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Casa Muñeca - Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de … · Ibsen en Casa de Muñeca, ha tirado...

Date post: 27-Sep-2018
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Casa de Muñeca DOBLE VIDA Piú la vita é costretta Piú 6 alta Piú s'iunalza. ... ,. E piú diventa dura. ' # {A mi amiga T. C. G.) En Casa de Muñeca Ibsen formula con el coraje propio de los grandes creyentes capa- ces de ir al martirio, el problema obscuro de la vida transcendental en pugna con la vida transitoria. '
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  • Casa de Mueca

    DOBLE VIDA

    Pi la vita costretta Pi 6 alta Pi s'iunalza. . . . , . E pi diventa dura.

    '

    # {A mi amiga T. C. G.)

    En Casa de Mueca Ibsen formula con el coraje propio de los grandes creyentes capa- ces de ir al martirio, el problema obscuro de la vida transcendental en pugna con la vida

    transitoria. '

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    Siel poeta noruego provoc una revolu- cin con su pieza, yo tambin afronto las iras que se desencadenen con mi artculo, creyn- dome pagada desobrasimecomprendenaque- 110s que alguna vez han sentido palpitar en el fondo de s mismos un

  • La obra ha encontrado inmensa repercu- sin en el mundo, porque di forma en el tea- tro la historia recndita pero frecuente que se vi\ e en el alma de tantas mujeres, oprimi- das por la vulgaridad del medio, aplastadas por prejuicios, esclavizadas por convenciona- lismos que las convierten en otras tantas mu- ecas de salon.

    Y esas pobres criaturas desterradas de los pensamientos grandes, excluidas de las res- ponsabilidades, excomulgadas de los afectos, estn viviendo, sin embargo, ms arriba y ms adentro de lo que jams imaginan sus dspotas opresores.

    Existe un dolor que yo descubro por donde quiera que voy,-ya que cada cual tiene la sensibilidad de la equivalencia,-es decir, que slo somos capaces de apercibirnos en los otros de aquello mismo que llevamos dentro. Ese dolor lo hesorprendido enmuchos rostros de mujeres que recogen siempre halagos su paso,dolor quese marca poruna leve contrac- cindel semblante al escuchar frases como 6s- ta: qu nia tan divertida! Contraccin en que la mujer de adentro protesta contra la mueca de afuera, sintiendo que se le infiere una prostitucin moral al reconocerle las cua-

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    lidades frvolasque sonla careta de la profun- didad incomunicable que le sella el alma co- mo una lpida de piedra.. .

    Ser divertida! cantar como pjaro y devo- rarse solas los problemas rduos, las dudas terribles, los desengaos crueles!

    Ser graciosa! hacer reir los otros y llorar consigo misma, dar alegra y quedarse con su dolor solitario! Si puede haber una ironams cruel, una mascarada ms irritante, una tris- teza ms desolada!

    Ibsen en Casa de Mueca, ha tirado la care- t a que cubre tantos rostros de mujeres, que fuerza de ser almas intensas,tienen que redu- cirse la calidad de muecas vulgares. H a logrado mostrar esas almas que por vivir tan adentro y tan alto, permanecen indiferen- tes las cosas que son grandes en el mundo.

    Sucede entonces que los seres que viven eZ acontecimiento humano, al encontrarlas, siempre ausentes de ese terreno y no pudien- do ir con ellas ms lejos, las rebajan al estado de seres inferiores incapaces de compartir lo . serio ni lo grande!

    L a mujer cuando no est encadenada de alma o emparedada de corazn, alcanza en su natural intuicin tan altas cumbres espiri-

  • tuales, que se incapacita por eso mismo para sentir 6 comprender lo que el hombre llama sus grandes problemas, ya sean nacionales, polticos 5 econmicos.. . problemas peque- simos todos ellocante los que abre nues- tra per-pectiva ntima el ocano interior con sus fulguraciones magnficas.

    Al sentir el hombre que su compaera no comparte sus singulares ideas sobre el honor que se lavacon sangre, sobre la importancia del alza de la baja del cambio, la reduce ser su cosa, su instrumento, su juguete.

    Ella no puede, por el contrario, hacerlo participar de sus luces, de sus inspiraciones, de sus videncias y abrumada por el peso de esa superioridad tan demostrable y tan razo- nable con que aplasta sus pretendidas quime- ras, acaba quizas por creerse vctima de sus ensueos.

    Pero este engao, esta lucha, dura lo que tarda la mujer en tomar posesin de s misma . . . en sentir que si nada viene de afuera, todo, en cambio, est adentro. . . que si ba- jo de nosotras ninguna mano se tiende para sostenernos, muchos brazos de arriba se alar- gan para levantarnos. . .

    Todo est en saber encontrar ese minuto

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    de serenidad interior, que hace afrontar lavi- da y poner el pie en la senda obscura y estre- cha de la que nunca se torna in dietro como el iniciado egipcio despus de traspasar el umbral del santuario.

    Ibsen plantea su problema en la precisa formaque requiere parahacer resaltar el dra- ma del alma femenina que vive lo hondo de s misma, mientras su medio vive todo el ancho de la existencia superficial.

    Nora ha falsificado la firma de su padre mo- ribundo para obtener dinero con que hacer viajar su marido que necesitaba convalecer de una grave enfermedad.

    Al cometer ese acto tuvo en cuenta dos grandes cosas para su corazn de mujer: ahorrar una molestia su padre y salvar su marido!

    La idea del robo como la entienden los hombres, que ponen tanta delicadeza enestas cuestiones de dinero, no entra en una cabeza de muj er organizada para aquilatar valores de otio orden, habituada afrontar los eternos. problemas de que las monedas son una vil imposicin pasajera.

    Cuando nuestro espritu habita en las regiones en donde no circulan los billetes de

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    Banco, nos habituamos darles tan poco valor, . que veces nos olvidamos que existen.

    Nora vive bajo la amenaza de aquella deu- da con trada. En su casa es la nia pueril, quien se

    mima siempre y no se consulta jams. Elmarido absorto en su sestudios de aboga-

    do, debe mirar con desprecio aquella mujer- cita ocupadaen comprar juguetespara arreglar los nios el rbol de Navidad!

    Qu lejos est Norade las complicadas cosas que el marido estudia en su Cdigo, pero qu inconmensurablemente lejos est el abo- gado Helmer de la videncia espiritual que inicia a su mujer en los problemas de una vida transcendental que l no vislumbra!

    Este primer equvoco originado por la diversidad de naturaleza que el hombre y la mujer traen al mundo, es causa de la incom- prensin que nos separa.

    Estas distintas naturalezasactan, como es lgico, en sus planos correspondientes sin poder alcanzarse ni comprenderse jams.

    Mientras el hombre tiene el sentido .propio de la vida que pertenece-el sentido huma- no por excelencia-la mujer lleva aadida su sexo una ala de ngel que la remonta

  • la esfera superior,sin dejar por eso de seguir perteneciendo la ingrata tierra con el peso de sus peores imposiciones.

    Slo bajo este punto de vista encuentro razn para que seamos mas culpables en la caida que el hombre. Somos, sin duda, ms espirituales, y cuando caemos, el hombre y la sociedad nos reprochan instintivamente elno haber batido tiempo el ala que nos habra impedido mancharnos en el lodo.

    La seora Della Guardia hizo una profun- da caracterizacin del tipo de Nora, dhdole toda la complejidad y toda la riqueza de ma- tices que supone una doble vida vivida en sus puerilidades infantiles y en sus honduras abismticas.

    Todos los tipos que Ibsen nos presenta al derredor de este drama, tienen cierta intensi- dad espantosa.

    La seora Linde es una criatura de abnega- . cin, que para poder vivir necesita sentirsc til alguien; el doctor Raaf sigue con cient- ficaserenidad el proceso del mal que le servi- r para fundar sus teoras en beneficio de la humanidad, y que lo lleva en marcha hacia la tumba con los ojos abiertos, . .De todos es- tos personaj es el queIvive ms superficialmen-

  • te es el abogado Helmer, que est en una exa- gerada comiencia de la importancia de sus funciones, dentro de ese criterio mundano tan falso aquilatador de valores.

    L a conversacin de Nora con Krostag, que laamenaza con enviar al marido aquel desgra- ciado documento,empieza poner en los ojos de Clara Della Guardia la espantosa dilata- cin de la pesadilla. La mirada parece abrirse sobre las prolongaciones funestas de un hecho irreparable. Se ahondan las consecuencias, se les siente fatales. .

    Luego, cuando Ncra habla con su mxrido, al interceder por el empleado y oir de boca de su esposo la condenacin fulminante de la fal- t a de que era reo aquel hombre y que es su propia falta, se turba horriblemente.

    Cometer una falsificacin! El aire se em- ponzoa en torno de los que han come tido esa vileza, segn el criterio masculino, mientras quelamujer no ve all ms que una falta

    ' material que no vicia las verdaderas integri- dades del alma., .

    Hay otras mentiras, hay otras faltas, que no penan los cdigos y que en nuestra con- ciencia de mujeres constituyen una mancha

    EMOCIONES 15

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    indeleble, porque alteran las fuentes mismas de la vida!

    En nuestro fuero interno se valorkan las faltas de tan diversa manera!

    Un hombre puede pasar por cobarde, por ladrn, pero si es fiel al amor queda intacto nuestros ojos mientras que todas las pro- bidades y todos los herosmos no alcanzarn rescatar una sola deslealtad!

    Las mujeres creemos con los msticos que slo hay un pecado imperdonable: el pecado contra el Espritu Santo!

    Y como siento que tenemos razn, que eso importa por encima de todo, y que lo dems es pueril, ya que nicamente en la transgre- sin del amor, que es el resumen de la vida, puede daarse el alma!

    Las escenas del drama van esculpiendo aquel carcter de mujer que vive su doble vi- da en terribles contrastes de profundidades y ligerezas.

    Para hablar con Krostag, Nora necesita alejar su marido dicindole que va ensa- yar su traje de fantasa y en aquella conver- sacin se decide su des tino.

    Aquel hombre deja al partir en el buzn

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    del abogado Helmer la carta que lleva la re- velacin.

    Sale el marido de su estudio, Nora borra las nubes de su frente y ensaya la tarantela. Durante el baile tiene la angustia vertiginosa del peligro, gira en la fiebre de la desespera- cin. . ,

    Qu trozo tan palpitante de vida humana es aquella danza de mujer! Qu necesidad hay de aturdirse, de robarle todava al desti- no unos pocos minutos de inconsciencia!. . .

    Es muy hermosa la escena con el doctor, cuando ella quiere abrirle su corazn aquel hombre que est punto de desaparecer de la vida, presintiendo que esas criaturas que mi- ran en la eternidad han debido rebajar su justa proporcin los conceptos humanos.

    Al comenzar Nora referirle su historia ese ser que tiene puesto el pie en el umbral del ms all. . . le cruza el paso la pasin del hombre que todavia est all y la hace retro- ceder espantada.. .

    El ltimo acto me parece una joya teatral. No se ha llevado ciertamente ms lejos la irrupcin de los sentimientos encontrados, de las incomprensiones que estallan, de las mise-

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    .rias que se revelan, de las ironas que se apuran en furiosos contrastes. . . Parece que la vida levantara por un instante su teln, dejando al descubierto la ponzoa que se esconde en las existencias felices, las angustias que encu- bren nuestras frivolidades, las lgrimas que se deslizan bajo nuestras carcajadas. . .

    Lacarta est en el buzn, elabogadoquiere vaciarlo.Nora se lo impide. Es preciso quitar- se toda preocupacin aquella noche de fiesta, evitndose las molestias de que son mensaje- ras las cartas de negocios.

    Nora quiere suspender el fallo de la justi- cia unas cuantas horas, quiere vivir su lti- manoche de mueca, quiere ser mujer por vez postreraantes de tomar posesin de aquel terrible

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    con las dulces adoracionesqne inspira, con los mimos que arrastra consigo para seguir ese

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    la fatalidad acumulada, como pasa la yida sobre nuestros dramas mudos cantando su eterna cancin leve y dulcsima.

    Los ecos de la msica, escuchados en aque- lla hora trgica de la vida que acecha como la fiera su presa para devorarla, tienen una horrible intensidad.

    Con un efecto tan pequeo se ha logrado estremecer nuestra sensibilidad en el cho- que de las corrientes que se disputan nuestra alma: la de abajo y la de arriba!

    La vida de nuestro humano corazn, que pelea su ltimo combate con 1% vida eterna- mente victoriosa de nuestra alma, estn all entre la carta del buzn y los acordes embria- gadores del baile que llegan apagados la es- tancia.. .

    Vuelven los esposos, salen de la ilusin de la noche de placer y .van entrar en la horri- ble realidad ~ . . Nora viene en traje de fanta- sa. . . hasta ese momento ha llevado un dis- fraz, se lo va quitar; la careta va caer, la mueca deja su lugar al ser humano. . .

    Ya era tiempo! El marido vacia su buzn, ella aguarda con la serenidad propia de los grandes momentos. , . porque la vida, en su sabia economa, acumula en nosotros sus fuer-

  • 23 = zas aos y aos para que toda la reserva entre en juego la hora del destino.

    Las mujeres ms debiles ms tmidos sal ben ser grandes cuando entran actuar con su gran yo desconocido. , .

    Durante toda la temporada en que vengo observando ClaraDella Guardia en la varie- dad desu juego escnico,no la habavisto dar, como en la obra.de Ibsen, ese gran gesto Unico que la llev la cima de su arte.

    Me haba dicho que el rol de Nora io haba estudiado veramente)>, pero yo le dira que lo ha estudiado profticamente. . ,

    Ella logr, no s cmo-ese es su prodigio -asomarnos la vida trascendental que to- dos presentimos, aunque no la hayamos vivi- do.. . Sus ojosdilatados, ahondados, fulgurantes,

    dejaron pasar el infinito.. . donde todo cam- bia de nombre, donde cesan el espacio y el tiempo, donde la vida se prolonga hacia ade- lante y hacia atrs en vertiginosas propor- ciones.

    ;Cmo esta mujer alcanz ese efecto? No lo s. Recuerdo slo que avanz como so- nmbula unos cuantos pasos hacia el pblico, que levant sus dos brazos y tir ambos la-

    '

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    dos su cabello negro extendindolo lenta- mente, mientras sus ojos obscuros se hundan en monstruosa perspectiva..

    Nos estremecimos ante aquella mirada de mujer que nos sumergi en la eternidad. . . all donde se truecan nuestros puntos de vis- ta, donde se realizan nuestros precentimien- tos y donde la palabra *imposible+ pierde para siempre su significado. . .

    No dijo una palabra, pero Ibsen asom h los ojos de la mujer la vida sin nombre, la vi- da que lleva al herosmo al martirio, la vida para la cual no somos nadie sino el instru- mento de la fuerza universal!

    Vida para la cual no hay patria ni familia, ni credo, y que slo los que la han vivido PG- drn comprender al poeta, sin hacerle cargos de desercin deberes que- pueden imperar como tales mientras no existan otrcs mayores para nuestra conciencia ntima.. .

    Viene la explicacin. No se necesita. Nora, en su silencio, ha dicho ya todo lo que el au- tor pone en sus labios. El hombre la despre- cia. iNaturalmente! le increpa su falta en el diccionario oficial de trminos huecos, le de- letrea la cartilla humana. Muy bien!

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    Ella todava lo siente lgico en su peque- ez, pero cuando en el jbilo del documento reconquistado quiere continuar la vida sobre las antiguas bases, la mueca se le ha roto en la mano y el presuntuoso abogado se encuen- tra en presencia, no ya de una mujer dbil, que lo ama, sino en presencia de un alma hu- mana, armada de todos sus derechos y cons- ciente de todas cas fuerzas!

    Lo que hasta entonces constituauna razn de vivir, ha desaparecido. Nora ha entrado en conciencia de una individualidad que exige la libertad de vivir unavida nueva, lejos de aquel hombre, de aquel extrao su verdadero ser, compaero de una mascarada en noche de placer.. .

    No pretende ciertamente Ibsen, sentar co- mo principiogeneral que sea lcito para la mu- jer la desercin del hogar, pero insina jeso s! que en determinados casos y para los tipos ms avanzados de la especie, el alma tiene un derecho que prima por encima de los de- beres sociales, ya que los nuevos grados de conciencia corresponden deberes tambin

    , nuevos, y ms grandes que redimen los otros. Cuando la naturaleza llama un ser la

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    realizacin de una obra especial, fortifica el sentimiento que implica la vocacin parti- cular expensas de los otros y as vemos por ejemplo, que Rousseau sinti tan dbilmente la paternidad que llev sus hijos la Inclusa, y probablemente la perfecta educacinde esos seres al lado de su padre no habra enriqueci- do la especie de ejemplares equivalentes al Emilio al Cofitrato Social en la intelectua- lidad .

    E n todo caso, lo que importa es que cada uno responda la vida por el cumplimiento de los deberes que su conciencia le marque y que estn siempre en relacin con la hondura del espritu.

    Cada cual cumpla su obra que slo de ella y no de la del vecino hemos de rendir cuenta ms all.. .

    E n Alemania, con una inocencia lamenta- ble, suprimieron la ltima escena de la pieza, que toda entera no es ms que el prlogo de la huida de la mujer, falseando el pensamiento de' Ibsen, que se propone mostrar que el des- cubrimiento de ciertos horizontes morales cambia nuestros antiguos deberes por nuevos.

    A travs de este rasgo, qu razn encontra- ra Heineparanegarlesus cenizas lapatria,

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    si esa tierra no fuera al mismo tiempo cuna de Goethe y de Beethoven, cuya atmsfera moral es la misma en que viven los perso- najes de Ibsen!

    2 de diciembre de 1909.


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