Date post: | 27-Mar-2016 |
Category: |
Documents |
Upload: | nelson-torres |
View: | 227 times |
Download: | 3 times |
EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES
Por ELENA G. DE WHITE
Indice 1. DIOS CON NOSOTROS .................................................11
2. EL PUEBLO ELEGIDO .......................................................19
3. EL CUMPLIMIENTO DEL TIEMPO.................................. 23
4. UN SALVADOR OS ES NACIDO .................................... 29
5. LA DEDICACIN ..............................................................34
6. SU ESTRELLA HEMOS VISTO ......................................41
7. LA NIEZ DE CRISTO ......................................................49
8. LA VISITA DE PASCUA ....................................................56
9. DAS DE CONFLICTO .......................................................64
10. LA VOZ QUE CLAMABA EN EL DESIERTO .................72
11. EL BAUTISMO ................................................................84
12. LA TENTACIN .............................................................89
13. LA VICTORIA ...............................................................100
14. HEMOS HALLADO AL MESAS ..............................106
15. EN LAS BODAS DE CANA ..........................................118
16. EN SU TEMPLO ...........................................................128
17. NICODEMO ..................................................................140
18. A EL CONVIENE CRECER .......................................150
19. JUNTO AL POZO DE JACOB ......................................155
20. SI NO VIEREIS SEALES Y MILAGROS ..................167
21. BETESDA Y EL SANEDRN .........................................171
22. ENCARCELAMIENTO Y MUERTE DE JUAN .............185
23. EL REINO DE DIOS ESTA CERCA ...........................198
24. NO ES ESTE EL HIJO DEL CARPINTERO?.............203
25. EL LLAMAMIENTO A ORILLAS DEL MAR ............... 211
26. EN CAPERNAUM .........................................................217
27. PUEDES LIMPIARME ................................................227
28. LEVI MATEO ...............................................................238
29. EL SABADO ................................................................... 248
30. LA ORDENACIN DE LOS DOCE .............................257
31. EL SERMN DEL MONTE ..........................................265
32. EL CENTURIN ...........................................................282
33. QUIENES SON MIS HERMANOS? ..........................288
34. LA INVITACION ...........................................................295
35. CALLA, ENMUDECE .................................................300
36. EL TOQUE DE LA FE ....................................................310
37. LOS PRIMEROS EVANGELISTAS ................................315
38. VENID, REPOSAD UN POCO .....................................326
39. DADLES VOSOTROS DE COMER ...........................332
40. UNA NOCHE SOBRE EL LAGO ..................................340
41. LA CRISIS EN GALILEA ..............................................347
42. LA TRADICIN ............................................................360
43. BARRERAS QUEBRANTADAS ...................................365
44. LA VERDADERA SEAL .............................................371
45. PREVISIONES DE LA CRUZ .......................................378
46. LA TRANSFIGURACIN ............................................388
47. NADA OS SERA IMPOSIBLE .................................393
48. QUIEN ES EL MAYOR? ............................................399
49. LA FIESTA DE LAS CABAAS ..................................411
50. ENTRE TRAMPAS Y PELIGROS ................................419
51. LA LUZ DE LA VIDA ................................................428
52. EL DIVINO PASTOR ...................................................442
53. EL ULTIMO VIAJE DESDE GALILEA .......................449
54. EL BUEN SAMARITANO ...........................................460
55. SIN MANIFESTACIN EXTERIOR ...........................467
56. DEJAD LOS NIOS VENIR A MI ..........................472
57. UNA COSA TE FALTA ...........................................477
58. LAZARO, VEN FUERA ............................................482
59. CONSPIRACIONES SACERDOTALES ...................495
60. LA LEY DEL NUEVO REINO ..................................501
61. ZAQUEO ....................................................................506
62. LA FIESTA EN CASA DE SIMN ...........................511
63. TU REY VIENE .........................................................523
64. UN PUEBLO CONDENADO ...................................533
65. CRISTO PURIFICA DE NUEVO EL TEMPLO . . . . 540
66. CONTROVERSIAS ................................................553
67. AYES SOBRE LOS FARISEOS ...............................562
68. EN EL ATRIO EXTERIOR .......................................574
69. EN EL MONTE DE LAS OLIVAS ...........................581
70. ESTOS MIS HERMANOS PEQUEITOS .............592
71. UN SIERVO DE SIERVOS .....................................598
72. HACED ESTO EN MEMORIA DE MI .................608
73. NO SE TURBE VUESTRO CORAZN ...............617
74. GETSEMAN .........................................................636
75. ANTE ANNAS Y CAIFAS ......................................647
76. JUDAS .....................................................................663
77. EN EL TRIBUNAL DE PILATO ............................671
78. EL CALVARIO ......................................................690
79. CONSUMADO ES ...............................................706
80. EN LA TUMBA DE JOS ........................................714
81. EL SEOR HA RESUCITADO ..........................725
82. POR QUE LLORAS? .........................................732
83. EL VIAJE A EMAUS ..........................................738
84. PAZ A VOSOTROS ................................................743
85. DE NUEVO A ORILLAS DEL MAR ...................749
86. ID, DOCTRINAD A TODAS LAS NACIONES .. 757
87. A MI PADRE Y A VUESTRO PADRE .............769
APENDICE ...................................................................776
Prefacio
En el corazn de todos los seres humanos, sin distincin de raza o
posicin social, hay un indecible anhelo de algo que ahora no poseen.
Este anhelo es implantado en la misma constitucin del hombre por un
Dios misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su
presente condicin, sea mala o buena. Dios desea que el ser humano
busque lo mejor, y lo halle en el bien eterno de su alma.
En vano procuran los hombres satisfacer este deseo con los placeres, las
riquezas, la comodidad, la fama, o el poder. Los que tratan de hacerlo,
descubren que estas cosas hartan los sentidos, pero dejan el alma tan
vaca y desconforme como antes.
Es el designio de Dios que este anhelo del corazn humano gue hacia el
nico que es capaz de satisfacerlo. Es un deseo de ese Ser, capaz de
guiar a l, la plenitud y el cumplimiento de ese deseo. Esa plenitud se
halla en Jesucristo, el Hijo del Dios eterno, "Porque plugo al Padre que
la plenitud de todo residiese en l;" "Porque en l habita toda la
plenitud de la divinidad corporalmente." Y es tambin verdad que
"vosotros estis completos en l" con respecto a todo deseo divinamente
implantado y normalmente seguido. El profeta Ageo llama con justicia a
Cristo "el Deseado de todas las gentes".
Es el propsito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien
puede satisfacerse todo anhelo. Se han escrito muchos libros titulados
"La vida de Cristo," libros excelentes, grandes acopios de informacin,
elaborados ensayos sobre cronologa, historia, costumbres, y
acontecimientos contemporneos, con abundante enseanza y muchas
vislumbres de la vida multiforme de Jess de Nazaret. Sin embargo, no se
ha dicho de ella ni aun la mitad.
No es tampoco el propsito de esta obra exponer una armona de los
evangelios, o presentar en orden estrictamente cronolgico los
importantes sucesos y las maravillosas lecciones de la vida de Cristo;
su propsito es presentar el amor de Dios como ha sido revelado en su
Hijo, la divina hermosura de la 6 vida de Cristo, de la cual todos
pueden participar, y no simplemente satisfacer los deseos de la mera
curiosidad ni las observaciones de los crticos. Pero como por el
encanto de su propia belleza de carcter Jess atrajo a sus discpulos a
s mismo, y por su toque y sentimiento de simpata en todas sus
dolencias y necesidades, y por su constante asociacin, transform sus
caracteres de terrenales en celestiales, de egostas en abnegados, y
troc la mezquina ignorancia y prejuicio en el conocimiento generoso y
el amor profundo por las almas de todas las naciones y razas, es el
propsito de este libro presentar al bendito Redentor de modo que ayude
al lector a acudir a l como a una realidad viviente, con la cual pueda
tenerse comunin ntima y vital, y hallar en l, como los discpulos de
la antigedad, al poderoso Jess, que "salva hasta lo sumo," y
transforma de acuerdo con su propia imagen divina a los que acuden a
Dios por su intermedio.
Rogamos que la bendicin del Altsimo acompae a esta obra, y que el
Espritu Santo haga de las palabras de este libro palabras de vida para
muchas almas cuyos anhelos y deseos no estn an satisfechos; para que
puedan "conocerle, y la virtud de su resurreccin, y la participacin de
sus padecimientos," y finalmente, en una eternidad bienaventurada,
compartir a su diestra la plenitud de su gozo y la dicha inconmensurable
que disfrutarn todos los que hayan hallado en l el todo en todo, "el
ms sealado entre diez mil," Aquel que "es del todo amable," "todo l
codiciable."
LOS EDITORES. 11
CAPTULO 1 "Dios con Nosotros" *
"Y SER llamado su nombre Emmanuel; . . . Dios con nosotros."* "La luz
del conocimiento de la gloria de Dios," se ve "en el rostro de
Jesucristo." Desde los das de la eternidad, el Seor Jesucristo era uno
con el Padre; era "la imagen de Dios," la imagen de su grandeza y
majestad, "el resplandor de su gloria." Vino a nuestro mundo para
manifestar esta gloria. Vino a esta tierra obscurecida por el pecado
para revelar la luz del amor de Dios, para ser "Dios con nosotros." Por
lo tanto, fue profetizado de l: "Y ser llamado su nombre Emmanuel."
Al venir a morar con nosotros, Jess iba a revelar a Dios tanto a los
hombres como a los ngeles. El era la Palabra de Dios: el pensamiento de
Dios hecho audible. En su oracin por sus discpulos, dice: "Yo les he
manifestado tu nombre"- "misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y
grande en benignidad y verdad, "-"para que el amor con que me has amado,
est en ellos, y yo en ellos." Pero no slo para sus hijos nacidos en la
tierra fue dada esta revelacin. Nuestro pequeo mundo es un libro de
texto para el universo. El maravilloso y misericordioso propsito de
Dios, el misterio del amor redentor, es el tema en el cual "desean
mirar los ngeles," y ser su estudio a travs de los siglos sin fin.
Tanto los redimidos como los seres que nunca cayeron hallarn en la cruz
de Cristo su ciencia y su cancin. Se ver que la gloria que resplandece
en el rostro de Jess es la gloria del amor abnegado. A la luz del
Calvario, se ver que la ley del renunciamiento por amor es la ley de la
vida para la tierra y el cielo; que el amor que "no busca lo suyo" tiene
su fuente en el corazn de Dios; y que en el Manso y Humilde se
manifiesta el carcter de Aquel que mora en la luz inaccesible al
hombre.
Al principio, Dios se revelaba en todas las obras de la creacin. Fue
Cristo quien extendi los cielos y ech los cimientos de la tierra. Fue
su mano la que colg los mundos en el espacio, 12 y model las flores
del campo. El "asienta las montaas con su fortaleza," "suyo es el mar,
pues que l lo hizo."* Fue l quien llen la tierra de hermosura y el
aire con cantos. Y sobre todas las cosas de la tierra, del aire y el
cielo, escribi el mensaje del amor del Padre.
Aunque el pecado ha estropeado la obra perfecta de Dios, esa escritura
permanece. Aun ahora todas las cosas creadas declaran la gloria de su
excelencia. Fuera del egosta corazn humano, no hay nada que viva para
s. No hay ningn pjaro que surca el aire, ningn animal que se mueve
en el suelo, que no sirva a alguna otra vida. No hay siquiera una hoja
del bosque, ni una humilde brizna de hierba que no tenga su utilidad.
Cada rbol, arbusto y hoja emite ese elemento de vida, sin el cual no
podran sostenerse ni el hombre ni los animales; y el hombre y el
animal, a su vez, sirven a la vida del rbol y del arbusto y de la hoja.
Las flores exhalan fragancia y ostentan su belleza para beneficio del
mundo. El sol derrama su luz para alegrar mil mundos. El ocano, origen
de todos nuestros manantiales y fuentes, recibe las corrientes de todas
las tierras, pero recibe para dar. Las neblinas que ascienden de su
seno, riegan la tierra, para que produzca y florezca.
Los ngeles de gloria hallan su gozo en dar, dar amor y cuidado
incansable a las almas que estn cadas y destituidas de santidad. Los
seres celestiales desean ganar el corazn de los hombres; traen a este
obscuro mundo luz de los atrios celestiales; por un ministerio amable y
paciente, obran sobre el espritu humano, para poner a los perdidos en
una comunin con Cristo aun ms ntima que la que ellos mismos pueden
conocer.
Pero apartndonos de todas las representaciones menores, contemplamos a
Dios en Jess. Mirando a Jess, vemos que la gloria de nuestro Dios
consiste en dar. "Nada hago de m mismo," dijo Cristo; "me envi el
Padre viviente, y yo vivo por el Padre." "No busco mi gloria," sino la
gloria del que me envi.* En estas palabras se presenta el gran
principio que es la ley de la vida para el universo. Cristo recibi
todas las cosas de Dios, pero las recibi para darlas. As tambin en
los atrios celestiales, en su ministerio en favor de todos los seres
creados, por medio del Hijo amado fluye a todos la vida del Padre; por
13 medio del Hijo vuelve, en alabanza y gozoso servicio, como una marea
de amor, a la gran Fuente de todo. Y as, por medio de Cristo, se
completa el circuito de beneficencia, que representa el carcter del
gran Dador, la ley de la vida.
Esta ley fue quebrantada en el cielo mismo. El pecado tuvo su origen en
el egosmo. Lucifer, el querubn protector, dese ser el primero en el
cielo. Trat de dominar a los seres celestiales, apartndolos de su
Creador, y granjearse su homenaje. Para ello, represent falsamente a
Dios, atribuyndole el deseo de ensalzarse. Trat de investir al amante
Creador con sus propias malas caractersticas. As enga a los ngeles.
As sedujo a los hombres. Los indujo a dudar de la palabra de Dios, y a
desconfiar de su bondad. Por cuanto Dios es un Dios de justicia y
terrible majestad, Satans los indujo a considerarle como severo e
inexorable. As consigui que se uniesen con l en su rebelin contra
Dios, y la noche de la desgracia se asent sobre el mundo.
La tierra qued obscura porque se comprendi mal a Dios. A fin de que
pudiesen iluminarse las lbregas sombras, a fin de que el mundo pudiera
ser trado de nuevo a Dios, haba que quebrantar el engaoso poder de
Satans. Esto no poda hacerse por la fuerza. El ejercicio de la fuerza
es contrario a los principios del gobierno de Dios; l desea tan slo el
servicio de amor; y el amor no puede ser exigido; no puede ser obtenido
por la fuerza o la autoridad. El amor se despierta nicamente por el
amor. El conocer a Dios es amarle; su carcter debe ser manifestado en
contraste con el carcter de Satans. En todo el universo haba un solo
ser que poda realizar esta obra. nicamente Aquel que conoca la altura
y la profundidad del amor de Dios, poda darlo a conocer. Sobre la
obscura noche del mundo, deba nacer el Sol de justicia, "trayendo salud
eterna en sus alas."*
El plan de nuestra redencin no fue una reflexin ulterior, formulada
despus de la cada de Adn. Fue una revelacin "del misterio que por
tiempos eternos fue guardado en silencio."* Fue una manifestacin de los
principios que desde edades eternas haban sido el fundamento del trono
de Dios. Desde el principio, Dios y Cristo saban de la apostasa de
Satans y de la cada del hombre seducido por el apstata. Dios 14 no
orden que el pecado existiese, sino que previ su existencia, e hizo
provisin para hacer frente a la terrible emergencia. Tan grande fue su
amor por el mundo, que se comprometi a dar a su Hijo unignito "para
que todo aquel que en l cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."*
Lucifer haba dicho: "Sobre las estrellas de Dios ensalzar mi trono, .
. . ser semejante al Altsimo."* Pero Cristo, "existiendo en forma de
Dios, no estim el ser igual a Dios como cosa a que deba aferrarse;
sino que se desprendi de ella, tomando antes la forma de un siervo,
siendo hecho en semejanza de los hombres."*
Este fue un sacrificio voluntario. Jess podra haber permanecido al
lado del Padre. Podra haber conservado la gloria del cielo, y el
homenaje de los ngeles. Pero prefiri devolver el cetro a las manos del
Padre, y bajar del trono del universo, a fin de traer luz a los que
estaban en tinieblas, y vida a los que perecan.
Hace casi dos mil aos, se oy en el cielo una voz de significado
misterioso que, partiendo del trono de Dios, deca: "He aqu yo vengo."
"Sacrificio y ofrenda, no los quisiste; empero un cuerpo me has
preparado.... He aqu yo vengo (en el rollo del libro est escrito de
m), para hacer, oh Dios, tu voluntad."* En estas palabras se anunci el
cumplimiento del propsito que haba estado oculto desde las edades
eternas. Cristo estaba por visitar nuestro mundo, y encarnarse. El dice:
"Un cuerpo me has preparado." Si hubiese aparecido con la gloria que
tena con el Padre antes que el mundo fuese, no podramos haber
soportado la luz de su presencia. A fin de que pudisemos contemplarla y
no ser destruidos, la manifestacin de su gloria fue velada. Su
divinidad fue cubierta de humanidad, la gloria invisible tom forma
humana visible.
Este gran propsito haba sido anunciado por medio de figuras y
smbolos. La zarza ardiente, en la cual Cristo apareci a Moiss,
revelaba a Dios. El smbolo elegido para representar a la Divinidad era
una humilde planta que no tena atractivos aparentes. Pero encerraba al
Infinito. El Dios que es todo misericordia velaba su gloria en una
figura muy humilde, a fin de que Moiss pudiese mirarla y sobrevivir.
As tambin en la columna de nube de da y la columna de fuego de noche,
Dios 15 se comunicaba con Israel, les revelaba su voluntad a los
hombres, y les imparta su gracia. La gloria de Dios estaba suavizada, y
velada su majestad, a fin de que la dbil visin de los hombres finitos
pudiese contemplarla. As Cristo haba de venir en "el cuerpo de nuestra
bajeza,"* "hecho semejante a los hombres." A los ojos del mundo, no
posea hermosura que lo hiciese desear; sin embargo era Dios encarnado,
la luz del cielo y de la tierra. Su gloria estaba velada, su grandeza y
majestad ocultas, a fin de que pudiese acercarse a los hombres
entristecidos y tentados.
Dios orden a Moiss respecto a Israel: "Hacerme han un santuario, y yo
habitar entre ellos,"* y moraba en el santuario en medio de su pueblo.
Durante todas sus penosas peregrinaciones en el desierto, estuvo con
ellos el smbolo de su presencia. As Cristo levant su tabernculo en
medio de nuestro campamento humano. Hinc su tienda al lado de la tienda
de los hombres, a fin de morar entre nosotros y familiarizarnos con su
vida y carcter divinos. "Aquel Verbo fue hecho carne, y habit entre
nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unignito del Padre), lleno
de gracia y de verdad.'*
Desde que Jess vino a morar con nosotros, sabemos que Dios conoce
nuestras pruebas y simpatiza con nuestros pesares. Cada hijo e hija de
Adn puede comprender que nuestro Creador es el amigo de los pecadores.
Porque en toda doctrina de gracia, toda promesa de gozo, todo acto de
amor, toda atraccin divina presentada en la vida del Salvador en la
tierra, vemos a "Dios con nosotros."
Satans representa la divina ley de amor como una ley de egosmo.
Declara que nos es imposible obedecer sus preceptos. Imputa al Creador
la cada de nuestros primeros padres, con toda la miseria que ha
provocado, e induce a los hombres a considerar a Dios como autor del
pecado, del sufrimiento y de la muerte. Jess haba de desenmascarar
este engao. Como uno de nosotros, haba de dar un ejemplo de
obediencia. Para esto tom sobre s nuestra naturaleza, y pas por
nuestras vicisitudes. "Por lo cual convena que en todo fuese semejado a
sus hermanos." Si tuvisemos que soportar algo que Jess no soport, en
este detalle Satans representara el poder de Dios como insuficiente
para nosotros. Por lo tanto, Jess fue "tentado 16 en todo punto, as
como nosotros."* Soport toda prueba a la cual estemos sujetos. Y no
ejerci en favor suyo poder alguno que no nos sea ofrecido
generosamente. Como hombre, hizo frente a la tentacin, y venci en la
fuerza que Dios le daba. El dice: "Me complazco en hacer tu voluntad, oh
Dios mo, y tu ley est en medio de mi corazn."* Mientras andaba
haciendo bien y sanando a todos los afligidos de Satans, demostr
claramente a los hombres el carcter de la ley de Dios y la naturaleza
de su servicio. Su vida testifica que para nosotros tambin es posible
obedecer la ley de Dios.
Por su humanidad, Cristo tocaba a la humanidad; por su divinidad, se
asa del trono de Dios. Como Hijo del hombre, nos dio un ejemplo de
obediencia; como Hijo de Dios, nos imparte poder para obedecer. Fue
Cristo quien habl a Moiss desde la zarza del monte Horeb diciendo: "YO
SOY EL QUE SOY.... As dirs a los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado
a vosotros.'* Tal era la garanta de la liberacin de Israel. Asimismo
cuando vino "en semejanza de los hombres," se declar el YO SOY. El Nio
de Beln, el manso y humilde Salvador, es Dios, "manifestado en carne.'*
Y a nosotros nos dice: " 'YO SOY el buen pastor." "YO SOY el pan vivo."
"YO SOY el camino, y la verdad, y la vida." "Toda potestad me es dada
en el cielo y en la tierra." * " YO SOY la seguridad de toda promesa."
"YO SOY; no tengis miedo.'" "Dios con nosotros" es la seguridad de
nuestra liberacin del pecado, la garanta de nuestro poder para
obedecer la ley del cielo.
Al condescender a tomar sobre s la humanidad, Cristo revel un carcter
opuesto al carcter de Satans. Pero se rebaj aun ms en la senda de la
humillacin. "Hallado en la condicin como hombre, se humill a s
mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz."* As como el
sumo sacerdote pona a un lado sus magnficas ropas pontificias, y
oficiaba en la ropa blanca de lino del sacerdote comn, as tambin
Cristo tom forma de siervo, y ofreci sacrificio, siendo l mismo a la
vez el sacerdote y la vctima. "El herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre l."*
Cristo fue tratado como nosotros n merecemos a fin de que 17 nosotros
pudisemos ser tratados como l merece. Fue condenado por nuestros
pecados, en los que no haba participado, a fin de que nosotros
pudisemos ser justificados por su justicia, en la cual no habamos
participado. El sufri la muerte nuestra, a fin de que pudisemos
recibir la vida suya. "Por su llaga fuimos nosotros curados."
* por su vida y su
muerte, Cristo logr aun ms que restaurar lo que el pecado haba
arruinado. Era el propsito de Satans conseguir una eterna separacin
entre Dios y el hombre; pero en Cristo llegamos a estar ms ntimamente
unidos a Dios que si nunca hubisemos pecado. Al tomar nuestra
naturaleza, el Salvador se vincul con la humanidad por un vnculo que
nunca se ha de romper. A travs de las edades eternas, queda ligado con
nosotros. "Porque de tal manera am Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unignito." * Lo dio no slo para que llevase nuestros pecados y muriese
como sacrificio nuestro; lo dio a la especie cada. Para asegurarnos los
beneficios de su inmutable consejo de paz, Dios dio a su Hijo unignito
para que llegase a ser miembro de la familia humana, y retuviese para
siempre su naturaleza humana. Tal es la garanta de que Dios cumplir su
promesa. "Un nio nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre
su hombro." Dios adopt la naturaleza humana en la persona de su Hijo, y
la llev al ms alto cielo. Es "el Hijo del hombre" quien comparte el
trono del universo. Es "el Hijo del hombre " cuyo nombre ser llamado:
"Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Prncipe de paz."* El
YO SOY es el Mediador entre Dios y la humanidad, que pone su mano sobre
ambos. El que es "santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores,"
no se avergenza de llamarnos hermanos.* En Cristo, la familia de la
tierra y la familia del cielo estn ligadas. Cristo glorificado es
nuestro hermano. El cielo est incorporado en la humanidad, y la
humanidad, envuelta en el seno del Amor Infinito.
Acerca de su pueblo, Dios dice: "Sern como piedras de una diadema,
relumbrando sobre su tierra. Porque cun grande es su bondad! y cun
grande es su hermosura!"* La exaltacin de los redimidos ser un
testimonio eterno de la misericordia de Dios. "En los siglos venideros,"
l revelar "la soberana 18 riqueza de su gracia, en su bondad para con
nosotros en Jesucristo." "A fin de que . . . sea dado a conocer a las
potestades y a las autoridades en las regiones celestiales, la
multiforme sabidura de Dios, de conformidad con el propsito eterno que
se haba propuesto en Cristo Jess, Seor nuestro." *
Por medio de la obra redentora de Cristo, el gobierno de Dios queda
justificado. El Omnipotente es dado a conocer como el Dios de amor. Las
acusaciones de Satans quedan refutadas y su carcter desenmascarado. La
rebelin no podr nunca volverse a levantar. El pecado no podr nunca
volver a entrar en el universo. A travs de las edades eternas, todos
estarn seguros contra la apostasa. Por el sacrificio abnegado del
amor, los habitantes de la tierra y del cielo quedarn ligados a su
Creador con vnculos de unin indisoluble.
La obra de la redencin estar completa. Donde el pecado abund,
sobreabund la gracia de Dios. La tierra misma, el campo que Satans
reclama como suyo, ha de quedar no slo redimida sino exaltada. Nuestro
pequeo mundo, que es bajo la maldicin del pecado la nica mancha
obscura de su gloriosa creacin, ser honrado por encima de todos los
dems mundos en el universo de Dios. Aqu, donde el Hijo de Dios habit
en forma humana; donde el Rey de gloria vivi, sufri y muri; aqu,
cuando renueve todas las cosas, estar el tabernculo de Dios con los
hombres, "morar con ellos; y ellos sern su pueblo, y el mismo Dios
ser su Dios con ellos." Y a travs de las edades sin fin, mientras los
redimidos anden en la luz del Seor, le alabarn por su Don inefable:
Emmanuel; "Dios con nosotros." 19
CAPTULO 2 El Pueblo Elegido
DURANTE ms de mil aos, los judos haban esperado la venida del
Salvador. En este acontecimiento haban cifrado sus ms gloriosas
esperanzas. En cantos y profecas, en los ritos del templo y en las
oraciones familiares, haban engastado su nombre. Y sin embargo, cuando
vino, no le conocieron. El Amado del cielo fue para ellos como "raz de
tierra seca," sin "parecer en l ni hermosura;" y no vieron en l
belleza que lo hiciera deseable a sus ojos. "A lo suyo vino, y los suyos
no le recibieron."*
Sin embargo, Dios haba elegido a Israel. Lo haba llamado para
conservar entre los hombres el conocimiento de su ley, as como los
smbolos y las profecas que sealaban al Salvador. Deseaba que fuese
como fuente de salvacin para el mundo. Como Abrahn en la tierra donde
peregrin, Jos en Egipto y Daniel en la corte de Babilonia, haba de
ser el pueblo hebreo entre las naciones. Deba revelar a Dios ante los
hombres.
En el llamamiento dirigido a Abrahn, el Seor haba dicho: "Bendecirte
he, . . . y sers bendicin, . . . y sern benditas en ti todas las
familias de la tierra."* La misma enseanza fue repetida por los
profetas. Aun despus que Israel haba sido asolado por la guerra y el
cautiverio, recibi esta promesa: "Y ser el residuo de Jacob en medio
de muchos pueblos, como el roco de Jehov, como las lluvias sobre la
hierba, las cuales no esperan varn, ni aguardan a hijos de hombres.'*
Acerca del templo de Jerusaln, el Seor declar por medio de Isaas:
"Mi casa, casa de oracin ser llamada de todos los pueblos."*
Pero los israelitas cifraron sus esperanzas en la grandeza mundanal.
Desde el tiempo en que entraron en la tierra de Canan, se apartaron de
los mandamientos de Dios y siguieron los caminos de los paganos. En vano
Dios les mandaba advertencias por sus profetas. En vano sufrieron el
castigo de la opresin pagana. A cada reforma segua una apostasa
mayor. 20
Si los hijos de Israel hubieran sido fieles a Dios, l podra haber
logrado su propsito honrndolos y exaltndolos. Si hubiesen andado en
los caminos de la obediencia, l los habra ensalzado "sobre todas las
naciones que ha hecho, para alabanza y para renombre y para gloria."
"Vern todos los pueblos de la tierra --dijo Moiss-- que t eres
llamado del nombre de Jehov, y te temern." Las gentes "oirn hablar de
todos estos estatutos, y dirn: Ciertamente pueblo sabio y entendido es
esta gran nacin."* Pero a causa de su infidelidad, el propsito de Dios
no pudo realizarse sino por medio de continua adversidad y humillacin.
Fueron llevados en cautiverio a Babilonia y dispersados por tierras de
paganos. En la afliccin, muchos renovaron su fidelidad al pacto con
Dios. Mientras colgaban sus arpas de los sauces y lloraban por el santo
templo desolado, la luz de la verdad resplandeci por su medio, y el
conocimiento de Dios se difundi entre las naciones. Los sistemas
paganos de sacrificio eran una perversin del sistema que Dios haba
ordenado; y ms de un sincero observador de los ritos paganos aprendi
de los hebreos el significado del ceremonial divinamente ordenado, y con
fe acept la promesa de un Redentor.
Muchos de los sacerdotes sufrieron persecucin. No pocos perdieron la
vida por negarse a violar el sbado y a observar las fiestas paganas. Al
levantarse los idlatras para aplastar la verdad, el Seor puso a sus
siervos frente a frente con reyes y gobernantes, a fin de que stos y
sus pueblos pudiesen recibir la luz. Vez tras vez, los mayores monarcas
debieron proclamar la supremaca del Dios a quien adoraban los cautivos
hebreos.
Por el cautiverio babilnico, los israelitas fueron curados eficazmente
de la adoracin de las imgenes esculpidas. Durante los siglos que
siguieron, sufrieron por la opresin de enemigos paganos, hasta que se
arraig en ellos la conviccin de que su prosperidad dependa de su
obediencia a la ley de Dios. Pero en el caso de muchos del pueblo la
obediencia no era impulsada por el amor. El motivo era egosta. Rendan
un servicio externo a Dios como medio de alcanzar la grandeza nacional.
No llegaron a ser la luz del mundo, sino que se aislaron del mundo a fin
de rehuir la tentacin de la idolatra. En las instrucciones dadas por
medio de Moiss, Dios haba 21 impuesto restricciones a su asociacin
con los idolatras; pero esta enseanza haba sido falsamente
interpretada. Estaba destinada a impedir que ellos se conformasen a las
prcticas de los paganos. Pero la usaron para edificar un muro de
separacin entre Israel y todas las dems naciones. Los judos
consideraban a Jerusaln como su cielo, y sentan verdaderamente celos
de que el Seor manifestase misericordia a los gentiles.
Despus de regresar de Babilonia, dedicaron mucha atencin a la
instruccin religiosa. Por todo el pas, se erigieron sinagogas, en las
cuales los sacerdotes y escribas explicaban la ley. Y se establecieron
escuelas donde se profesaba ensear los principios de la justicia,
juntamente con las artes y las ciencias. Pero estos medios se
corrompieron. Durante el cautiverio, muchos del pueblo haban recibido
ideas y costumbres paganas, y stas penetraron en su ceremonial
religioso. En muchas cosas, se conformaban a las prcticas de los
idlatras.
Al apartarse de Dios, los judos perdieron de vista mucho de lo que
enseaba el ritual. Este ritual haba sido instituido por Cristo mismo.
En todas sus partes, era un smbolo de l; y haba estado lleno de
vitalidad y hermosura espiritual. Pero los judos perdieron la vida
espiritual de sus ceremonias, y se aferraron a las formas muertas.
Confiaban en los sacrificios y los ritos mismos, en vez de confiar en
Aquel a quien stos sealaban. A fin de reemplazar lo que haban
perdido, los sacerdotes y rabinos multiplicaron los requerimientos de su
invencin; y cuanto ms rgidos se volvan, tanto menos del amor de Dios
manifestaban. Medan su santidad por la multitud de sus ceremonias,
mientras que su corazn estaba lleno de orgullo e hipocresa.
Con todas sus minuciosas y gravosas rdenes, era imposible guardar la
ley. Los que deseaban servir a Dios, y trataban de observar los
preceptos rabnicos, luchaban bajo una pesada carga. No podan hallar
descanso de las acusaciones de una conciencia perturbada. As Satans
obraba para desalentar al pueblo, para rebajar su concepto del carcter
de Dios y para hacer despreciar la fe de Israel. Esperaba demostrar lo
que haba sostenido cuando se rebel en el cielo, a saber, que los
requerimientos de Dios eran injustos, y no podan ser obedecidos. Aun
Israel, declaraba, no guardaba la ley. 22
Aunque los judos deseaban el advenimiento del Mesas, no tenan un
verdadero concepto de su misin. No buscaban la redencin del pecado,
sino la liberacin de los romanos. Esperaban que el Mesas vendra como
conquistador, para quebrantar el poder del opresor, y exaltar a Israel
al dominio universal. As se iban preparando para rechazar al Salvador.
En el tiempo del nacimiento de Cristo, la nacin estaba tascando el
freno bajo sus amos extranjeros, y la atormentaba la disensin interna.
Se les haba permitido a los judos conservar la forma de un gobierno
separado; pero nada poda disfrazar el hecho de que estaban bajo el yugo
romano, ni avenirlos a la restriccin de su poder. Los romanos
reclamaban el derecho de nombrar o remover al sumo sacerdote, y este
cargo se consegua con frecuencia por el fraude, el cohecho y aun el
homicidio. As el sacerdocio se volva cada vez ms corrompido. Sin
embargo, los sacerdotes posean an gran poder y lo empleaban con fines
egostas y mercenarios. El pueblo estaba sujeto a sus exigencias
despiadadas, y tambin a los gravosos impuestos de los romanos. Este
estado de cosas ocasionaba extenso descontento. Los estallidos populares
eran frecuentes. La codicia y la violencia, la desconfianza y la apata
espiritual, estaban royendo el corazn mismo de la nacin.
El odio a los romanos y el orgullo nacional y espiritual inducan a los
judos a seguir adhirindose rigurosamente a sus formas de culto. Los
sacerdotes trataban de mantener una reputacin de santidad atendiendo
escrupulosamente a las ceremonias religiosas. El pueblo, en sus
tinieblas y opresin, y los gobernantes sedientos de poder anhelaban la
venida de Aquel que vencera a sus enemigos y devolvera el reino a
Israel. Haban estudiado las profecas, pero sin percepcin espiritual.
As haban pasado por alto aquellos pasajes que sealaban la humillacin
de Cristo en su primer advenimiento y aplicaban mal los que hablaban de
la gloria de su segunda venida. El orgullo obscureca su visin.
Interpretaban las profecas de acuerdo con sus deseos egostas. 23
CAPTULO 3 El Cumplimiento del Tiempo
"MAS venido el cumplimiento del tiempo, Dios envi a su Hijo, . . . para
que redimiese a los que estaban debajo de la ley, a fin de que
recibisemos la adopcin de hijos." *
La venida del Salvador haba sido predicha en el Edn. Cuando Adn y Eva
oyeron por primera vez la promesa, esperaban que se cumpliese pronto.
Dieron gozosamente la bienvenida a su primognito, esperando que fuese
el Libertador. Pero el cumplimiento de la promesa tard. Los que la
recibieron primero murieron sin verlo. Desde los das de Enoc, la
promesa fue repetida por medio de los patriarcas y los profetas,
manteniendo viva la esperanza de su aparicin, y sin embargo no haba
venido. La profeca de Daniel revelaba el tiempo de su advenimiento,
pero no todos interpretaban correctamente el mensaje. Transcurri un
siglo tras otro, y las voces de los profetas cesaron. La mano del
opresor pesaba sobre Israel, y muchos estaban listos para exclamar: "Se
han prolongado los das, y fracasa toda visin."*
Pero, como las estrellas en la vasta rbita de su derrotero sealado,
los propsitos de Dios no conocen premura ni demora. Por los smbolos de
las densas tinieblas y el horno humeante, Dios haba anunciado a Abrahn
la servidumbre de Israel en Egipto, y haba declarado que el tiempo de
su estada all abarcara cuatrocientos aos. "Despus de esto -dijo
Dios,- saldrn con grande riqueza." * Y contra esta palabra se empe en
vano todo el poder del orgulloso imperio de los faraones. "En el mismo
da" sealado por la promesa divina, "salieron todos los ejrcitos de
Jehov de la tierra de Egipto."* As tambin fue determinada en el
concilio celestial la hora en que Cristo haba de venir; y cuando el
gran reloj del tiempo marc aquella hora, Jess naci en Beln.
"Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envi a su Hijo." * La
Providencia haba dirigido los movimientos de las 24 naciones, as como
el flujo y reflujo de impulsos e influencias de origen humano, a tal
punto que el mundo estaba maduro para la llegada del Libertador. Las
naciones estaban unidas bajo un mismo gobierno. Un idioma se hablaba
extensamente y era reconocido por doquiera como la lengua literaria. De
todos los pases, los judos dispersos acudan a Jerusaln para asistir
a las fiestas anuales, y al volver adonde residan, podan difundir por
el mundo las nuevas de la llegada del Mesas.
En aquel entonces los sistemas paganos estaban perdiendo su poder sobre
la gente. Los hombres se hallaban cansados de ceremonias y fbulas.
Deseaban con vehemencia una religin que dejase satisfecho el corazn.
Aunque la luz de la verdad pareca haberse apartado de los hombres,
haba almas que buscaban la luz, llenas de perplejidad y tristeza.
Anhelaban conocer al Dios vivo, a fin de tener cierta seguridad de una
vida allende la tumba.
Al apartarse los judos de Dios, la fe se haba empaado y la esperanza
casi haba dejado de iluminar lo futuro. Las palabras de los profetas no
eran comprendidas. Para las muchedumbres, la muerte era un horrendo
misterio; ms all todo era incertidumbre y lobreguez. No era slo el
lamento de las madres de Beln, sino el clamor del inmenso corazn de la
humanidad, el que lleg hasta el profeta a travs de los siglos: la voz
oda en Ram, "grande lamentacin, lloro y gemido: Raquel que llora sus
hijos; y no quiso ser consolada, porque perecieron." * Los hombres
moraban sin consuelo en "regin y sombra de muerte." Con ansia en los
ojos, esperaban la llegada del Libertador, cuando se disiparan las
tinieblas, y se aclarara el misterio de lo futuro.
Hubo, fuera de la nacin juda, hombres que predijeron el aparecimiento
de un instructor divino. Eran hombres que buscaban la verdad, y a
quienes se les haba impartido el Espritu de la inspiracin. Tales
maestros se haban levantado uno tras otro como estrellas en un
firmamento obscuro, y sus palabras profticas haban encendido
esperanzas en el corazn de millares de gentiles.
Desde haca varios siglos, las Escrituras estaban traducidas al griego,
idioma extensamente difundido por todo el imperio romano. Los judos se
hallaban dispersos en todas partes; y 25 su espera del Mesas era
compartida hasta cierto punto por los gentiles. Entre aquellos a quienes
los judos llamaban gentiles, haba hombres que entendan mejor que los
maestros de Israel las profecas bblicas concernientes a la venida del
Mesas. Algunos le esperaban como libertador del pecado. Los filsofos
se esforzaban por estudiar el misterio de la economa hebraica. Pero el
fanatismo de los judos estorbaba la difusin de la luz. Resueltos a
mantenerse separados de las otras naciones, no estaban dispuestos a
impartirles el conocimiento que an posean acerca de los servicios
simblicos. Deba venir el verdadero Intrprete. Aquel que fuera
prefigurado por todos los smbolos deba explicar su significado.
Dios haba hablado al mundo por medio de la naturaleza, las figuras, los
smbolos, los patriarcas y los profetas. Las lecciones deban ser dadas
a la humanidad en su propio lenguaje. El Mensajero del pacto deba
hablar. Su voz deba orse en su propio templo. Cristo deba venir para
pronunciar palabras que pudiesen comprenderse clara y distintamente. El,
el Autor de la verdad, deba separar la verdad del tamo de las
declaraciones humanas que haban anulado su efecto. Los principios del
gobierno de Dios y el plan de redencin deban ser definidos claramente.
Las lecciones del Antiguo Testamento deban ser presentadas plenamente a
los hombres.
Quedaban, sin embargo, entre los judos, almas firmes, descendientes de
aquel santo linaje por cuyo medio se haba conservado el conocimiento de
Dios. Confiaban an en la esperanza de la promesa hecha a los padres.
Fortalecan su fe espacindose en la seguridad dada por Moiss: "El
Seor vuestro Dios os levantar profeta de vuestros hermanos, como yo; a
l oiris en todas las cosas que os hablare." * Adems, lean que el
Seor iba a ungir a Uno para "predicar buenas nuevas a los abatidos,"
"vendar a los quebrantados de corazn," "publicar libertad a los
cautivos" y "promulgar ao de la buena voluntad de Jehov."* Lean que
pondra "en la tierra juicio; y las islas esperarn su ley," como
asimismo andaran "las gentes a su luz, y los reyes al resplandor de su
nacimiento."*
Las palabras que Jacob pronunciara en su lecho de muerte los llenaban de
esperanza: "No ser quitadlo el cetro de Jud, y el legislador de entre
sus pies, hasta que venga Shiloh."* El 26 desfalleciente poder de Israel
atestiguaba que se acercaba la llegada del Mesas. La profeca de Daniel
describa la gloria de su reinado sobre un imperio que sucedera a todos
los reinos terrenales; y, deca el profeta: "Permanecer para siempre.'*
Aunque pocos comprendan la naturaleza de la misin de Cristo, era muy
difundida la espera de un prncipe poderoso que establecera su reino en
Israel, y se presentara a las naciones como libertador.
El cumplimiento del tiempo haba llegado. La humanidad, cada vez ms
degradada por los siglos de transgresin, demandaba la venida del
Redentor. Satans haba estado obrando para ahondar y hacer insalvable
el abismo entre el cielo y la tierra. Por sus mentiras, haba
envalentonado a los hombres en el pecado. Se propona agotar la
tolerancia de Dios, y extinguir su amor por el hombre, a fin de que
abandonase al mundo a la jurisdiccin satnica.
Satans estaba tratando de privar a los hombres del conocimiento de
Dios, de desviar su atencin del templo de Dios, y establecer su propio
reino. Su contienda por la supremaca haba parecido tener casi completo
xito. Es cierto que en toda generacin Dios haba tenido sus agentes.
Aun entre los paganos, haba hombres por medio de quienes Cristo estaba
obrando para elevar el pueblo de su pecado y degradacin. Pero eran
despreciados y odiados. A muchos se les haba dado muerte. La obscura
sombra que Satans haba echado sobre el mundo se volva cada vez ms
densa.
Mediante el paganismo, Satans haba apartado de Dios a los hombres
durante muchos siglos; pero al pervertir la fe de Israel haba obtenido
su mayor triunfo. Al contemplar y adorar sus propias concepciones, los
paganos haban perdido el conocimiento de Dios, y se haban ido
corrompiendo cada vez ms. As haba sucedido tambin con Israel. El
principio de que el hombre puede salvarse por sus obras, que es
fundamento de toda religin pagana, era ya principio de la religin
judaica. Satans lo haba implantado; y doquiera se lo adopte, los
hombres no tienen defensa contra el pecado.
El mensaje de la salvacin es comunicado a los hombres por medio de
agentes humanos. Pero los judos haban tratado de monopolizar la verdad
que es vida eterna. Haban atesorado 27 el man viviente, que se haba
trocado en corrupcin. La religin que haban tratado de guardar para s
lleg a ser un escndalo. Privaban a Dios de su gloria, y defraudaban al
mundo por una falsificacin del Evangelio. Se haban negado a entregarse
a Dios para la salvacin del mundo, y llegaron a ser agentes de Satans
para su destruccin.
El pueblo a quien Dios haba llamado para ser columna y base de la
verdad, haba llegado a ser representante de Satans. Haca la obra que
ste deseaba que hiciese, y segua una conducta que representaba
falsamente el carcter de Dios y le haca considerar por el mundo como
un tirano. Los mismos sacerdotes que servan en el templo haban perdido
de vista el significado del servicio que cumplan. Haban dejado de
mirar ms all del smbolo, a lo que significaba. Al presentar las
ofrendas de los sacrificios, eran como actores de una pieza de teatro.
Los ritos que Dios mismo haba ordenado eran trocados en medios de cegar
la mente y endurecer el corazn. Dios no poda hacer ya ms nada para el
hombre por medio de ellos. Todo el sistema deba ser desechado.
El engao del pecado haba llegado a su culminacin. Haban sido puestos
en operacin todos los medios de depravar las almas de los hombres. El
Hijo de Dios, mirando al mundo, contemplaba sufrimiento y miseria. Vea
con compasin cmo los hombres haban llegado a ser vctimas de la
crueldad satnica. Miraba con piedad a aquellos a quienes se estaba
corrompiendo, matando y perdiendo. Haban elegido a un gobernante que
los encadenaba como cautivos a su carro. Aturdidos y engaados avanzaban
en lbrega procesin hacia la ruina eterna, hacia la muerte en la cual
no hay esperanza de vida, hacia la noche que no ha de tener maana. Los
agentes satnicos estaban incorporados con los hombres. Los cuerpos de
los seres humanos, hechos para ser morada de Dios, haban llegado a ser
habitacin de demonios. Los sentidos, los nervios, las pasiones, los
rganos de los hombres, eran movidos por agentes sobrenaturales en la
complacencia de la concupiscencia ms vil. La misma estampa de los
demonios estaba grabada en los rostros de los hombres, que reflejaban la
expresin de las legiones del mal que los posean. Fue lo que contempl
el Redentor del mundo. Qu espectculo para la Pureza Infinita! 28
El pecado haba llegado a ser una ciencia, y el vicio era consagrado
como parte de la religin. La rebelin haba hundido sus races en el
corazn, y la hostilidad del hombre era muy violenta contra el cielo. Se
haba demostrado ante el universo que, separada de Dios, la humanidad no
puede ser elevada. Un nuevo elemento de vida y poder tiene que ser
impartido por Aquel que hizo el mundo.
Con intenso inters, los mundos que no haban cado haban mirado para
ver a Jehov levantarse y barrer a los habitantes de la tierra. Y si
Dios hubiese hecho esto, Satans estaba listo para llevar a cabo su plan
de asegurarse la obediencia de los seres celestiales. El haba declarado
que los principios del gobierno divino hacen imposible el perdn. Si el
mundo hubiera sido destruido, habra sostenido que sus acusaciones eran
ciertas. Estaba listo para echar la culpa sobre Dios, y extender su
rebelin a los mundos superiores. Pero en vez de destruir al mundo, Dios
envi a su Hijo para salvarlo. Aunque en todo rincn de la provincia
enajenada se notaba corrupcin y desafo, se provey un modo de
rescatarla. En el mismo momento de la crisis, cuando Satans pareca
estar a punto de triunfar, el Hijo de Dios vino como embajador de la
gracia divina. En toda poca y en todo momento, el amor de Dios se haba
manifestado en favor de la especie cada. A pesar de la perversidad de
los hombres, hubo siempre indicios de misericordia. Y llegada la
plenitud del tiempo, la Divinidad se glorific derramando sobre el mundo
tal efusin de gracia sanadora, que no se interrumpira hasta que se
cumpliese el plan de salvacin.
Satans se estaba regocijando de que haba logrado degradar la imagen de
Dios en la humanidad. Entonces vino Jess a restaurar en el hombre la
imagen de su Hacedor. Nadie, excepto Cristo, puede amoldar de nuevo el
carcter que ha sido arruinado por el pecado. El vino para expulsar a
los demonios que haban dominado la voluntad. Vino para levantarnos del
polvo, para rehacer segn el modelo divino el carcter que haba sido
mancillado, para hermosearlo con su propia gloria. 29
CAPTULO 4 Un Salvador os es Nacido *
EL REY de gloria se rebaj a revestirse de humanidad. Tosco y repelente
fue el ambiente que le rode en la tierra. Su gloria se vel para que la
majestad de su persona no fuese objeto de atraccin. Rehuy toda
ostentacin externa. Las riquezas, la honra mundanal y la grandeza
humana no pueden salvar a una sola alma de la muerte; Jess se propuso
que ningn halago de ndole terrenal atrajera a los hombres a su lado.
nicamente la belleza de la verdad celestial deba atraer a quienes le
siguiesen. El carcter del Mesas haba sido predicho desde mucho antes
en la profeca, y l deseaba que los hombres le aceptasen por el
testimonio de la Palabra divina.
Los ngeles se haban maravillado del glorioso plan de redencin. Con
atencin miraban cmo el pueblo de Dios iba a recibir a su Hijo,
revestido con el manto de la humanidad. Vinieron los ngeles a la tierra
del pueblo elegido. Las otras naciones crean en fbulas y adoraban
falsos dioses. Pero los ngeles fueron a la tierra donde la gloria de
Dios se haba revelado y haba resplandecido la luz de la profeca.
Vinieron sin ser vistos a Jerusaln, se acercaron a los que deban
exponer los Sagrados Orculos, a los ministros de la casa de Dios. Ya
haba sido anunciada al sacerdote Zacaras la proximidad de la venida de
Cristo, mientras serva ante el altar. Ya haba nacido el precursor, y
su misin estaba corroborada por milagros y profecas. Haban cundido
las nuevas de su nacimiento y del maravilloso significado de su misin.
Y sin embargo, Jerusaln no se preparaba para dar la bienvenida a su
Redentor.
Los mensajeros celestiales contemplaban con asombro la indiferencia de
aquel pueblo a quien Dios llamara a comunicar al mundo la luz de la
verdad sagrada. La nacin juda haba sido conservada como testigo de
que Cristo haba de nacer de la simiente de Abrahn y del linaje de
David; y sin embargo, no saba que su venida se acercaba. En el templo,
el sacrificio 30 matutino y el vespertino sealaban diariamente al
Cordero de Dios; sin embargo, ni aun all se haban hecho los
preparativos para recibirle. Los sacerdotes y maestros de la nacin no
saban que estaba por acontecer el mayor suceso de los siglos. Repetan
sus rezos sin sentido y ejecutaban los ritos del culto para ser vistos
de los hombres, pero en su lucha para obtener riquezas y honra mundanal,
no estaban preparados para la revelacin del Mesas. Y la misma
indiferencia reinaba en toda la tierra de Israel. Los corazones egostas
y amantes del mundo no se conmovan por el gozo que embargaba a todo el
cielo. Slo unos pocos anhelaban ver al Invisible. A los tales fue
enviada la embajada celestial.
Hubo ngeles que acompaaron a Jos y Mara en su viaje de Nazaret a la
ciudad de David. El edicto de la Roma imperial para empadronar a los
pueblos de sus vastos dominios alcanz hasta los moradores de las
colinas de Galilea. Como antao Ciro fue llamado al trono del imperio
universal para que libertase a los cautivos de Jehov, as tambin
Augusto Csar hubo de cumplir el propsito de Dios de traer a la madre
de Jess a Beln. Ella era del linaje de David; y el Hijo de David deba
nacer en la ciudad de David. De Beln, haba dicho el profeta, "saldr
el que ser Seor en Israel; cuya procedencia es * desde el principio,
desde los das de la eternidad."* Pero Jos y Mara no fueron
reconocidos ni honrados en la ciudad de su linaje real. Cansados y sin
hogar, siguieron en toda su longitud la estrecha calle, desde la puerta
de la ciudad hasta el extremo oriental, buscando en vano un lugar donde
pasar la noche. No haba sitio para ellos en la atestada posada. Por
fin, hallaron refugio en un tosco edificio que daba albergue a las
bestias, y all naci el Redentor del mundo.
Sin que lo supieran los hombres, las nuevas llenaron el cielo de
regocijo. Los seres santos del mundo de luz se sintieron atrados hacia
la tierra por un inters ms profundo y tierno. El mundo entero qued
ms resplandeciente por la presencia del Redentor. Sobre los collados de
Beln se reunieron innumerables ngeles a la espera de una seal para
declarar las gratas nuevas al mundo. Si los dirigentes de Israel
hubieran sido fieles, podran haber compartido el gozo de anunciar el
nacimiento de Jess. Pero hubo que pasarlos por alto. 31
Dios declar: "Derramar aguas sobre el secadal, y ros sobre la tierra
rida." "Resplandeci en las tinieblas luz a los rectos."* Para los que
busquen la luz, y la acepten con alegra, brillarn los esplendentes
rayos del trono de Dios.
En los campos donde el joven David apacentara sus rebaos, haba todava
pastores que velaban. Durante las silenciosas horas de la noche,
hablaban del Salvador prometido, y oraban por la venida del Rey al trono
de David. "Y he aqu el ngel del Seor vino sobre ellos, y la claridad
de Dios los cerc de resplandor; y tuvieron gran temor. Mas el ngel les
dijo: No temis; porque he aqu os doy nuevas de gran gozo, que ser
para todo el pueblo: Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
Salvador, que es Cristo el Seor."
Al or estas palabras, las mentes de los atentos pastores se llenaron de
visiones gloriosas. El Libertador haba nacido en Israel! Con su
llegada, se asociaban el poder, la exaltacin, el triunfo. Pero el ngel
deba prepararlos para reconocer a su Salvador en la pobreza y
humillacin. "Esto os ser por seal --les dijo:-- hallaris al nio
envuelto en paales, echado en un pesebre."
El mensajero celestial haba calmado sus temores. Les haba dicho cmo
hallar a Jess. Con tierna consideracin por su debilidad humana, les
haba dado tiempo para acostumbrarse al resplandor divino. Luego el gozo
y la gloria no pudieron ya mantenerse ocultos. Toda la llanura qued
iluminada por el resplandor de las huestes divinas. La tierra enmudeci,
y el cielo se inclin para escuchar el canto:
"Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para
con los hombres."
Ojal la humanidad pudiese reconocer hoy aquel canto! La declaracin
hecha entonces, la nota pulsada, ir ampliando sus ecos hasta el fin del
tiempo, y repercutir hasta los ltimos confines de la tierra. Cuando el
Sol de justicia salga, con sanidad en sus alas, aquel himno ser
repetido por la voz de una gran multitud, como la voz de muchas aguas,
diciendo: "Aleluya: porque rein el Seor nuestro Dios Todopoderoso."*
Al desaparecer los ngeles, la luz se disip, y las tinieblas volvieron
a invadir las colinas de Beln. Pero en la memoria de los pastores qued
el cuadro ms resplandeciente que hayan 32 contemplado los ojos humanos.
"Y aconteci que como los ngeles se fueron de ellos al cielo, los
pastores dijeron los unos a los otros: Pasemos pues hasta Bethlehem, y
veamos esto que ha sucedido, que el Seor nos ha manifestado. Y vinieron
aprisa, y hallaron a Mara, y a Jos, y al nio acostado en el pesebre."
Con gran gozo salieron y dieron a conocer cuanto haban visto y odo. "Y
todos los que oyeron, se maravillaban de lo que los pastores les decan.
Mas Mara guardaba todas estas cosas, confirindolas en su corazn. Y se
volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios."
El cielo y la tierra no estn ms alejados hoy que cuando los pastores
oyeron el canto de los ngeles. La humanidad sigue hoy siendo objeto de
la solicitud celestial tanto como cuando los hombres comunes, de
ocupaciones ordinarias, se encontraban con los ngeles al medioda, y
hablaban con los mensajeros celestiales en las vias y los campos.
Mientras recorremos las sendas humildes de la vida, el cielo puede estar
muy cerca de nosotros. Los ngeles de los atrios celestes acompaarn
los pasos de aquellos que vayan y vengan a la orden de Dios.
La historia de Beln es un tema inagotable. En ella se oculta la
"profundidad de las riquezas de la sabidura y de la ciencia de Dios."*
Nos asombra el sacrificio realizado por el Salvador al trocar el trono
del cielo por el pesebre, y la compaa de los ngeles que le adoraban
por la de las bestias del establo. La presuncin y el orgullo humanos
quedan reprendidos en su presencia. Sin embargo, aquello no fue sino el
comienzo de su maravillosa condescendencia. Habra sido una humillacin
casi infinita para el Hijo de Dios revestirse de la naturaleza humana,
aun cuando Adn posea la inocencia del Edn. Pero Jess acept la
humanidad cuando la especie se hallaba debilitada por cuatro mil aos de
pecado. Como cualquier hijo de Adn, acept los efectos de la gran ley
de la herencia. Y la historia de sus antepasados terrenales demuestra
cules eran aquellos efectos. Mas l vino con una herencia tal para
compartir nuestras penas y tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida
sin pecado.
En el cielo, Satans haba odiado a Cristo por la posicin que ocupara
en las cortes de Dios. Le odi aun ms cuando se vio destronado. Odiaba
a Aquel que se haba comprometido a 33 redimir a una raza de pecadores.
Sin embargo, a ese mundo donde Satans pretenda dominar, permiti Dios
que bajase su Hijo, como nio impotente, sujeto a la debilidad humana.
Le dej arrostrar los peligros de la vida en comn con toda alma humana,
pelear la batalla como la debe pelear cada hijo de la familia humana,
aun a riesgo de sufrir la derrota y la prdida eterna.
El corazn del padre humano se conmueve por su hijo. Mientras mira el
semblante de su hijito, tiembla al pensar en los peligros de la vida.
Anhela escudarlo del poder de Satans, evitarle las tentaciones y los
conflictos. Mas Dios entreg a su Hijo unignito para que hiciese frente
a un conflicto ms acerbo y a un riesgo ms espantoso, a fin de que la
senda de la vida fuese asegurada para nuestros pequeuelos. "En esto
consiste el amor." Maravillaos, oh cielos! Asmbrate, oh tierra! 34
CAPTULO 5 La Dedicacin *
COMO cuarenta das despus del nacimiento de Jess, Jos y Mara le
llevaron a Jerusaln, para presentarle al Seor y ofrecer sacrificio.
Ello estaba de acuerdo con la ley judaica, y como substituto del hombre,
Jess deba conformarse a la ley en todo detalle. Ya haba sido sometido
al rito de la circuncisin, en seal de su obediencia a la ley.
Como ofrenda a favor de la madre, la ley exiga un cordero de un ao
como holocausto, y un pichn de paloma como ofrenda por el pecado. Pero
la ley estatua que si los padres eran demasiado pobres para traer un
cordero, poda aceptarse un par de trtolas o de pichones de palomas,
uno para holocausto y el otro como ofrenda por el pecado.
Las ofrendas presentadas al Seor deban ser sin mcula. Estas ofrendas
representaban a Cristo, y por ello es evidente que Jess mismo estaba
exento de toda deformidad fsica. Era el "cordero sin mancha y sin
contaminacin.'* Su organismo fsico no era afeado por defecto alguno;
su cuerpo era sano y fuerte. Y durante toda su vida vivi en conformidad
con las leyes de la naturaleza. Tanto fsica como espiritualmente, era
un ejemplo de lo que Dios quera que fuese toda la humanidad mediante la
obediencia a sus leyes.
La dedicacin de los primognitos se remontaba a los primeros tiempos.
Dios haba prometido el Primognito del cielo para salvar al pecador.
Este don deba ser reconocido en toda familia por la consagracin del
primer hijo. Haba de ser dedicado al sacerdocio, como representante de
Cristo entre los hombres.
Cuando Israel fue librado de Egipto, la dedicacin de los primognitos
fue ordenada de nuevo. Mientras los hijos de Israel servan a los
egipcios, el Seor indic a Moiss que fuera al rey de Egipto y le
dijera: "Jehov ha dicho as: Israel es mi hijo, mi primognito. Ya te
he dicho que dejes ir a mi hijo 35 para que me sirva, mas no has querido
dejarlo ir: he aqu yo voy a matar a tu hijo, tu primognito." *
Moiss dio su mensaje; pero la respuesta del orgulloso monarca fue:
"Quin es Jehov, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no
conozco a Jehov, ni tampoco dejar ir a Israel."* Jehov obr en favor
de su pueblo mediante seales y prodigios, y envi terribles juicios
sobre el faran. Por fin el ngel destructor recibi la orden de matar a
los primognitos de hombres y animales de entre los egipcios. A fin de
que fuesen perdonados, los israelitas recibieron la indicacin de rociar
sus dinteles con la sangre de un cordero inmolado. Cada casa haba de
ser sealada, a fin de que cuando pasase el ngel en su misin de
muerte, omitiera los hogares de los israelitas.
Despus de enviar este castigo sobre Egipto, Jehov dijo a Moiss:
"Santifcame todo primognito, . . . as de los hombres como de los
animales: mo es." "Porque . . . desde el da que yo mat todos los
primognitos en la tierra de Egipto, yo santifiqu a m todos los
primognitos en Israel, as de hombres como de animales: mos sern: Yo
Jehov."* Una vez establecido el servicio del tabernculo, el Seor
eligi a la tribu de Lev en lugar de los primognitos de todo Israel,
para que sirviese en su santuario. Pero deba seguir considerndose a
los primognitos como propiedad del Seor, y deban ser redimidos por
rescate.
As que la ley de presentar a los primognitos era muy significativa. Al
par que conmemoraba el maravilloso libramiento de los hijos de Israel
por el Seor, prefiguraba una liberacin mayor que realizara el
unignito Hijo de Dios. As como la sangre rociada sobre los dinteles
haba salvado a los primognitos de Israel, tiene la sangre de Cristo
poder para salvar al mundo.
Cunto significado tena, pues, la presentacin de Cristo! Mas el
sacerdote no vio a travs del velo; no ley el misterio que encubra. La
presentacin de los nios era escena comn. Da tras da, el sacerdote
reciba el precio del rescate al ser presentados los nios a Jehov. Da
tras da cumpla con la rutina de su trabajo, casi sin prestar atencin
a padres o nios, a menos que notase algn indicio de riqueza o de alta
posicin social en los padres. Jos y Mara eran pobres; y cuando 36
vinieron con el nio, el sacerdote no vio sino a un hombre y una mujer
vestidos como los galileos, y con las ropas ms humildes. No haba en su
aspecto nada que atrajese la atencin, y presentaban tan slo la ofrenda
de las clases ms pobres.
El sacerdote cumpli la ceremonia oficial. Tom al nio en sus brazos, y
le sostuvo delante del altar. Despus de devolverlo a su madre,
inscribi el nombre "Jess" en el rollo de los primognitos. No
sospech, al tener al niito en sus brazos, que se trataba de la
Majestad del Cielo, el Rey de Gloria. No pens que ese nio era Aquel de
quien Moiss escribiera: "El Seor vuestro Dios os levantar profeta de
vuestros hermanos, como yo; a l oiris en todas las cosas que os
hablare."* No pens que ese nio era Aquel cuya gloria Moiss haba
pedido ver. Pero el que estaba en los brazos del sacerdote era mayor que
Moiss; y cuando dicho sacerdote registr el nombre del nio, registr
el nombre del que era el fundamento de toda la economa judaica. Este
nombre haba de ser su sentencia de muerte; pues el sistema de
sacrificios y ofrendas envejeca; el tipo haba llegado casi a su
prototipo, la sombra a su substancia.
La presencia visible de Dios se haba apartado del santuario, mas en el
nio de Beln estaba velada la gloria ante la cual los ngeles se
postran. Este nio inconsciente era la Simiente prometida, sealada por
el primer altar erigido ante la puerta del Edn. Era Shiloh, el
pacificador. Era Aquel que se presentara a Moiss como el YO SOY. Era
Aquel que, en la columna de nube y de fuego, haba guiado a Israel. Era
Aquel, que de antiguo predijeran los videntes. Era el Deseado de todas
las gentes, la Raz, la Posteridad de David, la brillante Estrella de la
Maana. El nombre de aquel niito impotente, inscrito en el registro de
Israel como Hermano nuestro, era la esperanza de la humanidad cada. El
nio por quien se pagara el rescate era Aquel que haba de pagar la
redencin de los pecados del mundo entero. Era el verdadero "gran
sacerdote sobre la casa de Dios," la cabeza de "un sacerdocio
inmutable," el intercesor "a la diestra de la Majestad en las alturas."*
Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente. En el templo, el
Hijo de Dios fue dedicado a la obra que haba venido a hacer. El
sacerdote le mir como a cualquier otro nio. Pero aunque l no vio ni
sinti nada inslito, el acto de 37 Dios al dar a su Hijo al mundo no
pas inadvertido. Esta ocasin no pas sin algn reconocimiento del
Cristo. "Haba un hombre en Jerusalem, llamado Simen, y este hombre,
justo y po, esperaba la consolacin de Israel: y el Espritu Santo era
sobre l. Y haba recibido respuesta del Espritu Santo, que no vera la
muerte antes que viese al Cristo del Seor."
Al entrar Simen en el templo, vio a una familia que presentaba su
primognito al sacerdote. Su aspecto indicaba pobreza; pero Simen
comprendi las advertencias del Espritu, y tuvo la profunda impresin
de que el nio presentado al Seor era la Consolacin de Israel, Aquel a
quien tanto haba deseado ver. Para el sacerdote asombrado, Simen era
un hombre arrobado en xtasis. El nio haba sido devuelto a Mara, y l
lo tom en sus brazos y lo present a Dios, mientras que inundaba su
alma un gozo que nunca sinti antes. Mientras elevaba al Nio Salvador
hacia el cielo, exclam: "Ahora despides, Seor, a tu siervo, conforme a
tu palabra, en paz; porque han visto mis ojos tu salvacin, la cual has
aparejado en presencia de todos los pueblos; luz para ser revelada a los
Gentiles, y la gloria de tu pueblo Israel."
El espritu de profeca estaba sobre este hombre de Dios, y mientras que
Jos y Mara permanecan all, admirados de sus palabras, los bendijo, y
dijo a Mara: "He aqu, ste es puesto para cada y para levantamiento
de muchos en Israel; y para seal a la que ser contradicho [blanco de
contradiccin, V. M.]; y una espada traspasar tu alma de ti misma, para
que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones."
Tambin Ana la profetisa vino y confirm el testimonio de Simen acerca
de Cristo. Mientras hablaba Simen, el rostro de ella se ilumin con la
gloria de Dios, y expres su sentido agradecimiento por habrsele
permitido contemplar a Cristo el Seor.
Estos humildes adoradores no haban estudiado las profecas en vano.
Pero los que ocupaban los puestos de gobernantes y sacerdotes en Israel,
aunque haban tenido delante de s los preciosos orculos profticos, no
andaban en el camino del Seor, y sus ojos no estaban abiertos para
contemplar la Luz de la vida. 38
As sucede todava. Pasan inadvertidos para los dirigentes religiosos y
para los que adoran en la casa de Dios, acontecimientos en los cuales se
concentra la atencin de todo el cielo. Los hombres reconocen a Cristo
en la historia mientras se apartan del Cristo viviente. El Cristo que en
su Palabra invita a la abnegacin, el que est en los pobres y dolientes
que suplican ayuda, en la causa justa que entraa pobreza, trabajos y
oprobio, no es recibido ms vidamente hoy que hace mil ochocientos
aos.
Mara reflexion en la amplia y profunda profeca de Simen. Mientras
miraba al nio que tena en sus brazos, y recordaba las palabras de los
pastores de Beln, rebosaba de gozo agradecido y alegre esperanza. Las
palabras de Simen le recordaban las declaraciones profticas de Isaas:
"Saldr una vara del tronco de Isa, y un vstago retoar de sus
races. Y reposar sobre l el espritu de Jehov; espritu de sabidura
y de inteligencia, espritu de consejo y de fortaleza, espritu de
conocimiento y de temor de Jehov.... Y ser la justicia cinto de sus
lomos, y la fidelidad ceidor de sus riones." "El pueblo que andaba en
tinieblas vio gran luz: los que moraban en tierra de sombra de muerte,
luz resplandeci sobre ellos.... Porque un nio nos es nacido, hijo nos
es dado; y el principado sobre su hombro: y llamarse su nombre
Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Prncipe de paz." *
Sin embargo, Mara no entenda la misin de Cristo. En su profeca,
Simen lo haba denominado luz que iba a ser revelada a los gentiles, y
gloria de Israel. As tambin los ngeles haban anunciado el nacimiento
de Cristo como nuevas de gozo para todos los pueblos. Dios estaba
tratando de corregir el estrecho concepto de los judos respecto de la
obra del Mesas. Deseaba que le contemplasen, no slo como el libertador
de Israel, sino como Redentor del mundo. Pero deban transcurrir muchos
aos antes de que la madre de Jess comprendiese la misin de l.
Mara esperaba el reinado del Mesas en el trono de David, pero no vea
el bautismo de sufrimiento por cuyo medio deba ganarlo. Simen revel
el hecho de que el Mesas no iba a encontrar una senda expedita por el
mundo. En las palabras dirigidas a Mara: "Una espada traspasar tu
alma," Dios, en 39 su misericordia, dio a conocer a la madre de Jess la
angustia que por l ya haba empezado a sufrir.
"He aqu -haba dicho Simen,- ste es puesto para cada y para
levantamiento de muchos en Israel; y para seal a la que ser
contradicho." Deben caer los que quieren volverse a levantar. Debemos
caer sobre la Roca y ser quebrantados, antes que podamos ser levantados
en Cristo. El yo debe ser destronado, el orgullo debe ser humillado, si
queremos conocer la gloria del reino espiritual. Los judos no queran
aceptar la honra que se alcanza por la humillacin. Por lo tanto, no
quisieron recibir a su Redentor. Fue una seal contradicha.
"Para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones." A la
luz de la vida del Salvador, el corazn de cada uno, aun desde el
Creador hasta el prncipe de las tinieblas, ser revelado. Satans
presentaba a Dios como un ser egosta y opresor, que lo peda todo y no
daba nada, que exiga el servicio de sus criaturas para su propia
gloria, sin hacer ningn sacrificio para su bien. Pero el don de Cristo
revela el corazn del Padre. Testifica que los pensamientos de Dios
hacia nosotros son "pensamientos de paz, y no de mal." * Declara que
aunque el odio que Dios siente por el pecado es tan fuerte como la
muerte, su amor hacia el pecador es ms fuerte que la muerte. Habiendo
emprendido nuestra redencin, no escatimar nada, por mucho que le
cueste, de lo que sea necesario para la terminacin de su obra. No se
retiene ninguna verdad esencial para nuestra salvacin, no se omite
ningn milagro de misericordia, no se deja sin empleo ningn agente
divino. Se acumula un favor sobre otro, una ddiva sobre otra. Todo el
tesoro del cielo est abierto a aquellos a quienes l trata de salvar.
Habiendo reunido las riquezas del universo, y abierto los recursos de la
potencia infinita, lo entrega todo en las manos de Cristo y dice: Todas
estas cosas son para el hombre. salas para convencerlo de que no hay
mayor amor que el mo en la tierra o en el cielo. Amndome hallar su
mayor felicidad.
En la cruz del Calvario, el amor y el egosmo se encontraron frente a
frente. All fue hecha su manifestacin culminante. Cristo haba vivido
tan slo para consolar y bendecir, y al darle muerte, Satans manifest
la perversidad de su odio contra Dios. Hizo evidente que el propsito
verdadero de su rebelin 40 era destronar a Dios, y destruir a Aquel por
quien el amor de Dios se manifestaba.
Por la vida y la muerte de Cristo, los pensamientos de los hombres son
puestos en evidencia. Desde el pesebre hasta la cruz, la vida de Jess
fue una vocacin de entrega de s mismo, y de participacin en los
sufrimientos. Revel los propsitos de los hombres. Jess vino con la
verdad del cielo, y todos los que escucharon la voz del Espritu Santo
fueron atrados a l. Los que se adoraban a s mismos pertenecan al
reino de Satans. En su actitud hacia Cristo, todos iban a demostrar en
qu lado estaban. Y as cada uno pronuncia juicio sobre s mismo.
En el da del juicio final, cada alma perdida comprender la naturaleza
de su propio rechazamiento de la verdad. Se presentar la cruz y toda
mente que fue cegada por la transgresin ver su verdadero significado.
Ante la visin del Calvario con su Vctima misteriosa, los pecadores
quedarn condenados. Toda excusa mentirosa quedar anulada. La apostasa
humana aparecer en su odioso carcter. Los hombres vern lo que fue su
eleccin. Toda cuestin de verdad y error en la larga controversia
quedar entonces aclarada. A juicio del universo, Dios quedar libre de
toda culpa por la existencia o continuacin del mal. Se demostrar que
los decretos divinos no son accesorios al pecado. No haba defecto en el
gobierno de Dios, ni causa de desafecto. Cuando los pensamientos de
todos los corazones sean revelados, tanto los leales como los rebeldes
se unirn para declarar: "Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de
los santos. Quin no te temer, oh Seor, y engrandecer tu nombre? . .
. Porque tus juicios son manifestados." * 41
CAPTULO 6 "Su Estrella Hemos Visto" *
"Y COMO fue nacido Jess en Bethlehem de Judea en das del rey Herodes,
he aqu unos magos vinieron del oriente a Jerusalem, diciendo: Dnde
est el Rey de los Judos, que ha nacido? porque su estrella hemos visto
en el oriente, y venimos a adorarle."
Los magos del Oriente eran filsofos. Pertenecan a la clase numerosa e
influyente, que inclua hombres de noble alcurnia y posea gran parte de
las riquezas y del saber de su nacin. Entre ellos haba muchos que
explotaban la credulidad del pueblo. Otros eran hombres rectos que
estudiaban las manifestaciones de la Providencia en la naturaleza, y
eran honrados por su integridad y sabidura. De este carcter eran los
magos que vinieron a Jess.
La luz de Dios est siempre resplandeciendo aun en medio de las
tinieblas del paganismo. Mientras estos magos estudiaban los cielos
tachonados de estrellas, y trataban de escudriar el oculto misterio de
sus brillantes derroteros, contemplaban la gloria del Creador. Buscando
un conocimiento ms claro, se dirigieron a las Escrituras hebreas. En su
propia tierra, se conservaban escritos profticos que predecan la
llegada de un maestro divino. Balaam era uno de esos magos, aunque fuera
en un tiempo profeta de Dios; por el Espritu Santo haba predicho la
prosperidad de Israel y la aparicin del Mesas; y sus profecas se
haban transmitido por la tradicin de siglo en siglo. Pero en el
Antiguo Testamento, el advenimiento del Salvador se revelaba ms
claramente. Con gozo supieron los magos que su venida se acercaba, y que
todo el mundo iba a quedar lleno del conocimiento de la gloria de
Jehov.
Los magos haban visto una luz misteriosa en los cielos la noche en que
la gloria de Dios inund las colinas de Beln. Al desvanecerse la luz,
apareci una estrella luminosa que permaneci en los cielos. No era una
estrella fija ni un planeta, 42 y el fenmeno excit el mayor inters.
Esa estrella era un distante grupo de resplandecientes ngeles, pero los
sabios lo ignoraban. Sin embargo, tenan la impresin de que la estrella
era de especial importancia para ellos. Consultaron a los sacerdotes y
filsofos, y examinaron los rollos de los antiguos anales. La profeca
de Balaam declaraba: "Saldr estrella de Jacob, y levantarse cetro de
Israel.'* Podra haber sido enviada esta extraa estrella como
precursora del Prometido? Los magos haban recibido con gratitud la luz
de la verdad enviada por el cielo; ahora esa luz se derramaba sobre
ellos en rayos ms brillantes. En sueos, recibieron la indicacin de ir
en busca del Prncipe recin nacido.
As como por la fe Abrahn sali al llamamiento de Dios, "sin saber
dnde iba;" * as como por la fe Israel sigui la columna de nube hasta
la tierra prometida, estos gentiles salieron para hallar al Salvador
prometido. En el Oriente abundaban las cosas preciosas, y los magos no
salieron con las manos vacas. Era costumbre ofrecer presentes como acto
de homenaje a los prncipes u otros personajes encumbrados, y los magos
llevaron los ms ricos dones de su tierra como ofrenda a Aquel en quien
todas las familias de la tierra iban a ser bendecidas. Era necesario
viajar de noche a fin de poder ver la estrella; pero los viajeros
pasaban el tiempo repitiendo sus dichos tradicionales y orculos
profticos relativos a Aquel a quien buscaban. En cada descanso,
escudriaban las profecas; y se afirmaba en ellos la conviccin de que
eran guiados divinamente. Mientras tenan la estrella por delante como
seal externa, tenan tambin la evidencia interna del Espritu Santo
que estaba impresionando sus corazones, y les inspiraba esperanza. El
viaje, aunque largo, fue para ellos muy feliz.
Cuando llegaron a la tierra de Israel, y mientras bajaban del monte de
las Olivas, teniendo a Jerusaln a la vista, he aqu que la estrella que
los haba guiado durante todo el camino se detuvo sobre el templo, y
despus de un momento desapareci de su vista. Con avidez aceleraron el
paso, esperando con toda confianza que el nacimiento del Mesas sera el
motivo de toda conversacin. Pero preguntaron en vano al respecto.
Entrando en la ciudad santa, se dirigieron hacia el templo. Para su 43
gran asombro, no encontraron all nadie que pareciese saber nada del
recin nacido Rey. Sus preguntas no provocaban expresiones de gozo, sino
ms bien de sorpresa y temor, y hasta de desprecio.
Los sacerdotes repetan tradiciones, Hacan alarde de su religin y de
su piedad personal, mientras denunciaban a los griegos y romanos como
paganos, y ms pecadores que los dems. Los magos no eran idlatras, y a
la vista de Dios ocupaban una posicin mucho ms elevada que aquellos
que profesaban adorarle; y sin embargo, los judos los consideraban
paganos. Aun entre aquellos que fueron designados guardianes de los
Santos Orculos, sus vidas preguntas no despertaron simpata.
La noticia de la llegada de los magos cundi rpidamente por toda
Jerusaln. Su extraa misin cre agitacin entre el pueblo, agitacin
que penetr hasta en el palacio del rey Herodes. El astuto idumeo qued
perturbado por la insinuacin de que pudiese tener un rival.
Innumerables crmenes haban manchado el camino de su ascensin al
trono. Por ser de sangre extranjera, era odiado por el pueblo sobre el
cual reinaba. Su nica seguridad estribaba en el favor de Roma. Pero
este nuevo prncipe tena un derecho superior. Haba nacido para el
reino.
Herodes temi que los sacerdotes estuviesen maquinando con los
extranjeros para excitar un tumulto popular que lo destronase. Sin
embargo, ocult su desconfianza, resuelto a hacer abortar sus planes por
una astucia superior. Reuniendo a los prncipes de los sacerdotes y
escribas, los interrog acerca de lo que enseaban sus libros sagrados
con respecto al lugar en que haba de nacer el Mesas.
Esta investigacin del que usurpara el trono, hecha a peticin de unos
extranjeros, hiri el orgullo de los maestros judos. La indiferencia
con que se refirieron a los rollos de la profeca air al celoso tirano.
Pens que estaban tratando de ocultarle su conocimiento del asunto. Con
una autoridad que no se atrevan a despreciar, les orden que
escudriasen atentamente y le declarasen el lugar donde deba nacer el
Rey que esperaban. "Y ellos le dijeron: En Bethlehem de Judea; porque
as est escrito por el profeta: 44
"Y t, Bethlehem, de tierra de Jud,
no eres muy pequea entre los prncipes de Jud;
porque de ti saldr un guiador,
que apacentar a mi pueblo Israel."*
Herodes invit entonces a los magos a entrevistarse privadamente con l.
Dentro de su corazn, ruga una tempestad de ira y temor, pero
conservaba un exterior sereno, y recibi cortsmente a los extranjeros.
Indag acerca del tiempo en que les haba aparecido la estrella, y
simul saludar con gozo la indicacin del nacimiento de Cristo. Dijo a
sus visitantes: "Andad all, y preguntad con diligencia por el nio; y
despus que le hallareis, hacdmelo saber, para que yo tambin vaya y le
adore." Y as diciendo, los despidi para que fuesen a Beln.
Los sacerdotes y ancianos de Jerusaln no eran tan ignorantes acerca del
nacimiento de Cristo como aparentaban. El informe de la visita de los
ngeles a los pastores haba sido llevado a Jerusaln, pero los rabinos
lo haban considerado indigno de su atencin. Ellos podran haber
encontrado a Jess, y haber estado listos para conducir a los magos al
lugar donde naciera; pero en vez de ello, los sabios vinieron a
llamarles la atencin al nacimiento del Mesas. "Dnde est el Rey de
los Judos que ha nacido? -dijeron;- porque su estrella hemos visto en
el orientes y venimos a adorarle."
Entonces el orgullo y la envidia cerraron la puerta a la luz. Si los
informes trados por los pastores y los magos haban de ser aceptados,
eso colocaba a los sacerdotes y rabinos en una posicin poco envidiable,
pues desmenta su pretensin de ser exponentes de la verdad de Dios.
Esos sabios maestros no queran rebajarse a recibir instrucciones de
aquellos a quienes llamaban paganos. No poda ser, razonaban, que Dios
los hubiera pasado por alto para comunicarse con pastores ignorantes y
gentiles incircuncisos. Resolvieron demostrar su desprecio por los
informes que agitaban al rey Herodes y a toda Jerusaln. Ni aun
quisieron ir a Beln para ver si esas cosas eran as. E indujeron al
pueblo a considerar el inters en Jess como una excitacin fantica.
As empezaron a rechazar a Cristo los sacerdotes y rabinos. Desde
entonces, su orgullo y terquedad fueron en aumento hasta transformarse
en odio arraigado contra el Salvador. Mientras Dios estaba 45 abriendo
la puerta a los gentiles, los dirigentes judos se la estaban cerrando a
s mismos.
Los magos salieron solos de Jerusaln. Las sombras de la noche iban
cayendo cuando pasaron por las puertas, pero para gran gozo suyo
volvieron a ver la estrella, y ella los encamin hacia Beln. Ellos no
haban recibido ninguna indicacin del humilde estado de Jess, como la
que haba sido dada a los pastores. Despus del largo viaje, se quedaron
desilusionados por la indiferencia de los dirigentes judos, y haban
salido de Jerusaln con menos confianza que cuando entraron en la
ciudad. E