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Diseño Editorial

Date post: 21-Jul-2015
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Es extraño ver los rincones de la mente… Qué diferentes podemos ser nosotros de un día para el otro, el trato que podemos tener con una persona o con otra, según el lugar donde estemos… Pero mucho más extraño es lo mucho que nos parece-mos a los otros mientras que cada uno se cree único e irrepetible.

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Claro que entiendo que existen diferen-cias, pero nos cuesta aceptar lo iguales que podemos ser un loquito escalador argenti-no con un empleado de oficina japonés... Digamos que un día normal se estructura-ría así: -8 horas por día dormimos: uno en una carpa de un camping y el otro en un tatami. -2 horas comemos algo: uno piensa en asado birra y vino o si se hace el “vegeta-riano yo escalo mucho y soy más feliz”, pan casero con morrones a la parrilla; y el otro, sushi con sake. -1 hora por día hablamos boludeces (o algunos, como yo, más): el hippy habla del clima, la rachita, de canutos afanados, de egos grosos, humildes, chapas de Maestri y matar al gringo, etc.; el otro de que no se puede ni caminar por Tokio, de lo lento que anda el chat del Facebook japonés, de Pokemon y Gotzila. -1 hora por día de traslados: el ordinario a pata, bici, skate (si se hace el copado loqui-to chalteneitor), en la caja de una camione-ta, sentado en los “crash pad”; y el otro en subte, tren, bici, bondi, etc. -Después hay que trabajar 8 horas y al final da igual si andas saltando grietas con viejas de la mano porteando mochilotes en el viento, o si estas en una oficina de 2x2 respondiendo e-mails. Trabajar es siempre feo, para todos, con lo bueno y lo malo de cada cosa. Uno anda al aire libre pero se rompe el lomo y el otro se aburre más pero no se moja ni pasa frío... En total tenemos entonces 18 horas de necesidades básicas y trabajo. Obvio que hay “climbers” (escaladores) que no trabajan ni 3 horas por día, y ponjas que trabajan 15 horas, es un promedio... Entonces nos quedan 6 horas por día para ser diferentes. Somos casi un 75% pare-cidos y un 25% distintos. En este último porcentaje está lo que nos gusta hacer y la primera impresión de lo que los demás ven: si ves a alguien con gorro de lana, las manos todas rotas, pantalones mugrien-tos, camperita o buzo de montaña y una mochilita llena de las compras del súper, le sacas la ficha y cuando te habla de pencas, pegues, promo, etc… ¡Listo! Es climber, o quiere serlo, o cree que lo es…

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Con mis amigos Lucas, Toto y Dani, el 25% del tiempo que nos diferencia de un japonés, entrenamos y nos divertimos (en los 2 días de franco que tenemos de nuestro trabajo como guías de montaña en Calafate, a 230 km de Chalten), para escalar una de las agujas que forman parte del Cordón Fitz Roy. La aguja Mermoz, por su vía Argentina, de 800 metros y 6a+, 5+ (de 2.732 msnm).

así que la escalada empezó así:Luquitas que pegó (consiguió) casa con internet, vio el rachor en wind pacu (se anticipó al clima por internet) y al otro día nos papeó (habló) de ir preparando los fierritos (equipo de escalada friends), así que con los makutos (mochilas) listos nos cargamos a la Fiat Fiorino de la minita (novia) de Lucas, tirados en los crash pad (colchones para hacer Boulder) y nos fuimos a darlo (hacer lo mejor que uno puede). En el viaje papeamos (comer o ha-blar) empanadas y fuimos a los gomazos (rápido) hasta el rio eléctrico, donde a las 11 de la noche nos tiramos a dormir. Tipo 5 am empezamos a agitar (ponerle ener-gía, movimiento, ruido) y fuimos hasta Piedra de Fraile donde vimos que estaba todo veschozo (feo, malo, roto) por las nubes. Lucas agitó (dijo, propuso, opinó) de bajar. Como quiso marronear (volver, bajar, tener miedo), le pusimos de apodo “indio nube negra” y seguimos entre la niebla hasta Piedra Negra. Cruzamos el glaciar y pasamos los slaps (rampas lizas e inclinadas de piedra) con cuerdas fijadas por el titán (tipo fuerte escalando) del gringo Carsten, hasta el pie de la pencora (base de la Mermoz).

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Ahí papeamos (comimos) y nos enfierra-mos (preparar el material) y comenzamos a escalar, dos cordadas independientes en ensamble (los dos escaladores progresan juntos). Lucas con Cuny y en la otra Dani con Toto.Pasamos bien rápido unos zigzag y se la pusimos (pasar escalando) a los diedros en 3 horas hasta el lugar de pernocte, donde llegamos a las 4 de la tarde. Procuramos (buscamos) nieve y hielo raspando las piedras con los Jet Boils (calentadores a gas compactos y livianos) para tener agua para tomar y cocinar.

Dormimos asegurados con el arnés dentro de las bolsas de dormir a un metro del patio (precipicio) y desde ahí los 4 vimos el atardecer y cómo las nubes se iban disipando. Vimos todas las pencas (montañas) y lo gigante del Campo de Hielo Patagónico Sur. Al amanecer, medios escarchados, vimos el cielo en franjas de colores azul, roza y violeta, tomamos un café y salimos a dar-lo todo (hacer lo mejor que uno puede). Fuimos a los gomazos (rápido, fluido). Lukita iba como loco. Daniel Shan con alta cara de malo y Toto parecía un jabalí del Bolsón que venia pechando ñires. Yo quedé careta (sorprendido, desentendido)

a cada metro, rodeado de tremen-dos cabros (buenos es-

caladores).

Casi al trote llegamos a la cima, el negrito Dani pegó un grito que se asustaron hasta los Plumas (cóndores) y los cuatros nos dimos alto (bueno, grande, muy) abrazo arriba de la penca (montaña, Mermoz). De ahí a fondo blanco (rápido) rapelamos, cruzamos los slaps, el glaciar, Piedra Ne-gra, Piedra del Fraile, rio Eléctrico hasta el puente donde estaba el auto, y sin dormir manejamos hasta El Calafate llegando a la una de la madrugada. A las 7 am salimos a trabajar para el gla-ciar dándolo todo, mundial de Japón.Agradecemos: a Pablo y Adriana de Rupal y Black Diamond, a Alberto de Ansilta, a Huevo de GHM tv, al Club Andino Barilo-che y a los pacuceros del mini.

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64 · L · NOTA: extremo PAtAGoNIA

El AjEdrEz Es muchO más quE uN simplE juEgO dE mEsA dONdE sE cOmEN lAs piEzAs dEl AdvErsAriO pArA dErrOTArlO. sAbEr ju-gArlO, sigNificA ENTENdEr dE EsTrATEgiAs y plANificAcióN. cONOcEr lAs virTudEs y dEbilidAdEs dE Tu OpONENTE. EN OcAsiONEs rETrOcEdEr, pArA dEspués pOdEr AvANzAr…Es pENsAr y dEcidir…El AjEdrEz, más quE uN juEgO, Es uN ArTE.

texto y fotografías: CARLOS A. “Chiqui” MUÑOZ

DIArIo De ViAje64

Un viaje

y A vEcEs piENsO quE lA vidA Es uN juEgO dE AjEdrEz. dONdE cAdA dEcisióN y cAdA mOvi-miENTO, TiENEN uN EfEcTO EN El fuTurO. lA OficiNA, lA EscuElA, El lugAr dE TrAbAjO, lA cAllE, lOs NEgOciOs, iNclusO uN viAjE, sON AlguNOs dE NuEsTrOs cAmpOs dE bATAllA quE rEprEsENTAN El TAblErO. imAgiNEmOs quE cAdA uNO dE NOsOTrOs Es uN rEy blANcO.

al Sur

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lA ruTiNA, El sTrEss, lA mONOTONíA, El dEs-ANimO, lO impOsiblE, lO difícil, sON El rEy NEgrO, A quiéN dEbEmOs dErrOTAr. hOy, A mis 40 AñOs, sé quE lA vidA Es TAN difícil, cAmbiANTE E iNTErEsANTE cOmO El AjEdrEz. crEO quE TOdOs TENEmOs uN rEy NEgrO…El juEgO cOmiENzA ANTEs dEl primEr mOvi-miENTO dE AlguNA fichA. EmpiEzA cON El Ar-

mAdO dEl TAblErO. cON El disfruTAr dEl NO sAbEr qué pAsArá, AvANzANdO A uN dEsTiNO NO dEfiNidO.dE lA mismA mANErA, uN viAjE iNiciA mu-chO ANTEs dE EmpEzAr. cOmiENzA cuANdO lO dEcidimOs, miENTrAs lO plANEAmOs y ArmAmOs su rEcOrridO…EN EspEciAl, si sE vA A viAjAr sOlO y EN biciclETA, hAciA uN fiNAl iNciErTO…

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Soy uno de esos ciclistas que van y vienen por la costanera de mi ciudad. Sin saber muy bien adónde ir o por qué. Como una manera de mantenerse a la espera de esa decisión que ubica las piezas en cada posición del tablero. Deseaba volver a viajar en bicicleta. Pero no sabía adónde.Entre mis piezas cuento con mi Dama Blanca, mi bicicleta Mountain Bike. Mi equipo de via-je son algunos de mis peones, alfiles, torres y caballos. Una pequeña carpa Iglú, bolsa de dormir y las alforjas sobre un portaequipaje, con todo lo necesario en ropa, comida, boti-quín, mapas y herramientas. Cada uno de mis anteriores viajes, me dejaba un aprendizaje nuevo. A pesar de mi limitado equipaje, nada podía faltarme. Estaría muy lejos de casa casi por un mes.Pasadas las fiestas de fin de año, todavía me preguntaba dónde viajaría. Mi equipo estaba completo y sólo faltaba ubicar el tablero en algún lugar del mapa dentro de la Argentina. Por ser el mes de Enero, debía ser la Patago-nia, sin estar muy seguro en dónde desplegar mi juego. Entonces un llamado telefónico rea-liza el primer avance de un peón. En su llama-da para saludarme por las fiestas, un amigo santafesino, Reynaldo Posadas, residente en el “país del norte” desde que las cacerolas se hicieron escuchar, me invitaba a encontrar-nos unos días en la Costa Atlántica. Y me pa-reció un buen lugar para comenzar mi hoja de ruta al sur. Así que allá fui, en franco avance.Después de estar varios días quieto, incluso los últimos dos enfermo en la carpa, decido tomar un colectivo hasta Necochea. Como mi Reina (la bicicleta) todavía no se había movi-do aún de su casilla, comenzaría a pedalear desde ahí.

Como en toda partida de ajedrez, el contrincante te ofrece trabas. Por eso no tardé en encontrarme con el primer peón negro. El tráfico de esas rutas me pa-recía excesivo y peligroso para pedalear por la línea blanca que separa la ruta de la banquina. Siempre pedaleo por ahí.

Avance de las negras.Sin estar muy seguro aún por dónde, igual seguiría el viaje. Me alegraba saber que ya estaba cada vez más cerca de mí anhelada Patagonia y lejos del calor de mi ciudad.Fue entonces cuando me entregué a la seguridad del azar, y observando el mapa, vi que más allá, y de ca-

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mino, estaba la ciudad de Bahía Blanca. Allí podría visitar a otro viejo amigo, la “Negra” Eduardo Galante, en una excelente oportuni-dad de cumplir la promesa postergada de ir a conocer a su familia y recordar viejas histo-rias marineras de cuando navegábamos por las frías aguas de nuestro Mar Argentino.Después de un lluvioso día de espera, co-mienzo el pedaleo, el verdadero juego que quería jugar.Pasadas 6 horas y con un equipaje que no me dejaba olvidar su peso, la ruta comenzó a tor-narse insoportable. Calurosa. Aburrida. De-sierta de paisajes. Peligrosa. Al medio día el sol abrazaba mis ruedas intentando derretir-las. Y nada tan amargo como el agua caliente de mis caramagnolas, que se suponía debían mantenerla fresca. Las barritas de cereales se convirtieron en amorfas albóndigas aplasta-das en el fondo de la pequeña mochila en mi espalda. La pequeña computadora, uno de mis alfiles preferidos ya en juego y una de mis mas importantes piezas que me brindaba valiosos datos de velocidad y distancia…fue aniquilada!!! Dejó de funcionar privándome de la necesaria información de los kilóme-tros que me faltaban por recorrer hasta mi próximo punto de descanso, que ya estaba planificado. Esa información, que ahora me faltaba, me ponía nervioso porque me impe-día regular mi pedaleo diario. Para este viaje había decidido establecer una disciplina de marcha, ya que debía recorrer casi 350 km, de los más de 1.000 km que deseaba realizar en ese viaje para romper mi propia marca de distancia. Y mi mente, que ya estaba co-cinándose bajo mi casco en medio del sol, logró aumentar unos cuantos grados más. La vorágine turística de la ruta interbalnearia hacía de mi pedaleo una jugada más que pe-ligrosa. La decisión de retroceder mis piezas me parecía una defensa válida, esperando una mejor oportunidad. Yo estaba de vaca-ciones y no quería perder el juego.Habían pasado 80 km cuando, en un descan-so, bajo la sombra de un árbol junto a una estación de servicio, se detiene un camión. El chofer, un petizo, gordito y con una sonri-sa que parecía Piñón Fijo, se aproxima a sa-ludarme, tal vez cautivado por mi sugestiva cara de desaliento. Comenzó la charla año-rando sus años de ciclista, formándose una agradable conversación junto a su acoplado. Se ofrece a acercarme hasta mi destino ya que, según su experiencia, los próximos kiló-metros eran más difíciles que los recorridos hasta ahora.

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En forma casi automática, vino a mi mente la frase escrita en el libro “El Príncipe”, de Nicolás de Maquiavelo:…“Podemos clau-dicar en nuestras propias decisiones, si las condiciones necesarias del momento no son oportunas y amigables”…en el ajedrez, pasa lo mismo…y en la vida también.Como la posibilidad del cambio siempre es-tuvo latente, acepto la jugada de enroque. Un viaje de 3 días en bici se transforma en uno de 5 hs arriba de un incómodo, lento y ruidoso camión. Sin saberlo, eso definiría el futuro incierto de mi viaje, ya que todavía no había decidido el destino final. Pero en mi mente figuraba Puerto Madryn.Aún estaba muy lejos de la emoción que bus-caba. Las negras me sacaban varios puntos de ventaja…

Sacrificio de piezas.Pasé unos días en Bahía Blanca, aclarando mi mente y pensando en cómo seguir. Por las dudas, y habiendo previamente acor-dado con él, vuelvo a reencontrarme con “Pi-ñón Fijo” y a subirme a su camión para acer-carme a Neuquén, donde retomaría el juego con todas la piezas que todavía quedaban en el tablero, dándome la oportunidad de reali-zar mi anhelado sueño: Pedalear por EL Ca-mino de los 7 Lagos!!!Atravesando los límites de la ciudad de Neu-quén, de reojo alcanzo a ver dos hombres co-rriendo en dirección a mí: mi muy llamativo equipo no pasaba desapercibido, invitando al robo. En forma casi refleja acomodo los cambios en el piñón, me paro sobre los pe-dales y le doy la máxima velocidad a la bi-cicleta para poder huir. Con una pequeña navaja Vitorinox en mano y con la adrenali-na dándole empuje a mis piernas, logro es-capar hasta una estación de servicio bien lejos de la ciudad. Ahí me quedo a des-cansar y depurar el mal momento. En un colchón de hermoso césped verde, bajo la sombra de unos eucaliptos, me acuesto a dormir junto a mi equipo. En lo mejor de mi sueño, me despierta una intensa llu-via que subía primero y bajaba después, saliendo de unos regadores-aspersores que asomaron inesperadamente por debajo del suelo, dejándome comple-tamente mojado ya que me encontraba en medio del lugar de riego, tomándo-me varios minutos sacar el quipo que

tenía desplegado. Recién ahí pude entender porqué el césped estaba tan verde, prolijo y esponjoso…Por lo visto, este viaje estaría lleno de distin-tos matices…Después de varios días de pedaleo atravesan-do la Argentina, pero faltando todavía mucho para llegar a San Martín de los Andes, la no-che me sorprendió en un terreno totalmente irregular, con curvas y contracurvas, muchas veces sin banquinas donde tirarme cuando se cruzaban dos camiones en dirección contra-ria. Lugar muy difícil y riesgoso como para armar mi pequeña carpa iglú. El paisaje era tosco, árido y rocoso. Los únicos lugares pla-nos donde podía armar mi equipo, se cubrían de una extraña vegetación muy dura, en for-ma de copo y con puntas filosas que parecían Erizos. Estaba agotado. Mi rutina consistía en pedalear durante 10 hs diarias, con descansos cada 40 minutos. El viento patagónico, como si de un peligroso caballo negro se tratara, había hecho estragos en mis piernas ofrecién-dome gran resistencia. Las subidas se contor-neaban interminables en el horizonte. Las ba-jadas ya no me alcanzaban para recuperarme de cada una de las infinitas trepadas. Necesi-taba descansar. Y no sabía bien dónde estaba porque ya no tenía mi computadora… No había un buen lugar para hacer noche con mi carpa. Estaba aún muy lejos de algún lugar. Preparé mi equipo para pedalear de noche en una oscuridad total. Me coloqué las bandas lumínicas reflectantes en muñecas y tobillos, linterna tipo minero en la cabeza, chaleco

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anaranjado y la luz roja parpadeante cu-briendo mi retaguardia…aunque no era una condición ideal, no me quedaba otra mejor opción. Recordaba y comparaba con lo má-gico que había sido atravesar la selva misio-nera, de regreso de las Cataratas del Iguazú hacia el aeropuerto, en al año 2001, durante una noche de luna llena. En esa oportunidad me preocupaba si los pumas tendrían ham-bre… pero esta vez me sentía un estúpido solitario al que habían puesto en Jaque… Hacer el papel de mártir no estaba en mis planes. Fue entonces cuando la frase de Ma-quiavelo volvió a mí otra vez. Me encontra-ba en ese lugar maravilloso para disfrutar, no para sufrir. Después de dudar y pensar, decidí sacrificar varias piezas…entonces, a una camioneta que pasaba junto a mi, le hice dedo para llevarme hasta Bariloche…haría el camino de los 7 Lagos en dirección contraria a la planeada, de Sur a Norte, espe-rando tener el viento frío del sur a mi favor. Aunque en ese momento la fuerza de mi ata-cante estaba a mi favor, después aprendería que el viento también tiene sus trucos, ya

que no sigue una dirección bien definida, sino que dobla copiando el relieve de los valles y cañadones. A veces lo tenía de atrás, otras de costado. Pero cuando lo tenía de frente en plena subida, se hacía imposible seguir y en ocasiones debía terminarla caminando.

Contrataque de las Blancas.Una vez llegado a Bariloche, me tomé una semana de descanso, alojado en casa de unos santafesinos amigos, los hermanos Tato y Marcos Alfonso, que residían en el lugar. Ya recuperadas las fuerzas, sigo mi viaje en un definitivo movimiento de ataque de las blancas. Faltaban apenas 260 km sobre mis dos ruedas para acorralar al Rey oponente. De a poco, desde el lugar más lejano en el ta-blero, avanzo decidido.

El paisaje de mi juego se convierte en un ver-dadero santuario, con historias de duendes y bosques encantados. Los lugareños se diver-tían conmigo, porque ellos sabían que yo dor-miría solo en medio del bosque, contándome anécdotas de misterios y desaparecidos.

Viajar en bicicleta siempre me brindó la po-sibilidad de vivir, ver, escuchar, oler y sentir esos lugares exóticos y a la naturaleza en su máximo esplendor. Una inexplicable alqui-mia me transforma en parte de ella y me encuentro transportado en otra dimensión donde el mundo ya no gira y puedo vivir sin tiempo.Después de hacer noche en mi carpa a orillas del Lago Nahuel Huapí y faltando unos pocos kilómetros para Villa La Angostura, mi Reina se ve dañada por la estocada de una torre ne-gra, rompiendo la caja pedalera, mecanismo que sincroniza a la perfección el cíclico reco-rrido de los pedales.Logro llegar a Villa La Angostura gracias a que la mayor parte era cuesta abajo… Solucionado el problema, continúo el viaje en un muy difícil y pesado tramo, que des-armaba mi equipaje a cada instante debido a la interminable vibración y traqueteo pro-ducido por el ripio y los típicos serruchos de los caminos de tierra. El polvo en suspensión me obligaba a tapar mi boca y nariz con un pañuelo humedecido. Después de 110 km me encuentro nuevamente con el suave terciope-lo del asfalto. Así, fui pasando por los lagos Lacar, Machó-nico, Falkner, Villarino, Escondido, Pichi Tra-ful, Correntoso y Escondido, que sumado al Nahuel, son 9 en total. Y como queriendo coronar un peón en lo más profundo de las líneas enemigas, San Martín De Los Andes me recibe con un majestuoso descenso de mas de 15 kilóme-tros, acelerando mi Reina a una velocidad desconocida (¡¡¿la computadora?!!). Un auto se ubica justo detrás de mí. Demasiado cerca para mi gusto. Me preocupaba. Le hacía se-ñas de que me pase, porque a esa velocidad iba muy concentrado en lo mío ya que tenía poca maniobrabilidad debido al peso que lle-vaba atrás en el portaequipajes. Fue entonces cuando en una recta me animo a darme vuel-ta para hacerle una enérgica seña para que se aleje. Y es ahí donde me doy cuenta de que me venía escoltando, con las balizas encendidas y con una filmadora, enfocándome !!!. Final-mente al sobrepasarme, de un grito pregunto por la velocidad y me responden: entre 65 y 70 kms/h !!! Tal vez pensaron que era algún duende acro-bático. Pero simplemente era yo, el Chiqui, como me dicen…el Rey Blanco en un juego que ya finalizaba.

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Cenizas

esta travesía fue realizada durante el mes de enero de 2005. Hace años que tengo guardado este relato, esperando el momento de darlo a conocer. Creo que hoy es el momento…porque hoy mi lejana tierra agoniza…hoy mi Patagonia esta herida.

Hoy no beberé de tu agua.Hoy no veré tu verde.Hoy no se ven tus picos nevados,…y mañana no lo sé.Hoy solo se ven cenizas…solo cenizas,porque un Volcán apagó tu sonrisa.Hoy muchos saben de tu sufrir.Hoy sufro por quien me acobijó entre sus hojas.Hoy lloro por ti…

Dedico este relato a Romina, mi sobrina y ahi-jada, a quién con amor he intentado enseñarle desde pequeña, los secretos de este juego.A mi Madre, quién me alienta y con valor sopor-ta mis locuras.

Recuerdo un gran pájaro, de grandes alas negras, que me sigue durante varios kms. Se posaba al costado de la ruta, esperando mi paso. Hacía vuelos rasantes por sobre mi cabeza. Volaba en círculos por encima de mí. Pero me di cuenta de que no era su intención atacarme. Me observaba y me acompañaba, como yo a él.Y una mariposa azul y negra con manchas naranjas y amarillas, se posa en mi volante… para endulzar la amarga soledad… increíble!!!Respiré el aire gélido y puro de mi tierra.Sentí el sonido de cada arroyo y el ruido de cada cascada.Y tirité de frío, cuando en sus lagos me bañé.Escuché al viento soplar…Y a los pinos silbar.Sus leños secos me dieron el calor del fuego.

Sus hojas fueron mi mejor colchón.En sus bosques dormí.Sus Hadas me cantaron y sus Duendes me cuidaron.Ví el azul del cielo reflejado en el espejo líquido de sus lagos…y a Narciso imité cuando ahí me miré.Conocí el lenguaje del silencio.Sufrí, me canse y me reí. Pero el cansancio se iba y la risa continuaba.Su frío me mantuvo en movimiento hasta agotarme, pero con la sensación de estar vivo.Anduve por donde muchos pasaron, pero por donde pocos estuvieron.Conseguí lo que buscaba…darle Jaque Mate al Rey Negro.

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60 · LII · NOTA: TRAVESÍA ENTRE TEMPANOS

El PN lOs GlAciArEs sE cONviErTE uNA vEz más EN El sOñAdO EscENAriO dE uNA AcTividAd quE, siN NEcEsidAd dE sEr EsPEciAlisTAs, NOs PErmiTE dEscubrir El muNdO mONOcrOmáTicO dEl hiElO dEsdE uNA PErsPEcTivA muy PArTiculAr. PArA disfruTAr A PlENO, uN PAsEO úNicO, A NivEl dEl AGuA…

KAYAK & HIELO

Texto y fotografías: Katy Hernandez

TRAVESÍA ENTRE TEMPANOS60

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Unas impresionantes luces rojas y naranjas se dibujaban entre unas nubes largas y delgadas en el horizonte de la estepa Pata-gónica. Eran las 7 y media de la mañana de un 24 de marzo en El Calafate y empezaba uno de los días más intensos de mi viaje por la Patagonia: ese día iba a hacer kayak entre los témpanos del glaciar Upsala.En realidad, nunca había hecho kayak, a pesar que las actividades acuáticas y las de naturaleza siempre me han apasionado. El único requisito que me ponían para participar en esta actividad era la de ser una persona con una vida medianamente activa y estar dispuesto a pasarme unas horas en un medio natural con condi-ciones no siempre favorables (viento, lluvia, frío...). Acepto que tenía un poco de nervios al principio, pero asumiría las consecuencias...

62 · LII · NOTA: TRAVESÍA ENTRE TEMPANOS

Preparándonos para la salida, aprendimos el movimiento correcto de los remos.

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El Upsala.

El Glaciar Upsala se encuen-tra ubicado sobre el Brazo Norte del Lago Argentino, en la provincia de Santa Cruz. Con sus 57 km de largo según últimas mediciones (el doble que el Perito Moreno), es uno de los glaciares de mayor tamaño de Sudámerica. Tiene dos frentes, ambos de aproxi-madamente 4 km de longitud y 60 m de altura. Fue descubierto en el año 1901 por H. Prichard quien lo llamó en un primer momento ”Glaciar del Gigante”. Luego, en 1908, fue bautizado por el geólogo P.D. Quensel con el nombre de la ciudad sueca “Upsala”. Una de sus principales características y la que lo ha hecho famoso en el mundo entero es su fuerte retroceso y adelgazamiento. Según indican los científi-cos, antiguamente su área era de 896 km2, incluidos los afloramientos rocosos, mientras que actualmente es de 840 km2. Osea que el Upsala habría perdido 56 km2 de hielo en 25 años. Sobre las causas de este retroceso no hay consenso científico. Hay quienes lo adjudican al calentamiento global, mien-tras que otros consideran que sólo tiene que ver con la dinámica propia del glaciar Upsala y no con la tempera-tura. Cualquiera sea la razón, de la gran mole de hielo se desprenden constantemente importantes bloques que se parten y erosionan formando témpanos multiformes que pueblan el canal Upsala.A pesar de todo, el Upsala es una de las joyas del PN Los Glaciares de nuestra querida Patagonia, que impacta por su gran tamaño y majestuo-sidad.

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64 · LII · NOTA: TRAVESÍA ENTRE TEMPANOS

Desde el agua, los témpanos adquieren verdadera dimensión!

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Salimos de Puerto Bandera (Península de Magallanes), a media hora de Calafate, y embarcamos en el barco “Janet” con dirección el brazo Norte del Lago Argen-tino, el lago más grande de la Argentina. Allí conocimos a nuestros guías para la actividad, los cuales nos informaron detalladamente durante todo el viaje los aspectos más relevantes y anecdóticos del Parque Nacional Los Glaciares, declarado

Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO en el año 1987. Durante el trayecto pudimos observar a un grupo de cóndores reposando en los acantila-dos adyacentes, y también vimos vacas y caballos salvajes (animales de las anti-guas estancias de la zona), los primeros témpanos gigantes de hielo y numerosos glaciares colgantes como el Heim, Onelli, Agassiz, Bolados...

“UPSALA KAYAK EXPERIENCE”

-No se necesita ninguna experiencia previa en kayak , pero para participar en esta actividad tienes que ser una persona con una vida activa y estar dispuesto a pasar 2 horas en la in-temperie con condiciones no siempre favorables (lluvia, viento, frío en las manos...)-La actividad se realiza con kayaks de travesía dobles y con timón incor-porado y en grupos pequeños bajo la supervisión de uno o dos guías profe-sionales.-Equipo incluido: traje seco completa-mente estanco, mono térmico interior, chaleco salvavidas, cubre bañeras, botas de neopreno, bolsas estancas y remos de fibra de vidrio.-La actividad se realiza dentro del PN Los Glaciares , concretamente dentro del Canal Upsala en las aguas del Lago Argentino.-Mínima edad: 16 años-Incluye navegación en barco por el brazo norte del Lago Argentino. La actividad dura todo un día (en el agua con los kayaks son 2 horas).

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Antes de lanzarnos propiamente al agua con los kayaks, los guías nos hicieron un concreto y claro briefing (instructivo) en la misma cubierta del barco en relación con el kayak: desde cómo cambiarse y armarse con todo el equipamiento (¡Qué buen material nos dieron!), pasando por cómo debíamos acomodarnos en la em-barcación y los protocoles de seguridad. Hasta nos dieron unos cuantos consejos de cómo remar eficazmente sin realizar grandes esfuerzos...Utilizamos kayaks dobles. A mí me situa-ron adelante, ya que según las recomen-daciones de los guías, la persona que pesa menos debe ocupar ese lugar. Así que mi marido subió atrás y yo en el frente. Con sólo empezar ya comprobé lo esta-bles que eran esos kayaks. En ningún mo-mento tuve la sensación de inestabilidad, aunque los trajes secos que nos dieron permitían que en caso de vuelco no entra-ra nada de agua en nuestros cuerpos. Comenzamos haciendo una práctica en una zona totalmente protegida del viento, ya que la forma de fiordo de los brazos del Lago Argentino y los mismos témpa-nos constituían una barrera natural con-tra el viento, el peor enemigo del kayak. El agua en ese lugar parecía “una pileta”.Una vez que todos estuvimos en el agua remamos en grupo hasta el sitio donde empezaba el hielo. Allí los guías nos advirtieron de las consideraciones de seguridad que debíamos tener en cuenta para navegar entre témpanos.

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68 · LII · NOTA: TRAVESÍA ENTRE TEMPANOS

Los hielos reflejan el agua, el cielo, y la serenidad que emite el paisaje.

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A medida que nos acercábamos a los trozos de hielo, en silencio pudimos obser-var la gran diferencia que existe entre el avistamiento de icebergs desde un barco a motor y desde un kayak. Desde un kayak todo adquiere otra dimensión, la perspecti-va cambia al observar estas moles de hielo desde el nivel del agua. Es algo muy espe-cial: los ruidos, los colores, los tamaños, las distancias, las sensaciones...Navegamos unas dos horas sintiéndonos mínimos entre los témpanos, algunos pequeños y llanos que incluso se dejaban tocar, hasta algunos gigantes y con las formas más abstractas que puede ofrecer la naturaleza, con los cuales manteníamos cierta distancia por seguridad. Los rayos del sol penetraban entre las fisuras del hielo ofreciendo a nuestros ojos un azul súper intenso. De repente vimos que uno de ellos se daba vuelta a lejanía… qué espectáculo!!! Y justo la cámara de fotos se quedó sin baterías!!!Mientras remaba me preguntaba por qué en el Canal Upsala había tanto hielo acumulado, ya que en la zona del Perito Moreno no había visto tantos témpanos. El guía nos explicó que el Glaciar Upsala se encuentra en la parte más profunda del Lago Argentino (más de 700 metros de profundidad), lo que provoca que el frente del Upsala flote rompiéndose en grandes bloques que después se fragmentan en otros témpanos menores. Además, hay una morrena submarina (acumulación de sedimentos que transportó el glaciar en su vida) que hace de dique de contención de los témpanos. Por eso, durante todo el año se encuentran muchos témpanos en la zona, entre montañas de más de 2.500 msnm. Nada que envidiarle a los paisajes como Alaska, Canadá o Groenlandia.. .Concretamente el lugar que navegamos se llama Canal de las Américas, y es un pequeño archipiélago de islas rocosas que quedaron en medio del lago después del retroceso del glaciar.

+ InfoAv. Libertador 1033, El Calafate, Santa Cruz. Tel: (02902) 491446 / 491437. Tel Buenos Aires: (5411) 4803 – 7335E-mail: [email protected] www.miloutdoor.com

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El contraste de nuestros kayaks naranjas con el azul del hielo y la roca negra erosionada de las islas nos ofrecía un telón de fondo para nuestras fotografías, simplemente extraordinario.Sin previo aviso, al girar un cabo, descubri-mos el imponente glaciar Upsala, que con sus 765 Km2 es el tercer glaciar más grande de Sud América. Aunque estábamos lejos de él, sus dimensiones eran extraordinarias… ¡3 veces más grande que el glaciar Perito Moreno! Nos quedamos un buen rato quie-tos y en silencio, impactados, simplemente contemplándolo y disfrutando.Ya de vuelta en el barco, tras unos ejercicios de estiramientos en grupo y de sacarnos todo el material de alta calidad que llevába-mos encima, los marineros nos obsequiaron una pequeña sorpresa: una buena cerveza con un par sándwiches recién hechos! El viaje de vuelta a El Calafate me lo pase durmiendo… pero muy satisfecha por la experiencia que había vivido en el lago: sin lugar a dudas una de mis mayores aventuras jamás realizada. Días después, desde mi casa, y viendo las increíbles fotografías una y otra vez, me di cuenta de que necesito volver a vivir esta experiencia especial tan pronto como pueda…

70 · LII · NOTA: TRAVESÍA ENTRE TEMPANOS

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36 · LIV · NOTA: extremo PAtAGoNIA

DOs DíAs pleNOs De rODAje eN DOs rueDAs sirvierON pArA cONOcer uNA De lAs más liNDAs sec-ciONes Del circuiTO pehueNiA, eN lA prOviNciA De NeuquéN. cON uN climA ópTimO pArA esTe TipO De TrAvesíAs, uN NuTriDO grupO De bikers DisfruTó A bOrDO De sus ‘máquiNAs’.

Bike de losPehuenes

texto y fotografías: Juan Pablo Flores

VILLA PehueNIA - NeuquéN36

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Nos encontramos en el Paraje de Pino Hachado, al Oeste de la Provincia de Neuquén, distante 320 km de la Capi-tal neuquina y a escasos metros de la frontera chilena. Más precisamente, nos encontramos en Husky de los Pehuenes, un atractivo emprendimiento ecoturís-tico que combina cabalgatas y trekking en verano con la posibilidad de realizar paseos y travesías en perros Huskyes en Invierno. De la mano de Hernán Cipria-ni, el lugar se ha convertido con el paso de los años, en un paraíso para quienes desean realmente despejarse del mundo y vivir unos días sin sus smartphones o tablets. Aquí se respira naturaleza por los cuatro costados. Hernán ha querido imprimir este estilo de vida no sólo en él, sino en quienes se atrevan a disfrutar de unas vacaciones diferentes. Es por eso que sus rústicas cabañas disponen de

las comodidades necesarias para que el turista experimente la vida en la monta-ña a pleno.Allí pasamos la primera noche disfru-tando de un chivito local, que sirvió de excusa para que el grupo, compuesto por comerciantes, profesionales y docentes, comience a distenderse y a disfrutar del lugar.La mañana siguiente amaneció con sol radiante y una brisa ideal para el ciclo-turista. Antes de comenzar a pedalear disfrutamos por última vez de la hermosa vista que Husky de los Pehuenes ofrece al visitante desde un balcón de granito mi-lenario con vistas inmensas y agradables. La estancia se encuentra sobre el borde de un gigantesco cráter volcánico y justo en la comisura de un embudo montañoso por donde el viento, cuando aparece, se hace sentir con fuerza.

El grupo de ciclistas al que acompaña-mos pertenece a una raza de humanos que elijen por antonomasia la libertad y el disfrute en la montaña que les brinda su bicicleta. Si hay algo que no podemos reprocharle a las bicicletas, es que son el medio de locomoción por excelencia que necesita una persona para descubrir los más recónditos secretos que una monta-ña nos ofrece. Ya casi listos para partir, y luego de un abundante desayuno que incluyó entre otras exquisiteces tortas fritas recién hechas con dulces caseros, el grupo en su totalidad estaba pronto a partir, no sin antes realizar los ejercicios de calentamiento previo, que incluyeron entre otros, algunos bailes al mejor estilo del cuarteto cordobés!Eran las 10 de la mañana cuando nos dispusimos a emprender esta travesía. El plan era llegar ese mismo día a Villa

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Pehuenia, distante 53 km por Ruta Prov. Nº 23. Ni bien iniciamos y antes de llegar al paso Internacional Pino Hachado, nos desviamos hacia la izquierda para encontrarnos con una empinada trepada que sirvió para despabilarnos y entender el por qué estábamos allí: subir y bajar montañas! A nuestra derecha, nos acompaña el rio

Litrán, pequeño pero de una importan-cia mayúscula, ya que sirve de sustento vital para las comunidades mapuches que lo rodean. No está de más decir que nos encontrábamos en territorio mapu-che, custodiados por centenarias y, para muchos, sagradas araucarias, que pintan un paisaje irreal, distinto a todos y que nos recuerda la importancia que tiene la

naturaleza en la vida de las personas. El camino es de ripio consolidado, de huella ancha y casi sin tránsito. La lluvia del día anterior, nos regaló un camino blando y asentado, sin casi polvo, que hubiéramos sufrido con el viento que se avecinaba. Durante varios kilómetros la vista es grandiosa y el horizonte lejano. A la distancia, a nuestra derecha se podía

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visualizar el corredor montañoso donde se encuentra el Volcán Batea Mahuida, mientras a nuestro paso, todavía persis-tían restos de nieve sobre algunos faldeos cercanos.El grupo comienza a avanzar y poco a poco vamos consumiendo los kilómetros, y disfrutando las vistas que nos regala el Oeste neuquino. Esta travesía es ideal para rodar tranquilo, por lo que reali-zamos varias paradas de agrupamiento y también para llevarnos recuerdos fotográficos del lugar. Al cabo de 3 hs y 30 km rodados, realizamos una parada para descansar y almorzar en el camino. Cabe mencionar que dos camionetas 4x4 nos acompañaron durante todo el trayecto. Esto permitía, además de ofre-cernos seguridad en ruta ante cualquier imprevisto, la posibilidad de que una de ellas adelante al grupo y nos espere con la mesa servida y la comida recién hecha! Ni bien llegamos, varias fajitas vegetaria-nas nos esperaban. Era el momento para relajarnos un poco y descansar a la vera del rio Litran, que nos sirvió de refrescan-te ayuda.Cuando estuvimos listos para continuar, seguimos trepando por varios kilómetros y continuamos con lo que caracterizó a esta primera etapa: las subidas. Algunas muy sufridas pero que pasaban a segundo plano cuando nos dábamos cuenta en el lugar que estábamos. Los organizadores previeron varias paradas para no forzar demás al grupo y asi poder disfrutar de la travesía. Casi al final del día nos encontrábamos en el punto más alto del camino, por lo que sólo nos quedaba descender! Eternas bajadas (en algunas se alcanzaban los 50 km/h), requirieron nuestro mayor esfuerzo y concentración, aunque las grandes huellas del cami-no facilitaron y permitieron disfrutar casi como niños de nuestras bicicletas. Luego de 53 km por la Ruta Prov. Nº 23, con sinuosas subidas y bajadas, sólo nos quedaba llegar a destino transitando el último tramo del relajante asfalto que se encuentra antes de llegar a Villa Pehue-nia. Nos esperaba el Complejo Puerto Malén, donde pudimos relajarnos en las cabañas ubicadas al borde de un balcón montañoso, por sobre el lago Aluminé, contemplando hacia el Sur un hermoso atardecer y pensando en lo que vendría al día siguiente.

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40 · LIV · NOTA: extremo PAtAGoNIA

A rodear el Lago!Cansados pero ansiosos por otro día más arriba de nuestras ‘máquinas’, el grupo en su totalidad hizo el calentamiento previo y se puso a rodar. Nuestro objetivo era rodear en su totalidad al lago Alumi-né, con dirección noroeste, comenzando en la villa y terminando también en ella. Nos esperaba un sendero muy maltrecho, donde prácticamente no hay tránsito debido a lo rústico del camino. Es aconse-jable disfrutar de ese lugar en vehículos con muy buen despeje del suelo y tracción doble… y por supuesto en bici!

El inicio de esta etapa es en La Angostura de Villa Pehuenia, precisamente donde se conecta el Lago Moquehue con el Aluminé. Un bello lugar donde se pueden observar cauquenes, algunos flamencos rosados o cisnes de cuello negro, además de truchas a escasos metros de distancia. Un hermoso paraíso natural ideal para disfrutar al amanecer o al atardecer. Cargada la vista de bellas imágenes es hora de rodar. A poco de comenzar, una tremenda trepada nos deja exhaustos a todos, al punto de tener que bajarnos de nuestras bicis y caminar con ellas a

nuestro lado… Durante varios kilómetros tendríamos ese tipo de trepadas y su con-secuente bajada. Esta vez las bajadas eran algo más entretenidas por lo escarpado del camino, en donde debíamos esquivar constantemente rocas y raíces y por estar inmersos en un bosque de araucarias, en donde casi no entraban los rayos de sol. Fue un aliciente para la vista salir del bosque para encontrarnos con un paisaje abierto, pleno de una inmensidad que nos empequeñecía. Una constante en nuestra mañana primaveral fue el cruce de varios arroyos que durante todo el trayecto,

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TIPS

Indumentaria recomendable para octubre-Abril: .Casco. .Calzas y remera Dri-Fit. .Campera Windstopper con respiración. .Anteojos envolventes con Protección uV. .Alimento energético de marcha. .Agua (durante el trayecto se cruzan varios arroyos).

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además de agregarle adrenalina y diver-sión, nos permitieron refrescar nuestras maltrechas humanidades.Luego de tres horas y media de rodar por un hermoso bosque y siempre con la com-pañía del lago Aluminé a nuestra izquier-da, casi deseándolo al unísono, el grupo proclamaba una parada para el almuer-zo. Fue así que de golpe nos encontramos con una bajada pronunciada que nos desviaba de nuestro camino principal. Grande fue la sorpresa cuando al final de la bajada se nos abrió a nuestros ojos una espectacular y recóndita playa de arenas blancas! Y la sorpresa fue mayúscula al encontrarnos con una larga mesa con mantel, bebidas frias, una abundante picada y el aroma de una comida caliente que ya casi estaba lista! Descanso para el cuerpo, la vista y el alma. Momentos así son los que patago-nia ofrece, aunque sólo a quienes se atre-ven a salir de la comodidad de la ciudad y se aventuran a lo desconocido. Luego del baño obligado en las refrescan-tes aguas del lago, de una buena comida y un reparador descanso, era tiempo de seguir. Lo que quedaba por delante eran 15 km bordeando el lago, con pronun-ciadas trepadas y divertidas bajadas, pasando por algunas pequeñas estancias donde pastaban vacas y ovejas que mira-ban con asombro al intrépido grupo de

Todo para ver!

el Circuito Pehuenia, que incluye bosque andino patagónico y su transición con la estepa, es ideal para practicar el avistamiento de avifauna. Con paciencia se puede observar fauna autóctona como el Pudú y el huemul (en peligro de extinción), el Zorro Gris o la Liebre Patagónica, el Pejer-rey, y aves como el Cauquén, el Cóndor Andino o el Carpintero de Cabeza Colorada. entre las especies introducidas podemos encontrarnos con el Ciervo Colo-rado, Conejo europeo o Cabras Ibex, además de truchas Arco-iris y Fontinalis. Si su próximo viaje es al Circuito Pehuenia… no

olvide traer binoculares!

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44 · LIV · NOTA: extremo PAtAGoNIA

+ Infooperador: Quiñielef Diagonal 9 de Julio 43, Ciudad de Neuquén www.quinielef.com [email protected] tel: 0299-154 023304 / 0299-154 116312

bikers, hasta llegar al puente ubicado en el extremo este del lago. En este punto es donde descarga sus aguas el Lago Alumi-né formando el vertiginoso rio Aluminé. El puente ubicado en la naciente del río, sirve como punto de inicio de una de las mejores y más lindas travesías de rafting y kayak de Argentina: es el circuito Alto Aluminé, que en época de deshielo, algunos tramos pueden llegar a Grado 5, una de las mayores en la escala para la práctica de rafting y/o kayak en aguas blancas. Aunque esos quedarán para otra aventu-ra. Para nosotros termina así el Circui-to Bike de los Pehuenes que ofrece el Operador Quiñielef: 100 km, 2 dias… y 1.000 sonrisas! Porque si algo destacó en el grupo fue la buena onda arriba de las dos ruedas! Terminamos exhaustos, con mucho polvo en el cuerpo y en nuestras ‘máquinas’ pero sumamente felices por conocer y disfrutar a pleno otra de las maravillas naturales que la Patagonia nos regala. Es tiempo de volver a la ciudad, a las obli-gaciones y a seguir planeando nuestra próxima aventura.

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Texto: Nombre Autor - Descripcion si correspondeFotografías: Nombre Autor

ASCENSO AL VOLCÁN LANÍN10

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La cumbre deL Lanín, eL embLemático cerro de La Provincia de neuquén, era eL objetivo de esta exPedición Largamente esPerada. Pero La naturaLeza imPuso sus regLas y nos demostró quién manda en definitiva cuando eL hombre se interna en La montaña, obsequiándonos, a cambio, una exPeriencia inoLvidabLe.

y la naturaleza

Contra el viento

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El Lanín es un típico “estratovolcán”, es decir que debe su forma cónica a la super-posición de coladas de lava y explosiones, alternadas con acumulaciones de cenizas depositadas a lo largo de miles de años, unas sobre otras. Por esta misma razón, generalmente estos tipos volcánicos son altos, emergiendo solitarios sobre terrenos mucho más bajos. Esta hermosa montaña se encuentra ubi-cada a 39° 38’ 14’’ de Latitud Sur y 71° 30’ 10’’ de longitud Oeste, dentro de un sector de nuestro Parque Nacional Lanín. Forma parte del límite con Chile y si consideramos el total de su superficie, 5/8 corresponden a la Argentina. En el lado chileno, forma parte del Parque Nacional Villarrica que incluye entre otros, al bello volcán del mismo nombre, al Quetrupillán y claro, al propio Lanín. La leyenda mapuche dice que en época de los abuelos de los abuelos y más allá en el tiempo, existían dos Lanines. Uno feroz, gigante, que luego de una gran erupción que castigó a los moradores de la región, se

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tragó a sí mismo. Pero el otro sobrevivió, más pequeño y menos inquieto que el primero. Ese es el que conocemos… La tradición mapuche creía que en la cima del volcán moraban espíritus perversos que daban muerte a los que se atrevían a subirlo, pero por otro lado, la palabra Lanín, además de “roca muerta”, es verbo de la primera persona del plural que quiere decir “nos hun-dimos” (en las cenizas de los volcanes o en la nieve). No sabemos exactamente cuándo fue la última erupción del volcán, pero segura-mente en otros tiempos, asustó a muchas generaciones de mapuches, que la considera-ban una montaña sagrada. (1).Su ascenso fue logrado el 25 de mayo de 1897, cuando Rudolf Hauthal lo escaló por vez pri-mera. Este alemán nacido en Hamburgo fue además de geólogo y botánico, un apasionado montañista que logró varias primeras cum-bres de nuestro país, entre ellas el Famatina, en 1892. Traído a la Argentina por la familia Bunge, logró la amistad y confianza del perito Francisco Pascasio Moreno, quien lo designó como encargado de la Sección Geología y Mineralogía del Museo de La Plata. Más ade-lante, Hauthal también actuó en la Comisión de Límites como geólogo, por lo que se hizo ciudadano argentino y generó durante los 15 años que vivió en el país, una importante obra científica por sus aportes volcados al estudio de la glaciología. De hecho, Rudolf Hauthal fue el primer hombre en explorar el actual Glaciar Perito Moreno. (2) y (3)En cuanto a las mujeres, la primera que logró su cumbre fue la barilochense Nelly Frey de Neumeyer, en febrero de 1939. Lo hizo junto a su esposo, el ingeniero Juan Neumeyer y a Otto Meiling, el conocido montañista alemán que residió en Bariloche. Entusiasta andinista desde muy pequeña, fundó junto a ellos y a Reynaldo Knapp, el Club Andino Bariloche en 1931 (4).Esta montaña, tal vez el máximo símbolo de la provincia de Neuquén (está presente en su escudo), no presenta dificultades técnicas importantes si se lo asciende por la ruta Norte. Sin embargo, es un cerro exigente y no debe perderse de vista que hay que sortear un gran desnivel en sólo dos días, tiempo que se conce-de para permanecer en él. La ruta desde donde se inicia el camino se encuentra a unos 1.100 msnm y su cumbre alcanza los 3.776 msnm, por lo que hay que ascender unos 2.600 metros por un terreno siempre inclinado, donde casi no hay superficies planas. Sin pretender compararlos, pero si sólo tene-

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mos en cuenta la diferencia de altitud entre ambas montañas, es casi el mismo desnivel que existe entre Plaza de mulas y la cumbre del Aconcagua. Por lo tanto, el esfuerzo re-querido hace necesario e importante contar con un buen estado físico para intentarlo.

Nace la idea

En nuestros habituales viajes que año a año emprendemos para conocer la Patagonia, con el grupo decidimos hacer un interesan-te combo: primero recorrer en bicicleta la zona comprendida entre Villa La Angostura y San Martín de los Andes, como aperitivo para lo que vendría después: subir el volcán Lanín. Así fue que después de recorrer el maravilloso camino del circuito llamado de “Los 7 Lagos”, nos encontrábamos atentos al pronóstico meteorológico para decidir el momento del ascenso. Apenas llegamos, de-jamos las bicicletas y nos comunicamos con Alquimia Expediciones, una de las más expe-

rimentadas empresas que operan en la zona, para ponernos al tanto. Andrés Holzmann, su director, no era optimista con el clima. Se preveía un desmejoramiento paulatino con presencia de vientos importantes, posibili-dad de lluvias y posteriores nevadas a partir de las siguientes 48 horas. No teníamos otra opción. Había que irse rápido a Junín de los Andes para salir al día siguiente, rumbo a la montaña. Si teníamos una posibilidad, era esa. Después, el panorama se complicaría mucho más y nuestra partida no permitía la espera de un mejoramiento climático.

Empieza la montaña

Por la mañana bien temprano, con nuestras mochilas listas, tomamos el colectivo que une diaria y frecuentemente las localidades de San Martín y Junín de los Andes. Duran-te el trayecto, fue asombroso ver cómo se ha extendido esa bellísima localidad. Casas nuevas, emprendimientos inmobiliarios,

clubes de campo, jalonaban la primera parte del camino y llamaban nuestra aten-ción hasta el momento en que apareció la inconfundible silueta de nuestro objetivo. Aislado de todo lo que lo rodea, mucho más elevado que la tierra desde donde nace, se veía la inconfundible forma cónica del La-nín. Desde lejos, la impresión era que había menos nieve que lo que esperábamos. Ya en las instalaciones de Alquimia Expedi-ciones, se hizo el chequeo del material que debíamos llevar. Es imprescindible contar con ropa técnicamente adecuada: botas de trekking impermeables, crampones, piqueta, polainas, radio VHF y desde hace algunos años, también el uso de casco por el desprendimiento de rocas que suele ocurrir, sobre todo en el verano.Una vez en los vehículos, tomamos rumbo al cerro consecutivamente por las rutas 234, 23, y finalmente la 60, que comunica a la Argentina con Chile a través del llamado

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paso Mamuil Malal o paso Tromen, como es conocido más popularmente. Fueron aproxi-madamente 70 km de recorrido total que, salvo en el último trayecto, están asfaltados casi totalmente. Aproximadamente una hora después, llegábamos al Centro de Visitantes de la Sección de Río Turbio donde debimos registrarnos y chequear nuevamente el equipo. En este lugar, el horario de atención es de 8 a 14 hs y de 15 a 21 hs. Es importante tener en cuenta que la capacidad diaria de visitas al volcán Lanín es de 60 personas y que los permisos se otorgan hasta cubrir ese cupo. (5)

Comienza el ascenso

Temprano, salimos desde el estacionamiento hacia un portal de troncos que inicia un sen-dero bien marcado y con referencias, a través de un bosque de lengas. Es necesario llevar para esta primera etapa, unos dos litros de agua porque no hay lugar donde recolectarla.

Formando una larga fila india, fuimos avan-zando por entre los árboles hasta que su altura fue disminuyendo y llegamos a un descam-pado desde donde se podía ver el volcán por completo. Habían pasado unos 40 minutos desde nuestra salida. Desde ese lugar y agu-zando la vista, podía verse mínimo, un punto de color indefinido poco más arriba del primer tercio del cerro. Esa era la zona de los refugios y hacia allí nos dirigiríamos ese día.

Los refugios que se han emplazado en esta montaña son tres, de los cuales sólo dos es-tán habilitados. El más bajo, ubicado a unos 2.315 msnm y lugar donde descansaríamos esa noche, es el llamado BIM 6 (Batallón de Ingenieros de Montaña). Tiene color anaranjado, forma abovedada y capacidad para 20 personas. Unos 100 m más arriba, se encuentra el refugio RIM 26 (Regimiento de Infantería de Montaña) de forma similar,

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cuya capacidad era para 15 personas y que hace años lucía de color rojo, hoy descolori-do y descuidado por encontrarse en desuso. Por último, y más alto, está el refugio del CAJA (Club Andino Junín de los Andes), ubicado a unos 2.600 msnm, con forma de prisma triangular y capacidad para 10 personas. Luego de atravesar el río turbio que estaba casi sin agua, paulatinamente comenza-mos un ligero ascenso que nos llevó entre algunas dispersas y escasas matas, hasta la famosa “espina de pescado”. Este contra-fuerte del volcán ubicado a unos 1300 m de altitud, es una morrena lateral formada por la acción de dos glaciares que modelaron una fina y continua arista que lleva hasta los refugios y que se considera el inicio de la “ruta normal”. Ya en ese terreno casi sin vegetación, empezó a sentirse el viento.

Por ese motivo y sabiamente, los guías nos hicieron transitar a la derecha de la senda, permaneciendo de este modo a reparo de las ráfagas que se intuía, aumentarían su intensidad a medida que fuéramos subiendo la ladera.Paulatinamente fuimos ganando altura hasta que habiendo recorrido unos 3 km y alcanzado los 1.700 msnm aproximada-mente, llegamos a un desvío que tomaba hacia la derecha y que es llamado el “camino de las mulas”. Esta huella, también marcada con estacas y de mayor pendiente, zigzaguea permanentemente entre piedras de mayor tamaño y merece prestar atención cuando se trata de grupos numerosos por la posibilidad de arrancarlas y provocar su caída sobre los que marchan detrás. Este es actualmente, el único camino permitido para llegar a la zona de los refugios porque

por la propia espina se produjo hace unos años un derrumbe que obligó a modificar la ruta por cuestiones de seguridad. Finalmente y tras unas 4 horas desde la partida, arribamos al refugio BIM 6. Este lugar de forma abovedada, está hecho de poliuretano expandido reforzado y tiene piso de cemento. Pintado de llamativo color naranja, ha sido reacondicionado hace unos años, por lo que está en buenas condiciones. Adentro se había instalado ya un grupo de tres personas formado por dos hombres y una mujer extranjera que subirían esa misma noche. Allí nos acomodamos con nuestras bolsas de dormir para tomar unos mates y comer parte de nuestras viandas. Afuera y más entrada la tarde, el viento era mucho más intenso y frío. La quietud del espacio donde estábamos hacía más contrastantes las condiciones de la montaña

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cuando salíamos al exterior, marcando una notable diferencia. El refugio, pese a ser bastante amplio, quedaba ajustado por el número de los integrantes (14 personas) que lo ocupaban y por eso, para estar más cómodos, se armaron dos carpas donde los guías y dos de nosotros pasamos la noche sin inconvenientes. Cenamos temprano, aprontamos los crampones, armamos las mochilas con lo necesario para el ascenso y cerca de las 20 hs el silencio se adueñó del lugar. Dentro de la carpa, el viento se dejaba oír, llegando en ráfagas que hacían sospechar la dificultad del ascenso que nos esperaría a partir de las 4 de la mañana, cuando nos despertá-ramos para salir hacia la cumbre. Pero no fue inconveniente para que durmiéramos profundamente.

A por la cumbre!

Cinco de la mañana. Nerviosos preparativos y la prioridad de no olvidarse nada antes de salir. Viento, frío y estrellas esperaban fuera del cobijo de la carpa y el refugio. Una larga y lenta fila india empezó el ascenso. Como un largo gusano luminoso, la hilera se movía hacia arriba, sacudida por el viento que incrementaba su fuerza por momentos. Unos 100 metros más arriba, podíamos ver las luces del grupito de la extranjera, que había partido una hora antes. Lentamente, ganamos altura entre las piedras, evitando exponernos al viento que sin embargo nos alcanzaba cuando menos lo esperábamos y nos desestabilizaba cuando llegaba de costado. La pendiente, más pronunciada, se desarrollaba ha-ciendo continuos zigzags que se repetían haciendo monótono el camino. El grupo de la holandesa en cambio, había optado por montarse en un inclinado planchón de nieve, subiéndolo en forma diagonal, pero se notaba que su progreso era bastante más lento, posiblemente por la característica del terreno y porque la exposición al viento era bastante más importante que la nuestra. De a poco, imperceptiblemente al comien-zo, la oscuridad fue cediendo terreno a los primeros reflejos de luz hasta hacer innecesarias las linternas frontales. Final-mente, dos horas después de haber salido, estábamos en el refugio CAJA, ubicado a 2.600 msnm. Un breve descanso para tomar líquido, comer algunas barras, golosinas y caramelos, sirvió para detenernos a ver lo lento que avanzaban los tres amigos que

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iban por delante. Ya por entonces, la sospe-cha de que el ascenso les estaba seriamente comprometido era evidente. Reacomodadas las mochilas, seguimos dando un paso tras otro cuidando de estar bien apoyados para no trastabillar con cada ráfaga. Así, una hora y media después, alcanzábamos el último punto rocoso, luego de lo cual sólo cabía seguir caminan-do sobre la nieve dura por terrenos más inclinados y expuestos. Estábamos a unos 2.800 msnm y en este punto la consigna fue clara: quien no estuviera dispuesto a conti-nuar por cansancio o se sintiera inseguro, dadas las condiciones de la montaña, debía regresar. Así lo demandaba la prudencia y el sentido común. Algunas pocas deliberacio-nes, rápidas decisiones y en pocos minutos el grupo se dividía. Ocho de los integrantes se volvían sin mayores cuestionamientos.

A lo largo de nuestros viajes, hemos for-mado un grupo compacto, con gente que hace esto por placer, por el puro gusto de conocer lugares, vivir aventuras y disfrutar la compañía de la amistad. Algunos de nosotros tenemos un poco más de práctica en la montaña. La mayoría, algunas pocas experiencias y alguno incluso, no la tenían. Los motivos fueron los mismos en casi to-dos: no se sentían seguros de continuar por un terreno poco o nada conocido, con tanto viento castigando la marcha. Finalmente, la prudencia y el compañerismo primaron permitiendo que el grupo más avezado con-tinuara su camino. La facilidad con que se resolvió la cuestión fue una muestra de res-ponsabilidad y solidaridad. Mientras todo esto pasaba, alcancé a ver que el otro grupo, ya del otro lado del planchón de nieve, se había dado la vuelta y estaba retornando

con bastante dificultad. Estaba claro que la cumbre sería muy difícil, sino imposible. El pronóstico no había fallado y el viento que se adivinaba muy fuerte allá arriba, nos pondría las cosas bien complicadas. Se decidió entonces que seguiríamos hasta donde fuera posible y que no correríamos riesgos innecesarios. La montaña no se movería de lugar y podría darnos nuevas oportunidades, pero una mala decisión puede a veces, ser definitiva. Nos colocamos los crampones y empezamos la travesía a través de un largo nevé, bus-cando con múltiples zigzags, hacer menos exigente la pendiente. Parecía que el viento por momentos se aplacaba y por otros retornaba con cortas ráfagas que no hacían más que entorpecer nuestros movimientos y dificultar la increíble visión que a nuestra derecha y atrás ofrecían ya más abajo, el

Se decidió entonces que seguiríamos hasta donde fuera posible y que no correríamos riesgos innecesarios. La montaña no se movería de lugar y podría darnos nuevas oportunidades, pero una mala decisión puede a veces, ser definitiva.

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oscuro cerro Peineta, el agudo y bello cerro Colmillo del Diablo y más al Oeste, los vol-canes Quetrupillán (2400 m) y el bellísimo y muy activo volcán Villarrica (2800m). Así, más lentamente de lo recomendable, seguimos nuestro ascenso hasta los 3000 m donde está el llamado “plateau”, único lugar donde la pendiente se aplana un poco, y es el paso previo para comenzar el ingreso a la canaleta del Lanín. Allí hicimos un nuevo descanso no mayor de 10 minutos, luego de lo cual continuamos nuestra marcha para arriba nuevamente. Hacia los 3.200 msnm, comenzó la cono-cida “canaleta”. Este es un lugar donde la pendiente se inclina alcanzando unos 35º y lleva directamente a la pre-cumbre. Por su forma e inclinación, dependiendo de la época del año, puede convenir transitarla por su costado derecho para evitar la caída de piedras que es más frecuente en el verano. Con no poco esfuerzo, la fuimos ascendiendo hasta llegar a un “hombro” ubicado, según el altímetro y el GPS que llevábamos, más o menos a 3600 m de altura. Este lugar, con buen tiempo, es el único espacio que permite sentarse a comer algo y reponerse antes de emprender la última parte, más exigente.

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¿Qué es un volcán?

Un volcán es la parte emergente en la superficie terrestre, de un vasto sistema magmático de grandes dimensiones que se extiende en profundidad y genera que el magma (roca fundida) ascienda por diferencia de densidad, formando inmensos depósitos (cámaras magmáti-cas) que se van llenando a lo largo de mucho tiempo. Cuando estas cámaras aumentan su presión, éstas se hinchan hasta que ceden sus paredes y la descompresión repentina eyecta una mezcla de fluidos y de gas, producién-dose una erupción. Tipos de volcanes que existen:Conos de lava o volcanes en escudo: son los típicos volcanes Hawaianos, muy anchos, con laderas poco inclinadas, formados por lavas basálticas (poco viscosas), que tienden a fluir en largas coladas.Conos de ceniza: están constituidos por

capas de cenizas volcánicas superpu-estas.Conos mixtos o estrato volcanes: son conos formados por intercalaciones de coladas de lava y cenizas. Tienen gran altura y forma cónica (Lanín, Villarrica, Osorno, Fujiyama, etc.)Conos compuestos: el volcán se forma dentro del cráter de otro volcán (monte Soma, dentro del Vesubio).Domos de lava: Cuando las lavas son muy viscosas, no pueden fluir, gener-ando formaciones redondeadas.Calderas por subsidencia o derrumbe: Cuando la cámara está muy cerca de la superficie, el peso del material volcánico hace ceder la estructura superior, pro-vocando un gran cataclismo. General-mente tienen más de 1 km de diámetro y dentro de ellas se forman otros conos. Habitualmente también se forman lagos en su interior (un claro ejemplo de cal-dera es volcán Maipo con su laguna del

Diamante en Mendoza o el volcán Teide en las islas Canarias).Tipos de erupciones: Hawaiana: tranquila, de largas coladas basálticas.Stromboliana: explosiva, de composición mixta.Vulcaniana: explosiva, de composición ácida, que genera muchas cenizas (¿Lanín?)Peleiano: ácida, forma un tapón en el in-terior de la chimenea que luego expulsa como bala, junto a nubes ardientes.Tipo fisura: generan los trapps, palabra de origen sueco que significa escalones y refieren a grandes derrames basálti-cos. Tipo pliniano: erupciones violentas, con columnas de muchos kilómetros de altura compuesta por gases calientes, cenizas y bloques de diferentes tama-ños, pueden generar flujos piroclásticos devastadores (volcanes Vesubio, Toba, Krakatoa). (5)

Pero para nosotros, fue la prueba irrefutable de que la montaña no nos permitiría seguir. Apenas salimos del resguardo que el canalón nos ofrecía y nos expusimos a su borde, el viento arreció desde el Oeste con fuerza suficiente como para impedirnos estar de pie sin peligro de ser arrojados hacia abajo. Por momentos, la ventolera levantaba “cascotes” de hielo que nos golpeaban los cascos en la parte posterior. Andrés y Gabriel, guías que nos acompañaban, hicieron gestos inconfun-dibles. Había que bajar, como correspondía, porque con esas condiciones atmosféricas, no sólo era casi imposible avanzar en ese terreno que no tiene protección del viento, sino que también era peligroso. Mirando hacia arriba, pude ver la zona llamada de “las cascadas”, que recordaba cu-biertas de hielo y nieve cuando subí el cerro en el año 98. Ahora la roca estaba desnuda, unos 80 metros más arriba de nosotros. Ese lugar, marca el final de la canaleta y el comienzo de la pre-cumbre, lugar donde la pendiente se empina un poco más antes de ofrecer la vista indescriptible de la cumbre. Para nosotros, el punto alcanzado era el final del ascenso. Continuar implicaba exponer-nos a un viento que suponíamos, superaría los 80 o incluso los 100 km/hora, haciendo

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imposible mantenerse en pie justamente, en el lugar más difícil de la montaña. Fotos de rigor y nos fuimos para abajo, guardando cuidado por la pendiente y las malas condiciones de la nieve vieja que pisábamos. Al principio despacio y más rápidamente después, fuimos descendiendo la montaña. Ya más abajo, con la vista del refugio CAJA a la vista, se hizo un culi-patín. Otros, los menos, preferimos seguir a pie. El avance de la tarde hizo que los vientos fueran mucho más intensos y que el sol quedara semi oculto por el velo que el cielo nublado le interponía. Era la prueba de que el clima empeoraba rápidamente y que había que encontrarnos con el resto de los compañeros para continuar el descenso. Nuevos culi-patines, al-gunos voluntarios y otros no tanto, nos arrojaron bastante rápidamente en el comienzo del escorial que el día anterior habíamos pisado. Aproximadamente a las seis de la tarde, estába-mos nuevamente en el puesto de la Gendarmería. Unas cervezas, un brindis por la experiencia vivida en la montaña junto a la gente de Alquimia Expediciones y el regreso a Junín de los Andes. Mientras nos íbamos del lugar, el Lanín se iba envolviendo con un cielo gris que oscurecía sus glaciares y sus laderas escarpadas, mostrándonos una nueva cara, más misteriosa pero igual de bella, como tratando de explicarnos porqué ha sido siempre una montaña sagrada para el pueblo mapuche. Como invitándonos a volver. Al anochecer, cuando estábamos ya en Junín de los Andes, caían del cielo las primeras gotas de lluvia.

¿Es el Lanín un volcán extinto?

Un volcán se considera extinto cuando su caldera está agotada. Esto es difícil de saber y requiere estudios y moni-toreos permanentes. Se cree que la última erupción del Lanín ocurrió hacia el siglo VI después de Cristo según las dataciones realizadas, pero tuvo activi-dad hasta el siglo XVIII. Esto, en tér-minos geológicos es muy poco tiempo para considerarlo extinguido. Como sea, no puede descartarse su potencial peligrosidad, si se tiene en cuenta que forma parte del “cinturón de fuego del Pacífico” y está muy cercano al Que-trupillán cuya última erupción data de 1888 , al Villarrica y el Llaima, dos de los volcanes activos más peligrosos de Chile y que no se hacen monitoreos de actividad volcánica.

Referencias:– Andeshandbook – www.andeshandbook.org– Cuadernos Patagónicos – Agostino Rocca - Tecpetrol – Nro 13 (2002)- Historia del Montañismo argentino – Jorge González – Ediciones Palloni (2011)– Diario Clarín – 1999– Guía del Parque Nacional Lanín – S y D Ediciones (2009)– Elementos de Geología General – Juan P. Spikermann (Fundación de Historia Natural) – 2010

+ InfoALQUIMIA TURISMOO´Higgins 615, 8371 Junín de los Andes(0297) 249-1355alquimia@alquimiaturismo.com.arwww.alquimiaturismo.com.arwww.facebook.com/Alquimiaturismo

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