El espacio de funciones holomorfas
Pedro Tamaroff
1. El espacio C (Ω)
I. Convergencia local uniforme
Fijemos una región Ω en C. Presentamos ahora, sin más, una de las
dos nociones de convergencia en C (Ω) que serán centrales en todo el
capítulo.
Una sucesión de funciones ( fn) en C (Ω) converge de forma local-mente uniforme enΩ si todo punto z ∈Ω admite un entorno U donde la
sucesión de restricciones ( fn|U ) converge uniformemente. Notemos que
si ( fn) converge de forma localmente uniforme en Ω, define una función
f :Ω−→C y, en vista de la convergencia uniforme, esta función pertenece
también a Ω.
Notemos, también, que la condición implica que ( fn) converge unifor-
memente en una familia de discos abiertos que cubren a Ω, y luego para
todo compacto K de Ω, la sucesión de restricciones ( fn|K ) converge uni-
formemente. Recíprocamente, dado que todo disco cerrado contiene un
disco abierto más pequeño, si para todo compacto K de Ω, la sucesión de
restricciones ( fn|K ) converge uniformemente, entonces ( fn) converge de
forma localmente uniforme en Ω.
II. Convergencia y metrizabilidad
En lo que sigue, diremos que una sucesion converge en C (Ω) si lo
hace de forma localmente uniforme. Veamos ahora que esta noción de
convergencia es metrizable: existe una métrica d en C (Ω) tal que una
sucesión ( fn) en C (Ω) converge de forma localmente uniforme si y sola-
mente si es una sucesión de Cauchy para d.
Para cada compacto K deΩ, definimos la seminorma asociada a K :
para cada f ∈C (Ω),
| f |K =maxξ∈K
| f (ξ)|.
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El nombre seminorma se debe a que la asignación
f ∈C (Ω) 7−→ | f |K ∈R
verifica todas las propiedades de una norma salvo la condición que | f |K =0 implica que f es la función nula. Obtenemos así una familia de semi-
normas K = | · |K : K ⊆Ω compacto.
La condición de convergencia local uniforme puede enunciarse ahora
en términos de la familia K : una sucesión ( fn) converge en C (Ω) si y
solamente si para todo compacto K en Ω,
lımn,m→∞ | fn − fm|K = 0.
Lema 1.1. Existe K0 una subfamilia numerable de K tal que una suce-sión ( fn) converge en C (Ω) si y solamente si para toda | · |K ∈K0,
lımn,m→∞ | fn − fm|K = 0.
Demostración. En el Ejercicio 2.1 de estas notas construímos una fami-
lia numerable de compactos crecientes (Ωn)n∈N cuya unión es Ω. Sea K0
la familia de seminormas asociada a tal conjunto de compactos. Si K es
un compacto arbitrario de Ω, entonces existe n ∈N tal que K ⊆Ωn: como
K es acotado y K ∩∂Ω= 0, podemos elegir n de modo que valga simultá-
neamente que d(0,K)É n y d(∂Ω,K)Ê n−1.
En particular, para todo compacto K en Ω existe n tal que | f |K É| f |Ωn para toda f ∈C (Ω), y esto hace evidente que vale la afirmación del
enunciado para nuestra elección de K0. Î
Construímos ahora la métrica deseada. De hecho, definiremos una
pseudonorma en C (Ω) que induce la métrica correcta. Una pseudonorma
sobre C (Ω) es una función ρ : C (Ω)−→ [0,∞) que cumple que para f , g ∈C (Ω):
(1) ρ(λ f )É ρ( f ) si |λ| É 1,
(2) lımλ→0ρ(λ f )= 0,
3
(3) ρ( f + g)É ρ( f )+ρ(g),
(4) ρ( f )= 0 si y sólo si f = 0.
Para cada n ∈N y cada f en C (Ω), sea | f |n =mın(1, | f |Ωn) y definamos
‖·‖Ω : C (Ω)−→ [0,∞) de modo que
‖ f ‖Ω = ∑n∈N
| f |n2−n.
Dado que | f |n É 1 para todo n, la serie anterior converge para cualquier
elección de f en C (Ω): la métrica deseada d : C (Ω)×C (Ω) −→ R es tal
que d( f , g)= ‖ f − g‖Ω para cada f , g ∈Ω.
Proposición 1.2. La función ‖·‖Ω es una pseudonorma en C (Ω), y unasucesión ( fn) converge en C (Ω) si y solamente es una sucesión de Cauchypara la métrica inducida por ‖·‖Ω.
Demostración. Está claro que ‖·‖ toma valores no negativos. Por otro la-
do, si ‖ f ‖ = 0 entonces | f |Ωn = 0 para cada compacto Ωn y, dado que su
unión es Ω, f = 0 en Ω, así vale la propiedad (4). La validez de la de-
sigualdad triangular, esto es, la propiedad (3), se deduce inmediatamen-
te de su validez para cada una de las seminormas | f |n. La propiedad (2)
es mínimamente más delicada: dada f ∈C (Ω) y ε> 0, podemos tomar Ntal que ∑
n>N2−n < ε
y a su vez tomar δ> 0 para que δ| f |N < 1 y
δ| f |NN∑
n=12−k < ε.
Esto implica que ‖λ f ‖Ω < 2ε si |λ| < δ, y prueba que tal propiedad se
cumple, mientras que la propiedad (1) es evidente. Para ver que la mé-
trica inducida por esta pseudonorma es la correcta, es suficiente que no-
temos que si ( fn) es una sucesión en C (Ω) y si ‖ fn‖ −→ 0 cuando n →∞,
entonces para cada k ∈N es el caso que | fn|k −→ 0 cuando n →∞. Por el
Lema 1.1, ( fn) converge a 0 en C (Ω), como queríamos ver. Î
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Notemos que ‖·‖Ω no es una norma vectorial. Por otro lado, para cada
f y g en C (Ω), es cierto que ‖ f g‖Ω É ‖ f ‖Ω · ‖g‖Ω, por lo que la multipli-
cación C (Ω)×C (Ω) −→ C (Ω) es continua y, con la métrica inducida por
esta pseudonorma, C (Ω) es un espacio métrico completo. En lo que si-
gue, siempre consideraremos C (Ω) munido de esta métrica. Parte de la
siguiente proposición afirma que O (Ω) es un subespacio cerrado de C (Ω),
y luego es él mismo un espacio métrico completo.
Proposición 1.3. Sea ( fn) una sucesión en O (Ω) que converge en C (Ω) af . Entonces f ∈O (Ω), y para cada k ∈N, la sucesión ( f (k)
n ) converge a ( f (k))
en O (Ω). En particular, la función f ∈O (Ω) 7−→ f ′ ∈O (Ω) es continua.
Demostración. Sea ( fn)n∈N una sucesión en O (Ω) y supongamos que con-
verge a f . Entonces f ∈C (Ω) y, por el Lema 3.5 en estas notas, para todo
triángulo T en Ω, ∫∂T
f dz = lımn→∞
∫∂T
fn dz = 0,
en vista de que fn es holomorfa para cada n ∈N y el Teorema de Goursat.
Luego f tiene integral nula sobre todo triángulo contenido en Ω, y es
holomorfa por el Teorema de Morera. La segunda afirmación se sigue de
las estimaciones de Cauchy en compactos, que es el Teorema 2.1 de estas
notas. Î
III. Independencia de la exhaución
Hasta ahora construímos una métrica en C (Ω) usando una exhaus-
ción por compactos de Ω particular. Veamos que, aunque las métricas
que se obtienen de distintas exhauciones son en general distintas, los
abiertos que definen en C (Ω) no dependen de la exhaución que elejimos.
Recordemos que K es la familia de todas las seminormas en C (Ω)
asociadas a los compactos de Ω. Para cada ε > 0, cada compacto K en
Ω y cada f ∈ CO, definimos U( f ;K ,ε) = g ∈ C (Ω) : | f − g|K < ε. Este
conjunto es un abierto básico de C (Ω), y el conjunto U f = U( f ;K ,ε) :
K compacto de Ω y ε> 0 es una base de abiertos de C (Ω) en f .
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La siguiente proposición dice que estos conjuntos, como su nombre lo
indica, son abiertos, y que todo abierto de C (Ω) es una unión de conjun-
tos de esta forma: esto da el resultado que buscamos y explica el nombre
que le dimos a las colecciones de abiertos U f para f ∈C (Ω).
Proposición 1.4. Sea ρ una métrica definida en C (Ω) usando una fa-milia numerable de seminormas en C (Ω) asociadas a una exhausión porcompactos de Ω. Entonces
para cualquier elección de ε > 0, de un compacto K de Ω y de f ∈C (Ω), el conjunto U( f ;K ,ε) es abierto y,
dado δ > 0 y f ∈ Ω, existe un compacto K de Ω y ε > 0 tal queU( f ;K ,ε)⊆ Bδ( f ).
Luego, todo abierto de C (Ω) es una unión de abiertos de la forma U( f ,K ,ε)
y, en particular, los abiertos de C (Ω) no dependen de nuestra elección deexhaución por compactos de Ω.
De forma más breve, cualquier par de métricas obtenidas como en la
proposición son topológicamente equivalentes.
Demostración. Por comodidad, hagamos la prueba para d y K0: no hay
pérdida de generalidad en hacerlo en este caso.
Tomemos ε > 0, K un compacto de Ω y f ∈ C (Ω), y veamos que el
conjunto U( f ;K ,ε) es abierto. Existe N ∈N tal que K esta contenido en
KN . Sea δ = 2−N mın(ε,1) y tomemos g ∈ Bδ( f ). Entonces en particular
| f − g|N < mın(ε,1) y luego | f − g|KN < ε. Dado que K ⊆ KN , esto prueba
que g ∈U( f ;K ,ε), y luego que este conjunto es abierto.
Recíprocamente, dado δ > 0, podemos tomar N ∈ N de forma que∑n>N 2−n < δ/2. Para esta elección de δ, podemos tomar ε < 1 de forma
que si g ∈U( f ;KN ,ε) entonces
N∑n=1
| f − g|n2−n É | f − g|KN
N∑n=1
2−n É εN∑
n=12−n < δ/2.
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Deducimos que si g ∈ U( f ;K ,ε) entonces ‖ f − g‖Ω < δ, que prueba la
segunda parte de la proposición. La última afirmación de la misma es
ahora inmediata: resulta que todo disco abierto en C (Ω) es una unión de
abiertos de la forma U( f ;K ,ε), y luego que lo mismo es cierto para un
abierto arbitrario de C (Ω). Esto completa la demostración. Î
2. Familias de funciones
I. El teorema de Montel
Fijemos una familia de funciones en O (Ω), esto es, un subconjunto
F de O (Ω). Para cada compacto K de O (Ω) definimos |F |K = sup f ∈F | f |K .
La familia F es localmente acotada si para cada compacto K de Ω
tenemos que |F |K <∞, y es acotada si |F |Ω := sup f ∈F | f |Ω <∞.
Notemos que la primera condición es equivalente a la condición que
para cada punto z ∈Ω exista un disco B centrado en z tal que |F |B <∞.
Toda familia acotada es, evidentemente, localmente acotada, sin embar-
go, la familia de funciones z,2z2,3z3, · · · definida sobre E es localmen-
te acotada y no es acotada. Toda sucesión ( fn)n∈N de funciones en O (Ω)
define una familia asociada fn : n ∈ N, y esto nos permite hablar de
sucesiones localmente acotadas o acotadas.
Le recordamos al lector el siguiente teorema de Cesare Arzelà (1847-
1912) y Giulio Ascoli (1843-1896), que da condiciones suficientes para
que una familia de funciones en C (Ω) sea precompacta.
Teorema 2.1 (de Arzelà–Ascoli). Toda familia F en C (Ω) que es local-mente acotada y localmente uniformemente equicontinua es precompacta.Esto es, toda sucesión en F admite una subsucesiíon convergente.
El siguiente teorema es nuestro primer resultado básico de precom-
pacidad en O (Ω), y es uno de los teoremas de Paul A. A. Montel (1876 –
1975) que estudiaremos.
Teorema 2.2 (de Montel para sucesiones). Toda sucesión localmenteacotada en O (Ω) admite una subsucesión convergente.
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Basamos su demostración en una serie de lemas, el primero de ellos
es un resultado usual de diagonalización para familias de funciones pun-
tualmente acotadas, cuya demostración omitimos.
Lema 2.3. Sea D un subconjunto numerable deΩ. Toda sucesión de fun-ciones puntualmente acotada en Ω admite una subsucesión que convergepuntualmente en D.
Recordemos que F es localmente uniformemente equicontinuasi para cada c ∈Ω y cada ε > 0 existe un disco B 3 c en Ω tal que para
toda f ∈F vale que ω( f ,B) = supz,w∈B | f (z)− f (w)| É ε. Llamamos a este
número la oscilación de f en B.
Lema 2.4. Toda familia localmente acotada en O (Ω) es localmente uni-formemente equicontinua.
Demostración. Sea F una familia localmente acotada en O (Ω), y tome-
mos ε> 0 y un punto c ∈Ω. Por hipótesis, existe un disco B, que podemos
asumir está centrado en c, tal que |F |B <∞. Sea B′ un disco concéntrico
a B con la mitad de su radio 2r, así d(B′,∂B) = r, y tomemos z,w ∈ B′.Por la fórmula de Cauchy, y la estimación estándar, resulta que
| f (z)− f (w)| É |z−w|2π
∣∣∣∣∫∂B
f (ξ)(ξ− z)(ξ−w)
dξ∣∣∣∣É |z−w||F |B 2
r.
Esto implica que si f ∈F y s < r, entonces
ω( f ,Bs(c))É |F |B4sr−1,
y basta que tomemos s =mın(rε(4|F |B)−1, r) para que ω( f ,Bs(c))É ε. Î
Notemos que la familia z+n : n ∈N en O (E) es uniformemente equi-
continua, así a fortiori locamente uniformemente equicontinua, pero no
es localmente acotada.
En este momento podríamos apelar al teorema de Arezelà–Ascoli,
pues probamos que una familia de funciones holomorfas que es local-
mente acotada es también locamente uniformemente equicontinua. Para
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que la exposición sea un poco más autocontenida, y por ser interesante
en si mismo el siguiente lema, preferimos tomar el camino más largo, en
el que daremos una demostración del teorema de Arezelà–Ascoli.
El último lema que necesitamos nos da aún otra una condición equi-
valente a la de la convergencia local uniforme de una sucesión de fun-
ciones. Una sucesión ( fn) en C (Ω) converge continuamente en Ω si
para cada sucesión convergente (zn) en Ω, existe el límite lımn→∞ fn(zn).
Notemos que si tomamos para cada z ∈Ω la sucesión constante con valor
z, deducimos que toda familia que converge continuamente converge, en
particular, puntualmente, y luego queda definida una función f :Ω−→C
por la receta f (z)= lımn→∞ fn(z) para cada z ∈Ω.
De hecho, vale que f (z) = lımn→∞ fn(zn) para toda sucesión (zn)n∈Nen Ω que tienda a z, como el lector puede verificar construyendo de cual-
quier par de tales sucesiones una sucesión que también converge a z y
tiene a las dos primeras como subsucesiones.
Lema 2.5. Una sucesión de funciones sobre Ω converge continuamenteen Ω si y solamente si converge a una función en C (Ω).
Demostración. Sea ( fn)n∈N una sucesión de funciones sobre Ω y supon-
gamos, primero, que converge compactamente a una f ∈ C (Ω). Dada
una sucesión (zn) en Ω que converge a z ∈ Ω, formemos el compacto
L = z, z1, z2, . . .. Como fn converge de forma local uniforme a f , exis-
te lım | f − fn|L = 0, y luego, en particular, lımn→∞ f (zn)− fn(zn)= 0. Como
f es continua, también es cierto que lımn→∞ f (z)− f (zn) = 0 y, juntan-
do estas dos afirmaciones, deducimos que fn(zn) converge a f (z), como
queríamos probar.
Recíprocamente, supongamos que ( fn)n∈N converge continuamente
en Ω. Ya vimos que en ese caso existe una función f : Ω −→ C tal que
fn → f puntualmente. Veamos que f es continua y que ( fn)n∈N converge
a f en C (Ω). Para ver lo primero, supongamos que (zn)n∈N es una suce-
sión enΩ que tiende a z ∈Ω. Dado ε> 0, podemos elegir una subsucesión
( fnk )k∈N de ( fn)n∈N tal que | fnk (zk)− f (zk)| < ε para cada k ∈N, pues para
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cada k fijo, fn(zk)−→ f (zk) cuando n →∞. Podemos ahora estimar
| f (z)− f (zk)| É | f (z)− fnk (zk)|+ | fnk (zk)− f (zk)|.
Como la subsucesión ( fnk )k∈N también converge continuamente a f , de-
ducimos junto con lo anterior que f (zk)→ f (z), que prueba que f es con-
tinua. Finalmente, veamos que ( fn)n∈N converge a f en C (Ω). Si no es el
caso, existe un compacto K de Ω de modo que | fn − f |K no tiende a cero
cuando n →∞, y podemos encontrar un ε> 0 y una sucesión (zn)n∈N en
K , que podemos asumir converge a algún punto z ∈ K , de forma que
| fn(zn)− f (zn)| Ê ε (1)
para todo n ∈N. Sin embargo, como zn → z y como f es continua, resulta
que f (zn) → f (z) y, como ( fn)n∈N tiende a f continamente, es el caso que
fn(zn) → f (z), que implica que lımn→∞ | fn(zn)− f (zn)| = 0, en contradic-
ción con (1). Esto concluye la demostración del lema. Î
Podemos dar ahora la
Demostración del teorema de Montel para sucesiones. Tomemos una su-
cesión ( fn)n∈N en O (Ω) que es localmente acotada. Por el Lema 2.3 existe
una subsucesión ( fnk )k∈N de ( fn)n∈N que converge puntualmente en el
conjunto numerable y denso A de puntos con coordenadas racionales en
Ω. Para alivianar la notacion, notemos gk = fnk para cada k ∈ N. Vea-
mos que la sucesión (gk)k∈N converge en C (Ω). Para esto basta, por el
Lema 2.5, probar que converge continuamente en Ω.
Tomemos entonces una sucesión (zk)k∈N en Ω que converge a z ∈Ω, y
veamos que (gk(zk))k∈N converge. Como (gk)k∈N es localmente acotada, el
Lema 2.4 prueba que es localmente uniformemente equicontinua: dado
ε> 0 y este z ∈Ω, existe un disco B con centro z tal que Var(gk,B)É ε pa-
ra todo k ∈N. Podemos tomar ahora un a ∈ A∩B, pues A es denso enΩ, y
un N ∈N tal que si k Ê N, entonces zk ∈ B, pues zk → z ∈ B. Como además
(gn(a)) converge, podemos asumir que N es tal que |gn(a)− gm(a)| É ε si
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m,n Ê N. En esta situación, resulta que |gn(zn)− gm(zm)| es a lo sumo
|gn(zn)− gn(a)|+ |gn(a)− gm(a)|+ |gm(a)− gm(zm)| É 3ε
que prueba que (gk(zk))k∈N converge, y completa la demostración del teo-
rema. Î
Diremos que una familia F en C (Ω) es normal si toda sucesión de F
admite una subsucesión convergente, es decir, si F es (secuencialmente)
precompacta en C (Ω). Así, tenemos ya demostrada una implicación del
siguiente
Teorema 2.6 (de Montel para familias). Una familia en O (Ω) es normalsi y solamente si es localmente acotada.
Demostración. Sea F una familia en O (Ω), y supongamos primero que
es localmente acotada. Ciertamente toda sucesión de F tiene esta pro-
piedad, y luego por el teorema de Montel para sucesiones, admite una
subsucesión convergente en C (Ω), que ya sabemos tiene su límite en
O (Ω). Recíprocamente, supongamos que F no es localmente acotada. Po-
demos encontrar entonces una sucesión de puntos (zn)n∈N en un disco Bde Ω y una sucesión ( fn)n∈N en F tal que para todo n ∈N sea | fn(zn)| Ê n.
Podemos asumir, además, que zn converge a algún punto z ∈ B. Resulta
entonces que ninguna subsucesión de ( fn)n∈N puede converger en C (Ω),
pues en particular esto implicaría que alguna subsucesión de ( fn(zn))n∈Nconverge, y esto es imposible. Î
Veamos ahora que relación hay entre las familias normales y la fa-
milia de derivadas de sus elementos. Dada una familia F , notamos por
F ′ a esta segunda familia.
Teorema 2.7. Sea F una familia normal en O (Ω). Entonces la familiaF ′ también es normal. Por otro lado, si la familia F ′ es normal y siF está acotada en al menos un punto de Ω, entonces F es localmenteacotada, y luego normal.
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Demostración. Supongamos primero que F es normal o, equivalente-
mente, que es localmente acotada, y veamos que F también es local-
mente acotada. Por las estimaciones de Cauchy sobre compactos, para
cada disco cerrado B contenido en Ω existe un disco abierto B′ ⊇ B conte-
nido en Ω y una constante absoluta M que depende solo de Ω, B′ y B, tal
que | f ′|B É M| f |B′ para cada f ∈ O (Ω), y luego en particular para cada
f ∈ F . Evidentemente, esto implica que F ′ es localmente acotada si F
lo es.
Recíprocamente, supongamos que F ′ es localmente acotada, y que
c ∈Ω es un punto donde F está acotada, es decir, tal que sup f ∈F | f (c)| =:
|F |c <∞. Fijemos un z ∈Ω y tomemos un disco B 3 z contenido en Ω y
un camino poligonal γz en Ω de z a c. Para cada w ∈ B, sea γw el camino
de w a c que se obtiene concatenando [z,w] y γz. De la igualdad
f (w)= f (c)+∫γw
f ′(ξ)dξ
y la estimación estándar deducimos que para cada w ∈ B y cada f ∈F ,
| f (w)| É |F |c +|F ′|K L(γw),
donde K es el compacto B∪γz. Como L(γw)É L(γz)+r donde r es el radio
de B, deducimos que |F |B <∞, como queríamos. Î
La hipótesis de que F esté acotada en al menos un punto es necesa-
ria: la familia de funciones constantes n : n ∈N en O (C) no es localmente
acotada, sin embargo lo es, trivialmente, su familia de derivadas.
Los siguientes son ejemplos de familias normales; el lector debe pro-
bar que este es el caso para cada uno de ellos. ¿Cuáles de ellas son cerra-
das, y luego compactas?
(1) z ∈ E 7−→ zn ∈C : n ∈N,
(2) z ∈C 7−→ n−1z ∈C : n ∈N,
(3) f ∈O (Ω) : | f | É M donde M > 0 es una constante fija,
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(4) f ∈O (Ω) :ℜ( f )> 0,
(5) z ∈ E 7−→ η z−aaz−1 ∈ E : a ∈ E,η ∈ ∂E, la familia de automorfismos de E,
(6) f ∈O (E) : | f (n)(0)| É Mn! para todo n ∈N donde M > 0 es una cons-
tante fija.
II. Otros teoremas clásicos
El siguiente criterio es útil para probar que una sucesión de funcio-
nes en O (Ω) converge a otra.
Teorema 2.8 (Criterio de convergencia de Montel). Sea ( fn)n∈N una su-cesión localmente acotada en O (Ω). Si existe f ∈ O (Ω) tal que toda sub-sucesión de ( fn)n∈N que converge en C (Ω) converge a f , entonces ( fn)n∈Nconverge a f .
Demostración. Supongamos que no. Existe entonces un compacto K en
Ω, un ε> 0 y una subsucesión ( fnk )k∈N de ( fn)n∈N tal que, para todo k ∈N,
vale que | f − fnk | Ê ε. Esta subsucesión también es localmente acotada, y
luego admite una subsucesión convergente que, por hipótesis, debe con-
verger a f en C (Ω), que contradice que | f − fnk | Ê ε para todo k ∈N. Î
Veamos como usarlo para demostrar el próximo teorema que proba-
ron independientemente Giuseppe Vitali (1875–1932) en [5] y M. B. Por-
ter en [2].
Teorema 2.9. Sea ( fn)n∈N una sucesión localmente acotada en O (Ω). Siel conjunto A = z ∈Ω : lımn→∞ fn(z) existe admite un punto de acumu-lación en Ω, entonces ( fn)n∈N converge en O (Ω).
Demostración. Es suficiente que probemos, por el criterio de Montel, que
todas las subsucesiones convergentes de ( fn)n∈N convergen a una misma
función en O (Ω), y esto es inmediato por el teorema de la identidad. Î
Lema 2.10. Sea B un disco con centro c y sea ( fn)n∈N una sucesión aco-tada de funciones holomorfas en B. Son equivalentes
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(1) ( fn)n∈N converge en O (B),
(2) Para todo k ∈N la sucesión de derivadas ( f (k)n (c))n∈N converge.
Demostración. Ya sabemos que si ( fn)n∈N converge en O (B) lo mismo es
cierto para las sucesion de sus derivadas, así (1) =⇒ (2). Para ver que
(2) =⇒ (1), notamos primero que podemos asumir que B es el disco uni-
dad, así c = 0, y que supn∈N | fn| É 1. Para cada n ∈N tenemos un desarro-
llo en serie de Taylor
fn(z)= ∑kÊ0
ankzk,
y por hipótesis, para cada n ∈ N, existe an := lımk→∞ ank. Las desigual-
dades de Cauchy aseguran que supk,n |ank| É 1, así supk |ak| É 1, y luego
f (z)= ∑kÊ0
akzk
define una función holomorfa en E. Afirmamos que ( fn)n∈N converge a
f . En efecto, tomemos 0 < r < 1 y sea ε > 0. Existe N > 0 tal que (1−r)−12rN < ε y, como
lımn→∞
N−1∑k=0
|ank −an|rk = 0,
podemos tomar N ′ de forma que esta suma sea también menor a ε si
n > N ′. Obtenemos entonces que si n > N ′,
| f − fn|Br ÉN−1∑k=0
|ank −an|rk +2rN
1− r< 2ε.
Como todo compacto de E esta en algún disco Br con 0< r < 1, esto prueba
lo que queríamos. Î
Es esencial asumir que la sucesión es acotada en el teorema anterior:
la sucesión en O (E) con término general fn(z) = (nz)n no converge pun-
tualmente en ningún punto de E, sin embargo para cada k ∈N vale que
f (k)n (0)→ 0 cuando n →∞. Estamos en condiciones de probar el siguiente
teorema de Vitali, que enunciamos —como en [4]— en una forma cuya
similaridad al teorema de la identidad es obvia.
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Teorema 2.11 (de Vitali). Sea ( fn)n∈N una sucesión localmente acotadaen O (Ω). Son equivalentes
(1) ( fn)n∈N converge en O (Ω).
(2) Existe un punto c ∈Ω tal que para todo k ∈N la sucesión de deriva-das ( f (k)
n (c))n∈N converge.
(3) El conjunto A = z ∈ Ω : lımn→∞ fn(z) existe admite un punto deacumulación en Ω.
Demostración. Ya observamos que (1) =⇒ (2). Por otro lado, (2) =⇒ (3),
pues si tomamos un disco B contenido en Ω en torno c donde ( fn)n∈Nes acotada, el Lema 2.10 prueba que B ⊆ A. Finalmente, ya vimos que
(3) =⇒ (1) en el Teorema 2.9. Î
Vale notar que los teoremas de Montel y de Vitali son equivalentes:
ya vimos que el de Montel implica el de Vitali. Recíprocamente, vimos
que toda sucesión de funciones holomorfas localmente acotada en Ω con-
verge puntualmente sobre un conjunto denso de Ω. El teorema de Vitali
asegura entonces que esta sucesión converge en O (Ω) (y podemos dar
una demostración del teorema de Vitali que no use el teorema de Mon-
tel!).
Teorema 2.12 (de Hurwitz). Sea ( fn)n∈N una sucesión convergente enO (Ω) a una función f :Ω −→ C no constante. Si f (c) = 0 para un c ∈Ω,entonces existe un disco B en Ω centrado en c y un índice N ∈ N tal quepara todo n ∈ NÊN , el número de ceros de f en B es igual al número deceros de fn en B.
Demostración. Existe un disco B′ en Ω centrado en c tal que f no se
anula en B′à c pues f no es constante. Sea B ( B′ un disco con centro
c y sea m∗ > 0 tal que | f | Ê m∗ sobre ∂B. Existe N tal que si n ∈ NÊN
entonces
| f − fn|∂B < m∗ < | f |∂B
15
en virtud de la convergencia local uniforme de ( fn)n∈N a f . El teorema de
Rouché asegura ahora que si n ∈ NÊN entonces fn y f tienen el mismo
número de ceros en el interior de B. Î
Corolario 2.13. El límite de una sucesión de funciones nunca nulas enO (Ω) es o bien una función idénticamente nula o bien nunca nula.
Demostración. Supongamos que f no es idénticamente nula y es el lí-
mite de ( fn)n∈N en O (Ω). Si f es constante, no hay nada que probar, así
podemos asumir que f no es constante. En este caso, el teorema de Hur-
witz asegura que si f tiene un cero en algún c ∈ Ω, lo mismo es cierto
para casi todas las funciones en ( fn)n∈N, que es imposible. Î
Corolario 2.14. El límite de una sucesión de funciones inyectivas (resp.localmente biholomorfas) en O (Ω) es o bien constante o bien una funcióninyectiva (resp. localmente biholomorfa).
Demostración. Supongamos primero que ( fn)n∈N es una sucesión de fun-
ciones inyectivas que converge a una función f no constante, y tomemos
un punto c ∈Ω. Entonces las funciones de la sucesión ( fn − fn(c))n∈N son
nunca nulas en Ωà c y esa sucesión converge a f − f (c), que no es nunca
nula pues f no es constante. Por el corolario anterior, f − f (c) es nunca
nula en Ωà c. Dado que tomamos c ∈Ω un punto arbitrario, esto prueba
que f es también inyectiva.
Supongamos ahora que ( fn)n∈N es una sucesión de funciones local-
mente biholomorfas que converge, como antes, a una función no cons-
tante f . En este caso la sucesión de derivadas ( f ′n)n∈N converge a f ′, y
cada uno de sus términos es nunca nulo por ser fn localmente biholo-
morfa para cada n ∈N. Como f no es constante, f ′ no es idénticamente
nula, y luego el corolario anterior asegura que f ′ es, de hecho, nunca
nula, así f es localmente biholomorfa, como queríamos probar. Î
Teorema 2.15 (de inyección de Hurwitz). Sea ( fn)n∈N una sucesión defunciones en O (Ω) que converge a una función no constante f , y supon-gamos que existe Ω′ ⊆ C tal que para todo n ∈ N, fn(Ω) ⊆ Ω′. Entoncesf (Ω)⊆Ω′.
16
Demostración. Tomemos c ∉ Ω′. Por hipótesis las funciones de la suce-
sión ( fn − c)n∈N son nunca nulas en Ω. Como f − c no es idénticamente
nula, pues f no es constante, deducimos que es nunca nula, asi resulta
que c ∉ f (Ω). Dado que elejimos a c ∉Ω′ de forma arbitraria, esto prueba
que f (Ω)⊆Ω′, que es lo que queríamos. Î
3. Una aplicación del teorema de Vitali
Usaremos ahora el teorema de Vitali para probar un resultado gene-
ral sobre intercambio de integración y diferenciación.
Proposición 3.1 (Intercambio de integración y diferenciación). Sea Ωuna región en C, γ un lazo en Ω, y f : γ×Ω−→C una función localmenteacotada. Supongamos, además, que para cada ξ ∈ γ la función tal quez ∈Ω 7−→ f (ξ, z) ∈ C es holomorfa y que las integrales
∫γ f (ξ, z)dξ existen
para cada z ∈Ω. Entonces:
la función F :Ω−→C tal que F(z)=∫γ
f (ξ, z)dξ es holomorfa en Ω,
para cada z ∈Ω existe la integral∫γ
∂ f∂z
(ξ, z)dξ y,
para cada z ∈Ω, es F ′(z)=∫γ
∂ f∂z
(ξ, z)dξ.
Demostración. Tomemos un disco compacto B tal que | f |γ×B <∞. Defi-
namos g : [0,1]×Ω −→ C tal que g(t, z) = f (γ(t), z)γ′(t), y formemos una
sucesión (gn)n∈N de sumas de Riemann
gn(z)=∑g(tn,k, z)∆sk,n
para∫γ f (z,ξ)dξ. Cada función de la sucesión (gn)n∈N, que tiende pun-
tualmente a F, es holomorfa por hipótesis. Además, para cada n ∈ Ntenemos que |gn|B É | f |γ×B|γ′|I . Así (gn)n∈N es localmente acotada y por
el teorema de Vitali converge uniformemente a F en B. Esto prueba que
F es holomorfa. Además, la sucesión de derivadas (g′n)n∈N consiste de
17
sumas de Riemann para∫γ∂ f∂z (z,ξ)dξ, y sabemos que converge unifor-
memente sobre B a F ′ por las estimaciones de Cauchy. Esto concluye la
demostración de esta proposición. Î
I. La función Gamma de Euler
Del análisis elemental tenemos una función Γ : (0,∞)−→R tal que
Γ(s)=∫ ∞
0us−1e−u du,
para cada s > 0. Además, vale que Γ(1)= 1 y que sΓ(s)=Γ(s+1) para cada
s > 0. En particular, Γ(n+1) = n! para cada n ∈N0. El siguiente teorema
debido a los matemáticos daneses Harald Bohr and Johannes Mollerup,
que no probaremos, caracteriza a esta función:
Teorema 3.2 (de Bohr–Mollerup). La función Γ : (0,∞)−→R queda uní-vocamene determinada por las condiciones:
Γ(1)= 1,
sΓ(s)=Γ(s+1) si s > 0 y,
logΓ es convexa.
Veamos como aplicar la Proposición 3.1 para extender la función Γ
a una función holomorfa en el semiplano H+ = z ∈ C : ℜz > 0, que a
su vez extenderemos a una función meromorfa en C con polos simples
exactamente en los enteros no positivos.
Teorema 3.3. Para cada z ∈H+ la integral impropia
Γ(z)=∫ ∞
0uz−1e−u du,
existe y la función Γ : H+ −→ C así definida es holomorfa. Además, paracada z ∈H+, vale que Γ(z+1)= zΓ(z) y que
Γ′(z)=∫ ∞
0uz−1e−u logu du.
18
Demostración. Por la Proposición 3.1, si tomamos s, t ∈ (0,∞), la función
fs,t(z)=∫ t
suz−1e−u]du,
es holomorfa en todo C. Además, la familia de funciones
fs,t : 0< s < t <∞
es localmente acotada en H+: en cada franja F = z ∈ C : 0 < a Éℜz É b,
una estimación estándar asegura que
| fs,t|F É∫ 1
0ua−1e−u du+
∫ ∞
1ub−1e−u du.
Como para cualquier par de sucesiones (εn)n∈N, (Rn)n∈N en (0,∞) que
convergen a 0 e ∞ respectivamente, la sucesión ( fεn,Rn)n∈N converge pun-
tualmente sobre (0,∞) a Γ, el teorema de Vitali asegura que esta suce-
sión converge en O (H+) a Γ. Esto prueba, por un lado, que Γ es holomorfa
y, por otro, que la derivada Γ′ puede calcularse como lo afirma el enun-
ciado: podemos aplicar la Proposición 3.1 a cada elemento de la sucesión
( fεn,Rn)n∈N. La validez de la ecuación zΓ(z) = Γ(z+1) para z ∈ H+ se de-
duce de su validez en (0,∞) y el teorema de la identidad. Î
Corolario 3.4. Para cada n ∈N0, la función
Γn : z ∈ z ∈C :ℜz >−n 7−→ Γ(z+n)z(z+1) · · · (z+n−1)
∈C
es meromorfa con polos simples en los enteros 0,−1, . . . ,−n+1, y coincidecon la función Γ en H+. Así, existe una función meromorfa Γ :C−→C conPΓ =ZÉ0 tal que
Γ(1)= 1,
Γ(z)= ∫ ∞0 uz−1e−u du si z ∈H+ y
zΓ(z)=Γ(z+1) para todo z ∉ZÉ0.
19
Demostración. Sea n ∈N. Como Γ(z) está definida para ℜz > 0, la función
del enunciado está definida para ℜz > −n, y la ecuación funcional de Γ
prueba que coincide con Γ(z) si ℜz > 0. Esta función es meromorfa y tiene
polos simples en los enteros 0,−1, . . . ,−n+1, pues Γ no se anula sobre N,
y estos son todos ellos, pues Γ es holomorfa en H+. Finalmente, del teo-
rema de la identidad deducimos que tenemos bien definida una función
meromorfa Γ :C−→C con PΓ =ZÉ0 con las propiedades deseadas. Î
II. Fórmula de reflexión
Para continuar el estudio de la función Γ, consideramos otra función
especial, la función Beta. Definimos B : (0,∞)2 −→R tal que
B(s, t)=∫ 1
0us−1(1−u)t−1 du.
Un argumento completamente análogo al que hicimos para la función
Γ prueba la primera parte del siguiente resultado.
Proposición 3.5. La función B :H+×H+ −→C tal que
B(z,w)=∫ 1
0uz−1(1−u)w−1 du
para z,w ∈H+ es holomorfa. Además, vale que
Γ(z+w)B(z,w)=Γ(z)Γ(w)
para cada z,w ∈H+.
Demostración. Como dijimos, la primera parte se deduce de un argu-
mento análogo al que ya hicimos. Para ver la segunda parte, veamos que
20
la igualdad vale para s, t ∈ (0,∞). En este caso,
Γ(s)Γ(t)=∫ ∞
0
∫ ∞
0us−1vt−1e−u−vdvdu
=∫ ∞
0
∫ 1
0ut+s−1vs−1(1−v)t−1e−udvdu
=Γ(s+ t)B(s, t),
donde en el segundo paso usamos el cambio de coordenadas
(u,v) ∈ (0,∞)× (0,1) 7−→ T(u,v)= (uv,u(1−v)).
Esto prueba la ecuación deseada en el caso real, y usando el teorema de
la identidad deducimos que vale para cada z,w ∈H+. Î
Usando esto podemos probar la siguiente fórmula de reflexión.
Teorema 3.6 (Fórmula de reflexión). Para todo z ∈CàZ, vale que
Γ(z)Γ(1− z)= π
sinπz
Demostración. Por el teorema de la identidad, basta con que lo probemos
si s ∈ (0,1). En tal caso 1− s ∈ (0,1) y por la Proposición 3.5, tenemos que
Γ(s)Γ(1− s)= B(s,1− s)=∫ 1
0
( u1−u
)s duu
.
El cambio de variablesu
1−u= ev transforma a esta integral en
∫ ∞
−∞evs
1+ ev dv.
Veamos que tiene el valor buscado usando el Teorema de los Residuos. La
función meromorfa f (z) = esz
1+ ez tiene un polo simple en πi con residuo
−eπis. Dado R > 0, consideremos un rectángulo con base en [−R,R] y
21
altura 2πi, como en la figura.
−R R
2πi
Como ez tiene a 2πi como período, la contribución de la base y el lado
opuesto a la integral de f sobre el rectángulo es
(1− e2πis
)∫ R
−R
evs
1+ ev dv.
Por otro lado, las integrales sobre los dos lado restantes tienden a cero
cuando R → ∞ por una simple estimación y el hecho que 0 < s < 1. Lo
anterior junto con el Teorema de los Residuos ahora asegura que
∫ ∞
−∞evs
1+ ev dv =− 2πieiπs
1− e2πis = π
sinπs,
que es lo que queríamos probar. Î
Podemos también calcular los residuos de Γ en sus polos, y usando la
formula de reflexión, probar que no tiene ceros.
Proposición 3.7. La función Γ es nunca nula y, para cada n ∈ N0, esRes(Γ,−n)= (−1)n
n! .
Demostración. La fórmula de reflexión prueba que Γ es nunca nula: sa-
bemos que en los enteros positivos es no nula, y que en los enteros res-
tantes tiene polos, así que basta ver que no se anula en los puntos res-
tantes. Pero si z no es entero, entonces π/sinπz 6= 0, y luego Γ(z) 6= 0 por
la fórmula de reflexión. Para probar la afirmación sobre los residuos en
22
los polos, tomemos n ∈N0. Calculamos
lımz→−n
(z+n)Γ(z)= lımz→−n
(z+n)Γ(z+n+1)
z(z+1) · · · (z+n)
= lımz→−n
Γ(z+n+1)z(z+1) · · · (z+n−1)
= Γ(1)(−n)(−n+1) · · · (−1)
= (−1)n
n!,
como queríamos. Î
4. El teorema de Riemann
El objetivo de esta sección es probar el siguiente teorema de Rie-
mann.
Teorema 4.1 (de la aplicación conforme de Riemann). Todo abierto sim-plemente conexo de C distinto de C es biholomorfo al disco unidad.
Dado que toda función biholomorfa es un homeomorfismo, siΩ⊆C es
abierto y biholomorfo a E, entonces Ω tiene que ser también simplemen-
te conexo, así esta condición es necesaria. Por el teorema de Liouville,
no existen funciones holomorfas no constantes C −→ E, así también es
necesario que Ω no sea todo C: una de las características notables del
resultado de Riemann es que prueba que estas dos condiciones son tam-
bién suficientes.
Dado que toda función holomorfa sobre un conjunto simplemente co-
nexo admite primitivas, obtenemos en particular que
Lema 4.2. Toda función holomorfa nunca nula sobre un abierto simple-mente conexo admite una raíz cuadrada holomorfa.
Demostración. Sea Ω un abierto simplemente conexo, y sea f :Ω −→ C
holomorfa y nunca nula. Entonces g = f ′/ f es holomorfa y nunca nula, y
podemos elegir G :Ω−→C una primitiva de g tal que expG = f , es decir,
23
tal que G es un logaritmo de f . La función exp(G/2) nos da entonces una
raíz cuadrada holomorfa de f , como queríamos. Î
Digamos que un abierto Ω de C que contiene al origen y cumple lo
anterior es un Q-dominio. La hipótesis que 0 ∈ Ω no es restrictiva, ya
que si Ω es una región con la propiedad anterior y c ∈Ω, una traslación
por c da otra región con la misma propiedad, biholomorfa a Ω y que
contiene al origen. Probaremos, de hecho, que
Teorema 4.3. Todo Q-dominio de C distinto de C es biholomorfo al discounidad.
En particular, todo Q-dominio es simplemente conexo: es interesante
que notemos que una condición algebraica sobre el álgebra de funciones
O (Ω), a saber, que toda unidad admita una raíz cuadrada, nos da un
resultado puramente geométrico sobre Ω.
I. Existencia
De ahora en adelante, fijamos un Q-dominio Ω que no es C. Notamos
por tc para c ∈ E al automorfismo involutivo de E tal que tc(z) = z−ccz−1
para cada z ∈ E. Nuestro ahora objetivo será probar que existen funciones
biholomorfas Ω−→ E. Veamos primero que
Lema 4.4. Existe una función holomorfa e inyectiva f :Ω −→ E tal quef (0)= 0.
Demostración. Tomemos a ∉Ω, y sea g(z)= z−a. Como g es nunca nula
en Ω, admite una raíz, esto es, existe v ∈ O (Ω) tal que v2(z) = z−a para
cada z ∈Ω. En particular, v es inyectiva y, además, (−v)(Ω)∩ v(Ω) =∅.
En efecto, si existieran c, c′ ∈Ω tal que v(c) =−v(c′) resultaría, al elevar
al cuadrado, que c−a = c′−a, esto es, que c = c′. Pero entonces v(c) = 0,
que es imposible.
Como el conjunto (−v)(Ω) es abierto y no vacío, existe un disco B tal
que v(Ω) está contenido en CàB, digamos que B = B(w, r). La función
g(z)= r2
(1
z− c− 1
v(0)− c
)24
es holomorfa y lleva CàB a E de forma inyectiva. La función buscada es
entonces f = g v. Î
Resulta ahora que la familia de funciones
F (Ω)= f :Ω−→ E : f holomorfa, inyectiva con f (0)= 0
es no vacía. La función biholomorfa Ω −→ E deseada puede obtenerse
resolviendo un problema extremal sobre F (Ω):
Proposición 4.5. Si w ∈ Ω no es el origen, toda función en F (Ω) quemaximiza el funcional
|evw| :F (Ω)−→R
f 7−→ | f (w)|
es sobreyectiva y luego biholomorfa.
Daremos la demostración en varios pasos. Por el momento, veamos
la utilidad que tienen el teorema de Montel y los teoremas de Hurwitz
que obtuvimos en las secciones anteriores en nuestro contexto.
Lema 4.6. La familia F (Ω) es localmente acotada, de hecho, es acotada.Además, es cerrada, y luego F (Ω) es compacto. Así, existen funciones enh ∈F (Ω) que resuelven el problema extremal de la Proposición 4.5.
Demostración. Dado que toda función de F (Ω) toma valores en E, esta
familia es evidentemente acotada. El teorema de Montel asegura enton-
ces que F (Ω) tiene clausura compacta en O (Ω). Por otro lado, el Teore-
ma 2.15 y el Corolario 2.14 prueban que la familia F (Ω) es cerrada. Î
Tomemos ahora un Q-dominio Ω′ ⊆ E. Una función f ∈ F (Ω′) se dice
una expansión si para todo z ∈ Ω′ distinto de 0, vale que | f (z)| > |z|.Construiremos expansiones propias usando el siguiente lema.
Lema 4.7. Sea s : z ∈ E 7−→ z2 ∈ E y sea c ∈ E. Entonces ψc = tc2 s tc esuna contracción, esto es, cumple que ψc(0)= 0 y que |ψc(z)| < |z| si z ∈ E yz 6= 0.
25
Demostración. Como s no es un automorfismo de E, ψc en particular no
es una rotación, así podemos concluir lo que queremos por el Lema de
Schwarz. ÎLema 4.8. Sea c ∈ E tal que c2 ∉Ω′ y sea v ∈O (Ω) la raíz cuadrada de larestricción tc2 |Ω′ con v(0)= c. Entonces
κ= tc v :Ω′ −→ E es una expansión.
ψc κ= idΩ′ .
Demostración. Como tc2 no se anula en Ω y tc2(0) = c2, v existe y está
bien definida, y como v(Ω)⊆ E, también lo está κ, que cumple que κ(Ω)⊆E y κ(0)= 0. Como tc tc = idE y como sv = tc2 , tenemos que
ψc κ= tc2 s tc tc v
= tc2 sv
= tc2 tc2
= idΩ
que prueba que κ es inyectiva. Además, como ψc es una contracción, si
z 6= 0 tenemos que
|z| = |ψc(κ(z))| < |κ(z)|,
que prueba que κ es una expansión. Î
Podemos dar ahora la
Demostración de la Proposición 4.5. Ya sabemos que existe una función
f ∈ F (Ω) que maximiza a |evw|, es decir, que cumple que | f (w)| Ê |g(w)|para toda otra g ∈F (Ω). Supongamos que f (Ω) =Ω′ no es todo E. Como
f es inyectiva, Ω y Ω′ son biholomorfos, así Ω′ también es un Q-dominio.
Como Ω′ 6= E, podemos tomar c ∈ E tal que c2 ∉Ω′, y el Lema 4.8 prueba
que existe una expansión inyectiva κ : Ω′ −→ E. Así h = κ f ∈ F (Ω), y
como f (0) = 0 y f es inyectiva, resulta que f (w) 6= 0. Todo esto implica
que
|h(w)| = |κ( f (w))| > | f (w)|,
26
y contradice el hecho que f maximiza a |evw|. Deber ser el caso, entonces,
que f es sobreyectiva. Î
Queda demostrado así el Teorema 4.3.
II. Unicidad
El siguiente teorema extiende el Teorema 4.3 para incluir un resul-
tado de unicidad. Recordemos que Ω es una Q-región que no es todo C.
Teorema 4.9. Para cada c ∈ Ω existe una única función biholomorfaf :Ω−→ E tal que f (c)= 0 y f ′(c)> 0.
Demostración. Sea g otra función biholomorfa g :Ω−→ E tal que g(c)= 0
y g′(c) > 0, y consideremos la función biholomorfa h = f g−1 : E −→ E.
Como h(0) = 0, el Lema de Schwarz asegura que h es una rotación por
algún λ ∈ ∂E, y en este caso h′(0) = f ′(c)/g′(c) = λ> 0, así λ= 1 y h es la
identidad, esto es f = g.
Basta entonces ver que existe una función biholomorfa f :Ω−→ E tal
que f (c) = 0 y f ′(c) > 0. Podemos asumir que c = 0 ∈Ω, y en ese caso ya
sabemos que existe una tal h al menos con h(0) = 0. Si h′(0) = |h′(0)|eiθ
entonces f = e−iθh :Ω −→ E es biholomorfa y cumple que f (0) = 0 y que
f ′(0)= e−iθh′(0)= |h′(0)| > 0. Î
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Referencias[1] John B. Conway, Functions of one complex variable, 2nd ed., Graduate Texts in
Mathematics, vol. 11, Springer-Verlag, New York-Berlin, 1978. MR503901
[2] M. B. Porter, Concerning series of analytic functions, Ann. of Math. (2) 6 (1905),no. 4, 190–192, DOI 10.2307/2007247. MR1503557
[3] Reinhold Remmert, Theory of complex functions, Graduate Texts in Mathematics,vol. 122, Springer-Verlag, New York, 1991. Translated from the second Germanedition by Robert B. Burckel; Readings in Mathematics. MR1084167
[4] , Classical topics in complex function theory, Graduate Texts in Mathema-tics, vol. 172, Springer-Verlag, New York, 1998. Translated from the German byLeslie Kay. MR1483074
[5] G. Vitali, Sulle serie di funzioni analitiche, Rend. Ist. Lombardo 2 (1903), 771–774.
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