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CAPITULO TERCERO LA RETÓRICA MARXISTA ACELERA LA ...gran prensa y el oficialismo liberal habían...

Date post: 23-Apr-2020
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CAPITULO TERCERO LA RETÓRICA MARXISTA ACELERA LA RADICALIZACIÓN DEL ANAPISMO 1. El debate Vives-Peñalosa y los beneficios políticos para la Anapo. El gobiemo contra la pared El senador José Ignacio Vives Echeverría se robó el show de la sesión inaugural del Congreso del 20 de julio de 1969, que hasta entonces había corrido por cuenta de los anapistas. Opacó por completo la beligerancia de los parlamentarios de la Anapo durante gran parte de la segunda mitad de 1969. Vives representaba al Senado en la Junta Directiva del Instituto Colombiano de Reforma Agraria, INCORA, y fue acusado y denunciado por el Ministro de Agricultura Enrique Peñalosa Camargo ante la Procuraduría General de la Nación por tráfico de influencias en un negocio del señor Manuel Ospina Vásquez. Ministro y senador no sospecharon en el laberinto político en que se metían. Nacho, como popularmente se le conocía al parlamentario, aprove- chó la denuncia para su promoción como político nacional. Sabía que convertirse de acusado en acusador podía traerle grandes dividendos políticos, los mismos que a Rojas en el juicio ante el Senado en 1959. De tal manera que diseñó y puso en prác- tica una oscura estrategia desde el comienzo de la legislatura. Presentó una proposi- ción el primer día de sesiones para que fuera llamado el Ministro de Agricultura a responder ante el Senado por una serie de irregularidades dando inicio a lo que el país conoció con el nombre de debate de Vives contra Fadul y Peñalosa. El texto de la proposición revela las intenciones de popularidad que buscaba Vives: "Ordenar que se publique en los principales diarios del país avisos en sus primeras páginas anuncian- do el debate; ordénese entrada libre a las barras del Senado sin necesidad de tarjetas ni de otros requisitos que restrinjan el acceso del público a las deliberaciones; dispo- ner que a través de la Radiodifusora Nacional o de una poderosa cadena de emisoras particulares se transmitan las sesiones del debate para todo el país" 1 . Vives lograría sacar su defensa de la Procuraduría y poner al gobierno frente a la pared. Mal presagio para el establecimiento habida cuenta de la campaña electoral en curso y del creci- miento de la Anapo. Por ello la DLN estuvo interesada en que se resolviera el caso de manera rápida. El conflicto se llevaba a cabo en el seno del mismo liberalismo. Ni siquiera era entre liberales y conservadores. Peñalosa no se dejó arrinconar. Esgrimió toda su documentación, incluso la denuncia ante la Procuraduría y anexó pruebas. Vives tenía a su favor su voz y sus cualidades de orador experimentado y por supuesto, el debate sirvió de canalizador al profundo des- contento de las masas con el Frente Nacional. Acusó al ministro de Agricultura de vulgar negociante de los intereses de los grandes latifundistas, presentó documentos El Nacional, julio 21 de 1969, p. 354. 87
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CAPITULO TERCERO

LA RETÓRICA MARXISTA ACELERA LA RADICALIZACIÓN DEL ANAPISMO

1. El debate Vives-Peñalosa y los beneficios políticos para la Anapo. El gobiemo contra la pared

El senador José Ignacio Vives Echeverría se robó el show de la sesión inaugural del Congreso del 20 de julio de 1969, que hasta entonces había corrido por cuenta de los anapistas. Opacó por completo la beligerancia de los parlamentarios de la Anapo durante gran parte de la segunda mitad de 1969. Vives representaba al Senado en la Junta Directiva del Instituto Colombiano de Reforma Agraria, INCORA, y fue acusado y denunciado por el Ministro de Agricultura Enrique Peñalosa Camargo ante la Procuraduría General de la Nación por tráfico de influencias en un negocio del señor Manuel Ospina Vásquez. Ministro y senador no sospecharon en el laberinto político en que se metían. Nacho, como popularmente se le conocía al parlamentario, aprove­chó la denuncia para su promoción como político nacional. Sabía que convertirse de acusado en acusador podía traerle grandes dividendos políticos, los mismos que a Rojas en el juicio ante el Senado en 1959. De tal manera que diseñó y puso en prác­tica una oscura estrategia desde el comienzo de la legislatura. Presentó una proposi­ción el primer día de sesiones para que fuera llamado el Ministro de Agricultura a responder ante el Senado por una serie de irregularidades dando inicio a lo que el país conoció con el nombre de debate de Vives contra Fadul y Peñalosa. El texto de la proposición revela las intenciones de popularidad que buscaba Vives: "Ordenar que se publique en los principales diarios del país avisos en sus primeras páginas anuncian­do el debate; ordénese entrada libre a las barras del Senado sin necesidad de tarjetas ni de otros requisitos que restrinjan el acceso del público a las deliberaciones; dispo­ner que a través de la Radiodifusora Nacional o de una poderosa cadena de emisoras particulares se transmitan las sesiones del debate para todo el país"1. Vives lograría sacar su defensa de la Procuraduría y poner al gobierno frente a la pared. Mal presagio para el establecimiento habida cuenta de la campaña electoral en curso y del creci­miento de la Anapo. Por ello la DLN estuvo interesada en que se resolviera el caso de manera rápida. El conflicto se llevaba a cabo en el seno del mismo liberalismo. Ni siquiera era entre liberales y conservadores.

Peñalosa no se dejó arrinconar. Esgrimió toda su documentación, incluso la denuncia ante la Procuraduría y anexó pruebas. Vives tenía a su favor su voz y sus cualidades de orador experimentado y por supuesto, el debate sirvió de canalizador al profundo des­contento de las masas con el Frente Nacional. Acusó al ministro de Agricultura de vulgar negociante de los intereses de los grandes latifundistas, presentó documentos

El Nacional, julio 21 de 1969, p. 354.

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probatorios denunciando los negociados, el tráfico de influencias y corruptelas entre el ministro de Agricultura, los terratenientes y sus compromisos con la firma Fadul y Peñalosa. Los debates tuvieron gran audiencia y buena parte de la opinión pública nacional estuvo a favor de Vives.

El asunto se complicó cuando el senador incluyó en el debate a la familia presi­dencial. Denunció ante los colombianos turbios negocios del hijo del Presidente. Al parecer Vives quería seguir la estrategia que había utilizado Laureano Gómez para tumbar el régimen liberal en los años cuarenta. Gómez había obtenido estupendos resultados de esta estrategia desde los tiempos de Marco Fidel Suárez. Gómez había probado la eficacia de la transmisión por la radio de debates de este estilo. No era casual que Carlos Augusto Noriega, ministro de Gobierno en la administración de Carlos Lleras, sostuviera: "Sin transmisiones radiales los debates sobre la Handel, la Trilladora Tolima y Mamatoco no hubieran dado en tierra con la segunda administra­ción López y, de paso, con el régimen liberal"2.

La clase política liberal se puso de parte del gobierno e incluso demostró falsifica­ción y adulteración en parte de los documentos que esgrimía Vives Echeverría para sus pruebas. El debate estaba viciado de parte y parte. Ambos contendientes hubieran podido ir a la cárcel pero el pleito tomó de principio a fin una direccionalidad política que opacó la mano de la justicia. En el informe del Procurador General de la Nación el ministro aparecía comprometido con las acusaciones que le hizo Nacho lo mismo que en el informe presentado por la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Re­presentantes. Sólo que quienes elaboraron el último informe eran los representantes Alejandro Caballero y Fernando Pardo Quintana, ambos miembros de la Alianza Na­cional Popular, quienes habían tomado partido por Vives3.

El 15 de agosto se dictó auto de detención contra Vives sindicado del delito de cohecho. La Procuraduría solicitó al Senado el levantamiento de la inmunidad parla­mentaria a Vives para poderlo detener. Una comisión integrada entre otros por Manuel Bayona Carrascal y Carlos Holmes Trujillo debería estudiar la solicitud del alto tribu­nal. Los anapistas cerraron filas al lado de Vives: "No es sino la confirmación de todo lo expuesto por Anapo -declararon- a través de los últimos ocho años, en las plazas públicas, en sus órganos de prensa. Esta política de expresar la realidad nacional nos ha costado persecuciones incesantes, calumnias e injurias, y hasta cárcel para nues­tros militantes (...)"4. Bayona recomendó no levantar la inmunidad parlamentaria de Vives después de hacer un pormenorizado análisis de la manera como el ejecutivo, la gran prensa y el oficialismo liberal habían tenido una participación abiertamente parcializada frente al Senador acusado. "Lo anterior ha tenido como efecto que en el caso que nos ocupa se haya roto el orden jurídico de la nación y que la justicia que habrá de juzgar al senador Vives no sea una justicia justa sino una justicia política"5.

2. Véase: Noriega Carlos Augusto. Lo que pasó aquella noche. 19 de abril de 1970. Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, colección tribuna libre, 1977, p. 209.

3. Véase ampliamente los informes del Procurador y de la Comisión de Acusaciones de la Cámara en Anales del Congreso, noviembre 18 de 1969, pp. 1.161-1.166 y diciembre 10 de 1969, pp. 1.307-1.310.

4- Anales del Congreso, septiembre 9 de 1969, p. 672. 5. Anales del Congreso, septiembre 2 de 1969, p. 610.

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Carlos Holmes Trujillo y demás miembros de la comisión recomendaron levantar la inmunidad6. El Senado y el país oyeron y leyeron análisis profundos en pro del levan­tamiento de la inmunidad parlamentaria elaborados por la voz autorizada del eminen­te jurista César Castro Perdomo, entre otros7.

El debate Vives-Peñalosa se cubrió de una serie de significaciones que echaron por la borda la anunciada unión liberal de 1967 que había redundado en beneficios electorales para ese partido en 1968. A través de las cosas que Vives denunciaba se iban identificando los sectores sociales adversos a los estilos de gobernar del Frente Nacional. Vives logró resquebrajar la unión liberal en el momento menos favorable para ese partido por cuanto estaba en pleno desarrollo la campaña presidencial de 1970. Su debate sacó el soterrado desprestigio del gobierno a la luz pública. Todo el antigobierno expreso o reprimido que había en el país se sintió simbolizado en la acti­tud de Vives. Gracias a él, el Congreso volvió a interesar a los colombianos manipula­dos por unos medios que desde el arribo de Lleras al poder en 1966 no cesaban de desprestigiarlo y cobrarle cualquier brote de independencia del ejecutivo. En un san­tiamén, Vives se labró una imagen de perseguido y mártir en el momento en que el propio Presidente salió en defensa de su ministro y en contra del acusado. Vives logró, además, virar el debate. Si en julio era Vives vs. Peñalosa, en septiembre era Vives vs. Lleras. Carlos Augusto Noriega, quien medió poco después en los resultados del deba­te manifestó su aprecio: "(...) directamente, con no poco asombro, la morbosa delec­tación con que en decenas de pueblos las gentes, pegadas al transistor mañana, tarde y noche, en caminos, calles, casas, ventorrillos, seguían sin perder mínimo detalle las intervenciones del senador Vives, a las que hacían objeto de los más desconcertantes

coméntanos"8. El controvertido personaje comenzó a ser invitado por los estudiantes de las uni­

versidades públicas del país que le confiaron su apoyo: "La persecución que contra usted desencadena el gobiemo, es una extensión de la persecución a la cultura, la persecución al inconformismo justo de la juventud, dialéctica continuamente practi­cada por el sistema, unas veces en forma sutil, las más en forma descarada"9. Ante la imposibilidad de manifestar su entusiasmo por la gran prensa nacional que estaba a favor del gobierno, los estudiantes hicieron llegar su beneplácito al Senado. El Conse -jo Estudiantil de la Universidad Libre reconoció en carta abierta, que Vives había devuelto la importancia al Senado elevándolo a la categoría que le correspondía como órgano representativo de las fuerzas populares al denunciar las corruptelas del gobier­no. Los estudiantes denunciaron la intromisión del gobierno en el curso de la investi­gación y no se explicaban que no obstante las denuncias contra el ministro de Agri­cultura la Procuraduría no lo hubiera investigado. El cinco de septiembre una multitud se congregó en la Plaza de Bolívar a escuchar y respaldar al controvertido personaje,

6. En la votación de las respectivas proposiciones los anapistas votaron en contra del levanta­miento de la inmunidad de Vives. A favor votaron 51 senadores y en contra 46. Anales del Congreso, septiembre 16 de 1969, p. 721.

7. Véase Anales del Congreso, febrero 12 de 1970, p. 54. 8. Noriega Carlos Augusto, Lo que pasó... Op. cit., p. 210. 9. "Carta de los estudiantes universitarios de Popayán a Vives Echeverría", en: Anales del

Congreso, septiembre 9 de 1969, p. 666.

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situación que fue incluso reflejada a través de la cultura popular, cuando en Sincelejo se hizo célebre una riña de gallos, en la cual el apodado gallo Vives le había ganado al gallo Peñalosa10.

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SERA PROCLAMADO £L 11 DE OCTUBRE

Foto NQ 5. José Ignacio Vives en Alerta

La Anapo para aprovecharse de las circunstancias, no podía esperar el desenlace del fenómeno Vives como había esperado el de Camilo Torres, el del MRL, y el de Ruiz Novoa. Ahora no había tiempo, las elecciones para las cuales se había preparado durante toda una década estaban a punto de realizarse. No le quedó más remedio que hacer causa común con el nuevo perseguido. Sus parlamentarios se volcaron en inter­venciones tanto en Cámara como en Senado profundizando los contenidos del deba­te. AíerM desplegó los pormenores del escándalo en sus páginas. La Anapo tenía razo­nes para respaldar al controvertido senador samarlo. Si el gobierno de Rojas había sido investigado y juzgado como lo fue, que lo fuera también el de Lleras le produciría beneficios políticos. Comprometer al establecimiento con las denuncias de Vives, y comprobarlas, le permitiría además reafirmar en la memoria de los colombianos el carácter del gobierno de Rojas como una administración limpia, honesta y moral.

Levantada la inmunidad al parlamentario, Vives fue puesto preso en la cárcel Modelo de la capital. Allí lo visitaron los parlamentarios anapistas María Eugenia

10. Anales del Congreso, febrero 12 de 1970, p. 67.

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Rojas y Hernando Segura Perdomo, directora y editor de Alerta respectivamente. En entrevista para el diario rojista Vives hizo interesantes declaraciones tanto para su futuro como para el de la misma Anapo:

No creo que el país se divida entre liberales y conservadores como antaño. La lucha tiene que ser de clases, entre los de arriba y los de abajo, de los desposeídos de la fortuna contra los que todos lo tienen. Luego no se justifica volvernos a dividir por el trapo rojo o el trapo azul. Si arriba se sientan para comer juntos los liberales y los conservadores de la oligarquía, resultaría inexplicable que abajo se dividiera el pueblo por las banderas polí­ticas, cuando tanto sufre el pueblo liberal como el conservador. Además la alternativa de la batalla electoral que se avecina es muy clara: es entre los que quieren el continuismo de la política de Lleras y los que anhelan un cambio de verdad, de estilo, de gentes, de política. Y yo ya me he apuntado en el frente de los anticontinuistas y cuando salga de la cárcel volveré a las plazas públicas para apoyar al candidato presidencial que sea la más auténtica y beligerante alternativa del continuismo llerista-pastranista11.

Vives declaró simpatizar con la candidatura de Rojas. Fue enfático en que no saldría de la cárcel a configurar un nuevo movimiento liberal popular porque la in­conformidad reinante en el país no era ni liberal ni conservadora sino nacional. Se refirió también a la necesidad de configurar una coalición multipartidista. Manifestó que el fracaso del MRL había consistido en haber planteado mal la pelea con un movimiento unipartidista y alabó, en cambio, la estrategia de los anapistas:

Por eso resultó más sensato el general Rojas Pinilla, porque en su lucha contra el Frente Nacional montó desde las trincheras de la oposición un frente bipartidista, que yo ahora propondría que no fuera solamente de liberales y conservadores, sino que fuera multipartidista, para que tuvieran asiento de este gran movimiento las inconformidades de todos los matices12.

El 15 de diciembre de 1969, el Juzgado Tercero Penal del circuito de Bogotá revo­có el auto de detención proferido contra Vives en agosto último y ordenó su libertad. El Juzgado no encontró méritos para condenar al parlamentario por el delito de cohe­cho. Por supuesto Vives, crecido, regresó al Senado y habló más duro que nunca. Anunció que pondría a prueba la aureola popular que lo rodeaba en una próxima manifestación en la Plaza de Bolívar a celebrarse el 18 de diciembre y emplazó al presidente Lleras a un debate público donde le comprobaría frente a frente que había instigado el prevaricato y que su gobiemo era corrupto13. Anotaba además en una constancia: "Que siendo eí Presidente de la República el dueño de los medios de publicidad solicito de manera formal y expresa se tome él una hora y me conceda a mí otra en la Televisora Nacional para que adelantemos el debate"14.

Sin duda el caso Vives ocasionó un daño irreparable al gobierno de Lleras Restre­po y al futuro inmediato del Frente Nacional. Su credibilidad quedó cuestionada y Peñalosa por esta u otras razones tuvo que salir del Ministerio. Empezaba el derrumbe.

11. Alerta, septiembre 30 de 1969, p. 8. A partir del 12 de marzo de 1970 Alerta se convirtió en diario matinal.

12. Ibid., p. 8. 13. Anales del Congreso, diciembre 16 de 1969, p. 1.366. 14. Ibid., p. 137.

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1.1. ¡Vives anapista! De la cárcel a la oposición. La lucha de clases

José Ignacio Vives, desde la prisión y a través de entrevistas concedidas a la pren­sa comunista y anapista, llamó a los colombianos a conformar: "una gran trinchera de oposición, no bipartidista, sino multipartidista, donde cupieran todos los inconformes de Colombia, los liberales, los comunistas, los conservadores, los socialistas y hasta la gente sin partido15. En su proclama Vives acertó una crítica demoledora al Partido Liberal que condensa el sentir de miles de liberales y que redundaría en el fortaleci­miento del liberalismo anapista. Desde una lógica discursiva de estirpe gaitanista que ya venía trabajando el anapismo, Vives anotaba:

El liberalismo de ahora es un partido indigno, atropellador de las libertades públicas, amigo de las represalias, adicto de las infamias, vocero de los negociados, mecenas de los negociantes y personero de todo cuanto ayer censuró y combatió. Por eso ya no es posible que por este liberalismo homosexualizado se vuelva a la lucha. Porque la batalla que de ahora en adelante tiene que librar el pueblo colombiano no puede ser por un partido que ha arriado sus mejores banderas. La lucha tendrá que ser de clases y no de partidos, porque ya los colombianos no nos dividimos entre liberales y conservadores, sino que ahora, en la moderna sociedad explotadora y contemporánea, la división es entre los explotados y los explotadores. Si arriba se han olvidado de sus diferencias ideológicas los oligarcas liberales y los oligarcas conservadores que han constituido una especie de sociedad para explotar al pueblo, no hay derecho para que abajo las gentes humildes así sean liberales, conservadores o comunistas no se unan montando guardia al pie de la misma trinchera donde juntos padecen la misma miseria y soportan la misma orfandad16.

Los debates de Vives Echeverría incidieron para empañar y deteriorar irreversi­blemente la imagen del gobierno. Barranquilla fue apenas una muestra. El 10 de septiembre El Espectador reportó que una visita del jefe del Estado a esa ciudad había terminado en improperios, silbatina, saboteo, piedra y guijarros. El Presidente estuvo a punto de ser linchado. Los barranquilleros consideraron una afrenta del Presidente aparecerse en la ciudad en compañía del ministro Peñalosa. Los contramanifestantes, identificados como anapistas y nachistas se ubicaron en sitios estratégicos como lo habían aprendido a hacer a lo largo de la década, de tal manera que cuando eran reprimidos en un lado, otro grupo aparecía en otro extremo de la concentración reu­nida a lo largo del histórico Paseo Bolívar. Los manifestantes liberales se vieron obliga­dos a defenderse con los palos de las banderas rojas que habían llevado a la moviliza­ción. Los discursos de los jefes liberales fueron entorpecidos por pitos y bonches entre gobiernistas y opositores. Lleras entonces hizo uso de su particular estilo, el que acos­tumbraba para insultar a sus adversarios: epítetos, denuestos, vocablos, dicterios, y demás palabras agresivas, los mismos insultos que para referirse a los anapistas utilizó en su gobiemo Guillermo León Valencia: hampones, ladrones, bellacos, entre otros.

El 18 de diciembre de 1969 Vives presidió una monumental manifestación en la Plaza de Bolívar. En la tarima estaban Gilberto Vieira, el secretario del Partido Comunis­ta; los dirigentes anapistas Alberto Zalamea, Alvaro Ramos Murillo, el sindicalista

15. Voz Proletaria, octubre 2 de 1969, p. 2. 16. "Proclama de Nacho Vives desde la cárcel a todos los colombianos", Voz Proletaria, noviem­

bre 20 de 1969, p. 5 y Aleña, noviembre 30 de 1969, p. 16.

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Tancredo Fierran, el exemerrelista Gerardo Bernal Castaño, José Antonio Rodríguez, entre otros. Allí Vives ratificó sus recientes posturas sobre la necesidad de desarrollar en Colombia la lucha de clases, comparó el Congreso con un prostíbulo y lo equiparó a un templo de la debilidad. Abogó por la unidad popular para llegar al poder y hacer una revolución incruenta y pacífica. Habló de la necesidad de nacionalizar el capital para ponerlo al servicio del pueblo y se comprometió con una reforma agraria radical y profunda. Anunció que se salía avergonzado del Partido Liberal orientado por dirigen­tes que están a merced del mandamás de turno y declaró, para sorpresa de algunos de sus compañeros de tribuna, que adhería a la candidatura de Rojas Pinilla17. Era de es­perarse si tenemos en cuenta lo dicho en su proclama desde la cárcel: "No creemos de importancia que el próximo Presidente de Colombia sea un conservador. Lo importante es que no sea otro oligarca, que no continúe mandando la casta bipartidista de la bur­guesía colombiana a nombre de los mismos explotadores y de los mismos negociantes"18.

En "Mis Opiniones", una columna que empezó a escribir en Alerta, Vives continuó reiterando su política de la lucha de clases "como el único programa que las grandes masas nacionales ven con claridad y el cual abrirá las compuertas ansiadas de la revolución social"19. Sus escritos tenían el carácter de proclamas políticas elaboradas con trozos de expresiones extractadas de los discursos de Gaitán, del MRL, y demás frustraciones nacionales remotas y recientes que encajaban a la perfección en el nuevo movimiento desde el cual se lanzaban por medio de alocuciones, o bien por algún medio escrito:

Con el general Rojas Colombia iniciará su encuentro con la justicia social, con las con­quistas a que tienen derecho sus hijos; conquistas que se traducen en techo, trabajo, educación, pan. Las ideas de Galán, el comunero, de Uribe Uribe, de Jorge Eliécer Gaitán, de Camilo Torres Restrepo, arribarán a la cima ansiada por tantos lustros20.

El fogoso y sintetizador discurso de Vives llenaba de entusiasmo el interior del anapismo y le abría espacio a intelectuales hasta entonces autorreprimidos que empe­zaron a expresarse abiertamente. "Emerge a la realidad nacional la lucha de clases" fue el comienzo de un artículo que escribió para Alerta el anapista cordobés Blas Alfonso Riaño a propósito de la llegada de Nacho Vives al movimiento. Resulta curio­sa una declaración en tal sentido porque daba para pensar que la lucha de clases estuviese ligada al nombre de una persona. Era como si antes de Vives la lucha de clases no hubiese existido en Colombia, lo que significaba un avance cualitativo para la ideología de Anapo. Hacía pensar a la gente en los problemas sociales del país y elevaba la conciencia política de los hombres comunes y comentes que militaban a tientas en el movimiento. Y sobre todo significaba un resquebrajamiento del liberalis­mo que la Anapo debía aprovechar.

El caso Vives y su cooptación para el anapismo, revertido en elevado optimismo en el interior del movimiento, fue asimilado además como la proximidad del fin del Fren­te Nacional e incluso como el inicio de la revolución. Que el Frente Nacional no

17. Véase El Siglo, diciembre 19 de 1969, p. 15. 18. Alerta, noviembre 30 de 1969, p. 16. 19. Aleña, enero 31 de 1970, p. 3. 20. Ibid.

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consiguiera llegar a su final tenía grandes significados para los anapistas: justificaba y legitimaba su presencia en la arena política durante más de una década:

Doce años soportando a los vejetes serviles y rodillones del imperialismo norteamerica­no. Doce años de crímenes, de hambre, de analfabetismo, de persecuciones políticas, de atracos a mano armada por los apaches licenciados y togados. Doce años de angustia, de sufrimientos incontables, de largas noches de espera para encontrarnos con la inútil mañana. Doce años gobernados por bastardos con estrellas que se han creído por siem­pre sabios, dueños y depositarios de los afectos de la ciencia; por aristocráticos afemina­dos, intrigantes y esquizotímicos; por vates neuróticos sin ninguna estructuración men­tal; por dementes soberbios y vanidosos [...]21.

Después del caso Vives, el periódico Alerta fue cubriéndose de artículos que ana­lizaban los problemas de la sociedad colombiana con el vocabulario de los movimien­tos de corte marxista, sin que ello significase la conversión del movimiento al marxis­mo. Se trataba de la constatación de la popularidad que había alcanzado en el país esa doctrina para explicarse la realidad. Los intelectuales versados en marxismo pero ajenos al comunismo como partido en Colombia, se sintieron atraídos por las posibili­dades que les brindaba la Anapo como movimiento contestatario al establecimiento, y además por el apoyo de las masas.

La llegada de Vives a la Anapo22 trajo al movimiento una retórica nueva, la utili­zación del concepto de lucha de clases no sólo como mecanismo de cooptación, aunque debido al peso del discurso global de la época tenía dicho efecto. Esto contrastaba con el pensamiento originario de la Anapo, aunque los llamados de Rojas, para terminar con el dominio de las oligarquías y desarrollar en el poder una política económica de justicia social en favor de las masas populares, llevaba en sí implícita la lucha de clases tan temida por el jefe del anapismo. Aceptada la nueva nomenclatura el anapismo ofrecía y vendía una imagen de renovación revolucionaria bastante arráyente para sectores radicalizados del liberalismo e independientes. Significaba además la acepta­ción del marxismo o de sus categorías para el análisis de los problemas colombianos por sectores distintos a los comunismos que existían en el país. Significaba una sociabilización de dicha nomenclatura en sectores más influidos por los vocabularios mesiánicos de la cultura política religiosa. Y lo que es más interesante: con la retórica de Vives vendrían cuadros más capacitados que enriquecerían el ya evolucionado discurso anapista, los análisis se cualificarían cada vez más. El nuevo discurso de la Anapo sería necesariamente una síntesis dentro de una gama de idearios, desde el religioso-mesiánico hasta el marxista revolucionario.

La agitación política y social que se vivía en Colombia al finalizar 1969 y a la que el caso Vives había contribuido innegablemente hizo que los anapistas doblaran cam­panas por el establecimiento: "Al fin el supremo juez, que es el pueblo, va a sentar en el banquillo de los acusados a los delincuentes de las altas clases dominantes (...) el 19 de abril le arrebataremos el poder que han detentado durante su reinado de inmo­ralidad y oprobio"23. Después de las elecciones vendría, entonces, la revolución:

21. Alerta, diciembre 15 de 1969, p. 2. 22. Al adherir Vives a la Anapo acompañó a Rojas en una gira por la costa Atlántica. Véase El

Tiempo, diciembre 20 de 1969, p. 14. 23. Ibid., p. 2.

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Nuestra revolución no la detendrá nadie, ni los fusiles que vomitan muerte, ni las castas plutocráticas representadas por los máximos exponentes de la reacción, como son todos los mentirosos lacayos que ahora, para ganarse el favor popular, salen a gritar a voz en cuello las promesas que jamás van a cumplir, porque todos son cortados por la misma tijera y pertenecen al mismo clan de los predestinados que tanta sangre, tanta angustia y tantas lágrimas han arrancado de los hogares colombianos24.

El optimismo se reflejaba en expresiones como la siguiente: "Pueblo de Colombia, digamos con Galán: i Adelante! Ni un paso atrás y lo que ha de ser, que sea, porque ha llegado la hora de nona, que es la unión de los oprimidos contra los opresores". "Con Rojas y Nacho la revolución se hará"25.

No es importante si José Ignacio Vives tenía o no razones jurídicas. Son relevantes los significados múltiples del fenómeno. La gente, a veces ayudada de los análisis, hizo cuentas. El acontecimiento avivó las interpretaciones del momento que se vivía. La memoria histórica atrapó la conciencia de los colombianos. Desde el acontecimiento los anapistas justificaron, legitimaron y autenticaron su prédica. Después de las de­nuncias del controvertido senador samarlo los supuestos pecados mortales de la dicta­dura se convirtieron en veniales. Mario Montoya, ideólogo del anapismo, expresó así:

En lo único en que el régimen no fracasó fue en el enriquecimiento de los que detentaron el poder en esta oscura época que nos deparó el destino. El empobrecimiento de los colombianos balanceado por los negociados de los dueños del poder, el envilecimiento de la moneda colombiana, la desnacionalización de los bienes del país, fueron creando el mayor desencanto popular de que tenga noticia la historia del país26.

Culminaba el año y con él la década de los sesenta. El balance era inevitable, el Frente Nacional había sido un fracaso. Todas sus promesas cayeron al vacío. En pie sólo quedaba la esperanza:

La Alianza Nacional Popular, Dios mediante, arrolladoramente derrotará a los trafican­tes inescrupulosos que hoy detentan el poder. Serán renovadas las Cámaras legislativas a las cuales irán entonces grandes mayorías de amigos del pueblo. Con ellas y con el General Gustavo Rojas Pinilla en la presidencia de la República, se abrirán nuevos hori­zontes de justicia, de tranquilidad y de progreso27.

2 . Crece la radicalización

2 . 1 . Una revolución democrático burguesa de nuevo tipo

Una vez radicalizado el anapismo, expresándose en programas como los redacta­dos por Mario Arango, en las intervenciones de sus parlamentarios en el Congreso y en la nueva retórica de Nacho Vives, el momento era el indicado para hacer un llamado a los revolucionarios colombianos a ingresar en masa al anapismo. Las giras

24. Ibid. 25. Ibid. 26. Alerta, diciembre 15 de 1969, p. 2. 27. Palabras del anapista Alvaro Ramos Murillo para cerrar el año de 1969. Ibid., p. 3.

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políticas de los líderes anapistas que por doquier demostraban que se trataba de una agrupación de grandes simpatías populares conferían la seguridad necesaria que se requería para acercarse a los movimientos revolucionarios de clase. Uno de los colum-nistas de Alerta señaló que los planteamientos anapistas no estaban en contra de los grupos revolucionarios del país y pidió que estos no combatieran a la Anapo sino que por el contrario le brindaran apoyo. El columnista pedía comprensión para el proyecto político-ideológico al que había llegado la Anapo en la coyuntura de fines de la déca­da. Explicaba que las condiciones objetivas de la revolución, desarrolladas en un país atrasado pero con una cultura burguesa fuerte y de gran dependencia del capital monopolista y de las oligarquías nacional e internacional, exigían una gran prepara­ción política. No comprender este fenómeno, señalaba, significaba asumir una con­ducta reaccionaria y antipopular. De ser así, el socialismo que predicaban los movi­mientos revolucionarios colombianos estaría más de acuerdo con sus gustos personales que con una propuesta nacional18. Así, este ideólogo anapista presentaba a la Anapo como un frente unido de clases que representaba los intereses del proletariado, del campesinado y de la pequeña burguesía, aludiendo que el anapismo planteaba "un capitalismo de Estado y una democracia popular que jugarán un gran papel en la lucha por los intereses nacionales en contra del capital extranjero"29. En esta direc­ción, la Anapo realizaría una revolución con un doble carácter, sería a la vez una revolución nacional y una revolución democrática:

1. Revolución nacional en pro de los intereses nacionales frente a las actividades antinacionales del Frente Nacional, cuyos vínculos con el imperialismo hacen de este grupo una clase antinacional (burguesía proimperialista): esto hace de la Anapo un movimiento eminentemente revolucionario; 2. Revolución democrática en pro de los intereses populares frente a los planteamientos y actividades antipopulares del Frente Nacional, cuyos vínculos con el capital financiero y la correspondiente oligarquía finan­ciera hacen de Colombia un país estamental y de su Estado un Estado antipopular y discriminatorio. La revolución democrática planteada por Anapo es una revolución popular que constituye la culminación de la revolución democrático-burguesa en Co­lombia, pero no ya la vieja revolución clásica de los países capitalistas desarrollados, sino una revolución democrático-burguesa de nuevo tipo. Será la posesión del poder por todas las clases que representan los intereses nacionales y populares30.

Los movimientos revolucionarios deberían tener en cuenta, además, el realismo político de la coyuntura:

¿Existe otro movimiento más popular que Anapo/ Evidentemente no. Existen sí multitud de grupos y organizaciones que de una manera independiente y aislada plantean una fiera lucha al Frente Nacional. Movimientos que son incapaces de derrocar en la actualidad el sistema, lo que hace que su lucha aislada e independiente sea impolítica y poco táctica31.

El columnista llamaba a grupos y organizaciones revolucionarias a luchar aliados con Anapo, a contar con su apoyo y a que depusieran su actitud hostil y perjudicial a

28. Alerta, enero 31 de 1970, p. 14. 29. Ibid. 30. Ibid. 31. Ibid.

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la revolución colombiana. Por lo menos demandaba un firme apoyo sobre puntos de coincidencia.

2 .2 . Vanguardia roja; el espíritu de los guerrilleros del Llano llega a la Anapo

Ospina o Pastrana eran lo mismo para el liberalismo popular de los Llanos. Uno u otro les recordaba la aciaga época de la violencia a la que fue sometida la región en el gobiemo de Ospina (1946-1950) a raíz del asesinato de Gaitán. Los llaneros, informa­dos sobre las candidaturas presidenciales se organizaron en un movimiento denomi­nado Vanguardia Roja a la cabeza del cual estaba el ex emerrelista Hernando Garavito Muñoz. Los vanguardistas que pasaron a engrosar el ala liberal del anapismo convoca­ron al pueblo revolucionario y democrático del Llano a ingresar a sus filas. Señalaron que agruparían toda la izquierda militante con autonomía de dirección y organiza­ción dentro del anapismo y lanzaron una plataforma de lucha elaborada a partir de la interpretación que hicieron de la anapista y que reunía los siguientes puntos:

a. Educación nacionalizada y gratuita de la escuela a la universidad. Asistencia social y hospitalaria gratuita para todo el pueblo como obligación del Estado; b. Participación de la clase obrera en las utilidades de las empresas y duplicación del salario mínimo; c. Nacionalización del Banco Emisor y de las empresas de explotación petrolera, de hierro y metales preciosos. Nacionalización de las importaciones y universalización del comercio exterior; d. Parcelación gratuita de baldíos, ejidos y latifundios improductivos, actualizando el principio de que la tierra es para quien la trabaja. Nacionalización del transporte auto­motor; e. Seguros de cosechas y prestaciones sociales y vivienda para trabajadores rurales, lucha contra la desocupación creando oficinas de empleo; f. Eliminación de la justicia militar para civiles, amnistía e indulto para presos políticos. Comando de Vanguardia Roja del ala liberal de la Alianza Nacional Popular32.

Se trataba de captar los liberales que habían quedado dispersos e insatisfechos con el regreso del MRL al oficialismo liberal, que acogía ahora lo mismo a Ospina que a Pastrana, sin ningún balance ni consideración con las víctimas de su administración tristemente célebre. Conocían a Rojas y le reconocían su vinculación con la región y además eran testigos de la parábola de su vida política. En el curso del Frente Nacio­nal había caído Guadalupe Salcedo. Dumar Aljure había sido utilizado por el oficialismo liberal y luego asesinado en un hecho de felonía sin precedentes. Claro, los liberales llaneros que llegaban a la Anapo estaban a la izquierda de Rojas pero eran conscien­tes de que con él estaban miles de colombianos y que haber dejado penetrar en su movimiento el reiterado uso de la categoría lucha de clases por lo menos les permitiría un amplio juego político. Las páginas de Aíerta se llenaban de artículos de análisis con la carga de la terminología marxista: conciencia de clase, organización popular de clase,

32. Encabezaba la lista de cien nombres Hernando Garavito Muñoz, Jaime Gutiérrez, Nepomuceno Merchán, Edilberto Mora García, Miguel Ortiz, Francisco Rey, Octavio Guarnizo, Antonio Arévalo, Eberardo Botero, Pedro Nel Cicery. Véase Alerta, diciembre 15 de 1970, p. 10.

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antagonismo de clase, relaciones de producción, etc. Vanguardia Roja escribía sin censura ninguna:

La revolución es una semilla que germina en el mundo subdesarrollado y en Latinoamérica están ya en marcha los grupos de la insurgencia que proclaman la lucha por la indepen­dencia económica del hemisferio [...]. Nosotros estamos comprometidos con el pueblo colombiano y convencidos de que suyo es el porvenir; propugnaremos por el cambio fundamental que implica el relevo de la caduca clase dirigente, y el cual se logrará previas dos condiciones indispensables: toma de conciencia y organización de masas dispuestas y convencidas de que la lucha es de clases, de los de arriba contra los de abajo y sólo existe una salida: La toma del poder para el pueblo33.

3 . Más gaitanismo y más gaitanistas

Jorge Villaveces, ideólogo del viejo gaitanismo reapareció a través de las páginas de Alerta. Nada habíamos vuelto a saber de él desde los años cincuenta cuando puso al servicio del régimen militar la tercera etapa del diario gaítanista Jomada. Volvió a opinar cuando la presencia de las masas populares que movilizaba Rojas superaron las manifestaciones públicas de su admirado Jorge Eliécer Gaitán:

Ante el orgullo satánico de la oligarquía, el militar ofendido recorre plazas, casas, calles y veredas para recibir la mística adhesión del humilde campesino, del explotado trabaja­dor, del humillado empleado, del sacrificado agricultor, del explotado industrial, del perseguido artesano y en esta forma llena las ágoras de Cali, Barranquilla, Cartagena, Popayán, Pasto, Armenia, Pereira, Manizales34.

Villaveces cerró filas en el anapismo con la misma fe y entusiasmo que había puesto en Gaitán. Volvía a confiar en Rojas; por segunda vez encontraba en el viejo ex militar la continuidad del ideario gaitanista.

Las masas anapistas encontraron en Georgina Ballesteros una proyección del gaitanismo. Esta mujer recorría el departamento de Cundinamarca pregonando las afinidades entre anapismo y gaitanismo. En enero de 1970 Diario del Pueblo, un perió­dico gaitanista, se unió a la candidatura de Rojas. En su editorial de adhesión analizó las candidaturas de Pastrana y Betancur encontrándolas ambas comprometidas con la historia oligárquica del país:

Nos aterra el triunfo del doctor Pastrana porque él fue secretario presidencial del doctor Ospina durante todo el tiempo de su gobierno, y por consiguiente, responsable como el doctor Ospina de los hechos atroces de la violencia, que cubrieron a Colombia de sangre y de lágrimas [...]. Y si el doctor Pastrana es una medrosa amenaza para el Partido Liberal, con mayor razón lo es el doctor Betancur porque fue nada menos que jefe del amenazante "Escuadrón Suicida Laureano Gómez". Y luego, como ministro de trabajo en el gobierno de Valencia, desencadenó la violencia contra los trabajadores y por una huelga en Santa Bárbara de Antioquia fueron masacrados 18 obreros, algunos con sus esposas y sus hijos35.

33. Alerta, diciembre 15 de 1969, p. 10. 34. Alerta, marzo 19 de 1970, p. 3. 35. Alerta, enero 20 de 1970, p. 2.

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El diario analizó la vida y obra del general Rojas, le reconoció méritos de gober­nante y señaló que sería una ingratitud del liberalismo colombiano no apoyar su can­didatura. Encontró en su próxima y segura victoria la redención del pueblo colombia­no. Para el órgano gaitanista el programa que proponía el candidato se identificaba con los anhelos del gaitanismo colombiano: "Reduciendo los impuestos, rebajando los grandes sueldos, terminando con las inútiles misiones diplomáticas, acabando con los centenares de carros oficiales, para con este dinero establecer la educación entera­mente gratuita en escuelas, colegios, universidades y abrir grandes y decentes hospi­tales y clínicas para la clase media y campesina del país"36.

José Jaramillo Giraldo, que tenía a su cargo la campaña electoral de la Anapo en Caldas, se dedicó a trabajar en particular el liberalismo popular. Recorrió municipios, corregimientos y veredas predicando la doctrina del anapismo. Después de perma­nentes consultas, 292 delegados de todo el departamento se reunieron en Manizales, entre el 27 y 28 de marzo de 1970 en histórica convención que denominaron Asamblea Liberal del Pueblo. Lanzaron a la opinión pública una interesante Proclama. Los conte­nidos del documento revelan un fuerte sentimiento de frustración por el manejo del país por parte de la clase política tradicional, pero manifiestan el interés de los dele­gados por cambios radicales. Sus redactores se expresan en el mismo lenguaje y estilo de los ideólogos del anapismo. Más que intereses de índole partidista electoral, la Asamblea Liberal del Pueblo propugnaba por la construcción de un Estado fuerte en Colombia al servicio no de los privilegiados sino de toda la población. Se quejó del centralismo y se manifestó en pro de una política descentralizadora que le diera fuerza económica y fiscal a los departamentos y municipios. Definió a Colombia como un país tremendamente atrasado y vio la salida en una gran "política nacionalista y popular, de inmenso aliento histórico, tendiente a crear unas zonas de producción... El reme­dio consiste en sumergirnos en la corriente del progreso, adquirir una visión histórica de las cosas, oponer a la inflación de la miseria la planificación de todos nuestros recursos, en un esfuerzo nacional conjunto para aumentar la producción"37. Era el discurso que ya había llegado a la Anapo a través de Alberto Zalamea y su grupo nacionalista de La Nueva Prensa y que estaba, además, identificado con el pensamien­to que promovió el general Alberto Ruiz Novoa en el MDN.

Los liberales caldenses de 1970 entraban en la misma argumentación de estas ideas aunque para ellos se trataba de tesis de estirpe gaitanista recogidas ahora en la experiencia del gobierno militar y en la prédica del general Rojas Pinilla que había logrado como Gaitán o mejor, incluso, reunir a liberales y conservadores de abajo en un solo movimiento. Por ello anotaron:

El proceso de unificación de la nación y del pueblo -que hoy tiene como símbolo y como jefe al general e ingeniero Rojas Pinilla- debe consolidarse, como una necesidad históri­ca ineluctable, porque la industrialización y tecnificación de la economía autónoma, la maquinación de la agricultura, la utilización al máximo de los inmensos recursos que pertenecen a toda la nación colombiana que deben servir para dignificar la vida de todas las clases, el desarrollo nacional, la batalla por la producción, soportan hoy una frustra-

36. Ibid., p. 3. 37. Alerta, abril 4 de 1970, p. 5.

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ción intolerable por parte del capital monopolista extranjero y de sus agentes nacio­nales38.

Era una declaración tardía, si se quiere, pero se da en un momento en que Rojas se vislumbra triunfador de la contienda electoral:

Nunca como hoy sintió el pueblo tanta seguridad en su próximo triunfo, tanta convic­ción de que su ascenso al poder político ya no puede ser detenido. Esta certidumbre tiene bases serias, fundamentos sólidos. No es el resultado de un optimismo iluso, sino la consecuencia de una larga lucha en la que han abundado los fracasos, las frustraciones, los retrocesos, pero que también ha forjado, poco a poco, la gran herramienta popular de la liberación que se avecina, el movimiento de masas que, aglutinado en torno a un ideario nacionalista y popular, está dándole un vuelco al panorama político del país39.

4 . Formas organizativas ideológicas

A los comandos normales, liberales, conservadores y femeninos que funcionaban en municipios grandes y pequeños, en corregimientos y veredas, se sumaron los desta­camentos juveniles. Si los anteriores eran importantes por hacer parte de la estrategia electoral que ambicionaba conquistar el poder en 1970, estos tenían un carácter ideo­lógico a más largo plazo debido, entre otras razones, al hecho de que para entonces en Colombia no votaban los jóvenes menores de 21 años. Los destacamentos juveniles esta­ban integrados por jóvenes entre los 13 y los 25 años. Sostenían sus organizadores el deber de hacer conscientes a los jóvenes del papel que debían desempeñar dentro del proceso histórico colombiano. Indicaban que para la conformación de una nueva so­ciedad y una verdadera democracia era necesaria la transformación radical de la enseñanza, de los medios de producción y sobre todo la organización de la juventud: "Debemos examinar detenidamente qué hemos de enseñar a la juventud de vanguar­dia y cómo es necesario prepararlas para que sean capaces de terminar y coronar la obra iniciada por ANAPO" 4 0 . El movimiento hizo un llamado a la juventud para que se vinculara a su organización. Declararon que se trataba del único movimiento que planteaba en el país un cambio radical y "el aniquilamiento total de la burguesía proimperialista que gobernaba a Colombia a través del Frente de Destrucción de la Nacionalidad que está controlado por las minorías nacionales (...)"41. Para fortalecer la nueva propuesta, el anapismo diseñó todo un plan de convencimiento a través de la propaganda y la agitación, cursos, seminarios, etc. María Eugenia Rojas42 hizo público un comunicado protestando por el cierre de la Universidad Nacional en febrero de 1970. Manifestó que era necesario abrir el diálogo con la juventud colombiana "para saber de sus aspiraciones y sus anhelos y hallar la mejor forma de que estos se cumplan

13.

38. 39. 40. 41. 42. 43.

Ibid. Ibid. Aleña, febrero de 1970 (sic), p. Alerta, enero 31 de 1970, p. 2. En adelante MER. Alerta, febrero de 1970, p. 2.

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dentro de un marco de seriedad y profundo conocimiento de los hechos, pues en la juventud está el porvenir de la patria"43.

Pero además de estas formas organizativas se inventaron otras. Por ejemplo El Movimiento Palabra del Pueblo de Barranquilla del que hacía parte todo el anapismo local; el Movimiento por un Voto en Conciencia que dirigía el médico psiquiatra Her­nán Vergara.

Un receptor del discurso de la Anapo da la dimensión del punto en el que se encontraba la Alianza Nacional Popular en la coyuntura de 1969:

Sin pretensiones petulantes, podemos decir que hemos creado un importante movi­miento de masas -el más grande y nacional del siglo xx en Colombia- que será induda­blemente nuestro aporte a la necesaria unidad popular para consolidar al nuevo régimen revolucionario y garantizar así políticamente al gobierno recién nacido. Una política que no sea estricta en sus contenidos de unidad popular es incorrecta dentro de la Anapo. Y esto ahora y siempre. Un movimiento popular no puede ser sino revoluciona­rio. Y lo anterior, aun cuando nadie haya pensado esquemáticamente en concepciones dogmáticas sobre el Estado y la economía. La ideología de la revolución la da el pueblo. Las necesidades del pueblo. El pueblo buscará, estamos seguros, las formas de expresión más puras, para encauzar el movimiento revolucionario. Somos, pues, irreductibles par­tidarios de una política de unidad popular. De la única que somos partidarios. Por eso todo planteamiento para un gran frente unido será recibido con los brazos abiertos por nuestros militantes44.

44- Carta de Carlos Montoya, de Tunja, dirigida a la redacción del periódico anapista. Alerta, marzo 18 de 1970, p. 4.

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