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datos_para_la_comprensi_f3n_hist_f3rico-espiritual_de_una_fecha_-_jos_e9_luis_illanes

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    Datos para la comprensin histrico-espiritualde una fecha*

    Jos Luis ILLANES

    Pertenece al acervo de las afirmaciones comunes el reconocimiento de queel Opus Dei constituye un hito importante en la historia de la espiritualidad cristia-na, precisamente por su afirmacin de la llamada universal a la santidad, del valorcristiano del trabajo y de las realidades terrenas, de la vivencia teologal de la secu-laridad... De pionero de la santidad laical calificaba un autor, en 1964, al Funda-dor del Opus Dei, el Beato Josemara Escriv de Balaguer1. Y en los numerosos ar-tculos aparecidos a raz de su fallecimiento, ocurrido el 26 de junio de 1975, o desu beatificacin, que tuvo lugar el 17 de mayo de 1992, es fcil encontrar, referi-das a su persona o al Opus Dei, expresiones como sacerdote que ha abierto a lasalmas nuevos caminos de santidad, precursor del Concilio Vaticano II, nuevaetapa en la historia de la espiritualidad, fenmeno pastoral asombroso en la his-toria de nuestro tiempo...2.

    Su Santidad Juan Pablo II hizo suyo ese juicio en una audiencia concedidael 19 de agosto de 1979 a un numeroso grupo de miembros del Opus Dei: Vivirel Evangelio en el mundo, viviendo, s, inmersos en el mundo, pero para transfor-

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    * Una primera versin de este escrito apareci en 1981, en Scripta Theologica 13 (1981) 411-451; el texto actual reproduce el original, revisado para actualizar la bibliografa, hacer referencia aacontecimientos posteriores, precisar las referencias documentales y completar algn detalle.

    1. J.B. TORELLO, La spiritualit dei laici, en Studi Cattolici, ao 8, 45 (1964) 20.2. Ver, por ejemplo, los testimonios de los cardenales Albino LUCIANI, despus Juan Pablo I,Cer-

    cando Dio nel lavoro quotidiano, en II Gazzettino (Venecia, 25-VII-1978); Sergio PIGNEDOLI, Mons. Escriv de Balaguer: unesemplarit spirituale, en II Veltro 3-4 (Roma 1975); Marcelo GONZLEZMARN, Cul sera su secreto?, en ABC, suplemento dominical (Madrid, 24-VIII-1975); FranzKOENIG, Berufung zur Heiligkeit verwirklichen ohne aus dieser Welt hinauszugehen, en Wiener Kir-chen Zeitung (21-XII-1975); Terence COOKE, The founder of Opus Dei, en The Catholic News(New York, 28-IX-1978); Sebastiano BAGGIO, Opus Dei: una svolta nella spiritualit, en Avvenire(Miln, 26-VII-1975), etc.

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    marlo y redimirlo con el autntico amor a Cristo! Gran ideal, verdaderamente, elvuestro, que, desde sus inicios, ha anticipado la teologa del laicado, que caracteri-z despus a la Iglesia del Concilio y del posconcilio3. Y, lo que es ms, lo reite-r en la homila pronunciada con motivo de su beatificacin: Con sobrenaturalintuicin, el Beato Josemara predic incansablemente la llamada universal a lasantidad y al apostolado (...) En una sociedad en la que el afn desenfrenado deposeer cosas materiales las convierte en un dolo y motivo de alejamiento de Dios,el nuevo Beato nos recuerda que estas mismas realidades, criaturas de Dios y delingenio humano, si se usan rectamente para gloria del Creador y al servicio de los

    hermanos, pueden ser camino para el encuentro de los hombres con Cristo 4

    .En todos esos comentarios, al ponderar la importancia histrica del Beato

    Josemara Escriv se hace referencia a algunos hechos fundamentales: a la afirma-cin neta y sin ambages de la llamada universal a la santidad; a la proclamacindecidida del valor cristiano del trabajo y de todas las realidades humanas; al con-siguiente nfasis en la posibilidad de una plenitud de vida cristiana en las circuns-tancias ordinarias del existir humano. Por qu vas alcanz Josemara Escriv deBalaguer esa profunda intuicin teolgico-espiritual?, en qu momento histricolleg a ella?

    Esta ltima pregunta tiene una respuesta clara e inmediata: el 2 de octubrede 1928, ya que a esa fecha se ha referido constantemente el propio Mons. Escrivde Balaguer sealndola como el momento preciso de la fundacin del Opus Dei.Realmente comenz la Obra el 2 de octubre de 1928?, se preguntaba a s mis-mo en una meditacin predicada en el aniversario de esa fecha, en 1962. S, hijomo contestaba decididamente, se comenz el da 2 de octubre de 1928. Des-de ese momento no tuve yatranquilidad alguna, y empec a trabajar, de mala gana,porque me resista a meterme a fundar nada; pero comenc a trabajar, a moverme,a hacer: a poner los fundamentos5. La Obra de Dios no la ha imaginado un hom-bre , afirmaba el 19 de marzo de 1934, para aadir enseguida que el Seor la habainspirado a un instrumento inepto y sordo, que la vio por vez primera el da de losSantos Angeles Custodios, dos de octubre de mil novecientos veintiocho6.

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    3. Texto en LOsservatore Romano (20/21-VIII-1979).4. Homila pronunciada el 17-V-1992; ver tambin la alocucin con motivo de la audiencia poste-

    rior a la beatificacin, 18-V-92 (ambos textos estn publicados en LOsservatore Romano), la alo-cucin pronunciada el 14-X-1993 con motivo de la audiencia concedida al simposio de estudio sobrelas enseanzas del Beato Josemara que se celebr en Roma del 12 al 14 de ese mes (recogida enSan-tidad y mundo , Pamplona 1996), y las palabras dirigidas el 17-III-2001 a los participantes en un en-cuentro sobre la Ex. ap.Tertio millennio ineunte promovido por la Prelatura del Opus Dei (en LOs-servatore Romano, 18-III-2001).

    5. Notas tomadas de una meditacin, 2-X-1962 (Archivo General de la Prelatura, AGP, P09, p. 58).6. Instruccin 19-III-1934 , nn. 6-7.

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    Lo ocurrido en esa fecha, y ms concretamente su trascendencia teolgica,constituyen el objeto de este estudio, en el que procederemos de acuerdo con el si-guiente esquema: primero trazaremos un esbozo del itinerario espiritual del Fun-dador del Opus Dei hasta octubre de 1928, a fin de situar el contexto ntimo en quetuvo lugar lo acontecido el 2 de octubre de ese ao; luego nos referiremos a esa fe-cha concreta; finalmente intentaremos poner de manifiesto la trascendencia doctri-nal y teolgica de ese acontecimiento7.

    Como sealaba el cardenal Baggio, a quienes somos contemporneos deMons. Escriv de Balaguer nos falta esa perspectiva histrica que permite valorarcon todo el relieve necesario su figura8. Este ensayo es pues slo una aproxima-cin a una realidad que requerir nuevas y cada vez ms profundas consideracio-nes: ha sido redactado teniendo conciencia de esos lmites, y as debe ser tambinledo.

    I. Esbozo de un itinerario espiritual

    Para captar la trascendencia de un hecho, mxime si, como ocurre en nues-tro caso, se trata de una honda experiencia espiritual, suele ser un buen camino po-ner de manifiesto el contexto en que surge. Vamos por eso a ofrecer un bosquejodel itinerario seguido por Josemara Escriv de Balaguer desde su infancia hasta elmismo 2 de octubre de 1928. Nos basaremos para ello, ante todo, en sus propiosrecuerdos, de los que, afortunadamente, nos queda constancia por declaracionessuyas hechas en meditaciones o en ratos de charla; al mismo tiempo acudiremos aotros documentos a fin de precisar fechas, situaciones y ambientes. No es, pues, enmodo alguno, lo que sigue una narracin, y menos una narracin completa, de laentera vida del Fundador de la Obra para lo que remitimos de nuevo a las bio-grafas ya aludidas, puesto que muchos acontecimientos quedan fuera de laperspectiva que adoptamos; los hechos que narraremos nos permiten, sin embargo,asomarnos a un proceso de honda maduracin interior. Y eso es lo que interesa te-ner presente, en la medida en que contribuye a delinear el contexto del 2 de octu-bre de 1928.

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    7. Entre las biografas del Beato Josemara, destaca la de A. VZQUEZ DEPRADA, El Fundador delOpus Dei , vol. I:Seor, que vea! (1902-1939) , Madrid 1997. Pueden consultarse tambin S. BERNAL,

    Mons. Josemara Escriv de Balaguer. Apuntes sobre la vida del Fundador del Opus Dei, Madrid1976; F. GONDRAND, Al paso de Dios. Josemara Escriv de Balaguer, Fundador del Opus Dei , Madrid1985; P. BERGLAR, Opus Dei. Vida y obra del Fundador, Josemara Escriv de Balaguer , Madrid 1989;A. SASTRE, Tiempo de caminar. Semblanza de Monseor Josemara Escriv de Balaguer , Madrid1990; P. URBANO, El hombre de Villa Tevere. Los aos romanos de Josemara Escriv , Madrid 1995.

    8. Cfr. artculo citado en la nota 2.

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    1. El perodo de la infancia

    Nuestro Seor rememoraba el Beato Josemara, durante una meditacin,el 14 de febrero de 1964 fue preparando las cosas para que mi vida fuese normaly corriente, sin nada llamativo. Me hizo nacer continuaba en un hogar cris-tiano, como suelen ser los de mi pas, de padres ejemplares que practicaban y vivansu fe, dejndome en libertad muy grande desde chico, vigilndome al mismo tiem-po con atencin. Trataban de darme una formacin cristiana, y all la adquir msque en el colegio, aunque desde los tres aos me llevaron a uno de religiosas, y des-de los siete a uno de religiosos9.

    Sus padres, don Jos Escriv y Corzn y doa Mara Dolores Albs y Blanc,pertenecientes ambos a antiguas familias aragonesas, contrajeron matrimonio enBarbastro el 19 de septiembre de 1898. Pronto, el 16 de julio de 1899, naci unahija, Mara del Carmen. Dos aos y medio ms tarde, el 9 de enero de 1902, ve laluz el primer varn: Josemara. Nacen despus tres nias ms: Mara Asuncin(1905), Mara de los Dolores (1907) y Mara del Rosario (1909); y, algunos aosms tarde, en 1919, un ltimo varn: Santiago10.

    La familia Escriv disfrutaba de una situacin econmica desahogada, gra-cias a un comercio de venta de tejidos y fbrica de chocolate del que don Jos eracopropietario. Los primeros aos de Josemara Escriv de Balaguer transcurrentranquilos, ms an, felices. Segn quienes lo conocieron en aquellos aos, era unnio inteligente, muy despierto y vivo, alegre pero no travieso.

    En el Colegio de los Escolapios, donde realiz estudios de primaria y co-menz a cursar el bachillerato11, destac pronto en los estudios. Sus compaeros lo

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    9. Notas tomadas de una meditacin, 14-II-1964 (AGP, P09, p. 69).10. La documentacin sobre esos nacimientos puede encontrarse en el archivo de la Parroquia de

    Nuestra Seora de la Asuncin (Catedral) de Barbastro, excepto la que se refiere a Santiago Escrivde Balaguer que naci en Logroo y fue bautizado en la parroquia de Santiago el Real de esa ciudad.

    11. El Colegio de los Escolapios de Barbastro haba sido fundado a fines del siglo XVII y consta, portestimonios de mediados del siglo XIX, que en esa poca gozaba de fama en las comarcas circundantes.En l coexistan dos planes de enseanza: el que recoga esquema establecido por San Jos de Calasanz,y el de los cursos de Primaria y de Bachillerato desarrollados de acuerdo con las normas dadas por la au-toridad estatal. Las Escuelas eran frecuentadas por un nmero de alumnos que alcanzaba los 150. Deacuerdo con la legislacin de la poca, segn la cual slo los Institutos estatales otorgaban ttulos, losalumnos del Colegio de los Escolapios de Barbastro que estudiaban el Bachillerato iban a examinarse, afinal de cada curso a un Instituto: hasta 1912 al de Huesca y despus al de Lrida. A ambos acudi, pues,Josemara Escriv. Sobre el colegio de Barbastro y los estudios all del Beato Josemara, ver A. VZQUEZDE PRADA El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 43-46 y el apndice documental VIII; M. GARRIDO, Bar-bastro y el Beato Josemara Escriv, Barbastro 1995, pp. 42s.; sobre el ambiente del colegio en aqueltiempo, ver el testimonio Jos Mur Cavero, alumno del colegio en los mismos aos que el Beato Josema-ra y posteriomente sacerdote escolapio (Registro Histrico del Fundador, RHF, D-03268).

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    recuerdan como un buen amigo, muy sociable, poco aficionado a los juegos vio-lentos, de carcter firme y enrgico, sereno y afable. Entre los recuerdos que elpropio Mons. Escriv de Balaguer conservaba se encuentran su capacidad para eldibujo que le llev incluso a pensar en estudiar arquitectura y, sobre todo, suaficin a la literatura desde aos muy tempranos: tendra unos diez cuando leypor primera vez El Quijote, en una edicin en varios tomos y con abundantes lito-grafas, que se encontraba en la biblioteca de sus padres.

    El transcurso del tiempo, y una serie de hechos que le hicieron conocer eldolor, fueron templando su alma. En poco ms de tres aos, entre julio de 1910 yoctubre de 1913, murieron las tres hermanas pequeas de Josemara, sembrando elluto en el hogar. Por estas mismas fechas, algunos reveses econmicos provocaronla quiebra del negocio familiar, y don Jos Escriv se vio obligado, en 1915, a de- jar Barbastro y marchar a Logroo, donde haba encontrado un trabajo que le per-mita sostener a los suyos. Fue para todos, pero especialmente para el cabeza defamilia, una experiencia dura. Don Jos supo, no obstante, hacer frente a la situa-cin con dignidad y hombra de bien, con serenidad, dando a su hijo un ejemploque no olvidara jams. Vi a mi padre rememoraba como la personificacinde Job. (...) Le vi sufrir con alegra, sin manifestar el sufrimiento. Y vi una valen-ta que era una escuela para m, porque despus he sentido tantas veces que mefaltaba la tierra y que se me venia el cielo encima, como si fuera a quedar aplasta-do entre dos planchas de hierro12. No le recuerdo jams sealaba en otra oca-

    sin con un gesto severo; le recuerdo siempre sereno, con el rostro alegre. Ymuri agotado: con slo cincuenta y siete aos muri agotado, pero estuvo siem-pre sonriente. A l le debo la vocacin13.

    En ese contexto recibi Josemara Escriv de Balaguer una formacin cris-tiana recia, honda y sentida. No slo en el colegio, sino, especialmente deacuerdo con su propio testimonio, segn texto ya citado, en su propio hogar. Alo largo de toda su vida, record las oraciones que su madre le ense de pequeo,la alegra de las fiestas de Navidad con la familia reunida junto al Beln, las lucesque en la catedral de Barbastro rodeaban al Sagrario sealando la presencia deCristo sacramentado, el cario y la fe con que sus padres le hablaban de la Virgen,las incidencias del da en que hizo su primera Comunin... Empezamos co-mentaba, por ejemplo, en una homila destinada a poner de manifiesto el itinerarioque conduce a una vida de unin constante con Dios con oraciones vocales, quemuchos hemos repetido de nios: son frases ardientes y sencillas, enderezadas aDios y a su Madre, que es Madre nuestra. Todava, por las maanas y por las tar-

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    12. Notas tomadas de una meditacin, 14-II-1964 (AGP, P09, pp. 70-71).13. Notas tomadas de una meditacin, 1-XII-1966 (AGP, P02, 1968, 328).

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    des, no un da, habitualmente, renuevo aquel ofrecimiento que me ensearon mispadres:oh Seora ma, oh Madre ma!, yo me ofrezco enteramente a Vos (...) 14.Y en trminos igualmente vivos se expresaba hablando de esos otros hechos de suinfancia a los que acabamos de aludir. La fuerza de sus recuerdos muy concre-tos y detallados pone de manifiesto que todos esos sucesos, similares a los co-nocidos por millares de nios hijos de padres cristianos, encontraron particular ecoen su corazn.

    En suma, ya desde nio, la fe recibida en el Bautismo ech, gracias al ejem-plo de sus padres, la enseanza del Catecismo y el influjo de la liturgia, races pro-fundas en su alma. Ese dato debe ser subrayado, pero hay que decir a la vez que enla infancia del futuro Fundador del Opus Dei todo transcurri con absoluta norma-lidad. Su vida cristiana no fue nunca rutinaria, sino autntica y viva, y, al tiempo,sencilla sin sentimentalismos ni conmociones particulares: las perspectivas que elnio y el adolescente Josemara Escriv de Balaguer tena ante sus ojos, las cosasque le atraan y con las que soaba eran las normales en un chico de su edad y de suambiente. Ni por un momento pens en que Dios pudiera llamarle para encomen-darle una misin especial. La idea de una eventual vocacin sacerdotal tampocopas por su mente. As lo coment muchas veces: Yo era un adolescente conta-ba, por ejemplo, en una tertulia con sacerdotes, en Per, el 26 de julio de 1974 yno pensaba ser sacerdote. Ms an: me molestaba el pensamiento de poder serloalgn da (...). Recuerdo que en el colegio estudibamos latn, y a mi no me gusta-

    ba. De una manera necia estoy ahora tan dolido de eso! deca:el latn paralos curas y los frailes ; os acabo de contar este detalle aadi para que ve-is que estaba bien lejos de ser sacerdote15.

    2. Barruntos del querer divino

    Si Josemara Escriv insista, al evocar su infancia, en esa normalidad y enese carcter sbito de su vocacin a los que acabamos de hacer referencia, no erapor un prurito de exactitud, sino porque deseaba poner de manifiesto una realidadque le importaba sobremanera: dejar claro que lo acontecido despus en su vida noera algo nacido de sus aspiraciones, sentimientos, ansias o afanes, sino fruto de

    una libre iniciativa divina: Dios se mete en nuestras vidas sin pedirnos permiso,repiti muchsimas veces, sea en referencia a su propia experiencia, sea en gene-ral, remarcando as la suprema libertad del amor divino16. Y al hablar as se refera

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    14. Esta homila est recogida en el libro Amigos de Dios, el texto citado est en n. 296.15. Notas tomadas de una tertulia, 26-VII-1974 (AGP, P04, 1974-II, pp. 396-398).16. Ver, por ejemplo, Amigos de Dios, n. 175.

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    a sucesos concretos, claramente localizados en el tiempo, que se presentaron siem-pre ante sus ojos como hechos y mociones a travs de las cuales Dios le iba prepa-rando para la misin que definira su vida.

    Tena yo catorce o quince aos cuando comenc a barruntar el Amor, a dar-me cuenta de que el corazn me peda algo grande y que fuese amor17, rememora-ba el 19 de marzo de 1975, pocos meses antes del fin de su vida terrena. Acuden ami pensamiento deca diez aos antes, en la ya citada meditacin del 14 de febre-ro de 1964 tantas manifestaciones del Amor de Dios. El Seor me fue preparan-do a pesar mo, con cosas aparentemente inocentes, de las que se vala para meteren mi alma esa inquietud divina. Por eso he entendido muy bien aquel amor tan hu-mano y tan divino de Teresa del Nio Jess, que se conmueve cuando por las pgi-nas de un libro asoma una estampa con la mano herida del Redentor. Tambin a m me han sucedido cosas de ese estilo, que me removieron y me llevaron a la comu-nin diaria, a la purificacin, a la confesin... y a la penitencia18.

    Trasladmonos a Logroo y concretamente al invierno de 1917-1918. Unclima particularmente duro reinaba durante esas fechas en la capital riojana. Aprincipios de diciembre comenz a nevar y, a partir de esa fecha hasta entrado ene-ro, se mantuvo un tiempo extremadamente crudo; en algunos momentos la tempe-ratura lleg a descender hasta casi 20 grados bajo cero.

    Durante una de esas jornadas de fro intenso, con el suelo cubierto de nieve,

    Josemara an adolescente, camina por una de las calles de Logroo. De repentealgo llama poderosamente su atencin: las huellas dejadas sobre la nieve por lospies descalzos de un fraile carmelita. Siente como un aldabonazo en su alma: hayquien se enfrenta con el fro por amor de Dios, y yo, qu estoy haciendo por Cris-to? Ese pensamiento se clava en su alma y la aguijonea. No es algo pasajero, sinouna inquietud profunda que reclama una respuesta decidida. Ha sido hasta el mo-mento un muchacho trabajador, leal, afable, piadoso, pero advierte ahora que todoeso no basta: ha empezado digmoslo con sus mismas palabras, segn texto ci-

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    17. Notas tomadas de una tertulia, 19-III-1975 (AGP, P09, pp. 215-216).18. Notas tomadas de una meditacin, 14-II-1964 (AGP, P09, p. 72). La escena de la vida de Tere-

    sa de Lisieux, a la que el Fundador del Opus Dei se refiere en ese texto, est contada en Historia de unalma , captulo quinto. Historia de un alma , narracin autobiogrfica de la vida de Teresa del Nio Je-ss preparada en el Carmelo de Lisieux sobre la base de manuscritos dejados por la Santa, se publicen 1898, al ao de su muerte, alcanzando enseguida amplia difusin y siendo traducida en diversaslenguas. Los Manuscritos autobiogrficos , base de Historia de un alma , fueron publicados por prime-ra vez en 1956, en edicin facsmil, y en 1957, en edicin impresa; la escena que nos ocupa se en-cuentra con alguna diferencia redaccional respecto a Historia de un alma en el Manuscrito A,que recoge el relato de su vida compuesto por la Santa en 1895 para la Madre Ins de Jess, su herma-na Paulina, en aquel momento priora del Carmelo de Lisieux.

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    tado ms arriba a barruntar la hondura del amor divino y una sed insaciable deplenitud de entrega bulle en su corazn. Saber que me quieres tanto, Dios mo,y... no me he vuelto loco?; Seor: que tenga peso y medida en todo... menos en elAmor; Cristo ha muerto por ti. T... qu debes hacer por Cristo?: son algu-nas de las frases que, aos ms tarde, en la dcada de los treinta, escribir enCon-sideraciones espirituales y enCamino, y que nos permiten entrever de algn modolos sentimientos que, desde esa escena de un da de invierno, llenaron su corazn19.

    Si la llamada de Dios es neta y determinada, no lo es en cambio su conteni-do: Vi con claridad que Dios quera algo, pero no saba qu era20, comenta el 19de marzo de 1975, y otras muchas veces. En esa situacin de incertidumbre, buscael consejo de ese carmelita: el padre Jos Miguel de la Virgen del Carmen21. Des-pus de dos o tres meses de direccin espiritual, el P. Jos Miguel le sugiere que sehaga carmelita, pero Josemara, aunque no puede percibir con claridad qu es loque Dios quiere de l, advierte que no es esa la voluntad divina. Qu camino to-mar entonces? Una idea se abre paso en su mente: hacerse sacerdote. No es, pro-piamente hablando, que considere el sacerdocio como la respuesta ltima a la in-quietud sembrada por Dios en su alma, sino ms bien que ve en la eleccin delcamino sacerdotal la forma de estar en condiciones de poder dar sin trabas una res-puesta cuando llegue el momento en que Dios le haga conocer por entero sus de-signios. Encaminarse al sacerdocio es una decisin que, al cortar con otros lazos ycondicionamientos, le coloca en una situacin de plena disponibilidad para los

    planes divinos: ya vendr lo que Dios quiera, cuando El quiera y como El quiera.Por qu me hice sacerdote? Porque cre explicar aos despus, hablando desu ordenacin sacerdotal, ocurrida en 1925 que (as) era ms fcil cumplir unavoluntad de Dios, que no conoca. Desde unos ocho aos antes la barruntaba, perono saba qu era, y no lo supe hasta 1928. Por eso me hice sacerdote22.

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    19. Consideraciones espirituales , p. 44 (Camino , nn. 425 y 427) yCamino , n. 299.Consideracio-nes espirituales fue publicado en 1934; reelaborado y ampliado dio origen aCamino , cuya primeraedicin data de 1939. En los puntos en que coinciden citaremos ambas fuentes.

    20. Notas tomadas de una tertulia, 19-III-1975 (AGP, P09, p. 216).21. Los carmelitas, que carecan de convento en Logroo desde mediados del sido XIX, lo haban

    restablecido precisamente a finales de 1917. La crnica de Silvestre de Santa Teresa ( Historia delCarmen Descalzo , t. 13, Burgos 1946, pp. 831-833) detalla que en noviembre de ese ao se instal enLogroo un hermano lego al que, en diciembre, se le unieron dos sacerdotes, los padres Vicente de Je-ss Mara y Jos Miguel de la Virgen del Carmen. El P. Jos Miguel haba nacido en Besande, Len,en 1884; carmelita desde 1901 estuvo en Logroo desde 1917 a 1926, ocupando luego diversos car-gos en la orden; falleci en Oviedo el 23-IX-1942 (datos tomados de las notas necrolgicas apareci-das en las revistas Ecos del Carmelo y Praga, Burgos, 15-XII-1943, pp. 212-214, y El Monte Car-melo, Burgos 44 [1943] 581).

    22. Notas tomadas de una tertulia, 28-III-1973 (AGP, P06, I, p. 279).

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    Cuando, en 1918, decide encaminarse hacia el sacerdocio, Josemara esconsciente de que el paso que se dispone a dar afecta no slo a su persona, sino atoda su familia, que va a verse privada de la ayuda que poda esperar del hijo ma-yor. Esa consideracin le conmueve, pero no le retrae de su decisin, y sin esperarms la comunica a su padre. Un buen da contaba muchos aos ms tarde ledije a mi padre que quera ser sacerdote: fue la nica vez que le vi llorar. El tenaotros planes posibles, pero no se rebel. Me dijo: Hijo mo, pinsalo bien. Lossacerdotes tienen que ser santos... Es muy duro no tener casa, no tener hogar, no te-ner un amor en la tierra. Pinsalo un poco ms, pero yo no me opondr. Y me lle-

    v a hablar con un sacerdote amigo suyo, el Abad de la Colegiata de Logroo23

    .Aquel sacerdote se llamaba don Antoln Oate. Con l, y con otros sacerdo-

    tes conocidos en Logroo por su piedad y su don de consejo don Albino Pajaresy don Daniel Alfaro, capellanes castrenses, don Ciriaco Garrido, cannigo peni-tenciario de la Colegiata, y don Gregorio Fernndez Anguiano, vicerrector del Se-minario, habl Josemara durante este periodo. En esas conversaciones el perfilde lo que poda ser la vida de un sacerdote de aquella poca se precis ante susojos: el trabajo en una parroquia, eventualmente las oposiciones a una canonga, laenseanza o la direccin de un seminario... Aquello continua el texto recin ci-tado no era lo que Dios me peda, y yo me daba cuenta: no quera ser sacerdotepara ser sacerdote, elcura que dicen en Espaa. Yo tena veneracin al sacerdote,pero no quera para m un sacerdocio as24. Lo que Dios le pide es algo distinto.

    Pero a la vez est claro que debe ser sacerdote: Dios quiere su sacerdocio para ser-virse de l con vistas a esos designios que algn da le dar a conocer, y debe portanto seguir ese camino en actitud de completa disponibilidad.

    A fines de mayo de 1918 termin Josemara Escriv de Balaguer el ltimocurso de bachillerato. En octubre de 1918 se incorpor al seminario de Logroocomo alumno externo. Permaneci all dos aos, ya que, en septiembre de 1920,se traslad a Zaragoza para proseguir los estudios teolgicos en la UniversidadPontificia que entonces exista en esa ciudad.

    3. Los aos de Zaragoza

    Yo, casi sin darme cuenta, repeta: Domine, ut videam!, Domine, ut sit! Nosaba lo que era, pero segua adelante, adelante, sin corresponder plenamente a labondad de Dios, pero esperando lo que ms tarde habra de recibir: una coleccinde gracias, una detrs de otra, que no saba cmo calificar y que llamaba operativas,

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    23. Notas tomadas de una meditacin, 14-II-1964 (AGP, P09, p. 72).24. Ibidem .

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    la que preguntaban la leccin sealada, haciendo al filo de las contestaciones co-mentarios o glosas28.

    A las doce y media, terminada la ltima clase, los seminaristas del SanFrancisco dejaban la Universidad Pontificia y volvan a su casa. La comida, a esode la una, era tambin en silencio, mientras se lea algn libro de tema piadoso, ano ser que quien presida concediese autorizacin para hablar. Por la tarde, tras unrato de recreo, de nuevo a clase: una sola esta vez. La jornada se completaba conunas dos horas de estudio, todos juntos en una sala con pupitres preparada al efec-to, cortando el tiempo por la mitad para rezar el Rosario y tener un rato de lecturaespiritual29. A las nueve de la noche tenia lugar la cena, concluyendo el da con unbreve rato de examen de conciencia en la capilla30.

    As transcurrieron los dos primeros cursos que Josemara Escriv de Bala-guer pas en Zaragoza. En septiembre de 1922, el cardenal Juan Soldevila, que re-gentaba la dicesis zaragozana, decidi nombrarlo superior del Seminario, confi-rindole para ello la tonsura31. En junio de 1923 termin el cuarto de Teologa, elltimo de los cursos institucionales, completando los estudios durante el ao aca-dmico 1923-24 mediante un curso de carcter monogrfico. Por esas mismas fe-chas 1923 consider llegado el momento de seguir un consejo que le habadado su padre cuando le habl de hacerse sacerdote: estudiar, adems de las cienciaseclesisticas, la carrera civil de Derecho. Comenz estos estudios como alumno li-bre, aunque asistiendo a clase siempre que se lo permitieron sus obligaciones en elSeminario: as, pensaba, se dispona mejor para cumplir lo que Dios le pidiera.

    Pero con lo dicho, hemos descrito slo el marco exterior de una vida cuyasdimensiones determinantes se sitan a otro nivel, el del espritu, como consecuen-

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    28. Los manuales utilizados estaban escogidos, por lo dems, entre los ms conocidos y acredita-dos de la poca: el Paquet y el Mazella en Teologa Dogmtica; el Sasse en Teologa Sacramentaria;el Ferreres, en Teologa moral; el Cornely, en Sagrada Escritura, etc.

    29. Se lea siempre segn recuerdan los seminaristas de entonces el mismo libro, volviendo a laprimera pgina cada vez que se llegaba a la ltima: el Ejercicio de Perfeccin, de Alonso RODRGUEZ.

    30. El horario descrito es, como es lgico, el de los das normales. Los jueves, por la tarde, solahaber paseo. Marchaban en filas de a dos hasta llegar a las afueras de la ciudad, donde se rompa laformacin. Los domingos y festividades haba tambin paseo y los seminaristas que tenan familia enZaragoza podan ser autorizados a pasar la jornada con ella.

    31. El Seminario de San Francisco estaba dirigido por un rector que era siempre uno de los sa-cerdotes del San Carlos ayudado por dos Inspectores elegidos entre los alumnos. Estos Inspectores,a pesar de ser alumnos, venan as a ejercer una autntica funcin de gobierno, ya que les correspon-da en gran parte el cuidado de la disciplina interna. El Beato Josemara recibi la tonsura el 28 deseptiembre de 1922; dos meses ms tarde el 17 y el 21 de diciembre recibi las rdenes menores.Estas fechas, y las de las ordenaciones posteriores, constan en los expedientes de rdenes que se con-servan en los archivos de la Notara Mayor de la archidicesis de Zaragoza.

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    cia del proceso de profundsima maduracin interior iniciado en Josemara Escri-v de Balaguer desde el momento mismo de los barruntos de Logroo. La con-ciencia de la llamada divina, firmemente arraigada en su corazn desde aquel dadel invierno de 1917-18, se ha ido haciendo cada vez ms penetrante. A aquellaprimera luz han seguido otras las gracias operativas, de que habla el texto ci-tado ms arriba, hasta marcar hondamente todo su ser. Sus afanes e ilusioneshan estado dirigidos hacia las perspectivas que le ha abierto la luz divina: le sonan desconocidas en su concrecin y detalle, pero su confianza en Dios no le per-mite dudar de ellas en lo ms mnimo, y su oracin se vuelca en una peticin cons-

    tante, urgiendo a Dios que haga realidad sus designios. Esa oracin se remansa enlargos ratos junto al Sagrario o ante alguna imagen de la Virgen, pero se expresatambin en frases breves, jaculatorias, que resumen los afanes de su corazn. Nopuedo dejar de recordar rememoraba, aos ms tarde, en una homila sobre vidade fe, comentando la narracin evanglica sobre la curacin del ciego de Jeric(Mc 10, 46 s.) que, al meditar este pasaje muchos aos atrs, al comprobar queJess esperaba algo de m algo que yo no saba qu era!, hice mis jaculato-rias. Seor, qu quieres?, qu me pides? Presenta que me buscaba para algonuevo y el Rabboni, ut videam Maestro, que vea me movi a suplicar a Cris-to, en una continua oracin: Seor, que eso que T quieres, se cumpla32.

    Aunque no habla prcticamente nunca de estos temas, los compaeros de se-minario notan que sus preocupaciones interiores trascienden el mbito de la usual

    vida eclesistica. Y a parecidas conclusiones llegan sus condiscpulos en la Facultadde Derecho: era comenta uno de ellos, el posteriormente notario David Mainaruna personalidad tallada en plena juventud, con un ideal religioso a realizar; lorecuerdo aade otro, el abogado Domingo Fumanal como unromntico deCristo: un enamorado de Cristo; un hombre de fe total en el Evangelio33.

    Una humildad profunda, junto a un desprendimiento igualmente radical, ca-racterizan su vida interior. Porque, no lo olvidemos, en 1917-1918 Dios le ha he-

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    32. Amigos de Dios, n. 197. Y, en Per, el 26 de julio de 1974, contaba: El Seor quiere algo,qu es? Y con un latn de baja latinidad, cogiendo las palabras del ciego de Jeric, repeta: Domine,ut videam! Ut sit! Ut sit! Que sea eso que T quieres y que yo ignoro. Domina, ut sit! (notas tomadasde una tertulia, 26-VII-1974; AGP, P04, 1974-II, p. 398-399). No es esa la nica jaculatoria que repi-te. Cuando yo tena barruntos de que el Seor quera algo y no saba lo que era narraba el 2 de oc-tubre de 1962, deca gritando, cantando, como poda!, unas palabras que seguramente, si no las ha-bis pronunciado con la boca, las habis paladeado con el corazn:ignem veni mittere in terram et quid volo nisi ut accendatur? (Lc 12, 49); he venido a poner fuego a la tierra, y qu quiero sino quearda? Y la contestacin:ecce ego quia vocasti me! (1 S 3, 8), aqu estoy, porque me has llamado (no-tas tomadas de una meditacin, 2-X-1962; AGP, P09, p. 62). Comentarios a esos textos bblicos pue-den encontrarse en Es Cristo que pasa, nn. 120 y 170, y en Amigos de Dios, n. 187.

    33. Los testimonios mencionados se encuentran en AGP, RHF, T-2851 y T 2852.

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    cho notar que quiere algo de l, pero no le ha revelado el contenido de sus deseos.Y, de esa forma, el Fundador del Opus Dei se vio llevado a vivir como recorda-ba en la ya citada tertulia con sacerdotes, en Per, el 26 de julio de 1974 mediociego, siempre esperando el porqu. Por qu me hago sacerdote? El Seor quierealgo; qu es?34. El cardenal Marcelo Gonzlez, arzobispo de Toledo, preguntn-dose por la fuerza interior capaz de explicar la eficacia apostlica del Fundador delOpus Dei, la colocaba en el dejarse llevar, en la posesin de un corazn pobre,no instalado, desprendido, abierto a todo, saturado de confianza en Dios en mediode las mayores pruebas35. Ese abandono total e incondicionado en manos de

    Dios, de que el Beato Josemara Escriv dio pruebas a lo largo de toda su vida, seacrisol durante los once aos pasados en expectativa, a la espera, de una luz divi-na que desvelara el sentido de la inquietud sembrada en su corazn. Caminar as,ser fiel a una llamada que se entrev pero de la que no se conocen el porqu ni elpara qu, perseverar jornada a jornada dispuesto para cualquier cosa, aun la ms in-esperada, vivir al da sin poder hacer planes ni proyectos, es una forja que purificael alma hasta terminar situndola en una plena desnudez ante Dios. La incertidum-bre en que el Seor mantuvo a Josemara Escriv durante largos aos le condujo auna actitud de disponibilidad tan honda que acab siendo consubstancial con lapropia persona.

    Hay un texto que no se refiere especficamente a los aos que estamosconsiderando se trata de un pasaje en dedicado en general al proceso de funda-

    cin del Opus Dei, pero que nos parece oportuno reproducir, ya que ilumina loque estamos intentando exponer. Cuando contemplo el sendero que hemos reco-rrido desde 1928, me veo, hijos, mos como un nio delante de un Padre buensi-mo. A un nio pequeo no se le dan cuatro encargos de una vez. Se le da uno, ydespus otro, y otro ms cuando ha hecho el anterior. Habis visto cmo juegaun chiquillo con su padre? El nio tiene unos tarugos de madera, de formas y decolores diversos... Y su padre le va diciendo: pon ste aqu, y se otro ah, y aquelrojo ms all... Y al final un castillo!36. Pocos prrafos ms adelante reitera lamisma idea: Y para abrir paso a este querer divino, verdadero fenmeno teol-gico, pastoral y social en la vida de la Iglesia, Dios me llevaba de la mano, calla-damente, poco a poco, hasta hacer su castillo: da este paso parece que deca,pon esto ahora aqu, quita esto de delante y ponlo all. As ha ido el Seor cons-truyendo su Obra, con trazos firmes y perfiles delicados, antigua y nueva como laPalabra de Cristo37.

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    34. Notas tomadas de una tertulia, 26-VII-1974 (AGP, P04, 1974-II, pp. 398-399).35. Artculo citado en la nota 2.36. Carta 25-I-1961 , n. 2.37. Carta 25-I-1961 , n. 4.

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    Difcilmente cabe imaginar expresiones en las que el olvido de s, el des-prendimiento propio, la actitud de abandono sean manifestadas de manera msplena. Y, a la vez, ms espontnea, menos dramtica. Ya que Josemara Escrivtuvo una clara conciencia de que la historia entera es como un juguete en las ma-nos de Dios, pero no olvid ni un instante que ese Dios que juega por todo el orbede la tierra ludens in orbe terrarum, dice la Escritura38 es un Dios que ama alos hombres con corazn de padre, un Dios que como dice tambin la Escritura,y precisamente en el lugar recin citado tiene sus delicias entre los hijos de loshombres39.

    La actitud de abandono en las manos de Dios no tuvo jams en el Beato Jo-semara un tono desgarrado, sino al contrario confiado y filial. Y eso, nos parece,como consecuencia de otro rasgo de su fisonoma espiritual, presente ya, y confuerza, desde los aos en el seminario: el hecho de que su docilidad plena a losplanes de Dios estuviera acompaada de una oracin no slo viva, sino sencilla y,podramos aadir, familiar. Un texto significativo para comprender el itinerario dela vida interior del Fundador del Opus Dei es una homila que pronunci en 1967y que fue publicada no mucho despus con el ttulo Hacia la santidad 40. En esahomila, Mons. Escriv de Balaguer comenta en frase ya citada que la vida detrato con Dios comienza con las oraciones aprendidas en la infancia, y va despus,si el alma persevera en la oracin, creciendo paulatinamente. Ese caminar, advier-te, no siempre es fcil, ya que en la vida de todo hombre, aparecen, de una forma

    u otra, pronto o tarde, dificultades y contradicciones que ponen en peligro sus de-seos de fidelidad al ideal cristiano. Al llegar a este punto, se pregunta: Cmo po-dremos superar esos inconvenientes? Cmo lograremos fortalecernos en aquelladecisin, que comienza a parecernos muy pesada? Inspirndonos en el modelo que nosmuestra la Virgen Santsima, nuestra Madre: una ruta muy amplia, que necesaria-mente pasa a travs de Jess41.

    Ir a Dios de la mano de Jess y de Mara. Acercarse a Dios a travs de Jessy de Mara. Y, de esa forma, descubrir, a un tiempo e inseparablemente, la majes-tad y el amor de un Dios que ha querido compartir la condicin humana hasta enlos detalles ms corrientes y familiares. Ese fue el itinerario que sigui el Funda-dor del Opus Dei, y, concretamente, el camino a travs del cual se fragu ese aban-dono a la vez total y confiado, incondicionado y alegre, al que hemos hecho refe-rencia.

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    38. Pr 8, 31.39. Comentarios de Mons. Escriv de Balaguer a ese texto de los Proverbios pueden encontrarse

    en Amigos de Dios, n. 152, y en Es Cristo que pasa, nn. 44 y 102.40. Esta homila est incluida en Amigos de Dios, nn. 294-316.41. Amigos de Dios , n. 299.

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    Durante el tiempo que pas en Zaragoza, haciendo mis estudios sacerdota-les, mientras frecuentaba las aulas de la Facultad de Derecho Civil, mis visitas alPilar eran por lo menos diarias, rememoraba en un articulo de 197042. All, en elPilar, o en cualquier otro sitio, al contemplar una imagen de Nuestra Seora o alpensar en Ella y dirigirle palabras de cario, se va empapando de una verdad pro-funda: Dios ha querido aproximarse tanto a nosotros que se ha hecho hombrenaciendo de mujer, teniendo una Madre que es tambin Madre nuestra. El trato conMara nos conduce hasta Jess y en El, perfecto Dios y perfecto Hombre, descubri-mos el amor de Dios Padre y la fuerza del Espritu Santo. A Jess siempre se va yse vuelve por Mara, escribe enConsideraciones espirituales; y en Santo Rosa-rio redactado tambin a principio de los aos treinta aade: El principio delcamino, que tiene por final la completa locura por Jess, es un confiado amor haciaMara Santsima43.

    En esa vivencia de la cercana de Dios, en esa profundizacin en el misteriode Cristo se inserta, poderosamente, otra realidad fundamental: la Sagrada Euca-rista, de la que habl siempre de forma profundamente sentida, como manifiestan,entre otros textos, algunos puntos deConsideraciones espirituales , que vale lapena citar:

    Considera lo ms hermoso y grande de la tierra..., lo que place al enten-dimiento y a las otras potencias..., y lo que es recreo de la carne y de los sentidos...Y el mundo, y los otros mundos, que brillan en la noche: el Universo entero. Yeso, junto con todas las locuras del corazn satisfechas..., nada vale, es nada y me-nos que nada, al lado de este Dios mo! tuyo!, tesoro infinito, margarita pre-ciossima, humillado, hecho esclavo, anonadado con forma de siervo en el portaldonde quiso nacer, en el taller de Jos, en la Pasin y en la muerte ignominiosa... yen la locura de Amor de la Sagrada Eucarista.

    Humildad de Jess: en Beln, en Nazaret, en el Calvario...Pero mshumillacin y ms anonadamiento en la Hostia Santsima: ms que en el establo, yque en Nazaret y que en la Cruz. Por eso, qu obligado estoy a amar la Misa!(Nuestra Misa, Jess...).

    No te alegra si has descubierto en tu camino habitual por las calles dela urbe otro Sagrario!?44.

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    42. Recuerdos del Pilar, en El Noticiero (Zaragoza, 1-X-1970). Ver tambin La Virgen del Pilar,en Libro de Aragn, Zaragoza 1976, reproducido en Palabra 144-145 (1977) 309-312.

    43. Consideraciones espirituales , p. 52 (Camino, n. 495) ySanto Rosario , 16., Madrid 1975, p.12. Para una ulterior consideracin de la piedad mariana del Fundador del Opus Dei, pueden verse sushomilas Por Mara hacia Jess, La Virgen Santa, causa de nuestra alegra y Madre de Dios,Madre nuestra las dos primeras recogidas en Es Cristo que pasa ; la tercera, en Amigos de Dios ,as como el ensayo de Mons. Javier ECHEVARRA, El amor a Mara Santsima en las enseanzas de

    Mons. Josemara Escriv de Balaguer , en Palabra 156-157 (1978) 7-11.44. Consideraciones espirituales, pp. 45, 45-46 y 30 (Camino, nn. 432, 533 y 270).

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    Las frases recin reproducidas nos permiten intuir el tono de su oracin en esafecha, y desde aos antes. Por lo dems entre los hechos que el Beato Josemara Es-criv conserv en la memoria sobre sus aos de Zaragoza ocupa un lugar de relieveel recuerdo de las largas horas que pas en oracin ante el Sagrario de la iglesia deSan Carlos45, y el de la emocin profunda le temblaban las manos con la que,siendo dicono, tom por primera vez entre sus dedos la Hostia Consagrada para ad-ministrar la Comunin46. Otro recuerdo, intranscendente en apariencia, contribuyetambin a descubrirnos su alma. Me acuerdo contaba el 30 de marzo de 1964de una escena que presenci hace bastantes aos, en Zaragoza, en un bar se llama-

    ba Gambrinus que no s si seguir existiendo. Haba en aquel caf un grupo dehombres y, entre ellos, un torero famoso. Se paraba la gente a contemplarlo. Un niosali de la muchedumbre, pas una mano por el traje del hombre que todos admira-ban, y volvi con la cara radiante, diciendo a gritos: lo he tocado!47. Muchas vecesevoc ese suceso, aplicndolo a nuestrotocar a Cristo en la Palabra y en el Pan, enla oracin y en la Eucarista48, seal de que aquella escena vista casualmente en unacalle zaragozana qued grabada en su alma y fue tema frecuente de su oracin.

    4. Entre nios y enfermos de Madrid

    El 28 de marzo de 1925 recibi Mons. Escriv de Balaguer el presbiterado.Dos das ms tarde, en la ms absoluta intimidad su padre haba fallecido pocosmeses antes, el 27 de noviembre de 1924, celebr la Primera Misa en la SantaCapilla de la Virgen del Pilar. Inmediatamente despus, sali para Perdiguera, unpueblecito de la tierra aragonesa a donde le llevaba su primer encargo pastoral: re-gente de la parroquia. Permaneci all slo dos meses, pero fue no obstante un pe-rodo intenso, del que conserv muchos recuerdos49. Amediados de mayo regres a

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    45. Las rememor, entre otros momentos, el 22 de octubre de 1960 cuando, despus de muchos aosde ausencia, tuvo oportunidad de volver a Zaragoza y al Seminario de San Carlos. En la iglesia del SanCarlos, sealando un balcn o tribuna que da a la zona del presbiterio, a media altura, a poca distanciadel Sagrario, coment: Aqu he pasado yo muchas horas rezando.... Sobre estas horas de oracin, muycercano al tabernculo, ver A. VZQUEZ DEPRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 176-177.

    46. En esta casa de San Carlos he recibido yo la formacin sacerdotal. (...) Aqu, en este altar, yome acerqu tembloroso para coger la forma sagrada y dar por primera vez la Comunin a mi madre.No imaginis... voy de emocin en emocin. As comenz la homila que pronunci durante la cele-bracin de la Misa en la iglesia del Seminario de San Carlos, con ocasin de la visita a Zaragoza yamencionada en la nota anterior (AGP, P03, XII-1960, p. 25).

    47. Notas tomadas de una meditacin, 29-III-1964 (AGP, Seccin A, 51).48. Cfr.Camino, n. 87.49. Perdiguera est situado a 25 kilmetros de Zaragoza, en la carretera hacia Sariena; en 1925 la

    parroquia all erigida tena a su cargo la atencin espiritual de 850 personas, habitantes en el ncleourbano o esparcidas por los 100 kilmetros cuadrados que abarcaba el trmino municipal.

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    Zaragoza a fin de poder completar los estudios de Derecho. A ese trabajo se dediccon intensidad, al mismo tiempo que daba clases en una academia para contribuir alsostenimiento de su familia, atenda una capellana50 y desempeaba algunos otrosencargos pastorales que le fueron encomendados por la autoridad diocesana.

    En enero de 1927 se present al ltimo de los exmenes de Licenciatura deDerecho. Poco despus llev a la prctica una decisin en la que probablementevena meditando desde tiempo atrs: marchar a Madrid. Ese traslado se relacionacon la prosecucin de los estudios jurdicos hasta la obtencin del ttulo de Doctor,cuya colacin, en aquel tiempo, estaba reservada a la Universidad madrilea. Perodetrs de ese paso hubo razones ms hondas, relacionadas con su situacin gene-ral y con la constante actitud de disponibilidad ante Dios que ha caracterizadotodo su comportamiento desde 191851.

    En abril de 1927, apenas terminada la Semana Santa y obtenido el corres-pondiente permiso de su obispo, se traslad a la capital de Espaa52. Enseguida ini-ci los trmites para comenzar los estudios de doctorado en Derecho y busc untrabajo sacerdotal. En junio era ya capelln del Patronato de Enfermos, una laborbenfico-asistencial que le puso en relacin con algunos de los ambientes ms ne-cesitados del Madrid de aquella poca53. Al contemplar la situacin de abandonomaterial y, sobre todo, humano y espiritual, en que muchas personas vivan, su co-razn se sinti hondamente conmovido y su afn de almas se desbord. Parececomo si su celo sacerdotal, al llegar a Madrid, se expandiera sin frenos por un am-plio campo en el que tena plena posibilidad de ejercer todas las funciones propiasde su ministerio y desgranar sin trabas sus deseos de entrega.

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    50. En la iglesia de San Pedro Nolasco, destruida aos ms tarde para dar paso a la actual iglesiade los Sagrados Corazones.

    51. Ver al respecto A. VZQUEZ DEPRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 233s.52. Sobre este traslado y la posterior incardinacin en Madrid, ver B. BADRINAS, Josemara Escriv

    de Balaguer, sacerdote de la dicesis de Madrid , en Cuadernos del Centro de Documentacin y Estu-dios Josemara Escriv de Balaguer, seccin del Anuario de Historia de la Iglesia, 8 (1999) 605s.

    53. El Patronato de Enfermos era y sigue siendo, ya que todava existe una labor promovidapor la congregacin religiosa de las Damas Apostlicas del Sagrado Corazn de Jess. Las DamasApostlicas fundadas a principio de siglo por una joven aristcrata madrilea, Luz Rodrguez Ca-sanova se ocupaban en el Madrid de aquel momento, de una parte, en la gestin de escuelas en lasque se enseaba el Catecismo y se daba educacin primaria a hijos de familias menesterosas, y, deotra en la atencin domiciliar a enfermos y moribundos y en la asistencia a pobres y enfermos en eledificio del Patronato, situado en la calle de Santa Engracia. Aunque la congregacin contaba, en1927, slo con diez religiosas, su labor era muy amplia, ya que, con la ayuda de numerosas seoras ychicas que colaboraban con ellas, dirigan unas setenta escuelitas en diversos barrios madrileos, visi-taban anualmente a unos 4.000 enfermos y moribundos, distribuan diariamente unas 300 comidas ysostenan en el Patronato una clnica con una veintena de camas (datos tomados del Boletn trimes-tral del Patronato de Enfermos, en los nmeros publicados por aquellas fechas).

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    Sin descanso, el Beato Josemara Escriv recorri Madrid en las ms varia-das direcciones de Chamartn a Usera, de Atocha a Tetun para explicar el ca-tecismo o confesar a unos nios, para asistir a un moribundo o para llevar la Co-munin a un enfermo... Horas y horas por todos los lados, todos los das, a pie deuna parte a otra..., evocar aos ms tarde, el 19 de marzo de 197554. Saba bienque esa actividad no estaba llamada a ser el panorama definitivo de su vida losbarruntos divinos continuaban sembrando la inquietud en su alma y preparndolepara algo que habra de venir, pero perciba a la vez que su espera no poda serpasiva y se volcaba en la tarea que, de momento, Dios haba colocado ante l. De

    hecho, su mundo interior continu desarrollndose, en diversas direcciones, sibien sus recuerdos nos permiten advertir que, entre otros muchos puntos de la as-ctica cristiana, profundiz en la vida de infancia y en el sentido del dolor.

    Al tratar con los nios, a los que habla y confiesa en largos ratos de cate-quesis preparatoria para la Primera Comunin, comprueba la espontaneidad, sen-cillez y audacia con la que los chiquillos actan, y eso le lleva a pensar en su situa-cin frente a Dios: en esos barruntos, en esas inquietudes sobrenaturales que leacucian y frente a los que se reconoce poca cosa: no valgo nada, no tengo nada,no puedo nada como dir a veces55. Su fuerza concluye ha de estar en el sernio: en el saberse desvalido y, por tanto, capaz de todo a travs de la oracin.Cuando trabajaba con nios contaba en el ya citado rato de tertulia con sacer-dotes en Per, el 26 de julio de 1974, aprend de ellos lo que he llamado vida de

    infancia. All cada uno! El que no se sienta movido por Dios para seguir por ah,que no vaya. A m se me meti en el corazn tratando a los nios. Aprend deellos, de su sencillez, de su inocencia, de su candor, de contemplar que pedan laluna y haba que drsela. Y aadi, cambiando el tono de voz: Yo tena que pe-dirle a Dios la luna: Dios mo, la luna!56.

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    54. Notas tomadas de una tertulia, 19-III-1975 (AGP, P09, p. 217).55. Por ejemplo en la meditacin de 19-III-1975, donde vuelve sobre ese tema dos veces. Primero

    aludiendo a sus barruntos, en los aos 1918 y siguientes: Ya vendra lo que fuera... De paso me dabacuenta de que no serva, y haca esa letana, que no es falsa humildad, sino de conocimiento propio: novalgo nada, no tengo nada, no puedo nada, no soy nada, no s nada.... Despus en referencia a aosposteriores y a su accin de gracias al ver el desarrollo alcanzado por el Opus Dei: Vea el camino quehemos recorrido, el modo, y me pasmaba. Porque, efectivamente, una vez ms se ha cumplido lo quedice la Escritura: lo que es necio, lo que no vale nada, lo que se puede decir casi ni siquiera exis-te..., todo eso lo coge el Seor y lo pone a su servicio (ambos textos en AGP, P09, p. 216).

    56. Notas tomadas de una tertulia, 26-VII-1974 (AGP, P04, 1974-II. pp. 403-404)). Sobre la vidade infancia vase el captulo Infancia espiritual deConsideraciones espirituales (pp. 81-93); enCa-mino se mantiene exactamente el mismo contenido, pero dividido en dos captulos: Infancia espiri-tual y Vida de infancia (nn. 852-928). Para una perspectiva histrica acerca de este punto de lavida interior del Beato Josemara, ver A. VZQUEZ DEPRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp.404s. Desde una perspectiva teolgica, ver F. OCRIZ-I. DE CELAYA, Vivir como hijos de Dios. Estu-dios sobre el Beato Josemara Escriv, Pamplona 1993.

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    El otro rasgo al que nos referamos brot tambin de su trabajo sacerdotal.El contacto con las mseras condiciones de vida que presentaban algunos de losbarrios extremos de Madrid anlogos a los de otras grandes urbes desarrolladasa lo largo del siglo XIX y del XX le hizo como tocar con la mano el dolor y eldesamparo en sus formas ms agudas. Da tras da estuvo en relacin constante conquienes, reducidos por una razn u otra a la mendicidad, acudan a los comedoresdel Patronato, as como con enfermos que yacan deshauciados, en barrios de arra-bal, en condiciones a veces dursimas. Sufri hondamente y se esforz por ofrecera esos hombres y mujeres la poca ayuda material que estaba a su alcance y, sobre

    todo, ese cario y esa palabra de fe de los que el hombre tiene ms necesidad quede la misma comida. Advirti a la vez que, en esas situaciones lmite, enfrentadascon el sufrimiento, con la soledad, con la miseria, con la muerte, las almas puedencaer en la abyeccin, pero tambin ir al fondo de su propio ser y elevarse con unaespecial radicalidad hasta las cumbres del espritu.

    El 5 de junio de 1974, en un encuentro en So Paulo con un grupo de perso-nas de profesiones diversas, un mdico cardilogo le habl del impacto que el do-lor y la perspectiva de la muerte causaban a los enfermos. Te voy a contar con-test una ancdota, hijo mo. Haba un sacerdote joven que deba cumplir unamisin... mundial (...). Le gustaba mucho visitar a los enfermos pobres, y una vezse encontraba como tantas a la cabecera de un muchacho joven, moribundo,de sos que a ti te apenan. A m me apenan tambin, pero en aquel momento le

    tuve envidia. Vi que aquella alma se iba derecha, purificada, al Seor y le dije: tetengo envidia! Se fue muy consolado, muy contento. Quiz t continu, al-guna vez, tendrs un poco de envidia ante esos moribundos; y otras veces un pocode pena, porque les falta conformidad cristiana. Reza por ellos. S buen mdico,como eres; buen cristiano, como eres; y hars una gran labor57.

    Por la noche de ese mismo da, en otro rato de charla, tuvo ocasin de com-pletar su recuerdo. Hablando sobre el valor y la importancia del trabajo coment,en un determinado momento, que el cristiano debera tener ilusin por vivir mu-chos aos para as poder servir al Seor con una intensa vida de apostolado y mo-rir bien exprimido, como un limn; luego, detenindose, aadi: Es muy cmodomorirse. No es bueno ni es nuestro espritu. La nica vez que lo he deseado porunos momentos, lo cont ya: fue a la cabecera de aquel moribundo, siendo yo sa-

    cerdote joven. Le tuve envidia. Dije: ste se va al Cielo! Adems pens que esaspalabras le consolaban, como le consolaron efectivamente. El Seor me premi,porque fui haciendo oracin desde all abajo aquello era un descampado su-biendo hasta Atocha y andando despus hasta Santa Engracia58.

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    57. Notas tomadas de una tertulia, 5-VI-1974 (AGP, P04, 1974-I, p. 118).58. Ibidem .

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    Fruto de ese y de otros parecidos ratos de oracin fue una honda profundi-zacin en el lugar que al dolor, como fragua del alma, como fuente de expiacin,le corresponde en la economa del espritu59. Y, a la vez y como consecuencia, unconvencimiento firmsimo: no hay eficacia verdadera ms que a travs de un amorllevado hasta sus ltimas consecuencias, hasta la entrega plena, hasta la identifica-cin con la Cruz, hasta la aceptacin del dolor que, de una forma u otra, acompa-a inevitablemente el caminar humano. De ah, una jerarqua de medios que for-mular ms tarde con trminos inequvocos: La accin nada vale sin la oracin:la oracin se avalora con el sacrificio; Primero, oracin; despus, expiacin; en

    tercer lugar, muy en tercer lugar accin60

    .Cuando, el 2 de octubre de 1928, el querer divino se le manifieste con plenitud

    y la misin para la que Dios le destina aparezca ante sus ojos con contornos defini-dos, la conviccin que se ha ido radicando en su alma aflorar con especial pujanza.Si ha de sacar adelante una misin divina, habr de apoyarse en la oracin y en el sa-crificio. Y, por consiguiente, se exigir a s mismo y acudir a aquellas almas que,probadas por el dolor, pueden encontrarse muy cerca de Dios. Fui a buscar fortalezarememoraba el 19 de marzo de 1975 en los barrios ms pobres de Madrid. Ho-ras y horas por todos los lados, todos los das, a pie de una parte a otra, entre pobresvergonzantes y pobres miserables, que no tenan nada de nada; entre nios con losmocos en la boca, sucios, pero nios, que quiere decir almas agradables a Dios (...).Fueron muchas horas en aquella labor, pero siento que no hayan sido ms. Y en los

    hospitales, y en las casas donde haba enfermos, si se pueden llamar casas a aquellostugurios... Eran gente desamparada y enferma; algunos, con una enfermedad que en-tonces era incurable, la tuberculosis. Fueron continu diciendo unos aos in-tensos, en los que el Opus Dei creca para adentro sin darnos cuenta. Pero he queridodeciros (...) que la fortaleza humana de la Obra han sido los enfermos de los hospita-les de Madrid: los ms miserables; los que vivan en sus casas, perdida hasta la lti-ma esperanza humana; los ms ignorantes de aquellas barriadas extremas61.

    II. El 2 de octubre de 1928

    Prescriba el Cdigo de Derecho Cannico que los sacerdotes seculares seretirasen, al menos cada tres aos, para unos Ejercicios Espirituales. La praxis iba,

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    59. Cfr.Camino, n. 234. Ver tambinConsideraciones espirituales, pp. 23-25 (Camino, nn. 208,213-215, 218, 220-222, 224-229), as como los textos y hechos narrados por G. HERRANZ, Sin miedoa la vida y sin miedo a la muerte, en AA.VV., En memoria de Mons. Josemara Escriv de Balaguer,Pamplona 1976 , pp. 133-173 y por A. VZQUEZ DEPRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 423s.

    60. Consideraciones espirituales , p. 14 (Camino , nn. 81-82).61. Notas tomadas de una tertulia, 19-III-1975 (AGP, P09, pp. 217-218).

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    en la Espaa de los aos veinte, ms all de la ley, y bastantes sacerdotes solan ha-cerlos anualmente. Para facilitar esa prctica, en la dicesis de Madrid se organiza-ban diversas tandas, algunas de ellas en la Residencia de los Misioneros de San Vi-cente de Pal. Era esta Residencia un amplio casern, con fachada de ladrillo visto,construido a fines del siglo XIX, segn el estilo y la disposicin corrientes en mu-chos edificios religiosos de aquel tiempo: de planta rectangular y cuatro pisos de al-tura, la edificacin se estructuraba en torno a un gran patio central; en el interior,amplios y largos pasillos daban acceso a las habitaciones, sencillas y austeras.

    All se dirigi Josemara Escriv de Balaguer el 30 de septiembre de 1928para participar en una tanda de Ejercicios destinada a durar hasta el 6 de octubre.El segundo da de ese retiro espiritual, el martes 2 de octubre, fiesta de los SantosAngeles Custodios, despus de haber celebrado la Santa Misa, revivi, recogidoen su habitacin, los afanes que, desde hace once aos, Dios ha sembrado en sualma. A lo largo de todo ese tiempo, el Seor le haba ido sugiriendo horizontes yconcediendo luces que estaban como grabadas a fuego en su corazn y en su men-te. Para garantizar el recuerdo, haba adoptado adems la precaucin de tomar al-gunas fichas. Esa maana sac una vez ms esas fichas y se dispuso a ordenarlaspara releerlas y meditarlas62.

    De pronto las anotaciones que tiene ante sus ojos se desvanecen. Una vezms, y ahora con particular plenitud, Dios se mete en su vida y le hace ver, comoiluminados por un foco de potentsima luz, los presentimientos y atisbos anterio-res, a la par que los completa y los proyecta hacia el futuro. Las diversas inspira-ciones y llamadas, su esfuerzo personal por ser fiel a los dones divinos, las ilusionesy afanes que las anteriores intervenciones de Dios haban suscitado en su alma,todas esas realidades, que eran hasta entonces como piezas sueltas de un mosaicoan sin componer, adquieren de repente sentido preciso bajo la luz superior queDios ahora le comunica y que lo sita ante un proyecto divino claro y decisivo.En meses y aos posteriores nuevas iluminaciones divinas irn completado elmosaico, pero ya desde ahora, desde ese 2 de octubre de 1928, conoce el caminoque Dios le traza, lo que Dios quiere, el porqu de los vericuetos a travs de loscuales el Seor le ha ido llevando, lo que debe ser su vida en lo sucesivo, lo quesern como fruto de cuanto Dios ahora le manifiesta las vidas de miles y mi-les de personas, en todo el mundo, a lo largo de los siglos.

    Con la conmocin propia de quien es objeto de una intervencin extraordi-naria de Dios, el Beato Josemara Escriv, en la tranquilidad de aquella maana

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    62. Para completar la evocacin del 2 de octubre de 1928 que aqu esbozamos convendr consul-tar A. VZQUEZ DEPRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 288s.; una amplia reflexin de carc-ter teolgico al respecto puede encontrarse en A. ARANDA, El bullir de la sangre de Cristo. Estudiosobre el cristocentrismo del beato Josemara Escriv , Madrid 2000, pp. 81s.

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    del 2 de octubre de 1928, percibi con luz especialsima la universalidad de la lla-mada de Dios, y ante su vista se abri un panorama amplsimo, ilimitado, de cris-tianos de las ms diversas condiciones y latitudes santificndose en medio de lasocupaciones profesionales y de los quehaceres ms diversos: artesanos y obreros,campesinos y hombres de negocios, profesores universitarios y personas de pocacultura, casados y solteros..., todos, sin excepcin, llamados por Dios a la intimi-dad con l; todos, all donde estn, en el taller, en la fbrica, en la sencillez delpropio hogar, en la quietud de los campos o en el ajetreo de la vida ciudadana,pueden y deben realizar con plenitud su condicin de cristianos, amando el mundo

    como lugar del encuentro con Cristo y de la manifestacin de su gracia.Para eso lo quiere Dios, para eso sembr hace ya aos la inquietud en sualma: para que dedique su vida entera a propagar entre los hombres la llamada di-vina a la santificacin, promoviendo una obra a la que ms adelante designarcon el nombre de Opus Dei cuyo fin sea precisamente difundir la bsqueda dela santidad y el ejercicio del apostolado en medio del mundo, entre personas entre-gadas a las ms variadas tareas civiles y seculares. Padre, y aquel 2 de octubre de1928...?, rememorar aos ms tarde, el 2 de octubre de 1964. Aquel da pro-sigui diciendo el Seor, en su Providencia, quiso que en el seno de la IglesiaSanta, de la Iglesia Catlica, que por ser romana es universal, naciera esta peque-a simiente que hoy est produciendo frutos en tantos miles de corazones de todaslas razas, de tantos pases63.

    Y mientras eso ocurra, mientras la luz de Dios invada su alma, las campa-nas de una iglesia cercana, la de Nuestra Seora de los Angeles, repicaban feste- jando a su patrona. Su sonido, atravesando la distancia, llega claro y distinto hastael lugar en que se encuentra, constituyendo como el contrapunto de su honda vi-vencia interior. Nunca han dejado de sonar en mis odos esas campanas, dirdespus, muchas veces64.

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    63. Notas tomadas de una meditacin, 2-X-1964 (AGP, P06, VI, 284-285).64. An resuenan en mis odos comentaba, por ejemplo, en la ya citada meditacin del 14-II-

    1964 las campanas de la iglesia de Nuestra Seora de los ngeles, festejando a su Patrona (AGP,P09, p. 73). En las incidencias revolucionarias y blicas que conoci Madrid en la dcada de los aostreinta, las campanas de la iglesia de Nuestra Seora de los Angeles situada en una de las encruci- jadas ms conocidas de Madrid, la glorieta de Cuatro Caminos se destrozaron o perdieron. Slo sesalvo una que est ahora, conservada como recuerdo, en el Santuario de Torreciudad, instalada junto aun altar al aire libre. Cerca de ella, una lpida, colocada despus del fallecimiento del Beato Josema-ra, reza as: Durante la maana del da 2 de octubre de 1928, mientras volteaban esta y las demscampanas del templo madrileo de Nuestra Seora de los Angeles y suban al cielo sus taidos de ala-banza, Mons. Josemara Escriv de Balaguer recibi en su corazn y en su mente la semilla divina delOpus Dei. En el mes de octubre de 1972, esta campana fue ofrecida a nuestro Padre, y dispuso que secolocara en este lugar, para que su repique de jbilo acompae al Seor siempre que en este altar secelebre el santo sacrificio de la Misa. Gloria a Dios y a su Madre la Virgen.

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    A lo largo de su vida, el Fundador de la Obra tuvo que referirse en bastan-tes ocasiones a lo ocurrido el 2 de octubre de 1928: no poda por menos de hacer-lo, como es obvio, tratndose de la fecha fundacional de la Obra. Fue siempre muysobrio, ms an, escueto65. De ordinario, se limit a decir que en ese davio em-ple siempre esta palabra la Obra. Su resistencia a descender a detalles naca desu humildad siempre rehuy todo lo que de una forma u otra, condujera a hablarde su persona, pero tambin, y quiz sobre todo, de su preocupacin por apartara quienes le escuchaban de actitudes milagreras, para conducir la atencin hacialo fundamental: la santificacin de la vida ordinaria66. El fundamento de la Obra

    deca en 1968 no son los milagros, ni las manifestaciones sobrenaturales decarcter extraordinario, que las ha habido porque Dios ha querido, sino la filiacindivina, el trabajo constante de cada da, siempre con optimismo y buena cara67.

    Pero si fue parco en el descender a detalles, subray siempre con plena niti-dez el punto central: la iniciativa divina. Carsimos: en mis conversaciones convosotros repetidas veces he puesto de manifiesto notemos que este texto datadel 19 de marzo de 1934 que la empresa, que estamos llevando a cabo, no esuna empresa humana, sino una granempresa sobrenatural, que comenz cum-plindose en ella a la letra cuanto se necesita para que se la pueda llamar sin jac-tanciala Obra de Dios . A continuacin, y haciendo referencia a algunos rasgosde la situacin del momento, prosigue de forma an ms explcita: La Obra de

    Dios no la ha imaginado un hombre, para resolver la situacin lamentable de la

    Iglesia en Espaa desde 1931. Hace muchos aos aade, completando laidea, que el Seor la inspiraba a un instrumento inepto y sordo, que la vio porvez primera el da de los Santos Angeles Custodios, dos de octubre de mil nove-cientos veintiocho (...). No olvidis, hijos mos, que no somos almas que se unen aotras almas, para hacer una cosa buena. Esto es mucho... pero es poco. Somosapstoles quecumplimos un mandato imperativo de Cristo 68.

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    65. Ver a este respecto las consideraciones que hace S. BERNAL, Mons. Josemara Escriv de Ba-laguer, cit., pp. 99-101.

    66. No necesito milagros: me sobra con los que hay en la Escritura. En cambio, me hace faltatu cumplimiento del deber, tu correspondencia a la gracia:Camino , n. 362. Ver tambin el n. 583,que completa el anterior.

    67. Notas tomadas de una meditacin, 2-X-1968 (AGP, Seccin A, 51).68. Instruccin 19-III-1934, n. 1. Estas palabras de 1934 presuponen el contexto concreto de aqul

    momento es decir, la compleja situacin espaola de la poca, que estaba dando lugar al surgir demltiples iniciativas apostlicas, ms o menos estables, ms o menos definidas, si bien, en su casi to-talidad, puramente coyunturales y de horizonte exclusivamente local, pero lo trascienden. El Fun-dador del Opus Dei toma ocasin, en efecto, de aquella situacin para marcar con claridad el origensobrenatural del Opus Dei no slo ante quienes le rodeaban, sino ante los fieles del Opus Dei de todoslos tiempos.

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    La fuerza de estas frases escritas en 1934 hace innecesarias otras citas. In-sistamos slo en un punto. La luz que el Fundador del Opus Dei recibi el 2 de oc-tubre de 1928 no fue una inspiracin genrica, sino una iluminacin precisa y de-terminada. Ciertamente, con los aos, el Seor le comunic luces nuevas y laexperiencia vivida le ayud a profundizar en la inspiracin entonces recibida, per-cibiendo nuevas facetas y alcanzando formas de expresin que contribuyeron aperfilar cada vez con ms nitidez el espritu y el apostolado del Opus Dei. Pero to-dos esos desarrollos se retrotraen al 2 de octubre de 1928 y encuentran en l su en-caje69. Fue en esa da cuando, por reiterar su propia expresin,vio el Opus Dei.

    III. Abriendo caminos nuevos

    1. En los inicios de una labor fundacional

    A partir de ese 2 de octubre la vida del Beato Josemara Escriv de Balaguertom un sesgo nuevo. Sus ocupaciones continuaron siendo las mismas que antes,pero la luz recibida y la misin que de ella deriva llenaron su conciencia y le lleva-ron a poner en juego todas sus energas para realizar el querer divino. Me puse atrabajar, y no era fcil, comentaba el 2 de octubre de 196270. Abrir camino nuncalo es. Pero no se arredra. Se comienza como se puede. Despus, la funcin crea

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    69. La firmeza y la precisin de horizonte con que el Fundador del Opus Dei hablaba, ya en los pri-meros tiempos, es uno de los hechos que ms llamaron la atencin a quienes entonces le trataron, comotestimonian no slo los primeros miembros de la Obra, sino tambin y el dato es quiz ms signifi-cativo algunos sacerdotes amigos suyos a los que abri entonces, en confidencia, su alma. Uno deellos, Mons. Jos Mara Garca Lahiguera, en aquel tiempo director espiritual del seminario de Madridy despus arzobispo de Valencia, recuerda, refirindose a conversaciones de 1932, que el Beato Jose-mara le habl del Opus Dei, trazando ante sus ojos un panorama de apostolado y servicio a la Iglesiaque atraa, maravilloso; la Obra de que me hablaba no era una cosa vaga, imprecisa, sino algo perfecta-mente real y concreto (testimonio recogido en Beato Josemara Escriv de Balaguer, un hombre de

    Dios. Testimonios sobre el Fundador del Opus Dei , Madrid 1994, p. 149). Mons. Laureano Castn La-coma, obispo de Sigenza-Guadalajara, que lo conoci en 1926 en el pueblo de Fonz, cercano a Bar-bastro, al que los Escriv de Balaguer solan ir durante los veranos, cuenta a su vez: En alguna deaquellas ocasiones entre los aos 1929 y 1932, dimos varios paseos, a solas, conversando largamente(...). Me habl de la fundacin que el Seor le peda llamndola la Obra de Dios. Aunque deca que es-taba trabajando para realizarla, me hablaba de todo como si fuese una cosa ya hecha: tal era la claridadcon la que ayudado por la gracia de Dios la vea proyectada en el futuro ( Monseor Escriv de

    Balaguer. Un hombre de fe, en La Provincia [Las Palmas de Gran Canaria, 1-X-1978]). En trminosmuy parecidos, aunque referentes a una fecha algo posterior, se expresa tambin el obispo titular deGrado, Fray Jos Lpez Ortiz, al que el Fundador del Opus Dei conoci en Zaragoza y con el que man-tuvo una amistad entraable: Mons. Josemara Escriv de Balaguer. Recuerdos de una amistad, enPalabra, 163 (1979) 117-120.

    70. Notas tomadas de una meditacin, 2-X-1962 (AGP, P09, p. 58).

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    el rgano, escribir aos ms tarde enCamino 71, con frase en la que puede haberresonancias autobiogrficas, y que, en cualquier caso, expresa lo que fue de hechosu comportamiento: desde el mismo 2 de octubre se puso en movimiento buscandopersonas a las que comunicar el ideal que Dios haba hecho brillar en su interior.

    En medio de ese esfuerzo, una pregunta, capaz de condicionar su actuacinfutura, aflora de tanto en tanto en su mente. En alguna ocasin, durante aos ante-riores, al or hablar de la fundacin o constitucin de instituciones, a veces con ob- jetivos muy reducidos, se haba preguntado: para qu fundar lo que ya existe?,no sera mejor aportar el propio esfuerzo a algo ya existente? Ahora, al advertirque Dios le pide que d vida a una obra, se siente inclinado a hacerse la mismapregunta: no habr tal vez alguna institucin que persiga esos fines que Dios leha hecho conocer? Y, si as fuera, no debera quiz vincularse a ella, cumpliendola voluntad divina sin necesidad de dar origen a algo nuevo? Comienza a infor-marse y a pedir datos, escribiendo incluso a pases lejanos, apenas oye hablar dealgo que, aunque sea remotsimamente, quizs ofrezca la posibilidad de presentaralguna semejanza con lo que Dios le ha hecho ver. Siempre llega al mismo resul-tado: nada coincide con lo que Dios quiere de l.

    Pero su preguntarse interior no cesa hasta que un da Dios le hace compren-der que ese pensar, sin razn alguna, en la posibilidad de que hubiera institucionescomo aquella cuya semilla senta en su corazn, era en realidad una tentacin, unpensamiento vano que deba rechazar, sin concederle ni un minuto ms de tiempo.Y que efectivamente rechaz. As, aos ms tarde, en una de susCartas dirigidasa miembros del Opus Dei, pudo escribir: Muchas veces aunque no soy amigode comedias he tenido la tentacin de ponerme de rodillas, para pediros perdn,hijos mos, porque con esa repugnancia a las fundaciones, a pesar de tener abun-dantes motivos de certeza para fundar la Obra, me resist cuanto pude: srvame deexcusa, ante Dios Nuestro Seor, el hecho real de que desde el 2 de octubre de1928, en medio de esa lucha ma interna, he trabajado por cumplir la Santa Volun-tad de Dios, comenzando la labor apostlica de la Obra72.

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    71. Camino , n. 488.72. Carta 9-I-1932 , n. 84. Hasta 1930 hablaba del Opus Dei sin darle nombre concreto, abriendo, ante

    aquellos a quienes trataba, horizontes de vida cristiana en el mundo y refirindose genricamente a una obrade apostolado que debera crecer y desarrollarse. Un da, una de las personas a las que haba comunicado losafanes que le movan le pregunt: Cmo va esa Obra de Dios?. Fue explicaba Mons. Alvaro delPortillo, recogiendo cosas odas a Mons. Escriv de Balaguer una llamarada de claridad: puesto que de-bera llevar uno, se era el nombre: Obra de Dios,Opus Dei, operatio Dei, trabajo de Dios; trabajo profesio-nal, ordinario, hecho por personas que se saben instrumentos de Dios; trabajo realizado sin abandonar losafanes del mundo, pero convertido en oracin y en alabanza del Seor Opus Dei en todas las encruci- jadas de los caminos de los hombres (citado por S. BERNAL, Mons. Josemara Escriv de Balaguer , cit., p.105). Para ms datos sobre este punto, ver A. VZQUEZ DEPRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 330s.

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    Muy pronto plante a algunos la posibilidad de un compromiso pleno conlos ideales que la Obra implica, y un grupo pequeo pero nutrido se forma a su al-rededor: Haba recordaba el 19 de marzo de 1975 una representacin de casitodo: haba universitarios, obreros, pequeos empresarios, artistas...73. En un pri-mer momento se ha dirigido slo a varones; despus, a partir de febrero de 1930,extiende su labor tambin a mujeres74. Y as fue tomando cuerpo y adquiriendoconsistencia la realidad del Opus Dei.

    Pero no es nuestra finalidad narrar la historia del Opus Dei, ni siquiera la desus comienzos, sino slo situar histricamente el 2 de octubre de 1928 para, unavez alcanzado ese objetivo, sealar su significacin espiritual y teolgica. Deje-mos, pues, la descripcin de ese desarrollo apostlico y mantengamos fija nuestramirada en la jornada del 2 de octubre de 1928, para contemplarla proyectada sobrela persona del entonces joven sacerdote Josemara Escriv de Balaguer y la activi-dad que, hasta ese instante, le haba ocupado.

    Antes del 2 de octubre de 1928, nadie ni el mismo Josemara Escriv, aun-que experimentara una profunda inquietud y tuviera barruntos respecto a lo porve-nir conoca lo que iba a ser el Opus Dei. Quien, en los meses que van desde abrilde 1927 a septiembre de 1928, hubiera contemplado su caminar por las calles deMadrid yendo de un barrio a otro para atender a enfermos, ensear a nios, asistir apobres reducidos a la miseria, hubiera podido pensar, al ver el celo y la generosidadcon que se prodigaba en todo ello, que estaba destinado a llevar a cabo cosas gran-des, pero difcilmente hubiera imaginado que iba a dedicar su vida precisamente apromover una obra encaminada a la inmensa tarea de proclamar el valor cristianode las actividades seculares, del trabajo profesional, de la vida ordinaria.

    Algo parecido cabe decir tambin por lo que se refiere a su formacin inte-lectual. La Espaa de la dcada de los veinte no era ajena a los grandes debatesdoctrinales, sociales e ideolgicos de la Europa de aquellos aos, y en los ambien-tes catlicos y eclesisticos estaban presentes los impulsos hacia un catolicismosocial, las tendencias tradicionalistas, el eco ya debilitado de la crisis moder-nista... Hombre de amplia cultura y de fina sensibilidad, el Beato Josemara Escri-v conoci esos planteamientos, pero sus miras interiores eran otras: lo que llenabasu mente y su corazn eran, en los aos anteriores a 1928, los barruntos recibidos

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    73. Notas tomadas de una tertulia, 19-III-1975 (AGP, P09, pp. 217-218).74. En los meses que siguen al 2 de octubre de 1928, Don Josemara Escriv de Balaguer, aunque

    percibi claramente el alcance universal de la luz recibida, pens que la Obra de Dios estaba destina-da solamente a varones. El 14 de febrero de 1930 mientras deca la Santa Misa, vio que deba promo-ver ese apostolado tambin entre mujeres, quedando as completo el horizonte apostlico de su labor.Sobre estos sucesos, ver; A. SASTRE, Tiempo de caminar , cit., pp. 100s. y A. VZQUEZ DEPRADA, ElFundador del Opus Dei , cit., pp. 315s.

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    en Logroo y la constante expectacin ante la voluntad divina, y, en la poca pos-terior al 2 de octubre, la luz y la misin en ese da recibidas. En su predicacin yen sus escritos, tanto los de los aos iniciales como los de momentos ms tardos,no faltan reflexiones teolgico-doctrinales o anlisis de tipo histrico-cultural,pero ni las unas ni los otros constituyen el ncleo de su mensaje. Su forma de ha-blar no fue nunca la de un pensador que, repensando la historia y valorando la si-tuacin presente, conjetura posibilidades y aventura soluciones con respecto al fu-turo del apostolado cristiano, sino la de un hombre de fe que, habiendo sidollevado hasta el centro de la Palabra de Dios, la proclama poniendo de relieve su

    capacidad para vivificar, desde la raz, el ordinario vivir en el mundo.En todo ello el historiador puede encontrar un testimonio que confirma lo

    que, como ya hemos dicho, fue afirmacin constante del propio Beato Josemara:que el Opus Dei no ha surgido como fruto de intuiciones y decisiones personales,sino como consecuencia de una iniciativa divina. Repitmoslo: antes del 2 de oc-tubre de 1928, ni el propio Josemara Escriv conoca la realidad del Opus Dei; loque ocurri en esa fecha implica una verdadera novedad, un autntico comienzoque cambi el rumbo de su vida. Pero, una vez sealado ese hecho, debemos aa-dir que, a otro nivel, hay, en cambio, una clara continuidad entre las diversas eta-pas de la existencia del Fundador del Opus Dei. En otras palabras, si atendemos noya a las actividades que Josemara Escriv realizaba, sino a lo que aconteca en lohondo de su alma, entonces todos los aos anteriores al 2 de octubre de 1928 se

    nos presentan como siempre se le presentaron al propio Fundador de la Obra:como el tiempo a travs del cual Dios fue preparndole para asumir la misin quequera confiarle.

    El temple de alma, la hondura de unin con Dios adquirida por el Beato Jo-semara desde su infancia, y especialmente desde los barruntos de Logroo, expli-can la decisin y la energa con que, a partir del mismo 2 de octubre, se empe delleno en la realizacin del designio divino que acababa de presentarse a su mente.Era en aquel momento un hombre joven slo tena veintisis aos, gracia deDios y buen humor, comentara despus75, pero sus palabras y sus acciones re-velaron desde el inicio una madurez innegable, fruto de los largos aos de oracinque las haban precedido.

    Pero el nexo entre la misin recibida el 2 de octubre de 1928 y la madura-cin que le antecede no queda del todo descrito, a nuestro juicio, con lo que acaba-mos de decir. Si slo fuera eso, la continuidad entre una y otra etapa no pasara deser, en cierto modo, exterior: estaramos, en efecto, ante una preparacin que po-dramos calificar de genrica, es decir indiferente, en s misma, al contenido de la

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    75. Por ejemplo, en la ya varias veces citada meditacin del 2-X-1962 (AGP, P09, p. 57).

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    misin que luego adviene. Y una consideracin de la forma de proceder del Fun-dador de la Obra desde los comienzos de su apostolado nos hace ver que la vincu-lacin entre esas dos realidades fue mucho ms honda.

    Cul fue ese modo de proceder del Beato Josemara? Mostrmoslo me-diante una breve referencia a algunas de las formas y maneras como puede sertransmitido un mensaje espiritual. Una de esas formas es la propia del telogo, queprocede por la va del estudio y del anlisis, poniendo de relieve las conexionesexistentes entre las diversas verdades que ese mensaje concreto encierra y lasconsecuencias que de l derivan. El pensador, el telogo, aspira, en suma, a facili-tar la comprensin del mensaje que comenta, poniendo de manifiesto su riqueza yvalor. Al obrar as coloca su inteligencia al servicio de ese mensaje y contribuye asu difusin, pero, en cierto modo, se desentiende al menos en cuanto telogode la acogida concreta que pueda tener: su oficio, su carisma peculiar, no llegahasta ah.

    Otra es la manera propia del predicador que, dirigindose a un auditorioms o menos numeroso, describe y glosa una doctrina, una praxis asctica, una es-piritualidad, exhortando a quienes le escuchan a recibirla en sus corazones y a en-carnarla despus en sus vidas. Hay en este caso una evidente y clara referencia a larealizacin concreta, prctica, del mensaje transmitido, pero se trata de una refe-rencia hecha en trminos necesariamente generales sin descender a la concrecinltima e individual de cuanto esa realizacin implica; corresponde a quienes hanescuchado esa predicacin esforzarse despus, por cuenta propia, en concretar yadecuar a su situacin singular los criterios e impulsos recibidos.

    Una tercera manera es la del director espiritual o, en trminos ms amplios,la del formador de hombres, que atiende a las almas una a una y permanece juntoa ellas mientras van descubriendo y recorriendo el camino individual y singularpor el que Dios las llama, sugiriendo, aconsejando, reconviniendo, exhortando, noen trminos generales o segn un esquema de validez universal, sino tomando piede la vida misma, de lo que en cada momento esa persona concreta siente o nece-sita, ayudndole as a reconocer, en el entramado de la propia existencia, los donesy las exigencias divinas y a responder a ellos con generosidad.

    El camino seguido el Beato Josemara Escriv al comenzar, con honda vi-bracin apostlica, a difundir la luz divina que haba recibido, tiene rasgos espec-ficos, pero a la vez puntos en comn con el tercero de los itinerarios mencionados.Hubo en sus palabras y en sus escritos, ya desde el principio, densos desarrollos detenor teolgico, y en todo momento manifest una clara advertencia de la novedadque implicaba su mensaje y, por tanto, de la necesidad de abrir, para darle un cau-ce eclesial y cannico adecuado, nuevos caminos jurdicos. A lo largo de su vidaredact abundantes escritos y predic muchsimo, dirigindose tanto a grupos pe-

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    queos como en sus ltimos aos a auditorios de miles de personas. Pero loms caracterstico de su modo de obrar fue siempre el contacto de alma a alma:transmiti el espritu que haba recibido de Dios de manera personal, inmediata ydirecta, en apostolado de amistad y confidencia, segn una de las expresionesms significativas de su forma de hablar.

    Esa manera de proceder resultaba connatural a su temperamento, extraordi-nariamente humano y cordial, pero derivaba sobre todo de la misma naturaleza dela vocacin divina que haba recibido. A lo que se supo destinado el 2 de octubrede 1928 no fue a proclamar en abstracto la doctrina sobre la santificacin en me-dio del mundo, sino a promover en personas concretas la bsqueda de la santidady el ejercicio del apostolado en y a travs de las tareas seculares: lo que estaba lla-mado a iniciar no era slo un movimiento de ideas o un renacer teolgico, sino,tambin y ante todo, un fenmeno pastoral. Y a esa realidad se ajust su forma deactuar.

    Su apostolado consisti en dirigirse a hombres y mujeres que vivan; entrelas realidades y ocupaciones temporales para, en honda labor sacerdotal, acercar-les hacia la fe o hacerles profundizar en ella, manifestndoles al mismo tiempoque esa fe poda y deba iluminar y transformar desde dentro la entera existencia,convertir cualquier vida, aun la ms ordinaria y vulgar, en realidad llena de senti-do, porque pueden ser divinos todos los caminos de la tierra, porque hay unalgo santo, divino, escondido en las situaciones ms comunes, que toca a cada unode vosotros descubrir76.

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    76. Conversaciones, nn. 26 y 114. Por eso, porque procedi no limitndose a proclamar una doc-trina sino enseando a vivirla, es decir, y hablando quiz con ms precisin, proclamndola a la parque impulsaba a vivir de ella, las grandes verdades presentes en el mensaje espiritual del Fundadorde la Obra la llamada universal a la santidad, el valor del trabajo, el sentido cristiano de la secu-laridad, la interconexin entre vocacin divina y vocacin humana... no estn nunca formuladasde manera genrica, sino partiendo de la vida misma y poniendo de manifiesto todas sus implicacio-nes prcticas y vitales. No es ste, por lo dems, el lugar oportuno para exponer y analizar en deta-lle la doctrina teolgico-espiritual del Beato Josemara. Nos limitamos por eso a remitir a sus obras(Camino, Conversaciones, Es Cristo que pasa, Amigos de Dios... ), as como a los escritos de A