Unidad II – Historia Política y Social Argentina y Latinoamericana Cátedra Koenig
Facultad de Derecho - UNPAZ
Ficha de cátedra:
Consolidación de los elementos del Estado Argentino
“Sólo una revisión de la historia que muestre el meollo, la esencia de clase
de esa historia oficial, puede darle al pensamiento nacional un
instrumento crítico de primer orden para elevarse racionalmente a la
conciencia histórica del papel de las masas como protagonistas de la
historia.” Juan José Hernández Arregui, 1969.
Para entender cómo se construyen los elementos del Estado Moderno argentino, debemos
necesariamente remontarnos al momento en el que se desvanece el proyecto de Patria Grande a
partir de la hegemonía oligárquica. Simbólicamente podemos señalar como hito que marca el fin
de ese proyecto de gran Nación, al Congreso Anfictiónico de Panamá donde Bolívar, luego de
fundar Colombia pretendió constituir ese proyecto de unidad continental con base en los
virreinatos hispánicos. Recordemos que entonces, Panamá era una provincia de la gran
Colombia, hasta que los norteamericanos respaldaron una independencia para construir el canal
y de esta forma conseguir que no haya preponderancia de Colombia ni de Perú. Del mismo modo
que Ecuador, así como Uruguay, fueron una creación de los ingleses para utilizarlos de tapón con
el objeto de que no haya preponderancia de Brasil ni de Argentina.
Esta política fue parte de la empresa imperialista de fragmentar los cuatro virreinatos en
más de veinte estados. “De aquellas regiones débilmente vinculadas entre sí y explotadas
genéricamente por España, único centro aglutinante, surgirán las ‘naciones’ particulares,
atraídas por el imán de otros centros mundiales más poderosos y estables que España. Estas
potencias controlarán a través de las economías exportadoras creadas por el viejo capital
mercantil la endeble nación colonial, disgregándola en Estados ‘soberanos’ con independencia
política. Las veinte ‘naciones’ latinoamericanas nacen de dicho estallido.”1
En el marco de la organización de aquél Congreso, los delegados argentinos –así como las
oligarquías de los demás incipientes países- pusieron como condición para concurrir, el requisito
de que sean invitados a participar también los ingleses y los norteamericanos, lo cual sería
prácticamente como invitar al zorro y al lobo a la misma fiesta. De hecho, en nuestro caso,
pensemos que “si el gobierno rivadaviano consideraba a los agentes de las provincias argentinas
en Buenos Aires como pertenecientes al cuerpo diplomático extranjero, es fácil imaginar su juicio
sobre los hijos de Colombia que venían, como el embajador Mosquera, a incomodar a los
porteños con sus utopías hispanoamericanas. Nada bueno podía esperar en Buenos Aires el
1 Ramos, Jorge Abelardo “Historia de la Nación Latinoamericana”, Ed. Continente, Bs. As., 2011, págs. 142.
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enviado del fabuloso y absorbente Bolívar cuando La Gaceta, órgano oficial del gobierno,
aplaudía la muerte del caudillo salteño Güemes”.2
De tal modo, por la operación política de esas oligarquías, fracasó el congreso y por lo tanto,
se perdió la posibilidad de construir el proyecto de unidad. “En lugar del estado nacional
latinoamericano, con un mercado interno poderoso y unificado, el imperialismo y las burguesías
nativas dependientes rompieron la antigua unidad colonial, parcelando a Iberoamérica en veinte
mercados raquíticos, aislados entre sí y directamente subordinados cada uno de ellos al mercado
internacional controlado por las potencias imperialistas.”3 Como consecuencia de esa derrota,
Bolívar partió al exilio –luego de un atentado contra su vida en Colombia- y encontrándose muy
enfermo, murió en el camino. En aquél mismo camino que recorriera San Martín cuando fue
alertado por los caudillos federales –López, sobre todo- que Rivadavia ya había puesto precio a
su cabeza. Porque, a contramano de lo que ha instalado la historia oficial, el gran enemigo del
General –dicho abiertamente por él- fue Rivadavia y no Bolívar.
Recapitulando entonces, tomamos ese momento -a partir de 1826- como el comienzo de la
historia argentina. Cuando la oligarquía logra imponer el proyecto de Patria Chica, de Nación
factoría, que se realiza en disputa sobre el sentido del Estado. Es decir, a partir de entonces
podemos hablar de la disputa por el sentido de la Argentina con la cuestión central de cómo
tenía que estructurarse ese Estado, si debíamos construirlo en sociedad y dependencia con el
imperio de turno o bien, consolidar un Estado Nacional autónomo e independiente de los
poderes mundiales.
Entendiendo ello, queda claro por qué desde el pensamiento liberal oligárquico de la región
se niega la historia del pasado común americano, que no es otra cosa –en última instancia- que
negar el Otro que tenemos adentro, en tanto somos producto de la violación europea en el
continente americano. Como exponente local de esa posición podemos tomar a Mariano
Grondona, quien considera –partiendo de la doctrina francesa- que en el caso argentino el
Estado precedió a la Nación, de modo que ésta “termina siendo una creación intelectual
devenida de la organización estatal (…) llevada a cabo después de la Constitución del 53/60 y del
proyecto de la generación del 80. Estas posturas [desconocen] por un lado la existencia de una
Nación hispanoamericana que fue desmembrada después de la independencia por la acción
combinada del imperio y las oligarquías locales, en desmedro del sueño de los libertadores. Y por
el otro lado, niega consecuentemente una de las partes en disputa por la estructuración de la
Nación: el bando que expresaba los intereses populares (…) que fue el derrotado.”4
En particular en nuestro país, debemos agregarle a esa disputa la discusión en torno a la
cuestión de centralización o descentralización, diferente a lo sucedido en los demás países de
2 Ramos, Jorge Abelardo en ob. cit., págs. 232/233.
3 Carpani, Ricardo en “Nacionalismo burgués y nacionalismo revolucionario” Ed. Contrapunto, Bs. As., 1986. Pág. 66.
4 Koenig, Marcelo en “Combatiendo al capital. Una perspectiva sudamericana del estado nacional en los tiempos de la
globalización y la exclusión.” De la campana, La Plata, 2010. Pág. 509.
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Latinoamérica -sobre todo los de tradición bolivariana- que son en su mayoría unitarios, con la
excepción de Brasil y Argentina. Allí, vale decir, la disputa central se dio entre liberales y
conservadores, ocupando la cuestión religiosa un lugar central (reconozcamos que acá es mucho
menor el peso de la cuestión eclesiástica).
Aclarada la particularidad nuestra respecto a si la forma de estado sería unitaria o federal,
señalemos que el resultado de esa lucha fue la sanción de una Constitución teóricamente
federal, aunque sólo en las formas porque la correlación de fuerzas entre Buenos Aires y el
interior no les permitió imponer un pacto unitario. Por lo tanto, si bien nominalmente los
estados provinciales preceden a la Nación y tienen derecho de autogobernarse, ello no tuvo un
correlato material o económico. “La política de exterminio llevada a cabo por Mitre a partir de
1862, modificaría radicalmente su estructura económica y social. No sólo son arrasadas
militarmente. (…) En la década 1853-1863 las provincias de Catamarca, La Rioja y Tucumán
mantenían un intenso tráfico con Copiapó y Valparaíso, en el país trasandino. Exquisitos vinos y
licores, superiores a muchos europeos –lo mismo que trigo, minas de explotación en Famatina
(oro y plata)-, producidos en las provincias nombradas, abrían para ellas excelentes perspectivas.
Catamarca exportaba mercaderías a Bolivia (…). El trazado de los ferrocarriles ingleses quiebra
las rutas históricas del comercio interlatinoamericano, arroja numerosos pueblos a la decadencia
y la despoblación, invierte el movimiento económico hacia el litoral y desvincula entre sí las
relaciones comerciales interprovinciales.”5
En efecto, se construyó una Argentina con una disposición territorial y económica que tornó
inviable a esos lugares que supieron ser los lugares más ricos de la América hispánica porque
eran los lugares con mayor población nativa sedentaria, condición propicia para que los
colonizadores expropiaran su trabajo. No habría otra manera justificar –a pesar de que existen
intentos- cómo las zonas más ricas pasaron a ser los lugares más pobres, sin comprender que se
trató de un problema de estructuración económica.
La disputa entre unitarios y federales se resolvió a favor de aquellos sectores que
expresaban a las masas populares durante gran parte de esos años. Nos referimos en particular
al período de gobierno de Rosas, cuando empezaron a consolidarse parte de los elementos
constitutivos del Estado que son –recordemos- población, territorio y poder. De hecho, fue bajo
sus mandatos que se discutió la autonomía de algunas provincias que luego formaron parte del
territorio argentino y otros territorios que no, como el caso de Paraguay.
Esta consolidación es independiente de quién manejaba la aduana, porque lo primordial del
gobierno de Rosas –independientemente de que como caudillo de Buenos Aires hacía que la
renta de aduana quedara allí- es que mediante la Ley de Aduanas logró beneficiar a un proyecto
de país que favorecía a las industrias locales del interior. Porque la invasión de los productos
5 Ramos, Jorge Abelardo. “Revolución y contrarrevolución en la Argentina”, Tomo II “Del patriciado a la oligarquía”, Peña Lillo,
Ediciones Continente, Buenos Aires, 2012. Pág. 17.
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manufacturados ingleses durante los primero años –bajo la gestión de Rivadavia- y que después
de la caída de Rosas se multiplicó con mucha mayor fuerza, no pudieron penetrar durante sus
gobiernos precisamente por la vigencia de esa normativa. Resaltemos además, lo trascendental
de la defensa de la soberanía nacional en la Vuelta de Obligado donde consiguió impedir que las
naves anglo francesas ingresaran a navegar los ríos internos.
Ahora bien, en lo relativo al elemento territorial de nuestro Estado, previo a los gobiernos de
Rosas sería impensable que nosotros tuviésemos el territorio de la Argentina que tenemos hoy,
que se consolida con la preponderancia del llamado modelo agroexportador, construido en base
a la consolidación de la oligarquía terrateniente, de la cual Rosas –como clase- era parte, aunque
no así como proyecto político. Ahora bien, como parte de esa clase tampoco tocó en gran
medida los intereses de ese sector, cuando muchos de los que se favorecieron durante el
período rosista fueron los estancieros. Pensemos que los Anchorena, por poner un ejemplo, eran
primos de Rosas. Es decir, no era un hombre ajeno a esa clase, no obstante para construir su
proyecto de poder se paró sobre los sectores más humildes.
De hecho, cuando se va a la Campaña del Desierto, se producen varios intentos de golpe,
uno de los cuales surge del seno de los federales, con los llamados cismáticos o “lomos negros” –
que siguiendo a Galasso, “eran los más vinculados a la tradición dorreguista, con tendencia a
organizar constitucionalmente el país y renuentes a entregar a Rosas la Suma del Poder
Público”6- pero lo cierto es que eran el grupo más vinculados a la oligarquía terrateniente al
punto tal que lo intentan derrocar mientras Rosas se encuentra en las expediciones. Y quien les
gana esa disputa de intereses, es Encarnación Ezcurra, la primera gran política mujer de la
Argentina, invisibilizada generalmente por la historia oficial.
Vale la pena detenerse a pensar el rol que ese relato ha querido instalar sobre la mujer, en
forma secundaria o de servicio, patriota en sentimientos aunque no puede empuñar una espada;
cuyo ícono es Mariquita Sánchez de Thompson que en realidad pone la casa y el piano, aunque
debemos rescatar que con ello se estaba jugando la cabeza. Sin embargo, hubo un sinnúmero de
coronelas en la lucha por la independencia, las más conocidas son Juana Azurduy –cuya figura ha
comenzado a ser rescatada del olvido en los últimos años-, Manuela Sáenz Aizpuru que llegó a
ser Generala y que además era la compañera de Bolívar. Es decir, la cuestión del rol de la mujer
está invisibilizado desde los comienzos de nuestra propia historia. Más allá de que en una
sociedad patriarcal no se les daba demasiado espacio, no obstante se lo ganaron por sus propios
medios. Lo que hacían fundamentalmente tanto Manuela Sáenz como Rosita Campusano en
Lima, era un servicio de inteligencia mediante la seducción de los jefes de los batallones realistas.
Incluso algunos historiadores sostienen que al batallón de Numancia los hicieron sublevarse y
pasarse al bando patriota.
6 Galasso, Norberto. “Historia de la Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner”. Tomo I. Ediciones
Colihue, Buenos Aires, 2011. Págs. 239.
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Volviendo entonces a Encarnación Ezcurra, lo que consiguió en aquella oportunidad esa gran
política fue vencer sola a la sublevación de las clases dominantes dentro de los federales, en
ausencia de Rosas como dijimos. Dentro de la incipiente oligarquía –todavía en formación- existía
un sector que era federal y que seguía al caudillo entre otras cosas muchas veces porque eran
parientes, o bien parte de la misma clase. Entonces logra vencerlos sosteniéndose con los
orilleros que eran quienes vivían en los bordes o la periferia de Buenos Aires, desde esos sectores
se para Encarnación Ezcurra para dar la pelea con los cismáticos que pretendían una estructura
más concentrada.
Este proyecto llega a su fin, luego de las batallas de Caseros y Pavón, cuando comienza a
tener preponderancia el proyecto oligárquico dependiente.
Caseros y el triunfo de las oligarquías asociadas al imperialismo
El 3 de febrero de 1852 tiene lugar la batalla de Caseros, que consistió en la traición de un
sector del federalismo, encabezado por Justo José de Urquiza, el caudillo entrerriano que hasta
entonces era además de gobernador de esa provincia, amigo del propio Rosas. Incluso eran de la
misma extracción social porque además de estancieros eran los industriales de esa época puesto
que tenían saladeros. Eran los saladeros el mayor desarrollo de valor agregado hasta ese
momento. De hecho, el palacio San José es de enormes dimensiones, la casa es un castillo, tenía
la mayor tecnología de esa época en América, en efecto fue el primer lugar de Argentina que
tuvo agua corriente e incluso contaba con un lago artificial en el que se hacían representaciones
de luchas de barcos, para que nos demos una idea de la magnitud.
Urquiza entonces se alió con los enemigos de Rosas para poder derrocarlo en el marco de las
disputas que tenían con las provincias del litoral, entre otras cosas, por la renta de aduana. Así le
abre la puerta a la oligarquía porteña, que muchos de ellos se encontraban exiliados en
Montevideo. Una oligarquía que habían apoyado los bloqueos anglo-franceses e impulsaban una
invasión europea a Buenos Aires para poder instalarse en el poder, aunque no sólo aliados de los
ingleses, sino también del imperio brasilero, que quería cobrarle a la Argentina –en particular, a
Rosas- por su constante conspiración para incorporar a Rio grande do sul a la confederación y la
victoria sobre Brasil en la guerra de la década de 1820.
Frente a esta poderosa alianza, Rosas no reacciona con la energía suficiente, variable que se
va a repetir muchas veces en la historia argentina, porque otras veces que intentaron derrocarlo
quizás con variables análogas no lo lograron. De manera que, Caseros fue una gran derrota para
el proyecto nacional y popular, incluso teniendo en cuenta los grandes límites de ese proyecto.
Sin embargo, al aparecer la oligarquía porteña vinculada con los intereses de los ingleses, lo que
surge es que en la figura de Urquiza se concentra la esperanza nacional y popular de darle
combate a esos sectores. Es decir, el que le da combate a esos intereses, paradójicamente, es la
misma persona que les abrió la puerta.
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En este punto, si uno lee la correspondencia de la época y lo que sostenían los caudillos
federales, como por ejemplo el riojano Chacho Peñaloza que tuvo importantes enfrentamientos
con Rosas, todos tienen la expectativa de que ese proyecto oligárquico sea vencido por Urquiza.
De hecho, los hermanos Hernández fueron urquicistas políticamente e incluso el propio Alberdi.
Hagamos un paréntesis con Alberdi, para explicar que el autor tuvo al menos tres etapas; la
primera -del Estudio preliminar del derecho- que es cuando él estudia y se recibe de abogado,
etapa en la que por mirar el romanticismo alemán, se hace rosista acá. Luego rompe con Rosas y
se auto-exilia, como sucedía con el resto de toda la generación del 37, de la que era parte, que
decidían irse porque en rigor los únicos perseguidos eran los unitarios, mucho menos ellos que
pretendían situarse por encima de la disputa entre unitarios y federales. Inicia así etapa liberal,
es cuando le dieron espacio en la redacción constitucional del 53, porque además ya era
entonces un prestigioso jurista. En este caso, Alberdi se va Chile y desde allí –en Valparaíso-
escribe las “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”
que probablemente sea lo único que van a estudiar de su autoría en esta Facultad, como si fuera
prácticamente su único escrito. Es el mismo Alberdi de “Sistema económico y rentístico de la
Confederación Argentina”, donde explica cómo tiene que ser la Constitución. Luego tenemos “El
crimen de la guerra” –que es mucho más difícil que lo vean- donde sostiene que la oligarquía
porteña es responsable de un genocidio en la campaña contra el Paraguay. Todavía es liberal,
pero ya no está de acuerdo con el modo en que es conducido por esa oligarquía. Finalmente, el
Alberdi viejo de “Escritos póstumos” es absolutamente crítico hasta del propio liberalismo. En sus
escritos económicos defiende la intervención del Estado, por ejemplo. Acá ponemos en
cuestionamiento la idea de que los sujetos descubren las cosas que escriben, en lugar de
sostener que las piensan, confrontan, discuten, se plantea como si se iluminaran y descubrieran
el instituto –por ejemplo- de la propiedad privada, entonces es un presentado como un abogado
brillante que escribe una definición, como si eso no fuera producto de la disputa, la lucha, la
apropiación o la explotación del otro. Desde ahí, los conceptos son como diría Platón las ideas de
la caverna.
De modo que Urquiza se convierte entonces en la esperanza de los sectores populares y
federales para vencer al nuevo proyecto que tiene la oligarquía terrateniente, sin embargo el
entrerriano nuevamente va a traicionar esos intereses. Fundamentalmente defecciona en Pavón,
donde prácticamente ya tenía ganada la batalla –pues sólo hacía falta una carga de caballería- no
obstante el caudillo decide retirarse, y ni siquiera huyendo sino que retira la caballería al trote,
como dando claras muestras de que tenía las fuerzas suficientes como para seguir y triunfar,
pero que sin embargo decidía dejar que triunfe Mitre, que siempre fue un excelente político pero
un mal General.
Si bien no existen pruebas, algunas versiones sostienen que en realidad esa batalla fue
previamente pactada en la masonería, que en esa época era una sociedad secreta que tenía
mucho poder y a la que pertenecieron gran parte de los llamados próceres liberales e incluso
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algunos que no adscribían al liberalismo. Perteneció Urquiza, que no podríamos afirmar si es un
prócer liberal o no, pero también Mitre, Sarmiento, Roca. Y en el caso de San Martín se discute
su pertenencia, nosotros nos inclinamos a pensar que sí fue parte porque en aquel momento no
existían los partidos políticos, de modo que sus formas de organización política era a través de la
masonería muchas veces. Y San Martín ingresa a la Logia de los Caballeros Racionales de Cádiz,
aunque mucho no podamos saber porque eran secretas y en Europa eso se cumplía
estrictamente. En efecto, tampoco sabemos mucho de la Logia Lautaro, no se conoce
fehacientemente la fecha de su fundación, incluso algunos historiadores sostienen que se fundó
en Chile y otros piensan que se fundó en Argentina, pero no pueden explicar cómo lleva el
nombre de un cacique chileno. En consecuencia, creemos que San Martín algo tenía vínculo con
la masonería porque de hecho, no existía otra forma de organización política pública. Pensemos
que en la monarquía absoluta no se podía formar un partido político porque es en sí mismo un
cuestionamiento al poder del monarca.
Volvamos a Pavón, para darle una explicación política más allá de la masonería, pues
teniendo la experiencia de vencer a los porteños en la batalla de Cepeda (recordemos que
Buenos Aires estuvo casi diez años separada de la Confederación, no como provincia sino como
un Estado aparte), Urquiza es consciente de que no se puede conseguir la unidad nacional si no
se entrega el país a los porteños y en consecuencia, de algún modo, hace ese sacrificio. De
manera que uno podría atribuirle una decisión heroica si se para desde la unidad pero a la vez, es
una decisión suicida si uno se para desde lo popular, porque entregó el país al proyecto
oligárquico.
En consecuencia, con Caseros y definitivamente con Pavón, se terminó de enterrar ese
proyecto de país de desarrollo autónomo, endógeno y de protección del mercado interno. “Las
mercaderías británicas arrasaron por su baratura las artesanías provincianas que durante siglos
habían abastecido el mercado interno. Las barreras proteccionistas cayeron previa expropiación
en masa de la población nativa. Regiones prósperas como Santiago del Estero fueron convertidas
en páramos por el ferrocarril. La penuria de los nativos creció a la vera de la fantasmal opulencia
de la ciudad puerto. Las armas de fuego contra las tacuaras concluyeron la gigantesca operación
de (…) pérdida de nuestra soberanía y personalidad nacionales. Así, las poblaciones pacíficas
cuyos antepasados durante siglos habían nacido y muerto estabilizados en la tierra provinciana,
fueron condenadas, primero a la miseria, después al exterminio y sus héroes convertidos en
criminales sin ley. El Martín Fierro de José Hernández ha eternizado esta tragedia social.”7
Acaso el único país que resistió al rol que nos deparaba en el orden mundial, Paraguay fue el
único país donde había triunfado el proyecto nacional y popular, contra esas elites que querían
países subordinados a la división internacional del trabajo manejada por los ingleses y
norteamericanos. Como veremos, fue la primera revolución popular de América, donde el grado
de industrialización alcanzado fue altísimo.
7 Juan José Hernández Arregui, “Nacionalismo y liberación”, Ed. Continente, Buenos Aires, 2004. Pág. 100
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Ahora bien, financiadas por los ingleses -donde se ve materialmente el rol del capital
imperialista inglés en América, según Antesano- las oligarquías de Brasil, Uruguay y Argentina
masacraron a la población masculina de sus propios hermanos (de 1.300.000 a 250.000)
mediante la Guerra de la Triple Alianza o de la Triple infamia, de la destrucción del Paraguay que
no se levantó nunca más. Porque Paraguay era un mal ejemplo, ya que a partir del desarrollo
endógeno fue el primero en construir Altos Hornos, en trazar ferrocarriles privilegiando el
mercado interno, fue vanguardia industrialista frente al resto, que dependía en su construcción
material del capital británico no lo habían hecho. Además esta oligarquía comandada por Mitre
lo que hizo no fue apropiarse de esas industrias sino destruirlas absolutamente, porque eso era
funcional a los intereses británicos que se reservaba para sí ese lugar de industria. Esto sostenido
abiertamente, pues Canning dirá: “Inglaterra será el taller del mundo y Suramérica su granja”, o
bien una sentencia más contundente hará Lord Quilatan afirmando que “cuando América
fabrique un solo clavo, Inglaterra morirá”.
Algunos podrán decir que acá con capital inglés se desarrolló la industria a través del trazado
de ferrocarriles, sin embargo el problema es que en Argentina desarrollaron la industria inglesa
porque se hicieron allá, seguramente generó desarrollo, puestos de trabajo, pero no acá donde
sólo levantaron talleres de mantenimiento. Y lo que sí probadamente generó fue un
condicionamiento estructurante de la economía argentina poniendo todo al servicio del capital
británico, porque toda esa red es el mejor símbolo para entender cómo la inversión directa
extranjera condicionó la estructura económica argentina.
Scalabrini denunció esa red de más de cuarenta mil kilómetros de ferrocarriles, en forma de
abanico hacia el puerto, donde no existe ni un solo ferrocarril transversal. Pensemos por ejemplo
que a Jujuy no llega el vino mendocino, tiene q ir antes a Buenos Aires. No sólo eso, sino que el
manejo de las tarifas también era parte del condicionamiento porque era más caro trasladar
caña de azúcar de Tucumán a Santiago del Estero que está al lado, que a Buenos Aires, porque su
interés residía en que se exporte para llevárselas ellos. Y tenían una elite que les aseguraba ese
negocio extractivo a cambio de las migajas.
Entonces, con la lógica del capital e intereses británicos se construyó el Estado Argentino
dependiente. Mediante la adopción de un modelo agroexportador que estaba en correlación
directa con los intereses del imperialismo británico.
Territorio, población y poder en el caso argentino
Cabe detenerse entonces, a partir del predominio de la generación del 80 y de la oligarquía
terrateniente con el modelo agroexportador, sumado a la posibilidad de Inglaterra en el estadio
en que estaba de generar inversiones, en cómo se construyen todos estos factores en el Estado
Moderno Argentino. Cuando nos preguntamos acerca del comienzo de la historia argentina -que
sin dudas es un interrogante complejo y hasta capcioso- si ponemos el eje en el origen del Estado
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argentino, entonces podríamos decir que empieza con 1880, cuando se consolidan los elementos
constitutivos del Estado-Nación, a saber: el territorio, la población y el poder.
En cuanto al territorio, decimos que se consolida porque fue el momento donde hubo una
ocupación militar de todo el territorio que no se encontraba bajo el dominio del poder blanco,
así como también se terminó de dirimir la delimitación de las fronteras con el resto de los países
limítrofes, sobre todo con Chile que es con quienes tenemos la frontera más extensa, pues bien
todos los acuerdos de límites se efectuaron durante la presidencia de Roca principalmente.
Tanto el criterio relativo a las altas cumbres de la cordillera para diferenciar el territorio, o bien,
en los casos discutidos la fijación de la línea divisoria, se formalizan en una serie de Tratados que
consolidan el espacio territorial.
Ahora bien, no sólo se delimita la frontera sino que se ocupa militarmente el territorio
mediante el uso de la violencia. En eso había consistido anteriormente la masacre de las
monteras y caudillos federales que resistían al modelo agroexportador que los condenaba a
muerte.
La conformación de un Ejército profesional hacia 1880 es parte de la consolidación del
poder, cuyo bautismo de fuego fue la más famosa de esas campañas de ocupación militar, mal
llamada “Campaña del desierto” dada la extrañez de ser un desierto poblado, que en realidad fue
un genocidio sobre los pueblos originarios del lugar, para poner toda esa tierra como factor de
producción del proyecto oligárquico o, al menos, garantizar la tranquilidad de los lugares donde
se podía producir.
De este modo, se ocupa militarmente la Patagonia y se distribuyen sus tierras entre los
militares que eran parte de esa campaña para posteriormente repartirlas entre la vieja oligarquía
porteña y los comerciantes ingleses, que compraban grandes extensiones de tierra a valores
irrisorios. Entonces, se hace a partir de allí una ocupación efectiva de todo el conjunto del
territorio donde el Estado-Nación ejerce la soberanía.
Pensemos que antes de Roca la provincia de Buenos Aires llegaba hasta poco antes del Río
Salado, era prácticamente un corredor, incluso más chica que Entre Ríos si nos referimos a la
superficie que efectivamente controlaban los blancos. Si bien cuando se inicia la campaña de ese
General, la zanja de Alsina que era la línea de demarcación donde se alzaban los fortines, se
encontraba en Bahía Blanca, Puán, Guaminí, Carhué, Trenque Lauquen e Italó8, más allá de la
hostilidad sistemática de los malones sobre esas zonas. Con lo cual desde ahí hasta Tierra del
Fuego, se repartieron todo el territorio mediante la comisión de un genocidio.
Al respecto, uno podría preguntarse si existían otras maneras de llevar a cabo la integración
territorial y sin dudas las hay. Incluso existieron otras formas de resolver esos conflictos durante
el período rosista, pues aunque tampoco fuera la mejor manera, era superadora de las campañas
8 http://www.mapaeducativo.edu.ar/pueblos_indigenas/images/mapa/ConquistaDesierto
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roquistas. En dicho período al menos no existieron malones que sí volvieron a funcionar con
posterioridad a Caseros. De hecho, la idea –que era efectiva- de la zanja misma era porque no
sabían cómo contener las incursiones de los indios en el territorio blanco.
Y no sólo existió aquella campaña de Roca, sino que hubo otras menos conocida, incluso
menos denunciada por sus detractores como la Victorica que se llevó a cabo en toda la zona
chaqueña y donde hubo tanta masacre como en el sur, incluso en esos lugares vivían muchos
pueblos originarios. Esa campaña no se completó del todo, como por ejemplo en el
impenetrable, no obstante gran parte de lo que hoy es el chaco y el norte de Santa Fe, fueron
transformados en territorios bajo el dominio de los blancos, también a punta de pistola.
En este caso en particular, el predominio de lo técnico tuvo mucho que ver en el triunfo
porque fue la primera vez que se utilizaron los Remington, fusiles que no sólo eran rápidos sino
que además constituían una tecnología muy superior a las lanzas que usaban las poblaciones
nativas del lugar. También se usaron estas armas en la represión de los caudillos federales, de
hecho las primeras ametralladoras las trajo Sarmiento para reprimir a las provincias. Resulta
paradójico que el ‘padre del aula’ –como lo llama la historia oficial- probó dicho armamento
contra la pared de un colegio.
De modo que, claramente, no tendríamos el Estado argentino que hoy tenemos sin esas
“Campañas al Desierto”, eso es innegable. Es decir, que el Estado moderno se consolidó sobre
estas bases que venimos describiendo, es un dato de la realidad no una valuación. Ahora bien,
uno puede hacer la crítica de cómo se construyó y en todo caso señalar que es un Estado
dependiente de los intereses británicos, porque cómo se trabajó sobre sus elementos hizo a la
construcción de esa dependencia. Si no entendemos cómo se consolidó no comprendemos
dónde estamos parados y ni siquiera quiénes somos, porque aún los proyectos antagónicos a lo
que pensamos también son constituyentes de lo que nosotros somos. En este sentido, creemos
que los procesos históricos no son susceptibles de la valoración acerca del bien o del mal. En
efecto, no consideramos que esté mal la decisión de las campañas, es decir no creemos que Roca
se equivocó. En todo caso, planteamos que existe una decisión política de construir un Estado
Nación sobre la base de la masacre de los pueblos originarios y en consecuencia, una concepción
ideológica de creer que un aborigen es menos que un blanco.
En lo relativo a la población en tanto elemento constitutivo del Estado, hubo profundos
cambios en esta etapa histórica. Como dijimos, el territorio se consolidó mediante el genocidio
de los gauchos y las montoneras federales que no estaban domesticados (luego de lo cual se lo
vació de contenido y se lo instauró como símbolo de la nacionalidad, con una bombacha que era
sobrantes ingleses de la guerra de Crimea). Dicha tarea fue completada con el genocidio del
Chaco y de la Patagonia, entonces parece contradictorio que sea el período de mayor
inmigración europea, dado que se engrandeció el territorio a partir de la masacre de su
población.
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‘Gobernar es poblar’ dirá Sarmiento, porque la decisión político-ideológica fue que el
elemento poblacional se construya sobre el genocidio de los nativos y toda resistencia contra la
civilización impuesta, reemplazándola por inmigración europea. Poblar consistía entonces en
matar a la población que existía y trasplantar otra. Esto lo denunciará el propio Alberdi, en su
última etapa de las que mencionábamos anteriormente, en cuya oportunidad hace la crítica a los
civilizadores sobre cómo construyeron el Estado liberal. No obstante, en la época de las ‘Bases’
sostenía que necesitábamos traer europeos porque tenían la cultura del trabajo en los genes, y
en cambio acá –dicho coloquialmente- ‘los negros son vagos’. El discurso de la actual tilinguería
porteña empieza ya con la antinomia: civilización o barbarie. De modo que la idea de que los
negros no sirven para trabajar, es vieja como la historia nuestra, la del profundo desprecio de la
oligarquía por los sectores populares. Ese discurso racista y discriminatorio en efecto, fue parte
fundante de nuestro Estado moderno, en consonancia con la Razón imperante –aquella
calculadora, racionalizadora- que justifica la dominación y que niega sistemáticamente al Otro.
De manera que transformaron el elemento poblacional, y no sólo de la población nativa,
pues tengamos en cuenta que el genocidio el más importante de los que mencionamos fue el de
los gauchos, donde se estima –siguiendo los cálculos de Jauretche- que se masacraron entre
cuarenta y cincuenta mil gauchos, porque eran -como relata el Martín Fierro- rebeldes, se
resistían al orden que pretendían imponer y si veían una injusticia estaban dispuestos a pasarse
al bando de los indios, porque en última instancia vivían en las mismas condiciones, con la
diferencia de que del lado “civilizado” un juez disponía que debían ser soldados de los fortines
defendiendo intereses que no eran los suyos. Entonces esa mano obrera no disciplinable para el
trabajo capitalista era la que había que eliminar y suplantar por europeos, dicho literalmente en
las ‘Bases’ de aquel Alberdi liberal; el mal de la Argentina es la extensión y debemos poblarla
con quienes traigan el trabajo en sus genes, dicho en términos actuales.
Ahora bien esa inmigración esperada era la proveniente del norte de Europa, sin embargo
los que vinieron fueron los europeos del sur escapándole a la escasez de ratas, dicho
brutalmente. Eran en su gran mayoría campesinos buscando cómo sortear al hambre primero y a
la represión después. Lo que más nos permite entender esta cuestión de cuál era la
intencionalidad política y quiénes efectivamente vinieron, es el hecho de que las oficinas de
promoción de la inmigración para la Argentina se habían instalado en París, Bruselas, Londres y
no en Sicilia o Andalucía, por ejemplo, que fue lo que consiguieron porque estaban
desesperados. Pues debemos considerar que para exiliarte de tu país y emigrar a otro, uno tiene
que haber perdido las esperanzas, tener todo perdido, pensar que ya nada te ata a tu suelo, o
bien creer que los hombres sólo se salvan individualmente, para lo cual también debe haber roto
muchos lazos con su lugar.
En conclusión, el genocidio de los gauchos y pueblos originarios fue la base de constitución
del Estado argentino moderno, del cual hoy somos parte porque muchos de nosotros somos
hijos de esas generaciones de inmigrantes. Aunque tampoco somos el conjunto de la población
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argentina, la idea de que los argentinos bajamos de los barcos se desmiente cuando uno ve el
rostro de las mayorías dentro de los sectores populares que claramente no tienen una matriz
europea, mucho más aún si vamos a las provincias del noroeste argentino, donde se ve
claramente el mestizaje. Si uno busca imágenes de los vendedores de principios de siglo, nota el
color más oscuro en la piel, lo que demostraría que en Argentina las poblaciones originarias se
cruzaron con los blancos, aunque el sector más acomodado trató de no hacerlo, porque
inscriptos en aquella matriz ideológica que señalábamos, consideran que ‘lo negro destiñe’.
Toda esa mezcla debía homogeneizarse culturalmente para construir una identidad nacional,
pensemos que incluso los propios inmigrantes venían hablando distintos idiomas de sus naciones
de origen, en Italia por ejemplo, el toscano se impone recién entrado el siglo XX y en España
también tenían distintos idiomas catalanes, vascos, castellano.
En consecuencia, se fueron dando procesos de asimilación de esas inmigraciones,
prácticamente como en ningún país del mundo, y esto fue uno de los grandes aciertos que uno
podría reconocerle a la oligarquía. La expansión de escuela pública fue un instrumento esencial
para disciplinar esa mano de obra pero también para integrarla, eso permitió cánones europeos
de alfabetización desde la generación del 80 incluso hasta nuestros días. Ya teníamos casi 100%
de escolarización primaria, cuando en el resto de la región ni se acercaban al 50%. De hecho, por
qué le cantamos himno a la bandera y el culto a los símbolos nacionales -lo que un europeo
progresista acusaría de fascismo- porque había que hacer argentinos a hombres que no lo eran.
El otro gran homogeneizador fue la historia oficial o mitrista, porque lo que construyó fue la
historia desde los ojos e intereses de la oligarquía y al escolar que había que hegemonizar había
que hacerle creer que la historia argentina era la historia del protagonismo de la oligarquía con el
fin de que no la cuestione. Es una historia donde lo patriótico es una especie de fósil de bronce
pensado desde las grandes personalidades que forman el panteón de la nacionalidad que había
que idolatrar, en lugar de pararse términos de disputas de intereses y de procesos históricos
según cuales predominen. Por eso Jauretche habla de la política de la historia destinada a
desorientarnos de los fines nacionales, en efecto “la falsa historia comienza a funcionar no sólo
por la desvirtuación del pasado (…) sino como un sistema destinado a mantener esa desvirtuación
y prolongarla en lo sucesivo imponiéndola para el futuro por la organización de la prensa y la
enseñanza, de la escuela a la universidad, con una dictadura del pensamiento, esa que señala
Alberdi, que hiciera imposible esclarecer la verdad y encontrar en el pasado los rumbos de una
política nacional. Esto era una exigencia de la estructura económica que se creaba por la
aplicación lisa y llana del liberalismo económico, que coincidía en esos momentos con los
intereses de la dominación de Gran Bretaña, pues su fundamento era la división internacional del
trabajo.” 9
9 Jauretche, Arturo. “Política Nacional y Revisionismo Histórico”, Ed. Corregidor, Buenos Aires, 2006. Pág. 17/18.
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Respecto a la cuestión cultural el modelo tomado fue Francia, de hecho para la oligarquía
era mejor pensar en América Latina –por eso se impuso sobre otros conceptos como
Iberoamérica por ejemplo- porque eso nos unía a los franceses en tanto latinos, recordemos a
modo ilustrativo cómo Victoria Ocampo se jactaba de hablar previamente francés que español.
Por último, lo militar era particularmente de influencia prusiana, luego de su triunfo en la guerra
franco-prusiana donde se erigieron como el ejército mundialmente más fuerte.
Con todas las características expuestas se construye entonces el Estado argentino, en el que
su elemento: poder se consolida a partir de la construcción de un Ejército que reprima a todas las
fuerzas populares internas que cuestionaba el poder de Buenos Aires, cuestión que empieza ya a
gestarse con Sarmiento en el poder, que se termina de profesionalizar con Roca -sumando la
obligatoriedad del servicio militar- y cuyo debut de fuego fue aquella campaña genocida del
“desierto”. Con Julio Argentino, se consolida además, toda la burocracia del Estado y con esto
termina de configurarse el Estado moderno argentino en relación de dependencia con el imperio
británico.
A modo de conclusión y apretada síntesis, señalemos que “la construcción de los Estados
periféricos fue el fruto de la disputa entre dos fuerzas que (pusieron) sus intereses en paralelo en
un punto, pero que luego (tuvieron) intereses contradictorios en la determinación del Estado, es
decir, en cómo ha de estructurarse (…) esa sociedad nacional tanto en lo interno como en sus
relaciones con el resto de los países del mundo, principalmente con los Estados centrales. Los
Estados Nacionales, entonces, surgieron en el marco de estas fuerzas contradictorias. Una, la
impulsada por el Pueblo, que transita de la Colonia a la Nación y toma impulso en contra de la
integración subordinada a la economía mundial y otra, en cambio, que se desprende de la vieja
dominación aunque su rumbo es hacia la integración a las nuevas formas de subordinación
política y económica a los emergentes centros de poder mundial, motorizada por la oligarquía. En
lo económico esta última fuerza planteaba la integración plena a la división nacional del trabajo y
en lo político tuvo en América Latina un discurso librecambista que beneficiaba ampliamente a
las potencias industrializadas. Aún con estas fuerzas contradictorias –pero que se conjugan para
romper con el hecho colonial- el proceso es sustancialmente diferente al proceso de surgimiento
de las Naciones europeas, en donde se parte de una Nación generalmente con colonias, para
finalmente conformar un nacionalismo imperialista aún más agresivo, avanzando sobre la
soberanía de otros Estados.”10
10
Koenig, Marcelo en“Combatiendo al capital. Una perspectiva sudamericana del estado nacional en los tiempos de la globalización y la exclusión.” De la campana, La Plata, 2010. Pág. 515.