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Durrwelll Nuestro Padre

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    NUESTRO PADRE

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    He tenido ya la oportunidad de escribir varios libros sobre Cristoy sobre su misterio filial de muerte y de gloria. Tambin he escritootro libro sobre el Espritu santo, en el que se celebra este misterio.Pero la tarea estaba an sin terminar hasta que dedicara un estudio aaguL

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    Dios Padre tiene quizs su explicacin en una teologa que no se hapreocupado mucho hasta ahora de explorar en sus profundidades elmisterio filial de la pascua de Jess.

    El mtodo que se ha utilizado en este libro es el que la mismarevelacin propone a la teologa. Hablar de mtodo es hablar de uncamino a seguir. Pues bien, Jess declara: Yo soy el camino ... Nadieha visto al Padre ms que por m (Jn 14,6). La fe comienza poracoger el don de Dios en Jesucristo; entonces llega la teologa y se

    pone a hacer el inventario de los tesoros de sabidura y de conoci-miento ocultos en el don nico (cf. Col 2,3); va recogiendo y con-ceptualizando esas riquezas y, mientras que las ordena, procura cons-truir una sntesis racional del misterio, cuya intuicin global se le hadado ya entretanto por medio de la fe.

    Semejante mtodo, como se ve, no es inductivo ni verdaderamentedeductivo: el hallazgo precede a la bsqueda, todo est ya dado deantemano. Por eso la presente obra enuncia ya en el primer captulolo que expondr a lo largo de los dems. La marcha comienza en

    1 "Cristo y ya no se sale de su rbita. Porque en l es en donde el Padrese da a conocer. Por eso, tanto al final del libro como al principioinvitamos al lector a contemplar esa misma imagen (cf. 2 Cor 3,18), Cristo Jess, alfa y omega de la revelacin del Padre.

    No hay teologa autntica que no sea espiritual, marcada por lahuella del Espritu santo. Porque en l es como Dios revela al Hijoque engendra en el Espritu y en l es donde se manifiesta su paternidadque l realiza en ese mismo Espritu. No hay conocimiento del Padre

    ni del Hijo a no ser en la gracia del Espritu en quien ellos son Padree Hijo. La exhortacin de san Pablo: Dejaos guiar por el Espritu(G15,16) vale tambin para la reflexin cristiana. As pues, el mtodoque utiliza la teologa es de orden trinitario, lo mismo que el misterioque ella explora. Ese mtodo se practica en una circulacin incesantedel pensamiento que va y viene entre el Padre y el Hijo en el movi-miento del Espritu santo. Su marcha sigue entonces la eterna circu-lacin que reina entre el Padre y el Hijo en el amor del Espritu. La

    teologa es una ciencia muy noble, no slo por su intento que es conocera Dios, sino tambin en su marcha que se esfuerza en reproducir elmovimiento propio de la vida de Dios.

    Los libros de verdadera teologa deben leerse sin prisas, en refe-rencia continua a la Escritura, en la que se inspiran, y con una atencinimpregnada de plegaria. Me hubiera gustado - y digo bien: mehubieragustado- escribir aqu una obra semejante. Porque s que mis lectores

    habituales son hombres y mujeres que no intentan tanto informarse

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    del pensamiento de un autor como conte1l!plar el misterio mismo deDios, para entrar en comunin con l, tanto en su corazn como ensu espritu.

    Quizs ocurra que este libro lo lean tambin algunos telogos deprofesin. Comprobarn que he dedicado una gran importancia a dos'verdades que, a mi juicio, se desprenden bastante claramente de laEscritura. La primera se enuncia as: en Dios que engendra a un Hijonico, el Espritu de Dios, Espritu de amor, es en persona el engen-dramiento divino. (Porque amando es como el Padre engendra a unHijo al que ama). Y la segunda es inseparable de la primera: en eseEspritu de engendramiento se encuentran personalizados todos los

    atributos de Dios, todo lo que puede decirse del ser divino.Tengo conciencia de que ninguna de estas dos afirmaciones soncorrientes en teologa y pido excusas por mi aparente audacia. Perosi, de hecho, estn inscritas en la revelacin, conviene tenerlas encuenta, tanto para clarificar los debates en tomo al Espritu santo como

    para permitir una inteligencia adecuada del misterio de Dios. Estosdos enunciados significan que el misterio divino consiste por enteroen este engendramiento, en la relacin de un Padre con un Hijo. De

    aqu el ttulo que hemos dado a este libro.Expreso mi gratitud a mi hermano, el padre Fran;:ois Bourdeau,que ha aceptado leer mi texto antes de su publicacin. No es culpasuya el que esta obra siga siendo tan imperfecta en su composicin yen su estilo. Pero la mayor pobreza que lamento y que seguramentelamentar el lector conmigo es la de nuestros pensamientos ante estemisterio inefable del Padre que, en Jesucristo, engendra para nosotrosal Hijo eterno. Que el Padre de las luces (Sant 1,17) remedie estadeficiencia y haga brillar a travs de estas pginas, como en unaespecie de trasparencia, el conocimiento de su gloria que est en elrostro de Cristo (cf. 2 Cor 4,6).

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    Dios ha hablado siempre a los hombres. En la antigua alianza, envarias ocasiones y de muchas maneras habl a los padres por los

    profetas (Heb 1,1). Fue necesario que multiplicara sus palabras, yaque ninguna de las que pronunciaba por los profetas expresaba todosu misterio. Pero en estos ltimos tiempos nos ha hablado por medio

    del Hijo ... , que es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser(Heb 1, 2s). Despus de los servidores, el Hijo; despus de las palabrasnumerosas, fragmentarias, la palabra de plenitud que Dios pronunciasin intermediario, engendrando su Hijo en el mundo. La revelacinse ha hecho en estos das ltimos; es la ltima, y no vendr ya aaadrsele ninguna otra; es plena y en ella se revela el secreto porentero. El misterio envuelto en silencio durante los siglos eternos(Rom 16,25) se pone de manifiesto, ya que se realiza en el interior

    del mundo: al engendrar a su Hijo en medio de los hombres, Dios seentrega a su conocimiento. Enuncia su nombre, el de Padre de un Hijonico.

    Dios no era un desconocido en Israel. Saulo, el joven perseguidor,conoca al Dios de Abrahn, de Isaac y de Jacob. Le serva, sobre-

    pasando en el judasmo a muchos de sus compatriotas contempor-neos (Gl1,14). Pero su ignorancia segua siendo muy grande. Aca-so no se diriga a Damasco respirando amenazas y muertes (Hech

    9,1) contra sus hermanos de raza que se haban convertido en elverdadero Israel de Dios (Gl 6,16), el Israel que conoca a Dioscon su verdadero nombre? Yo persegu a la Iglesia (1 Cor 15,9),que est en Dios Padre y en nuestro Seor Jess (cf. 1 Tes 1,1).De l vala aquella palabra: Lo llamis vuestro Dios y no lo conocis(Jn 8,54s). Lleg el da en que agrad a Dios revelarle a su Hijo(Gl 1, 16). Y entonces lo reconoci con su verdadero nombre y se

    puso a servirle con amor, como al Dios-Padre de nuestro Seor

    Jesucristo (2 Cor 1,3).

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    Dios ha hablado siempre a los hombres. En la antigua alianza, envarias ocasiones y de muchas maneras habl a los padres por los

    profetas (Heb 1,1). Fue necesario que multiplicara sus palabras, yaque ninguna de las que pronunciaba por los profetas expresaba todosu misterio. Pero en estos ltimos tiempos nos ha hablado por medio

    del Hijo ... , que es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser(Heb 1, 2s). Despus de los servidores, el Hijo; despus de las palabrasnumerosas, fragmentarias, la palabra de plenitud que Dios pronunciasin intermediario, engendrando su Hijo en el mundo. La revelacinse ha hecho en estos das ltimos; es la ltima, y no vendr ya aaadrsele ninguna otra; es plena y en ella se revela el secreto porentero. El misterio envuelto en silencio durante los siglos eternos(Rom 16,25) se pone de manifiesto, ya que se realiza en el interior

    del mundo: al engendrar a su Hijo en medio de los hombres, Dios seentrega a su conocimiento. Enuncia su nombre, el de Padre de un Hijonico.

    Dios no era un desconocido en Israel. Saulo, el joven perseguidor,conoca al Dios de Abrahn, de Isaac y de Jacob. Le serva, sobre-

    pasando en el judasmo a muchos de sus compatriotas contempor-neos (Gll, 14). Pero su ignorancia segua siendo muy grande. Aca-so no se diriga a Damasco respirando amenazas y muertes (Hech

    9,1) contra sus hermanos de raza que se haban convertido en elverdadero Israel de Dios (Gl 6,16), el Israel que conoca a Dioscon su verdadero nombre? Yo persegu a la Iglesia (1 Cor 15,9),que est en Dios Padre y en nuestro Seor Jess (cf. 1 Tes 1,1).De l vala aquella palabra: Lo llamis vuestro Dios y no lo conocis(In 8,54s). Lleg el da en que agrad a Dios revelarle a su Hijo(Gl 1,16). Y entonces lo reconoci con su verdadero nombre y se

    puso a servirle con amor, como al Dios-Padre de nuestro Seor

    Jesucristo (2 Cor 1,3).

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    Revelacin desconcertante: Dios es Padre! El Dios de majestad in-[mita que se apareci en el Sina es el Padre de un hombre, de ese hombre

    crucificado al que Pablo persegua en sus discpulos. El apstol no cesarnunca de creer en el Dios de su juventud, el de los patriarcas, el de Moissy los profetas. Pero en el interior de su primera fe tuvo que convertirse auna profundidad insospechada y entrar en una iglesia que se haba em-peado en destruir, la de Dios-Padre de nuestro Seor Jesucristo.

    Desde siempre Dios haba dejado traslucir su paternidad: en elmundo que haba creado y que ahora mantiene en su existencia, enIsrael que haba guardado como un pastor a su rebao - no es un

    buen pastor algo as como el padre del rebao? -. Pero nadie habasabido nunca que l tena un Hijo, un Hijo nico que est en el senodel Padre (Jn 1,18) Y que su misterio consista por entero en supaternidad. Nadie haba sospechado jams que sus intervenciones enel mundo -la creacin, las relaciones con Israel, la redencin- eranobras de un Dios-Padre, que haban tenido su origen en su paternidadcon su Hijo. Ha sido en estos ltimos tiempos, en su obra ltimarealizada en Jesucristo, donde Dios se ha dicho en toda su verdad.

    Al revelar su Hijo al apstol, Dios le dio la misin de anunciarloa las naciones (Gl 1,16), predicndoles a un Dios que, para lasalvacin del mundo, es el Padre de Jesucristo. Esta es la buena nuevaque propaga el apstol, la de un Dios-Padre que nos salva engen-drando a su Hijo para nosotros.

    En efecto, san Pablo se considera elegido para el evangelio deDios ... sobre su Hijo ... , establecido Hijo de Dios en el poder por laresurreccin de los muertos

    (Rom 1,1-4). El testimonio apostlicose refiere a la resurreccin de Jessl: Os anunciamos la buena nueva:la promesa hecha a nuestros padres la ha cumplido Dios plenamenteen favor nuestro, de los que somos sus hijos: ha resucitado a Jess(Hech 13, 32s). La buena nueva es la de la resurreccin de Jess. Lafe que acoge la predicacin apostlica confiesa que Dios lo ha re-sucitado de entre los muertos (Rom 10,9). La Biblia antigua designabaa Dios como el que haba hecho subir desde Egipto2, o tambincomo el que da la vida a los muertos3; pero en la nueva alianza elDios salvador tiene por nombre el que resucita a Jess de entre losmuertos4, el que realiza en Jess la resurreccin de los muertos5.

    1. Hech 2,36; 3,26; 1 Cor 15,14-20.

    2. Ex 20,2; Lev 11,45; 19,36; 25,38; Nm 15,41; Dt 5,6; 6,21; lue 6,8; Am2,10; Miq 6,4; Sal 81,11.

    3. Dt 32,39; 1 Sam 2,6; Sa 30,4; Sab 16,13.

    4. Rom 4,24; 8,11; Gl 1,1; Ef 1,19s; Col 2,12; 1 Pe 1,21.

    5. Se traduce ordinariamente Rom 1,4: Fue establecido Hijo de Dios con

    poder por su resurreccin de entre los muertos. El texto griego dice: por la

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    Pues bien, la resurreccin de Jess es la obra de Dios en supaternidad: Os anuncio la buena nueva ... Dios ha resucitado a Jess,

    como est dicho en el salmo: T eres mi Hijo, yo te he engendradohoy (Hech 13,22s). La resurreccin es el misterio eterno del engen-dramiento del Hijo que se manifiesta en el mundo. Dios es el autorde la resurreccin en cuanto Padre; san Pablo se dice apstoL .. porDios, el Padre que ha resucitado a Jess (Gl 1,1). Jess por su

    parte, es Hijo en su resurreccin, el Hijo al que ha resucitado de losmuertos (l Tes 1,10), el primer nacido de entre los muertos (Col1, 18), establecido Hijo de Dios en poder por la resurreccin de los

    muertos (Rom 1,4). La Escritura nos ensea que Dios resucita a Jessen el Espritu santo (Rom 8,11); por medio de ella sabemos tambinque el Espritu es el poder engendrante de Dios; al resucitar a Jessen el Espritu santo, Dios lo engendra divinamente: Hoy te he en-gendrado6. Y por nosotros es por lo que Dios resucita a Jess (2Cor 5,15), por lo que l lo engendra: por nosotros es Dios Padre denuestro Seor Jesucristo (cf. 2 Cor 1,3).

    El evangelio de Dios (Rom 1,1), que proclama que Dios ha

    resucitado a Jess por nosotros, es la buena nueva de un Dios-Padreque engendra a su Hijo y lo engendra por nosotros. Esa es real-mente una buena noticia: Dios es el Padre de Jesucristo y, en Jesu-cristo, es Padre para nosotros. As es como Dios es conocido enadelante.

    El lector que ha recorrido los escritos de la primera alianza y sepone a leer los del nuevo testamento se da cuenta de que se ha realizadocierto cambio en el uso del nombre de Dios. Cuando los cristianos

    pronuncian ese nombre, tienen ante la vista al Padre de Jess. Lapalabra Dios ha pasado a ser sinnimo de Padre de Jesucristo, paradesignar a aquel que en la teologa ulterior se llamar la primera

    resurreccin de los muertos. Se trata ciertamente de la resurreccin de Jess, pero

    en esta frmula prepaulina (Rom 1,3s) se expresa la idea propia de los primeros

    aos cristianos de que la resurreccin de Jess es el acontecimiento escatolgico,

    la resurreccin de los muertos.

    6. Esto no significa que Jess se haya convertido en Hijo de Dios tan slo en

    su resurreccin. La teologa primitiva no era adopcionista, como a veces se ha

    pretendido. Jess se hizo plenamente, en su muerte y su resurreccin, lo que ya era

    desde el comienzo. En cuanto al Espritu, poder generador del Padre, cf. infra,cap. 6.

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    persona de la Trinidad, el Padre que engendra al Hijo en el Espritu

    santo?Cada vez que Cristo es llamado Hijo de Dios, es evidentementeel Padre el que es evocado con la palabra Dios: El Hijo de Dios que

    proclamamos ... (2 Cor 1,19), vivo en la fe del Hijo de Dios (Gl2,20). Lo mismo pasa siempre que Jess es designado como su Hijo,en relacin con el Dios mencionado en la misma frase: Cuando quisoDios revelarme a su Hijo (Gl 1,16), ese Dios que no ahorr a su

    propio Hijo (Rom 8,31s), el Dios (que) envi a su Hijo (G14,4).

    A veces, la palabra Dios y el nombre de Cristo se encuentran yux-tapuestos: Herederos de Dios, coherederos de Cristo (Rom 8,17.39),el reino de Cristo y de Dios (Ef 5,5), Pablo, siervo de Dios, apstolde Jesucristo (Tit 1,1)8. En todos estos casos el trmino se reservatambin al Padre y lo designa en su paternidad respecto a Cristo.Tambin se evoca la paternidad de Dios siempre que se presenta aCristo como la imagen de Dios9

    En varias ocasiones se califica expresamente a Dios como Padre

    de Jesucristo: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Seor Jesucristo,Dios, Padre del Seor Jess, que es eternamente bendito, sabe queno miento 10.Es perfecta la sinonimia entre Dios y Padre de nuestroSeor Jesucristo, ya que Dios se caracteriza por esta paternidad: Pabloes apstol por Jesucristo y Dios, el Padre que lo ha resucitado (Gl1,1); la iglesia de Tesalnica est reunida en Dios, el Padre, y elSeor Jesucristo (1 Tes 1,1). La palabra Dios se reserva para el Padrey lo caracteriza como Padre: No hay ms que un solo Dios, el Padre ...y un solo Seor, Jesucristo (1 Cor 8,6).

    Por tanto, no hay que extraarse de que, sobre todo en las frmulastrinitarias, el nombre de Dios siga siendo la propiedad de aquella

    persona de quien es Hijo Jess y de quien procede el Espritu. Lasegunda epstola a los Corintios acaba con este deseo: La gracia delSeor Jesucristo, el amor de Dios y la comunin del Espritu santosean siempre con vosotros (2 Cor 13,13). Tambin es el Padre el

    que es llamado Dios en esta otra frmula: Hay diversidad de dones,pero es el mismo Espritu; diversidad de ministerios, pero es el mismoSeor; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que obratodo en todos (1 Cor 12,4-6)11.

    7. Vase el amplio estudio de K. Rahner, Theos en el nuevo testamento, enEscritos de teologa 1, Madrid 1961, 93-167. Esta constatacin se hizo ya ante-riormente; cf. Th. de Rgnon, tudes sur la sainte Trinit1, Paris 1892, 439-451.

    8. Cf. adems I Tim 2,5; 1 Pe 4,11.

    9. 2 Cor 4,4; Col 1,15.10. 2 Cor 1,3; 11,31; Ef 1,3.

    11. Cf. tambin Rom 15,30; 2 Cor 1,2Is; Ef 4,4-6.

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    Estos textos que hemos desgranado en la literatura paulina entreotros muchos permiten deducir que la palabra Dios designa al Padre

    de Jesucristo, al que llamamos la primera persona de la Trinidad12.Pablo segua la misma costumbre de la Iglesia primitiva. Los evan-gelios sinptico s reservan el nombre de Dios al Padre de Jess. AsLucas escribe: Pas la noche rezando a Dios (6,12). Quin es eseDios sino al que Jess invocaba en su plegaria diciendo: Abba,Padre!? Jess pas la noche en la comunin con su Dios-Padre, lomismo que cuando a los doce aos quiso quedarse en casa de suPadre (cf. Lc 2,49), y como cuando en una suprema oracin seabandon en manos de su Padre (Lc 23,46). La oracin de Jess esfilial; el Dios de su oracin es el Padre.

    Bastan unos cuantos textos tpicos para iluminar el sentido de lapalabra Dios en los escritos jonicos: Que no se turbe vuestro co-razn! Creed en Dios, creed tambin en m. En la casa de mi Padrehay muchas moradas (Jn 14,ls). Frente al yo de Jess, ese Diosse llama mi Padre. En la multitud de textos, con unas pocas ex-cepciones que no hacen ms que confirmar la reglal3, el Dios delcuarto evangelio es aquel que tiene por Hijo a Jess, el Dios-Padre-

    de-Jess. No se le llama a Jess el Hijo de Dios, de ese Dios quees su Padre?14. Es precisamente el Dios-Padre el que da a su Hijo,el que enva a su Hijo (Jn 3, 16ss). Jess ha salido de Diosl5, locual es sinnimo de salir del Padre (Jn 16,28). El nombre de Diosse intercambia con el de Padre sin diferencia alguna de sentido. Jesses el Verbo que estaba vuelto hacia Dios (Jn 1,1), que est vueltohacia el seno del Padre (Jn 1,18); en su pascua estar totalmentevuelto hacia Dios, cuando vuelva de este mundo hacia el Padre (Jn13, 1; 20, 17). Este intercambio se practica en una misma frase: Noque haya visto nadie al Padre, sino el que viene de junto a Dios: seha visto al Padre (Jn 6,46). Este uso se prolonga en el Apocalipsis:cuando habla de su Padre, Jess lo llama su Dios (3,2.12). Este esel Dios-Padre de Jess (1,6)16.

    12. Sin embargo est la excepcin de Rom 9,5s, al menos segn la interpre-

    tacin ms probable de este texto. Igualmente Mt 2,13. Pero estos textos no con-

    tradicen el uso ordinario. La palabra Dios no designa all a Cristo, sino que dicede l que comparte la divinidad de Dios, su Padre.

    13. Son excepcin Jn 1,1; 1,18 segn algunos manuscritos; 20,28; 1 Jn5,20.

    Tambin all el Hijo es llamado Dios para marcar que comparte la divinidad del

    Padre, a quien corresponde en primer lugar el nombre de Dios.

    14. Jn 5,25s; 10,36s; 11,4.

    15. Jn 8,42; 16,27.30; ef.13,3.

    16. Para completar esta breve encuesta puede leerse el artculo Theos en TWNTIII. K. Rahner concluye as su estudio: Este conjunto de observaciones permite

    afirmar que cuando se habla de ho Theos en el NT, fuera de los seis pasajesmencionados (cf. ms arriba, notas 12 y 13), se designa al Padre como primera

    persona de la Trinidad (o.c., 105).

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    La teologa de Juan y la predicacin de Pablo, tan diferentes ensu expresin, coinciden en su profundidad. Segn el apstol, la buenanueva de Dios est contenida en la proclamacin de la resurreccin

    de Jess, en la que se manifiesta la paternidad de Dios con nosotros.Segn el evangelista la obra de Jess consiste en la revelacin delnombre de Dios: Yo les he dado a conocer tu nombre (Jn 17,26),tu nombre de Padre.

    Los judos bendecan en sus oraciones a Dios por su majestad ypor sus intervenciones en favor de Israel. Al pronunciar el nombre delEterno, no dejaban de aadir: Bendito sea!. En su fe nueva, losdiscpulos de Jess continuaban bendiciendo a ese mismo Dios, pero

    aadiendo un motivo inesperado, desconocido hasta entonces, querenovaba por completo la idea de Dios: Bendito sea Dios, Padre denuestro Seor Jesucristo!17.

    Tal es la gloria de Dios. As es como se le reconoce en su verdad,as es como se le alaba'y se le dan gracias cuando se le bendice comoPadre de nuestro Seor Jesucristo.

    Despus de haber bendecido a Dios, el Padre de nuestro SeorJesucristo, la primera carta de Pedro pasa sin transicin alguna alDios, el Padre de los fieles: Bendito sea Dios, el Padre el nuestroSeor Jesucristo, que segn su gran misericordia nos ha hecho renacera una esperanza viva por la resurreccin de Jesucristo de entre losmuertos (1,3). El Dios de los fieles es un Dios que los engendra:ejerce su paternidad en la resurreccin de Jess y, por esa mismaresurreccin, en ese mismo engendramiento, hace renacer a los fieles

    para una herencia reservada en los cielos (1,4).San Pablo por su parte une la accin de gracias a Dios, Padre denuestro Seor Jesucristo con el deseo de que se les conceda a losfieles gracia y paz de parte de Dios, nuestro Padre18. As pues, tantosi se trata de Cristo como de los fieles, su Dios es siempre el Dios-Padre. En la plenitud de los tiempos, Dios envi a su Hijo y al Espritude su Hijo para que los fieles reciban la filiacin e invoquen a Dios,lo mismo que haca Jess cuando deca: Abba, Padre!, hacindose

    con Cristo coherederos de Dios (Gl 4, 4-7). Pablo llama a DiosPadre nuestro en algunos contextos en que habla de Cristo, situandoas a los fieles en la relacin de Jess con su Padre. Dios es tambin

    para los fieles el Dios-Padre.Segn san Juan, el Hijo da a los creyentes el poder de hacerse

    hijos de Dios (Jn 1,12). Despus de su resurreccin, Jess los llama

    17. 1 Pe 1,3. Cf. 2 Cor 1,3; 11,31; Ef 1,3. En otro lugar: Damos gracias a

    Dios, Padre de nuestro Seor Jesucristo (1 Cor 1,4; Flp 1,3; Col 1,3).18. Col 1,2s; cf. Rom 1,7; 1 Cor 1, 3; 2 Cor 2,2; Flm 3.

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    sus hermanos: Di a mis hermanos: subo a mi Padre y a vuestro Padre,a mi Dios y vuestro Dios (Jn 20, 17). Mi Dios y vuestro Dios sonsinnimos de mi Padre y vuestro Padre. La relacin de los fieles

    con Dios es una relacin de filiacin: han nacido de Dios (Jn 1,13),son criaturas del Dios-Padre: Mirad qu amor nos ha tenido el Padre,que nos ha concedido ser llamados hijos de Dios y lo somos (1 Jn3,1). Ese Dios de quien los fieles se llaman hijos es el que engendraal Hijo nico: ellos son asumidos en ese nico engendramiento.

    Tanto para san Juan como para san Pablo, el Dios de los fieles espor tanto el Dios-Padre de nuestro Seor Jesucristo. El saberlo encierrala mayor importancia para los fieles: Dios es para ellos, en todas sus

    acciones, el Dios-Padre que engendra al Hijo nico y los engendra atodos ellos en l.

    Segn la revelacin de la alianza nueva, es el Dios-Padre de Jessel que fue antao el seor de Israel, el Dios de los patriarcas y de los

    profetas: El Hijo de Abrahn, de Isaac y de Jacob ha glorificado asu siervo Jess ... ; por vosotros ha sido ante todo por quienes Diosresucit a su siervo (Hech 3,13.26). El Dios de los patriarcas es eseDios-Padre que resucita a Jess. Segn Heb 1,1s, el Dios que hablaahora por un Hijo, habl antao por los profetas. Segn Jn 10,35,el Dios que inspir las Escrituras de la primera alianza es idntico aaquel que consagr y envi a Jess. Por eso Jess puede declarar:Es mi Padre el que me glorifica, el que vosotros decs que es vuestroDios (Jn 8,54).

    Por consiguiente, es Dios-Padre, aquel cuya paternidad se revelaen la resurreccin de Jess, el que se apareci a Abrahn, el que habla Moiss, el que hizo alianza con Israel. Las promesas que les hizo

    a todos ellos se realizan en la resurreccin de Jess: Dios ha cumplidoplenamente la promesa hecha a nuestros padres ... , al resucitar a Jess(Hech 13,22s)19. La promesa y las intervenciones de Dios en la historiade Israel proceden de la paternidad de Dios; son el anuncio y el esbozodel misterio del engendramiento del Hijo en el mundo, misterio queencuentra su cumplimiento en la resurreccin de Jess: Dios lo haresucitado tal como se dice en el salmo: T eres mi Hijo, yo te heengendrado hoy (Hech 13, 13) .

    Ese Dios-Padre de Jesucristo es tambin elDios creador. El dueodel universo es el Padre de Jess: Te bendigo, Padre, Seor del cielo

    19. La teologa de los primeros siglos vio acertadamente en el Dios de Israel

    y en el Dios creador al Padre del Hijo. Cf., por ejemplo, san Ireneo, Adv. haer.N, 7,1: SC 100,455: As pues, tambin Abrahn conoci por el Verbo al Padre

    que hizo el cielo y la tierra y a l es a quien proclama Dios.

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    y de la tierra ... S, Padre ... Todo me lo ha entregado el Padre ... (Mt 11,25-27). San Pablo lo afirma

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    ese don gratuito que es el Hijo recibimos nosotros mismos la graciade la filiacin, el poder de hacemos hijos de Dios (Jn 1,12)24. Conel don concedido en su Hijo, nos viene tambin la verdad, es decir,

    la suprema revelacin: La gracia y la verdad nos han venido porJesucristo (Jn 1,17). El don concedido es tambin la verdad revelada:el Verbo hecho carne es a la vez lleno de gracia y de verdad. En14,6 Jess dir: Yo soy la verdad, el misterio en su revelacin. Eles el don de Dios en su filiacin; en cuanto Hijo, es tambin larevelacin. Qu es lo que revela? A Dios nadie lo ha visto nunca;el Hijo nico que est en el seno del Padre, l nos lo ha contado (Jn1,18). La gloria radiante de Jess viene del Padre y conduce la miradade los hombres hacia el Padre: Yo soy el camino, la verdad y lavida (Jn 14,6). La funcin de Jess consiste en ser el camino -lainsistencia recae sobre esta palabra-, en ser el mediador de la verdady del don de la vida. Por consiguiente, Jess puede concluir: El queme ve, ve al Padre (Jn 14,9).

    El conocimiento del Padre adquirido en el conocimiento del Hijoes inseparable del don de vida filial concedido por la mediacin delHijo: La vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el nico Diosverdadero, y al que has enviado (Jn 17,3). Porque la vida eterna sevive en una comunin de conocimiento con el Hijo que conoce alPadre.

    Jess resume de este modo la misin que ha recibido de dar lavida a toda carne (cf. Jn 17,2): He manifestado tu nombre a loshombres que me has dado (Jn 17,6.12). En la Biblia el nombre esmucho ms que una palabra que sirva para designar a un ser; expresasu misma naturaleza. As es como Dios dio un nombre a Jess, comorespuesta a su obediencia hasta la muerte, el nombre que est sobretodo nombre, el de Seor. Esto significa que lo elev a su mismoseoro divino, ante el cual se dobla toda rodilla (Flp 2,9-11). As

    pues, cul poda ser el nombre todava desconocido de Dios, expre-sin del misterio que Jess tena la misin de revelar? Dios se habadado a conocer diciendo: Yo soy el que soy. Era el nombre de lasantidad trascendente que expresaba tambin la presencia dinmica de

    Dios a su pueblo y la fidelidad de su asistencia (cf. Ex 3,14s); seevocaba ya de este modo el aspecto personal, relacional del misteriodivino. El nombre oculto que revela Jess, expresin profunda del

    24. A menudo se interpreta as a Jn 1,16: despus de la gracia recibida en el

    antiguo testamento, se nos ha dado la gracia que ha venido en Jesucristo. Pero Jn

    1,17 declara que la gracia ha venido en Jess y no a travs de Moiss, cuando

    recibi la ley. En cuanto a esta gracia, parece ser que se trata de la que da poder

    de hacerse hijos de Dios a los que acogen al Hijo (cf. 1,12; 3,3-7). Cf. R. Robert,

    Une solution pour lean 1,16: RTh 84 (1984) 243-251.

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    misterio, es aquel bajo el cual el mismo Jess invoca a Dios cuandodice: Mi Padre25. Este nombre define a Dios por la relacin esencialque lo une al Hijo: un Dios personal, plenamente relacional, un Dios

    que Es siendo fuente para un Hijo.

    Mateo (11,27) Y Lucas (10,22) recogen una palabra de Jess quecontiene, superndola en simplicidad, la meditacin jonica sobre lafiliacin divina de Jess y su misin reveladora: Todo me lo haentregado el Padre y nadie conoce al Hijo ms que el Padre, as comonadie conoce al Padre ms que el Hijo y aquel a quien el Hijo se loquiera revelar.

    Dios es llamado Padre y es definido por este nombre. Es llamadoelPadre en sentido absoluto; por consiguiente, ningn otro es padrecon toda verdad. Frente a l, el Hijo. Tambin l se sita en unnivel absoluto de filiacin al que nadie puede acceder. Ninguna in-teligencia puede elevarse al conocimiento del uno o del otro; pero losdos se conocen plenamente, en su relacin paternal y filial. Al Hijoque est en el mundo le corresponde la misin de revelar al Padre; l

    es el nico que lo conoce y la revelacin del Padre se encuentra tanslo en sus manos.

    Jess introdujo a los hombres por diferentes caminos en el cono-cimiento del Padre. Habl, actu, pero ante todo y sobre todo l es

    el Hijo. Y en todo ello nos cuenta el misterio de Dios.Habla y dice a los hombres que tienen un Padre en los cielos, que

    pueden confiar en l como en su verdadero Padre (por ejemplo, Mt6,32) Y que tienen que parecrsele como hijos (por ejemplo, Mt 5,45-48). Les hace rezar diciendo: Padre! (Lc 11,2). Les cuenta tambinla grandeza, que puede resultar tremenda (Mt 10,28), de ese Padre,Seor del cielo y de la tierra. Describe su solicitud universal (Mt6,25-32), su proximidad a los humildes26, su bsqueda incesante de

    la oveja que se pierde lejos del rostro de Dios. Todas las parbolasllamadas de la misericordia, en las que Jess defiende su derecho apreocuparse por los pobres y por los pecadores, ponen a Dios mismoen escena. Es l a quien representan el padre del prdigo, el pastor

    25. 1. de la Potterie, o.c. n, 727: Este nombre en san Juan no designa enninguna parte a la naturaleza divina ... , a la gloria o al poder de Dios; el trmino seaplica aqu al Padre en cuanto tal, a quien la teologa llama la persona del Padre.

    26. Mt 11,25; Lc 10,21.

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    que recoge a la oveja perdida, el ama de casa que barre cuidadosamentela casa para encontrar la moneda.

    Un profeta del antiguo testamento habra podido hablar con acentos

    parecidos. Pero Jess afirma algo que nadie se habra atrevido a decir:ese Dios-Padre de todos es de manera nica Padre suyo: T hasrevelado estas cosas a los pequeos. S, Padre ... Nadie conoce alPadre ms que el Hijo ... . Jess es el Hijo y Dios es el Padre, in-comparablemente ms padre de lo que poda concebir la fe de Israel,su propio Padre, un Dios enredado en los lazos de una autntica

    paternidad respecto a un hombre.Pero la afirmacin de la filiacin divina de Jess no poda creerse

    ms que con la condicin de imponerse con una evidencia cierta.Quin iba a fiarse de la palabra de un hombre que pretendiera serHijo de Dios sin manifestarse como tal? En un caso semejante no

    basta con que l lo diga; hay que ver para creer. Por consiguiente, lafiliacin divina y la paternidad de Dios no se revel ms que en lamedida en que en el rostro de aquel hombre brill la gloria propia delHijo nico: y hemos visto su gloria, gloria que tiene de su Padrecomo Hijo nico (In 1,14).

    No hay filiacin divina sin gloria (porque, como veremos, el Hijoes engendrado en el Espritu santo que es la gloria de Dios?7. Ya enesta tierra Jess fue un ser radiante. Todo hombre emite radiacionesde orden fsico que en nuestros das se sabe detectar. Jess emitaadems otras de un orden diferente que actuaban sobre la persona; deellas nos habla el evangelio de Juan: Revel su gloria y sus discpuloscreyeron en l (In 2,11). Era en este mundo una especie de substanciaradiante; de l emanaba una luz invisible, la verdadera luz que iluminaa todo hombre (In 1,9).

    La enseanza, por s sola, no habra suscitado la fe en Jess, Hijode Dios. Ensear es transmitir unas ideas, pero el discpulo de Jessno acoge solamente ideas, sino que se adhiere a una persona. Porconsiguiente, no basta con escuchar un discurso; para creer en el Hijode Dios, hay que encontrarse con l como Hijo de Dios. Se ha dichoque el odo es el sentido cristiano por excelencia, por el que uno seabre a la Palabra de Dios; pero ms importante todava es la vista. Enel misterio de la encarnacin Dios no solamente se hace or, sino quetoma un rostro, hace escuchar su Palabra dndola como espectculo.Los discpulos vieron y creyeron, segn la frmula tan frecuente enJuan. El odo escucha el discurso, los ojos del cuerpo y los del coraznven la persona incluso en las palabras que pronuncia y es a la personade Jess a quien se presta la fe.

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    Nunca se ha credo en el misterio de J(tss por la simple palabra.En ese caso se dara la fe a unas palabras y no a un misterio. Estetiene que ser percibido en s mismo, aunque la percepcin se produzca

    a travs de un velo, el de la humanidad de Jess, el de la palabra que.se escucha y el de las obras que se realizan. Jess se hace ver y ory se da a reconocer de ese modo.

    Despus de haberle dado al Hijo el nombre de Palabra (Verbo):y la Palabra se hizo carne, el evangelista aade: y hemos vistosu gloria. La Palabra fue vista, los discpulos percibieron la filiacindivina y dan testimonio de que han visto y han tocado al Verbo devida (l Jn 1,1).

    Pues bien, el que me ve, ve a mi Padre. Ellos contemplaron alHijo y, en l, al Padre de quien Jesi's es el rostro: Lo hemos con-templado: el Padre ha enviado a su Hijo como salvador del mundo(l Jn 4,14).

    Al escuchar la predicacin, al ver los signos y los prodigios,las gentes se planteaban esta pregunta: Quin es ste? (Mc 4,41).

    La tradicin primitiva se acordaba de la autoridad poderosa queemanaba de la persona de Jess: Estaban impresionados por su en-seanza, porque enseaba como un hombre que tiene autoridad y nocomo los escribas (Mc 1,22)28. Estos comentaban la ley de Moiss,repitiendo y comparando los dichos de los antiguos rabinos. Jess notena en cuenta la tradicin rabnica; veneraba la ley, pero no la en-seaba; predicaba a Dios mismo y su voluntad. Los escribas se sen-taban en la ctedra de Moiss (Mt 23,2), pero Jess habitaba junto e lDios y hablaba a partir del conocimiento inmediato que tena de l.Los profetas de antao hacan preceder a menudo su mensaje de estafrmula: Orculo del Seor!. Jess no lo haca nunca; su propia

    palabra era la de Dios. En ella se vislumbraba un misterio lo mismoque a travs de su actividad. Tanto aqulla como sta era milagrosay obligaba a las gentes a interrogarse: De dnde le viene esto? (Mc6,2), ya que todos se sentan sobrecogidos, hasta el punto de que se

    preguntaban unos a otros: Quin es ste? iUna enseanza nueva dadacon autoridad! Incluso manda a los espritus (Mc 1,27).

    Mientras que las gentes se interrogaban y los discpulos se mos-traban lentos para comprender, los demonios no tardaron en reconocerla venida del santo de Dios (Mc 1,24), del Hijo de Dios29; se mostraban

    28. Marcos seala con frecuencia la admiracin y hasta el pavor que se apoderade los testigos ante el misterio de Jess: 1,22.27; 2,12

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    ms sensibles que los hombres ante la irradiacin del misterio por elhecho mismo de que se les opona.

    Al comienzo de su obra, Marcos muestra su intencin de narrar

    el comienzo del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (Mc 1,1).Desea contar cmo empez el evangelio de la salvacin que se propagapor aquella poca en todo el mundo antigu030 Este relato de losorgenes de la buena nueva de Jesucristo, Hijo de Dios, terminacuando Jess, lanzando un gran grito, expir. Entonces, el cen-turin que estaba delante de l, viendo que haba expirado, dijo: Ver-daderamente este hombre era Hijo de Dios! (Mc 15,37.39).

    Cmo revela Jess su filiacin? La confesin del centurin vienedespus de un grito inarticulado, no despus de una enseanza: crey

    por haber visto. Con todo su ser, Jess obliga a los hombres a plantearsela cuestin: Quin es ste?. La filiacin se da a conocer por su

    propia gloria: el Hijo es reconocido como tal porque es el Hijo, esdecir, porque el Padre lo engendra.

    Sin embargo, es con una palabra recogida por el mismo san Marcoscomo Jess expresa de forma clara su relacin con su Dios y Padre.Pero esta palabra es ms que una enseanza dirigida a los hombres;

    brota como una invocacin desde el fondo del misterio de Jess:Abba, Padre! Todo es posible para ti; aparta de m este cliz ... (Mc 14,36).

    Esta apelacin formaba parte del lenguaje del nio cuando llamabaa su padre3l Abba e imma (mam) eran las primeras palabras que

    30. Marcos introduce en varias ocasiones la palabra evangelio en este relato.

    Designa con esta palabra, al parecer, como ocurra con san Pablo, el misterio de la

    salvacin que se propaga por la predicacin apostlica. El versculo 1 constituye

    probablemente el prlogo de toda la obra, que se propone contar los orgenes de

    este evangelio que, en tiempos de Marcos, se esparca por el mundo. ef. R. Sch-

    nackenburg, Das Evangelium im Versttindnis des tiltesten Evangelisten; en Orien-tierung an Jesus, Herder 1973, 309-324.

    31. Sobre el sentido concreto de esta designacin no podemos menos de remitir

    a los numerosos estudios de J. Jeremias (entre los que se encuentran en versin

    espaola Palabras de Jess [Madrid 1970]; Abba. El mensaje central del NuevoTestamento [Salamanca 31989]; Teologa del Nuevo Testamento 1 [Salamanca 51985];de B. M. F. van Iersel, Der Sohn in den synoptischen Jesus Worten, Leyden 1964;de W. Marchel, Dieu Pere dans le Nouveau Testament, Paris 1966; Abba, Pere,Roma 1971. En el artculo Paternite de Dieu, del Dict. de Spiritualit, col. 423,W. Marchel resume as su investigacin: Derivado de la lengua familiar, Abbadesigna al padre en sentido diminutivo (ms o menos como nuestro pap) con

    sentido apelativo

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    saba pronunciar el ni032. En la boca del pequeo este trmino eraequivalente a nuestro pap. Poda ser utilizado por un adulto, perotena algo tan ntimo y tan familiar que no poda entrar en el lenguaje

    de la plegaria. Nunca jams el judo se diriga as a Dios; esta apelacin.habra parecido chocante, pero para Jess resultaba algo normal33.Parece ser que incluso Jess no or nunca de otra manera34 y existentodas las probabilidades de que haya inventado l mismo, ya desdesu primera infancia, este lenguaje en que expresaba su experienciaespontnea de Dios35.

    Toda la intimidad evocada por el prlogo de Juan que reina entreDios y el Hijo que est en su seno se expresa en esta invocacin36.

    De esta manera conocemos la palabra pronunciada por la parte humanaen el dilogo que llevan a cabo el Hijo y su Dios-Padre. Pero la palabraAbba es por s misma una respuesta, ya que un hijo dice pap aaquel que, por su presencia amorosa y protectora, se da a conocer al como padre suyo. Por consiguiente, la primera palabra de estedilogo procede del Padre; l la pronuncia diciendo: T eres mi Hijo,yo te he engendrado hoy.

    En san Juan, Jess responde con claridad a la cuestin planteadapor los hombres: Quin es ste?. Les dice que las palabras pro-nunciadas, las obras realizadas, son las de un Hijo que lo recibe todode su Padre. Dios es Padre suyo en un sentido absoluto, hasta el puntode que Jess no habla ni puede actuar ms que por aqul que loengendra3? A propsito de su enseanza, Jess reconoce: Mi ense-anza no es ma; es del que me ha enviado38. Y a propsito de susobras, declara: El Hijo no puede hacer nada por s mismo, sino

    solamente lo que ve hacer al Padre. Porque lo que hace el Padre, lo

    32. En el Talmud babilonio (b. San. 70b) se lee: Un hijo no sabe decir abbani imma hasta que no haya gustado el pan (hasta que lo hayan destetado>. En elTargum Is. 8, 4 se dice: Antes de que el nio sepa decir abba e imma, se llevarnlas riquezas de Damasco y el botn de Samara ante el rey de Assuf. Cf. W.Marchel, arto cit., 107.

    33. B. M. F. van Iersel, a.c., 109.34. La oracin: Dios mo, Dios mo, por qu me has abandonado? no fue

    creada por Jess; est sacada del salmo 22.

    35. J. Guillet, Un Dieu qui parle, Paris 1977, 73.36. Como esta plegaria era propia de Jess y estaba ligada en el recuerdo de

    los discpulos a su asombro frente a una cosa inaudita (H. van del Bussche, LeNotre Pere, Bruxelles-Paris 1960, 25), las comunidades cristianas, incluso las delengua griega, conservaron esta invocacin en arameo: El Espritu grita en nosotros:Abba, Padre! (cf. Gl 4,6).

    37. San Agustn, In Joh. tract. 106, 7 (CCL 36,612s): Todo lo que el Padrele da a su Hijo se lo da engendrndole.

    38. Jn 7,16; 8,26.28.40 passim.

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    hace el Hijo como l. En efecto, el Padre ama al Hijo y lo inicia entodo lo que l hace (In 5, 19s).

    Varios exegetas opinan que por debajo de esta frase est subyacenteuna parbola39 En oriente era normal que un hijo sucediera a su padreen el ejercicio de su profesin. Aprenda su oficio junto al padre, quele revelaba los secretos que haba guardado con esmero. Jess es

    parecido a ese hijo aprendiz: Mi Padre trabaja siempre y tambin yotrabajo ... ; no puedo hacer nada por m mismo (Jn 5,17.30). All estel Padre que ama al Hijo y le muestra todo lo que hace (Jn 5,20).Un da el Padre le mostrar obras mayores que la cl1racin del

    paraltico (In 5,1-9), cuando el Hijo tenga que resucitar a los muertos,concedindoles la vida recibida del Padre (In 5,20-26). En la palabratan extraordinaria que recogen los sinpticos Jess lo dice con unasencillez llena de majestad: Todo me lo ha entregado el Padre (Mt11,27 par).

    As pues, las palabras y las obras proceden de su misterio filial;se le han dado a Jess en su relacin con el Padre. Atestiguan al mismo

    tiempo al Hijo y al Padre: Las obras que el Padre me ha dado realizarson las que yo hago; son ellas las que dan testimonio sobre m de queel Padre me ha enviado (Jn 5,36). Al engendrarlo, el Padre le concedeser, hablar y obrar; los discpulos perciben esa gloria que el Hijo nicotiene de su Padre (Jn 1,14) y su mirada se dirige hacia aquel que esla fuente de todo ello. Pero a sus adversarios Jess les manifiesta:Vosotros no me conocis a m ni a mi Padre; si me conocieseis,conocerais tambin a mi Padre (Jn 8,19). Insensibles a la gloria

    divina, no han odo jams la voz del Padre ni han visto su rostro (cLJn 5,37). Jess dice de forma parecida a los discpulos: Si me co-nocieseis, conocerais tambin a mi Padre; pero -puesto que elloshan acogido al Hijo (cf. Jn 1,12)- aade esta vez: Desde ahora loconocis y lo habis visto (In 14,7).

    As es como Jess llev a cabo su misin: revela el nombre de suDios y Padre (Jn 17,6.26) viviendo su propio misterio, en la irradiacinde su gloria filial: La gloria que t me has dado, se la he dado yo aellos (In 17,22). Llegar la hora de la plenitud filial, cuando pasede este mundo al Padre (Jn 13,1); entonces explotar la gloria del Hijonico y se sabr con certeza que Dios es el Padre de Jess, que sumisterio radica en esa paternidad respecto al Hijo.

    39. Cf., por ejemplo, C. H. Dodd, Une parabole cache dans le quatriemevangile: RHPhR 42(1962) 107-115; J. Jeremas, Teologa del nuevo testamento,

    o.c., 77-80.

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    Enfrentndose con la pasin ya inminente, Jess reza: Padre,

    glorifica tu nombre!. Y una voz responde: Lo he glorificado y de.nuevo lo glorificar (In 12,28).Durante todo el tiempo en que el Seor Jess vivi entre ellos

    (cf. Hech 1,21), los discpulos haban tenido el presentimiento delmisterio, pero la certeza se les dio en la muerte y la resurreccin.Despus de pascua es cuando se escribi el prlogo en que se dice:Hemos visto su gloria, gloria como la que tiene un Hijo nico de suPadre. Antes, Felipe crey que tena que pedirle: Seor, mustranos

    al Padre!. La respuesta: El que me ve, ve al Padre se verificaplenamente cuando Dios glorifica a su Cristo junto a l (Jn 17,5). Poreso Jess pide: Padre, glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glori-fique (Jn 17,1). El Padre y el Hijo se glorifican y se revelan mutua-mente. La iniciativa le corresponde al Padre, ya que l es el queengendra; la parte que le toca al Hijo en su muerte es consentir conel Padre, acoger la gloria en su plenitud. Entonces se manifiesta conevidencia el carcter filial del uno y se da a conocer la paternidad delotro.

    Hay que repetirlo aqu: la filiacin y la gloria son inseparables. Alos ojos de Pablo, el ttulo de Hijo lleva la aureola de gloria y de

    poder; corresponde al de Seor, conferido a Jess en la omnipotenciade la resurreccin40: es Hijo aquel en cuyo rostro brilla la gloria infinitade Dios (cf. 2 Cor 4,6). Los tesalonicenses se han convertido paraaguardar de los cielos a suHijo, a quien resucit de entre los muertos(l Tes 1,10); los fieles son llamados por Dios a la comunin con su

    Hijo, nuestro Seor, que segn el contexto es el Cristo en su gloria

    pascual y parusaca (1 Cor 1,7-9). Los exegetas subrayan el estilo deapocalipsis, esto es, de revelacin final gloriosa, propia del relato devocacin de Pablo, cuando quiso Dios revelar(le) a su Hijo (Gl1,16). Pablo predica el evangelio de Dios ... referente a suHijo ... ,establecido Hijo de Dios en el poder por la resurreccin de los muer-tos (Rom 1,1.4). Ser el icono de Dios es patrimonio del Hijo deDios; pues bien, es en su gloria pascual como a los ojos de PabloCristo es la imagen del Dios invisible41

    La gloria es reveladora por naturaleza, puesto que es el misteriomismo en su irradiacin. En el Cristo pascual, es la revelacin nosolamente de un hombre divino, sino que lo manifiesta en su relacinfilial y hace destacar de este modo la paternidad de Dios. Cabe pre-

    40. RaID 10,9; Flp 2,9-11.

    41. 2 Car 3,18; 4,4.

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    guntarse: por qu la gloria es, en Jesucristo, no solamente el ndicede su divinidad, sino tambin el de su filiacin, el signo de la relacinque lo une a Dios como Padre suyo?

    La gloria de Dios, como todo el misterio divino, es de naturalezatrinitaria. Emana del Padre y explota en Cristo, pero se identificacon el Espritu santo a quien la primera carta de Pedro (4,14) llamael Espritu de gloria, el Espritu de Dios. El es la irradiacin delmisterio divino, Dios en su xtasis42 Jess, de quien se ha dichoque fue resucitado por la gloria del Padre (Rom 6,4), arrebatadoen la gloria (1 Tim 3,16), glorificado junto al Padre (Jn 17,5), fue

    de hecho resucitado por el Espritu (Rom 8, 11), vivificado por elEspritu (l Pe 3,18), transformado en el Espritu (l Cor 15,45).Si Pablo dice tambin que Jess fue resucitado por el Padre (2 Cor13,4), es porque el Espritu es la omnipotencia de Dios. El podery el Espritu son inseparables. Por eso el cuerpo del hombre podrresucitar a la vez en la gloria y en el poder, hasta hacerse espiritual(l Cor 15,43s). Jess resucit en la plenitud de la vida filial a lavez por la gloria y el poder y por el Espritu; tres nombres para

    designar esa nica causa de la resurreccin que es el Espritu santo.Pues bien, el Espritu es el poder y la gloria de Dios en su pa-ternidad. Por l es como Dios sale de s mismo en su Hijo; lo engendra

    por l en el mundo, en el origen de la vida de Jess; por l dirige aJess hacia la cumbre pascual de su filialidad; y tambin por l escomo lo engendra en el eterno misterio trinitari043

    Podemos entonces comprender por qu la gloria de Jess es elndice de su filiacin. Esa gloria no es ms que el Espritu en el que

    Dios engendra. El Padre revela al Hijo por la gloria divina, lo da aconocer en el Espritu santo en el que lo engendra, lo manifiesta pormedio de este engendramiento. Por tanto, as es como se revela tambinla paternidad de Dios: cuando Dios la realiza en el interior de estemundo en Jesucristo.

    Antes de su muerte Jess anunci: Llega la hora en que no oshablar en parbolas, sino que os hablar abiertamente del Padre (Jn16,25). En la pascua de Jess todo est consumado; la misin se

    ha cumplido. Jess no tiene ya ninguna necesidad de hablar de suPadre; le basta con ser. El Padre se revela por completo, ya que elHijo ha llegado a su cumplimiento.

    42. Cf. F.-X. Durrwell, El Espritu santo en la Iglesia, Salamanca 1986,

    25-27.43. Cf. infra, 132-134.

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    lenguaje del nio: Abba!. Era ya el hombre-Hijo, cuya vocacinconsista en hacerse filial, segn todo su ser en la resurreccin.

    Tambin es absoluta la paternidad de Dios. El poder divino infinito

    est concentrado y por entero en la accin resucitadora de Dios45

    y seagota en ella; y ese poder es el que define el ser mismo de Dios46. Seevoca todo el misterio divino cuando se le llama a Dios el que resucita Cristo de entre los muertos47. No solamente su poder infinito, sinola gloria del Padre (Rom 6,4) y la vida del Padre que es el Espritu(cf. Rom 8,11), as como toda la plenitud de la divinidad se encuentranrealizadas en la accin resucitadora de Dios: En l (el Cristo glorioso)habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad (Col 2,9). Por-

    que el Espritu santo en el que Dios resucita a Cristo contiene en smismo todo lo que puede decirse del misterio divino; l es en personala omnipotencia, la omnisantidad, la vida en su fecundidad eterna; les la gloria de Dios y su amor48. Al glorificarlo en la plenitud delEspritu, Dios transforma a Jess en s mismo; lo exalta soberana-mente hasta s mismo, le hace entrega de su propio nombre de ma-

    jestad ante el cual se dobla toda rodilla. La encarnacin del misteriodivino llega as a su culminacin y toda lengua proclama: Jess es

    Seor, para gloria de Dios Padre (Flp 2,9-11), para gloria de lapaternidad de Dios.Cuando la Escritura habla del Dios y Padre de nuestro Seor

    Jesucristo, la conjuncin y seala una identidad. Dios es el Padre delSeor Jess y as es como es el Dios infinito: en su paternidad. Suser queda comprometido y agotado en el engendramietno del Hijo,

    puesto que Dios hace habitar en l toda la plenitud de su divinidad.Del mismo modo, Cristo no existe ms que en este engendramiento.

    La paternidad del uno es absoluta y la filiacin del otro es total.Esta relacin de Dios con Cristo su Hijo es la expresin en elinterior de este mundo de un misterio eterno. Dios no puede ser,respecto a Cristo, paternal segn la plenitud de su divinidad, si laglorificacin de Jess no es la extensin, hasta un hombre mismo, delhoy de una generacin eterna. Una paternidad que absorbe toda lasantidad de Dios, todo su poder, supone que el Hijo es esencial a suvida, a su existencia, a su subsistencia eterna como Padre49.

    Ningn hombre merece el nombre de padre tanto como el Dios deJesucristo, en quien la paternidad se identifica con su mismo ser. Nunca

    45. Cf. Mt 28,18; Ef 1,19s.

    46. Dios es el Poder (cf. Mt 26,64).

    47. ROID 8,11; 1 Cor 6,14; 2 Cor 4,14.

    48. Cf. infra.49. L. Bouyer, Le Pere invisible, Paris 1976, 284.

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    jams un hombre puede ser padre en un sentido tan absoluto, nica-mente padre y padre por entero. Un padre humano es tambin el hijode alguien, mientras que Dios es el Padre inengendrado, el origen sin

    origen, Dios en cuanto origen. El hijo de otro padre humano tienerelaciones laterales; puede tener hermanos y hermanas, tiene un pr-jimo y sobre todo una esposa que comparte con l la funcin de serorigen. Adems, no procrea con todo su ser, con toda su vida; poreso mismo puede engendrar varios hijos en actos sucesivos; puede

    preocuparse de mltiples negocios que no afectan en nada a su pater-nidad. Podra incluso convertirse en todo lo contrario de un padre queda la vida; podra ser un asesino de su propio hijo. Porque existe en

    s mismo antes de ser padre y podra no ser padre. Si lo es, es pordelegacin, por el poder que le ha concedido el creador. Un hombrese convierte en padre, mientras que Dios esel Padre, el Padre esencial.

    La paternidad humana est lejos de ser estrictamente personal.Efectivamente, tiene su origen en un acto fsico y no se hace personalms que a travs del amor que acoge y ampara al hijo. Dios, por elcontrario, engendra por el Espritu que es amor; es Padre por el amormismo que tiene al Hijo. Adems, el hombre es una persona antes de

    ser padre, mientras que la persona de Dios se constituye en el engen-dramiento mismo; es el Dios-Padre en el amor que engendra. Un Padresemejante no tiene otro igual; su paternidad es un misterio insondable.

    Por consiguiente, slo l tiene derecho absoluto al ttulo de Padre:No llamis a nadie Padre vuestro en la tierra, dice Jess (Mt 23,9).Los hombres le reconocen ese nombre a partir de la experiencia quetienen de la paternidad humana; pero lejos de darse un antropomor-fismo en llamar a Dios Padre nuestro, es por un teomorfismo mani-festado como cualquier procreador usurpa ese Nombre divino50.

    Padre esencial, Dios no puede, por tanto, ser concebido, en smismo y en su actividad sobre el mundo, ms que en relacin con elHijo. Es sta una luz inesperada, prodigiosa, que el misterio de Jessofrece sobre Dios, as como sobre su obra en el mundo. Ninguna desus actividades lo distrae de su accin paternal en la que l es Dios;todas ellas pertenecen al misterio de engendramiento del Hijo. Lacreacin nace en el nacimiento del Hijo; acaso no se ha dicho quetodo ha sido creado en Cristo y para l? (Coll,15s) (cf. ms adelante,

    captulo 5). Israel era el primognito de Dios (Ex 4,22), pero no erapor el hecho de que Dios preparaba en Israel el engendramiento delHijo en el mundo? (captulo 2). Si Dios salva a los hombres en Je-sucristo, lo hace en cuanto que es Padre del Unico, puesto que lesentrega a su Hijo no ya envindolo a la muerte, sino conducindolo

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    para ellos, a travs de la vida y de la muerte, hasta la plenitud filialde la resurreccin (captulo 3). No cesa de drselo continuamente alos hombres, engendrndolo para ellos en la Iglesia el da de la re-surreccin final, cuando Dios ser todo en todos (1 Cor 15,28), yaque todos vivirn entonces de su paternidad (captulo 4). Cualquierobra divina es en s misma paternal y filial en sus efectos. Ya queDios es esencialmente el Padre.

    La razn humana es capaz de elevarse ante el espectculo de lacreacin hasta llegar a conocer la existencia del Creador. Puede adi-

    vinar de ese modo sus perfecciones de poder, de belleza, de bondaden sus reflejos dispersos por todo el universo: Desde la creacin delmundo las obras (de Dios) hacen visibles a la inteligencia sus atributosinvisibles, su poder eterno y su divinidad (Rom 1,20). Pero jamsla sabidura humana ha llegado al conocimiento de Dios en su pater-nidad esencial. Porque en el mundo creado, en donde se mueve larazn humana y del que ella saca sus luces, no existe semejante rea-lidad: un ser totalmente hijo, un hijo de un padre especial. Para la

    sabidura del mundo, los sofistas de este siglo (cf. 1 Cor 1,20), elDios-Padre de Jesucristo sigue siendo el Dios desconocido.

    Dios sali de su luz inaccesible (1 Tim 6,16) cuando se hizoPadre en el mundo. No entr en el mundo en su propia persona dePadre; el que es sin origen no viene al interior de un mundo en el quetodo tiene comienzo, en el que el Inengendrado tendra que nacer.Entra en la creacin ejerciendo en ella su paternidad, creando reali-dades filiales y ante todo engendrando all a su propio Hijo. El misterioeterno se revela por la aparicin del Hijo: Nadie ha visto nunca aDios; un Hijo nico, que est en el seno del Padre, es el que nos loha hecho conocer (In 1,18).

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    Jess naci de un pueblo que tena ya a Dios como Padre y cuyahistoria preparaba el engendramiento del Hijo en el mundo. En la

    primera alianza se dibuja ya un esbozo de encarnacin, despunta unaaurora, dejando vislumbrar que el Dios de Israel es ese Dios-Padreque Jess vendr a revelar.

    Los primeros cristianos leyeron la Biblia con la nueva mirada que

    el sol de pascua despertaba en sus corazones. Percibieron en ella lapresencia insospechada hasta entonces. Su Seor resucitado que se lesapareca en el cenculo, por el camino, a orillas del lago o en lamontaa de Galilea, se manifestaba tambin en la lectura de las Es-crituras. Se trataba de una aparicin diferente, pero real: Jess resu-citaba a sus ojos, ya antes de su nacimiento, en la Biblia.

    De esta manera su fe encontraba fundamento en dos clases deencuentros con el Resucitado: el de las apariciones pascuales y el dela presencia en las Escrituras. Para que los discpulos pudieran ad-herirse sin fallos a Jess de Nazaret, era preciso que la Biblia dieratestimonio de l, pues de lo contrario esos hombres se habran sentidodesgarrados entre su fe nueva y su fe mosaica, que no tenan derechoalguno a abandonar.

    Las autoridades judas haban condenado a Jess en nombre de laley. Los discpulos no tomaron por s mismos la iniciativa de buscaren esa ley y en los profetas argumentos en favor del Maestro pararehabilitarlo; la presencia de Jess en la antigua alianza se impuso pors misma a su espritu, del mismo modo que fue tambin l, en lasapariciones pascuales, el que se hizo ver, segn una frmula fre-cuente y significativa!. Lucas da testimonio de esta experiencia de losdiscpulos, cuando declara: Les abri el espritu a la inteligencia de

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    las Escrituras (Lc 24,45); Les interpret en las Escrituras todo loque se refera a l (Lc 24,27).

    La frecuencia de las palabras nuevo y novedad en los escritosapostlicos no es anodina. Estas palabras, repetidas una y otra vez,recogen el eco de la sorpresa provocada por unas realidades anterior-mente ignoradas, y entre las que el sentido crstico de las Escriturases sin duda alguna una de las ms extraas. Elevado por encima dela tierra, Jess atrae a s no solamente a todos los hombres (Jn 12,32),sino todas las cosas2, y sobre todo lo que tiene Israel de ms precioso:sus escritos inspirados. Dios trasfigura la Biblia por el hecho mismo

    de glorificar a Jess, en l mismo y en el corazn de los fieles queleen la Biblia. Hace aparecer el rostro de Cristo como trasfondo de laletra de las Escrituras, y los fieles comprenden que el Seor Jesses su espritu, la realidad profunda que da a Israel su verdaderosentido (cf. 2 Cor 3,14-17). Moiss y Elas surgen del fondo del pasadoy dan testimonio de Jess, en la luz de su transfiguracin pascua!.

    Porque se es el misterio de la voluntad de Dios, el benvolodesignio que en l se propuso de antemano ... : hacer que todo tenga

    a Cristo por cabeza, lo que est en los cielos y lo que est en la tierra(Ef 1,9s). Habiendo creado Dios todo el universo en Cristo y paraCristo (Col 1,16), los cristianos comprendieron que condujo con uncuidado especial hacia el Hijo de su amor (Col 1,13) la historia del

    pueblo de su predileccin.

    La antigua alianza no predeca slamente por la palabra de losprofetas; su misma substancia era ya proftica3 Es un alimento es-

    piritual que haban comido los hebreos, la bebida espiritual quehaban bebido (1 Cor 10,4). Pues bien, es espiritual lo que afecta almisterio de Cristo4, porque ste es el espritu, la realidad misteriosade Israel (2 Cor 3,17). En efecto, ellos beban de una roca espiritualque les acompaaba, y esa roca era Cristo (1 Cor 1O,3s). El apstolcontina: No tentemos al Seor, como hicieron algunos de ellos(1 Cor 10,9): el Seor es el Cristo glorioso ya presente en IsraeP. AunqueAbrahn engendrase segn la carne, san Pablo afirma que el hijo del

    2. En lugar de la lectura: Atraer a todos hacia m, algunos manuscritos

    presentan la variante Lo atraer todo hacia m.

    3. San Agustn, In Ps. 68, 2,6 (CCL 39.922): Tenemos que buscar el misteriono slo en la palabra, sino en la realidad misma. San Jernimo dice que Dios

    profetizaba por medio de la historia (In Zachariam 1,4,8: CCL 76A,782).4. Cf. ICor 10,4; 2 Cor 3,17; Gl 4,29.

    5. En una variable bien atestiguada y que podra ser original se lee: Notentemos a Cristo. Cf. una variante en Jds 5. Vase Ignacio de Antioqua, Magn.

    8,2 (SC 10,100).

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    patriarca naci segn el Espritu (Gl 4,29): formaba ya parte delmisterio escatolgico.

    El porvenir mesinico se anunciaba a la manera de un cuerpo que

    proyecta su sombra por delante de l mismo: Todo esto era la sombrade las cosas venideras, pero el cuerpo (es el) de Cristo (Col 2,17).Cuando aparece el cuerpo, cuando se cumple el misterio, el sentidode las Escrituras se hace manifiesto; entonces se impone la certeza deque, a lo largo de siglos de historia, se realiza en ese mundo elengendramiento del Hijo en la fuerza del Espritu: Porque de m-dice Jess- es de quien escribi Moiss (Jn 5,46).

    Las pginas que componen la Biblia parecen a veces incoherentes

    e incluso contradictorias ante los ojos humanos. Pero hay un hilo deoro que enlaza todas las hojas dispersas y hace de ellas un libro: esehilo es el misterio de un Dios-Padre cuyas intervenciones son pri-meramente la promesa y el esbozo y luego la realizacin del engen-dramiento del Hijo en este mundo.

    El Dios de Israel es un Dios que habla6 Su voz resuena desde losprimeros versculos de la Biblia: Al principio ... dijo Dios: Que sehaga la luz! (Gn 1,3). A lo largo de toda la historia sagrada nodejar de hablar en muchas ocasiones y de varias maneras, hasta elda en que se diga la Palabra en una encarnacin total, como revelacin

    para los hombres de que Dios es Padre y de que es el Padre de un IHijo nico.

    Toda palabra pronunciada es un engendramiento. El hombre quehabla sale de s mismo, su persona se dirige a otro, se hace presenteen el otro. Cuando Dios habla a Israel, sale de su misterio al encuentrode ese pueblo, su verbo levanta all su tienda, se compromete en lahistoria. Su palabra es ya un esbozo de encarnacin.

    Por eso la Palabra divina se atribuye desde entonces las caracte-rsticas de una persona. Es enviada al mundo?; acta desde lejos, realizaen la tierra la voluntad divina de la que es portadora8; vuelve alIado

    de Dios despus de haber llevado a cabo su misin (Is 55,11); habitaen el corazn del profeta, arde en l como un fuego (Jer 20,9). En ellibro de la Sabidura se presenta como hipostasiada: Tu palabra to-dopoderosa, abandonando los cielos y el trono real, salta como un

    6. Cf. J. Guillet, Un Dieu qui par/e, DDB 1977.7. Sal 107,20; 147,18.

    8. IsSS,lOs;Jer39,16.

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    guerrero implacable ... (18,15). Ms tarde se sabr que el Dios quehabla enuncia con toda verdad su Palabra lo mismo que un padreengendra a su hijo.

    La palabra es un engendramiento tambin en este sentido: cuandoun hombre habla con su hijo, se entabla entre ellos una relacin enuna reciprocidad de presencia; el hijo por su parte se despierta a la

    palabra, nace a s mismo diciendo: Pap!. Se personaliza al filia-lizarse. Por otra parte, toda palabra de benevolencia invita a la amistada la persona a la que se dirige y contribuye de este modo a persona-lizarla. Al hablar a Israel, Dios que es reciprocidad esencial con su

    Hijo, crea una alianza con ese pueblo, lo filializa, e Israel reconoceen l a su Padre.Durante siglos rein en Israel una corriente teolgica emparentada

    con el tema de la Palabra de Dios, pero ms afinada, y que se expresa travs de la literatura sapiencial. La Sabidura es una realidaddivina, presente en Dios y sin embargo distinta de 19Personalizada,se presenta como dada a la luz por Dios (Prov 8,22-24), como salidade la boca del Altsimo (Eclo 14,3); es un reflejo de la luz eterna ... ,

    una imagen de su bondad (Sab 7,26). Enviada a Israel, establece allsu residencia, pero sin dejar de habitar en Dios, ya que en la tierra esen Sin donde se ha fijado; oficia en presencia de Dios en la moradasanta (Eclo 24,10), rplica terrena de la morada de Dios (cf. Ex 25,40).y all lleva a cabo sus funciones sacerdotales, tal como las codificDios en la ley.

    Esta ley santa se presenta como una encarnacin de la Sabidura,su concrecin en un lenguaje terreno. Despus de cantar ampliamente

    las alabanzas de la divina Sabidura, el Sircida concluye: Todo estoes el libro de la alianza del Dios altsimo, la ley que Moiss nos

    prescribi .... Ella es la que hace desbordar la Sabidura como el Pisny como el TigrislO en la estacin de los frutos nuevos (Eclo 24,23-25).

    En otro libro sapiencial, el libro llamado de Baruc, el elogio acabacon esta misma nota: La Sabidura es el libro de los mandamientosde Dios, es la ley que existe para siempre (4,1).

    As pues, la palabra de Dios y la Sabidura divina se unen y seven consignadas en la Biblia, que contiene a la una y a la otra bajouna forma escrita, casi corporal, como en una especie de encarnacin.Dios se revela de este modo capaz de salir de s mismo en un reflejode su ser, de comunicarse a travs de unos pensamientos y de unas

    9. ef., por ejemplo, Job 28; Prov 8; Ec10 24; Sab.

    10. Dos ros del paraso (ef. Gn 2,11.14).

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    palabras humanas, conservadas a su vez en un escrito. La Sabiduraque es infinita, eterna, una y santa, es concebida y enunciada por Diosa travs de unas inteligencias limitadas, marcadas por las estrecheces

    propias de un pueblo y de unas pocas de la historia. Dios la expresaen unas palabras fragmentarias, mltiples, en el idioma de un puebloparticular.

    San Pablo habla de una knosis, es decir, de un despojo aceptadopor el Hijo para el tiempo de su existencia terrena: Se despoj to-mando la condicin de siervo (Flp 2,7). La teologa patrstica y,siguiendo sus huellas, el concilio Vaticano II conocen otra knosis: la

    actitud condescendiente de Dios cuyo pensamiento se hace humil-demente humano en las santas escrituras 11. Ya en un texto rabnicopodemos leer esta profunda reflexin: Dice rabbi Eleazar: Por quel Santo, bendito sea, se apareci en lo alto del cielo y habl a Moissen medio de la zarza? No habra (que pensar que l habl) desde loalto de los cedros del Lbano, o desde la cima de las montaas, odesde la cumbre de las colinas? Pero el Santo, bendito sea, abaj sushkin (su morada gloriosa) e hizo que su palabra fuera totalmente

    ordinaria 12. La dis~ancia entre Dios y la criatura es infinita, peroIsrael se dio cuenta de que la divina trascendencia es tambin unacondescendencia inmensa. Dios le habla a Israel, se une con l enalianza, est presente en l y llega a encerrar su propia Sabidura enlos documentos que le confa: Qu nacin hay con unos dioses tancercanos como lo est el Seor nuestro Dios con nosotros?13. Algnda la presencia ser total y entonces Dios llevar el nombre de Em-manuel , es decir, Dios-can-nosotros (cf. Mt 1,23).

    En la nueva alianza Dios habla igualmente con palabras humanas,dirigindose a los hombres en la predicacin proclamada por los aps-toles y consignada en unos escritos: Habis recibido mi palabra ...por lo que realmente es: palabra de Dios (l Tes 2,13). Pero en adelanteesa palabra lleva nombre de una persona humana en la que se hareconocido a Cristo, Hijo de Dios: Cristo vive en m. .. ; vivo en la

    11. San Juan Crisstomo, In Gen. 3,8 (PG 53,135) habla de una synkatabasisy el Vaticano II de una condescensio de Dios (DV 13): Las palabras de Dios,

    pasando por lenguas humanas, se hicieron semejantes al lenguaje humano, de lamisma manera que antao el Verbo del Padre eterno, tomando la carne de la debilidadhumana, se hizo semejante a los hombres.

    12. Mechilta d'Rabbi Simon ben Jochai", ed. J. N. Epstein - E. Z. Melamrned,Jrusalem 1955, 2. Citado por P. Kuhn, Gottesselbsterniedrigung. in der Theologieder Rabbinen, Mnchen 1968, 37.

    13. Dt 4,7; cf. v. 32-34. En el Pentateuco, tan preocupado por subrayar la

    grandeza de Dios, el Deuteronomio presenta a Dios como muy cercano a su pueblo.

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    fe en el Hijo de Dios. Hablo en Cristo. Cristo habla en m14. Lapredicacin es como un sacramento de Cristo que, por medio de ella,se propaga por el mundo. No solamente Cristo habla por el apstol,

    sino que es en persona el misterio que se difunde por la predicacinapostlica: La palabra de Dios, el misterio oculto a lo largo de lostiempos ... , Cristo entre vosotros (Col 1,25-27).

    Esta palabra tiene por nombre evangelio de Dios (cf. Rom 1,1).La buena nueva no viene solamente a travs de unas palabras (cf.1Tes 1,5), sino que lleva todo el peso de la realidad que anuncia;lleva a travs del mundo el misterio de la salvacin. Dios resucita aCristo para los hombresl5; lo resucita para ellos envindoselos en su

    resurreccinl6; lo resucita y lo enva a l mismo bajo forma visible yoble en los apstoles y en su predicacin 17.En su muerte y resurreccinJess se ha convertido personalmente en el evangelio de la salvacinque se derrama por todo el mundo. Por eso mismo el evangelio esla fuerza de Dios para la salvacin de todo creyente (Rom 1,16). Elhombre que acoge la buena nueva se salva (cf. Mc 16,16), porqueacoge a Cristo que es la salvacin.

    Basndose en el tema de la palabra en el antiguo testamento e

    incluyendo en l los elogios de la Sabidura, pero sobre todo inspi-rndose en la comprensin cristiana de la buena nueva, san Juan pudoelevarse hasta la afirmacin de que Cristo es en persona la Palabra deDios, el verbo hecho carne.

    Las palabras de la primera alianza eran un eco, mil veces repetidoa travs de los tiempos, de aquella Palabra nica que se encarnverdaderamente en Jess. Lo mismo que una piedra que se cae enmedio de un lago tranquilo, el misterio de la encarnacin hace que se

    propaguen las olas a su alrededor, que se extienden por delante en lahistoria, en las palabras de los profetas, en los escritos de la Biblia yhasta en la palabra creadora original. Y esas mismas olas se extiendenms all de la muerte de Cristo hasta el final de los tiempos en loshombres que son portadores de la Palabra. Puesto que ya en la primeraalianza Dios pronunciaba a su Hijo, los discpulos de Jess pudieron

    percibir una presencia de su Maestro en las pginas de la Biblia.

    Ese Dios que habla llega incluso a manifestar su nombre: Si medicen: 'Cul es su nombre?', qu es lo que tengo que responderles?Dios dijo entonces a Moiss: 'Yo soy el que soy'. Y aadi: Respon-

    14. Gl 2,20; 2 Cor 2,17; 12,19; 13,4.

    15. Roro 4,25; 2 Cor 5,15.

    16. Cf. infra, 75,76.17. CL infra, 89,92.

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    ders as a los hijos de Israel: 'Yo soy me enva a vosotros' ... Hablarsas a los hijos de Israel: 'Yahv, el Dios de vuestros padres ... , meenva a vosotros'. Es el nombre que yo llevar para siempre, bajo el

    que me invocarn las futuras generaciones (Ex 3,13-15).Pues bien, en el antiguo testamento y en todo el oriente el nombre

    designa al ser mismol8, el ser de las cosas en su manifestacin y ensu relacin con el universo. Dios y su nombre son a la vez idnticosy distintos. Son idnticos hasta el punto de que su nombre se habaido convirtiendo poco a poco para los judos en algo intocable y, envez de nombrar a Yahv, decan: El Nombre (cf. Lev 24,11.16).As pues, cuando Dios manifiesta su nombre, Dios se hace poseer por

    Israel. El nombre sin embargo no es enteramente idntico a Dios, sinoque designa a Dios en su salida fuera de s mismo. La zarza ardiendoes la revelacin de un Dios misterio que se manifiesta sin abandonarel misterio. Por el nombre, que es idntico a l y distinto, Dios seintroduce en este mundo, aun permaneciendo celestial.

    Dios llega incluso a escoger un lugar para hacer que resida all sunombre: No iris a encontraros con el Seor vuestro Dios ms queal lugar que yo escoja, entre todas vuestras tribus, para poner all su

    nombre y hacer que habite en l (Dt 12,5)19. Aquel a quien el cieloy la tierra no pueden contener viene de este modo a residir en la casaque le ha construido el rey de IsraeFo, una casa llena de gloria, endonde puede ser nombrado el Dios ocult021, en donde el Santo, elDios trascendente, acepta morar en la tierra, dentro del recinto de unacasa construida por manos humanas: Tu nombre mora en esta casa22.

    La revelacin del nombre es sumamente significativa de la pro-pensin que Dios siente a salir a su creacin. Por otra parte, en el

    nombre mismo, por enigmtico que sea, se descubre la seguridad deuna presencia salvfica: Estos son los trminos con que te dirigirsa los hijos de Israel: Yo soy me ha enviado a vosotros. Dios dijotambin a Moiss: 'Hablars as a los hijos de Israel: Yahv, Dios denuestros padres, Dios de Abrahn, de Isaac y de Jacob, me ha enviadoa vosotros' (Ex 3,14s). Al decir: Yo soy, atestigua: Yo estoy convosotros (cf. Ex 3,12). Dios entra en la historia de Israel.

    18. Cf. G. von Rad, Teolog(a del antiguo testamento l, Salamanca 61986,234ss.19. Este tema es especficamente deuteronmico (cf. Dt 12,5.21; 14,23;

    16,2.6.11; 16,2), en conformidad con esa corriente de pensamiento que relacionaal santo con su pueblo (Dt 4,7).

    20. Cf. 1 Re 8,27-29; 14,21; 2 Re 23,27; Jer 7,10.14; 34,15.21. En tiempos de Eclo 50,20, el sumo sacerdote era el nico autorizado a

    pronunciar el nombre propio de Yahv, al bendecir al pueblo el da del gran perdn.Cf. Yomam,8; Vl,2.

    22. 2 Crn 6,1-9; 13-24.

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    Cuando lleguen los tiempos de la plenitud, el nombre no habitarya en un lugar, sino que ser llevado por un hombre. El nombreincomparable, que est sobre todo nombre y que slo corresponde

    a Dios, se le da a Jess, convertido en Seor para la gloria de DiosPadre (Flp 2,11). Seor es el nombre de Dios creador, dueo delcielo y de la tierra, el nombre de Dios en su extroversin hacia lacreacin. Jess es el portador de ese nombre en el mundo; se haconvertido en el Nombre, en el corazn mismo de la creacin. Lacostumbre que tenan los judos de llamar a Dios diciendo el Nom-

    bre , la traspusieron a veces los cristianos a Jess: los apstoles se

    consideraban dichosos de haber sido juzgados dignos de sufrir ultrajespor el Nombre23.Por consiguiente, cuando Dios manifestaba su nombre, comenzaba

    ya a salir de s mismo y preparaba aquel final de los das en que elnombre divino llevado por Jess significa que Dios ha venido en unhombre del que es el Padre. He manifestado tu nombre, dice Jess,de la misma manera que declara: El que me ve, ve al Padre24.

    Cuando Dios revel su nombre a Moiss, hablaba al mismo tiempopersonalmente y por la mediacin de su ngel: El ngel de Yahv seapareci en una llama de fuego, en medio de la zarza ... y Dios lollam de en medio de la zarza (Ex 3,2.4).

    El ngel de Dios entra en escena en mltiples ocasiones, cuandoel Dios santsimo establece un contacto con los hombres. El ngel lehabla a Agar y sta invoca el nombre de Yahv que le haba ha-

    blado25. Jacob lucha con alguien en el que Oseas ve a un ngel;sin embargo; luch con Dios segn la afirmacin del Gnesis y del

    propio Oseas26. Dios enva a su ngel ante el pueblo y en la misma

    23. Hech 5,41; cL 3,16; 4,12; 9,14.21; 21,13; 22,16; Sant 2,7. Cf. J. Dani1ou,

    Thologie de judo-christianisme, Paris-Rome 1958, 199-203.24. A la revelacin que hizo Dios de su nombre en el antiguo testamentocorresponde en el nuevo la revelacin por la que Jess da a conocer a sus discpulos

    el nombre de su Padre (Jn 17,6.26> (J. Dupont, Nombre, en X. Lon-Dufour, o.c.,589. Por respeto al nombre santsimo y por temor a pronunciarlo en vano, el judasmo

    se abstuvo poco a poco de pronunciarlo, hasta el punto de que no se conoce con

    certeza su pronunciacin. El respeto es admirable, pero no hay en l una regresin,

    un rechazo de la encarnacin? Manifest Dios su nombre para que cayera en el

    olvido? Es el nombre ... con el que me invocarn las futuras generaciones (Ex

    3,15).

    25. Gn 16,7s; 16,13; cL 22,11-18; 31,11.26. Gn 32,29-31; Os 12,4s.

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    frase declara que su nombre est en ese ng\(l (Ex 23,20-22). El ngelde Yahv subi de Guilgal a Bokim y dijo: Yo os hize subir deEgipto27.

    Como indica el nombre que sirve para designarlo (malak), ese.ngel idntico a Dios es un enviado. Puede ser Dios mismo, a la vez,el que enva y el mensajero? Ese Dios que es imposible ver cara acara (Ex 33,20) y que habita en un lugar inaccesible, traspasa sutrascendencia y se hace cercano. El ngel no es sino un rostro, lavisibilidad del invisible.

    Los cristianos de los primeros siglos creyeron que poda verse enel ngel, idntico a Dios y enviado por l, al Logos de Dios que se

    habra aparecido entonces a los hombres. El Cristo-ngel sigui siendopor mucho tiempo un tema de la reflexin cristiana28. Sea cual fuerela comprensin precisa que de l tenan los autores bblicos, el ngelde Dios supona la nocin de un Dios trascendente que se aventura enel mundo y se manifiesta en l a travs de un smbolo de s mismo.

    En la ltima pgina de las profecas de la antigua alianza, Mala-quas anuncia a un profeta precursor, antes de que llegue el da deYahv grande y terrible (3,23). El allanar el camino por delante

    de m. A continuacin entrar en su templo el Seor a quien buscis,el ngel de la alianza a quien deseis. He aqu que viene, dice elSeor, el todopoderoso. Quin resistir el da de su venida? (3,1 s).El libro de las profecas se detiene ante esta puerta abierta a Dios que,

    por medio de su ngel, entra en su templo.Pues bien, el que entra es Jess. Mientras que la fe cristiana

    identific a Juan Bautista con el profeta precursor del da grande yterrible, Lucas, consecuente con esta fe, reconoce en Jess el ngelde la alianza que entra en el templo. En su infancia Jess fue presentadoen el templo y a los doce aos afirm su voluntad de estar en la casade su Padre29.

    Sin recurrir al tema del ngel de Yahv, el Cristo del cuarto evan-gelio se designa de forma equivalente como aquel que el Padre haenviado de junto a l (Jn 10,36). Resucitndolo de entre los muertos,Dios lo enva a Israel, como portador de la salvacin que Dios concede

    27. Jue 2,1; cf. 6,11. 14.

    28. Cf. J. Barbe1, Christos Angelos, Theophania 3, Bonn 1941. Entre losescritores de los primeros siglos vase, por ejemplo, Justino, Dial. 56,4; 58,3.10;59,1.3; 60,24; etc.; Apol. I,63.

    29. Cf. las dos obras de R. Laurentin, Structure et Thologie de Luc 1-2, Paris1957; Jsus au Temple. Mystere de Pl1ques et oi de Marie, Paris 1966. Mal 3 esel texto clave. Lo que le interes al evangelista en la escena de la huida (de Jess

    a los doce aos), como en la de la presentacin, fue esa venida del Seor a su

    templo que anunciaba la Escritura (Id., Jsus au Temple, o.c., 92).

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    a su puebl030 La epstola a los Hebreos (3,1) le da a Cristo el nombrede apostolos, de enviado de Dios. Jess es el ngel de la ltimateofana, la aparicin permanente de Dios su Padre, el lugar de sucontacto con los hombres.

    En el hecho de que Dios hable, de que manifieste su nombre y deque salga al encuentro de los hombres por medio de su ngel, se

    vislumbra un movimiento en el que Dios sale de s mismo, en unarealidad que sin embargo sigue siendo divina. Pero el signo ms ver-dadero de la paternidad de Dios ya en la antigua alianza es la existenciadel hijo que Dios posea ya desde entonces: As habla el Seor: Israeles mi primognito (Ex 4,22). Dios repetir ms tarde en Jer 31,9:Yo soy un padre para Israel y Efraim es mi primognito. Por su

    parte, el pueblo reconoce en Dios a su padre: Abrahn no nos co-noce ... T, Seor, eres nuestro padre, nuestro redentor para siempre.

    Ese es tu nombre (Is 63,16). Ms an que el antepasado segn lacarne, Dios es el padre de Israel, su creador: T, Seor, eres nuestropadre. Nosotros somos el barro; t eres el que nos has modelado;nosotros somos la obra de tus manos (Is 64,7).

    Dios es Padre por el hecho de ser el creador: No tenemos todosun solo padre? No nos ha creado un solo Dios? (Mal 3,10). Peroes el creador de Israel por un ttulo particular. Porque ama a ese pueblo(Dt 7,7 s), lo ha escogido y lo ha hecho salir de la servidumbre: De

    Egipto he llamado a mi hijo (Os 11,1). La alianza entre ese puebloy Dios es la de la paternidad y la filiacin, la de un padre que da elser y la de un hijo que lo recibe31 Para inculcar la fidelidad a laalianza, el Deuteronomio recuerda la historia de los orgenes: Noes l tu padre, el que te dio origen, el que te adquiri y por el cualt subsistes? (Dt 32,6); Vosotros sois los hijos de Yahv, vuestroDios (Dt 14,1).

    Por ser el padre, Dios tiene exigencias de obediencia, pero es el

    amor paternal el que prevalece en todas las relaciones con su pueblo,un amor carioso que ninguna infidelidad consigue apagar: En unamor eterno tengo piedad de ti (Is 54,8). Este amor es ms tierno yms tenaz que el de una madre: Se olvida una mujer del hijo quealiment? deja de querer al hijo de sus entraas? Pues aunque ellase olvidare, yo no te olvidar (Is 49,15).

    30. Hech 3,26; 26,23.

    31. Se reconoce la alianza como un vnculo entre el padre y el hijo sobre todoa partir de la poca de los profetas y en la tradicin deuteronmica.

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    Dios ha revelado su nombre para que ng solamente fuera conocidopor Israel, sino para que l se encargara de llevarlo: Ten piedad,Seor, del pueblo que lleva tu nombre y de Israel a quien trataste

    como a primognito (Edo 36,17). El honor de Yahv va ligado a la.suerte de ese pueblo. Cuando Israel se dispers, el nombre mismoqued profanado entre las naciones: Mi pueblo ha sido deportadogratuitamente ... y continuamente, a lo largo del da, es blasfemadomi nombre (Is 52,5). El desprecio de las naciones recae sobre Dios,ya que las desventuras de Israel parecen demostrar la impotencia desu Dios para protegerlo (Ex 36,20). Pero Dios va a reparar su honor:Mostrar la santidad de mi gran nombre que ha sido profanado entre

    las naciones ... Os tomar de entre las naciones, os reunir de todoslos pases y os volver a traer a vuestro suelo (Ez 36,23s).Un hijo hereda los bienes de su padre. Israel, el primognito de

    Dios, goza de privilegios incomparables: A ellos corresponde la fi-liacin, la gloria, la alianza, la legislacin, el culto, las promesas(Rom 9,4). Pablo le reconoce a Israel la prerrogativa de la filiacin,mientras que la gracia filial es un don de la plenitud de los tiempos,como dice el mismo apstol (G14,4-7). Por tanto, es que la historiade Israel era penltima: en ella se preparaba la gracia ltima de la

    filiacin. Con ese don va ligado el de la gloria divina: la nube luminosa,morada de la presencia de Dios, haba venido a residir en Israel. Aella es a la que alude san Juan: Habit entre nosotros y hemos vistosu gloria, la gloria que es propia del Hijo nico (Jn 1,14). A lafiliacin y a su gloria se aaden la alianza y la ley, en donde se expresala voluntad de Dios para con Israel, su hijo. Se aade adems el cultoque el pueblo tena el honor de ofrecer. Israel tiene finalmente en susmanos las promesas, en las que anuncia un porvenir que contendr y

    superar todas las grandezas anteriores: De ellos, segn la carne, esde los que sali el Cristo que est por encima de todo, Dios benditoeternamente, ese Cristo en el que se coronan los dones de Dios ensu paternidad.

    Hay un hombre en Israel en el que se fijan con especial desvelolas miradas paternales de Dios: el rey, colocado a la cabeza del puebloy representante suyo: Yo suscitar detrs de ti, en tu linaje, a uno

    salido de tus entraas y afianzar su realeza ... Ser para l un padrey l ser para m un hijo (2 Sam 7,12.14). Esta profeca se referaa Salomn y al conjunto de la descendencia davdica. Pero ms allde su sentido primordial, la intuicin de Israel percibi all el anunciodel hijo de David que Dios elevara por encima de los reyes de latierra y cuyo trono establecera mientras durasen los cielos32. La

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    epstola a los Hebreos constata que esta profeca no alcanz su verdadms que en un solo descendiente de David, puesto que nunca Diosdijo a ningn otro: T eres mi Hijo, yo te engendro hoy (cf. Sal 2,7);y tambin: Yo ser para l un padre y l ser para m un hijo (Heb1,5). El trono mientras duren los cielos solamente se le dio a aquelque es el heredero de todo (Heb 1,2). Sin embargo Dios haba hechosu promesa en favor de toda la dinasta davdica. Estas dos interpre-taciones no se contradicen, porque toda la casa de David es mesinicay la gloria del descendiente, que es el verdadero Hijo, recae sobreella. La historia de Israel es ya la del engendramiento del Hijo en el

    mundo.

    Israel lleva en s mismo un germen; se ha sembrado ya en su carnedesde los orgenes. A Abrahn se le promete una descendencia: en

    primer lugar Isaac, cuyo nacimiento lleva la marca del Espritu y delas realidades crsticas (Gl 4,29), Y luego una multitud innumerablecomo el polvo de la tierra33 San Pablo conoce toda la amplitud deesta promesa (cf. GI3,28), pero sin embargo escribe: Las promesas

    se hicieron a Abrahn y a su descendencia. No se dice 'y a los des-cendientes' como si se tratase de muchos34, sino que se trata de unasola: a tu descendencia, o sea, a Cristo (Gl 3,16). El apstol lee laEscritura con la mirada proftica de la fe, que percibe ms all de lasrealidades superficiales la profundidad escatolgica. La promesa tieneun carcter colectivo evidente, bien percibido por Pablo (cf. Rom4,17s); sin embargo Cristo es a los ojos del apstol el nico descen-diente al que se refiere la profeca. Por consiguiente, Israel quedaenglobado por entero en el anuncio de ese hijo por excelencia. Abrahnsalt de gozo cuando naci Isaac, pero segn Jn 8,56 estaba vislum-brando entonces el da de Jess.

    Segn el Apocalipsis (captulo 12), la promesa mesinica se re-monta a los comienzos del relato bblico. El pueblo de Dios es se-mejante a una mujer que, durante una gestacin multisecular, llevaoculto y ya activo a Cristo en su sen035, hasta el da de su nacimiento.

    Puesto que la historia de Israel estaba ya impregnada de Cristo, lafe cristiana se apropi de las palabras que, en su sentido ms someroy de menor densidad, se referan a los personajes bblicos, haciendode ellas la propiedad exclusiva de Cristo, en el que esos textos alcanzansu grado ms alto de sentido. Al hablar del nio a su regreso de Egipto,

    33. Gn 13,16; 17,4-6.

    34. eL Gn 12,7; 13,15; 17,7s.

    35. La presencia de la serpiente antigua ante la mujer quiere significar queel linaje mesinico se remonta hasta la palabra: Pongo enemistades entre ti y la

    mujer, entre tu descendencia y la suya (Gn 3,15).

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    Mateo escribe: As es como se cumpli lo que dijo el profeta: 'deEgipto llam a mi hijo' (Mt 2,15). Ese profeta era Oseas (ll,l),pero l hablaba del xodo del pueblo hebreo! Es que el evangelistalea la Biblia indebidamente? Podra parecer as, pero en el fondo nQhay ms que un solo Hijo, aquel que era la substancia de aquelpueblo36. Numerosos salmos, que narran unos sufrimientos semejan-tes a los de Jess y una salvacin providencial parecida a su resu-rreccin, recibieron de los discpulos una interpretacin crstica; esque para ellos estos textos estaban llenos de una presencia y se percibaen ellos la voz de Jess y su plegaria37. Al leer la Biblia, el mismoJess se reconoca en ella como en un espejo. Como dice Lucas (4,18-21), se atribuy en un plenitud de sentido lo que un antiguo profeta

    haba dicho de s mismo: El Espritu del Seor est sobre m, porqueme ha ungido para anunciar la buena nueva a los pobres (ls 61,1)38.

    Dirigindose a unos cristianos procedentes d


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