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El escudo del impero español, la espada y la cruz, y los misioneros, fotomontaje por José Luis Orellana Durán
2
INDICE
Introducción 3 pág.
I PARTE: ANTECEDENTES 5 pág.
1. El espíritu cristiano en los siglos XV y XVI 5 pág.
1.1. Los Reyes Católicos y el creyente español 7 pág.
1.1.a. La idea de la elección de Dios 8 pág.
1.1.b. El español, un creyente diferente. 9 pág.
II PARTE: HACIA EL NUEVO MUNDO 11 pág.
2. De Colón a Cortes 11 pág.
2.1. Cortés y su empresa 12 pág.
2.1.a. El evangelio de Cortés 14 pág.
III PARTE: LOS COMIENZOS DE LA MISIÓN 21 pág.
3. Contraste de la misión católica y protestante en el siglo XVI 21 pág.
3.1. Los primeros misioneros en la Nueva España 21 pág.
3.2. Los “doce apóstoles” de México 24 pág.
3.2.a. Su tarea 25 pág.
3.2.b. Sus victorias y conflictos 27 pág.
Conclusión 28 pág.
Bibliografía 29 pág.
3
Introducción
El virreinato de Nueva España (México) estaba recién fundado. Cortés
había vencido al imperio Mexica, y tenía bajo su control todo un inmenso
territorio. La espada y el peculiar sentido del cristianismo que tenía Cortés y los
suyos, habían despejado el terreno para que llegase la institución eclesiástica
romana. En mayo de 1524, desembarcan en Veracruz, un grupo de doce
misioneros franciscanos, hoy conocidos como los doce apóstoles. Su objetivo:
convertir al cristianismo a la población indígena. El grupo estaba compuesto por:
Fray Martín de Valencia, Francisco de Soto, Martín de Jesús, Juan Juárez,
Antonio de Ciudad Rodrigo, Toribio de Benavente, García de Cisneros, Luis de
Fuensalida, Juan de Ribas, Francisco Jiménez, Andrés de Córdoba y Juan de
Palos.
Pero, mucho antes de que estos misioneros llegaran a tierras mexicanas,
el evangelio había llegado de alguna forma a México. Aunque no podemos decir
que fue un evangelio sano y digno, la Cruz, la persona de Jesús, la Virgen, y
otros símbolos religiosos, ya habían sido, de una manera u otra presentados al
pueblo indígena.
Para poder comprender el presente “religioso” con el que se encontró
estos doce franciscanos, deberíamos viajar en el tiempo mucho más atrás de su
llegada, incluso, mucho antes del descubrimiento de América, para poder
entender qué evangelio fue el que llevaron los misioneros, y, claro está, antes
que ellos, el propio Cortés a México.
En este trabajo presentaré tres etapas anteriores al envío de los primeros
misioneros a México. En la primera, intentaré dar luz al sentimiento y vida
religiosa que se vivía en el viejo continente antes del descubrimiento de América.
Este primer apartado, nos dará luz para comprender como se entendía el
cristianismo y el evangelio en aquella época. En el segundo bloque, nos
adentraremos en la peculiar cosmovisión que del cristianismo tenía los Reyes
Católicos y los españoles en aquella época. Solo decir, que la nación ibérica,
junto con sus reyes, se creyeron portadores y elegidos únicos por Dios para
anunciar el evangelio de Cristo. Esta manera de pensar desarrollará en las
4
acciones de los conquistadores empresas muy peculiares, como, por ejemplo,
llevar el evangelio por la fuerza y el asesinato, siendo absueltos de todos los
pecados que cometían por el propio clero. Hay veremos cómo fue el primer
encuentro del cristianismo con el pueblo indígena, que más tarde fueron, gracias
a Dios, “salvados” por algunos hombres que creían realmente en una verdadera
espiritualidad y una forma diferente de mostrar las buenas nuevas. La tercera
parte desarrollará los comienzos de la misión en México propiamente dicha.
Trataremos con los primerísimos misioneros que llegaron a la Nueva España, y
como, con la llegada de los franciscanos, la tarea misional comienza a tomar
forma y estrategia.
5
I PARTE: ANTECEDENTES
1. El espíritu cristiano en los siglos XV y XVI.
En el siglo XV, la Edad Media daba sus últimos coletazos, pero no sin
antes, haber dejado en la sociedad y en la Iglesia un período muy peculiar. Esa
época fue el mundo de los nobles, de los campesinos, vasallos, feudos,
monarquías debilitadas, monarquías que resurgían, de los castillos, de los
misterios, de los personajes espirituales, de leyendas, etc., en fin, un período
fascinante para la historia de la humanidad.
En ese período la Iglesia tuvo un papel dominante, e influyó en todos los
aspectos de la vida, tomando el mayor ciclo de poder económico y político, nunca
más visto; pero también vio su decadencia interna.
La Edad Media había visto caer al imperio romano de occidente en el año
476 d.C. así comenzó, con incertidumbre. Con el emperador Carlomagno, los
obispos empezaron a desempeñar funciones administrativas reales, recaudando
impuestos, participando en misiones diplomáticas, y actuando como jueces.
Durante todo el período carolingio, el rey o emperador nombraba obispos,
proveyéndoles de tierras y castillos, junto con sus iglesias, tanto en Inglaterra
como en Francia, España o en el mismo Imperio1. Así, la Iglesia empezó a tomar
mucho poder e influencia, estando muy bien organizada y jerarquizada,
poseyendo grandes territorios que la gente le regalaba. Poco a poco, la influencia
del obispo romano, ahora llamado papa, fue creciendo hasta convertirse casi en
un ser que estaba por encima de reyes y de reinos. Su poder era casi infinito,
pero también su corrupción, desenfreno, su alto analfabetismo en cuestiones
teológicas, y, lo peor de todo, el menosprecio por el prójimo.
El Ideal de la Iglesia por aquellos tiempos fue el ideal imperial de
expansión. Así, comenzaron las cruzadas que, en el nombre de una supuesta
reconquista para la fe cristiana, invadió casi todo el mediterráneo, obteniendo
para la Iglesia y el imperio aún más riquezas, poder y territorio.
1 CHADWICK, Henry, Atlas Culturales del Mundo. El cristianismo: veinte siglos de la historia. Volumen I. Ediciones Folio, S.A. 1994, p. 46.
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Ahora, el imperio y la Iglesia solo tenían que tener al pueblo bien agarrado,
y la forma era las oleadas de idealismo ferviente. Europa no era irreligiosa, al
contrario, era muy religiosa, y ese fue el punto de inflexión para la Reforma
posterior. La religiosidad había llegado a todos los niveles de la vida de una
forma desorbitada, con repetidas liturgias, oraciones y misas. La Iglesia y el
Imperio debían hacerse presentes en todo.
El fervor medieval impulsó
nuevas formas de devoción, y el
final del siglo XV vio varias nuevas
formas de piedad. Se popularizó el
uso del rosario; en las iglesias. Un
monumento característico era la
Pieta, la Virgen de la Piedad con su
Hijo muerto (la virgen se convertiría
en la verdadera heroína). Se
empezó a colocar en las paredes de las Iglesias las Estaciones del Vía Crucis.
También se promovió la unión de una campanada con la oración a la Virgen,
luego conocida como el Ángelus. Fue una “Contrarreforma” de la Iglesia sin
límites, con tal de frenar su imposibilidad de corregir los defectos del orden
eclesiástico y sus abusos.
Chadwick, define el espíritu religioso de finales del siglo XV y principios
del siglo XVI de esta manera: “La vigorosa y popular devoción a la Virgen fue
acompañada de un notable aumento del culto de los santos y sus reliquias, y de
las peregrinaciones a sus altares. El fervor malamente regulado podía ser
supersticioso y hasta demoníaco. En 1500 se estaban torturando y quemando
más brujas, y persiguiendo más judíos. Pero la superstición no era innovación.
Desde las edades más tenebrosas, los campesinos comían polvo de los
sepulcros de los santos o usaban la hostia consagrada como amuleto o
coleccionaban supuestas reliquias o creían milagros increíbles y nada
edificantes o sustituían al Salvador con la Virgen o un santo patrón. Las
devociones populares, mezcladas con la superstición popular, parecían ser casi
7
incontrolables por los obispos y los teólogos, mientras el fervor de la gente
buscaba el culto emocional”2.
El hombre medieval era totalmente cristiano, pues el imperio hacia lo
mandaba. Tenían una visión del mundo teocéntrica. La Iglesia Católica era la
única Iglesia que estaba en Europa establecida, y por tanto, la única que exigía
lealtad. Pero eran personas incultas, la Iglesia no mostraba el menor interés por
discipularlos, y poco a poco, el cristianismo se convirtió en una religión mística,
litúrgica, lejana y sobrenatural.
Ese era el cuadro del cristiano de finales de la Edad Media y del principio
del Remamiento. Un hombre supersticioso, ferviente, litúrgico, mundano, y
sometido a los poderes de la Iglesia y el Imperio. Dios era un ser lejano,
sobrenatural, que solo esperaba tributos y fe. El paganismo (la no creencia en
Dios) de los musulmanes y de los judíos presentaba un problema, y había que
extirparlo. El creyente de aquella época así lo entendía, y creía que Dios estaba
de su parte para cumplir ese propósito.
La corrupción de la Iglesia y su falta de espiritualidad real, llevó a muchos,
incluso antes que Lutero, a pensar en una reforma eclesiástica. El caldo de
cultivo estaba dispuesto, muchos religiosos estaban preparados para la batalla
contra el ideal Romano, no tardaría mucho tiempo en que la Iglesia romana viera
que desde sus propias entrañas, todo lo que había hecho empezaría a tomar
venganza.
1.1. Los Reyes Católico y el creyente español
Los Reyes Católicos se habían propuesto reconquistar para la corona y el
cristianismo todas las tierras Ibéricas. Su labor no fue fácil, pero con la rápida
suma de sus victorias, siguiendo el patrón espiritual de su tiempo, ellos se
sintieron convencidos de que Dios estaba con su causa, y que Él los había
elegido de entre todos los reinos para devolver al cristianismo partes del antiguo
2 CHADWINCK, Owen, La Reforma. 1972, Londres, Inglaterra. Penguin Books Ltd, p. 8
8
continente de manos de los moros. Esta concepción, y el ideal espiritual peculiar
de la España Medieval, formaron al creyente español.
1.1.a. La idea de la elección de Dios
Con la Conquista de
Granada en 1492, los reyes
católicos se convencieron por
completo de que Dios estaba con
ellos para pelear contra el
paganismo, así que se
dispusieron a expulsar a todos
los judíos y moros de los reinos
cristianos, como ofrenda a Dios
por haberles socorrido. La Iglesia romana se nacionalizó española, el estado y
la iglesia se fundieron, desapareció la distinción jurídica. El Estado solo era el
medio por el cual actuaba el clero. Pero hay un punto interesante aquí, la Iglesia
española era distinta a las demás, pues, debido a la alta individualidad española,
la institución es absorbida, el español es la Iglesia y el Estado, se posee a Dios,
en vez de que Dios lo posea a uno, una iglesia a la imagen y semejanza del ideal
ibérico. Todo español representaba al estado y a la iglesia allá por donde iba3.
España, después de la caída de Granada, y de creerse elegida por Dios,
se emborracha de religiosidad. El Estado era solo un medio para más alto fin. La
Iglesia romana se nacionalizó española y se fundió con el Estado en tal forma
que desapareció la distinción jurídica. Su consecuencia fue que no se podía
tolerar ninguna minoría ni herejes dentro del territorio.
Más tarde se empezaron a implementar algunas leyes para el exterminio
total de lo pagano, una de ellas se le llamó “limpieza de sangre”, donde su fin era
tener una nación cristiana pura. La defensa y la unidad de la cristiandad fueron
desde entonces su pulmón de existencia. Además, España tenía con Roma
muchos intereses políticos y económicos, que lo dejaban en muy buen lugar
3 MACKAY, Juan A., El otro Cristo Español, Editorial CUPSA de México, Semilla de Guatemala y Ediciones Aurora de Argentina, 1989, p. 36-37.
9
frente a todos sus intereses. Roma, por su parte, asombrada por el auge de estos
reyes, hacía favores y la vista gorda en muchos asuntos comprometedores.
1.1.b. El español, un europeo diferente
De esta forma el ideal cristiano del español se fue
forjando. Además, de tener una concepción divina de su
destino, los españoles tenían muy presente la mentalidad
medieval a cada paso: oráculos, hechizos, apariciones,
espejos mágicos, y un largo etcétera. La Edad Media
seguía viva. No es de extrañar, por tanto, la mentalidad
de los soldados de Cortés que, como esparcimiento,
tenían la lectura de novelas de caballería4. Las aventuras
del nuevo mundo, se entienden ahora, era para muchos españoles una buena
oportunidad para poder vivir experiencias como las que leían.
Los españoles habían estado por décadas viviendo la reconquista por
parte de los reyes católicos. Gente que había nacido y crecido tras batallas, entre
espadas y sangre. Dice Juan Mackay, en el otro Cristo Español, que los
españoles se convirtieron en padres de hombres orgullosos y sanguíneos. Su
supremo ideal era el soldado. Una idea militar que expresa individualismo
primitivo y enérgico, terrible y fatalmente orgulloso, siempre queriendo demostrar
su distinción y privilegio5.
Este era el español que cruzaría el atlántico. Un ser que veía en la espada
y en la religión algo indisoluble (pues lo habían aprendido de sus majestades) un
ser que todavía no salía de la Edad Media, donde el misticismo, lo mágico, y la
cruz, estaba mezclado. Además, el espíritu ecuménico y el ideal de la
cristianización como unidad que la reconquista habían representado para ellos,
es el que llevaron como principal absoluto al nuevo mundo. Pero también, ellos
se habían forjado entre saqueos, violaciones, asesinatos y una gran ambición.
Todo esto daría resultado a un ser inigualable por aquellos tiempos, unos seres
que creían ser iluminados, de destino, con un sentido de misión: Dios pide que
4 MILLARES, Juan. Hernán Cortes: Inventor de México, Ediciones Folio, 2004, p. 59. 5 MACKAY, Juan A., 1989, p. 33.
10
todo el mundo crea en él y que el que no crea perezca. Ha escogido a España
para esa misión, él estará con nosotros y seremos invencibles. Esa fue la
originalidad del cristianismo español. De ahí se crea el soldado-monje, detrás del
casco siempre había un misionero, pero el casco no se olvidaba del saqueo, de
los botines, de las grandes riquezas, de las novelas de caballería. Ese fue el
espíritu que llevaron los granes almirantes y los conquistadores hacia su
aventura nueva. Cuando el nuevo mundo fue descubierto, el papa les dio poder
espiritual absoluto sobre los habitantes de aquellas tierras, esto, junto al deseo
y la creencia de que eran responsables de cristianizar al mundo, llevó a una
especie de cruzada americana.
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2 PARTE: HACIA EL NUEVO MUNDO
Ya hemos dado bastantes pistas de cómo era el creyente en los siglos XV
y XVI, y sobre todo el creyente español. Ahora toca hablar sobre el impacto que
esto provocó en el Nuevo Mundo, donde el germen de ese cristianismo peculiar,
va a ser llevado. Empezaremos con la empresa del descubrimiento.
2. De Colón a Cortés
Colón había convencido a la corona española de patrocinar sus
propósitos. Él realmente creía que encontraría nuevas rutas de comercio entre
España y las Indias, pero lo que descubrió fue algo muchísimo más poderoso,
un nuevo continente.
En su primer viaje (3 de agosto de 1492
– 15 de marzo de 1493) Colón no llevó
a ningún sacerdote con él. Todos eran
hidalgos y gente de palacio. En su este
viaje Colón solo exploro algunas tierras
y construyó el fuerte de Natividad con
los restos de la Santa María, que fue el
primer poblado español en América,
concretamente en la actual Haití. Allí dejó a algunos hombres para que
empezaran a colonizar las tierras y buscar riquezas. Pasado tres años, la
mayoría de esos hombres sucumbió al hambre y a las enfermedades.
En su segundo viaje (25 de septiembre de 1493 – 11 de junio de 1496)
los reyes católicos enviaron junto con Colón a fray Bernardo Buil, como comisario
político, pero este rápidamente desertó y regresó a España, por diferencias que
tuvo con Colón, y porque también consideró que aquello era algo inviable. Ante
la impotencia de Colón como colonizador, y la magnitud del proyecto, España
revisó el ideal. No existían riquezas, pero los reyes católicos habían asignado a
España la tarea de evangelizar el mundo, y se resolvió seguir adelante. La
cristianización pasó a ser el objetivo prioritario. Pero las Indias, como se les
12
llamaba entonces, había perdido su atractivo, nadie quería ir. Y como
escaseaban los voluntarios, se llegó a acudir al recurso de poblar con convictos
a quienes les era conmutada la pena por el destierro a La Española6. El padre
fray Bartolomé de Las Casas ha dejado el testimonio siguiente: Déstos cognocí
yo en la isla a algunos, y aun alguno, desorejado, y siempre le congnosí harto
hombre de bien7. Y así, de llevar a hombres de palacio e hidalgos, las Indias se
convirtieron en un hervidero de ladrones y asesinos.
En víspera del descubrimiento de Yucatán, España tenía firmemente
asentado el pie en dos áreas: por una parte en las cuatro islas mayores del
Caribe – La Española, Jamaica, Puerto Rico y Cuba-. Y de ahí saldrá quién será
el que llevará el “evangelio” por primera vez a México, Hernán Cortés.
2.1. Cortés y su empresa
Cuba fue el punto de partida para las tres primeras expediciones
organizas por el gobernador Diego de Velázquez hacia el continente. Fue en la
tercera expedición, en 1519 donde Hernán Cortés aparece en escena.
Cortés fue hijo único de un hidalgo extremeño, llamado Martín Cortés y de
Catalina Pizarro Altamirano. Su padre quiso que estudiara leyes, pero él,
enfrascado en la aventura, decidió dejar sus estudios y embarcarse en la
primavera de 1504 rumbo a la isla La Española, donde se instaló como plantador
y funcionario colonial. Más tarde volvió a España para volver de nuevo a Santo
Domingo en 1506.
Él siempre fue un hombre aventurero, valiente, religioso, estratega,
político y buen embaucador. Todos estos ingredientes le servirán posteriormente
para atacar su gran empresa, pero primero, estará a las órdenes de Diego
Velázquez, a quien ayudará en la conquista de Cuba (1511), y de quién recibirá
tierras y esclavos en la isla.
6 MILLARES, Juan, 2004, p. 19. 7 LAS CASAS, Fray Bartolomé de, Historia de las Indias, edición de Agustín Millares Carlo y estudio preliminar de Lewis Hanke, Fondo de Cultura Económica, México-Buenos Aires, 1951, p. 437.- De acuerdo con este autor, el proyecto de poblar La Española con convictos se habría adoptado respondiendo a una propuesta de Colón.
13
En 1518, Velázquez le confiará el mando para la tercera expedición al
continente americano, pero pronto desconfiará de él por el carácter ambicioso
que siempre le fue parte. Esto no desanimó a Cortés, sino que consiguió
convencer a más de 600 hombres para su causa. Finalmente, el 10 de febrero
de 1519, la flota conseguida por Cortés, abandona las costas de Cuba con rumbo
a la aventura. Entre su flota, Cortés llevó a varios sacerdotes, pero siempre la
encomienda de estos era cuidar al ejército, no tenían ninguna obligación para el
indígena.
Ahora, ¿cuál fe el propósito de la aventura de Cortés? Jamás fue el de ser
misionero o llevar el evangelio. Lo que Cortés anhelaba era enriquecerse, para
poder pagar sus deudas y tener un futuro estable. La evangelización o el llevar
a Cristo a los indios, fue algo colateral, no principal. Cortés no fue el único que
pensaba así, pero sí fue el único que tuvo la valentía de ir a buscar su “dorado”
y también, los medios para hacerlo.
El papado estaba viviendo una situación política y económica bastante
depresiva a finales del siglo XV y principios del siglo XVI, y ellos sabían que los
reinos hispanos estaban floreciendo. Fernando el Católico no era ingenuo, y
sabía que la conquista y el descubrimiento del nuevo mundo le traerían grandes
riquezas. Así, que se puso manos a la obra, él quería el monopolio en todas las
instalaciones americanas. Para ello, dice José Luis Mora Mérida, utilizó la
exclusividad en el proceso misionero y evangelizador, y con el tiempo el más
absoluto control en las fundaciones institucionales eclesiásticas8. Esto ayudaba
a la Iglesia a conseguir riquezas, pero a la vez, la Iglesia tenía que ceder con la
concesión de las tierras que evangelizaban. Los Reyes Católicos, por su parte,
daban a los conquistadores una buena ganancia y la posesión de tierras y títulos.
Cortés sabía esto, y esa era su principal intención, la riqueza.
Hernán Cortés llega a Mesoamérica en el año 1519, entrando por el
estado de Yucatán. Todo estaba preparado, la invasión comenzaba, la espada y
la cruz tenían tarea por delante, y a los indios, solo les quedaba morir o
someterse a la nueva cultura, fe, religión, y causa.
8 MORA, José Luis, Historia del Cristianismo Vol.III: EL mundo moderno, coordinado por Antonio Luis Cortés Peña, Editorial Trotta, Universidad de Granada, Madrid, 2006, p. 739.
14
2.1.a. El evangelio de Cortés
Como comentamos anteriormente, Cortés inicia su entrada a México con
varios religiosos. Uno de ellos era el mercedario Bartolomé de Olmedo, capellán
de Cortés, el clérigo Juan Díaz, que fue cronista, después otro mercedario, Juan
de las Varillas, y dos francisanos, fray Pedro Melgarejo y fray Diego Altamirano,
primo de Cortés9. Todos ellos fueron capellanes castrenses, al servicio pastoral
de los soldados, de modo que el primer anuncio del Evangelio a los indios fue
realizado más bien por el mismo Cortés y sus capitanes y soldados, aunque fuera
en forma muy elemental, mientras llegaban frailes misioneros.
Todos los
guerreros llevaban
una supuesta
comisión de
convertir al infiel,
pero debajo de
esta estaban sus
deseos de hacer lo
que se quisiera, un deseo insaciable por el botín, con el pretexto en la mente de
la cruz. La cruz era el pretexto y se creían estaban entregados a la causa de la
cruzada bajo la protección de ella. Su misión era obligar a los paganos a
someterse al símbolo sagrado. Por tanto, estaban convencidos en lo más íntimo
de su corazón, de que nada de lo que hicieran podría ser malo10.
Era curioso como Cortés se tomaba muy en serio su religión, dando
ejemplo a los indios de devota fe, pero su religión personal era más cuestión de
simple palabras y formas. Además, como hijo de su tiempo, Cortés tenía mucho
de místico, rituales y liturgia en sus conductas. Existía una pasión por los ritos
externos del catolicismo. Su evangelio era un evangelio belicoso11.
9 Richard. Conqista c.p 1 10 MACKAY, Juan A., 1989, p. 57. 11 MACKAY, Juan A., 1989, p. 59.
15
Detrás de cada intención secular, por así decirlo, ellos siempre se
excusaban en la cruz para obtener las licencias necesarias para cometer sus
crímenes. Siempre que pedían una licencia para nuevas conquistas, y se
otorgaba, las clausulas eran fijas: para exaltar la mayor gloria de Dios y aumento
de la fe, por lo que no deberán consentirse actos carnales “con ninguna mujer,
fuera de nuestra ley”. Se reitera que deberá poner especial cuidado en no
permitir lo juegos de naipes y dados, y no subir a bordo a ninguno de quien “se
tenga noticia que es bullicioso e amigo de novedades”. Llevar el encargo de
averiguar si ya se ha predicado el evangelio. Se deberá dar a conocer a los
caciques la figura del emperador Carlos V, señalándoles, al mismo tiempo, la
obligación en que estaban de enviarle tributo. Algunas cartas, también
encomendaban averiguar si existían hombres con cabeza de perro, “e porque
diz que hay gentes de orejas grandes y anchas y otras que tienen las caras como
perros”. ¡No se terminaba de salir de la Edad Media!12
Esas eran las encomiendas. Ahora, su forma de actuar era la siguiente:
Cortés apresaba al cacique y le anunciaba un sumario de la fe cristiana y le
exigía sumisión al emperador ya la fe católica. Si rehusaba, que ellos sabían que
lo haría, quedaba justificado el uso de la fuerza. Entonces, los sacerdotes
mandaban a combatir al pagano y asesinarlo, luego él los absolvería.
Así tenemos un cuadro del evangelio de Cortés:
Un evangelio Intolerante.
Un evangelio belicoso.
Un evangelio que regalaba botines.
Un evangelio plagado de ritos, símbolos y misticismo.
Este evangelio fue encarnecido por el perfil de Cortés:
El ideal Religioso y Personal Medieval
El ideal de creerse Escogido
El ideal del perfil Ibérico
12 MIRALLES, Juan, 2004, p. 71.
16
Ese fue el evangelio que se les presentó a los indios. Veamos más a
profundidad la historia.
Cortés llega a México, su primer contacto con las civilizaciones
mesoamericanas lo tuvo en la isla de Cozumel. Inmediatamente después de
presentarse al gobernante, Cortés le pide que dejen su religión y que adopten el
cristianismo, mandando a sus hombres a destruir los ídolos religiosos mayas y
poner en su lugar cruces e imágenes de la Virgen María en el tiemplo.
La historia lo narra así:
Cuando los españoles
llegaron a la costa, alineados
en la playa estaban
centenares de guerrero
batiendo tambores y dando
una gritería inmensa,
dispuesto a impedir el
desembarco. Los españoles
permanecieron sin avanzar un paso, mientras Aguilar les traducía el
requerimiento, ese alegato jurídico redactado por el doctor Palacios Rubios, para
justificar conquistas y tranquilizar la conciencia de Fernando el Católico. Uno de
los pontífices como señor del mundo, decía Aguilar, hizo donación de estas islas
y tierra firme del Mar Océano a los dichos rey y reina y a sus sucesores en estos
reinos, con todo lo que en ella hay, según se contiene en ciertas escrituras que
sobre ellas pasaron, y que podréis ver si quisiérais. Ofrecían a los indios
mostrarles el título de propiedad de los reyes de España sobre esas tierras; esto
es, la bula “Inter coetera” de 4 de mayo de 1493, expedida por Alejando VI, el
papa Borgia, por la cual el mundo por descubrir quedó dividido entre España y
Portugal. Continuaba leyendo el escribano, mientras silbaban las flechas a su
alrededor y Aguilar traducía: Por ende, como mejor podemos os rogamos y
requerimos que entendáis bien eso que os hemos dicho… y reconozcáis a la
Iglesia por señora y superiora del universo mundo y al sumo pontífice, llamado
Papa en su nombre, y al Emperador y reina doña Juana nuestros señores en su
lugar como señores y reyes de estas islas y tierra firme, por virtud de dicha
donación y consistáis lo susodicho. Si así lo hiciereis, sus altezas, y nos en su
17
nombre, os recibiremos con todo amor y caridad y os dejaremos vuestras
mujeres e hijos e haciendas libres y sin servidumbre… y no se os compelerá a
que os hagáis cristianos, salvo si vosotros, informados de la verdad os quisieseis
converit a nuestra fe católica. Pero en caso de negarse, con la ayuda de Dios
nosotros entraremos poderosamente contra vosotros y os haremos guerra por
todas partes y maneras que pudiéremos y os sujetaremos al yugo y obediencia
de la Iglesia y de sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y las de
vuestras mujeres e hijos y les haremos esclavos y como tales los venderemos,
y os tomaremos vuestros bienes y os heramos todos los males y daños que
pudiéremos. Suya será la culpa, por tanto, protestamos que las muertes y daños
que de ello se recrecieren, sean a vuestra culpa y no de sus Majestades ni
nuestra, ni de estos caballeros que con nosotros vienen y de como lo decimos y
requerímos pedimos al presente escribano que nos lo de por testimonio signado,
y a los presentes rogamos que de ello sean testigos. Poco importaría si Aguilar
era escuchado o no en medio de tanto alboroto, aquello se hacía para ser oído
en España, para quitar responsabilidades. Así, Cortés tuvo el permiso para entrar
con espada en mano, y bajo la lluvia de flechas, pudo continuar el avance13.
Una biografía del rey Carlos I escrita en 1603 relata el momento así:
Espantáronse los isleños de ver aquella flota y metiéronse al monte, dejando
desamparadas sus casas y haciendas. Entraron algunos españoles la tierra
adentro y hallaron cuatro mujeres con tres criaturas y trajéronlas a Cortés, y por
señas de los indios que consigo llevaba, entendió que la una dellas era la señora
de aquella tierra y madre de los niños. Hízole Cortés buen tratamiento, y ella hizo
venir allí a su marido, el cual mandó dar a los españoles buenas posadas y
regalarlos mucho. Y cuando vio Cortés que ya estaban asegurados y contentos,
comenzó a predicarles la fe de Cristo. Mandó a la lengua que llevaba, que les
dijese que les quería dar otro mejor Dios que el que tenían. Rogóles que
adorasen la Cruz y una imagen de Nuestra Señora, y dijeron que les placía.
Llevolos a su templo y quebrantóles los ídolos y puso en lugar dellos cruces y
imágines de Nuestra Señora, lo cual todo tuvieron los indios por bueno. Estando
allí Cortés nunca sacrificaron hombres, que lo solían hacer cada día14.
13 MIRALLES, Juan, 2004, p. 97 14 SANDOVAL, Prudencio, Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V, Madrid, 1955.
18
Luego de la batalla, y de la rendición, Cortés celebró la festividad del
Domingo de Ramos con toda solemnidad. ¡Curioso!
Esa era la misión y el evangelio a través de la conquista. Y como ese caso,
muchos otros. Además, el choque de culturas hizo a Cortés convencerse cada
vez más de que lo que hacía a la fuerza era más que justificado.
Los españoles se encontraron con, lo que para ellos era, todo tipo de
paganismo: idolatría, travestismo, sacrificios humanos, canibalismo, esclavitud,
etc., cosa que para Cortés eran una aberración ante Dios y que hizo que cada
vez que tomaba un área, convirtiese a la fuerza (a pesar de la tolerancia de la
corona) a todos los que allí estaban. La praxis religiosa del pueblo mexica
descansaba en los sacrificios humanos. Una peculiar visión los hacía sentir la
necesidad de alimentar al cosmos. El sol perdería su fuerza si al romper el alba
no recibía sangre de los primeros sacrificios del día. La antropofagia también era
una práctica común. Cortés, con su peculiar forma de entender las cosas,
atribuyó tal práctica a la falta de ganado, y como remedio, propuso la introducción
del puerco.
Cuenta la historia, que estando Cortés en Villa Rica, quiso adentrarse más
al interior. Pero para eso, tenía que cubrirse las espaldas, y para ello quería
concertar alianza con Cempoala, un cacique. El trato era fácil, si ellos estaban
con él, Cortés los libertaría de las manos de Moctezuma. Los caciques de la zona
aceptaron y ofrecieron regalos. Cortés expuso que, para aceptarlas, primero
tenían que bautizarse, y a su vez, Cempoala, debería abandonar el culto a sus
dioses. Para Cortés no podía haber alianza entre los idólatras y cristianos. Luego
de medio aceptar la condición, cincuenta hombres escalaron la pirámide, y al
momento comenzaron a rodar ídolos gradas abajo. Concluida la destrucción, se
limpió las costras de sangre de la pirámide para blanquearla con cal a
continuación. Se coronó con la Cruz y se colocó una imagen de la Virgen.
A partir de ahí esa fue siempre su manera de actuar: llamar al cacique,
“convertirlo” y después todo el pueblo. Terminar con los ídolos y poner en su
lugar la cruz y enseñar que ni el travestismo, el canibalismo o cosa parecida, se
podría hacer ya. Para el español de aquellos días, la religión se encontraba en
el centro de la vida, y lo propio ocurría con los pueblos indígenas. Cortés, desde
19
un primer momento, tuvo muy claro que para no dejar enemigo en la retaguardia,
debía realizar la conquista espiritual de todos los lugares por donde iba pasando,
aunque esa conquista fuese mediante la espada y no con la prédica evangélica.
Por lo pronto, al destruirles sus creencias, les quebraba la espina dorsal. Atrás
vendrían frailes que se encargarían de catequizarlos15.
Al llegar a Tenochtitlan, Cortés tenía prisa en acabar con la religión
indígena, eso sería la victoria final, desoyendo todo consejo de prudencia, pidió
a Moctezuma autorización para plantar allí la Cruz y elegir un adoratorio a la
Virgen. Allí era donde los soldados hacían oración a la vista de los indios, para
darles el ejemplo.
Ese fue el evangelio de Cortés. A base de intimidación, fuerza, estrategia
y peculiaridad. Cortés siempre se dirigió a Carlos V (siempre creyendo que era
lo justo) expresando que Dios estaba de su lado, pues sus batallas eran terribles
y que Dios siempre les daba la victoria.
Con la derrota del imperio Mexica, todo estuvo bajo el control español,
comenzaba el período de la colonización. La espada había abierto el camino, las
armas habían pacificado primero, después llegaría el misionero y el
encomendero. El encomendero realiza una explotación agraria del indio. El
misionero encuentra una enorme dificultad para evangelizar, como es
comprensible16. El cuadro era denigrante: Una cultura acabada, un imperio
destrozado, sangre por todas partes, la esclavitud del indio por parte del
encomendero, la actitud altiva e intolerante de la nueva religión. Ese era el perfil
con el que se encontró el misionero, algo bastante caótico. El evangelio había
entrado a la fuerza, mal y con mucho misticismo, magia y recursos externos. La
espada iba rápidamente como sinónimo del evangelio, y de la misma manera al
contrario.
15 MIRALLES, Juan, p. 144 16 DUSSEL, Enrique, “Grandes etapas de la historia de la iglesia en américa latina durante el período colonial’ en Historia de la Iglesia en América Latina”, Barcelona: editorial nova terra, 1974, p.2.
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3 PARTE: LOS COMIENZOS DE LA MISIÓN
3. Contraste de la misión católica y protestante en el siglo XVI
Nos encontramos en el año 1521, Lutero había expuesto sus 95 tesis en
1517, habían pasado cuatro años. Europa era un hervidero de disputas
teológicas y de divisiones internas en la Iglesia Católica Romana, mientras que
los protestantes también vivían divisiones en diferentes ramas, según sus
doctrinas y en los reinos en que vivían.
¿Por qué hablar de las misiones católicas y no de las protestantes en
américa? Aunque ahora el protestantismo es visto como una institución
misionera, siempre no fue así. La Iglesia Católica, debido a varios factores, tuvo
un fervor misionero muy grande en el siglo XVI, esto fue debido a:
a) El sentido de pérdida de feligreses, lo que le llevó a realizar una ofensiva
para recuperar el terreno perdido.
b) El catolicismo nunca se había preocupado por las fronteras políticas de la
misma manera que sucedía con el protestantismo estatal. Los
protestantes veían en las fronteras políticas y de sus reinos la línea para
no pasar. Toda persona fuera de esas fronteras era responsabilidad de
otros. La teología protestante no inspiraba a las misiones. El catolicismo,
por el contrario, disponía de una visión para el mundo.
c) Los primeros impulsos imperiales desde Occidente fueron los de los
portugueses y españoles. Esos dos imperios eran católicos fervientes, así
que no era de extrañar que enviaran misioneros católicos.
Así, mientras los protestantes estaban todavía enredados en establecer
su reciente doctrina y establecimiento, los católicos emprendieron un viaje
misionero al nuevo mundo sin precedentes.
3.1. Los primeros misioneros en la Nueva España
Después de que Cortés hubiese conquistado el imperio mexica, los
primeros misioneros católicos pisarán el continente. Ellos llevaban la tarea de
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espiritualizar a la gente, de forma sistemática y formal. A mediados de 1523,
cuando estaba por cumplirse dos años de la caída de Tenochtitlan, llegaron a
México los primeros misioneros, con licencia del Emperador, pero sin misión del
Papa. Era tres franciscanos, que no eran españoles sino flamencos: fray Johann
Dekkers (fray Juan Tecto, que fue el primer misionero en morir en la Nueva
España), fray Johann Van den Auwera (fray Juan de Ayora), y fray Pedro de
Gante. Sus nombres se cambiaron al castellanizarse. Eran hombres de
excepción, el primero fue confesor de Carlos V, pero él no quería los obispados
y las dignidades; el segundo, un destacado teólogo y, el tercero, aunque tenía la
capacitación necesaria para ordenarse sacerdote, rechazó hacerlo por humildad.
Esos serían los primeros franciscanos, pues aunque se encontraba en el país
fray Pedro Melgarejo, a éste, a pesar de que vistiera el hábito de la orden, no
puede considerarse como misionero17.
Estos tres misioneros llegaron a las ruinas del imperio de Tenochtitlán,
que fue asolada más tarde por la peste, y no sería un lugar propicio para los
frailes. Cortés les aconseja alojarse en Texcoco, donde comenzarán su labor de
misioneros y el estudio del náhualt. Aunque estos misioneros no fueron los que
emprenderían la conquista espiritual de México, realizaron otras muchas tareas,
como empezar a conocer al pueblo indígena y acompañar a Cortés en sus
travesías. Tecto, según cuentan, fue asesinado por Cortés por haberle negado
información sobre la confesión de Cuahtémoc, otros, cuentan que murió de
hambre en la expedición a Honduras18.
El empeño evangelizador de estos tres franciscanos, según lo describe
Diego Muñoz Camargo, es conmovedor: “Diremos de la grande admiración que
los naturales tuvieron cuando vieron estos religiosos, y cómo comenzaron a
predicar el Santísimo y sagrado Evangelio de Nuestro Señor y Salvador
Jesucristo. Como no sabían la lengua, no decían sino que en el infierno,
señalando la parte baja de la tierra con la mano, había fuego, sapos y culebras;
y acabando de decir esto, elevaban los ojos al cielo, diciendo que un solo Dios
estaba arriba, asimismo, apuntando con la mano. Lo cual decían siempre en los
17 MIRALLES, Juan, 2004, p. 359. 18 DE LA TORRE VILLAR, Ernesto, Fray Pedro de Gante: maestro y civilizador de América, e-journal, México, p. 7.
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mercados y donde había junta y congregación de gentes. No sabían decir otras
palabras (para) que los naturales les entendiesen, sino era por señas. Cuando
estas cosas decían y predicaban, el uno de ellos, que era un venerable viejo
calvo, estaba en la fuerza del sol de mediodía con espíritu de Dios enseñando,
y con celo de caridad diciendo estas cosas, y a media noche (continuaba
diciendo) en muy altas voces que se convirtiesen a Dios y dejasen las idolatrías.
Cuando predicaban estas cosas decían los señores caciques: ¿Qué han estos
pobres miserables? Mirad si tienen hambre y, si han menester algo, dadles de
comer. Otros decían: Estos pobres deben de ser enfermos o estar locos…
Dejadlos estar y que pasen su enfermedad como pudieren. No les hagáis mal,
que al cabo éstos y los demás han de morir de esta enfermedad de locuta”. (Hº
Tlaxcala 1,20).
Así empezó el Evangelio puro en México. La diversidad de pueblos, razas,
lenguas y religiones que tenían que evangelizar era realmente un problema, que
tenía que tener un esquema. El Imperio Azteca, dice Dussel, no había logrado
todavía realmente su obra unificadora (los mismos misioneros extenderán el
área del náhuatl, lengua de México, para no predicar en castellano). Los
misioneros pasaron rápidamente de la mímica o el gesto a la utilización de
intérpretes, pero viendo la imprecisión de las traducciones comenzaron a
estudiar la lengua, así aparecieron diccionarios, gramáticas, catecismos,
confesionarios, sermonarios, etc., en lengua náhuatl19.
Al contrario que Cortés, los primeros misioneros optaron por llevar el
mensaje del evangelio de una forma tranquila, paciente y contextual. El método
misional fue el siguiente: Se recorría un pueblo y luego otro, se bautizaba a los
indios, se les predicaba en su lengua o por intérpretes, y se realizaba así una
cristianización masiva. Se extirpaba la idolatría y los antiguos cultos en los que
tenían de más público y evidente20.
Los misioneros que llegaron a América adoptaron distintas posiciones
frente a la conquista y al trato que se debe al indígena, este debate también se
desarrollará en España. En un comienzo no se cuestionó mayormente la
19 DUSSEL, Enrique, 1974, p. 3. 20 DUSSEL, Enrique, 1974, p. 4.
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violencia y el pillaje que los españoles efectuaron en la conquista, sin embargo
después del “Sermón de Montesinos” en donde se reconocieron dos corrientes:
una defendía los métodos de evangelización (fuera los que fueran) y los otros
que humanizaban al nativo.
3.2. Los “doce apóstoles” de México
Un año más tarde, en 1524, llegarían doce
franciscanos españoles, éstos sí asumirían por fin
la evangelización de México. Bernal, escribe que,
en cuanto Cortés tuvo conocimiento de su arribo,
ordenó que todos los sitios donde transitasen los
saliesen a recibir y repicasen las campanas que,
supuestamente, ya habría en cada pueblo (dudoso
que las hubiese en época tan temprana), y les
diesen la bienvenida portando velas encendidas.
Cuando estaban próximos a la ciudad de México,
salió a su encuentro con gran acompañamiento de españoles, caciques y
notables, entre ellos Cuauhtémoc. Para dar ejemplo ante los indios, se arrodilló
frente a fray Martín e hizo itnento de besarle las manos, pero al no consentírselo
éste, le besó el hábito, lo mismo que a los otros. A continuación, hicieron lo propio
todos los capitanes y soldados. Los indios contemplaron sorprendidos como eran
reverenciados aquellos hombres descalzos, de hábitos raídos, que en lugar de
montar a caballo venían a pie, rotos y macilentos por la larga jornada que traían
encima. Uno de ellos, fray Toribio Paredes, al enterarse de que motolinia quería
decir “pobre o humillado” en lengua náhuatl, adoptó ese sobrenombre. Nace allí
la recia figura de Montolinia, sin lugar a dudas, el principal artífice de la conquista
espiritual de México; es él el orientador de la obra misionera de los
franciscanos21. Los pobres indios, que estaban acostumbrados a ver la
21 Los Memoriales de Motolinia, Biblioteca Porrúa, Colección de documentos para la Historia de México, publicada por Joaquín García Icazbalceta, primera edición facsimilar, Editorial Porrúa, S.A., México, D.F., 1971.- Cervantes de Salazar, Crónica, t. I, cap. XIII, p.168.
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arrogancia militar de los españoles, se asombraron al ver a este grupo de
miserables y humildes, un buen primer testimonio, primero hacer y luego hablar.
Los nombres de estos doce hombres, o doce apóstoles de México, como
se les conoce son: Martín de Valencia, Francisco de Soto, Marín de Jesús, Juan
Juárez, Antonio de Ciudad Rodrigo, Toribio de Benavente (Motolinia), García de
Cisneros, Luis de Fuensalida, Juan de Ribas, Francisco Jiménez, Andrés de
Córdoba y Juan de Palos.
Aunque hemos visto que antes que los doce llegaron algunos otros,
desgraciadamente estos no duraron mucho tiempo, aunque su labor pionera
ayudó en gran manera. La práctica misional seguirá siendo la misma con los
doce, y no será fácil, al igual que no lo fue para los pasados. Los indios habían
conocido un evangelio desfigurado: Por una parte, comenta Justo González, el
resentimiento de los indios contra los españoles era grande, pues habían tomado
sus tierras, muchos de ellos violaban sus mujeres, y todos ellos despreciaban
los más altos logros de su cultura, tratándolos como bárbaros. Por otra parte, el
triunfo de los cristianos parecía demostrar que su Dios era más poderoso que
los de los vencidos, y por tanto eran muchos los indios que se apresuraban a
pedir el bautismo, con la esperanza de conquistar de ese modo la buena voluntad
de tan poderoso Dios.
3.2.a. Su tarea
Estos franciscanos venían con una orden muy clara, de parte del P.
General Quiñones, quién antes había querido venir al Nuevo Mundo, pero debido
a su nuevo cargo, no fue posible. A este documento, donde el padre Quiñones
da instrucciones precisa a aquellos doce, se le llama Carta Magna de la
civilización mexicana, dice así: Porque en esta tierra de la Nueva España, siendo
por el demonio y carne vendimiada, Cristo no goza de las almas que con su
sangre compró, me pareció que pues a Cristo allí no le faltaban injurias, no era
razón que a mí me faltase sentimiento de ellas. Y sintiendo esto, y siguiendo las
pisadas de nuestro padre San Francisco, acordé enviaros a aquellas partes,
mandando en virtud de santa obediencia que aceptéis este trabajaoso
peregrinaje. Les recuerda como los doce apóstoles anduvieron predicando el
26
evangelio “por el mundo predicando la fe con mucha pobreza y trabajos”,
levantando la bandera de la Cruz en partes extrañas, en cuya demanda
“perdieron la vida con mucha alegría por amor de Dios y del prójimo, sabiendo
que en estos dos mandamientos se encierra toda la ley y los profetas”. Les sigue
diciendo que, “vuestro cuidado no ha de ser aguardar ceremonias ni ordenanzas,
sino en la guarda del Evangelio y Regla prometisteis… pues vais a plantar el
Evangelio en los corazones de aquellos infieles, mirad que vuestra vida y
conversación no se aparten de él”. (Mendieta III, 9).
Qué diferencia con las intenciones y los modos de Cortés. Estos doce
estaban encomendados para la realización de una verdadera obra misionera.
Quiñones los había preparado mentalmente y espiritualmente para la labor, y
esa sería su idea: llevar el evangelio con humildad y mansedumbre, dejando sus
propios deseos a un lado y procurando salvar las almas.
Los franciscanos empezaron aprendiendo la lengua original del país, y
con la ayuda de intérpretes comenzaron a predicar el evangelio, pero lo que
contribuyó enormemente a la expansión y a la dignidad del cristianismo fueron
las escuelas para los niños de los caciques y de los indios más prestigiosos. La
idea era, que estos niños aprendieran bien los dogmas y la fe cristiana, y que lo
enseñasen en sus casas. Empezarían por los hijos de los altos mandatarios,
para ir luego bajando en escala. Esto aumento el prestigio de los franciscanos, y
les abrió las puertas del corazón mexica. Los franciscanos llegaron a ser en
muchas partes de México gente muy querida, hasta el punto, que por la envidia
de muchos, cuando quisieron privarles de su lugar y enviarlos a otras tierras, el
pueblo se levantaba en contra de la decisión, y obligaba a que tal cosa no
ocurriera.
Sobre los primeros diálogos y predicaciones, se ha conocido un códice de
la Biblioteca Vaticana, llamado el Libro de los coloquios y la doctrina cristiana,
compuesto en náhuatl y castellano por Bernardino de Sahagún, en el que se
refieren “todas las pláticas, confabulaciones y sermones que hubo de los Doce
religiosos y los principales, y señores y sátrapas de los indios, hasta que e
rindieron a la fe de Nuestro Señor Jesucristo y pidieron con gran insistencia ser
bautizados” (Gómez Canedo, Pioneros 65-70). Estas conversaciones, según
cuenta Mendieta, no eran un monólogo de los doce, sino una charla tranquila
27
con los indios. Otro factor a tener en cuenta al contrastarlo con la forma de
Cortés.
3.2.b. Sus victorias y conflictos
Pronto, los franciscanos empezaron a bautizar, a escribir libros en lengua
propia del país sobre los dogmas, a construir colegios, templos, cruces, etc.,
hasta tener una alta presencia en todo el país.
Pero, para ser honestos, no fueron solamente estos doce los que
desempeñaron esa labor. El 2 de julio de 1526, llegaron doce dominicos, el 22
de mayo de 1533 llegaron 7 agustinos, y así, cada año nuevos misioneros, y
pronto, los criollos dieron vocaciones. En 1559 se conoce que los franciscanos
tenían 80 casas, y 38 religiosos, los dominicos, 40 casas y 210 religiosos; los
agustinos, 40 casas y 212 religiosos, y así el cristianismo empezó a triunfar sin
la espada ni la coacción. Triunfaba la fe a pesar de la espada, triunfaba el amor
a pesar del delito, triunfaba el evangelio de Jesucristo, pese a quien le pese, a
través de estas órdenes religiosas. Y ese fue el principio de la Historia del
Cristianismo en América Latina, con sus defectos y sus virtudes.
A partir de ahí, las envidias y los conflictos comenzaron. Las
encomiendas, que hacían propiedad de los españoles a los indios, la supuesta
farsa de las conversiones que algunos creían que los indios hacían, el tema de
la esclavitud etc., pronto empañaron y volvieron al cristianismo una religión
turbia. Pero los religiosos, en su gran mayoría, se pusieron de parte del indio, de
su dignidad y de su espiritualidad, hasta la expulsión de muchos de ellos.
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Conclusión
Para hacer una buena historia de los orígenes del cristianismo en México,
es preciso saber la cosmovisión que tenían los conquistadores de su religión
cuando llegaron al Nuevo Mundo. Una cosmovisión plagada de misterio, liturgia,
y mística, donde se erigían como heraldos de la fe y escogidos por Dios para
llevar a cabo su tarea. La espada fue, sin lugar a dudas, su instrumento de
persuasión. Bajo una cruz ensangrentada, el ansia del botín. Un evangelio
intolerante y asesino, que se negó a dialogar. Más tarde, gracias a la buena
voluntad y entrega de unos cuantos hombres, llegó el verdadero mensaje,
queramos o no, de manos de la Iglesia Católica, y de sus órdenes mendicantes
que, antes, ya habían decidido apartarse del bullicio y de la pompa romana, para
entretejer nuevamente un sano mensaje a base de la acción, el diálogo, la
protección y el amor. Ese fue el núcleo del éxito de los franciscanos, el rechazo
a la violencia y una proclamación de Cristo en base a su lucha por la igualdad.
Sirva estos apuntes para profundizar más sobre aquellos hombres de Dios
que entregaron sus vidas para dar a conocer realmente el mensaje de Cristo. Y
como bien apunto Lucas en su evangelio (1:1): “lo que Cristo hacía y enseñaba”,
primero el hacer y luego la enseñanza. A su memoria tributamos hoy honor y
respeto.
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BIBLIOGRAFÍA:
CHADWICK, Henry, Atlas Culturales del Mundo. El cristianismo: veinte siglos de historia. Volumen I. Ediciones Folio, S.A., 1994.
CHADWICK, Owen, La Reforma. Penguin Books Ltd, Londres, Inglaterra, 1972.
MACKAY, Juan A., El otro Cristo Español, Editorial CUPSA de México, Semilla
de Guatemala y Ediciones Aurora de Argentina, 1989, p. 36-37.
DE LA TORRE VILLAR, Ernesto, Fray Pedro de Gante: maestro y civilizador de
América, e-journal, México.
DUSSEL, Enrique. Historia de la Iglesia en América Latina, Barcelona, Editorial
nova terra, 1974.
GARCÍA ICAZBALCETA, Joaquín, Los memoriales de Motolinia, Colección de
documentos para la Historia de México, primera edición facsimilar, Editorial
Porrúa, S.A., México, D.F., 1971.
LAS CASAS, Fray Bartolomé de, Historia de las Indias, edición de Agustín
Millares Carlo y estudio preliminar de Lewis Hanke, Fondo de Cultura
Económica, México-Buenos Aires, 1951, p. 437.- De acuerdo con este autor, el
proyecto de poblar La Española con convictos se habría adoptado respondiendo
a una propuesta de Colón.
MILLARES, Juan. Hernán Cortes: Inventor de México, Ediciones Folio, 2004.
MORA, José Luis, Historia del Cristianismo Vol.III: EL mundo moderno,
coordinado por Antonio Luis Cortés Peña, Editorial Trotta, Universidad de
Granada, Madrid, 2006-
SANDOVAL, Prudencio (1560-1620), Historia de la vida y hechos del Emperador
Carlos V, Madrid, 1955.