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El viaje a Hispania de Chaeremon de Trales en época augustea (Agath. hist. 2, 17, 18)

Date post: 11-Jan-2017
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Margarita Vallejo GirvE ´ s (Alcala ´ de Henares) El viaje a Hispania de Chaeremon de Trales en e ´poca augustea (Agath. hist. 2, 17, 1 –– 8) 1 La lectura de las obras conservadas del re ´tor bizantino Agatı ´as de Myrina depara varias sorpresas al historiador que se afana por vislumbrar la imagen que del extremo occidente mediterra ´neo se tenı ´a en la Constantinopla del siglo VI d. C. Sabemos que este autor, nacido en la Myrina de Asia Menor, que conocio ´ todo el reinado de Justiniano I y el de sus inmediatos sucesores –– por evidencias en el texto de una de sus obras, Historiae, queda claro que fueron los de Justino II y Tiberio, por lo tanto ante 582 2 –– , escribio ´ varias obras, algunas de cara ´cter poe ´tico y otras puramente narrativo, historiogra ´fico. Conocemos el tı ´tulo de todas ellas ya que e ´l mismo se encarga de decirlo en el prefacio de Historiae, su obra historiogra ´fica. 3 De las primeras, se han perdido los llamados Daphniaka ´ , 4 mientras que nos ha llegado pra ´cticamente en su inte- gridad una singular obra poe ´tica conocida con el tı ´tulo de Kyklos de Agatı ´as. Hablando con propiedad, Kyklos es una obra compuesta por poemas de autores pra ´cti- camente contempora ´neos a Agatı ´as. Las particularidades de esta obra son varias: se trata de poemas escritos en griego; sus autores eran amigos de aquel 5 –– entre ellos encontra- mos autores de conocidas composiciones, como Pablo el Silenciario, autor de „Elogio de Santa Sofı ´a“, largo poema compuesto con ocasio ´n de la segunda reconstruccio ´n de aque- lla iglesia por Justiniano 6 –– y que es Agatı ´as el que se propone recopilarlos y publicarlos; KLIO 90 2008 2 444 –– 460 1 Universidad de Alcala ´. [email protected]. Este trabajo se inscribe dentro del Grupo de Investigacio ´n de la Universidad de Alcala ´ „Viaje y visiones del mundo“ CCHH2006/F15 y del Proyecto de Investigacio ´n „El viaje y la representacio ´n del mundo“ (HUM2007 –– 63360/HIST) del MEC. 2 Ya que en esa obra que, por cierto, es la base de este trabajo, no menciona la subida al trono del emperador Mauricio (a. 582). 3 Agath. hist. praef. 6 –– 8. Seguimos la edicio ´n de R. Keydell, Agathiae Myrinaei Historiarum Libri Quinque (Corpus Fontium Historiae Byzantinae 2), Berlin 1967; hay traduccio ´n inglesa de J. D. Frendo, Agathias. The Histories, Berlin/New York 1975. Son numerosos los investigadores que han dedicado amplios estudios a la obra de Agatı ´as; entre los cla ´sicos debemos mencionar, sin duda, Av.Cameron, Agathias, Oxford 1970 y, entre los ma ´s recientes, A. Kaldellis, Agathias on History and Poetry, GRBS 38.3, 1997, 295 –– 305; Id., The Historical and Religious Views of Agathias: A Reinterpretation, Byzantion 69, 1999, 206 –– 252; Id., Things are not what they are: Agathias Mythistoricus and the last laugh of Classical, CQ 53.1, 2003, 295 –– 300, que reivindica el estudio de los autores tardoantiguos desde el punto de vista literario y de pensamiento, superando la crı ´tica de fuentes. Ambos aspectos, crı ´tica de fuentes y originalidad literaria y de pensamiento, sera ´n utilizados en nuestro ana ´lisis del fragmento que nos interesa. 4 Tan so ´lo queda un fragmento, el de la dedicatoria, integrado en AP VI, 80 (= Anthologie Grecque. Premie `re Partie: Anthologie Palatine I [Livres I –– IV], ed. P. Waltz, Paris 2 1960). La obra estaba compuesta por nueve libros. 5 Al. y Av. Cameron, The Cycle of Agathias, JHS 66, 1966, 6 –– 25 y R. C. McCail, The Cycle of Agathias: New identifications scrutinised, JHS 89, 1969, 87 –– 96. 6 U ´ ltimamente en M. L. Fobelli, Un tempio per Giustiniano. Santa Sofı ´a di Costantinopoli e la Descrizione di Paolo Silenziario, Roma 2005. Brought to you by | Syracuse University Library Authenticated | 128.230.234.162 Download Date | 6/7/14 7:43 PM
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Margarita Vallejo GirvEs (Alcala de Henares)

El viaje a Hispania de Chaeremon de Trales en epoca augustea(Agath. hist. 2, 17, 1––8)1

La lectura de las obras conservadas del retor bizantino Agatıas de Myrina depara variassorpresas al historiador que se afana por vislumbrar la imagen que del extremo occidentemediterraneo se tenıa en la Constantinopla del siglo VI d. C.

Sabemos que este autor, nacido en la Myrina de Asia Menor, que conocio todo elreinado de Justiniano I y el de sus inmediatos sucesores –– por evidencias en el texto deuna de sus obras, Historiae, queda claro que fueron los de Justino II y Tiberio, por lotanto ante 5822 –– , escribio varias obras, algunas de caracter poetico y otras puramentenarrativo, historiografico. Conocemos el tıtulo de todas ellas ya que el mismo se encargade decirlo en el prefacio de Historiae, su obra historiografica.3 De las primeras, se hanperdido los llamados Daphniaka,4 mientras que nos ha llegado practicamente en su inte-gridad una singular obra poetica conocida con el tıtulo de Kyklos de Agatıas.

Hablando con propiedad, Kyklos es una obra compuesta por poemas de autores practi-camente contemporaneos a Agatıas. Las particularidades de esta obra son varias: se tratade poemas escritos en griego; sus autores eran amigos de aquel5 –– entre ellos encontra-mos autores de conocidas composiciones, como Pablo el Silenciario, autor de „Elogio deSanta Sofıa“, largo poema compuesto con ocasion de la segunda reconstruccion de aque-lla iglesia por Justiniano6 –– y que es Agatıas el que se propone recopilarlos y publicarlos;

KLIO 90 2008 2 444––460

1 Universidad de Alcala. [email protected]. Este trabajo se inscribe dentro del Grupo de Investigacionde la Universidad de Alcala „Viaje y visiones del mundo“ CCHH2006/F15 y del Proyecto de Investigacion„El viaje y la representacion del mundo“ (HUM2007––63360/HIST) del MEC.

2 Ya que en esa obra que, por cierto, es la base de este trabajo, no menciona la subida al trono del emperadorMauricio (a. 582).

3 Agath. hist. praef. 6––8. Seguimos la edicion de R. Keydell, Agathiae Myrinaei Historiarum Libri Quinque (CorpusFontium Historiae Byzantinae 2), Berlin 1967; hay traduccion inglesa de J. D. Frendo, Agathias. The Histories,Berlin/New York 1975. Son numerosos los investigadores que han dedicado amplios estudios a la obra deAgatıas; entre los clasicos debemos mencionar, sin duda, Av. Cameron, Agathias, Oxford 1970 y, entre losmas recientes, A. Kaldellis, Agathias on History and Poetry, GRBS 38.3, 1997, 295––305; Id., The Historicaland Religious Views of Agathias: A Reinterpretation, Byzantion 69, 1999, 206––252; Id., Things are not whatthey are: Agathias Mythistoricus and the last laugh of Classical, CQ 53.1, 2003, 295––300, que reivindica elestudio de los autores tardoantiguos desde el punto de vista literario y de pensamiento, superando la crıticade fuentes. Ambos aspectos, crıtica de fuentes y originalidad literaria y de pensamiento, seran utilizados ennuestro analisis del fragmento que nos interesa.

4 Tan solo queda un fragmento, el de la dedicatoria, integrado en AP VI, 80 (= Anthologie Grecque. PremierePartie: Anthologie Palatine I [Livres I––IV], ed. P. Waltz, Paris 21960). La obra estaba compuesta por nueve libros.

5 Al. y Av. Cameron, The Cycle of Agathias, JHS 66, 1966, 6––25 y R. C. McCail, The Cycle of Agathias: Newidentifications scrutinised, JHS 89, 1969, 87––96.

6 Ultimamente en M. L. Fobelli, Un tempio per Giustiniano. Santa Sofıa di Costantinopoli e la Descrizione diPaolo Silenziario, Roma 2005.

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nos han llegado a traves de la Anthologia Palatina y su variante Planudea. Agatıas tambienincluyo entre los poemas, algunos de elaboracion propia pero, entre ellos destaca, sinlugar a dudas, su Praefatio, en cuyas caracterısticas nos vamos a detener brevemente.

Aunque no existe acuerdo en concretar el emperador al que Agatıas dedica ese Praefa-

tio –– si Justiniano I o su sucesor, Justino II7 –– , sı es evidente que en el se hace un elogiode la renovada extension territorial que ha adquirido el Imperio de los Romanos gracias alas ultimas conquistas. Es precisamente en ese contexto donde Agatıas incluye a Hispaniacomo tierra reconquistada; la mencion es expresa pues, en el contexto de la narracion delas victorias hacia Occidente, se alude a la posesion imperial de Gadeira, del estrecho deIberia y de sus orillas.8

Agatıas nunca viajo al occidente de Constantinopla por lo que su conocimiento de lastierras occidentales deja mucho que desear. Ello es especialmente palpable en su obrahistoriografica, Historiae, donde, dada la tematica de la misma, obligatoriamente debıamencionar algun territorio occidental. Esta tenıa por objetivo narrar las conquistas delemperador Justiniano y las relaciones que establecıa con los pueblos objeto de sus con-quistas; la obra se inicia, sin embargo, en el momento en que concluyen los Bella deProcopio, esto es, c. 553. En el mencionado prefacio de Historiae, Agatıas se presentacomo un continuador de la narrativa del anterior.

En ese contexto, encontramos contadas referencias al gobierno imperial sobre Africa,ya reconquistada hacıa mas de dos decadas y algunos pasajes dedicados a la conquista dela penınsula italica que les enfrento con los ostrogodos y sus aliados. En relacion a esteultimo, traza un excursus –– por cierto muy del gusto de la obra de Agatıas, como vere-mos mas adelante –– sobre el pueblo franco, deseado aliado del Imperio. Tanto este co-mo los pormenores de la conquista italica adolecen de errores, fundamentalmente geo-graficos, si bien es justo reconocer que en su conjunto los aciertos son mas abundantes.

Dado el perıodo historico del que se ocupa la narracion de Agatıas, que engloba el dela conquista hispana por las tropas justinianeas, serıa logico encontrar alguna referencia aese episodio. Sin embargo, el historiador se ve absolutamente defraudado al respecto yaque tan solo encontramos dos relacionadas con la Penınsula Iberica y, de ellas, tan solouna tiene que ver, y tangencialmente, con la mencionada conquista pues, por toda noticiaincluye a Hispania entre los territorios donde estan acantonadas tropas imperiales.9

La otra alusion a Hispania en las Historiae de Agatıas no se relaciona en ningun casocon la conquista justinianea de la misma sino con la Guerra Cantabra de Octavio Augus-to, es decir, seis siglos atras. Se trata de uno de esos queridos excursus a los que hemosaludido anteriormente. El analisis de este es el objetivo principal de este trabajo.

Agatıas, como buen seguidor de los modelos historiograficos griegos clasicos,10 dedicadigresiones a varios temas. La que nos interesa en relacion a Hispania se refiere a losterremotos, frecuentes en la zona oriental en aquellos anos del siglo VI, y a las posibles

7 Al. y Av. Cameron (n. 5) 6––25, piensan en Justino II; B. Baldwin, The date of the Cycle of Agathias, en:Id., Studies on the Late Roman and Byzantine History, Literature and Language, Amsterdam 1984,359––363 y num. 24––25, se inclina por Justiniano.

8 AP IV, 3b, 54––58 y 83––88. Tuvimos ocasion de analizar estos pasajes en M. Vallejo Girves, El umbral delImperio? La dispar fortuna de Hispania y las Columnas de Hercules en la literatura de epoca justinianea,Erytheia 23, 2002, 39––75.

9 Agath. hist. 5, 13, 7––8. De ello nos ocupamos en M. Vallejo Girves, Bizancio y la Espana Tardoantigua.(ss. V––VIII). Un capıtulo de historia mediterranea, Alcala de Henares 1993, 375––379.

10 Para lo cual, ademas de Cameron (n. 3) passim; K. Adshead, Thucydides and Agathias, en: B. Croke/A. M. Emmet (eds.), History and Historians in Late Antiquity, Sydney 1983, 83––87 y D. Roques, L’historio-

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y, entonces, discutidas causas de los mismos.11 Vamos a ocuparnos, en consecuencia, delfragmento en cuestion que, como veremos, presenta, en nuestra opinion, multiples verti-ces de analisis.

A mediados del siglo VI, verosımilmente en el ano 551, un violento terremoto afecto abuena parte de los territorios proximo orientales del Imperio, incluidas Constantinopla,Beirut o Alejandrıa.12 De el y de sus consecuencias fue testigo directo nuestro autor,pues lo sufrio en primera persona durante su estancia en esa ultima ciudad, donde com-probo la facilidad con la que se derrumbaban las casas de las gentes humildes;13 ademas,en su viaje de retorno desde aquella a Constantinopla, hizo escala en la isla de Cos,donde tuvo ocasion de comprobar el caos y los destrozos provocados por el mismo loscuales, por cierto, pormenoriza.14 Estas experiencias son las que le dan pie para detenerseen una digresion sobre las causas de los seısmos15 y sobre la capacidad de reaccion delhombre ante las mas grandes desgracias fısicas: „muchas veces en el pasado, ciudadesenteras han sido destruidas por terremotos, perdiendo su poblacion original y, en ocasio-nes, al ser repobladas, como nuevas ciudades nacieron de sus ruinas“.16 Como ejemplode ello menciona el caso que nos interesa, el de Trales del Meandro, cuyo texto vamos areproducir ya que deberemos detenernos en varios pasajes del mismo.

Agath. hist. 2, 17, 1––9:Ai' cot“ m SqaŁ kkei| g' poŁ ki|, g' e¤ m sz“ mt“ m ¤AriŁ y jakotleŁ mz vxŁ qy a¤ cvot“ pot

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graphie protobyzantine (IVe.––VIIe. siecles) et les fragments des historiens grecs de Rome, Ktema 29, 2004,231––254, aquı 247––248.

11 Cf. G. Dagron, Quand la terre tremble. . ., T&MByz 8, 1981, 90––91.12 Agath. hist. 2, 15, 1––6. Sobre la fecha, discutida, vid. R. C. McCail, The earthquake of A. D. 551 and the

birth date of Agathias, GRBS 8.3, 1967, 241––247.13 Agath. hist. 2, 15, 7.14 Agath. hist. 2, 16, 1––6. Sobre la utilizacion de la experiencia personal como recurso para hacer mas com-

prensible la narrativa, habitual en algunos autores tardıos, N. J. Austin, Autobiography and History: SomeLater Roman Historians and the Veracity, en: Croke/Emmett (n. 10) 54––65. Cf. infra acerca de los posiblesmotivos de su estancia en Cos.

15 Agath. hist. 2, 15, 9––13.16 Agath. hist. 2, 16, 7.

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Este pasaje propone dos temas a analizar si bien ambos estan en ıntima relacion: la vero-similitud del suceso protagonizado por Chaeremon y, en caso afirmativo, las fuentes deinformacion de Agatıas o, en caso negativo, los motivos de este para idear un episodiocomo el narrado.

La region de Asia Menor es de una alta incidencia sısmica; lo es, como sabemos, en laactualidad y lo fue en la antiguedad, como conocemos por varios testimonios literarios,epigraficos y, logicamente, por evidencias arqueologicas. Si nos limitamos a la region en-tre Lidia y Caria, en la que se localiza Trales del Meandro, las evidencias y datos no sonmenores, y no lo son especialmente en el momento en el que Agatıas fecha el movimien-to de tierras con el que ejemplifica su creencia en la reaccion del hombre.

Como era de esperar, la obra de Estrabon es la referencia basica para concretar lafecha que nos interesa, el reinado de Augusto. Uno de los capıtulos del libro XII de su„Geografıa“ esta ampliamente dedicado a comentar la naturaleza sısmica de la region delMeandro.18 Menciona algunas ciudades especialmente danadas por los terremotos en elperıodo polıticamente comandado por Augusto y Tiberio, entre otras, a Magnesia, Laodi-cea y Trales, la cual fue, segun su testimonio, reconstruida con fondos aportados porOctavio.19 Este dato es de especial interes ya que nos confirma una parte de la datacion

17 Agath. hist. 2, 17, 1––9 (ed. Keydell [n. 3] 62––64).18 Strab. 12, 8, 17––19.19 Strab. 12, 8, 18: „La ciudad de Magnesia [. . .] el emperador la hizo reconstruir entregando dinero, como

habıa hecho ya antes su padre con los habitantes de Trales ante la desgracia que les sobrevino cuando sederrumbaron el gimnasio y otros edificios, y tambien con los habitantes de Laodicea“ (trad. esp. M. P. deHoz Garcıa Bellido, Estrabon. Geografıa. Libros XI––XIV [Biblioteca Clasica Gredos 306], Madrid 2003,312). Y cf. Hier. chron. § 1992. Sabemos que este terremoto afecto tambien, ademas de las mencionadaspor Estrabon, a Thyatira, Quios y Kos (E. Guidoboni/A. Comastri/G. Traina, Catalogue of Ancient Earth-quakes in the Mediterranean Area up to the 10th Century, Roma 1994, 174––176).

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de Agatıas: „completamente devastada por un terremoto durante el reinado del empera-dor Augusto“.20 Arqueologicamente es difıcil conocer el grado de devastacion sufridoentonces, aunque el hecho de que Tiberio suprimiera privilegios judiciales a algunas ciu-dades, entre ellas Trales, ha servido para confirmar que el terremoto la afecto gravemen-te.21 Por lo demas, no son muchos los restos que conocemos de Trales, ya que la actualciudad turca de Aydin fue construida en parte sobre el territorio de la antigua polis deTrales o los edificios de esta utilizados como cantera para la edificacion de aquella. Noobstante, ademas de la estatuaria, que ha proporcionado hallazgos notables, entre ellosuna Afrodita, una cariatide, un efebo y, recientemente, otra figura femenina, se han per-petuado tramos de acueductos, huellas del teatro y del estadio, parte de las estructuras dedefensa de la ciudad y restos del monumental gymnasium, que cita Estrabon.22

El texto de Agatıas permite concretar aun mas la fecha ante quem del terremoto puesafirma que Chaeremon, el protagonista de su noticia, tuvo que viajar, para poder hablar conOctavio, hasta „la tierra de los cantabros, en la orilla del Oceano, porque Cesar estaba, enaquella epoca, allı combatiendo a tribus locales“.23 Segun la documentacion, Octavio Au-gusto viajo a Hispania en dos perıodos, una en 27 a. C., con ocasion de las llamadas GuerrasCantabras, que le mantuvieron en la Penınsula hasta el 25 a. C.,24 y otra entre 16 y 13 a. C.,fecha en la que no se ha documentado ningun terremoto en la zona de Lidia y Caria.25 Enconsecuencia, el terremoto de Trales y el viaje de Chaeremon a Hispania debieron sucederantes de la partida de Octavio de la Penınsula Iberica, es decir en el 26 o 25 a. C.

Antes de analizar la personalidad de Chaeremon y los honores que este recibio, nosdetendremos brevemente en recordar no solo que esta fue la primera ocasion en la quese dieron ayudas imperiales para la reconstruccion de una ciudad,26 sino que la afirma-cion de Agatıas de que Octavio gasto enormes sumas de dinero en ello tiene su confir-macion en el texto mencionado de Estrabon en el que alude a la aportacion monetariarealizada por Octavio para emprender aquella tarea.27 Abunda en ello un testimonio epi-grafico de Trales pues una inscripcion, dedicada por la gerousıa de la ciudad, conmemoraa un emperador, que se quiere identificar con Augusto, como fundador de la ciudad;28 se

20 Agath. hist. 2, 17, 1.21 Cf. L. Robert, Le culte de Caligula a Milet et la province d’Asie, Hellenica 7, 1949, 225 y Chr. Habicht,

New Evidence on the Province of Asia, JRS 65, 1975, 70––71.22 Ademas de restos de una gran villa de epoca romana y la necropolis de epoca romana tardıa. Las excavacio-

nes de Trales del Meandro han sido dirigidas, desde la Universidad Adnan Menderes de Aydin, por losprofesores R. Dinc y A. Yaylali. Para una orientacion bibliografica vid. R. �zgan, Die griechischen und ro-mischen Skulpturen aus Tralleis, Bonn 1995 ası como la pagina WEB del yacimiento: http://tralleis.adu.edu.tr/english/index.htm. Agradezco al Prof. Celal Simsek, director del departamento de arqueologıa de laUniversidad de Denizli-Pamukkale, toda la informacion al respecto.

23 Agath. hist. 2, 17, 3.24 Flor. epit. 2, 33; Oros. 6, 21, 1––3; Cass. Dio. 53, 25, 5––8; Iust. 42, 5, 6. Cf. Hor. carm. 3, 14.25 Guidoboni/Comastri/Traina (n. 19) 174––180, afirman que para el gobierno de Octavio solo se documenta,

en la zona, el referido del 27 a. C.26 Ası F. Millar, The Emperor in the Roman World (31 B.C.––A.D. 337), Eastbourne 1977, 423 y B. Levick,

The Beginning of Tiberius’ Career, CQ 21.2, 1971, 485.27 Agath. hist. 2, 17, 4 y Strab. 12, 8, 18.28 Se utiliza, como era de esperar, el termino ktistes. Vid. F. B. Poljakov (ed.), Die Inschriften von Tralleis und

Nysa. Teil I: Die Inschriften von Tralleis, Bonn 1989, 51––52, num. 35, fechada, por los criterios anterior-mente referidos de la dotacion economica, en el 26––25 a. C. ½AtŁ so�jqŁ asoqi JaiŁraqi ½Heot“ � ti' x“ i Jex“ i Re-

ba½rs{“ j�sŁ irsz jai¤ sg“ i StŁ vz at¤ sot“ g' ceqotriŁ a. Vid. �zgan (n. 22) 69––72, para el hallazgo de estatuas deAugusto en Trales. Respecto a la preocupacion de Augusto por la recuperacion de las ciudades orientalesafectadas por los terremotos, vid., entre otros, S. Mitchell, Imperial Building in the Eastern Roman Provinces,

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interpreta tambien en este sentido el bautismo toponımico de la ciudad a partir de esemomento, Caisarea, que se perpetuo hasta epoca de Diocleciano, como evidencia el testi-monio epigrafico y numismatico.29 Es interesante tambien aportar aquı el dato de que elgymnasium mencionado fue construido a finales del siglo I a. C., hecho que confirmarıa lareconstruccion citada.30

Nada anomalo hay por lo tanto en la primera parte del pasaje de Agatıas; el texto deEstrabon y la literatura que nos habla de la presencia de Octavio en Hispania con oca-sion de las Guerras Cantabras dejan claro que nuestro autor no erraba al fechar el terre-moto en Trales en epoca de Octavio y que este ayudo en la reconstruccion de la misma.

Otro de los puntos especialmente significativos de este fragmento de Agatıas es lareferencia a la decision de un campesino de aquella region, llamado, como hemos visto,Chaeremon, de viajar a tierras muy lejanas en busca del emperador para recabar su ayudaeconomica para la nueva edificacion de la ciudad de Trales. Son varios los interrogantesque sobre este viaje y su protagonista se plantean.

El caracter del episodio, la recepcion del emperador y todos los aspectos arriba men-cionados, han favorecido que se haya querido ver en nuestro Chaeremon a alguien masrelevante que un simple campesino, pues recordemos que Agatıas lo presenta como tal,pero tambien como cegpoŁ mo|31 que puede ser interpretado tanto como campesino comogran propietario;32 ademas, Av. Cameron, la gran especialista en Agatıas, considera queeste autor suele utilizar muchos terminos en sentido poetico.33 Por otro lado, la inscrip-cion conmemorativa de su hazana, que Agatıas pudo aun leer, en ningun momento alude,claramente, a su condicion economica o social.34

Podrıamos aludir, para fundamentar aun mas la conjetura de la elevada posicion social,que no era habitual la audiencia del emperador a un ciudadano normal. De hecho sabe-mos que cuando se trataba de recabar ayuda para la reconstruccion de una ciudad des-truida, como es el caso de Trales, la iniciativa de tal peticion surgıa por decision publicay oficial y ademas, se solıa enviar, encabezando la delegacion, a ciudadanos de riqueza eimportante posicion social. Este fue el caso de la ciudad de Estratonicea que envio unaembajada a Roma para solicitar al emperador Antonino Pıo ayuda para reconstruir laciudad, afectada por un terremoto; el enviado en esta ocasion fue Leon, ciudadano deuna alta posicion social, cuya estancia en Roma se prolongo tanto que, como quedoconstancia, sus hijos debieron ocuparse de sus asuntos y hasta sustituirle en sus magis-traturas cıvicas.35 Sin embargo, aunque no fue la norma, la concesion de audiencia de los

HSPh 91, 1987, 349––350. Sobre su presencia en la epigrafıa, L. Robert, Documents d’Asie Mineure, Paris1987, 91––104.

29 Poljakov (n. 28) 99, num. 94. En la leyenda de las monedas encontramos JAIRAQEXM SQAKKIAMXM;vid. BMC, Gr: Lydia, London 1901, CXL––CXLI. Plin. nat 5, 108, afirma que, ademas, recibio, en diversosmomentos, los nombres de Evantia, Seleucia y Antioquıa.

30 Cf. supra.31 Agath. hist. 2, 17, 2.32 Llama la atencion sobre ello Levick (n. 26) 486. Respecto a este termino en el sentido peyorativo recurre a

Hdt. 7, 155 y Thuk. 8, 21 y sobre su uso como sinonimo de gran propietario, habitual en epıgrafes griegosdel area sirıaca, L. Robert, Une epigramme de Carie, RPh 31, 1957, 20.

33 Cameron (n. 3) 31––32.34 Agath. hist. 2, 17, 8. Vid. Poljakov (n. 28) 77––79, num. 70.35 CIG 2721 = M. Cetin Sahin (ed.), Die Inschriften von Stratonikeia. II.1: Lagina, Stratonikeia und Umge-

bung (IK 22.1), Bonn 1982, 139––140, num. 1029 y Robert (n. 28) 97. La inscripcion conmemora la emba-jada y la ayuda prestada por el emperador Antonino Pıo. Aunque no viajo para ver al emperador, Filostrato,

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emperadores a ciudadanos sin ningun honor o consideracion publica en su lugar de ori-gen sı existio, ya que una de las caracterısticas de la ideologıa imperial era la accesibilidaddel emperador a sus subditos.36 Por ello pensamos que aquel argumento apuntado paradefender la identidad de Chaeremon como un miembro destacado de la comunidad ciu-dadana de Trales no tiene el suficiente peso. Es mas, un episodio protagonizado porTiberio en el momento de su proceso de formacion polıtica y militar, que lo relacionacon la ciudad de Trales, podrıa explicar el exito que tuvo ese Chaeremon ante el empera-dor si es que se trataba tan solo de un campesino.

En el pasaje que Suetonio dedica a comentar la formacion de aquel, pormenoriza algu-nos aspectos de la misma; entre ellos, la defensa que le fue encomendada de los interesesde Trales, defensa que debıa presentar ante Augusto.37 Aunque existe acuerdo en que elepisodio necesariamente tuvo lugar entre el 27 y 13 a. C., perıodo de la formacion deTiberio, existen posturas encontradas respecto a si el escenario del mismo fue Roma oHispania. Los que sostienen que el episodio de la defensa de los intereses de Trales, delrey Arquelao y de los tesalios tuvo lugar en esta ultima, y entre 27 y 23 a. C.,38 se apoyanen la diferenciacion que hace Suetonio entre la defensa que tuvo que hacer de esta causaante Augusto y la que tuvo que hacer ante el Senado a favor de los habitantes de Laodi-cea, Thyatirene y Quıos. Desde esta postura, algunos de ellos piensan que los interesesque defendıa Tiberio eran la solicitud para que se reconstruyera Trales, que habrıa pre-sentado un campesino, Chaeremon, al que se habıa buscado el mejor de los defensores.39

Sin embargo, el perıodo de formacion de Tiberio no tuvo unicamente lugar durante laestancia de Octavio en Hispania; esa actuacion a favor de Trales pudo hacerla, igualmen-te, en Roma.40 Ademas, Suetonio no relaciona los motivos de la defensa –– solo consignadiversas causas –– mientras sı las concreta respecto a su labor a favor de los de Laodicea,Thyatirene y Quıos, que significativamente era la peticion de ayuda de estos ante losdanos causado por varios terremotos. Esta diferencia nos lleva a pensar que la causatralense que defendio Tiberio no tuvo porque ser la del terremoto41 y, en consecuencia,

soph. 2, 9, nos habla de la intercesion que Elio Arıstides hizo ante Marco Aurelio para que ayudara en lareconstruccion de Esmirna, destruida por un terremoto en 177––178 d. C., sobre lo que el mismo ElioArıstides escribio varios discursos, „Monodia por Esmirna“, „Carta a los emperadores sobre Esmirna“ y„Palinodia por Esmirna“ (B. Keil [ed.], Aelii Aristidis Smyrnaei quae supersunt omnia II: Orationes XVII––LIII,Berlin 1898 [ND Berlin 1958]).

36 F. Millar, Emperors at Work, JRS 57, 1967, 9. Cf. Strab. 10, 5, 3; vid. F. Millar, The Emperor, the Senateand the Provinces, JRS 56, 1966, 163.

37 Suet. Tib. 8: Ciuilium officiorum rudimentis regem Archelaum Trallianos et Thessalos, uaria quosque de causa, Augustocognoscente defendit; pro Laodicenis Thyatirenis Chiis terrae motu afflictis opemque implorantibus senatum deprecatus est(H. Ailloud [ed.], Suetone. Vies des douze Cesars II, Paris 51980, 9).

38 Por ejemplo, Levick (n. 26) 478.39 D. Magie, Roman Rule in Asia Minor to the End of the Third Century, Princeton 1950, I, 469 y II, 1471,

num. 8 y Levick (n. 26) 485, sı consideran que Tiberio defendio el asunto de la reparacion de Trales.40 Ası G. W. Bowersock, Augustus and the Greek World, Oxford 1965, 157.41 Levick (n. 26) 485, explica la diferencia en el pasaje de Suetonio en el hecho de que, ante el exito de Trales,

las peticiones de ciudades con similares problemas fueron tan numerosas que prefirio que estas se presenta-ran ante el Senado, de las que Tiberio tambien se hizo cargo. J. S. Murray, The Urban Earthquake Imageryand Divine Judgement in John’s Apocalypse, NT 47.2, 2005, 146, num. 11, lo explica creyendo que existie-ron dos terremotos, circunstancia no constatada. Por su parte, Bowersock (n. 40) 160 sugiere que habrıadefendido intereses de una rica e influyente familia de Nisa y Trales, entre cuyos nombre figura, a menudo,el de Chaeremon. Nos ocuparemos de ella mas adelante.

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no nos podemos apoyar en ello para suponer a Chaeremon un campesino representadopor alguien mas importante, Tiberio.

Sin embargo, pensamos que existen otros datos que permiten apoyar la idea de queChaeremon era algo mas que lo que decıa Agatıas. Todo el analisis se inicia con el hechode que fueron varias los personas de aquel perıodo que, llamadas Chaeremon, tuvieronpresencia literaria y polıtica notable.42

Son, singularmente, dos las regiones que han aportado noticias sobre el antroponimoChaeremon, Egipto y Asia Menor, cuyos datos se fechan, bien durante el gobierno deOctavio, bien en los decenios inmediatamente anteriores, bien inmediatamente posterio-res. Comenzando por los personajes llamados Chaeremon documentados en Egipto, hansido dos las propuestas de identificacion con nuestro viajero a Hispania.

F. Millar ha querido ver en este al filosofo estoico egipcio Chaeremon, que llego a serpreceptor de Neron en el ano 49 d. C.,43 pero no es preciso detenerse en el analisis deuna posible relacion entre este y Trales pues basta recurrir a la cronologıa para descartarcomplemente esta posibilidad; el suceso de Trales y Octavio tuvo lugar setenta y cincoanos antes de ese 49 d. C., lo que hace la identificacion propuesta complemente inviable.

Mas posibilidades podrıa presentar, en principio, otra propuesta que quiere ver en esteChaeremon al homonimo al que Estrabon alude como acompanante del prefecto AelioGallo en su viaje por el interior de Egipto, ya que tuvo lugar en el mismo perıodo delsuceso de Trales; concretamente se fecha en 25 a. C.44 Sin embargo, tampoco hace faltarecurrir a una posible vinculacion de este Chaeremon con la ciudad del Meandro, puestoque la simple calificacion que Estrabon hace del Chaeremon egipcio, al que llama „char-latan y ignorante“, evidencia que este nunca pudo ser el ciudadano de Trales con la sufi-ciente capacidad para viajar tan lejos como a la Penınsula Iberica y convencer al empera-dor.

El nombre de Chaeremon esta bien documentado, epigrafica y literariamente, en laregion de Asia Menor en el siglo I a. C.; las referencias se concretan especialmente enNisa y, dato muy importante, en Trales. En ese contexto del siglo I a. C. se conoce laexistencia de una importante familia con ıntimas vinculaciones con ambas ciudades.

Despues de la guerra mitridatica, Nisa erigio una estatua en honor de uno de sus masimportantes ciudadanos, Chaeremon, que habıa colaborado con Roma en el transcursode la misma. En la base de la estatua se grabaron tres cartas o decretos que evidenciabanla prorromanidad de este. En las dos ultimas, Mitrıdates se quejaba de la enemistad deChaeremon, hijo de Pitodoro, hacia su partido, afirmaba la huıda de este y de sus hijos ysu asilo primero en Rodas y posteriormente en el santuario de la Artemisa de Efeso, porlo que exigıa su detencion. En la tercera, Gaio Casio, proconsul de Asia, se dirigıa a laciudad de Nisa para agradecer la disposicion de Chaeremon hacia Roma y la entrega de

42 Exceptuamos, logicamente, al homonimo ateniense del siglo IV a. C., sobre el cual A. Dieterich, s. v. Chaire-mon 5, en: RE III.2, 1899, 2025.

43 Millar, Emperor, Senate and Provinces (n. 36) 163. Sobre este Chaeremon puede verse A. Barzano, Chaere-mone di Alessandria, en: ANRW II.32.3, 1980, 1981––2001 y M. Frede, Chaeremon der Stoiker, en: ANRWII.36.3, 1989, 2067––2103. El ultimo editor de sus obras es P. W. Van der Horst, Chaeremon. EgyptianPriest and Stoic Philosopher, Leiden 1984.

44 Strab. 17, 29: „Cuando el prefecto Aelio Galo navego por el interior de Egipto, fue acompanado por ciertohombre de Alejandrıa, Chaeremon de nombre, que pretendıa tener conocimientos de este tipo pero quedoen ridıculo como un charlatan e ignorante“. Vid. E. Schwartz, s. v. Chairemon 7, en: RE III.2, 1899, 2026.

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60.000 modios de trigo para el ejercito.45 Estos eran los meritos que hicieron a Chaere-mon digno de una estatua publica.

Pitodoro, seguidor en principio de Pompeyo pero mas tarde retornado al ambito deCesar y Octavio, y posiblemente hijo de aquel Chaeremon de la guerra mitridatica, setraslado al importante centro comercial que era Trales en el ultimo tercio del siglo, comoası nos lo dice Estrabon.46 Anadamos a ello que en un pasaje del Pro L. Valerio Flacco,Ciceron elogia a los ciudadanos de Trales, entre ellos nuevamente el Pitodoro pompeya-no; de ellos afirma que „son extremadamente apreciados entre su gente“ y comprometi-dos a la hora de „defender sus lamentos“.47

Nuestro interes por esta familia de Pitodoro se debe, obviamente, a que entre losnombres conocidos de la misma se repite con asiduidad el nombre de Chaeremon, bienen inscripciones de Nisa bien de la misma Trales. Aun a pesar de que tomaran partidopor una u otra faccion romana, la evidencia cierta de la fuerte relacion de esta familiacon las mas altas instancias romanas, la consideracion que estas les mostraron y la preo-cupacion que demostraron, segun Ciceron, por el bien de sus ciudadanos, y un datoposterior aunque interesante, la relacion quasi familiar entre los julio-claudios y la familiade Pitodoro a traves de los monarcas armenios y ponticos,48 nos parece que constituyenuna base muy solida para pensar que el Chaeremon que viajo hasta Hispania y que fuerarecibido por el emperador era un miembro de aquella destacada familia de Nisa y Tralesdel siglo I a. C.49

Por lo demas, pensamos que en el pasaje de Agatıas hay otros elementos que merecennuestra atencion.

Agatıas nos habla de la existencia de una estatua de Chaeremon,50 desaparecida, por-que en el epıgrafe que pudo leer, que considera de gran antiguedad, ası se indicaba: a¤ mJ’

x'“ m rtccemeŁ e| sot“ so bqeŁ sa|, o� uq’ e¤ piØ bxl{“ , Oi'“ a diŁ ja jsiŁ rsam, saŁ mde ueŁ qoiso vaŁ qim.51

Como bien ha analizado Stewart en su monografıa sobre la funcion de la estatuaria enel mundo romano, la decision de erigir una estatua y el lugar designado para su ubicacionera de una enorme complejidad si se trataba de una decision oficial, publica.52 En eseestudio queda demostrada la frecuencia con que en el mundo oriental de epoca romanase erigıan estatuas que honraban a hombres vivos; en los epıgrafes que las acompanan, eltermino mas frecuente con el que se designaba la estatua del ciudadano cuyo honor reci-

45 Syll.3 741, i–– iv. Cf. R. S. Bagnall/P. Derow, The Hellenistic Period. Historical Sources in Translation, Oxford2003, num. 49. Vid. J.G.F. Hind, Mithridates, en: CAH2 IX: The Last Age of the Roman Republic, 146––43B. C., 1994, 129––164, aquı 146.

46 Strab. 14, 1, 42: „[Trales] Y si hay alguna ciudad bien poblada en Asia es esta, con hombres ricos, y siempreson de aquı algunos de los que ostentan los cargos principales de la provincia, a los que llaman asiarcas.Entre ellos estaba Pitodoro, un hombre originario de Nisa que luego se traslado allı a causa de su fama, yque se distinguıa junto con unos pocos por su amistad con Pompeyo. Adquirio ademas una riqueza propiade un rey, de mas de dos mil talentos, que dejo tal cual a sus hijos despues de haberla vendido al Cesardivinizado y haberla rescatado el gracias a su amistad con Pompeyo. Hija de este es Pitodoris, la que ahorareina en el Ponto y sobre la que ya he hablado. Pitodoro tuvo su auge en mi epoca“ (trad. esp. de HozGarcıa Bellido [n. 19] 507).

47 Cic. Flacc. 52––53. En esos pasajes, Ciceron habla de la vinculacion de su hermano y la suya propia conTrales, cuyos intereses dice haber defendido en varias ocasiones.

48 Vid. �zgan (n. 22) 79––80, 84––85 y 165––166.49 Ası, T.R.S. Broughton, Some Non-Colonial Coloni of Augustus, TAPhA 66, 1935, 20––22.50 Agath. hist. 2, 17, 7.51 Agath. hist. 2, 17, 8, 6––7.52 P. Stewart, Statues in Roman Society. Representation and Response, Oxford 2003, 79––80.

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bıa con vida era agalma, relacionado con la palabra agallo.53 Encontramos agalma en lanarracion propia de Agatıas pero no ası en la inscripcion propiamente dicha, supuesta-mente contemporanea del siglo I a. C., donde se utiliza bqeŁ sa|.54 Aunque entre las acepcio-nes de este ultimo termino encontramos la de „estatua de un hombre“, no hay unanimi-dad en la acepcion concreta ya que, a partir de un mismo testimonio, una inscripcion deMegara, el LSJ lo traduce por „estatua de un hombre“, mientras que el „DiccionarioGriego-Espanol“ concreta en „estatua de hombre muerto“.55 Ahora bien, fuera en vida otras su fallecimiento, es importante el honor concedido por Trales a su conciudadano,ktistes, ya que no solo le acercaba a los heroes fundadores, como es evidente en este caso,sino que significa que se trata de un honor concedido publicamente.56 lo que indica quela estatua de Chaeremon tiene un caracter publico y no privado.57

Sin embargo, y dado que los antiguos preferıan que las estatuas se ubicaran en lugaresespecialmente concurridos,58 nos encontramos con el problema de la localizacion en laque encontro Agatıas el pedestal „en uno de los campos de las afueras de la ciudad“;ademas, proporciona el nombre del lugar: „el nombre del campo es Siderus“ que asumecomo lugar del que procedıa Chaeremon.59

El que Siderous fuera el lugar originario de ubicacion de la estatua podrıa ponerse enduda al tomar en consideracion la posible reduccion del perımetro de la ciudad del sigloVI en relacion con el del I a. C.,60 o que, dado que la estatua debıa tener mas de cincosiglos, podrıa haber sido desplazada del mismo, habida cuenta, entre otros datos, que,como es sabido, fue practica habitual el reaprovechamiento de las estatuas –– se habrıaprescindido, en este caso, del pedestal –– en los siglos posteriores. Es importante tambienconstatar que entre los posibles motivos de la desaparicion de una estatua estan los te-rremotos, aspecto muy interesante en el caso de Trales,61 o que una fuente tardıa men-

53 Stewart (n. 52) 25––27.54 Agath. hist. 2, 17, 7 y 8, 5, respectivamente.55 La inscripcion de Megara en IG VII, 118. LSJ (¼ H. G. Liddell/R. Scott et al. [eds.], A Greek-English

Lexicon, Oxford 1996), que apoya en Strab. 8, 7, 2 y Iul. or. 1, 29 d. Por su parte, F. R. Adrados et al.(eds.), Diccionario Griego-Espanol IV, Madrid 1994, solo lo apoya en el testimonio epigrafico.

56 Stewart (n. 52) 29 y 169.57 Para lo cual, Stewart (n. 52) 83––86.58 Stewart (n. 52) 136––138.59 Agath. hist. 2, 17, 7.60 Aunque como hemos dicho no hay grandes evidencias al respecto a partir de la epigrafıa, es util el estudio

de J. H. W. G. Liebeschuetz, Administration and Politics in the Cities of the fifth to the mid seventh Cen-tury: 425––640, en: CAH2 XIV: Late Antiquity: Empire and Successors, A. D. 425––600, 2000, 213, bienentendido que la reduccion del perımetro no significa, necesariamente, decadencia urbana, como demuestrala propia arqueologıa, otro trabajo de Liebeschuetz, Decline and Fall of the Roman City, Oxford 2001 yalgunas contribuciones en L. Lavan (ed.), Recent Research in Late-Antique Urbanism (JRA Suppl. Series42), Portsmouth 2001. Ası lo afirmaba, al nivel de los conocimientos arqueologicos respecto a Trales en ladecada de los setenta, C. Foss, Archaeology of the ,Twenty Cities‘ of Byzantine Asia, AJA 81.4, 1977, 482.Es especialmente importante aportar aquı el hecho de que Juan de Efeso, durante su actividad misionera deconversion de paganos por orden de Justiniano, por lo tanto en el mismo perıodo de mediados del siglo VI,centro su actividad en Trales y en su entorno montanoso, donde construyo numerosas iglesias y monaste-rios (Iohannes Ephesius, HE 3, 36––37, donde tambien encontramos una referencia al importante papel delobispo de Trales, pugnando contra la autonomıa de los monasterios fundados y vid. E. Honigmann, Eve-ques et eveches monophysites d’Asie anterieure au VIe. siecle, Louvain 1951, 216––217).

61 Cf. Chr. Ratte, New research on the urban development of Aphrodisias in Late Antiquity, en: D. Parrish(ed.), Urbanism in Western Asia Minor. New Studies on Aphrodisias, Ephesos, Hierapolis, Pergamon, Pergeand Xanthos, Portsmouth 2001, 140.

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ciona como gran numero de estatuas de Trales fueron trasladadas a Constantinopla pororden de Constantino.62

Por lo tanto, lamentablemente no se puede deducir que nuestro protagonista fuerapropietario del citado paraje ni el tamano de este, con lo cual a partir de este pasaje nopodemos deducir nada a favor o en contra de la elevada posicion social propuesta. Entodo caso, podrıa aventurarse que fue el hecho de ver el pedestal en un campo el quepudo inducir a Agatıas a presentarlo como un campesino aunque, sin descartar esta posi-bilidad, pensamos que otros elementos, caracterısticos de su narrativa y las propias fuen-tes que utilizo Agatıas, pueden explicar mejor el hecho.63

Nuestro autor indica como tuvo conocimiento del suceso ocurrido seis siglos atras. Enel pasaje que nos viene ocupando proporciona claras indicaciones de sus fuentes de in-formacion al respecto: su presencia en la ciudad, una cronica de la historia de Trales y lainscripcion citada.64

Su visita a la ciudad –– „cuando estuve allı“ –– podrıa deberse a un sinnumero de razo-nes que desconocemos; sin embargo, contamos con un dato muy interesante que podrıaexplicar la misma.

En Historiae Agatıas proporciona numerosas referencias acerca de muchos personajesimportantes del perıodo justinianeo –– eran, incluso, amigos personales, como quedo con-signado en el citado Kyklos. Entre ellos se detiene especialmente en el arquitecto respon-sable del proyecto de la iglesia de Santa Sofıa, Antemio, y en su familia, a la que parececonocer ıntimamente ya que refiere no solo los nombres del padre y de los hermanossino algunos episodios concretos de su vida;65 como es sabido, esta familia era originariade Trales. La razon, en consecuencia, que podrıa explicar la visita de Agatıas a la ciudaddel Meandro serıa su amistad con aquella familia; para apoyar este propuesta podemosmencionar la visita de Agatıas a Cos cuando viaja desde Alejandrıa hacia Constantinoplapues, aun estando en la ruta marıtima habitual, su estancia en la misma puede igualmenteexplicarse por motivos personales ya que otro de sus poetas amigos, Damocharis, eraoriginario de aquella isla.66 No serıa, por lo tanto, extrano que la estancia de Agatıas enTrales, como en Cos, se debiera a su visita a los familiares de los amigos o a quererconocer los lugares de donde aquellos eran originarios.

Respecto a las fuentes de informacion, no resulta extrano que se preocupara por leeraquel epıgrafe y que lo considerara un util elemento de transmision de hechos pasados,

62 Patria Constantinopoleos 2, 73; se trataba de estatuas que fueron ubicadas en el hipodromo. A este respecto,deberıamos recordar la importancia de los hallazgos de estatuaria en la ciudad de Trales, que ya hemosmencionado, para lo cual, remitimos al trabajo referido de �zgan (n. 22) passim.

63 Vid. infra.64 Nuevamente, Agath. hist. 2, 17, 6––8.65 Agath. hist. 5, 6, 4––6; 5, 7, 2; 5, 8, 3 y 5, 9, 2––4. Por cierto que no deja de ser curioso que uno de los

hermanos, Alejandro de Trales, medico del ejercito justinianeo, visitara, al igual que Chaeremon, Hispania.Para ello remitimos a M. Vallejo Girves, Alejandro de Tralles y un ,curioso‘ remedio hispano contra laepilepsia a mediados del siglo VI d. C., en: S. Crespo Ortiz de Zarate/A. Alonso Avila (eds.), Scripta Antiqvain Honorem A. Montenegro Duque et J. M. Blazquez Martınez. Magistris Optimis, Valladolid 2005, 815––826.

66 La obra de Damocharis de Cos en AP VII, 588. Vid. A. y Av. Cameron (n. 5) 11. Cameron (n. 3) 7, entreotros, han querido identificar a este poeta con el gobernador que, c. 551, habrıa contribuido a la recupera-cion de Esmirna tras el terremoto de aquel ano; esta identificacion se ha apoyado en una inscripcion deEfeso (SEG XVIII, 1963, num. 474). Sin embargo, McCail (n. 5) 89, no esta de acuerdo con esta identifica-cion ya que fecha la estatua y la inscripcion de Efeso en el siglo IV o V. Retorna a la identificacion, K. Har-tigan, The Poets and the Cities: Selections from the Anthology about Greek Cities, Meisenheim am Glan1979, 76; en contra, nuevamente R. C. McCail, en su resena a la obra de Hartigan en CR 30.2, 1980, 275.

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ya que encontramos una utilizacion similar en otro capıtulo de esa obra.67 Para ejemplifi-car en su relato el caracter extremadamente sangriento del enfrentamiento entre bizanti-nos y alamanes en territorio italico, concretamente el que se produjo en el rıo Casulino,reproduce un epıgrafe, otro epigrama, que habla de como el rıo se habıa tenido de san-gre.68 Agatıas no es siempre honesto a la hora de reconocer quien le ha proporcionado lainformacion,69 pero esta del Casulino es una de las escasas ocasiones en las que nos dicequien ha sido y manifiesta sus dudas sobre la verdadera existencia de este epıgrafe; lafuente es oral –– „he oıdo decir a cierto nativo de aquella parte que un poema anonimoen versos elegıacos estaba inscrito en una columna de piedra erigida cerca de la orilla delrıo [. . .]. Si este poema estaba realmente inscrito en piedra o si simplemente paso deboca en boca hasta que llego a mı, no tengo ninguna razon para no transcribirlo aquı“. Yla razon que tiene para hacerlo la indica a continuacion pues afirma que „puede servircomo testimonio elegante del curso de la batalla“.70 En ese sentido Agatıas se integrabien en la consideracion que los autores del mundo tardoantiguo tienen de la epigrafıacomo fuente de conocimiento historico;71 no podemos, tampoco, olvidar que algunos delos poemas incluidos en su Kyklos eran transcripciones de carmina epigraficos urbanos.72

Sus contemporaneos la utilitaron asiduamente, si bien Malalas es el autor mas inclinado aello;73 tambien es cierto que los autores del siglo VI y VII parecen ser los ultimos, hastamuchos siglos mas tarde, en poder leer y comprender historicamente el significado delos textos de los epıgrafes,74 pues tan solo un siglo despues, en el siglo VIII, las inscrip-ciones se consideran poco mas que un arcano.75

R. Chevallier apuntaba que ante la utilizacion de la epigrafıa como fuente historica porparte de autores posteriores pero aun de la Antiguedad, el historiador deberıa plantearsecuestiones tales como si la copia del texto habıa sido exacta, si la habıa resumido otransformado y, por ultimo, si habıa modernizado el lenguaje empleado;76 en este senti-do, el ultimo editor del epıgrafe, F. Poljakov, piensa que este se adecua bien al siglo Ia. C.77

Como es bien sabido, las ciudades griegas contaban con archivos oficiales, en los quese conservaban los decretos que acordaban la concesion de honores. Esta ampliamenteadmitido que las inscripciones de las bases de las estatuas no eran mas que pequenos

67 Vease, para el uso que hace Agatıas, G. Dagron, Constantinople Imaginaire. Etudes sur le recueil des Patria,Paris 1984, 151.

68 Agath. hist. 2, 10, 8––9.69 Vid. Cameron (n. 3) 39––40.70 Agath. hist. 2, 10, 9.71 La obra fundamental es A. Stein, Romische Inschriften in der antiken Literatur, Praga 1931; una recopila-

cion de epıgrafes utilizados en la literatura antigua en R. Chevalier, Epigraphie et Litterature a Rome, Faenza1972.

72 Cf. Hartigan (n. 66) 76.73 Por ejemplo, vid. R. E. G. Downey, References to Inscriptions in the Chronicle of Malalas, TAPhA 66,

1935, 55––72.74 C. Mango, Byzantine Epigraphy (4th to 10th Centuries), en: D. Harlfinger/G. Prato (eds.), Paleografia e co-

dicologia graeca I, Alessandria 199, 235––249; Ch. Roueche, Written Display in the Late Antique and Byzan-tine City, en: E. Jeffreys et al. (eds.), Proceedings of the 21st International Congress of Byzantine Studies,London, 21––26 August 2006. Vol. I: Plenary Papers, London 2006, 235––253.

75 Como queda de manifiesto en Parastaseis syntomoi chronikai, Av. Cameron/J. Herrin (eds.), Constantinople inthe early eighth century, Leiden 1984 y en Dagron (n. 67) 150––157.

76 Chevalier (n. 71) 12; tambien Dagron (n. 67) 151.77 Poljakov (n. 28) 77––79, num. 70.

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resumenes del texto del decreto que se guardarıa en los archivos.78 En el caso, pocoprobable, de conservarse en el archivo de Trales el decreto en cuestion,79 es posible queAgatıas pudiera consultarlo. De hecho, y aunque no suele indicarlo, sabemos que el docu-mento de archivo era una de sus fuentes de informacion habitual.80 Sin embargo, en elcaso de Trales que nos ocupa, Agatıas nos indica expresamente la fuente de informacionque ha utilizado; no se trata de documentos de archivo sino de una historia de la ciudad.

Aunque discutido, se ha pensado que muchas ciudades del mundo antiguo elaborabanlo que se ha llamado cronicas locales, de caracter oficial, en las que se solıan consignarlos hechos mas importantes de la vida de la ciudad.81 Aunque no se ha conservado nin-guna cronica local de Trales, podemos suponer, con bastante certidumbre, que pudo exis-tir y, dada la presencia de nuestro autor en aquella ciudad, no descartamos que la pudieraconsultar. Sin embargo, pensamos que esa no fue la cronica utilizada por Agatıas ya queel utiliza expresamente el termino paŁ sqia,82 circunstancia que nos lleva a pensar en otrotipo de documento.

Aunque de varias acepciones, por Patria entendemos un genero literario, caracterısticode la literatura oriental de los siglos finales de la Antiguedad, en el que un autor narra lahistoria de una ciudad, sus leyendas, su topografıa.83 Esta acepcion nos lleva a analizar,por lo tanto, la posibilidad de que tras los Patria mencionados por Agatıas este una histo-ria de Trales escrita por un autor determinado.

En ese importante lexico que es Suda encontramos que dos autores escribieron unahistoria de Trales. Ası, indica que, entre otras obras, Apollonios de Afrodisias, autor posi-blemente de finales del siglo I a. C, escribio una obra relativa a Trales.84 Igualmente noshabla de Christodoros, un poeta egipcio de epoca del emperador Anastasio, por lo tantoa finales del siglo V y principios del VI d. C., que, ademas de importantes composicionespoeticas –– destaca la dedicada a los banos de Zeuxippo en Constantinopla85 –– escribioun relato epico de la campana isaurica de Anastasio, una historia de Tesalonica en veinti-cinco libros, otra de Mileto, otra de Afrodisias y otra de Trales, todos ellos perdidos.86 Lapractica contemporaneidad del segundo a la vida de Agatıas, el importante dato de que

78 Para lo cual, Roueche (n. 74) 242––243.79 Resulta difıcil demostrar que este tipo de archivos hubieran llegado en condiciones a la Antiguedad Tardıa;

ası B. Croke, City Chronicles of Late Antiquity, en: G. Clarke et al. (eds.), Reading the Past in Late Antiquity,Rushcutters Bay 1990, 194.

80 Queda claro, por ejemplo, en Agath. hist. 4, 30, 2––5. Cf. Kaldellis, Things are not what they are (n. 3) 296.81 A favor de la existencia de este tipo de cronicas, Croke (n. 79) 165––203; en contra R. W. Burgess, The

Chronicle of Hydatius and the Consularia Constantinopolitana. Two contemporary accounts of the finalyears of the Roman Empire, Oxford 1993, 183––186. Sobre las cronicas locales en general, R. Laqueur, s. v.Localchronik, en: RE XIII, 1926, 1087––1088, para momentos anteriores.

82 Agath. hist. 2, 17, 6: Sat“ sa deØ ot� sx ntmemevJg“ mai dgkoi“ leŁ m pot jaiØ g' paŁ sqio| sot“ a� rseo| i'rsoqiŁ a.83 Sobre esta acepcion, Dagron (n. 67) 9––13 y A. P. Kazhdan, s. v. Patria, en: ODB III, 1991, 1598.84 Suda, Alpha 3424: ¤ApokkxŁ mio|’, AuqodirietØ | a¤ pvieqetØ | jaiØ i' rsoqijoŁ |’ ceŁ cqaue JaqijaØ , PepiØ SqaŁ kkexm [. . .].

Cf. FGrH 740 y E. Schwartz, s. v. Apollonios 73, en: RE II.2, 1895, 134––135.85 AP II 1––416.86 Suda, Chi 525: VqirsoŁ dxqo|, PamiŁrjot, a¤ poØ Jopsot“ poŁ kex| sg“ | Ai¤ ctŁ psot, e¤ popoioŁ |. g� jlafem e¤ piØ sx“ m ¤Amarsa-

riŁ ot sot“ barikeŁ x| vqoŁ mxm. e� cqawem ¤ IratqijaØ e¤ m bibkiŁ oi| e� n. e� vei deØ sgØ m ¤ IratqiŁ a| a� kxrim sgØ m t' poØ ¤AmarsariŁ ot

sot“ barikeŁ x| cemoleŁ mgm. PaŁ sqia JxmrsamsimotpoŁ kex| e¤ pijx“ | bibkiŁ a ib Ł, PaŁ sqia HerrakomiŁ jg| e¤ pijx“ | bibkiŁ a

je Ł, PaŁ sqia MaŁ jkg|. e� rsi deØ poŁ ki| peqiØ 'GkiotŁ pokim, e¤ m z'“ saØ jakotŁ lema �Auaja. PaŁ sqia LikgŁ sot sg“ | ¤ IxmiŁ a|,

PaŁ sqia SqaŁ kkexm, PaŁ sqia ¤AuqodiriaŁ do|, � Ejuqarim sx“ m e¤ m s{“ FetniŁ pp{ a¤ caklaŁ sxm. jaiØ a� kka pokkaŁ . SobreChristodoros, vid. B. Baldwin, s. v. Christodoros of Koptos, en: ODB I, 1991, 440 y, sobre todo, T. Viljamaa,Studies in Greek Encomiastic Poetry of the Early Byzantine Period, Helsinki 1968, 29––31, 56––57 y 101.

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este incluyera poemas de Christodoros en su Kyklos87 y que Suda llame Patria a la obraque dedica a la historia de Trales induce a pensar –– y es la hipotesis mas aceptada –– quela obra consultada por Agatıas, que llama Patria, fue la escrita por Christodoros.88

Conocemos, por lo tanto, que documentos utilizo Agatıas para conocer este episo-dio. Hemos visto como en la inscripcion del pedestal no se aludıa claramente a lacondicion social o economica de Chaeremon. Por otra parte, podemos confiar en queaquella cronica sı decıa quien era Chaeremon pero, lamentablemente, no ha llegado anosotros. El unico elemento que nos permite contradecir a Agatıas en su presentacionde Chaeremon como un campesino es la importancia de aquella familia de los Chaere-mon –– Pitodoro de Trales y Nisa, hipotesis que, como dijimos, consideramos funda-mentada.

En vista del panorama expuesto, podemos preguntarnos si Agatıas pudo alterar algundato del episodio; en concreto, la categorıa del heroe.

Aunque precedido por otros, actualmente A. Kaldelis propugna el analisis de la obrade Agatıas desde un punto de vista literario, en el que hay que tener muy en cuenta elpropio ideario de este autor, que reflejo en varias partes de sus Historiae.89 Agatıas pensa-ba que se hacıa mas cercano el mensaje de los hechos historicos si se ilustraban conanecdotas instructivas.90 En su narracion se pueden encontrar numerosos pasajes en losque altera la realidad –– que conocemos por otros autores –– con tal de servir a sus fines,literarios e instructivos en este caso.91 Ası, ya que inicia el relato que nos viene ocupandocon su creencia en la recuperacion del hombre de las mas grandes dificultades, verosımil-mente le era mas util convertir al heroe en un campesino; de esta forma, se hacıa masinstructivo su episodio pues, desde luego, el lector debera considerar mas valeroso yarriesgado el viaje a los lımites occidentales del oikoumene de un campesino, sin medios niinstruccion, que el de un importante y acomodado ciudadano, con evidentes influenciaspolıticas, que podrıa viajar sin tantas dificultades y contar con mayores posibilidades deser recibido por Octavio que las que tendrıa un simple campesino. De todo el episodioeste es, a nuestro modo de ver, el unico elemento que Agatıas deforma la realidad; y sololo hace con el objetivo de instruir al hombre para su vida futura.92

Resta, aun, un ultimo aspecto a analizar pues, como originarios del antiguo territorioromano de Hispania, nos interesa interrogarnos acerca del escenario concreto de encuen-tro de Chaeremon con Octavio, dado que, en su relato, Agatıas unicamente afirma queChaeremon viajo hasta la tierra de los cantabros en busca del emperador y que le presen-to su demanda cuando le encontro.

Conocemos que, durante su estancia en Hispania con ocasion de las guerras cantabras,Augusto recibio a varias delegaciones y embajadas. Orosio, epitomador en este caso deTito Livio, alude a la llegada a Tarraco de embajadores indios y escitas,93 y una inscrip-

87 AP VII, 697––698.88 Por ejemplo, Dagron (n. 67) 13.89 Kaldellis, Agathias on History (n. 3) 295.90 Agath. hist. praef. 5. Cf. Frendo (n. 3) X.91 Ası, McCail (n. 12) 246––247 y Frendo (n. 3) XI. Aunque no es el unico en hacerlo, ası R. Scott, Malalas’

View of the Classical Past, en: Clarke et al. (n. 79) 147––164 y, en general, E. M. Jeffreys, The Attitudes ofByzantine Chronicle toward Ancient History, Byzantion 49, 1979, 199––238 y C. Mango, Discontinuity withthe past, en: M. Mullett/R. Scott (eds.), Byzantium and the Classical Tradition, Birmingham 1981, 53––54.

92 Kaldellis, Agathias on History (n. 3) 297.93 Oros. 6, 2, 19––20; cf. R. Gest. div. Aug. 31.

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cion griega de Mitiliene refiere otra de ciudadanos de aquella.94 En ambos casos, la re-cepcion tiene lugar en la capital de Hispania, adonde Octavio se habıa trasladado, des-pues de comandar directamente el operativo militar contra los cantabros, debido a unaenfermedad que le incapacito largo tiempo.95

Tanto durante su estancia en Roma como cuando se encontraban residiendo en algunotro lugar, era habitual que los emperadores recibieran embajadas de paıses lejanos ydelegaciones de ciudades o provincias del Imperio,96 por lo tanto, y a pesar de esos testi-monios de recepcion, si tenemos en cuenta que ni Agatıas ni la inscripcion que reprodu-ce mencionan aquella ciudad de Tarraco, y que en el epıgrafe se leıa que Chaeremonencontro a Augusto en la zona cantabra,97 nada impedirıa afirmar que ese ciudadanotralense encontrarıa al emperador en otro lugar de Hispania que podrıa ser, evidentemen-te, Segisamo, donde establecio su campamento principal.98 Sin embargo, el detalle crono-logico de la estancia de Octavio en campana y en Tarraco, pormenores, por otra parte,discutidos,99 nos plantean algunas dudas sobre la llegada de Chaeremon a Segisamo y nosllevan a considerar que pudo ser a Tarraco.

Todo parece indicar que, debido a su enfermedad, Augusto se traslado pronto a lacapital desde sus cuarteles de campana; sabemos que su llegada a Hispania se produjo en27 a. C., que condujo la campana del 26 a. C. pero que poco despues se traslado a Tarra-co.100 Aunque dificulta el analisis el que Floro y Orosio afirmaran que Octavio abandonotemporalmente Tarraco, pues habrıa estado presente en varias victorias sobre los astures,Bergidum, Mons Vincius y Araceli,101 pensamos que llevaba razon R. Syme al considerar,tras un exhaustivo analisis de las fuentes y de la cronologıa, que Augusto, dada su enfer-medad y larga convalecencia, no pudo participar directamente en aquella segunda campa-na, por lo que habrıa mantenido su residencia en Tarraco. La continuidad cronologica deambas campanas, la del 26 y la del 25 a. C., y su escenario norhispanico estarıan detrasde la razon por la cual aquellos autores dieron a ambas, la cantabra y la astur, el nombregenerico de Bellum Cantabricum.102

94 IGR IV, 33, aunque Millar, Emperor, Senate and Provinces (n. 36) 163, muestra sus dudas acerca de sucalidad de embajada. Sı la afirma J. M. Blazquez, Propaganda dinastica y culto imperial en las acunacionesde Hispania, en: Actas del I Congreso Nacional de Numismatica, Zaragoza, 12––16 diciembre de 1972,Numisma 120––121, 1973––1974, 325.

95 Cass. Dio 53, 25, 7. Cf. E. Gozalbes Cravioto, Los banos y la curacion de Octavio Augusto en Tarraco,en: M. J. Perex (ed.), Termalismo Antiguo. I Congreso Peninsular. Actas, Madrid 1997, 241––245 yTh. Krise/R. Scharf, Tarraco Triumphans oder: Die Caesaren des Florus, Hermes 124.4, 1996, 491––498.

96 Un estudio y enumeracion de las mismas puede verse en Millar, Emperor, Senate and Provinces (n. 36)156––166 pero, sobre todo, el interesante capıtulo de Id. (n. 26) 229––239.

97 Agath. hist. 2, 17, 8.98 Flor. epit. 2, 33 y Oros. 6, 21, 3. Vid. R. Syme, The Spanish War of Augustus (26––25 B.C.), AJPh 55.4,

1934, 309.99 Ası, entre otros, lo manifiesta Syme (n. 98) 294––295 y E. S. Gruen, Expansion of the Empire under Augus-

tus, en: CAH2 X: The Augustan Empire. 43 B.C.––A.D. 69, 1996, 164.100 Gruen (n. 99) 164; A. Rodrıguez Colmenero, Augusto e Hispania. Conquista y organizacion del Norte Pe-

ninsular, Deusto 1979, 53.101 Rodrıguez Colmenero (n. 100) 53.102 Syme (n. 98) 306 y Gruen (n. 99) 164––165. Cf. M. Salinas de Frıas, La guerra de los cantabros y astures,

la etnografıa de Espana y la propaganda de Augusto, en: M. J. Hidalgo/D. Perez/M. J. Rodrıguez Gervas(eds.), Romanizacion y conquista en la Penınsula Iberica. Nuevas Perspectivas, Salamanca 1998, 155––170.Recordemos que estas victorias hispanas fueron especialmente consideradas, como ası quedo reflejado envarios monumentos de epoca augustea, en el Ara Pacis, en el monumento ancirano que recoge las R. Gest.div. Aug. 2, 27 y 5, 39 y, segun algunos autores, en los relieves del Sebasteion de Afrodisıas donde se ha

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El terremoto en Trales tuvo lugar en el 27 a. C.; el viaje desde aquella ciudad hasta elextremo occidente debio demorar mucho tiempo –– recordemos el caso de Leon, delega-do de Estratonicea que, aunque viajo a Roma, tuvo que ceder las magistraturas cıvicas asus hijos dada su prolongada ausencia;103 Augusto estaba en el 27 a. C. en Hispania; en el26 a. C. dirigıa la campana desde Segisamo pero en ese mismo ano se traslado a Tarraco.Todos estos datos nos llevan a pensar que Chaeremon fue recibido por Octavio Augusto,como hizo con las otras embajadas, en Tarraco donde, aunque afectado por la enferme-dad, tendrıa mas tiempo para ocuparse de esos temas que en plena campana.

La ausencia de Tarraco y de Hispania en la inscripcion y en el relato de Agatıas escomprensible si tomamos en consideracion que la intencion del segundo era destacar lacapacidad de reaccion del hombre ante las desgracias y la de la primera, es decir, eldecreto de la ciudad de Trales en honor de Chaeremon, honrar la preocupacion de unciudadano por su ciudad. En ambos casos se alude a un toponimo de ubicacion muyremota, tanto para el tralense del siglo I a. C. como para el retor del siglo VI d. C. Esmas, en Agatıas encontramos otro dato interesante, pues concreta la ubicacion de lastierra de los cantabros „en la orilla del Oceano“104 que, como sabemos, era consideradoel lımite extremo del oikoumene tanto por los autores clasicos como por los tardıos, Aga-tıas incluido, como ya comentamos que se encuentra en su Praefatio al Kyklos.105 Por otraparte, parece difıcil que en el siglo VI d. C. y en el Oriente tardoantiguo se supiera quie-nes eran los cantabros; basta tomar en consideracion las incongruencias geograficas ytoponımicas que respecto a Hispania se encuentran en los autores griegos de aquellossiglos, de lo que ya nos ocupamos en un artıculo anterior.106 Ahora bien, debemos recor-dar que la fuente de Agatıas es aquella obra que llama patria por lo que no parece arries-gado suponer que ya encontro esa referencia completa, incluida la concreta de „en laorilla del Oceano“ en Christodoros, su posible autor, quien no solo habrıa podido acce-der a los archivos locales sino consultar obras como la de Floro, que en el episodio de laguerra cantabra alude expresamente a que la zona no pacificada de Hispania estaba bana-da por el Oceano Citerior,107 lo que no deja de ser una interesante coincidencia con laconcrecion de Agatıas de „en la orilla del Oceano“.

En consecuencia, estamos convencidos de que ya que la nocion que Agatıas tenıa deHispania era muy precaria, cuanto mas la de Cantabria. Si Hispania apenas existıa en lamente de los autores griegos del VI d. C., mucho menos lo serıa Cantabria. Sı persistıa,por el contrario, la idea de que esta region era el lımite del oikoumene, por lo que viajardesde Trales hasta allı era una tarea difıcil, circunstancia que sirvio a los fines de Agatıas

conservado la inscripcion de una estatua, perdida, en la que aparece Ethnous Kallaikon; para ello vid. J. Rey-nolds, New evidence for the imperial cult in Julio-Claudian Aphrodisias, ZPE 43, 1981, 326––327 y R.R.R.Smith, Simulara Gentium: The Ethne from the Sebasteion at Aphrodisias, JRS 78, 1988, 57––58.

103 Vid. supra.104 Agath. hist. 2, 17, 3.105 Cf. supra. Por cierto que se demuestra en este caso que en la Antiguedad Tardıa se sigue recurriendo a la

clasica ubicacion de determinados lugares mediante la utilizacion de expresiones como mas alla, mas aca,en el extremo, etc. . . ., para lo cual puede verse P. Janni, Gli Anticihi e i punti cardinali. Rileggendo Pausa-nia, en: P. Janni/C. Lanzillotto (eds.), CEXCQAUIA. Atti del Secondo Convengo Maceratese su Geografia eCartografia Antica, Macerata 1985, Roma 1988, 77––91.

106 Vallejo Girves (n. 8) 58––59.107 Flor. epit. 2, 33: Sub occasu pacata erat fere omnis Hispania, nisi quam Pyrenaei desinentis scopulis inhaerentem citerior

adluebat Oceanus (P. Jal [ed.], Florus. uvres II, Paris 1967, 71).

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de demostrar, como ya hemos dicho en varias ocasiones, la capacidad de reaccion delhombre y la utilidad moral de conocer los hechos del pasado.108

En conclusion. La ciudad de Trales envio a Hispania a un destacado ciudadano, coninteresantes relaciones polıticas en el entorno augusteo, para solicitar ayuda para la re-construccion de la ciudad. Esta reconocio la ayuda de Augusto nombrandole ktistes y lade Chaeremon, al que honro con un decreto en el que se le consideraba segundo ktistes;ambos reconocimientos se materializaron en sendas esculturas con epıgrafes grabados enpedestales. Todo ello, transmitido por varias fuentes, fue utilizado por Agatıas quien, co-mo hace en varios momentos de su relato, altera algunos hechos historicos con la inten-cion de servir mejor a sus propositos narrativos y ejemplarizantes.109 El episodio deChaeremon, por lo tanto, es cierto; tal vez no, en nuestra opinion, algunos datos concre-tos de la narracion de Agatıas, circunstancia que se contradice con su intencion de contarlos hechos pasados a futuras generaciones ya que, como el decıa en su Praefatio, „el tiem-po puede provocar una distorsion en la verdadera realidad de los acontecimientos“.110

Ciertamente el tiempo podıa ser una causa pero no menos que la intencion del autor quelos narraba.

Resumen

En el contexto de su creencia en la superacion personal, Agatıas, hist. 2, 17, 1––8 (s. VId. C.) menciona un viaje de un ciudadano de Trales a la Hispania del ano 26 a. C. Ellonos lleva a analizar aspectos como la veracidad de ese viaje, la personalidad del ciudadanode Trales y las fuentes utilizadas por aquel autor para narrar ese episodio; nos detenemosespecialmente en la posible modificacion de algunos datos importantes de este que, porrazones literarias, pudo hacer Agatıas.

Summary

In the context of his believing in personal improving, Agathias, hist. 2, 17, 1––8 (VI cent.A.C.), remembers the travel which a ciziten of Tralleis did toward Hispania in 26 B.C.This carries us to analize some issues, as are the one of the truthfulness of this journey,the personality of this Tralleis citizen and the historical sources upon which the writerfounds the story. We attend deeply to the possible alterations of relevant aspects of thisepisode. It’s possible to think that the aim of Agathios for these alterations was theliterarian utility.

108 Ası, especialmente Agath. hist. praef. 1––3. Nuevamente Cameron (n. 3) 33 y Kaldellis, Historical andReligious Views (n. 3) 207––208.

109 Kaldellis, Agathias on History (n. 3) 296––297.110 Agath. hist. praef. 1.

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