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en el centro de su voluntad
www.acercatealavida.com.ar
Domingo 21 de Agosto de 2011
60:4
el boletín nº69
en el centro de su voluntad
www.acercatealavida.com.ar
Domingo 18 de Septiembre de 2011
PAGINA CENTRAL
pacto por SERGIO PENIZZOTTO
santificados para el
MARTES 20/9
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JAIME155287254 pacto
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que estamos iniciandoen lo social
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CONSALSA
santificados para el pactopagina central
por SERGIO PENIZZOTTO
Cuando hablamos de Pacto con Dios, surge
algo indiscutible, la garantía de que una de
las partes dará inexorable cumplimiento.
Él ha manifestado su voluntad que es
“agradable y perfecta” (Romanos 12:2); Él
nos invita a participar del Nuevo Pacto.
Dios no cambia, ya asumió el
cumplimiento de Su parte. Su Pacto es
Eterno, y aunque nosotros le fallemos, Él
permanece siempre Fiel (2 Timoteo 2:13).
Por eso, somos nosotros los que
aceptamos la invitación, adherimos, nos
hacemos parte del Nuevo Pacto en Cristo.
Si entendemos que esta adhesión al Pacto
es un proceso, es claro que paso a paso se
irán demandando más cosas de nuestra
parte. Hasta ahora, en los dos mensajes
presentados acerca de este tema, hemos
definido el concepto de pacto, explicando
por un lado esta idea de proceso antes
mencionada, y también su propósito para
la manifestación del Reino de Dios. La
propuesta para los domingos por delante
tendrá que ver con la presentación de
distintas áreas de nuestra vida en las que
deberemos ser procesados para este Pacto
con Dios.
Antes de meternos en las cuestiones que
tienen que ver con nuestro entorno
(familia, recursos, iglesia, comunidad), es
menester mirarnos a nosotros mismos,
hacia adentro, y surge aquí una palabra
clave: Santidad. Pero debo confesarme
antes de continuar; desde que escribí la
primera frase de este mensaje hasta aquí
han pasado muchas horas, y sobre todo
una gran lucha en mi interior, que
comenzó con una fuerte inquietud en mi
espíritu, y en el proceso me llevó al
quebrantamiento, porque no podía seguir
escribiendo sin antes ser confrontado por
esta misma Palabra.
La Santidad es un tema central en la Biblia,
porque es central en el Pacto. En Levítico,
el libro especialista del tema, Dios le dice a
Moisés: “Habla a toda la congregación de
los hijos de Israel y diles: ´Santos seréis,
porque santo soy yo, Jehová, vuestro
Dios´.” (Lev. 19:2). No existe forma alguna
diferente para vincularse con Dios que el
buscar la santidad. El Señor demanda de
nosotros ser santos; es una condición.
Cuando hablamos de la definición de
pacto, dijimos que uno de los elementos
de este tratado es “una obediencia a
cumplir”. La santidad no es una opción.
Y el Nuevo Pacto ratifica esta demanda.
Pedro recuerda las palabras de Dios a
Moisés cuando nos dice: “… así como
aquel que os llamó es santo, sed también
vosotros santos en toda vuestra manera de
vivir, porque escrito está: ´Sed santos,
porque yo soy santo´.” (1 Pedro 1:15-16).
También el autor de la carta a los Hebreos,
llama a seguir la santidad, sin la cual nadie
verá a Dios (Hebreos 12:14). Y podemos
encontrar infinidad de llamados a la
santidad en todo el Nuevo Testamento,
como lo hace también Pablo a los Corintios
(2 Co 7:1) y a los Tesalonicenses (1 Tes
3:13).
No podemos desconocer que esta
demanda no es de liviano y fácil
cumplimiento. La Biblia nos relata
permanentemente las luchas de los
llamados por Dios en torno a la santidad.
No hubo persona que Él haya usado para
sus propósitos que no haya atravesado por
el proceso de la santificación. Tenemos
innumerables ejemplos, y yo solo quiero
repasar algunos.
Génesis 39:8-9: “Pero él no quiso, y dijo a
la mujer de su amo: ´Mi señor no se
preocupa conmigo de lo que hay en casa, y
ha puesto en mis manos todo lo que
tiene. No hay otro mayor que yo en esta
casa, y ninguna cosa me ha reservado sino
a ti, por cuanto tú eres su mujer. ¿Cómo,
pues, haría yo este gran mal, y pecaría
contra Dios?´.”
Esta es la historia de José, ese joven que
soñó lo que Dios haría con él, y lo sucedido
en su vida luego pareció indicar que todo
iría en contra de lo que el Señor le habló.
Habiendo sido hombre libre, a la casa de
Potifar había llegado como esclavo, pero
tenía claridad en que traicionar la
confianza de su amo era quebrar su
santidad.
Job 2:9-10: “Entonces le dijo su mujer:
´¿Aún te mantienes en tu integridad?
¡Maldice a Dios y muérete!́ Él le dijo:
´Como suele hablar cualquier mujer
insensata, así has hablado. ¿Pues qué?
¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo
recibiremos?´. En todo esto no pecó Job
con sus labios.”
Con todos los sufrimientos que Job estaba
padeciendo, nadie hubiera juzgado que él
siguiera el consejo de su mujer; y sabemos
que el objetivo de Satanás era quebrarlo.
Pero este hombre temeroso de Dios,
soportó toda su amargura en santidad.
Mateo 4:8-10: “Otra vez lo llevó el diablo a
un monte muy alto y le mostró todos los
reinos del mundo y la gloria de ellos, y le
dijo: ´Todo esto te daré, si postrado me
adoras´. Entonces Jesús le dijo: ´Vete,
Satanás, porque escrito está: "Al Señor tu
Dios adorarás y solo a él servirás"´.”
Solo quiero en este caso que puedas
observar las motivaciones de Jesús en su
respuesta. Satanás le estaba ofreciendo los
reinos del mundo y su gloria. La respuesta
más lógica que el Señor podría haberle
dado era que todo eso el Padre ya se lo
había entregado. Sin embargo, no había
avaricia en su corazón, y no era el poder lo
que motivaba su decisión de no ceder a la
propuesta del enemigo. Aun cuando Dios
no le hubiera prometido ningún reino,
Jesús no accedería porque el único
merecedor de su adoración y servicio era
el Señor su Dios.
Al iniciar esta travesía de ser procesados
por Dios para el Pacto de participar en la
manifestación de Su Reino, quiero
invitarte a que juntos podamos evaluar
nuestra vida frente al espejo de la
santidad.
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