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DiscreciónMuseo de la Memoria y los Derechos Humanos
Renata Espinoza / Manuela Flores
La exposición Discreción
de Renata Espinoza y
Manuela Flores, artistas
recientemente tituladas de
las Escuelas de Arte de la
Universidad Diego Portales y
de la Pontificia Universidad
Católica de Chile, se
articula en torno a las
múltiples interpretaciones
que surgen de la palabra
que titula la muestra.
Discreción significa por
un lado mesura, sensatez
y moderación. También
alude directamente a
la reserva como un don
moral. En la jerga militar
se ocupa para marcar la
posición intermedia entre la
rigidez de la inspección y el
descanso de la posición del
cuerpo mientras se está en
la fila.
Son especialmente la
postura y la corporalidad
las que adoptan
simbólicamente un rol
puntual en las obras, pues
es en ese lugar -el de la
producción de la visualidad-
donde los secretos, la voz
baja y los murmullos se
Discreción: lo no vistoMario NavarroAbril 2011
Museo de la Memoria y los Derechos Humanos
Manuela Flores“Uno se siente culpable de haber sobrevivido” 2010
10 bancos escolares pintura y textoDimensiones variables
Renata Espinoza“Video Chacón” 2009
Video digital1:25”
materializan, se vuelven
carne...
En el contexto de
las artes visuales, la
desmaterialización de la
obra artística no es nada
extraño. Las experiencias
iniciales de Marcel
Duchamp con obras como
50 cc air de Paris,(1919),
todo el camino y el
espacio recorrido por los
Situacionistas, as acciones
del Colectivo de Acciones
de Arte CADA, con Ay
Sudamérica! (1981) y más
recientemente artistas como
el colombiano Oscar Muñoz,
ponen de manifiesto el valor
de lo efímero como motor
de un campo de exploración
y experimentación que
muchas veces no se cruza
con la concepción más pura,
unitaria y material de lo que
se denomina como obra de
arte. Más bien habría que
decir que estos ejemplos
hacen reverberar muchos
de los puntos álgidos de
las obras ancladas en lo
que podríamos llamar una
cualidad retiniana, es decir,
el valor intrínseco de lo visual
por sobre otros elementos
que conforman las obras.
Hay aquí una batalla entre
el placer estético iluminista
y una “indiferencia visual”
como lo planteaba el propio
Duchamp.
Hoy, después de un siglo
de que estas reflexiones
se asentaran, la órbita
repite su ciclo. El valor de
lo visual es un engranaje
emergente en la complejidad
del conocimiento
contemporáneo. Y no
Museo de la Memoria y los Derechos Humanos
Renata Espinoza
Museo de la Memoria y los Derechos Humanos
solamente lo referido al
arte, pues claramente la
velocidad de producción,
circulación, distribución
y edición digital de las
imágenes está muy por
encima y es definitivamente
más determinante, o por lo
menos más evidente que lo
que el arte ha alcanzado a
hacer hasta ahora.
En este camino, las obras
de Renata Espinoza y
Manuela Flores ocupan
sin temor otras entradas y
otras reflexiones sobre la
obtención, la manipulación
y el uso de las imágenes en
sus trabajos.
Ambas están
comprometidas con un
tipo de obras que recurren
constantemente a archivos
de todo tipo como fuente
sustantiva de creación,
tanto en un nivel conceptual
como en ámbitos netamente
visuales. La obras presentes
en esta muestra, como
JT (2010) de Renata
Espinoza, que recurre al
archivo de negativos con
instructivos paramilitares
y de educación política del
MIR, que su padre ingresó
clandestinamente bajo el
nombre de Jaime Torres
entre 1983 y 1984 a Chile,
conforman un acervo que
nunca logró constituirse
como información concreta,
sino que fue ocultado u
olvidado por el temor a los
daños que podría haber
sufrido su propia familia.
Esos negativos nunca
llegaron a su destino final,
pues como lo menciona la
artista, “los negativos que
encontré 26 años después,
nunca fueron revelados”.
Este solo hecho da pie para
comprender lo valioso de
la memoria, aunque lo
estrictamente verdadero
tome tiempo en revelarse
completamente.
Ahora bien, lo interesante
de este proyecto, es que
enfrenta lo memorial de
una forma mucho más
consciente y en cierto
modo crítica. Interpela
al padre más allá de una
moralidad sentimental, pues
sanciona y corta con la raíz
del asunto: la imagen que
informa y educa, el texto de
subversión en este caso.
JT es entonces una
fotografía en extremo
sobreexpuesta, donde la
luz traspasa materialmente
el papel y lo hace evidente
como único soporte de lo no
dicho.
En otro sentido, la obra
de Manuela Flores,
Circuito de Escape (2011)
recopila y profundiza
simbólicamente a propósito
de los actos de asesinato,
desaparición y tortura
sufridos directamente por
algunos de sus familiares
más cercanos durante los
primeros años dictadura de
militar en Chile.
La utilización como soporte
escultórico de la forma
que actualmente tiene
la bala que se aloja en el
hombro de un de sus tíos,
evidencia por un lado la
cercanía y el dramatismo
implícito del dato y por otro
lado toma una extrema
distancia, pues desautoriza
el valor testimonial del
objeto convirtiéndolo en
un problema totalmente
abstracto y puramente
visual.
Asímismo, la inclusión
de diez tubos de escape
de automóviles grandes y
antiguos, que recuerdan a
los utilizados regularmente
en la década de los setenta y
ochenta en Chile, conforman
una instalación que se basa
en el trabajo de inteligencia
que otros familiares,
militantes del MIR,
realizaron para ubicar las
antenas de comunicación
que los automóviles de
los órganos represores
escondían para no ser
identificados como tales.
Se descubrió entonces, que
entre 1983 y 1984 la mayoría
de estos vehículos ocultaban
sus antenas introducidas
en los tubos de escape en
forma horizontal.
Las estrategias de
declinación que utilizan
las artistas hacen un
fuerte acento en el valor
político de sus orígenes (los
archivos, los recuerdos y los
testimonios), sin embargo,
también se refieren a
ellos en una evidente
sentimentalidad que se
cruza inevitablemente con
cientos de casos similares
ocurridos durante la
dictadura de Pinochet.
Es recurrente observar
inimaginables métodos
de ocultamiento de la
información, no como
una estrategia política
de desinformación, sino
todo lo contrario, como un
riguroso modo de protección
del entorno más directo;
una “autocensura” la han
llamado las artistas, donde
inicialmente siempre estuvo
la falta de comprensión
respecto de este tipo de
aislamiento. Sin embargo,
hay que ser justos y
observar que como muchos
otros casos de detenidos
desaparecidos, ejecutados
políticos, torturados e
incluso presos políticos, este
silencio sirvió para madurar
y “preparar” a los hijos para
una mejor compresión de
los hechos ocurridos.
Esta muestra recurre
entonces al ocultamiento,
el secreto, la censura
y especialmente a la
afectividad para dar cuenta
de las diferentes formas de
violencia en que la represión
política de la dictadura
militar se ha manifestado
hasta nuestros días.
Museo de la Memoria y los Derechos Humanos
Manuela Flores
DiscreciónRenata Espinoza / Manuela Flores
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