Date post: | 30-Nov-2015 |
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© Santos J. Álvarez Página - 1
EL CAMINO DEL AGUA –
(SALAMANCA)
Aprovechando unos días de las vacaciones estivales que estamos pasando en el pueblo de la
mujer, en Miranda del Castañar (Salamanca), nos fuimos los dos una mañana a recorrer esta ruta de
senderismo de reciente creación y señalización situada en la comarca de la Sierra de Francia. Aunque
ya la habíamos hecho la Semana Santa pasada, en aquella ocasión había sido de una forma un tanto
rápida e improvisada, sin apenas información y conocimiento sobre la misma.
Se trata de un paseo circular con principio y final en el pueblo serrano de Mogarraz, pasando
por Monforte de la Sierra, y que se articula en torno al frondoso valle por donde corren las aguas del
arroyo de los Milanos de las Tisneras y el arroyo de Arromilano, y donde en diferentes puntos del
recorrido se han ubicado varias obras escultóricas de autores locales, como desarrollo de una idea
vanguardista en la que han tratado de entremezclar el arte y la naturaleza.
0.- Mapa del trazado del itinerario de la ruta (Sigpac)
* Fecha: 26 de agosto de 2.008
* Distancia total: 7,4 km.
* Tiempo total empleado (incluidas las paradas): 3 horas y 10 minutos.
* Tipo de ruta: Circular.
* Desnivel total de subida: aprox. 205 m.
* Lugar de inicio y finalización de la ruta: Mogarraz (Salamanca)
* Dificultad: Fácil.
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1.- En la carretera general que va en dirección a La Alberca, en la parte alta del pueblo de Mogarraz,
encontraremos en la margen derecha un pequeño y acondicionado aparcamiento donde podemos dejar
estacionado el vehículo.
Panel informativo
que nos encontra-
mos junto al apar-
camiento.
Por la misma carretera
general, y con la misma
dirección que traíamos con
el coche, comenzamos a
caminar, pasando junto a
dos bonitas fuentes donde
poder aprovisionarnos de
agua en caso de que no lo
hubiéramos hecho, al
tiempo que vamos contem-
plando como a
vista de pájaro el
campanario y
tejados de la
iglesia, así como
del resto de casas
del pueblo, y en el
lejano horizonte la
silueta de la Sierra
de La Alberca,
coronada en ese
cordal por el pico
Orconera.
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2.- A la salida del pueblo, y casi dejando atrás las últimas casas, tomaremos a la izquierda un
hormigonado camino, claramente señalizado por un poste indicador, que inicialmente afronta una corta
bajada seguida de una pronunciada curva a la derecha.
3.- El camino se convierte en un
sendero que comienza
atravesando varias huertas, en las
cuales podemos contemplar los
tradicionales pozos que recogen y
aprovechan las aguas de las
fuentes y que desde antiguo
sirven para el riego. Poco a poco
nos vamos introduciendo en un
robledal y atravesamos el arroyo
Bocino, prácticamente seco en
esta época del año.
Unos metros más allá, en la zona conocida como tras
las Pasaeras de Bocino, encontramos la primera de las
obras escultóricas, que se sitúan a lo largo del camino,
titulada “K´ oa” de Miguel Poza: dos grandes jaulas
pajareras ubicadas en sendos peñascales, y desde cuyo
emplazamiento podemos contemplar el pueblo de
Mogarraz.
4.- A continuación alcan-
zamos el arroyo de los
Milanos de las Tisneras,
que atravesamos por el
puente de Monforte, al
otro lado del cual se sitúa
la segunda de las obras
escultóricas: “Serena” de
Virginia Calvo, alegoría
de una ninfa, con
entramado metálico, cuya
mitad del cuerpo parece
estar clavado en la roca,
mientras que su cola se
eleva como queriendo
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buscar las alturas del
bosque. Muy cerca mana
una pequeñita fuente
medio excava-da en la
roca, de la que apenas
brota un hilillo de agua.
Sin prisas, y con el
frescor que propor-cionan
la abundante sombra de la
frondosa arboleda y las
aguas del arroyo, nos
entretenemos reco-
rriendo este recogido
paraje, por debajo y por
encima del puente, aguas
arriba y abajo, buscando
el mejor enfoque y
encuadre para las
fotografías.
5.- Continuamos la
marcha y atravesamos
un enorme robledal,
pudiendo contemplar
una panorámica del
pueblo de Mogarraz a
través de algún que otro
claro, y saliendo poco
más allá a la carretera
que conduce a Monforte
de la Sierra.
A la vera misma
de la carretera se
sitúa el mirador de
Monforte, un am-
plio y acondiciona-
do espacio en donde
está situada la
tercera obra escul-
tórica, que no lleva
título, siendo su
autor Alfredo Sán-
chez: una pieza de
bronce sin clara
forma definida, que
pudiera asemejarse
al tronco de un
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árbol, trabajado y pulido, y cuyos “nudos” hubieran
sido vaciados quedando únicamente sus oquedades.
Aquí podremos consultar otro panel informativo del
recorrido y contenido de la ruta.
6.- Escasos metros nos separan del
pequeño y bonito pueblo serrano
de Monforte de la Sierra. Merece
la pena perder unos minutos y
adentrarse por sus estrechas callejas para contemplar las
antiguas casas, muchas de las cuales lucen hermosos
dinteles en sus puertas, con curiosos grabados e
inscripciones (como en la mayoría de los pueblos de la
zona) que recuerdan pasados siglos de una variada
población compuesta de cristianos, judeo conversos,
……
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Al final de la
calle principal
nos aguarda una
fuente con pi-
lón, cuyas re-
frescantes aguas
nos ayudarán a
hacer más lleva-
dero el fuerte
calor y nos ofre-
ce un bonito
lugar donde des-
cansar unos
minutos.
Retrocedemos sobre nuestros pasos para retornar nuevamente a la entrada del pueblo, donde
tomamos a la izquierda el señalizado camino de la ruta, que afronta inicialmente un hormigonado
camino en pronunciado descenso.
7.- Poco a poco la bajada nos vuelve a introducir en el frondoso bosque de robles, que
esporádicamente alterna con alguna pequeña mancha de eucaliptos y pinos, entre los que clarean
terrazas y “pairones” de viñedo.
8.- Alcanzando posteriormente el cauce del arroyo de
Arromilano, que atravesamos por el puente de los Molinos,
donde nos espera otra de las obras escultóricas diseminadas
a lo largo del recorrido: “Siete sillas para escuchar”, de
Manuel Pérez de Arrilucea
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9.- Tras cruzar el puente, el ancho camino de tierra
afronta una pequeña subida, continuando
“sumergidos” en un inmenso y frondoso bosque,
donde predomina principalmente el roble, pero en el
que también se pueden apreciar alguna pequeña
mancha de pinos, y ejemplares más o menos
aislados de madroños y castaños.
10.- La corta subida da paso a otra bajada, a mitad
de la cual nos encontramos un cruce de caminos
perfectamente señalizado, donde debemos tomar el
que en ángulo recto se desvía hacia la izquierda en
dirección a Mogarraz, como indica el panel
señalizador, obviando el que se prolonga de frente
con dirección a Cepeda y Miranda del Castañar.
11.- El zigzagueante camino de bajada nos
conduce directamente y de nuevo al arroyo de
los Milanos de las Tisneras, cuyo cauce es
atravesado por el puente del Pontón, sólido y
robusto puente de piedra medieval de tres ojos,
cuyas dimensiones y porte nos dan pie a
imaginar que antiguamente ésta debió ser una
vía de comunicación importante y de mucho
tránsito. Aquí encontramos la segunda parte, o
la continuación, de la obra escultórica “Siete
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sillas para escuchar”, de Manuel Pérez de Arrilucea; que no son otra cosa, como su propio nombre
indica, que varias sillas de metal alineadas, y de diferentes alturas, y que son un buen lugar para que el
caminante se siente a descansar y contemplar el paisaje.
Al igual que los
otros dos puentes
que hemos cruzado,
éste también invita a
“enredar” a su
alrededor, saliéndo-
se del camino y
bajando hasta la
orilla del arroyo,
refrescarse con sus
aguas, cruzarlo de
un lado a otro
saltando por encima
de las piedras, pasar
por debajo de los
“ojos” del puente
subiendo o bajando
varios metros por la
ribera de su cauce.
Finalmente, cruzamos el
puente, cuyas dimensiones y la solidez
de su construcción a base de sillares de
piedra, con gruesos muros laterales,
nos dan la completa sensación de
caminar sobre unos de esos
antiquísimos puentes romanos, tan
abundantes y desperdigados por toda la
geografía española.
12.- Acto seguido afrontamos una
prolongada subida, cuya dureza radica
no en la inclinación de su pendiente, si
no en la poca sombra que
encontraremos, pues no en vano la
ladera por la que discurre este tramo
está casi orientada al mediodía dando
el sol de pleno, y vamos dejando atrás
la zona boscosa que tan gratificante
sombra nos proporcionaba casi en todo
momento, para salir a una zona más
abierta de tierras de olivares y viñedos.
13.- Cuando ya empezamos a divisar a
lo lejos las casas del pueblo,
alcanzamos una explanada donde se
sitúa el mirador de Mogarraz, y donde
está ubicada la última obra escultórica,
denominada “Cruz de Mingo Molino”
de Florencio Maíllo: una especie de
torre u obelisco construida con piedras
y coronado por un ciprés.
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Desde este mirador, desde donde podremos
contemplar la casi totalidad de las boscosas
laderas por donde discurre el itinerario de la ruta,
así como también el pueblo de Monforte de la
Sierra, también podremos atisbar en el lejano
horizonte la silueta de las Sierras de Béjar y
Candelario.
14.- A partir del mirador,
el camino de tierra se
convierte en hormigón y
poco a poco nos va
introduciendo hacia la parte
baja del pueblo para salir
finalmente a su calle
principal, donde los
torneados caños metálicos
de una antigua fuente,
asemejándose a extendi-
dos brazos, parecen que-
rer acogernos e invitarnos
a saciar la sed y refres-
carnos con sus cristalinas
y reconfortantes aguas.
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Por la misma calle principal llegamos a la
plaza de Mogarraz, donde en la terraza del
“Mesón Taurino” nos sentamos a tomar una
cervecita fría, al tiempo que reflexionamos y
divagamos sobre la idoneidad, ubicación y
adecuación al entorno de las obras
escultóricas situadas a lo largo del recorrido,
y sobre esta vanguardista idea que pretende
conjugar naturaleza y arte.
Pero para evitar entrar en polémicas baldías, y ya
que en estas cuestiones como en muchas otras,
los gustos son muy variados y dispares, cada cual
que saque sus conclusiones.
Finalmente y de paso que nos dirigimos a recoger
el coche, podemos aprovechar para recorrer
tranquilamente algunas de las calles y lugares
más típicos de este bonito pueblo serrano.