, etc.-, el formarse una nueva corriente no representaba de por s un hecho extraordinario, ni era un motivo de escndalo. Los cristianos crean, como antes, en el Dios de Israel, adems su Biblia era la misma de los hebreos -naturalmente con una nueva interpretacin-. Adems, el judaismo era sustancialmente poco dogmtico -si se prescinde del monotesmo bblico y del vnculo a la ley- y, el hecho de que los cristianos centraran su fe en el Mesas y en la espera apocalptica de Jesucristo, los converta al interno del judaismo, en desviacionistas no del todo intolerables. Los cristianos vivan la observancia del culto del templo y la prctica de la ley (Act. 2, 46; 10, 14), por lo que daban la impresin, a quien vea de fuera, que constituan todava una secta juda (Act. 24, 5.14; 28, 22), y no una nueva confesin. Por lo dems los mismos cristianos se conceban an como hebreos.

    2. Sin embargo, este grupo de comunidades vivan segn la doctrina de Jess, su nico maestro. As, pronto practicaron el bautismo como rito de admisin en su grupo, y, por tanto, constituan ya una comunidad con cierta autonoma. Celebraban el banquete eucarstico en sus casas, como una ceremonia litrgica en la que solamente los miembros de la comunidad podan tomar parte. Pero, junto a ello, continuaban celebrando el servicio divino hebreo.

    3. En conjunto, estos son signos de la autonoma de este grupo en el seno del judaismo, pero no en el sentido de una separacin del mismo. La joven Iglesia se conceba como un fenmeno interno a Israel. En ella haba comenzado a operar el Espritu de Dios del tiempo final, como haba sido anunciado profticamente a Israel (Act. 2, 1-36). Aqu se realizaba la. finalidad de la historia de Israel, en cuanto tal historia encontraba ahora su meta y su cumplimiento al final de los tiempos.

    "" No entramos en materia de fe, sino que es constatable, desde el punto de vista histrico, que esa fue la conviccin y la perspectiva de los primeros cristianos. Evidentemente, que este punto tiene una trascendental importancia para nuestra propia vida de fe y para toda la Iglesia, pero nos mantenemos en nuestro campo de la Historia.

    La primera comunidad celebra la Eucarista.

    29

  • Bajo esta mirada, el cristianismo primitivo se conceba como el nuevo Israel, no ya en el sentido de que habra suplantado al antiguo, sino que ste, siguiendo el camino indicado por Jess y a travs de la fe en l, se habra convertido en su totalidad el nuevo Israel. Como Jess, en un primer momento la joven comunidad entendi su propia tarea como circunscrita slo dentro de los confines de Israel, y no ms all (cfr. Mc.7, 27; Mt.10, 5-6; 15, 24). Desde el primer da, la Iglesia fue animada por esta tensin universal, pues ms que formar un resto santo, ella entenda representar al entero Israel. El rechazo histrico de la fe en Jess por parte de Israel, signific para la comunidad primitiva un amargo desengao, y vino a constituir para ella un problema teolgico (cfr. Rm. 9-11). El rpido xito misionero entre los paganos, hizo luego nuevamente actual el universalismo, pero en referencia, esta vez, no slo a Israel, sino a todos los pueblos.

    2.1.2.3. Corrientes en el cristianismo primitivo.

    2.1.2.3.1. Hebreos y helenistas.

    1. 1 cristianismo primitivo no tena solamente una distribucin geogrfica muy desigual, sino que, tanto por su posicin como por su praxis religiosa, no constitua un fenmeno unitario. 1 punto en el que la diferencia estaba ms marcada era en cuanto a su relacin con el judaismo.

    Ante todo hay que subrayar que, no todos los cristianos tenan el mismo pasado hebreo; pues al interno del mismo judaismo estaban, por un lado, los hebreos palestinenses o autctonos, de lengua aramea, que haban nacido y vivido siempre en su patria y lean la Biblia en hebreo en sus propias sinagogas y, por otro lado, estaban los hebreos de lengua griega, que haban vivido en la dispora juda, en un pas helenstico, como por ejemplo, Egipto, Grecia, Asia Menor o la misma Roma, y que, haban recibido influencia de la cultura helenstica, por lo que lean la Biblia en Griego, en sus propias sinagogas.

    Ntese bien que hemos dicho que, a causa de esta diferencia lingstica, los judos, incluso en la misma ciudad de Jerusaln, haban constituido comunidades sinagogales diversas, unas hebreas y otras griegas o helenistas. Debemos tener muy presente, como ya lo comentamos anteriormente, el diverso ligamen religioso que estos grupos tem'an con la tierra de Israel, con el templo, el culto y la ley, pues para los hebreos de la dispora, todo eso no tema la misma importancia que para los hebreos de la madre patria. Esta diversidad de perspectiva al interno del mismo judaismo, va a tener una importancia capital en el primer cristianismo, como vamos a ver.

    Ahora bien, dado que, los miembros de la primitiva comunidad cristiana de Jerusaln, provenan de ambos grupos de judos , en ella se reprodujo la misma

    Recordemos que an no se ha dado la apertura misionera hacia los gentiles, la misma ser fruto de la primera expansin cristiana, acontecida por el martirio de san Esteban, como veremos a continuacin. En este

    30

  • divisin. En los Hechos de los Apstoles, los dos grupos de cristianos son llamados respectivamente hebreos y helenistas (cfr. Act. 6, 1). Este escrito de san Lucas, llama hebreos a los cristianos que originalmente eran judos palestinenses y helenistas a los cristianos que precedentemente eran judos de la dispora, quienes, por tanto, teman influencia de la cultura griega.

    Los Hechos de los Apstoles nos permiten deducir que tales grupos formaban dos comunidades cristianas34 que, a causa de la barrera lingstica, estaban separadas, por ejemplo, en la celebracin litrgica, pero que obraban en comn, por ejemplo, en la actividad caritativa. As, el grupo de los siete de Act. 6, 5, de nombres exclusivamente griegos -Esteban, Felipe, Prcoro, Nicanor, Timn, Prmenas y Nicols-constitua, probablemente, el organismo que guiaba a la comunidad de los helenistas, juntamente al colegio de los Apstoles en la comunidad de los hebreos, aunque siempre al amparo de este ltimo (cfr. Act. 8, 14-17). Nos encontramos en torno al ao 33. Igualmente hay que concluir que, entre los dos grupos de la primitiva comunidad cristiana de Jerusaln, surgieron ocasionalmente dificultades (cfr. Act. 6, 1).

    2. Pero, ms lleno de consecuencias para la Historia de la Iglesia, fue el hecho de que los cristianos helenistas*5 entraron en grave conflicto con los judos de lengua griega de la ciudad . Tal conflicto se refleja en la historia de san Esteban (+34), ubicada hacia el ao 34 y narrada en Act. 6, 8 - 8, 3, que ciertamente fue ms all de este episodio singular, es decir, que es claro que el caso de Esteban es representativo de las circunstancias generales que vivieron los cristianos helenistas frente a los judos griegos.

    El motivo del enfrentamiento estaba en la doctrina de los cristianos helenistas, pues sta cambiaba la concepcin del judaismo. Es conocido por Martirio de san Esteban (+34). las fuentes, cmo esta parte de los cristianos de Jerusaln, fue depositara de una determinada lnea de la predicacin de Jess, concretamente de su crtica al templo y a la ley. En efecto, sabemos que Jess, haba atacado y contestado la religin establecida y la concepcin de la ley difundida en su tiempo; esa lnea de predicacin tuvo mayor eco en los cristianos helenistas, pues por su pasado en la dispora, su visin del templo y de la ley, era ms abierta.

    primer cristianismo en Jerusaln y en Galilea, todos provienen del judaismo, pero unos del tipo palestinense y otros de la dispora. 34

    Como aconteca en el judaismo. Insistimos en que los cristianos no se distinguan an de los judos, pues ni siquiera tenan nombre propio

    en este momento. Quienes, por razones lingsticas y culturales ya expuestas, precedentemente participaban de la misma vida

    sinagogal.

    31

  • As, segn Lucas, la acusacin de los testigos, o mejor an, de las autoridades contra san Esteban -y por tanto, de los judos griegos contra los cristianos helenistas, que es lo que est de fondo-, era de blasfemia contra Moiss, Dios, el templo y la ley; se le atribua el querer destruir el templo y abolir las prescripciones mosaicas (cfr. Act. 6, 11-14; 7, 48.53).

    Con la relativizacin y la crtica del templo y de la ley, predicada por los cristianos helenistas, haban sobrepasado los lmites -como ya el mismo Jess lo haba hecho antes-de cuanto la disciplina de la sinagoga pudiera tolerar, por ms que fuera tambin ella helenista. Las autoridades judas intervinieron, expulsando de la ciudad a estos cristianos helenistas, como hebreos herticos (Act. 8,1).

    Fruto de estos conflictos tenemos esta primera persecucin en contra de los cristianos y, concretamente, contra los helenistas. Como ya hemos dicho, la misma podemos ubicarla, cronolgicamente, en torno al ao 34. Es ciertamente a sta, a la que se refiere san Pablo (+67), cuando habla de su participacin en una persecucin (Gal. 1, 13). Consecuencia de la misma, ser el martirio de san Esteban (+34), la expulsin de los cristianos helenistas y, con ello, la primera expansin del cristianismo, pero el de un tipo en concreto, el ms libre de frente a las tradiciones judas, como veremos ms adelante. En el libro de los Hechos de los Apstoles, vemos reflejada esa realidad, aunque claro, porque su inters no es histrico, sino teolgico, intercala diversas dificultades previas, tenidas por los mismos Apstoles en su predicacin.

    Lo ms importante de todo es que, las dos corrientes que constituan la comunidad cristiana primitiva, se vean as separadas, los cristianos helenistas tuvieron que abandonar Jerusaln, mientras que los cristianos hebreos permanecieron all.

    Es evidente cunto fue marcada la diferencia entre los dos grupos, pues los cristianos hebreos no ofrecan a las autoridades judas la ms mnima ocasin de recurrir a medidas disciplinarias contra ellos, ya que, lo que ellos citaban de Jess, en cuanto a la crtica a la ley, no tuvo un rol comparable con las tradiciones que atacaban los cristianos helenistas. Al contrario, los cristianos hebreos recuerdan y anuncian a Jess como quien ha recomendado la observancia de la ley, hasta en los detalles (Mt. 5,17-19).

    Ya hemos dicho que, en su sensibilidad por la crtica de Jess al culto y a la ley, los cristianos helenistas, muy probablemente, fueron influenciados por su pasado vivido en la dispora, donde las condiciones externas podan llevar, en muchos casos, a una concepcin de la fe hebrea fundamentalmente ms libre y ms abierta de cuanto suceda en la madre patria. En todo caso, la imitacin de Jess y la fidelidad a su predicacin, eran para ellos ms importantes que la observancia de la ley, caracterstica de la religiosidad hebrea.

    3. Se verifica as una distincin en el seno del cristianismo entre dos grupos, la cual se manifestar por buena parte del siglo I. Para los cristianos helenistas el carcter vinculante del culto y de la ley haba sido superado por Jess, y por este motivo fueron expulsados, y no regresaron a Jerusaln. Pero los cristianos hebreos, en cambio, ligaban su fe en Jess a la observancia de la praxis religiosa hebrea y eran por

    32

  • ello tolerados en el mbito del judaismo, aunque en el seno del mismo teman un futuro limitado, y quedarn aislados, como de hecho lo estarn tambin del resto de la historia de la Iglesia. As, todava en los siglos II y III, haba en el Cercano Oriente pequeos grupos que practicaban un cristianismo muy hebreo, pues observaban la ley, al menos en parte, veneraban a Moiss como profeta, rechazaban a Pablo como quien quera abolir la ley y adems lo odiaban como traidor.

    4. Esta divisin de hecho del cristianismo primitivo provoc tambin, al interno de la Iglesia, un conflicto temporalmente grave. En su presencia y misin entre los paganos, ms all de los confines de la Palestina, los cristianos helenistas expulsados de Jerusaln practicaban y predicaban un cristianismo desvinculado de la tradicin hebrea, es decir, de la ley, del templo y de la circuncisin. Los cristianos palestinenses, levantaron violentas protestas e intervinieron directamente en la cuestin, pues estaban convencidos que el bautismo en Jess presupona la circuncisin y la sumisin a la ley.

    San Pablo (+67) despus de su conversin, tom posicin en este conflicto; contribuyendo con su autoridad a hacer prevalecer la lnea de quienes queran que la misin entre los paganos estuviera desvinculada de la ley (Cfr. Gal. 2). Efectivamente, san Pablo, de acuerdo con sus ms profundas intuiciones teolgicas, de que la fe en Cristo como Hijo de Dios haba trado el trmino o abolicin de la ley, no haba impuesto a las Iglesias cristianas de Asia Menor, formadas de antiguos gentiles, ni la circuncisin ni la observancia de otras prescripciones rituales judaicas. Esta liberacin de la ley, por parte de los nuevos convertidos, punto central de la predicacin de san Pablo (+679, fue duramente rechazada, poco despus, por el partido extremo de los judeocristianos palestinenses, los llamados judaizantes, que exigan la circuncisin como condicin esencial para el logro de la salvacin (cfr. Act. 15, 1-5). Tal fue la ocasin de una prolongada lucha entre san Pablo y el partido judaizante y, habra de ser an por mucho tiempo, un obstculo en el trabajo apostlico de san Pablo y que le obligara a una lucha decidida en pro de sus ms profundas convicciones.

    En estos conflictos, san Pedro (+67) tuvo un papel sobre todo de mediador, mientras que Santiago (+62), el hermano del Seor (Act. 12, 17)37, la figura ms importante en la comunidad de Jerusaln, sostuvo enrgicamente la praxis local judaizante. En la cspide de este conflicto, se coloca el as llamado concilio de los Apstoles, del ao 48 49 (Gal. 2; Act. 15,1-29). Se trata de un encuentro entre los representantes de los diversos grupos del cristianismo primitivo, en el cual se lleg a un acuerdo, con base en el cual, se deban respetar slo algunos puntos de la tradicin juda para que los cristianos hebreos pudieran entrar en relacin con los cristianos helenistas sin incurrir en la impureza ritual, que era el centro del conflicto (Act. 15,19-20.28-29).

    . San Pedro


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