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DEL AÑO DE LA FE AL AÑO DE LA MISIÓN · corazón ha de convertirse en misionero. Esto sólo...

Date post: 11-Oct-2018
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DEL AÑO DE LA FE AL AÑO DE LA MISIÓN “Cada parroquia una misión. Cada cristiano un misionero” Amadeo Rodríguez Magro Obispo de Plasencia
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DEL AÑO DE LA FE AL AÑO DE LA MISIÓN

“Cada parroquia una misión. Cada cristiano un misionero”

Amadeo Rodríguez MagroObispo de Plasencia

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Queridos diocesanos:

Os escribo esta carta, que tiene vocación de ser el envol-torio de un regalo: el de ayudaros a crear las condiciones paraque crezca entre nosotros la conciencia misionera. En reali-dad, el regalo que nos hacemos siempre los cristianos unosa otros es nuestra fe en Jesucristo. Él es el corazón, el centro,el contenido del anuncio feliz y agradecido a los demás de loque nos ha sido dado por el amor de Dios. Y os hago este re-galo porque tengo la obligación de crear en nuestra Diócesisuna gran complicidad, que nos haga a los más posibles testi-gos de la fe. Eso es lo que el Señor me encomendó cuandome llamó y eligió para ser entre vosotros un sucesor de losApóstoles: que creara comunión para la misión que hoycomo ayer -me refiero al primer envío- la Iglesia tiene enco-mendada.

Os pongo por testigos ante el Señor que a lo largo de estosdiez años no he dejado de invitaros a evangelizar. De unmodo u otro esa ha sido mi insistencia más urgente y cons-tante. Y como esa exigencia no puede parar, ahora os pro-pongo una nueva iniciativa. Recordaréis que allá por el mesde mayo os hacía una propuesta: “cada parroquia una mi-sión. Cada cristiano un misionero.” Pues bien, ha llegado lahora de concretar lo que entonces era sólo un lema. Os tocaa vosotros darle forma con pasión, audacia y creatividad aeste objetivo con el que pretendemos enriquecer e impulsarnuestro Plan Pastoral diocesano, que no pretende otra cosasino evangelizar: Id y anunciad el evangelio.

El regalo que os hago y que os presento en esta carta es

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esa misión anunciada, que hemos de diseñar, preparar y rea-lizar entre todos y, en especial, entre aquellos que vayan re-cibiendo una invitación a participar, según su nivel decompromiso cristiano y su capacidad para situarse en estatarea misionera. Como todo esto va a necesitar una profundareflexión sobre el qué hacer, el cómo hacerlo y con qué pro-fundo sentido hemos de asumir esta osada, pero necesaria,tarea, me ha parecido que os tenía que ofrecer algunas clavesy criterios en los que nos movamos en esta misión que elSeñor nos encomienda.

Esta carta pastoral es mi aportación como obispo y pastorde la Diócesis a ese gran proyecto. En ella hago una reflexiónespiritual y pastoral, con la que pretendo enriquecer el estilomisionero de todos cuantos participéis. Está pensada, portanto, para ser reflexionada personalmente y en grupos portodos los que estén dispuestos a participar en esta misiónDiocesana. Para eso, os ofrezco incluso algunas pistas para lareflexión, tanto en la lectura personal como comunitaria, enalgunos tramos de su contenido.

Os agradezco de antemano que la leáis, asimiléis y enri-quezcáis con vuestras aportaciones; pues seguro que tienecarencias. Me uno, como animador de la comunión, a todosvosotros en este trabajo y en la misión que iniciamos.

Con mi afecto y bendición.

† Amadeo Rodríguez MagroObispo de Plasencia

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I. POR UN CAMINO

DE AUDACIA Y CREATIVIDAD

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Del Evangelio de Lucas 16,1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denunciade que derrochaba sus bienes.Entonces lo llamó y le dijo:- ¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance detu gestión, porque quedas despedido.El administrador se puso a echar sus cálculos:- ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo?Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Yasé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la admi-nistración, encuentre quien me reciba en su casa.Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo alprimero:- ¿Cuánto debes a mi amo?Éste respondió:- Cien barriles de aceite.Él le dijo:- Aquí está tu recibo: aprisa, siéntate y escribe «cincuenta».Luego dijo a otro:- Y tú, ¿cuánto debes?Él contestó:- Cien fanegas de trigo.Le dijo:- Aquí está tu recibo: escribe «ochenta».Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia conque había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundoson más astutos con su gente que los hijos de la luz.

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Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que,cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante esde fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en loimportante es honrado.Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo quevale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, lo vuestro¿quién os lo dará?Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien abo-rrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero yno hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.

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Como el administrador astuto

Para comenzar esta carta, con la que quiero orientar el añopastoral que estamos comenzando, se me ha ocurrido quedeberíamos hacer una especie de lectio divina de la paráboladel administrador astuto (Lc 16, 1-13). En ella, Jesús invita ala audacia y la creatividad, y de ese modo ofrece una clarapista para el compromiso cristiano y, por tanto, pastoral. Elmensaje de esta parábola es una invitación a aprender de loshijos de este mundo. ¡Cómo se aguza el ingenio cuando haydificultades! ¡Cómo son creativos los que hacen el mal en elmundo! ¿Pero es que no es posible que actúen del mismomodo los hijos de la luz? ¿No podrían ser igualmente inge-niosos y creativos los que viven de la fe y de la confianza enDios? Según parece, como nos recuerda Jesús, éstos suelenser más conformistas, y a veces actúan como niños mal cria-dos que nunca se esfuerzan porque todo se lo han dadohecho.

El administrador astuto que se queda sin trabajo agudizael ingenio y así se garantiza el futuro. Se ve sólo ante el peli-gro, ha perdido su apoyo fundamental, y se lanza a crear nue-vas condiciones para lo que le espera. Lo hace porque se leha apagado la luz de la esperanza, y sin otro estímulo que elmiedo a lo que pueda venir. Los hijos de Dios siempre ten-drían más y más fuertes motivos para ser luchadores y em-prendedores, por mucho que se consideren vasijas de barro.Su fuerza debería apoyarse en la confianza de saber que son

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sostenidos por el Señor con su amor y su gracia. Esa confianzatendría que ser una razón suficiente para andar por los cami-nos del mundo como testigos de la luz, es decir con el gozo,la alegría y la fuerza que les sostiene.

Con esto tendríamos suficiente, pero la parábola no seacaba aquí, hay que leerla e interpretarla hasta el final; sobretodo porque quizás haya que vencer el malestar que puedaproducir el hecho de que Jesús invite a imitar un mal ejemplo.Realmente los pasos que da el administrador derrochón sontodos injustos y fraudulentos, aunque sean realmente auda-ces. Lo único bueno que tiene, y eso hay que reconocérselo,es la audacia y la creatividad. Porque que Jesús diga que hayque ganar amigos con el dinero de iniquidad, y que inclusovincule a esta acción el recibimiento en las moradas eternas,en verdad podría desconcertar.

Menos mal que, como habéis podido comprobar, al finalJesús lo aclara todo cuando sitúa ante el verdadero valor deldinero. Sin paliativos hace ver que el dinero es causa de mu-chas tentaciones y que quien pone en él su corazón siempreestá en peligro de caer en la injusticia, en la falta de honesti-dad y, en definitiva, en el egoísmo. Pero lo que Jesús real-mente dice es que el dinero, que puede ser peligroso,también se puede convertir en un precioso medio para ganaramigos, si, además de no dejar que atrape el corazón, se uti-liza con generosidad. Justamente así, con la generosidad, escomo invita Jesús a actuar: dice que se ponga la riqueza alservicio de los pobres, de los necesitados. Éstos harán de abo-gados ante el Padre celeste, como también recuerda en otraparábola: la del rico Epulón y Lázaro, el pobre. Y es justa-

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mente aquí donde encuentra la luz la parábola del adminis-trador astuto: nadie nos puede ganar en la generosidad y elamor, porque no hay razones más fuertes que las que nos-otros poseemos para hacer el bien.

Hoy como ayer y para siempre

Hermosa lección la que nos sigue dando Jesús tambiénhoy a nosotros: fortaleza, creatividad y celo apostólico enestos tiempos de nueva evangelización en los que nuestrocorazón ha de convertirse en misionero. Esto sólo puede su-ceder si nos convertimos en verdaderos discípulos de Cristoy ponemos la vida a disposición del envío misionero que nosha encomendado. Todo lo que somos y tenemos ha de estarorientado al servicio de la misión que Jesús nos confía. ElReino de Dios ha de ser la única causa por la que merece lapena dar la vida.

Leído y meditado este texto, se entiende mejor la sintoníacon él de este otro del Papa Francisco, que con audacia evan-gélica lanza a la Iglesia: “Una Iglesia que no sale, a la corta o ala larga, se enferma en la atmósfera viciada de su encierro. Esverdad también que a una Iglesia que sale le puede pasar lo quea cualquier persona que sale a la calle: tener un accidente. Anteesta alternativa, les quiero decir francamente que prefiero milveces una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma. La en-fermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial;mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma como aque-lla mujer del Evangelio.”(Papa Francisco, Carta a los obispos deArgentina).

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Leed, por favor, el texto de Lc 16,1-13.

Si os parece, meditadlo en silencio, para luego compartirjuntos la reflexión.

Leed ahora la lectio divina que os he propuesto.

¿Cómo os provocan las actitudes que Jesús propone?

¿Cómo le vienen a nuestra comunidad las palabras delPapa Francisco?

Desde el corazón de Dios, mostrado en Cristo

Antes de seguir conviene que nos preguntemos entonces:¿dónde está el origen y la fuente de este movimiento evan-gelizador que pertenece a la esencia de la Iglesia y que jus-tamente por eso ha de permanecer con fuerza y vigor antetodas las inclemencias del tiempo? Es evidente que todo hayque situarlo en al corazón de Dios. “La Iglesia no comienza connuestro «hacer», sino con el «hacer» y el «hablar» de Dios. La pri-mera palabra, la iniciativa auténtica, la actividad verdaderaviene de Dios y sólo si entramos en esta iniciativa divina, sólo siimploramos esta iniciativa divina, podremos también nosotrosllegar a ser —con Él y en Él— evangelizadores. (Benedicto XVI,Meditación en la primera congregación General de la XIII Asam-blea General del Sínodo de los Obispos, 2012)

Esta iniciativa divina entra en la historia por la encarnaciónredentora de su Hijo Jesucristo. “Jesús es su Palabra, el Dioscon nosotros, el Dios que nos muestra que nos ama, que sufrecon nosotros hasta la muerte y resucita. Este es el Evangeliomismo. Dios ha hablado, ya no es el gran desconocido, sino que

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se ha mostrado y esta es la salvación. (Benedicto XVI, Meditaciónen la primera congregación General de la XIII Asamblea Generaldel Sínodo de los Obispos, 2012). En Jesús, Dios está cercano,está presente: este es el mensaje central del Evangelio. Dios,en efecto, ha pronunciado su Palabra eterna en modo hu-mano; su Verbo se hizo carne” (Jn 1,14). Este es el anuncio quea través de los siglos llega hasta nosotros. Dios se acerca a lahumanidad en Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida(cf Jn 14,6).

En la corriente evangelizadora somos conscientes tambiénde que la dirección le corresponde al Espíritu Santo: en élconfiamos para reconocer los instrumentos, los tiempos y losespacios del anuncio que estamos llamados a emprender.“¿Quién es el verdadero motor de la evangelización en nuestravida y en la Iglesia? Pablo VI escribía con claridad: “Es él, el Espí-ritu Santo que, hoy como al principio de la Iglesia, actúa en cadaevangelizador que se deje poseer y conducir por Él, que le sugierelas palabras que a solas no podría encontrar, disponiendo a lavez la preparación de la mente de quien escucha para que seareceptivo a la Buena Nueva y al Reino anunciado”. Para evange-lizar, pues, es necesario una vez más abrirse a la acción del Es-píritu de Dios, sin temor a lo que nos pida y a dónde nos guíe.¡Confiémonos a Él!” (Papa Francisco, Audiencia general, 22 demayo de 2013).

La Iglesia, y su misión evangelizadora, tiene su origen yfuente en la Santísima Trinidad, de acuerdo con el plan delPadre, la obra del Hijo, que culminó con su muerte y gloriosaresurrección, y la misión del Espíritu Santo. La Iglesia continúaesta misión de amor de Dios en nuestro mundo.

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En oración, esta reflexión mía la deberíais de enriquecercon vuestra reflexión personal y comunitaria. ¿Hasta quépunto os veis situados en este camino evangelizador delPadre y de su Hijo Jesucristo?

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II. CADA PARROQUIA

UNA MISIÓN DE DISCÍPULOS MISIONEROS

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Un lema evangelizador con futuro pastoral

Espero que esta consideración espiritual que acabo dehacer nos introduzca en el objetivo que nos hemos puestopara este curso pastoral que ahora comienza. Como recorda-réis, os lo proponía en el hermoso encuentro que tuvimos lasuerte de vivir en el Santuario de Nuestra Señora del Castañaren Béjar. Al calor de Año de la fe, que nos había llevado juntoa María, os propuse un futuro en nuestra pastoral diocesanamás concientemente evangelizador. Así os lo comunicaba enla homilía: “Para mañana, a partir de mañana mismo, nuestrocompromiso diocesano debería ser: “cada parroquia una mi-sión, cada cristiano un misionero”. Tenemos que llevar a otroslo que como gracia recibimos. El misionero sólo puede llevar loque Dios le va dando cada día: su consuelo, su compasión, sumisericordia, su perdón, su fuerza, su alegría y hasta su bienestarespiritual y material. Cada cual ha de poner a disposición de losotros lo que recibe. Entre todos hemos de llevar a Cristo a la vidade nuestra gente; y entiendo lo de “nuestra” en un sentido muyamplio. Por eso, hemos de procurar que siempre sean más nues-tros aquellos que nos parezcan más lejanos. Cada comunidadparroquial, y en ella cada movimiento, cada grupo, en cada pro-grama que hagan, en cada acción que se propongan, ha deponer en todo la intención misionera. Si este es el Año de la fe,el próximo, al menos en nuestra Diócesis, ha de ser el Año de laMisión.” (Homilía en la feria de la fe, 31 de mayo de 2013).

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El Evangelio quiere seguir en nosotros el camino deJesús

Pues bien, queremos cumplir esta palabra y ya están tra-bajando en este proyecto los responsables diocesanos de laanimación pastoral, así como los diversos consejos de la dió-cesis. Después se hará en cada zona, arciprestazgo y parro-quia. Entre todos haremos realidad un lema que, como sabéismuy bien, sólo le pertenece a Jesucristo. Sólo de él viene lallamada a evangelizar: “Id al mundo entero y proclamad elEvangelio a toda la creación” (Mc 16,15-20). En él, además delenvío misionero, nos recuerda también que el anuncio delEvangelio es itinerante en el espacio y en el tiempo. Por eso,en sus actitudes, su lenguaje, su estilo hará el camino de lostiempos y las circunstancias. Y lo hará en fidelidad en lo esen-cial y con creatividad en lo nuevo que vaya deparando el am-biente en el que se evangeliza, así como la situación de loshombres y mujeres a los que se dirige el anuncio.

Por la senda del Sínodo Diocesano

En lo que se refiere a la misión diocesana que os anuncioen esta carta, me permito daros solamente algunas pincela-das de por dónde irá. Más tarde llegará lo concreto, si biensiempre habrá que contar con la diversidad de nuestra reali-dad diocesana, tanto en su geografía como en su cultura y,sobre todo, en sus expresiones de la fe y de la vida cristiana.La primera concreción que quiero compartir con vosotros esque todo, aunque tenga iniciativa diocesana, se hará en la pa-rroquia. Queremos poner de relieve que parroquia y misión,frente a lo que pudiera parecer, han de estar siempre unidas,

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por mucho que en ocasiones la misión no sea más que elaliento de lo que hacemos cada día en un servicio estable, ar-mónico e integral. La parroquia ha sido testigo y protagonistaen su historia milenaria del impulso misionero, que se ha idomanifestando de muy diversas formas, especialmente conmomentos y acciones que le dieron un mayor empuje a lamisión. En este tiempo eclesial de nueva evangelización elEspíritu Santo nos invita a todos nosotros a redescubrir elfuego de la misión, intensificando en cada parroquia el espí-ritu misionero con una acción concreta que renueve, aún mássi cabe, lo que ya hemos venido haciendo tanto en la diócesiscomo en cada comunidad parroquial. Esta iniciativa misio-nera es para una irradiación constante e incisiva que agilicenuestra marcha hacia esos nuevos destinos misioneros quenos están aguardando.

También quiero poner de relieve que, como no podía serde otro modo, todo encuentra también su fuerza en el granimpulso del X Sínodo Diocesano: “Esta pasión de suscitar ennuestra Iglesia diocesana una nueva acción misionera debe im-plicar la responsabilidad de todos los miembros del pueblo deDios. Es necesario un impulso apostólico que sea vivido comocompromiso cotidiano de las comunidades y grupos cristianos”(Pg. 46).

En continuidad con nuestro Plan Pastoral.

Y por supuesto, hay que dejar claro que este proyecto demisión supone situarse en los objetivos del Plan PastoralDiocesano 2011-2014. Nos apoyamos para esta iniciativa enla continuidad con los objetivos de nuestro Plan Pastoral,

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desde los que intensificaremos algunos aspectos esencialesque ha de tener la vida del discípulo:

Primer objetivo: Crecer en el conocimiento, la experienciay el seguimiento de Jesucristo por la escucha de la Palabra deDios y por la celebración de los sacramentos.

Segundo objetivo: Consolidar la vivencia de la comunión yla corresponsabilidad en la diócesis y en el ámbito de las parro-quias, comunidades y demás instituciones eclesiales.

Tercer objetivo: Escuchar la llamada de la realidad socialactual, salid a su encuentro y afrontar el reto que nos planteapara la nueva evangelización.

En un camino de discípulos-misioneros

Se pretende con este proyecto de misión crear en nuestrascomunidades cristianas una alerta misionera. Lo haremos po-niendo cada uno lo mejor de sí mismo: “Cuenta conmigo,Señor” habrá de ser la oración de todos los invitados a parti-cipar. Estoy convencido de que todos tenemos algo necesarioque hacer. Al sentirnos invitados, no hemos de tener miedo;además de la gracia y la fuerza del Señor, todos contarán conla ayuda que necesiten en orden a su capacitación. Justa-mente por eso esta misión, en su primer paso, está pensadoad intra de las comunidades cristianas: durante un tiempohabrá que afianzarse como discípulos para un futuro de mi-sión. El discípulo es siempre misionero.

De hecho, otro lema de este proyecto es el que invita atodos cuantos participen en él a ser discípulos-misioneros.

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Ese es el camino que todos hemos de recorrer. En realidadser discípulo-misionero es el camino que ha de recorrer la vo-cación de cada cristiano: un camino que parte del encuentrocon Cristo y nos lleva a anunciar el Evangelio. El discípulo estásiempre centrado en Jesucristo y en la misión que se le confía.“El discípulo-misionero es un descentrado: el centro es Jesucristoque convoca y envía. El discípulo es enviado a las periferias exis-tenciales” (Papa Francisco, Discurso a los obispos responsablesdel CELAM, 28, 7, 2013). En efecto, el acontecimiento Cristo esel inicio de ese sujeto misionero al que llamamos discípulo.Discípulo es el que está con su Maestro, aprende de él, lo co-noce, lo ama y lo imita. Misionero es el enviado a anunciar aCristo. No se puede ser verdadero discípulo sin ser misionero,ni se puede ser misionero si no arde en el corazón el amordel discípulo por su Maestro. Acertaremos de pleno en el ca-mino del discipulado si lo hacemos con María, la primera dis-cípula-misionera. Todo esto lo haremos en dos años: en elprimero nos afianzaremos todos en nuestra condición de dis-cípulos, para el segundo año mostrar, entre todos y paratodos, el rostro misionero de nuestras parroquias.

Esto es lo que os propongo y así es como lo justifico.Cuando has leído esta carta, se supone que ya tienes datosconcretos sobre el diseño de estos dos años de misión: dediscípulos-misioneros. ¿Con qué actitud encaras este pro-yecto? ¿Estás dispuesto/a a entrar con hondura y total dis-ponibilidad en el periodo de discipulado? ¿Qué podríashacer y pedir a tu comunidad para cultivar y profundizaresta dimensión esencial del seguimiento de Cristo?

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Con un estilo comunitario

Todo lo haremos desde un profundo sentido comunitario.La misión que iniciamos ha de estar bien asentada en el sen-tido de Iglesia, en el amor responsable a la Iglesia. Sin eso nose puede hacer misión en nuestras parroquias. Ésta sólo sepuede hacer si la comunidad que sostiene la vida de la pa-rroquia es significativa en las dos fases de este itinerario mi-sionero. No hay que olvidar que “la fe nace en la Iglesia,conduce a ella y en ella se vive.” (Benedicto XVI, audiencia delmiércoles 31 de octubre de 2012). Mirando a una misión quellama a ser discípulos-misioneros y que pretende llamar yacoger a los que vuelven a la fe, es necesario que nuestrascomunidades cuenten con un sólido grupo de cristianos dis-ponibles, es decir con la cooperación generosa de muchosbien dispuestos y bien formados para evangelizar y para aco-ger a los que vuelvan a la fe. De un modo especial me refieroa los laicos, a los que considero testigos directos, evangeliza-dores necesarios, y la fuerza fundamental de las comunida-des cristianas para esta misión que iniciamos.

Lo que hagamos en la misión, hemos de hacerlo juntos,como lo hicimos en el Sínodo, y procurando cada uno ajustarel paso al de los otros, sobre todo los que vayan más ade-lante. Estos han de tener la humildad de ajustarse al compásde sus hermanos más lentos y más pobres. De cualquiermodo, todos hemos de revisar si nuestro paso es realmentemisionero o, por el contrario transitamos por otras veredasque no salen ni llevan a su punto de origen y final: Cristo.“Pero la cosa más importante es caminar juntos, colaborando,

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ayudándose mutuamente; pedirse disculpas, reconocer los pro-pios errores y pedir perdón, pero también aceptar las disculpasde los otros perdonando – ¡cuánto es importante esto! –“Lo re-pito seguido: caminar con nuestro pueblo, a veces delante, aveces en medio y a veces detrás: adelante, para guiar la comu-nidad, en medio, para animarla y sostenerla, detrás, para tenerlaunida para que ninguno se quede demasiado, demasiado atrás:para tenerla unida. Y también por otra razón: ¡Porque el pueblotiene “olfato”! Tiene olfato para encontrar nuevos senderos parael camino, tiene el “sensus fidei” que dicen los teólogos. ¿Quécosa hay de más bello?” (Papa Francisco, Discurso al clero deAsís”).

Con la vocación en el camino del discípulo-misionero

El punto de partida de un proyecto de misión está en queen nuestras comunidades cristinas haya muchos que reco-nozcan que llevan en sí un proyecto de Dios, una vocaciónpersonal que han de poner al servicio del Evangelio en la mi-sión de la Iglesia en favor del mundo. Pero, ¿cómo se puedereconocer la llamada de Dios? El secreto de la vocación estáen la capacidad y en la alegría de distinguir, escuchar y seguirsu voz. Para hacer esto, es necesario acostumbrar nuestro co-razón a reconocer al Señor, a sentirle como una Persona queestá cerca de mí y me ama. El secreto de la vocación está enla relación con Dios, en la oración que crece precisamente enel silencio interior, en la capacidad de escuchar que Dios estácerca (cf Benedicto XVI, Discurso a los jóvenes en la catedralde Sulmona, 5 de julio de 2010). Se puede decir que la voca-ción se descubre estando a tiro del amor de Dios.

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En principio la vocación es universal, como lo es la santi-dad, meta de la llamada. Cada bautizado ha de ser estimu-lado a andar según la vocación a la que ha sido llamado (cf.Ef 4,1), que es muy alta: “ser partícipes de la naturaleza divina”(2 Pe 1,4). Pero, como esta vocación base es siempre dinámicay, por tanto, está abierta a la novedad del Espíritu, tras la lla-mada inicial vienen siempre otras, que concretan la voluntaddel Señor sobre nuestras vidas en diversos estados y minis-terios. “Dios me ha creado para un servicio preciso. Me haconfiado una tarea que no se la ha confiado a ningún otro”(Beato Newman). Se trata de las vocaciones específicas al sa-cerdocio o a la vida consagrada. De cualquier modo, en el ca-mino del discípulo-misionero la vocación no puede nuncafaltar ni como realidad ni como horizonte.

Con la opción transversal del servicio de la caridad

Junto al clima comunitario de la misión, es necesario quetenga como opción transversal que abarque todo lo que ha-gamos, el servicio de la caridad. La suma fe + caridad, deci-mos que es igual a misión. Eso significa que en la misión nopuede faltar como opción permanente la llamada al servicioa los pobres. Todo lo que hagamos será más auténtico, sitiene el rostro del pobre. Siempre hemos de tener en cuentaque estar cercano a quien está al borde del camino de la vidano es sólo ejercicio de solidaridad, sino ante todo un hechoespiritual: en el rostro del pobre resplandece el mismo rostrode Cristo: “Todo aquello que habéis hecho por uno de estosmis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40).A los pobres les reconocemos un lugar privilegiado en nues-tras comunidades, un puesto que no excluye a nadie, pero

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que quiere ser un reflejo de como Jesús se ha unido a ellos.La presencia de los pobres en nuestras comunidades es mis-teriosamente potente: cambia a las personas más que un dis-curso, enseña fidelidad, hace entender la fragilidad de la vida,exige oración; en definitiva, conduce a Cristo. El gesto de lacaridad, al mismo tiempo, debe ser acompañado por el com-promiso con la justicia, con una llamada que ha de llegar atodos, ricos y pobres. Por eso es necesaria la introducción dela doctrina social de la Iglesia en los itinerarios de la misión.

¿Reconocéis desde la fe que lo que sois y hacéis tiene suorigen en la llamada de Dios?

Si os sentís llamado por el Señor, concretad cuál es la vo-cación en vuestra vida. Conviene que os formuléis a vos-otros mismos para qué os ha llamado el Señor.

La misión va a enriquecer en vosotros el sentido de Igle-sia: os veréis más integrados en la Iglesia Diocesana y par-ticiparéis de un modo más activo en la misión parroquial.¿Qué razones tenéis para ofrecer vuestra participación?¿Cómo animaríais a otros a que tomaran parte en la mi-sión? Entre las diversas tareas que os van a proponer, ¿quépodríais aportar? ¿En qué sector pastoral te ves implicado?

¿Qué lugar ocupa en la comunidad la opción por los po-bres?

Con conciencia clara del deber de evangelizar

El tercer aspecto en el que hemos de ahondar en nuestroproyecto de misión es el de afianzarnos en una conciencia

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clara del deber de evangelizar. No hay que darla por su-puesta. De hecho, hoy son muchos, algunos dentro de la pro-pia Iglesia Católica, los que se cuestionan si se ha o no deevangelizar; si no sería mejor dejar tranquilo a todo el mundoy que cada cual se organice la vida como pueda. Se argu-menta que, si se debe aceptar el pluralismo religioso, si exis-ten tantos caminos para llegar a Dios y si la salvación nodepende de estar bautizados, entonces ¿por qué la misión?El problema está en que quien se hace esta pregunta se ol-vida de que toda persona tiene el derecho a escuchar el Evan-gelio ofrecido por Dios para la salvación del hombre,Evangelio que es el mismo Jesucristo. Un derecho que no po-drán tener sin que se les anuncie a Jesucristo: “¿Cómo creeránen aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predi-que?” (Rm 10,14). Se olvidan también de que el motor origi-nario de la evangelización es el amor de Cristo para lasalvación eterna de los hombres.

Y, por supuesto, el olvido mayor es el de su responsabili-dad. “Predicar el Evangelio no es para mí un motivo de gloria;es más bien un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no predico elEvangelio!” (1 Co 9,16). En efecto, los cristianos no podríamosvivir tranquilos si no cumpliéramos el mandato misionero deJesús, si no entráramos en su lógica salvadora y no le hiciéra-mos a los hombres y mujeres de este tiempo y de esta tierrala propuesta que el amor de Dios tiene para todo ser hu-mano, y que nosotros experimentamos día a día. “No sería in-útil que cada cristiano y cada evangelizador examinasen enprofundidad, a través de la oración, este pensamiento: los hom-bres podrán salvarse por otros caminos, gracias a la misericordia

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de Dios, si nosotros no les anunciamos el Evangelio; pero ¿po-dremos nosotros salvarnos si por negligencia, por miedo, porvergüenza —lo que San Pablo llamaba avergonzarse del Evan-gelio— (134), o por ideas falsas omitimos anunciarlo?” (EN 80).

Los auténticos evangelizadores desean sólo dar gratuita-mente lo que ellos gratuitamente han recibido. Nosotros, enel nombre del Señor, le ofrecemos al hombre que sea verda-deramente hombre: hombre como Dios lo ha querido y cre-ado, hombre a imagen del Hijo, hombre salvado del mal y dela muerte, hombre que participa de la misma vida, de lamisma naturaleza divina (cf 2Pd 1,4). La evangelización esanunciar que Jesucristo ha dado a conocer a Dios. “A Diosnadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno delPadre, es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1,18). Jesucristo, se-mejante en todo a nosotros excepto en el pecado (cf Hb4,15), por lo tanto conforme en todo a la voluntad de Dios,puede ser para nosotros un camino eficaz para salvar la pro-pia vida, para encontrar el camino que le de sentido, para unahumanización verdadera y plena.

Es importante que en la evangelización propongamos aJesucristo como el que viene a darnos a conocer a Dios, perotambién como el que da a conocer al hombre. Evangelizar escomunicar a Jesús como la buena noticia, como el Caminode auténtica humanización para cada hombre. “La preguntafundamental de todo hombre es: ¿cómo se lleva a cabo este pro-yecto de realización del hombre? ¿Cómo se aprende el arte devivir? ¿Cuál es el camino que lleva a la felicidad?” Evangelizar quiere decir mostrar ese camino, enseñar el arte devivir. Jesús dice al inicio de su vida pública: he venido para evan-

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gelizar a los pobres (cf. Lc 4, 18). Esto significa: yo tengo la res-puesta a vuestra pregunta fundamental; yo os muestro el ca-mino de la vida, el camino que lleva a la felicidad; más aún, yosoy ese camino” (Joseph Ratzinger, La nueva evangelización,conferencia del 10 de abril, 2000).

Por tanto, no habrá misión pastoral eficaz si no formamosa hombres y mujeres capaces de realizar su vida en confor-midad con la de Jesús, vida buena, bella y santa, vida salvada.“La evangelización consiste en el ofrecimiento del Evangelio quetransfigura al hombre, a su mundo y a su historia.” (Instrumen-tum laboris para el Sínodo de la nueva evangelización, 31) Deahí que no hemos de tener miedo ni prevención a la hora deevangelizar. Si algo nos ha de preocupar en este momento,no son los excesos, al menos entre nosotros, nos preocupanmás la falta de audacia misionera. Decirle a lo seres humanosdónde está la fuente de su dignidad y proponerle el amor deDios en la persona de Jesucristo vivo, a nadie puede ofender,al contrario es siempre un acto de amor y de respeto a la dig-nidad de cada mujer y de cada hombre. No estaríamos deverdad al servicio del mundo, si no le mostráramos el esplen-dor de una humanidad basada en el misterio de Cristo, Diosy hombre verdadero.

Piensa en tu oferta misionera a los demás. Enriquecedentre todos lo que hoy habría que ofrecer desde la fe y a laluz de las necesidades que detectáis en vuestros ambientes.Haced el esfuerzo de formular entre todos una oferta mi-sionera concreta para la gente de tu ciudad o pueblo queconsideréis que la necesitan.

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III. EN UN ESTILO

PASTORAL MISIONERO

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Todo lo haremos con un estilo pastoral, que me atrevo aproponer para que todos lo tengamos en cuenta a la hora deasumir nuestras responsabilidades concretas en este pro-yecto diocesano, que insisto, lleva por lema: Cada parroquiauna misión cada cristiano un misionero. Os ofrezco unoscriterios que le den a nuestra pastoral el sello evangelizadorque necesitamos para este futuro misionero que queremosconstruir entre todos con este proyecto de misión en el quevamos a entrar en nuestra Iglesia diocesana. Como alientoque nos llega para el hoy de la misión de la Iglesia, incluyoesta cita del Papa Francisco, que considero especialmentesignificativa para la empresa pastoral que iniciamos: “Nadieestá excluido de la esperanza de la vida, del amor de Dios. LaIglesia ha sido enviada a despertar por doquier esta esperanza,especialmente en donde está sofocada por condiciones existen-ciales difíciles, a veces inhumanas, en donde la esperanza no res-pira, se sofoca. Se necesita el oxígeno del Evangelio, el soplo delEspíritu de Cristo resucitado, que la vuelva a encender en los co-razones. La Iglesia es la casa cuyas puertas están siempre abier-tas no solo para que allí cada quien pueda encontrar acogida orespirar amor y esperanza, sino también para que nosotros po-damos salir y llevar este amor y esta esperanza”(Papa Franciscoal Consejo pontificio para la nueva evangelización, 14 del 10 de2013).

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1LA MISIÓN HA DE TRANSITAR POR NUEVOS SENDEROS

APRENDIENDO DE LOS ACIERTOS, LOS ERRORES Y LAS DI-FICULTADES DE LOS PASOS DADOS Y HACIENDO SIEMPRELAS COSAS DE UN MODO NUEVO.

Ante todo hemos de cuidar de que lo que programemos yhagamos en la misión no sea una simple repetición de lo quevenimos haciendo. Al contrario, hay que tener el coraje detransitar por nuevos senderos. Para eso se ha de hacer unserio discernimiento de los pasos ya dados y de las dificulta-des encontradas, e incluso hemos de atrevernos a cuestionarlas prácticas ya realizadas, especialmente las que se han mos-trado poco útiles. De cualquier modo, hemos de ser siempreconscientes de que no se trata tanto de hacer cosas nuevas,sino de hacerlas de un modo nuevo. Muchas veces en nues-tras reuniones pastorales hemos oído decir que hay que rom-per del todo con el pasado, que hay que empezar de nuevo.Esto, seguramente sin pretenderlo, más bien parece una en-mienda a la totalidad de lo hecho por la Iglesia. Menos malque enseguida nos percatamos de que esta propuesta, ade-más de ser una injusticia, es también un error. La sabiduríapastoral milenaria de la Iglesia nos ha ido transmitiendo unaherencia que debemos respetar y asumir.

De un modo especial todos reconocemos que la misión delos Apóstoles y su continuación en la Iglesia antigua siguesiendo el modelo fundamental. También aceptamos que laevangelización no puede prescindir de las mediaciones esen-ciales de la vida de la Iglesia: el servicio de la Palabra, la litur-

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gia, la comunión y el servicio. Y tampoco puede prescindir dela enorme riqueza que se ha ido acumulando en la experien-cia pastoral en torno a estas mediaciones. Mucho de lo reci-bido, con una selección bien cuidada, tiene que estar en labase de lo que seamos y hagamos en esta experiencia misio-nera. De hecho, si falta esa base es difícil que se pueda des-arrollar una Iglesia evangelizadora; le faltarían apoyosfundamentales, le faltaría su asiento.

Dicho esto, también hay que insistir en que hoy no bastacon hablar de evangelización “a secas”, aunque ésta sea la ma-nifestación permanente del anuncio misionero. Hoy a estamisión de la Iglesia hay que añadirle el adjetivo “nueva”. Esosignifica que lo permanente recibe un toque de actualidad,con un nuevo plan de acción que responda a nuevas situa-ciones y necesidades. El adjetivo “nueva” hace referencia es-pecialmente a un cambio de contexto cultural y evoca lanecesidad que tiene la Iglesia de recuperar energías, volun-tad, frescura e ingenio en su modo de vivir la fe y de transmi-tirla (Instrumentum laboris, 49).

Como propusieron los padres sinodales del último Sínodode los Obispos: “La nueva evangelización requiere un conver-sión personal y comunitaria para poder pasar de una estrategiade mantenimiento a una posición pastoral que sea misionera.”Hay que actuar teniendo en cuenta que el Evangelio con-vence si arriesga, si se ofrece al hombre como novedad. Lasimple continuidad no le satisface. Hay que hacer y decir lamisión con un nuevo tono, una nueva actitud, un nuevo es-tilo, que sea audaz y que lleve a nuestras comunidades cris-

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tinas a recuperarse de la debilidad, la inercia o la rutina en laque hubieran podido caer.

¿Cómo funciona lo básico de la vida de la Iglesia en tuparroquia?

¿Cómo darle impulso misionero a lo que hacemos?

2LA MISIÓN SE HARÁ CON CLARA Y ASIMILADA CON-

CIENCIA DE QUE EVANGELIZAR LE DA IDENTIDAD YRAZÓN DE SER A LA IGLESIA Y A LA FE DEL CRISTIANO: ELANUNCIO DEL EVANGELIO ES EL MEJOR SERVICIO QUE SEPUEDE HACER EN EL MUNDO.

Nuestro proyecto de misión ha de partir de la clara con-ciencia por parte de quienes se comprometen en ella de quela evangelización es la identidad y la razón de ser de la Iglesiay, por tanto, su misión fundamental. “La tarea de la evangeli-zación de todos los hombres constituye la misión esencial de laIglesia; una tarea y misión que los cambios amplios y profundosde la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizarconstituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, suidentidad más profunda. Ella existe para evangelizar” (EN 14).Forma parte de la vida de la Iglesia transmitir la fe que ha re-cibido y gracias a la cual vive. La Iglesia, en efecto, existe paraconducir a Jesucristo, para anunciar la buena noticia, paraevangelizar. La Iglesia es consciente de que en ella comienzael germen del Reino de Dios, en el cual se vive y se realiza el

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Evangelio. De ahí que siempre hay que interrogarse sobre elanuncio y la transmisión de la fe que estamos haciendo.Sobre todo, teniendo en cuenta que el anuncio y el testimo-nio del evangelio son el primer servicio que los cristianos po-demos hacer a cualquier persona y al género humano (cf.Congregación para la Doctrina de la Fe, Missus a Patre).

La Iglesia, en sus comunidades cristianas, es en sí mismamisión viviente en lo que es, anuncia, celebra, hace. La Iglesiaes siempre el lugar vital, indispensable y primario de la mi-sión. Sólo una Iglesia en estado de misión es capaz de des-cubrir el constante movimiento de retorno al Señor y puedeacoger a los hombres y mujeres que tocados en su corazónpor el anuncio del Evangelio quieran responder a esa llamadaen su vida. La Iglesia muestra la verdad de sí misma cuandoes capaz de ofrecer un Evangelio que cambia el corazón, unEvangelio de salva. Y lo puede hacer porque ella se reconocea sí misma como fruto de la Evangelización; pues la Iglesiacomienza por evangelizarse a sí misma. Se puede decir quefuera de la evangelización no hay acción de la Iglesia y ni si-quiera Iglesia. De hecho, el anuncio de Jesucristo agrega,hace nacer la Iglesia y la dilata.

¿Consideráis que hay conciencia misionera entre la genteque participa en la vida de vuestra parroquia?

Si falta, ¿por qué piensas que sucede esto?

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3HAY UN ESTRECHO VÍNCULO ENTRE FE Y URGENCIA DE

EVANGELIZAR, POR ESO SE HA DE FORTALECER EN NUES-TRAS COMUNIDADES CRISTIANAS LA CONCIENCIA DEQUE PARA SER EVANGELIZADORES HAY QUE SER EVAN-GELIZADOS.

Nuestro proyecto pastoral misionero parte de la convicciónde que se evangeliza para compartir la fe, recibida como undon en el Bautismo. En efecto, las comunidades cristianastransmiten lo que creen y lo que viven. “Creí, por eso hablé” (2Cor 4,13). Hay un estrecho vínculo entre fe y urgencia deevangelizar: todo ha de partir de la escucha de la Palabra delSeñor que nos evangeliza y nos hace conservar el frescor, elimpulso y la fuerza para el anuncio del Evangelio. Hemos defortalecer en nuestras comunidades la conciencia de quehemos de ser evangelizados para ser evangelizadores.

Sólo una Iglesia en estado de conversión, en constante mo-vimiento de retorno al Señor, puede acoger a hombres y mu-jeres que, tocados por el Evangelio, respondan con suacogida o su vuelta a la fe. Es en sí misma como la Iglesia hade mostrar la verdad y la salvación. Si no lo hace, y perma-nece en criterios y formas de vida mundanas, será incapaz demostrar la fuerza del Evangelio. Es más, se convertirá en unobstáculo para la evangelización misma. Haremos, pues,nuestra misión, conscientes de que en este acontecimientonecesitamos de buenos maestros, porque son testigos (EN40), necesitamos de hombres y mujeres que viven de la fe y,

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por tanto, en los que se pueda ver y experimentar la alegríade creer.

La vida se enciende sólo con la vida, y la alegría es lo quemás atrae y entusiasma, mientras que las lamentaciones noconquistan a nadie. Al contrario desaniman a todos. “Lo queel mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio cre-íble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la Pala-bra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente demuchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, ésa que no tienefin.” (Pf 15). El testimonio de vida de los cristianos ocupa unlugar prioritario en la misión: sólo los cristianos evangeliza-dos están habilitados para la transmisión de la fe a otros. Todoel que mira a las comunidades cristianas ha de descubrir enellas el amor de Dios: en la alegría de vivir, en la esperanza,en la misericordia, en la ternura, en la fraternidad, en el com-promiso, en el amor activo al prójimo, en la amistad, en la pa-ciencia (cf. Ga 5,22-23). Eso es lo que hará ver a cuantosevangelicemos que serán bienvenidos y aceptados entrenosotros.

¿Cómo está la temperatura de tu fe personal?

¿Hasta qué punto se refleja en tu ambiente cristiano larelación fe-vida? Poned algunos ejemplos de estos testimo-nios.

¿Qué pensáis que se necesita para ser un buen testigo?

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4LA PERSONA DE JESUCRISTO ESTÁ SIEMPRE EN EL CO-

RAZÓN DE LA MISIÓN; POR ESO ES NECESARIO TENERSIEMPRE EN CUENTA EL PRIMADO DE LA FE; ES NECESA-RIO AFIRMAR QUE EL CRISTIANISMO ES FE.

En nuestra etapa de discipulado para ser misioneros,hemos de tener siempre presente que Jesucristo está en elcorazón de la misión y que ésta ha de partir de una fe que escada día un acontecimiento, una Persona viva. “Hemos creídoen el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fun-damental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una de-cisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con unacontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte ala vida y, con ello, una orientación decisiva.” (Deus caritas est,1). De hecho, transmitir la fe es crear las condiciones para quese produzca un encuentro personal con Jesucristo Resuci-tado, que salva y perdona. “Porque, si profesas con tus labiosque Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitóde entre los muertos, serás salvo” (Rom 10,9). Al evangelizar es,por tanto, necesario afirmar que el cristianismo es fe. En unmundo tan secularizado como el nuestro es necesario des-cubrir que ser cristiano no es sólo comprometerse en elmundo, lo cual es necesario, sino tener acceso a una relaciónpersonal y amorosa con Cristo, que será la raíz y la fuente detodos los compromisos. Es verdad que el cristianismo com-porta una ética, la ética evangélica mostrada por Jesús, peroésta ha de ser siempre concebida como epifanía de la fe; lasobras del cristiano son siempre opera fidei, para suscitar, mo-tivar, fundar, inspirar y juzgar la adhesión al Dios viviente.

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Una consecuencia de la necesidad de la fe en la misión esque el primer anuncio o kerygma ha de tener la primacía,pues no hay nada más hermoso que ser alcanzados por elEvangelio de Cristo. Es a partir de de este primer anuncio ydel primer encuentro con el Señor que se crece como cristia-nos maduros, a la estatura de Cristo. Ser cristiano significa,entonces, entrar en una relación cada vez más profunda conCristo y orientar la propia vida a la suya hasta compartir suamor radical por las personas, que resiste incluso el sufri-miento y el perdón. Durante toda nuestra vida hemos de tra-tar de conocerlo cada vez mejor y de cuidar nuestra relacióncon él.

Jesucristo es para nosotros modelo, amigo, hermano,Señor y maestro. Sólo él tiene “palabras de vida eterna”. “Jesúsmismo, Evangelio de Dios, ha sido el primero y el más grandeevangelizador” (EN 7).“Nada hay más bello que conocerle a ély comunicar a los otros esa amistad con él” (Benedicto XVI,homilía en la misa de comienzo del ministerio petrino24.4.2005). Se puede decir que no habrá misión pastoral efi-caz si no nos preocupamos de formar hombres y mujeres ca-paces de asumir como propia la vida de Cristo, capaces derealizar su vida conforme a la de Cristo. En realidad, “no hayverdadera evangelización mientras no se haga anuncio del mis-terio de Cristo muerto y resucitado para la salvación de los hom-bres” (Pablo VI, EN 22).

¿Hasta qué punto tu fe está centrada en Jesucristo: en suvida, en su mensaje, en su seguimiento, en su anuncio, y esose refleja en tus obras y palabra?

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Aquel o aquella que se atreva, que comparta en el grupoen el que estéis haciendo esta reflexión cómo es su vida enCristo. Naturalmente reconociendo su pobreza.

5SE PUEDE DECIR QUE LA EVANGELIZACIÓN ES ANTE

TODO UNA EXPERIENCIA ESPIRITUAL, POR ESO LA ORA-CIÓN Y LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA HABRÁN DE OCU-PAR UN LUGAR ESENCIAL EN LA VIDA DE UNDISCÍPULO-MISIONERO.

En el empeño misionero que queremos comenzar, nues-tras comunidades cristianas han de reconocerse, por tanto,constituidas por discípulos que se renuevan cada día espiri-tualmente en la fe en Jesucristo y en él encuentran el coraje,la entrega, la audacia y la razón que se necesita para la mi-sión. Se puede decir que la evangelización es ante todo unaexperiencia espiritual: no se puede decir “Jesús es el Señor”sin escuchar y ser guiados por el Espíritu Santo (cf. 1 Cor 12,3).Por eso la oración y la celebración litúrgica, especialmente laEucaristía, habrán de ocupar un lugar esencial en la vida deldiscípulo. Así lo aprendieron los apóstoles durante el tiempoque estuvieron con Jesús antes de ser enviados a predicar (cfMc 13,13). “El anuncio del Evangelio tiene que ser precedido yseguido por la oración. Necesitamos establecer una íntima co-municación con el Señor en una intensa vida de oración. Elmundo de hoy necesita personas que hablen a Dios para poderhablar de Dios” (Benedicto XVI, discurso a los nuevos evangeli-

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zadores). Sólo el silencio orante ante el misterio de Dios Padre,Hijo y Espíritu Santo puede derivar en un testimonio creíblepara el mundo.

Pero la oración que sostiene el espíritu misionero ha de servaliente, como acaba de decir el Papa Francisco: “Una oraciónque no sea valiente no es una verdadera oración”. La oracióntiene que ser valiente para aceptar lo que Dios nos da, lo queDios nos pide, lo que Dios nos confía. En resumen, necesita-mos que los momentos de contemplación se entrecrucencon la tarea de nuestra misión, para enriquecerla y, a la vez,alimentarse en ella. De un modo especial necesitamos la ora-ción de los Monasterios, que son lugares del espíritu en nues-tro territorio diocesano; a ellos les encomendamos que seanuna llamada permanente al Señor para que sostenga la mi-sión, en la que él nos estará esperando, porque siempre nosprecede en el corazón del hombre.

El camino para ser discípulos-misioneros es ser santos. Lamisión es siempre un cauce de santificación, no es nunca unatarea aislada de la vida espiritual, al contrario la enriquece, lafortalece: la santidad es parte importante del compromisoevangelizador tanto para quien evangeliza como para el biende los evangelizados. Es más, el verdadero misionero es elSanto, de ahí que cada cristiano ha de crecer en la comunióncon el Señor, para poder dar a Jesús y darse como Jesús. Sepodría decir que la misión es el principal medio, el principalcamino, para ser santo. Si no la encaráramos así, fallaríamos,porque hemos de hacerla con el espíritu y fervor de los san-tos.

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¿Cómo cultivas tu vida espiritual, tu vida en Cristo, tuadoración de Dios?

¿Qué lugar ocupa tu oración en tu vida cristiana?

¿La Palabra de Dios es una referencia permanente parati?

¿La Eucaristía es centro y culmen de tu vida?

6LA PARROQUIA, LA ÚLTIMA LOCALIZACIÓN DE LA IGLE-

SIA, ES EL LUGAR DE LA MISIÓN; POR ESO LAS COMUNI-DADES CRISTIANAS HABRÁN DE DESCUBRIR ELTERRITORIO COMO UN LUGAR TEOLÓGICO AL QUE LLE-VAR EL ANUNCIO DE LA SALVACIÓN.

Para ese proyecto de misión, las parroquias serán comuni-dades que sepan descubrir el territorio en el que están inser-tas como un lugar teológico al cual hay que llevar el anunciode la salvación. Serán Iglesia entre las casas de sus hijos y desus hijas. El diálogo entre la parroquia y el territorio será oca-sión para mejor comprender los problemas de las personas,para entrar en sus dramas, en sus aspiraciones, en sus ilusio-nes y dificultades. En una parroquia abierta al territorio sepodrá producir un diálogo pastoral y samaritano entre la Igle-sia y los ciudadanos que habitan el pueblo y la ciudad. “La co-munión eclesial, aún conservando siempre su dimensiónuniversal, encuentra su expresión más visible e inmediata en laparroquia. Ella es la última localización de la Iglesia; es, en cierto

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sentido, la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos yde sus hijas”. “La parroquia no es principalmente una estructura,un territorio, un edificio; ella es “la familia de Dios, como una fra-ternidad animada por el Espíritu de unidad”, es “una casa de fa-milia, fraterna y acogedora”, es la “comunidad de los fieles” (Chfl,26).

La parroquia, entonces, tendrá que ir descubriendo día adía su sensibilidad misionera. Pero esto sólo puede sucedersi todos en ella –fieles laicos, religiosas y religiosos, consagra-dos y ministros ordenados- se ponen a disposición del com-promiso evangelizador. Esta disponibilidad se le pedirá de unmodo especial a los Equipos de Animación Pastoral o EquiposMisioneros, formados con la colaboración leal y generosa detodas las fuerzas vivas. Es muy importante que se creen nú-cleos de cristianos comprometidos en la acción misionera dela parroquia. Ellos serán el círculo central de una Iglesia dediscípulos que están a la escucha de la Palabra de Dios, quecultivan la oración y la celebración de la fe como su alimentoespiritual, que permanecen constantemente en actitud deconversión, que viven para el anuncio del Evangelio, que pro-claman la verdad sobre el hombre y sirven a los pobres.

Haced entre todos un elenco de situaciones que se danen vuestra parroquia y que necesitan ser evangelizadas.

En vuestros grupos cristianos, ¿reflexionáis de cuando encuando sobre los retos misioneros que se os presentan?¿Cómo procuráis abordarlos?

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7EN LA MISIÓN SE HA DE PROYECTAR UNA IGLESIA CON

ROSTRO “DOMÉSTICO POPULAR”, A LA QUE NADA DE LAVIDA DE LA GENTE LE ES AJENO: HA DE ESTAR JUNTO ALAS PERSONAS Y HA DE SER CAPAZ DE ENTRAR POR LASPUERTAS DE LAS CASAS DE SUS HIJOS Y DE SUS HIJAS.

Todo proyecto misionero ha de hacerse desde la convic-ción de que en la evangelización se ha proyectar una Iglesiacon un rostro “doméstico popular”; es decir, que esté junto alas personas y, por tanto, que sea capaz de entrar por laspuertas de las casas de sus hijos y de sus hijas para acompa-ñarlas, una a una, y orientarlas en la fe y de ese modo ir pocoa poco haciendo de nuevo el tejido de las mismas comuni-dades cristianas y, por supuesto, el tejido cristiano de la so-ciedad, estando al servicio de todos. Por eso nada de la vidade la gente nos puede ser ajeno; del mismo modo que nuncanos será ajeno el sentir y el vivir religioso del pueblo de Dios,por muy sencilla que sea su manifestación.

El Vaticano II, en la Gaudium et Spes, os invita entrar endiálogo con el mundo con una actitud de empatía, que llevea suscitar relaciones de confianza y de amistad hacia todos.Se puede decir que la nueva evangelización, en la que nos-otros queremos situarnos en este proyecto misionero, es unaclara consecuencia de esta apertura de la Iglesia al mundo.Sólo así se abren espacios grandes y amplios de evangeliza-ción. Como decía el Beato Juan Pablo II: “Un nuevo mileniose abre ante la Iglesia como un océano vasto en el que aventu-rarse, contando siempre con la ayuda de Cristo. En efecto, esta-

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mos abiertos a nuevos horizontes, a nuevos compromisos cadavez más audaces, creativos y abiertos. Esto obliga a entrar en lascasas, a transitar por las calles, a buscar acercamientos y, enocasiones, a iniciar aventuras. Y nada debe impedir que lo in-tentemos; y mucho menos aquello de que “ya lo intentamos enotra ocasión”. Nada debe olvidarse, ninguna edad debe sal-tarse, ninguna condición de vida debe ser ignorada. Hemosde salir a sembrar y poco importa que el resultado sea más omenos afortunado. El Señor guarda lo sembrado y en él nadase pierde.

“Anunciar hasta en las periferias […] Es un elemento que hevivido mucho cuando estaba en Buenos Aires: la importanciade salir para ir al encuentro del otro, en las periferias, que sonlugares, pero son sobretodo personas en situaciones de vida es-pecial […] Las periferias son las zonas de la Diócesis que correnel riesgo de estar en los márgenes, fuera de los rayos de luz delos reflectores. Pero son también personas, realidades humanasde hecho marginadas, despreciadas. Son personas que tal vezse encuentran físicamente cerca del “centro”, pero espiritual-mente están lejanas. No tengan miedo de salir e ir al encuentrode estas personas, de estas situaciones. No se dejen bloquearpor los prejuicios, las costumbres, por la rigidez mental o pasto-ral, ¡por el “se ha hecho siempre así!”. Se puede ir a las periferiassólo si se lleva la Palabra de Dios en el corazón y se camina conla Iglesia, como san Francisco. De otro modo llevamos a nos-otros mismos, no la Palabra de Dios, ¡y esto no es bueno, no sirvea nadie! No somos nosotros que salvamos el mundo: ¡Es justa-mente el Señor que lo salva! (Papa Francisco, discurso al clerode Asís).

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La parroquia está entre la gente, ¿lo notáis o la parroquiava por un lado y la gente por otro? Poned ejemplos de esaspresencias o ausencias que os llamen la atención.

¿Qué hacer para que haya más penetración y presenciaen las periferias humanas?

8EN LA MISIÓN SE HARÁ UN PROFUNDO DISCERNI-

MIENTO DEL MOMENTO PRESENTE PARA IDENTIFICARLOS DESAFÍOS QUE PRESENTA LA ACTUAL SITUACIÓN; ENÉL HAY QUE MIRAR A FONDO Y MIRAR DE CERCA PARADESCUBRIR QUÉ QUIERE DECIRNOS EL SEÑOR EN LA RE-ALIDAD ACTUAL.

En el proyecto de misión hemos de empezar por identificarlos desafíos que presenta la actual situación a la Iglesia. Paraello se ha de hacer un exhaustivo y profundo discernimientodel momento presente, en el que, sobre todo, se han de des-cubrir cuáles son los posibles escenarios de lo que queremoshacer y cuáles son los sectores y ambientes que son más aje-nos a la fe, o bien porque no la han encontrado nunca o por-que se han alejado de ella. En cualquier caso, siempre se hade procurar estar muy cerca de la vida real y de los problemasconcretos de las personas, para llevarles la fuerza profética ytransformadora del mensaje evangélico. Responderemos aeste paso necesario en la misión con el tercer objetivo denuestro Plan Pastoral: “Escuchar la llamada de la realidad so-cial actual, salir a su encuentro y afrontar el reto que nos planteapara la nueva evangelización”.

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De cualquier modo, hemos de ser conscientes de que de-trás de todos los fenómenos y cambios sociales hay siempreuna pregunta: ¿qué quiere decirnos Dios en ellos? Sólo en-contrando la respuesta, esos cambios serán comprendidoscomo signos de los tiempos de los que podemos aprender.Además de comprender adecuadamente los fenómenos,hemos interpretarlos con sentido evangélico y actuar paraque la verdad revelada sea comprendida más a fondo ypueda ser presentada en una forma más adecuada.

Sólo os pido que no dejéis de hacer, y a fondo, en este re-corrido misionero que vamos a comenzar un profundo aná-lisis de la realidad. Mirad al mundo y mirad a la cercanía denuestra gente, pues el Señor nos envía a llevar el Evangelioal mundo concreto de hoy, en nuestra Diócesis de Plasencia.Y ante lo que encontréis, os recuerdo que lo nuestro no es nila nostalgia ni el lamento. Para nosotros la situción nueva esun desafío. Sin negarnos a aceptar lo evidente, la posición delos cristianos ante las dificultades no puede ser el miedo o ladesconfianza ante las posibilidades del Evangelio en nuestrotiempo. Con Cristo hemos de encontrar la esperanza, que esel horizonte permanente del discípulo-misionero. Esta con-fianza en el Señor, causa de nuestra esperanza, es la verda-dera fuente del vigor misionero.

Sin miedo y con esperanza, empeñaos con creatividaden señalar los espacios, los ambientes y los sectores en losque hay que estar presentes con propuestas misioneras.

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9EN LA MISIÓN HEMOS DE TENER SIEMPRE DESPIERTA

UNA MIRADA EVANGELIZADORA HACIA LAS PERSONASBAUTIZADAS QUE NO VIVEN LAS EXIGENCIAS DEL BAU-TISMO. ESTO SE HARÁ CON MÉTODOS NUEVOS, CONNUEVOS LENGUAJES Y CON ACTITUD DE DIÁLOGO YAMISTAD.

Para el proyecto misionero que iniciamos, es necesariotambién tener siempre despierta la mirada evangelizadorahacia las personas bautizadas pero que no viven las exigenciasdel Bautismo. La Iglesia ha de dedicarles atención especialpara que encuentren de nuevo a Jesucristo, vuelvan a descu-brir el gozo de la fe y regresen a las prácticas religiosas de lacomunidad de los fieles. Y siempre sin echarle la culpa anadie. “Muchas personas se han alejado de la Iglesia y es equi-vocado echar la culpa a unos o a otros, en efecto, no es apro-piado hablar de culpas” (Papa Francisco, Discurso al Consejopontificio para la nueva evangelización, 14 de octubre de2013). En esta nueva invitación a los alejados, además de losmétodos pastorales tradicionales, siempre válidos, la Iglesiaintenta utilizar también métodos nuevos, usando nuevos len-guajes, apropiados a las diferentes culturas del mundo, pro-poniendo la verdad de Cristo con una actitud de diálogo yde amistad que tiene como fundamento a Dios que es Amor.Es necesario, para eso, que el anuncio sea un acontecimientointerpersonal, “de persona a persona” (EN 46).

Se ha de acoger con benevolencia y sin condiciones la laspersonas que se encuentran en el camino de la misión. “El

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Señor nos quiere parte de una Iglesia que sabe abrir los brazospara acoger a todos, que no es la casa de pocos, sino la casa detodos, donde todos pueden ser renovados, transformados, san-tificados por su amor, los más fuertes y los más débiles, los pe-cadores, los indiferentes, aquellos que se sienten desalentadosy perdidos. La Iglesia ofrece a todos la posibilidad de recorrer elcamino de la santidad, que es el camino del cristiano: nos haceencontrar a Jesucristo en los sacramentos, especialmente en laconfesión y en la eucaristía; nos comunica la Palabra de Dios,nos hace vivir en la caridad, en el amor de Dios hacia todos.”(Papa Francisco, Audiencia general, 2 de septiembre, 2013).

En varias diócesis españolas y en diversas partes delmundo, la Iglesia ya ha emprendido dicho camino de creati-vidad pastoral, para acercarse a las personas alejadas y enbusca del sentido de la vida, de la felicidad y, en definitiva,de Dios. Recordemos que ha habido algunas importantes mi-siones ciudadanas, el «Atrio de los gentiles», la Misión Conti-nental, e infinidad de misiones populares renovadas con muydiversas fórmulas y desde muchas iniciativas. Sin duda elSeñor, Buen Pastor, bendecirá abundantemente tantos es-fuerzos que provienen del celo por su Persona y su Evangelio.(cf Homilía de Benedicto XVI en la Misa de clausura del Sí-nodo). Teniendo como modelo estas iniciativas, nosotrostambién queremos que nuestras parroquias encuentren ca-minos, plazas y atrios de diálogo en aquellos lugares y paraaquellas personas con las que no existe un contacto o el queexiste es muy débil.

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Los alejados son destinatarios de la misión. A la mayoríalos conocéis por su nombre e incluso los apreciáis mucho ytenéis familiaridad con ellos. ¿Este aprecio llega hasta elpunto de que estaríais dispuestos a invitarles a reencon-trase con la fe en Jesucristo que recibieron en el Bautismo?

10ES ESENCIAL EN LA MISIÓN CAMINAR EN FIDELIDAD A

DIOS Y AL HOMBRE, Y PARA ESO HAY QUE PONER ESPE-CIAL CUIDADO EN QUE NI JESÚS, EN TODA SU VERDAD,NI LA VIDA DE AQUELLOS A LOS QUE LLEVAMOS ELANUNCIO DEL EVANGELIO ESTÉ AUSENTE EN NUESTROANUNCIO DE LA FE.

En la misión que vamos a iniciar todo se ha de hacer con laintención de llegar al corazón de los hombres y mujeres a losque nos dirigimos para el anuncio del Evangelio. Lo que másnos va a garantizar que lleguemos al corazón de la gente espartir del único Corazón que abre las puertas más resistentesdel alma humana. Pero también nosotros hemos de utilizaren la mediación que nos corresponde nuestras propias he-rramientas, sobre todo un lenguaje que sea inteligible y sig-nificativo. Se puede decir que en la evangelización es esencialcaminar con fidelidad a Dios y fidelidad al hombre. Por si osvale, os sitúo en esta doble fidelidad con las mismas palabrasque lo hacía hace poco en una carta a los catequistas, respon-sables en nuestra Diócesis de la transmisión de la fe.

A ellos les decía entonces y ahora os lo digo a vosotros:todo en la misión se ha de hacer poniendo especial cuidado

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en que ni Jesús, en toda su verdad, ni la vida de aquellos a losque llevamos el anuncio del evangelio esté ausente. Si paraser fiel a la experiencia de vida de los que evangelizas le dasde lado a la verdad y a la riqueza del mensaje de Jesús, lesengañas; y si ofreces mucha y completa buena noticia, perono la haces caer en la tierra que cultivas, tampoco se puedehacer vida. Esta doble fidelidad es siempre imprescindible enla evangelización. Dad siempre a Jesús, pero sed muy cons-cientes de que hay que hacer las cosas de tal modo que lle-gue a convertirse en experiencia de vida en la razón, en lossentimientos, en las actitudes, en los actos concretos deaquellos a los que evangelizáis. El mensaje que transmitimosha de cristalizar en una mentalidad de fe, en una vida enCristo. “La fe es un don de Dios, pero es importante que los cris-tianos mostremos, de un modo concreto, cómo vivir la fe, a tra-vés del amor, la armonía, la alegría, el sufrimiento, porque estoplantea preguntas. Son interrogativos que conducen al corazónde la evangelización, que es el testimonio de la fe y de la caridad.Lo que necesitamos, sobre todo, en estos tiempos, son testigoscreíbles, que con la vida y también con la palabra hagan visibleel Evangelio” (Papa Francisco al Consejo Pontificio para la nuevaevangelización).

La gente nos escuchará mejor si comprueba que la fe nossirve para vivir, para ser felices, para encontrar sentido.¿Anunciáis a Jesucristo, la fe de la Iglesia y la conducta cris-tiana con rebajas?

Vosotros, que conocéis bien a vuestros amigos, ¿cómocreéis que podríamos persuadirlos del valor de la fe para lavida?

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11SE HACE MISIÓN PARA OFRECER UNA FE PENSADA, CE-

LEBRADA, VIVIDA Y REZADA, Y PARA ESO SE HAN DE IN-DICAR CAMINOS QUE SEÑALEN PROCESOS EN LOS QUELOS EVANGELIZADOS TENGAN LA POSIBILIDAD DE CON-VERTIRSE EN TESTIGOS DEL SEÑOR.

La acción pastoral que sostiene la misión que nos va a ocu-par estos próximos años ha de crear las condiciones para unafe pensada, celebrada, vivida, rezada. Es decir, ha de crear enlas comunidades una estructura de transmisión integral,hecha sobre todo con la Sagrada Escritura y con la Tradiciónviva de la Iglesia, bajo la acción del Espíritu Santo. Por eso enel discipulado se han de ofrecer caminos que hagan posiblerenovar los procesos que quizás en su momento no se hicie-ron o, si se hicieron, no han dejado la huella que ahora per-mitiría ser testigos de una fe integral.

Se ha de cultivar, por tanto, una pastoral de iniciación quehaga testigos del Señor. Para ello se han de revisar y actualizarlos procesos, los itinerarios, para que sean orgánicos sistemá-ticos y continuos y, por supuesto, para que respondan a lasedades y necesidades de los que se acercan a la Iglesia traslos primeros pasos de la fe, bien sean los adultos, los jóveneso los niños. La catequesis siempre será integral y para ello elCatecismo de la Iglesia Católica y su Compendio (tambiénel Yucat) ha de ser un instrumento imprescindible, porquecomo sabemos el Catecismo es expresión de la comunión enla fe de la Iglesia. “Un instrumento válido y legítimo al serviciode la comunión eclesial y como una regla segura para la ense-ñanza de la fe” (Pf 11).

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Conviene también que el catecumenado adquiera en la mi-sión un fuerte protagonismo, tanto en la preparación comoen el ejercicio mismo de la misión, ya que siempre ha de serel modelo inspirador de todo proceso de evangelización. Enefecto, el catecumenado sigue siendo un foco de luz para laacción misionera de la Iglesia” (cf DGC 89): Lo es por la serie-dad de la opción por la fe y de la decisión personal de ser cris-tiano del catecúmeno; por la duración y las etapas delproceso catecumenal; por la centralidad de la conversión yel crecimiento gradual de la fe; por el carácter integral y glo-bal del devenir cristiano; por el carácter comunitario de todoel proceso. El catecumenado es esencial y constitutivo del sery de la misión de la Iglesia. ¿Podríamos recibir adecuada-mente a los que acojan nuestra llamada misionera, si no te-nemos prevista y en pleno desarrollo una catequesis deadultos?

De cualquier modo, toda acción misionera ha llevar siem-pre a las comunidades parroquiales a articular en modo con-creto las obras fundamentales de la vida de fe: caridad,testimonio, anuncio, celebración, escucha, participacióncompartida. Es necesario que nuestra misión esté inspiradaen el propio proceso de evangelizar, a través del cual la Igle-sia, movida por el Espíritu, anuncia y difunde el Evangelio entodo el mundo; impulsada por la caridad, impregna y trans-forma todo el orden temporal, asumiendo y renovando lasculturas. Proclama explícitamente el Evangelio, llamando a laconversión. Mediante la catequesis y los sacramentos de ini-ciación, acompaña a aquellos que se convierten a Jesucristo,o a aquellos que retoman el camino de su seguimiento, in-

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corporando los unos y reconduciendo los otros a la comuni-dad cristiana. Alimenta constantemente el don de la comu-nión en los fieles mediante la doctrina de la fe, lossacramentos y el ejercicio de la caridad. Suscita continua-mente la misión, enviando todos los discípulos de Cristo aanunciar el Evangelio, con palabras y obras en todo elmundo. En su obra de discernimiento, necesario en la nuevaevangelización, la Iglesia descubre que en muchas comuni-dades cristianas la transmisión de la fe tiene necesidad de unrenacimiento.” (cf Instrumentum laboris del Sínodo para lanueva evangelización, 92).

¿Consideráis que la parroquia está capacitada para aco-ger a los que vengan a la fe por la misión?

¿Qué habría que ir haciendo para que no nos coja des-prevenidos?

12NUESTRO PROYECTO MISIONERO HA DE HACERSE CON

ACTITUD PENITENCIAL, COMO COMUNIDADES NECESI-TADAS DE CONVERSIÓN Y, POR SUPUESTO, SIN OLVIDARQUE LA EVANGELIZACIÓN ES PREDICACIÓN DE LA CON-VERSIÓN Y DEL PERDÓN DE LOS PECADOS.

Este proyecto misionero comunitario hemos de hacerlocon actitud penitencial, o sea, como una comunidad de pe-nitentes, siempre necesitados de purificación y conversión.Es necesario que todos estemos educados en la virtud de lapenitencia, que nos hará comprender que el primer sacra-

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mento de la reconciliación es el bautismo. La evangelizaciónes predicación de la conversión y la remisión de los pecados(cf. Lc 24,47). En efecto, la remisión de los pecados deberíaconstituir la parte central de la evangelización. Si es cierto, yparece que en esto ninguno tenemos dudas, que hay unagrave falta de sentido de pecado, seguramente es porque nose hace experimentar suficientemente la remisión de los pe-cados. ¿Como vamos a cantar y a anunciar su misericordia in-finita, si no predicamos la remisión de los pecados? “Somosuna Iglesia de pecadores; y nosotros pecadores estamos llama-dos a dejarnos transformar, renovar, santificar por Dios. Ha ha-bido en la historia la tentación de algunos que afirmaba: laIglesia es solo la Iglesia de los puros, de los que son totalmentecoherentes, y los otros están lejos. ¡Esto no es verdad! ¡Esto esuna herejía!” (Papa Fracisco, Audiencia general, 2 de septiembrede 2013). Sólo la remisión de los pecados hace posible que laPascua del Señor se realice en nosotros. Por eso el Papa emé-rito Benedicto XVI sugirió el Sacramento de la Penitenciacomo sacramento de la nueva evangelización. No obstante,no podemos olvidar que, sin mostrar misericordia, no sepuede anunciar eficaz y elocuentemente la remisión de lospecados; pero con el mensaje de amor hay que predicar queel Señor vino a librarnos de nuestros pecados.

Unido a la remisión de los pecados, hemos de anunciartambién la salvación de Dios en Cristo. La evangelización hade dar razón de la esperanza que hay en nosotros (cf. 1 Pd3,15). Tiene que mostrar que tenemos fe en Cristo no sólo enesta vida; el cristiano cree en Cristo que ha resucitado a losmuertos y la vencido a la muerte para todos y para siempre.

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El anuncio de la salvación, por tanto, debe indicar la venidaplena del Reino, la vida eterna, que es vida para siempre enDios, el final del pecado y del mal, la fiesta escatológica. Loscristianos creemos en la vida eterna y por eso hemos de tenerel coraje de anunciarla. No ha de faltar, por tanto, la memoriaescatológica en la evangelización. Es imprescindible. Porquecomo ha dicho San Basilio de Cesarea: “¿Qué es propiamenteun cristiano? Vigilar cada día y cada hora (cf. Mt 25,13) y estarpreparados en el cumplimiento pleno de la voluntad de Dios(cf. Mc 13,34), sabiendo que el Señor viene en la hora quemenos pensemos” (cf. Mt 24,44; Lc 12,40).

¿Qué os parece lo que acabáis de leer? Comentadlo entrevosotros.

¿Cómo hacerla realidad esto en nuestra vida?

¿Cómo hacer que nuestras comunidades sean testigos dela remisión de los pecados?

Plasencia, 15 de octubre,

fiesta de Santa Teresa de Jesús

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