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Benjamín Disraeli
José Alberto Cepas Palanca
Datos biográficos
Benjamín Disraeli nació en Londres el 21 de diciembre de 1804, fallecien-
do el 19 de abril de 1881, en Curzon Street, Londres. Fue Miembro de la
Orden de la Jarretera, Miembro de la Real Society, Miembro del Consejo
Privado del Reino Unido, Conocido también como conde de Beacons-
field o lord Beaconsfield, fue un político, escritor y aristócrata británico,
que ejerció dos veces como Primer Ministro del Reino Unido, fue líder de
la oposición a Su Majestad Victoria I, y tres veces Ministro de Hacienda
del Reino Unido.
Infancia
Cuando era niño, en el colegio a donde iba, a pesar que estudiaba, leía y
escribía en inglés, le hacían sentir que no era igual que los demás. Era ju-
dío, y sus camaradas, salvo uno, no lo eran. Por las mañanas, cuando todos
los alumnos se arrodillaban para rezar, él y el otro hebreo, habían de alejar-
se, permaneciendo en pie. Un día a la semana iba un rabino a enseñarles a
leer el hebreo, un idioma incomprensible que se escribía al revés, con ca-
racteres semejantes a cabezas de clavos. El joven Benjamín sabía que aque-
llas prácticas lo apartaban de una comunión misteriosa y que, para sus ca-
maradas, y también para su maestro, tenía cierta vis cómica. Esto le morti-
ficaba porque era muy orgulloso. Al igual que su padre, que odiaba a los
puritanos y hablaba muy bien de los Estuardo, y para complacerle, seguía
inscrito en la sinagoga y pagaba sus cuotas, hasta permitió, para evitar dis-
cusiones que le hubiera hecho perder unas horas de lecturas, que aquel ra-
bino fuese a enseñarle a su hijo; pero no tenía fe en ningún dogma y no
practicaba ningún rito. Aun cuando dejó de ser hebreo, no se convirtió en
cristiano, perfectamente acomodado a aquél estado intermedio. Uno de esos
amigos, historiador, le hizo observar que convendría a los niños seguir la
misma religión que la mayoría de los ingleses. A los varones, sobre todo, al
no estar bautizados les vedaría muchas carreras, puesto que los judíos, co-
mo los católicos, estaban privados de derechos civiles. Finalmente, por me-
dio de su bella y egoísta abuela, aparecieron en su casa catecismos y libros
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de rezos, y uno tras otro fueron conducidos los niños a la iglesia de San
Andrés, donde fueron bautizados.
Benjamín Disraeli
Primeros años
Hijo del escritor y erudito Isaac D’Israeli, Benjamín Disraeli formaba parte
de una familia tradicional judía sefardita de origen italiano; sus antepasa-
dos, de hecho, habían sido expulsados de España en 1492. Sin embargo,
fue bautizado junto a todos sus hermanos en la Iglesia Anglicana a la edad
de 13 años, convirtiéndose de este modo al cristianismo. Benjamín Disraeli
sería conocido también con el apodo de Dizzy por sus seguidores.
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Sus biógrafos creen que fue descendiente de judíos italianos sefardíes. Él
afirmaba ser de ascendencia portuguesa, posiblemente en referencia a un
origen anterior de su herencia familiar en España antes de la expulsión de
los judíos de España en el año 14921. Después de este evento, muchos ju-
díos emigraron, en dos oleadas, y algunos huyeron a las tierras musulmanas
del Imperio otomano, pero muchos de ellos también fueron a la Europa
cristiana, primero en el norte de Italia, luego a los Países Bajos, y más tarde
a Inglaterra. Los historiadores modernos lo han visto esencialmente como
un marrano o un criptojudío2.
Personalidad
Benjamín Disraeli ha sido descrito por sus biógrafos como un hombre que
amaba las reuniones sociales, los gustos caros y la ropa de moda. Muchos
de sus adversarios lo atacaron con dureza por sus excesos, que incluyeron
más de alguna aventura con mujeres casadas. Se le consideraba
un dandy que vestía estrafalariamente.
Los gustos caros y algunos desafortunados negocios lo llevarían a ser per-
manentemente perseguido por los acreedores, a los cuales logró eludir en
gran medida por su facilidad de penetrar en los círculos sociales, gracias a
sus publicaciones.
Disraeli mostró siempre la cualidad de ser agradable y extremadamente
culto, lo que le granjeó simpatías de, entre otros, Napoleón III3 y la familia
Rothschild, amistades que resultarían sumamente útiles tanto en lo referen-
te a solucionar sus problemas económicos como a su carrera política.
En 1831, Disraeli emprendió un largo viaje durante el cual visitó España -
donde sus antepasados vivieron durante largo tiempo -, Gibraltar, Malta, el
Mediterráneo, Siria, Grecia y Turquía, hizo una peregrinación a Jerusalén;
una suerte de peregrinaje por Tierra Santa que transformaría su vida. En
Jerusalén pasó la semana más conmovedora de su vida. Se arrodilló ante el
Santo Sepulcro, y gozó pensando en Cristo como en un Príncipe hebreo.
1 De ascendencia sefardita, su familia procedía de Medina del Campo (Valladolid).
2 Marrano es un término que hace referencia a los judeo conversos de los Reinos Cristianos de la Penín-
sula Ibérica que “judaizaban”, es decir, que seguían observando clandestinamente sus costumbres y
su anterior religión. El criptojudaismo de los marranos fue justificado por los rabinos con el argumento
de que los judíos podían -e incluso debían- fingir convertirse a otra religión si creían en peligro su vida y
estaban exentos de cumplir aquellas prácticas del culto que pudieran delatarles —sólo se les exigía en
última instancia que mantuvieran la fe en sus conciencias. 3 Carlos Luis Napoleón Bonaparte fue el único Presidente de la Segunda República Francesa (1848-1852)
y, posteriormente, Emperador de los franceses entre 1852 y 1870 — y, por ende, Copríncipe de Ando-
rra—, bajo el nombre de Napoleón III, siendo el último monarca de Francia.
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No comprendía como un judío podía dejar de ser cristiano. A partir de ese
momento no solo revaluaría sus orígenes, sino que nacería la íntima con-
vicción de que había nacido para ocupar un lugar importante en el mundo.
Profundamente británico y anglófilo, sus orígenes judíos resultaron, en más
de una ocasión, tema de descrédito tanto en su entorno social como en el
político. Disraeli, a diferencia de su padre, quien había renegado de sus orí-
genes bautizando a todos sus hijos anglicanos y rehusando ocupar cargos
en la comunidad judía, los utilizó en su favor. Así, en respuesta a unos ata-
ques de sus adversarios políticos escribió: Los judíos son el pueblo elegido
de Dios; su historia, cultura y religión son mucho más antiguas que las de
los pueblos europeos, y además, los judíos llevan en la sangre la sabiduría
oriental; lo que unido a su defensa de las costumbres y el carácter británico
y al orgullo que sentía por ser inglés, llevaba a una conclusión, buscada por
él mismo según el historiador Carl Grimberg quien expresa que lo que Dis-
raeli quería decir era “no hay sangre más noble que la de un judío inglés”.
El 28 de agosto de 1839, con 33 años, contrajo matrimonio en la iglesia de
San Jorge, con Mary Ann Wyndham, - protectora de Disraeli - una mujer
de sociedad doce años mayor que él, que no era inteligente, sin cultura, ha-
blaba mucho, con falta de tacto, y con un gusto detestable, viuda del pintor
y escritor inglés Wyndham Lewis, pero hablaba de los negocios con senti-
do común, y, sobre todo, tenía el usufructo de la casa de Grosvenor’s Gate
y una renta mensual de 4.000 libras, cuestión que impulsaría tanto su carre-
ra como escritor como en política. A partir de este momento Disraeli vivió
de forma holgada y con la literatura y la política como sus únicas preocu-
paciones, pese a lo cual no fue raro que algunos de sus excesos terminaran
por enfurecer a su esposa, sobre todo en el momento de pagar las cuentas.
Disraeli en todo caso no dejó de agasajarla, llamándola cariñosamente the
Perfect Woman (“la mujer perfecta”), cosa que, dadas sus ambiciones, re-
sultaba un cumplido literal. La pareja no tuvo hijos.
La muerte de su esposa, ocurrida el 15 de diciembre de 1872, a causa de un
cáncer de estómago, marcaría a Disraeli de por vida, no solo por el sufri-
miento que le supuso la enfermedad de ella (en cuya dolorosa crisis final se
comportó como el más fiel acompañante). Fuera de deberle a su esposa su
carrera política, Disraeli comenzó a notar que había perdido el principal
legado de su matrimonio; un hogar. Disraeli encontró consuelo posterior-
mente en su relación con dos conocidas damas de sociedad, Salina, Lady
Bradford y Ann, Lady Chesterfield, hermanas y abuelas, las cuales de todas
formas no llenaron el vacío dejado por su esposa. Solo la compañía de la
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Reina, además del poder resultaron en sí mismas la razones que darían una
nueva vida a Disraeli.
El escritor
Destacado escritor, Disraeli dejó un legado de más de una veintena obras,
de las cuales, las dos más conocidas son Vivian Grey (1825-1827), escrita
en cuatro meses, y Sybil (1845), las cuales, curiosamente, no cumplen con
los cánones literarios propios de la Era Victoriana y que tampoco tienden a
ser considerados como “obras maestras de la literatura”, pero que sí goza-
ron de un tremendo éxito en su época, lo que lo convirtió en uno de los per-
sonajes más reconocidos de su tiempo, por haber obtenido el éxito en todos
los ámbitos en los que se desempeñó, siendo todavía recordado como uno
de los “mejores Primeros Ministros de la Historia del Reino Unido”.
Si bien la carrera de Benjamín Disraeli como escritor resultaría un tanto
marginal a su carrera política y tampoco sus libros serían particularmente
recordados por su calidad, los mismos lograron gran éxito editorial no solo
en Gran Bretaña, sino también en el resto de Europa, cuestión en la que in-
fluiría mucho su reputación como político.
Las novelas de Benjamín Disraeli constituyen descripciones de la sociedad
británica y al mismo tiempo una expresión del pensamiento político y reli-
gioso de su autor. Entre las novelas más importantes de Benjamín Disraeli
encontramos Los últimos días de Pompeya, Coningsby (1844), Sybil
(1845), Tancredo (1847), Lotario (1870) y la más conocida e importante de
todas, Vivian Grey (1825-1827).
El político
Fue uno de los más destacados políticos del Reino Unido, perteneciente a la
corriente conservadora de los tories4, de la cual se convirtió en uno de los
más notorios líderes, siendo una de las figuras claves en la conversión de
éstos en el Partido Conservador de la Gran Bretaña, pasando a liderar esta
organización política, extendiendo su carrera dentro de la Cámara de los
Comunes por casi cuatro décadas.
A lo largo de su carrera política, se consagró por su magnífica oratoria, en
la cual incluía un extraordinario dramatismo, llevándolo a ser considerado
como el Mejor Orador de la Cámara de los Comunes. Igualmente, otros
dos rasgos destacaron en su trayectoria pública, el primero, su notoria riva-
lidad con el líder del Partido Liberal, el también prominente políti- 4 La gran masa de pequeños señores de ciudades y gentileshombres agricultores permanecía tory, conser-
vadora, fiel al Rey y a la Iglesia establecida.
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6
co William Ewart Gladstone5, y el segundo su extraordinaria amistad con
la Reina del Reino Unido, Victoria I, la cual lo benefició en su tormentosa
relación con Gladstone, pues la Reina demostraría detestar al mismo tanto
como Disraeli.
Como Primer Ministro de la Gran Bretaña, sus políticas siempre estuvieron
orientadas hacia la consolidación del Imperio Británico y conllevaron una
nueva visión del conservadurismo en su país, materializando numerosas
acciones en política exterior, tal como la anexión de las Islas Fidji, la ad-
quisición de las acciones sobre el Canal de Suez con la ayuda económica de
la familia Rothschild, la coronación de la Reina Victoria I, como la primera
emperatriz de la India, así como las guerras coloniales en Afganistán, Su-
dán y Sudáfrica, todas maniobras que lo consagraron como el representante
de una de las políticas internacionales más agresivas jamás vistas en
el Reino Unido, al punto de frenar el Imperialismo Ruso y doblegar
al Imperio Otomano en la Guerra de Crimea (1853-1856).
Es, también, el único Primer Ministro en la Historia de la Gran Bretaña en
haber recibido un título nobiliario antes de culminar su período en ejerci-
cio, así como ostentar el peculiar honor, de ser la única persona en haber
desempeñado dicho cargo, de ascendencia judía, ello a pesar, de que su pa-
dre fue converso al anglicanismo. Además, fue dos veces candidato
al Rectorado de la Universidad de Glasgow, siendo electo en ambas oca-
siones, lo que lo llevó a ejercerlo entre 1871 y 1877, simultáneamente con
la primera magistratura del Reino Unido.
Disraeli se caracterizó en sus acciones políticas por convertirlas en una ex-
tensión de su carrera como escritor. Sus discursos, llenos de dramatismo y
envueltos en una oratoria cuidadosamente desarrollada, constituían una de
sus armas más notables. Por otro lado, en su contra pesaban sus orígenes
judíos, su figura de dandy e incluso su mala reputación marcada por la
constante persecución de sus acreedores, lo que sería suavizado por su ven-
tajoso matrimonio.
Los primeros pasos de Disraeli en la política no tuvieron mucho éxito: en
las elecciones de 1832, pese a formar parte de una familia tradicionalmente
conservadora, se presenta como candidato independiente por el distrito
5 William Ewart Gladstone fue un político liberal británico, primero como diputado en el Parlamento y
luego ocupando varios cargos del Gobierno de Su Majestad; líder del Partido Liberal (1866-1875 y 1880-
1894), fue Primer Ministro del Reino Unido en cuatro ocasiones: de 1868 a 1874, de 1880 a 1885, en
1886, y de 1892 a 1894. Fue uno de los estadistas más célebres de la época victoriana, rival de Disraeli, y
aún se lo considera uno de los más importantes Primeros Ministros que ha tenido el Reino Unido.
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de Wycombe6 resultando ampliamente derrotado. Repetiría el intento en
1833, perdiendo nuevamente.
En 1835, ahora como miembro del Partido Conservador, y luego de publi-
car el manifiesto de la Defensa de la Constitución británica en forma de
carta a un noble lord, Benjamín Disraeli consiguió entrar por primera vez
en la Cámara de los Comunes por el distrito de Maidstone, curiosamente un
distrito que a diferencia de Wycombe, apenas conocía.
El debut de Disraeli en el Parlamento no sería precisamente prometedor,
pues resultó abucheado por el grupo irlandés, encabezado por Daniel
O’Connell7. Este hecho, sin embargo, lejos de perjudicarlo, le atrajo simpa-
tías y muy pronto consiguió el respeto de los demás miembros del Parla-
mento. Disraeli estaba dotado de gran oratoria y contribuía desde la tribuna
de la Cámara de los Comunes a derrotar, para disgusto de la Reina, al gabi-
nete liberal encabezado por lord Melbourne en 1841.
Disraeli abrazaba las ideas del radicalismo. Estaba convencido de que la
antigua aristocracia terrateniente resultaba mucho más eficiente en el Go-
bierno que la pequeña burguesía y se declaraba defensor de las tradiciones
británicas y proteccionista en el ámbito económico.
En septiembre de 1841, asume el nuevo Gobierno conservador
con sir Robert Peel8 de Primer Ministro. Disraeli espera ser convocado a un
ministerio, ya que sus famosos y encendidos discursos lo habían catapulta-
do a la fama y se le consideraba a esas alturas uno de los oradores más bri-
llantes en el Parlamento. Sin embargo, su fama resultaba inversamente pro-
porcional a la confianza que generaba entre la vieja guardia del partido, y
algunos de los más prominentes miembros del conservadurismo amenaza-
ban con su renuncia si Disraeli ingresaba en el Gobierno. Peel cedió, com-
partía las mismas aprehensiones, el horizonte de Disraeli se vio oscuro,
mientras que el de un joven ministro de Finanzas, William Gladstone, era
en la misma proporción prometedor.
Sin embargo, Peel cometió un grave error político: aunque había llegado al
cargo bajo la protección de los agricultores en general y de los grandes te-
rratenientes en particular abrazando las ideas proteccionistas, poco a poco
6 Wycombe es un distrito no metropolitano del condado de Buckinghamshire, (Inglaterra).
7 Daniel O'Connell, también conocido como El libertador, fue la figura política más importante en la
Irlanda de la primera mitad del siglo XIX. 8 Robert Peel fue un estadista y político británico del Partido Conservador. Peel fue Primer Ministro del
Reino Unido entre el 10 de diciembre de 1834 y el 8 de abril de 1835 y del 30 de agosto de 1841 al 29 de
junio de 1846.
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comenzó a ceder ante el influjo de su Ministro de Finanzas y se fue acer-
cando a las ideas librecambistas.
En oposición a lo que se denominaba “gobierno tory, programa whig”9, na-
cería un movimiento en el interior del partido conservador llamado la Joven
Inglaterra compuesto por jóvenes aristócratas de origen terrateniente que
encontrarían en Disraeli el líder perfecto. Este movimiento poco a poco de-
rivaría en una corriente interna del conservadurismo defensora del protec-
cionismo, de la agricultura inglesa y en particular de las tradiciones religio-
sas británicas.
En 1846 llegó el turno de Disraeli y de la Joven Inglaterra. Una errónea
evaluación de los efectos climáticos, que según el gobierno preveía una
grave sequía y la consiguiente hambruna, llevó al Gobierno a presentar al
Parlamento un programa para abrir las fronteras a la importación de ali-
mentos desde el extranjero. Éste fue un error fatal: por un lado, tal hambru-
na no se produjo, y por otro, estallaron en cólera los agricultores. Disraeli,
aliado con lord Jorge Bentinck, figura señera del conservadurismo y líder
conveniente para la Joven Inglaterra, también conocido ahora como parti-
do proteccionista, utilizaron este proyecto para derribar el Gobierno, cosa
que consiguieron después de maratonianas sesiones de la Cámara, en junio
de 1846. Peel cae, sir John Russel, líder whig, forma gobierno.
Fuera de escena Peel, y muerto Bentinck de un repentino ataque al corazón,
Benjamín Disraeli se transforma en 1846 en líder de la oposición conserva-
dora en la Cámara de los Comunes. No sin contratiempos: se había ganado
un enemigo mortal, ya que Gladstone jamás perdonaría la afrenta.
En aquella época, Disraeli cumplió una de las principales condiciones que
se exigía en esos tiempos a todo líder tory, la adquisición de una hacienda.
En agosto de 1848, Benjamín Disraeli se convierte en propietario del casti-
llo de Hughenden10
de 70 Ha por el precio de 34.950 libras, lo que com-
prendía tanto el parque como la casa de quince habitaciones. Disraeli lo-
graba tal propósito gracias a la herencia de su padre y al aval de sus nuevas
amistades dentro del partido, aunque tenía muchas deudas. Feliz, escribió a
su esposa: Ya está todo arreglado, y ya eres castellana de Hughenden.
En los primeros días de su actuación, la Reina y los obispos le obligaron a
defender un proyecto de ley para poner fin al ritualismo de las prácticas
romanas en la Iglesia Anglicana. Los clérigos serían perseguidos si sus há-
9 Los whig eran liberales, campesinos sublevados del Oeste de Escocia, eran los rebeldes, los enemigos
del Rey. 10
Antigua casa de Disraeli.
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bitos o el boato de sus altares pudieran ofender a los ojos protestantes. Has-
ta en la pequeña parroquia de Hughenden hubo una pequeña guerra civil
entre los partidarios de las mesas petitorias y los de los cepillos: Mi amigo
el vicario hará lo que él llama una colecta y yo llamo una cuestación. El
recaudo será colocado sobre lo que él llama un altar y los feligreses una
mesa – comentó Disraeli. Desarrolló durante su liderazgo la igualdad de
obligaciones entre empleados y patronos; la ampliación de los derechos de
las Trade Union11
; la reducción de las horas de trabajo hasta el límite de 56
semanales; descanso de los sábados por la tarde y otras varias más de ca-
rácter sanitario; la idea de que en adelante Gran Bretaña no podía ser con-
siderada sin sus colonias, es decir la idea de un Imperio con la creación de
un Parlamento Imperial, además la Reina exigió el título de Emperatriz de
las Indias. Disraeli al respecto comentó: Se nace Emperador o Rey; pero es
muy peligroso hacerse una cosa u otra.
Disraeli impulsó la modernización del partido tory, el cual volvió nueva-
mente al poder en febrero de 1852, ahora como “librecambista”. A esas al-
turas sir Robert Peel había muerto y se esperaba que el propio Disraeli to-
mase el mando del partido, lo que sin embargo no ocurrió por propia inicia-
tiva de éste, que aún generaba desconfianza. Derrotado Russel, la Reina
llama a lord Stanley, conde de Derby y líder conservador de la Cámara de
los Lores, a formar Gobierno. Éste, carente según sus propias palabras de
“hombres de talento”, acaba por llamar a Disraeli, pese a la oposición ini-
cial de la Reina que lo juzgaba temerario y descortés, a ocupar el puesto de
Chancellor of the Exchequer (Ministro de Hacienda). Disraeli le contestó:
No sé nada de finanzas, a lo que Derby respondería: “Entiende usted de
ello tanto como entendía Canning12
…Las oficinas le facilitarán los datos”.
El nuevo Gobierno conservador sería conocido como el gabinete de los
“Who? Who?” (“¿Quién? ¿Quién?”), en el sentido de que como estaba muy
sordo y todos los nombres eran nuevos para él, interrumpía varias veces al
informador preguntando el nombre de los nuevos Ministros.
11
Trade Union es la denominación en lengua inglesa para los sindicatos obreros, así co-
mo tradeunionism lo es para el movimiento sindical o sindicalismo. Su traducción literal es "Unión de
Comercio". Es muy ampliamente utilizado en inglés para referirse a las instituciones británicas, especial-
mente por la bibliografía historiográfica. El movimiento obrero británico surgió con la Revolución indus-
trial, primero como resistencia a la propia industrialización y después como defensa de los derechos de
los trabajadores, sometidos a las duras condiciones de proletarización que imponían las condiciones de
trabajo en las fábricas, sin que el salario, la jornada laboral u otras condiciones de trabajo, pudieran ser
objeto de negociación colectiva. La derogación en 1824 de las Combination Acts de 1799-1800, que
prohibían las asociaciones, permitió el desarrollo de las Trade Unions, organizadas sectorialmente: sindi-
cato de oficio o sindicato del ramo. 12
George Canning (1770-1827). Abogado y político británico, quien desempeñó como Ministro de Asun-
tos Exteriores de Gran Bretaña durante las Guerras Napoleónicas y luego en la "Europa de la Restaura-
ción" tras el Congreso de Viena. Fue Primer Ministro de Gran Bretaña.
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El Gobierno tuvo corta duración, y su fin se vio marcado por un verdadero
choque de trenes. Correspondía exponer al Parlamento el presupuesto de la
nación para el año siguiente. Disraeli se preparó concienzudamente, sin
embargo, no bastaría, al frente tenía a Gladstone, que tenía un conocimien-
to de la hacienda pública mucho más extenso que él y que había alcanzado
gran prestigio en su gestión en dicho ministerio durante el Gobierno de
Peel. Gladstone le infligió a su adversario, a quien consideraba la encarna-
ción misma de Mefistófeles13
, una aplastante derrota en lo que es recordado
como uno de los duelos más brillantes de la historia del Parlamento inglés.
La derrota del presupuesto de Disraeli involucró la caída del breve Go-
bierno conservador, asume un nuevo Ministerio Liberal a cargo de George
Hamilton-Gordon, barón de Abeerden, con Gladstone como Canciller del
Exchequer. Este nuevo Gobierno, en el que según lord Parlmeston, figura-
ban todos los “diputados inteligentes” salvo Disraeli, acabaría por involu-
crar a Inglaterra en la Guerra de Crimea, a la cual Disraeli se opondría con
vigor sin ser escuchado, cuestión que se haría común en los próximos diez
años.
Su relación con la Reina Victoria I
A diferencia de Gladstone, sumamente frío y poco dado a la adulación,
Benjamín Disraeli cultivaría una relación sumamente cercana con la
reina Victoria I, la cual se vería incrementada con la muerte de su esposa el
15 de diciembre de 1872 a raíz de un cáncer estomacal que arrastraba desde
1866.
13
Mefistófeles es un demonio del folclore alemán. Es comúnmente considerado como un subordinado de
Satanás encargado de capturar almas, o bien como un personaje tipo de Satanás mismo.
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La Reina Victoria I de Inglaterra
Si bien en un principio la Reina Victoria I se mostró distante e incluso dis-
gustada con la presencia de Disraeli, las relaciones entre ambos comenza-
ron a mejorar sustancialmente a partir de la muerte del príncipe Alberto14
.
En cierta ocasión Disraeli escribió en un periódico británico un artículo
alabando la figura del príncipe y se hizo partícipe del dolor de la Reina, ha-
ciéndolo extensivo a toda Gran Bretaña. La Reina, que sufrió duramente su
viudedad, se mostró sumamente complacida con los comentarios de Disrae-
li, más todavía cuando estos se incrementaron, al publicar la Reina los ar-
chivos y una suerte de biografía del príncipe años después. Nacería enton-
ces una gran amistad con la Reina. Ella lo llamaba cariñosamente Dizzy y
él respondía a su elogio con el poético calificativo de la Reina de las Ha-
das.
Los halagos no terminarían ahí. Disraeli, a la hora de tratar con la Reina,
con frecuencia se dirigía a ella diciéndole nosotros… los autores… demos-
trando así tratarla como un igual y no solo eso, la trató como una mujer,
cuestión en la que distaba mucho de su tradicional rival Gladstone. De más
14
Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, fue el esposo de la Reina Victoria I. Nació en Coburgo, Alemania.
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12
está decir que la Reina solía corresponder a esos halagos, otorgándole
siempre todos los honores a Disraeli, incluyendo el título nobiliario de con-
de de Beanconsfield. La Reina no solo tenía gran cariño por su Primer Mi-
nistro: lo admiraba y le consideraba su mejor consejero.
Algunos autores como Lytton Strachey y André Maurois, biógrafos de la
Reina y de Disraeli respectivamente, han insinuado que la relación trascen-
dió una mera relación de amistad: ambos mantenían largas charlas, pasea-
ban por los jardines de palacio y se intercambiaban continuamente flores.
La Reina le enviaba “vuestras flores preferidas de primavera”. Disraeli es-
cribió a la marquesa de Ely, dama de honor de la Reina: Me da mucha pena
el pensar que mis palabras o mis actos puedan desagradar a Su Majestad.
Amo a la Reina; acaso sea ella la única persona en el mundo a quien me
sea permitido amar. Ya puede comprender cuánto me inquieta cuando veo
entre nosotros la menor nube. Es acaso candidez por mi parte; pero mi co-
razón, por desgracia, no ha envejecido con mi cuerpo, y cuando está en-
ternecido me hallo tan abatido como hubiera podido estarlo hace 50 años.
La Reina mostraba particular interés en la salud de Disraeli, en especial en
sus últimos años. Cuando Disraeli sufrió el ataque que lo llevaría a la muer-
te, la Reina envió una sentida nota deseándole su recuperación. Disraeli,
muy débil, hizo que se la leyeran diciendo: esta carta debería serme leída
por lord Barrington, mi consejero privado.
Al momento de morir Disraeli, la Reina, que se encontraba en la Isla de
Wight, regresó de inmediato, desgraciadamente después de su funeral.
Acongojada, y según algunos, viuda por segunda vez, visitó su tumba y
ordenó que se erigiera un monumento con una placa en la que podía leerse
la siguiente inscripción: “A la querida y honrada memoria de Benjamín,
conde de Beaconsfield, está dedicado este monumento por su agradecida
soberana y amiga Victoria R.I.”. La firma incluye estas enigmáticas pala-
bras: “Los Reyes aman a quien habla con acierto” (Salmo XVI, 13). [Pro-
verbios XVI, 13: “Los labios justos complacen a los Reyes; éstos aman al
que habla con rectitud”. (Versículo completo)]. La Reina Victoria I eligió
este proverbio para mostrar su devoción hacia su siempre cercano Primer
Ministro, Benjamín Disraeli.
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Frases atribuidas a Benjamín Disraeli
- La vida es demasiado corta para ser pequeña.
- Prefiero la libertad de que gozamos al liberalismo que ellos prometen, y
prefiero los derechos de los ingleses a los derechos del hombre.
- Los grandes espíritus deben esperar el éxito de grandes variedades, de
grandes talentos y de nada más.
- Ser consciente de la propia ignorancia es un gran paso hacia el saber.
- Estoy preparado para lo peor, pero espero lo mejor.
- Lo mejor que podemos hacer por otro no es sólo compartir con él nues-
tras riquezas, sino mostrarle las suyas.
- No niego jamás ni contradigo jamás, y olvido algunas veces. (opinión de
Disraeli sobre la Reina)
- En la juventud todo parece grave, sin remedio; en la vejez se sabe que
todo se arregla mejor o peor.
- La magia del primer amor consiste en nuestra ignorancia de que pueda
tener fin.
- El secreto del éxito en la vida de un hombre está en prepararse para
aprovechar la ocasión cuando se presente.
- El mundo está lleno de estadistas a quienes la democracia ha degradado
convirtiéndoles en políticos.
- Nunca se disculpe por mostrar sentimientos. Al hacerlo se disculpa por la
verdad.
- Los experimentos en política significan revoluciones.
Bibliografía
MAUROIS, André. Disraeli.
Wikipedia