Date post: | 02-Jul-2015 |
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BruselasLa capital de la Unión Europea es una ciudad moderna
y cosmopolita, bilingüe, donde los edificios institucionales y de oficinas, los hoteles de lujo y las
actividades políticas y diplomáticas tienen gran importancia, lo que lleva a que gran parte de la
población sea de origen extranjero. No obstante, su casco antiguo conserva todo el encanto medieval de
sus iglesias y gremios de artesanos.
Fundada en 979, su vocación cosmopolita la convirtió en sede del parlamento europeo y de la OTAN. Además aquí se asientan otros mil organismos internacionales. Ostenta el tercer puesto por el
número de congresos internacionales que acoge y es el séptimo mercado financiero del mundo. Todo ello
hace que sea muy difícil sentirse extranjero en Bruselas. Un vistazo a su cartelera lo confirma.
Junto a los estrenos en francés, neerlandés, inglés y alemán menudean los cines que proyectan películas
en holandés y danés.
La historia de Bruselas se remonta a más de mil años. Esta ciudad está situada en un cruce de caminos
principal de Europa Occidental y por lo tanto, es un punto de tránsito importantísimo entre varios países
europeos. En esta ciudad, las culturas latinas y germánicas se combinan. Los bruselenses, gente
encantadora y hospitalaria con el corazón abierto y un particular sentido del humor.
Situada en el corazón del Estado Federal, Bruselas es ante todo la capital del reino. La plaza Real parece minúscula con su estatua ecuestre de Godofredo de
Bouillon triunfante; sin duda para incitarme a explorar las joyas que la rodean. Dejando atrás los
Reales Museos de Arte Moderno y de Arte Antiguo se llega al Parque de Bruselas, atravesado por
agradables senderos perfectamente simétricos, como queriendo establecer una conexión entre los elegidos
del pueblo ( el Parlamento) y la monarquía ( el Palacio) .
Bruselas es una ciudad cosmopolita y moderna. No obstante, esta ciudad permanece orgullosa de su
pasado. Ofrece todas las ventajas de una capital y a la vez mantiene su propio carácter individual y su
encanto. La ciudad ofrece un mosaico rico de influencias históricas, incluyendo borgoñonas,
españolas, francesas, austriacas y holandesas, así como la creatividad de sus propios ciudadanos.
Bruselas se caracteriza por una mezcla rica de estilos arquitectónicos, Romano, Gótico, Art Nouveau.
Incluso un paseo ocasional por Bruselas permite al visitante descubrir el hallazgo del tesoro
arquitectónico ofrecido por las fachadas de sus casas. Las distintas caras de Bruselas se ven reflejadas en los cuatro barrios imprescindibles. En primer lugar la Ciudad Baja, desde el Manneken Pis pasando por
la Plaza Mayor hasta el Jardìn Botánico.
En la Ciudad Baja los edificios datan de finales del siglo XIX y principios del XX. lugar Por otro lado, la zona del Atomium como monumento dominador, además del Bruparck y el estadio de Heizel que da nombre a
este segmento. En tercer lugar se encontraría el Barrio Real con los parlamentos nacional y
flamenco, el Palacio Real o los museos de Bellas Artes y Moderno como elementos más significativos.
En el norte de la ciudad se encuentra el Heizel con el Atomio y Bruparck. Y justo fuera del centro están el Parque del Cincuentenario y el Barrio Europeo. Sin embargo, para un 80 % de los 950,000 habitantes de Bruselas, el francés es su lengua principal. Además, muchos Belgas se entienden y se hablan en inglés. E l
corazón de Bruselas se recoge en un pentágono de vías rápidas, más o menos coincidentes con las
antiguas murallas de la ciudad. En su centro está la Grand Place, una de las más bellas del mundo.
Bordado hecho piedra, dicen los belgas.
Todos sus edificios son históricos. Contemplarlos desde cualquiera de sus caberdouches o típicos cafés es
ejercicio obligado. Muy cerca está el Manneken Pis, símbolo de la ciudad. Su vocación cosmopolita hace
que se acomode a los gustos e intenciones más dispares. Puede realizarse un recorrido por sus
edificios modernistas más emblemáticos, presididos por la inexcusable Horta House, de la calle
Americana. O se puede elegir la ruta del cómic, no en vano Bruselas se autoproclama capital mundial del
cómic.
El punto de partida de este paseo no puede ser otro que el Centre Belge de la Bande Dessinée. E l centro de la zona histórica es la Grand Place, Patrimonio de la
Humanidad por la UNESCO, flanqueada de pintorescos edificios construidos en el barroco del norte de Europa en el siglo XVII como residencia
para enriquecidos burgueses. Entre éstos destaca el Ayuntamiento, considerado como uno de los edificios
más bellos de Europa.
De esta plaza, especialmente bella bajo la iluminación nocturna, surgen multitud de callejuelas con
nombres de antiguas actividades comerciales que muestran claramente sus orígenes medievales. En una de estas callejuelas encontramos el famoso Manneken Pis, una pequeña estatua de un niño
orinando en una pequeña fuente que se ha convertido en el más famoso y reconocible símbolo de la ciudad. Esta simpática figurilla posee más de
500 trajes con los que se engalana en muchas ocasiones.
Una de estas callejuelas medievales conduce a la catedral gótica de San Miguel, construida a partir del
siglo XIII y que alberga preciosas vidrieras. Otras plazas destacadas son la neoclásica Place Royale, donde se encuentra el Palacio Real, y la de Grand
Sablon, elegante punto de encuentro con multitud de restaurantes y cafeterías que los sábados y domingos por la mañana acoge un mercadillo de antigüedades
donde se pueden encontrar gangas.
Pero Bruselas no sólo es Edad Media. Entre los siglos XIX y XX la ciudad se llenó de edificios y casas construidas en el hermoso, elegante y altamente
decorativo modernismo. Destacan las diseñadas por Víctor Horta -cuyo museo, ubicado en su casa, es un
perfecto compendio del arte nouveau, con bellos muebles, lámparas y techos-, la casa Hallet y los
hoteles Solvay y van Etvelde. E l homenaje al átomo y al progreso científico, la famosa estructura de
hierro del Atomium es, con permiso del Manneken Pis, uno de los símbolos de Bruselas.
El Atomium, por su parte, puede considerarse junto con el Palacio de Justicia, la
excentricidad belga, con sus 9 átomos aumentados nada menos que 150 billones de veces, sus 102 metros de altura y sus 2.400
toneladas de peso. Construido con motivo de la Exposición Universal de 1958, fueron
necesarios 15.000 trabajadores durante tres años para finalizar el monumento.
La entrada al Atomium no es barata pero siempre merece la pena adentrarse en este monumento, subir ( en ascensor) hasta el átomo más elevado y disfrutar de unas
magníficas vistas de la ciudad. La comodidad es total ya que el descenso se efectúa mediante escaleras mecánicas y, a menudo, algunos de
los átomos se convierten en salas de exposición.
En muchas ciudades del mundo se le rinde culto, aunque ninguna puede rivalizar con la pasión que
siente la capital de los belgas por esta bebida. Bélgica es el único país en el mundo donde se puede estudiar de forma específica el arte de servir una cerveza. Los
propietarios de las grandes brasseries tienen que pasar por el Office Belge de l'Art de Servir la Bière, donde se enseña meticulosamente cómo tratar cada una de las decenas de variedades que se producen en
este pequeño país europeo.
D e todos los colores: blanca, roja flamenca, morena añeja, ámbar , rubia dorada, roja
cereza, naranja dulce. E n B ruselas se pueden probar cervezas de todos los
colores. Cada una tiene un sabor distinto y se suele beber en un tipo de vaso o copa
di ferente. También hay que distinguir las de alambique lambic, las de las abadías, las que sol ían hacer los trapenses, las de fermentación alta, baja o espontánea. E n
la cervecer ía M oeder lambic ( rue de Savoie, 68) ofrecen más de mil
marcas distintas.
Cualquier recorrido turístico por Bruselas tiene que comenzar obligatoriamente en la Grand-Place, más aun si se trata de una ruta cervecera. Entre los 20 museos dedicados a esta bebida nacional, el más
importante y entrañable está en el número 10 de esta joya urbanística, detrás de la noble fachada de la
Casa Gulden Boom. Allí tiene su sede, desde tiempo inmemorial, la Confédération des Brasseries de
Belgique, que mantiene un curioso museo dedicado a la cervoise, que es el nombre tradicional que tenía en
la Edad Media.
Allí, mientras se saborea una cerveza, de la que no se dice el nombre, se viaja en el tiempo desde una
fábrica al estilo del siglo XVII, regida por monjes, a una ultramoderna, donde se puede contemplar cómo se elabora hoy. Antes de dirigirse a los otros museos
como el Musée Schaerbeekois de la Bière ( Av. L. Bertrand, 33) hay que explorar las distintas
brasseries de la recién renovada Grand-Place, ayudados por el espíritu de St. Arnould, patrón
de los cerveceros.
Muy cerca de allí, atravesando la elegante galería comercial de Saint Hubert, de 1847, se
llega a la rue Montagne aux Herbes Potagères, en cuyo número 7 se encuentra La
Mort Subite. Un lugar legendario con muchísimo ambiente, cantado por Jacques
Brel, donde se rinde culto a la peculiar gueuze, un tipo de cerveza que cuenta con su
propio museo en la Brasserie Cantillon.
Desde allí, y siguiendo el itinerario que precisamente propone la Fundación Jacques Brel que tiene su sede a dos pasos, en la Place de la Vielle Halle aux Blés, se
pueden descubrir otras brasseries o estaminets ( la diferencia es más simbólica que real) vinculadas a la
música. La más especializa en música francesa es Goupil le Fol, que se encuentra en la rue de la
Violette, 22. Quien busque un ambiente más rockero, donde codearse con un público mayoritariamente joven y poder encontrar litronas, debe acudir a Le
Corbeau, en la rue Saint-Michel, 18-20.
Del «art nouveau» al surrealismo: Bruselas tiene posiblemente el mayor número de edificios art
nouveau de toda Europa, al haber sido la cuna de este movimiento. Uno de los más emblemáticos es el que alberga la cervecería Le Falstaff, en rue Henri Mauss,17. Abierta al público desde 1903, mantiene
un estilo decadente y señorial. Allí se puede pedir por ejemplo una cerveza kriek, que tiene su propio
museo en la Brasserie Belle-Vue.
Después de visitar el Museo de Arte Moderno, donde se conserva la mayor colección de obras de los
surrealistas belgas como Paul Delvaux o Magritte, no queda más remedio que conocer el cuartel general de estos artistas en los años 20. La Fleur en Papier Doré está en la rue des Alexiens, y en su interior nada ha
cambiado desde aquellos tiempos. Todavía más populares son Rodenbach, Liefmans, Palm o De
Koninck. E l recorrido puede terminar en el Museo Brueghel.
Bruselas es, ante todo, surrealista. A través del “ zwanze” , su particular forma de humor popular. En
las extravagancias del Atomium o del Palacio de Justicia. En toda su belleza, que no se descubre sino poco a poco. Me dejo llevar por las arterias de esta Bruselas extraña donde se establecieron numerosos artistas de los años 20. Se deja paso a lo insólito con
motivo de la gran retrospectiva consagrada en 1999 a James Ensor.
Al dirigirte al centro de la ciudad, dejando atrás el parque del “Cinquantenaire” ( Cincuentenario) ,
descubrirás el busto de Robert Schuman, uno de los fundadores de Europa. Más allá, la renovación del Berlaymont manifiesta con fuerza la implantación de la sede de la Comisión Europea en este centro. Al bajar, en dirección al parque Léopold y a la estación
de Luxembourg ( Luxemburgo) , verás los nuevos edificios del Parlamento Europeo, “ la casa de cristal
en la que se construye Europa” .
Bruselas siempre ha mostrado un carácter europeo e internacional. En la explanada del Heysel, el gran recinto del palacio de exposiciones y el Atomium
evocan las exposiciones universales de 1897 y 1958. Al pie del Atomium, “Mini-Europe” presenta en miniatura el patrimonio europeo a través de un
recorrido entre sus más hermosos monumentos y de una exposición interactiva sobre
la Unión Europea.
Situada en el corazón del Estado Federal, Bruselas es ante todo la capital del reino. La plaza Real parece minúscula con su estatua ecuestre de Godofredo de
Bouillon triunfante; sin duda para incitarme a explorar las joyas que la rodean. Dejando atrás los
Reales Museos de Arte Moderno y de Arte Antiguo se llega al Parque de Bruselas, atravesado por
agradables senderos perfectamente simétricos, como queriendo establecer una conexión entre los elegidos
del pueblo ( el Parlamento) y la monarquía ( el Palacio) .
Llama la atención una de las fachadas del Palacio, sobre la que destaca un bajorrelieve que representa a Bélgica, sujetando en una mano la bandera nacional y en la otra un medallón con la efigie de Leopoldo II, el “Rey constructor” . E l otro Palacio, el de Laeken, es la residencia de los soberanos desde 1830. En un
día de primavera, recorrer sus sendas hasta internarse en los invernaderos del Parque Real, con
una hectárea y media. Sin lugar a dudas se encuentra aquí una de las más bellas colecciones de
naranjos del planeta.
En el eje entre dos fuentes, el conjunto arquitectónico del Cincuentenario erige sus monumentales arcadas. Desde su construcción en 1880, para conmemorar el 50 aniversario del Reino de Bélgica, alberga mil y un tesoros bajo las enseñas del Real Museo del E jército
y de Historia Militar, el Museo del Automóvil ( Autoworld) y los Reales Museos de Arte y de
Historia. Como tantos niños belgas, se van descubriendo como quien abre un regalo. Aquí es
donde se explora Egipto, en el segundo piso, entre las 9.000 obras de arte y objetos traídos del Valle del
Nilo.
Continuando desde la Plaza Real, los Reales Museos de Bellas Artes de Bélgica me abren sus puertas. Arte
antiguo y arte moderno se encuentran a pocos metros de distancia y unidos por un pasillo,
facilitando una agradable y completa visita. Para empezar, puedes disfrutar contemplando las obras de
arte de Rubens, Breughel o Jérôme Bosch.Muchos quedan perplejos ante la sala Breughel, que agrupa algunos de los mejores cuadros del Maestro. “E l censo de Belén” , “ La adoración de los Magos” , “ La caída de Ícaro” ( …) . Constatando igualmente que la selección de pinturas holandesas del Siglo
XVII es una de las más importantes de Europa…
Continuando en el subsuelo de la sección de Arte moderno, donde se pasa del fauvismo al
expresionismo o al surrealismo. En el antiguo Palacio de Carlos de Lorena se presentan las diversas formas de expresión modernas como si se tratase de joyas en un magnífico estuche. Un amplio tragaluz derrama como por encanto una luz cristalina sobre
la zona central de los distintos niveles y esa luz muestras las fabulosas formas y contornos de
esculturas maravillosas... imposible no arrobarse ante la visión.
A todas luces, en Bruselas se disfruta de los placeres de la buena mesa. En la Guía del Gourmet figuran más de 200 establecimientos. La gastronomía bruselense
ofrece sus exquisitas croquetas de camarones, su “ stoemp” ( puré de patata y verduras) , su
“américain” ( preparación de carne picada) con patatas fritas, su conejo a la cerveza “gueuze” o su
“waterzooi” ( cremosa sopa de pollo y verdura) . De la simple cazuela de mejillones acompañada de patatas
fritas al más fino restaurante, aquí se come francamente bien. Es una suerte poder contar con tal
variedad gastronómica.
La Plaza Mayor ( Grand Place) , centro neurálgico de la ciudad baja y de la capital, es una suma de edificios corporativos con nombres tan pintorescos como El Zorro, La Loba, La Bolsa o El Cucurucho. Alberga estilos como el gótico, el barroco o el renacentista, y sus edificios otorgan a su vez una belleza al conjunto que la hace única. Destrozada en 1695, sólo se salvó el Ayuntamiento ( que data de 1455) , mientras que el
resto fue reconstruido como réplica exacta de los edificios de la época.
Por último, el barrio europeo que alberga los edificios administrativos de la Unión Europea. También
alberga este barrio el Parlamento de la Nación y el Flamenco y, sobre todo, el Palacio Real ( terminado en 1865) , cuyas espléndidas salas sólo se encuentran abiertas a los visitantes unos meses al año y que son recuerdo de una época en la que Bélgica llegó a ser la
cuarta potencia comercial del mundo.Tanto los parlamentos como el palacio se hallan divididos por el parque Warande, de proporciones
exactas.