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7/24/2019 Coordenadas de Una Estructura Agraria
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PRIMERA PARTE
COORDENADAS DE UNA ESTRUCTURA AGRARIA
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CAPTULO 1: LA POBLACIN.
1.1 La configuracin del hbitat.
1.1.1 El trmino municipal en el entorno comarcal.
Hace novecientos aos, desde los valles pirenaicos, gentes cristianas de
Aragn, Sobrarbe, Ribagorza y Pallars pugnaban por arrebatar lenguas de territorio
a los acomodados dueos musulmanes, ubicados de antiguo en los somontanos y
valles fluviales de la margen izquierda del Ebro. Condes y barones, unidos en un
mismo afn a sus obispos, competan en el esfuerzo programador de campaas
blicas contra el poder almorvide de Zaragoza y de Lrida, que proseguira luego
cada cual en alianzas zigzagueantes.
En el valle del Cinca, desde los castillos de Chalamera, Belver o Zaidn,
desde la zuda de Fraga hasta el castillo de Torrente de Cinca y desde ste, luego,hasta la Granja de Escarpe, Sers y Mequinenza, cruzando avisos preventivos una y
otra vez sobre el Alcanadre, el Cinca y el Segre hasta el Ebro, sus oponentes
defendan vidas y bienes en un estrecho y rico sedimento fluvial, rodeado de un
mucho ms vasto, boscoso e inculto hinterland altiplano. Las tierras que
apellidamos Bajo Cinca, ocupadas hasta entonces por laboriosos y hbiles regantes
musulmanes y mozrabes, pasaran a manos de belicosos pastores y campesinos
cristianos en el transcurso del siglo XII.
Aquellos fueron hechos y tiempos de estructuracin de una nueva realidadreligiosa y social, emergida bajo los auspicios y dictmenes de los dos poderes
seculares: el poder del cielo y el poder sobre la tierra. Las primeras generaciones
perfilaron los lmites de aquellas iniciales dicesis de Jaca, Huesca, Roda, Roda-
Barbastro y finalmente de Lrida, bajo la espada cruzada,bendecida por el poder
superior de Roma. Y al mismo tiempo exacerbaran aquellas rivalidades tambin
expansionistas- de los poderosos seglares, enfeudados a la Santa Sede. Los
Berenguer o los Mir, -condes-, y los Ramiro, Alfonso, Jaime y Pedro, -reyes
batalladores o conquistadores, castos o ceremoniosos-, tirando siempre unos yotros de una tierra cambiante en sus rayas fronterizas y en sus contingentes
repobladores, configuraron un conglomerado de pequeos territorios cristianizados,
fsicamente prximos aunque jurdicamente dispares.
Los anales registran la toma de Fraga el 24 de octubre de 1149 y poco
despus la de Mequinenza. Las capitulaciones permitiran permanecer a los
antiguos dueos del territorio en sus respectivos lugares, aunque para el caso de
Fraga (desde 1189) acabarn reubicados en un barrio rural vicus-, separado de los
cristianos, conservando bienes, religin, cultura y administracin comunal propia.Seran las llamadas desde entonces comunidades de moros de paz, como observa
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en los documentos el medievalista Esteban Sarasa, quien les otorga relevancia en
las primeras fases del poblamiento de esta zona.
El lento proceso repoblador permiti que cada ncleo habitado recibiera de
los seores temporales y de los sucesivos reyes cartas pueblas en premio de
aquella fidelidad y sujecin a un terruo, a un lugar. Mediante una tpica institucinaragonesa, el territorio se haba estructurado en tenencias,que perduraran hasta
el siglo XIII, conjugando los tenentes funciones de carcter militar, administrativo,
jurisdiccional y poltico. Eran los representantes del poder temporal de los reyes.
Al mismo tiempo, el territorio se organizaba bajo la proteccin de la dicesis
trasladada a Lrida y de monasterios y abadas a cuya dependencia jerrquica se
sometan las dems comunidades en calidad de prioratos, decanatos e iglesias
rurales. Algunos de aquellos monasterios y prioratos amasaron importantes
patrimonios por acumulacin de bienes propios o donaciones de sus fielesdependientes, y pronto pasaron a formar parte del sistema seorial que los
tenentes o senioreshaban propiciado, concentrando villas, aldeas y lugares bajo su
jurisdiccin.
Junto a los seores laicos y al obispo, las rdenes militares fueron el tercer
elemento llegado al reparto y a la pacificacin y empuje econmico de algunos
emplazamientos: Torrente entraba a depender desde 1174 de la religin del
Hospital, que inmediatamente le dotaba de carta puebla, al igual que a los lugares
hoy desaparecidos de Canals y Torralba (1185), para administrarlos durante siglosdesde la Castellana de Amposta. Los caballeros del Temple constituyeron la
encomienda de Chalamera y dispusieron de almunias y otros dominios en Fraga, al
menos desde 1181, para heredar en 1204 los que posea la orden de Alfambra.
Mientras, los Hospitalarios de San Juan de Jerusaln cedan el lugar de Velilla al rey
Alfonso II a cambio de otras posesiones (1182). Y casi al mismo tiempo surga,
junto a un anterior cenobio de freires de la orden, el monasterio de damas
sanjuanistas en Santa Mara de Sijena (1188), que tuvo jurisdiccin durante siglos
sobre Ontiena, Candasnos y sobre algunos trminos de la villa de Ballobar.
En el ao 1317 todas las posesiones de los Templarios pasaron a los
Hospitalarios al extinguirse la orden por disposicin papal, luego de ser reducida su
mayor resistencia en los castillos de Monzn y Chalamera. Los monjes soldados
haban impuesto unas normas bsicas de convivencia en sus respectivas
encomiendas y vinculado a los pobladores de cada lugar a su jurisdiccin. Haban
concretado las condiciones del usufructo de la tierra y dado cartas de poblacin que
solan remitir a fueros de rango supra comarcal. Su gestin econmica y financiera
contribuy a la potenciacin de la economa con la plantacin de viedos, puesta en
cultivo de tierras yermas, intensificacin de la actividad ganadera, control del
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sistema de riegos y potenciacin de nuevas fuerzas hidrulicas, -norias, azudes y
molinos draperos y farineros-, as como a la apertura de mercados locales. A ellos
se atribuye la acequia de Ontiena sobre el Alcanadre que nace junto al puente de
Sijena. Tambin el pequeo cauce abierto en 1232 desde el mismo ro, para regar
los trminos de Chalamera y Ballobar. En la ribera izquierda del Cinca lostemplarios de Monzn abran la acequia llamada del Comendador, que naca en el
trmino de Albalate y regaba las huertas hasta Osso de Cinca.
Durante generaciones, las jurisdicciones y los feudos cambiaron aqu, como
en otras partes, de forma continua. En una misma generacin los pobladores de un
lugar concreto variaban su dependencia servil, ligados a seores de la ms variada
y distante procedencia. El territorio comarcal permaneci invertebrado durante
siglos, repartido entre diferentes adscripciones administrativas y vasallticas. Sus
hombres sujetos a diferente signo y condicin. Sus haciendas sometidas a distintostributos reales, seoriales, eclesisticos y municipales. Sus pastos, bosques, tierras
y acequias en permanente litigio frente a las apetencias seoriales, marcando cada
lugar su propio ritmo en la bsqueda de privilegios a obtener de sus protectores.
* * *
En los siglos bajo medievales, aunque todo el territorio est incluido en la
Partida de Ribagorza,1 las relaciones intra comarcales no cabe buscarlas en
instituciones administrativas comunes, ni en una nica jurisdiccin, puesto que son
distintas y variables en cada lugar. Slo los delincuentes son perseguidos por un
mismo sobrejuntero y los impuestos reales recaudados en la sobrecollida conjunta,
con sede en Barbastro. Las relaciones entre vecinos comarcanos se descubren
mucho mejor en las actividades cotidianas, en similares ritmos de la coyuntura
agrcola y ganadera, en la buena y mala vecindad, en el uso comn y disputado de
los pastos, en las mismas riadas, pleitos, treguas y concordias constantes entre
habitantes de un territorio que tardar cientos de aos en colmarse, aquejado de
continuas crisis de subsistencias, con el aadido de la expulsin de judos primero y
luego de moriscos.
Probablemente, uno de los primeros conflictos comarcales tendra su origen
en lo que llamamos el monte: la gran extensin de tierras de secano con que
cuentan Fraga y, con menor extensin, otros pueblos de la comarca. El uso y abuso
del monteen el altiplano monegrino y literano (tierras, balsas, bosques, matorral y
pastos) fue uno de los primeros condicionantes en la delimitacin de los trminos
municipales y en la posterior relacin entre sus universidades y concejos. Los
vecinos de cada lugar buscaron su organizacin y consolidacin como comunidades
diferenciadas, con un derecho local propio, concretado en sucesivas ordenanzas
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municipales. En stas, el derecho de alera foral ser uno de los tempranamente
regulados, por ser la actividad ganadera la que con mayor frecuencia, -por su
necesaria movilidad-, prescinde de imposiciones restrictivas. Haba que amojonar
los trminos para poder diferenciar derechos de pasto entre ganados naturales y
forasteros. Decidir qu rebao tena derecho durante el da a traspasar el lmite desu trmino, para regresar a su terruo antes de la puesta del sol. Igualmente,
deba determinarse quin tena derecho a cazar y lear, al carboneo o a la
roturacin. Las buegas o huegas decidiran quin deba ser considerado
usufructuario natural de las hierbas y quin slo herbajante trashumante durante
la temporada invernal. Delimitaran tambin con el tiempo a quin corresponda
cobrar derechos de uso de aquellos extensos montes.
El siglo XIII ser el de las mojonaciones en la comarca. En la temprana
fecha de 1212 se deslindan los trminos de Fraga y Candasnos. Veinte aosdespus, por primera vez, los de Fraga y Torrente y una dcada ms tarde se
produce la primera concordia entre Fraga y Caspe por el derecho de alera foral que
concreta posibles pastos en usufructo. En 1237 se concierta ese mismo derecho
entre Torralba y Mequinenza, y en 1246 se mojona el trmino municipal de este
ltimo lugar, diferenciando sus pastos y bosques de los de Fraga y del vecino lugar
de Candasnos. Otro tanto se repeta entre Candasnos y Ballobar en 1257, luego
entre ese ltimo lugar y Fraga en 1261, y veinte aos despus el Rey Pedro III
sellaba en pergamino el derecho de los de Zaidn a cazar y lear en los trminos deFraga. Por su parte, Jaime II manda a los fragatinos en 1295 no entrometerse en
los trminos de Ontiena. Mientras, Candasnos es protegido por el mismo Rey
frente a los hombres de Fraga y Ballobar que ponan trabas a la pacfica posesin
de sus trminos y a los de Bujaraloz, a quienes
prohiban llevar a pacer sus rebaos en los pastos del
monte fragatino. Litigios, arbitrajes y concordias
recogidos hasta el siglo XIV en un cdice extraviado
del archivo fragatino y recuperado recientemente.2
La gran extensin del municipio fragatino,
colindante con casi todos los de su comarca natural,3
le obligaba a involucrarse en la mayora de las
disputas. Sera esta doble relacin, la del
aprovechamiento de los pastos primero y luego la
roturacin en campo contrario, la razn que sin
duda- habra contribuido ms a definir la idea de comarca. Naturalmente, quien
ms poblacin, trminos, tierras y posibilidades tena en este contexto era la villa
de Fraga. Ella ser quien mejor se site con el tiempo en el entorno prximo. Su
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reformas y mejoras del hbitat en el perodo analizado en este trabajo aconseja
una referencia mnima a su situacin previa.
El ncleo urbano de Fraga se eleva sobre la orilla izquierda del Cinca, a
caballo de una plataforma sedimentaria atacada por la erosin diferencial. La
DESAR
ROLLODELREAURBANA
ENELCASCOHISTRICODEFRAGA
Nc
leo
inicial
Barr
iosperi
fricos
intra
muros
Nuevos
barr
iosperi
fricosex
tramuros
1.
LaPlazaySanPedro
2.
BarrioCristianoinicial
3.
Zuda,
CalljudoyCollad
a
4.
ElBarranco
5.
Banco,
RoquetayMurallot
6.
SanMiguel
7.
LasArribas
8.
LaParroquia
9.
ElTozalyElColomer
10.
ElSego
11.
Los
Obradores
12.
SantaAna
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composicin del material rocoso determina un paisaje alternado de lomas y
barrancos que desaguan en un ro cuya movilidad y riadasmuerden las ribas o
arribes, y condicionan la estabilidad de las construcciones ms prximas. Durante
la Baja Edad Media, el amuralladocor de la vilapermaneci estructurado en tres
barrios contiguos, separados por tapial, rodeando a tres edificios singulares, centrofsico de la villa y de su vida social. De un lado el castillo-palacio, epgono de la
anterior zuda musulmana, en el extremo norte de una pequea meseta en forma
de plaza: la nica Plaza entonces. En el extremo opuesto de la plaza la iglesia
parroquial de San Pedro, construida al parecer sobre la anterior mezquita. En un
estrato mucho ms elevado, coronando el altozano mayor, la pequea iglesia de
San Miguel. Desde la Plaza, el barrio cristiano desciende por la ladera meridional
del altozano hacia el barranco del Sego. En la vertiente noroeste de la Plaza se
sita el barrio mudjar, que escalona sus casas en el barranco llamado El Banco.En medio, pegado a los muros de la zuda y hacia la cima de San Miguel, el pequeo
call judo, que busca la proteccin de sus seores en la falda del barranco central
cuyo topnimo es precisamente El Barranco. De noroeste a sudeste: barrio
mudjar, call judo, edificios simblicos de la Plaza y barrio cristiano.
El cor de la vilaes en conjunto un casero que apenas excede las trescientas
viviendas habitadas en el siglo XV, en torno a un zigzagueante camino Real que
conforma sus calles escalonadas hasta la cota ms elevada del altiplano, en San
Miguel. Un casero elevado sobre el ro y separado de la huerta que le da vida porun puente de piedra primero y de tablas luego. Un recinto cerrado con cuatro
portales principales que lo comunican y lo protegen al mismo tiempo del exterior: el
propio Portal del Puente, entrada del camino real desde Aragn; el Portal de
Lrida, como salida del camino hacia Catalua; el de Arnero (o Puerta Cerrada)
al norte, sobre otro montculo protegido por un fuerte torren camino de Zaidn y,
por ltimo, la Puerta de Sers en el extremo sur, camino del monasterio de
Avinganya. Cuatro portales en la direccin de los cuatro puntos cardinales,
posiblemente estructurados de ese modo desde su origen musulmn que as lo
exiga. Ms tarde llave puesta entre Aragn y Catalua al decir de varios reyes
aragoneses. Siempre zona de frontera.
El crecimiento urbano del siglo XVI ensanchara el barrio cristiano hacia el
sur, dilatando la calle Mayor hasta ocupar, -todava con baja densidad-, el recinto
cerrado por la muralla musulmana interior, en parte arruinado y vago desde la
recesin demogrfica bajo-medieval. Fuera de la muralla interior, el extenso
barranco del Cegonyerpermanecera en aquella poca sin edificaciones, pero con
plena funcionalidad econmica. Es decir, el cor de la vilacontaba en su extremo sur
con un mnimo hinterland rural, zona de complemento hortcola, resguardo
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ganadero y aprovechamiento forestal y cinegtico: corrales, huertos, eras, cas,
balsas, sotobosque, cantera, tejera, etc.: un pequeo reducto para la subsistencia
de los fragatinos, cuando las avenidas del Cinca imposibilitaban cruzar el ro.
Ms al sur, la zona del hinterlandse protega todava con un muro de tapial,
en un recorrido semicircular que desde San Miguel bordeaba los altozanos de LaConcepcin, Santa Quiteria y Santa Ana para descender hasta el ro. Sera la terica
muralla exterior, -tambin de origen musulmn-, que resguardaba ahora las
ermitas de Santa Quiteria y Santa Ana intramuros. Es decir, la zona meridional de
la villa formaba un dilatado espacio de reserva entre dos murallas, -la interior y la
exterior-, inmediato a un casero en expansin al que servira en posteriores siglos
de ensanche.
Del mismo modo, al noreste y en cota ms elevada, permaneca casi
deshabitado un amplio circo conocido como La Collada; una ladera semicirculartambin intramuros, de difcil urbanizacin, entre la ruinosa zuda musulmana y la
cima de San Miguel, donde se ergua la pequea iglesia que daba nombre al
topnimo, con su cementerio anexo. La villa permaneca as cerrada al norte por la
muralla ms potente, de piedra, con el torren del Macho y la puerta casi siempre
Cerrada. Al este la cima amurallada de San Miguel; por el sur un doble tramo de
muralla interior y exterior a uno y otro lado del Barranco del Cegonyer, y al oeste
limitada y protegida por el propio ro y sus ripas o Arribes. Un recinto urbano y
periurbano con posibilidad de densificacin, que no sera rebasado por lasedificaciones hasta el siglo XVIII.
Algunas modificaciones urbansticas de los siglos XVI y XVII han quedado
reflejadas en la documentacin municipal: transformaciones en las casonas de
algunos infanzones, reparacin de la lonjeta de comercio, apertura de nuevas
plazoletas con densificacin de calles, composicin de las crceles y redrezo del
mesn municipal. Unas obras de iniciativa privada y otras de inters pblico, en el
contexto de unas finanzas municipales con dificultades para priorizarlas. As se
explica que el gobierno local carezca de casa consistorial propia hasta el siglo
XVII y deba servirse de otros edificios pblicos para sus reuniones: unas veces en
la lonja, otras en la claustrade la iglesia, otras en cuartos alquilados e incluso en
los propios cobertizos de la Plaza. Dos sern las obras pblicas de mayor
envergadura en ese perodo: la reedificacin de la iglesia de San Pedro (entre 1547
y 1607), su transformacin en estilo gtico y su adecuacin a una mayor
suntuosidad del culto siguiendo los dictados de Trento; y la alteracin por dos veces
del camino Real, trasladado durante el siglo XVI fuera de la muralla interior, en un
nuevo trazado que ascenda desde el puente por la calle de las Arribas y la
Parroquia hasta el Sego, y desde el XVII, -en una cota inferior junto al ro-, por
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la que luego se llamar calle de la Carretera tambin hasta el Sego. Su traslacin
mejorara la proteccin de la villa respecto del trfico comercial, del desfile militar y
de los peligros derivados de todo tipo de viandantes sanos o enfermos.
El resto de las noticias urbansticas se refieren slo a la vieja exigencia de
pulicia en algunas calles cntricas o a las reformas en casas y vagos concedidospor el concejo a vecinos particulares, previa limosna para el hospital de pobres de
la villa. Casas que para buena parte de los vecinos constituyen nicamente refugio
donde acogerse al anochecer, despus de pasar el da de sol a sol en la huerta, al
otro lado del Cinca. La configuracin de un casero aferrado a las laderas de los
barrancos obliga a construir de forma apelotonada unas casas sobre otras. El
adobe, el caizo y el yeso, junto a la piedra en el primer tramo de las paredes de
carga, apenas contribuyen a proporcionarles visos de solidez. Cuentan con mnimos
y escasos balcones que no rebasan la fachada y quedan ms en ventana que en loque supone su nombre. La mayora de ellas angostas, con estancias repartidas en
dos pisos, poco ventiladas excepto en sus solonars y engorfes, incluyendo en su
planta baja cuadras para el ganado de labor y corrales traseros para los animales
domsticos. Habitculos faltos casi siempre de salubridad y comodidad, son ms
bien granero, habitualmente subterrneo, y lagar en el mejor de los casos, que
hbitat humano. La casa grande guarda en ellos el pan y el vino de la subsistencia
anual; la casa pequea debe buscar sus alimentos diariamente; no necesita de
estas dependencias. Las pilas de estircol en las esquinas de las calles, los vertidosde aguas residuales, las escombreras y basureros en las corralotes, completarn el
cuadro hasta que el consumo domstico de carbn en el siglo XIX ennegrezca
todava ms el paisaje de conjunto.
1.1.3 Edificacin y poblamiento desde el siglo XVIII al XX.
Cuando en 1710 Felipe V elev la villa a la categora de ciudad, tal vez ni su
estructura urbana ni la composicin de su poblacin activa respondan al distinguido
ttulo con que Su Majestad la honraba. La antigua villa de labradores y ganaderos,
siempre abierta en lo econmico por su situacin de encrucijada y tendente a
enclaustrarse en lo poltico-militar entre sus maltrechas murallas, se haba
defendido como patria chica frente al mundo exterior de Trastmaras y Austrias.
Con el arribo de los Borbones acabara abrindose mucho ms al contexto general
en todos los mbitos.
Hasta mediados del siglo XIX, el hbitat urbano estuvo concentrado en lo
que hoy conocemos como casco histrico, en la margen izquierda del ro, sin
apenas edificaciones en su margen derecha, al otro lado del puente en la huerta. La
primitiva muralla interior no albergara ms de trescientas casas a fines del Medievo
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y los siglos XVI y XVII sirvieron para colmar su permetro. Hubo que esperar al
siglo XVIII para rebasarlo en tres zonas perifricas, origen de los actuales barrios
del Sego, Santa Ana y Los Obradores, que urbanizaran aquel hinterland
protector primitivo. Al mismo tiempo, los sucesivos traslados del camino Real
colmaran un arriesgado alineamiento urbano sobre el ro, -en Las Arribas-, deinestabilidad permanente frente a sus riadas. El tramo de la primitiva carrera Real
que ascenda desde el puente de tablas hasta la nueva plaza de Lrida, sobre la
antigua roca del Sego, se llamara entones calle de la Carretera.Y su recorrido
desde la Plaza de Lrida hasta la cima de San Miguel se convertira en nueva calle
de los Obradores. Hasta casi el siglo XX, la entonces llamada Carretera Nacional
sigui cruzndolas, atrapada por un incesante crecimiento urbano.
Tal vez en estas dos zonas, -la de la plaza de Lrida y la de la Carretera-,
cupiera definir a Fraga como ciudad. Los siglos XVIII y XIX fueron los de suurbanizacin con edificios pblicos y privados de mayor amplitud y altura que los
levantados hasta entonces. La calle de la Carretera se consolidaba gracias al muro
de contencin del Cinca, construido como proteccin del frontis urbano frente al ro.
En la plaza de Lrida, la eliminacin del central cuartel de caballera permiti
urbanizar su patio de armas hasta convertirlo en Plaza de Obradores. Y la unin de
ambas plazas dara lugar posteriormente al denominado paseo Barrn.
Al mismo tiempo, en el contexto de unas finanzas municipales menos
ahogadas que en siglos anteriores, los ayuntamientos de fines del siglo XVIII fueroncapaces de emprender una nueva ampliacin de la iglesia de San Pedro, dotndola
de un crucero con varias capillas, que permitieron albergar a una feligresa
creciente en das festivos. Y, aunque con retraso respecto de las recomendaciones
ilustradas, el saneamiento de la ciudad exigi la construccin apartada de un
macelo o matadero municipal y el traslado a un altozano exterior del cementerio
que desde el Medievo se ubicaba inmediato a la iglesia parroquial de San Pedro, en
el centro mismo de la poblacin.
La nueva administracin borbnica mantuvo una exigencia creciente
respecto del sobrante de las rentas municipales, y oblig a su reinversin en
obras pblicas, en aquel contexto ilustrado. Acorde con las instrucciones de la
Intendencia, el ayuntamiento exiga de los vecinos mensualmente la reparacin de
caminos y calles, les prohiba desmontar sillares de portales y murallas pblicas en
beneficio de sus particulares edificaciones, o les obligaba a blanquear las fachadas
de sus casas cada vez que transitaba por Fraga algn miembro de la familia Real.
Desde 1797, la llegada a la ciudad de un corregidor de letras preocupado por
iluminar las calles con faroles, empeado en derribar porches y cobertizos,
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ilusionado con disear alamedas o alinear edificios para favorecer una plaza, elev
el listn ilustrado en un intento de hacer creble la conversin de villa en ciudad.
La documentacin conservada permite analizar desde entonces la evolucin
del crecimiento urbano mediante la relacin entre dos variables: el nmero de
casas que alberg, calle por calle, y el nmero de familias que las habitaron. Esposible observar hasta qu punto cada familia viva en una casa diferenciada de la
de sus vecinos o la comparta con otras familias; tambin la densificacin de las
calles y el cambio en la tipologa de las casas, desde la casa solariega unifamiliar,
con diversas dependencias auxiliares, a la casa de vecindad, de pisos
independientes superpuestos. El Cuadro 1relaciona ambas variables para deducir
el promedio de familias por casa en una secuencia de aos conocidos. Tomando
adems como valor 100 el primer ao (1715) se obtiene la secuencia de ndices de
crecimiento de la edificacin.
Cuadro 1
EVOLUCION DEL CASERO Y FAMILIAS DEL NCLEO URBANO
Ao 1715 1730 1751 1786 1819 1832 1859 1889 1930
N. de familias 480 510 572 850 808 1166 1534 1612 1604
Casas habitadas 320 340 510 748 837 969 1127 1148 1200
Familias por casa 1,50 1,50 1,12 1,14 0,96 1,20 1,36 1,40 1,34
ndice de crec. de laedificac. 1715=100
100 106 159 234 261 303 352 359 375
Fuente: elaboracin propia con datos catastrales y padrones de habitantes.
El examen de sus datos permite varias conclusiones. En primer lugar, la
edificacin creci sin tregua desde la primera a la ltima fecha, tanto en coyunturas
favorables como en perodos de dificultades, y a pesar incluso de los avatares de la
guerra de la Independencia. Durante ms de dos siglos los fragatinos mostraron
capacidad para edificar y reedificar, al tiempo que el nmero de familias creca en
tiempos de paz o se recuperaba en las posguerras. Pero el ritmo de construccin de
viviendas no fue siempre similar. Las mayores tasas de crecimiento en la edificacin
se dan en los aos centrales del siglo XVIII: 1,78% de incremento anual entre 1730
y 1751, y 1,1% entre 1751 y 1786.4Es decir, como promedio anual se construyen
casi dos casas por cada cien existentes en el primer perodo, mientras en el
segundo el ritmo decrece hasta poco ms de una por cada cien.
Tras la guerra de la Independencia se retoma la edificacin con fuerza
durante ms de una dcada (1,13% de incremento anual entre 1819 y 1832), para
disminuir el ritmo desde entonces y estancarse prcticamente las edificaciones
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entre 1859 y 1930 en el conjunto del casco antiguo, con aumentos mnimos del
0,06% entre 1859 y 1889, y del 0,11% entre 1889 y 1930. De manera que durante
el siglo XIX y principios del XX se colmatan los barrios intramuros, todava con
terrenos vagos edificables (sobre todo en el barrio de La Collada), y se densifican
los nuevos barrios exteriores de Obradores, del Sego y de Santa Ana. Desde lasegunda mitad del XIX un incipiente barrio comienza a edificarse al otro lado del
ro, en lo que desde entonces se conoce como Les Afores.
Este proceso de edificacin se corresponde lgica, aunque no exactamente,
con el del poblamiento. El nmero de familias que ocuparon estas casas mantiene
una tnica de crecimiento desde inicios del siglo XVIII y se acelera en su segunda
mitad (porcentajes anuales del 0,5% de crecimiento familiar entre 1730 y 1751, y
del 1,14% entre 1751 y 1786.) Es decir, casas y familias crecen durante el
Setecientos, aunque en los primeros aos conviven en un mismo edificio mayorpromedio de familias que en aos posteriores: 1,5 familias por casa en la primera
mitad del siglo, frente a slo 1,12 familias por casa en la segunda mitad.
Estos datos pueden interpretarse como un avance del tipo de familia
calificada por los antroplogos como nuclear, compuesta por un matrimonio y sus
hijos, frente a la familia troncal que engloba, adems del cabeza de familia y los
hijos menores, a hijos casados, abuelos y criados: la triple generacin. El grupo
domstico tradicional estara formado por familias troncales durante los siglos
anteriores y el siglo XVIII contendra el germen del cambio hacia la familia nuclear.El favorabletrendsecular del Setecientos explicara un doble proceso de aumento
del nmero de hijos supervivientes (que intentaremos plasmar en otro epgrafe) y
al mismo tiempo su ms frecuente separacin del tronco familiar por la posesin de
medios de subsistencia que permiten su emancipacin, formando nuevos ncleos
de residencia y produccin; es decir, nuevos grupos domsticos.5
La tendencia secular al crecimiento se invierte desde fines del XVIII y
durante la guerra de la Independencia, lo que alerta sobre un doble fenmeno de
emigracin de unas familias y diezmado de otras. Durante los primeros aos de
posguerra algunas casas permanecieron deshabitadas. Pese a ello, las
consecuencias del conflicto parecen superarse pronto para dar paso a un nuevo
crecimiento sostenido y de envergadura durante la primera mitad del siglo XIX, a
caballo de una coyuntura local nuevamente positiva, de intensidad desconocida
entre las generaciones anteriores. Eso es lo que evidencia el anlisis de la
edificacin. Ahora volva a construirse intensamente aunque, en parte, de otro
modo. Por eso los ndices de edificacin no crecen tanto como en la centuria
anterior. Las casas levantadas ahora en zonas perifricas como la plaza de Lrida y
la calle de la Carretera alcanzaban un nmero mayor de plantas, lo que contribuy
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a que la relacin global de familias por casa ascendiera de nuevo entre 1832 y
1889, pasando del factor 1,2 al 1,4. Se estaba produciendo el cambio de la casa
solariega a la casa de vecindad.
Durante el XVIII muchos edificios eran habitados por ms de una familia,
siendo casi todas casas solariegas, habitadas por un solo grupo domstico que, enocasiones, ceda en alquiler alguna de las habitaciones o cuartos a segundas
familias de escaso poder econmico, sin duda jornaleros, o individuos sin familia.
Durante el XIX en cambio, sobre todo en su segunda mitad y ya sin interrupcin en
adelante, la razn de convivir ms de una familia en cada edificio es la modificacin
en la estructura de las viviendas. Se trata ahora de edificios de varios pisos, en los
que la planta principal se destina a los dueos, y los superiores a los propios hijos
emancipados o a terceras familias que los ocupan en rgimen de alquiler. Son
edificios construidos por los vecinos ms adinerados.El nuevo casero gana en altura, ya que no puede hacerlo en horizontalidad,
por lo colmatado del espacio urbano desde los siglos anteriores. Tambin se eleva
con la intencin de convertir la nueva vivienda en una inversin productiva
mediante el inquilinato. Lo que anteriormente era slo patrimonio, para los ms
emprendedores se converta ahora en renta. Pero este nuevo tipo de edificacin
aparece cuando el aumento de la poblacin es ya escaso, incluido el barrio de Las
Afueras, y nulo en el casco antiguo, donde el nmero de familias entra en una
ligera recesin, prolongada hasta la guerra Civil de 1936-39, con un descenso del0,01% anual.
Globalmente, el cuadro demuestra que la edificacin de buena parte del
casco histrico corresponde a los siglos XVIII y XIX, despus de haber permanecido
en un nivel de urbanizacin muy inferior durante los siglos XV, XVI y XVII. Los
fragatinos mostraron capacidad financiera para reedificar sus casas despus de dos
guerras muy duras: la de Sucesin y la de Independencia. Coyunturas favorables
del siglo XVIII y de la primera mitad del XIX permitieron una adecuada ubicacin
urbana de muchas familias que acabaron poseyendo su propia casa unifamiliar.
Algunas incluso disfrutaron tambin la posibilidad de ensanchar sus antiguas casas
con las contiguas, o de ampliarlas cruzando las calles mediante cobertizos; e
incluso otras edificaron nuevas casas de su habitacin trasladndose a los nuevos
barrios, o ampliaron la antigua casa solariega como albergue para sus hijos o como
inversin. Con todo, el techo demogrfico alcanzado en la segunda mitad del XIX,
que comprobar ms abajo-, limit la edificacin por ms de cincuenta aos a
alguna de las nuevas calles, -como la de la Carretera-, mediante edificios
multifamiliares que slo se repetirn despus de la ltima guerra Civil,
aprovechando precisamente los vacos urbanos que su propia destruccin ocasion.
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1.1.4 La poblacin comarcal entre el Medievo y el presente.
Tradicionalmente, para el marco estatal se han delineado los siglos bajo
medievales y los dos primeros de la Edad Moderna como perodos de vaivn
constante en la poblacin, con avances y retrocesos en el proceso del crecimiento.
En conjunto, un dilatado perodo de estancamiento inmerso en un rgimen
demogrficoetiquetado comoantiguo. En las ltimas dcadas, esta imagen global
se matiza con el anlisis de las diferencias regionales y an comarcales. Se pone
ahora tanto nfasis en los desplazamientos de los hombres como en su nmero; en
el proceso de urbanizacin y en su opuesta ruralizacin; en el contraste entre
interior y costa o entre centro y periferias. Tanto las ltimas sntesis sobre el
Aragn medieval y moderno como las del conjunto nacional proporcionan una
nueva imagen, ms rica en contrastes, ms afinada, del proceso demogrfico.6En
este sentido, slo la necesidad de fundamentar otros aspectos de la evolucin
fragatina justifica el anlisis previo de su evolucin demogrfica en esos siglos.
La documentacin para tan dilatado perodo es escasa y heterognea. Con
los datos ms antiguos resulta arriesgado extraer otra conclusin que no sea la de
una aproximacin grosso modo al nmero de fuegos, a veces al de vecinos y
otras al de contribuyentes, que olvidan en ocasiones a grupos tnicos (judos y
mudjares), a grupos sociales exentos de contribuciones y casi siempre a pobres o
a marginados. Parece conveniente por tanto situar los datos relativos a Fraga en el
marco de los conocidos para la comarca, entendindolos reflejo de tendenciassimilares y refuerzo de lo deducible para aquella.
Cuadro 2
EVOLUCIN DE LA POBLACIN EN EL BAJO CINCA
FUEGOS VECINOS HABITANTES
Poblacin ao 1489 1495 1650 1718 1776 1787 1820 1857 1900 2002
Ballobar 51 72 32 54 146 948 895 2.111 2.325 1.019
Belver de Cinca 41 40 44 58 87 898 945 1.565 1.582 1.362
Candasnos 20 31 40 38 99 478 571 1.088 1.006 514
Chalamera 6 17 14 39 182 207 459 422 151
Fraga 266 272 214 327 723 3.908 3.313 6.601 6.889 12.565
Mequinenza 97 107 65 53 217 1.243 783 3.058 2.819 2.430
Ontiena 80 86 56 74 623 832 1.525 1.827 649
Osso + Almudafar 17 26 10 34 430 175 736 707 784
Torrente de Cinca 15 17 18 46 70 803 720 1.364 1.390 1.039
Velilla de Cinca 22 25 13 22 71 476 342 1.135 980 453
Zaidn 53 57 23 49 142 955 837 1.900 1.868 1.722
Fuentes: Lezan hasta 1776, Floridablanca en 1787, A.H.F. C.1080-1 para 1820, CensoGeneral de 1857 e I.N.E. para 1900 y 2002.
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El anlisis del Cuadro 2 proporciona algunas evidencias. En primer lugar,
todos los pueblos excepto Belver- aumentan su nmero de fuegos en 1495
respecto de la dcada anterior. Luego, casi todos parecen estancados e incluso
muestran considerables retrocesos a mediados del siglo XVII. Tambin todos siguen
una misma tendencia alcista en el nmero de vecinos durante el XVIII, que llega aduplicarse y hasta triplicarse en algunos lugares. Se produce a continuacin un
frenazo no siempre coincidente entre la ltima dcada del XVIII y las dos primeras
del XIX para, -a partir de 1820-, expresar una tendencia uniforme al crecimiento
que duplica e incluso triplica de nuevo la poblacin de varios pueblos en la primera
mitad del Ochocientos. Parece claro que el siglo XVIII y la primera mitad del XIX
fueron de crecimiento en el conjunto comarcal, a tono con el contexto regional y
nacional, como ha mostrado Salas Ausns para Aragn y sintetizado Prez Sarrin
para el conjunto espaol. En cambio, desde 1857 hasta hoy, los datos muestran unnuevo estancamiento que cubre la segunda mitad del XIX, para convertirse en
retroceso durante el XX. Slo la cabecera comarcal escapa a la tnica general.
Ampliando el mbito de observacin, cuando hablamos de la comarca
natural de Fraga solemos incluir en su radio de accin los cercanos pueblos
catalanes del Segri, con quienes la villa mantiene relaciones de todo orden,
adems de estar sujetos a idntica climatologa y desarrollar similares actividades
productivas. El Cuadro 3 da cuenta de su evolucin demogrfica: una poblacin
escasa a mediados del siglo XIV, con un remonte apreciable durante el XVI,excepto en el caso de Alcarrs; una disminucin considerable al finalizar la guerra
de Sucesin y desde entonces una tendencia al crecimiento similar a la del Bajo
Cinca entre 1718 y 1787, aunque con intensidad superior. Un crecimiento que,
segn Pierre Vilar super la media catalana.
Cuadro 3
EVOLUCIN DE LA POBLACIN EN EL SEGRI
Poblacin ao
FUEGOS VEC. HABITANTES
1359 1497 1515 1553 1610 1718 1787 1831 1860 1900
Alcarrs 111 80 80 25 863 684 2.119 2.342
Torres de Segre 59 54 1.643 998 1.691 1.619
Soses 44 28 293 600 938 1.116
Aitona 70 145 126 145 200 112 1.254 1.104 2.095 2.075
Sers 52 129 159 169 112 1.385 1.500 2.819 2.683
La Granja d' Escarp 12 39 622 118 1.207 1.288Fuente: VILAR, P. Catalunya dins l Espanya Moderna, Tomo III, Ediciones 62, p. 88.
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Por otra parte, las cifras medievales y modernas expresan diferentes
conceptos poblacionales: unas suman casas habitadas por uno o ms fuegos;
otras fuegos separados; las ms listan vecinos de contribucin, como cupo
asignado a la villa por la autoridad competente, mientras otras son declaracin
lastimera de los propios ediles, justificando ausencias del recuento de vecinos porlas ms diversas causas. Slo en alguna ocasin el dato parece abarcar con rigor a
toda la poblacin, a totes generacions, sin exclusiones. Las fuentes ms antiguas
renen unas veces a cristianos, moros y judos y otras slo a los primeros. Otras
suman cristianos viejos y judeoconversos sin distincin y olvidan a los musulmanes.
Lo ms sensato parece enumerarlas sin mayor pretensin, jalonadas en un rango
excesivamente amplio para permitir deducciones fiables.
Para la segunda etapa desde el siglo XVIII es posible cifrar y elaborar datos
ms prximos a la realidad. Desde hace dcadas, el estudio demogrfico de estesiglo aborda dos tipos de fuentes. De un lado estn los registros parroquiales,
bautismos, desposorios y entierros-, con cuyas muestras es posible diferenciar
tendencias, fases y ritmos de crecimiento en el mbito comarcal e incluso regional.
Del otro aparecen los recuentos de poblacin, de carcter fiscal primero y luego
vecindarios-encuesta de mayor rigor ilustrado y voluntad propagandstica, junto a
los primeros padrones locales del siglo XIX. Las preferencias por unas u otras
fuentes han llevado con frecuencia a discrepancias entre demgrafos, por sus
resultados no siempre coincidentes. Especialmente ilustrativa result en estesentido la polmica suscitada en los aos sesenta del siglo pasado entre Jordi Nadal
y Pierre Vilar a propsito del crecimiento cataln del Setecientos, como nos
refrescaba hace aos un excelente artculo de Ramn Grau y Marina Lpez.8
Entre el segundo tipo de fuentes, las que han servido para delinear la
tendencia al crecimiento de la poblacin durante el siglo XVIII son las conocidas
como Vecindario de Campoflorido para 1712-1717, el Censo de Aranda en 1768-69,
(que no podremos utilizar)9, el de Floridablanca para el ao 1787 y el atribuido a la
iniciativa del valido Godoy en 1797. Son recuentos generales llevados a cabo con
diferentes finalidades y en diversos formatos y circunscripciones. Con su
informacin es posible acercarse al nmero de quienes consideraramos hoy
vecinos de derecho, si bien sus datos desagregados reflejan diferentes grados de
aproximacin a la autntica situacin censal de los municipios. Son fuentes de las
que mltiples historiadores han extrado pautas globales de la evolucin secular,
aunque sus discrepancias respecto de los datos de partida y en relacin con la
conversin del vecino en habitante, dan lugar a interpretaciones divergentes.
En este sentido, la mayora de los autores, desde Ustriz en su poca, hasta
Francisco Bustelo para Valencia, pasando por los ya mencionados Nadal o Vilar para
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Catalua, o ms tarde Prez Sarrin para Aragn, advirtieron en su da la necesidad
de rectificar, aumentndolas, las cifras censales de principios del XVIII, evitando as
el error de establecer tasas de crecimiento de la poblacin exageradas por
infravaloracin de los datos iniciales.10
Sabemos ya que Fraga no cuenta con registros parroquiales. No es posibleacudir a fuentes que reflejen nacimientos, matrimonios y defunciones, y es preciso
acudir a los recuentos generales de los siglos XVIII y XIX. Pero si hiciramos slo
eso, el resultado de la investigacin sera mnimo. Arriesgar por tanto el uso de
otras fuentes de menor rigor aparente y tratar de confrontarlas con las generales
para verificarlas. Me refiero a los sucesivos catastros diacrnicos confeccionados a
lo largo de los siglos XVIII y XIX, junto a los cuadernos de industrias anuales y
libros cobratorios que los complementan. Con mayor rigor estadstico es posible
analizar los padrones de vecinos y de habitantes confeccionados en Fraga desde lasegunda dcada del siglo XIX en adelante, especialmente el padrn de 1834 como
punto final del perodo de estudio.
Por ltimo, nos servirn de complemento otras informaciones sobre
poblacin, recogidas en la documentacin municipal y en otros archivos, ya fueran
de uso interno o destinadas a satisfacer exigencias de la autoridad regional o
estatal. Para estos ltimos datos, la tcnica utilizada en el anlisis ha consistido en
recoger las cifras dadas por cada fuente para cada fecha concreta; ver luego si la
fecha es cierta o si en realidad lo que se le atribuye corresponde a un momentoanterior, lo que sucede con alguna frecuencia; por ltimo, he intentado calibrar las
circunstancias e intencionalidad de su emisin para estimar su fiabilidad. En este
sentido, la mejor tcnica, repito, es la que luego obliga a comparar fuentes entre s
para desestimar unos datos y aceptar otros como ms certeros.
Respecto de la conocida ocultacin catastral que otorga menor credibilidad a
este tipo de fuentes, sta se fundamenta ms en el fraude respecto de lo declarado
que en el nmero de los obligados a declarar. En una pequea ciudad como Fraga
en el siglo XVIII, en la que se acude personalmente a deponer ante el escribano del
ayuntamiento, que conoce muy bien quien es quien; donde se declara por orden
alfabtico del nombre, en fila y en presencia de otros vecinos; o en la que los
listados se efectan calle por calle y casa por casa, distinguiendo a personas
mayores de las menores del mismo nombre y primer apellido, resulta difcil
ocultarse. Es poco probable que no estn todos los que son. Aunque no sean
vecinos de grupos domsticos distintos todos los que estn.
Otra de las dificultades a superar es la que se establece en la diferente
consideracin entre familias de hecho y de derecho. No siempre todas las familias
que habitan Fraga tienen la categora de vecinos. De ah la conjuncin frecuente en
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las fuentes de los trminos vecinos y habitadores. La inmigracin es un
fenmeno a considerar, tanto en su componente estacional como definitiva: los
ganaderos herbajantes del Pirineo, por ejemplo, que pasan largas temporadas
invernales en Fraga con sus pastores, no son considerados vecinos mientras no
posean bienes sitios en la ciudad o sus trminos. Quienes en tiempo de cosechaacuden ao tras ao como jornaleros con sus familias tampoco aparecen en los
recuentos. Menos quienes con motivo de algunas obras pblicas de las que abunda
el perodo, prestan su trabajo en la poblacin. Tambin por eso, el nmero de
vecinos expresa slo una aproximacin a la poblacin, sin duda superior.
Con todo, el principal escollo al tiempo de calibrar la evolucin de la
poblacin consiste en estimar en su justa medida los retrocesos causados por las
guerras. No sera razonable minimizar la mortandad producida en razn directa o
indirecta de la guerra. Es ms, junto a crisis de subsistencias derivadas de hambresy epidemias, y posiblemente de forma ms intensa, ms sbita, la guerra parece el
mayor productor de mortalidad catastrfica. Sin embargo, no es menos cierto lo
que Pierre Vilar o Henri Kamen propusieron precisamente para la guerra de
Sucesin al advertir el primero que ...en ladisminucin repentina de la poblacin,
tuvo mayor influencia la emigracin que la mortandad. O como indic el segundo:
...hay poca duda de que hubo algo de despoblacin quizs en la forma de
migracin y no exactamente por prdidas de vidas.11Lo que ellos afirmaron para
esa guerra puede seguramente entenderse como una tesis general.Las referencias disponibles demuestran esta afirmacin para Fraga en
cuantas guerras se vio inmersa. Le haba ocurrido en la guerra de los catalanes
contra Juan II y le ocurrira en la dels Segadors.12Otro tanto en las de Sucesin y
de la Independencia. Sirva de ejemplo para la de Sucesin la afirmacin del justicia
y los jurados de Fraga cuando en 1706 comunican a la Reina que prefieren
abandonar sus casas y vivir en los cortijos (sic), por los montes, antes que ser
infieles a Felipe V.13O aos despus de la guerra, cuando un infanzn relata sus
servicios al Rey y cuenta cmo durante la contienda habiendo quedado Fraga en
descubierto y sin tropa, se retiraron los del gobierno poltico y todo el pueblo,
abandonando sus casas y haciendas.14
Respecto de la guerra de la Independencia, con la primera ocupacin de
Fraga por los franceses en 1809, diferentes vecinos emigran sin querer restituirse a
sus hogares a pesar de las amnistas y seguridades que hace publicar el Mariscal
Suchet. Y en esta ocasin el fenmeno migratorio continuar durante los primeros
aos de posguerra, cuando el ayuntamiento se lamenta, -penetrado del mayor
dolor-, viendo emigrar diariamente a sus moradores a mendigar su subsistencia a
otros pueblos. Afirmacin que corrobora el corregidor del momento manifestando
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que esta ciudad se halla en la mayor miseria, sin poder comer pan la mayor parte
de sus moradores, habiendo emigrado infinitos jornaleros a mendigar su
subsistencia. Al ao siguiente se afirma que por suministros y contribuciones se
sigue el aniquilamiento del pueblo, como empieza ya a verificarse, expatrindose
muchas familias que no pueden subsistir.Y todava en 1818 se recordaba que, enlos aos inmediatos, los vecinos han hecho sacrificios superiores a sus fuerzas
hasta reducirse a la ms espantosa miseria y a una emigracin no interrumpida
para buscar la subsistencia en otras tierras.15
Aunque calificramos estas lamentaciones de interesadas, exageradas y an
pcaras, seguiran sealando a la emigracin como problema principal del momento.
En realidad, lo que habitualmente hacan algunas familias en tiempo de guerra era
esconderse en sus masas del monte (de difcil localizacin para quien lo desconoce)
o bien escapar a los pueblos comarcanos prximos, donde parientes y amigos sedisponan a acogerlas. Por su parte, los jornaleros supervivientes deban abandonar
temporalmente una poblacin sin trabajo para buscarse la vida en otros lugares. Lo
importante era alejarse del camino frecuentado por las tropas, tratando de evitar
exacciones personales o saqueos en sus domicilios, dejndolos tancats y barrats.
Cuando se alejaba el peligro, volvan a ellos. Cuando renaca el trabajo, retornaban.
Si no vean posibilidades de futuro, emigraban de nuevo. En todos los casos se
trata de un descenso de poblacin atribuible a la guerra, pero no a la mortalidad
catastrfica. Como consecuencia de este abandono temporal de sus hogares, lascifras dadas por Fraga a las autoridades en perodo de guerra -ya fueran cifras de
familias, de casas o de vecinos contribuyentes- aunque bien expresivas de una
coyuntura determinada, no pueden entenderse como cifras de supervivientes, sino
como de vecinos que permanecen en la ciudad, siendo la poblacin potencial mucho
mayor en muy poco tiempo.
Por ltimo, el periodo comprendido entre 1860 y la actualidad cuenta ya con
documentacin general de fiabilidad contrastada. Se trata de cuantificaciones
estadsticas detalladas por pueblos, con periodicidad decenal, que permiten un
considerable grado de certeza en su secuenciacin. Son las publicadas por
sucesivas instituciones de mbito nacional mediante la estimacin de los habitantes
de derecho y de hecho en cada lugar: primero el Nomencltor editado por la Junta
General de Estadstica para los aos 1860, 1877 y 1889 y, desde entonces, los
recuentos efectuados por el Instituto Geogrfico y Estadstico entre 1900 y 1930, el
de 1940 publicado por la Direccin General de Estadstica y los datos que aporta el
Instituto Nacional de Estadstica entre 1950 y 1991. A partir del ao 2003, las cifras
aportadas corresponden a la institucin Comarca del Bajo Cinca.
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Cuestin aparte es la del coeficiente conversor que los historiadores utilizan
para transformar el nmero de vecinos en habitantes. Decidido como estoy a
servirme de l, dejar de lado la eterna polmica sobre su valor ms pertinente y
utilizar las propias fuentes para demostrar la escasa oportunidad de echar mano
siempre del mismo guarismo. Tanto si se toma sistemticamente el conversor decuatro habitantes por vecino como el de 4,5 el de cinco habitantes por vecino, el
resultado puede alejarnos de la realidad ms que aproximarnos a ella. Lo razonable
es atender a las circunstancias concretas de cada momento y eso es lo que
pretendo hacer. Si se trata de un perodo de crecimiento sostenido, evidenciado por
las fuentes, parece apropiado tomar un coeficiente igual o superior al 4,5. Cuando
se analizan perodos blicos o de coyuntura adversa, el conversor debe situarse
ms prximo al 4, o incluso por debajo de l. Es lo que he podido comprobar
empricamente en las ocasiones en las que una misma fuente proporcionaba tantoel dato de vecinos como el de habitantes. En esos casos, el coeficiente no es terico
sino real y el apropiado para ser utilizado en situacin prxima o similar,
debidamente matizado.
1.2.2 Los escasos datos anteriores al siglo XVIII.
Nuestra primera referencia demogrfica es del ao 1333, cuando Fraga pasa
del dominio seorial del Montcada al de la reina doa Leonor. El documento que
traspasa sus derechos recoge la relacin nominal de trescientos ocho vecinos
cristianos, a los que deben sumarse los moros y judos, de los que consta el da que
efectuaron su juramento de fidelidad, aunque no se incluyen sus nombres ni se
anota su nmero. Sabemos, adems, que los cristianos consignados son slo los
que viven en el cor de la vila. Para aproximarnos mejor al poblamiento del
momento, -adems de stos-, debemos tomar en cuenta, (como lo han hecho
luego los censos de la Edad Contempornea), los vecinos residentes en los
poblados rurales dependientes de ella: los 95 vecinos diseminados en diversas
almunias de la huerta, los 14 del poblado de Vermell, los 23 del de Miralsot, 37 de
Monreal y los 42 vecinos que residan en Cardell en ese momento. El total de 519
vecinos sin contar moros ni judos- parece casi inverosmil. Pero as qued escrito
en un documento del Archivo Histrico de Fraga.16La poblacin del municipio en el
primer tercio del siglo XIV resulta tan crecida o ms que en siglos posteriores.
Naturalmente slo si se suman los vecinos diseminados y los de los poblados
rurales a los del cor de la vila.
Posteriormente, la poblacin de los ncleos rurales disminuye, al parecer en
beneficio del ncleo principal. La peste y sus secuelas, la variacin del clima, los
peligros del hbitat diseminado frente a la violencia u otras causas, debieron
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contribuir a variar la distribucin del poblamiento en el municipio. No lo sabemos.
Lo que s sabemos es que varios de estos ncleos menores estaban ubicados en
partidas de secano del trmino municipal: Cardell, Mont-ral, Vermell, Buars, por lo
que un cambio climtico que aumentara los aos de sequera y la consecuente
esterilidad de las cosechas podra haberlos obligado a abandonar los cultivos delmonte y su residencia en aquellas partidas. Algunos documentos posteriores
califican estos lugares como despoblados, mientras slo Miralsot, basado en
cultivos de regado, volver a albergar poblacin estable en nmero creciente desde
fines del siglo XVIII.
La hiptesis del reagrupamiento de vecinos en el cor de la vilase sustenta
en la cifra que en 1397 proporciona un libro del monedaje o impuesto del
maraved: 546 morabatins,es decir, contribuyentes del impuesto, de los cuales 423
son vecinos cristianos y judos y 123 moros. Estamos inmersos en una poca deepidemias y Fraga no parece haber disminuido el nmero de sus vecinos. O, mejor
dicho, compensa su prdida recogiendo la poblacin rural.17 Tan slo diez aos
despus, entre 1405 y 1407, varios documentos Reales advierten que, por las
epidemias y las deudas, en los ltimos aos Fraga ha visto reducidos sus
habitantes a la mitad. El dato se corrobora en 1451, cuando el nmero de los
contribuyentes por el mismo impuesto ha descendido a tan slo 206 fuegos
cristianos y 45 mudjares. En el trnsito del siglo XIV al XV Fraga pierde poblacin.
Abundando en ello, las cifras conocidas para la segunda mitad del siglo XVparecen confirmar la situacin de recesin demogrfica, influenciadas por la
mortalidad catastrfica y la emigracin durante la guerra entre la Generalitat
catalana y el rey Juan II. A la guerra se aade el hambre en 1463, ao de gran
caresta, las inundaciones y las epidemias. La deuda censal que acumula la villa en
estos aos y tras la guerra resulta reflejo fiel de tanta calamidad, como he
demostrado en otro lugar.
La aparente recuperacin en las ltimas dcadas del siglo XV se observa en
un dato del ao 1494. El concejo ordenaba entonces aplicar una gitada a totes
generacionspara reparar el puente de tablas, y para ello confeccion un listado
que inclua, adems de a los vecinos del Estado llano, a los nobles, los moros y los
eclesisticos e incluso a siete vecinos a los que no se les cargaba nada. Un total de
272 contribuyentes.18Y al ao siguiente, 1495, se produca la fogueacin fiscal de
Aragn ms fiable a efectos demogrficos, listando el censo de los fuegos de
cristianos y de moros en cada poblacin. Las Cortes de Tarazona haban ordenado
el ao anterior efectuar un recuento en el que todas aquellas personas que
habitaran en una casa o tomaran la despensa de un superior... sean habidas por
una casa o fagan hum fuego. En Fraga se contaron entonces 256 fuegos de
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cristianos y 51 de moros. En total 307 fuegos contribuyentes.19El 5 de agosto de
1495, el investigador Luys de la Sierra haca jurar al oficial eclesistico, al justicia y
a los jurados de la villa que anotaran todos los vezinos... sin frau ninguno,
recorriendo todo el vecindario casa debant casa.
Para el conjunto del reino de Aragn, el profesor Gregorio Cols establece el
inicio de un nuevo crecimiento en un momento indeterminado del siglo XV y su
continuacin durante el XVI con ritmos, intensidad y cronologa especficos para
cada territorio de la Corona aragonesa... Una poblacin en alza frenada por la
mortalidad catastrfica, producto de las epidemias, en especial la peste, y las
hambrunas.20 Es lo que parece suceder en Fraga, a juzgar por los altibajos
observables en los escasos datos disponibles. Tres de ellos indican una tendencia al
crecimiento coincidente con la tnica general: 209 vecinos al inicio del siglo XVI,
336 mediada la centuria y 500 vecinos en su tramo final. Nada ms que eso. Se
hace necesario, por tanto, acudir a fuentes de otro signo para justificar de forma
indirecta el probable crecimiento de la poblacin fragatina durante el siglo XVI.
Mejor que por los datos anteriores, su trendpositivo se intuye por los datos
contables que proporciona el arriendo de los bienes gestionados por el municipio: el
trfico comercial se ve aumentar al doblarse el valor anual del pontazgo en 30
aos, entre 1561 y 1592, y el volumen del regado afecto al derecho de alfarda
tambin aumenta al tiempo que se dobla el canon pagado por ella, entre 1583 y
1591. Consecuentemente, la primicia de los frutos decimales que cobra el
concejo- se ve crecer de un cabreve de rentas al siguiente al aumentar el precio
anual de su arriendo a particulares, lo que implica no slo mayores ingresos para la
hacienda local, sino mayor volumen de producto agrcola, puesto que dicha primicia
supone la cuarta parte del diezmo de frutos mayores. Otro tanto ocurre con el
producto del arriendo de los pastos, -principal bien de propios-, que por s solo
supuso en 1570, sumando todas las partidas del monte, 2.119 libras. Casi el doble
de lo que importaban todas las rentas de la villa a fines del siglo anterior! Con esos
ingresos se explican las obras de mejora en la iglesia de San Pedro ya mencionadasy las efectuadas en el hospital, en las nuevas calles o en los caminos de la huerta.
Durante el siglo XVI todos los parmetros apuntan a un notable crecimiento
de la actividad econmica y a una mayor disposicin financiera del municipio, que
slo pueden entenderse en el contexto de un crecimiento simultneo de la
poblacin; tesis concordante con las conclusiones sobre el perodo del profesor
Salas cuando afirma: No se duda hoy en da que, al socaire de una coyuntura
econmica favorable, el siglo XVI fue en Aragn una centuria de incremento de la
poblacin. Aunque no existe ningn recuento global a lo largo del siglo, los datos dealgunas comarcas o de localidades aisladas, tanto rurales como urbanas, confirman
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de manera incuestionable la existencia de un aumento demogrfico prcticamente
generalizado.21
* * *
Hemos visto cmo el cuadro 2de la poblacin comarcal en el Bajo Cincasalta sobre el siglo XVI para reflejar un notable retroceso a mediados del siglo
XVII en la mayora de los lugares y en la propia villa. El XVII es un siglo invocado
universalmente en su condicin de etapa de estancamiento econmico y
demogrfico, jalonada por frecuentes episodios crticos. Dentro de un contexto
internacional y nacional adverso, Aragn presenta varias fechas significativas que
delimitan los sucesivos factores del retroceso: la primera dcada del siglo se indica
como la del inicio de la recesin econmica, y la expulsin de los moriscos en 1610
como uno de los primeros factores de la recesin demogrfica. Desde entonces,acontecimientos de diverso orden contribuyen al empobrecimiento general de
instituciones y habitantes: el Servicio al Rey Felipe IV votado en las Cortes de
1626, los sucesos de Fuenterraba y Salses y la nueva guerra de Secesin catalana
con sus secuelas de devastacin, prdida de fuerza laboral y descapitalizacin del
campo, todo ello amplificado por la peste de 1648-1654.
Junto a las anteriores razones se han aducido otras relativas al cambio
climatolgico, el efecto negativo de las medidas proteccionistas sobre el comercio,
dictadas por sucesivas reuniones de Cortes y, fundamentalmente, los perodos de
intensa crisis agrcola situados, otra vez para el conjunto del reino, en 1614-1615,
1629-1631, 1648-1654 y 1676-1685, con la obligada preocupacin de los concejos
municipales por el abasto de pan.
Los datos de poblacin conocidos para Fraga en este contexto matizan la
brusquedad del descenso. La tendencia alcista del XVI parece continuar en la
primera dcada del Seiscientos: Juan Baptista Labaa indicaba en 1611 que los
vecinos de Fraga seguan siendo ms de 500, an despus de expulsar a cuarenta
y nueve familias moriscas,22mientras por las actas del concejo sabemos que en los
aos inmediatos siguientes se avecinan en Fraga algunas familias de gascones.23
Para el ao 1635, un manuscrito del Archivo Histrico Nacional recoge de
nuevo la cifra redondeada de 500 vecinos,24mientras Flix Otero ha precisado para
1638 -solo tres aos ms tarde-, que en la visita pastoral de ese ao se anotan 530
vecinos con 3.000 personas de comunin poco ms o menos.25De este modo, en
vsperas de la guerra de Secesin se mantendra la tnica alcista del siglo anterior.
Tendencia que habra cambiado al inicio de la guerra puesto que ya en 1641 un
documento del Archivo General de Simancas indica que por la relacin que han
dado los justicia y jurados desta villa ay mil y seiscientas personas de comunin y
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otras mil menores de edad.26Durante los aos de la guerra habra continuado la
disminucin hasta situarse en 1644 en las 360 casas27y en 1650 en 214 fuegos
con motivo de exigirse el pago del Servicio al Rey establecido seis aos antes. 28
Aunque de nuevo se trata de informacin fiscal, parece evidente que en el descenso
cierto participaban de nuevo al unsono los factores mortalidad y emigracin.La recuperacin tras la guerra de Secesin sera de nuevo continua aunque
lenta. En 1675, el insaculador cifra el nmero de casas o fuegos en 375, 29y ocho
aos despus, segn el libro de las personas de comunin-, el nmero de vecinos
rondara los 411.30La progresin se confirma cuando el concello general de la villa,
al tiempo de efectuar una nueva insaculacin en 1685, declara que considerando
como vecinos a los padres e hijos que de por s tienen bienes propios; y ass
mesmo los eclesisticos, cavalleros y hijos de algo, y reconocido el memorial de la
parroquia, se halla, con inclusin de estas personas, ser la vecindad de la villa deFraga y excede de quinientos vecinos.31Estaramos por tanto en el mismo orden
de magnitud que a fines del siglo anterior, aunque en esta ltima ocasin se optaba
por ampliar el nmero de vecinos con la finalidad de dar cabida en la insaculacin a
ms cabezas de familia, y de este modo sumar ms contribuyentes al pago de la
comisin del insaculador. Si esa cifra global y slo aproximada de vecinos hubiera
de expresarse en nmero de habitantes, el coeficiente conversor a utilizar para ello
sera a lo sumo de cuatro habitantes por vecino y el monto global se situara,
seguramente por exceso, prximo a los 2.000 habitantes.De manera que, antes de iniciarse el siglo XVIII, la poblacin de Fraga no
rebasaba el nivel de fines del XIV, aunque en aquella etapa medieval estuviera
compuesta por familias de judos, de moros y de cristianos y ahora slo por stos
ltimos. Adems, los descendientes de aquellos fragatinos que durante siglos se
haban diseminado en varios poblados del extenso trmino municipal se
concentraban ahora en el cor de la vila mayoritariamente. Fue aquella una
demografa estacionaria, de escaso crecimiento vegetativo y fuertes vaivenes
migratorios, ms ligada y sensible a las persistentes crisis agrcolas, epidmicas y
financieras que a los efectos perniciosos de la guerra, con suponer sta un elevado
dficit de brazos, cultivos y animales de labor. Perodos de crecimiento y recesin a
corto plazo y de estancamiento a largo plazo. Una demografa de tipo antiguo.
Con todo, es preciso reconocer en Fraga su capacidad para recuperar
poblacin. La explicacin ha de ser similar a la de cien aos antes: la ausencia de
epidemias, la mejora econmica y sobre todo el rebaje sustancial de la deuda
pblica en un cuarenta por ciento desde mediados del siglo XVII. Mientras
numerosas ciudades y villas aragonesas aparecen estranguladas en sus finanzas y
persiguen desesperadas una concordia censal que las alivie, -como demuestran los
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libros de informes del Real Acuerdo-,32 Fraga paga sus pensiones con cierta
regularidad, luye algunos censos y tardar ms de treinta aos en solicitar
concordia a las autoridades. Si para el siglo XV nos hemos servido del argumento
de la deuda para comprender en parte las fugas de poblacin, deberemos aceptar
para la segunda mitad del XVII que la minoracin de su carga sobre los vecinoscontribuira a su aumento.
Durante este largo perodo de doscientos aos, Fraga sera una excepcin en
el contexto comarcal tal como se advierte en la comparacin entre dos fechas
significativas del Cuadro 2: los aos 1495 y 1718. Entre estas dos fechas, todos
los pueblos disminuyen el nmero de vecinos excepto Fraga. Moreno Almrcegui
estudi en su tesis doctoral la evolucin de la poblacin al norte del Ebro en los
siglos XVI y XVII y concluy que en todo el valle del Cinca, sobre todo en su mitad
inferior, se haba producido durante este perodo un fuerte retroceso.33
No parecehaber sido tan acentuado el caso de Fraga por su recuperacin en las ltimas
dcadas del Seiscientos.
1.2.3 El perodo de mayor crecimiento. 1715-1860.
A partir del siglo XVIII las referencias sobre poblacin aumentan, aunque
proceden de diferentes fuentes que precisan compararse entre s e interpretarse
adecuadamente. Para una misma fecha, por ejemplo, no es igual el nmero de
contribuyentes que las autoridades regionales adjudican (encabezan) a los pueblos
por diferentes razones fiscales, de auxilio militar, etc., que el proporcionado a estas
mismas autoridades por un ayuntamiento temeroso (y astuto), con nimo de
ocultar la realidad. Puede ocurrir y ocurre que ninguno de ambos guarismos se
corresponda con el de contribuyentes reales, extrado ese mismo ao de la fuente
catastral interna. Segn la intencionalidad de la informacin se computan unos
vecinos u otros. Segn el inters del declarante, aparece un nmero de
contribuyentes para uso externo y otro de puertas adentro.
Si con los datos fiscales se producen disparidades notables, con los
obtenidos en perodos de guerra ocurre algo similar. Es el caso que nos ocupa,
puesto que el siglo comienza con una de ellas: la de Sucesin al trono de Carlos II
en la que Fraga fue escenario blico, aunque secundario. Determinar con
aproximacin suficiente la poblacin superviviente a la guerra es indispensable para
medir de forma fiable el crecimiento del Setecientos.
De manera que, de aquellos ms de quinientos vecinos de 1685, cuando
luego Fraga se ve inmersa en la guerra se nos indica que permanecen en la villa
trescientos, y en 1713, una vez concluidas las hostilidades en este territorio, slo
podrn tenerse por contribuyentes 208 de ellos, al establecerse un nuevo impuesto
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extraordinario de diez escudos de plata por vecino.34Deducir de estas cifras que la
guerra redujo el nmero de vecinos a menos de la mitad supondra aceptar una
hecatombe humana, tomados los datos tal cual. No se puede atribuir credibilidad
demogrfica a la cifra de los contribuyentes, si se toman stos por vecinos. Debe
establecerse algn tipo de correccin.Finalizada la guerra y regresadas las primeras familias emigradas, la visita
pastoral de 1715 seala como habitadas 320 casas y los curas certifican al visitador
de la dicesis 1.800 personas de comunin.35Naturalmente vuelve a ser una cifra
redondeada, que adems excluye a los nios menores puesto que no cumplen la
condicin. Aplicar a ese nmero de individuos de comunin el 25% de aumento
propuesto por Domnguez Ortiz para los nios menores, parece exagerado recin
terminada una guerra. Si se reduce el porcentaje al 20%, la poblacin resultante
rondara los 2.160 habitantes, que podemos entender cercana a la realidad inicialdel perodo. La cifra no es fiscal, tiene en cuenta directamente individuos y la
corregimos de acuerdo a lo que viene haciendo la historiografa. Parece una cifra
razonable. Una cifra que no supera las mejores del siglo XVI ni las de la
recuperacin de finales del XVII. Es decir, la guerra habra estancado de nuevo el
crecimiento de la poblacin.
Cuando en 1717 se introduce en Aragn la nica Contribucin, se impone a
Fraga un cupo a repartir entre 247 contribuyentes.36Es evidente que no todos los
vecinos eran considerados capaces de contribuir en ese momento, bajo los efectosde la guerra reciente. Antonio Peir lo demostr para el partido de Zaragoza 37 y
nosotros sabemos que en Fraga su nmero real rebasaba los 247 adjudicados,
puesto que Lezan seala 327 casas en 1718 y ya he demostrado que el nmero
de casas era habitualmente inferior al de los vecinos que las ocupaban.38Con todo,
es importante a nuestro objeto recordar esta cifra fiscal inicial, puesto que servir
de base a la Intendencia para el cobro de la nica Contribucin durante la mayor
parte del siglo, pese al aumento de vecinos reflejado en sucesivos catastros. En
consecuencia, la distancia entre la categora contribuyente para el cupo externo y
la categora vecino real se agrandar de un catastro al siguiente.
As, en el primero conservado, que debe fecharse en 1730, el nmero de
contribuyentes laicos con hacienda es de 352, (Estado Llano ms Infanzones) a los
que se aaden otros 104 que no poseen hacienda y contribuyen slo por su
trabajo; si se suman las viudas y pupilos catastrados el total asciende a 508
contribuyentes. No figura en el documento ningn eclesistico. Una cifra que dobla
ya el cupo de la Intendencia. Estos 508 contribuyentes son individuos reales, con
nombre y apellido. Vemos por tanto cmo de puertas adentro las cifras se
aproximan ms a la realidad. Si la damos por buena, aceptaremos que al iniciarse
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la tercera dcada del siglo Fraga habra recuperado el nivel poblacional anterior a la
guerra, como de hecho sabemos ocurri en el contexto aragons y cataln.39 La
ciudad volva a estar habitada por aquellos ms de quinientos vecinos.
Dos dcadas despus, en 1751, el catastro sigue detallando a los Infanzones
y al Estado llano, incluso los jornaleros, aunque sin eclesisticos, pese a suobligacin legal de aparecer catastrados en esta ocasin. Si incluimos a estos
ltimos que conocemos por otras fuentes-, se obtienen 572 contribuyentes
ubicados en 510 casas. Con estos datos se advierte que el crecimiento de la
primera mitad del siglo es desde luego cierto aunque todava muy lento.
Para su segunda mitad, las informaciones ms verosmiles de entre las que
manejamos seran las siguientes: en agosto de 1769, cuando se ha recontado el
Censo de Aranda, los mdicos de Fraga piden al ayuntamiento el aumento de su
conducta de acuerdo con el aumento de familias y moradores producido en losltimos aos, peticin a la que se accede.40 En 1772, el libro cobratorio de la
contribucin recoge 768 contribuyentes; de ellos 110 son terratenientes forasteros
de pueblos vecinos, 13 antiguos vecinos residentes ahora en otras localidades y
otros trece son instituciones religiosas y cofradas, que no pueden tomarse
literalmente como vecinos. Por tanto, resultan 632 contribuyentes laicos, con cuota
asignada o sin ella, distribuidos por calles y estados.41 Y aunque en la visita del
obispo tres aos ms tarde se indica que el nmero de vecinos ronda casi los
800,42
la cifra parece excesiva adems de redondeada. Ms fiable resulta la quepara 1776 atribuye a Fraga un nuevo vecindario regional recogido por Lezan: 723
vecinos; dato corroborado poco despus por la Audiencia de Zaragoza.
Una dcada ms tarde, en 1786, se da la cifra, tal vez de nuevo
redondeada, de 850 familias que habitan 748 casas y, al ao siguiente, se lleva a
cabo el censo de poblacin general de Espaa de mayor fiabilidad en el siglo XVIII.
Es el Censo de Floridablanca que proporciona la cifra de habitantes en lugar de la
de vecinos como se haca hasta entonces y atribuye a la ciudad 3.908 personas,
distribuidas en grupos de edad, sexo, estado y profesin. En esta ocasin es posible
calibrar la correspondencia entre las tres variables: familias o vecinos, casas
habitadas por ellos y nmero de individuos que las componen.
stas ltimas son, por tanto, dcadas de un crecimiento notable, superior al
de la primera mitad del siglo y sostenido a un ritmo similar durante algunos aos
ms, pese a que pronto asoman los primeros aos malos: en 1788 el obispo de
Lrida se haca cargo del tercio de contribucin correspondiente nada menos que a
680 vecinos indigentes. Una situacin percibida por las autoridades locales como
peligrosa, respecto de no ser suficiente la produccin del momento para la
subsistencia de tan crecido nmero de vecinos y habitadores.
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Tal vez por ello, en 1793, el regidor decano advierte del riesgo que supone
para la subsistencia haber rebasado ya las mil familias. Una nueva cifra redonda y
contundente lanzada en sesin plenaria del ayuntamiento como advertencia
interesada a la vez que responsable. Se estaba rebasando el equilibrio deseable
entre poblacin y produccin? Es posible. Pero, con todo, aquel regidor exagerabaal situar la poblacin por encima de las mil familias, pues al mes siguiente, en carta
del propio ayuntamiento al intendente, se precisaba que el vecindario ascenda a
870 vecinos con un total de 4.236 personas. La carta insista en la pobreza de una
poblacin cuyas dos terceras partes deben comprar el pan diariamente por la mala
cosecha del ao y por el nmero excesivo de personas de que se compone este
pueblo, que la mayor parte son miserables.43
La coyuntura agrcola de la dcada final del siglo pudo ser en Fraga
decepcionante, como sabemos lo fue en el resto de Aragn.44
El esperado aumentode las cosechas con una proyectada extensin del regado fracasaba aqu de
momento y, cuando ms preciso era el concurso del agua, la nueva acequia
construida en el secano permaneca abandonada. Confirmando el cambio de
tendencia, el nuevo Censo de Godoy-Larruga daba en 1797 un nmero menor que
el sealado en fecha anterior: slo 850 vecinos.45 Al ao siguiente el Rey pide
cuentas de lo realizado en cada pueblo respecto de la conservacin de montes y
plantos, y el ayuntamiento responde que el de los vecinos seculares, obligados a
plantar cinco rboles cada uno, es 771.46
An aadiendo a stos los exentos y loseclesisticos, la poblacin se vea disminuir y no rebasaba ya, el ltimo ao del
siglo, la cifra de los 4.000 habitantes. La prolongada crisis agrcola no permita
mantener un crecimiento humano sostenido. El cambio de coyuntura se habra
producido a tono con el contexto general, desde los primeros aos malos a fines
de la dcada de los ochenta. Y apenas cambiara el signo desfavorable hasta la
irrupcin de una nueva guerra en 1808.
* * *
Durante la primera dcada del siglo XIX y hasta el inicio de la guerra de la
Independencia, cuantas veces se solicita al ayuntamiento el nmero de vecinos da
rutinariamente la misma respuesta: el vecindario de 1797, es decir 850 vecinos,
por ms que el monto real de habitantes fuera cada vez menor.47Habituados ya a
las encuestas peridicas y ante el estancamiento evidente de su poblacin, los
regidores repetan las cifras del censo anterior mientras llegaba el siguiente.
Una vez iniciado el conflicto, en 1809, con el arribo a Fraga de las tropas
francesas se repite el fenmeno migratorio de la guerra de Sucesin, tal como
relata un memorial al contador general de propios.48Dos aos despus, en 1811,
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un decreto remitido por el gobernador de Zaragoza exige tan slo 257
contribuyentes.49El oficio designa a Fraga cabeza de distrito y se le agregan varios
pueblos y aldeas. A la ciudad se le consideran los 257 vecinos (tiles a efectos
contributivos) y al total de pueblos del distrito 617 contribuyentes.50No es que la
poblacin haya sido masacrada; se trata de aquella vieja cifra de uso fiscal que enabsoluto puede tomarse como nmero de vecinos, y sern las fuentes de carcter
interno las que reflejen mejor la realidad.
Descontadas las prdidas de la guerra, un nuevo listado realizado por el
ayuntamiento constitucional detalla 807 contribuyentes para el reparto de la
contribucin de subsistencias, incluyendo en l a los pobres de solemnidad, que
obviamente nada pagarn. Esa es la cifra que nos da una idea aproximada de las
consecuencias de la guerra. El efecto combinado de emigracin y mortandad ha
diezmado la poblacin. Pero no ha producido una hecatombe demogrfica.Lamentablemente, el fin del conflicto no corta la sangra migratoria. En los
aos de posguerra la contribucin reclamada desde la Intendencia y las cartas de
pago exigidas por partidas militares siguen empobreciendo a la poblacin y obligan
de nuevo a numerosas familias jornaleras a sobrevivir en lugares de menor riesgo.
As lo expone un ayuntamiento desesperado al intendente: ... V. S. decidir qu
partido se ha de tomar en el concepto que de mandar hacer las dos cosas, esto es,
dar raciones y pagar mensualidades, se sigue indefectiblemente el aniquilamiento y
destruicin del pueblo como empieza ya a verificarse, expatriando ya muchasfamilias que por falta de cosechas, suma pobreza y agobio de pagos no pueden ya
subsistir en l.51La verdad se sumaba en este caso al lamento.
La penosa situacin en la que se encuentra la ciudad se eleva oficialmente al
capitn general en un detallado informe que desglosa por edad, sexo y estado las
833 familias que ocupan 800 casas y de las cuales slo 280 podran considerarse en
ese momento vecinos tiles a efectos contributivos (la eterna obsesin por
justificar el cupo tradicional). La suma de todos los grupos de edad alcanzaba la
cifra de 3.181 habitantes incluidos eclesisticos. Es decir, sobre los efectos de la
guerra se acumulaba el vaciado de algunas familias en sus individuos con capacidad
de trabajar, emigrados temporalmente. Fraga presentaba ese ao un coeficiente
real de 3,82 habitantes por familia; el ms bajo de todos los de la etapa.
El nuevo catastro concluido en 1819 y su libro de industrias confirman la
situacin, al detallar 838 contribuyentes laicos que declaran poseer 837 casas. Ha
transcurrido un lustro desde el fin de la guerra y Fraga apenas crece. El nmero de
sus vecinos permanece estancado y la miseria de muchos produce una
diferenciacin creciente entre ellos, como apunta el coeficiente de Gini obtenido
para ese ao. En el mismo sentido, los nuevos empadronamientos realizados a
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requerimiento de la Intendencia (es decir, para uso externo) pretenden sin duda
exagerar ambos parmetros. El primero de los recuentos, -que debe fecharse en
torno a 1822-, ofrece tan solo un total de 814 vecinos y afirma incluir hacendados,
vecinos con bienes, eclesisticos, viudas y pobres de solemnidad, al tiempo que
detalla con escasa precisin los oficios de cada cual. Lo que parece ocurrir ahora esque los contribuyentes y en general los supervivientes de la guerra se agrupan en
un menor nmero de familias, por matrimonios entre solteros y viudos, o entre
viudos. Tambin por reagrupamiento de hurfanos y parientes que han quedado
solos en los grupos domsticos de sus familiares.
El siguiente empadronamiento de 1824 da la cifra global de 821 vecinos, que
se repite en las fuentes durante los siguientes cuatro aos hasta que, en diciembre
de 1828, el intendente ordena imperiosamente la confeccin de un nuevo padrn,
que evite agravios comparativos con otros pueblos del partido.52
Su ordenconsigue el efecto deseado y Fraga ajusta mejor a la realidad sus comunicaciones
con el exterior. As, el padrn del ao 1829 ofrece ya una cifra muy superior a la
anterior, 961 vecinos, con la misma distribucin de Hidalgos, Estado llano y
Eclesisticos,53 que componen unas 4.200 almas segn otra fuente,54 lo que
situara el coeficiente conversor prximo a los 4,37 habitantes por vecino. Es decir,
en slo un lustro el nmero de familias ha aumentado sensiblemente, y el nmero
de sus miembros tambin.
El crecimiento es ahora continuo y acelerado, de manera que el padrn de1834 contabiliza 1.198 familias y 5.621 habitantes, de donde se obtiene un
coeficiente real de habitantes por vecino del 4,69, que justifica plenamente nuestra
anterior eleccin de coeficiente, aunque el incremento no puede justificarse slo por
el crecimiento vegetativo. La dcada final del reinado de Fernando VII exige un
flujo inmigratorio importante que incremente hasta tal punto el nmero de familias.
En cambio, la siguiente dcada supondra una nueva ralentizacin e
inversin del proceso, puesto que para el ao 1844, los datos ms fiables ofrecen
los guarismos de 1.270 vecinos y tan slo 5.028 habitantes.55Ahora, el coeficiente
resultante ha descendido a 3,96. Es decir, se ha reducido ms de medio punto
durante la ltima dcada. Situacin que debe relacionarse con las turbaciones
ocasionadas por la primera guerra Carlista, cuando varios individuos con sus
familias huyen de Fraga como facciosos y otras emigran a diferentes lugares
evitando contribuciones de suministros y gastos de fortificacin de la ciudad.
Concluida la nueva guerra, la tendencia remonta de nuevo cuando algunos
vecinos regresan y numerosos forasteros van llegando a Fraga, aunque
permanecen en la ciudad sin empadronarse. En mayo de 1846 el ayuntamiento
requiere a las nuevas familias que avisen a las autoridades para incluirlos como
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vecinos.56Ha de tratarse otra vez de familias jornaleras que buscan trabajo en el
campo o como aprendices u oficiales artesanos, pastores, mancebos tenderos o
carboneros, actividad esta ltima de notable desarrollo en la localidad a mediados
de siglo. Cuando en 1857 se realiza el recuento de poblacin ms fiable de los
efectuados hasta entonces, el nuevo censo alcanza los 7.229 habitantes de hechoque incluyen algunos cientos de trabajadores temporeros, segn certificacin del
alcalde. En total 1.610 cabezas de familia, con un coeficiente real de 4,1 habitantes
por familia. Si se acepta la coherencia entre fuentes de diversa procedencia y la
utilizacin de coeficientes conversores diferentes para fechas distintas, las cifras
ms fiables de la evolucin secular seran las resumidas en el Cuadro 4 y
representadas en el Grfico 1:
Cuadro 4
POBLACIN, NDICES Y TASAS DE CRECIMIENTO 1715-1860criterio n de Vec/ n de coef. n de coef. ndice tasas de crecimiento
ao del dato casas casa vecinos estim. Habit. real
1715=
100 medio anual
1715 casas y habitant. 320 1,50 480 2.160* 100
1718 casas 327 1,50 490 4,5 2.207 102 0,72
1730 contribuyentes 340 1,50 508 4,5 2.286 106 0,33
1751 casas y vecinos 510 1,12 572 4,5 2.574 119 0,55
1772 vecinos 632 4,5 2.844 132 0,48
1776 vecinos 723 4,5 3.253 151 3,42
1786 familias 748 1,14 850 4,5 3.825 177 1,63
1787 habitantes 3.908 181 2,17
1793 vecinos y hab. 870 4.236 4,87 196 1,35 0,87
1797 vecinos 850 4,8 4.080 189 -0,93 0,78
1800 almas 4.000 185 -0,66
1813 vecinos 807 3,82 3.083 143 -1,93
1816 familias y hab. 800 1,04 833 3.181 3,82 147 -0,49 -0,52
1819 cas. contr. y hab. 837 1,00 838 3.313 3,95 153 1,36
1822 vecinos 814 4,2 3.418 158 1,04
1824 vecinos 821 4,3 3.530 163 1,62
1829 vecinos y almas 961 4.200 4,37 194 3,54
1831 habitantes 4.976 230 8,84
1832 casas y vecinos 969 1,20 1.166 4,5 5.247 243 5,45
1834 familias y hab. 1.198 5.621 4,69 260 3,50
1844 vec. y hab. 1.270 5.028 3,96 233 -1,11
1857 fam. y hab. 1.610 6.601 4,10 306 2,11
1860 hab. de derecho 7.013 325 2,04 1,81 0,94
* Los