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Culiacán en el siglo XIX, una sociedad en proceso de...

Date post: 03-Oct-2018
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Culiacán en el siglo XIX , una sociedad en proceso de secularización Sonia Bouchez Caballero * El concepto de secularización aparece originalmente como término jurídico que designa la separación de una institución, propiedad o ámbito del control y jurisdicción de la Iglesia. Su uso ha sido ampliado en sociología para designar un fenómeno social más complejo; caracteriza el proceso a través del cual se combinan todo un conjunto de fenómenos que van provocando el surgimiento de una nueva forma de sociedad, la sociedad moderna. Podemos decir que no existe contraposición entre estos dos enfoques, ya que finalmente la separación jurídica era sólo una parte del proceso de liberación del poder y la influencia de la Iglesia, que abarcaba los aspectos económicos, políticos y sobre todo ideológicos. En las sociedades tradicionales la magia y la religión proporcionan una buena parte de las creencias, las normas y los valores que comparte la colectividad. Con el surgimiento de la sociedad moderna, inicia la desmitificación del mundo por el avance de la ciencia, lo que implicó una radical transformación de los fundamentos de la vida moral. Dice Guy Rocher, “se debilitan las motivaciones que se inspiran en imperativos morales basados en consideraciones mitológicas o teológicas, en aras de una moral más exclusivamente social”. 23 En la sociedad moderna los motivos y sanciones de índole sobrenatural, son sustituidos por una valoración del hombre y de la vida temporal que adquiere sentido por sí misma. Las normas sociales se van ————— * Profesora e investigadora de la Facultad de Derecho/UAS. 23 Guy Rocher, Introducción a la sociología general,Herder, Barcelona, 1990, pp. 293-294.
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Culiacán en el siglo XIX, una sociedad en proceso de secularización

Sonia Bouchez Caballero*

El concepto de secularización aparece originalmente como término jurídico que designa la separación de una institución, propiedad o ámbito del control y jurisdicción de la Iglesia. Su uso ha sido ampliado en sociología para designar un fenómeno social más complejo; caracteriza el proceso a través del cual se combinan todo un conjunto de fenómenos que van provocando el surgimiento de una nueva forma de sociedad, la sociedad moderna. Podemos decir que no existe contraposición entre estos dos enfoques, ya que finalmente la separación jurídica era sólo una parte del proceso de liberación del poder y la influencia de la Iglesia, que abarcaba los aspectos económicos, políticos y sobre todo ideológicos.

En las sociedades tradicionales la magia y la religión proporcionan una buena parte de las creencias, las normas y los valores que comparte la colectividad. Con el surgimiento de la sociedad moderna, inicia la desmitificación del mundo por el avance de la ciencia, lo que implicó una radical transformación de los fundamentos de la vida moral. Dice Guy Rocher, “se debilitan las motivaciones que se inspiran en imperativos morales basados en consideraciones mitológicas o teológicas, en aras de una moral más exclusivamente social”.23

En la sociedad moderna los motivos y sanciones de índole sobrenatural, son sustituidos por una valoración del hombre y de la vida temporal que adquiere sentido por sí misma. Las normas sociales se van

————— * Profesora e investigadora de la Facultad de Derecho/UAS. 23 Guy Rocher, Introducción a la sociología general,Herder, Barcelona, 1990, pp. 293-294.

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separando de las normas religiosas, adquiriendo cierta autonomía. De ahí que consideramos que analizar el papel que la iglesia y la religión tenían dentro de la sociedad culiacanense, resulta indispensable para entender el tránsito de dicha sociedad hacia la modernidad.

Se buscará entender el peso que las normas, valores y creencias religiosas tenían en la determinación de las costumbres y la moral culiacanense y cómo éstos se van transformando. Asimismo se abordarán aspectos de cómo la vida religiosa comienza a perder su carácter colectivo y societario para convertirse en un ámbito de decisión individual. Partimos de la hipótesis de que aun cuando las expresiones de religiosidad en la región no tuvieron un carácter tan acentuado como en otras partes del país, la unidad o la cohesión de la sociedad estaba garantizada por la posesión en común de los mismos valores religiosos. Buscaremos encontrar los cambios que se van dando en este sentido a lo largo del periodo en estudio, el siglo XIX.

Ideología, economía y religión

A partir del movimiento de la independencia, la Iglesia Católica mexicana comienza a enfrentar una serie de cambios en su posición política, económica y social. Estas transformaciones marcan el inicio de una nueva relación entre el Estado, la Iglesia y el pueblo mexicano.

Lo primero que la Iglesia debe asumir son los cambios en su situación legal. El sistema de patronato que reglamentaba la dependencia de la Iglesia mexicana de la autoridad de los reyes españoles y normaba sus relaciones con el Papa deja de funcionar, con lo que ésta se ve libre para establecer sus relaciones directamente con el Vaticano. Si bien las primeras décadas del México independiente estarán siempre signadas por la pretensión de los diferentes gobernantes de controlar a la Iglesia e incluso de continuar con el ejercicio del Patronato Real, pero ahora desde el Estado mexicano.24

————— 24 Posteriormente, los gobiernos mexicanos firmarán acuerdos de Patronato con el Vaticano

por lo que podían ejercitar el derecho de presentar candidatos para las vacantes en la jerarquía

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Por otra parte, la participación del clero dentro del movimiento de independencia, sumada a la enorme importancia social de la Iglesia en la vida nacional, obliga a los nuevos gobernantes no a buscar una supresión radical de sus derechos, sino a la búsqueda de nuevas bases de relación.

Es decir, la Iglesia debe buscar negociar a fin de redefinir su situación y la posibilidad de su permanencia dentro de las condiciones prevalecientes en los nuevos estados nacionales. Sin embargo, y de hecho para toda América Latina, los marcos legales habían cambiado y la Iglesia debía pasar paulatinamente “de una cristiandad, donde toda otra religión debe ser excluida del cuerpo político y donde el régimen legal apoya a la iglesia; a un régimen pluralista donde la iglesia debe contar con sus propias fuerzas y sus propios medios, en una libertad real de cultos”.25

En el ámbito ideológico, la supresión del Tribunal de la Santa Inquisición implicó un camino mas abierto para la entrada y el flujo de nuevas doctrinas que aportaban una nueva visión del mundo , cuestionando algunas verdades avaladas y difundidas por la Iglesia Católica.

Los grandes cambios que se generan en el papel y la posición de la Iglesia dentro de la sociedad mexicana en el siglo XIX, tenían como fundamento las ideas que se desencadenan con el movimiento de la Ilustración y que toman cuerpo en el pensamiento liberal.

El primer liberalismo que se desarrolla dentro de nuestro país tenía una gran influencia de los liberales españoles ilustrado, que adoptaron una postura más moderada con respecto a la separación de la Iglesia y el Estado que el liberalismo francés o estadounidense, lo que impactó de manera importante en las relaciones Estado-Iglesia.

Dentro de este ambiente menos radical, las nuevas sociedades de ideas que surgen en México, como la masonería, poseían un liberalismo moderado, que según Jean Pierre Bastian “buscó desesperadamente

———— eclesiástica. Josefina Zoraida Vázquez, “Los primeros tropiezos”, en Historia general de México, op. cit., pp. 754 y 760.

25 Enrique D. Dussel, Historia de la Iglesia en América Latina, coloniaje y liberación, 1492-1972, Nova Terra, Barcelona 1972, p. 133.

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conciliar catolicismo y modernidad”. 26 Sin embargo, en su lucha por establecer un nuevo orden social, político y económico, con un Estado consolidado, un individuo libre y una economía sin trabas, los políticos liberales deberán buscar modificar el lugar que tradicionalmente había sido ocupado por la Iglesia.

A nivel nacional, este periodo inició después de la guerra con los Estados Unidos, en la que el impacto de la derrota aunado a la gran pérdida territorial afectaron grandemente a la intelectualidad mexicana, iniciándose un periodo de importante reflexión y crítica.27 Además se definen y contraponen con más claridad dos diferentes proyectos de nación que se expresarán ya en partidos políticos. Es decir, vemos cómo a partir de este momento aparecen ya configuradas las dos facciones que enfrentarán sus proyectos políticos durante varias décadas del siglo XIX: liberales y conservadores.

Uno de los principales puntos de divergencia entre estos dos grupos era el papel que tanto la Iglesia como la religión católica debían tener dentro de la vida nacional. El ataque no estaba dirigido contra la religión sino contra el poder y la autonomía de la Iglesia, por lo que dentro de la legislación nacional todavía se seguía reconociendo la exclusividad de la religión católica, a la que se señala como religión de la nación.

Sin embargo, como parte de las nuevas relaciones comerciales de México con el capitalismo europeo, se comienza a hablar de tolerancia religiosa, que se acepta con fines económicos para atraer inmigrantes e inversionistas, y que era permitida sólo a los extranjeros.28

Dentro del noroeste mexicano, la situación y el papel de la Iglesia Católica estaban signados por sus particulares condiciones de lejanía y

————— 26 Jean Pierre Bastian, Protestantes, liberales y francmasones, Sociedades de ideas y

modernidad en América Latina, Siglo XIX/FCE, México, p. 10. 27 A decir de Charles Hale de este ambiente de autoexamen y fermento de ideas emergió la

nueva generación de liberales mexicanos que llevarán a cabo la Reforma. Véase, El liberalismo mexicano en la época de Mora 1821-1853, Siglo XXI, México, p. 17.

28 Si bien ya desde las primeras décadas posteriores a la independencia se había considerado la relación entre inmigración y tolerancia religiosa, es hasta después de 1846 cuando la discusión cobra más fuerza, véase Jean-Pierre Bastian, op. cit., p. 27.

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aislamiento. Dentro de este panorama, podemos decir que la escasa población con que contaba la región, aunada a lo raquítico de sus actividades económicas no había permitido el desarrollo de importantes centros urbanos ni de estructuras sociales complejas.

La máxima institución de la Iglesia Católica era el Obispado de Sonora, el cual, según Nakayama, “no tenía de Obispado más que el nombre”, ya que no contaba ni con iglesia catedral, ni seminario, obispos sin residencia fija, etcétera.29 Desaparecidas las Misiones, no se habían establecido otras instituciones eclesiásticas importantes, como conventos pertenecientes al clero regular, al secular o bien casas de religiosas.30

En 1839, con la llegada de don Lázaro de la Garza y Ballesteros, sexto obispo de Sonora, inicia un importante esfuerzo por darle mayor estructura al Obispado. Fundó el Seminario, inició la construcción de la Catedral y decidió crear el llamado Colegio de San Juan Nepomuceno y Santo Tomás de Aquino, cuya principal justificación era la necesidad de contar con un órgano que supliera la falta de Cabildo en la Mitra de Sonora y asegurara la permanencia de autoridades religiosas en ausencia de los obispos.

En esta época en que comenzó el predominio de la familia De la Vega, la Iglesia ya no poseía el poder político que tuvo durante las primeras décadas del siglo XIX, en las que participaba activamente en la toma de decisiones políticas como lo muestra la actuación del obispo fray Bernardo del Espíritu Santo y aunque durante este periodo algunos sacerdotes eran nombrados diputados, su participación parecía provenir más de su pertenencia a ciertos grupos familiares que de su posición religiosa.

Dentro de este panorama, seguía existiendo una estrecha unión entre el poder religioso y el político-económico. Esto se advierte en diversas maneras. Por un lado, el cargo de mayordomo de fábrica (que se

————— 29 Antonio Nakayama, El Ilmo. y Revdmo. Sr. Lic. Don Lázaro de la Garza y Ballesteros, 6º.

Obispo de Sonora e impulsor de la Cultura del Noroeste, León, Guanajuato, 1942, p. 29. 30 En 1876 se manfiesta que “no existiendo ni habiendo existido convento alguno en el

estado”, no existen problemas con la asignación de dotes de religiosas muertas. Archivo General de la Nación (AGN), fondo nacionalización de bienes, núm. 539-105/137.

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encargaba de recaudar las cuentas y cuidar de la fábrica de la iglesia, y que se asignaba a un seglar), recaía generalmente entre los personajes más importantes de la localidad. A inicios del siglo XIX, este puesto fue ocupado por don Pedro Martínez de Izábal, emigrante español que era al mismo tiempo alcalde ordinario de la villa de Culiacán. 31 Y para el periodo que estamos estudiando, el puesto pasó a ser desempeñado, como era de esperarse, por un miembro de la familia De la Vega: don Cosme de la Vega.

Por otro lado, a fin de reunir fondos para la construcción de la Catedral, se realizó una reunión presidida por el gobernador en la que se nombró una comisión compuesta por José Francisco de Orrantia, Rafael de la Vega, Agustín Haas y Cosme de la Vega, quienes a su vez proponen que los diputados formen comisiones que colecten fondos en diversas partes de la ciudad, que obliguen a los arrieros a aportar viajes de material, a trabajar a los detenidos y los pueblos de indios que se comprometan a mandar peones.32 Esto nos muestra cómo los personajes más importantes de la localidad contribuían activamente con los proyectos de la Iglesia y buscaban motivar la participación de toda la población.

En lo económico, los bienes de la Iglesia reflejaban lo raquítico de las actividades económicas en la región, que se reducían al comercio, la minería y una agricultura casi de autoconsumo. Esto sumado al hecho de que el Obispado no recibiera los ingresos captados por concepto de diezmos,33 traía como consecuencia que los párrocos no contaran ni con lo mínimo necesario para realizar sus actividades.

Los escasos bienes que administraba la Iglesia en Culiacán, aparecían reflejados en el informe que presentó en 1800 don Pedro Martínez de Izábal como mayordomo de fábrica de la iglesia parroquial. Los ingresos

————— 31 Archivo de concentración del estado de Sinaloa, Ramo de Tierras, (en adelante

ACES-RT) t. 8. 32 Antonio Nakayama, El Ilmo. y Revdmo. Sr. Lic. Don Lázaro de la Garza… op.cit.,

pp. 34-35. 33 De acuerdo a Nakayama, los ingresos generados por concepto de diezmos ascendían para

el estado de Sinaloa a una cantidad aproximada de 20 000 anuales de los que el obispado sólo recibía el pago de la pensión del obispo, véase, Sinaloa un bosquejo de su historia, UAS, Colección Rescate, núm. 18, Culiacán, 1983, p. 228.

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que se recaudaban provenían principalmente de los siguientes rubros: sepulturas, bautizos y el rédito anual de dos préstamos, uno por $2 000 y otro por $2 500 y finalmente por el arrendamiento de las tierras de Sataya. Es decir, el monto al que ascendían dichos ingresos era muy pequeño. Se aclaraba que el rédito de los capitales se aplicaría al establecimiento de una escuela de primeras letras y lo de Sataya para pagar la limosna de misas de ánimas.34

En la década de los cuarenta se observa en el distrito de Culiacán un importante ascenso de la actividad económica, con la creación de la primera fábrica de hilados y tejidos y la apertura del puerto de Altata a la navegación de altura, lo que se reflejó en un incremento del comercio, de la obra urbana y por consiguiente de los bienes acumulados por la Iglesia. Así, si bien la Iglesia Católica en el Noroeste nunca ostentó una gran riqueza, a partir de 1840 se advierte una mejoría en su situación económica, ya que otorga nuevos préstamos, compra fincas rústicas y urbanas y funda nuevas capellanías.

Cuadro 1

Movimientos económicos realizados por la Iglesia

Años: 1840-1856 Acción realizada Monto Préstamos otorgados por la Iglesia $ 7,900.00 Venta de fincas urbanas y rústicas $28,500.00 Reestructuración de adeudos $14,702.00 Fuente: Archivo General de Notarías (AGNES), años de 1840 a 1856 Elaboró: Sonia Bouchez Caballero

La encargada de manejar los caudales de la Iglesia era la Sagrada Mitra, quien decidía sobre la asignación de créditos, venta de bienes de la

————— 34 Archivo Parroquial, sección disciplinar, caja núm. 1.

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Iglesia, etcétera Los documentos para solicitud de créditos se dirigían al Seminario Conciliar de la Sagrada Mitra.35

Entre otros aspectos importantes, observamos que se estructura de mejor manera la recaudación de los caudales correspondientes al ramo de obras pías. Don Lázaro de la Garza envía diferentes poderes a algunos sacerdotes, como el Br. Basilio Pérez, cura de Mocorito al que le pide recaude los caudales pertenecientes al ramo de obras pías dentro de su jurisdicción y al Br. José Ma. Yausas, de Mazatlán, le señala que “siendo su deber recoger todos los caudales pertenecientes al ramo de obras pías”, pide verifique su recolección en Rosario y Mazatlán.36

Además, se comienzan a fundar un mayor número de capellanías tanto religiosas como laicas, con el fin de administrar ciertos bienes o garantizar celebraciones de misas por el alma de algún difunto. En las capellanías laicas que se fundaban bajo la voluntad de algún testamentario, la intervención de la Iglesia cumplía la función de un mediador que se hacía responsable del cumplimiento del mandato.

Un caso es el del señor Manuel Romualdo Díez Martínez, importante comerciante español radicado en Culiacán, quien fundó en 1820 una capellanía “para establecer con sus réditos la misa de renovación todos los jueves por la cantidad de $3 000.”37 Dicha cantidad se había incorporado a los fondos de la cofradía del Santísimo Sacramento y la Santísima Señora de los Milagros y todavía para 1850 se encontraba vigente. Otras se establecían para apoyar los estudios de los menores, como la que don Domingo Espinoza de los Montero estableció sobre sus propiedades que eran el rancho de Yecorito, Jaray, parte del Limón y un derecho en el rancho Caminahuato y nombra como capellanes a dos sobrinos suyos, Carlos Vega Martínez y Fernando Espinoza de los Montero para cuando cumplieran los 25 años.38

————— 35 Un ejemplo de solicitud es la carta que el Sr. Don José María Loza envía la Mirtra

manifestando que sabedor de que quien tiene dinero disponible y encontrándose en una urgencia, solicita se lo presten $700.00. AGNES, Juzgado primera instancia, 6 febrero 1845.

36 Ibíd., Toribio González, 22 abril 1841, y 19 septiembre de 1844, ff. 99-100. 37 Ibíd., 8 junio de 1850, ff. 51-55. 38 Ibíd., Juzgado 1ª instancia, 3 febrero 1845.

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Esta práctica de constituir capellanías estuvo presente durante todo este periodo, por lo que al vender un bien se establecía que se encontraba “libre de tributo, memoria, capellanías, vínculo, patronato u otro gravamen real, temporal o especial”.39

Sistema de valores tradicionales

Si bien es difícil valorar el peso o la importancia que poseían los valores religiosos dentro la vida de la población culiacanense, podemos analizar algunos elementos que nos muestren que tanto estos elementos están presentes, aunque no se pueda medir el significado real que tenían para la colectividad.

Por un lado, encontramos que prevalecían algunos patrones o esquemas nacionales, como el hecho de considerar a Dios árbitro supremo en base a cuya autoridad se avalaban los juramentos de la época. En este sentido, el Congreso Constituyente del Estado de Occidente emitió un decreto en el que se planteaba la obligación de jurar la Constitución federal de 1824 bajo la siguiente fórmula:

¿Juráis a Dios guardar y hacer guardar la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, decretada y sancionada por el congreso general constituyente en el año de 1824? Sí lo juro. Si así lo hiciereis, Dios os lo premie, y si no os lo demand”.40

Se establecía que después de otorgar el juramento las autoridades pasarían a la iglesia parroquial, donde cantarían un solemne Te Deum y el párroco pronunciaría un discurso.

La fórmula para prestar juramento cambiará después del movimiento de Reforma e irá adquiriendo matices distintos de acuerdo a los movimientos políticos.41

————— 39 Ibíd., Juan María Iturríos, 27 de marzo de 1861. 40 Filiberto Leandro Quintero, "Historia integral de la región del río Fuerte", en El Debate,

Los Mochis, Sin., 1987, p. 390. 41 En 1877 se realiza una toma de protesta de la siguiente manera: “Protestais sin reserva

alguna guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, las adiciones y reformas de la misma y el Plan de Tuxpetec reformado en Palo Blanco así como la

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Otros documentos de la época en los que se percibe el peso de la ideas religiosas en la región son los textos de las disposiciones testamentarias. Estos en términos generales se estructuraban de la siguiente manera:

En el nombre de Dios todopoderoso uno en esencia y trino en persona, yo Dorotea Beltrán, creyendo como firmemente creo y confieso todos los misterios de nuestra fe católica, apostólica y romana en cuya santa fé y creencia quiero y protesto vivir y morir, esperando en la misericordia divina y Nuestro Señor Jesús me perdonará mis culpas hago el presente testamento[…] 42

Y como primera voluntad se establecía encomendar el alma al Señor, además de que siempre se destinaba una cierta cantidad para mandar decir misas, para limosnas a los pobres y en general para los diversos fondos piadosos manejados por la Iglesia. Esto prevaleció durante las tres décadas en estudio, tendiendo a cambiar después de la Reforma, cuando se excluirán de los testamentos los textos religiosos.

Este fenómeno de abandono de las normas impuestas por la iglesia en relación con las disposiciones testamentarias se presentó en París entre 1730 y 1770, donde a decir de Roger Chartier “se deshicieron sucesivamente todos los gestos impuestos en el siglo XVII por la reforma católica”. Primero, se redujeron las suma destinadas a las misas para el descanso del alma; después de mostró indiferencia ante el lugar de sepultura y finalmente se borró del testamento la demanda de misas.43 Este hecho se acompañó de una “progresiva desestructuración del discurso cristiano de los preámbulos y de las invocaciones testamentarias”.44

———— Constitución del Estado. Si así lo hiciereis la nación os lo premie si no os lo demande”., Archivo del ayuntamiento de Culiacán, 28 de marzo de 1877.

42 AGNES, Juan Ma. Iturríos, 1º de octubre de 1861. 43 Roger Chartier, “La respuesta de las poblaciones: retroceso de lo sagrado y nueva

sensibilidad”, en Historia universal moderna y contemporáneaa, t. 3, Salvat, Barcelona, 1986, p. 355.

44 Ibid., p. 356. El autor realizó un estudio serial de las cláusulas testamentarias encontrando que este cambio de actitud ante la muerte se presenta primeramente en la capital de Francia, más en los hombres que en las mujeres y más en las clases populares urbanas que entre los grupos superiores.

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En el estado de Sinaloa la reproducción de los valores religiosos estaba garantizado de alguna manera, ya que la Iglesia participaba dentro de la enseñanza. En la villa de Culiacán, a fines de la Colonia, se establecieron las bases para crear una escuela de primeras letras a instancia y solicitud del Ilmo. y Rmo. Señor Obispo de Sonora Don Fr. Francisco Rouset de Jesús45 a la que se planteaba como principal objetivo la instrucción y la enseñanza de las primeras letras a los niños. El programa ponía especial énfasis en que se iniciara a los infantes “en los rudimentos de nuestra Santa Fe y religión”, además de que se les enseñara a leer, escribir, contar y las normas de urbanidad.46

La Iglesia era considerada el principal agente de socialización, de la que se esperaba que además de los conocimientos mínimos inculcara a los alumnos una gran cantidad de normas de conducta fundamentadas principalmente en la doctrina religiosa. La jornada escolar incluía una gran cantidad de actividades de tipo religioso, como rezar, asistir a misa, y todos los jueves por la tarde salían “cantando la doctrina por la calle”.47

Cuando el 1834 el Congreso del Estado decidió crear en Culiacán un establecimiento de instrucción pública bajo la supervisión del gobierno, una parte de su currícula seguía siendo religiosa, ya que se conservaban las materias de doctrina católica y filosofía moral y religiosa. Además, se pedía al obispo auxiliara al estado a sostener el establecimiento con los fondos piadosos destinados para la educación.48

La Iglesia fue la única que durante algún tiempo ofertó educación superior en la región, a partir del establecimiento del Seminario Conciliar de Sonora. Este incluía dentro de sus materias las cátedras siguientes: gramática, religión moral y liturgia y se decía que “cuando los fondos del

————— 45 Fr. Francisco Rousset fue el 4º Obispo de Sonora, ocupó el cargo desde 1796 hasta 1814. 46 “Constituciones que para la escuela de esta villa ha aprobado el Ilmo. Señor Obispo de

Sonora”, MAHM, Sinaloa, carrete núm.. 5. 47 Ibíd. p. 287. No existe seguridad de que se haya llevado a cabo esta propuesta, ya que

posteriormente se acusa al Obispo de haber destinado el dinero para otros fines. 48 Decreto núm. 43, 20 diciembre de 1834, en Decretos expedidos por la segunda legislatura

del estado libre y soberano de Sinaloa (1833-1835), colección Nakayama, Hermosillo, Sonora, 1966, p. 51.

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Colegio y el grado en que se halle lo permita se establecerán además una cátedra anual de filosofía, otra de teología dogmática y escolástica y otra de derecho canónigo y civil”.49

Aires de cambio

Aunque prevalecían en el país las estructuras tradicionales donde la Iglesia seguía teniendo una gran influencia, el liberalismo fue ganando terreno, al principio sólo en una pequeña élite política e intelectual, y posteriormente se irá extendiendo a otros grupos sociales.

Impulsado por una parte de la intelectualidad mexicana, estaba integrado por tres aspectos básicos: la búsqueda de un individuo libre, no coartado por ningún gobierno o corporación, el establecimiento de un régimen de uniformidad ante la ley, y el logro del progreso social y el desarrollo económico.50

En los primeros años del México independiente el énfasis estuvo puesto en la formación de un sistema constitucional, por lo que los demás aspectos del proyecto liberal tuvieron que esperar a la radicalización del liberalismo durante la Reforma. Una aspecto que generó gran controversia y debate en la elaboración de las nuevas constituciones fue el exclusivismo reconocido a la religión católica romana a expensas de cualquier otra,51 triunfando finalmente el proyecto de formar una nación católica. Este hecho mostraba que la mayoría de los mexicanos −incluyendo a los políticos liberales y conservadores− eran católicos, además del convencimiento de que la unidad del país estaba garantizada por la posesión en común de una religión única: el catolicismo.52

————— 49 “Bases para el establecimiento del Seminario Tridentino y Nacional de Sonora”, MAMH,

Sinaloa, carrete núm. 5, cap. 3º. 50 Charles Hale, Las transformaciones de liberalismo… op. cit., pp. 16-17. 51 Jean-Pierre Bastian, Protestantes… op. cit., pp. 9-10. 52 Entre los argumentos que Lucas Alamán da para justificar la protección de la religión

católica planteaba que era “el único lazo común que liga a todos los mejicanos,cuando todos los demás han sido rotos”, citado por Fernando Escalante Gonzalbo, Ciudadanos imaginarios, El Colegio de México, México, 1992, p. 142.

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Epoca en la que no existían instituciones nacionales capaces de subordinar los intereses particulares a un proyecto general, se reconocía a la religión católica un papel determinante en la formación y permanencia de la identidad nacional.

Por otro lado, en el Noroeste, una vez concluida la división del Estado de Occidente en 1831, cada estado debía elaborar una nueva constitución. La de Sinaloa se caracterizó por contener importantes preceptos liberales, apareciendo como bastante avanzada para la época, ya que no sólo contenía artículos tendientes a proteger las garantías individuales, como la de libertad, la seguridad, el derecho de propiedad y la igualdad de los sinaloenses ante la ley; sino también radicales medidas en contra de órganos corporativos tradicionales como la Iglesia y las comunidades indígenas.

Según Stuart F. Voss, Sinaloa fue el primer estado que abolió la propiedad en manos muertas; entre los primeros en ordenar la división de las tierras de comunidad de los indígenas y el único que prohibió completamente al clero y a los militares que ocuparan cargos públicos.53 Los preceptos de esta Constitución no fueron puestos en práctica debido a la constante inestabilidad política,54 y al hecho de que no estaban dadas las condiciones para su aplicación, ya que los grupos sociales con poder dentro del estado no eran portadores de un liberalismo tan radical como para implementarlos.

Si buscamos algún indicio de proyectos modernizadores, encontramos una escasa presencia de lo que serán las nuevas sociedades de ideas predominantes durante este periodo: las logias masónicas.

De acuerdo con Nakayama, la masonería parece haber llegado a la región con el teniente coronel Mariano de Urrea, quien fue jefe político y comandante general de Sonora y Sinaloa en 1823.55 Más adelante, por las

————— 53 Stuart F. Voss, On the peripery of nineteenth-century México, Sonora and Sinaloa

1810-1877, The university of Arizona Press, Tucson, p. 75. 54 Antonio Nakayama, Juárez, rumbo y señal de Sinaloa, p. 8. 55 Antonio Nakayama, “Don Francisco de Iriarte”, Sinaloa, textos de su historia, t. II, op. cit.,

pp. 192-193.

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pugnas que se generan con la instalación del Estado de Occidente se advierte la presencia de los dos principales grupos de masonería en México: escoceses y yorkinos. Se dice que Francisco de Iriarte y otros connotados políticos de Occidente pertenecían al rito escocés, mientras que Juan Manuel Riesgo, José María Gaxiola y otros eran miembros de la logia de York.56 Aunque se señala al Lic. José Joaquín de Avilés, nativo de Culiacán, como introductor del rito yorkino, no se tiene información de que uno de estos grupos haya establecido una logia en esta ciudad.57

En una relación que nos proporciona Rina Cuéllar, donde aparecen las jurisdicciones de las logias del rito de York en los estados de Sonora y Sinaloa para el año de 1825, encontramos registradas solamente cinco logias: dos en Alamos, una en Mazatlán, otra en El Rosario y la quinta en la villa de (Concordia) San Sebastián.58

Si buscamos evaluar el impacto de las nuevas ideas sobre las estructuras de la sociedad culiacanense, concluimos que éste era aún muy escaso. Pero con el avance del liberalismo nacional las cosas comenzaron a cambiar y sus efectos se sintieron también a nivel local, ya que una vez promulgada la Constitución de 1857 se busca que ésta sea aceptada y jurada en los distintos estados de la República.

La actitud de la Iglesia, encabezada por don Pedro Loza y Pardavé, fue declarar ilícita la Constitución y prohibir a los filigreses su juramento. Se decía que los que hubiesen jurado la Constitución serían privados de la recepción de los sacramentos mientras no se retractaran, con la amenaza de que “no podría absolvérseles, ni aun en artículo de muerte”, y que serían privados de “sepultura eclesiástica en Sagrado”.59

————— 56 Idem. 57 El dato más antiguo sobre logias masónicas en Culiacán que proporciona Don Luis Zalce y

Rodríguez en su libro llamado Apuntes para la historia de la masonería en México, corresponde a la fundación por parte de la Gran Dieta Simbólica de la logia “Estrella del Humaya”, núm. 203, en 1896, fecha que parece demasiado tardía.

58 Rina Cuéllar Zazueta, “Presencia de la masonería en la independencia y en el Sinaloa independiente, Memoria del II Congreso de Historia Sinaloense, UAS, IIES, Culiacán, Sinaloa., 1985, p. 84.

59 Filiberto Leandro Quintero, op. cit., p. 427.

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El peso todavía muy fuerte de la Iglesia, creaba conflictos entre los funcionarios del gobierno sinaloense, que en su mayoría radicaban en Culiacán. En la interpretación que hace Nakayama de estos acontecimientos, comenta que “la jura de la Carta Magna provocó una tempestad en la conciencia de las gentes”, ya que muchos artículos no encajaban con el pensamiento conservador y religioso de los funcionarios. 60 El gobernador Pomposo Verdugo, a fin de no prestar juramento pidió licencia pretextando motivos de salud,61 pasando el poder a manos de Agustín Martínez de Castro, quien también se rehusó.

Por otro lado, Hernández Tyler nos proporciona una lista de los funcionarios y empleados de gobierno que se negaron a protestar la Constitución:

Clemente Espinoza de los Monteros, vocal primero del H. Consejo del Gobierno y ensayador de la casa de la moneda de Culiacán.

Tomás Gómez, consejero del Gobierno y Tesorero General del Estado.

Manuel Onofre Parodi, ensayador e interventor de la casa de la moneda.

Lic. Francisco Verdugo y Amador, tasador general de costas del estado

Leonardo Ibarra, administrador de correos.

Luis Tirado, administrador del papel sellado

Fernando Escudero, Miguel Salas, y Carlos Jorganes, munícipes de la junta municipal,

Pedro Rochín, síndico de la misma junta municipal, e Ignacio Martínez Valenzuela,

teniente coronel del ejército, comandante general de la plaza.62 ————— 60 Antonio Nakayama, Juárez…, op. cit. p. 10. 61 Pomposo Verdugo inclusive en marzo de 1858 públicamente se retractó de su juramente a

la Constitución manifestando que aun cuando su gobierno había sido identificado con la causa liberal, él interiormente compartía las ideas del clero mexicano y que nunca había abandonado sus creencias religiosas, Stuart F. Voss, op. cit., p. 145.

62 Alejandro Hernández Tyler, “Cómo fue jurada la Constitución de 1857”, Sinaloa, textos de su historia, op. cit., p. 388.

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Los funcionarios argumentaban “que no podían prestar el juramento pedido por considerar el acto si no opuesto, al menos poco conforme con sus principios religiosos”.63

La jura de la Carta Magna además de un problema de conciencia impactaba algunos otros aspectos de su influencia social. La amenaza de excomunión lanzada por el obispo implicaría estar ausente en la misa dominical, en la que se marcaba su preminencia social, ya que en la parte delantera de la iglesia se colocaba el gobernador con su familia y al lado el vicegobernador con la suya. 64 Sin embargo, dado que la élite que ostentaba el poder en la región complementaba y aseguraba su poder económico con la posesión de algún puesto político, poco a poco irán cediendo y aceptarán jurar la Constitución.

Lo que nos queda claro es que no fue esta élite la que va a impulsar las nuevas ideas, aun cuando en su opción política siempre fueron partidarios de los gobiernos liberales y no conservadores. Los que fueron abrigando ideas distintas, propias de las sociedades modernas, fueron otros personajes, que en su formación, como Eustaquio Buelna o Plácido Vega, comenzaban a ser verdaderos partidarios del liberalismo.

Según Nakayama, Plácido Vega recibió desde joven la influencia de la causa liberal a través de Ignacio Ramírez, El Nigromante, que en ese tiempo fungía como secretario de gobierno del coronel Francisco de la Vega. Con ellos se reunían, además, el doctor Miguel Ramírez, Perfecto Mateos y Eustaquio Buelna, “las pláticas de todos ellos vinieron a cimentar notablemente sus ideas”.65

El impulso liberal

Con el triunfo sobre el emperador Maximiliano termina una importante etapa de enfrentamiento entre liberales y conservadores, reconociéndose formalmente el predominio de los primeros dentro del panorama político e

————— 63 Filiberto Leandro Quintero, op. cit., p. 427. 64 Entrevista con Rina Cuéllar Zazueta, febrero 1996. 65 Antonio Nakayama, Juárez…, op. cit., p. 128.

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ideológico nacional. El liberalismo es aceptado finalmente como la ideología de la nación y como base para sustentar el funcionamiento de las instituciones nacionales.

Charles Hale nos dice que, después de 1867, el liberalismo dejó de ser “una ideología en lucha contra unas instituciones, un orden social y unos valores heredados y se convirtió en un mito político unificador”.66 Y es en esta etapa cuando la iglesia debió enfrentar ya a un Estado más fuerte que buscaba monopolizar todo el poder y establecer las bases de lo que será un Estado moderno, iniciándose decididamente la lucha para reducir la influencia de la Iglesia al ámbito espiritual.

Se observa una generación liberal más consolidada, con convicciones más firmes y que asume la tarea de quitarle al liberalismo el carácter ambiguo que había adoptado. Esto se reflejaba tanto en la legislación como en las prácticas de gobierno. Juárez y Lerdo de Tejada tomaron importantes medidas a fin de establecer un Estado fuerte, no obligado a compartir poder e influencia con otros cuerpos sociales, como la Iglesia. Ambos presidentes ratificaron todas las leyes liberales emitidas con anterioridad, y Lerdo incorporó las Leyes de Reforma a la Constitución y exigió su aplicación.67

Dentro de estas nuevas condiciones surge una gran cantidad de asociaciones liberales y otras sociedades, que contribuyeron a impulsar las ideas de modernidad. Entre estos grupos aparecen sociedades protestantes, espiritistas y otras formas modernas de asociación como sociedades patrióticas y mutualistas. Además, aumentan en número y volumen las logias masónicas.68 Dice Jean Pierre Bastian que, entre 1872 y 1874, cinco sociedades misioneras protestantes estadounidenses, metodistas,

————— 66 Charles Hale, "Las transformaciones del liberalismo en México a fines del siglo XIX", en

Vuelta, México, 1991, p. 15. 67 A decir de Francois-Xavier Guerra, en este ambiente ningún católico podía ser empleado

público si no ocultaba su catolicismo. 68 Según Jean pierre Bastián, “adherirse a estas sociedades implicaba romper con las

comunidades naturales, con las históricas tradiciones religiosas, que encerraba al sujeto en una totalidad”, Protestantes…, op. cit., p. 137.

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presbiterianas y congregacionalistas, decidieron emprender actividades proselitistas en México, “juzgando la situación favorable”.69

A nivel internacional, durante este periodo, el pontificado de Pío IX se caracterizó por un endurecimiento de la posición de la Iglesia Católica contra el liberalismo y las nuevas corrientes portadoras de ideas de modernidad. Este ultramontanismo católico, antiliberal y antimoderno se conjugó en nuestro país con una fuerte resistencia de la sociedad tradicional para aceptar los proyectos liberales de cambio económico, político y social. Lo anterior obligó a las minorías liberales a radicalizarse en un sentido anticatólico, llegando incluso a posiciones anticlericales. El avance del liberalismo, sumado al endurecimiento en la posición de la Iglesia Católica, hacían inevitable la confrontación Iglesia-Estado.

En el estado de Sinaloa, si bien continúa la inestabilidad política, los enfrentamientos se daban entre fracciones del mismo partido liberal. Políticos como Eustaquio Buelna, Domingo Rubí, Márquez de León, Jesús Ma. Gaxiola, Francisco Cañedo y otros, se enfrentarán ahora por su adhesión a uno de los tres grupos en pugna a nivel nacional: juaristas, lerdistas y porfiristas.

Inicia un importante periodo de promulgación de una serie de disposiciones jurídicas tendientes a delimitar como ámbitos independientes el de la Iglesia y el del Estado.

El gobernador Pomposo Verdugo promulgó en 1857 una ley sobre el estado civil y otra sobre el uso de los cementerios. Posteriormente, en 1859 don Plácido Vega publicó la ley que sobre el estado civil de las personas había promulgado Benito Juárez desde Veracruz, en la que se establecía el matrimonio como un contrato civil, quedando sin vigencia las reglas que el obispo don Lázaro de la Garza y Ballesteros había implantado en relación al matrimonio,70 por lo menos desde el punto de vista jurídico.

————— 69 Ibid., p. 136. 70 Héctor R. Olea, Sinaloa a través de sus Constituciones, UNAM, México, 1985, p. 182.

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Además, en la tercera Constitución Política del Estado de Sinaloa, aprobada en 1861, ya aparecía, en el apartado sobre los derechos del hombre, la libertad de creencias. En el artículo 5 se señalaba: “Es libre en el estado privado o público de todas las religiones”.71

En 1874 el Lic. Eustaquio Buelna reprodujo algunos reglamentos emitidos por el presidente Lerdo de Tejada, que partiendo del principio de separación Iglesia-Estado buscaban reglamentar el ejercicio de todos los cultos. En este sentido se establecía la prohibición de realizar actos religiosos públicamente, declarándose además que “dejan de ser festivos todos aquellos días que no tengan por exclusivo objeto solemnizar acontecimientos puramente civiles”.72

Como parte de los argumentos que se emitían para justificar la obligatoriedad de que los miembros de la Iglesia se sometieran a las leyes civiles, se planteaba lo siguiente:

la reforma ha proclamado la independencia entre el estado y la iglesia y la libertad de conciencia, la libertad de cultos ha venido a abolir todos aquellos privilegios de que antes gozara la iglesia católica y sus ministros y por tal razón el cumplimiento de las leyes del Estado, buenas o malas, les es obligatorio a estos como a todos los demás habitantes de la república que viven bajo el amparo y protección de ellas.73

Ante la consolidación del liberalismo, la Iglesia debía amoldarse a la nueva situación y buscar un nuevo lugar dentro de la sociedad mexicana. El Vaticano pareció comprender esto, por lo que decide emitir una encíclica dirigida al clero mexicano en la que el papa Pío IX les pide no negar los auxilios espirituales a los fieles, no obstante que hubieran firmado la Constitución, fueron casados por lo civil o bien fueran propietarios de fincas desamortizadas.74

————— 71 Ibid., p. 186. 72 Ibid., p. 226. 73 EESOOG, t. IV, Culiacán, Sinaloa, 18 de enero de 1876. 74 Periódico Oficial Regeneración de Sinaloa, Mazatlán, Sinaloa, 17 de febrero de 1869.

Además, el Obispo don Pedro Loza y Pardavé en acatamiento a las órdenes del gobierno ordenó a los párrocos exigir, antes de bautizar, el certificado del registro civil, lo mismo que para el

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Sistema de valores laicos

A nivel nacional, en esta época se produce ya una ruptura con el pasado y se establecen las bases para el surgimiento de una conciencia nacional. También se impone la enseñanza laica, buscando que definitivamente la instrucción religiosa estuviera ausente de la enseñanza transmitida por el Estado.

En Sinaloa, el gobernador Plácido Vega decidió, en 1862, suprimir el Seminario Tridentino de Culiacán, argumentando que era “un establecimiento clerical del que salen jurados enemigos de los principios liberales y del progreso” y en su lugar se acordó establecer el Colegio Mercantil de Mazatlán.75

También se tomaron medidas a fin de establecer la obligatoriedad de la enseñanza laica. En el reglamento para las escuelas del municipio de Culiacán, aprobado en 1877, se planteaba lo siguiente:

Estando vigente la ley de tolerancia religiosa los profesores se limitarán solamente a la educación civil puesto que la religiosa queda a cargo de los padres y jefes de familia.76

Se advierte una gran diferencia con las disposiciones anteriores de las juntas de instrucción, que siempre incluían en la currícula de la enseñanza primaria la materia de catecismo religioso.

Durante el Porfiriato inicia un proceso de reconciliación del Estado con la Iglesia, percibiéndose una atenuación del conflicto, por lo que en la década de los ochenta, se permitió el restablecimiento del Seminario y la instalación de un colegio católico.77

———— matrimonio la correspondiente acta civil.Véase Leandro Quintero, "Historia integral de la región del río Fuerte", en El Debate, Los Mochis, 1987, p. 503.

75 La Opinión de Sinaloa, Mazatlán, Sinaloa, 5 de febrero de 1862. 76 Archivo del ayuntamiento de Culiacán, 7 de agosto de 1877. 77 El 19 de septiembre de 1880, la srita. Mariana Valdez solicita ayuda al ayuntamiento para

el establecimiento de un centro de enseñanza, al que luego se señalará como escuela católica.

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En términos generales, este periodo aparece como un momento de transición, en que el cuerpo social debe pasar de un esquema en el que la religión constituye la base fundamental de su sistema de valores a una nueva concepción social, que comienza a dar cabida a nuevas ideas y valores.

Si bien, la comunidad que conformaba la villa de Culiacán se nos presenta todavía más o menos integrada y homogénea, existe poca presencia de las nuevas sociedades de ideas que se comienzan a extender por el país: clubes liberales, sociedades protestantes, grupos espiritistas y sociedades mutualistas. La inexistencia de dichas asociaciones refleja la falta de grupos que organizadamente buscaran promover valores y creencias diferentes de los característicos de la sociedad tradicional, aun cuando en lo individual ya hubiese personas que pensaran distinto.

Los extranjeros que llegaron a establecerse, al contraer matrimonio con personas de la localidad debían manifestar con documentos su catolicismo o la no contradicción de sus creencias religiosas con las católicas. Fue el caso del señor Federico Koerdell, procedente de Alemania, quien para contraer matrimonio con Florencia de la Vega tuvo que cambiar de religión. Presentó un escrito manifestando lo siguiente: “habiendo pertenecido a la secta protestante, llamada de la Reforma, deseo ingresar a la Iglesia Católica Romana”.78

Además del tiempo que implicó este proceso de cambio de ideas y valores, esta situación no fue asumida tranquilamente por la Iglesia en el estado, generando ciertos conflictos. Por un lado, a pesar de que en enero de 1876 se expide una circular que:

recomienda a las autoridades de los distritos el estricto cumplimiento de las leyes de reforma en lo que concierne a la prohibición que existe para que los ministros del clero no porte fuera de los templos sus trages (sic) distintivos.79

————— 78 Archivo parroquial, sección sacramental, matrimonios, t. 12, 1865-1871,10 de septiembre

de 1874. 79 EESOG, t. IV, Culiacán, Sinaloa, 18 de enero de 1876.

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Un mes después los diputados comentan que el clero no ha acatado dichas disposiciones.80

Además, dicha circular recibió una fuerte crítica por parte del periódico La ilustración del pueblo, publicado en Culiacán y que se ostentaba como órgano de la sociedad católica. El periódico argumentaba que tales disposiciones eran crueles y que chocaban con las disposiciones del Concilio de Trento y III Mexicano.81

En el Periódico oficial del gobierno del estado de Sinaloa se le responde planteando lo siguiente:

Con los logros de la reforma se abolieron los privilegios de que gozaba la iglesia y que por lo tanto el cumplimiento de las leyes del estado les es obligatorio como a todos los demás habitantes, que no pretenden intervenir en la disciplina de la iglesia, que el estado respeta las reglas establecidas en el interior de los templos sean del culto que fuesen.82

Parecía que la Iglesia en Culiacán no se resignaba a perder el papel o el peso que tradicionalmente tenía en la determinación de la moral culiacanense y a través del periódico La Ilustración polemizaba contra todas las medidas que el Estado emitía en relación a la Iglesia, además, contra todos los comentarios que en este sentido aparecían en el periódico local. El 9 de noviembre de 1882 un editorialista de El Correo de Occidente se quejaba de que en el número 25 de la Ilustración del Pueblo se tergiversaba un artículo suyo en el que se señala que los jóvenes hacían matrimonio por puro interés, que quejaba que lo hacían aparecer “como un hereje, cismático, libre pensador, denigrador gratuito de la sociedad de Culiacán”.83

Los periodistas consideraban dicha publicación como demasiado retrógrada por lo que comentaban que el señor Obispo debería tener un redactor que hiciera de ese periódico algo digno de su objeto.84

————— 80 Ibid., 21 febrero de 1876. 81 Ibid., 18 enero de 1876. 82 Ibid. 83 El Correo de Occidente, Culiacán, Sinaloa, 9 de noviembre de 1882. 84 Ibid., 20 de septiembre de 1882.

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Ante el comentario de que existía poca observancia de las leyes del registro civil, ya que muchos matrimonios sólo se realizaban eclesiásticamente, la Ilustración los criticaba argumentando que era “un ataque contra el dogma religioso”.85

Si bien este periódico aparecía como el órgano oficial de la Iglesia en Culiacán, consideramos que no en todas las instituciones eclesiásticas parecía haber la misma actitud de rechazo absoluto al cambio. Una de ellas era el Seminario, para el que se comenta en 1887 que se había tomado la decisión de amoldar el plan de estudios al de los colegios civiles del país a fin de que respondiera mejor “a las exigencias de la época”,86 adecuándolo en cuanto fuera posible con los adelantos de la ciencia.87

Finalmente, podemos decir que durante el porfiriato se impulsa una aplicación laxa de los principios constitucionales con el fin de conseguir el respaldo católico y con él garantizar la paz y el orden necesario para el progreso.88

La consolidación del régimen porfirista

Un tercer periodo inicia a principios de los noventa por considerar que las transformaciones ocurridas durante este siglo ya habían logrado generar cambios significativos en la sociedad que nos obligan a hacer un parteaguas.

La situación Iglesia-Estado parecía haberse definido ya completamente, el primero respetándola y permitiendo la libre manifestación religiosa y la Iglesia aceptando su nuevo papel en la sociedad. Una de las estrategias implementada por el gobierno de Porfirio Díaz fue la reconciliación con los órganos de la sociedad tradicional y dentro de estos con la Iglesia. Lo que se buscaba no era la obediencia o colaboración directa de la Iglesia con el gobierno, sino el respeto a las

————— 85 Ibid., 2 de agosto de 1886. 86 Ibid., 3 de noviembre de 1887. 87 Ibid., 20 de octubre de 1887. 88 Jean-Pierre Bastian, Protestantes… op. cit., p. 148.

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autoridades nacionales y el compromiso de no impulsar movimientos en su contra enarbolando banderas religiosas.

Las leyes de reforma seguían incorporadas a la Constitución pero no se aplicaban y además, los funcionarios no tenían que esconder ya su catolicismo a fin de ocupar puestos públicos. Lo que Díaz ofrecía a cambio del no enfrentamiento era la tolerancia o un liberalismo moderado en el que la Iglesia pudiera ejercer su papel espiritual sin las trabas jurídicas que le imponía la ley.

Este nuevo giro conservador dentro del liberalismo, con una aplicación no muy rígida de la Constitución, permitió, de alguna manera “conciliar provisionalmente al país real (corporativista y católico) con el país legal”.89

A nivel internacional, un nuevo panorama se presentaba para la Iglesia católica. El surgimiento de nuevas teorías y doctrinas, la creación de partidos socialistas, el avance del movimiento obrero y la aparición de una sociedad urbana y de masas, habían impactado a los creyentes y las formas tradicionales de vivir su fe religiosa. Parecía preocuparle especialmente el avance del socialismo y la pérdida de las masas de obreros como susceptibles a la influencia religiosa. Es en este sentido que el Papa León XIII promulgó el 15 de mayo de 1891 su encíclica conocida como Rerum Novarum. Entre la problemática que decide abordar dicha encíclica se encuentra la siguiente:

Los aumentos recientes de la industria y los nuevos caminos por lo que van las artes, el cambio obrado en las relaciones mutuas de amos y jornaleros, el haberse acumulado las riquezas en unos pocos y empobrecido la multitud y en los obreros la mayor opinión que de su propio valor y poder han concebido y la unión más estrecha con que unos a otros se han juntado, finalmente la corrupción de las costumbres, han hecho estallar el conflicto.90

Se consideraba que era tal la gravedad del conflicto que había llevado al enfrentamiento de amos y obreros, que era necesario que la iglesia

————— 89 Ibid., p. 14. 90 León XIII, Rerum Novarum, "La cuestión obrera", Paulina, México, 1991. p. 4.

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definiera su postura ante la cuestión obrera. Se planteaba que si se habían perdido los valores antiguos en los que se fundamentaban las relaciones, era necesario considerarlo a fin de no caer en la influencia de doctrinas como el socialismo.

Bastian plantea que el principal objetivo de la encíclica fue “la reconquista de la sociedad civil mediante un catolicismo de movimiento”.91 Es decir, se advertía el interés de la Iglesia por adecuarse a los nuevos tiempos, reconociendo la necesidad de asociación de los obreros católicos. Con la creación de asociaciones católicas de distinta índole, como sindicatos y sociedades religiosas, se “pretendía reconciliar al catolicismo con la modernidad, pero ante todo, intentaba combatir la expansión de sociedades de ideas en la sociedad civil”.92

La iglesia implementó nuevas estrategias y formas distintas de vivir la religiosidad. Se buscaba ahora que los feligreses adoptaran un papel más activo en su compromiso religioso, participando en forma más directa dentro de las celebraciones religiosas. Esto, a través de la creación de cofradías y hermandades piadosas. Siguiendo las indicaciones de Roma, en Culiacán, el 2 de febrero de 1891, el obispo Dr. José María de Jesús Portugal decretó lo siguiente:

Deseando el aumento de la gloria de Dios Nuestro Señor y el provecho espiritual de nuestros amados diocesanos de la parroquia de Culiacán, establecemos canónicamente las hermandades piadosas que a continuación expresamos:

1. La Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús

2. La Hermandad del Sagrado Corazón de María

3. La Sociedad de San Vicente

4. El culto perpetuo del señor San José.93

Un mes después se emitió el siguiente comunicado:

————— 91 Jean-Pierre Bastian, Protestantes…, op. cit., p. 13. 92 Idem. 93 Archivo Parroquial, Sección disciplinar Asociaciones, t. I.

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Secundado los deseos del Papa León XIII y atendiendo al bien espiritual de nuestros diocesanos disponemos que todas las familias cristianas de la diócesis se consagren a la Sagrada Familia a fin de obtener de Dios Nuestro Señor los más señalados favores en el orden espiritual. La consagración se hará el 19 de marzo de 1891.94

Cuadro 2

Hermandades piadosas creadas en Culiacán Año Nombre de la hermandad 1893 Sociedad Católica de Artezanos (sic) Unidos de Culiacán 1894 Señoras de la Caridad de Culiacán 1895 Pía Unión de San Antonio de Padua 1896 Sociedad de la Vela Perpetua 1897 Cofradía del Santísimo Rosario Fuente: Archivo parroquial, sección disciplinar asociaciones, años: 1893-1915, t.1.

La mayoría de las hermandades eran organizaciones impulsadas por la Iglesia con fines congregacionistas y devocionales, es decir, rendir devoción ya sea a Jesús, María, San José y otros santos, y con ese fin se reunían los socios cada mes y hacían lecturas piadosas. Otras, como la sociedad de San Vicente de Paúl, tenían como principal objetivo la realización de obras de caridad. Así, informaban acerca del número de enfermos visitados, raciones distribuidas, recetas, ayudas a familias de presos, etcétera.

En la mayoría de las agrupaciones se encontraban integrados miembros de las principales familias de Culiacán, aunque algunos eran solamente socios honorarios que proporcionaban su cuota pero no su colaboración directa, siendo ellos quienes ocupaban los puestos principales.

Como ya se señaló anteriormente, en la ciudad los diversos grupos sociales comienzan a distanciarse unos de otros, apareciendo una verdadera élite que busca irse distinguiendo “de la masa de gobernados”.

————— 94 Idem.

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Se buscaba más intensamente adquirir ciertos signos de notabilidad o distinción.

Una forma de lograrlo era estableciendo sus propios centros de enseñanza, y con este objeto se reunieron el 2 de marzo de 1895, en la Catedral de la ciudad, algunos de los principales comerciantes y empresarios culiacanenses con las autoridades eclesiásticas a fin de establecer una junta directiva que se abocara al “establecimiento de una escuela católica de instrucción primaria y secundaria”.

La junta se integró de la siguiente manera:

Cuadro 3 Puesto Nombre Presidente Obispo José Ma. Portugal Vicerector Pbro. Antonio Valdez Tesorero Pbro. Jesús Echeverría Vocales Ricardo Martínez de Castro y Manuel Clouthier Vocal suplente Severiano Tamayo Fuente: Archivo Parroquial, sección disciplinar asociaciones, años 1893-1915, t. 1.

A través del obispo Portugal entraron en contacto con la congregación de las hermanas de la Compañía de María, orden de religiosas especializada en la enseñanza de niñas y jóvenes. El periódico dio la noticia en los siguientes términos: el Ilmo. Uranga desde el gobierno de la Diócesis de Sinaloa ha tratado de fundar un colegio de enseñanza superior para señoritas y niñas.95 El 20 de noviembre de 1905 llegaron a Culiacán las madres fundadoras, cinco eran francesas provenientes de Burdeos y una española, estableciéndose el 15 de diciembre del mismo año el Colegio Guadalupano, hoy Montferrat.96

Se puede decir que, en términos generales, se comienza a vivir en Culiacán una forma más moderna y urbana de religiosidad, con una mayor

————— 95 Se decía que la mujer debía instruirse en el conocimiento de la gramática, de la economía

doméstica, idiomas, bellas artes y otros ramos al alcance de la inteligencia femenil, Mefistófeles, Culiacán, Sinaloa, 21 de octubre de 1905.

96 Folleto publicado por el Colegio Guadalupano-Montferrant, Culiacán, Sinaloa, p. 3.

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libertad por parte del Estado para la realización de evento públicos y abiertos.

Se podría plantear que esta comunidad social adquiere ya las características de una sociedad secularizada donde el hecho de abrigar una doctrina religiosa se convierte ya en un asunto personal o de pequeños grupos. Es decir, ya no es la comunidad entera la que es obligada a compartir los mismos valores morales, sino los diferentes grupos al interior de ésta. Y es el grupo de pertenencia más cercano y no la sociedad como un todo el que presiona a los individuos a cumplir con las normas religiosas.

Por otro lado, las principales familias de la localidad habían incrementado sus actividades sociales; entre ellas las de carácter religioso ocupaban un lugar importante. Así, observamos que un grupo más o menos amplio de las principales familias de la localidad participaba abiertamente en ceremonias, hermandades, concurrían a darle la bienvenida al obispo cuando regresaba de sus viajes, etcétera. Además de lo anterior, se realizaban ejercicio espirituales, peregrinaciones, hasta la construcción de dos templos más, además de la Catedral; el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús97 y el Santuario de Guadalupe.

A fines de 1904 se anuncia la publicación de un nuevo semanario de propaganda religiosa, denominado El Eco Religioso, que aparece en diciembre de dicho año y que debió haber tenido buena acogida ya que para febrero anuncia que duplicará sus dimensiones. Esta publicación recibió apoyo económico de algunos personajes importantes de la localidad, como Antonio Díez Martínez, quien dona $1 000 para el sostenimiento del periódico.98

1. Para Jean-Marie Mayeur, el renacimiento que vive la Iglesia Católica en la segunda mitad del siglo XIX se manifiesta en una mayor

————— 97 El proyecto de construcción de un templo dedicado al Santuario del Sagrado Corazón de

Jesús, inicia a mediados de 1890 a iniciativa del Obispo Don José María de Jesús Portugal. 98 Mefistófeles, Culiacán, Sinaloa, 8 de febrero de 1905. Jean-Pierre Mayeur, “Las iglesias en

la era del liberalismo y de la industrialización”, en Historia Universal Moderna y contemporánea, Salvat, t. 9, p. 1081.

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participación de los laicos tanto en las asociaciones piadosas como en la prensa y en la defensa de los intereses religiosos.

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