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El reino de Dios está en Uds. - León Tolstoy

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    coleccin LIT-(H)ER-TICA de la BIBLIO-POPSECCINJESUCRISTO PARA TODXS

    [1] El ttulo tambin se puede traducir comoEL REINO DE DIOS EST DENTRO DE VOSOTROS o en TI.

    EL REINO DEDIOSEST ENUDS.

    OVISIN DEL CRISTIANISMO

    NO COMO UNA RELIGIN MSTICA

    SINO COMO UNA FILOSOFA DE VIDA [1]

    por

    LEN TOLSTOY

    Tapa, diseo y edicin impresa:SATURNINOGNZALEZ

    Difunde:BIBLIOTECA POPULAR LOSLIBROS DE LA BUENA MEMORIA,DEFENSORA POPULAR AUTNOMA DE CABALLITOlabibliopop.blogspot.com | [email protected]

    Ciudad de Buenos Aires, abril de 2012

    1 al 4

    captulos1 al 4

    mailto:[email protected]:[email protected]
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    NDICE DE LA OBRACOMPLETA

    pg.PREFACIO

    I. LA NO-RESISTENCIA AL MAL CONLA VIOLENCIAII. OPNIONESIII. CRISTIANISMO MAL COMPRENDIDO

    POR LXS FIELESIV. CRISTIANISMO MAL COMPRENDIDO

    POR LXS CIENTFICXSV. CONTRADICCIONES ENTRE NUESTRA VI-

    DA Y LA CONCIENCIA CRISTIANAVI. NUESTRA SOCIEDAD Y LA GUERRA

    pg.VII. SIGNIFICADO DEL SERVICIO MILITAR

    VIII.ACEPTACIN INEVITABLE DE LA DOC-TRINA DE LA NO-RESISTENCIA AL MALIX. EL CONCEPTO CRISTIANO DE LA VIDA Y

    LOS MALES DE LA VIDA PAGANAX. INUTILIDAD DE LA VIOLENCIA GUBER-

    NAMENTAL PARA SUPRIMIR EL MALXI. EL CONCEPTO CRISTIANO DE LA VIDA

    DESTRUYE EL ORDEN DE LA VIOLENCIAXII. CONCLUSIN: HACED PENITENCIA. LA VIDA Y LA DOCTRINA DEJESS

    BREVE COMENTARIO

    por JOS CASTELLANO

    Esta traduccin en caso alguno debe

    considerarse como una buena traduc-cin puesto que parte de otras traduc-ciones.

    Las traducciones que he tomadocomo fuentes son bsicamente dos:una en ingls de Constance Garnett[2]y en portugus de Celina Portocarre-ro[3] perrsona, esta ltima, con quienmantuve una pequea correspondenciava correo electrnico y a la que le pa-

    reci correcta mi iniciativa.Digo que en caso alguno debeconsiderarse como buena traduccinporque parte de otros textos que son asu vez traducciones y adems porqueyo no s portugus ni ingls en exceso.

    [2] N. T2: Texto que se halla en:http://www.nonresistance.org

    [3] N. T2: Texto que se halla en:

    http://www.colegiosaofrancisco.com.br/alfa/leon-tolstoi/o-reino-de-Deus-esta-em-vos-3.php

    http://www.nonresistance.org/http://www.colegiosaofrancisco.com/http://www.colegiosaofrancisco.com/http://www.nonresistance.org/
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    Para llevar a cabo esta tarea he utili-zado traductores sin los cuales el tra-bajo se hubiese prolongado bastante,principalmente destacar

    www.apertium.org e i2e.Los captulos V y Xse han ex-

    trado y completado, puesto que ve-

    nan incompletos, de una antigua tra-duccin de principios del siglo XX, lacual busqu pero no pude hallar. Po-nindome en contacto con alguien quesi la ley me transcribi ambos cap-tulos. As pues agradezco a dichapersona el esfuerzo; gracias Andrs.

    Las notas que empiezan por N delT, son notas del traductor del textofuente. Las notas que empiezan con

    N. T2 las he introducido yo.He llevado a cabo la traduccin de

    este texto en seal de agradecimientoa Tolsti ya que gracias a la lectura desus ensayos toda mi vida se ha trans-formado, pasando de ser una carga alo ms preciado que hoy da poseo.

    Mi existencia ya no es tormento si-no una va hacia el perfeccionamientomoral de mi ser.

    Y conoceris la verdad y la verdad oshar libres.

    (Juan 8, 32)

    Y no temis a los que matan el cuerpo,pero al alma no pueden matar; temedms bien a Aquel que puede matar al-ma y cuerpo en el infierno.

    (Mateo 10, 28)

    Alguien pag alto precio por nuestrorescate, no os volvis esclavos de loshombres.

    (1Corintios 7, 23)

    http://www.apertium.org/http://www.apertium.org/
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    Partid un leo y all estoy yo; levantaduna piedra y all me encontraris.

    (Toms log. 77)

    Mas dir alguno: Tu tienes fe y yotengo obras Mustrame sin las obrastu fe que yo por mis obras te mostrarela fe.

    (Santiago 2, 28)

    Pues el que quiera salvar su vida laperder; y el que pierda su vida porm, la hallar.

    (Mateo 16, 25)

    T llevas en ti mismo un amigo su-blime que no conoces. Porque Diosreside en el interior de todo hombre,

    pero pocos saben encontrarlo.(Bhagavad Gita traduccin de E.-L.

    Burnouf?)

    Para aquel que se ha conquistado as mismo, su ser es su amigo; encambio, para uno sin control, su propio

    ser es su enemigo.(Bhagavad Gita 6, 6)

    El que domina a los otros es fuerte; elque se domina a s mismo es poderoso.

    (Tao The King)

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    1894.

    EL REINO DE DIOSEST

    EN USTEDES

    porLENTOLSTOY

    PREFACIO

    n 1884 escrib un libro, titulado

    En qu consiste mi fe[4], en elcual, de hecho, expuse todas

    mis creencias.Manifestando mi manera de com-

    prender la doctrina de Cristo, no dijepor qu considero como herejaaquella religin oficial llamadacristianismo. Esta difiere, en mi opi-nin, de aqulla de Cristo en muchospuntos, entre los cuales constat, ante

    todo, la supresin del mandamientoque nos prohbe que nos opongamos almal con la fuerza. Ms que cualquierotro, este desvo de la doctrina es unaprueba evidente de cunto la iglesiaoficial haba desnaturalizado los prin-cipios de Cristo. Yo, de hecho, comotantas otras personas, estaba poco in-formado sobre lo que, en la antige-dad, fuera hecho, dicho o escrito acer-

    ca de esta tan importante cuestin: laNO-RESISTENCIAALMAL.Saba, sin embargo, lo que de esto

    pensaban los padres de la iglesia, co-mo Orgenes, Tertuliano y tantosotros. No ignoraba siquiera que exis-tan y existen aun ciertas sectas lla-madas menonitas, hernutos, cu-queros, que rechazan el servicio mi-litar y no admiten que los cristianosporten armas. Pero yo saba todo es-to de forma demasiado imperfecta pa-ra poder profundizar y esclarecer porcompleto este asunto.

    Como esperaba, MI LIBRO NO FUEAUTORIZADO POR LA CENSURA RUSA. Pe-ro, gracias tal vez a mi fama, graciastambin, a buen seguro, al inters que

    [4] Esta obra fue traducida y publicada

    en francs con el ttulo Mi religin.(N. T2: en Espaa fue publicadacomo Cul es mi fe).

    E

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    despertaban estas cuestiones, mi tra-bajo fue un gran xito en Rusia eincontables traducciones se hicieronen el extranjero. Esto provoc, as,interesantes comunicados en apoyo ami tesis, adems de una larga serie decrticas.

    Ese choque de ideas, sumado alos ltimos acontecimientos histricos,me esclareci muchos puntos quehaban permanecido obscuros y mecondujo a nuevas conclusiones, sobrelas cuales me extender en breve.

    Primero, dir unas pocas palabrassobre los comunicados que me hicie-ron acerca de la no- resistencia almal, alargndome entonces sobre loscomentarios que esta cuestin provocpor parte de los crticos eclesisticos olaicos y terminar con las conclusionesque me parecen derivar de este estudioy de los ltimos acontecimientos hist-ricos.

    L. TolstoiYasnaa Poliana

    Mayo 14/26, 1893

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    I

    LA DOCTRINA DELA NO-RESISTENCIA AL MAL

    CON LA VIOLENCIA

    HA SIDO ENSEADAPOR UNA MINORA DE HOMBRES

    DESDE EL ORIGENDEL CRISTIANISMO.

    os primeros comentarios que pro-voc mi libro me los dirigieronlos CUQUEROS AMERICANOS.

    Dndome conocimiento de su absoluta

    concordancia de puntos de vista encuanto a la ilegitimidad, para el cris-tiano, de cualquier guerra y de cual-quier violencia, los cuqueros mecomunicaron detalles interesantes so-bre su secta que, hace ms de dos-cientos aos, practica la doctrina deCristo en relacin a la no-resistencia almal con la violencia. Simultneamente,me enviaban sus peridicos, folletos y

    libros que trataban esta cuestin, paraellos indiscutible desde hace mucho, ydemostraban el error de la doctrina dela iglesia que admite las penas capita-les y la guerra.

    Despus de que probaran, con unalarga serie de argumentos, basadosen experiencias, que la religin, edifi-cada sobre la concordia y el amor alprjimo, no podra admitir la guerra, es

    decir, la mutilacin y el homicidio, loscuqueros afirman que nada contribu-ye tanto a obscurecer la verdad deCristo y le impide difundirse en el mun-do como el no reconocimiento de esteprincipio por parte de los hombres quese dicen cristianos. Dicen lo siguiente:

    La doctrina de Cristo que pene-tr en la conciencia de los hombresno por medio del hierro ni de la vio-lencia, sino por la no-resistencia almal, por la resignacin, por la

    humildad y por el amor, solo puededifundirse en el mundo a travs delejemplo de la concordia y de la pazentre sus seguidores.

    El cristiano, conforme las ense-

    anzas del propio Dios, no puedeguiarse, en sus relaciones con el pr-jimo, sino por el amor. As, no puedeexistir autoridad alguna capaz de lle-var a actuar contrariamente a las en-seanzas de Dios y al propio espritudel cristianismo.

    La regla de la necesidad del Es-tado no puede obligar a la traicinde la ley de Dios, excepto para aque-

    llos que, por inters de la vida mate-rial, intentan conciliar lo inconcilia-ble. Pero para el cristiano que creefirmemente que la salvacin reside enla prctica de la doctrina de Cristo,esta necesidad no puede tener unaimportancia cualquiera.

    La historia de los cuqueros y el es-tudio de sus obras, de los trabajos de

    Fox y Penn y, sobre todo, de los librosde Dymond (1827) me demostraron quela imposibilidad de conciliar el cristia-nismo con la guerra y la violencia fueno solo reconocida desde hace mu-cho, sino tambin tan ntida e indiscu-tiblemente probada, que no se puedecomprender esta unin imposible de ladoctrina de Cristo con la violencia, quefue y contina siendo predicada por las

    iglesias.Adems de las informaciones reci-bidas de los cuqueros, obtuve en lamisma poca, y tambin venidos des-de Amrica, pormenores de una fuen-te, para m absolutamente desconoci-da, acerca del mismo asunto. El hijode William Lloyd Garrison[5], el fa-[5] N. T2: en el original portugus

    hablan de William Lloyd Harrison,pero consultando, en Wikipedia,quin fue esta persona me di cuen-

    L

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    moso defensor de la libertad de losnegros, me escribi afirmando queencontr, en mi libro, las ideas ex-presadas por su padre en 1848 y, su-poniendo que me interesara constatar-lo, me envi el texto de un manifiesto odeclaracin titulada "No-Resistencia",escrita por su padre hace ms de cin-cuenta aos.

    Esta declaracin se origin en lassiguientes circunstancias: William LloydGarrison, en 1838, al examinar, en unaasociacin americana para el resta-blecimiento de la paz entre los hom-bres, los medios adecuados parahacer cesar la guerra, llega a la con-clusin de que la paz universal no sepuede erigir sino sobre el reconoci-miento pblico del mandamiento dela no-resistencia al mal con la vio-lencia (Mateo 5,39) en toda su ampli-tud, como lo practican los cuqueroscon los cuales Garrison mantena rela-ciones de amistad. Llegando a estaconclusin, l redacta y propone a es-ta asociacin la declaracin siguiente,

    que fue suscrita, en 1838, por varios desus miembros:

    DECLARACIN DE PRINCIPIOS, ACEPTA-DA POR LOS MIEMBROS DE LA SOCIEDADCREADA PARA EL RESTABLECIMIENTO DE

    LA PAZ UNIVERSAL ENTRE LOS HOMBRES.

    Boston, 1838.

    Nosotros, abajo suscritos, cree-

    mos tener el deber, para con nues-tros iguales y para con la causa tanquerida por nuestros corazones, para

    ta de que no exista tal individuo.Buscando hall a William Lloyd Ga-rrison, que coincide con el liberta-dor de los negros del que hablaTolsti. Una vez contrastado con la

    versin inglesa, en la que si apare-ce como Garrison, he credo conve-niente corregir el error.

    con el pas en el que vivimos y paracon el mundo entero, de proclamarnuestra fe, expresando los principiosque profesamos, la finalidad que no-sotros perseguimos y los medios que

    tenemos intencin de emplear parallegar a una REVOLUCIN BE-NFICA,PACFICAYGENERAL.

    He ah nuestros principios:

    No reconocemos cualquier auto-ridad humana. No reconocemos si-no un solo rey y legislador, un juez

    y lder de la humanidad. Nuestra pa-tria es el mundo entero; nuestros

    compatriotas son todos los hombres.Amamos todos los pases como nues-tro propio pas, y LOS DERECHOS DENUESTROS COMPATRIOTAS NO NOSSON MS ESTIMADOS QUE LOS DE TO-

    DA LA HUMANIDAD. Por esto, no ad-mitimos que el sentimiento de pa-triotismo pueda justificar la ven-

    ganza de una ofensa o de un malhecho a nuestro pas.

    Reconocemos que EL PUEBLONOTIENE EL DERECHO A DEFENDERSE

    DE LOS ENEMIGOS EXTRANJEROS, NIDE ATACARLOS. Reconocemos porotra parte que los individuos aisla-dos no pueden tener este derecho ensus relaciones recprocas, no pu-diendo la unidad tener derechos ma-yores que los de la colectividad.

    Si el gobierno no debe oponersea los conquistadores extranjeros quetienen como objetivo la ruina denuestra patria y la destruccin denuestros conciudadanos, de la mismaforma NO PUEDE OPONERSE VIOLEN-TAMENTE A LOS INDIVIDUOS QUE

    AMENAZAN LA TRANQUILIDAD Y LA

    SEGURIDAD PBLICA. La doctrina,enseada por las iglesias, de que to-

    dos los pases de la tierra estncreados y aprobados por Dios, y de

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    que las autoridades, que existen enEstados Unidos, en Rusia, en Tur-qua etc. emanan de Su voluntad, noes solo estpida, sino tambin blas-fematoria. Esta doctrina representa a

    nuestro Creador como un ser par-cial, que establece y alienta elmal. Nadie puede afirmar que lasautoridades existentes, en cualquierpas sea cual sea, acten con susenemigos segn la doctrina y elejemplo de Cristo. Tampoco sus actospueden ser agradables a Dios. Nopueden, por lo tanto, haber sido esta-blecidos por l, y deben ser destrui-

    das, no por la fuerza, sino por laregeneracin moral de los hombres.

    No reconocemos como cristianasy legales no solo las guerras - ofen-sivas o defensivas - sino tambin lasorganizaciones militares, cuales-quiera que sean: arsenales, fortale-

    zas, navos de guerra, ejerciciospermanentes, monumentos conme-

    morativos de victorias, trofeos, so-lemnidades de guerra, conquistas atravs de la fuerza, finalmente, re-

    probamos igualmente como anticris-tiana cualquier ley que nos obligueel servicio militar.

    En consecuencia, consideramosimposible para nosotros no solocualquier servicio activo en el Ejr-cito, sino tambin cualquier funcin

    que nos d la misin de mantener alos hombres en el bien por la ame-naza de prisin o de condena amuerte. NOS EXCLUIMOS, POR LOTANTO, DE TODAS LAS INSTITUCIONESGUBERNAMENTALES, REPELEMOSCUALQUIER POLTICA Y RECHAZAMOS

    TODAS LAS HONRARAS Y TODOS LOS

    CARGOS HUMANOS.No reconocindonos el derecho

    de ejercer funciones en las institucio-nes gubernamentales, RECHAZA-

    MOS TAMBIN EL DERECHO DEELEGIR PARA ESTOS CARGOS A OTRAS

    PERSONAS. Consideramos que NOTENEMOS EL DERECHO DE RECURRIR

    A LA JUSTICIA PARA HACER QUE SEA

    RESTITUIDO LO QUE NOS FUE ARRE-BATADO y creemos que, en vez dehacer uso de la violencia, ESTA-

    MOS OBLIGADOS A "DEJARTAMBIN EL MANTO A AQUELQUE NOS ROB EL VESTIDO"(MATEO 5,40).

    Proclamamos que la ley criminaldel Antiguo Testamento - OJOPOROJO, DIENTE POR DIENTE -

    FUEANULADA POR JESUCRIS-TO y que, segn el Nuevo Testa-mento, todos los fieles deben perdo-nar a sus enemigos en todos los ca-sos, sin excepcin, y no vengarse. Ex-torsionar dinero por la fuerza, pren-der, mandar a la crcel o condenar amuerte no se constituye, evidentemen-te, en perdn, y s en venganza.

    La historia de la humanidad estllena de pruebas de que la violenciafsica no contribuye con el resurgi-miento moral y que las malas incli-naciones del hombre solamente pue-den corregirse a travs del amor;que el mal no puede desaparecer si-no por medio del bien; que no sedebe contar con la fuerza de nuestrobrazo para defenderse del mal; que

    la verdadera fuerza del hombre es-t en la bondad, en la paciencia yen la caridad; que solo los pacficosheredarn la tierra y de que aquellosque con la espada hieran por la es-pada perecern.

    Por eso, tanto como para garanti-zar con ms seguridad la vida, lapropiedad, la libertad y la felicidadde los hombres, como para seguir lavoluntad de Aquel que es el Rey delos reyes y el Seor de los seores,

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    aceptamos de todo corazn el princi-pio fundamental de la no-resistenciaal mal pormedio del mal, porquecreemos firmemente que este prin-cipio, que atiende a todas las cir-

    cunstancias posibles de nuestra exis-tencia y al mismo tiempo expresa lavoluntad de Dios, debe finalmentetriunfar. No predicamos una doctrinarevolucionaria. El espritu de la doc-trina revolucionaria es un espritu devenganza, de violencia y de muerte,sin temor a Dios y sin respeto por lapersonalidad humana, y nosotros noqueremos penetrar sino por el espri-

    tu de Cristo. Nuestro principio fun-damental de no-resistencia al malpor medio del mal no nos permiteinsurrecciones, ni rebeliones, ni vio-lencias. Nos sometemos a todas lasreglas y a todas las exigencias delgobierno, excepto a aquellas que se-an contrarias a los mandamientosdel Evangelio. No resistiremos de

    otra forma que no sea sometindonospasivamente a los castigos que pue-dan infringirse debido a nuestra doc-trina. Soportaremos todas las agre-siones sin dejar de, por nuestro lado,combatir el mal dondequiera que loencontremos, en lo alto o en lo bajo,en el terreno poltico, administrativoo religioso, y buscaremos alcanzar,sirvindonos de todos los medios

    posibles, la unin de todos los rein-os terrestres en un solo reino deNuestro Seor Jess Cristo. Conside-ramos como verdad indiscutible quetodo aquello que sea contrario alEvangelio debe ser definitivamentedestruido. Creemos, como el profeta,que vendr un tiempo en que las es-padas sern transformadas en aradosy las lanzas en hoces, y que debe-mos trabajar sin demora, en la me-dida de nuestras fuerzas, para la

    realizacin de esa profeca. En con-secuencia, aquellos que fabrican,venden o se sirven de armas contribu-yen con los preparativos de la gue-rra y se oponen por la misma razn

    al poder pacfico del Hijo de Dios enla Tierra.Despus de la exposicin de nues-

    tros principios, ahora decimos de qumodo esperamos alcanzar nuestroobjetivo. Esperamos vencer "pormedio de la locura de la predica-cin". Buscaremos difundir nuestrasideas entre todos los hombres, perte-nezcan estos a cualquier nacin, re-

    ligin o clase social. Con este fin,organizaremos charlas pblicas, di-fundiremos programas y opsculos,constituiremos sociedades y enviare-mos peticiones a todas las autorida-des pblicas.

    EN SUMA, NOS EMPEAREMOS,CON TODOS LOS MEDIOS DE QUE DIS-

    PUSIRAMOS, PARA LLEVAR A CABO

    UNA REVOLUCIN RADICAL EN LASOPINIONES, EN LOS SENTIMIENTOS YEN LAS COSTUMBRES DE NUESTRA

    SOCIEDAD, EN TODO LO QUE CON-CIERNE A LA ILEGITIMIDAD DE LA VIO-

    LENCIA contra enemigos internos oexternos. Emprendiendo esta granobra, comprendemos perfectamenteque nuestra sinceridad tal vez nosprepare crueles pruebas.

    Nuestra misin puede exponernosa muchos ultrajes y a muchos sufri-mientos, y tambin a la muerte. Sere-mos incomprendidos, ridiculizados ycalumniados. Unatempestad se ergui-r contra nosotros. El orgullo y lahipocresa, la ambicin y la cruel-dad, los jefes de Estado y los pode-rosos, todo puede volverse contra no-sotros. No fue de otro modo tratadoel Mesas que buscamos imitar en lamedida de nuestras fuerzas. Pero to-

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    do esto no nos amedrenta. No depo-sitamos nuestra esperanza en loshombres, sino en nuestro Seor Om-nipotente. Si rechazamos cualquierproteccin humana, es porque tene-

    mos para sostenernos solo NUESTRAFE, ms poderosa que todo. No nosasombraremos con los castigos ypermaneceremos felices por habermerecido poder compartir los sufri-mientos de Cristo.

    As, entonces, entregamos nues-tras armas a Dios, confiados en Supalabra de que aquel que abandonacampos y casas, hermano y herma-

    na, padre y madre, mujer e hijos,para seguir a Cristo, recibir cienveces ms y heredar la vida eterna.

    Creyendo firmemente, a pesar detodo lo que podra caer sobre noso-tros, en el indudable triunfo, en todoel mundo, de los principios expues-tos en esta declaracin, aqu pone-mos nuestras firmas, confiando en el

    sentido comn y en la conciencia delos hombres, pero aun ms en el po-der divino, al cual nos remitimos.

    Posteriormente a esta declaracin, Ga-rrison fund la Sociedad de la No-Resistencia y una revista titulada No-Resistente, en la cual expona lamisma doctrina en toda su importanciay con todas sus consecuencias, tal ycomo se formula en su declaracin.

    Informaciones en cuanto al destinode esta sociedad y de esta revistame fueron suministradas por la exce-lente biografa de W. L. Garrison, encuatro volmenes, escrita por su hijo.Ni la sociedad ni la revista tuvierongran duracin. La mayor parte de loscolaboradores de Garrison en el tra-bajo de liberacin de los negros re-nunci a proseguir en esa campaa,

    temiendo desmotivar a los adeptosde la misma con los principios radi-cales de la revista; as, sociedad y re-

    vista no tardaron en desaparecer.Podra creerse que la profesin de

    fe de Garrison, de tan gran elocuencia,hubiera forzosamente impresionadofuertemente al pblico y, hacindoseconocida en el mundo entero, fuera ob-

    jeto de un profundo examen. Nada pa-recido aconteci. sta NO SLO ESDESCONOCIDA EN EUROPA, SINO TAMBINCASI IGNORADA POR LOS AMERICANOSque, sin embargo, profesan un cultoprofundo a la memoria de Garrison.

    La misma indiferencia estara re-servada a otro defensor del principiode la no-resistencia al mal con la vio-lencia, el americano ADIN BALLOU,muerto recientemente y que, durante50 aos, luch por esta doctrina.

    Para demostrar cunto todo lo quese refiere a esta cuestin se ignora, ci-tar al hijo de Garrison. A mi preguntarelativa a los adeptos supervivientesde la Sociedad "No-Resistente", merespondi que esta sociedad se habadisuelto y que, en consecuencia, yano exista partidario alguno de esta

    doctrina. Pero, en el momento en elque me escriba, viva an en Hope-dale, Massachusetts, Adin Ballou, quehaba colaborado con la obra de Ga-rrison y dedicado cincuenta aos desu vida a la propaganda hablada y es-crita de la doctrina de la no-resistencia.

    Ms tarde, recib una carta de Wil-son, discpulo y colaborador de Ballou,y entr en contacto con el propio Ba-

    llou. Escrib; me respondi y me envisus obras. He ah un pasaje[6]:

    [6] N. T2: Al leer este fragmento deAdin Ballou, me choc muchsimosu contenido. Ya que en ella sevea clara la incompatibilidad delcristianismo para con el estado yaun as afirmaba, Adin, que poda

    practicar el cristianismo obedecien-do la constitucin de su pas. Bus-cando informacin, por lo chocante

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    LEN TOLSTOY12

    Jess Cristo es mi seor y mi pa-trn (dijo Ballou en uno de sus estu-dios que demuestra la inconsecuenciade los cristianos que admiten el dere-cho de la defensa y de la guerra).

    Promet abandonar todo y seguir-le a l hasta la muerte, en la alegrao en el dolor. Pero soy ciudadano dela Repblica Democrtica de los Es-tados Unidos, a la cual promet serfiel y sacrificar mi vida, en su caso,por la defensa de su constitucin.CRISTO ME ORDENA QUE HAGA A LOSDEMS AQUELLO QUE DESEO QUE ME

    SEA HECHO A M MISMO.LA CONSTI-TUCIN DEESTADOS UNIDOS EXIGEDE M QUE HAGA A DOS MILLONES DE

    ESCLAVOS (EN LA POCA HABA ES-CLAVOS, HOY SE PUEDE FRANCAMEN-TE SITUAR EN SU LUGAR A LOS OBRE-

    ROS) EXACTAMENTE LO CONTRARIOQUE ME GUSTARA QUE SE HICIERA

    CONMIGO MISMO, ES DECIR, AYUDAR AQUE PERMANEZCAN EN LA ESCLAVI-

    TUD. Y esto no me perturba! Conti-no eligiendo y hacindome elegir,ayudo a gestionar los negocios delEstado, estoy tambin completamentepreparado para aceptar cualquiercargo gubernamental. Y esto no meimpide ser cristiano! Contino prac-ticando mi religin, no encuentro lamenor dificultad al cumplir al mismotiempo con mis deberes para con

    Cristo y el Estado!Jess Cristo me prohbe resistir

    a aquellos que cometen el mal yarrancarles ojo por ojo, diente pordiente, sangre por sangre, vida porvida.

    El Estado exige de m exactamen-

    que me pareca con el pensamiento

    de Tolsti y la idea del libro, descu-br que la obra de Ballou est escri-ta en clave satrica.

    te lo contrario y su defensa contra losenemigos internos y externos sobreel patbulo, sobre el fusil y sobre laespada, y el pas est ampliamenteprovedo de fuerzas, arsenales, navos

    de guerra y soldados.No existe medio de destruccinque parezca demasiado caro! Yhallamos muy fcil practicar el per-dn de las ofensas, amar a nuestrosenemigos, bendecir a aquellos quenos maldicen y hacer el bien a aque-llos que nos odian!

    TENEMOS PARA ESTO UN CLEROPERMANENTE QUE REZA POR NOSO-

    TROS E INVOCA LAS BENDICIONES DEDIOS SOBRE NUESTRAS SANTAS MA-TANZAS.

    Veo perfectamente todo esto (lacontradiccin entre la doctrina y losactos) y contino practicando mi re-ligin y sirviendo al pas, y me glori-fico por ser al mismo tiempo un cris-tiano y un siervo devoto y fiel del

    gobierno. No quiero admitir ese lococoncepto de la no-resistencia al mal,no puedo renunciar a mi parte de in-fluencia y abandonar el poder slo alos hombres inmorales. La constitu-cin dice: "El gobierno tiene el dere-cho de declarar la guerra", y de estoestoy convencido, y lo apruebo, y juroayudarlo, y no por esto dejo de sercristiano!

    Tambin la guerra es un debercristiano! NO SER, TAL VEZ, LLE-VAR A CABO UN ACTO CRISTIANO MA-

    TAR A CENTENARES DE MILES DE

    NUESTROS SEMEJANTES, VIOLENTAR AMUJERES, DESTRUIR E INCENDIARCIUDADES Y COMETER TODO TIPO DE

    CRUELDADES?Es tiempo de abandonar todo es-

    te sentimentalismo pueril! He ah elverdadero medio de perdonar lasofensas y amar a nuestros enemigos.

  • 7/28/2019 El reino de Dios est en Uds. - Len Tolstoy

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    EL REINO DEDIOS EST EN USTEDES 13

    Porque, siendo hechos en nombre delamor, nada es ms cristiano que es-tas masacres.

    En otro opsculo, titulado Cuntoshombres son necesarios para trans-

    formar un crimen en un acto justo, di-ce:

    Un hombre solo no debe matar:si l mat, es un reo, un homicida.Dos, diez, cien hombres, si mataran,sern tambin homicidas. Pero elESTADO OELPUEBLOPUEDENMATAR, CUANTO QUIERAN, YSUACTONOSER UNHOMICI-

    DIO, Y S UNA ACCIN GLO-RIOSA.Se trata solamente de reunirel mayor nmero posible de perso-nas y la matanza de decenas dehombres se transforma en una ocu-pacin inocente. Y cuntos hombresson necesarios para esto? He ah lacuestin. UN INDIVIDUO NO PUEDEROBAR Y SAQUEAR, PERO UN PUEBLOENTERO PUEDE.

    Por qu uno, diez, cien hombres nodeben infringir las leyes de Dios, mien-tras una gran cantidad puede? He ah,ahora, el catecismo de Ballou, escritopara sus fieles:

    CATECISMO DE LANO-RESISTENCIA[7]

    Pregunta - De dnde fue tomada la ex-presin "No-Resistencia"?Respuesta -De la frase:NO RESISTIS AL

    MAL.(MATEO 5,39)P - Qu expresa esta parbola?R - Expresa una alta virtud cristiana en-

    seada por Cristo.P - Debemos aceptar la expresin de la

    no-resistencia en su sentido ms am-

    [7] La traduccin [para el ruso] fue li-

    bre, con algunas omisiones.

    plio, o sea, que sta significa que nodebemos oponer ninguna resistenciaal mal?

    R - No. sta debe comprenderse en elsentido exacto del mandamiento de

    Cristo, es decir, NO PAGAR ELMAL CON EL MAL. Es necesarioresistir al mal con todos los mediosjustos, pero no por medio del mal.

    P - De dnde se deduce que Cristo hayaordenado la no-resistencia en estesentido?

    R - De las palabras que l pronunci aeste respecto: OSTEIS LO QUEFUE DICHO: OJO POR OJO, Y

    DIENTE POR DIENTE. Y YO OSDIGO: NO TE OPONDRS ALMALVADO; AS, SI ALGUIEN TEGOLPEA EN LA MEJILLA DE-

    RECHA, OFRCELE LA IZ-QUIERDA. Y SI ALGUIEN QUIE-

    RE PELEAR CONTIGO, Y QUI-TARTE EL MANTO, DALE TAM-

    BIN LA TNICA.

    P - De qu habla Cristo al decir: "Os-teis lo que fue dicho"?R - De los patriarcas y de los profetas y

    de lo que ellos dijeron y que est es-crito en el Antiguo Testamento quelos israelitas llaman generalmente laLey y los Profetas.

    P - A qu mandamiento hace alusinCristo con las palabras "Os fue di-cho"?

    R - AL MANDAMIENTO CON EL CUALNO,MOISS Y OTROS PROFETASDAN EL DERECHO DE HACER UN MALpersonal a aquellos que os hicieronun mal para castigar y para suprimirlas malas acciones.

    P - Cite estos mandamientos.R - * Quien derrame la sangre del hom-

    bre, por el hombre ser su sangrederramada (Gnesis 9,6).

    * Quien hiera a otro y cause su muer-te ser muerto.

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    * Mas si hubiere muerte, entoncesdars vida por vida, ojo por ojo,diente por diente, mano por ma-no, pie por pie, quemadura porquemadura, herida por herida,

    golpe por golpe (xodo1,12.23.24.25).* Si un hombre golpea a muerte a un

    ser humano, sea quien sea, debermorir.

    * Si un hombre hiere a su prjimo,desfigurndolo, como l hizo asse le har.

    * Fractura por fractura, ojo por ojo,diente por diente (Levitas

    24,17.19.20).* Jueces investigarn cuidadosamen-

    te. Si el testigo fuera un testigofalso, y que haya calumniado a suhermano, entonces vosotros lo tra-taris conforme el mismo pensabatratar a su prjimo.

    * Que tu ojo no tenga piedad; vidapor vida, ojo por ojo, diente por

    diente, mano por mano, pie porpie (Deuteronomio 19, 18.19 y21).

    He ah los mandamientos de los quehabla Jess.

    NO,MOISS Y LOS PROFETAS EN-SEAN QUE AQUEL QUE MATA, MUTILAO MARTIRIZA A SU SEMEJANTE PRAC-

    TICA EL MAL.PARA OPONERSE A ESTE MAL Y PA-

    RA SUPRIMIRLO, QUIEREN QUE AQUELQUE LO PRACTIC SEA CASTIGADO conla muerte, con la mutilacin o concualquier otro castigo. Quieren pa-gar ofensa con ofensa, homicidio conhomicidio, sufrimiento con sufrimien-to, el mal con el mal. Pero Cristodesaprueba todo esto."Yo os digo noos opongis al mal, no paguis ofensacon ofensa, ni aun si debis soportar-la nuevamente" - escribe l en elEvangelio. Lo que era lcito est

    prohibido. Habiendo comprendidoqu gnero de resistencia enseabanNo, Moiss y los profetas, sabemosigualmente lo que significa la no-resistencia enseada por Cristo.

    P - Admitan los antiguos la resistenciaa la ofensa con la ofensa?R - S, pero Jess la prohibi. El cristia-

    no no tiene en caso alguno el dere-cho de quitar la vida o de afligir conun castigo a aquel que le hizo un mal.

    P - Puede el cristiano matar o herir pa-ra defenderse?

    R - No.P - Puede el cristiano llevar acusacio-

    nes frente a los tribunales para ob-tener un castigo para el ofensor?

    R - No, porque lo que l hace a travs delos otros es lo que l realmente hace.

    P - Puede combatir en un ejrcito co-ntra los enemigos de fuera o contralos rebeldes internos?

    R - No, est claro. l no puede tomarparte alguna en la guerra, ni tan solo

    en la organizacin de la guerra. Nopuede usar armas mortales, no puederesistir a la ofensa con la ofensa, seasolo o unido a otros, acte por smismo o por medio de los dems.

    P - Puede el cristiano, voluntariamente,reunir y armar soldados para el ser-vicio del Estado?

    R - l no puede hacer nada de esto, siquiere ser fiel a las leyes de Cristo.

    P - Puede el cristiano, con benevolen-cia, dar dinero al gobierno que estsustentado por las fuerzas armadas,para la pena de muerte y para la vio-lencia?

    R - No, a menos que este dinero no sedestine a un objetivo en especial,justo por s mismo y cuyos fines ymedios sean buenos.

    P-PUEDE PAGAR IMPUESTOS A TAL GO-BIERNO?

    R -NO, L NO DEBE VOLUNTARIAMENTE

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    PAGAR IMPUESTOS; PERO NO DEBERESISTIR A LA RECAUDACIN DE IM-

    PUESTOS.EL IMPUESTO DECRETADOPOR EL GOBIERNO SE RECAUDA INDE-

    PENDIENTEMENTE DE LA VOLUNTAD

    DE LOS CONTRIBUYENTES.ELHOMBRENOPUEDEESCAPARDELSINRECURRIRALAVIOLENCIA, YEL CRISTIANO,

    NOPUDIENDOEMPLEARLAVIOLENCIA,DEBEABANDONAR

    SUPROPIEDADALASEXTOR-SIONESDELPODER.

    P - Puede un cristiano ser elector, juezo agente del gobierno?

    R - No, la participacin en las eleccio-nes, en la justicia, en la administra-cin, nos hace participar en la vio-lencia gubernamental.

    P - Cul es la principal virtud de ladoctrina de la no-resistencia?

    R -LA POSIBILIDAD DE CORTAR EL MALPOR LA RAZ EN NUESTRO PROPIO CO-

    RAZN, as como en el de nuestros

    semejantes. Esta doctrina repruebalo que perpeta y multiplica el malen el mundo. Aquel que ataca a suprjimo o que lo ofende provoca sen-timientos de odio, origen de todo elmal. Ofender al prjimo porque lnos ofendi, con el propsito de re-peler el mal, es reprobar una malaaccin, es despertar o por lo menosliberar, alentar el demonio que pre-

    tendemos repeler. Satans no puedeser expulsado por Satans, la mentirano puede ser purificada por la menti-ra, y el mal no puede ser vencido porel mal.

    La verdadera no-resistencia es lanica resistencia al mal. Ella dege-lla al dragn. Destruye y hace des-aparecer por completo los malos sen-timientos.

    P - Pero, si la idea de la doctrina es jus-ta, sta es, finalmente, asequible?

    R - Tan asequible como cada bien or-denado por la Sagrada Escritura.

    ELBIEN,PARAHACERSEENCUALQUIERCIRCUNSTANCIA,

    EXIGERENUNCIA,PRIVACIO-

    NES,SUFRIMIENTOSY,ENCA-SOSEXTREMOS,ELSACRIFICIODELAPROPIAVIDA.Pero aquelque aprecie ms su vida que el cum-plimiento de la voluntad de Dios yaest muerto para la nica vida ver-dadera. Tal hombre, queriendo sal-var su vida, la perder. Adems, engeneral, donde la no-resistencia re-quiere el sacrificio de una sola vida o

    de alguna felicidad esencial a la vida,la resistencia requiere miles de sacri-ficios semejantes. La no-resistenciaconserva, la resistencia destruye.

    Es mucho menos peligroso actuarcon igualdad que con injusticia, so-portar la ofensa que resistir a ellacon violencia. En nuestra vida ac-tual, esto es tambin ms seguro. Si

    todos los hombres se abstuvieran deresistir al mal con el mal la felicidadreinara sobre la tierra.

    P - Pero, si solamente algunos actuarande este modo, qu sera de ellos?

    R - Aunque un solo hombre actuara asy que todos los otros concordaranen crucificarlo, no sera ms glo-rioso para l morir por el triunfo delamor que vivir y cargar la corona de

    los Csares encharcada con la san-gre de los inmolados?Mas si fueraun solo hombre o fueran mil hom-bres al haber decidido no resistir almal con el mal, estuviera l entre losbrbaros o entre los salvajes, estaramucho ms libre de la violencia quecon aquellos que se apoyan en la vio-lencia. El delincuente, el asesino, eltramposo lo dejaran en paz, dandopreferencia a los que resisten conarmas.

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    Aquel que golpea con la espadaperecer por la espada, mientrasaquellos que buscan la paz, que vivenfraternalmente, que perdonan y olvi-dan las ofensas disfrutan habitual-

    mente de la paz durante la vida y sonbendecidos despus de la muerte.Si, entonces, todos los hombres

    observaran el mandamiento de lano-resistencia, ya no habra ofensa,ni delito. Si, por poco que fuera, ellosfueran mayora, estableceran inme-diatamente el poder del amor y de labenevolencia tambin sobre los ofen-sores, sin recurrir nunca a la violen-

    cia. Si fueran solo una minora im-portante, siempre ejercitaran tal ac-cin moralizadora y regeneradorasobre la humanidad que todos loscastigos crueles seran anulados; laviolencia y el odio cederan su lugara la paz y al amor. Y aunque no fue-ran sino una pequea minora, rara-mente tendran que sufrir algo peor

    que el desprecio del mundo, y sinembargo el mundo, sin percibirlo ysin estar agradecido, llegara a serprogresivamente mejor y ms sabio,a consecuencia de la influencia deesa pequea oculta minora. Aunadmitiendo que algunos miembrosde esa minora fueran perseguidoshasta la muerte, estas vctimas de laverdad dejaran detrs de s su doc-

    trina ya consagrada por la sangredel martirio.

    La paz sea con aquellos quebuscan la paz, y que el amor vence-dor permanezca en la herencia impe-recedera de todas las almas que sesometen libremente a la ley de Cristo!

    No resistir al mal con la violen-cia.

    ADIN BALLOU

    Durante cincuenta aos, Ballou escribi

    y public libros que se referan sobretodo a la no-resistencia. En esas obras,notables por la lucidez de y por la belle-za del estilo, la cuestin se examina ba-

    jo todos los ngulos posibles. l hacede la observancia de este mandamien-to un deber para todo el cristiano quecree en la Biblia como en una revela-cin divina. Pasa revista a todas lasobjeciones... tanto las tratadas en el

    Antiguo y en el Nuevo Testamentos -como, por ejemplo, la expulsin de losmercaderes del Templo - como tambinlas independientes de la Escritura, ylas refuta victoriosamente, mostrandoel sentido prctico de la no-resistencia. As, un captulo entero desu obra est dedicado al examen decasos especiales. Reconoce que soloun caso, en el cual la no-resistenciano pudiera ser admitida, bastara paraprobar la falsedad de esta regla. Pero,examinando esas ocasiones excepcio-nales, demuestra que exactamente en-tonces es til y sabio conformarse a es-te precepto. Digo todo esto para mos-

    trar mejor el evidente inters que tie-nen esos trabajos para los cristianos.Se pensar que debieran conocer lamisin de Ballou y haber admitido o re-futado los principios. Pero no es as.

    Incluso ms que mi relacin con loscuqueros, la obra de Garrison, la So-ciedad de la No-Resistencia fundadapor l y su declaracin me probaronque desde hace mucho fue constata-

    da la derogacin del cristianismo delEstado a la ley de Cristo[8] sobre lacuestin de no oponerse al mal con laviolencia y que muchas personas tra-bajaron y trabajan an para demostraresta evidencia. Ballou me confirm

    [8] N. T2: aqu he hecho la traduccinliteral, pese a que no se entienda

    muy bien. Creo que se refiere a laderogacin por parte del Estado encuanto a la ley de Cristo....

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    aun ms esta opinin. Pero el destinode Garrison y sobre todo el destinode Ballou, desconocido por todos, apesar de los cincuenta aos de traba-

    jo atestado e incesante, me convencie-ron de que existe una especie de cons-piracin del silencio, tcita, pero formal,contra todas estas tentativas.

    Ballou muri en agosto de 1890, yun peridico americano que tiene un t-tulo cristiano (Religio-philosophicalJournal - August 23) le dedic un art-culo necrolgico.

    En esa oracin fnebre laudatoriase dijo que Ballou era el gua espiritualde la comunidad, que pronunci deocho a nueve mil sermones, uni enmatrimonio mil parejas y escribi cercade quinientos artculos y estudios, peroni una sola palabra se pronunci acer-ca de la misin a la cual dedic su vi-da. Ni la palabra no-resistencia fuemencionada.

    Como todo lo que predican loscuqueros hace doscientos aos,como la obra de Garrison, su decla-

    racin, la fundacin de su sociedady de su revista, parece que tambinlos trabajos de Ballou nunca existie-ron.

    Como ejemplo admirable de estaignorancia de las obras que tratan deexplicar la no-resistencia y confundir aaquellos que no reconocen este man-damiento, se puede citar el destino dellibro del checo CHELICK, que slo re-

    cientemente fue conocido y todava nopublicado.

    Poco despus de la publicacin dela traduccin alemana de mi libro, recibuna carta un profesor de la Universi-dad de Praga, que me daba a cono-cer la existencia de una OBRA INDITADEL CHECO CHELICK, DEL SIGLO XV, TI-TULADA LA RED DE LA FE. EN ESA OBRA,ME DECA EL PROFESOR, CHELICK EX-

    PRES, HACE CUATRO SIGLOS, A PROPSI-TO DEL CRISTIANISMO VERDADERO O FAL-

    SO, LAS IDEAS EXPRESADAS EN MI LIBRO

    MI RELIGIN. El profesor con el quemantuve correspondencia aada quela obra de Chelick estaba lista paraser publicada por primera vez, en len-gua checa, en las memorias de la Aca-demia de Ciencias de Pittsburg. Noconsiguiendo obtener esta obra, bus-qu todo lo que se saba acerca deChelick y recog algunas informacio-nes en un libro alemn, que me acon-sej el mismo profesor de Praga, laHistoria de la literatura checa, de Pypi-ne. He ah lo que dice este ltimo:

    La red de la fe es la doctrina deCristo que debe rescatar al hombre

    de las obscuras profundidades delocano de la vida y de sus mentiras.La verdadera fe est en la creenciade las palabras de Dios, pero huboun tiempo en que los hombres consi-deraban la verdadera fe una hereja.Es por este motivo que la razn debemostrar en qu consiste la verdad, sialguien la ignora. La noche la ocultde los hombres. stos ya no recono-cen la verdadera ley de Cristo.

    Para explicar esta ley, Chelickrecuerda LA ORGANIZACIN PRIMITI-VA DE LA SOCIEDAD CRISTIANA, OR-GANIZACIN QUE HOY SERA, DICE L,CONSIDERADA POR LA IGLESIA ROMA-

    NA COMO UNA TERRIBLE HEREJA.Esta iglesia primitiva fue el ideal

    de la ORGANIZACIN SOCIAL BASADA

    EN LA LIBERTAD EN LA IGUALDAD YEN LA FRATERNIDAD que son hastahoy, segn Chelick, los fundamen-tos del cristianismo. Si la sociedadvolviera a su doctrina pura, la exis-tencia de los reyes y de los papas sehara intil: la ley nica del amorbastara para el orden social.

    Histricamente, Chelick da co-mienzo a la decadencia del cristia-

    nismo en el tiempo de ConstantinoMagno, que el papa Silvestre indujo

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    a ABRAZAR EL CRISTIANISMO SINHACERLO RENUNCIAR A LOS PRINCI-

    PIOS Y COSTUMBRES PAGANAS.Constantino, por su parte, dio al

    papa la riqueza y el poder temporal.

    Desde aquel tiempo los dos poderesreunieron sus esfuerzos y miraronsolamente el desarrollo de su gran-deza material.

    Los doctores[9], los sabios y lossacerdotes ya no pensaron en otracosa sino en subyugar el mundo y enarmar a los hombres unos contra losotros, para matar y robar. Elloshicieron desaparecer para siempre la

    doctrina evanglica de la religin yde la vida.

    Chelick repele totalmente el derechoa la guerra y a las ejecuciones capita-les; TODO GUERRERO, AUNQUESEA "CABALLERO", NO ES MSQUE UN ASESINO y un delincuente.

    Lo mismo dice el libro alemn, quecontiene adems de eso algunas parti-

    cularidades biogrficas y muchas citasde la correspondencia de Chelick.Conociendo, entonces, en qu con-

    sista la doctrina de Chelick, espercon ansiedad la publicacin de La Redde la fe en las memorias de la Acade-mia. Pero, pas un ao, despus dos,y tres, sin que la obra llegara al p-blico. Slo en 1888 supe que la edi-cin, ya iniciada, haba sido suspendi-

    da. Obtuve los borradores de todo loque ya haba sido compuesto y encon-tr una obra estupenda en cada prra-fo.

    Esa obra la resumi muy bien Py-pine. La idea fundamental deChelick es que el cristianismo,unindose al poder bajo Constantinoy continuando desarrollndose enesas condiciones, se corrompi por

    [9] N. T2: Aqu Tolsti llama doctores alos hombres instruidos.

    completo y dej de ser el cristianis-mo. El ttulo de La Red de la fe fueda-do por Chelick a su libro porque,habiendo usado como epgrafe el ver-sculo del Evangelio que llamaba a losdiscpulos a que se hagan pescado-res de hombres, l continua con esacomparacin y dice: "Cristo, por mediode sus discpulos, envolvi el mundoentero en la 'Red de la fe'; pero lospeces grandes, habiendo rasgado lasmallas de la red, escaparon, y por elagujero que hicieron pasaron tambinlos peces pequeos, de modo que lared se qued casi vaca. "Los pecesgrandes que rasgaron la red son losgobernantes: emperadores, papas, re-yes, que, sin abandonar el poder, acep-taron no el cristianismo, sino su apa-riencia.

    CHELICK ENSEA LA DOCTRINA QUEFUE Y ES HASTA HOY PREDICADA POR LOS

    "NO-RESISTENTES", POR LOS MENONITAS,POR LOS CUQUEROS Y, EN LA ANTIGE-DAD, POR LOS BOGOMILOS, POR LOS PAU-LICIANOS Y POR TANTOS OTROS. l ense-

    a que el cristianismo, que exige desus adeptos la resignacin, la sumi-sin, el pacifismo, el perdn de lasofensas, que se ofrezca la mejilla dere-cha a aquel que golpe en la izquierday el amor a los enemigos, no puedeconciliarse con la violencia, condicinesencial del poder.

    EL CRISTIANO, SEGN CHELICK, NOSOLO NO PUEDE SER COMANDANTE O

    SOLDADO, SINO QUE NO PUEDE SIQUIERAFORMAR PARTE DE ADMINISTRACIN AL-

    GUNA; NO PUEDE SER COMERCIANTE NIPROPIETARIO DE TIERRAS: NO PUEDE SERSINO UN ARTESANO O AGRICULTOR.

    Ese libro es una de las raras obrasque escaparon a los autos de fe[10],entre las que fustigaron el cristianismo

    [10] N. T2: Un auto de fe fue una mani-festacin pblica de la Inquisicin.Informacin obtenida de Wikipedia.

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    oficial, y es esto lo que la hace tan inte-resante.

    Pero, adems de su inters, ese li-bro, desde cualquier punto de vistaque lo examinemos, es uno de los msnotables productos del pensamiento,tanto por la profundidad de las opinio-nes, como por la extraordinaria energay por la belleza del lenguaje popular enel cual est escrito. Y, sin embargo, eselibro permanece como manuscrito hacems de cuatro siglos y contina siendoignorado por todos, excepto por los es-pecialistas.

    Sera de esperar que ese tipo deobras - como las de los cuqueros, lasde Garrison, Ballou, Chelick - queafirman y demuestran, tomando porbase el Evangelio, que el mundo en-tiende mal la doctrina de Cristo, pro-vocaran el inters, la agitacin, elmurmullo, las discusiones, tanto entrelos pastores como entre las ovejas.Refirindose a la propia esencia de ladoctrina cristiana, esas obras deberanexaminarse y reconocerse como jus-

    tas, o bien refutadas y rechazadas.Pero esto no acontece.

    El mismo hecho se repite en rela-cin a todas esas obras. Personas conlas ms diversas opiniones, tanto losfieles como - y esto es sorprendente -los librepensadores, todos parecenhaberse puesto de acuerdo en silenciartoda palabra al respecto, y todo aquelloque los hombres hacen para explicar el

    verdadero sentido de la doctrina deCristo permanece oculto u olvidado.

    Sin embargo, aun ms sorprenden-te es la obscuridad en la cual permane-cieron dos obras, de cuya existenciaslo tom conocimiento a partir de lapublicacin de mi libro. stas son laobra de Dymond, On War (Sobre laguerra), publicada por primera vez enLondres en 1824, y la obra de Daniel

    Musser, sobre la no-resistencia, escritaen 1864. Es verdaderamente extraoque estas obras hayan permanecido

    olvidadas, porque, sin hablar de su va-lor, tratan tanto de teora de la no-resistencia, como de su aplicacinprctica en la vida y del cristianismoen sus relaciones con el servicio mili-tar; lo que, hoy, es sobremanera impor-tante debido al servicio militar obligato-rio.

    Al preguntarse, tal vez, cul debeser la actitud de aqul cuya religines inconciliable con la guerra, pero dequien el gobierno exige el servicio mili-tar?

    Esta pregunta parece esencial, y elservicio militar obligatorio confiere a larespuesta una importancia especial.Todos o casi todos los hombres cris-tianos y todos los hombres adultos es-tn llamados a las armas. Cmopuede entonces un hombre, en cali-dad de cristiano, responder a esa exi-gencia? He ah lo que responde Dy-mond:

    SU DEBER ES RECHAZAR, PACFI-CA, PERO FIRMEMENTE, EL SERVICIO

    MILITAR. 'Ciertos hombres, sin racio-cinio' bien definido, concluyen, no sesabe bien de qu manera, que la res-ponsabilidad para las medidas gu-bernamentales cabe enteramente aaquellos que gobiernan, es decir, quelos gobernantes y los reyes decidanlo que est bien y lo que est malpara sus sbditos, y que el deber deestos es slo el de obedecer. Creo

    que este modo de pensar nada hacesino ofuscar la consciencia. Nopuedo participar en los consejos delgobierno, por lo tanto no soy respon-sable por sus delitos.

    Es verdad que no somos respon-sables de los errores de los gober-nantes, pero somos responsables denuestros errores, y los cometidos por

    nuestros gobernantes se transformanen nuestros si, sabiendo que son erro-res, participamos en su ejecucin.

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    Aquellos que creen que su deber esobedecer al gobierno y que la res-ponsabilidad de los delitos que co-meten recae enteramente sobre elsoberano estn muy engaados.

    Algunos dicen: Sometamos nues-tros actos a la voluntad ajena y estosactos no pueden ser malos o buenos.En nuestros actos no puede haber elmrito de una buena accin, ni laresponsabilidad de una mala accin,ya que son ajenos a la nuestra volun-tad.

    Debemos notar que estas mismasideas estn desarrolladas en las ins-

    trucciones dadas a los soldados yque deben aprenderse de memoria.En ellas se dice que solamente elcomandante ser responsable de lasconsecuencias de sus rdenes.

    Pero esto no es verdad. El hom-bre no puede huir de la responsabi-lidad de los actos que comete. Estose ve claramente en el siguiente

    ejemplo: Si el ordena matar al hijo devuestro vecino, matar a vuestro pa-dre, a vuestra madre, le obedece-ris? Y, si no le obedecierais, todoslos raciocinios se echan por tierra,porque, si hay caso en qu podis noobedecer, dnde encontraris el l-mite hasta el cul debis hacerlo?No existe para vosotros otro lmitesino aqul establecido por el cristia-

    nismo; y respetarlo es cosa, al mismotiempo, sabia y fcil.

    Por lo tanto, creemos que el de-ber de cada hombre que considerela guerra como inconciliable con sureligin es rechazar, pacifica perofirmemente, el servicio militar. Aque-llos que as actuaran deben recordarque cumplen un gran deber. De sufidelidad a la religin depende (pormucho que esto pueda depender delos hombres) el destino de la paz de

    la humanidad. Profesen y defiendansu conviccin, no solo con palabrassino, si es necesario, con sufrimien-to. Si creis que Cristo haba con-denado la muerte, no atendis a los

    raciocinios ni a las rdenes de loshombres que os ordenan tomar partede ella.

    Con este firme rechazo a partici-par en la violencia, mereceris labendicin de aquellos queescuchan ysiguen esas rdenes, y llegar un daen que el mundo os loar como artfi-ces de la regeneracin humana.

    El libro de MUSSER

    lleva por ttulo: Non-resistance asserted, o Kingdom ofChrist and kingdom of this world sepa-rated, 1864 (Afirmacin de la no-resistencia, o Separacin del reino deDios del reino terrestre).

    Ese libro se escribi en ocasin dela Guerra de Secesin, cuando el go-bierno americano impuls el serviciomilitar a todos los ciudadanos. Estotambin es importante, en la actualidad,por los asuntos que aborda en relacinal rechazo del servicio militar. En el pre-facio, dice el autor:

    Se sabe que, en Estados Unidos,muchos niegan la necesidad de laguerra. Estos son llamados los cris-tianos no-resistentes o defenceless(sin defensa). Rechazan defender elpas propio, usar armas y combatir

    contra los enemigos a la llamada delgobierno. Hasta hace poco tiempo es-ta razn religiosa el gobierno la res-petaba, y a aquellos que la invoca-ban se les liberaba del servicio mili-tar. Pero, con el inicio de la Guerrade Secesin, la opinin pblica se in-dign con esa situacin. Es naturalque los ciudadanos que, para la de-

    fensa de su patria, consideraban undeber someterse a las durezas y alos peligros de la vida militar, hayan

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    visto con desprecio aquellos que, evi-tando esas obligaciones, usufructua-ban desde hace mucho, en igualdadde condiciones, la proteccin y lasventajas del Estado que rechazaban

    defender en momentos de peligro. Yes tambin evidente que esa situacintraa en s algo de monstruoso e inex-plicable.

    Incontables oradores y escritoresse rebelaron contra la doctrina de lano-resistencia e intentaron probar sufalsedad, sea por medio de racioci-nio, sea por medio de la Sagrada Es-critura. Esto es lgico y, en muchos

    casos, esos escritores tienen razn,cuando se trata de aquellos que, re-chazando las durezas del servicio mi-litar, no rechazan las ventajas delservicio social; pero ellos no tienenrazn cuando se trata del propioprincipio de la no-resistencia.

    Ante todo, el autor establece para loscristianos el deber de la no-resistencia

    por el hecho de que el mandamientoest, ntidamente y sin equvoco posi-ble, expresado por Cristo: "Juzgadvosotros mismos si es justo obedeceral hombre en vez de a Dios", como di-

    jeron Pedro y Juan. Por lo tanto, todohombre que quiere ser cristiano tieneslo una conducta a seguir, negarse,cuando deseen mandarlo a la guerra,pues Cristo dijo: "No resistiris al

    mal con la violencia".He ah por qu el autor considerala cuestin del principio resuelta. Encuanto a la otra cuestin, relativa a laspersonas que, no rechazando las ven-tajas a ellas dadas por un gobiernobasado en la violencia, aun as recha-zan el servicio militar, el autor la estu-dia con detalles y llega a la conclusinde que, si el cristiano que sigue las

    leyes de Cristo si rechaza ir a la gue-rra, no puede tomar parte alguna enla administracin gubernamental, en

    el poder judicial, ni en el poder eje-cutivo. NO PUEDE, SIQUIERA, RE-CURRIR A LA AUTORIDAD, A LAPOLICA O A LA JUSTICIA, PARARESOLVER SUS PROBLEMAS PER-SONALES.

    Ms adelante, el autor examina lasrelaciones existentes entre el Antiguo yel Nuevo Testamento y muestra lo quesignifica el Estado para los no-cristianos. Expone las objeciones quese hacen a la doctrina de la no-resistencia y las rebate; finalmente, asconcluye: Los cristianos no necesitandel gobierno y por lo tanto no estnobligados a obedecerlo y menos an aparticipar en l." Cristo escogi en elmundo a sus discpulos, que no an-helan las satisfacciones y la felicidadterrenales; anhelan, s, la vida eterna.El espritu en el cual viven los hacepersonas satisfechas y felices, seacual sea su condicin. Si el mundoles es tolerante, estn contentos; si noles deja en paz, se van hacia otrospases, porque son peregrinos en la

    Tierra y no se fijan en lugar alguno.Creen que toca a los muertos enterrar asus muertos; al respecto nada debenhacer sino seguir a su maestro.

    Sin examinar si la definicin del de-ber del cristiano en relacin a la guerraes o no justa, definicin establecida enlos dos libros, no se puede negar laposibilidad prctica ni la urgencia deuna solucin para este problema.

    Centenares de miles de hombres,los cuqueros, los menonitas, nues-tros dukhoborzos, nuestros molokanesy una cantidad de personas que nopertenecen a ninguna secta definida,consideran la violencia, y, as pues, elservicio militar, como inconciliablescon el cristianismo. He ah por qucada ao, entre nosotros, en Rusia, al-gunos reclutados rechazan el servicio

    militar, basndose en su conviccin re-ligiosa. Y qu les hace el gobierno?Los libera, tal vez? Los obliga a

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    marchar y los castiga, en caso de ne-garse? No...

    En 1818, el gobierno as lo regl.He ah un extracto del peridico, quecasi nadie conoce en Rusia, de Nico-lau Nicolaiewic Muraviev-Karsky, su-primido por la censura:

    2 de octubre de 1818. Tiflis.

    Hoy por la maana, el comandan-te me dijo que se mandaron reciente-mente a Georgia cinco campesinos dela Comarca de Tambov. Esos hom-bres fueron reclutados por el ejrcito,pero se niegan a someterse al servi-

    cio militar. Ya se castigaron muchasveces con el knut[11] y con el garro-te; pero abandonaron sin resistenciasus cuerpos a las ms crueles tortu-ras y a la muerte, con tal de no sersoldados. "Dejadnos ir, dicen, no noshagis mal y no lo haremos a nadie.Todos los hombres son iguales y elZar es un hombre como nosotros.Por qu le debemos pagar impues-

    tos? Por qu debemos ir a exponernuestras vidas en la guerra para ma-tar a hombres que no nos hicieronmal alguno? Podris cortarnos enpedazos, pero no cambiaris nuestrasideas. No vestiremos el uniforme mi-litar y no comeremos en la game-la [ 12 ] . Aquel que tuviera piedad denosotros dar limosna; nada tene-

    mos que pertenezca al Zar y de l na-da queremos tener. He ah lo quedicen esos mujiks[13]. Aseguran queen Rusia muchos piensan de la mismaforma. Fueron llevados cuatro vecesen presencia del consejo de minis-

    [11] N del T: Especie de ltigo ruso.[12] N. T2: no he sabido traducirgame-

    la, la traduccin de la palabra en in-

    gles dice que son utensilios milita-res para comer.

    [13] N. T2: campesinos rusos.

    tros, y se decidi finalmente presen-tar la cuestin al soberano, que de-termin, como medida de castigo,mandarlos a Georgia, ordenando alcomandante en jefe que le hiciera un

    informe mensual sobre los adelantosde la conversin de stos a ideas mssaludables.

    Se consigui someterlos? No se sa-be; y se desconoce tambin el propiohecho, respecto a lo sucedido se man-tuvo en el ms profundo secreto.

    As actuaba el gobierno hace 75aos; as continu actuando en la ma-yor parte de los casos, siempre con

    mucho cuidado ocultndolo al pueblo;as acta todava hoy, excepto con losalemanes menonitas que viven en elgobierno de Jersn, cuyo rechazo alservicio militar se respeta y que sirvensolamente en el cuerpo de la guardiaforestal.

    En los casos ms recientes de re-chazo al servicio militar basado enconvicciones religiosas, por hombres

    que no pertenezcan a la secta de losmenonitas, las autoridades as lo regu-lan.

    Ante todo, se adoptan todas lasmedidas coercitivas que hoy se usanpara "corregir" al recalcitrante y conver-tirlo a las ideas "saludables", y se man-tiene secreta cualquier instruccin refe-rente a tal tipo de asuntos. En lo queconcierne a alguno de estos refracta-

    rios, s que en 1884, en Mosc, dosmeses despus de haberse negado, elcaso se haba transformado en un vo-luminoso expediente, conservado en elms profundo secreto en los archivosdel ministerio.

    Se comienza generalmente pormandar el recalcitrante a los clrigosque, para su vergenza, intentan siem-pre inducirlos a la sumisin. Pero esta

    exhortacin, en nombre de Cristo, arenegar de Cristo, permanece, en lamayor parte de las veces, sin efecto.

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    Entonces, lo entregan a los guar-dias. Estos, en general, no encontran-do en su caso alguna razn poltica, lomandan a otras vas. Entonces son losdoctores, los mdicos, los que de l seocupan y lo mantienen en observacinen un manicomio.

    En todo este ir y venir, el infeliz, pri-vado de libertad, sufre todo tipo dehumillacin y sufrimiento, como un de-lincuente condenado (el hecho se repi-ti cuatro veces). Cuando los mdicoslo dejan salir del manicomio, comienzauna larga serie de maniobras ocultasy prfidas que tienen como fin impedir-lo partir, a fin de que no lleve el malejemplo a los que piensan igual quel. Se evita tambin dejarlo entre lossoldados, porque estos podranaprender de l que su convocatoriapara el ejrcito est lejos del cumpli-miento de las leyes de Dios, como seles lleva a creer.

    Lo ms cmodo, para el gobierno,sera simplemente cortar la cabeza delrebelde, golpearlo hasta la muerte o

    eliminarlo de cualquier otro modo, co-mo en otros tiempos se haca. Desgra-ciadamente, es imposible condenar amuerte abiertamente a un hombre porel motivo de ser fiel a la doctrina quenosotros mismos profesamos.

    Por otro lado, es de la misma formaimposible dejar en paz a un hombreque se niega a obedecer. Entonces, elgobierno se esfuerza en obligar, a tra-

    vs del sufrimiento, a este hombre, arenegar de Cristo, o lo elimina secre-tamente por cualquier medio, a fin deque nadie conozca su suplicio o suejemplo.

    Todo tipo de astucia fue adoptadapara someter a los refractarios a todotipo de tortura: deportacin a algn pa-s lejano; proceso por indisciplina; pri-sin, incorporacin a los batallones de

    castigo, donde se le pudiera torturar li-bremente, o los rotulaban como locosy los encerraban en un manicomio.

    As, a uno se le deport a Taskent, osea, usaron el pretexto de mandarlo alejrcito de Taskent; a otro se le man-d para Omsk; a un tercero se le juz-g por rebelin y se le encarcel; alcuarto, finalmente, fue encerrado en unmanicomio En cualquier lugar la mis-ma historia se repite! No slo el go-bierno, sino tambin la mayora de losliberales, de los librepensadores, pare-cen haber adoptado la consigna dedesviar cuidadosamente la atencin detodo aquello que fue dicho, escrito,hecho y que an se hace para revelarla incompatibilidad la violencia, en suforma ms terrible, ms grosera, msclara - la del militarismo, es decir, la or-ganizacin de la muerte - con la doctri-na, no dir cristiana, sino simplementehumana, que la sociedad pretende pro-fesar.

    As, las informaciones que recibsobre hasta qu punto el verdaderosignificado de la doctrina de Cristo fueexplicado hace mucho tiempo, y cadavez ms se explica, y cul es, en re-

    lacin a esta explicacin y al segui-miento de la doctrina, LA ACTITUD DELAS CLASES SUPERIORES Y DIRIGENTES -NO SOLO EN RUSIA, SINO TAMBIN ENEUROPA Y EN AMRICA - ME CONVENCIE-RON DE QUE, EN ESAS CLASES, EXISTEUNA HOSTILIDAD CONSCIENTE CONTRA EL

    VERDADERO CRISTIANISMO, Y ESA HOSTILI-DAD SE TRADUCE PRINCIPALMENTE EN LA

    CONSPIRACIN DEL SILENCIO en el que

    estn envueltas todas sus manifesta-ciones.

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    II

    OPINIONES DE LOS FIELES YDE LOS LIBREPENSADORES

    SOBRE LA NO-RESISTENCIA AL

    MAL CON LA VIOLENCIA

    os comentarios a los que dio lu-gar mi libro produjeron en m estamisma impresin. Adivin el de-

    seo existente de guardar silencio sobrelas ideas que busqu expresar.

    Al publicarse, como ya esperaba,este libro se prohibi. Segn la ley,

    debera quemarse. Al contrario, fuebuscado por las autoridades; unaenorme cantidad de copias y auto-biografas se difundieron, adems dediversas traducciones editadas en elextranjero.

    E, inmediatamente despus, apa-recieron las crticas, no solo religio-sas, tambin laicas, que el gobiernono solo toler sino que alent. DEESTE MODO, LA IMPUGNACIN DE UN LIBROQUE NADIE DEBERA CONOCER FUE DISCU-

    TIDA EN LAS ACADEMIAS como tema paraobras teolgicas.

    Las crticas a mi libro, rusas o ex-tranjeras, e dividen en dos categoras: las CRTICAS RELIGIOSAS de escrito-

    res que se consideran creyentes, y las CRTICAS DE LIBREPENSADORES.

    Comienzo por lasCRTICAS RELIGIOSAS

    Acuso, en mi libro, a los doctoresde la iglesia de que enseen una doc-trina claramente contraria a los precep-tos de Cristo, sobre todo, al manda-miento de la no-resistencia al mal y de,con esto, que resten de la doctrina deCristo toda su importancia.

    Los telogos admitieron el Ser-mn de la Montaa, como tambin el

    mandamiento de la no-resistencia almal con la violencia, como las revela-ciones divinas. POR QU ENTON-CES, YA DECIDIDOS A DISCUTIR MI LIBRO,NO RESPONDEN ELLOS, ANTE TO-DO, AL PUNTO PRINCIPAL DE LAACUSACIN? Deberan decir fran-camente SI RECONOCEN O NOCOMO OBLIGATORIOS para loscristianos la doctrina del Sermnde la Montaa y el mandamiento dela no-resistencia al mal con la vio-lencia. En lugar de que respondan,como muchas veces hacen, que porun lado no se puede, por descontado,negar, pero que, por otro lado, no sepuede, por descontado, afirmar... tantoms que... etctera..., ellos deberanresponder con claridad a la preguntaque formulo en mi libro. CRISTO PE-DA REALMENTE A SUS DISCPULOS QUE

    ACEPTARAN LOS PRECEPTOS DEL SERMNDE LA MONTAA?

    Entonces,

    PUEDE O NO EL CRISTIANO PARTICIPAR

    ENLA JUSTICIA, SEA COMO JUEZ, SEACOMO ACUSADOR, LO QUE SE CONSTITUYE

    EN UNA APELACIN A LA FUERZA?

    PUEDE L O NO, SIENDO CRISTIANO,PARTICIPARENLAADMINISTRA-CIN, ES DECIR, EMPLEAR LA FUERZA

    CONTRA SUS SEMEJANTES?Y finalmente, la pregunta ms impor-

    tante, la que,

    con el servicio militar obligatorio, hoyinteresa a todos:

    PUEDE EL CRISTIANO, CONTRARIAMENTEA LA INDICACIN TAN PRECISA DE CRISTO,

    SERVIRENELEJRCITO Y DE ESTAMANERA COMETER HOMICIDIOS O INSTRUIR-

    SE PARA STOS?

    Estas preguntas se formulan clara yfrancamente, y merecan respuestas de

    la misma forma claras y francas. Peronada parecido se encuentra en todaslas crticas provocadas por mi libro, ni

    L

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    aun, de hecho, en todas las que res-pondieron a los escritos a travs de loscuales evocan a los doctores de laiglesia a las verdaderas prescripcionesdel Evangelio, escritos de los cuales laHistoria est repleta, desde los tiemposde Constantino.

    Con ocasin de mi libro, me censu-raron por la interpretacin errada dealgn que otro pasaje de la Biblia; por-que no reconozco la Trinidad, la Re-dencin y la inmortalidad del alma, co-mentaron mi extravo.

    Se comentaron muchas cosas, peroNADA acerca de aquello que, para todoslos cristianos, se constituye en la prin-cipal, en la esencial pregunta de la vi-da:

    CMO CONCILIAR LA DOCTRINA CLA-RAMENTE EXPRESADA POR EL Y CONTENIDA

    EN EL CORAZN DE CADA UNO DE NOSO-

    TROS - PERDN, HUMILDAD, PACIENCIA,AMOR A TODOS: AMIGOS O ENEMIGOS - CONLA EXIGENCIA DE LA GUERRA Y DE SUS VIO-

    LENCIAS CONTRA NUESTROS COMPATRIO-

    TAS Y CONTRA LOS EXTRANJEROS?

    Las aparentes respuestas dadas aesta pregunta se pueden agrupar encinco categoras.

    Reun aqu no solo lo que encontren las crticas a mi libro, sino tambintodo lo que se escribi sobre esteasunto en el pasado.

    El 1er

    y ms grosero gnero de respues-tas consiste en la afirmacin audaz deque la violencia no est en contra-diccin con la doctrina de Cristo,que se autoriza y hasta est ordenadapor el Antiguo y Nuevo Testamento.

    Las respuestas de este tipo provie-nen, en su mayora, de personas quese encuentran en la cumbre de la

    jerarqua administrativa o re-

    ligiosa y que estn, por esto, ab-solutamente seguras de que nadie

    las osara contradecir y que,por otro lado, no escucharan. Debidoa la embriaguez del poder, esos hom-bres perdieron totalmente la nocin delo que es el cristianismo (en cuyo

    nombre ocupan sus posiciones), y todolo que en l se encuentra de verdade-ramente cristiano les parece hertico,mientras, todo aquello que, en la Sa-grada Escritura, puede interpretarse enel sentido anti- cristiano y pagano lesparece el verdadero sentido del cristia-nismo.

    En apoyo a la afirmacin de queel cristianismo no est en contra-diccin con la violencia, ellos invo-can, con la mayor audacia, los pa-sajes ms equivocados del Antiguoy del Nuevo Testamento, interpre-tndolos en el sentido menos cris-tiano como, por ejemplo, la ejecu-cin de Ananas y Safira, la de Si-mn el Mago, etctera. Citan todo loque les parece justificar la violencia,como la expulsin de los mercade-res del templo y las palabras: "Peroyo os digo que el Da del Juicio serms soportable para la Tierra de So-doma, que para vosotros" (Mateo11,24).

    SEGN LA OPININ DE ESOS HOMBRES,UN GOBIERNO CRISTIANO NO TIENE, DENINGN MODO, EL DEBER DE DEJARSEGUIAR POR EL ESPRITU DE LA CARIDAD,POR EL PERDN A LAS OFENSAS Y POR EL

    AMOR A LOS ENEMIGOS.

    Es intil refutar tal tesis, pues aque-llos que la defienden se refutan a smismos, o mejor, se separan de Cristo,imaginando su propio Cristo y su pro-pio cristianismo, en vez de aquel porcuyo nombre existen la iglesia y la po-sicin que ellos ocupan. Si todos su-pieran que la iglesia reconoce un Cris-to vengador, implacable y guerrero,nadie sera partidario de esa iglesia y

    nadie defendera sus doctrinas.

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    El 2do

    medio - un poco menos grosero -consiste en reconocer que Cristo ense-aba, es verdad, a poner la cara y darel manto, y que sta es, realmente, una

    elevada moral..., PERO... UNA VEZ QUE,SOBRE LA TIERRA, EXISTE UN GRAN N-MERO DE DELINCUENTES, ES NECESARIOCONTENERLOS POR LA FUERZA, PARA NOVER PERECER A LOS BUENOS E INCLUSO EL

    MUNDO ENTERO. Encontr por primeravez este argumento en San Juan Cri-sstomo y demuestro su falsedad enmi libro Mi religin.

    Este argumento no tiene valor por-

    que, si nos permitimos declarar, no im-porta a quin, a un delincuente fuera dela ley, destruimos toda la doctrinacristiana segn la cual somostodos iguales y hermanos, encalidad de hijos de un solo Padre Ce-lestial. Y adems, aunque Dios hubierapermitido la violencia contra los delin-cuentes, siendo imposible determinar

    de modo absolutamente correcto ladistincin entre el delincuente y aqulque no lo es, acontecera que loshombres y la sociedad se considerar-an mutuamente delincuentes: cosa quehoy se da. Finalmente, suponiendo quefuera posible distinguir con seguridadun delincuente de aqul que no lo es,no se le podra encarcelar, torturar ycondenar a muerte en una sociedadcristiana, porque no habra en ella na-die para cometer tales actos, estandocualquier violencia prohibida al cristia-no.

    El 3er

    medio de responder, ms sutil quelos precedentes, consiste en la afirma-cin de que EL PRECEPTO DE LA NO-RESISTENCIA AL MAL CON LA VIOLENCIA ES

    CIERTAMENTE OBLIGATORIO PARA EL CRIS-TIANO, PERO SOLAMENTE EN CUANTO ELMAL NO LE AMENAZA SINO A L. Esto, sin

    embargo, deja de ser obligatorio cuan-do el mal se dirige contra sus semejan-tes. En ese caso, no solo el cristiano nodebe conformarse al precepto sinoque, al contrario, debe oponerse a laviolencia con la violencia. Esta afirma-cin es absolutamente arbitraria y esimposible encontrarle confirmacin entoda la doctrina de Cristo. Esta inter-pretacin hace ms que restringir elprecepto: es su negacin absoluta. Sicada hombre tiene el derecho deemplear la violencia para repeler pe-ligro que amenaza a semejante, lacuestin: ya no se trata de saber si laviolencia est prohibida o permitida,sino de saber cul es la definicinde lo que puede representar un peli-gro para los otros. Y, si mi raciocinioparticular pudiera decidir la cuestin, yodira que no existe un solo caso de vio-lencia que no pueda explicarse por elpeligro ajeno. Quemaron y condenarona muerte a brujos; condenaron a muer-te a aristcratas y girondinos; condena-ron a muerte tambin a sus enemigos,

    porque los que ocupaban el poder losconsideraban un peligro para la nacin.

    Si esta importante restriccin, queaumenta la importancia del precepto,hubiera estado en la mente de Cristo,estara formulada en algn lugar. Ellano se encuentra en las prdicas ni enla vida del Maestro. Sino que, al con-trario, lo que se ve es una ADVER-TENCIA contra tal restriccin, tan falsa

    como seductora. Esto resalta, con es-pecial claridad, en el RELATO DEL RA-CIOCINIO QUE HIZO CAIFS QUE JUSTA-MENTE CENSURA ESTA RESTRICCIN. lreconoce que ES INJUSTO CONDE-NAR A JESS, INOCENTE, PEROVE EL PELIGRO NO PARA S, SINOPARA TODO EL PUEBLO. POR ESOL DICE: ES MEJOR QUE MUERAUN SOLO HOMBRE QUE TODO EL

    PUEBLO. La misma enseanzadestaca aun con ms nitidez de laspalabras que dijo Pedro cuando s-

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    te intent oponerse a la violenciacontra Jess (Mateo 26,52). Pedrono se defenda a s mismo, si-no a su Maestro divino y ado-rado. Pero Cristo lo prohibi,dicindole:

    Guarda tu espada en su lugar, puestodos los que cogen la espada por laespada morirn.

    Adems, la violencia para defender alsemejante de otra violencia nunca est

    justificada, porque no habiendo sidoan cometido el mal que se quiereimpedir, es imposible que se puedaadivinar

    qu mal ser mayor,si aqul que se est prestos a

    cometer oaqul que se quiere impedir.

    Condenamos a muerte a un delin-cuente para de l librar a la sociedad,y nada nos prueba que ese delincuen-

    te no cambiara maana su conducta yque su ejecucin no sera una crueldadintil. Mandamos a la prisin a unmiembro de la sociedad, peligroso anuestro modo de ver, pero maana eseindividuo podra dejar de ser peligrosoy, entonces, su prisin sera intil.Veo un delincuente perseguir a una jo-ven. Tengo en las manos un fusil. Lomato. Salvo a la joven; pero la muerteo la herida del delincuente es unhecho cierto, en cuanto a lo que habr-a acontecido con la joven me es des-conocido. Qu mal inmenso debe re-sultar, y en realidad resulta, del dere-cho reconocido por los hombres deprevenir los delitos que podran ocurrir!Desde la Inquisicin hasta las bombasde dinamita, ejecuciones capitales ytorturas de decenas de miles de delin-cuentes llamados polticos estn un99% de las veces basadas en este ra-ciocinio.

    La 4ta

    categora de respuestas, aun mssutiles, consiste en la afirmacin deque el precepto de la no-resistencia almal con la violencia, LEJOS DE NEGARSE,EST, POR EL CONTRARIO, FORMALMENTERECONOCIDO COMO TODOS LOS OTROS;PERO QUE NO SE LE DEBE ATRIBUIR UN SIG-

    NIFICADO ABSOLUTO, COMO HACEN LOSSECTARIOS.

    Hacer de l una condicin sine quanon de la vida cristiana, a la imitacinde Garrison, Ballou, Dymond, de losmenonitas, de los cuqueros y comohacen los hermanos moravos, los val-

    deses, los albigenses, los bogomilos,los paulicianos, es un sectarismolimitado. Este precepto ya no tienems o menos importancia que todos losotros, y EL HOMBRE QUE INFRINGE, DE-BIDO A SU FLAQUEZA,NOIMPORTAQUMANDAMIENTO, INCLUSIVE EL DE LA NO-RESISTENCIA, NO DEJA DE SER CRIS-TIANO,SITIENEFE.

    Esta astucia es muy hbil e incon-tables personas, que desean ser en-gaadas, sucumben a ella sin dificul-tad. Consiste esto en transformar la ne-gacin consciente del precepto en unainfraccin ocasional. Pero basta com-parar la actitud de los ministros de laiglesia delante de este precepto y suactitud frente a aquellos que realmen-te lo reconozcan para convencerse dela diferencia que hacen entre unos y

    otros.Ellos sin duda RECONOCEN, POR

    EJEMPLO, EL PRECEPTO CONTRA LA LU-JURIA; AS, JAMS ADMITEN QUE LA LU-JURIA NO SEA UN MAL; NUNCA INDICANUNA OCURRENCIA EN QUE EL PRECEPTO

    CONTRA EL ADULTERIO PODRA INFRINGIR-

    SE Y SIEMPRE ENSEAN QUE DEBEMOS

    EVITAR LAS TENTACIONES DE LA LUJURIA.NADA PARECIDO EN RELACIN AL PRECEP-

    TO DE LA NO-RESISTENCIA. Todos los pa-dres reconocen casos donde este pre-cepto puede violarse, y as ensean. Y

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    no solo ensean a evitar las tentacio-nes de las cuales la primera es el ju-ramento, sino que ellos mismos lopronuncian. En ningn otro casoaprueban la violacin de cualquier otromandamiento; entre tanto, en rela-cin a la no-resistencia, profesanabiertamente que no hay necesidadde seguir a raya esta prohibicin;que no es necesario siempre resignar-se a ella y que, por el contrario, EXIS-TEN CIRCUNSTANCIAS, SITUACIONES, QUEEXIGEN JUSTAMENTE LO CONTRARIO, ESDECIR, EN LAS CUALES SE DEBE JUZGAR,HACER LA GUERRA, CONDENAR A MUERTE.De modo que, cuando tratan el precep-to de la no-resistencia, lo ms comnes que enseen cmo no se debe con-formarse a l. La observancia de esteprecepto es, dicen ellos, muy difcil; eseste el atributo de la perfeccin.

    Cmo no sera difcil observarlo, enrealidad, si su violacin, lejos deser reprobada, est, por el con-trario, animada, dado que estnabiertamente bendecidos los tribu-nales, las prisiones, los caones,

    los fusiles, el ejrcito y las batallas?

    No es, entonces, verdad que estemandamiento sea, como los otros, re-conocido por los ministros de la iglesia.

    stos no lo reconocen, simplemen-te, por no osar admitirlo e intentan disi-mular este punto de vista. Tal es lacuarta manera de reaccionar.

    El 5to

    modo, el ms hbil, el ms adopta-do y el ms fuerte, consiste en evitarresponder, fingiendo considerar es-ta cuestin como ya resuelta desdehace mucho tiempo y de la manerams clara y ms satisfactoria, de talforma que DE ELLA YA NO SE DEBAHABLAR. Esta respuesta est adoptadapor todos los escritores religiosos de-masiado instruidos para que desconoz-

    can las leyes de la lgica. Sabiendoque es imposible explicar la contradic-cin existente entre la doctrina de Cris-to, que nosotros, y toda nuestra clasesocial, profesamos por palabras, yque, hablando al respecto, slo seconsigue hacerla cada vez ms eviden-te, ellos evitan la dificultad con mayor omenor habilidad, simulando creer quela cuestin de LA CONCILIACIN DE LADOCTRINA CRISTIANA CON LA VIOLENCIA

    YA FUE RESUELTA o no existe en maneraalguna[14] [15].

    La mayor parte de los crticos re-ligiosos que se ocuparon de mi libroadopt este argumento. Podra citar

    [14] El mundo entero juzga con seguri-dad

    [15] Conozco un solo estudio - no unacrtica en el sentido exacto de la pa-labra - que trata del mismo asunto,tiene como objetivo mi libro y sealeja un tanto de esa definicin ge-neral. Es el opsculo de Trostsky:El Sermn de la Montaa (Kazn).El autor reconoce que el preceptode la no-resistencia al mal con laviolencia quiere decir exactamenteeso, como tambin el precepto so-bre el juramento. l no niega, comolos otros, el significado de la doctri-na de Cristo; infelizmente, l no ex-trae de este reconocimiento las de-ducciones ineludibles que de ahderivan y aparecen, de forma muynatural, cuando, como l, tenemosa la vista la doctrina de Cristo. Sino debemos oponernos al mal conla violencia, ni prestar juramento,cada uno debe preguntarse: Y elservicio militar? Y el juramento?- Y es exactamente a estas pre-guntas a las que el autor no res-ponde. Ahora, es necesario respon-

    der a esas preguntas, o, si no sepuede, evtese provocar tales pre-guntas.

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    decenas de esas apreciaciones en lascuales, sin excepcin, el mismo casose repite siempre. Se habla de todo,menos del asunto principal del libro.Como ejemplo caracterstico de este ti-po de crtica, citar el artculo del cle-bre e ingenioso escritor y predicadoringls Farrar, gran maestro, como todoslos telogos sabios, del arte de subter-fugios y reticencias. Este artculo fuepublicado en la revista americana F-rum del mes de octubre de 1888.

    Despus de conscienciosa y rpi-damente resumir mi libro, dice Farrar:

    Tolstoy lleg a la conclusin de que

    EL MUNDO FUE GROSERAMENTE EN-GAADO CUANDO SE ASEGUR A LOS

    HOMBRES QUE LA DOCTRINA DE

    CRISTO DE NO RESISTIR AL MAL CONEL MAL ES CONCILIABLE CON la gue-rra, con los tribunales, con las eje-cuciones capitales, con el divorcio,con el juramento, con el patriotismo

    y en general conla mayor parte delas instituciones sociales y polti-cas.

    l cree, hoy, que el reino de Cris-to existir cuando los hombres siganlos 5 mandamientos de Cristo, o sea:

    1. VIVIR EN PAZ CON TODOS;2. LLEVAR UNA VIDA PURA;3. NO JURAR;4. NUNCA RESISTIR AL MAL;5. ABANDONAR CUALQUIER

    FRONTERA ENTRE NACIONES.

    Tolstoy niega el origen divino del An-tiguo Testamento, de las Epstolas yde todos los dogmas de la iglesia,como la Trinidad, la Redencin, eldescenso de Espritu Santo y el cle-ro, y no reconoce sino las palabras ylos preceptos de Cristo.

    Pero es entonces acertada talinterpretacin de la doctrina deCristo?

    Estn los hombres obligados,como ensea Tolstoy, a observar loscinco mandamientos de Cristo?

    Frente a esta pregunta esencial, lanica que llev al autor a escribir el

    artculo sobre mi libro, qu podemosesperar? Qu l nos diga que estainterpretacin de la doctrina de Cristoes justa y que es necesario a ella obe-decer, o por el contrario que es inexac-ta, y que l as pruebe y nos d unaexplicacin ms acertada para las pa-labras que comprendo tan mal? Nadade esto. Farrar se limita a expresar la''conviccin" de que Tolstoy, aunque

    guiado por la ms noble sinceridad,cay en el error de las interpretacio-nes estrictas del significado delEvangelio y del pensamiento y de lavoluntad de Cristo. En qu consisteeste error? l no lo explica, slo dice:

    Es imposible, en este artculo,profundizar en esta demostracin,porque ya sobreexced el nmero

    de pginas que me fue fijado.

    Y concluye, con admirable tranquilidadde espritu:

    Sin embargo, si el lector se sienteatormentado por el pensamiento deque l debe, como cristiano, siguien-do el ejemplo de Tolstoy, renunciara las condiciones habituales de suvida y vivir como un albail, clmese

    y piense en la mxima:Securus judi-cat orbis terrarum[16].Salvo algunas excepciones (prosi-

    gue l) toda la cristiandad, desde eltiempo de los apstoles hasta nues-tros das, lleg a la conclusin deque EL OBJETIVO DE CRISTO

    ERA DAR A LOS HOMBRES UNGRAN PRINCIPIO, PERO NO

    DESTRUIR LAS BASES DE LAS

    [16] N. T2: juzga con certeza al mundo.

  • 7/28/2019 El reino de Dios est en Uds. - Len Tolstoy

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    EL REINO DEDIOS EST EN USTEDES 31

    INSTITUCIONES DE TODAS LASSOCIEDADES HUMANAS, QUESE BASAN EN LA SANCIN DI-VINA Y EN LA NECESIDAD. Si yohubiera tenido la misin de probar la

    imposibilidad de la doctrina del co-munismo, que Tolstoy apoya sobreparadojas divinas (sic), que no pue-den interpretarse sino sobre princi-pios histricos, de acuerdo con todoslos mtodos de la doctrina de Cristo -esto habra requerido un espacio ma-yor que aquel que tengo a mi disposi-cin.

    Qu desgracia! l no tena espa-cio! Y, cosa extraa! Hace 15 si-glos nadie tena espacio para pro-bar que Cristo, en quien creemos,no haya dicho lo que dijo. Y sin em-bargo pudieron probarlo, si se hubieradeseado. Es verdad que no vale lapena probar lo que todos saben. Bastadecir: Securus judicat orbis terrarum.

    Tal es, sin excepcin, la argumen-

    tacin de todos los creyentes literatosque comprenden, as pues, la falsedadde su situacin. Su nica tctica con-siste en apoyarse en la autoridadde la iglesia, en su antigedad y sucarcter sacro para intimidar allector y disuadirlo de la idea deleer el Evangelioy de estudiar afondo la cuestin. Y la cosa fun-ciona. Quin podra suponer, dehecho, que aquello que los archidico-nos, los obispos, los arzobispos, lossantos snodos y los papas repiten contanta seguridad y tanta solemnidad,siglo tras siglo, no es sino una prfidamentira, y que ellos calumnian a Cristocon el objetivo de garantizar para smismos las riquezas que necesitan pa-ra llevar una vida agradable en perjui-cio de los dems? Su falsedad se hizo

    hoy tan evidente que su nico mediode mantenerla es el de intimidar al p-blico con su audacia y desenvoltura.

    Lo mismo ocurre hace aos en losconsejos de revisin. Frente a una me-sa se ven sentados en los puestos dehonor, bajo el retrato del emperador,algunos viejos dignatarios, todos cu-biertos de condecoraciones, conver-sando libre y negligentemente, escri-biendo, ordenando, llamando. A su la-do, en batn de seda, una gran cruz enel pecho, canas cadas sobre la estola,un venerable sacerdote se sienta en unestante sobre el cual hay una cruz deoro y un Evangelio de ngulos dorados.Llaman a Ivn Petrov. Un adolescentemal vestido, sucio, asustado, seaproxima con el rostro descompues-to, ojos intranquilos y febriles y dicetartamudeando, en voz baja: "Yo...la ley... como cristiano... no puedo...

    - Qu dice? - pregunta con impa-ciencia el presidente parpadeando losojos, tocando su oreja y levantando lacabeza del libro.

    - Habla en voz alta! - Grita el co-ronel, cuyos galones brillan.

    - Yo... yo... como cristiano... - Por

    fin, se entiende: el joven rechaza elservicio militar, porque es cristiano.

    - No diga tonteras. Abra los bra-zos. Doctor, podra medirlo? Estbien?

    - Est bien.- Padre, hgalo prestar juramento.No solamente nadie est perturba-

    do, sino que ni se presta atencin a loque balbucea aquel pobre adolescente

    asustado.- Todos tienen algo que decir, cmo

    si tuviramos tiempo para escucharlos.Quedan an muchos reclutas porexaminar!

    El reclutado parece querer aadiralgo.

    - Esto es contrario a la ley de Cristo.- Sal, sal! No necesitamos de ti

    para saber lo que est conforme a la

    ley y lo que no est. Sal!Vete ahora! Padre, catequzalo.Pasemos a otro: Vassili Nikitine!

  • 7/28/2019 El reino de Dios est en Uds. - Len Tolstoy

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    LEN TOLSTOY32

    Y el joven es conducido hacia fuera,muy tembloroso.

    Y nadie sospecha - ni los guardias,ni Vassili Nikitine, que se le introduceen aquel momento, ni una sola personade entre las que asistieron a esta esce-na - que aquellas pocas palabras inco-herentes, pronunciadas por el adoles-cente e inmediatamente reprimidas,contienen la verdad, mientras los so-lemnes discursos de los funcionarios ydel sacerdote, tranquilos y seguros,nada son sino mentira y engao!

    Los artculos de Farrar producenla misma impresin. Lo mismo ocu-rre con todos los discursos retricos,con tratados y libros que llegan al p-blico en cuanto la verdad aparece enalgn lugar, revelando la mentira impe-rante. Sin perder tiempo, escritores yoradores, verbosos o hbiles, eleganteso solemnes, plantea y tratan cuestio-nes al margen del asunto, teniendopor otro lado el cuidado de silenciar lorelacionado con el tema en s.

    Es este el quinto mtodo de contro-

    versia, el ms eficaz para ocultar lacontradiccin en la que se situ el cris-tianismo oficial, PROFESANDO LA DOCTRI-NA DE CRISTO EN LA TEORA, PERO NEGN-DOLA EN LA PRCTICA.

    Aquellos que intentan justificarsepor el primer mtodo, afirmando abiertay brutalmente que Cristo haya autoriza-do la violencia, las guerras, las matan-zas, se alejan conscientemente de la

    doctrina evanglica. Aquellos que sedefienden por el segundo, tercero ycuarto mtodos se enmaraan en supropia contradiccin, y es fcil con-vencerlos de la mentira, pero los lti-mos, que no razonan o no se dignana razonar, que se esconden detrs desu grandeza, que aparentan creer quetodas estas cuestiones hayan sido re-sueltas desde hace mucho, por ellos y

    por otros, y ya no dan lugar a dudas,estos supuestos impasibles permane-cern serenos mientras que los hom-

    bres estn bajo la accin de la suge-rencia hipntica de los gobiernos y dela iglesia. As fue, en relacin a mi li-bro, la actitud de los telogos, que pro-fesan la religin cristiana.

    No podra haber otra. Ellos perma-necen cautivos de la contradiccin enla que se encuentran - la fe en la divi-nidad del Maestro y la negacin de suspalabras ms claras - contradiccionesde las cules quieren evadirse a cual-quier precio.

    As pues, no se podra esperar deellos una argumentacin independientesobre la propia esencia de la cuestin,sobre modificaciones de las condicio-nes de la existencia que resultaran enla aplicacin de la doctrina de Cristo alorden actual. Yo esperaba este tipo deraciocinio por parte de los

    CRTICOS LIBREPENSADORES

    que no estn sujetos a la fe y puedenjuzgar libremente; esperaba ver a loslibrepensadores que consideran a Cris-

    to no solo como fundador de una reli-gin de salvacin personal (como en-tienden los partidarios de la iglesia), si-no tambin como un reformador quederrumba las antiguas bases de lasociedad y construye nuevas, reformaan no concluida, y cuya realizacinprosigue cada da.

    Este concepto de la doctrina deCristo es el de mi libro. Para mi gran

    asombro, entre las incontables crticasque l provoc, no se encontr unanica, rusa o extranjera, que haya tra-tado el tema bajo este punto de vista,es decir, considerando la doctrina deCristo como una doctrina filosfica, mo-ral y social (segn la expresin de losdoctores).

    Los crticos rusos laicos no ven enmi libro nada ms all del precepto

    de la no-resistencia al mal, y (proba-blemente por la comodidad de la obje-cin) comprendieron este precepto en

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    EL REINO DEDIOS EST EN USTEDES 33

    el sentido absoluto, o sea, como laprohibicin de cualquier lucha contra elmal. Ellos lo atacaron con furor y de-mostraron victo


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