Cornisa: DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO
Depresión en la Pareja: Observación de las Muestras de Afecto Mediante la
Comunicación no Verbal. Estudio de Caso Único
Estefanía Martínez Cobo, Elena Gómez Enguix y
Sílvia Pérez Tello
Máster de Terapia Familiar Sistémica
Escuela de Terapia Familiar del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau
Universitat Autònoma de Barcelona
(Barcelona, Junio 2015)
Tutora: Anna Abio Roig
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 2
Resumen
En la presente investigación se presenta un estudio de caso único observacional en el que se
emplea la terapia sistémica de pareja para el tratamiento de un caso de trastorno depresivo
mayor recidivante. El estudio se realiza mediante el análisis de la comunicación no verbal de
la pareja, en concreto la expresión de muestras de afecto que registra la Escala BARS. Los
resultados coinciden con la hipótesis de que el mantenimiento de la sintomatología depresiva
podría guardar relación con la expresión de afecto dentro de la pareja y con el concepto de
nutrición relacional.
Palabras Claves: Depresión, Terapia Sistémica de Pareja, Comunicación No Verbal,
Nutrición Relacional, Caso Único.
Abstract
In this observational case study, the treatment of a woman with the diagnosis of major
depression using systemic couple therapy is presented. The study analyzes the nonverbal
communication of the couple, particularly the expression of affection samples recorded
through the BARS scale. The results are consistent with the hypothesis that the maintenance
of the depressive symptomatology might be related to the expression of affection between the
partners, and to the concept of relational nutrition.
Keywords: Depression, Systemic Couple Therapy, Nonverbal Communications,
Relational Nutrition, Case Study.
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 3
Depresión en la Pareja: Observación de las Muestras de Afecto Mediante la Comunicación no
Verbal. Estudio de caso único
La Organización Mundial de la Salud clasifica los trastornos depresivos como un
trastorno mental frecuente y refiere que alrededor de 350 millones de personas en el mundo la
padecen (OMS, 2014). Se calcula que la prevalencia de la depresión en España en el 2012
fue entre un 9.6% y un 20.2% (Vindel, Salguero, Wood, Dongil & Latorre, 2012).
Esta cifra resulta alarmante, si además tenemos en cuenta que los trastornos
depresivos están considerados una de las enfermedades más incapacitantes a nivel mundial
(OMS, 2014), debido al elevado impacto que tiene sobre la calidad de vida respecto a muchas
otras enfermedades fisiológicas y psiquiátricas crónicas (Generalitat de Cataluña, 2006).
Durante muchos años los trastornos depresivos han sido clasificados de múltiples
maneras, siguiendo las orientaciones predominantes en psiquiatría (Linares & Campo, 2000).
Hablar de depresión hoy, en el siglo XXI, implica tener en cuenta todo un espectro de
trastornos depresivos diversos como la distimia, el episodio único de depresión mayor o el
trastorno depresivo mayor reicidivante, categorizados todos ellos en el DSM-V por la
American Psychiatric Association (APA, 2013), bajo la categoría diagnóstica de Trastornos
Depresivos. Esta categorización supone una especificación respecto a la clasificación
anterior del DSM-IV-TR a la que estábamos habituados, más genérica, donde el trastorno
depresivo mayor se incluía en la categoría de trastornos del estado de ánimo e incorporaba
también los trastornos bipolares y los episodios afectivos. De este modo, podemos decir que
el cambio más significativo que aporta la nueva clasificación DSM-V es que dota de una
entidad propia a los trastornos depresivos, desligándolos así de una posible continuidad con
los trastornos bipolares.
Para la clasificación CIE-10 de la Organización Mundial de la Salud existen cuatro
categorías para los trastornos depresivos: los episodios depresivos (con una duración de al
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 4
menos dos semanas), el trastorno depresivo recurrente (que contempla la aparición de
episodios repetidos de depresión), los trastornos del humor (afectivos) persistentes (como la
distimia) y otros trastornos del humor (afectivos) aislados. Todos ellos a la vez clasificados
en función de su gravedad (leve, moderada o grave) y en función de si incluyen o no síntomas
psicóticos.
De este modo, el Trastorno Depresivo Mayor reicidivante (TDM), según el DSM-V,
objeto del presente estudio, o para el CIE-10 Trastorno Depresivo recurrente, episodio actual
grave sin síntomas psicóticos, deberá cumplir para su diagnóstico al menos 5 de los
siguientes criterios diagnósticos del DSM V (APA, 2013): (a) estado de ánimo depresivo la
mayor parte del día, casi todos los días; (b) marcada disminución del interés o placer en casi
todas las actividades la mayor parte del día, casi todos los días; (c) insomnio o hipersomnia
casi todos los días; (d) cambios considerables en el apetito casi todos los días o pérdida no
intencionada de peso o aumento de peso (>5% del peso corporal en un mes); (e) fatiga o
pérdida de energía casi todos los días; (f) agitación o enlentecimiento psicomotriz; (g)
disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión casi cada día; (h)
sentimientos de inutilidad o excesiva culpa casi cada día; (i) pensamientos recurrentes de
muerte o suicidio.
Sobre el TDM son abundantes los trabajos científicos dedicados al estudio de la
eficacia contrastada de los tratamientos psicológicos, farmacológicos y/o placebo. Como
dicen Linares y Campo (2000) los depresivos se han aproximado notablemente al ideal de la
psiquiatría tradicional al disponer de unas bases biológicas para los trastornos mentales,
además de que el carácter de los depresivos y su conciencia de enfermedad los convierte en
los pacientes ideales, lo cual justificaría de alguna manera el tan numeroso número de
estudios dedicados desde las disciplinas de Psiquiatría y Psicología.
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Sin embargo, lo que no está tan estudiado son las bases psicorrelacionales de las
depresiones. Como sabemos, el TDM no sólo afecta negativamente al individuo deprimido,
sino que también tiene un impacto sobre el entorno más íntimo (Rautiainen, 2003). Del
mismo modo, tal y como plantean Linares y Campo (2000), la dinámica relacional de los
depresivos mayores no es la misma que la de los distímicos.
Incorporando de este modo a la depresión una dimensión relacional, son menos
aunque emergentes las investigaciones sistémicas que, desde una perspectiva relacional, han
estudiado la conexión entre depresión y familia de origen y también entre depresión y pareja,
que es el objeto de estudio de esta investigación. El depresivo mayor, tal y como plantean
Linares y Campo (2000), es uno de los pocos pacientes psiquiátricos que, de forma
sistemática y significativa, mantiene relaciones románticas estables, lo que hace más
apasionante su estudio desde el campo de terapia de pareja.
En el ámbito español destacan las aportaciones de Linares (1996) y de Linares y
Campo (2000), quienes establecen los criterios de parentalidad y conyugalidad
armónica/disarmónica para definir y comprender las bases relacionales de la depresión.
Destacan también Feixas, Muñoz, Dada, Compañ y Arroyo (2009), quienes consideran que la
depresión es un síntoma que podría estar informando de alguna disfunción dentro del sistema
de pareja. A nivel internacional existen estudios que sugieren la relación entre los síntomas
depresivos y los problemas de pareja (Pettit & Joiner, 2006; Rautiainen, 2003; Whisman,
2001) o el nivel de críticas hacia el paciente (Hooley, Orley & Teasdale, 1986; Okasha et al.,
1994, Jones & Asen, 2000), así como la relación entre la recuperación del paciente
identificado y el incremento del apoyo, del afecto positivo y de la intimidad con la pareja
(Goering, Lencee & Freeman, 1992; Rautiainen, 2003).
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Todas estas investigaciones, así como los estudios clínicos de eficacia entre terapia de
pareja y otras modalidades de terapia, sugieren que la terapia de pareja podría jugar un papel
relevante en el tratamiento de la depresión (Jones & Asen, 2000; Leff et al, 2000).
En esta línea, Hollist, Miller, Falceto y Fernandes (2007) refieren que la discordia
marital es un factor de riesgo importante para el desarrollo de sintomatología depresiva y
sostienen que en la medida en que el apoyo social entre la pareja disminuye y aumenta la
hostilidad puede precipitarse el desarrollo de la sintomatología depresiva.
Además, hay investigaciones que plantean que la satisfacción marital está
causalmente relacionada con el desarrollo de síntomas de psicopatología siendo éstos una
manifestación de los problemas de relación de pareja (Beach, Sandeen & O'Leary, 1990) o un
método para afrontarlos (McCrady & Epstein, 1995). Asimismo otras investigaciones
indican que, en comparación con la población no clínica, la población que sí realiza algún
tipo de tratamiento para mejorar el estado de ánimo manifiesta un menor nivel de satisfacción
marital (Bauserman, Arias, & Craighead, 1995; Vega et al., 1993).
Según Linares y Soriano (2013) la salud mental en la pareja es el resultado de una
adecuada nutrición relacional, entendida ésta como la experiencia subjetiva y compleja del
pensar, del sentir y del hacer amoroso. En este sentido, el amor, entendido como amor
complejo, es más que un fenómeno afectivo ya que incluye componentes cognitivos (como el
reconocimiento y la valoración; o en su defecto, la desconfirmación y la descalificación),
emocionales (como la cercanía, la ternura y el cariño; o en su defecto, la distancia, el rechazo
y la hostilidad), y pragmáticos (como el deseo, el placer sexual y la gestión negociada de la
cotidianidad; o en su defecto, el rechazo, la sexualidad rutinaria o ausencia de ella y los
conflictos cotidianos). De este modo, plantean estos autores, igual que el éxito en la nutrición
relacional está en la base de la salud mental; el fracaso o la interferencia de alguno de estos
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componentes implicará un déficit de nutrición relacional que está en la base de los distintos
trastornos psicopatológicos, también de los trastornos depresivos.
Además de la nutrición relacional, Linares y Campo (2002) señalan la importancia del
ajuste de expectativas que hacen los miembros de la pareja respecto a la definición de la
relación. En este sentido, los autores identifican tres elementos: el vínculo amoroso, la
jerarquía interna y los proyectos básicos de parentalidad, realización personal y compromiso
en la relación.
En esta investigación resulta importante destacar el ámbito de la jerarquía interna de
la pareja, que se refiere a la forma de ejercer los roles, el reparto de tareas y cómo se
distribuye el poder en la relación. De esta manera Linares y Campo (2002) diferencian dos
tipos de jerarquía: la simétrica, que se define desde la igualdad, es decir, ambos miembros de
la pareja tienen un consenso equitativo en la toma de decisiones y en la división de roles y
funciones; y la complementaria, que se define desde la desigualdad, es decir, que el reparto
de funciones se extiende a todas las áreas de decisión, siendo un mismo miembro el que
ocupa la posición superior o dándose una alternancia entre ambos miembros de la pareja en
función del ámbito en el que se tenga que decidir.
En el caso del cónyuge con TDM, éste proviene de una familia de origen en la que
predominan unas bases parentales con alta exigencia y sin valoración con lo que el hijo tiende
a caer en la urgencia de buscar fuera una relación que supla esas carencias relacionales. El
cónyuge con el que acaba construyendo una relación para escapar de esa dinámica
descalificadora es alguien que aparentemente ofrece esa relación protectora, aunque esa
protección es ejercida más por sus propias necesidades que por cubrir genuinamente las
necesidades del otro. De este modo, esa oferta relacional inicial se torna en un engaño para el
depresivo y se construye una jerarquía en la pareja que evoluciona hacia una
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 8
complementariedad rígida en la que el depresivo se abandona a los síntomas y a la
descalificación, y el cónyuge adopta una posición de más prestigio (Linares, 1996).
Por otra parte, cabe señalar que en el transcurso del ciclo vital de una pareja se dan
gran diversidad de acontecimientos que pueden influir en la relación conyugal, ya sea el
propio recorrido personal, el nacimiento de los hijos, las relaciones con las respectivas
familias de origen, pérdida de salud de miembros significativos, duelos, jubilación, etc. En
este sentido es probable, tal como propone Belart y Ferrer (1999), que experimentar estos
cambios comporten movimientos en la pareja que obliguen a hacer reajustes para
gestionarlos.
Tapia, Poulsen, Armijo, Pereira y Sotomayor (2009) explican que las parejas expertas
en gestionar exitosamente el devenir de los acontecimientos apelan a la responsabilidad con
el compromiso afectivo mutuo, a las declaraciones de amor hacia el otro, a las conversaciones
sobre la construcción del „nosotros‟ que quieren que les defina como pareja y a la fidelidad al
anhelo compartido. Asimismo, señalan que estas parejas consideran que la aceptación del
otro es una característica fundamental para la satisfacción marital.
En esta línea, los estudios de Gottman (1999) señalan que los gestos de cercanía
amorosa cotidianos disminuyen la negatividad de las interacciones en la pareja y favorecen
los intentos de reparación en las situaciones de conflicto, entendiéndose por „negatividad‟ en
el vínculo de pareja la aparición de interacciones dirigidas a la desvalorización de los
miembros mediante la crítica destructiva, el desprecio, la ofensa y la descalificación de sus
emociones y sentimientos (Driver & Gottman, 2004).
Todos estos elementos que se citaron en referencia a la nutrición relacional en la
pareja y a la expresión de muestras de afecto son componentes que se observan en la
comunicación, tanto en la a nivel verbal no verbal (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1967).
La multiplicidad de canales expresivos en la comunicación es un concepto propuesto por
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Bateson (1936) y retomado por Watzlawick et al. (1967), en uno de sus libros que se ha
convertido en un clásico. Estos autores describen dos modalidades principales implicadas en
la comunicación humana: la comunicación analógica y la digital. El canal digital
corresponde a aquellas formas de comunicación que están conectadas a las cosas únicamente
por convenciones, como las palabras a los conceptos y los números a las cantidades. Este
canal representa el lenguaje verbal y engloba lo que se dice durante una conversación; es
decir, el contenido del mensaje.
Por otro lado, los canales no verbales son aquellos que utilizan las analogías para
comunicar mensajes, por lo que se han denominado analógicos. El canal analógico está
constituido por cómo se dice algo y la relación que se pretende establecer con respecto al otro
en un contexto comunicativo. Finalmente, estos autores proponen que los mensajes digitales
son calificados por los analógicos.
En este sentido, la expresión corporal y la entonación vocal proporcionan información
que permite interpretar y precisar la importancia que se le otorga a la porción verbal del
mensaje, lo cual influye en gran medida sobre la definición del mensaje como tal y de la
relación entre las personas (Watzlawick et al. 1967; Armenta & Díaz-Loving, 2008;
Calsamiglia & Tusón, 2001). Otros autores, como Fitzpatrick (1988) y Gottman (1979)
expresan que la comunicación no verbal tiene también un rol influyente sobre el ajuste
matrimonial, debido a que los mensajes que comunican sobre el estado de la relación se dan
en una alta proporción a nivel no verbal, aun cuando el contenido de la comunicación no se
trate de este tema (como se citó en Koerner & Fitzpatrick, 2002). Todos estos datos dan
luces sobre la gran importancia que tiene el componente no verbal de la comunicación,
aunque ha sido estudiado en menor medida que el verbal.
El lenguaje no verbal está compuesto por múltiples elementos. La observación y
estudio del lenguaje analógico puede centrarse en indicadores visuales, auditivos e incluso en
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la medición de respuestas fisiológicas como la dilatación de las pupilas. Sin embargo, según
Calsamiglia y Tusón (2001) los principales elementos estudiados son los proxémicos, los
cinésicos (o kinésicos) y los paraverbales. Los elementos proxémicos se refieren al lugar que
cada persona ocupa, al haberla elegido o haber sido asignada a la misma durante la
interacción. También incluye los posibles cambios de puesto, la existencia de la posibilidad
de moverse o no y la distancia que mantienen las personas entre sí en el acto comunicativo.
Los elementos cinésicos, por otro lado, están determinados por los movimientos
corporales que tienen un efecto comunicacional. Estos elementos cinésicos se dividen a su
vez en subcategorías, y aquellas en las que existe mayor acuerdo a través de la bibliografía
son las siguientes: emblemas (gestos que suplen a las palabras), reguladores (gestos que
puntúan el cambio de palabra de una persona a otra), adaptadores (aquellos gestos utilizados
para lidiar con una emoción que no quiere expresarse) y expresivo-afectivos (gestos que
reflejan el estado afectivo).
Finalmente, los elementos paraverbales se refieren a la calidad vocal, como el tono, el
volumen y la intensidad de la voz. En el presente estudio, la observación y medición del
lenguaje no verbal se centrarán únicamente en los elementos cinésicos expresivo-afectivos y
la tonalidad de la voz.
Los gestos y posturas utilizados expresan actitudes y emociones frente al contenido y
a la relación y, por lo tanto, tienen efectos sobre las personas y sus relaciones. Mediante ellos
es posible trasmitir interés, indiferencia, desprecio, ansiedad, validación, acuerdo, y otras
múltiples posturas frente a lo que se dice y frente a los demás (Calsamiglia & Tusón, 2001).
Un componente de gran relevancia en la comunicación y las relaciones humanas es la
expresión de las emociones, y la mayor parte de la comunicación emotiva se da de forma no
verbal. Mehbarian (1972) indica que en las relaciones de pareja la expresión facial y postural
da cuenta de un 55% de la expresión emocional y el tono de voz del 38%, mientras que el
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contenido del discurso (componente verbal) es responsable solamente de un 7% de la
expresión afectiva (como se citó en Armenta & Díaz-Loving, 2008). Según qué tan
constructiva o destructiva sea la expresión no verbal de las emociones hacia el otro, éstas se
pueden clasificar en: afecto positivo, neutro o negativo (Koerner & Fitzpatrick, 2002).
Cada emoción tiene sus características no verbales únicas y universales y pasa lo
mismo con aquellas relacionadas con afecto positivo y negativo. En la mayor parte de
ocasiones, los afectos no se expresan a nivel no verbal con una intensidad exagerada, pero la
expresión de cada uno son lo suficientemente diferentes como para poder realizar
distinciones, aún en el contexto de la comunicación cotidiana (Koerner & Fitzpatrick, 2002).
El afecto positivo se relaciona con el cariño, el agrado, el acuerdo y la atracción, y
“Las demostraciones no verbales de afecto pueden ser: contacto visual prolongado, distancia
interpersonal corta, ruborizado, dilatación pupilar, aumento en la frecuencia de sonrisas y
aumento y prolongación en el contacto físico en distintas partes del cuerpo” (Andersen, 1999;
como se citó en Koerner & Fitzpatrick, 2002, p. 36).
Otras señales de afecto positivo se encuentran apegados a la expresión de la emoción
primaria felicidad y se expresan mediante signos como: sonrisa genuina, aumento en el tono
y la velocidad vocal, y mayor contacto y proximidad corporal (Andersen, 1999; como se citó
en Koerner & Fitzpatrick, 2002). El afecto positivo está relacionado con la satisfacción en la
pareja y la estabilidad de la relación (Armenta & Díaz-Loving, 2008). Además, se ha
encontrado que éste ayuda a las parejas a sobreponerse y compensar déficits en la
comunicación, promoviendo una mayor facilidad para la resolución de conflictos y aportando
una valoración positiva global sobre la relación (Johnson et al. 2005, como se citó en
Patterson et al. 2012).
Por otro lado, “El afecto negativo es un estado estable que puede englobar los
comportamientos, actitudes y emociones de enfado, desprecio, disgusto, tristeza, miedo, o
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 12
cualquier combinación de estas emociones” (Patterson et al. 2012, p. 12). El afecto negativo
suele expresarse conductualmente a través de las siguientes acciones: mirada directa y
sostenida, cejas hacia abajo, ojos estrechados, mandíbula tensa, aumento de la distancia
corporal con respecto a la otra persona, disminución del contacto visual, etc. (Andersen,
1999; como se citó en Koerner & Fitzpatrick, 2002).
La expresión de afecto negativo tiene también un impacto en las relaciones de pareja.
La investigación demuestra que cuando un miembro de la pareja percibe la ausencia de afecto
negativo (frialdad, destructividad, severidad, intolerancia, inexpresividad o distancia) en los
mensajes de su pareja, entonces suele reportar una mayor satisfacción en su relación
(Armenta & Díaz-Loving, 2008). Este estudio recalca que la comunicación no verbal, sobre
todo la entonación de las palabras y frases, tiene una relevancia mayor sobre el factor de
satisfacción con la relación que la comunicación verbal.
Gottman (1993; como se citó en Patterson et al. 2012) ha propuesto que aquellas
parejas que reportan insatisfacción con su relación tienen una dificultad mayor para regular y
cambiar los estados de afecto negativo, comparado con aquellas parejas que se encuentran
satisfechas, y atribuye esta diferencia a que posiblemente, estas parejas tengan una mayor
dificultad para resolver conflictos y, por lo tanto, tengan una visión global más negativa sobre
su relación. Griffin (1993, 2003) y Smith et al. (1990) proponen inclusive que el afecto
negativo es el predictor más confiable de la estabilidad de las relaciones a presente y a futuro,
ayudando a predecir una posible separación (como se citó en Patterson et al. 2012).
Uno de los comportamientos no verbales más estudiados es el contacto visual. Este
suele relacionarse con el nivel de intimidad y con la expresión de las actitudes y de las
emociones (Anderson et al. 2006; Lochman & Allen, 1981; Harrigan, 2005; como se citó en
Patterson et al. 2012). Sobre todo, la mirada tiene un papel fundamental en la expresión de
emociones como el temor, el desprecio, el enfado y la felicidad (Ekman & Freisen, 1975;
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 13
como se citó en Patterson et al. 2012). El contacto visual y la calidad del mismo (mirada fija,
mirada atenta, mirada tierna, torcer los ojos, mirada perdida, no mirada, mirada en otros
objetos, etc.) se toma como un indicador de validación y de rechazo (Patterson et al. 2012).
La sonrisa es otro comportamiento no verbal que tiene un alto impacto
comunicacional. La sonrisa suele estar asociada generalmente a emociones y afectos
positivos. Sin embargo, se ha demostrado que existe un rango más amplio de expresión a
través de la sonrisa, que incluye a la sonrisa falsa y otros tipos de sonrisa que expresan humor
tenso, sorpresa, ansiedad, alegría, afecto, coquetería, actitud de juego, entre otras (Yoshimoto
et al. 2005; Heyman et al. 1995; como se citó en Patterson et al. 2012).
Como refieren Ortiz, Gómez y Apodaca (2002), la expresión emocional es una
característica diferencial individual, que aunque actúa en el contexto de pareja no es posible
asumir que su presencia responda exclusivamente al ajuste existente en ella. De todos
modos, es justificable suponer que la capacidad de expresión del afecto en la pareja puede
comportar una mayor intimidad y satisfacción en la relación. En cualquier caso, para reducir
esta limitación dentro de la investigación, es posible utilizar una escala de codificación de
afectos de forma longitudinal para explorar cómo evoluciona la expresión afectiva en la
pareja a lo largo de las sesiones.
A través de la información aportada por la investigación reportada en el presente
documento, es posible suponer que existe una relación importante entre la sintomatología
depresiva y la comunicación afectiva en la pareja, y que ésta última puede ser estudiada
mediante la observación de la comunicación no verbal de la misma.
Para ello, con el objetivo de hacer una pequeña aportación a este campo, en este
trabajo se presenta un estudio de caso único observacional en el que se emplea la terapia
sistémica de pareja para el tratamiento de un caso de trastorno depresivo mayor recidivante y
el análisis de la comunicación no verbal de la pareja; bajo la hipótesis de que la aparición y el
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 14
mantenimiento de la sintomatología depresiva podría guardar relación con la expresión de
afecto dentro de la pareja y con el concepto de nivel pragmático de la nutrición relacional.
Las autoras comparten con Feixas et al. (2009) que el estudio de casos permite, entre
otras cosas, la ejemplificación de los conceptos teóricos abstractos, la producción de nuevas
ideas y tendencias de pensamiento, además de ser una modalidad de estudio empírico en
pleno derecho.
Método
Diseño
La presente investigación constituye un estudio observacional de caso único. Es una
investigación longitudinal, ya que pretende describir las variaciones de la sintomatología
depresiva en relación a las muestras de afecto no verbal demostradas por la pareja al
principio, mitad y final de un proceso de terapia de pareja mediante la observación de videos
grabados.
Participantes
La muestra consiste en una pareja compuesta por un hombre de 48 años (en adelante
Marido) y una mujer de 45 años (en adelante Esposa), casados desde hace 26 años. La pareja
asiste voluntariamente a sesiones quincenales (con una interrupción de un mes en las
vacaciones de Navidad) en el servicio de terapia de pareja del Centro de Atención Primaria
de Les Hortes en la ciudad de Barcelona desde el día 3 de Diciembre de 2010 hasta el día 4
de Noviembre de 2011. La pareja demanda una terapia en este servicio con el deseo de
reparar el deterioro de la relación conyugal a raíz del fallecimiento de la hermana de la
Esposa. Antes de iniciar terapia se hacen tres sesiones de pre-evaluación, durante el proceso
terapéutico se realizan un total de ocho sesiones y finalmente se hace una sesión de
seguimiento transcurrido un año.
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 15
El Marido es el cuarto de cinco hermanos varones, no se habla con dos de ellos. Su
madre falleció de cáncer de páncreas cuando él tenía 21 años y el padre falleció a los 65 años
por un fallo hepático. Es representante de comercio y desde 2002 ha cambiado de trabajo en
nueve ocasiones; actualmente ha iniciado un proyecto como autónomo junto con un socio en
el que empiezan a funcionar las ventas. A nivel de salud refiere haber sufrido diversos
ataques de ansiedad relacionados con la falta de estabilidad laboral, hace dos años tuvo una
angina de pecho que coincidió con su último despido y refiere que derivó en un episodio
depresivo. En ese momento inició una terapia psicológica individual de 14 sesiones que
explica que le ayudó a reponerse. Hace año y medio que acabó la terapia y actualmente toma
citalopram.
La Esposa es la segunda de dos hermanas. Su madre tiene 85 años y diversos
problemas de salud a lo largo de la vida (tuvo pleura a los 19 años, ha tenido problemas de
riñón, artrosis y migrañas) y actualmente padece Alzheimer, mientras que su padre tiene 87
años y está bien de salud; ambos conviven juntos en su casa. La hermana de la Esposa tenía
60 años, estaba divorciada, sin hijos, vivía sola y era la que más se ocupaba de cuidar a los
padres. Hace 6 meses que le diagnosticaron a la hermana cáncer de pulmón y el proceso fue
tan rápido que en un mes murió. Refieren que para la Esposa ha sido una pérdida muy dura y
que además, al no tener más hermanos y los padres ser muy mayores, ha tenido que
encargarse de todo (avisar a todos los familiares, limpiar el piso de la hermana, poner al día
los documentos y asumir el cuidado de sus padres). Manifiesta que todo ello lo ha vivido con
mucha presión y angustia y durante estos últimos se siente muy triste y apática. La Esposa es
secretaria jefe de una asesoría jurídica en la que lleva muchos años trabajando y donde se
encuentra muy a gusto con los jefes y compañeros. A nivel de salud no ha tenido ningún
problema hasta el inicio de terapia, cuando cumple criterios para depresión mayor recidivante
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 16
moderado en el SCID-I (First et al., 1997) y la puntuación en el BDI-II es de 27, lo que
corresponde a una depresión moderada.
El matrimonio tiene un hijo de 18 años y una hija de 12 años. El hijo está repitiendo
2º de Bachillerato, comentan que está diagnosticado de TDAH y lo definen como un chico
reservado. La hija cursa 1º de la ESO y la definen como una charlatana. Manifiestan que la
Esposa tiene una relación más cercana con el hijo y el Marido tiene una relación más cercana
con la hija (ver Figura 1).
50 62
60 53 52 45
48
87 85
18
12
45
60
Marido Esposa
Paciente Identificado (PI)
Figura 1. Genograma de la pareja participante
Material
Para este estudio se han usado tres instrumentos. Por una parte los vídeos grabados de
las sesiones de terapia de pareja que fueron facilitados por el equipo responsable del Máster
en Terapia Cognitivo-Social; por otra parte el Beck Depression Inventory II (BDI-II) o
Inventario de Depresión de Beck II (Beck, Steer y & Brown 1961; adaptación española de
Sanz, Perdigón y Vásquez, 2003) para medir la sintomatología depresiva; y por última el
Behavioral Affective Rating Scale o Escala de Puntuación Conductual Afectiva (BARS;
Johnson, 2002) para medir los afectos en la comunicación no verbal de la pareja.
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 17
El BDI-II es la última versión del inventario más utilizado para la medición de la
sintomatología depresiva tanto en pacientes con trastornos psicológicos como en población
normal, y conserva los índices de fiabilidad y validez de su predecesor el BDI-IA. Es un
autoinforme compuesto por 21 ítems que describen los síntomas clínicos más frecuentes de
los pacientes psiquiátricos con depresión y cada ítem se responde en una escala de 4 puntos
(de 0 a 3) que determina la intensidad. Este inventario fue administrado a cada miembro de
la pareja a lo largo de todo el proceso terapéutico, antes de cada sesión.
La Escala BARS asigna una puntuación de entre 0 y 4 a distintos comportamientos no
verbales de tipo afectivo (expresiones faciales, tono de voz y lenguaje corporal) observados
en la interacción entre dos personas, al margen del contenido de la interacción. Para cada
afecto observado, el 0 representa la ausencia del mismo, el 1 comportamiento afectivo leve, el
2 medio, el 3 fuerte y el 4 extremo. Los afectos a puntuar dentro de la escala son los
siguientes: cariño, humor, ansiedad, implicación, desinterés, defensa, agresividad, desprecio,
frustración y dolor.
Procedimiento
El inicio del presente estudio tuvo lugar una vez que las sesiones de terapia de pareja
habían concluido. Antes de iniciar el tratamiento ambos miembros de la pareja firmaron un
consentimiento informado con los objetivos del estudio y un contrato terapéutico donde se
especificaba el acuerdo en que las sesiones fueran grabadas como material de trabajo y que se
pudiesen utilizar únicamente con fines terapéuticos, didácticos y/o de investigación (Ver
Anexo 1). Por tanto, el primer paso consistió en la obtención del consentimiento informado,
la autorización pertinente del responsable del material para el uso de la información
contenida en los vídeos y cuestionarios para fines de investigación (Ver Anexo 2).
El siguiente paso fue la recolección de los vídeos que habían sido grabados durante
cada sesión de terapia y los cuestionarios BDI-II que habían sido cumplimentados por los
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 18
participantes al final de cada sesión, el paciente identificado respondiendo por sí mismo y la
pareja respondiendo de acuerdo a la percepción que tenía sobre el paciente identificado.
Después, se escogieron tres sesiones de la terapia para la observación de los
comportamientos afectivos no verbales de la pareja y de su evolución a lo largo de la terapia.
Se eligieron los vídeos de la sesión primera, la sesión quinta y la última sesión del proceso
terapéutico en cuestión. Esta elección se realizó a fin de obtener una muestra de material que
representara las distintas etapas del proceso de terapia. Esto permite obtener una perspectiva
evolutiva de la sintomatología a la vez que comparar estos datos con los cambios en la
expresión no verbal de afecto entre los miembros de la pareja. Los tres vídeos fueron
observados y puntuados utilizando el procedimiento estándar desarrollado para la escala
BARS (Johnson, 2002) (Ver Anexo 3).
Para el registro de las observaciones, el primer paso fue realizar un visionado conjunto
meticuloso por parte de las tres investigadoras de la primera secuencia de 10 minutos de la
sesión quinta para discutir y acordar la categorización de cada ítem de la escala BARS.
Después, se elaboró conjuntamente una plantilla en la que registrar de forma común las
puntuaciones de los ítems (Ver Anexo 4). En la plantilla se designó una tabla para el Marido
y otra para la Esposa. En cada una de ellas se definió una columna con la división de cada
fragmento de 30 segundos hasta completar los 30 minutos de la sesión y otra columna con la
división de cada subcategoría o afecto a observar que establece la escala BARS.
Los valores asignados a los ítems 1 (Cariño), 2 (Humor), y 4 (Implicación) se
invirtieron, con el objetivo de permitir la posterior obtención de un índice global de expresión
afectiva en la que los valores más altos representen una presencia de afecto negativo y los
más bajos una de afecto positivo. De este modo, los valores más altos de estos afectos
reflejan una disminución de ese afecto, mientras que los valores más bajos reflejan un
aumento.
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 19
Seguidamente se procedió a calcular la fiabilidad interobservador, para lo cual las
investigadoras observaron por separado el fragmento del minuto 20 al minuto 30 de la sesión
ocho. Una vez realizado el análisis Kappa y al haber corroborado una alta concordancia entre
los criterios de las investigadoras para la observación, se asignó una sesión a cada una. Cada
investigadora realizó por separado la observación de los 30 minutos centrales de la sesión
asignada. La decisión de elegir los 30 minutos centrales se hizo por considerar que era el
fragmento que podía reflejar mayor contenido.
Para la observación y el registro se siguió el procedimiento estandarizado creado por
los autores de la escala BARS (Johnson, 2002). Inicialmente se observaron y escucharon sin
pausa los primeros diez minutos de cada una de las tres sesiones de forma continua a modo
de percibir la interacción de forma global. Johnson (2002) refiere que esta visualización
inicial favorece una mayor facilidad para excluir más tarde el contenido de la interacción en
la posterior fase de puntuación.
Posteriormente, se observaron los mismos diez minutos de la sesión en intervalos de
30 segundos, enfocándose en esta ocasión en la expresión no verbal del Marido. Durante esta
fase se detuvo la grabación cada 30 segundos para registrar las puntuaciones de los diez
afectos conductuales; con un enfoque absoluto en la expresión facial, en los movimientos
corporales y el tono de voz del Marido. Luego, se repitió el paso anterior, puntuando esta vez
el comportamiento afectivo no verbal de la Esposa.
Estos tres pasos se repitieron para cada intervalo de 10 minutos hasta terminar la
calificación de todo el fragmento de 30 minutos de la sesión para el Marido y para la Esposa.
Después, se repitió el protocolo de observación y puntuación propuesto por los autores de la
escala BARS, tal y como fue descrito, para la sesión quinta y para la última sesión.
Finalmente, se realizó el análisis de datos con el fin de poder relacionar los resultados
obtenidos y basar sobre ellos la discusión y las conclusiones. Para el análisis de la evolución
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 20
de los afectos de la pareja ay del Marido y la Esposa por separado se realizó una prueba
Friedman de medidas repetidas con el programa SPSS (Ver Anexo 5). Finalmente, se
revisaron las variaciones significativas en la expresión no verbal de afecto de la pareja y se
analizaron los patrones emergentes.
Resultados
En este apartado se incluirán los resultados del análisis de la fiabilidad
interobservador, además de los datos obtenidos del BDI-II aplicados a la Esposa al final de
las tres sesiones analizadas. Posteriormente, se presentará la evolución observada en las
muestras de afecto no verbal del Marido, de la Esposa y de la Pareja en conjunto; de acuerdo
a un análisis comparativo entre las sesiones primera, quinta y octava de la terapia.
Fiabilidad interobservador
Para determinar el nivel de confiabilidad con que las tres observadoras codificaron los
afectos no verbales de los miembros de la pareja estudiada se aplicó un análisis Kappa. Los
resultados indican una fiabilidad aceptable (K ≥ .70) para los primeros 10 minutos de la
sesión cinco, con una alta concordancia entre el observador uno y dos (K= .86); entre el
observador uno y tres (K= .70); y entre el observador dos y tres (K= .71).
Evolución de la sintomatología depresiva
Tras la calificación de los puntajes del BDI II, es posible conocer la evolución de la
gravedad de la sintomatología depresiva de la Esposa a lo largo del período en que se llevó a
cabo la terapia. La paciente pasó de una depresión moderada a una depresión mínima o
subclínica, siendo más pronunciada la reducción de su malestar entre la sesión uno y la cinco
y con pequeñas mejorías entre la sesión cinco y la ocho (Ver Figura 2).
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 21
Figura 2. Evolución de la sintomatología depresiva de la Esposa.
Para analizar los cambios en la frecuencia e intensidad de la expresión afectiva no
verbal se expondrán en primer lugar las fluctuaciones de los comportamientos observados en
el Marido en las sesiones primera, quinta y octava. Después, se presentará la evolución de la
expresión afectiva no verbal de la Esposa en las mismas sesiones. Finalmente, se expondrán
los cambios observados en la expresión de afectos no verbales de la Pareja en conjunto.
Expresión afectiva no verbal del Marido
A continuación se presentan los resultados obtenidos del Marido, que se han
interpretado por frecuencias, de acuerdo a cuáles han sido los afectos más expresados, y por
evolución, de acuerdo al modo en que han evolucionado dichos afectos a lo largo del proceso
de terapia.
Las frecuencias de aparición de afectos no verbales en el Marido durante las sesiones
uno, cinco y ocho de la terapia de pareja, reflejan que el afecto más expresado es la
implicación. Otros afectos frecuentes son el cariño, el humor, y el desinterés. Por otro lado,
los afectos que, en general, menos expresa el Marido durante la terapia son la ansiedad, la
agresividad, la defensividad, el desprecio, la frustración y el dolor (Ver figura 3).
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 22
Figura 3. Frecuencias de la expresión de cada afecto del Marido por sesión.
Para analizar la evolución de la expresión afectiva analógica del Marido a lo largo de
la terapia se utilizó un test de Friedman para medidas repetidas. Este test refleja que, de
manera global, el Marido no presentó cambios importantes en su expresividad afectiva (p ≥
.05).
Si se toman en cuenta los afectos de forma individual, sí aparecen algunos afectos que
evolucionaron en el Marido de forma estadísticamente significativa, como la frustración, el
dolor, la ansiedad y la implicación. En el resto de afectos (cariño, humor, desinterés,
defensividad, agresividad y desprecio) el Marido presentó algunos cambios, aunque no
estadísticamente significativos (p ≥ .05), que son los que dan peso al global.
Las demostraciones de frustración (X2 (2) = 8.00, p≤ .05) y de dolor (X
2 (2) = 6.00,
p≤ .05) disminuyeron en la quinta sesión, y retomaron sus niveles iniciales en la sesión final.
Sin embargo, al realizar la prueba de Wilcoxon de Rangos con Signo se determinó que estas
diferencias no fueron realmente significativas entre la primera y la quinta sesión (p ≥ .05), ni
entre la quinta y la octava sesión (p ≥ .05), ni entre la primera y la octava sesión (p ≥ .05) por
lo que no se puede determinar la tendencia de estas variaciones.
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 23
En cambio, los niveles de ansiedad y de implicación sí resultaron significativos tanto
en la prueba Friedman como en la prueba de Wilcoxon. De este modo, los niveles de
ansiedad del Marido en la quinta sesión (Md=2.13) fueron significativamente superiores a la
primera sesión (Md=1.93), pero retomaron su valor inicial en la octava sesión (Md=1.93) (X2
(2) = 16.00, p≤ .05). Asimismo, la implicación aumentó de forma significativa de la sesión
uno (Md=2.31) a la cinco (Md=1.71) y este valor disminuyó ligeramente hacia la ocho
(Md=1.98), pero sin retomar su nivel inicial (X2 (2) = 14.846, p≤ .05). Es necesario recordar
que, como se mencionó en el apartado de procedimiento, antes de hacer los análisis
estadísticos se invirtieron las puntuaciones de los afectos positivos, siendo la implicación uno
de ellos. Por lo tanto, la disminución de los puntajes de implicación representa en realidad
una mayor intensidad de este afecto (Ver Figura 4).
Figura 4. Variaciones estadísticamente significativas en las muestras de afecto del Marido a
lo largo de la terapia.
Expresión afectiva no verbal de la Esposa
A continuación se presentan los resultados obtenidos de la Esposa, que se han
interpretado por frecuencias, de acuerdo a cuáles han sido los afectos más expresados, y por
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 24
evolución, de acuerdo al modo en que han variado dichos afectos a lo largo del proceso de
terapia.
Como se puede observar en la Figura 5, los afectos más frecuentemente expresados por
la Esposa en su lenguaje no verbal a lo largo de la terapia son: cariño, humor e implicación.
Los demás afectos los expresó en menor proporción y la expresión de desprecio fue
inexistente.
Figura 5. Expresión de los afectos no verbales de la Esposa por sesión.
Para corroborar si los cambios en la expresión afectiva analógica de la Esposa fueron
estadísticamente significativos se utilizó un test de Friedman para medidas repetidas (Ver
Anexo 5). La prueba reflejó que, de manera global, el nivel de expresión afectiva de la
Esposa a lo largo de las sesiones sí sufrió un cambio significativo (p ≤ .05).
De este modo, la expresión de afecto fue significativamente menor en las sesión
quinta (Md=1.97) que en la sesión primera (Md=2.06) y que este nivel de la sesión quinta se
mantuvo en la sesión octava (Md=1.97) (X2 (2) = 22.87, p≤ .05). Debe tenerse en cuenta que
la disminución en los niveles globales de expresión afectiva se interpreta como una
disminución de los afectos negativos, al contener la escala BARS una mayoría de afectos
negativos en sus ítems (siete de 10).
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 25
Tomados de forma individual, los afectos que evolucionaron en la Esposa de forma
estadísticamente significativa, tanto en la prueba Friedman como en la prueba de Wilcoxon,
fueron el dolor y la implicación. La expresión de dolor se presentó en mayor medida en la
primera sesión (Md=2.10), disminuyendo de forma señalada en la quinta sesión (Md=1.95) y
manteniendo este valor en la octava (Md=1.95) (X2 (2) = 12.00, p≤ .05). De este modo, la
Esposa presentó a lo largo de la terapia cada vez menos miradas decaídas, menos expresiones
de tristeza y menos lágrimas.
La expresión de implicación de la Esposa aumentó muy significativamente entre la
primera (Md= 2.41) y la quinta sesión (Md=1.72) para luego disminuir ligeramente en la
octava sesión (Md=1.88), aunque sin recuperar los niveles iniciales (X2 (2) = 23.94, p≤ .05)
(Ver Figura 6). Es necesario recordar que, como se mencionó en el apartado de
procedimiento, antes de hacer los análisis estadísticos se invirtieron las puntuaciones de los
afectos positivos, siendo la implicación uno de ellos. Por lo tanto, la disminución en el
puntaje de implicación representa en realidad una mayor frecuencia e intensidad de este
afecto. En esta línea, se puede observar que la Esposa despliega en realidad mayor contacto
visual, asiente más, y da signos vocales de afirmación más frecuentes que al inicio de la
terapia.
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 26
Figura 6. Variaciones estadíticamente significativas en las muestras de afecto del Marido a lo
largo de la terapia.
Afectos como el cariño, el humor, la ansiedad, la defensividad, la agresividad, el
desprecio y la frustración presentaron variaciones pero estas no fueron estadísticamente
significativas (p ≥ .05). Asimismo, el desinterés varió de forma significativa, pero la prueba
de Wilcoxon de Rangos con Signo reflejó que estas variaciones no fueron significativas entre
la primera y la quinta sesión (p ≥ .05), ni entre la quinta y la octava sesión (p ≥ .05), ni entre
la primera y la octava sesión (p ≥ .05) por lo que no se puede conocer la tendencia de estos
cambios.
Expresión afectiva no verbal de la Pareja
A continuación se presentan los resultados obtenidos de la Pareja, que se han
interpretado por frecuencias, de acuerdo a cuáles han sido los afectos más expresados, y por
evolución, de acuerdo al modo en que han evolucionado dichos afectos a lo largo del proceso
de terapia.
De manera global, los afectos más intensa y frecuentemente expresados a nivel
analógico por esta pareja son el cariño, el humor y sobre todo la implicación. Menos vistosos
son los niveles demostrativos de ansiedad, desinterés, defensividad, desprecio frustración y
dolor (Ver Figura 7).
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 27
Figura 7. Expresión de los afectos no verbales de la Pareja por sesión.
Para corroborar si estos cambios observados en las frecuencias de la expresión de
afectos no verbales de la Pareja fueron estadísticamente significativos, se utilizó un test de
Friedman para medidas repetidas (Ver Anexo 5). La prueba reflejó que, de manera global, el
nivel de expresión afectiva de la Pareja a lo largo de las sesiones sí sufrió un cambio
significativo (p ≤ .05).
De forma global, el nivel de expresión de afectos no verbales de la Pareja disminuyó
de forma significativa de la primera sesión (Md=2.03) a la quinta (Md=1.98), y este nivel de
la quinta sesión se mantuvo en la sesión octava (Md=1.99) (X2 (2) = 6.756, p≤ .05).
Debe tenerse en cuenta que la disminución en los niveles globales de expresión
afectiva se interpreta como una disminución de la expresión de comportamientos hostiles, al
contener la escala BARS una mayoría de afectos negativos en sus ítems (siete de 10). Por lo
tanto, los resultados parecen indicar una reducción global de la expresión de afectos
negativos en la pareja.
Los afectos de la Pareja en los que se dieron cambios significativos fueron la
ansiedad, el dolor, la implicación y la defensividad. Por el contrario, los despliegues de
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 28
cariño, humor, desinterés, agresividad, desprecio y frustración tuvieron cambios no
significativos a lo largo de la terapia (p ≥ .05).
Los niveles de ansiedad aumentaron de la sesión primera (Md=1.97) a la sesión quinta
(Md=2.05) y disminuyeron nuevamente hacia la sesión octava (Md=1.98), retomando su
valor inicial (X2 (2) = 7.82, p≤ .05).
La pareja presentó también una disminución del dolor de la primera sesión (Md=2.04)
a la quinta (Md=2.00) y una disminución aún mayor hacia la octava (Md=1.96) (X2 (2) =
6.00, p≤ .05).
La implicación aumentó en la sesión quinta (Md=1.71) con respecto a la sesión
primera (Md=2.36) para disminuir después en la sesión octava (Md1.93), aunque sin llegar a
la medida de la primera sesión (X2 (2) = 37.38, p≤ .05). Es necesario recordar que, como se
mencionó en el apartado de procedimiento, antes de hacer los análisis estadísticos se
invirtieron las puntuaciones de los afectos positivos, siendo la implicación uno de ellos. Por
lo tanto, la disminución en el puntaje de implicación representa en realidad una mayor
frecuencia e intensidad de este afecto. (Ver Figura 8).
Finalmente, la defensividad disminuyó de la primera (Md=2.02) a la quinta sesión
(Md=1.95), con un posterior aumento en la octava sesión (Md=2.03) que supera ligeramente
al de la primera (X2 (2) = 6.62, p≤ .05). Sin embargo, las pruebas Wilcoxon demuestran que
el cambio de la expresión de defensividad entre la primera y la octava sesión no puede ser
considerado significativo (p ≥ .05).
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 29
Figura 8. Variaciones estadíticamente significativas en las muestras de la pareja a lo largo de
la terapia.
De este modo, entre las sesiones primera y quinta es el período de la terapia en que
más cambios se producen. La Esposa aumenta significativamente sus muestras de
implicación y disminuye sus muestras de dolor. Y, por su parte, el Marido disminuye
significativamente sus muestras de ansiedad y dolor y aumenta las de implicación.
Entre la sesión quinta y octava ningún miembro de la pareja demuestra cambios
significativos en su expresividad global, sino que en todo caso los mantienen o recuperan los
niveles iniciales de la primera sesión.
Se puede apreciar así que la expresión de dolor y de implicación son aquellas en cuya
evolución coinciden los cónyuges, disminuyendo ambos el dolor de forma progresiva y
aumentando su implicación como pareja.
Discusión
Los resultados expuestos y la bibliografía consultada han permitido realizar las
siguientes reflexiones respecto a la hipótesis planteada en la investigación entorno a que la
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 30
aparición y el mantenimiento de la sintomatología depresiva podrían guardar relación con la
expresión de afecto dentro de la pareja y con el concepto de nutrición relacional.
El análisis global de los resultados concuerda con la teoría de la nutrición relacional
de Linares y Campo (2000), así como confirma la relación entre sintomatología depresiva y
la expresión de afecto dentro de la pareja.
En este sentido, se observa una mejora global de los afectos de la pareja, que se ve
reflejada en la disminución de los niveles globales de expresión afectiva en la escala BARS, y
que se da especialmente entre la sesión primera y quinta, siendo la etapa con mayor número
de reajustes para la pareja.
Asimismo, esta mejora global se refleja sobretodo en la disminución de los niveles
expresivos de dolor. En este sentido, los resultados obtenidos apoyan lo que han demostrado
Armeta y Díaz-Loving (2008) en cuanto a que la disminución o ausencia de la expresión de
afecto negativo por parte de la pareja promueve una mayor satisfacción en la relación..
Al final del proceso de terapia se observa también una mejora de la sintomatología
depresiva de la Esposa, que coincide con un aumento en la expresión no verbal de
implicación en la pareja, tanto a nivel conjunto como a nivel individual, lo cual estaría en
sintonía con la tesis de la nutrición relacional de Linares y Soriano (2013). En este sentido, la
implicación podría entenderse como una variante de los componentes cognitivos del amor
relacionada con el reconocimiento y la valoración del otro en la pareja, que al aumentar,
contribuye a su nutrición relacional y a la mejora de la salud mental de los miembros de la
pareja.
Estos resultados resultan concordantes también con los hallazgos de Johnson et al.
(2005, como se citó en Patterson et al. 2012), en cuanto a que el afecto positivo ayuda a las
parejas a sobreponerse y a compensar déficits en la comunicación. También con otros
estudios como Beach, Sandeen y O'Leary (1990), Goering et al. (1992), Lencee y Freeman,
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 31
1992, Linares (1996), Pettit y Joiner (2006), y Rautiainen (2003) que relacionan la
recuperación de la sintomatología depresiva con el incremento de apoyo en la pareja y con
una conyugalidad armónica y satisfactoria.
Los resultados también exponen cómo a pesar de que se dé un cambio global positivo
en la expresión de los afectos de la pareja, es la Esposa quien lidera este cambio y quien más
cambia a lo largo de todo el proceso de terapia. El Marido aumenta de forma significativa
sus niveles de implicación, mientras que la Esposa aumenta sus niveles de implicación y
además reduce sus niveles de dolor.
El dolor está recogido en la escala BARS como una forma de expresar el sufrimiento,
la tristeza y las heridas emocionales, que contempla respuestas no verbales como el rostro
herido, las expresiones de tristeza, la voz temblorosa, los ojos llorosos o el llanto. En este
caso, la reducción exclusiva de los niveles de dolor para la Esposa coge mucho sentido
respecto al proceso de duelo que estaba atravesando, así como respecto la sintomatología
depresiva que experimentaba al inicio de la terapia. Tal como sugieren los criterios de
depresión para el DSM-V (APA, 2013), y especialmente el criterio (a) estado de ánimo
depresivo la mayor parte del día, casi todos los días; el dolor, la tristeza y el llanto son formas
habituales de expresión de este estado de ánimo depresivo. En este sentido, probablemente,
tal y como refieren Ortiz, Gómez y Apodaca (2002), en este estudio se reafirma la expresión
emocional como ajuste relacional, pero también como característica diferencial individual
que forma parte de otros contextos y de otros procesos, también individuales, más allá del de
la pareja.
El hecho de que, además, la Esposa mejore en sus niveles de implicación tiene otro
impacto importante sobre su sintomatología depresiva, tal como se ve reflejado en las
puntuaciones del BDI-II, pasando de una depresión moderada al inicio de la terapia a una
depresión mínima o subclínica al finalizarla. Estos datos pueden relacionarse con los
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 32
criterios diagnósticos del DSM-V para depresión, dejando de cumplirse los criterios (b)
marcada disminución del interés o placer en casi todas las actividades la mayor parte del día,
casi todos los días; (e) fatiga o pérdida de energía casi todos los días; (g) disminución de la
capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión casi cada día; y (h) sentimientos de
inutilidad o excesiva culpa casi cada día.
Los resultados también son concordantes con la validez de la comunicación analógica
(Watzlawick et al., 1967), en tanto que el registro de la comunicación no verbal ha permitido
estudiar el patrón relacional de la pareja, así como la pragmática de su nutrición relacional
(Linares & Campo, 2000). De igual modo, tal y como afirman Fitzpatrick (1988) y Gottman
(1979), se demuestra que la información sobre el estado de la relación se expresa en gran
medida desde la comunicación no verbal,
En esta misma línea, se ha podido constatar el primer axioma de la comunicación
humana, señalado por Watzlawick et al. (1967), - es imposible no comunicar-. El cuerpo, la
mirada, el contacto físico o la ausencia del mismo, también comunican.
También se ha podido apoyar el axioma cuatro –la comunicación humana implica dos
modalidades: la digital y la analógica- y cómo la comunicación no implica solamente las
palabras habladas, el qué se dice, sino también la comunicación no verbal, el cómo se dice;
aportando elementos de análisis comparables a los utilizados en datos basados en la
comunicación digital o verbal.
Por otra parte, a pesar de que en el presente estudio se da una correspondencia entre
sintomatología depresiva de la Esposa y la expresión de afecto analógico de la pareja, este
estudio tiene algunas limitaciones que es necesario mencionar.
En primer lugar, debemos contar con las limitaciones propias de un estudio de caso
único, que son que la muestra no serviría para generalizar los resultados y que estos
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 33
resultados no se podrían comparar con otras modalidades de tratamiento, ya sea psicológico o
farmacológico, ni con la ausencia de éste.
Asimismo, las autoras intentaron ofrecer el mayor rigor en el planteamiento y la
recogida de datos, pero cabe contar con que el estudio se ha realizado mediante la
observación de las sesiones de terapia lo que podría comportar cierto sesgo a la hora de
registrar la información.
Hay que mencionar también que la escala BARS toma en cuenta un delimitado
número de afectos a ser observados y el protocolo de uso de éste toma en cuenta únicamente
los elementos cinésicos de tipo expresivo-afectivo y la tonalidad de la voz. La inclusión de
parámetros de observación que incluyan en el registro componentes proxémicos (como la
distancia entre los interlocutores, los cambios de puesto y otros comportamientos) y otros
tipos de expresiones cinésicas y paraverbales podrían aportar una visión más rica y compleja
de la expresión de afectos a nivel no verbal (Casamiglia & Tusón, 2001). Se debe considerar,
por lo tanto, este enfoque restringido en el repertorio expresivo de la pareja observada como
otra limitación del presente estudio.
Pendiente queda para investigaciones futuras desarrollar trabajos que combinen el
estudio de la comunicación analógica y digital en la pareja con depresión, lo que ofrecería
mayor contenido a los datos y resultados más completos.
Finalmente, cabe señalar que este estudio ha permitido acercarse a un caso de terapia
de pareja en el que un proceso de duelo media para el desarrollo de un TDM en uno de los
miembros. Esto ha abierto nuevos interrogantes que estimulan el interés por enfocar futuras
investigaciones al estudio de las características particulares y diferenciales que tendría la
depresión en la pareja cuando ésta aparece a partir de un proceso duelo.
Conclusiones
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 34
Retomando la hipótesis del estudio, este caso podría ser considerado como un ejemplo
en el que la aparición y el mantenimiento de la sintomatología depresiva podría estar
relacionada con la expresión de afecto a nivel analógico dentro de la pareja y con el concepto
de nutrición relacional. En este sentido, la disminución de la sintomatología registrada por el
BDI-II coincide con la disminución de la expresión global de afecto negativo así como con el
aumento de la expresión de implicación registrada por el BARS tanto del Marido, de la
Esposa como de ambos.
Cabe señalar que los resultados muestran que durante el transcurso del proceso de
terapia es la Esposa la que hace el mayor cambio dentro de la pareja y que el cambio se da
principalmente entre la sesión primera y quinta. En este sentido, el Marido aumenta de forma
significativa sus niveles de implicación y la Esposa, además de aumentar sus niveles de
implicación, también reduce sus niveles de dolor así como disminuye considerablemente la
puntuación registrada en el BDI-II hasta pasar a una depresión subclínica al finalizar la
terapia.
De esta manera, los resultados del estudio apoyan que la satisfacción con la relación
de pareja se relaciona con una mejora global de los afectos de la pareja y del mismo modo,
esta satisfacción contribuye a la salud mental de los miembros de la relación.
Asimismo, los resultados del estudio son concordantes con la validez de la
comunicación analógica, en la medida que la observación de la comunicación no verbal en la
pareja ha facilitado información respecto al estado de la relación conyugal de la pareja y ha
permitido hacer una exploración de los elementos afectivos presentes en su interacción.
Por último, los resultados reflejan cómo la mejoría de los síntomas depresivos de la
Esposa se han dado durante la realización de una terapia de pareja, con lo cual este estudio
estaría en consonancia con el planteamiento de que la terapia de pareja podría tener un papel
considerable en el tratamiento de la depresión.
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 35
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 36
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Agradecimientos
Especiales agradecimientos a la Secretaria de Educación Superior, Ciencia, Tecnología
e Innovación como entidad auspiciante de la beca otorgada a la autora Estefanía Martínez
para la realización de sus estudios de Máster.
Agradecemos también al Dr. Guillem Feixas su amabilidad y su especial colaboración
en la obtención de la muestra para el presente estudio.
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 40
ANEXOS
Depresión en la Pareja: Observación de las Muestras de Afecto Mediante la
Comunicación no Verbal. Estudio de Caso Único
Elena Gómez Enguix, Estefanía Martínez Cobo y
Sílvia Pérez Tello
Trabajo de Investigación del Máster de Terapia Familiar Sistémica
Escuela de Terapia Familair del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau
Universitat Autònoma de Barcelona
(Barcelona, Junio 2015)
Tutora: Anna Abio Roig
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 41
Anexo 1
Consentimiento Informado y Contrato Terapéutico
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 42
Anexo 2
Autorización del Responsable del Material para el Uso de la Información Contenida en los
Vídeos y Cuestionarios para Fines de Investigación
From: [email protected]
Subject: RE: Autorització Projecte Investigació
Date: Thu, 23 Oct 2014 15:48:10 +0000
El que us puc passar és una fotocòpia del consentiment que van signar, li puc demanar a la Marta
dilluns i tenir-la llesta per dimarts o dimecres al matí, jo he de ser al despatx.
Què us demanen a St. Pau? Jo no pensava extendre cap autorització per escrit, ja us he dit per email,
teniu el meu consentiment però un document explicit. Mireu si aquest email ja us serveix. Si volen
els de St. Pau em poden trucar però no veig clar això d’extendre un document adicional.
Salutacions,
Guillem Feixas
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 43
Anexo 3
Behavioral Affective Rating Scale (BARS) o Escala de Puntuación Conductual Afectiva
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 44
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 45
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 46
Anexo 4
Plantilla de Registro de las Observaciones de los Afectos presentes en la escala BARS
SESION:
PARTICIPANTE:
ítems
Escenas Cariño Humor Ansiedad Implicación Desinterés Defensividad Agresividad Desprecio Frustración Dolor
TOTAL
DEPRESIÓN EN LA PAREJA: OBSERVACIÓN DEL AFECTO 47
Anexo 5
Resultados de la Prueba de Friedman para Medidas Repetidas
Prueba de Friedman Estadísticos Friedman Prueba de Wilcoxon (p)
Sesión 1 Sesión 5 Sesión 8 X2 p Sesión 1 -5
Sesión 5 - 8
Sesión 1-8
Pareja (P) global 2.03 1.98 1.99 6.756 0.034 0.001 0.441 0.020
P Cariño 1.95 2.02 2.03 1.722 0.420 0.528 0.713 0.273
P Humor 1.96 2.10 1.94 4.071 0.131 0.151 0.025 0.542
P Ansiedad 1.97 2.05 1.98 7.818 0.020 0.021 0.145 0.414
P Implicación 2.36 1.71 1.93 37.375 0.000 0.000 0.012 0.000
P Desinterés 1.95 2.00 2.05 3.244 0.198 0.317 0.137 0.038
P Defensividad 2.02 1.95 2.03 6.615 0.037 0.014 0.008 0.782
P Agresividad 2.00 2.00 1.99 1.000 0.607 1.000 0.317 0.317
P Desprecio 1.99 1.99 2.03 3.000 0.223 1.000 0.157 0.157
P Frustración 2.01 2.03 1.96 4.667 0.097 0.564 0.034 0.046
P Dolor 2.04 2.00 1.96 6.000 0.050 0.248 0.083 0.020
Marido (M) global 1.99 2.00 2.01 0.757 0.685 0.684 0.389 0.765
M Cariño 1.93 2.02 2.05 1.891 0.389 0.585 0.329 0.106
M Humor 1.88 2.09 2.03 3.851 0.146 0.042 0.291 0.170
M Ansiedad 1.93 2.13 1.93 16.000 0.000 0.007 0.007 1.000
M Implicación 2.31 1.71 1.98 14.846 0.001 0.000 0.045 0.027
M Desinterés 1.93 2.02 2.05 1.425 0.491 0.317 0.434 0.145
M Defensividad 1.98 1.96 2.06 5.200 0.074 0.317 0.046 0.180
M Agresividad 1.99 2.02 1.99 2.000 0.368 0.317 0.317 1.000
M Desprecio 1.98 1.98 2.05 3.000 0.223 1.000 0.157 0.157
M Frustración 1.97 2.07 1.97 8.000 0.018 0.059 0.059 1.000
M Dolor 1.98 2.05 1.98 6.000 0.050 0.083 0.083 1.000
Esposa (E) global 2.06 1.97 1.97 22.867 0.000 0.000 0.896 0.000
E Cariño 1.98 2.03 2.00 0.360 0.835 0.714 0.713 0.963
E Humor 2.05 2.10 1.85 4.846 0.089 0.914 0.056 0.090
E Ansiedad 2.00 1.98 2.03 2.000 0.368 0.317 3.180 0.414
E Implicación 2.41 1.72 1.88 23.937 0.000 0.000 4.117 0.000
E Desinterés 1.98 1.98 2.05 6.000 0.050 1.000 5.102 0.102
E Defensividad 2.06 1.93 2.01 4.750 0.093 0.025 6.083 0.480
E Agresividad 2.02 1.99 1.99 2.000 0.368 0.317 1.000 0.317
E Desprecio 2.00 2.00 2.00 1.000 1.000 1.000
E Frustración 2.06 1.98 1.96 5.200 0.074 0.180 0.317 0.046
E Dolor 2.10 1.95 1.95 12.000 0.002 0.020 1.000 0.020