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El relieve, los paisajes físico-geográficos y la aptitud ... · El relieve, los paisajes...

Date post: 08-Nov-2018
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INTRODUCCIÓN El análisis geomorfológico de un territorio posee un carácter multifactorial, en el cual intervienen tanto los procesos endógenos como exógenos de la formación del relieve, estos últimos modeladores, no sólo de la superficie terrestre, sino además, determinantes en la formación de los restantes com- ponentes del paisaje físico-geográfico. De cualquier manera, en el contexto del sistema territorial, y en específico, de su subsistema natural, el estudio de las condiciones geólogo-geomorfológicas constituye uno de los principales pasos en la investigación geoecológica del medio ambiente y en sus evalua- ciones con fines de ordenamiento ecológico territorial. Estos dos geocompo- nentes (constitución geológica y condiciones geomorfológicas) determinan, de manera general, el comportamiento y el estado de los restantes factores naturales, tanto de carácter zonal como azonal, e incluso controlan la dis- tribución y extensión de muchas de las actividades socioeconómicas de un territorio. El relieve, los paisajes físico-geográficos y la aptitud natural de las unidades de gestión en el ordenamiento ecológico territorial José Ramón Hernández Santana,* Manuel Bollo Manent,** Ana Patricia Méndez Linares* y José Manuel Figueroa Mah Eng* 87 * Instituto de Geografía, UNAM. ** Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, sede Morelia, UNAM.
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El relieve, los paisajes físico-geográficos y la aptitud natural 87

introducción

El análisis geomorfológico de un territorio posee un carácter multifactorial, en el cual intervienen tanto los procesos endógenos como exógenos de la formación del relieve, estos últimos modeladores, no sólo de la superficie terrestre, sino además, determinantes en la formación de los restantes com-ponentes del paisaje físico-geográfico. De cualquier manera, en el contexto del sistema territorial, y en específico, de su subsistema natural, el estudio de las condiciones geólogo-geomorfológicas constituye uno de los principales pasos en la investigación geoecológica del medio ambiente y en sus evalua-ciones con fines de ordenamiento ecológico territorial. Estos dos geocompo-nentes (constitución geológica y condiciones geomorfológicas) determinan, de manera general, el comportamiento y el estado de los restantes factores naturales, tanto de carácter zonal como azonal, e incluso controlan la dis-tribución y extensión de muchas de las actividades socioeconómicas de un territorio.

El relieve, los paisajes físico-geográficos y la aptitud natural de las unidades de gestión en el ordenamiento ecológico territorial

José Ramón Hernández Santana,* Manuel Bollo Manent,** Ana Patricia Méndez Linares* y José Manuel Figueroa Mah Eng*

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* Instituto de Geografía, UNAM. ** Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, sede Morelia, UNAM.

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Partiendo de dichas premisas, el objetivo central del presente trabajo es ofrecer, desde el punto de vista metodológico y a través de su aplicación en el territorio noroccidental del Estado de Chiapas, México, una secuencia geomorfológica alternativa para la determinación de las unidades de síntesis natural, en este caso de paisajes físico-geográficos, como unidades de ges-tión (UGAs) que permitan la evaluación de la aptitud natural de uso, en el contexto de la corriente actual de los ordenamientos ecológicos territoriales (OETs), como parte de las concepciones por alcanzar modelos de desarrollo sostenible.

Este enfoque parte de la metodología general de las investigaciones geomorfológicas y de su cartografía, como plataforma básica de la estruc-tura y distribución de las unidades de paisajes, tomadas en el caso chiapa-neco como unidades de gestión de su modelo de ordenamiento ecológico territorial. En general, los resultados alcanzados enriquecen, desde el punto de vista metodológico, las aplicaciones mexicanas sobre los ordenamientos ecológicos territoriales, todos sujetos a las disposiciones y reglamentacio-nes de la Ley General del Equilibrio Ecológico y de Protección al Ambiente (LGEEPA).

El análisis geomorfológico y su cartografía, a escala 1:100 000, abarcan las ópticas morfológica, morfométrica, morfotectónica y morfoestructural, morfocronogenética y exodinámica, destacando tanto los resultados locales en el noroeste de Chiapas, como su importancia para satisfacer cada una de las fases de la secuencia metodológica relieve-paisajes físico-geográficos-aptitud natural de uso-unidades de gestión. Por supuesto, que la complejidad del análisis y de la integración del sistema territorial (subsistemas natural, social, económico y urbano regional) en un OET es mucho más amplia e in-terrelacionada, pero en este trabajo sólo se persigue como objetivo, ponderar el papel de la geomorfología en la conformación paisajística y en el recono-cimiento de las potencialidades y limitaciones de uso de las unidades de ges-tión territorial, aplicado al noroeste del Estado de Chiapas.

Área de estudio

El entorno regional del territorio de estudio, se corresponde con la provin-cia geomorfológica denominada Tierras Elevadas de Chiapas-Guatemala

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(High Land), según la clasificación de Raisz (1964), aunque su extensión específica ocupa el extremo noroccidental de dicha provincia y del Estado de Chiapas, México; limitada al Oeste y al Este, por las cuencas de los ríos Grijalva y Pichucalco respectivamente; al Norte, por la planicie lacustre de las lagunas La Ceiba, Limón y Santuario; y al Sur, por las estribaciones montañosas del volcán El Chichón y la presa Peñitas. La extensión total del territorio estudiado para el ordenamiento ecológico territorial es de 2 456.88 km2, estando limitado entre los 17º 17’ 00’’ y 17º 59’ 00’’ de Latitud Norte, y los 93º 00’ 00’’ y los 93º 33’ 00’’ de Longitud Oeste. Dentro del te-rritorio están involucrados los municipios Pichucalco, Ostuacán, Reforma, Juárez y Sunuapa (Figura 1).

Figura 1. Área de estudio en el noroeste del Estado de Chiapas. Municipios involucrados: 1. Reforma, 2. Juárez, 3. Pichucalco, 4. Sunuapa y 5. Ostuacán

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La constitución geológica refleja diferentes eventos durante la evolución geotectónica regional, como son una gran acumulación de sedimentos ma-rinos, deformaciones plicativas y disyuntivas, emplazamientos de intrusivos y actividad volcánica en determinadas épocas, incluso hasta el presente. Las unidades sedimentarias se dividen, de forma general, en calcáreas y epiclásti-cas; las primeras corresponden a sedimentos depositados durante el Cretácico, mientras que las segundas son rocas cuya edad varía del Paleoceno al Mioceno tardío. El Plioceno y el Holoceno se caracterizan por depósitos de planicies fluviales y lacustres, así como por depósitos piroclásticos y rocas volcánicas del volcán activo Chichonal o El Chichón, este último asociado con sistemas de fallas transcurrentes de izquierda (García-Palomo et al., 2004), en la zona tectónica de interplacas Norteamericana, Cocos y Caribe (Nixon, 1982).

Análisis del relieve y cartografía geomorfológica: enfoques aplicados al ordenamiento territorial

Un estudio geomorfológico, con fines de caracterización analítica del relieve y con aplicaciones físico-geográficas sintéticas de determinación de unidades de gestión ambiental (UGAs) para satisfacer las primeras etapas de un orde-namiento ecológico territorial, debe contemplar valoraciones morfológicas, morfométricas, morfoestructurales, cronomorfogenéticas. Estos aspectos geomorfológicos se representan cartográficamente en los mapas hipsomé-tricos, de los ángulos de inclinación de las laderas, de la disección vertical, de la densidad de disección, de la morfotectónica y la morfoestructura, de la cronomorfogénesis o geomorfológico general.

La clasificación y análisis de los restantes factores naturales, como el cli-ma, las aguas, los suelos, la vegetación y el uso del suelo, y la flora y la fauna, siempre sobre una base geólogo-geomorfológica, como la presentada en este trabajo, constituye la plataforma de definición taxonómica de los paisajes físico-geográficos, como unidades de síntesis natural, que pueden adoptarse como unidades de gestión espacial en el contexto del ordenamiento ecológi-co territorial, donde conceptualmente los alcances están dirigidos a satisfa-cer el desarrollo armónico de la economía y las expectativas de la vida social, pero con mayor énfasis a la organización del espacio con fines de manejo sostenible y de conservación del patrimonio natural.

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En el extremo noroeste de la Sierra Norte de Chiapas, un papel impor-tante en la conformación endógena del relieve lo desempeñó la etapa de los movimientos neotectónicos mioceno-cuaternarios de la corteza terrestre; sus ascensos diferenciados en el territorio formaron y consolidaron los esca-lones morfoestructurales del relieve actual (montañas bajas, premontañas, lomeríos y los pisos de planicies de distinta génesis), y densificaron y profun-dizaron la disección del relieve, delinearon la red hidrográfica actual y esta-blecieron el patrón de azonalidad de todos los factores naturales, así como la diferenciación de los paisajes físico-geográficos.

Análisis morfométrico del relieve chiapaneco noroccidental

Los rasgos morfológicos y morfométricos externos del relieve del territo-rio estudiado, se expresan claramente en los mapas topográficos digitales, a escala 1:50 000 (INEGI, 2005) y en la base topográfica específica para su análisis geomorfológico, preparada por Méndez Linares (2005); pero para definir los umbrales cuantitativos de la interpretación, se requiere de la eva-luación de sus características morfográficas y de la aplicación de los indica-dores morfométricos, los cuales nos muestran las dimensiones numéricas de los rasgos morfológicos básicos del relieve, entre ellos se encuentran, la hipsometría, los ángulos de inclinación de las laderas, la disección vertical y la densidad de disección. Estas cualidades de carácter geométrico permiten diferenciar rápidamente, bajo un análisis integrado, los espacios de mayor o menor actividad tectónica en la formación del territorio, los focos de relevan-te energía geomorfológica, las diferencias litológicas del substrato a través de la expresión en el relieve del modelado exógeno, e identificar, en una primera aproximación, los escalones geomorfológicos básicos, que constituyen las ca-tegorías (montañas, lomeríos y planicies) y subcategorías básicas del relieve emergido (montañas muy altas, altas, medias, bajas y premontañas; lomeríos grandes, medianos y pequeños; planicies muy altas, altas, medianas, bajas y muy bajas) (Figura 2).

Estas categorías y subcategorías controlan, en gran medida, el desarrollo de los restantes componentes físico-geográficos, y vistos como el todo y no como las partes, representan a los diferentes tipos de paisajes físico-geográ-

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ficos. A su vez, la composición de las diferentes unidades de paisaje puede emplearse en los ordenamientos ecológicos territoriales como unidades de síntesis natural para la propuesta de unidades de gestión, sobre las cuales se pueden formular los modelos de ocupación, así como sus modelos tenden-ciales. En otras palabras, los paisajes físico-geográficos representan una de las diversas concepciones espaciales y sintetizadoras de la naturaleza, inclu-so de sus modificaciones antrópicas, que permiten la gestión, por parte de las entidades político-administrativas, de cada uno de los usos propuestos para su eficiente y sostenible organización o reorganización territorial.

Hipsometría

En el territorio las características hipsométricas del relieve reflejan un gran núcleo montañoso, compuesto por la edificación volcánica de El Chichón, con una altitud de 1 260 m y las cúspides de los cerros El Cucayo, El Zopilote, y otros, en la zona centro-meridional, con altitudes entre 900 y 1 100 m. Ro-deando este núcleo sobresalen las áreas premontañosas con altitudes máxi-mas entre 400 y 800 m. Hacia el norte de estas estructuras, se extienden áreas periféricas de lomeríos con altitudes entre 200 y 300 m. Ocupan la zona axial del territorio y hacia el norte, amplias planicies de tipo estructuro-tectónico, se extienden hasta las planicies septentrionales de tipo lacustre, bordeadas, a su vez, tanto al oeste como al este, por las planicies fluviales planas, todas ellas con altitudes inferiores a 200 m.

Ángulos de inclinación de las laderas

Los principales escalones hipsométricos del relieve, reflejan también una notable influencia en el comportamiento y la distribución de las inclinacio-nes de las laderas, en cada una de las categorías geomorfológicas (monta-ñas, lomeríos y planicies). Los intervalos seleccionados de pendientes fueron los siguientes: 0º-2º, 2.1º-6º, 6.1º-12º, 12.1º-18º, 18.1º-30º, 30.1º-45º y mayor de 45º. En este sentido, las mayores pendientes (mayor a 45º), se presentan en la edificación volcánica de El Chichón, en las premontañas de Maspac (al oeste de El Chichón), en las montañas bajas de los cerros El Zopilote y El Cucayo, en las laderas de la estructura circular de Manchas Blancas (al

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suroeste de Pichucalco) y en las laderas periféricas de las premontañas de El Azufre. Las pendientes con valores entre 18.1º-30º y 30.1º-45º, se presentan en las premontañas y en los lomeríos altos, que las circundan por el norte; así como muy aisladamente en los lomeríos bajos, y en las planicies altas y muy altas, colinosas y muy diseccionadas. Finalmente, en las planicies medias, de colinosas a onduladas y ligeramente diseccionadas, situadas al norte y al este del territorio predominan los valores entre 6.1º-12º y 12.1º-18º; y en las bajas, planas la inclinación general alcanza valores inferiores a los 2º.

Disección vertical o energía del relieve

Como disección vertical del relieve, otro de los indicadores morfométricos, se tomó el criterio de la amplitud de oscilación de las altitudes del relieve en una unidad de área, que en este caso se adoptó la cuadrícula de 1 km2.

Al confrontar los resultados morfométricos de la energía del relieve, se aprecia una clara correspondencia entre las categorías y subcategorías geomorfológicas, derivadas de la actividad neotectónica diferenciada, y los niveles de profundidad máxima de disección. Así, en las zonas montañosas se presentan los valores máximos de profundidad de encajamiento erosivo del relieve, con valores entre 500 y 600 m; la parte más elevada es la lade-ra suroccidental de El Chichón, entre 600 y 700 m. Con valores entre 300 y 500 m de disección vertical, se encuentra la mayor extensión del escalón montañoso y premontañoso. El escalón geomorfológico correspondiente a los lomeríos presenta valores de disección vertical entre los 100 y los 200 m. Hacia el norte, en las planicies muy altas, altas y medias, los valores oscilan, de manera general, entre 50-100 y 20-50 respectivamente, mientras que en las bajas (fluviales y lacustres planas) entre 0 y 20.

En general, el relieve de las planicies del territorio estudiado posee bajos valores de la energía del relieve, lo que se traduce en una baja a moderada intensidad de los procesos erosivos y denudativos con su consiguiente mo-derado transporte sedimentario. En las zonas montañosas y premontaño-sas existe una energía potencial elevada para el desarrollo de los procesos erosivos y para el transporte sedimentario, por lo que su uso de suelo debe orientarse a las categorías de conservación y forestal, mediante planes de reforestación con especies autóctonas del territorio y en función de la voca-

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ción edáfica y climática del mismo. El empleo de este indicador morfomé-trico es vital como atributo durante la evaluación de la aptitud natural de uso agrícola, ganadero, forestal, de conservación y de plantaciones, como el cacao.

Densidad de disección del relieve

Otro de los índices morfométricos básicos del relieve para el ordenamiento ecológico territorial es la intensidad de su disección horizontal, que permite valorar el grado de influencia de la litología del substrato geológico, la inten-sidad y tendencia de los movimientos neotectónicos y de las características espacio- temporales del clima, entre otros factores, en la formación, el diseño y el desarrollo de la red fluvial erosiva, condición determinante para la defi-nición del tipo de uso de suelo.

La disección horizontal del relieve depende, en gran medida, del tipo lito-lógico del substrato y de su altitud. En el caso que nos ocupa, los mayores va-lores se concentran hacia las laderas noroccidentales del volcán El Chichón y los núcleos de las montañas de los cerros El Cucayo y El Zopilote (4.0-5.0 km/km2), donde el relieve posee elevada energía y el substrato de materiales piroclásticos y de areniscas contribuye a densificar la red de drenaje. Otras zonas con alta densidad de disección (3.0-4.0 km/km2) están al oeste de la localidad de Nuevo Xochimilco, también sobre los materiales extrusivos, y el sector de planicies al suroeste de Reforma, donde las areniscas terrígenas facilitan, a que las redes fluviales se encuentren ampliamente ramificadas.

Para gran parte del territorio, las premontañas, los lomeríos y las plani-cies, los valores de densidad de disección alcanzan entre los 2.0-3.0 km/km2, ocupan fundamentalmente el relieve elaborado sobre substratos terrígenos y carbonatados. Hacia las planicies periféricas (fluviales y lacustres) los valores predominan entre los 0.5-1.0 km/km2.

Análisis morfotectónico y morfoestructural del relieve

Dentro de este enfoque estructuro-geomorfológico se persigue revelar la in-fluencia del diseño geológico-estructural en la conformación de las “raíces” del

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relieve moderno. En general, se aprecian tres zonas morfotectónicas notables, en función de sus patrones estructuro-tectónicos y del diseño del relieve:

1 El núcleo montañoso central, conformado por la edificación volcánica de El Chichón y las estribaciones montañosas de los cerros El Cucayo, El Zopilote, y otros, con una notable orientación NNW-SSE, siguiendo las estructuras transcurrentes de izquierda (García-Palomo et al., 2004).

2 El escalón premontañoso periférico al núcleo montañoso anterior, donde gran parte de los bloques morfoestructurales poseen una dirección NW-SE, y que también están diseñados por el sistema de transcurrencias. Es-tas unidades premontañosas conjugan el mismo estilo tectónico que los lomeríos, e incluso, que algunos de los bloques de planicies estructurales altas y muy altas. Este patrón general, controlado por las transcurrencias, posee además, una estructuración escalonada y basculada producto de los ascensos verticales diferenciados.

3 Hacia las planicies centrales altas y colinosas, y medias y onduladas, se dis-tingue el control téctonico de un sistema más joven, de orientación N-S.

De manera muy general, el análisis morfoestructural ofrece los rasgos geomorfológicos determinados por los procesos endógenos durante la for-mación y la consolidación del relieve actual, mientras que el análisis mor-focronogenético del mismo evalúa la génesis de las superficies esculturales, generadas por el modelado exógeno, y que resultan de gran valor para cono-cer las tendencias del mismo, su influencia en las modificaciones del relieve y su repercusión sobre los usos de suelo específicos para cada espacio, según el modelo de ordenamiento ecológico territorial o de ocupación futura del territorio.

Morfogénesis y edad del relieve

La caracterización geomorfológica general sintetiza los aspectos morfomé-tricos, estructurales, genéticos y cronológicos del relieve, mediante la distin-ción de tipos del relieve, considerando su morfología, su génesis y su edad.

Para la caracterización general del relieve es indispensable la integración de los resultados de la aplicación de los métodos morfométricos y del análisis

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estructuro-geomorfológico, lo cual nos permite identificar y clasificar las ca-tegorías y subcategorías del relieve, aspecto vital para establecer la primera aproximación de la geoecología del paisaje y finalmente de las unidades de gestión, para la evaluación de su aptitud natural de uso como oferta natural del espacio, dentro de la óptica del ordenamiento ecológico del territorio. En la Figura 2, se presenta el espectro de estos escalones geomorfológicos que determinan la distribución azonal del clima, el volumen de la escorrentía superficial y de la infiltración hídrica, las cualidades morfopedológicas de los suelos, los pisos de vegetación y sus asociaciones florístico-faunísticas, todo ello como elementos para la identificación de los diferentes tipos de paisajes físico-geográficos. Esta clasificación de categorías y subcategorías del relieve constituyó la base para la clasificación geomorfológica general del territorio y de sus paisajes físico-geográficos.

En el mapa de tipos morfogenéticos del relieve (Figura 3), se presenta la estructura de la clasificación y la representación cartográfica de la misma. La clasificación posee los niveles jerárquicos siguientes: categorías (montañas, lomeríos y planicies) y las subcategorías del relieve, con sus pisos altitudina-les; la diferenciación petromórfica con tres clases de basamento geológico; el carácter de la intensidad de los movimientos neotectónicos; la edad relativa de formación del tipo de relieve; la génesis, la morfología, el nivel de disec-ción vertical y el substrato geológico.

Atendiendo a la diferenciación del basamento geológico, de las categorías geomorfológicas del relieve y de los procesos geomórficos recientes, el terri-torio se puede dividir en varias regiones geomorfológicas principales (Figu-ra 6): I. Montañas bajas y premontañas, consolidadas durante el Plioceno al Cuaternario (N2-Q), divididas en siete tipos morfogenéticos; II. Lomeríos, consolidados durante el Plioceno superior- Cuaternario (N2

3-Q), divididas en tres tipos morfogenéticos; yIII. Planicies, consolidadas durante el Cuater-nario (Q), integradas por siete tipos morfogenéticos. El complejo de formas del relieve, como morfoelementos cartografiables, se divide en nueve grupos genéticos (Tectónicas, Volcánicas, Litoestructurales o Petromórficas, Flu-viales, Denudativas, Kársticas, Seudokársticas, Lacustres y Antrópicas). Es-tos grupos reportaron, de manera general, un total de 34 formas del relieve. Estas últimas geoformas no se presentan en la figura 3, por la imposibilidad de su representación cartográfica a la escala presentada.

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Figura 2. Espectro de categorías básicas del relieve. 1. Montañas bajas, 800 < H ≤ 1 260 m; 2. Premontañas, 300 < H ≤ 800 m; 3. Lomeríos, 200 < H ≤ 300 m; 4. Planicies muy colinosas, 60 < H ≤ 200 m; 5. Planicies onduladas a colinosas, 40 < H ≤ 60 m; 6. Planicies onduladas, 20 < H ≤ 40 m; 7. Planicies mesiformes, 20 < H ≤ 40 m; y 8. Planicies planas, H <20 m. (H, altitud en metros).

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Figura 3. Tipos geomorfológicos del relieve, bajo un enfoque cronomorfogenético

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Montañas: 1. Montañas bajas con superficies esculturales de tipo vol-cánico, con predominio de intensa modelación erosiva-denudativa, con un substrato constituido por derrames lávicos y materiales piroclásticos de composición media, presentando densa y profunda disección vertical o pro-fundidad de encajamiento; 2. Montañas bajas con superficies esculturales erosivo-denudativas, sobre areniscas terrígenas miocénicas, con aislada co-bertura piroclástica plio-cuaternaria y afloramientos dispersos de rocas cal-cáreas con procesos erosivo-kársticos; profundamente diseccionadas, con desarrollo de cortezas de intemperismo; 3. Montañas bajas con superficies esculturales erosivo-kársticas, formadas sobre secuencias calcáreas oligoce-no-miocénicas (margas, areniscas y calizas); moderadamente diseccionadas y con moderado nivel de karstificación, ocupando cadenas y crestas estruc-turales; 4. Premontañas con superficies esculturales kárstico-denudativas, con restos areales mesiformes y parteaguas, principales rectilíneos, con-trolados tectónicamente, con notable disección erosivo-kárstica; formadas sobre margas, calizas y areniscas calcáreas paleoceno-miocénicas; 5. Pre-montañas con superficies esculturales kárstico-erosivas, formadas en cali-zas detríticas y arrecifales y areniscas oligocénicas, en estructuras anulares o semicirculares, de carácter escalonado, moderadamente diseccionadas, karstificadas en cadenas cuculiformes; 6. Premontañas con superficies es-culturales erosivo-denudativas, en superficies escalonadas y escarpadas, mo-deradamente diseccionadas, formadas en areniscas terrígenas miocénicas, con frecuente litomorfoesculturas de contacto con calizas oligocénicas y extrusivos plioceno-cuaternarios; 7. Premontañas con superficies escultura-les denudativo-erosivas, en cadenas mesiformes volcánicas y estructurales, escalonadas en niveles, poco diseccionadas, periféricas, de articulación con lomeríos y planicies, formadas en areniscas, pelitas y argelitas oligocénico-eocénicas, con cobertura de derrames andesítico-dacíticos y piroclásticos plioceno-cuaternarios. Lomeríos: 8. Lomeríos con superficies esculturales erosivo-denudativas, diseccionadas, con restos escalonados aislados de su-perficies de planación, elaboradas sobre areniscas terrígenas miocénicas, con desarrollo de cortezas de intemperismo; 9. Lomeríos con superficies escultu-rales denudativo-erosivas, en cadenas mesiformes volcánicas y estructurales, escalonadas en niveles, poco diseccionadas, con baja densidad erosiva, con

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relictos areales y lineales de superficie de planación, formadas en zócalo mio-cénico de areniscas terrígenas, cubiertas por derrames andesítico-dacíticos y piroclásticos plioceno-cuaternarios; 10. Lomeríos con superficies escultura-les kárstico-erosivas, moderadamente diseccionadas, karstificadas en cum-bres lineales en forma de aristas y en cadenas cupuliformes, formadas sobre calizas detríticas y arrecifales, margas y areniscas paleoceno-oligocénicas; planicies: 11. Planicies estructuro-denudativas, con superficies esculturales erosivo- denudativas, muy altas y altas, escalonadas y colinosas, con pen-dientes inclinadas entre 10º y 25º, fuertemente diseccionadas, formadas so-bre areniscas terrígenas miocénicas; en localidades cubiertas porderrames andesítico-dacíticos y piroclásticos plioceno-cuaternarios, con desarrollo de cortezas de intemperismo; 12. Planicies estructuro-denudativas, con super-ficies esculturales denudativo-erosivas y denudativas, medianas, onduladas a colinosas, mediana a fuertemente diseccionadas, con pendientes de ligera a medianamente inclinadas entre 7º y 20º, sobre cortezas de intemperismo en areniscas miocénicas y sobre depósitos aluviales diferenciados, en aisladas ocasiones sobre calizas y margas eocénicas; 13. Planicies estructuro-denuda-tivas con superficies esculturales denudativo-erosivas, ligeramente ondula-das, bajas a medianas, con pendientes suaves entre 0º y 7º, sobre cortezas de intemperismo en areniscas terrígenas miocénicas; 14. Planicies estructuro-denudativas con superficies esculturales denudativo-acumulativas, planas a ligeramente onduladas, muy poco diseccionadas, formadas en areniscas cuarcíticas miocénicas, con desarrollo débil de cortezas de intemperismo; 15. Planicies fluviales con superficies esculturales erosivo-acumulativas, en depresiones de falla y estructura compleja, en ocasiones de contacto lito-lógico, elaboradas en zócalo terciario indiferenciado y con acumulaciones de depósitos cuaternarios; 16. Planicies fluviales con superficies escultura-les denudativo-acumulativas, de llanuras y planos de inundación, planas, en cuencas de graben y semigraben, constituidas por depósitos fluviales cua-ternarios, sin diferenciación de niveles; 17. Planicies fluvio-lacustres con su-perficies esculturales acumulativas, muy bajas, planas, pantanosas, formadas sobre sedimentos lacuno-palustres holocénicos (arcillas, limos, arenas); de-presiones: 18. Con superficies esculturales erosivo-acumulativas, en valles colgados, con amplios niveles fluviales erosivo-acumulativos, como testigos de épocas de estabilidad tectónica; y 19. Estructurales con superficies escul-

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turales erosivo-acumulativas, en depresiones de graben y semigraben, am-plias, con niveles indiferenciados de terrazas erosivas.

Desde el punto de vista genético y general del territorio, los principales procesos exógenos que han modelado las edificaciones geomorfológicas son la erosión, la denudación, la disolución kárstica, las acumulaciones fluviales y lacustres, y los procesos gravitacionales al pie de las escarpas más inclinadas. También bajo la influencia antrópica, se desarrollan procesos erosivo-gravi-tacionales, favorecidos por el transporte automotor, en algunas carreteras del territorio.

Paisajes físico-geográficos y aptitud natural de las unidades de gestión en el ordenamiento ecológico territorial

En los trabajos e investigaciones dentro del ordenamiento ecológico para ca-racterizar y diagnosticar el sistema territorial, y en específico, su subsistema natural, el estudio de las condiciones geólogo-geomorfológicas constituye uno de los ejes cardinales, dado que determinan, de manera general, el com-portamiento y el estado de los restantes factores naturales, tanto de carácter zonal como azonal. Entre sus repercusiones ambientales se pueden relacio-nar la distribución espacio-temporal del régimen hidroclimático, las diferen-cias territoriales del espectro de los pisos altitudinales de la vegetación, las condiciones de estabilidad de las laderas para la expansión urbana, el tipo y la intensidad del modelado exógeno del relieve y su influencia en el desarrollo natural y socioeconómico, entre múltiples aspectos.

Paisajes físico-geográficos

Como resultado de la caracterización parcial e integración de la informa-ción geólogo-geomorfológica, en las etapas I (Caracterización del sistema territorial) y II (Diagnóstico integrado del sistema territorial) del OET, y de su síntesis con el estado actual de los restantes componentes naturales, se establecieron las bases para la identificación y la clasificación de los paisa-jes físico-geográficos. Durante el levantamiento cartográfico de los paisajes del área de estudio, a escala 1:100 000, se delimitaron 5 Localidades, 11 Co-

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marcas y 43 Subcomarcas (Figura 4). En este trabajo se presenta una versión cartográfica reducida, en la cual fueron excluidas de la representación las unidades físico-geográficas de menor orden, las subcomarcas, relacionadas con las geoformas y morfoelementos del relieve de menor orden, que respon-den a una escala de carácter puntual y más detallada, imposible de reprodu-cir por limitaciones de tipo editorial.

Unidades de gestión. 1.1. Valle fluvio-acumulativo del Río Grijalva (0 - 20 m), con planos de inundación poco estables, con amplias llanuras o planos de inundación de nivel más bajo que el río, con pendientes de0º a 6º, sobre depósitos aluviales recientes, texturalmente diferenciados, presencia de bor-dos o diques, con suelos Fluvisoles y Gleysoles, con potreros, plantaciones (platanares) y restos de selva alta perennifolia y humedales (tulares y popa-les); 2.1. Valle fluvio-acumulativo (0 - 20 m), del Río Pichucalco, con plano de inundación amplio, con pendiente suave(0° - 6°), con sedimentos aluvia-les de origen fluvio-palustre, inundada en parte es permanente, y en otras estacionalmente, con suelos Fluvisoles, Gleysoles, y Vertisoles, y vegetación de potreros, selva mediana perennifolia inundable (de Canacoite), humeda-les y plantaciones de plátano; 3.1. Llanura baja (menos de 20 m), en forma de planicie lacustre, en depresión de contacto, en parte permanentemente inundada, pantanosa, con pendientes de 0° a 2°, sobresedimentos fluviales y palustres, con abundantes lagunas (eutroficadas) y meandros abandonados, corrientes intermitentes de conexión entre lagunas, suelos Gleysoles y abun-dante vegetación acuática e hidrófila (humedales); 4.1. Llanura ondulada baja a media (20 - 40 m), estructuro-denudativa, con superficies esculturales denudativo-erosivas, con pendientes suaves (0º - 6º), denudativas-erosivas, con baja disección vertical (0 - 20 m), disección horizontal media(de 2 a 3 km/km2), en cortezas de intemperismo sobre areniscas, suelos Acrisoles, poco erosionados, pastizales y arboledas, cultivos de subsistencia y planta-ciones (maíz, plátano) en pequeñas parcelas y focos aislados de selva alta pe-rennifolia con vegetación secundaria; 4.2 Llanura ondulada, media (40 - 60 m), estructuro-denudativa, con superficies esculturales denudativo-erosivas y denudativas, con disección vertical media (20 - 50 m) y disección horizon-tal media (de 3 a 4 km/km2), denudativo-erosiva, de ligera a medianamente inclinada (6° - 12°), con cortezas de intemperismo sobre areniscas, con sue-los Acrisoles y Cambisoles, desde poco hasta fuertemente erosionados, con

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Figura 4. Paisajes físico-geográficos del territorio

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potreros, plantaciones de plátano aisladas, pequeñas parcelas ocasionales de cultivos de subsistencia (maíz) y restos aislados de selva alta perennifolia con vegetación secundaria; 4.3 Llanura ondulada a colinosa, media (40 - 60 m), estructuro-denudativa, con superficies esculturales denudativo - erosivas y denudativas, con disección vertical media (20 - 50 m) y disección horizontal media (de 3 a 4 km/km2), denudativo-erosiva, de ligera a medianamente in-clinada (6° - 18°), con cortezas de intemperismo sobre areniscas, con suelos Acrisoles y Cambisoles, fuertemente erosionados, con potreros, plantacio-nes de plátano aisladas, pequeñas parcelas ocasionales de cultivos de sub-sistencia (maíz) y restos aislados de selva alta perennifolia con vegetación secundaria; 4.4 Llanura muy colinosa, media a muy alta (60 - 200 m), estruc-turo- denudativa, con superficies esculturales erosivo-denudativas, con di-sección vertical alta (50 - 100 m), disección horizontal media (3 a 4 km/km2), con pendientes hasta medianamente inclinadas (12° - 30°), en cortezas de intemperismo sobre areniscas, con suelos Acrisoles, erosionados, potreros, vegetación de selva alta perennifolia y vegetación secundaria y plantaciones de plátano; 5.1. Alturas bajas colinosas, en forma de lomeríos (200 - 300 m), con superficies esculturales erosivo denudativas, con disección vertical me-dia, entre 100 y 200 m y disección horizontal media de 2.0 a 3.0 km/km2, con pendientes fuertes (18° a 30°), sobre rocas areniscas y pelitas, con suelos Acri-soles, y Cambisoles y en menor grado Nitosoles, de mediana a fuertemente erosionados, con potreros, selva alta perennifolia con vegetación secundaria y pequeñas y ocasionales parcelas de cultivos o parcelas sin vegetación apa-rente; 5.2 Alturas premontañosas (300 - 800 m), con superficies escultura-les erosivo-denudativas, kárstico-erosivas, con disección vertical entre 300 y 500 m y disección horizontal fuerte de 4 a 5 km/km2, con pendientes muy fuertes (desde 18ºamayores de 45º), en general en forma de monoclinales, con cimas en forma de crestas o cupulares, en ocasiones en estructuras anu-lares, en rocas calizas arrecifales, margas, riolitas, y areniscas y lutitas, con suelos Cambisoles, Regosoles y Acrisoles, y en menor medida, Leptosoles y Luvisoles, muy fuertemente erosionados, con selva alta perennifolia con y sin vegetación secundaria, potreros y plantaciones aisladas de cacaotales; 5.3. Montañas bajas (800 - 900 m), (El Cucayo-Zopilote), con superficies escultu-rales erosivo-kársticas y erosivo-denudativas, fuertemente inclinadas, (30º a más de 45º), sobre areniscas y afloramientos de calizas arrecifales aisladas,

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con disección vertical entre 300 y 500 m y disección horizontal fuerte de 4 a 5 km/km2, con suelos Cambisoles, Regosoles y Leptosoles, muy fuertemen-te erosionados, y vegetación de selva alta perennifolia en diferente grado de conservación y potreros aislados; y 5.4 Montañas bajas, con superficies es-culturales de tipo volcánica (800 - 1 260 m) (Volcán el Chichonal o Chichón), con disección vertical entre 300 y 500 m y disección horizontal fuerte de 4 a 5 km/km2, con pendientes escarpadas (más de 45°), sobre rocas volcánicas andesíticas, derrames lávicos y materiales piroclásticos, con suelos Ando-soles, Regosoles, Cambisoles y Leptosoles, áreas sin vegetación, potreros y vegetación de selva alta perennifolia.

Bajo la óptica del desarrollo sostenible, los programas de ordenamiento ecológico territorial constituyen una herramienta para el establecimiento de patrones espaciales de organización de actividades humanas, en función de las potencialidades y de las debilidades del territorio y la distribución de sus recursos naturales. En este sentido, la evaluación de la aptitud natural de uso persigue, en dependencia de la disponibilidad u oferta cuantitativa y cua-litativa de los recursos del subsistema natural, así como de la información existente al respecto, ofrecer criterios objetivos para el aprovechamiento económicamente eficiente y ambientalmente viable de la oferta natural.

Para una evaluación más real de las potencialidades y limitantes del terri-torio es necesario recurrir a la síntesis de unidades espaciales, que reflejen la singularidad de las condiciones naturales y de sus recursos disponibles. Por supuesto, estas unidades espaciales no poseen ningún tipo de vínculo con las unidades de la división político-administrativa, por lo cual es indispensable seleccionar un enfoque o criterio de síntesis natural, ya sea ecosistémico, geosistémico o paisajístico. Una de las vías idóneas para el establecimiento de dichas unidades es la identificación, la clasificación y la evaluación de los paisajes físico-geográficos, enfoque que fue seleccionado en este trabajo (Fi-gura 4).

Aptitud natural de uso del suelo

La evaluación del uso del territorio se realiza a partir de varias fases claves: la evaluación de la aptitud natural de uso del territorio y la evaluación de los conflictos de su uso y sus tendencias, y las prioridades de su selección, estos

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últimos aspectos desarrollados durante la etapa de formulación del modelo de ordenamiento ecológico o modelo de ocupación territorial.

El análisis de la aptitud natural de uso del suelo provee la información necesaria para conocer las reales vocaciones naturales de las diferentes uni-dades de paisaje físico-geográfico (como unidades espaciales de análisis geo-gráfico y de evaluación de vocaciones específicas, adoptadas en este estudio), y en función de dichas cualidades, establecer la selección priorizada de usos, que reduzca los conflictos ambientales entre los distintos sectores socioeco-nómicos. Estas unidades sintéticas funcionan en la etapa de implementación del modelo de OET como unidades de gestión (UGAs).

La aptitud natural de uso puede definirse como la oferta o vocación de los recursos naturales de un territorio, en función de los atributos de los proce-sos geomórficos modeladores del relieve, de las cualidades morfométricas del mismo, de la características físicas y químicas de los suelos y de sus niveles de degradación, de las virtudes del régimen hidrotérmico, y muchos otros aspectos físico-geográficos. Una vez determinada esa oferta y conociendo los insumos necesarios para el desarrollo de cada una de las actividades pro-ductivas, se procede a la adecuación de un particular uso del suelo para cada unidad de paisaje ecogeográfico. Es por ello, que las aptitudes de uso deben definirse por grupos interdisciplinarios de expertos, atendiendo a las carac-terísticas de cada territorio, con miras a obtener evaluaciones integradas con mayor y mejor objetividad.

De acuerdo con las características del territorio estudiado, se selecciona-ron cinco tipos fundamentales de uso de suelo, a saber: agrícola, cacaotero, pecuario, forestal y de conservación. Los usos asignados a cada unidad de paisaje dependen de las aptitudes de uso de su espacio geográfico, y siempre deberán ser establecidos de acuerdo con las condiciones (potencialidades y limitaciones) de los recursos naturales del territorio.

Uso agrícola

El potencial natural agrícola es la capacidad del paisaje para la actividad agropecuaria, determinada por sus propiedades y características naturales generales (fertilidad, pendientes, erodabilidad del suelo, presencia de inun-daciones, etc.), con altos niveles de productividad y eficiencia, sin que ello

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conlleve a su degradación o pérdida de cualquiera de sus valores y atributos (Mateo et al., 1994).

Para determinar el potencial natural agrícola de los paisajes, se parte de la evaluación de un conjunto de indicadores de las peculiaridades naturales de los mismos (oferta o vocación), los cuales se relacionan con las necesida-des (demanda) de la agricultura, como tipo de uso de un territorio, de forma tal, que esa relación permita un desarrollo sostenible de la actividad. Entre los atributos considerados se encuentran la fertilidad del suelo, el ángulo de inclinación de las pendientes, el grado de pedregosidad del suelo, la suscepti-bilidad a los procesos erosivos, el grado de inundabilidad y la acidez del suelo. La evaluación final del potencial o de la aptitud agrícola, se alcanzó median-te la sumatoria de los puntos dados a cada indicador para cada unidad de paisaje, y se establecieron tres categorías de potencial natural agrícola (alto, medio, bajo o no apto), según la puntuación obtenida.

Las unidades de gestión con mayor potencial agrícola fueron los paisajes 1.1, 2.1 y 3.1 (Figura 4), correspondientes a las planicies planas fluvio-acumu-lativas y fluvio-lacustres; las de potencial medio fueron los 4.1, 4.2, 4.3, 4.4 y 5.1, relacionadas con las planicies estructurales desde planas y onduladas hasta colinosas y muy colinosas, así como los lomeríos; y finalmente, las me-nos aptas para este uso fueron los 5.2, 5.3 y 5.4, es decir, las premontañas y montañas bajas.

Uso cacaotero

Para la evaluación de las potencialidades del subsistema natural, dirigidas al fomento cacaotero, no se tomaron en cuenta las condiciones climáticas, ya que las mismas son favorables en todo el territorio, con temperaturas medias entre 21º y 25º C, y precipitaciones entre los 1 500 y los 2 500 mm anuales, e incluso mayores, y una lámina mensual de 100 mm (http://www.infoagro.com/herbaceos/industriales/cacao4.asp). En este caso, se consideraron los indicadores siguientes: ángulo de inclinación de las pendientes, fertilidad del suelo, inundabilidad, acidez del suelo y altimetría. Además, para categorizar el indicador, en el caso del cultivo del cacao, se tomó como requerimiento, que las pendientes no debían ser superiores a los 25º, ni en relieves planos, donde se produce el estancamiento del agua, con inundaciones perennes. Al

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mismo tiempo, es necesaria una profundidad del suelo mayor de 100 cm. Se evalúa teniendo en cuenta las características de los suelos en la “Descripción de la leyenda de la carta edafológica” (Detenal, 1979). La altura óptima para el cultivo del cacao oscila entre los 0 a 800 m, siempre que el suelo mantenga una profundidad adecuada y no se produzcan estancamientos de agua ni inundaciones durante largos y cortos períodos de tiempo respectivamente (http://www.infoagro.com/herbaceos/industriales/cacao4.asp).

La evaluación final del potencial o de la aptitud natural para el cultivo ca-caotero, fue estimada por la sumatoria de los puntos dados a cada indicador para cada unidad de paisaje, y se establecieron tres categorías de potencial natural cacaotero (alto, medio, bajo o no apto), según la puntuación obteni-da. Resultaron con alto potencial las unidades de paisaje ecogeográfico 4.1, 4.2, 4.3, 4.4, 5.1 y 5.2 (Figura 4), correspondientes a los cuatro escalones de las planicies estructurales, los lomeríos y las premontañas.

Uso pecuario

En relación con este potencial es necesario atender ciertas cualidades en las diferentes unidades como: la fertilidad, el ángulo de inclinación de las pendientes, la disección horizontal, el área de la unidad, la pedregosidad, la accesibilidad y la inundabilidad (Mateo, 1994). En el territorio estudiado se emplearon los indicadores de fertilidad del suelo, el ángulo de inclinación de las laderas, la disección vertical del relieve, la pedregosidad y la susceptibili-dad a la erodabilidad del suelo, la inundabilidad y la acidez del suelo. La eva-luación final del potencial o de la aptitud natural pecuaria, se obtuvo por la sumatoria de los puntos dados a cada indicador para cada unidad de paisaje, y se establecieron tres categorías de potencial natural (alto, medio, bajo o no apto), según la puntuación obtenida.

En este sentido, los paisajes 1.1, 2.1 y 3.1 (Figura 4), relacionados con las planicies fluvio-acumulativas y fluvio-palustres resultaron con mayor aptitud de uso pecuario; mientras que los paisajes 4.1, 4.2, 4.3, 4.4 y 5.1, desarrolla-dos en los escalones de las planicies estructurales denudativas y erosivo-de-nudativas, y en los lomeríos, alcanzaron valores medios de aptitud pecuaria. Por supuesto, los paisajes premontañosos y montañosos bajos son incompa-tibles con este tipo de uso de suelo.

El relieve, los paisajes físico-geográficos y la aptitud natural 109

Uso forestal

El potencial forestal viene dado por la calidad de las especies maderables existentes y su cantidad. Para determinar los paisajes de más alto poten-cial para las diferentes actividades forestales evaluadas, se realizó el cálculo, multiplicando la calidad de la formación vegetal, según su carácter extracti-vo, ya fuera como madera o como leña, por la superficie de estas formaciones en cada paisaje, así se obtuvo el potencial extractivo.

Los paisajes de más alto potencial para la actividad forestal de extracción son el 5.2 (pendientes de las alturas premontañosas entre 300-800 m de al-titud, fuertemente inclinadas hasta escarpadas, desde 18º hasta mayores de 45°); el 5.1 (pendientes de las alturas colinosas, entre 200-300 m de altitud, fuertemente inclinadas, de 18° a 30°); el 2.1 (plano de inundación, de 0° a 2° de pendiente, bajo, de 10 a 15 m de altura relativa); y el 5.3 (pendientes de las montañas bajas entre 800-900 m de altitud, muy fuertemente inclinadas, entre 30º y más de 45º).

Uso de conservación

La potencialidad de conservación se encuentra en aquellos paisajes que por sus valores de geo y biodiversidad, exclusividad, singularidad, naturalidad, rareza, etc., se consideran como patrimonio natural de elevado valor para las actuales y futuras generaciones. También aquellos paisajes relacionados con los anteriores y que se constituyan en zonas de transición y amortigua-miento, necesarias para conservar y mantener el equilibrio ecológico de los paisajes anteriores.

Para evaluar el potencial de conservación es necesario determinar la calidad y cantidad de los territorios para la conservación. Para determinar la calidad, se diferenciaron dos tipos de aproximaciones: los valores por las característi-cas de las especies y los que emanan de las características de las formaciones naturales. Para la primera es necesario determinar la singularidad y los valores de la biodiversidad, mientras que para la segunda el grado de modificación del paisaje. Para determinar la cantidad, es necesario establecer el porcentaje de superficie natural o seminatural de cada unidad de paisaje.

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La superficie natural o seminatural se calcula al dividir la superfi-cie de bosque natural de las formaciones vegetales con mayores valores de endemismo, de amenaza o peligro de extinción y con un estado natural o seminatural de conservación (en el caso chiapaneco presentado, la selva me-diana perennifolia, la selva alta perennifolia y la selva alta perennifolia con vegetación secundaria), entre la superficie total del paisaje que se evalúa. La modificación antrópica se determinó a partir del criterio de expertos y los recorridos de campo realizados. Tomando en consideración estos criterios, el potencial de conservación alto se localizó sólo en la unidad paisajística 2.1 (Figura 4) del valle fluvio-acumulativo del Río Pichucalco, con vegetación de selva mediana perennifolia inundable (de Canacoite), donde existen 3 endé-micas y 17 especies amenazadas, y extensiones de humedales.

Los paisajes físico-geográficos: su aptitud natural de uso y su papel en el ordenamiento ecológico territorial

En el proceso de ordenamiento ecológico del territorio noroeste de Chiapas, su primera etapa, de caracterización del sistema territorial, proveyó los in-sumos naturales, sociales, económicos y urbano-regionales necesarios para conocer la oferta existente para la planeación de su desarrollo sustentable. En el subsistema natural, dentro de la segunda etapa de diagnóstico se con-solidó su síntesis, estableciéndose las unidades de análisis territorial, para lo cual se generó la tipología de los paisajes físico-geográficos, con su taxono-mía de localidades, comarcas y subcomarcas, según la escala cartográfica de representación para este territorio.

Una vez establecidas las unidades de análisis territorial, a partir de la sín-tesis físico-geográfica de sus paisajes, fue imprescindible determinar las po-tencialidades y limitaciones naturales de las mismas, es decir, conocer cuál era su aptitud natural para determinados tipos de uso de suelo, sobre la base de sus atributos naturales. Con esta evaluación, en el contexto del proceso de ordenamiento ecológico territorial, se formularon, de manera optimizada y jerarquizada, las propuestas de uso de suelo para cada unidad de análisis territorial (paisaje físico-geográfico). De esta manera, se procedió a la ejecu-ción de la tercera etapa del ordenamiento ecológico, de participación comu-nitaria y democrática, donde se debatieron los resultados de los expertos y se

El relieve, los paisajes físico-geográficos y la aptitud natural 111

determinaron las propuestas adecuadas a los intereses sociales y económicos de la sociedad. Finalmente, se confeccionó el modelo de ordenamiento eco-lógico territorial (MOET) o de ocupación del territorio de la cuarta etapa de propuesta, con la presentación de sus lineamientos y estrategias ecológicas, programas y proyectos, responsables y plazos, todo ello de vital importancia para la etapa de implementación.

El proceso metodológico empleado en el noroeste chiapaneco permitió establecer con claridad las unidades de síntesis natural, mediante el análisis geomorfológico y su rigor para la diferenciación de las localidades y comar-cas físico-geográficas, dado que el relieve constituye conjuntamente con el substrato geológico la plataforma principal de la diferenciación espacial de los demás componentes naturales. El empleo de los paisajes como unidades de análisis territorial facilitó, a partir de las condiciones adecuadas para cada tipo de uso de suelo, la evaluación de su aptitud natural, como base para esta-blecer el nivel de compatibilidad entre dicha aptitud y el uso de suelo actual. Este procedimiento permitió distinguir las unidades territoriales compati-bles de las no compatibles y contribuir a su reordenamiento, en función de niveles de optimización de uso.

Conclusiones En las investigaciones previas al ordenamiento ecológico territorial, incluso dentro del subsistema natural, es indispensable la caracterización, la clasifi-cación y la evaluación de los múltiples atributos geomorfológicos, debido a su marcada influencia en el papel de la azonalidad geográfica territorial. En este sentido, el esqueleto taxonómico de la geoecología del paisaje descansa sobre las condiciones geólogo-geomorfológicas territoriales y, en especial, del gra-diente energético de la azonalidad generada por los movimientos tectónicos y expresada en los escalones morfoestructurales del relieve.

Para la identificación de las unidades de paisajes físico-geográficos es in-dispensable la delimitación espacial de la dimensión geométrica del relieve (hipsometría, disección vertical y horizontal, ángulo de inclinación de las laderas, entre otros parámetros morfométricos) y la definición de sus cate-gorías y subcategorías geomorfológicas, estas últimas nos indican los princi-pales pisos altitudinales de grupos de paisajes, diferenciados posteriormente,

112 Ordenamiento territorial y participación social

en el horizonte hipsométrico por la variabilidad espacial del substrato lito-estratigráfico.

La evolución y constitución geológica del territorio del noroeste chiapane-co determinaron su azonalidad, y con ello, la distribución de los tipos de pai-sajes físico-geográficos (localidades, comarcas y subcomarcas) su extensión y su variabilidad, los cuales muestran una fuerte dependencia de los procesos endógenos, tales como, la diferenciación de los movimientos neotectónicos de la corteza terrestre y la consolidación de contrastes del relieve actual. Esta situación orográfica, unida a las relativas condiciones homogéneas del régi-men climático e hídrico, generó una mayor incidencia del substrato litoes-tratigráfico en el desarrollo y consolidación de la cobertura edáfico-biótica, y con ello, de la gama paisajística del territorio.

Las categorías y subcategorías del relieve, sus tipos morfogenéticos y su constitución litoestratigráfica constituyen el basamento de la diferenciación espacial de las regiones y de los paisajes físico-geográficos (localidades y co-marcas), mientras que las subcomarcas, como taxones de menor orden, deben su variabilidad y distribución a la diversidad genética de los morfoelementos y formas del relieve de rango inferior. A su vez, las cualidades morfométri-cas y morfogenéticas de su microrelieve determinan el patrón distributivo de topoclimas, de facies edáficas, de hábitats florísticos y faunísticos, y de las condiciones abióticas indispensables para el desarrollo de comunidades vegetales, todo ello a una escala local. A partir de esta consideración, es im-portante destacar, que en los planes de ordenamiento regional el papel rec-tor de la clasificación geoecológica del paisaje lo poseen las categorías, las subcategorías y los tipos morfogenéticos del relieve, mientras que en los pla-nes municipales o a escala local, son las geoformas y los morfoelementos de rango inferior los componentes determinantes para tomar decisiones de uso puntual del suelo, que desde una óptica regional son imposibles de abordar con precisión.

La elección de los paisajes físico-geográficos en los estudios de orde-namiento ecológico territorial permite identificar los rasgos más sobre-salientes de la oferta natural de los recursos naturales contenidos en su espacio, lo que unido a la determinación de su aptitud natural de uso o de sus potencialidades naturales, las resalta como áreas de síntesis natural apropiadas para su gestión sustentable por parte de las entidades político-

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administrativas, tanto regionales como municipales. Esta esencia de sínte-sis, tanto de la oferta como de la vocación para determinados usos de suelo, la convierte en uno de los pilares para la reorganización económica terri-torial, la implementación adecuada de programas sociales y el desarrollo de nuevos asentamientos rurales, en función de un patrón sustentable de desarrollo regional o local.

Agradecimientos

Los autores desean agradecer a los árbitros anónimos la revisión del ma-nuscrito. Este trabajo fue financiado por el Instituto de Historia Natural y Ecología del Estado de Chiapas, bajo el proyecto “Ordenamiento ecológico territorial de la zona petrolera de la región V norte de Chiapas”, y realizado por el Instituto de Geografía de la UNAM durante los años 2005 y 2006.

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Referencias electrónicas

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