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Articulo La Organizacion Del Habitat Precalchaqui..pdf

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    LA ORGANIZACIN DEL HBITAT PRECALCHAQU(500 A.C. - 1000 D.C.)

    Mara Cristina ScattolinCONICET - Museo Etnogrfico, Universidad de Buenos Aires.

    RESUMEN

    Los asentamientos formativos del sur de los valles Calchaques (500 a.C. a 1000 d.C.) permiten diferenciarentre algunas zonas de uso cotidiano y sectores funerarios o ceremoniales, entre conjuntos de vivienda-patio y conjuntos de montculo-plazuela. En el transcurso del primer milenio d.C. se reconocen variosmodos alternativos de diferenciacin del espacio y de inversin en el paisaje arquitectnico, que confierenla primaca a medios materiales y simblicos distintos. Al final del primer milenio se pueden distinguirms claramente dos modos de diferenciacin: uno fundado en el control y manipulacin de recursossagrados y otro fundado en el control y concentracin de recursos de orden socio-poltico, secular. Ambosprincipios de distincin operaron como medios y recursos de transformaciones sociales. Estos modosprodujeron formas diversas de jerarquizacin del espacio social y de la arquitectura comunitaria. Lasvariaciones se ilustran con la descripcin de sitios y materiales arqueolgicos del valle de Santa Maray alrededores.

    ABSTRACT

    In pre-Hispanic Southern Calchaqu Valleys, evidences at Formative (500 BC.-AD 1000 AD) sitesallow to differentiate between areas of daily use and funeral or ceremonial sectors; between householdpatio-groups and mound compounds. During the first millennium AD, several ways of spacestructuration and modes of investment in the architectural landscape can be detected. They conferprimacy to different material and symbolic means. At the end of the first millennium two structurationmodes can be distinguished more clearly: one was founded in the control and manipulation of sacredresources and the other was founded in the control and concentration of socio-political resources, ofsecular order. Both distinction principles operated as means and resources of social transformations.These modes produced diverse forms of hierarchisation of the social space and the community architecture.The variations are illustrated with the description of archaeological sites and materials from SantaMara Valley and surroundings.

    La vivienda junto con sus parcelas y corrales, esdecir, una construccin estable y sus anexos,constituyeron los componentes arquitectnicosesenciales de los primeros aldeanos en el noroesteprehispnico. En el presente captulo se estudian losasentamientos del sur de los valles Calchaquescorrespondientes al lapso de mil quinientos aosanterior al 1000 d. C., el cual abarca las primerassociedades aldeanas sedentarias o, como se las llama

    tambin, formativas o presantamarianas. Elpropsito de este captulo es ofrecer una sntesis de la

    manera en que los antiguos habitantes ocuparonterrenos, edificaron sus fincas, delinearon sus campos,con anterioridad al establecimiento de los poblados delos indios de calchaqu (Lorandi y Bunster 1987).

    La muestra de instalaciones estudiadascomprender los asentamientos en un radio de 100 kma la redonda desde el centro del valle de Santa Mara(Figuras 1 y 2). El punto central del rea se ha emplazadoen el sitio Baado Viejo, en la localidad de El Baado,

    que corresponde de manera bastante aproximada alcentro del valle (Figura 3). La superficie de este disco

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    Figura

    1:ElvalledeSantaMaray

    alrededores.Aladerecha:bloquete

    mporal.

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    Figura 2: El rea tratada (tomado de Google Earth).

    transgrede las fronteras de las reas culturales quefueron previamente establecidas para el sector centraldel Noroeste Argentino (Gonzlez 1963). De manera queaqu prescindimos de encasillar a los asentamientossegn su pertenencia a las selvas occidentales, a la puna

    o a los valles.Este mtodo elimina presupuestos acerca de laextensin ocupada por culturas arqueolgicasdefinidas con anterioridad, que implican la existenciaemprica de pueblos o etnas distintas. Ante laposibilidad de que arrancando desde cualquier puntodentro de un rea podamos producir [falazmente] unacultura movindonos hacia afuera hasta unos lmitesarbitrarios (Hodder 1982), partimos de una hiptesissimple que, en principio, presume un continuo devariacin sobre el espacio. Ciertamente, podr habersituaciones en que esto no ocurre. Por eso quedamosabiertos a que esta hiptesis pueda ser rechazada, peroslo mediante previo anlisis de la distribucin regionalen este espacio continuo. El presente trabajo da el primer

    paso hacia una descripcin de la distribucin de losasentamientos y sus contenidos. En un segundo pasodel anlisis se podr averiguar si las variaciones en laestructura regional de la cultura material en esosasentamientos producen grupos de asociacin al azar o

    grupos de asociacin no azarosos.Este gran crculo abarca varios mbitos. En lazona central, el valle de Santa Mara es una cuenca deunos 30 km de lado a lado y 100 km de longitud y unaorientacin N-S. Se presenta flanqueado por cadenasmontaosas que sobrepasan los 5000 msnm (Figura 2).El acceso es relativamente fcil por sus extremos nortey sur, y sus cordones montaosos se franquean de estea oeste por varios pasos. El ro Santa Mara nace enrealidad como ro Cerro Colorado en el adyacente valledel Cajn y luego tuerce hacia el norte en Punta deBalasto para conformar un dilatado fondo de valle. Sucauce divide el valle de Santa Mara de maneraasimtrica: la vertiente oeste cae hacia la llanuraaluvional en la forma de un piedemonte con grandes

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    Figura 3: Asentamientos formativos en un radio de 100 km a la redonda

    desde el centro del valle de Santa Mara.

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    conos aluviales. La vertiente, este en cambio, presentaformaciones terciarias entrecortadas que conformanpequeos valles intermedios entre el fondo de la cuencay los cordones montaosos de las cumbres Calchaquesy la Sierra del Aconquija. As ofrece una serie de

    microambientes diversificados, varios de los cualespueden ser aprovechados para la agricultura. Laplanicie aluvial, ancha y relativamente plana, alcanzalos 12 km.

    El valle ofrece opciones fisiogrficas variadas. Sesupone por tanto que los patrones de instalacin,construccin, uso del suelo y ocupacin del espaciovariarn de manera concomitante. Sin embargo, de ellossabemos todava poco. Su conocimiento se ha vistoperjudicado por prcticas de coleccionismo y saqueo(Scattolin 2000). Adems los sitios de nuestro intershan sufrido los varios siglos de extendida y activaocupacin posterior que ha afectado la visibilidad actualy la conservacin de vestigios arquitectnicos previosen superficie. El abordaje de esas ocupaciones por tantoha sido algo difcil para los investigadores que hanemprendido su estudio.

    La imagen de los asentamientos precalchaques(otra forma de nombrarlos) en el valle de Santa Marase ha mantenido por largo tiempo bastanteindeterminada debido a que los estudiosexclusivamente enfocados en estas sociedades han sidoespordicos y, en su mayora, de corto plazo ocomplementarios de otros temas mayores (Heredia etal. 1974; Nez Regueiro y Tartusi 1993; Pelissero y

    Difrieri 1981:61-67; Raffino et al. 1982). Sin embargo, seconocen los trabajos realizados por varios autores endiferentes pocas (Aschero y Ribotta 2007; Cigliano1960; Palamarczuck et al. 2006; Pastor y Rivero 2004;Sosa 1994; Tarrag y Scattolin 1999).

    De esos estudios se desprende que en el valle sehallan asentamientos residenciales que varan en formay concentracin edilicia. Su variacin puede deberse afactores funcionales, culturales y temporales. Desde elpunto de vista de la formacin de sitios, la dicotoma

    mayor se da entre los lugares con arquitectura visiblede piedra de las laderas del valle y con perduracin dedepsitos primarios, como por ejemplo, Caspinchango-El Cinago (Cigliano 1960) o El Remate-Los Zazos(Aschero y Ribotta 2007) y, en el otro extremo del

    espectro, estn los sitios del fondo del valle sinarquitectura preservada, y que posiblemente contengandepsitos secundarios, como Molino del Puesto(Cigliano 1960) o Baado Viejo (Scattolin et al. 2001).

    Al este de Santa Mara se extiende la vertienteoriental andina hmeda que desciende a travs de vallesde altura, como el de Taf, la selva de montaa, la selvabasal y la llanura tucumana, la cual incluye la cuencade Tapia-Trancas. Varios de estos mbitos incluyenasentamientos formativos bien conocidos y estudiadosarqueolgicamente desde hace muchos aos(Ambrosetti 1897; Berberin 1988; Cremonte 1996;Heredia 1974; Schreiter 1934)

    El valle del Cajn se sita de manera paralela aloeste y, como se dijo antes, constituye la porcinsuperior de la cuenca del ro Santa Mara. El cauce delro Colorado divide el valle del Cajn tambin demanera asimtrica, pero inversa a la de su vecino. Enesta cuenca, la vertiente este es abrupta y corta, mientrasque la vertiente oeste es muy extendida y compuestapor varios vallecitos y quebradas intermedios. Una deestas ltimas, llamada precisamente La Quebrada,constituye una va natural de acceso al bolsn de LagunaBlanca, en el borde de la Puna. Se sabe de apenas unospocos asentamientos precalchaques en el Cajn (Arena

    1975; Scattolin y Gero 1999); en cambio, son msconocidos los de Laguna Blanca (Albeck y Scattolin1984; Delfino 1999).

    Finalmente, desde la Punta de Balasto hacia elsur, se extiende la falda occidental del Aconquija, unafaja de 30 km que abarca grandes conoides quedescienden hacia el Campo del Arenal o de los Pozuelos.Est cubierta de vestigios arqueolgicos muyextendidos que ya se han dado a conocer (Scattolin2001).

    PARA SISTEMATIZAR EL TIEMPO: UN SITIO SIN ARQUITECTURA

    La eleccin del lapso considerado tambin habuscado apartarse de periodizaciones corrientes parael Noroeste Argentino, sobre todo de las propuestaspara el valle de Hualfn, el cual ha suministrado lasecuencia maestra para reas vecinas. Nos guiaremosaqu por la secuencia cronolgica local, basada encambios en la cultura material, especialmente lacermica, que ocurrieron antes de la aparicin dealfarera de estilo santamariano, hace aproximadamentemil aos. Tal lapso se ha llamado tambin Perodo

    Formativo o Cermico Temprano y Medio.

    Para situar al lector en un mbito ms amplio delrea andina, hacemos notar, que la trayectoriaconsiderada, entre unos 500 aos a. C. y 1000 d. C. escoetnea del Perodo Formativo, del perodo IntermedioTemprano y del Horizonte Medio correspondientes alrea Centro Sur andina.

    La secuencia local se ha fundado en tendenciasde cambio mostradas en un perfil estratigrficoprofundo en el sitio Baado Viejo y en los contenidosde sitios datados por radiocarbono. El conjunto de esa

    informacin permiti discriminar tres fases: Chimpa,

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    Figura 4: Cuadro cronolgico

    de ~100 al 450 aos d. C.; Baado, de 450 a 650 d. C. yColalao, de 650 a 900 d. C. (Scattolin 2007). Al momento,excepto por varios objetos de la coleccin Schreiter deGotemburgo, que rondan los 2500 a 3000 aos deantigedad, no hay evidencia adicional para proponer

    fases anteriores que abarquen estos fechados msantiguos (Figura 4 y Tabla 1).En Baado Viejo se recuper abundante cermica

    tosca y cermica pulida gris-negra, gris, ante y roja sindecoracin y muy escasa cermica decorada, puntas deproyectil de obsidiana, variados artefactos lticos,carbn vegetal, carozos de chaar y huesos decamlidos. Pese a que la secuencia no abarca fechas tan

    antiguas como las del valle de San Francisco (Dougherty1975), o de Taf (Gonzlez y Nez Regueiro 1962),result muy til para separar en fases la ltima partede la trayectoria presantamariana. El comportamientode atributos temporalmente sensitivos en El Baado

    permiti distinguir tres componentes sucesivos cuyoscontenidos, ms la informacin obtenida de sitiosvecinos, proporcionaron fundamento para la secuenciade tres fases (Scattolin 2007). El perfil, que abarca unosmil aos de depositacin, mostr una sucesin dedepsitos diferenciados, y revel cmo se distribuanciertos rasgos de la cultura material entre los aos ~100a. C. a 900 d. C. Sin embargo, la pequea extensin de

    la excavacin impidi la deteccin de estructurasarquitectnicas enterradas. No obstante, se conocensitios vecinos que presentaron restos de viviendas ytumbas que se mencionarn ms adelante (Pelissero yDifrieri 1981).

    Hacia 900 1000 d. C. se inicia el perodo Tardoo de los Desarrollos Regionales, que es coetneo ybastante similar en su contenido al Perodo IntermedioTardo en los Andes del sur. Arquitectnicamente sedistingue por los grandes poblados aglomerados ypucars (fortalezas), que fueron la sede de curacas,artesanos y poblacin concentrada. Alguno de ellos

    pudo ser residencia del curaca Juan Calchaqu (Lorandiy Boixads 1987). Contienen cermicas de estilo

    santamariano. Durante esta poca los valles y quebradasdel Noroeste Argentino alcanzaron sus ms altos ndicesdemogrficos y algunos de esos pueblos ocupaban unadecena de hectreas densamente edificadas (Nielsen1996). El trmino precalchaqu de nuestro ttulo serefiere a los asentamientos aldeanos anteriores a estaspoblaciones.

    Los sitios tratados en este trabajo se localizarntemporalmente en la medida en que cuenten confechados radiocarbnicos o que puedan relacionarsecon los componentes o fases locales ya datados. Lacalidad informativa de los sitios, componentes y

    unidades datadas es muy variable, de manera que aquconsiderar los casos ms ilustrativos.

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    ABRIGOS ROCOSOS

    A raz del estudio de la coleccin Schreiter deGotemburgo se han obtenido las primeras y mstempranas fechas hasta ahora conocidas para el valle de

    Santa Mara (Muoz y Stenborg 1999). Pero, nocorresponden a edificaciones de viviendas sino queprovienen de enterramientos en abrigos rocososemplazados a cierta altura en la costa de la Sierra delCajn, en la localidad de Quilmes y en la muy cercanaQuebrada del Carmen (Stenborg y Muoz 1999). Se tratade entierros humanos acompaados de objetos ydepositados dentro de urnas ovoides de cermica tosca.Entre los objetos hay varios cestos, capuchas de fibrasvegetales y mscaras compuestas por combinaciones pocousuales de materias primas y sustancias diversas queincluyen: cabello y algunos huesos humanos como una

    mandbula, cuero, fibras, pelo y dientes de animales,tinturas, resinas y fibras vegetales. Fueron datados entre1500 y 400 a. C. (Muoz 2002; Muoz y Stenborg 1999).

    Otro abrigo rocoso ocupado en pocas tempranases Pichanal 2, cerca de Fuerte Quemado. Se trata de unalero de 12 m de largo con arte rupestre y con niveles deocupacin que presentan reas de combustin, una de lascuales fue datada en 1.99080 aos C14 A.P. (Nastri et al.2005).

    Existe poca informacin disponible sobre el carcterde tales ocupaciones. Sin embargo, estos hallazgos podraniluminar un momento poco conocido de la arqueologade los valles centrales del Noroeste Argentino, esto es, el

    momento del establecimiento de los primerosasentamientos de ndole sedentaria en relacin conactividades pastoriles y agrarias y las manifestaciones mstempranas de la tecnologa cermica. Se espera que puedancontribuir al conocimiento de la poca de transicin entre

    grupos de cazadores-recolectores a grupos de agricultoresestables.

    Del hecho de que los hallazgos en cuevas altas

    comprendan algunos de los fechados ms tempranos nodeberamos inferir que dicho hbitat fuera el preferidopor las poblaciones ms antiguas, sino simplemente quetales son los restos que actualmente detectamos de esapoca antigua. Es probable que tanto el fondo como lasladeras bajas de los valles hayan sido habitados tambin,pero las cada vez ms densas ocupaciones posteriorespueden haber encubierto sus rastros. De todas maneras,es difcil extraer conclusiones sobre la ocupacin delespacio en tales pocas, excepto que aparentemente elsector central del valle podra haber estado ocupado almenos desde unos 3.000 aos antes del presente.

    La Cueva de Los Corrales, en el rea del Infiernillo,a 3000 msnm se ubica en una posicin estratgica desdela cual es posible acceder hacia la Quebrada de Amaichay el valle de Taf, por el Este, y hacia los valles de de SantaMara-Cajn, por el oeste y los fragmentos cermicossitan la ocupacin con posterioridad a los ca. 2000-1500aos A. P. y llegara hasta momentos tardos de laocupacin del NOA (Babot y Apella 2007:13). La cuevada reparo a varias reas de molienda tanto de vegetalescomo de sustancias vinculadas a la confeccin de alfarera(Babot y Apella 2007; Carrizo et al. 2003). El conjuntoarqueolgico documenta el uso especializado de estehbitat por parte de poblaciones alfareras ya sedentarias.

    Varios abrigos rocosos han sido detectados, muyalto, en la localidad de Ingenio del Arenal, en la faldaoccidental del Aconquija, sin embargo no se conocentodava sus componentes arqueolgicos (Weiser 1924-25;Lazzari y Pereyra Domingorena 2008)

    LA RADICACIN ALDEANA

    Los primeras instalaciones de poblacionessedentarias del valle de Santa Mara, con arquitectura

    permanente, en su mayora, tienen descripciones breves,fueron escasamente registradas en excavacionesantiguas y pocas cuentan con fechados. Se trata deconjuntos de viviendas de planta ya sea circular comorectangular, dispersos o concentrados.

    El sitio Chimpa, que da nombre a la primera faselocal del valle de Santa Mara, est ubicado unos 10km al este de Cafayate (Heredia et al. 1974). Fuevisitado en 1961 por un equipo de la Universidad delLitoral (Rosario) que efectu varias trincheras ysondeos. En varias unidades habitacionales, de lascuales no se determin su forma, obtuvieron cermicagris lisa, gris incisa en lneas e inciso punteado,

    monocromo rojo, ante liso pulido y alisado, aparte dealgunos tiestos pintados (Tarrag y Scattolin 1999). En

    1968 Heredia, Prez y Gonzlez prospectaronaparentemente el mismo sitio u otro cercano tambin

    en Chimpa, y segn su descripcin slo mostralgunas hileras de piedras que corresponden a recintosde vivienda, cuya planta no fue posible determinar(1974), pero suministr fragmentos superficiales dealfarera marrn de borde engrosado y fragmentos detiestos con decoracin pintada en tres colores, que fuecaracterizada como de estilo Vaqueras. Fragmentos deeste estilo se han hallado en el componente inferior dela estratigrafa de Baado Viejo. Tanto el Componente1 de Baado Viejo como Chimpa contienen cermicasde estilo Vaqueras y negras y marrn pulido, algunascon borde engrosado.

    El ms antiguo sitio habitacional datado en Santa

    Mara es Soria 2, ubicado sobre una mesada baja en lalocalidad de Andalhuala y fechado en 1.94080 A.P. El

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    Figura 5: Soria (tomado de Palamarczuck et al. 2005).

    sector excavado comprende dos recintossubcuadrangulares adosados, de aproximadamente8x8 m y 6x6 m, con paredes de piedra simples y dobles.Se hallaron reas de actividad domstica incluido unfogn y un pozo de basura con cermica negra pulida

    e incisa, ollas de pasta ordinaria, fragmentos Vaqueras,artefactos de hueso trabajado, puntas de flecha deobsidiana, alisadores, manos de moler y pipas de fumarde cermica gris-negra pulida. Tambin se encontraronvarios enterramientos de subadultos, al parecerinhumados con posterioridad al uso de la habitacin(Palamarczuk et al. 2007) (Figura 5).

    Hay algunos asentamientos de mdulo circularpoco conocidos pero que deben mencionarse. Uno deellos fue hallado al sudoeste de Cafayate, en el lugardenominado Toroyaco, sobre una ladera en que

    aparecen pircados y tmulos de piedra de 1,30 m dedimetro y 1 m de altura (Tarrag y Scattolin 1999).All fue excavada una unidad residencial compuesta portres recintos, uno de los cuales brind fragmentos decermica gris lisa pulida y de otra policroma y un

    fragmento de pipa marrn pulida. No se hanmencionado diferencias morfolgicas ni funcionalesentre estos recintos, excepto que probablemente seencontrara rodeado de reas agrcolas (Tarrag yScattolin 1999).

    Otro sitio, Antigal de Tesoro (tambin llamadoTesoro II), datado en 1.79570 A.P. (Scattolin 2007), osea, un siglo y medio despus que Soria, se ubica a 3200msnm en relacin con el paso que conecta las vertienteseste y oeste de la Sierra del Aconquija (5.500 msnm).Ocupa menos de una hectrea (0,8 ha), y all se

    concentran unas 65 estructuras de forma circular osubcircular. Creemos que al menos unas 50 estructurasseran habitacionales y unas 15 no residenciales (Figura6). En l se ha hallado cermica Rojo sobre Ante,fragmentos Condorhuasi policromo y tiestos negrospulidos (Lazzari 2006). Debemos destacar su situacin:Tesoro II est separado de las reas aptas para el cultivo,

    que se encuentran a 500m, en el sitio Tesoro I. Se localizamuy cerca de pasturas y en la senda natural al

    portezuelo de la sierra, o sea, una localizacin apropiadapara acceder a sendas y puestos de pastoreo. El lugarpermite controlar desde el sitio de residencia(aglutinada) la produccin (pastoreo, agricultura) comola circulacin (sendas, trnsito, caravaneo) (Scattolin2001).

    Ingenio del Arenal-Faldas del Cerro, datado en

    1.79536 A.P. (Scattolin 2007) la misma fecha queTesoro est compuesto por varias decenas de viviendas

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    Figura 6: Antigal de Tesoro. A la derecha, ncleo habitacional. Abajo, cermicas del Recinto 16.

    circulares con largos pasillos de entrada; se agrupande a pares o en mayor nmero (Figura 7). Otrasestructuras de mayor dimetro sugieren la existenciade corrales. Contenan cermica Condorhuasipolicromo y tiestos negros pulidos e incisos, numerososartefactos lticos de obsidiana, basalto, esquisto,andesita, y dacita, as como indicaciones de produccinde bienes metlicos, como trozos de mineral verde,material refractario, fragmentos de escoria, etc. (Lazzari2006; Lazzari y Pereyra Domingorena 2008; MrquezMiranda y Cigliano 1961).

    Otros tres sitios en el adyacente valle del Cajn,Yutopian, Cardonal y Bordo Marcial, son pequeasaldeas con unidades domsticas compuestas por variashabitaciones. Fueron ocupados en los primeros siglosde la era cristiana, en poca similar a las fases Pukara yTiwanaku temprano en el lago Titicaca. Yutopian tieneadems estructuras anexas entremezcladas.

    Yutopian es un sitio multicomponente que en susector formativo contiene evidencias de metalurgia decobre y uso de cermicas de estilo Vaqueras, Taf-Candelaria, Condorhuasi policromo, Ro Diablo inciso,Gris-negro pulido y botellones antropomorfos (Figura8) (Scattolin y Gero 1999).

    En La Quebrada, dos aldeas mellizas, Cardonal

    y Bordo Marcial se emplazan justo al pie de un pasonatural que conecta la regin punea y la valliserrana.

    Esta localizacin dentro del paisaje sugiere que los sitiospudieron haber jugado un rol en la comunicacin y eltrnsito entre las poblaciones asentadas en distintaszonas ecolgicas.

    Ambas se extienden en sentido este-oeste a lolargo de una mesada franqueada por dos pequeosarroyos de curso intermitente y muestran un plan dedisposicin idntico: las viviendas en la parte ms planade cada mesada, un sector medanoso con tumbas alnorte de las viviendas conforma el pequeo cementeriode cada aldea, y en la parte ms alta de la mesada, enposicin destacada, se ubica una tumba, o varias, desdelas cuales se domina visualmente las mesadas. Aguasabajo de las viviendas se disponen los campos decultivo. Un cementerio mayor, de alta visibilidad conocido como Cementerio Mdano o de Vzquez porhaber proporcionado gran parte de los objetos de lacoleccin homnima se localiza en un gran mdanoseco al este de la pareja de aldeas, sobre la quebradaprincipal (Figura 9).

    Cardonal comprende ms de cien estructurasconstruidas en piedra, de forma circular o subcircularse distribuyen en aglomeraciones de distinta densidad.Los conjuntos residenciales estn compuestos de variashabitaciones en torno a patios donde se llevaron a cabo

    las actividades domsticas (Figura 10). El Ncleo 1brind ollas y cntaros de cermica ordinaria y tambin

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    Figura 7: Ingenio del Arenal Faldas del Cerro (tomado de Lazzari 2006).

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    Figura

    8:Yutopian.

    Aladerecha,

    laEstructura1.

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    Figura 9: La Quebrada, los sitios Cardonal y Bordo Marcial. Abajo, diagrama de la estructura espacial.

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    Figura

    10:Cardonal,p

    lanodelsitioyfotodeNcleo1.

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    cuencos y jarros finos de cermica oscura de paredesdelgadas y de terminacin lisa pulida y una menorcantidad de fragmentos de estilos Vaqueras, Taf-Candelaria y San Francisco/Ro Diablo inciso (Figura11). Las caractersticas constructivas y contenidos de

    Bordo Marcial son muy similares. Ambos estn fechadosen los primeros siglos de la era cristiana (Tabla 1).Mientras en los valles las estancias se expanden

    por fisin, en patrn de residencias dispersas, en la punay las quebradas altas, con una mayor dedicacin alpastoreo, las evidencias de sitios residenciales apuntana la ocupacin recurrente de ciertos espacios, por lo queel aspecto actual de los sitios es de montculos formadospor agregacin, que contienen los fondos de cabaas,normalmente circulares, apiados o separados, deparedes de barro batido, en ocasiones con zcalos depiedras y entremezclados con restos de basura y paredesdesmoronadas (Cigliano et al. 1976; Olivera 1991;Raffino 1977; Tarrag 1996). Enterraban a sus muertospor debajo de los pisos o en lugares cercanos a lasviviendas, en urnas o en tierra.

    En los sitios habitacionales de Santa Mara yalrededores, los estilos de cermica policromaCondorhuasi y Vaqueras se asocian, en nmeroreducido, a la alfarera utilitaria, muy abundante, deparedes espesas e inclusiones gruesas de roca molida ymica. Ambos estilos policromos, que normalmenteacompaan restos humanos en estructuras de entierro,habran sido empleados en contextos de uso especiales,no cotidianos o discontinuos. Una gran cantidad son

    vasijas efigie que debieron tener funciones votivas (yuroschayadores). Aunque sean fcilmente transportables, sutamao pequeo y sus siluetas especiales les restanaptitud para desempear una amplia gama de funcionesprcticas. En cambio, los tazones, jarros, escudillas ycuencos (pucos) para comer y beber, en general songrises, negros o rojos, decorados con incisiones o lisosy pulidos, y mayormente destinados a racionesindividuales o pequeas. Ni los recipientes de alfarerapolicroma ni los pequeos jarros o botellas de cermicalisa pulida parecen aptos para el servicio de la comidao la bebida en contextos de comensalidad social amplia

    o concurrencia numerosa. De todos modos los pequeoscuencos lisos pulidos, de color gris o negro, sonrelativamente corrientes y ubicuos en la mayora de lasviviendas ms tempranas. A la par, las urnas funerariastenan grandes dimensiones y mostraban decoracionesaplicadas e incisas.

    Notablemente, las seales ms antiguas deradicacin aldeana en el rea de nuestro estudio nocorresponden a un sitio de habitacin sino al montculode El Mollar, en el valle de Taf, de cuya base se hanreportado dataciones de unos 2.29670 aos A. P.(Gonzlez y Lagiglia 1973; Gonzlez y Nez Regueiro1962). Este tmulo es conocido desde muy antiguo en

    la literatura arqueolgica y fue descrito inicialmentecomo rodeado de estelas grabadas de piedra conocidas

    entonces como menhires (Ambrosetti 1987; Bruch1911) (Figura 12). Durante los primeros siglos de la eracristiana todava proseguira en operacin o se habrarenovado su uso, ya que, en estratos ms altos, ofrecitambin fechas de 1.95555, 1.95060, 1.93060 y

    1.92065 aos A. P., es decir, tres o cuatro siglos mstarde que su fecha ms antigua (Gonzlez y Lagiglia1973)1. Sus excavadores lo definieron como unmontculo ceremonial. Seguramente fue levantado condetritos trasladados, resultantes del colapso de previasconstrucciones y desperdicios de diversas actividades.Contiene huesos fragmentados de camlidos, desechosde talla ltica, lentes de ceniza, semillas quemadas,carbn, fragmentos de pipas y enormes cantidades defragmentos de cermica ordinaria as como muy pocacantidad de cermica incisa y de estilo Vaqueras. Tantoen su base como en su cima se hallaron enterramientosy en distintos niveles hay tambin restos humanossueltos2 (Gmez Cardozo et al. 2007, Gonzlez y NezRegueiro 1962). Este y otros ejemplos sugieren que lapresencia de los ancestros enterrados en tmulos ydentro o en inmediaciones de las viviendas reforz elvnculo de los moradores con su solar y su comarca.

    Aparte de El Mollar, ciertos ncleos residencialesde la Quebrada de La Cinega, como El Pedregal CH1,corresponden por sus dataciones a este momento. Y sevinculan con la presencia de fragmentos de estiloVaqueras, cermica lisa pulida, aplicados decorativosy cobertura monocroma roja (Cremonte 1996). Diversosautores consideran que la primera fase de ocupacin

    de Taf est representada por aldeas dispersascompuestas por ncleos de habitacin simples (Taf I,sensu Berberin 1988).

    Aunque no puede decirse que la escultura ydecoracin de monolitos hayan sido prcticasgeneralizadas en todas las aldeas y caserosmencionados, la ereccin de postes debe haber sidosignificativa durante esta fase Chimpa. Prueba de elloes que los pilares flicos, felnicos y antropomorfos deTaf y alrededores, se ubicaban al frente de los sitiosresidenciales, en el centro de grandes recintos, en losmontculos o en puntos de acceso a sectores productivos

    pastoriles. Se cree que los monolitos se constituan deesa manera en la expresin material de los ancestrostutelares o huancas (Duviols 1979; Garca Azcrate1996). Asimismo, se han encontrado piedras paradaso postes lisos, as como tambin decorados, en otrossitios formativos fuera de nuestra rea de estudio, porejemplo, en Tebenquiche y Alamito (Haber 1999:162;Nez Regueiro 1998).

    Aparte de su funcin protectora, tutelar, losmonolitos permitieron canalizar estrategias de inversinsimblica, objetivadas en la materia, y muy convenientespara aumentar el capital de reconocimiento de unacierta categora social en relacin con un orden sexuado,

    genealgico, generacional y/o espacial. Los postesesculpidos se manifiestan, con fuerte impacto visual,

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    Figura

    11:Cardonal,N

    cleo1.

    Aladerecha,arriba,reconstru

    ccinhipotticaenbaseaestudiose

    tnoarqueolgicosdeDelfino(1999)

    enunpuestoactualenLagunaBlanca(fotodeabajo).

    CARDO

    NAL

    Ncl

    eo1

    h22

    Pipah19

    Daub

    Daub

    Torteroh12

    Huesopulido

    h16

    Fragmentos

    asociados

    Fragmentoscermica

    2ollas

    28

    59

    testigo

    5

    portal

    terrap

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    3

    4

    2

    1

    pozo

    instrumentopiedrapulidapasivo

    puntaproyectil

    instrumentohueso

    improntasdecestera

    pipa

    instrumentopiedrapulidaactivo

    vasijacermica

    0

    2m

    testigo

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    Figura 12: El Mollar, las letras y nmeros indican la ubicacin de los monolitosy el montculo hacia 1910 (tomado de Bruch 1911).

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    en el espacio comunal colectivo de la unidad domstica,familia, linaje, clan o grupo de parentesco, y contribuyenas a instituir los principios que fundan diferenciasestatutarias entre diferentes segmentos sociales, es decirlas jerarquas de los segmentos de linajes. Sus posiciones

    en un espacio cargado de significaciones ycategorizados segn dimensiones tales comomasculino/femenino, humano/animal, alto/bajo, oeste/este, arriba/abajo, derecha/izquierda, celeste/terrestre,recto/curvo, superior/intermedio/inferior, ocualesquiera otras implican al existencia de un mundode objetos, que van llenando de significado la accinde cualquier persona desde su ms tempranaenculturacin, a travs de la inculcacin silenciosa delos mismos principios que rigen ese mundo.

    Es posible que las distinciones genealgicas,sexuales y generacionales, manifestadas en monolitosgeomtricos y figurativos, animales, humanos, etc.,hincados en los terrenos y moradas, fueran aprovechadascomo los vectores principales para proyectar la estructurade relaciones sociales, econmicas y simblicas sobre lasprcticas mundanas o extraordinarias de intercambio debienes y mujeres, de un modo en el que espacio, elparentesco generacional, la invocacin de antigedad delinaje y el sexo se imbricaban uno en otro en la construccinjerarquizada de esos segmentos sociales.

    Resumiendo, en cuanto al patrn edilicio, lasunidades domsticas muestran cierto rango de

    variacin: de planta ortogonal o circular, simples ocompuestas, aisladas o congregadas, pero nuncadensamente apiadas. Estas distintas configuracionesde los asentamientos parecen reflejar la naturalezamulticultural e imbricada de la primera colonizacin

    aldeana.En cuanto a la localizacin, las moradas seubicaban cerca de sus terrenos productivos, corralesy fuentes de agua. Sus reas funerarias puedenaparecer por debajo de los pisos de las viviendas, enla base de montculos, en los patios, en urnas o en lamisma tierra, y an en cementerios cercanos oapartados de las residencias (Corts 2005). Es decir,desde an antes de 2000 aos A.P. ya haba unadiferencia entre reas de habitacin y ceremoniales,ya sean stas funerarias o de otra naturaleza. La granvariedad de formas de entierro refuerza la posibilidadde etnicidad entreverada de los grupos.

    Adems, las formas de desigualdad socialpodran ser sostenidas por ordenaciones espacio-temporales con valencias diferentes basadas en criteriosde parentesco, antigedad generacional, legitimidadgenealgica y distinciones sexuales, pudiendoexpresarse en emblemas erectos, en localizacionesprivilegiadas por asociacin con los establecimientosms antiguos o los cementerios de antepasados remotos,en la cercana o relacin con tomas de agua, cerros oapachetas.

    LABRAR EL PAISAJE

    A medida que pasaba el tiempo, y atravesandola siguiente fase, Baado (450-600 d. C.), los sitiosagrcolas se hicieron visibles por las laderas aluvionalesy fondos de los valles y constituyeron extensas reas depaisaje modificado. Las fechas terminales de la faserefieren la aparicin y desaparicin de ciertos atributoscermicos y no la real duracin de la prolongada faenade labrado del paisaje agrario a que nos referimos, porlo que hacemos notar que esta obra de reproduccindel espacio, en realidad, tuvo un comienzo ms

    temprano y una finalizacin ms reciente que lo queindican esas fechas de referencia. Hay que resaltarentonces la larga duracin que habra tenido esepersistente cultivo del paisaje cuyo producto materialdependi de la continua reproduccin de las relacionessociales aldeanas (Quesada 2007).

    Enormes superficies fueron virtualmentedomesticadas (Haber 1999) mediante mano humanapor ereccin de muros de contencin, paredesperimetrales de lotes de tierra, limpieza y despedregadode superficies escabrosas, nivelacin de faldeos,construccin de redes de riego y laboreo continuo de

    los terrenos. Prueba de ello son los numerosos conosaluvionales cubiertos con los restos de tales trabajos en

    las laderas de los valles y bolsones semiridos. Entrelos canchones agrcolas se disponen las viviendas,distantes varias decenas de metros unas de las otras yconformando caseros dispersos, en la distribucintpica de las estancias.

    En Caspinchango-El Cinago, un extenso sitiocon estructuras agrarias y residenciales en unalocalizacin justo al pie de la sierra de Aconquija, hacemuchos aos se excav una vivienda domstica, laUnidad 1 (Cigliano 1960:93). Este ncleo de habitacin

    entre sus bancales de cultivo, est compuesto por cuatrocuartos semisubterrneos de planta circular ysubcuadrangular. La construccin de las paredes esrobusta; algunos muros presentan una leve inclinacinhacia el interior. El Cinago se destaca como un extensositio agrcola: despedregados, canchones y muroscontenedores parecen demostrar un prolongado uso delconoide superior para las labores del campo (Cigliano1960). No cuenta con fechados radiocarbnicos, sinembargo sus caractersticas son muy similares a las deotras estructuras agrarias y residenciales que se hallanms al sur, extendidas por casi toda la falda occidental

    del Aconquija y que cuentan con varios fechados (verms adelante).

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    Figura 13: Bajo Los Cardones. A la derecha, vasija con silueta de simetra dorsoventral, color ante, alisada e incisa, delsepulcro bajo montculo (tomado de Chiappe Snchez 2007 y Somonte 2005).

    Pocos kilmetros al norte, en el paraje Bajo LosCardones del valle de Santa Mara, se conocen sitios devivienda similares pero que aaden montculosfunerarios contiguos (Chiappe Snchez 2007; Pastor yRivero 2004; Somonte 2005 y 2007). All varias unidades

    de habitacin de forma aproximadamente circularpresentan tmulos mortuorios de piedra entre susmuros (Figura 13). Las viviendas son similares en suforma a las del vecino valle de Taf, pero hasta elmomento no se han reportado monolitos (Pastor yRivero 2004). Adems, el material cermicoacompaante de los cadveres muestra caractersticasde estilo similares a la alfarera hallada en Taf y en LaCandelaria (Chiappe Snchez 2007; Somonte 2005 y2007). Se ha informado tambin que en superficie hansido hallados fragmentos de cermica incisa, modeladacon aplicaciones al pastillaje y otros de estilo Vaquerasy Candelaria (Pastor y Rivero 2004:194). Sin embargo,no se conocen dataciones absolutas de estos montculosfunerarios y viviendas; bien podran haber sidoocupados por un tiempo ms prolongado que el de unasola fase.

    En el valle de Taf y Quebrada de La Cinega sehan excavado varios ncleos residenciales de esta pocacomo El Pedregal CH5 y CH1 (Figura 14) y El ArenalcitoUC3 (Cremonte 1996), Taf Km 64 y Km 75 (Berberin1988; Gonzlez y Nez Regueiro 1962) y El Tolar(Sampietro y Vattuone 2005). Presentan robustasparedes de piedra y sus unidades domsticascomprenden recintos redondos de habitacin,

    comunicados a su gran patio central circular donde seefectuaban diversas actividades domsticas; y donde

    algunas lneas de piedra separan varios sectores queabarcan incluso un rea de tumbas cilndricas deparedes de piedra por debajo del piso (Berberin 1988;Cremonte 1996; Gonzlez y Nez Regueiro 1962;Sampietro y Vattuone 2005). Es decir, el patio fue usado

    simultneamente como rea de actividades cotidianasy lugar de entierro de los muertos (Figura 15). Tambinse siguieron colocando postes lticos como emblemasal frente de las viviendas, y las tumbas cavadas debajodel piso de los patios habran permitido retener lamemoria de los antepasados y reafirmar el arraigo, laidentidad y la continuidad de cada segmento deparentesco (Berberin 1988; Sampietro y Vattuone 2005).

    En 1944, F. de Aparicio trabaj en la localidad deTolombn y obtuvo materiales de sitios formativos (hoydepositados en el Museo Etnogrfico de Buenos Aires),pero no se conocen las clases de estructuras que fueronexcavadas. En 1956, C. R. Lafn y P. Krapovickas,realizaron trabajos en la misma rea. En un sectordenominado Cerca de la casa de Juan Cruz, cavaronuna trinchera donde recogieron materiales del PerodoTemprano y Medio (Tarrag 1989). Segn Tarrag, losresultados de la excavacin demostraron la presenciade cermicas anaranjadas y grises grabadas relacionadascon el momento marcado como Candelaria III-FaseMolleyaco. Adems, podran haber recogido cermicasde momentos an anteriores a dicha fase. Ms tarde en1964, el equipo de la Universidad del Litoral, bajo ladireccin de P. Krapovickas, realiz nuevas tareas en elconoide principal de Tolombn. Excavaron una

    habitacin de contorno circular y paredes bajas pocovisibles. Su modo de construccin y su emplazamiento

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    Figura 14: El Pedregal, Quebrada de La Cinega. Conjunto Habitacional 5 con excavaciones y dataciones.A la derecha, Patio 6 de CH 5. Cermicas de El Pedregal: botella gris oscura pulida, de cuello vertedero, decorada con

    aplicaciones e incisiones, del Recinto 2 de CH5; fragmentos deRecinto 6 de CH1 (tomado de Cremonte 1996).

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    Figura 15: Sitio El Tolar, Taf del Valle. Ncleo habitacional. Ubicacin de las tumbas en el patio central y contenido de la

    Tumba 1. Escudilla Gris liso pulido, cuentas de malaquita y turquesa ypendientes de oro (tomado de Sampietro Vattuone 2002)

    T1

    patio

    T2

    T3

    156035 AP

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    en el vrtice del conoide, contrastaban marcadamentecon las del poblado del Perodo Tardo. Obtuvieronalgunas vasijas y tiestos, particularmente, cermicasgrises lisas (Tarrag y Scattolin 1999).

    Ms al sur, los sitios en el piedemonte occidental

    del Aconquija, en esta fase estaban siendo ocupados conestancias compuestas por viviendas y canchones, quese extendan por los pices de los conos aluvionales(Scattolin 2001). Los fechados de Loma Alta, desde1.600120 A.P. hasta 70050 A.P. demuestran que estemodelo de ocupacin se prolonga aqu bastante tiempo,es decir que la zona continu teniendo este patrn hastamucho despus, cuando ya las poblaciones en variosvalles se haban empezado a concentrar en pobladosconglomerados, y es recin entonces que podra serleaplicado el trmino rural, por oposicin a la nuevamodalidad concentrada (Figura 16). Lo mismo pareceocurrir en Tesoro I, Loma Redonda (Figura 17), Ingeniodel Arenal Centro y Buey Muerto, sitio que da nombrea un tipo especfico de asentamiento definido en su obrade sntesis por Raffino (1991) como La Aguada-BueyMuerto.

    Bien al oeste de Santa Mara, en la puna, se hallansitios con patrn similar, como ocurre en la localidadde Laguna Blanca (Figura 18) (Delfino 1999). Inclusoen Tebenquiche durante esta poca parece que seedificaron algunos de sus ncleos de vivienda. Suconstruccin y uso se extendi tambin hasta ms tarde(Haber 1999; Quesada 2007) como en la mencionadafalda del Aconquija.

    El intenso uso de los campos y su constanterenovacin impondran a las unidades domsticasmantenerse cerca de sus campos de cultivo, en vez decerca de sus vecinos en aldeas compactas, configurandouna distribucin salpicada, dispersa (Drennan1988:285). De all se debe ese espaciamiento sistemticoque se observa asociado a este patrn.

    En donde el suelo carece de cubierta pedregosa,la pendiente es ms plana y el ambiente es ms hmedo,como en las yungas de Tucumn y Salta, las reas decultivo no aparecen cercadas con muros de piedra,aunque se mantiene, de todos modos, el patrn de

    estancias o caseros, la conservacin de los antepasadosbajo las viviendas, entre o cerca de ellas, y la marcacincon pilares.

    En efecto, al este de nuestra rea de estudio,tambin se conoca la costumbre de colocar posteslticos, y uno de dos metros de altura se hall todavavertical en el valle del ro Medina (Krapovickas1968:111), donde tambin se encontraron varios recintoshabitacionales con entierros por debajo de sus pisos.Algunos de ellos aparentan formar un conjunto dehabitaciones circulares ordenadas en arco alrededorde una plaza, cancha o patio interior (Krapovickas1968:92).

    Otro monolito decorado con grabadosgeomtricos fue erigido tambin en Molleyaco Sitio II,

    Trancas, Tucumn. El yacimiento de Molleyaco nos hamostrado una serie de construcciones que formanuna pequea aldea con basamentos de piedra y murossuperiores de material perecible (Heredia 1969:120). Suexcavador describi un basurero lateral y entierros

    humanos debajo de los pisos habitacionales y manifiestaque en cuanto al menhir podemos decir que por suemplazamiento en un lugar destacado dentro delpoblado ha de haber jugado un importante papel endeterminadas ceremonias religiosas de sus habitantes(Heredia 1969: 121) (Figura 19).

    La llanura aluvional ms o menos plana en elfondo del valle de Santa Mara tambin debi ser objetode un continuo labrado, aunque los rastros materialessean menos evidentes por carecer de las paredes depiedra bien preservadas. Los sitios de la planiciealuvional en general estn representados casiexclusivamente por dispersiones superficiales decermica que al excavarse ofrecen tambin restos encapa, as que es muy raro el hallazgo de construccionesantiguas.

    No obstante, de all conocemos un asentamientoresidencial en El Baado el que da nombre a la fasecon arquitectura de piedra y barro, y habitaciones deplanta rectangular, que corresponde, segn susexcavadores, a un sitio tpicamente La Candelaria enreferencia a la cermica asociada (Pelissero y Difrieri1981:63). All aparecieron fondos de vivienda cuyoscimientos eran de planta rectangular, de piedrasunidas mediante la utilizacin de arena seca... Por

    debajo de sus pisos se encontraron enterramientos engrandes urnas ovoides con la superficie alisada y sindecoracin, con base convexa, conteniendo restoshumanos y vasijas. Este sitio lamentablemente no tienedataciones. No obstante, la cermica hallada sugiere quedebe tratarse de una ocupacin de mediados del primermilenio d. C.

    Dos enterramientos del fondo del valle de SantaMara, Lampacito y Baado-La Vaquera, uno directoen la tierra y otro dentro de una gran urna ovoide tosca,tienen dataciones que coinciden con la parte final deesta fase Baado y presentan esas mismas asociaciones

    de materiales (Scattolin et al. 2005). El entierro directocontena los restos de una mujer acompaada de variosejemplares de jarras con cuello vertedero oblicuo ydecoracin de incisin rayada o reticulada. La urnafuneraria contena los restos de dos nios con una jarraantropomorfa con borde de perfil oblicuo vertedero.

    Estos materiales cermicos, de estilo Candelaria,tradicionalmente se han vinculado con las yungas, pero,como vemos, se encuentran difundidos tambin por elvalle de Santa Mara, el valle de Taf, el valle del Cajn,el sur del valle Calchaqu, Laguna Blanca y la puna deSalta y Catamarca. Por todas estas regiones, durante lafase Baado, los aldeanos usaron en sus actividades

    cotidianas, celebraciones y ofrendas fnebres, cermicasgrises lisas, grises incisas y rojas pulidas de buena

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    Figura 16: Abajo, Loma Alta. Arriba, el patio R47 de Loma Alta,con sectores de actividades mltiples.

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    Figura 17: El cono aluvial de Loma Redonda en la Falda occidental del Aconquija, foto area.

    Se observan campos de cultivo.

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    Figura

    18:LagunaBla

    nca(tomadodeDelfino1999),fotoarea.

    Aladerecha,vasijasdesimetra

    dorsoventralycuellovertedero

    decementeriosdeLagunaBlanca(C

    oleccinB.

    MunizBarreto,

    Museode

    LaPlata).

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    Figura 19: Viviendas de Molleyaco, San Pedro de Colalao, Tucumn (tomado de Heredia 1969).

    factura y variada morfologa, pero uno de los recipienteshabituales en las tumbas son las jarras de simetradorsoventral y cuello vertedero u oblicuo (Scattolin2006).

    Entre Angastaco y Molinos, en el fondo del valleCalchaqu, se destaca una construccin especial en elsitio La Angostura (Figura 20). Se trata de unaplataforma ceremonial, en forma de pirmide truncada,que se alza como eje, alrededor de la cual, se habaemplazado una pequea aldea rural; sus restos estnactualmente muy deteriorados (Raffino 1981).

    La plataforma construida sobre un montculo naturalde 5 metros de altura, cuya cima fue aplanadamediante una nivelacin, posee en su parte superioruna construccin de forma circular de 6 metros dedimetro, con paredes de piedras de tres colores (gris,rojo y blanco). Dentro de este recinto fue realizado,tambin mediante piedras multicolores, una especiede cruz asimtrica cuyos brazos se orientan hacia loscuatro puntos cardinales. En derredor de la base deesta plataforma-pirmide, una muralla de piedra hoyda muy destruida, contribuy a dar forma almontculo, al que rode en su totalidad, a la vez que

    lo separaba del espacio ocupado por las viviendas dela aldea (Raffino 1981:3).

    El sitio La Angostura no tiene fechadosradiocarbnicos y ha sido designado normalmente bajoel rtulo de Aguada (Nez Regueiro y Tartusi 1993:25),no obstante, segn sus descriptores el componentecermico ms popular pertenece a la tradicin Candelaria(Raffino et al. 1982:11), de all que debera revisarse suadscripcin cultural. Su descripcin y contenido sugiereque tambin en el valle Calchaqu algunos parajes semarcaron simblicamente en el paisaje. Aunque noconocemos exactamente la fecha precisa de su operacin,segn Raffino es factible ubicar en forma cronolgica aeste centro ceremonial Calchaqu aproximadamente entrelos siglos IV a VII de la era cristiana (Raffino 1981:3) porlo que sera posterior al montculo de El Mollar.

    La reproduccin prolongada de las relacionessociales en el espacio agrario tuvo que involucraracciones y relaciones de dominio, de potestad sobreterrenos, de delimitacin de parcelas, de divisin de losrebaos y la finca sobre todo en momentos de sucesiny de herencia, de congregacin de personal paraejecutar obras y de divisin de labores ocasionesfavorables para afianzar alianzas, de asignacin deturnos de aguas, de control y distribucin del riego, de

    inauguracin de ciclos, de apertura de labores, deorganizacin de los tiempos oportunidades especiales

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    para la celebracin y el rito, de designacin y delegacinde funciones, todas prcticas que ponen en juegoderechos y deberes, que activan las posiciones socialesmutuamente relativas, y con ello la movilizacin de todaclase de significaciones sociales y simblicas. La texturaacumulativa de los rastros materiales vigentes,montonos y repetitivos, deben recordarnosprecisamente que fueron un engranaje primordial de laestructuracin social que se engendraba en el seno delas sociedades aldeanas.

    Sin embargo, el carcter repetitivo y redundantede la arquitectura, de apariencia inmutable, que generanestas prcticas agrarias no debe hacer olvidar que susistema, aparentemente indiferenciado y autosuficiente,

    no era cerrado, todo lo contrario, el microcosmoscampesino, se insertaba en un universo articulado einterdependiente, un espacio global, por el quecircularon bienes, materias primas y artefactos.

    Pero tambin, y sobre todo, circulaban personasentre puntos distantes, desde el chaco a la puna yviceversa. Ello provoca el encuentro, la concurrenciaen un mismo lugar de individuos procedentes dembitos y trayectorias sociales e histricasindependientes, con hbitos y costumbres

    diferenciados, es decir, la encrucijada espacio-temporal,lo cual introduce desfases, la oportunidad para lacoyuntura, el acontecimiento y, en suma, latemporalidad.

    Figura 20: La Angostura (tomado de Raffino 1981)

    CAMBIO DE ESCALA ESPACIAL: ORDENACIN ALDEANA

    De acuerdo con la cermica hallada, loscementerios y lugares residenciales de la Banda deArriba de Cafayate, podran corresponder a la fase

    Colalao (650-900 d. C.) o ser algo anteriores. Se hanregistrado unos quince sitios formativos en losalrededores de Cafayate, pero de ellos no se cuenta conplanos (Ledesma et al. 2007).

    Correspondiendo con el final de la fase Colalaoocurre uno de los primeros ejemplos de asentamientosconglomerados en Santa Mara. Se trata del sitio Morrode las Espinillas, cerca de Punta de Balasto, datado en lossiglos IX y X (Scattolin 2003). Sus primeros excavadoresse sorprendieron al hallar una rara conjuncin de unaarquitectura similar a la de los poblados conglomeradosdel perodo de Desarrollos Regionales con una cermicatipolgicamente atribuible a lo que en ese entonces se

    consideraba del perodo Medio o Temprano (Cigliano1960).

    Morro de las Espinillas comprendeconstrucciones sobre una terraza alargada, de unos 15m de alto a la vera del ro Pajanguillo. Ocupa 0,6 ha,

    aunque su actual extensin es menor a la original debidoa desmoronamientos en su borde oriental que handestruido parte del sitio. En esta media hectrearemanente hay unas cuarenta estructuras, que abarcanrecintos habitacionales cuadrangulares (unos 30),agrupados de a varios, algunos intercomunicados, yrecintos no-residenciales. El asentamiento se hallacercado por una valla perimetral de piedra y se lo haprovisto de un acceso restringido (Figura 21). Hay unnico lugar por donde entrar al rea habitacional queest rodeada por el muro. La entrada se ubica en el sura travs de un trayecto sinuoso que sortea varios murosy el acceso al rea de mayor concentracin de recintos

    se gana luego de traspasar dos espacios abiertos. Losartefactos hallados, tanto en superficie como en capa,

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    Figura 21: Morro de las Espinillas.

    se componen de desechos domsticos. Se trata, de unaaldea pequea pero concentrada, constituida porunidades domsticas y otras estructuras, algunas demayores dimensiones como espacios abiertos, trayectosde circulacin, etc., y cuyos sectores de produccinagraria podran ser los canchones de cultivo y corralesque se encuentran unos cientos de metros al Este, en

    Pajanguillo Medio y Alto (Cigliano 1960; Scattolin 2003).El asentamiento representa un espacioresidencial compacto separado de la produccinagraria, que sugiere una inversin en arquitecturacomunitaria: un lugar de habitacin articuladoespacialmente por relaciones de interaccin socialconcentrada. La restriccin y la separacin permitiranejercer control de los propios recursos humanos alinterior del espacio construido y hacia el exterior.Podemos decir entonces que las primeras aldeasconglomeradas ya se haban establecido en Santa Marams o menos hacia el ao 900 d. C. y algunas de ellasno contienen cermica santamariana, ni tampoco la

    tpica cermica Aguada con iconografa felnica que seproduca contemporneamente ms al sur.

    La alfarera propia de Morro de las Espinillas dacuenta de un conjunto funcionalmente bastantecompleto, que incluye enseres de coccin, elaboracin,almacenamiento, transferencia y vajilla de servicio. Laproporcin entre tiestos de pastas ordinarias (ollas ohuirquis) y finas (tinajas, cntaros, escudillas, platos) espareja (50/50%) y resulta diferente de la que se da en

    algunos asentamientos vecinos, dispersos, de la mismapoca o ms antiguos, donde la proporcin de alfareraordinaria es bastante mayor. La vajilla de serviciopresenta decoracin geomtrica ya sea pintada o incisa.No hay ningn hallazgo con decoracin figurativa. Lamanufactura alfarera tiende a despojar sus productosde su contenido figurativo y directamente referencial ya dotarse de atributos sin alusiones directas apersonajes, efigies, animales, etc., en la decoracin, algoque la diferencia de la contempornea cermica de estiloAguada (Scattolin 2003).

    El conjunto cermico de Morro de las Espinillas,se presenta estilsticamente variable, rene rasgos que

    se haban adjudicado a diferentes reas culturales(Valliserrana, Selvas Occidentales, Chaco) y no porta

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    motivos de felinos, cabezas trofeo o imgenes delsacrificador, etc. Por sus caractersticas morfolgico-funcionales es posible que las tinajas de Morro de lasEspinillas sirvieran para almacenamiento, maceracinde substancias, elaboracin de bebidas y transferencia

    de lquidos, sobre todo las no-decoradas. En cambio,las que han tenido inversin de trabajo en su decoraciny acabado, pueden haber cumplido funciones deservicio de bebidas en contextos en los cuales laexhibicin visual haya sido conveniente. Esta diversidady proporcin de tinajas, decoradas y no decoradas, noaparece en contextos cermicos anteriores de la faseBaado, como los encontrados en las fincas y estanciasvecinas de la falda occidental del Aconquija.

    Sin embargo, este uso de tinajas con buenaterminacin era compartido al mismo tiempo con otrosgrupos contemporneos pero ms lejanos. Para apreciarmejor este fenmeno es preciso ampliar nuestra escalaespacial y hacer comparaciones con mbitos distantes.Hacia el sur, durante esta poca, estaban siendoocupados los sitios del valle de Ambato con estructurasmonticulares y plazuelas, como el caso de La Rinconada,Piedras Blancas, Huaomil y otros que contienen lacaracterstica cermica de estilo Aguada con su ricaimaginera felnica. De ellos proviene una gran cantidadde escudillas y vasos negros grabados de excelentefactura y profusa decoracin. Grandes tinajas pintadasen tres colores, de estilo Ambato o Cortaderas y otrasde pasta ordinaria han sido encontradas en el sitioceremonial de La Rinconada, asociadas a contextos de

    elaboracin y almacenamiento de bebidas fermentadas;se habran usado en celebraciones (Gordillo en estevolumen). De Choya 68, en el valle de Catamarca, ungran montculo artificial, provienen tambin grandesvasijas profusamente decoradas en el estilo denominadoAguada-Portezuelo (Baldini et al. 2002).

    Apreciada en esta escala ampliada, laproliferacin de estas formas de tinajas y cntaros, juntocon escudillas y tazones decorados, en ciertos sitios dedistintos valles parece indicar que en este momentohubo un incremento del uso de bebidas en contextosde consumo colectivo y celebraciones festivas. Como

    dira Gombrich (2003), el nicho ecolgico ideal paralas imgenes, la estilizacin esttica, el desplieguedecorativo, la manufactura depurada, no era slo el vasovotivo de las mesas de culto y altares comn en fasesanteriores sino tambin la vajilla para las mesas decomensales que se reunan en espacios comunitariossignificativos. El consumo de estilo haba cambiado ytanto la arquitectura como la cermica participaron deesos cambios.

    Entretanto, el diseo de asentamiento deestancias y caseros dispersos entre campos de cultivocontinu siendo empleado sin interrupcin. As ocurrien la falda del Aconquija y la puna donde se prolonga

    la ocupacin de sitios con este patrn en las localidades

    ya mencionadas de Laguna Blanca y Tebenquiche(Delfino 1999; Haber 1999; Quesada 2007).

    En el valle de Taf, cuando ya haca tiempo queno funcionaba ms su montculo ceremonial, hacia lasnovena y dcima centurias, se detecta una tendencia

    creciente de concentracin aldeana, aunque sin unaseparacin completa entre espacio de poblado y espaciode produccin. Este perodo corresponde el patrn deasentamiento ms denso y complejo que tipifica la faseTaf II (Berberin 1988).

    Fenmenos similares ocurren en sitios cercanos enlos alrededores de Amaicha (Sosa 1994), algunos de elloscon dataciones, como en el paraje de El Remate de LosZazos, cuyo patrn arquitectnico presenta caractersticassimilares a los registrados en el sector de La Bolsa y en laQuebrada de La Cinega. En los patios se localizaron losenterramientos junto a las actividades domsticas(Aschero y Ribotta 2007) igual que en Taf. Pero en ElRemate el diseo de los terrenos de cultivo aumenta sucomplejidad, incorporando sectores especiales (Figura 22).Segn sus excavadores, las obras arquitectnicas ahoraintroducen la andenera como forma especializada paralos terrenos dedicados a la agricultura.

    El sitio presenta dos sectores diferenciados: el Sur yel Norte. En el primero las estructuras son unidadesresidenciales compuestas circulares formadas por unncleo integrado por unidades circulares de 7 a 10metros de dimetro y adosadas a ellas 1 o 2subcirculares de menor tamao. Poseen andenes decultivo que se articulan con las unidades mayores, obien se encuentran en las inmediaciones de ellas en laladera de la montaa siguiendo las curvas de nivel,regados por una acequia cubierta.En el segundo en cambio, hay una mayoraglomeracin de estructuras presentndose unamayor complejizacin del patrn de asentamiento, sonestructuras mas abigarradas tambin circularesgrandes y subcirculares menores adosadas a lasmismas pero en mayor nmero que en el sectoranterior. No se observan andenes, tiene una estructura

    con forma subrectangular de 36 metros por 32 metros...La arquitectura presenta un conjunto de estructurascirculares y subcirculares, con un crculo central o

    patio central, anexado a los laterales de este crculose hallaron otros crculos menoresEn ciertos sectores que las paredes de las unidadestoman contacto entre s el espesor de las mismas oscilaentre los 2 y los 2,50 metros, esto es llamativo y podradeberse a un refuerzo elaborado con estas rocas,colocado de esa manera para posibilitar laconstruccin-reconstruccin de otras unidades o parapoder introducir cierres, vanos, cistas u otrasvariantes arquitectnicasLos andenes de cultivo estuvieron regados por unaacequia cubierta que traa el agua desde una distanciaconsiderable. Esta es una clara seal del destacadomanejo y control de los medios de irrigacin que

    tenan en el sitio

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    Figura

    22:Amaicha,

    sitioElRemate.A

    laderecha,aldea.

    Alaizquierda,ncleoresidencialconhabitacinypatioexcavados.

    V,vasija.

    F,fogn.

    T,

    tumba

    .(tomadodeAscheroyRibotta2007).

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    Figura 23: Morro del Fraile(tomado de Nastri et al. 2005).

    Por otra parte se observa un marcado control sobrela erosin, en los sectores que los andenes mantienensu estructura sin alteracin, no existen arroyadas nimarcas de erosin hdrica... (Aschero y Ribotta

    2007:passim)

    Se habr advertido que para percibir cabalmentela diversificacin de las formas de estructuracin delpaisaje construido ha sido til cambiar la escala deestudio, aumentar nuestro ngulo de visin e incorporaral anlisis otras regiones. La perspectiva multiregionalpermite apreciar con mayor claridad que las clases deespacios se van desagregando y emergen jerarquas.

    Mientras las funciones sagradas y profanaspueden imbricarse dentro de la propia viviendaaldeana, como sigue ocurriendo en El Remate, al mismomomento, pero a escala mayor, el espacio deja de serindiferenciado, y entonces la arquitectura cotidiana

    comienza a distinguirse de la edificacin para loseventos extraordinarios, la distribucin de la poblacinen el espacio pierde homogeneidad, se agruma por unlado y se esparce por otro. Desde el punto de vista deldiseo arquitectnico, se aprecia la produccin delugares diferenciados y la especializacin constructiva.Veamos ms ejemplos.

    Morro de las Espinillas no era la nica aldeaaglomerada de los siglos IX y X. En el mismo valle deSanta Mara, Morro del Fraile, un pobladoconglomerado con ms de setenta estructuras sobrelas crestas del cerro (Figura 23), presenta tambin

    cermica de estilo Aguada no figurativo oAguada bicolor(adems de cermica de estilo santamariano) (Nastri etal. 2005).

    Es difcil precisar cundo dej de utilizarse elmontculo en La Angostura. Pero sus funciones podranhaberse resignificado con la construccin de otrosmonumentos. Con mucha probabilidad, el sitio Lzaro,en Tolombn, con un recinto cercado que incluye variasplataformas de piedra en su interior y cermicasemejante a los estilos definidos por Serrano comoGuachipas policromo o a una Aguada pintado local...(Williams 2003:171), podra corresponder a estosltimos siglos del primer milenio y ser contemporneo

    de Morro del Fraile y Morro de las Espinillas. En talcaso podra haber cumplido servicios especializados encelebraciones estacionales.

    Por la misma poca, hacia el norte, el sitioMolinos I en el valle Calchaqu es un asentamientoaglutinado con ms de cien estructuras. Aunque elasentamiento es estructuralmente muy similar a los dela ocupacin Santamariana, presenta cermicaconsiderada de la transicin a los DesarrollosRegionales (ver Baldini 1992 y en este volumen). Y enese mismo momento, ms al norte del valle Calchaqu,se levantaron sitios aglomerados, como Buena Vista, el

    cual incluye viviendas cuadrangularessemisubterrneas, plaza central y montculos de tierra

    en las esquinas de los recintos; muchos montculosposeen cistas de piedra insertas en ellos,probablemente empleadas como tumbas; los montculosvaran en tamao; en Buena Vista el mayor de losmontculos tiene seis metros de dimetro y se eleva1,5m (De Marrais 2001:316).

    Finalmente, en el propio valle de Santa Mara,Rincn Chico y Pichao en los siglos IX y X manifiestansus componentes ms antiguos conteniendo ya cermica

    de estilo santamariano (Cornell y Johansson 1993;Tarrag 2000; Tarrag y Nastri 1999). En estos dos

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    lugares se establecern ms tarde los grandes pobladosaglomerados y defensivos tpicos del perodo deDesarrollos Regionales, que durarn hasta la expansininka y la invasin espaola. Algo parecido ocurrir msal norte en la Quebrada de Humahuaca, donde hubo

    una gran concentracin de poblacin en sus pueblos ypucars (Nielsen 1996).En sntesis, entre los siglos IX y X, las poblaciones

    prehispnicas reordenaron su paisaje edilicio. A medidaque se llenaron los vacos, se estabilizaron una variedadde modos de ocupacin del espacio y se configuraron

    modalidades de apropiacin del paisaje que abarcabanaldeas aglomeradas (Morro), sitios con tmulos (Lzaro),caseros dispersos o semiconglomerados (El Remate, Taf,Ambato y Tebenquiche), puestos de caza y pastoreo(Antofagasta de la Sierra; Olivera 1991), y las ocupaciones

    iniciales de sitios que van a tener un desarrollo posterior(Rincn Chico y Pichao). En las centurias de 800 y 900 d.C. se manifiesta una alta diversificacin en los medios deedificacin, agrupamiento y concentracin del espacioconstruido pero segn unos pocos principios deordenacin.

    RDENES DE DIFERENCIACIN

    Los atributos del paisaje edificado se puedenexaminar como los de cualquier recurso cultural, la

    cermica y otras artes como conjuntos de recursos dediseo, formales, tcnicos y simblicos a los que sepuede acudir para conformar el ambiente construidosegn las posiciones, capacidades, disposiciones yestrategias sociales de los agentes involucrados en suconstruccin.

    Los asentamientos pueden distinguirse segnlocalizacin, densidad y volumen, pero tambinimporta reconocer sus principios de organizacin. Demanera que, adems de los cambios demogrficos, eltraslado de poblaciones, la especializacin de funciones,el contacto y mezcla de tradiciones culturales qu clase

    de principios activan simblicamente a las formas deconstruccin del paisaje?Para la poca en que finalizaba el Horizonte

    Medio en el rea Centro Sur andina, en el valle de SantaMara y alrededores, destacamos aqu al menos dosmodos de estructuracin del espacio arquitectnico enrazn de que normalmente han sido considerados comoindicadores de jerarquizacin de asentamientos.

    Por un lado aquellos lugares donde la edificacinse bas en la concentracin de poblacin, esto es, lacolocacin de efectivos humanos en un espaciohabitacional concentrado y destacado, tales como Morrode las Espinillas, Molinos I y Morro del Fraile, que se

    ponen de manifiesto objetivamente como sede materialde recursos ligados a la posesin de una red duraderade relaciones de conocimiento y reconocimiento, o enotros trminos, de pertenencia a un grupo, es decir, derecursos sociales (una especie de capital social) y dela fuerza de trabajo (una especie de capitaleconmico) (Bourdieu 2000).

    Morro de las Espinillas representara laconstruccin de un sitio destacado, fijo, un contenedordefinido, un lugar residencial como sede de interaccionessociales concentradas con las elocuencias simblicas queesto haya podido acarrear y fundado sobre un recurso

    de estructuracin del espacio diferente al que se observacon ms asiduidad, pero no con exclusividad, ms hacia

    el sur, en el rea de los llamados centros ceremonialesAguada (ver Gordillo en este volumen).

    En esta ltima zona el espacio se destaca a travsde otros rasgos arquitectnicos sobresalientes, enparticular, los montculos y plataformas. La edificacinde los tmulos recurre a medios de jerarquizacindistintivos y se expresa en la ereccin o reactivacin deconstrucciones de ndole ceremonial, es decir, el empleode medios de impacto visual y escenogrfico en unespacio ceremonial sealado, tales como La Rinconada,Piedras Blancas, Choya 68 o Lzaro de Tolombn.Actan como sede de la prctica ritual, gerencia debienes sacros y conservatorio de una cosmologa(vehculos de transmisin de informacin y de

    inculcacin de la herencia cultural).Ambos modos requieren esfuerzos corporativos,pero son esfuerzos a los que se aplican diferentesprincipios de inversin. En un caso se ponen en juegomedios que podramos denominar seculares,mundanos, profanos, y en el otro se invierte en recursosceremoniales, clticos, sacros. Pero ambos pueden sermovilizables y aptos para producir efectos simblicos.

    Y como en toda transformacin material a travsdel trabajo, una vez hecha la inversin, el paisaje quedaenriquecido, capitalizado. La obra se arraiga en elpaisaje fsico y se encuentra disponible para sertransmitida, heredada de generacin en generacin, de

    agente a agente y disponible para transmutarse encapital simblico o ms bien producir efectossimblicos. El paisaje construido y la arquitectura seconstituyen as en una especie de capital agregado,de una manera material y objetiva, que acta como lohace un monumento. Adems, tal paisaje construidose incorpora a los agentes mismos en la forma de lascapacidades para disponer del uso (ocupacin),comprensin y apropiacin de la obra construida.

    En la medida en que el paisaje construido espuesto en juego en un mbito de competicin, seconserva como recurso acumulado activo. Por eso cabe

    destacar que las dos formas de inversin ediliciatuvieron precedentes, es decir, los diversos medios

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    estuvieron disponibles en una amplia extensin y no sepueden segregar fcilmente de manera categrica porsectores.

    Por el momento, el estudio comparativo de losasentamientos del valle de Santa Mara y alrededores

    durante el primer milenio y los primeros siglos delsiguiente no avalan la idea de un colapso rpido ygeneralizado de montculos ceremoniales como alparecer ocurri ms al sur (Gordillo, en estevolumen) y el reemplazo repentino de poblaciones.Recordemos que antes de Morro de las Espinillas,hubo viviendas aglomeradas en lugares destacadoscomo Antigal de Tesoro, y quiz Yutopian; antes quelos tmulos de Tolombn, que suponemos son defines del primer milenio d. C., hubo montculos yespacios ceremoniales en El Mollar, Bajo Los

    Cardones o en La Angostura, siendo El Mollar decomienzos del primer milenio.

    En cualquier forma, habr que tener en cuenta quetodo avance en la resolucin de nuestros marcoscronolgicos que permita observar cada vez ms detalles

    en la trayectoria puede hacernos variar de arriba a abajoesta interpretacin del final de la poca formativa enSanta Mara. No obstante, fue posiblemente durante lossiglos IX a XI, que las diversas formas de inversinedilicia y de confeccin de objetos artesanalesprodujeran en los distintos valles beneficios simblicosdiferenciados y que la apropiacin diferencial de estosrecursos culturales por parte de las poblacionespusiera en juego y activara sus posiciones estructuralesrecprocas y contribuyera as a la construccin deidentidades y medios de legitimacin distintivos.

    NOTAS

    1. Debe notarse que tales fechas son simultneas al desarrollo de las fases Chiripa Tardo, Pukara y Tiwanaku I yII, lapso en que se difundieron los estilos de talla ltica de Yayamama y Khonkho Wankane presentes en estelaslticas del rea Centro Sur andina (Mohr Chvez 2001; Janusek 2004).

    2. Al parecer slo uno de los enterramientos sera presantamariano (Srur 1998, citado por Gmez Cardozo et al.2007)

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