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Aspectos psico-sociolesde lo custodio compartido · ños un gran alivio en medio de la tristeza que...

Date post: 27-Mar-2020
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custodia compartido 70 puede acabar y que por lo tanto sus padres también los pueden dejar de querer, generando en ellos altas dosis de ansiedad. El hecho de que los progenitores se pongan de acuerdo para compar- tir la custodia le asegura al niño/a que tanto su padre como su madre seguirán a cargo de éVella, que lo seguirán queriendo y que a pesar de las dificultades y problemas que puedan existir en la pareja, en lo que están de acuerdo es en continuar asumiendo su rol de padre y madre con res- ponsabilidad y dedicación. La custodia compartida les produce a los ni- ños un gran alivio en medio de la tristeza que los embarga cuando sus padres se separan, pues los niños viven un duelo ante la pérdida y, gracias a este acuerdo, se le garantiza al menor que la relación con ambos padres seguirá estable y que ambos lo seguirán protegiendo y queriendo. En aquellos casos en que los padres han optado por un sistema de custodia compartida, se observa que se minimizan los efectos negati- vos que tiene la separación en los niños, como son los temores noctur- nos, bajo rendimiento académico, conductas agresivas, llanto, inse- guridades, y baja autoestima. Una hipótesis a tener en cuenta es la de que es posible que aquellos padres que optan por la custodia compar- tida tienen claro que su misión de padres es una responsabilidad prio- ritaria y que por encima de las dificultades que puedan existir con su pareja, en lo que sí coinciden es en continuar asumiendo de manera responsable y compartida su función de padre y madre. Conclusión Valorar la custodia compartida no es hacer de ella ni una panacea ni una obligación y mucho menos expresar la idoneidad absoluta de un modelo de organización tras la separación, simplemente es recono- cer como legítimas las aspiraciones crecientes a un mejor equilibrio del tiempo compartido y dedicado al niño, que facilite la relación triangular de la referencia familiar, es incitar a los padres a organizar- se de forma responsable como adultos y prohibirse a sí mismos usar al niño como arma de guerra y así herir al otro. Aspectos psico-socioles de lo custodio compartido OInQ[ fefflQndo SQ]QZQr" Buenos días. Ustedes seguramente se preguntarán qué hace un psiquiatra aquí; yo también me pregunto lo mismo. Mencioná- bamos ahora con el doctor Gaviria que la psiquiatría y e! derecho tienen mucho en común: la psiquiatría es la especialidad de la medicina que trata las enfermedades mentales que afectan e! com- portamiento de los seres humanos, y el derecho, a través de! apa- rato judicial de! Estado, trata de regular e! comportamiento de los individuos en sociedad, buscando el bien común. Es decir, que ambas tienen en común que estudian el comportamiento humano. En mi ponencia voy a hablar de tres aspectos: de unos teóricos, que sustentan la pertinencia de considerar la custodia comparti- " Médico Psiquiatra especialista en niños y adolescentes. Médico Cirujano de la Universidad del Valle (1990). Especialista en Psiquiatría de la Universi- dad del Valle (1996). Especialista en niños y adolescentes de la Universidad del Bosque de Bogotá (2001). Profesor auxiliar de la Facultad de Salud de la Universidad del Valle. Profesor auxiliar de la Universidad CES de Medellín. Médico Psiquiatra de la Fundación Valle del Lili de la ciudad de Cali.
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Page 1: Aspectos psico-sociolesde lo custodio compartido · ños un gran alivio en medio de la tristeza que los embarga cuando sus padres se separan, pues los niños viven un duelo ante la

custodia compartido 70

puede acabar y que por lo tanto sus padres también los pueden dejar

de querer, generando en ellos altas dosis de ansiedad.

El hecho de que los progenitores se pongan de acuerdo para compar­

tir la custodia le asegura al niño/a que tanto su padre como su madre

seguirán a cargo de éVella, que lo seguirán queriendo y que a pesar de las

dificultades y problemas que puedan existir en la pareja, en lo que sí están

de acuerdo es en continuar asumiendo su rol de padre y madre con res­

ponsabilidad y dedicación. La custodia compartida les produce a los ni­

ños un gran alivio en medio de la tristeza que los embarga cuando sus

padres se separan, pues los niños viven un duelo ante la pérdida y, gracias

a este acuerdo, se le garantiza al menor que la relación con ambos padres

seguirá estable y que ambos lo seguirán protegiendo y queriendo.

En aquellos casos en que los padres han optado por un sistema de

custodia compartida, se observa que se minimizan los efectos negati­

vos que tiene la separación en los niños, como son los temores noctur­

nos, bajo rendimiento académico, conductas agresivas, llanto, inse­

guridades, y baja autoestima. Una hipótesis a tener en cuenta es la de

que es posible que aquellos padres que optan por la custodia compar­

tida tienen claro que su misión de padres es una responsabilidad prio­

ritaria y que por encima de las dificultades que puedan existir con su

pareja, en lo que sí coinciden es en continuar asumiendo de manera

responsable y compartida su función de padre y madre.

ConclusiónValorar la custodia compartida no es hacer de ella ni una panacea

ni una obligación y mucho menos expresar la idoneidad absoluta de

un modelo de organización tras la separación, simplemente es recono­

cer como legítimas las aspiraciones crecientes a un mejor equilibrio

del tiempo compartido y dedicado al niño, que facilite la relación

triangular de la referencia familiar, es incitar a los padres a organizar­

se de forma responsable como adultos y prohibirse a sí mismos usar al

niño como arma de guerra y así herir al otro.

Aspectos psico-socioles de locustodio compartido

OInQ[ fefflQndo SQ]QZQr"

Buenos días. Ustedes seguramente se preguntarán qué hace

un psiquiatra aquí; yo también me pregunto lo mismo. Mencioná­

bamos ahora con el doctor Gaviria que la psiquiatría y e! derecho

tienen mucho en común: la psiquiatría es la especialidad de la

medicina que trata las enfermedades mentales que afectan e! com­

portamiento de los seres humanos, y el derecho, a través de! apa­

rato judicial de! Estado, trata de regular e! comportamiento de los

individuos en sociedad, buscando el bien común. Es decir, que

ambas tienen en común que estudian el comportamiento humano.

En mi ponencia voy a hablar de tres aspectos: de unos teóricos,

que sustentan la pertinencia de considerar la custodia comparti-

" Médico Psiquiatra especialista en niños y adolescentes. Médico Cirujanode la Universidad del Valle (1990). Especialista en Psiquiatría de la Universi­dad del Valle (1996). Especialista en niños y adolescentes de la Universidaddel Bosque de Bogotá (2001). Profesor auxiliar de la Facultad de Salud de laUniversidad del Valle. Profesor auxiliar de la Universidad CES de Medellín.Médico Psiquiatra de la Fundación Valle del Lili de la ciudad de Cali.

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CUSTodio eomportido 7'2,

da, es decir, en qué se basa (en cuanto a la teoría psiquiátrica) la

necesidad de regular la relación entre los hijos y sus padres; luego

mencionaré algunos aspectos clínicos, principalmente observacio­

nes de hechos que ocurren cuando los padres se separan, qué pasa

con los padres y qué pasa con los hijos; y finalmente vaya hablar

un poco del papel que juega el psiquiatra o el psicólogo en estos

procesos. Para efectos de esta presentación, me van a perdonar los

expertos en género. Cuando diga padres entiéndase padre y ma­

dre; cuando diga hijo, entiéndase hijos e hijas. También para efec­

tos de la presentación, me van a perdonar los psicólogos. Cuando

diga el psiquiatra, también incluyo al psicólogo forense.

1. Relaciones entre padres e hijos: perspectiva psiquiátrica

Los psiquiatras tenemos siempre la costumbre que cuando va­

mos a empezar a hablar de un tema mencionamos primero a Freud.

De los autores que han influido sobre la psiquiatría moderna, quien

primero mencionó la importancia de la relación entre los padres y

los hijos fue Freud. En la teoría psicoanalítica, Freud postulaba,

por ejemplo, que la relación con el hijo es única, no tiene paralelo,

y se establece para toda la vida, y que esa relación única entre la

madre y su hijo (la madre en particular) es el molde sobre el cual

se construyen todas las demás relaciones afectivas a lo largo de la

vida. Menciona Freud que esto ocurre porque la madre suple las

necesidades físicas del niño, gratificándolo, y e! niño busca, por

una tensión orgánica, satisfacer sus necesidades físicas.

En cuanto al rol de! padre, la teoría freudiana es en este senti­

do inicialmente muy parca, le da un papel bastante periférico. Los

apegos iniciales son más fuertes con la figura primaria de apego

que es la madre. Posteriormente, durante la crianza, e! padre en­

tra a jugar e! papel de la norma; e! padre representa la autoridad y

le permite al individuo proyectar la norma, ayudándole así a desa­

rrollar el respeto por la autoridad y la conciencia moral, lo que en

73 omor remando salazor

la teoría psicoanalítica se denomina el super yo. Finalmente, cuan­

do el hijo empieza a crecer, desafía al padre, por el amor a la ma­

dre, y están además los deseos inconscientes de tener relaciones

sexuales con la madre y de matar al padre, lo cual constituye el

cuadro edípico; ese es e! papel que juega el hombre en la teoría

psicoanalítica.

Después de esta teoría vinieron muchos otros teóricos: vino la

psicología del yo, vino la psicología cognoscitivo-conductual, y

vinieron las teorías del aprendizaje. Además, hay un cuerpo teóri­

co muy interesante que es la teoría de! apego; ella explica la natu­

raleza importante de la relación de las madres, los padres y los

hijos. La teoría de! apego la define como e! vínculo emocional

duradero que une una persona con otra, y que se manifiesta como

e! esfuerzo por buscar la proximidad y el contacto con la figura de

apego, especialmente en momentos de estrés. Este apego, enton­

ces, no se da sólo entre padres e hijos; se puede dar entre esposos,

se puede dar de un sujeto por un objeto.

Algo que es evidente es que los niños no sólo tienen necesida­

des físicas y desarrollan tensión orgánica como consecuencia de

esas necesidades, como decía Freud. Los niños también necesitan

afecto, necesitan el contacto físico afectuoso, y necesitan cariño,

independientemente de que tengan resueltas sus necesidades físi­

cas. Esto es algo que se intuía, pero alguien lo demostró de manera

experimental. Un científico llamado Harlow tomó unos monos

Macacus Rhesus, e hizo el siguiente experimento: ubicando en un

cuarto unos monos bebés, añadió dos monas madres artificiales;

una de ellas era una mona de alambre y tenía un biberón, y la otra

era una mona de felpa. Luego, observaron a los monos bebés; ¿qué

creen que hicieron? ¿A dónde creen que se fueron? Al contrario

de lo que uno pudiera pensar, se fueron donde la mona de felpa,

porque ellos necesitaban mucho e! contacto físico y una superficie

suave que les recordara el contacto tranquilizador de la madre.

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El experimento de Harlow fue muy interesante, y tuvo reper­

cusiones también en la investigación en humanos. Es interesante

que ustedes sepan, por ejemplo, que en las unidades de cuidado

intensivo se ha detectado que cuando las madres entran a visitar

a la UCI neonatal a los niños, y les hacen masajes, ellos se

estabilizan desde el punto de vista de sus signos vitales.

También se observó en los siglos XVIII y XIX, en los orfanatos,

principalmente en Francia y en Inglaterra, que a pesar de tener

abundante comida y suficientes cuidados, como ropa e higiene,

los niños se morían como moscas. Empezaron a detectar que los

cuidaban demasiadas personas, y que no tenían una figura de ape­

go estable. Esto lo descubrió René Spitz. La cosa era tan dramática

que en algunos orfanatos franceses en la puerta había un letrero

que decía: «Aquí entran los niños a morir».Otro pensador de la teoría del apego fue John Bowlby, cuyas

investigaciones se nutrieron de dos campos del conocimiento: la

psicología del desarrollo y la biología evolucionista. Bowlby pensó

que el apego tenía que servir para algo, que no podía ser simple­

mente caprichoso, que debía tener alguna función. Desde el pun­

to de vista de la evolución, el ser humano nace bastante indefen­

so: imagínense en una pradera, en una sabana africana, de las que

nos recordaba el doctor Ramírez, a un bebé totalmente indefenso;

este bebé viene programado, como un mecanismo protector, para

apegarse a los adultos que lo cuidan. John Bowlby postula enton­

ces que el apego es un desarrollo de la evolución para asegurar la

supervivencia de los niños indefensos.Hubo una científica investigadora, Mary Ainsworth, quien

también hizo unas investigaciones al respecto, sobre qué tanto to­

leraban los bebés la separación de sus padres. Ella describió que el

apego también varía en calidad. El apego en el niño, es decir, la

relación estable, afectuosa, con un adulto que le provea cuidado,

se puede dar de manera estable o de manera inestable. Si esa figu-

75 omor remondo solazur

ra le brinda al niño un apego estable, el niño va a desarrollar con­

fianza y se va a volver un niño tranquilo; si ese apego es inestable,

el niño va a estar ansioso.

Entonces, un apego seguro constituye la base para la primera

etapa del desarrollo, que es lograr la confianza básica de que el

mundo es un lugar seguro, en el cual mis necesidades van a estar

satisfechas; esto lo escribió Eric Ericson. Posteriormente, con el

desarrollo del niño en sus procesos de pensamiento y aprendizaje,

el apego se va sofisticando. Según la teoría piagetiana (de Jean

Piaget), a medida que el niño empieza a comprender el mundo, se

sofistica su relación con su figura de apego y con su figura cuidadora.

2. Efectos de las separaciones

Bueno, vamos a mencionar ahora qué es lo que puede pasar

cuando los padres se divorcian. Hemos observado en nuestra so­

ciedad una tendencia histórica al aumento del divorcio en los

últimos cuarenta años. Inicialmente las tasas, o no se habían me­

dido, o eran relativamente bajas, porque había una alta estabili­

dad. Actualmente, las tasas están en alrededor de 50% en las so­

ciedades industrializadas de Occidente. Aparentemente se han

venido estabilizando en un 50%. De esos esposos que se separan,

aproximadamente el 72% de mujeres y el 80% de los hombres vuel­

ven a casarse. No debe ser tan malo el matrimonio desde que tan­

ta gente repite. El 10% de los niños en Estados Unidos, en el año

98, había experimentado uno o más divorcios antes de los 16 años.

Es evidente que, en ocasiones, el clima de la relación marital

es muy malo, pero, por mala que sea la relación entre los padres, su

separación siempre constituye un golpe para el niño. ¿Qué es lo

que pasa con los niños después del divorcio? Muy bien, a ver. An­

tes los padres sentían mucho miedo de separarse, y preferían que­

darse juntos pensando en los hijos, por el bien de los hijos, al me­

nos hasta que ellos estuvieran grandes. Probablemente había factores

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custodio eompuctido 76

de tipo económico y de tipo sociológico que estaban influyendo

para que los matrimonios no se disolvieran: por ejemplo, con la

división del trabajo, las mujeres trabajaban en el hogar, y los hom­

bres tenían un trabajo remunerado fuera del hogar; eso hacía que

existiera una dependencia económica de la mujer hacia el varón.

Con las guerras mundiales del siglo XX, y con el cambio en el rol

social de la mujer y su salida al mundo laboral, eso varió. Las trans­

formaciones aumentaron significativamente el número de divor­

cios.

Empezamos a observar que la mayoría de los niños de hogares

que se divorcian logran readaptarse a la situación de divorcio, pero

para poderlo hacer tienen que cumplir estas tres tareas: primero,

reconocer la dura realidad de la ruptura, sí: «Mis papás se han sepa­

rada». Esto es un golpe terrible, y ellos hacen todas las fases del

duelo, de negación, de rabia, de protesta, y finalmente de negocia­

ción. En la separación normalmente hay un conflicto marital entre

los padres, muy agrio, muy doloroso. Los niños tienen que tratar de

separarse de ese conflicto, y seguir adelante con sus vidas, con su

colegio, con sus juegos, con sus amigos, etc.

Luego tienen que aceptar la pérdida de no continuar convi­

viendo con el padre que no tiene la custodia primaria, con el padre

que no tiene la custodia física, o con el padre con el cual no tiene

una residencia. Tienen que hacer una serie de operaciones emocio­

nales, tienen que elaborar la rabia y la culpa que esto les produce; elabandono siempre nos produce rabia, eso lo sabe cualquiera a quien

le hayan dado un brochazo, pero también produce culpa. Uno em­

pieza a preguntarse: bueno, yo qué fue lo que hice. Y más el niño

pequeño: «mi papá se fue porque yo me porté mal», «mi mamá se fue

porque a mí me va mal en el colegio, porque yo soy desobediente».

Otra cosa que tienen que hacer los niños es aceptar la perma­

nencia del divorcio. Es muy doloroso observar que lleguen a mi con­

sulta niños de padres que están separados hace mucho tiempo, y son

77 omQ[ remundo sulQzUf

niños escolares, yo los pongo a dibujar la familia y dibujan siempre al

papá y a la mamá juntos, y a veces se dibujan a ellos mismos en la

mitad de los padres, agarrándolos de las manos como para que no se

separen. Siempre la fantasía de reunificación familiar está rondan­

do el universo psíquico del niño, de manera que aceptar en lo con­

creto la permanencia del divorcio es difícil.

El vivir la separación, la ruptura de la familia, hace que muchos

individuos puedan caer en desesperanza respecto de sus propias re­

laciones futuras. Más adelante les vaya mencionar eso pero sí, "ellos tienen cómo rehacer sus esperanzas al decir; a pesar de que mis

papás se separaron, la vida en pareja es posible.

¿De qué depende que los niños se adapten o no? De su edad, del

grado de madurez que tengan, del género si es femenino o masculi­

no (más adelante les vaya explicar el porqué), del temperamento.

La edad: Existen diferencias en la forma como reaccionan los

niños pequeños versus los niños más grandes, o los adolescentes.

El género: Las niñas reaccionan diferente a los niños, probable­

mente se adaptan un poco más fácil porque la mayoría de las veces

se quedan con la madre, quien es su figura de identificación prima­

ria, y se identifican con ella y la apoyan y se vuelven como su amiga,

por llamarlo de alguna forma, aunque esto sea inapropiado.

El temperamento del niño: Hay niños que son más difíciles, más

difíciles de complacer, depende de qué tan ajustado, desde el punto

de vista psicológico y social, venía el niño antes del divorcio. Noso­

tros hemos visto que a pacientes esquizofrénicos adultos se les mue­

re la mamá y se descompensan; pacientes artistas adultos, se sepa­

ran los papás y se descompensan; cuando las personas tienen algún

tipo de discapacidad mental toleran mucho menos estos cambios

dramáticos en la estructura familiar.

También depende del ajuste social del niño. Las familias que

tienen mayor capital social, las familias que tienen red social de

apoyo más fuerte y más amplia, toleran con mayor facilidad el que

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se vaya uno de los progenitores; ahí está la familia de la mamá, que la

apoya, ahí están los vecinos, ahí está la familia extensa, los primos, los

tíos, los amigos. De manera que ese capital social es protector.

Depende, además, de cómo manejen los padres lo que hoy nos

ocupa, que es la custodia y el régimen de visitas; depende de cómo

el padre no custodio maneje las finanzas, y de cómo el padre custo­

dio maneje las finanzas y las responsabilidades domésticas; depende

de qué tanto contacto siga teniendo el niño con el padre que no

tiene la custodia física. Si ese padre está pendiente del niño, si va a

las reuniones del colegio, si lo visita con frecuencia, entonces la

adaptación al divorcio de ese niño va a ser mejor.

También depende de los cambios en la estructura familiar, de las

familias reconstituidas, la aparición de una nueva pareja en uno de

los progenitores, los noviazgos y los matrimonios. La aparición de las

figuras de los padrastros y las madrastras, que ya vamos a ver que no

siempre son como los de los cuentos de hadas, no son tan malos.

Bueno, habíamos dicho que los niños reaccionan diferente de­

pendiendo de la edad: 1I0s pre-escolares cómo reaccionan? Con

frecuencia muestran un grado de ansiedad mucho más marcado,

ellos tienen mucho temor al abandono y al rechazo, tienen muchísi­

mo temor, y sienten que les están quitando su base segura. Recorde­

mos que estos chiquitos tienen una dependencia emocional mucho

más fuerte de sus padres que un adolescente, que ya está más pen­

diente de sus amigos que de otra cosa. Los más chiquitos, los pre­

escolares, no comprenden bien la situación, y les dicen: es que él

sigue siendo tu papá, pero ya no va a vivir aquí; como tienen una

inteligencia concreta, para él el hecho de ser papá consiste en vivir

allí, y si se va entonces ya no es mi papá. Tienen, entonces, este tipo

de contradicciones lógicas: por su lógica concreta, no logran abs­

traer que el rol no depende del lugar de residencia. Tienen la ten­

dencia a sentirse culpables, como les había mencionado, y tienden a

adaptarse más rápido a la nueva situación que los niños más gran-

79 omur Fernando sulazar

des. Les da más duro inicialmente, pero de la misma manera son

más flexibles y más adaptables, y rápidamente entran a adaptarse al

nuevo statu qua.

Bueno, los escolares sí comprenden un poco más lo que está

ocurriendo, y con frecuencia toman partido, pues a alguno de los

miembros de la pareja normalmente se le victimiza y queda como el

malo ante la sociedad y la familia. La tendencia normal es siempre

identificarse con la víctima y tratar de protegerla. Estos niños son

entonces más sensibles a presiones de los progenitores y a la manipu­

lación; más adelante vamos a hablar de las dinámicas familiares que

se generan en este tipo de situaciones. Ellos tienen un tipo de leal­

tades; el hecho de que el papá y la mamá se estén separando casi

que les plantea la pregunta tácita: ¿usted con quién se quiere que­

dar: con su papá o con su mamá? Es una pregunta tácita, y siente

uno un conflicto de lealtades cuando de pronto el papá viene por

ellos, y saben que la mamá está muy brava con el papá; entonces

ellos sí entran en ese tipo de dilemas morales y emocionales. Tienen

también, como los pequeños, mucho temor al abandono y al recha­

zo, y para ellos la adaptación se hace más difícil que para los niños

más pequeños. Incluso, es más difícil para los niños que para las

niñas, porque con más frecuencia el que se va es el padre, que es su

figura de identificación. Ellos, según la teoría freudiana, están defi­

niendo el conflicto edípico y necesitan el padre cerca para resolver­

lo. Además, porque al irse papá es como si se cumpliera una fanta­

sía, ¿no? ¡Ay, qué bueno que mi papá se fuera para yo quedarme con

mi mamá!: la fantasía edípica. Finalmente el padre se va, y te en­

frentas a que se te cumplió tu fantasía pero ya no te parece tan

chévere; necesitas a tu papá, psicológicamente; dependías de él.

¿Qué pasa entonces en el divorcio, qué factores favorecen la

adaptación, que el entorno sea estable? Aquí vienen las recomen­

daciones: que se haga el mínimo número de cambios posible. Oja­

lá entonces que los niños siguieran viviendo en la misma casa, con

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las mismas personas, excepto el progenitor que no tiene residencia

o que se va. Ojalá que el entorno siga siendo estructurado, que no

se relaje la disciplina: no decir que porque al niño se le separaron

los papás, dejémoslo que vea televisión hasta las doce de la noche,

que juegue Nintendo hasta la madrugada; las normas tienen que

seguir siendo las mismas. Ojalá que el ambiente sea formativo.

Debe haber entonces los mínimos cambios posibles, de barrio, de

casa, de colegio, de grupo de amigos; ojalá que el niño conservara

toda su red social y todo su entorno; ojalá que los cambios del

ecosistema del niño no fueran tan marcados.

Hay que evitar entonces ese cuentito de decirle al niño que

ahorita usted es el papá, usted es el hombre de la casa, entonces

usted tiene que asumir una cantidad de responsabilidades. Ocu­

rre también con las niñas: la hermana mayor que tiene un poco de

hermanitos chiquitos: entonces usted me tiene que ayudar a cui­

dar a los niños, le dice el papá cuando la mamá se fue; esa

parentalización dañina estresa a los niños durante la separación.

Ojalá entonces que el padre no custodio sea una figura cerca­

na, responsable y comprometida, ojalá tenga platica, y ojalá viva

cerca.

¿Qué es lo que pasa entonces en esas dinámicas familiares? Se

forman alianzas: es que usted y yo vamos a salir adelante, es que

usted y yo, no importa que su papá se haya ido, no importa que su

mamá se haya ido, usted y yo vamos a salir adelante. Surgen una

cantidad de alianzas, y puede haber coaliciones: ayúdame con tu

papá, que nos dé la plata de tal cosa, ¿sí? Coaliciones: por ejemplo,

el niño se alía con el papá y la niña con la mamá. Estas dinámicas

son perversas, en las que los niños quedan escindidos, la familia

queda rota a nivel emocional, y puede haber también mucha ma­

nipulación. Pensemos en el papá que le dice a la señora: pues yo te

traigo la plata pero yo me puedo venir a quedar a dormir un día de

estos, no le vaya a cambiar la chapa a la puerta. Ese tipo de mani-

81 ornar Fernando snlnZ(lr

pulaciones de yo pago, y sigo teniendo plenos derechos, simple­

mente vengo por temporadas, o vengo por épocas.

Otra cosa que puede ocurrir es que los niños chiquitos empie­

cen a dormir con la mamá, el colecho, yeso rompe las fronteras de

la disciplina y la autoridad. Las mamás empiezan a ser más com­

placientes porque les da pesar, o las mamás cogen a las niñas como

confidentes como si fueran amigas adultas: cómo te parece las de

tu papá, por allá lo vieron con una vieja no sé qué; eso confunde alos niños.

O los hijos como mensajeros: ve, decile a tu papá que mande

para el mercado, decile a tu papá que mande para tal cosa. O

como espías: andá a ver qué está haciendo tu papá, o andá a ver

qué está haciendo tu mamá, y con quién salió tu mamá y con

quién llegó.

O los hijos como pararrayos o fusible: en medio de la disputa

más horrorosa en la familia, cuando las cosas se están poniendo

más malas, el niño se enferma, y llega el niño a urgencias, y así

aparece el papá en la camioneta: qué le pasó a ]uliancito; no, es

que está enfermo. El niño entonces es el pararrayos: sube el nivel

de conflicto y el niño se enferma, sube el nivel de conflicto y el

adolescente estrella el carro; en esos momentos los hijos actúan

como el pararrayos o el fusible del sistema.

O aparecen los hijos como escudos: cuando hay padres

maltratantes y abusadores, entonces la mamá pone el escudo. Bien

sea la madre que pone a la hija para que el padre la abuse

sexualmente, o la madre que pone al hijo adolescente para que se

agarre a trompadas con el papá.

Ocurre también lo que les había mencionado ahora, la

parentalización o inversión de roles, en la que los niños o adoles­

centes se ven obligados a asumir un rol adulto.

Estos problemas emocionales no son causados por el divorcio

en sí. Una pareja que se separa ya tenía problemas, y los problemas

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custodin compnrtidn 8:=

emocionales son producto de esos problemas, y no del divorcio; eso

tiene que quedar claro. Los problemas emocionales se relacionan

más con la cantidad de conflicto previo y con el conflicto ocurrido

durante el divorcio que con el hecho mismo del divorcio. Es más,

muchas veces el divorcio mejora la situación, relaja el clima y

disminuye el nivel de conflicto. Los problemas emocionales tam­

bién disminuyen si los padres se dan cuenta que tienen que ser

adultos ante esa situación, que tienen que ser maduros, que tie­

nen que controlar su ira, y no deben exponer a los niños a dispu­

tas. Ojalá que los niños no presenciaran las disputas de los padres.

Las tensiones del divorcio también disminuyen la eficiencia de

la crianza por parte de los padres. No es igual de buena una mamá

estresada por el divorcio, ni es igual de bueno un papá estresado

por el divorcio, un tipo que está viviendo en un aparta-estudio,

sin muebles, que anda todo barbado, con la ropa arrugada; el tipo

no tiene ni idea de hacer nada porque todo se lo hacían en la

casa, también está estresado, también le hace falta la esposa, tam­

bién le hacen falta los hijos. La mamá, que quedó con la carga de

la crianza, claro, también está estresada. Eso disminuye la eficien­

cia en la crianza. Hay un peligro, y es que los niños no terminen la

escuela secundaria, o que, sin la presencia de la autoridad del

padre, los niños adopten conductas antisociales.

¿Qué secuelas puede dejar todo esto a largo plazo? Bueno, uno

dice: no, pues eso tiene que ser todo gravísimo. Bueno, no necesa­

riamente, no, no es tan malo a largo plazo. Sí, en hijos de padres

separados hay un leve aumento de depresión, y más problemas de

salud y de pareja en la adultez, pero es leve. Sin embargo, cuando

los padres se separan en la edad escolar, o en la adolescencia tem­

prana, la mayoría de los muchachos a la edad de 20 años, lcuál es

su probabilidad de divorciarse cuando sean adultos? Este es un

temor que tienen muchas personas: ¿será que los hijos de padres

separados se separan más porque repiten la historia? Bueno, a ve-

83 ornor remondo solozor

ces sí, pero se hizo un estudio muy serio en Estados Unidos, y ac­

tualmente la tasa de divorcios de hijos de hogares separados es del

50%, es decir, igual a la tasa de la población general. Entonces no

es tan terrible.

Ahora, ese rol materno de la madre separada cambia y pode­

mos ver unas nuevas tipologías maternas. Podemos ver que si es

una señora católica, de cultura mariana, entonces veremos mu­

cha abnegación; esta señora se va a aislar socialmente, pues como

él se fue, yo tengo la obligación de los hijos. Si no había trabajado,

de pronto le toca salir a trabajar, y se dedica únicamente a tratar

de conseguir el dinero, no consigue pareja, y se dedica

abnegadamente a los hijos; esto era más común antes, y afortuna­

damente está cambiando.

Cuando se trata de mujeres adolescentes con embarazos no

deseados, que hacen un ensayo de vida marital muy fugaz, lo más

normal es que vuelvan al hogar materno y que deleguen la crianza

de los hijos en los abuelos; ellas quedan funcionando no como

mamás, sino corno amigas o hermanas de sus hijos. Puede ocurrir, y

con frecuencia ocurre, que estas mujeres sí se le midan al reto de

criar a sus hijos ellas solas, y, por eso, de las familias monoparentales

el 84% está conformado por madres cabezas de hogar.

Otra cosa que puede ocurrir, si hacemos un seguimiento

longitudinal, es que estas mujeres que se separaron se vuelvan a

conseguir otra pareja, y no les funcionó; se consiguen una tercera,

una cuarta pareja, y van teniendo un hijo con cada una, y a veces

hay un patrón de monogamia alternante, con hijos de padres dife­

rentes. Muchas de estas mujeres rehacen su vida, encuentran una

pareja adecuada, y entonces conforman una nueva pareja estable.

La tipología paterna es un poco más pintoresca. Muchas veces

los papás se van y nunca vuelven, al punto de que los hijos crecen

sin conocerlos. Entonces el papá es el papá legendario: todo mun­

do habla de él, pero nadie lo ha visto. O para calmar su culpa y su

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!:j

custodio eompnrtido 84

mala conciencia, aparece una vez al año, cargado de regalos y

muerto de risa, jo, jo, jo; es el Papá Noel. O va a recoger a los niños

el fin de semana, y a malcriarlos, a darles dulces, que jueguen

Nintendo todo el día, que se queden en pijama hasta el medio

día, que no se bañen, que vamos a la piscina, que comamos pizza y

pura comida rápida; es el papá de chocolate, un papá que no ejer­

ce autoridad ni impone normas, ni ayuda a hacer tareas. Es el papá

que dice: Yo trabajé toda la semana, yo tengo derecho a disfrutar

a mi hijo. O es el papá manipulador abusivo, que trata de volver al

hogar a maltratar y a abusar; con frecuencia son personas con se­

veros trastornos de personalidad sociopáticos, o alcohólicas, o adic­

tas a drogas, y siguen llegando a la casa a maltratar, después de

que se han separado. Hay otros que son los intermitentes, los pa­

pás toreros, que aparecen por temporadas: ahora sí, mijo, yo vaya

estar pendiente de usted, y le dicen: yo vaya recogerlo y no apare­

cen, y se pierden meses y luego vuelven en otro mesecito, y vuel­

ven y se pierden; esto lo vemos a cada rato en la consulta. Pero

afortunadamente, afortunadamente, hay una tipología nueva, muy

agradable, que es la que concita la simpatía de alga: la de los

papás responsables y comprometidos.

3. El rol del psiquiatra

¿Cuál es el rol del psiquiatra, qué tiene que ver el psiquiatra

en este problema tan grave? Bueno, puede ocurrir que uno esté

ahí porque uno ya venía atendiendo al niño cuando se produjo la

separación. Le traen al niño: es que el niño se porta mal, es que va

mal en el colegio; claro, pues uno de pendejo no se ha dado cuen­

ta que en el fondo hay una disputa marital, porque uno no se da

cuenta cuando le dicen: «Doctor... es que...» (le pide a uno la cita

la mamá, y no trae al niño), «es que le tengo que hablar una cosa,

es que me separé de mi marido, se fue, yo le hice la maleta y ya se

fue, tiene un apartamento, yo sé que tiene otra». Vienen y le echan

85 omOf fp.rnondo soloZGf

a uno ese cuento, la mamá destrozada; entonces ahí está el psi­

quiatra en medio de la separación. ¿Qué hace uno en ese caso?

Uno no va a hacer recomendaciones respecto de la custodia; uno

trata de apoyar al niño para que él pueda sortear la situación del

divorcio. Yo le llamo separación conyugal de los padres en curso,

lo pongo en el eje 4, y lo considero un estresor psícosocial, o sea,

eso es grave, eso puede desbaratar a un muchachito.

Otra cosa que puede ocurrir es que nosotros lleguemos allá

porque el juez ya dictó un fallo respecto de la custodia y, como

parte del fallo, dijo que el niño necesita apoyo terapéutico. Enton­

ces, en ese caso, dado que la decisión sobre la custodia ya fue

tomada, el terapeuta no influencia el resultado, pero ayuda al niño

a adaptarse a la decisión de la Corte, e idealmente a tener una

buena relación con ambos padres.

Otra cosa es que los papás, ya separados, le llegan a uno para

que uno sirva de mediador; buscan poder hacer ajustes, poder

manejar bien las normas de disciplina, para que les ayude uno a

encontrar un camino de modo que sus diferencias personales no

influyan tanto en la crianza. Ahí el papel de uno es ayudarlos a

encontrar una manera cooperativa de crianza en lugar de una

manera hostil. Puede ser que ya uno fuera el terapeuta de los pa­

dres, una persona que padezca un trastorno mental, una señora

que estaba deprimida o un señor que tenía un trastorno obsesivo

compulsivo, y se separó; entonces ahí también está metido el psi­

quiatra.

Finalmente, puede ser que a nosotros nos citen como peritos

forenses para hacer una valoración de custodia y visitas; si es así,

nos remiten el caso, y nos mandan a toda la familia para que haga­

mos la valoración. Aclaro, pues, que yo ya no hago ese tipo de

valoraciones porque se hacen en medicina legal; yo fui psiquiatra

forense tres años, como entre el 97 y el 99, pero actualmente me

dedico más a la clínica de niños y adolescentes.

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custodia comportida 86

¿En qué caso se requiere un peritazgo? Pues cuando uno de los

padres tiene una enfermedad mental que afecta sus habilidades de

crianza: un papá sicótico, un papá adicto, un papá alcohólico, un papá

maltratador. Ocurre también que el niño puede tener ciertas necesida­

des específicas en salud mental, que cuentan para decidir la custodia o

elaborar el plan de crianza: un niño bien hiperactivo, por ejemplo, con

una mamá rígida que lo maltrata, versus un papá que es un poquito más

flexible y le aguanta más la hiperactividad; o un niño con un retardo

mental leve y un papá alcohólico. Ese tipo de combinaciones también

ameritan un peritazgo. También lo amerita un divorcio que ha sido

inusualmente hostil, y la evaluación de custodia es una alternativa menos

adversa para tomar decisiones con respecto al niño, es decir, ya llega­

mos a la instancia del arbitramento, el juez es el que va a decidir la

custodia y las visitas, y necesita la asesoría del psiquiatra.

Otro caso que requiere el peritaje: hay que evaluar el relativo apego

del niño a cada uno de los padres, porque eso puede parecer algo importan­

te; por ejemplo, los padres pueden estar de acuerdo en que el niño debe

quedarse con la mamá, pero el niño tiene muchas ganas de irse a vivir con

el papá. Ahí también creo que amerita una valoración. O si se sospecha

que uno de los padres ha tratado de adoctrinar al niño y alejarlo del otro

padre, porque le está llenando de ideas la cabeza, que su mamá es una no

sé qué, una sí sé más, o que su papá es un tal por cual. O cuando uno de los

padres ha acusado al otro de maltrato físico o abuso sexual.

Entonces el peritaje de custodia involucra a toda la familia: hay

que examinarlos a todos, a los papás y a los hijos; hay que evaluar la

pareja actual de los padres, y, si se necesita, conseguir información

complementaria por fuera. Se debe producir un dictamen que tiene

unas conclusiones y unas recomendaciones que deben propender a

la doctrina del mejor interés del niño.

Es posible realizar la evaluación de ambos padres: puede ser que el

juez se los mande a uno, o que ellos se pongan de común acuerdo con sus

abogados, o que lleguen al consultorio.

87 omür fernnndo sülnzur

Este es el contenido del dictamen: tiene que contener la evalua­

ción de cada uno de los padres, en cuanto a sus fortalezas y debilidades,

en las tareas de crianza; una descripción de qué tan apegado está al

niño a cada uno de ellos; y recomendaciones específicas, con respecto acustodias y visitas.

Cuando llega uno solo de los progenitores con el niño, el dictamen

tiene algunas limitaciones. Si a usted le llega el papá y el niño, o la

mamá y el niño, usted no puede dictaminar nada sobre la salud mental

del progenitor ausente, y usted no puede dictaminar nada o hacer re­

comendaciones sobre custodias y visitas, porque a usted le falta una

pieza del rompecabezas, a usted lo pueden estar engañando. En estos

casos está conociendo una sola versión de la historia.

La relación forense es diferente de la relación clínica; ahí no ope­

ra el secreto profesional. De hecho, uno va a elaborar un informe

escrito dirigido a un juzgado. Por lo tanto, hay que aclarar esos límites

de la confidencialidad, mejor dicho, hay que aclarar la no

confidencialidad. Hay que entender que uno no es el psiquiatra clí­

nico del niño, ni de la mamá ni del papá, sino que uno está haciendo

una intervención de carácter forense, uno entra a evaluar y no más.

En este tipo de evaluaciones se revelan cosas muy privadas, y en el

informe hay que revelar únicamente lo que sea pertinente a las con­

clusiones y recomendaciones. Los terapistas que ya venían siendo

terapistas de algunas de las personas involucradas no pueden elaborar

ese peritazgo de custodia porque esos roles son excluyentes, el del

forense y el del clínico.

Aquí vienen cosas muy técnicas sobre cómo se elabora la eva­

luación de los padres. Ojalá esa valoración incluya estas preguntas:

en caso de que usted obtenga la custodia, ¿usted cómo ayudaría

para que el niño tuviera una buena relación con el otro progenitor?

En caso de que a usted se le niegue la custodia, ¿usted qué cosas

haría para tratar de conservar una buena relación con su hijo? Esasson preguntas claves.

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custodio compartido 88

En cuanto al niño, hay que hacer una valoración clínica comple­

ta, hay que ver qué tan apegado está a cada uno de los padres, hay

que ver qué tan afectado está por la situación, hay que ver si lo están

adoctrinando de alguna forma, y hay que tratar de determinar de

manera sutil sus preferencias. La idea no es preguntarle ¿usted con

quién quiere vivir, con su papá o con su mamá?; eso no se puede

hacer. Se puede hacer de manera sutil: a los pre-escolares primero se

les entrevista con los papás y luego a solas, y se pueden hacer juegos y

tests proyectivos. En los escolares, uno puede investigar los apegos de

manera indirecta, a través de historias: uno les plantea, por ejemplo:

bueno, vamos a hacer una historia, supongamos que hay un pajarito

chiquito, hay un pajarito recién nacido en un nido, él vive con el

papá y la mamá en un nido en un árbol, y resulta que empieza una

tormenta, empieza a caer agua, rayos, empieza a ventear, y llega una

ventisca y se lleva a los papás, entonces el pajarito, ¿qué pasa con el

pajarito? Ayúdame a continuar la historia. Otro test proyectivo es este:

bueno, tú te ganas un viaje a una isla desierta, para dos personas; ¿tú

qué llevarías en la maleta y con quién te irías? Esa es otra forma

indirecta de averiguarlo, como también lo es esta: vamos a planear un

viaje de picnic, vamos a invitar a algunas personas, ¿a quién vamos a

invitar al picnic? Normalmente el niño entonces va a mencionar pri­

mero al padre con el cual tenga un mejor apego. Otra historia que yo

les pongo a contar es esta: usted va por la calle y hay una lata de coca

cola, y usted la patea accidentalmente y le sale el genio de coca cola,

a decirle: le concedo tres deseos; entonces, a través de estos deseos,

se averiguan las preferencias de apego en el pensamiento fantasioso

del niño.El niño también puede orientarnos haciendo dibujos de sí mismo,

diciendo qué le gusta y qué no. Podemos decirle, por ejemplo: ¿a ti te

gusta lo que está pasando ahora, que tu papá viene tales días? ¿A ti te

gusta donde estás viviendo? Si tú pudieras cambiar las cosas, ¿qué

cosas cambiarías? ¿Qué cambios le harías al arreglo actual?

89 omur femutldo su]UZU{

Sobre todo a los nmos más chiquitos hay que tratar de

desculpabilizarlos y decirles: es que con quién vas a vivir tú no lo

vas a decidir tú, eso lo deciden los adultos; lo deciden entre tus

papás y, pues si ya la cosa está muy peluda, pues lo decide el juez.

Hay que tratar de investigar si el niño ha sido adoctrinado:

¿qué te dijo tu papá antes de venir a esta cita? ¿Qué te dijo tu

mamá, que de qué íbamos a hablar?

Pasando ahora al adolescente, pues los adolescentes ya son muy,

como dicen los gringos, muy opinionated. Ellos ya tienen su propia

opinión, y hay que investigar ellos qué opinan de las circunstan­

cias, ellos ya también son menores maduros que pueden tener cierto

criterio para decidir con quién quieren vivir.

En todo caso, la doctrina que opera en estos dictámenes de

custodia es la del mejor interés del niño. Hay que tratar de que el

niño tenga continuidad y estabilidad en su cuidado. También hay

que tratar de que el niño tenga una buena calidad en su relación

de apego con el custodio, con el que convive, y que tenga un buen

grado de empatía con él. Hay que mirar las preferencias expresa­

das por el niño, hay que evaluar la salud mental de cada padre, y

hay que ver el nivel de conflicto parental, y su impacto en el niño.

Hay factores críticos de los padres: en algunas ocasiones, por

ejemplo, el padre biológico está luchando por la custodia con el

padrastro. En estos casos algunas legislaciones favorecen a los pa­

dres biológicos. Otras hacen juicios morales o evalúan la compe­

tencia moral de los padres que están luchando por la custodia: si

ellos tienen antecedentes penales; si ellos son consumidores de

sustancias; si han tenido conductas de prostitución o adulterio;

cuáles son las aptitudes y las habilidades parentales; si los papás

están pendientes de las necesidades de los hijos, o si los conside­

ran extensiones de ellos mismos en una actitud muy narcisista; si

están muy ansiosos, muy pasivos, o muy desesperanzados; quién

tiene más experiencia en criar hijos; quién lo hace mejor. Y hay

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custodio comportido 90

que tratar, como habíamos mencionado, de darle estabilidad a la

situación actual. Digamos que, en un dictamen de custodia, hay

que tratar de respetar el estado actual de cosas a no ser que ese

estado sea lesivo.

Otros factores críticos de los padres son las creencias religio­

sas, la ubicación de la vivienda, las condiciones financieras, y si el

niño está siendo sometido a maltrato. A su vez, son factores críti­

cos de los hijos qué tan apegados están a cada padre, y ellos qué

prefieren. La ley a veces tiende a favorecer que las niñas se que­

den con la mamá, a los niños adolescentes les suele ir mejor con el

papá, parece que les ponen mejor los límites, o lo necesitan como

figura de identificación.

¿Cuáles son entonces los escenarios más comunes cuando se

hace este dictamen? O que haya dos padres competentes, que son

capaces de obtener la custodia de los hijos; o que los dos padres

sean deficientes, mejor dicho, que entre el diablo y escoja; o que

uno sea competente y el otro deficiente.

Los escenarios menos comunes son que haya un padre luchan­

do con un padrastro, o una madre con una madrastra, o que haya

una pareja homosexual. Se han hecho muchos estudios en los cua­

les la crianza por parejas homosexuales no afecta la orientación ni

la identidad sexual de los niños. Otro escenario menos común es

que haya una disputa enmascarada de la custodia. En esos casos

llegan dos profesionales exitosísimos (ejecutivos, de alto rango,

pues, de multinacionales) a decirle al juez: nosotros, de común

acuerdo, queremos que nuestros dos hijos adolescentes estén una

semana con él, y una semana con ella, en un pimponeo; es lo que

ocurre cuando ninguno de los dos quiere comprometerse. Enton­

ces este es un caso de una disputa enmascarada de custodia, con

una custodia compartida por falta de compromiso, y aquí no se

está velando por el mejor interés de los niños o de los adolescen­

tes. Puede haber una disputa por la crianza religiosa; en este caso

91 omClr FernClndo SCllnZClf

muchos jueces favorecen a quien tenga creencias religiosas fir­

mes, siempre y cuando no sea fanático.

También, y esto lo mencionaba el doctor Ramírez, puede haber

muchos problemas por la reubicación. Yo tuve el caso de una seño­

ra que tenía una oportunidad, una beca y una oportunidad laboral

en Australia, y se quería llevar al niño de 10 años; el papá dijo que

él también tenía derecho a estar con su hijo, es decir, él arguyó su

derecho. Pero en el fondo también estábamos cuidando el mejor

interés del niño, porque el juez dictaminó que debía esperarse a

que el niño estuviera mayor para poder viajar con la madre.

¿Cuáles son los escenarios menos comunes? Con toda la revo­

lución que ha habido en la fertilidad, pueden presentarse disputas

por embriones congelados: una pareja se puso de acuerdo para

hacerse un tratamiento de infertilidad; fertilizaron unos óvulos con

esperma del varón, y el resultado son unos embriones congelados;

se separan, y entonces cada cual quiere los embriones. Eso es muy

raro, pero ahí los gringos dictaminaron que se hacía lo que ambos

dijeran de común acuerdo; les pusieron de tarea: pónganse de

acuerdo, y si no lo hacen no pueden tocar esos embriones.

Puede ocurrir que alguno de los padres no quiere que los abue­

los visiten a los niños, y entonces se hará un proceso para regular

la visita de los abuelos. También puede ser que alguno de los pa­

dres secuestre a los niños.

¿Cuáles son entonces los desenlaces posibles? La custodia ex­

clusiva en la cual el niño vive con uno de los padres, y el otro lo

visita; esto es apropiado cuando la visita parental impide la crian­

za cooperativa. También es apropiado cuando uno de los padres es

incompetente; entonces se le deja la custodia al padre competen­

te. La custodia puede ser dividida cuando parte de los hijos se

queda con un progenitor, y la otra parte con otro progenitor.

y está la posibilidad de la custodia compartida; es una de las

opciones posibles, donde existe igualdad de derechos y responsabi-

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custodin compartido 9:=

lidades. Los gringos distinguen entre custodia compartida legal y

la física: en la legal se conservan los derechos legales, o de los

hijos; en la física los niños conviven con ambos padres por tempo­

radas. Pero ¿qué pasa cuando hay custodia compartida y surge un

desacuerdo? Pues se tiende a darle la razón al padre donde el niño

tiene su residencia primaria, es decir, donde e! niño vive más tiempo.

Estos padres, para poder escoger la opción de la custodia com­

partida, deben ser capaces de comunicarse y tener en cuenta la

opinión de! otro; deben ser capaces de construir consensos. Si los

padres no son capaces de cooperar, la opción de la custodia com­

partida no es conveniente.

Este l es e! mapa de Estados Unidos, y aquí están los estados de

la Unión donde ya se presume de entrada, o el juez propone, la

custodia compartida. En los estados que están de un color un po­

quito menos oscuro se presume, y se hace si se logra un acuerdo, o

según la preferencia del estado. Y en los otros su legislación no

consagra este tipo de opción.

Pero hay estados que han ido más allá, y han dicho: no, señor,

no es suficiente con determinar que la custodia sea compartida;

los papás tienen que ponerse de acuerdo, para que la crianza sea

compartida. En estos casos se elimina la terminología de custodia

y visitas, y en cambio hablan de procesos de crianza. En conse­

cuencia, ponen a los papás a elaborar unos detallados planes de

crianza que incluyen cosas como las finanzas, el calendario para

que viva con cada uno de los padres, quién va a pagar la educa­

ción, quién va a pagar la salud, y quién va a cubrir arras gastos.

Estos planes son altamente individualizados; por ejemplo, pueden

incluir la crianza religiosa. Entonces, aquí se habla de tiempo de

crianza, y tiene que ser gente muy competente, muy cooperativa, y

que logre construir consensos para elaborar un plan de crianza.

I El conferencista le mostró al público un mapa a través de un proyector.

93 Ornar Fernando solazar

Este es un concepto más revolucionario que el de la custodia com­partida.

¿Qué ventajas podría tener para e! niño el que se dictamine la

custodia compartida? Pues se elimina e! conflicto de lealtades al

que se somete al niño cuando los padres se separan; con relaciones

cordiales, el niño conserva e! capital social. Es una recta jurídicaque protege.


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