Date post: | 29-Jun-2015 |
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Por el Mtro. Fernando Reyes Baños
Introducción
"¡Deje de hablar! No se puede escuchar si está hablando“, diría Keith Davis
(Codina, 2004), como una de sus diez reglas de la buena escucha. Parece algo
muy sencillo de hacer, pero ponerla en práctica y, más aún, integrarla como
una de nuestras conductas habituales no parece ser nada fácil, sobre todo
cuando estamos habituados precisamente a todo aquello que, según los
expertos: Robertson, Covey, los Epstein, etc., contraviene lo investigado sobre
el tema y que, ocasionalmente, se traduce en reglas que pueden resultar útiles
para escuchar activamente con empatía, o para establecer con el otro, la
confianza necesaria para que podamos comprender su situación y pueda él o
ella también comprendernos a nosotros.
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Pero… ¿Qué pasa con quienes deben poseer estas cualidades para orientar
a otros, digamos, a los estudiantes universitarios, docentes y padres de familia
que requieren de la escucha atenta de alguien que se muestre interesado en su
problemática y que, de algún modo, pueda apoyarles? Lo anterior, que hace
alusión a lo que ocurre con demasiada frecuencia en la cotidianeidad, en el
campo profesional adquiere matices cuyo propósito es alertar sobre la
importancia que tiene saber escuchar, poder hacerlo sin interrumpir en ningún
momento, comenzando la conversación sin ideas preconcebidas y mirando
siempre al interlocutor que se tenga al frente.
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Elementos importantes relacionados con la escucha activa,
empatía y rapport.
De Hall & Rueth (1999):
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De Vendrell (2008): 5
De Codina (2004): 6
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Es probable que ningún consejero escolar desdeñaría la incorporación ipso
facto de lo que Max Scheler denomina, en sentido estricto, simpatía (citado
por Vendrell, 2008), lamentablemente, aprehender ese sentimiento que nos
permitiría percatarnos, de manera inmediata, de las vivencias de otras personas
(y que nos colocaría en la cúspide de los grados de intersubjetividad
propuestos por este autor) no es algo que pueda adquirirse de esa manera,
porque, como habilidad que es, requiere ser conocido y comprendido, así
como llevarse a la práctica regularmente para su incorporación como parte, tan
sólo como una parte, de lo que hace falta para saber escuchar; lo mismo ocurre
con el resto de los elementos que podrían considerarse para ello, es decir, el
establecimiento del rapport y con la escucha activa.
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Es imposible dejar de comunicarnos (López, 2008), el problema se
presenta cada vez que nos comunicamos incorrectamente, con lo que abrimos
la posibilidad de tener malos entendidos o conflictos con la gente.
En el ámbito escolar esto ocurre con mucha frecuencia en los estudiantes
con relación a sus profesores, con sus compañeros de clase e, in extenso, con
otras personas que forman parte inevitable de su entorno, y de las
circunstancias y aspectos que caracterizan la etapa de desarrollo que están
viviendo: pareja, padres de familia, amigos, etc.
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La importancia de que un consejero escolar sepa escuchar es innegable, si
se considera que una de sus funciones es apoyar a los estudiantes a encontrar
una solución para estos malentendidos y conflictos que surgen en la
comunicación, para lo cual necesita entender las situaciones que sirven de
plataforma existencial para los estudiantes que acuden hasta su espacio a
“pedirle un consejo”, pero este entendimiento sólo puede ocurrir si procura
interesarse, con autenticidad, en lo que el otro está diciendo, parafraseando
algunas de sus frases y resumiendo algunos puntos para hacerle ver que está
prestándole atención, así como evitando _mientras lo escucha_ pensar en otra
cosa, interpretar lo que dice de manera selectiva o distraerse, paralelamente,
por lo que surja como “ruido” desde su fuero interno.
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Conclusión
Una reflexión final, en perfecta concordancia con lo presentado por Codina
(2004), es la necesidad palpable de trabajar, con mayor intensidad, nuestra
habilidad para escuchar mejor, no sólo en lo que atañe a los consejeros
escolares o profesionales que comparten esa gran responsabilidad implicada en
el trabajo con la gente, sino también para todos los que, de alguna u otra
forma, nos comunicamos o buscamos comunicarnos con los demás (¡?).
Una forma, al margen de todo lo que representa lidiar con nuestras
percepciones como interlocutores, es dejar de pensar que la persona que
controla una conversación es quien más habla y que el otro sólo debe escuchar
porque no sabe, porque es más débil o porque necesita de nuestros consejos,
siendo que la cosa es, justamente, al revés.
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Referencias
Codina, A. (2004, septiembre-octubre).
Saber escuchar: Un intangible valioso. Intangible Capital, 3. Recuperado el
29 de abril de 2010.
Hall, S. E., Rueth, T. W. (1999, Jan). Counselors in the Classroom: A
Developmental Approach to Student Well-Being. NASSP Bulletin, 83 (603),
pp.27.
López, J. (2008). Construir la relación de asesoramiento: Un enfoque
institucional basado en la comunicación. Profesorado. Revista de Currículum
y Formación de Profesorado. Recuperado el 22 de Mayo de 2010.
Vendrell, I. (2008, abril-junio).
Simpatía, empatía y otros actos sociales: las raíces olvidadas de la sociología
fenomenológica
. Espacio Abierto, 17 (002), pp. 303-315.
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Esta presentación es una adaptación resumida de un trabajo escolar presentado por el autor el 16 de octubre del 2010 para la materia Asesoría y consejería:
teoría y Práctica, correspondiente al plan de estudios de la Maestría en Administración de Instituciones Educativas (con Acentuación en Asuntos Estudiantiles) de la Universidad Virtual del Tecnológico de Monterrey.
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