BernardPlossu
JuanManuelBonet
30 fotografías de
Bernard Plossu con
30 poemas de
Juan Manuel Bonet
6 de junio - 14 de julio de 2011
ga ler íajosé r . ortegam a d r i d • m m x i
ga ler íajosé r . ortega
Villanueva, 42. 28001 Madrid • Tel.: 91 [email protected] • www.galeriajrortega.com
comisario y diseño de la exposición: Fernando Castillo Cácerescoordinación técnica: José Ramón Ortega
© de las fotografías, Bernard Plossu© de los poemas, Juan Manuel Bonet
© de la presentación, Fernando Castillo Cáceres
tipógrafo: Alfonso Meléndez • impresión: 3digitalisbn: 978-84-615-0907-2 • depósito legal: m-24064-2011
impreso en españa • printed in spain
Í N D I C E
cuaderno de v i a j e , por Fernando Castillo . . . . . . . . . . . . . . . . 1 7
nord - sud , 30 poemas de Juan Manuel Bonet
terminus nord . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 6a deuses de tr ens . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 8poes ía del comerc io . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20v ermeer en montparnasse . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22ma pa de montsour is . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24el cr i a do de paul mor and . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26ár bol s imbol ista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28amber es . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30l i vr es . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32hotel de l a i nfanc i a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34r eloj func iona l ista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36a nochecer en l a costa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38souven ir 1 94 3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40e scuchando a lou is br auqu ier . . . . . . . . . . . . . . . 42s i empr e una f i e sta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44ga binetes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46en el mundo de sam ivel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48bloques . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50v entanas i luminadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52r ecuerdo de aquell a polon i a . . . . . . . . . . . . . . . . 54l a f el ic idad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56cam inante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58qu into imper io . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60murc i a de r amón gaya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62sur este . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64amas e sa hor a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66golondr ina en el a ir e . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68volv iendo de mataró . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70a rte de l a foto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72en c a sa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
CUADERNO DE VIAJE
fernando c ast i l lo
El origen estuvo en «Terminus Nord», o quizás, antes, enPolonia-Noche o en Praga, «la de los dedos de lluvia». Línea
clara en la oscuridad, neón modianesco en la fotografía de Bernard
Plossu que recoge Juan Manuel Bonet en su poema dedicado a esta
imagen, elegía a una Europa de la memoria. Un feliz encuentro de
fotografía y poesía, de arte y literatura, aparecido en la revista dubli-
nesa Boulevard Magenta, que reclamaba una prolongación. Así nos
lo pareció y la propuesta de una exposición conjunta de la obra del
fotógrafo y del poeta, encontró un eco entusiasta en los dos prota-
gonistas y en José R. Ortega, el galerista audaz que acogió la idea y
ha permitido su desarrollo y la publicación de este libro, a la vez
catálogo de la exposición.
La unanimidad ha logrado que en poco tiempo aparezca y se
muestre este Nord-Sud, afortunada coincidencia de fotografías y
poemas, surgido entre otras razones de una identidad de la mirada.
Si Plossu ha proclamado que «la fotografía habla de momentos
hechos de nada», Bonet se refiere a su poesía, en símil fotográfico,
diciendo que hay que «aprender del arte de la foto / que los instan-
tes no decisivos importan, / que una y otra vez las cosas se repiten
] 7 [
Sintítulo
geográficas, en este caso europeas, tienen una importancia esencial
en la reconstrucción de ambientes y realidades.
A lo largo de treinta poemas y de otras tantas fotos de Bernard
Plossu, en su mayoría reunidas en una maratoniana sesión en la galería
tarraconensede Chantal Grande–casi una orgía fotográfica en la que
coincidimos José R. Ortega, Juan Manuel Bonet y quien firma estas
líneas–, el poeta ha propuesto un viaje por una Europa diversa, que
es tan actual como pretérita, en el que recoge la di versi dad de Plossu
y las claves de su poesía. Es la de Bonet una propues ta que ofrece un
recorrido múltiple, a la medida del lector-espectador, de ahí la pre -
sencia de cierto simultaneísmo que per manece dentro del orden esta-
blecido–Nord-Sud–, tanto para la exposición como para este libro, y
que, geográficamente, lleva de Amberes a Reggio Emilia, de Níjar a
Lublin o de Lisboa a Marsella, sin olvidar el París natal del poeta,
espacio central de este nuevo territorio europeo, de recuerdo casi
carolingio, construido por Juan Manuel Bonet.
Hay en esta treintena de piezas, o sesenta, si se prefiere sepa-
rar fotografías y poemas, un recorrido por las que Bonet llama «las
Europas perdidas» que para nosotros comienza con ese neón pa ri-
sino de «Terminus Nord», que remite a viejos hoteles de estación
de ferrocarril y «arquitectura severa», y continúa con el tintinesco
Amberes, donde ese coche salido de El cetro de Ottokar es un retorno
al pasado que propicia un magnífico haikú por el que cruza, natu-
ralmente de forma fugaz, el mundo de Hergé. Luego se nos ocurre
«Livres», el letrero de Bruselas que explicita la presencia de la lite-
ratura en el fotógrafo y la importancia del libro y de su búsqueda
iguales». Hay en ambos una poética de lo cotidiano, una distancia
compartida de lo exótico y de lo excepcional –«un pormenor indi -
ca el todo», decía Azorín– que se refleja en la presencia de elemen-
tos comunes, de la memoria y de las atmósferas, en la disposición
a «aprender del arte de la foto / a escuchar las lecciones del río».
También ambos han reclamado la relación entre literatura y foto-
grafía, que ahora se unen, complementándose, en un recorrido en
el que se revela la condición de fotógrafo diversodeBernard Plossu
y de poeta viajero que tiene Juan Manuel Bonet, creador de terri-
torios de la memoria.
Nord-Sud, un cuaderno de viaje con el mismo título que la revista
de Pierre Reverdy, efímera tribuna del cubismo en 1917, e idéntico
nombre de la línea vertical de metro parisina que une dos puertas de
la ciudad –de la Chapelle y Vanves– y dos barrios artísticos de la
urbe –Montmartre y Montparnasse–, recorre lugares de una Europa
a la que ambos, fotógrafo y poeta, están vinculados personalmente
y de la que se reclaman pertenecientes. «Yo soy muy europeo», ha
dicho Bernard Plossu en alguna ocasión, insistiendo en algo que
aparece evidente a la vista de estas y otras muchas fotos, algunas
incluidas en libros de título tan ilustrativo como Europa. Igual sucede
con Juan Manuel Bonet, en cuyo poemario, que se muestra euro-
peo desde los títulos que lo forman –Café des exilés, Praga, Postales,
Polonia-Noche–, se puede recorrer los rincones del continente que
forman el paisaje de su memoria. Ahora, con este nuevo libro Nord-
Sud, confirma las características de su poesía, especialmente la exis-
tencia de un mundo personal en el que las referencias culturales y
] 9 [] 8 [
Entre las fotografías hay bodegones, unas naturalezas muertas
que remiten al Morandi que tanto aprecian Plossu y Bonet, como
ese escaparate italiano de cámaras de fotos, como la mesa de la muy
literaria Coupole, convertida por mor del mantel –«mínimo escena-
rio»– en un fragmento de Vermeer en pleno Montparnasse; el en -
cendedor-barco –paquebote de juguete– que le resulta a Bonet un
«pequeño talismán», o ese surrealista escaparate parisino –sí, verda-
dera «poesía del comercio»–, tan francés que de nuevo propone un
ejercicio de memoria para recuperar pequeños escenarios calleje-
ros que ya atrajeron a fotógrafos como Atget. Hay también máqui-
nas en forma de coches y de inverosímiles autobuses polacos, de
misteriosos ferrocarriles que se intuyenen lasvíasde una noche que
se adivina gélida como los parajes que atraviesan el Transiberiano o
el Orient Express que parecen esperar. Incluso, para completar géne-
ros y poéticas, hay un retrato, sutil, en segundo plano, como dice
Bonet, «que avanza misterioso, sigiloso», de quien bien pudo ser el
criado de Paul Morand, inmóvil a la espera del escritor viajero, sin
duda ausente, para servir la mesa en un comedor art-decó.
Hay en Nord-Sud algo de Blaise Cendrars, quien en su Hombre
fulminadodecía que si Marsella era la ciudad de las llegadas, Lisboa
era la de los adioses. Así parece confirmarlo la foto del viajero
nocturno que se dispone a subir en el tranvía lisboeta, abandonando
un Chiado que parece de Pessoa y fado, de espías y de refugiados,
o la magnífica del paquebote en el balcón marsellés –¿quizás el
espectro, mejorado y aumentado del pequeño buque salvador
botado por Varian Fry?–, que le sirve a Bonet para homenajear a
en el mundo del poeta, y el recuerdo de aquella Polonia nocturna
del «telón de acero», tan cinematográfico y literario, evocada magní-
ficamente por Juan Manuel Bonet con la referencia a ese «hosco
voivodato».
También hay en Nord-Sud imágenes de sencillez casi minima-
lista, salidasde Tintín en el Tíbet, como el paseante de las nieves tiro-
lesas que a Bonet le remite al dibujante francés Samivel y al mundo
alpino y que, como el polaco, le resulta tan familiar, y hay otras de
vigencia permanente como el caminante solitario de una melancó-
lica Coimbra nocturna «que se confunde con el muro, con la noche
del ‘pais da poesía’», o como el árbol de Vitré, que tan simbolista le
parece. Como esa senda misteriosa del Parc Montsouris, escondida
en pleno París, que le lleva a evocar un lugar hasta hace poco de igno-
radas referencias, o como el hotel de Cerbère con nombre de comic
de Edgar Pierre Jacobs, Belvedere du Rayon Vert, «venerable ruina
fronteriza» tan cercana al poeta, que parece dispuesto a albergar a
un Walter Benjamin que ya sabía su destino en Port Bou, o a la sinies-
tra Milicia de Vichy que cruza por Lacombe Lucien, la película que
reunió a Louis Malle y a Patrick Modiano. Un edificio situado «en
un rincón rosellonés ferroviario», atalaya en unas tierras por las que
han cruzado las huestes aragonesas hacia el laguedociano Muret
donde aguardaba el implacable routier Simón de Monfort, o las
columnas de exhaustos republicanos que, como Ramón Gaya o
Antonio Machado, huían de un Giménez Caballero que proclamaba,
entre ataques aéreos, que de nuevo había Pirineos. Sí, como dice
Bonet de su infancia, «tantos miedos, hace tanto».
] 11 [] 10 [
hasta geometría y vanguardia gracias a las imágenes, muy metafí-
sicas –«Anochecer en la costa» y «Reloj funcionalista»–, de Villa
Noailles, en Hyères, la casa de los vizcondes más modernos y entre-
gados al Arte Nuevo que financiaron L’Âge d’Or, la película apo -
teosis del surrealismo buñuelano escrita entre sus muros, que
escandalizó al París que luego sería «kollabo», y que atrajo a los
cines a unos furiosos Camelots du Roi ejerciendo de cruzados.
Son fotografías para mirar y viajar, y son poemas no ya para leer o
releer, sino para guardar y deleitarse con lo que nos descubre de las
imágenes que los inspiran. Es una mirada doble, literaria y ar-
tística, artística y literaria, dedicada a territorios
comunes que se complementan, recorrien-
do una personal y eterna Europa.
Eso sí, en sentido Nord-Sud.
uno de sus poetas, Louis Brauquier. Es una foto que a Plossu y a
Bonet les recuer da unAlbert Marquet, aunque también podía llevar
a Matisse o a nuestro González de la Serna, tan dado a ventanas y
veladores sobre el Midi francés. Un Mediodíaque estámuy cercano
al fotógrafo y al poeta, al igual que el más meridional Sur de España,
que son otras de las etapasde esta baedeker europea: Níjar, casi tras-
mutado en Nuevo México, o Murcia –«fina y polvorienta»–, donde
Bonet convoca el recuerdo de su amigo Ramón Gaya, escondido
tras esa palmera, tan pictórica.
Y también hay Naturaleza enNord-Sud. En las fotografías y en
los poemas hay nieve, palmeras, montañas y pitas; golondrinas an -
daluzas y pájaros en bandada que se intuye huyen despavoridos de
algún peligro, y árboles, árboles de parque y de calle, árboles urba-
nos que se obstinan en negar a la ciudad en el corazón de la urbe,
árboles nocturnos de un Lublin de resonancias bélicas que convo-
can a rusos, polacos y alemanes. Pero sobre todo hay ciudades, esos
lugares que definen a la vieja Europa, desde el Septentrión al Me -
diodía. Hay ciudades de la Mitteleuropa, con aire weimariano y
de Alexanderplatz, las hay que permiten al poeta recordar –«Souve-
nir 1943»– el mundo agobiante del guetto marsellés, de las redadas
y los Vel d’Hiv, las hay atlánticas y mediterráneas, continentales y
marinas. Hay ciudades que casi no lo son; hay parques y hay algún
suburbio –alguno descubierto «Volviendo de Mataró», como en
una canción de Serrat–, con vías de tren y verbena, que es lo que
define al arrabal, el lugar equívoco de población confusa, donde
se encuentran lo irreconciliable: urbe y Naturaleza. Por haber, hay
] 13 [] 12 [
viñ
eta deFernandoCastilloCáceres
terminus nord
NORTEnegro, arquitectura severa,
fachadas solemnes y tras ellas sólo
la vida gris, los oficios, la magia
también, oculta tras ese decorado,
del eterno ritual del amor furtivo,
de los amantes entre trenes,
salones de los pasos perdidos,
canciones de hace décadas,
letras de óxido de la melancolía,
letras parpadeando en el corazón
de la noche de París. Fotografía
Plossu, en Terminus Nord, las remotas
nostalgias, todas las Europas perdidas
que atrapadas quedan en esas letras.
] 16 [
adeuses de tr ens *
DESDE la infancia permanece
la fascinación por los trenes.
Entre sirenas y semáforos,
marchar a las fronteras últimas:
Varsovia escondida entre líneas.
* Ribeiro Couto
] 18 [
poes ía del comerc io
PASAJE del comercio, poesía
antañona del objeto, del lado
del Palais Royal, ya dicho por ti
en uno de tus poemas antiguos
que prefieres. Pasaje surreal,
reino de la mercancía y su magia,
parábola óptica, laberinto.
] 20 [
vermeer en montparnasse
ELorden en medio del bullicio
de la noche eléctrica y caótica:
este mantel, mínimo escenario
que te lleva hacia blancas quietudes,
hondos silencios, y más al Norte.
] 22 [
mapa de montsour is
SÓLOunos días antes dijiste: «esta foto».
Sin saber dónde había sido tomada, y
sin sospechar que pronto los recorreríais,
tan callando, esos blancos senderos,
los mismos que el joven licenciado español,
sesenta años antes, el corazón en vilo.
] 24 [
el cr i a do de paul mor and
AVANZAmisterioso, sigiloso,
en la agobiante oscuridad dorada
habitual en esta clase de sitios.
Es sólo un camarero, y en un chino
–oros tan demóticos, de ficción–
de barrio de París, y sin embargo
para ti siempre será, con su rostro
invisible, el raudo criado chino
que nunca jamás tuvo Paul Morand.
] 26 [
ár bol s imbol ista
TRANSPARENCIA del mundo,
encaje de las ramas
sobre el cielo atlántico.
Revoloteo de pájaros
en el aire tan francés
de Vitré, donde no estuve,
pero donde estuve,
gracias a este árbol.
] 28 [
amber es
UNAvez más en el país de Tintín,
y ese coche avanzando oscuro
por la gris avenida del pasado.
] 30 [
l i vr es
PARQUEescueto con cuervos negros.
Pasajes en que suena el paso
del buscador de libros. Calle
en cuesta y en ella una placa:
La jeunesse blanche… Blanquísima
Bruselas invernal, con tantas
grandes letras medio borradas:
fábrica de instrumentos de óptica,
bistrot, tienda de partituras,
Soldatenkino… Pavoroso el
Palais de Justice en la niebla,
y que más que nunca hoy te espanta.
] 32 [
hotel de l a i nfanc i a
TEdaba miedo la proa de ese hotel
del Rayon Vert, de esa venerable ruina
fronteriza, de ese esqueleto o fantasma
de edificio, en un rincón rosellonés
ferroviario que es parte de tu infancia,
cuando también te daban miedo, de vuelta a
Perpignan, un raro chalet, y la fábrica
de pólvora. Tantos miedos, hace tanto.
] 34 [
r eloj func iona l ista
RELOJ, mide sólo las horas
de una Europa libre, feliz.
] 36 [
anochecer en l a costa
LAnoche en calma guía el rumorde los aviones hacia la pista
balizada. El agua pugna con
la conversación a media voz
y el brillo de las copas. La brisa
revuelve variopintas banderas,
los manjares están a la altura,
y las amigas cigarras tejen
su música de fondo monótona.
El mundo está, por hoy, bien hecho.
] 38 [
souven ir 1 94 3
PUEDEque sean sólo souvenirs felices
los que, bajo las persianas a cal y canto
cerradas, pregona el letrero desteñido.
Y sin embargo hay algo trágico en el aire,
otros recuerdos, la memoria tan presente
de la infamia, la feroz destrucción del Panier
y esa instantánea, tomada por uno de ellos
el veintidós de enero del cuarenta y tres:
la barbarie en acción a la luz de los focos.
] 40 [
escuchando a lou is br auqu ier
SUvoz temblorosa en la película
leyendo sus versos inspirados
en Colombo, esos versos que parten
de un cuadro propio, y tan, tan modesto.
Su vida: los grandes paquebotes
en la ventana, el mar exactísimo,
la nieve cayendo sobre Shanghai,
la colonia final en Colombo.
Palabras sencillas: qué bien dicen
su destino errante, su universo
pequeño, y que permanece y crece.
] 42 [
s i empr e una f i e sta
(como en Le Grand Meaulnes)
SIEMPREuna fiesta a lo lejos, su misterio.
Ruedas giraban en la noche de neón,
de fritangas y músicas, y al compás
muchachas bailando. El adolescente
entonces tan solitario y tan sin aire
de cada fugitiva se prendaba.
] 44 [
gabinetes
GABINETES entrevistos, el mundo
como amplia colección de esos instantes
que se encadenan, blancas mariposas
cuyas alas arden en noches largas
de verano. Gabinetes: lugares
en que el pasado remoto se ordena
en vitrinas y estanterías altas:
el reloj y la última estrella de mar,
la pampa al galope, la ancha marisma,
el Muller-Thurgau y los Hagenauer,
la selva, la tundra, el cosmos, Italia…
] 46 [
en el mundo de sam ivel
Para Miguel
Olapureza, el esfuerzo, el caminar
entre la gran nieve, la soledad en lo
más alto, la belleza extrema del mundo,
la enorme extensión de la pura belleza,
la blancura y el silencio y el vacío,
la honda desesperación, la esperanza…
] 48 [
bloques
LAdesoladora belleza de esos bloquesen la noche, la tristeza de un tiempo
que sólo redime la felicidad que era
nuestro pan de cada día. La belleza
por siempre de tu rostro mordiendo
aquella manzana en Plac Trzech Krzyzy.
] 50 [
ventanas i luminadas
SIEMPRE esta dulce hora de las ventanas
iluminadas es hora simbolista.
La hora en que este viajero sueña vidas,
otras vidas que merecen ser vividas.
Lublin la provincia-noche del poeta,
Lublin la frontera-fortaleza donde
en una oscura librería de viejo
nos esperaba, por fin, el Barnabooth
polaco que yo buscaba para ti,
y que ahora asocio a esta penúltima luz.
] 52 [
r ecuerdo de aquell a polon i a
PROVINCIA, glaciación fuera del tiempo:
te imaginas en este autobús-góndola
recostado en asiento a contramarcha,
en un viejo universo en blanco y negro,
navegando hacia qué hosco voivodato.
] 54 [
l a f el ic idad
LAfelicidad puede ser esa imagen,que se te quedó tan nítidamente
grabada, de un tranvía lisboeta
contratado por unos jóvenes,
como tú fuiste joven en Lisboa.
A toda máquina por las cuestas
en la clara mañana oceánica,
un tranvía convertido en lugar
donde van sirviendo copas
y desde el cual contemplar
la vida, las obligaciones
de los demás, el mundo absurdo.
La felicidad puede ser esa imagen.
] 56 [
caminante
CAMINANTEque se confunde
con el muro, con la noche
del «país da poesia».
Caminante que eres también
tú, atravesando el muro.
] 58 [
qu into imper io
MELANCOLÍA lusa, gravedad
en el aire vertical y metálico.
Campanas en la mañana portuense.
Caminar y caminar. Dar con largas
escaleras donde el viento soplando
da la vuelta. Altos miradores desde
donde atalayar un día el retorno
de los galeones y su Monarca.
] 60 [
murci a de r amón gaya
SIEMPREpiensas en él en esta tierra:
huertos, palmeras, balsas, escondidos
valles con norias, y siempre el perfil
y el azul de esas montañas al fondo.
Largas tardes ocres tras los visillos,
Cántico y el reloj catedralicio
siempre al final de una calle muy estrecha
que es como un largo pasillo en penumbra.
] 62 [
sur este
DEun Sur tan blanco de sombras leves, y
nubes indalianas que cruzan ligeras
por el cielo impecablemente azul,
como ligero el ánimo del que pasa,
que se recuerda antaño por estas tierras,
memoria profunda, casi en otra vida.
] 64 [
amas e sa hor a
AMASesa hora «entre chien et loup»
y ese encenderse de los caseríos
en el campo, allá en el Sureste pobre.
Llegan ruidos lejanos de peleas
infantiles, de perros enredándose
y una motocicleta que no arranca,
de chicas riendo, y ese sol último
haciendo brillar el mar, las chumberas:
todo allá lejos y hace mucho tiempo,
pero todo vivo, como si hoy.
] 66 [
golondr ina en el a ir e
GOLONDRINA en el aire, como puntos
suspensivos, cablegrafía del alma
en el ancho azul de la tarde andaluza.
Y el recuerdo de tantas cruzando finas,
en orlas y en suspiros del Ochocientos
y en este cobrizo papel de aleluyas:
«la golondrina ligera / del verano
es mensajera». Golondrina en el aire.
] 68 [
volv iendo de mataró
VUELVES de la ciudad de las altas murallas,
de las tapias, de las chimeneas esbeltas,
del primer tren, del rojo de un ancla colgada
en una esquina, donde ni sabes lo que
anuncia. Melancolía del amanecer
tan catalán y menestral, casi sin nubes.
Van desfilando «dolços indrets», campanarios
de hierro, pinos romanos, cipreses, viejas
factorías y bloques inhumanos, neutras naves,
puro arrabal coronado por nieblas leves.
] 70 [
arte de l a foto
Para Pablo
ALpaso el rostro entrevisto,
el escaparate en sombras,
la barcaza remontando
el río de la memoria,
el patio y el coche de otra era.
Al paso el rumor del viento,
el vuelo de la mirada
por la pared desconchada,
la soledad entre muchos,
los cuadros en el museo
convertidos en espejo.
Al paso la paz, la guerra.
Al paso el mundo, la nada.
] 72 [
en c asa
ENcasa navega firme
este mechero-barco,
pequeño talismán
hermano de cierto broche
vienés. Mechero-barco
en el cual esconderse
los amantes eternos.
] 74 [
L I S T A D E O B R A S
1. París, 1992 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 7
2. París, 1985 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
3. París, 1986 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 1
4. París, 1970 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
5. París, 1989 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
6. París, 1973 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
7. Vitré, 1990 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
8. Amberes, 1992 . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1
9. Bruselas, 1992 . . . . . . . . . . . . . . . . 33
10. Cerbère, 1975 . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
1 1. Villa Noailles, Hyères, 1996 . . . . . . . . . 37
12. Villa Noailles, Hyères, 2000 . . . . . . . . . 39
13. Marsella, 1993 . . . . . . . . . . . . . . . . 4 1
14. Marsella, 1975 . . . . . . . . . . . . . . . . 43
15. Marsella, 1996 . . . . . . . . . . . . . . . . 45
16. Florencia, 1996 . . . . . . . . . . . . . . . . 47
17. Tirol, 1994 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
18. Polonia, 1992 . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 1
19. Lublin, 1992 . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
20. Polonia, 1992 . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
21. Lisboa, 1987 . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
22. Coimbra, 1987 . . . . . . . . . . . . . . . . 59
23. Porto, 1998 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 1
24. Murcia, 1987 . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
25. Isleta del Moro, 1989 . . . . . . . . . . . . . 65
26. Cabo de Gata, 1997 . . . . . . . . . . . . . . 67
27. Níjar, 2003 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
28. Cataluña, 2002 . . . . . . . . . . . . . . . . 7 1
29. Reggio-Emilia, 2007 . . . . . . . . . . . . . 73
30. Madrid, 2002 . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
este l ibrose terminó de componerun 2 2 de mayo de 20 1 1
Bernard Plossu nace en 1945, el mismo año en que finaliza la II GuerraMundial, en Dalat, en el sur de un Vietnam que había vuelto de la ocupación ja -ponesa a su condición de dominio francés, aunque efímeramente. ¶ Tras sullegada a Francia a los 13 años realiza con su padre un viaje al Sáhara con unacámara Brownie Flash regalada para la ocasión, que supone su descubrimientode la fotografía y de la Naturaleza como uno de los temas esenciales de su poéticageográfica. Muy interesado por el cine, es un asiduo de la Filmoteca en el Parísde la Nouvelle Vague de principios de los sesenta. En 1965 se traslada a México,donde realiza las fotografías para el primero de sus libros, Le Voyage Mexicain.Desde entonces se suceden los viajes, especialmente por África y Estados Unidos,y en 1978 se instala en Nuevo Méxi co, siguiendo luego los desiertos y el Medi-terráneo español, concretamente por Almería –tierra materna de su mujer, latambién fotógrafa Françoise Núñez–, donde vive desde 1989 hasta su regre -so, unos años más tarde, al sur de Francia. ¶ Mediante el empleo en ocasionesde cámaras muy simples –«de juguete», diría él–, como la Instamatic, muestrauna visión de la fotografía que le aproxima al mo vimiento beat y al ecologis mo,sin abandonar los referentes literarios, que tienen en lo cotidiano, en los mo - mentos hechos de nada –como dice Juan Manuel Bonet–, el motivo esencial. ¶Ha publicado numerosos libros y ha expuesto en los principales museos, comoel Centro Georges Pompidou (1988), la Fo tohof Gallery de Austria (1994) o elInstituto Valenciano de Arte Moderno (1997). Entre otros premios ha sido galar-dona do con el Premio de la Crítica (París, 1977) y el Premio Atonal de Fotogra -fía de Francia (1988). Asimismo es un entregado tintinófilo, cuyo ambiente «líneaclara» ha recogido en muchas de su fotografías. fernando castillo cáceres
GaleríaJOSÉ R. ORTEGA